San Valentín a la Saotome.

En un mundo paralelo muy, muy, muy lejano…(quiero decir…muy, muy, muy paralelo), Valentín se preparaba para enfrentar una vez más la festividad que más odiaba en el mundo: San Saotomín. Su eterna prometida, Arantxa Doscarros, por su parte, aguardaba la respuesta a la pregunta que acababa de hacerle, en una pose por demás melosa y estudiada. Las palmas levemente abiertas sobre los muslos y el cuerpo recostado sobre el sofá del living de su casa.

-¿Qué piensas regalarme el 14 de febrero? –volvió a preguntarle dejando salir las sílabas de su boca con premeditadas pausas que las asemejaban a suspiros de enamorada del siglo XIX.

-Nada. Lo del 14 de febrero me parece una fiesta comercial y lo sabes.

-¿San Saotomín? ¿Comercial? Pero si es el día más romántico del año. Dices eso porque no me quieres.

Valentín se frotó las sienes, tratando de concentrarse en entender. Pero no podía…simplemente, algo o más bien todo de aquella fiesta le resultaba incomprensible e irónico.

-Sabes que te amo –concluyó al fin-. Te lo digo siempre. Y te lo demuestro. Flores, bombones, peluches. Siempre estoy pensando en qué obsequiarte.

-Ya…lo sé. Eres siempre adorable pero Valentón le dijo ayer "marimacho" a Ana. Awwww. ¿Por qué tú nunca me dices esas cosas?

-Porque te amo. ¿Cómo voy a insultarte?

Arantxa se encogió de hombros.

-Porque se viene San Saotomín. Es una tradición. Vamos, tampoco te pido que te aparezcas con una prometida nueva medio zorra como hizo el año pasado tu primo Valenciano, pero no sé, un algo romántico no me vendría mal de vez en cuando. Para saber que realmente me quieres…

De más está decir que ni Valentín manejaba la especie de codificación entrelíneas que pretendía Arantxa Doscarros de él ni ella estaba dispuesta a leer los "te amo" como sinceros sin la correspondiente dosis de agresión infantil que legitimara esas palabras como verdaderas. Así pues, teníamos a Valentín sudando a mares en una esquina de la habitación y a Arantxa apelotonada en su sofá en la otra. El uno intentando que no se notara su desesperación y la otra, pues intentado que aflorara. Eso sí. Pese a todo, pese a que no la entendía y sufría por ello, Valentín era un caballero y como tal hizo su mejor esfuerzo por satisfacerla.

-Yo…si tanto te preocupa lo intentaré…hoy estás igual de guapa que ayer. Ya está. Lo dije –se tapó los ojos en señal de horror-. Una agresión terrible.

Arantxa Doscarros pestañeó dos veces, extrañada.

-¿Eso se supone que es borde, pedante e inamuduro, es decir, romántico?

Valentín exhaló un suspiro y se limpió una gota de sudor con su pañuelo de corazones apuñalados por flechitas rosas.

-Pues sí. En realidad hoy estás mucho más bella que ayer. Y mañana lo serás más que hoy. Pero opto por ocultar esta verdad irrefutable y agredirte con una mentira falaz, negando la evidencia de que me pareces más guapa cada día. Lo dicho, solo estás igual de hermosa que siempre.

Los labios de Arantxa Doscarros se estrujaron en su sitio intentado contener el puchero inminente. Si no fuera porque le conocía de toda la vida, juraría en ese mismo momento que era el hombre más frío sobre la faz de la Tierra. ¿Qué fue de aquellos "Arantxa es más fea que una araña" de cuando eran niños? ¿Cuándo fue que se le secó el genio romántico a su prometido y se le enfrió el corazón? Arantxa no lo sabía y puesto que no lo sabía, hizo lo único que podía hacerse en semejante ocasión: llorar.

-¡Buahhhhhhh! ¿Por qué no me quieres? Si no pido mucho. Déjame al menos –se le acercó nuevamente melosa y le deslizó un dedo por encima de los bíceps- que te sorprenda comiendo un plato cocinado por otra.

-¿¡Qué?! –se apartó horrorizado Valentín-. No digas tonterías, Arantxita, si tú cocinas excelente. Mejor que nadie que conozca.

Ahora sí, nuestro querido y desafortunado Valentín ha tocado fondo. Si antes los labios de Arantxa se comprimían para reducir la magnitud de su dolor, ahora abrían todas las compuertas y vaciaban su alma de tristeza o lo que es lo mismo, iniciaba una pataleta infantil.

