Capitulo 21. "La Verdad: Kagura."
Kagura pintaba los labios de Rin con un bonito Gloss de labios color rosa que los hacia ver más grandes y luego procedió con sus pestañas.
-Kag, ¿Estás segura de que esto está bien? –La recién convertida en adulta preguntó por millonésima vez en esa media hora, haciéndola sentir un poco exasperada.
Su amiga Rin había terminado, por fin, la educación básica, consiguió una beca completa en una de las Universidades más importantes del mundo para estudiar Zoología, y, finalmente, el día anterior había convencido a los padres de la enana de que la dejaran quedarse a dormir en su casa.
Rin había estado en contra de mentirles a sus padres, la habían educado de una forma estúpida y anticuada, en su humilde opinión. Estaba segura de que si fuera por sus padres, la hubieran comprometido y casado para que fuera una dulce ama de casa y esperar que creciera solo para que se ocupara de su marido.
Aunque Rin era bastante bella y algo sumisa, afortunadamente la tenía a ella para mostrarle las maravillas del siglo XXI y enseñarle todo el alcance de su potencial. Había batallado toda su vida para convencerla de que saliera para algo más que ir a la biblioteca, la escuela o ir al centro comercial con sus padres.
Afortunadamente, ahora que había superado todos los obstáculos que sus padres le impusieron, Rin era finalmente libre de salir al mundo y disfrutar de las libertades y placeres de ser una chica joven con una energía envidiable.
Convenció a su padre de hablar con los padres de Rin para que la dejaran quedarse el fin de semana con ella. Supuestamente solo harían una pijamada, verían películas, pedirían pizza y al día siguiente irían al centro comercial de Shopping para comprarle ropa adecuada para cuando ingresara en la Universidad.
Por supuesto que los anticuados no la querían cerca de Rin, decían que ella era una mala influencia y otras idioteces, pero como ella era de una familia influyente, no podían permitirse perder tan valiosa amistad. Suponía que ellos pensaban que su hija podría conocer a un sujeto con dinero que se casara con ella.
Si solo supieran que los socios de su padre procuraban tener a sus aburridos hijos lejos de ella, solo porque ella si sabía divertirse con algo más que presumir cuánto dinero de sus padres gastaba en una semana, o a donde fueron de vacaciones la última vez que sus padres tuvieron tiempo para ellos.
Fuese como fuese, hoy era el "debut" de Rin como joven adulta, e iba a pasar la noche entera mostrándole las delicias de ser joven en una noche de verano.
Su padre había salido en un viaje de negocios esa tarde y sus hermanos no estaban en casa, así que ella y Rin no solo tenían la casa, sino la noche entera para hacer lo que quisieran.
Pero si Rin volvía a dudar de su grandiosa idea, iba a usar pegamento industrial en sus preciosos labios para que no volviera a abrir la boca.
-Sí, nena, completamente. Ahora deja de moverte o empezaremos de nuevo.
Rin hizo un puchero que no encajaba con una chica de su edad, pero ¿A quién le importaba? Era parte de su atractivo.
-Pero... Es que esta ropa...
-Rin, por Dios, es tu noche, solo disfrútala. –Kagura le sonrió mientras acomodaba el cabello de la más pequeña.
-Es que yo solo pensé que iríamos a cenar... No a un antro.
-Vamos, no te estoy llevando a un Club Stripper. –Se quedó callada un momento. –Aunque si la noche da para más-
-¡Kag!
-Es broma, es broma.
Kagura se apartó para ver su obra maestra: El cabello largo y suelto cayendo en cascada por su espalda, usaba unos zapatos negros de plataforma, vestía unos pantalones de tubo que parecían pintados en sus piernas y se ajustaban de maravilla a sus caderas, y una blusa blanca que dejaba al descubierto su vientre plano.
Estaba como para comérsela.
-¿Por qué no puedo usar mi ropa? –Preguntó mientras se miraba en el espejo.
-Porque tu ropa es un repelente de Chicos, Rin.
