Capitulo 6. "Viaje".

-Pero, ¿A dónde vamos? –Pregunto Towa por millonésima vez con su pequeña espalda pegada al barandal del corredor de su edificio, viendo a su madre empujar la maleta fuera del departamento.

-¿Quién va a venir y nos recogerá? –Pregunto Setsuna, rebotando con entusiasmo mientras se aferraba a su esponjosa estolita.

Rin se preguntó cómo no se separaba de esa cosa, pero siempre la mantenía limpia y la ayudaba cuando era más pequeña y su madre empezó a ausentarse por el trabajo y la escuela. Pero aunque ahora pasaba más tiempo con sus niñas, Setsuna seguía sin soltar ese manta-peluche blanco.

Miró entre las caritas emocionadas de sus niñas e hizo una mueca en su interior. Esta era una pésima idea.

-Un amigo. –Dijo, eligiendo responderle a Setsuna, mientras cerraba la puerta del departamento, ya que no tenía la menor idea de a donde las llevarían.

Presumiblemente a visitar al padre de Taisho-sensei. Al parecer Taisho-sensei y su padre tenían desacuerdos, por decirlo suavemente, así que Rin dudaba que fuese una cálida reunión familiar, incluso sin tomar en cuenta el hecho de que Taisho-sensei las estaba llevando solo para molestar a su padre.

Arrastrar a Towa y a Setsuna en esto era una terrible, horrible, idea, pero por otra parte, ¡Eran 3000 dólares!

No tendría que preocuparse por el salario de la anciana Kaede durante unos cuantos meses.

-¡¿Es él?! ¡¿Es él?! –Setsuna saltaba tan alto que ahora su cabeza quedaba a la altura de la barbilla de Rin y parecía aun más emocionada, mientras señalaba al Mercedes Negro que se estacionaba enfrente del Edificio.

-Eso creo. –Dijo Rin. –Vamos.

Tomo su maleta con una mano y tomo la mano de Setsuna con la otra. Se podía confiar en Towa para que se quedara quieta y no corriera como loca. En Setsuna, no se podía.

Bajaron por las escaleras, y Rin sentía que el camino era interminable mientras sentía que poco a poco Setsuna se detenía hasta que quedo un par de escalones atrás.

Rin miro a su hija que estaba abrazada a su esponjosa estola y se mordía el labio.

-¿Setsuna? ¿Qué pasa, amor? –Se arrodillo a la altura en que sus frentes quedaban juntas.

-¿Y si no le agrado a tu amigo, mami? –Murmuro Setsuna jugando con sus dedos.

El corazón de Rin se hundió, soltó la maleta y la abrazó. Sus temores eran normales, era una niña pequeña, sin una figura paterna, y cuando alguien de la familia de su madre conocía a las gemelas, ponían una mueca de horror o de burla.

-Entonces el seria un grandísimo idiota por no apreciar a un bello angelito como tú. –Le dijo Rin al oído, acariciando su espalda. –Tranquila, amor, ya verás que le agradas. –Eso esperaba.

Le dio una dulce sonrisa y se separo, Towa corrió hacia Setsuna y tomo su mano, sonriéndole. Rin le sonrió agradecida a su hija, tomo una profunda respiración y caminó fuera del edificio con las niñas.

Las puertas del Mercedes se abrieron cuando llegaron a él.

Rin se sorprendió al ver que su profesor ya había colocado asientos para niños.

-Buenas tardes. –Dijo Rin, sintiéndose algo torpe, sin saber cómo comportarse ahora. Nunca se había establecido, supuesto, tan siquiera imaginado, que Taisho conociera a sus hijas. –Towa, Setsuna, saluden al señor Sesshomaru Taisho.

-¿Por qué siempre dices primero a Towa? –Dijo Setsuna con un mohín.

Rin trato de reprimir su sonrisa. –Setsuna, Towa, saluden al señor Sesshomaru Taisho.

-Hola, señor Sesshomaru. –Dijeron juntas y Rin sintió una oleada de orgullo. Ellas solo tenían 4, pero eran muy inteligentes y hablaban claro. Parecían pequeños angelitos con ojos de colores, sonriéndole tímidamente al hombre. Cualquier persona con un corazón les habría devuelto la sonrisa.

