El circo nudista.
Los ojos de Akane recorrieron con la vista mi cuerpo desnudo de arriba a bajo. Luego, de izquierda a derecha. Después de babor a estribor y nuevamente desde el ombligo y en espiral. Eran las tres de la madrugada y…-¡maldita sea!- la muy Akane me había sorprendido en pleno pasillo intentado fugarme con mi total ausencia de vestimentas y un petite zurrón de comida tras la espalda.
-¿O sea que son verdaderos los rumores, Ranma? –me interrogó sin dejar de fisgarme-. Te has unido al circo nudista. Sabía que eras un pervertido pero jamás me imaginé que lo llevaras a este extremo.
¿Cómo había llegado a tan grotesca situación? Por mi cabeza pasaron varias imágenes dispersas de la historia. A falta de orden cronológico –mi mente no funciona así-, las fotos en mis recuerdos aparecían según el impacto que provocaron en mi corazón. En primer lugar, por supuesto, el loro morado graznando su horrible consigna. En segundo, Kuno jurando su amor eterno por la acróbata con la que voy a citarme ahora. Y por último, mi primer y único juguete cuando niño, el muñeco de un hombre bala.
Por supuesto mientras todo esto pasaba por mi mente, mi prometida no perdía oportunidad de decirme "pervertido" sin notar que su cabeza se acercaba cada vez más y más a mi entrepierna. En honor a la verdad, dada la identidad de la persona que me había pillado in fraganti, usualmente me hubiese al menos turbado. Y por supuesto, Akane me hubiese propinado una buena paliza, tapándose la vista y con los ojos cerrados, obviamente. Siendo tan tarde de madrugada y dados los eventos de días anteriores, ambos parecíamos como anestesiados de vergüenza. De hecho, toda Nerima participaba del mismo virus libidinoso.
-Oye, Akane, deja de mirarme –me di vuelta apenas advertí que de no interrumpirla, seguiría auscultándome con los ojos toda la noche. Pésimo plan, teniendo en cuenta que, al parecer, a Akane el paisaje de mi trasero desnudo, le parecía incluso mejor espectáculo (aunque, por supuesto, de la boca para fuera tan solo repitiera la palabra que sintetizaba mejor lo que aquella escena le provocaba).
-¡Pervertido!
-Que sepas que esto lo hago por simple vocación –me defendí-. La jefa dice que nadie a mi edad es capaz de dar semejantes saltos ni tan precisos. Soy un gran acróbata en potencia.
-Tu coartada sería más creíble si te hubieses unido a un circo normal y si esa mujer no fuera una versión de Shampoo que deja a la original como una nena de pecho (valga la redundancia).
-También sería más creíble tu horror por mi estado de desnudez si dejarás de mirarme aunque fuera por un segundo.
Y por fin, se disipó el efecto de la anestesia. Primero rojo ira. Luego, azul vergüenza. Después, negro rabia. Y en la punta, un tono violáceo de deseo producto de mezclar lo primero con lo segundo.
-Esperad, tortolitos –nos interrumpió Nabiki que también iba desnuda por la casa-. Nada de cosas raras hasta antes del matrimonio.
-¡NABIKI! –se interpuso Akane entre su hermana y yo tratando de cubrirla con todo lo que encontraba por los pasillos, incluso con un cuadro de osos pandas jugando al póker-. Cúbrete, degenerada…¿Es que acaso soy la única normal en esta casa?
-Oh, hermanita, lo siento. No puedo; me han contratado como vendedora de entradas. Yo por unos yens, hago lo que sea. Incluso desnudarme.
Aquella frase sonaba tan mal, se la mirara por donde se la mirara, que no pude más que cerrar los ojos y sonrojarme.
-Ay, mira ¡qué lindo tu prometido, Akane! No le molesta mostrar sus cosas a toda Nerima pero le da vergüenza ver las lolas de su cuñada. Tranquilo, Ranma –se dirigió a mi-. No voy a cobrarte por verlas.
Como si yo quis…como si…oh, rayos…todo esto era tan ridículo que lo mejor que podría hacer por el buen lector sería empezar por el principio. Aunque, para variar, en esta historia, también estuviera desnudo. Veréis, de niño me gustaba mucho bañarme con agua fría. Daba igual si sucedía en pleno invierno, estaba resfriado o se trataba de un lago de aguas con temperaturas gélidas. A mi simplemente me revitalizaban.
