Capitulo 16. "Te quiero".

Las siguientes semanas pasaron volando en un borrón.

Todas las noches, Taisho venía y se pasaban horas en la cama, teniendo sexo hasta que quedaban completamente agotados, y se quedaban dormidos, acostados entre sí. A veces corrían hacia el otro en los pasillos de la Universidad, o Rin iba a su oficina y se sentaba sobre su regazo y ellos...

Era una locura. Era desquiciante. Rin no podía mantener sus manos fuera de él. Era como si no pudiera controlar su cuerpo en lo absoluto. Se sentía extraña por su propio comportamiento insaciable. Ella jamás se había comportado así antes.

Esta cosa fue de hecho empeorando.

No importaba cuantas veces follaran, No importaba cuantos orgasmos tuvieran, constantemente quería más, más y más de Sesshomaru, pero no podía conseguir suficiente.

Sesshomaru.

Esa era otra cosa que molestaba a Rin. Últimamente se había atrapado a si misma pensando en Taisho como Sesshomaru, o señor Sesshomaru para el caso, con demasiada frecuencia para su gusto. Y para empeorar las cosas, Rin no estaba segura de que fuera solo Sexo lo que quería.

Le gustaba besar a Taisho, demasiado.

Pero la parte después del sexo era lo peor. Taisho besaría su cara, cuello y pechos, suavemente y con pereza, sin reales intenciones de provocarla, y Rin se sentiría bien y cálida.

Al igual que ella se estaba sintiendo en este momento mientras Taisho acariciaba la parte posterior de su cuello.

-Dios, ya salga. –Rin gimió contra la almohada, su voz aun desgastada después de la mamada que le había dado a Taisho más temprano. –Tengo el turno nocturno esta noche, necesito estar en el trabajo en menos de dos horas, y toma años llegar allí. –Hizo un puchero ante la idea. Odiaba los turnos de noche, odiaba cuando era enviada a trabajar en el restaurante al otro extremo de la ciudad, y odiaba dejar a las gemelas con la anciana Kaede por la noche.

Taisho no se movió, su gran cuerpo todavía tumbado sobre la espalda de Rin. Él era demasiado pesado, y estaba poniéndose difícil respirar, ya que era tres veces más grande que ella, pero Rin encontró que no le importaba tanto.

-Tengo que irme, también. –Dijo Taisho contra su cuello, besándola allí. –Tengo cientos de tareas que corregir.

-¿Corrigió la mía ya?

-Sí.

-¿Y? –Preguntó ella con una voz curiosa. Su estomago se tenso mientras esperaba la respuesta de Taisho. Había puesto tanto esfuerzo en ella.

-Fue aceptable. –Dijo Taisho. –C.

Rin exhaló. –Oh.

Los labios de Taisho se detuvieron contra su nuca.

Luego rodó a Rin, y se apoyó en los codos encima de ella. Sus ojos dorados estudiando la cara de Rin.

-Estás... ¿Molesta?

-No. –Dijo Rin ligeramente con una sonrisa suave, evitando su mirada. –Yo solo... Yo solo quería hacerlo mejor. Para callar a las personas que difunden rumores acerca de nosotros.

-Si tuvieras una mejor calificación, solo lo empeoraría.

-Puede ser... Pero, yo realmente quería hacer un mejor trabajo.

Taisho puso un dedo bajo su barbilla y la levantó suavemente, obligándola a mirarlo. Tenía una extraña expresión en su rostro. Irritación mezclada con algo más.

-Lo hiciste mejor. –Dijo con voz ronca. –Yo esperaba algo peor.

Rin resopló, sacudiendo la cabeza. –Oh, gracias, creo.

Taisho se le quedo mirando con la misma mirada vagamente irritada, antes de inclinarse y besarla.

Rin no estaba segura de cómo habían pasado de besarse a que Taisho estuviera tratando de meter su pene dentro de ella, de nuevo.

-Tiene que estar bromeando. –Dijo Rin, con una mezcla entre una risa graciosa y un gemido. –Estoy adolorida. –Dijo haciendo pucheros.

-Una vez más. –Dijo Taisho, logrando sonar resignado y desesperado al mismo tiempo. –Voy a ser suave.

-Eso fue lo que dijo la última vez. –Dijo Rin divertida, pero la verdad sea dicha, no le importaba en lo absoluto. Estaba adolorida, pero Kami, ella lo deseaba.

-Yo fui gentil. –Dijo Taisho, sus caderas meciéndose suavemente en ella. –Hasta que tú me rogaste que te jodiera más duro.

-Yo no lo hice.

Taisho solo resopló.

-Cállese. –Dijo Rin, tratando de mantener sus caderas quietas, tratando de disimular lo mucho que estaba disfrutando de la sensación de esa enorme polla enterrada profundamente en su interior.

Se mordió el labio para tragarse sus gemidos.

Era realmente vergonzoso.

