Capitulo 14. "La Noche".

Rin caminaba a su última clase del día, platicando con Kohaku sobre los resultados de su última evaluación. Había mejorado desde que el gentil hombre le daba las tutorías, era bueno explicando los temas, y le tenía mucha paciencia. Tal vez en otra vida, donde no tuviera dos hijas, y mejor gusto en hombres, saldría con él.

Pero seguramente el castaño saldría corriendo en dirección opuesta cuando se diera cuenta de la carga que ella tenía encima. No lo culparía.

-De verdad has sido de mucha ayuda, Kohaku. –Rin le sonrió al agradable chico de 1.73m.

-No es nada, seguro que pronto te pondrás al corriente en las demás clase si sigues con el programa que te di.

-No sé como agradecerte... Oh, ya sé. Te puedo preparar algo para el almuerzo de mañana. –Rin brillaba mientras veía las notas en sus manos. Si hubiera visto al chico, hubiera notado el sonrojo en sus mejillas.

-Como una cita... –Murmuró.

-¿Dijiste algo? –Rin lo miró con inocencia.

-Nada, dije que sería agradable.

Rin le sonrió, pero su sonrisa murió cuando vio a Taisho-sensei caminando del lado contrario hacia ellos.

Sus pasos vacilaron por un momento antes de desviar la mirada y continuar caminando, determinada a ignorarlo. Después de todo, el estoico hombre tampoco se permitiría armar un escándalo delante de otro estudiante presente.

Era el plan perfecto.

Excepto que Taisho no se lo permitió.

Él agarró el brazo de Rin cuando estaban pasando uno al lado de otro, dejando que el otro muchacho avanzara unos pasos.

-Una palabra, señorita Jundo.

Rin se humedeció los labios, pasando de un pie al otro con nerviosismo, su corazón acelerado, y sudando frio al sentir la mirada de Kohaku sobre ellos, aunque estaba a unos cuantos pasos.

Respiro profundamente, mirándolo a los ojos. –Perdón, profesor, pero se nos hace tarde. No estoy segura de que tengamos algo de lo que hablar.

El agarre en su brazo se apretó. –Una palabra.

Rin miró a Kohaku, y luego a su alrededor. –Déjeme ir. Estamos llamando la atención.

Taisho retiró su mano y espetó. –Sígueme.

-Tengo clase en unos pocos minutos.

-Te voy a escribir una nota. –Dijo Taisho por encima del hombro antes de alejarse.

Rin hizo pucheros, eso era abuso de poder. –Lo siento, Kohaku, te veré después, ¿Si? –Rin le dio una tierna sonrisa antes de que el castaño pudiera decir algo, y siguió al mayor.

Taisho la condujo a un salón de clases al final del pasillo. Estaba vacío.

Rin cerró la puerta y dejó su mochila en una banca. –Mire, esto es-

Taisho la estampó contra la pared, y aplastó sus labios juntos.

-"Maldición, no esto otra vez". –Pero ella ya estaba correspondiendo el beso y jadeando en la boca de Taisho.

El beso fue desordenado y necesitado, Taisho presionándose contra ella, como si estuviera tratando de empotrarla en la pared.

Rin se quejó cuando el beso termino tan repentinamente como había empezado.

Taisho enterró su cara contra el cuello de Rin, aspirando profundamente, su cuerpo tenso como una roca.

-Quiero follarte. –Taisho hizo a un lado uno de los tirantes de su blusa y chupo con fuerza, su mano acariciando el trasero de Rin sobre la mezclilla y metiendo una pierna entre las de la chica, restregándose para hacerla gemir. –Necesito follarte de nuevo.

Rin cerró los ojos, tratando de pensar, tratando de recordar como respirar por qué no pareciera que estaba recibiendo nada de oxigeno en su cerebro, su dulce punto humedeciéndose y su cabeza felizmente vacía. Sus manos aferrándose a la espalda musculosa.

No podía, ni por su propia vida, recordar por que esto era tan mala idea.

-¿Por qué carajos Rin estaría aquí...? Oh.

Rin se congeló. Taisho se quedo muy quieto, con los labios aun en el hombro de Rin.

Luego ambos volvieron las cabezas.

Kagura estaba en la entre abierta puerta, con la boca abierta.

-Estás loco, aquí no hay nadie. –Dijo en voz alta, dio un paso atrás y cerró la puerta.

Con el rostro más caliente que una sartén, Rin suspiró, agradecida con el que estuviera escuchando que Kagura fuera tan... Kagura. –Yo debería irme...