-¡Buahhhhhhh! Entiendo que no te resulte atractiva pero tampoco es para decírmelo así de directo.

Y Arantxa se marchó llorando a su cuarto, pateando paredes y derribando cuadros con su berrinche de mujer despechada. De hecho, fue tal el escándalo que armó que llegó a oídos de su padre justo antes de que Valentín intentara escapar por la puerta del fondo. Demás está decir que el humor huracanado del padre le teletransportó frente al causante del agravio en menos de lo que canta un gallo (aunque yo conozco gallos a los que se les da por cantar durante largo rato por la mañana, los muy cabrones)

-¿Qué le has hecho a mi hija, sabandija? ¿Por qué llora? ¿No te abrí acaso las puertas de mi casa? ¿No propicié acaso que os convirtierais en prometidos? ¿Por qué me pagas tanta confianza así? ¿Haciéndola llorar?

¡Por fin! Por fin la voz de la razón y el sentido común se había hecho presente. A Valentín le daba igual si Arantxa no le entendía, bastaba con aclarar el malentendido a su padre para que este, un señor equilibrado y correcto, se ocupara de "desalterar" a su prometida.

-Le aseguro, señor Valentino, que solo pretendo pagar su confianza con el único acto posible. Formalizando nuestro compromiso cuanto antes.

-¿Qué dices, desgraciado?

Valentín obvió el agravio "desgraciado" como si le resbalara. Parte de su formalidad cuasi-inglesa le otorgaba un aire de valentía que le permitía desafiar al padre furioso…por amor. Aunque a los ojos de Arantxa tan solo estuviera renegando de su cariño.

-Digo, señor, que quiero casarme ya con su hija. Mañana mismo si fuera posible.

-¿Cómo osas odiar tanto a mi hija? –dio un tremendo puñetazo sobre una mesa que equivocó el sitio elegido para realizar su descanso eterno-. Si tuvieras algo de sangre y amor en las venas por mi petalito de alelí, preferirías mil veces que te muerda un perro la entrepierna antes que aceptar en voz alta que te gustaría casarte con ella. ¡Qué equivocado que estaba contigo, Valentín! ¡Qué equivocado! Creo…creo que no tengo más remedio. Voy a tener que prometerla al cerdo de Valentyoga. Con él seguro que sufrirá menos.


Y así fue. Esa misma tarde del 13 de febrero, el enlace entre Valentín y Arantxa fue anulado para siempre. Lo peor de todo, desde luego, no era perder a Arantxa, sino hacerlo en manos de Valentyoga, su peor enemigo y rival de siempre. ¡Pues NO iba a permitirlo! ¡Antes lucharía por ella a como diera lugar! Durante una semana entera, Valentín se entrenó admirando y estudiando cintas de video románticas (Ranma, el peor prometido del mundo, Ranma, el regreso de la empatía masculina, Ranma, la venganza de los latiguillos hirientes, etc.). Hasta que poco a poco le fue resultando familiar el lenguaje de sus protagonistas. Y por fin, luego de pasarse siete días y ocho noches sin dormir, comer o asearse…¡lo entendía todo! Ser romántico consistía en pisotear con machismo exarcebado todo lo que una mujer pueda sentir como sagrado porque a las mujeres les encanta que las humillen (nota del autor: todas los pensamientos aquí expuestos por los personajes no tienen por qué coincidir con los de un autor muy felizmente casado…de hecho, no coinciden para nada).

Y con esta tonta, tonta, tonta idea en la cabeza (que repito, el autor no comparte para nada porque ama y teme la ira de su mujer) Valentín se apresuró a hacerle una visita a Arantxa. Ataviado con su impecable traje chino nuevo, coleta al uso y hasta unas lentillas azules compradas especialmente para la ocasión, Valentín golpeaba furibundamente la puerta de entrada del Dojo…digo del apartamento de Arantxa. Normalmente, se limitaría a tocar brevemente el timbre pero el nuevo Valentín tenía otros modales, unos que delataban la impaciencia por reencontrarse con su amor y de ninguna manera, mala educación.

Con el cuarto golpe, una ojerosa y despeinada Arantxa entreabría la puerta y le examinaba con desprecio.

-Vete.

-¿Y ahora que hice? Estoy seguro de que seré capaz de seguir el libreto a la perfección, pe…cho…plano.

-Ese no eres tú. No trates de engañarme.

-Tampoco sería tan difícil. Te crees hasta que lo que cocinas está rico sin siquiera probarlo.