Al parecer no Sesshomaru Taisho. O no era humano, o no tenia corazón.

Taisho estudio a las niñas como si fueran especímenes de otro planeta antes de asentir débilmente y mirar hacia Rin. –Ponlas en las sillas, yo pondré tu maleta en la cajuela.

Rin suspiro, preguntándose por que tenía que ser tan controlador. Era una orden completamente innecesaria, pero aun así iba a cumplirla.

Miro a sus hijas, pero notó que Setsuna miraba de Taisho-sensei a Towa, y de Towa a Taisho-sensei. Su otra pequeña no apartaba la mirada del hombre.

Era extraño, jamás se ponían así por un hombre, tal vez era porque Taisho tenía el mismo color de pelo que el de su hija.

Rin cargó a las pequeñas y las acomodó en los pequeños asientos, asegurándose de que no les lastimara o se sintieran incomodas. Taisho ya había vuelto al asiento del conductor para cuando Rin dejo su paranoia de mama Gallina y cerró la puerta trasera con cuidado y luego tomar su propio asiento.

-Antes de irnos, quiero dejar algo claro. –Dijo Rin, bajando la voz para que las niñas no pudieran oír. –Se muy poco acerca de su familia, pero no va a arrastrar a mis hijas con sus problemas con su padre. Si alguien las trata mal, les habla mal, tan siquiera las mire de mala manera, tomare mis cosas y nos iremos, no me importa el dinero. ¿Le quedo claro?

Taisho la miro por un momento. –Nadie va a tratarlas mal. –Dijo antes de agarrar la barbilla de Rin y cubrir los labios de ella con los suyos.

Rin se paralizo de la impresión, no era ni el momento ni el lugar, pero Taisho-sensei la sostenía firmemente del rostro, con sus labios fuertes y hambrientos moviéndose contra los suyos, su lengua profundizando en la boca de Rin, seguro, reclamando su propiedad, y muy pronto, Rin se encontró completamente abrumada por la intensidad de aquel beso, que continuó, y continuó, y continuó por siempre hasta que–

-Mami, ¿Estas herida?

Con un jadeo, Rin empujo a Taisho y miro a Setsuna, que la miraba medio asustada. -¿Qué? No, cielo.

Una arruga apareció entre sus pequeñas cejas. –Creí que estabas herida. Estabas haciendo ruidos.

Sintió su rostro más caliente de lo que nunca había estado en su vida, Rin decididamente evito mirar al hombre a su lado.

-Yo no estaba haciendo ruidos. –Dijo ella medio entrando en pánico.

-Los estabas haciendo. –Dijo Towa, mirando a su madre con los ojos muy abiertos. –Mentir es malo. Tú lo dijiste.

Setsuna asintió, secundando a su gemela. -¿Y por que el señor Sesshomaru puso su lengua en tu boca?

-Porque su madre quería algo que chupar. –Dijo Taisho, arrancando el motor.

Descubriendo que si podía ponerse más roja, Rin le lanzo una mirada molesta y lo pateo en la espinilla, pero para su sorpresa, las niñas aceptaron la explicación y empezaron a hablar de otra cosa.

Ella se acomodo en su asiento y no miro a Taisho-sensei, no podía sin avergonzarse, aun más. Todavía se sentía muy nerviosa, sus labios le hormigueaban y su respiración era irregular. ¿Qué demonios le estaba pasando?

. . .

-Entonces... ¿Cuál es el asunto con su padre?

Habían manejado por más de una hora y las pequeñas estaban dormidas, Setsuna acurrucada con su deliciosamente cómoda estola rodeando su cuerpito y Towa abrazando una parte de ella para tener algo cómodo como almohada.

Los ojos dorados de Taisho-sensei estaban fijos en la carretera. -¿Desde cuándo este es tu asunto?

-Um, no lo sé. –Dijo Rin con un dedo bajo su barbilla y mirando al cielo despejado por el parabrisas. –Supongo que desde que me está arrastrando a mí, y a mi familia, a la casa de su padre, sin haber sido invitados. Algo me dice que él no va a estar feliz de vernos.

