Capitulo 20. "Tormenta, Parte 2".
-No puedo creer que convencieras de esto. –Dijo Kagura mientras conducía su auto Convertible en la carretera a una velocidad cegadora.
-¡Tú me dijiste que tenía que ir por él! –Le recordó sus palabras a su amiga, mientras se aferraba de la puerta y el asiento para no salir disparada en algún momento.
Después de haber salido como loca de la casa, Rin regresó poco después, cabizbaja, diciendo que no podía dejar a las niñas solas, y no tenia forma de llegar a la Mansión Taisho. Kagura le hubiera gritado "Estúpida" a la cara, si no supiera que lo que ella necesitaba era animó, así que fue a preparar su auto mientras ella dejaba a las pequeñas en casa de su niñera. Afortunadamente la mujer las dejó pasar sin hacer preguntas al ver a Rin tan tensa. Cuando finalmente Rin bajó, partieron.
-¿Siquiera sabes a donde vamos? –Le preguntó Kagura, haciendo un movimiento brusco para adelantarse a un auto.
-Yo sé a dónde vamos. –Rin le dijo con un puchero, aunque solo había ido una vez, se había aprendido el camino, ya que casi todo el viaje estuvo mirando a la ventana en el camino de ida y vuelta.
-Bien, bien, no volveré a cuestionar tu orientación. –Ella rodó los ojos antes de volver a girar bruscamente el volante.- ¿Al menos sabes que harás cuando estés ahí?
-Decirle sus verdades a ese Insensible. –Rin dijo apretando los puños, esto no se iba a quedar así. El hombre no podía llegar y tratarla como si fuera un vaso desechable. Ella iba a enseñarle a no jugar con ella ni con los sentimientos de sus hijas.
Kagura sonrió divertida al ver el semblante de su amiga. Hace bastante tiempo que no veía esa decisión en esos enormes ojos de cervatillo. De cierta manera, envidiaba la valentía de Rin.
-Bueno, entonces por lo que veo, tú relación con Taisho-sensei iba tan enserio que hasta las llevó a su casa y las presentó con su familia, ¿No es verdad? –Preguntó con picardía.
Las mejillas de Rin se colorearon. –Algo así. –Contestó simplemente, recordando lo que había sucedido entre ella y Sesshomaru cuando iban por este camino, rumbo a casa de su familia.
Sabía que el mayor problema podría ser enfrentarse a Irasue, pero definitivamente estaba preparada, en cuanto llegaran, aclararía las cosas con Sesshomaru, y si en verdad no quería nada con ella, perfecto, lo dejarían allí y ella se iría con el orgullo en alto.
Después de una eternidad, conduciendo por aquella carretera, varios intentos de Kagura de matarla, y que esta actuara como protagonista de "Rápido y Furioso", vieron una majestuosa casa iluminada como un museo, alzándose a la distancia.
Finalmente llegaron.
-No me Jo... ¿El profesor en verdad vive aquí? –Preguntó Kagura asombrada mientras Rin asentía. Silbó impresionada. –Vaya, con razón es un Bastardo Arrogante como en las novelas que le... Que lee Kanna. –Aseguro nerviosa.
-Cállate, Kag. Ya sé que sigues viendo la telenovela de las 8. –Rin la miró como si esa fuera la mayor traición del mundo, pero así se distraía de sus estúpidos nervios sobre lo que estaba a punto de hacer.
Kagura estaciono el carro frente al camino empedrado que la dirigía a los majestuosos escalones que llevaban a la puerta principal.
-¿Estás segura de esto? –Le preguntó la de ojos rojos.
-Tengo que hacerlo. –Rin afirmó, mientras miraba los escalones. –Sera mejor que esperes aquí.
-No tienes que repetírmelo. –Le aseguró, poniéndose unos lentes de sol. –Créeme, pensaba quedarme en el coche. Después de todo, yo no soy la que se coge al Hombre delicado. –Rió por su comentario.