-Para, por favor –le interrumpió derramando lágrimas más grandes que las de unos días atrás-. Si no acompañas tus bellas palabras con sentimiento no vale. Quiero que me digas "fea" porque te da vergüenza decirme la verdad. Si lo haces tan mal…, cuando me agredes hasta parece que lo disfrutas. Estoy empezando a creer que nunca me has amado.

Y plafui. Portazo en toda la cara.

En ese mismo momento, la vena divina de Valentín se hinchó hasta ponerse azul, luego verde y finalmente azul otra vez pero más oscura. Luego, vociferó mirando al cielo.

-Anticlímax, pausa, por favor.

He de admitir que por extraño que parezca, efectivamente, en ese mismo momento se detuvo todo. La Tierra dejó de girar alrededor del sol, las lágrimas de Arantxa se detuvieron en el aire justo antes de tocar el suelo y la nieve de Nepal se mantuvo flotando en su sitio sin que ninguna fuerza gravitatoria fuera capaz de hermanar a los copos del aire con los que ya reposaban en el suelo. Luego, se materializó junto a nuestro protagonista un ser de esencia divina y aspecto no tan celestial ni mucho menos, omnipotente.

-¿Qué ocurre, mi buen amigo, San Valentín?

-Esto es demasiado absurdo, Anticlímax. No lo aguanto.

-No he sido yo el que tuvo la idea. Fuiste tú el que acudió a mi preocupado porque cada año más y más gente odiaba tu fiestita; fuiste tú solito quien me pidió ayuda para entender por qué la gente odia en el fondo el 14 de febrero.

San Valentín se cruzó de brazos, un tanto ofuscado. O más bien molesto. Imposible saberlo con seguridad.

-Lo sé, lo sé –admitió-. Fue mi idea. Pero es que no lo entiendo. ¿Cómo se supone que vaya a ayudarme, vivir una tortura así? ¿Qué tiene que ver este sinsentido con mi santo día de fiesta?

-Pero si es muy sencillo, mi buen amigo. Te estoy haciendo sufrir igual que tú haces sufrir a la humanidad. ¿Qué crees? ¿Que esos millones de mujeres y hombres que no tienen pareja se sienten felices el 14 de febrero? Pues no. SE SIENTEN DISCRIMINADOS.

-Bueeeno, es un mal necesario…por los que sí tienen pareja. Supongo que las estériles tampoco se sentirán muy bien el día de la madre. Y de la Navidad mejor ni hablemos. Es el día de más suicidios del año.

-Ahhhh, muy bien, San Valentín, muy bien. O sea que eres bueno porque los hay más malos que tú. ¿Sabes qué? Te mereces aguantar a Arantxa Doscarros, San Saotomín y más todavía. Que sepas que no has sufrido ni la décima parte de lo que haces sufrir a mis queridos súbditos. Hago esto, por ellos. Por la chica guapa que rompió con su novio a fines de enero sin calcular que no llegaría a conseguir uno nuevo a tiempo. Por el gordo friqui que solo habla con un espécimen del otro sexo, su prima, una vez al año. Por las tímidas que no saben que cualquier hombre les diría que sí a lo que fuera si se animaran a hablar. Por las menos tímidas a las que todo hombre les diría que sí si hablaran menos. Por los que se creen feos aunque sus vecinos sean objetivamente más feos que ellos y tengan pareja desde hace dos años. Y por los demás desafortunados idiotas que no conocen como yo la fórmula secreta para enamorar a cualquiera. ¿Irónico, verdad?

-De acuerdo, de acuerdo. Anticlímax, tú ganas. Pero ¿es necesario ser tan absurdo? ¿San Saotomín? ¿De verdad?

-Bueno, soy el Dios de la Ironía. No le pidas peras al olmo. Jajaja, ¿no sería irónico que existiera un olmo que dé peras pero nadie lo sabe porque todos siguen la regla de no pedírselas?

Con estas palabras, la Tierra comenzó a girar nuevamente alrededor del Sol, los copos de nieve de Nepal se hermanaron unos con otros y los fluidos salados de Arantxa hidrataron por fin la madera del suelo. Y sin embargo, algo no iba del todo bien. ¿Por qué si los astros ya habían reanudado sus movimientos gravitatorios pertinentes Valentín seguía cubierto por una enorme sombra? Solo había una explicación, una bastante amarga. Valentyoga, su enorme y musculoso rival, había por fin llegado a escena.