-No, no lo estará. Pero si te hace sentir mejor, no va a estar feliz de verme, tampoco.

Rin se recostó en su asiento y miro su perfil, atenta. –Creí que usted había sido invitado.

Taisho-sensei se rió entre dientes. Era un sonido escalofriante. –Mi padre nunca se tragaría su orgullo y me invitaría. Hace 15 años, me dijo que regresaría arrastrándome cuando se me acabara el dinero, el odia cuando se le demuestra que está equivocado.

Los ojos de Rin se agrandaron. -¿Quiere decir que no ha estado en su casa en 15 años?

-Y yo con mucho gusto me mantendría alejado por 15 años más. Todavía no estoy convencido de que Izayoi no está mintiendo acerca de su salud. Ese viejo bastardo vivirá incluso más que ellas. –Refiriéndose a las niñas.

Rin estaba un poco perturbada. Incluso ella, que tenía buenos motivos para estar furiosa con sus padres, no lo pensaría dos veces para ir corriendo a verlos si alguno de ellos estuviera enfermo o quisiera verla. ¿Qué hizo el padre de Taisho-sensei para merecer tanto odio de su propio hijo?

-Ammm. ¿Acaso él lo golpeaba a usted cuando era niño?

La esquina de la boca de Taisho-sensei se crispó.

-Touga Taisho nunca haría algo tan plebeyo.

-Ya veo. –Rin vacilo. –Lo echo de casa por... ¿No querer casarse con aquella chica?

Los dedos de Taisho-sensei se agarraron con más fuerza al volante. –Él nunca me echó. Yo mismo me fui.

Rin podía presentir que la situación era un poco más complicada que eso. Sí el padre de Taisho-sensei quería que se casara con alguna mujer, significaba que era igual de controlador que él. Probablemente creía que lograría sus objetivos si lo presionaba más. Sin embargo, como Rin no conocía al padre de Taisho-sensei, solo podía especular.

-¿Cómo es él?

Taisho se encogió de hombros. –Un típico hombre con dinero. Orgulloso, prepotente e inflexible.

-Umm, no sé por qué, pero esa descripción me recuerda a alguien.

Taisho visiblemente se puso rígido. Rin solo pudo notar sus hombros tensos, el aspecto agresivo de su perfil por que lo estaba viendo desde hace un rato.

La sombra de las 5 en punto le daba un sombreado a su rostro más misterioso y varonil. Los ojos de Rin recorrieron hacia abajo, desde sus bíceps tensos debajo de las mangas de su camisa, a los dedos que sujetaban el volante un poco más apretado de lo necesario.

Rin se relamió los labios, sintiéndolos resecos, las manos de Taisho se veían...

Las recordaba agarrando su barbilla, su cuello, obligándola a mirarlo cuando–

-Sigue mirándome de esa manera y vas a terminar conmigo dentro de ti antes de que el viaje termine.

Rin reacciono, apartando su mirada, enfocándose en la cara de Taisho-sensei. Él seguía mirando a la carretera frente a ellos.

Sonrojándose nuevamente, Rin murmuro: -No sé de lo que está hablando.

El albino solo resopló.

El silencio entre ambos se volvió tenso, cargado, y Rin estaba muy alerta.

Finalmente, por su estúpida personalidad curiosa y temor al silencio, no pudo soportarlo más. -¿Qué quiso decir?

-Sabes a lo que me refiero. A pesar de tus malas notas, no eres completamente estúpida.

-Wow, gracias, voy a escribir esto en mi diario: "Querido diario, no vas a creer lo que paso hoy, Taisho-sensei dijo que yo no soy completamente estúpida". Usted si sabe cómo hacer sentir especial a una mujer, ¿Sabe?

-Jundo. –Taisho seguía sin mirar a Rin. –Tú no eres tan indiferente conmigo como crees. Para decirlo sin rodeos: Me miras como si quisieras chupar mi polla.

Rin abrió la boca, pero la volvió a cerrar sin decir nada. Luego soltó una risita nerviosa. –Usted si que tiene un Gran Autoestima.

Taisho suspiro, giro el volante, y saco el coche de la carretera, apagando el motor al internarse en el pequeño bosque que estaba al lado del camino.

