Capitulo 15. "El día siguiente".

Rin despertó lentamente, y lo primero que registró fue un cuerpo MUY desnudo y MUY caliente contra su espalda.

Taisho.

Estaban haciendo cucharita. Taisho le estaba haciendo cucharita.

Se dijo a si misma que no fuera tonta. La cama era muy estrecha y simplemente no tenía mucho espacio. Rin abrió los ojos, parpadeando aturdida, y se encontró mirando a dos pequeñas niñas que tenían sus cabecitas recargadas sobre sus brazos, observándolos con curiosidad.

Oh, Kami, ¿Por qué no acababa ya con su sufrimiento?

-Mami esta despierta. –Susurro Setsuna, chupando su pulgar. -¿Puedo ser ruidosa ahora?

Towa negó con la cabeza. –El señor Sesshomaru todavía está durmiendo.

Un pequeño surco apareció entre las cejas de Setsuna.

-¿Pero que está haciendo el señor Sesshomaru en la cama de mamá?

-¡Está durmiendo, tonta! –Dijo Towa, olvidándose de susurrar.

Rin sintió que el hombre detrás de ella se movió un poco y apretó su agarre en su delgada cintura. Taisho murmuró algo inteligible, sus labios rozaron la oreja de Rin.

Rin hizo una mueca y jalo las sabanas más alto hasta su cuello, asegurándose de que las niñas no podían ver nada que sus inocentes ojos no deberían ver.

Setsuna señalo a Taisho. –Tú me dijiste que me callara, pero ¿Ves?, lo despertaste. –Ella sonrió brillante. –Buenos días, señor Sesshomaru.

-Buenos días. –Taisho dijo con voz ronca, justo dentro del oído de Rin.

Piel de gallina cubrió la piel de Rin. Ella cerró los ojos y se mordió el labio. –"¡Contrólate, mujer!"

-Buen día. –Dijo al fin, volviendo la cabeza.

Era raro ver el cabello de Taisho tan desordenado, pero eso, junto con los ojos desenfocados por el sueño, y toda la piel desnuda, hizo cosas extrañas en las entrañas de Rin. Los ojos dorados vagaban por su rostro.

Rin no estaba segura de cómo actuar. No estaba segura de donde se encontraban.

-¿Por qué el señor Sesshomaru durmió en tu cama? –Pregunto Setsuna. -¿Él no tiene una cama?

Los labios de Taisho se retorcieron. –Algo así, enana. –Dijo, sin dejar de mirar a Rin.

-No la llame enana. –Rin le dijo haciendo un puchero.

-No me importa. –Dijo Setsuna, sonriéndole. –Soy bajita.

-A ella no le importa. –Dijo Taisho.

Resoplando, Rin buscó sus shorts y su blusa y se los puso por debajo de las sabanas, haciendo una mueca con algo de malestar.

-¿Duele? –Taisho murmuró, sentándose también.

Rin salto de la cama, y le lanzó una mirada con los ojos entrecerrados.

El rostro de Taisho era más que nada indescifrable, pero había un atisbo de algo en sus ojos...

-Deje de parecer tan orgulloso por lo que pasó. –Dijo Rin mientras veía la hora en su viejo teléfono. -¿No tiene una clase que dar pronto?

-Sí. –Dijo Taisho, levantándose de la cama.

Se veía tan fuera de lugar en la pequeña habitación en mal estado de Rin, que ya ni siquiera era gracioso.

Rin se dio la media vuelta, cargo a sus pulguitas como pequeños costales de arroz, y las saco de la habitación.

-"No seas ridícula". –Se dijo a sí misma. Solo fue sexo. Sí, sexo alucinante, sexo con su profesor, pero solo sexo.

Corrió al baño, sacando unas píldoras de su botiquín y rápidamente se las tomo.

Gracias a Kami que había tomado precauciones, pero no haría daño un poco más para evitar otra "sorpresita", iba a tener que vender un órgano si tenía que mantener a una sola persona más.