-¿Qué tal, renacuajo? ¿Qué se siente ser un exprometido a escasas horas de San Saotomín?

A Valentín se le volvió a hinchar la vena divina y eso que parte de su inconsciente sabía de sobra que ese tal rival inventado por Anticlímax no existía realmente.

-No me sulfures, amigo mío. Que no estoy de humor para estupideces.

-Ohhhh, ¿el niño no está de humor para que le digan la verdad en la cara? ¿Y qué va a hacer el niño entonces? ¿Darme una paliza? Jajajaja, ya le gustaría a Arantxa que fueras capaz de demostrarle amor así, a lo macho. Lástima que los dos sabemos tu secreto. Perderás y se reirá de ti.

Cierto. Dada la alocada forma de percibir amor de Arantxa, un Ranma que pierde con su Ryoga particular, es porque la ama menos que su rival. Y aquella montaña de músculos le derrotaría tan fácil que sería el fin de su relación.

-Con permiso –se echó un balde de agua helada encima- oink, oink, oink.

Y esto sí que ya se pasaba de castaño oscuro. ¿El muy Valentyoga se había tomado la molestia de viajar a China para ahogarse en una fosa encantada? ¿Por qué? ¿Qué ganaba metiéndose ahora por la puerta del perro en la casa? En realidad estaba muy claro. Demostrarle amor sin tener que rebajarse a caer en una maldición poco adecuada como hizo en su momento el célebre San Saotomín. Y de paso aprovechar para ser "adoptado" por Arantxa y averiguar todos sus secretos en calidad de V-chan. Simplemente, demoníaco.

Valentín volvió a azotar la puerta violentamente.

-Arantxa, abre por favor. Sé que todavía estás allí.

Esta vez, la puerta se abrió de par en par a la primera. Arantxa seguía llorando pero se consolaba abrazando a un ejemplar de la subespecie de mamífero artiodáctilo de la familia Suidae, también conocido como Sus Scrofa Domestica o simplemente cerdo. El muy Sus Scrofa Doméstica restregaba su hocico porcino en el hueco que los pechos de su nueva ama generaban entre sí. ¡Mamífero artiodáctilo tenía que ser para comportarse de esa manera tan cochina y en su presencia!

-Deja a ese animalejo, Arantxa.

-¿Por qué? –le brillaron los ojos-. ¿No te gusta mi mascota?

-Creo que tenemos cosas más importantes que hacer que discutir sobre animales. Como por ejemplo intentar recuperar las bases de nuestra relación. Confianza, amistad, complicidad, empatía, atracción, cordialidad, complementación. ¿Qué fue de todas ellas? ¿Por qué se abierto de pronto un abismo entre nosotros?

-Boooh –bostezó Arantxa-. ¿Decías algo? Creo que me dormí después del "creo".

-De acuerdo -se acercó Valentín y le cogió de la mano-. Ya has dejado claro tu punto. Crees que no te amo porque no te lo demuestro adecuadamente. Ahora dime tú, ¿me amas? Porque juro por el Dios de la Ironía que tampoco me queda claro.

Arantxa volvió a bostezar.

-Me aburres. Tú sabrás si eso significa "te amo", "te odio" o "me eres indiferente".

Y nuevamente, PLAFUI en toda la cara. Esta vez el portazo llegó a golpearle en la nariz, que no lo olvidemos la tenía muy afilada. Sí, sí, lo que oís y leéis: San Valentín era narigón. Quizá por eso, por su ilustre e inocultable nariz, era que el amor tenía tan buen olfato. Y en este caso, Valentín olía el desenlace. A lo mejor el Ryoga original no tuviera ninguna chance con Akane, pero Arantxa no era Akane ni Valentyoga noble. Si no lograba separarlos, Arantxa llegaría a convertir su incredulidad en desdén y luego, entraría en una etapa de vulnerabilidad que difícilmente desaprovecharía un Sus Scrofa Doméstica de pura cepa como su rival. Así pues, Valentín optó por no rendirse. Antes, intentó, ya que le pedían ridiculeces, la extravagancia suprema: cantarle una serenata. Manteniéndose fiel a su romanticismo, pues, pero adaptándolo a un plan absurdo. A lo mejor, lo suficiente para conmover al lado exótico de su amada.

-Mujer abre tu ventana para que escuches mi voz,

te está cantando el que te ama con el permiso de Dios

(Coro) Anticlímax, Anticlímax.