Sin decir una palabra, salió del coche, camino hasta el asiento del copiloto, abrió la puerta y saco a Rin.

-¡Oiga! –Dijo Rin, mirando hacia las niñas, pero todavía estaban profundamente dormidas, incluso Towa dejaba salir un hilillo de baba de su boquita.

Sesshomaru puso seguro a las puertas y arrastro a Rin lejos del auto, hacia el bosque profundo.

-Mire– -Rin comenzó, pero fue interrumpida cuando Taisho la empujo en el amplio tronco de un árbol y se inclino hacia ella, con ambas manos al lado de la cara de Rin.

Los ojos dorados se clavaron en ella. –No tengo paciencia para tu tonta negación, no me importa si te engañas a ti misma diciéndote que eres completamente indiferente de mí. Pero cuando estás conmigo, yo no quiero escuchar ese sinsentido.

Rin se removió incomoda. -¿No cree que es un poco presuntuoso de su parte el creer que sabe mejor que yo acerca de mis gustos?

-No digo que se mejor que tú lo que te encienda, pero tengo ojos. Puedo decir fácilmente cuando una mujer me desea.

-¡Yo no lo deseo! Yo solo hago... eso... porque usted me paga por hacerlo.

-Sí, yo te pago. –Dijo Taisho-sensei en voz baja. –Pero eso no significa que no te guste. Tú tienes un poco de fijación oral, Jundo. Para que lo entiendas, tu boca es muy sensible. Te gusta tener la boca llena, te gusta que te besen, te gusta cuando follo tu boca.

Rin se estremeció. –A mi no...

Taisho arqueo las cejas. –Tú sigues chupando mi polla, incluso después de que termino en tu boca.

Rin desvió la mirada, más roja de lo que creyó posible ese día. Sí, ella se había atrapado haciendo eso algunas veces, pero...

-Aunque lo que dice sea cierto, no significa nada. –Que su boca fuera sensible era una buena explicación del por qué le gustaban los besos de Taisho-sensei, y el por qué hacerle una mamada se sentía algo así como... Bien.

-Tienes Razón. –Dijo Taisho-sensei. –Disfrutar de hacerme una felación no te hace quererme.

-¡Deje de burlarse de mí!

-No me estoy burlando de ti.

Se miraron el uno al otro en silencio. Rin se relamió los labios, muy nerviosa. Taisho acercó su mano a la boca de Rin, y acarició el labio inferior con su pulgar.

Rin se quedo muy quieta, casi sin respirar. Taisho la obligo a separar lentamente sus labios, sin apartar la mirada el uno del otro.

Rin lamio la punta del pulgar con su lengua tímidamente y entonces... Ella chupó.

Taisho inhalo bruscamente, adentro y saco lentamente su pulgar de la boca femenina, todo el tiempo mirándola a los ojos.

Hizo a Rin preguntarse si esto en verdad estaba pasando, ¿Ella estaba chupando el pulgar de su profesor?, por Kami-sama. Pero que Kami la ayudara, ella amaba hacerlo, el interior de su boca hormigueaba. No podía dejar de chupar, quería seguir chupándolo.

Ella hizo un pequeño, y vergonzoso, ruidito cuando Taisho quitó su pulgar.

-Definitivamente fijación oral. –Murmuró Taisho-sensei antes de reemplazar el pulgar por su lengua.

Varios minutos después, Rin se encontró en la hierba, con el pesado cuerpo de Taisho sobre ella. Rin estaba gimiendo entre el apasionado beso, con sus manos enterradas en el suave cabello plateado del hombre. No podía fingir más que no disfrutaba de esto, así que no trato de suprimir sus suspiros y gemidos de placer mientras Taisho violaba su sensible boquita con su lengua.

-Eres muy ruidosa. –Gruño Taisho, bajando sus besos por el cuello de la pelinegra.

Rin se sentía demasiado desorientada para responder y solo lo jalo de vuelta a sus labios. Quería más besos. Necesitaba más besos.

Taisho la besó más profundamente, su mano torpemente entre ellos, haciendo algo que a ella realmente no le interesaba mientras no dejara de besarla.