Pero ninguno se movió.

Taisho apoyó su frente contra la pared al lado de la cabeza de Rin. Sus manos todavía agarraban las caderas de Rin, sus pulgares acariciando la piel expuesta de su bajo vientre. –Tú tienes toda la culpa. –Dijo con voz lacónica.

Rin resopló, haciendo pucheros y acurrucándose en el cuello del peli plateado. -¿Cómo es esto culpa mía? –Ella había tratado de escapar, el Señor sabía que había evitado hasta Salir de última cuando sus clases terminaban y Kagura siempre estaba ahí para quedarse con ella.

-No debiste decidir el terminar tan temprano. –Dijo Taisho irritado, colocando codiciosos besos húmedos en el cuello y escote de Rin. –Si no hubieras hecho eso, habríamos tenido algunos encuentros más hasta que se volviera lo suficientemente aburrido.

-Agradable. –Rin dijo graciosamente, o trató, pero su voz salió un poco entrecortada.

Taisho levanto la cabeza ligeramente de su cuello. Sus pupilas estaban completamente dilatadas mientras su mirada se altercaba entre los ojos y la boca de Rin. –Voy a ir a tu casa esta noche y vamos a follar. –Esa no fue una pregunta.

Rin se humedeció los labios. -¿Ya se olvido de las niñas?

"Respuesta equivocada". Debió haberse negado rotundamente.

Taisho se quedo mirando sus labios, sus pulgares acariciando el vientre desnudo de la joven. -¿No se supone que los niños deben irse a dormir temprano?

-No puedo dejarlas solas. ¿Qué pasa si se despiertan?

-Seremos silenciosos.

Rin no estaba segura de poder ser silenciosa, no cuando ya tenía problemas para tragarse sus gemidos solo por tener las manos de Taisho sobre su estomago.

-Pero...

-Voy a ir esta noche. –Dijo Taisho con firmeza. –Y vamos a follar.

Comenzó a inclinarse para besar a Rin otra vez, pero se detuvo, miro a otro lado y salió de la habitación.

Rin golpeó su cabeza contra el muro detrás de ella y tuvo que esperar hasta que sus piernas le respondieron, y que estaba segura que nadie estaría vigilando fuera de la puerta.

. . .

-Señorita Rin, Es usted muy amable de honrarnos con su presencia. –La profesora Tsubaki dijo cuando entro en el salón de clases. –Solo llega 20 minutos tarde.

-Lo siento, profesora. –Dijo Rin, tratando de no retorcerse bajo su aguda mirada.

La profesora Tsubaki siempre le había tenido cierto rencor, pero ella era una de las mejores de su clase así que nunca había tenido verdaderos motivos para criticarla.

Hasta hoy.

-¿Tiene usted alguna explicación, Jundo?

Rin se frotó el brazo cubierto por su chaqueta de mezclilla, gracias a Kami, eso cubría el chupón en su hombro. –De hecho, sí. Taisho-sensei tenía una tarea urgente para mí y me retuvo ese tiempo. Me dijo que me disculpara en su nombre. Por eso me retrasé.

Las cejas de la hermosa, pero arrogante mujer, se elevaron. -¿El profesor Taisho?

Rin asintió, tratando de no reírse, no podía imaginarse a Taisho disculpándose por nada, y mucho menos con esta mujer. –Gomen, no volverá a ocurrir, pero si tiene alguna queja, debería decírsela al profesor Taisho.

Porque el tenia la culpa de todo esto.

La profesora Tsubaki todavía parecía desconcertada. Recorrió a la joven de arriba abajo antes de rodar los ojos y negar con la cabeza como si desestimara algo. –Muy bien. Vaya a sentarse, Jundo.

Rin rápidamente se sentó en el asiento habitual en esa clase: Junto a Kagura, al lado de la ventana y en medio de esa fila.

-Una tarea urgente, ¿Eh? –Kagura murmuró, escribiendo lo que la profesora anotaba en el pizarrón, sin nunca voltear a verla. -¿Cómo chuparle la polla?

Rin sintió sus mejillas ponerse carmesí. –Kag...

-Mira. –Dijo Kagura dejando de escribir, con sus ojos rojos sangre mirándola intensamente. –No estoy juzgándote, pero tú no deberías haberme mentido. Se terminó, mi trasero.

Rin hizo una mueca, sintiéndose horrible. Así debía sentirse, ella nunca le había mentido a su amiga y no iba a comenzar ahora. –Realmente pensé que se había terminado, lo juro. Y lo está, pero...