Kagura sacó a su amiga de la recamará y la guió por la gran casa de su padre hasta la entrada. Tomó sus llaves de su auto que estaban en el tazón de las llaves y las llevó al centro de la ciudad. Rin parecía un ciervo encandilado mirando las luces de la ciudad de Noche.
Amaba la inocencia de Rin, pero quería mostrarle el mundo, y que tuviera la oportunidad de explorar y crecer sin la sombra de sus padres tras de ella todo el tiempo. Solo era esta noche.
Se estaciono frente a un Club que parecía estar a reventar, bajaron y ella entrego sus llaves a un joven Valet, guiñándole un ojo. El pobre Chico tropezó con sus propios pies mientras se llevaba su coche.
-Y si mejor vamos al cine. –Rin murmuró tomando su mano, intimidada al ver la LARGA fila para entrar.
Kagura rodo los ojos y apretó su mano. –Tranquila, media hora. Si no te gusta, nos vamos y veremos una película.
Rin le sonrió tímidamente antes de asentir y entrar juntas al lugar, una vez que el Guardia las dejó pasar cuando Kagura lo saludó con camaradería.
El lugar era enorme, y ruidoso. Había chicos bailando en la pista, otros en la barra bebiendo, otros en las múltiples mesas charlando o tomando cervezas.
Kagura la jaló a una de las mesas donde había otros chicos de su edad. Se presentaron, pero Rin no pudo ubicarlos. Sabía que Kagura tenía más amigos, pero nunca los había visto antes.
Kagura rápidamente fue a la barra, bebió varios Shots, bailó en la pista con dos chicos bastante apuestos, y una sexy chica pelirroja. Aun así, de vez en cuando miraba a su amiga que se quedó sentada en la mesa platicando con algunos de sus amigos.
Después de unas tres canciones, entrecerró los ojos al verla con una bebida de colores y platicando con un chico mayor. No lo conocía, y no había nadie confiable a la vista. Se apresuró hacia ella, pero fue interceptada un par de veces por algunas personas, empezaba a creer que era apropósito.
Cuando llegó a la mesa, la copa estaba vacía, junto con otras tres idénticas, y su amiga no estaba por ningún lado.
Maldiciendo, recorrió todo el maldito Club, desde los baños hasta el rincón más oscuro. Encontró al mismo sujeto ahora en la barra hablando con una rubia de tetas falsas y lo tomo del cuello de la camisa con una mirada de odio puro.
-¿Dónde jodidos está?
-Yo... Yo no sé... –Ahora que lo veía bien, tenía un ojo morado.
-¿Qué diablos le diste? –Entrecerró los ojos hacia él.
-Ya lo verás. –Dijo con una sonrisa malvada.
Una oleada de ira la recorrió antes de darle una patada en la entrepierna y dejarlo tirado en el suelo llorando y gimiendo.
-Mejor revisa que tu bebida no tenga nada. –Le dijo a la rubia antes de salir corriendo. Pudo jurar que ella le arrojó el brebaje adulterado a la cara, pero no se detuvo a averiguarlo. Corrió a la salida y miro hacia todos lados. -¿Viste a Rin? –Le preguntó al enorme Guardia que vigilaba la puerta. SI Rin había salido, tenía que haberla visto.
-Se acaba de ir con un tipo de cabello plateado, parecía algo adormilada.
-¿Y los dejaste ir? –Estaba entrando en pánico.
No espero a que le respondieran, antes de mirar como un Mercedes Negro se alejaba del Club.
-¡RIN!
. . .
Busco toda la noche. Llamo a sus hermanos para que la ayudaran, e incluso al hermano de Rin. Este le había gritado, insultado, amenazado y finalmente llorado cuando le dijo a donde había ido con Rin y que la había perdido.
Ella también quería llorar. Está bien, era el siglo XXI y eran jóvenes con toda la vida por delante, pero se olvido de los malditos peligros que acechaban en la noche. Ella no quería que algo malo le pasara. Rin era como la hermana menor que nunca había tenido. La amaba tanto como a su familia sanguínea y quería asesinar al que le hubiera hecho algo. Entendía a la perfección al mayor, porque ella también quería en una bandeja las bolas del bastardo que se la había llevado.