Efectivamente, la ventana se abrió y a ella se asomaron alternativamente, Arantxa, Valentyoga en su forma humana, Ana, la mejor amiga de su exprometida, y varias jovencitas más.

-Pobrecito –le miraba con lástima la primera-. No tiene ni idea de lo que es el romanticismo. Está a años luz de Valentón. Hoy por ejemplo, se comió todo lo que cociné, lo suyo y lo mío y luego tuvo el detalle de criticármelo. Encima que se lo había zampado todo. Y con el hambre que tenía yo.

-Awwwww- chillaron todas-. Te dejó con hambre mientras te criticaba el plato. ¡Qué hombre!

Más abajo Valentín insistía con su serenata. Poco le importaba si las anécdotas de las amigas de Arantxa le dejaban en ridículo o si esa noche había tanto aire que el sombrero de mariachi se le escapaba cada dos por tres. Pese a todo, continuaba cantando.
-Aunque la noche esté obscura y aquí no hay ninguna luz
con tu divina hermosura la iluminas toda tú,
con tu divina hermosura la iluminas toda tú.

(Coro) Gracias a Anticlímax. Gracias a Anticlímax.

-Jajaja –rió entonces Valentyoga-. Parece mentira que alguien tan patético haya sido alguna vez tu prometido, Arantxa. Por culpa de su inexcusable incapacidad ahora yo me veo obligado –guiñó un ojo- a sufrir este tormento –volvió a guiñarlo- de comprometer mi futuro con una mujer tan poco agraciada –guiño, guiño, guiño.

De más está decir que cuando comenzó la tormenta de agua y aires huracanados, Valentín ya ni podía oír los piropos románticos de Valentyoga ni alcanzaba a ver el tono del rubor de Arantxa. Ni lo necesitaba. Lo intuía como todo buen enamorado y ardía de furia y pasión al mismo tiempo. Tanta de ambas que las gotas de lluvia se evaporaban al entrar en contacto con su tez y sus versos sonaban más elocuentes y verdaderos que nunca. Aún para gente obtusa de un mundo paralelo, aquellos gritos desgarradores costaban mucho catalogarlos como de alguien frío y distante.
-Yo te juro que ni el sol, la luna ni las estrellas, juntitas toditas ellas
me iluminan como tú.
Tu iluminaste mi vida por eso mujer querida
te canto esta noche azul, por eso vengo a robarte un rayito de tu luz.
(Coro) Gracias a Anticlímax. Gracias a Anticlímax.

Con el fin de la primera serenata, las ventanas se cerraron y el cortejo que festejaba San Saotomín se volvió al interior de la vivienda. Ya les daba igual si Valentín les parecía patético y propicio para recibir sus burlas, especialmente cuando dio comienzo a la segunda serenata bajo un verdadero diluvio a escala. Su insistencia, su ridícula y estúpida insistencia en cortejar a su enamorada por caminos para nada románticos, estaba comenzando a exasperarles. Y a Valentyoga el primero.

-Ya podría callarse, ¿no? Me está poniendo de los nervios. ¿Qué no ve que llueve a cántaros? Si se muere que nadie me acuse de nada. Soy el primer en desear que se marche.

-¿Cuánto tiempo lleva? –preguntó Ana que agitaba nerviosamente la pierna derecha cruzada sobre la izquierda-. ¿media hora? ¿Una hora?

-115 minutos y trece segundos –repuso Arantxa con un oído pegado disimuladamente a la ventana y otro, atendiendo a sus invitados-. Aunque por supuesto…¿a quién le importa?

-A nadie. Desde luego –añadió la prima de Valentín-. ¿Os conté ya lo de Valenciano? Se vino con una p&ta china y…

Arantxa le interrumpió.

-Sí, sí. Ya, ya. Muy romántico. Ya la conocemos a la historia. Baja un poco la voz que…no escu…que me duele la cabeza.

-¡Claro! –estalló Valentyoga-. ¡Claro que te duele! Si va como diez serenatas. Y todas insufribles, exasperantes y patéticas. Ojalá le atropelle un camión repleto de gente y le sepulte con su guitarrita. O mejor aún que las piedras de granizo que empezaron a caer hace unos minutos se hagan cada vez más pesadas…

-Quince.

Valentyoga se rascó la cabeza.

-¿Qué?

-Digo que va quince serenatas –aclaró Arantxa-. No diez. Quince.
Un semicírculo escrutador se formó de inmediato a su alrededor.