-Vamos, hijo –sal del río que te vas a enfermar me gritaba mami ese día-. Si te conviertes en un niño enfermizo nunca llegarás a ser un hombre entre los hombres.
-Pues a mi –contesté, ofuscado- me hace sentir bien macho bañarme en aguas frías, madre.
Teniendo en cuenta mi actual maldición…, irónico, ¿verdad? Al final, con la cuarta reprimenda salí refunfuñando y me dediqué a otra de las grandes actividades lúdicas de las que podía disfrutar en ese entonces. Ignorante de mi futuro pautado de antemano, me creía libre (como cualquier niño) de elegir mi destino, profesión y hobbys. Así pues, me lo pasaba jugando con mi pequeño cañón y muñeco de hombre bala por todo el bosque al que habíamos ido a pasear, imaginando que algún día yo sería uno de esos increíbles acróbatas que parecían volar por los aires. He de reconocer que el entrenamiento de artista marcial, aquel al que comenzó a someterme mi padre al día siguiente, me preparó mejor que nada para la actividad que yo secretamente anhelaba. Al punto de que llegué a olvidar mi tonto deseo infantil hasta hace exactamente un mes. En toda Nerima no se hablaba de otra cosa. Luego del éxito del libro "50 circos grises", un productor tan osado como hábil para los negocios tuvo la ocurrencia de poner en práctica con artistas de carne y hueso, los fantasiosos espectáculos circenses que la buena de la autora describía con tanto morboso detalle.
-¿Desnudos? ¿De verdad van todos desnudos? –murmuraban mis compañeros en el instituto.
-No solo eso…se rumorea que a la última función, la nocturna, solo puede asistir el público que se resigne a acudir a la cita de esa misma manera.
Desde luego, una procacidad morbosa a la que nadie iba y que sin embargo encendía la mente calenturienta de casi todos. Asegurar mintiendo que sí se había observado aquel espectáculo magnífico, totalmente diferente del diurno, se convirtió en una especie de competencia de la que todos participaban…y llegado el punto, se transformó en una realidad verdadera. ¿Desnudarse en masa para no ser excluidos socialmente? Algo tan ridículo como inevitable para las ovejas que seguían al rebaño. A la postre, lo que a uno solo avergonzaría hasta la mismísima médula, en grupo parecía no solo tolerable sino también un signo de identidad. Y si antes, muchos se reían de Gunsukogi porque el año pasado accidentalmente se había dejado la bragueta abierta al salir del toilette, ahora, todos se reían de él por la razón contraria. Por ser uno de los pocos que todavía no había asistido a ninguna función prohibida. Yo, por supuesto, no gozaba de semejante problema. Aseguraba a todo el que preguntaba, que había sido uno de los primeros en verla y por supuesto, no existía nadie tan osado en el Furinkan para intentar negármelo a la cara. Otro caso muy diferente era lo de Akane. Aunque en rigor causaba más miedo molestarla que a un servidor, ella se había preocupado muy bien de dejarlo clarito: no había ido, no pensaba ir y nadie la convencería de hacer algo que no le apetecía solo para quedar bien. ¡Por dios! ¡Qué tonta! Con lo fácil y sencillo que era mentir a los demás sobre nuestra forma de ser. ¿A quién en su sano juicio se le podía ocurrir decir la verdad sobre un tema tan controvertido? Solo al niño inocente del traje del emperador y a Akane que era (y es) aún más inocente que ese pequeñajo. Yo, desde luego, jamás me aventuraría a decir que "50 circos grises" es aburrido, soso y un fenómeno cultural que se analizará en el futuro como ejemplo de la decadencia de la cultura de principios de siglo XXI. Antes, buscaría disfrazar mi opinión de alguna manera sutil. Y por supuesto, tampoco pondría un título a mi opinión que atrajera precisamente a los fans de ese circo. Eso, además de tonto e inmaduro, sería generar polémica gratuita. En fin…como iba diciendo…muy pronto se generó un profundo y amplio malestar social alrededor de la figura de mi Akane…digo…de Akane. Aunque en rigor, más de sesenta por ciento del padrón electoral de Nerima no había acudido todavía a la cita ni lo haría, en la mente de gente tan poco sutil como Nabiki o Kodachi, ella era: ¡LA ÚNICA OVEJA NEGRA! Y más importante aún, su pecado era imperdonable. Casi como si las acusara con su negativa de ser unas pervertidas…¡cuando era ella la mojigata con mentalidad medieval!