Los ojos de Rin se abrieron cuando sintió su seno desnudo, sintiendo el frio del aire y su pantalón estaba desabrochado, sintió algo duro contra su muslo.

Rin se tensó. Ella estaba excitada, estaba mojada por él.

-No pienses en nada, maldita sea. –Dijo Taisho ásperamente, antes de lamer su pequeño pezón y abrir sus piernas para acomodarse entre ellas.

Rin dio un largo gemido, Taisho estaba frotando su miembro entre sus muslos, y jugando con sus pechos. No podía hacer nada más que gemir. Estaba demasiado ida para protestar.

Ella quería esto, ella quería venirse también, lo quería dentro.

Antes de que pudiera detenerse, empezó a mover sus caderas, a la par de los movimientos de Taisho, sintiendo el duro miembro frotarse contra su húmeda entrada, y de solo pensarlo, estaba mal, y era excitante, todo a la vez.

No pasó mucho tiempo. Ni siquiera estaban besándose ahora, más bien él estaba tratando de tragársela, mordiendo y chupando sus labios. Rin alzo una pierna, ya libre de su pantalón de vestir y lo engancho al hombre, colgándose a él. Taisho bajo una de sus manos y acaricio su entrada, una vez, y ella vio fuegos artificiales bajo sus parpados, su vientre ardiendo de deseo hasta que termino en los dedos del mayor, gimiendo y arañando la espalda de su profesor.

Sintió a Taisho gruñir, bajo y áspero, como una especie de animal, estremeciéndose mientras se corría entre ellos, manchando las piernas de la joven y algo de su ropa.

Abrió los ojos lentamente y se encontró a Taisho ya de pie, cerrándose los pantalones.

Al darse cuenta de que sus pechos aun estaban al descubierto, y sus jeans estaban abajo, Rin rápidamente se acomodó la ropa, haciendo una mueca al sentirse pegajosa. Sus dedos le temblaban.

Podía oír a Taisho caminar de regreso al coche. –Una de ellas esta despierta.

Rin se puso de pie. -¿Ellas? –Dijo, todavía incapaz de pensar en nada, además del hecho de que ella había tenido relaciones sexuales, a la intemperie.

-Una de las niñas. –Dijo Taisho, entrando por la parte del conductor.

El tono que uso para decir la palabra "niñas" podría parecer que estaba hablando de extraterrestres. Casi hizo a Rin sonreír con cariño.

Casi.

Rin camino hacia el coche y se sentó en su lugar. Volteo, Setsuna aun dormía, pero Towa no lo hacía. Ella se chupaba el dedo medio dormida, mirando entre su mamá y Taisho-sensei.

-Ustedes no estaban aquí cuando me desperté.

Rin se inclino y le beso la frente con cariño. –Lo siento, bebé. ¿Estabas asustada?

-Yo no soy un bebé. –Dijo Towa con un puchero. –Soy grande. ¿Ya llegamos?

-No, aun no.

-¿Entonces por qué se detuvo el coche?

Rin carraspeo nerviosa. ¿Cómo se suponía que iba a responder a eso?

-Porque Taisho-sama y yo debíamos hablar.

Taisho encendió el motor.

Towa bostezo y se tallo su ojito rojo. -¿Por qué no podían hablar en el coche?

-Bueno, por que... Porque no quería despertarlas.

Towa frunció el seño, pero pareció aceptar la explicación. Sus ojitos empezaron a cerrarse de nuevo.

Rin le sonrió al ver que volvía a roncar suavemente y se sentó en el asiento, suspirando pesadamente. Miro el hermoso paisaje por el que pasaban.

-Ponte el cinturón de seguridad. –Ordeno Taisho-sensei después de un tiempo.

Rin se puso el cinturón de seguridad y murmuro: -Youkai Controlador.

-Así que ¿Ya dejaste de entrar en pánico? –El tono del hombre era frio.

-¡Yo no estaba entrando en pánico! –Al darse cuenta de que lo dijo un poco demasiado alto, Rin bajo la voz. -¿Por qué lo haría? Sí, técnicamente tuvimos relacione sexuales, pero no significa nada. No he tenido relaciones en muchísimo tiempo... –Prácticamente nunca. -...Y usted sabe que besar me excita.

