Máster Chef ½. Segunda parte.

Desenlace de la historia iniciada en el capítulo 142 que por causas técnicas muy complejas (no se me ocurría el final) no he terminado hasta ahora.


Querida Socorro,

¿Qué ha ocurrido? Llevo meses enteros esperando tu respuesta. Sabes muy bien que cuando la curiosidad carcome a Óptimus Manfredi, Óptimus Manfredi carcome al mundo. Te he buscado por cielo, mar y tierra. De hecho, he rastrillando tus pasos con mis espías, periodistas y contactos influyentes. Y nada. Es como si hubieses desaparecido del mapa. Lo único que sé de ti es por esa incomprensible carta vomitus que me enviaste para Halloween y las dos ridículas de San Valentín. Socorro, hermana mía, sé que sigues viva gracias a estas tres misivas que he mencionado antes, pero exijo saber más. ¿Por qué has desaparecido? ¿Y qué demonios ocurrió con el famoso programa Master Chef que me contabas en la carta 142? He de reconocer que tus tendencias suicidas sutiles llegaron a hacerme creer en lo peor. Es decir, que te habías marchado de este mundo sin aclararme la duda. Y no tienes por qué: he investigado a la tal Nabiki Tendo que dices que te estafó y créeme: no hay de qué avergonzarse. No eres ni la primera ni la última niña rica que pierde todo su dinero por culpa de sus manipulaciones.

Esperando recibir una pronta respuesta,

Tu hermano menor y tutor legal de tu fortuna, Óptimus Manfredi.


Querido Óptimus,

La verdad es que no pensaba contarte nada de mi programa "Máster Chef Japón". Más que nada porque la idea en sí era buena: "Akane, la mala cocinera de concursante y Ranma, el inmaduro, de juez" pero la ejecución fue un poco burda. Por mucho que me comía la cabeza pensando en darle algo de originalidad al tema, la estructura que había elegido era tan propicia para que se repitieran los gags de Rumiko, que los cuatro primeros programas fueron un simple intercambio de insultos previsibles por parte de uno y respuestas violentas por parte de la otra. Incluso cuando Nabiki introdujo un temita nuevo "cambiar el premio en metálico para el ganador por una cita con el juez", todo siguió más o menos igual. No me malinterpretes, el programa obtenía unos niveles de audiencia espectaculares, sobre todo gracias a los primeros planos de la concursante Shampoo, pero en el fondo, no dejaba de ser una copia sin alma de un original de más de 30 años de antigüedad. Algo tan poco trascendental que ni ganas me daba de editar las tomas falsas o de elegir la música de fondo.

Fue recién durante el quinto programa que descubrí accidentalmente el detalle que lo cambiaría todo. La extraña situación que provocó el desastre pero que a la postre de vainilla, me hizo sentir a gusto con mi creación. Un simple y glorioso detalle que observé mientras editaba a cámara lenta el episodio cuatro. Un detalle que socababa la mismísima relación de Ranma y Akane desde su origen. Un detalle que podría revelarte ya, querido hermano, pero que preferiría no hacerlo. Más que nada porque por culpa de ese maldito detalle es que tengo ahora un péndulo de Poe descendiendo poco a poco desde el techo hacia mi cama. Solo espero terminar de redactar esta última carta antes de que me llegue mi merecido fin.

Con cariño, te envío esta carta casi póstuma,

Socorro Manfredi, suicida de profesión.


Querida hermana,

Ahora que lo mencionas, siempre me he preguntado algo. Si el péndulo con una gran cuchilla en su extremo es el del cuento de Poe, ¿el péndulo de Foucault qué tiene en sus extremo? ¿Un panóptico? Jajajaja. Lo sé. Lo sé. Es un chiste de lingüistas y filósofos. No creo que lo entiendas. Y disculpa mi escepticismo sobre tu supuesto deceso. Pero en la foto que me mandaste se nota claramente que el péndulo está confeccionado por unos grisines y media pizza mal atada a ellos. Conozco a más de uno que quisiera colocar un artefacto así en su cama. De hecho, si me decido a fabricarlo y ponerlos a la venta, creo que me haría aún más rico de lo que ya soy (si esos fuera posible)…estem…no habrás patentado todavía tu invento, ¿verdad?

Con cariño fraternal,

Óptimus Manfredi.