-¿Qué tiene de malo acudir a un espectáculo como dios me trajo al mundo si todo el mundo lo hace? –intentaba Nabiki sonsacarle algo durante todos los desayunos.
-Lo mismo que tirarte de un puente si los demás lo hacen. Yo solo lo haría, detrás de Ranma. Para salvarle…estem…porque ya sabes…pobrecito…odia transformarse en mujer.
Yo para variar ni intervenía. ¿Para qué? Si por primera vez en meses me dejaban tranquilo. Fijaos que aquella frase de Akane, pronunciada frente a Nabiki, daba pie para todo tipo de burlas por parte de esta que derivarían a la postre en un "no me gusta ese afeminado", seguido de un "a mi tampoco esa marimacho" y coronado, por último, con el golpe de algún objeto contundente sobre mi cabeza. Sin embargo, Nabiki estaba tan obsesionada con demostrar su punto que no cedía ni se desviaba.
-A la opera se va vestido de etiqueta. Es lo que se acostumbra. Y nadie se horroriza por "las diferencias sociales que eso conlleva".
-Tampoco nadie obliga al resto de la población a asistir al espectáculo si no lo desea. Y ya sabes que Kasumi sí que se horroriza. De hecho, todavía le insiste al bueno de Ranma que cambie el final de su redacción de francés del año pasado.
¿Lo habéis leído, verdad? Akane me llamó "el bueno de Ranma". Desde luego, no me sentía así de libre (ahora que toda la tensión de Nerima recaía sobre los hombros nunca desnudos de Akane), desde que jugaba con mi muñeco de hombre bala de pequeño. Por supuesto y para variar, mi hermoso instante de libertad duró solo eso: un instante.
-Pues yo no veo otra solución –exclamó Nabiki-. Hay que desnudar a Akane a la fuerza.
-Eh, eh, eh –le interrumpí allí mismo-. A Akane no la desnuda nadie salvo yo…digo…nadie podría conseguirlo salvo yo porque solo yo soy más fuerte que ella…sí, eso mismo quise decir…y por supuesto, no tengo el más mínimo interés.
Akane se levantó de golpe. Si hasta el momento, había atendido a todas las súplicas y amenazas del resto con un tono sombrío e inexpresivo en los ojos, ahora le brillaban. Es más, por primera vez en días se puso en posición de combate y se quedó así, retándome con la mirada.
-¡JA! Ni tú ni nadie, pervertido.
-¿Pervertido, yo? Si es toda Nerima la que pretende que hagas eso. Yo solo lo imagino en sueños…cuando tengo horribles pesadillas.
¡Qué tontería!, ¿verdad? Si yo quisiera, podría emular y superar al maestro Happosai en cuestión de instantes con cualquier hembra que se me cruzara. Y no sería la primera vez que actuara así en un fic según tengo entendido. Claro que en ese entonces, era mirarle el tobillo y comenzar a marearme. Increíble que algo tan hermoso y frágil pudiera sostener tantos kilos sin quebrarse.
Mientras tanto, mientras Akane seguía esperando en posición de combate a que un servidor intentara desnudarla, el famoso circo nudista lo seguía trastocado todo en Nerima. Para ser sinceros, ya se había vuelto tan popular y por tanto tan común ver a gente desnuda realizando acrobacias como dios les trajo al mundo o sacando conejos del sobaco, que comenzaba a aburrir. Pronto se irían a menos que…pasara lo que tenía que pasar. Una vuelta de tuerca extraña de las que solo me acaecían a mí.
-Croook ¡desnudar a Akane! Crooook. ¡Desnudarla ya!
Un enorme loro de plumaje morado entró graznando su ofensiva consigna en el Dojo y se interpuso entre ambos. Si lo había aprendido de Nabiki al entrar o ya venía así enseñando era un detalle que poco me importaba. Todo en él me enervaba los sentidos y me irritaba por igual. Su ojo bizco (extraño en un ave), su agudo timbre de voz, sus vuelos erráticos y por supuesto, lo que pronunciaban sus labios…quiero decir…su pico. Por primera vez desde que comenzó la aventura, mejor dicho, desde que nos conocemos, Akane y yo, porfiamos de forma conjunta y solidaria por conseguir un mismo objetivo: ¡cazar al bicharraco!
-¡Harold! –exclamó Nabiki-. ¡Qué sorpresa verte por aquí!