-¿¡Acaso te gusta!? Si es horripilante. Si está anteponiendo esto a su salud. No se me ocurre una forma más evidente de demostrar frialdad por el ser amado que enfernarse cantando. Ya imagino la inscripción de su lápida: Aquí yace Valentín. Odiaba tanto a Arantxa que prefirió morir de una pulmonía antes que decirle "fea".

-Lo sé –se enjugó una lágrima Arantxa-. No es capaz de decir nada malo de mi…¿y? Yo le amo. Si él no puede cambiar su forma de ver el mundo. A lo mejor yo debería hacer lo propio por él. El amor después de todo es recíproco.

Ana se acercó a su amiga con cara de tristeza. Sus brazos le rodeaban el cuerpo por detrás de la espalda y le abrazaban con fuerza.

-Ya entiendo, amiga mía –le susurró con pena-. Ya no le amas. Por eso dices esas cosas horribles de Valentín. Vamos, piensa. Seguro que si te concentras todavía eres capaz de verlo feo y tonto como siempre.

Lamentablemente las palabras de Ana llegaban tarde. Arantxa simplemente lloraba a mares mientras intentaba explicarse batallando contra hipos nerviosos.

-Buahhhh. Es bueno -sniffff-, noble y sacrifichip hip cado –sniffff-. Ya nunhipca podremhic estar juntos hip –sniffff.

Y esto último sí que lo oyó Valentín ya que convenientemente el buen Dios de la Ironía había bajado el nivel de los efectos especiales.

-Anticlimax, pausa, por favor.

Efectivamente, San Valentín necesitaba tomarse un respiro. Los cerca de cien cubos de agua que cierto Dios le había arrojado por la cabeza comenzaban a afectarle. Sus rizos dorados parecían de piedra por el hielo, como los de las miles de estatuas que existían en su honor. Y de la punta de su larga nariz pendía un moco congelado que se negaba a caer al suelo.

-¿Te parece bien hacer tiritar a un santo?

-Bueno, soy un Dios. Estoy por encima de ti en la jerarquía divina. Puedo hacerlo si me apetece.

San Valentín se quitó parte de la túnica y la plegó varias veces sobre si misma para intentar escurrirla. A medida que realizaba la acción, sus huesos de consistencia divina iban recuperando poco a poco el calor y la quietud.

-Sigo sin entender esto, Anticlímax. Si oí bien, Arantxa ha reconocido como bonito lo que hacía. ¿Por qué dice ahora que ya no podemos estar juntos?

-Porque Arantxa habla solo entrelíneas. Tus demostraciones de amor son agresiones entrelíneas para ella. Y sus cumplidos de recién significaban entrelíneas que ya no te quiere. Ahora se casará con el mastodonte y todos felices. San Valentín privado de amor el 14 de febrero. Justo e irónico. No lo olvides, soy el héroe de todos los sin pareja que te odian, San Valentín. No hago esto por ti. Lo hago por ellos. Porque te mereces esto y más.

De todo el discurso de Anticlímax, San Valentín solo retuvo una frase "Ahora se casará con el mastodonte". No sabría decir si se le volvió a hinchar la vena divina de siempre o no porque en esta ocasión se le hincharon tantas que me cuesta dilucidar si aquella estaba entre ellas. Valentín simplemente echaba espuma por la boca y odio por los ojos. Ya estaba harto y como harto que estaba, ya no pensaba contenerse más. Tenía el poder y la obligación de utilizar su fuerza divina para arreglar el entuerto. ¡Kabooom! La puerta cayó de un solo golpe.

-¡No pienso permitir que te cases con ese cerdo! –señaló a Valentyoga con dedo acusador y omnipotente. De los ojos de Arantxa se evaporaron de inmediato todas las lágrimas. Un brillo nuevo crecía en su interior.

-¿Sabías que V-chan es Valentyoga y no dijiste nada? –preguntó melosa.

-Y-yo…sí, lo sabía…estem…no me mal interpretes…me parecía mal chafarle el plan a un colega…

-¡Amor mío! SÍ me amas.

-Pues claro que te amo. Y te lo dejé bien clarito hace unas semanas, el 19 de enero, en tu cumple.

-Awwwww –se llevó una mano al corazón para evitar que este se le saliera por la boca de la emoción-. Cumplo el 18. ¡Has equivocado la fecha de mi cumpleaños! Sigue hablando mi vida, que me pones a mil por hora.

-No era mi intención incitarte. Solo fue un error muy sencillo.