-Idiota. –Gruñó, bajando del coche para caminar unos cuantos pasos en dirección a la casa.
Los Pilares de Mármol de aquella majestuosa casa se alzaban antes de que siquiera pudieras alcanzar la puerta. El sonido de la naturaleza y el clima, todo parecía igual que la primera vez que vino a este lugar.
-"Excepto que Sesshomaru no está a tu lado".
Negándose a pensar en eso, alzó la mano y tocó la puerta.
-Buenas tardes. –La saludó el mismo mayordomo que los había recibido la primera vez que estuvo allí.
Maldita la hora en que se lanzó apresuradamente a ese lugar. Ahora no se sentía con la confianza de preguntar por el albino.
-Yo me encargo, Takemaru. –Dijo una suave voz a sus espaldas.
Rin la reconoció casi de inmediato. Era la señora Izayoi, y por lo que podía ver, ella también la había reconocido. –Buenas tardes. –Saludó, lo más educada posible.
-Entra, querida. –La mujer le sonrió mientras señalaba hacia la casa.
Rin no sabía si debía ir. Ella quería ir con Sesshomaru, pero esta era la única manera de entrar sin hacer una escena. Así que, mirando hacia Kagura, hizo un gesto de "Ya vuelvo", y entró.
. . .
-Me parece que la última vez que viniste, no tuvimos la oportunidad de hablar las dos solas. –Comentó la mujer, mientras ingresaba con la muchacha a una pequeña sala.
-"¿Cuántas malditas habitaciones podía tener esta casa?" –Pensó, viendo que esta no era ninguna habitación que hubiera visto antes, ni siquiera cuando estuvo buscando a Setsuna como loca. Había una chimenea, vitrales con Perros blancos de ojos rojos viéndose entre ellos, y una mesita con galletas y pastelitos, en medio de un par de sillones individuales.
-Siéntate. –Le indicó, mientras se sentaba en uno de los cómodos sofás y señalaba el que estaba frente a ella.
Rin obedeció, mientras Izayoi le servía una taza de chocolate caliente en una tasita de porcelana. Quería decir que no, pero en verdad le estaba haciendo agua a la boca. Ambas bebieron su bebida en silencio, mirándose la una a la otra.
Cuando dejaron las tazas y Rin mordisqueó un mazapán, Izayoi eligió ese momento para hablar. –Sesshomaru no puede corresponderte. –Afirmó luego de un silencio prolongado. –Estoy segura de que vienes a verlo, a tratar de buscar una explicación. Es más sencilla de lo que crees. –Seguía comentando con esa encantadora sonrisa que cada vez le parecía más falsa. –Él jamás podrá estar contigo, no solo por el hecho de que seas madre soltera, o el hecho de que seas de otra clase social. –Su expresión se puso seria. –Él hizo una promesa que le impide estar con alguien como tú.
-¿Promesa? -¿De qué estaba hablando?
La mujer sonrió, una sonrisa que no tenía nada de calidez. –La familia Taisho ha gozado por muchos años de influencia y poder en las altas esferas, gracias a las alianzas que se generan por los múltiples negocios que han realizado a través de los años, y por eso son tan importantes los matrimonios concertados. Sesshomaru al ser el primogénito de la familia, debe tomar sus responsabilidades. Touga le dejo disfrutar de su vida los último años, pero ya es momento de que tome su lugar en la familia.
-¿Disfrutar? Habla como si le hubieran hecho un favor. –Ella estaba apretando los puños.
-Las cosas son lo que son, querida. –Dijo sonriendo. –Sus padres solo quieren lo mejor para él. Tal vez no lo veas así ahora, pero él ya aceptó su destino. El compromiso de Sesshomaru con la señorita Zero salió en las noticias. La unión de estas familias no es cualquier cosa. Es la prueba final que debe afrontar como futuro patriarca de nuestras familias.