¡Por supuesto! El asunto entero, tan grotesco como oportuno, olía a emboscada de la manipuladora número uno de la casa. Y obviamente, de sorpresa, nada. Un pájaro con semejante nombre y de esas características solo podía pertenecer al circo y su propósito, tan poco casual, favorecía evidentemente a la causa nabikiesca. En el fondo, daba igual de quién era la culpa de su presencia. Bastaba con rodearle, acorralarle y dar dos o tres saltos bien medidos para atraparle. Un plan idéntico al que puso en ejecución Akane. Yo por la derecha. Ella por la izquierda y el pájaro plantado sobre el tronco seco de Pe-plant, el arbusto de mi prometida que esperaba a la primavera para volver a florecer. Uno, dos, tres y ¡ZAZ! Di uno de mis mejores saltos. De hecho, aunque la endemoniada ave era mucho más rápida de lo que parecía, alcancé a tocarle una garrita y sacarle un par de plumas. Luego, la violencia más hermosa y dolorosa de mi vida. Mi primer beso verdadero con Akane. Solo que por culpa del pajarraco, que había aprovechado nuestro mutuo salto, para provocar una tremenda colisión en el aire. Chocamos nariz contra nariz, labio contra labio y torso contra torso. Evidentemente, se trataba de nuestro destino después de todo. ¿Cómo explicar si no, que luego de semejante golpazo, en lugar de rebotar y caer a varios metros de distancia el uno del otro, lo hiciéramos juntos y abrazados?
Y mientras nosotros poníamos en escena una metáfora visual de nuestra penosa relación de amor-odio, Harold iba tomando altura y alejándose poco a poco.
-Croook ¡desnudar a Akane! Crooook. ¡Desnudarla ya!
Con mi acostumbrada madurez, me tomé muy bien que un pájaro gritara eso por toda Nerima, haber fallado en cazarle y haber tropezado con un beso de Akane por accidente. Y por esa misma razón, porque rezumaba y rezumo entereza psicológica, me levanté diciendo lo único que se podía decir en ese momento sin perder un ápice de dignidad.
-Se escapó por tu culpa, Akane. Eres tan torpe como patosa.
Luego cerré los ojos esperando el inminente tortazo akanil. Nada. Antes mi prometida respondía con una sonrisa en la boca.
-Es que los plumajes morados se te dan muy mal, Ranma.
Buena respuesta. Salvo que bastante extraña viniendo de Akane. Inteligente e incisiva en lugar de simplemente iracunda. Y además, dichas sin dejar de tocarse la boca con las yemas de los dedos. Yo diría que se trataba de la primera vez que me hablaba reflexionando antes de pronunciar las palabras.
-Papááááá –gritó Nabiki de golpe-. Ven pronto, que Akane se ha hecho daño.
-¿QUÉ LE PASÓ A MI HIJITA? –se teletransportó la imagen de Soun envuelta en humo en cuestión de instantes.
-Se chocó con Ranma y se cayó al suelo.
-Ah. ¿Solo eso? –le revisó en cuestión de instantes-. No parece grave.
-Y se raspó un poco el brazo.
-Lo dicho –le puso un vendaje en menos de un segundo-. Yo la veo normal.
-Y Ranma dijo una de las suyas y ella en lugar de pegarle, le sonrió.
-¡OHHHH! ¡Dios Mío! Llamad a Tofu y a los bomberos y al ejército. Mi nenita delira….y preparad la boda por las dudas.
He de reconocer que aquella escena, tan hilarante como relajante, me bajó un poco los humos durante buena parte de la tarde, la noche y hasta primera hora de la mañana. Después, ya en el instituto, la maldita cotorra morada decidió plantarse sobre el mástil del campo de fútbol y nuevamente durante toda la larga mañana, graznaba su amenaza horrible
-Croook ¡desnudar a Akane! Crooook. ¡Desnudarla ya!
De más está decir, que la consigna repetitiva iba erosionando el buen juicio de mis compañeros poco a poco. Y más de uno se hubiese abalanzado sobre ella si no fuera por mis miradas asesinas y las de la propia Akane. Hasta que por fin sonó el timbre del recreo y se desató el caos.
Fin de la primera parte.