Había incluso ido a la policía a levantar una denuncia, pero los imbéciles no harían nada hasta pasadas 72 horas. Claro, cuando ella ya hubiera sido violada, asesinada y descuartizada.
A medio día, todos estaban en la sala lamentándose, incluso el padre de Kagura, que regresó antes de su viaje, estaba de espaldas, con los hombros temblándole mientras les daba la espalda a todos. Kagura no lo había visto llorar ni con la muerte de su madre, pero ahora parecía devastado.
Kagura se mordió el labio inferior. Tenían que hablar con los padres de Rin. Ellos tenían que exigir la investigación. Esto era por Rin. Ella le había fallado a su amiga.
El hermano de Rin se ofreció para llamarles, cuando tocaron a la puerta de la casa.
Todos corrieron a la entrada cuando uno de los criados abrió la puerta.
Rin estaba allí, abrazándose, con la mirada perdida y la mente en otro lado. Su ropa no estaba rota, y ella no se veía herida.
Un poco pálida si estaba y temblaba. Fuera de eso, estaba sana y salva. Estaba ahí.
Kagura reacciono primero, corriendo a abrazarla y llorando. Poco después se unieron su padre, y el hermano de la pequeña. Dios, estaba aquí.
-¿Podrías prestarme dinero? –Todos se separaron para verla. Ella señalo a la calle donde había un Uber que parecía esperar a que le pagaran.
Su padre, negándose a soltarla, extendió un billete a la persona que abrió y le indico que le pagara al sujeto.
Rin se quedo dormida en su cama. Para cuando despertó, ella aseguraba que no recordaba nada desde que Kagura la dejo a solas con aquel tipo, y luego todo fue borroso. Quisieron convencerla de levantar una denuncia, pero ella no quiso, solo quería olvidar que esto había pasado y continuar con su vida.
9 meses después, dos preciosas pulguitas llegaron al Mundo.
. . .
Kagura terminó de contar con lágrimas en los ojos. Rin la miraba confundida y ligeramente asustada. Negó con la cabeza.
-N-no lo viste... Pudo ser cualquiera... T-tus hermanos tienen el cabello plateado y no son parientes de...
-Me lo dijo.
Rin se calló. -¿Qué?
Kagura suspiro, mientras peinaba su cabello detrás de la oreja.
-Lo confronté... No quería decírtelo sin estar segura...
. . .
Kagura caminaba a la oficina de Taisho al día siguiente de la "escena" en el estacionamiento de la Universidad.
No estaba realmente segura, pero ¿Qué podía perder preguntando?
Era la felicidad de su amiga de la que estaban hablando. Siempre podía estar equivocada y el profesor Taisho solo tenía un carro parecido al de aquella vez. No era la única persona del mundo con un coche negro, y no sabía el numero de la matricula. Solo quería estar segura de que su intervención no era necesaria en esta relación.
No es que pudiera prohibirle a Rin divertirse, el señor sabía que ella se lo merecía, pero eso no la exoneraba de la protección que le tenía.
Toco la puerta y movió su pie con impaciencia, solo esperaba que Rin no estuviera con él o esto sería incomodo como el infierno.
-Adelante.
Kagura entró, mirando alrededor, no parecía que hubiera nadie más, así que cerró la puerta, y se acercó al escritorio. Mientras más lo miraba, más estaba confundida de cómo un sol como Rin podía estar enamorada de un sujeto como este. Simplemente no le entraba en la cabeza que esta rara e inusual combinación fuera a durar, pero bueno, ¿Ella que podía alegar?
-¿Qué es lo que quiere, señorita Muso?
-Si va a salir con mi mejor amiga, será mejor que empiece a hablarme con más amabilidad.
Se suponía que era un chiste para romper la tensión, pero el sujeto la fulmino con la mirada. Dios, ¿Qué demonios tendría este sujeto en común con su amiga para que tuvieran una... relación?
-Si vino hasta aquí para hacerme perder mi tiempo, será mejor que se retire, señorita Muso.
Kagura se cruzó de brazos. –Ni lo sueñe, amigo. Tengo que hablar con usted sobre Rin.