Suspiro pesadamente, no tenía motivos para sentirse nerviosa. Eran adultos, se habían deseado el uno al otro y habían follado para "Rascarse la picazón". Sencillo. Nada complicado al respecto. No tenía que ser complicado.

Rin seguía diciéndose lo mismo mientras preparaba el desayuno de las niñas. Había tenido que arrastrarlas a la cocina porque charlaban con el hombre que se daba un baño. Obviamente la puerta estaba cerrada, pero ellas seguían haciéndole preguntas. Lo que más la había sorprendido es que les contestará.

El timbre sonó.

Rin se limpio las manos en una toalla y fue a abrir la puerta.

-Buenos días. –Dijo la anciana Kaede, quitándose las sandalias y entrando a la casa. –Buen día, chicas.

-Buenos días, señora Kaede. –Dijeron las gemelas al unisonó.

-¿Ya han desayunado? –La señora Kaede pregunto a Rin.

-No, yo estaba a punto de alimentarlas, pero se me está haciendo un poco tarde, y realmente apreciaría si usted- –Rin hablaba tan rápido que hasta las niñas ladearon la cabeza para tratar de entenderle.

Kaede movió la mano, restándole importancia. –Por supuesto, ve a darte un baño. Yo seguiré con eso-

Taisho salió de la habitación de Rin, deslizándose en su chaqueta. Su pelo mojado y brillante después de la ducha.

La anciana Kaede se le quedo viendo. Luego su mirada se traslado a Rin. Rin sentía el rubor subiendo por su rostro. No se tenía que ser un genio para adivinar que estuvieron haciendo la noche anterior.

Los labios de la anciana Kaede se fruncieron en una línea. Sin decir una palabra, ella asintió con rigidez en dirección de Taisho, tomo a las niñas y las apresuró hacia la cocina.

Rin parpadeó, confundida. Hace apenas unas semanas, la anciana Kaede le dijo que viviera un poco, que saliera con sus amigas y que, con suerte, se consiguiera un novio. ¿Por qué esa actitud tan hostil hacia el hombre? El no era un rayo de sol, pero normalmente la gente ponía esa cara después de que el peli plateado abriera la boca.

De todos modos, su vida sexual no era su asunto.

-Encuentra otra niñera para las niñas si no quieres que crezcan estrechas de mente. –Taisho se dirigió a la puerta, sentándose en el escalón para ponerse los zapatos. –Me tengo que ir. Necesito cambiarme antes del trabajo.

Rin dudo antes de seguirlo hasta la puerta, sus pies moviéndose inquietos mientras veía la espalda del alto hombre. ¿Era su imaginación o Taisho estaba evitando mirarla?

-Está bien. –Dijo Rin, apartando la mirada, mientras uno de sus dedos jugaba con un mechón de su negro cabello. –Entonces, lo veré por ahí, supongo.

Taisho se quedo inmóvil antes de girar la cabeza hacia ella.

Un latido pasó.

Taisho extendió la mano, metió los dedos en la cintura de los shorts cortos de Rin y la acercó. Inclinó la cabeza y apretó la nariz contra el costado del cuello de Rin antes de chupar duro en su piel.

Rin se quedo sin aliento por la mezcla de dolor y placer. En un parpadeo, Taisho se había ido, y Rin se quedo mirando el espacio vacío que había estado ocupado un momento antes.

¿Qué se supone que significaba eso?

. . .

-¿Y bien? –Kagura le preguntó cuándo Rin se sentó junto a ella un par de horas más tarde.

Cayendo en su asiento, Rin miró sus manos que estaban en su regazo.

-¿Qué?

-¿Ustedes...? Ya sabes. –La curiosidad era clara en la voz de su amiga.

Rin asintió. –Sí. –Murmuró. –Lo hicimos de nuevo.