Querido Óptimus,

Pues no. El suicidio es un arte. ¿Cómo patentarlo? ¿Y para qué? ¿De qué sirve escribir, por ejemplo, el Manual del buen suicida? Jamás serías creíble sin haber conseguido al menos un suicidio exitoso, ¿verdad? Además, los fans me durarían muy poco…lo que tarden en aprender todas mis lecciones. Volviendo a lo de "Master Chef Japón", imagina, hermano, por un momento la escena. Teníamos a un incauto Ranma que iba como siempre pasando cocina por cocina para probar los platos y sin imaginarse lo que le estaba por ocurrir. Su mejor cualidad, la capacidad ilimitada de ingerir alimentos, cautivaba a concursantes y espectadores por igual. A algunas cocineras les sonreía en señal de aprobación, a otras les daba consejos sobre la presentación y a las autores de los platos menos sabrosos las consolaba con frases de ánimo y superación personal. Y finalmente, llegado el turno de Akane, se calzaba su infaltable traje de amianto amarillo y decía lo acostumbrado: "este plato es más feo que frigorífico mirado por detrás" o "mira Akane, esta vez te has superado: has hecho llorar hasta a las cebollas del plato". Demás está decir que Ranma era feliz con su éxito repentino y fama desmedida. Brillar en algo tan personal como el gusto refinado le sabía a gloria. De hecho, le salían imitadores por todo Japón, desde los que decían cosas simplemente obscenas: "si tu plato se metiera a puta, moriría virgen" hasta los complicados sin razón aparente: "el cianuro por lo menos sabe a jarabe de limón". Pero ninguno conseguía acercarse a su popularidad. Más que nada porque ninguna concursante de los programas imitadores intentaba linchar al juez con tanta furia y elocuencia como Akane y ningún juez salvaba la vida con tanta plasticidad y entereza como Ranma. Más allá de que muchas veces terminara el programa con la célebre frase en off: "El equipo Ranma ha sido vencido otra vez" mientras nuestro protagonista salía volando por los aires.

En aquella ocasión, sin embargo, durante la emisión del quinto programa, introdujimos el cambio sutilmente. Ranma, por supuesto, no se olía la emboscada. Tan henchido de orgullo por su súbita popularidad, solo atinaba a exigir a una nube de ayudantes guapas que le peinaran y se estudiaba el guión de memoria aunque luego improvisara sobre la marcha. En esta ocasión, la consigna era simple. Los concursantes tenían veinte minutos para hornear un pastel de ingredientes, forma y finalidad libre. Para variar, al muchacho se le cayó un hilillo de baba antes de consumir por completo la tarta de cumpleaños que le obsequió Shampoo. También, se lo pasó divinamente ingestando el lemon pie que preparó la nueva concursante, Kasumi Tendo. Creo que no miento ni exagero si digo que en ese momento, Ranma se sentía el centro del universo. Fue, pues, cuando ya se había puesto su traje antirradiación que el muchacho de la coleta intuyó que algo no iba bien. La tarta de seis pisos de Akane (tres más que la de Kasumi) olía bien y tenía una pinta estupenda.

-¿Y eso? –señaló el ¡POSTRE DE BODA que había cocinado Akane!

-Bueno. Ya sabes, Ranma. Cocinar no se me da bien. Pero cómo no voy a preparar un buen pastel de bodas si es lo que más ansío que pruebes en el mundo. Mira, hasta le he puesto una coleta al muñeco del novio.

El rostro sereno y seguro de Ranma se transfiguró. De hecho, cierta palidez incipiente iba ganando terreno a la altura de la frente y amenazaba con cobrar un matiz aún más albo que el de la nata de la tarta.

-¿¡Q…qué…qué dices!? –tartamudeó, temblando.

-Lo que oyes. Quiero que la pruebes.

Ranma echó una feroz mirada de odio hacia la izquierda, dirección en la que se encontraba Nabiki, detrás de cámara. Obviamente le había ayudado y obviamente Akane jamás diría algo así por su propia voluntad. La trampa era muy evidente pero…¿para lograr qué objetivo? No lo sabía. Y por tanto, unas gotas de sudor frío se deslizaban por sus sienes sin atreverse a caer. Creo que intentó hacer tiempo o a lo mejor librarse del peligro. No lo sé. El caso, es que como siempre, optó por defenderse con su arma más potente: la boca.

-No sé yo…esa tarta por fuera se ve más fea que un bulldog masticando una avispa.

No sirvió de nada. Todo…absolutamente todo estaba preparado. Daba igual si Ranma hacía gala de una elocuencia e inspiración única. Bastó un gesto de Nabiki para que el público gritara al unísono.

-Que la pruebe, que la pruebe.

-No pienso firmar mi acta de defunción. Yo…soy muy joven y guapo para morir. Ni siquiera he publicado mi libro de chistes de cocina…estem…¿a dónde va Sócrates con una gran cuchara en la mano? A comer con Platón. Jajajajajaja…

-Que la pruebe, que la pruebe –insistía el público, totalmente sordo a las excusas de mi estrella.