Taisho la fulminó con la mirada, y eso honestamente la asustaba a morir, pero esto era por Rin, no por este imbécil.
-No hay nada de qué hablar. Mis asuntos personales no son de tu incumbencia.
Kagura bufó. –Créame, su vida personal es la última de las cosas en mi lista de preocupaciones, pero como estás involucran a mi mejor amiga, temo que lo convierten en mi prioridad.
-Si crees que puedes venir y hablarme así–
-Ahórreselo, no va a intimidarme. Me iré una vez que usted y yo hayamos dejado los puntos claros.
-¿Puntos? ¿Y qué puntos podría tener que aclarar contigo?
-No lo sé, tal vez... ¿La paternidad de las enanas?
Taisho entrecerró los ojos. -¿De qué hablas?
-Sabe de lo que hablo, señor.
Había esperado que se burlara, que la echara por ridícula, o que lo negara de facto. Ni siquiera hizo el atisbo de una sonrisa.
-¿Y tú qué sabes de eso?
Carajo, oh mierda. No era cierto.
-¡Sí es usted! –Retrocedió rápidamente.
Taisho suspiró. –No puedo creer que realmente esa es tú táctica.
-¡Pues funcionó, imbécil! Usted es... Usted... ¡Usted se aprovecho de ella!
-No sabes lo que dices.
-¡Claro que lo sé! Y-Y-Y además ahora tiene el descaro de... Salir con ella... Como si no pasara nada...
-No estamos saliendo.
-Ah, claro. ¡No lo están! Solo metes tu polla en su boca cuando se te da la gana y pisoteas por los suelos su dignidad porque te parece divertido, mientras que ella se parte la espalda para mantener la escuela, el trabajo y a las enanas. Es usted un...
-Cuida tu lengua conmigo.
-¡Le hablare como quiera si tengo que defender a mi amiga! Le voy a decir todo...
Taisho se puso de pie. –No harás tal cosa.
La sangre de Kagura se congeló. No podían culparla, esa mirada podría congelar lava. No era como la mirada que les lanzaba en clase cuando estaba molesto, ni como la que le daba a Rin antes de que volvieran a... "Asociarse". Esta era una mirada de puro odio. ¿Cómo infiernos su dulce amiga se había enganchado con este tipo?
-¿Por qué no?
-Yo mismo he de decírselo, en un futuro. No tengo por qué decirte mis planes ni cuando planeo ejecutarlos, pero dado que eres peor que un dolor de muelas, tengo que explicar cosas que no quisiera.
-¿En serio? –Kagura lo miró con incredulidad.
-¿Qué ganaría con mentirte?
-¿Y por qué no lo ha hecho aun? –Kagura puso las manos sobre sus caderas, viéndolo incrédula.
-Simplemente no es momento.
Kagura lo miró, y Taisho la miró de vuelta. Realmente estaba loca. Debería salir, encontrar a Rin decirle la verdad ahora. Debería ir con el decano y decirle que este imbécil se había aprovechado de ella.
-¿Qué sucede?
Ambos miraron a la puerta. Rin estaba ahí, viendo de uno a otro con la cabeza ladeada, mirándolos con extrañeza. Realmente era adorable.
Taisho se sentó en su silla. –Ya puede retirarse, señorita Muso.
Kagura iba a replicar, pero al ver la mirada de Rin sobre ella, se lo impidió. –Te llamo después. –Besó la mejilla de su amiga a propósito y salió. Entrecerró la puerta y se quedó a un lado, en silencio.
-¿Estaban peleando? –La voz de Rin era recriminatoria. -¿Qué le hizo?
-¿Por qué asumes que yo tengo la culpa de su comportamiento?
-No lo sé. ¿Tal vez porque ella tiene un temperamento del demonio y usted es un arrogante bastante pesado? –Se escuchó como caminaba hacia él y luego sonido de besos. -¿Podría tratar de no matarse entre ustedes con la mirada? Sé que es muy... Intensa. Pero es una buena persona y se preocupa por mí. No pido que se vuelvan los mejores amigos, solo quiero que estén cerca sin asesinarse entre ustedes. ¿Puede hacer eso?