-¿Pero?

Suspirando, Rin murmuró aun más bajo. –Discúlpame porque mi cerebro se derrite cuando mete su lengua en mi boquita.

Kagura la miro fijamente por un rato antes de sacudir la cabeza y poner una sonrisa divertida. –Esto es tan raro, niña. Quiero decir, ni siquiera hablamos de un tipo cualquiera, es Taisho. ¡Taisho!

-Lo sé. Sé que es raro y estúpido, y totalmente loco y sin sentido, él es todo lo que yo no quiero, pero al mismo tiempo, maldición, me está comiendo el cerebro.

-Pero todavía lo quieres.

-Sí. –Dijo Rin.

-Así que, ¿Qué vas a hacer al respecto?

-Él cree que si nos acostamos un par de veces más, estamos obligados a que se vuelva aburrido. –Rin hizo una mueca, nunca había pensado realmente en el sexo, pero siempre había creído que era algo más que solo lujuria.

Se reclinó en la silla, pasando una mano por su cabello.

-Espero que sepas lo que haces. Tú no tienes experiencia con las relaciones informales.

-Prometo mantenerte al tanto de mi vida sexual. –Rin bromeó.

-Quiero una bitácora con registro: Hora, fecha y tipo de actividad sexual para que yo lo revise. Por supuesto, todo en beneficio tuyo, así que quiero que seas explicita y detallada.

Rin parpadeó. -¿Tipo de actividad sexual?

-Ya sabes: Juguetes, disfraces, posiciones... ¿No te ha amarrado, o sí?

Oh, por Kami-sama.

. . .

Las niñas se quedaron dormidas a las 9 de la noche, justo después de que Rin volviera del trabajo.

Después de eso, Rin pasó una hora tratando de hacer que el aspecto lamentable del departamento se viera semi presentable.

Al final, se dio por vencida, considerándolo como una causa perdida, y fue a darse una ducha rápida.

Poniéndose una camiseta de tirantes blanca, y unos descoloridos shorts rosados, Rin se secaba el cabello cuando alguien llamaba despacio a la puerta.

Descalza, Rin fue en puntillas hasta la puerta, miro por última vez a las gemelas, y la abrió.

La mirada fuerte de Taisho, inmediatamente se clavó en su vientre desnudo, sus pezones transparentados en la tela, antes de dirigirse a los shorts que estaban casi pegados a sus caderas.

Rin se aclaró la garganta silenciosamente, sintiendo su cara más caliente que antes, y Taisho la miro los ojos.

En la penumbra de la habitación era difícil de leer su expresión.

Rin apretó un dedo en sus labios y señalo a la cama de las niñas.

Taisho asintió secamente.

Rin le tomo la mano, tiro de él dentro del recinto y cerro la puerta. Espero a que se quitara los zapatos en el pequeño escalón, y luego lo guió a su habitación.

Era la única habitación en el departamento. Cuando recién se habían mudado, Rin tenía la intención de convertirla en el cuarto de las niñas, pero era fría y húmeda, por lo que ella tuvo que tomarla para que sus pequeñas no enfermaran.

La habitación también era pequeña, y carente de cualquier mueble, además de la cama, el estrecho ropero y un escritorio angosto.

Rin se habría sentido más avergonzada, si Taisho hubiera estado mirando a su alrededor, pero no parecía interesarle su entorno mientras cerraba despacio la puerta y miro a Rin a la tenue luz de la lámpara.

Taisho comenzó silenciosamente a desvestirse.

El corazón de Rin latió mas rápido, y de hecho, podía escuchar su propia respiración, desigual y temblorosa.

Ella se quedo quieta y observó: Su piel cálida, su polla dura y pesada en sus bóxers.

Finalmente, Taisho estaba desnudo.

Luciendo completamente inconsciente de si, se acerco a la cama, se sentó y se dio unas palmaditas en la rodilla, la tensión saliendo de él en oleadas.

Su erección permanecía larga y gruesa contra una mata de vello platinado en su ingle. Rin aparto la mirada, se desnudo con dificultad por lo nerviosa que estaba, y caminó hacia Taisho.

Dudó.

Con los ojos algo caídos, Taisho tomo su brazo y la tironeo a su regazo.

El resto era un borrón de calientes besos y toques, y tanta maldita piel.

Rin nunca se había sentido tan fuera de control por el deseo, incapaz de pensar, sin poder hacer otra cosa que sentir y desear.