-¿Y ahora qué? ¿Tú pasas de él?

Rin le sonrió. –Claro.

Y luego Taisho entró en el salón de clases.

Como siempre, el silencio fue instantáneo.

Taisho se acerco a su escritorio, vestido con un impecable traje de tres piezas oscuro que abrazaba su musculosa figura. Su larga cabellera estaba atada en una coleta.

-Oh sí, claramente pasas de él. –Murmuró Kagura.

Rin se sonrojó y desvió la mirada a sus notas. –Lo hago.

-Claaaro, lo haces, pero limpia esa baba de tu cara. Enserio, me estas asustando. Es Taisho. El hombre es un idiota total, no tiene sentido del humor, ni corazón, y ni siquiera es guapo como para compensar su personalidad.

-Él es guapo. –Rin murmuró, algo sorprendida por la declaración de su amiga.

-Él no lo es. Muy bien, tiene un gran cuerpo y la confianza, pero se ve tan frágil y delicado. –Kagura sonrió. –A menos que te gusten ese tipo de cosas, supongo.

Rin rodo los ojos, y accidentalmente se encontró con la mirada de Taisho. De repente, Rin pudo sentir el chupetón oculto tras su bufanda, los moretones en sus muslos, el dolor en su sexo, y la humedad que empezaba a sentir entre sus piernas con esa mirada fija.

Taisho miró hacia otro lado y se aclaró la garganta.

. . .

-Oh sí, nena. No reprobé esta vez. –Kagura movía sus caderas al ritmo de las hojas de papel que agitaba con su mano. Los chicos babeaban al mirarla.

Rin se rió mientras miraba sus notas de la última clase. Nuevamente saco el primer lugar y eso la puso contenta.

-Oye, puedes prestarme a tu tutor para que me apoye con mis notas. –Kagura movía las cejas de una forma pícara. –No tengo mucho dinero ahora, pero seguro que no dirá que no a una noche alocada conmigo.

Rin se rio graciosamente, su amiga a veces estaba loca, pero sabía que no hablaba enserio, por alguna razón no había echo ningún movimiento hacia su nuevo amigo. Era extraño, por que Kohaku era un chico muy atractivo y musculoso, como le gustaban a su amiga. ¿Qué le impedía acercarse a él?

Hablando de eso. Rin buscó en su mochila y saco el bento que había preparado la noche anterior. De lo distraída que había estado por la llegada de Taisho, apenas y pudo concentrarse. Había quemado el arroz tres veces antes de que le quedara perfecto, y ni que hablar de los onigiris, pero al final todo lucia apetecible, y de seguro el muchacho no había desayunado. Era muy responsable pero siempre se veía con hambre.

-Oh, me trajiste el almuerzo, que detalle, no te hubieras molestado. –Kagura estiro su mano juguetonamente para tomar el recipiente, pero Rin lo alejó riendo mientras Kagura le hacía cosquillas.

-No es para ti. Es para Kohaku. –Rin dijo una vez que su amiga se detuvo, ellas estaban en el estacionamiento del campus, y no quería que las vieran.

-Ah, con que vas a darle una oportunidad al muchacho. –Kagura sonrió, si ese era el caso, entonces tenía que hablar seriamente con el muchacho y advertirle lo que podía sucederle si trataba de lastimar a su amiga.

-¿Eh? ¿De qué hablas? –La mocosa de hecho lucia confundida. ¿Qué carajos...?, ¿En serio no se daba cuenta?

-No me digas que no... Olvídalo. No voy a arruinar las cosas adelantándote datos que ya deberías de saber. –Kagura estaba frustrada. -¿Y así te haces llamar una chica lista?

-Es que en verdad no te entiendo. –La enana en realidad parecía a punto de llorar.

Por supuesto que ella no sabía. Su experiencia con coqueteos era con idiotas que la trataban como si fueran cavernícolas, y eso era lo que ella pensaba que un hombre hacia como cortejo. Iban a tener muchos problemas si ese era el caso.