-Oooooohhhhhh. ¿No deseas incitarme? Hazme tuya, Valentín. Hazme tuya ya.

Valentín la cogió en brazos y siguió hablándole con gesto tierno y sin dejar de mirarla a los ojos.

-¿Cómo demonios quieres que me acuerde de todas las fechas importantes? Cumpleaños, aniversario de conocernos, cumplemes, cumplesemana. El día que nos vimos por primera vez, el que nos dimos la mano, el que nos cortamos el pelo al mismo tiempo, el de nuestra primera película en el cine. Yo como mucho tengo espacio para una sola fecha en mi cerebro, 25 de septiembre.

-¿Tu cumple? ¿Solo te acuerdas de la fecha de tu cumple? Casémonos, amor mío –le llenó de besos-. Casémonos ya.

-Claro, y así agregar otra fecha qué recordar a la infinita lista de aniversarios. Yo no me caso ni loco.

Minutos después, Valentón tuvo que oír durante horas a la pobre de Ana echarle en cara que nunca le decía cosas tan bonitas como: "Ni loco pienso casarme contigo. Eso me obligaría a aprenderme de memoria la fecha de un insufrible aniversario más". Y aunque Valentón lo intento y lo intentó no fue capaz de encontrar una frase más inoportuna que esa. De hecho, para compensarlo, tuvo que dejarse un dineral en la librería de la esquina para adquirir un prohibitivo diccionario chino-japonés. Porque, he aquí la moraleja, no importa si estamos en este o en un mundo paralelo, ¡el 14 de febrero es un día comercial!

Fin.


Akane terminó de leer el "regalo" que Ranma le efectuó por su primer San Valentín en pareja con una sonrisa en la boca. Sonrisa que Ranma imitó instintivamente. Había sido burdo, directo y cruel pero lo había dicho. Ahora, por fin, Akane sabía, gracias a esa bonita parodia, que cuando él le decía todas esas barbaridades en el pasado en realidad quería decirle una sola cosa: "hermosa". Solo faltaba que atara algunos cabos sueltos y luego la besaría. Ese era el plan de Ranma, esperar cinco segundos más, solo para asegurarse de que Akane hubiera digerido bien su historia y besarla. 5, 4, 3, 2…

-¿Así que a todas la mujeres nos gusta que los hombres nos humillen, Ranma?

-Yo…no…estem…es una parodia. Se supone que tienes que interpretar lo contrario de lo que se dice.

-Y hay que interpretar lo contrario de lo que se dice porque todas las mujeres somos complicadas e histéricas, ¿VERDAD?

Ranma palideció. Por primera vez en la semana le pareció que su regalo no era del todo apropiado para San Valentín. Menos aún teniendo en cuenta que ya eran una pareja formal y Akane se sentía en derecho de pasarlo por la trituradora de hombres, es serie infinita y letal de preguntas que ningún hombre ha sabido contestar bien jamás.

-Ten en cuenta, Akane, que la opinión de un personaje no tiene por qué ser la de su autor. Es solo el autor, un ser sublime y bien parecido, el que piensa todas esas cosas machistas e inapropiadas. Yo jamás…

-Comprendo –se giró Akane dándole la espalda-. Entonces debo entender que cuando me decías el año pasado "pecho plano" estabas queriendo ser literal…

-Yo…¿dónde demonios está Kuno cuando hace falta? Con lo bien que me vendría una interrupción ahora.

Akane volvió a girarse sobre sí misma. Esta vez sonreía suavemente. Por increíble que pareciera, la parodia había surtido un efecto embriagador en su estado de ánimo.

-Ranma, ya somos novios, ¿no? ¿Por qué nunca me cantas una serenata bajo una tormenta?

-Porque me convertiría en Ranma chica y quedaría un poco raro.

-Buen punto. Supongo que podría dejártela pasar…pero…ahhh, sí. Hablando de conversiones causadas por agua. Explícame eso de V-chan y Valentyoga. No lo entendí.

-Yo…no lo sé. Me apreció lindo incluir algo de "ciencia ficción" sin correlación alguna con la realidad en el relato para embellecerlo…estem…Feliz San Valentín, Akane.

-Feliz San Saotomín, egocéntrico mío.

Y por fin, luego de tantas idas y venidas, Ranma y Akane se besaron. Soy consciente de que a lo mejor, tal vez, existe algún lector que hubiese preferido el relato de cómo se pusieron de novios nuestros protagonistas en lugar de toda la historia de San Saotomín. Podéis protestar allí abajo. En el recuadro que pone "type your review for this chapter here". En todo caso, intentad pasarlo bien en San Valentín y recordad que si lo pasáis mal, Anticlímax os vengará. Con cariño, Leandro-Sensei.