-¿El prometió...Casarse después de que le dieran un tiempo? –Estaba confundida en esa parte. –El señor Inuyasha ha estado haciéndose cargo de la empresa. ¿No puede él seguirlo haciendo?
-No, querida. No estás entendiendo. Inuyasha es el segundo hijo. Difícilmente tomado enserio. Después de todo es un bas...
-¿Qué?
Izayoi se tapo la boca, abriendo los ojos como platos, y unas lágrimas salieron de sus ojos.
La mente de Rin voló. Por eso Inuyasha era tan arisco con Sesshomaru, y viceversa. Por eso querían a Sesshomaru al frente de la familia. Por eso Touga Taisho estaba siempre al pendiente de la señora Izayoi. Por eso Izayoi e Inuyasha se parecían tanto. Por eso Irasue quería a alejar a cualquier otra mujer de su hijo.
-Usted es la madre del señor Inuyasha. –Murmuró.
Izayoi no contestó, ni siquiera la miró.
-Pero... Él es hijo del señor Touga... En todos lados dice que es el hijo de Irasue.
Izayoi sonrió con tristeza. –No tienes idea... De lo doloroso que es cuando presentan a la familia Taisho... A Touga presentándose orgulloso con su hijo, y cuando presentan a su esposa... Esa no ser yo. –Las lágrimas bajaban por el hermoso rostro. –Sé perfectamente lo que sientes, porque yo alguna vez estuve en tu lugar.
Rin no sabía si acercarse a la mujer o no. Parecía destrozada, y a la vez furiosa. ¿Con Touga? ¿Con Irasue? ¿Con ella misma?
-Yo era joven e inexperta. –Sonrió con nostalgia mientras veía uno de los vitrales. –Mi familia era acomodada, pero de una rama tan baja de la sociedad que éramos casi invisibles. Mi padre me trajo con él a América para buscarme un esposo adecuado, y así elevar nuestra posición socioeconómica. Me sentía asfixiada, como un mero adorno que la gente solo podía admirar, sin criterio propio u opinión. Yo sabía de leyes, política, arte, ciencia, y todos los hombres solo buscaban que hablase de moda, perfumes o de lo ricos y guapos que ellos eran.
Izayoi tomo una honda respiración.
-Cada segundo era una tortura. Las propuestas le llovían a mi padre por mi mano, pero para él no era suficiente. Quería cada vez más. Quería que cada vez fuera más coqueta, que mostrara más piel, que me enganchara al hombre que más dinero gastara en una sola noche.
Sonaba a un infierno. Su padre había sido duro y exigente, pero agradecía en lo profundo de su corazón que no fuera así.
-Yo solo quise alejarme de ese ambiente. Solo una noche. –Sonrió con tristeza. –En la primera oportunidad, me escape y subí a la biblioteca. La fiesta fue en esta casa. Sabía que tardarían en encontrarme, así que tome un libro, y busqué donde sentarme. –Su cara se iluminó. –Y allí fue donde lo conocí.
Rin pudo ver el amor en los ojos de la mujer.
-Estaba sentado en una de las sillas de la terraza. Leyendo tranquilamente. Parecía una especie de ángel con todo ese cabello plateado y esos hermosos ojos dorados. Esa sonrisa y esa voz tan cautivadora, me tuvieron a su merced en un instante.
Rin pensó en el efecto que Sesshomaru tenía sobre ella. Entendía a la perfección su sentir. Entendía cada cosa que le decía.
-Era listo, caballeroso, y gracioso. –Con lo último rodo los ojos. –Casi al instante pensé que si yo me casará con alguien, seria con él... Y luego cuando mi padre me encontró, y me llevó de regreso, me dijo que él era un hombre casado. Creo que nunca había sufrido tanto en mi vida.
Rin le tomo la mano, conmovida por la manera en que la voz se le quebraba con cada palabra. Cuando finalmente se relajó, volvió a hablar.