Historia bonus
Cuando Minefine7 se enferma
Esta semana Minefine7 estuvo fuera de combate, enferma, destrozada y moribundeando por los sofás de la casa. Y yo, un heroico padre y marido, tuve que volver a enfrentarme a mi archienemigo, el congelador del refrigerador. No nos veíamos las caras desde el incidente que narré en historias bonus pasadas, cuando intentó merendarme en una especie de venganza sublime de la máquina contra el humano. Y ahora por fin, era el momento de la revancha, momento en el que me enteré de la dura realidad. El tal congelador se trataba solamente de un lacayo menor. Ahora estoy seguro; todos los artefactos de mi casa van contra mi. ¿A vosotros os parece normal que las hornallas de la cocina me escupieran una llamarada de fuego en venganza porque arrojé un poco de aceite por error fuera de la sartén? A mi al menos me parece un castigo demasiado desproporcionado por un errorcillo de nada. Y luego, el microondas que en lugar de freír el huevo decide explotarlo por todo su interior. ¿Hasta qué punto puede llegar la inquina de un aparato hacia un humano gentil como para autolesionarse así y solo porque desea malmeterme con Minefine7? De la cafetera mejor ni hablar. ¿Los cafés no son rosas, verdad? No me preguntéis cómo sucedió. Es cosa de la cafetera que está pirada.
Pese a todo, aquí me tenéis. Minefine7 ya es persona y yo vuelvo a lo que me parece menos atemorizante: vestir páginas en blanco con palabras.
Comentarios.
Estimada Bry. No la veas. Es mala. Seguro. Yo vi las primeras 49 y esta secuela es igual que las anteriores.
Estimada/o sjofnj. Y saludos a ti. Los desenlaces son mi especialidad. Salvo cuando no me salen.
Estimada/o guest. En realidad prefiero caer en las garras de un tigre que conozco. Pero hace mucho que no lo veo.
Estimada the-girl-of-pig-tailed. Sí, claro. Lo sabía. Era para ver si tú también. Y todavía no te conoces todas mis técnicas. Ya caerás en el especial 140. Todos caen.
Estimada blackpanterkjes. Me has caído bien. Bienvenida al club. Nada me gusta más que enterarme de que existe gente de carne y hueso capaz de leerse todo. Y me gustó lo de las comillas en "capítulos". Efectivamente, no son realmente capítulos propiamente dichos. ¿Cómo podría llamarlos?
Estimada rya16. ¿Tú también te has leído todo? Desde luego, esta es una buena semana. A lo mejor soy tonto, pero si publico todos los one-shots juntos es porque los veo como una unidad. Por tanto, realmente valoro tu esfuerzo y te invito a que sigas leyendo.
Estimada María. Tienes razón. En mi enorme egocentrismo imagino que todo el mundo me conocerá y sabrá que tengo la costumbre de cambiar el título de la colección: "1001 one-shots" con el del último publicado. No es por hacerte spoiler. Pero el nombre de 50 sombras de Ranma es en broma. Y el que le has puesto tú me gusta. Esperaré pacientemente a que llegues a la cresta de la ola como tus compañeras lectoras, rya16 y blackpanterkjes.
Estimado Paricutirimicuaro (cap. 134). Pues mejor ni te cuento lo que habrá pensado el taxi colectivo de ti y tu novia.
Estimado Paricutirimicuaro (cap. 135). No tengo ni idea del nombre del fic. Tendrás que preguntarle a the-girl-of-pig-tailed que es quien lo mencionó en un review que me dejó. Y claro que soy argentino. Solo un argentino escribiría 136 capítulos de lo mismo y aún así sentiría que podría haber redactado más si no hubiese estado tan perezoso durante 2014.
Estimada MariaAna. ¡Tieneeeeees razón! Falta el final de Soun. ¡Qué desastre! Ya que te ha gustado tanto la historia te comento que se viene dentro de unos capítulos, el especial final de Ranmond y Akanui. Claro que primero te tendrás que leer sus demás apariciones.
Estimada/o Agus. Yo jamás dejaría mensajes subliminales para enrabietar a Minefine7 que es de River. Eso iría contra mis principios. ¿O es lo contrario? Ya no me acuerdo bien.
Estimada Minefine7. ¿Ya estás bien? Estem…lo de la cafetera tiene explicación…mmmm…han sacado un nuevo café con sabor a fresa. O una fresa con sabor a café…o algo así.
Estimada Ai. Mañana te pasará algo bueno. Lo veo en mi bola de cristal.
Estimada Akyfin02. Pffffft.
Estimada Dai. ¿De verdad estás buscando novio? No busques más. Aquí en fanfiction seguro que te salen un montón de candidatos.