Taisho-sensei no dijo nada y volvió a mirar hacia la carretera con el rostro completamente ilegible.

Rin lo estudió. –Sabe, tengo curiosidad sobre algo. –Murmuró. -¿Por qué yo? ¿Por qué me paga una cantidad escandalosa de dinero por unas cuantas mamadas? No soy exactamente Julia Roberts, y usted no necesita, necesariamente pagar por sexo, estoy segura de que muchas mujeres aceptarían gustosas intercambiar mi lugar y gratis. Quiero decir, usted no es nada feo. Así que, ¿Por qué yo?

-¿Estas buscando cumplidos?

-Nop. Estoy genuinamente curiosa. –Sonrió.

-Quería follarte desde el momento en el que entraste a mi salón hace algunos meses. Es tan simple como eso.

Rin parpadeo varias veces, algo sorprendida, y su estomago le hacía pequeñas cosquillas. -¿Usted me deseo por tanto tiempo? –Y ella de idiota que no se daba cuenta.

Taisho-sensei resoplo, sin mirarla. –Yo no estaba suspirando por ti ni nada, Jundo. Solo quería follarte, solamente eres mi tipo.

-¿Nipona? ¿Pelinegra?

-No. No me refiero a tu aspecto. Si solo nos guiáramos por el aspecto, tu amiga, Muso, es mas mi tipo que tu.

Las cosquillas se convirtieron en acidez. Ni siquiera estaba segura de por qué estaba sorprendida. Kagura era extremadamente atractiva. Por Kami, todo el mundo se sentía atraído por ella. Y con su pelo azabache, ojos rojos que hechizaban y sensuales labios rojos, era todo lo contrario de Rin.

Rin siempre se sentía pequeña, común e insignificante al lado de su amiga.

-Así que si era Kagura quien le ofrecía sexo por una nota... ¿Lo habría hecho con ella?

Taisho le lanzo una mirada extraña.

-No.

La acidez desapareció mágicamente.

-¿Por qué no?

-Porque yo no la deseo. –Dijo Taisho-sensei crudamente. Estaba empezando a verse irritado, por alguna razón. –Encontrar a alguien físicamente atractivo no es lo mismo que desearlo.

-Entonces, ¿A qué se refería cuando dijo que yo era su tipo?

Taisho-sensei permaneció en silencio durante tanto tiempo que ella pensó que no le respondería en lo absoluto.

Había un tono de auto desprecio en su voz cuando dijo. –Es una estupidez. Cuando vivía en Londres yo era algo así como el estereotipo de "Nerd Impopular".

-No le creo. –Mirando a este arrogante, seguro de sí mismo, hombre, Rin tenía problemas para imaginarlo.

-Lo era. Conseguí mi doctorado a los 23 años, Jundo. Yo no tenía el tiempo, o el interés, para socializar con las personas.

-Eso explica muchas cosas. –Rin murmuró. –Déjeme adivinar, ¿Había una linda chica popular con la que tuvo una fuerte atracción y me parezco a ella?

-Ella no se parecía en nada a ti.

-Y entonces, ¿Cómo es eso relevante?

-Sí dejas de interrumpirme, te darás cuenta. –Sus labios se curvaron. –Ella era más bien como el estereotipo de la niña buena de la escuela. Metida en sus estudios, la consentida de los maestros, y además le daba tiempo de salir con amigos que eran populares y la alejaban del resto de los estudiantes, obviamente algo ingenua e inocente. Y yo quería... La miraba y me imaginaba corrompiendo a ese perfecto y angelical ser, haciéndola rogar por que la jodiera más duro. Convertir la perfección en otra simple chica.

Rin trago saliva y miro rápidamente a las niñas para asegurarse de que seguían dormidas. -¿A dónde quiere llegar con esto?

Taisho-sensei se encogió de hombros, con los ojos aun fijos en la carretera. –Chicas listas, ingenuas, pequeñas e inocentes, eso es básicamente mi tipo. Si te acuestas conmigo, me aburriré de ti. Siempre me aburro de todas.

Rin cruzo los brazos sobre su pecho, sintiéndose incomoda de repente.