-Mi padre trató de alejarme de él, yendo solo a eventos donde sabía que él no asistiría, pero de repente aparecía. Yo trataba de alejarme. Trataba de ignorarlo y pretender que no estaba allí. Fue inútil. Era como tratar de luchar contra la gravedad. –Alzó la mirada hacia ella. –Lo elegí a él, incluso si era casado, incluso si lo nuestro era fugaz, incluso si estaba mal. Mi padre me repudió, y al tratar de luchar contra Touga, lo perdió todo: Amistades, influencia, poder, y todo su dinero. Mucha gente que trabajaba para mi padre perdió su trabajo por mi culpa. El legado de mi familia terminó conmigo. Y yo estaba feliz, con cada migaja de atención que recibiera de su parte. Aunque al principio me mantuvo en un departamento en la ciudad, lejos de las miradas indiscretas y de esta casa. Aunque solo podía verlo un par de veces al mes, aunque él no había dejado nada por mí...Yo lo amaba cada vez más. Solo esperaba a qué él se divorciara, para que por fin estuviera conmigo. Pensé que finalmente lo conseguiría cuando quedé en cinta.
Izayoi puso las manos en su vientre y se rió, era un sonido feo.
-Fui tan ingenua. Cuando le dije, me trajo aquí, y el médico de la familia vino hasta aquí para comprobarlo. Cuando lo afirmó, él estaba... Preocupado. Me miraba y apartaba la mirada. Daba vueltas por el cuarto. Sentía muchas cosas, pero ninguna de las que yo esperaba.
-¿Y qué pasó? –Preguntó Rin, cuando la mujer se mantuvo en silencio.
-Irasue entró. Me dio una mirada de desprecio y suspiró. Ella tramo todo un plan, alegando que como Sesshomaru aún era un niño, y nadie lo conocía aún, sería igual de fácil ocultar a mi hijo hasta que fuera mayor de edad y fuese presentado a la sociedad.
-¿Qué?
-Lo mismo dije yo... Me dijeron lo mismo que debo decirte a ti: "¿Crees que este es un cuento de hadas donde la plebeya se casa con el príncipe y viven felices para siempre? En el mundo real, el príncipe se casa para siempre con la princesa, tienen hijos, siguen la línea de la realeza". A ella no le importaba que yo estuviera aquí, fue estúpido, pero me alegró mucho saber que ellos solo compartieron la cama para tener a Sesshomaru y luego no se volvieron a tocar. Pero me dieron dos opciones: El bebé podía quedarse conmigo, y ser mi hijo antes todos, o...
-O...Podía quedarse, siendo conocido como el hijo señor Touga. –Rin completó la frase.
Izayoi asintió. -¿Qué debía hacer? Él no iba a ser un sucio secreto. Hice lo que creí correcto para mi hijo. Irasue es su madre según la sociedad y sus papeles. Él sabe la verdad, pero para justificar mi estancia aquí, me pusieron como su niñera cuando era un bebé, y cuando ya no me necesitaron, me hicieron jefa de Personal en la mansión. No puedo decir que me arrepienta. Es reconocido como hijo de Touga, fue a las mejores escuelas, no le falta nada, y se casó con una bella e inteligente mujer de buena familia, que lo ama, respeta y adora, y tienen una pequeña niña. ¿Crees que hubiera podido tener algo de eso si se hubiera quedado conmigo?
-Pero... Ya es un adulto. El señor Touga y usted se aman. Podrían ser felices juntos.
-No, querida. En el momento en que se sepa la verdad... Todo el honor de la familia se derrumbará. Touga perderá credibilidad ante los ojos de la sociedad. Irasue seria ridiculizada ante todos. Inuyasha tendrá la etiqueta de bastardo en la frente. Y yo sería señalada como puta por todo el mundo. No ganaríamos nada, y lo perderíamos todo si se revelara la verdad.
Rin quedó en silencio unos momentos, tratando de procesar todo. –Ustedes... Están sacrificando a Sesshomaru... Para que ocupe su lugar en el matadero por ustedes.