-No te atrevas a llorar. Ya lo sabrás a su tiempo. Hablando de eso. –Kagura se asomo detrás de su amiga y sonrió. El susodicho vestía un poco más formal de lo que normalmente usaba, traía en su mano un ramo de flores blancas y una caja en la mano, parecía nervioso, pero decidido.

No quiso arruinar la sorpresa, así que siguió platicando un poco con la lindura de enormes ojos de cachorrito que era su mejor amiga, hasta que un Mercedes Negro se detuvo frente a ellas.

La puerta del pasajero se abrió.

-Entra. –Casi no se podía ver nada, pero estaba segura de que esa voz era de su peli plateado profesor. Su tono era bastante áspero, como si hubieran estado haciendo algo muy desagradable.

-No, gracias, voy a tomar el autobús. –Rin le dijo.

-Entra. –Dijo Taisho de nuevo.

Kagura miró a su alrededor. Ellos estaban atrayendo bastantes miradas curiosas, e incluso Kohaku se había detenido perplejo, su seño fruncido y luego empezó a caminar rápidamente hacia ellas. Mierda.

Rin le dio a Kagura un encogimiento de hombros, entregándole el bento y le dijo que cuando viera a Kohaku se lo diera, antes de meterse en el coche.

Taisho piso el acelerador.

Kagura miro a Kohaku que miraba en la misma dirección que todos los estudiantes alrededor. Nadie pareció reconocer de quien era el auto, o ver al conductor, por lo que se sintió muy aliviada.

-¿Quién era ese? –Kohaku le pregunto a Kagura sin dejar de mirar en esa dirección.

-Un amigo. –Rápidamente dijo. ¿Qué más iba a decirle al pobre infeliz? Miro el paquete que tenía en su mano y se lo ofreció al joven. –Ten, me dijo que cuando te viera te lo entregara, es en agradecimiento por que la ayudaste a subir sus notas.

La dureza en los ojos chocolate fue reemplazada por un resplandor cuando tomo el bento y lo examino como si fuera un objeto sagrado. -¿Para mí?

Kagura rodo los ojos. –No, para el otro tutor que le ayuda en la noche. Claro que para ti tonto.

-Yo solo le traje esto. –Dijo señalando el ramo de rosas y el paquete de chocolate. –He visto que come mucho chocolate, debe gustarle mucho.

-¡Claro que no! –Kagura se alarmo. -¡Ella solo come chocolate cuando esta estresada o de mal humor! –Suspiró, este chico iba a necesitar ayuda para conquistar a su despistada mejor amiga.

Miro de nuevo al estacionamiento. ¿Ese hombre estaba loco? Recogerla en su auto, frente a cientos de estudiantes, con riesgo a que alguien más los reconociera, era una jodida mala idea.

Ese modelo de Mercedes no era muy frecuente, menos por estos rumbos...

Un Mercedes negro.

Un muy costoso, y raro Mercedes Negro.

Kagura entrecerró los ojos. Luego los abrió como platos.

-"Oh, mierda".

. . .

-¿Está loco? Todo el mundo nos vio.

Taisho estaba en silencio, conduciendo a una velocidad cegadora.

-Así es como comienzan los rumores sucios.

Taisho no dijo nada.

-Ni siquiera pude ver a Kohaku, y yo que le había preparado un almuerzo especial porque me ayudo con mis deberes. Ahora tendré que darle otra cosa.

Los nudillos de Taisho estaban blancos.

-¿Quiere por favor dejar de ignorarme?

Taisho golpeo un pie en el freno.

Antes de que Rin lo supiera, los labios de Taisho estaban sobre los suyos, y su lengua estaba en su boca.

Rin gimió y devolvió el beso, hundiendo sus manos en el cabello largo y suave de Taisho. Oh Dios, oh Dios, DIOS.