-¿Quién le hizo esto a usted? –Le pregunto al fin, sintiendo algo de pena por él. Estaba mirando por la ventana, viendo como el paisaje se oscurecía.

-¿Qué?

-Alguien lo lastimo en el pasado. –Rin volteo la cabeza hacia él. –No es saludable entrar en relaciones, sabiendo que están condenadas al fracaso. Que pierde interés después de poner sus manos sobre ellas, y es algo crítico que le guste arruinar la reputación de chicas responsables y amables como algo que lo encienda. ¿Está asustado de comprometerse en una relación? ¿O de otra cosa?

La mandíbula de Taisho apretó tan fuerte que los tendones del cuello se destacaban. –Ahórrate tu análisis pseudo psicológico. No tiene nada que ver con eso. Solo me gusta corromper a chicas desesperadas por un poco de atención masculina. Es divertido. Y antes de que me llames un imbécil, siempre soy honesto con ellas. La mayoría no se ilusiona y prefieren regresar a aparentar ser las "mocosas buenas que no rompen un plato" que todos sus familiares y amigos creen que son. Y yo no mantengo relaciones a largo plazo. Así que es un ganar-ganar para todos los involucrados. Sin condiciones.

-¿Por qué no mantiene relaciones a largo plazo? Ya tiene 33 años.

-¿Y? –Dijo Taisho. –Yo no soy el tipo de hombre que quiere una cerca blanca, dos hijos, un bebe y un perro.

Rin miro a Towa y a Setsuna.

-No lo sé. –Dijo lentamente. –Siempre pensé que todas las personas querían establecerse tarde o temprano. Incluso Kagura quiere eso.

-¿Kagura? –Taisho-sensei parecía algo confundido.

Rin frunció el seño. –Mi mejor amiga. Ojos rojos. Labios bonitos y piernas por las que yo mataría.

-Ah, te refieres a Muso.

-¿Enserio? ¿No conoce su nombre?

-¿Por qué querría conocer su nombre de pila? Es mi estudiante.

-Yo también soy su estudiante, profesor.

Taisho la miró, la comisura de sus labios torciéndose hacia arriba. -¿Quién dijo que conozco tu primer nombre, Jundo?

Rin soltó una risita en voz baja. –Como diga, para su información: Es Satsuki.

-No, no lo es.

-¡Aja!

Sacudiendo la cabeza, Taisho volvió a mirar a la carretera. –Por supuesto que sé tu nombre, pero yo no pienso en ti como Rin.

-Bastante justo. Yo tampoco pienso en usted como "Sesshomaru". –Incluso decir su nombre en voz alta era un poco extraño. Rin articuló su nombre.

Sesshomaru.

Nop.

Taisho-sensei era Taisho-sensei.

Rin estaría muy preocupada el día en que pensara en Taisho-sensei como Sesshomaru. Olvidemos eso, de seguro si que se asustaría con solo decirle, Señor Sesshomaru, como sus niñas lo habían llamado.

-Me alegro de que nos entendamos. –Murmuro Taisho-sensei, con un toque de diversión en su voz. –Ahora ven aquí y dame un beso.

Rin parpadeo. -¿Disculpe? Está conduciendo.

-Mis ojos estarán en el camino. -Taisho dijo secamente, sin mirarla.

-¿Está hablando enserio?

-Tú ya deberías saber que siempre hablo enserio. Estoy perdiendo la paciencia.

Rin miro los labios de Taisho y dijo: -Esta bien.

Se deslizo hacia él. Taisho-sensei ladeo un poco la cabeza, puso su mano en la nuca de Rin y la besó.

Rin suspiró y correspondió el beso, apasionada.

Después, un poco más tarde, Taisho-sensei mordió el labio de Rin, por última vez, y la apartó.

-Deberías dejarme follarte. –Dijo con la voz más áspera.

Echando hacia atrás su asiento, Rin se limpio los húmedos, hinchados, labios, y respiro profundamente para recuperar el aliento. Su piel todavía quemaba por las satisfactorias sensaciones.

-Y no tienes nada que envidiarle a Muso, tus piernas están bien.

Sonrojándose por última vez, Rin decididamente lo ignoro y fingió que el juego que estaba en su teléfono era sumamente interesante.