Izayoi apartó la mirada. –No estamos sacrificando nada. Él desde el principio sabía lo que estaba trazado en su camino... Luego se enteró de la verdad, incluso antes de Inuyasha.
-Y él...
-Él dijo, que jamás seria su padre. Que jamás se convertiría en el patriarca de la familia Taisho. El no ocuparía el lugar de una familia podrida hasta la medula ni se convertiría en un cómplice más de nuestra Pantomima. Él odia cualquier cosa que tenga que ver con lo que lo aleje de sus objetivos. Cariño, tú eres exactamente eso.
-¿Qué?
Izayoi suspiró. –Sabíamos lo que él pretendía desde la primera vez que te trajo aquí. Solo quería molestar a su padre. Quería hacerle sentir la misma vergüenza que él sintió cuando su padre le ocasiono lo mismo con sus acciones. Solo eso, cielo. Pero parece que tú te lo tomaste enserio.
-No es...
-¿Entonces por qué estás aquí?
Rin se tragó los sollozos en lo hondo de su garganta.
-Aunque debo darte las gracias. Si no fuera por ti, él no hubiera reaccionado a tiempo, y su padre habría tenido que intervenir de maneras poco agradables. Lo ayudaste mucho, pero debes dejarlo ir, ahora que estás a tiempo.
Rin sonrió ligeramente. –Me alegro.
-¿Cómo?
-Me alegro tanto, de que mis hijas y yo no tengamos que vivir en este horrible ambiente. Ustedes solo piensan en el dinero, y en la estúpida reputación de la familia. Dice ser diferente, y aún así, es capaz de sacrificar a cualquiera con tal de que no sea su propio hijo el que sufra este destino. Dígame algo, si la señora Kagome hubiera sido como yo, pobre, ¿La habría aceptado con una sonrisa en los labios?
-¿Cómo te atreves...?
Rin se puso de pie, e hizo una reverencia. –Por favor, dele a Sesshomaru mis más sinceras felicitaciones por su matrimonio. Y ustedes pueden estar felices. Ganaron.
Rin, sin esperar a que le respondieran, salió de la habitación con la frente en alto. Jamás, nunca jamás, se dejaría ver derrotada por gente como esta.
Rin salió de la casa, y camino al auto, poniéndose el cinturón y mirando al piso. Kagura no dijo nada mientras encendía el auto. Lo agradecía hondamente. No quería llorar frente a esta estúpida casa.
No lloró cuando sus padres la echaron. No lloraría por un estúpido corazón roto.
La gente se enamoraba todo el tiempo.
Solo era el fin de algo que tenía fecha de vencimiento desde el momento que comenzó.
. . .
El camino de regreso había sido realmente incómodo. Iba a una velocidad más moderada, porque Rin no necesitaba más molestias ahora. A pesar de que Rin enmascaró sus sentimientos, Kagura pudo sentirlos perfectamente, pero eligió no presionar.
No fueron directamente a casa de Kaede.
Kagura dirigió a Rin a su departamento, la sentó en la cama, mientras preparaba un poco de café en la cocina.
Una vez que se sentaron, Rin le relató lo que ocurrió. Ella no quería llorar. Él imbécil le había roto el corazón y ella no quería demostrarlo. Así no era ella. Ella era un ser lleno de luz y calidez. Era una linda chica que tuvo una vida horrible, y no la merecía.
Taisho –Al carajo– Sesshomaru no merecía estar en el corazón de su amiga un segundo más. Le había dado una maldita oportunidad al imbécil, y él no la supo aprovechar.
Probablemente perdería la confianza de Rin, y tal vez hasta su amistad, pero no dejaría que ese jodido la siguiera lastimando más.
La hierba mala debía ser cortada de raíz.
-Tengo que decirte algo.
Rin la miró, sus ojos nublados por las lagrimas no derramadas. Sí, esto era lo mejor que podía hacer.
-¿Qué? ¿Sobre qué?
-Sobre la noche que no recuerdas.