Fin.


Los olmos y las peras.

Suele considerarse que no hay que pedir peras al olmo. Que es inútil. Y es verdad. Pero alguien se ha parado un momento a pensar en cómo se siente el pobre olmo. ¿Acaso no ha de sentirse gratificado y feliz porque exista gente que confíe en él y se las pida? A lo sumo no habrá que exigírselas. Pero pedirlas e incluso tener la tonta esperanza de que a lo mejor fructifique alguna de las peras que intentamos plantar en sus débiles troncos. Pues…¿por qué no? Un olmo por mucho que lo intente nunca dará peras…pero tampoco le hará mal intentarlo. De hecho, es posible que en su vano intento aprenda algo que le valga para más adelante. Un sapo nunca saltará hasta tocar la luna pero si lo intenta con verdadera devoción y esperanza, seguramente al cabo de un tiempo saltará más alto y mejor.

Por lo pronto, si no podemos pedirle peras al olmo, tampoco deberíamos esperar un sentido del mundo, pues no lo tiene. Y sin embargo, está claro que somos mejores y hacemos mejores al mundo si actuamos como si sí lo hubiera. Anticlímax es producto de esa actitud mía hacia un mundo que juzgo como hostil en demasiadas ocasiones. Una forma de darle un sentido último y trascendentalmente bueno, a pesar de los momentos amargos que nos toca pasar. En suma, imagino que existe un Dios que se burla de nosotros con los infinitos obstáculos que nos propone en nuestro camino pero que al mismo tiempo nos protege de senderos peores y nos guía sin que lo notemos hacia un sitio seguro. Ironía. No se es posible alcanzar la felicidad sin creer en ella.

Fin de la historia bonus.


Comentarios

Estimada blackpanterkjes. Yo solo derramo cocacola. Bueno, a veces, salsa de tomate sobre la ropa pero Minefine7 me perdona…creo. Al menos me dice cosas muy dulces si estuviéramos en el mundo paralelo de Arantxa Doscarros.

Estimada/o ivarodsan. Pues, las verdades universales suelen ser irrefutables. Así que gracias por incluirme en una.

Estimada magginela. Gracias por los cumplidos. Has leído muchísimo ¡24 capítulos! Y al mismo tiempo…¡tan pocos! A mi hija, por ejemplo, debes llamarla Bulmita y jamás Gotenska o corro peligro de muerte. La muy dictadora jamás me perdonará lo del primer nombre que me inventé para ella…en fin, espero que de vez en cuando me cuentes qué te ha parecido lo demás.

Estimada sjofnj. Los San Valentines nunca son buenos para las Akanes. Aunque nunca se sabe. Quizá algún día Anticlímax se apiade de ella.

Estimada Akyfin02. Te quiero mucho aunque no tengas sentido del humor. Los chistes eran BUENÍSIMOS. Sobre el resto del review, he hecho un par de pantallazos claros. Buahahahaha (risa maléfica de Anticlímax).

Estimada Akyfin02. Pues no la terminé nunca. No sé por qué pero no me viene a la mente el final. Y en general suele caer el desenlace por su propio peso. En fin. Ya llegará. ¿Ofender? Yo ya estoy más allá de la ofensa. Quien lea mi capítulo 142 ya me conoce de sobra y no se ofende. Y quien no me conoce, no va a escoger justo uno tan avanzado para empezar.

Estimada Akyfin02. "Ahora que lo analizo, cómo es que en un fic que hizo en 1997 sale Ibuki?!Eso no es posible, esa no existía hasta esta colección -_- o sí?". Es verdad. No existía. Me lo inventé todo. Shhhhhh. No le digas a Minefine7.

Estimada Akyfin02. La figura de Kasumi a escala la tiene el doctor Tofu. Creo que se llama "Betty 2". Irónico, ¿verdad?

Tienes razón. Comparada contigo, Akane no es matada. A lo sumo secuestrada. Es culpa de Ranma que siempre la salva.

Que pases un muy buen San Valentín. Más importante aún, que te diviertas en el cole.

Arsénico. No sé que hacer contigo. Por un lado utilizo siempre la fórmula: "estimado + nombre" por otro lado…suena feo eso de poner "estimado arsénico". Dejémoslo en una "cordial bienvenida". Sigue leyendo.