Hubo silencio antes de que él suspirara. –No puedo prometer eso. Pero puedo elevar mi nivel de tolerancia.
Rin aplaudió contenta antes de que volvieran a escucharse sonidos de besos, esta vez más profundos.
-Cierra la puerta.
Kagura se alejó rápidamente, no estaba interesada en descubrir los detalles íntimos de su relación.
La buena noticia, es que había descubierto quien era el padre de las niñas. La mala es que no sabía cómo es que Rin lo iba a tomar.
Bien, si el tipo iba a decirle la verdad a Rin, y a tomar su responsabilidad con las pequeñas, podía darle el beneficio de la duda.
Si veía que tan solo su amiga sufría por este idiota, ella misma se lo diría.
Esperaba que ese día no llegara.
. . .
Kagura había pensado que lo que más le dolería seria ver a su amiga desplomarse en el suelo y gritar.
Había pensado que lo que más le dolería era el sentir como su blusa se llenaba con las lágrimas de su amiga mientras la abrazaba.
Lo que más le había dolido era que vio en primera fila como el corazón de su amiga terminaba de romperse en un millón de pedazos... Y todo por su culpa.
. . .
Rin estaba acostada en su cama mirando al techo esa noche. Le suplicó a Kagura que la dejara sola.
No estaba enojada con ella. Podía entenderla. Un poco. SI Sesshomaru sabía que era... el padre de sus hijas... él debió tener los pantalones para decírselo... Desde el primer momento que las vio.
Todo esto no solo fue porque la "deseaba". ¿Se habría sentido tan herido su orgullo de que ella no lo recordara que le había propuesto todo esto solo para humillarla?
¿Se habría sentido de la misma manera cuando ella eligió romper con él luego de que fue a la casa de sus padres?
¿Todos esos "te quiero" fueron falsos? ¿Había planeado todo esto con su estúpida familia? ¿Mandó a Izayoi para decirle todo esto y así no decirle él la verdad en su cara?
Sollozó. Agradecía tanto que Kagura se hubiera llevado a las niñas. El padre de Kagura aceptó casi de inmediato tener a las niñas el fin de semana. Tal vez era una elección egoísta. Tal vez era una madre horrible por alejarlas.
Pero solo quería una noche. Solo esta noche. Iba a llorar, a patalear, a gritarle a la vida por ser una Hija de Perra con ella, y luego... Se olvidaría de Sesshomaru.
Solo quería esta noche.
Se levantó de su cama y camino a oscuras a la cómoda. Sacó el álbum de fotos donde guardaba fotos de ella con su familia cuando era pequeña, la boda de su hermano, su graduación de la Preparatoria.
Las últimas fotos eran de los cumpleaños con las niñas. Se detuvo en una de las fotos, en ella estaba ella en la cama del hospital cargando a sus bebes recién nacidas. A su lado su hermano la veía con lágrimas en los ojos. Él las había recibido cuando nacieron. Él fue lo más cercano a una figura paterna que habían tenido.
Ella quería a su hermano. Quería tenerlo a su lado. Que la abrazara y le dijera que todo estaría bien.
Guardó con cuidado la foto y salió de su cuarto. Tomó un vaso de agua, pero no era suficiente. No servía para apagar el dolor de su corazón. Abrió el refrigerador. Leche, jugo, un par de refrescos...
Detuvo su vista en las latas de cerveza. Ni siquiera sabía por qué las había comprado cuando bajó hace una hora por su caja de chocolates... Había dicho que eran para un vecino que tenía una fiesta en el edificio, así que el dependiente no le había dicho nada.
No le gustaba beber, ni el sabor. Aún así, se encontró sacando una de las latas. La miró por largo rato antes de abrirla.
Dio un largo tragó. El sabor era horrible, y aun así, se termino la lata entera.
Tiró en el bote la lata vacía.
Sacó otra.
Y otra.
Y luego otra.
¿Qué le estaba pasando?
-Es realmente simple. –Murmuró entrecortada a su reflejo en la ventana. –Me siento bien.
Es realmente simple.
Me siento bien.
Déjame ser demasiado.
Déjame ser suficiente.