Besó sus labios, cuello y abdomen, chupando y saboreando cada trozo de piel que sus labios alcanzaban hasta llegar a su dura polla. La tomo en su mano, acariciándola y jugando con sus bolas mientras lo escuchaba jadear y gruñir.

Finalmente lamio la punta y la metió a su boca, gimiendo ante el sabor. Acarició con su mano lo que no entraba en su boca, como sabía que le gustaba. Por la forma en que jadeaba y movía las caderas, sabía que lo estaba haciendo bien, se dio mentalmente unas palmaditas en la espalda.

Taisho sostuvo su cara y marco su propio ritmo, duro y rápido, y Rin apretó las manos en puños en el suelo mientras esperaba su descarga.

Sin embargo, no sucedió. Taisho, con renuencia, lentamente saco su dura polla de su boca. Rin trato de acercarse nuevamente, e hizo pucheros cuando la sentó en su regazo.

Taisho besó sus hinchados y hormigueantes labios, mientras sus cuerpos se acomodaban para lo que seguía. No necesitaba ninguna preparación, solo lo quería dentro, ahora.

Cuando finalmente se dejo caer contra la polla de Taisho, el profundo alivio fue abrumador, ella gimió. La plenitud, la intimidad era enloquecedora y aterradora por su intensidad.

Taisho gruñó, apretando su pecho duro contra el suave de ella, sus pezones rozando sus bíceps.

Mirando dentro de los dorados ojos, Rin se movió. Fue tan excitante ver los ojos de Taisho entrecerrarse, la forma en que su cabeza se sostenía con su espalda arqueada.

Rin abrió sus piernas un poco más, ajustando su postura mientras lo tomaba tan profunda y dulce, la longitud caliente de su maestro, que la quemaba de adentro hacia afuera.

Miro hacia abajo, en medio de sus cuerpos, hipnotizada por el movimiento de sus propias caderas mientras continuaban girando en su lugar.

Vio las manos de Taisho, grandes, y cálidas, y fuertes en su pequeña cintura, dirigiendo el movimiento como él lo quería, guiando a Rin, montándola mientras agachaba la cabeza, atrapando uno de sus pezones en su boca. Rin gimió con fuerza, enterrando las uñas en la espalda del hombre para mostrar lo mucho que le gustaba, sin soltar los gritos que deseaba dejar salir.

Los pulgares de Taisho acariciaron sin pensar en sus huesos de la cadera, su lengua trazando una franja húmeda de su pecho a su cuello mientras su polla extendía a Rin tan condenadamente bien.

Tragándose sus gemidos, Rin se empujo hacia abajo para aumentar la presión y tomarlo completamente. La vista del duro eje de Taisho entrando y saliendo de ella en veloces movimientos la hacía querer gritar de placer. Se aferro a los hombros de Taisho un poco más duro mientras empezaba a mover sus caderas arriba y abajo en la polla de Taisho, duro y rápido, con ganas de más, más profundo, más.

Tampoco podía respirar bien y ambos necesitaban todo más duro y más rápido, y pronto Taisho estaba golpeando sus caderas en un ritmo salvaje y desenfrenado, y Rin mordió su cuello cada vez que entraba en ella como un martillo neumático, podía ver estrellas centelleando detrás de sus ojos.

Taisho gruñía, sus músculos trabajando mientras levantaba a Rin y la bajaba sobre su polla, y joder, su fuerza era tan excitante, y Rin lo quería, lo quería, lo quería.

Taisho se corrió primero, y Rin lo siguió poco después, todo pensamiento abandonó su mente cuando mordió el hombro de Taisho para amortiguar sus gemidos.

Rin solo era vagamente consiente de Taisho levantándola, y poniéndola sobre su espalda. Sus parpados pesaban una tonelada y era casi imposible el dejarlos abiertos, su cuerpo lánguido con el placer.

Justo antes de que se quedara plácidamente dormida, se dio cuenta de que no se habían dicho una sola palabra el uno al otro desde que Taisho entró en el departamento.

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¡300 COMENTARIOS! ¡Wow! Nunca en mi vida había recibido tantos y tampoco imagine recibir esta cantidad cuando comencé.

Disculpen la tardanza con este capitulo, pero me quedé sin internet y no pude subirlo hasta ahora. Pero espero que les haya gustado el lemon.

Espero sus comentarios ansiosa y me pongo a escribir el siguiente capítulo, besos, chao.