La polla de Taisho estaba tocando su muslo mientras la preparaba de nuevo, pero ella estaba amando la sensación del caliente y duro miembro tocándola, y la intimidad embriagadora de tener a otra persona, Sesshomaru, sobre ella, a su alrededor, dentro de ella, el pesado cuerpo de Sesshomaru presionándola sobre el colchón, rodeándola...

-Tú no tienes que ir. –Dijo Taisho en su oído, jadeando levemente mientras que finalmente se enterraba en ella –Fue casi vergonzoso que siguiera llegando al orgasmo con solo hacer eso, pero no es que se quejara– y empezó a mover sus caderas, que se sacudieron en ella.

-¿Qué? –Rin consiguió decir apenas, mientras salía de la nube del clímax y trataba de pensar en algo más que el inmenso placer que estaba sintiendo.

-Tú no necesitas trabajar allí. –Taisho dijo dentro de su oreja, jadeando ligeramente mientras sus caderas golpeaban más duro contra ella. –Yo pagaré-

-Ni siquiera termine esa frase.

-Tú aceptaste dinero antes. –Dijo Taisho, alzando las piernas de Rin a sus hombros mientras se empujaba hasta que, juró, podía sentirlo dentro de su vientre.

-No lo diga. –Apenas pudo decir, apretando las sabanas en sus pequeñas manos. Era demasiado. Demasiado sensible. Intentó recordar de lo que estaban hablando. –Usted sabe que era diferente antes.

Las caderas de Taisho se detuvieron, haciendo a Rin quejarse de frustración.

-¿Cómo era tan diferente? –Dijo Taisho en una voz extraña.

Rin parpadeó aturdida. Era la primera vez que, incluso remotamente, hablaban sobre esta cuestión entre ellos. Suspirando, apartó la mirada. –Le di las mamadas porque necesitaba el dinero. –Dijo en voz baja. –Nos acostamos porque eso quiero.

-¿Eso?

-... Porque lo quiero a usted.

Silencio.

Rin sintió que se sonrojaba y se dijo a si misma que no fuera tonta. No era como si hubiera dicho algo que Taisho no podría adivinar por sí mismo. Era descaradamente obvio que se querían entre sí. Solo que nunca lo habían dicho en voz alta.

-¿Qué? –Dijo, medio aterrada, medio a la defensiva.

Con un ruido que salió de su garganta, que sonó como un gruñido bajo, Taisho la besó de nuevo, cambiando el ángulo, y estableció un ritmo constante, inmensamente satisfactorio.

-¿Se siente bien? –Preguntó Taisho con voz ronca entre sus embestidas.

-Sí-rico-más. –Rin no podía evitar que pequeños sonidos se escaparan de sus labios, por más fuerte que apretara los dientes. –Tan bueno.

Sus gemidos crecieron progresivamente, más con cada embestida, mini orgasmos haciendo presencia cada minuto que pasaba, mientras se acercaba cada vez más al borde.

-Sí, así es. –Dijo Taisho en su oído, mordisqueándola. –Te quiero.

Fue tan bajo que por un segundo pensó haber escuchado mal.

Apretó húmedos besos en el pezón izquierdo de Rin, sus embestidas perdiendo su ritmo, pero sin perder nada de su poder. –Te quiero. –Dijo de nuevo, con un tono diferente, de alguna manera.

Una oleada de placer golpeo con toda su fuerza a Rin, y ella se vino con un gemido, temblando con todo su cuerpo. Kami.

Solo era vagamente consiente de Taisho embistiendo en ella por un rato, antes de que se corriera, todavía encima de ella.

Entonces, para su decepción, y alivio, Taisho se salió de ella.

Abriendo los ojos, Rin giró la cabeza, nublada aun por el placer.

Taisho yacía de espaldas, con los ojos bien abiertos mirando al techo. Su rostro estaba un poco sonrojado, el pecho agitado, pero estaba muy lejos de estar relajado. Había una pequeña arruga en su rostro, sus labios apretados en una fina línea.

Finalmente, Taisho se levantó de la cama, se deshizo del condón, que no sabía en qué momento se puso, y comenzó a vestirse.

Rin se sentó, mirando los hombros tensos de Taisho.

-¿Me puede dar un aventón al trabajo?

Las manos de Taisho se detuvieron en los botones de su camisa. Rin no estaba segura de por qué lo había pedido. Sabía que la casa de Taisho estaba en una parte completamente diferente de la ciudad. Simplemente no era práctico para el hombre darle un aventón a Rin si tenía mucho trabajo esperándolo en casa. Iba a perder horas si hacia eso. Enserio, ¿Por qué había preguntado? Era una tontería. Estúpida lengua. Estúpido cerebro echo papilla después del sexo.

Rin estiró sus músculos adoloridos, trabajando las molestias en su cuello.

-Sí. –Dijo Taisho secamente, apartando la mirada de nuevo. –Vístete.

Rin se bajó de la cama y se dirigió a él, temblando un poco. La habitación estaba fría.

-Está bien si no quiere hacerlo. –Dijo con incomodidad, abrochándole el resto de los botones a la camisa de Taisho.

Taisho miro los dedos de Rin. Tenía una expresión sombría en el rostro.

-Lo quiero.