Ranma retrocedió dos pasos y volvió a intentarlo.

-No, no. Esperen. Tengo otro: ¿qué le dice un esqueleto a un camarero cuando entra en un bar? Sírvame un café. ¿Y a los cinco minutos? Me presta la fregona, por favor. Jajaja. ¿Quién no pagaría por un libro lleno de estos chistes?

Lamentablemente para Ranma, el público ya era un clamor. Incluso un panda sentado en primera fila sostenía un cartel bien grande que decía: "Que la pruebe, que la pruebe".

-Sí, sí. Ahora lo pruebo…-jugó su última carta- estem…¿Sabéis qué es un tomate con un traje azul y una capa roja? ¡Súper tomate! ¿Y un plátano con un traje azul y una capa roja? ¿Súper Plátano? Pues noooo…es un fan de Súper tomate. Jajajaja. Bueno, me tengo que ir…

Efectivamente, el silencio sepulcral ante el chiste malo, malo de verdad, invitaba al juez de cocina a escapar. Tan solo tenía que aprovechar el segundo de margen que había creado para dar una gran vuelta en el aire y huir para siempre de allí. Sin embargo, un obstáculo akanesco, tenedor en mano, le cortaba el paso.

-¡Prueba!

-Akane –le susurró- que estamos en vivo. ¿No pretenderás que lo escupa en cámara? No sería bonito para ti ni para mí. Mis fans me creen todo un señor.

Efectivamente, durante más de cuatro programas y medio, Ranma se había escaqueado de su obligación de probar el plato de la concursante "Tendo". Generalmente insultando el plato o simulando envenenarse solamente por olerlo.

-¿A qué temes, Ranma? ¿A que te guste?

Interesante teoría, ¿verdad hermano? Y romántica. Muy romántica. Con estas preguntas encadenadas llegamos a un pico de audiencia que superó el record de la final de fútbol femenino de modelos de lencería sobre patines en cancha de barro.

-No digas tonterías, Akane…yo he probado miles de veces tus platos y siempre han sido inmundos. No veo por qué vaya a variar eso ahora…

Pues, querido hermano, puedes estar orgulloso de tu hermanita mayor. Porque ha variado y mucho. De hecho, he conseguido lo que ningún otro fan de Rumiko hizo jamás. Develar el gran secreto de Ranma, el gran secreto que ya insinuaba el bueno de Leandro-Sensei en el capítulo 17 de su brevísima colección de one-shots. Pudo parecer, ante los dóciles e ingenuos ojos humanos, que Ranma se aproximaba a Akane con extrema confianza y luego engullía de un bocado un pedazo de pastel para después comentar en vivo sus impresiones: "Bravo, Akane. Te has superado. Esto no es vomitivo. Solo no tiene gusto a nada. Yo diría que es más insípido que besar a una hermana. Mejor dicho…es más insípido que ser una botella de agua y besar a una hermana". Sin embargo, pese a la decepción universal y digo universal porque se retrasmitía el evento en directo a veinticuatro países, en seguida se encendió una pantalla gigante detrás del jurado y todos pudimos observar el acto de ingesta a cámara lenta.

-¡Ohhhhh! –exclamó Shampoo-. Es el truco de las castañas…ejecutado con los dientes…¡increíble!

Y lo era. Sus dientes pese a la lentitud de la cámara parsimoniosa, se movían a tal velocidad que desintegraban el trozo de pastel sin que llegara a hacer contacto con la lengua o el paladar.

-¿Nunca has probado de verdad un plato mío, Ranma?

-No.

-¿Por qué? ¿Temes que te gusten?

Silencio. Dicen los que saben y de esto saben mucho, que no existen nada peor para conservar la audiencia que la ausencia de sonido. Y sin embargo, aquel silencio de siete segundo, juro por la Diosa de los suicidios que fue visto y disfrutado con tensión por más de veinticuatro millones de televidentes. Y siete segundos exactos fue lo que tardó Ranma en recuperar la compostura y responder una frase de las suyas.

-Ranma Saotome no teme a nada.

-Entonces…si no temes que te guste mis platos…es porque no hay duda en ti. Directamente ¡LO SABES! Tienes la plena seguridad de que te gustarán.

Interesante, ¿no, hermano? Bastó que le mostrara a Akane una hora antes de empezar el programa las imágenes que había editado para que surgiera dentro de ella un coraje y seguridad en sí misma nunca antes demostrados.

-Akane, sabes que eres pésima cocinera. No soy el único que lo dice.

-Siempre me lo he preguntado. Se supone que no eres exigente con lo que te gusta. Amas pelear y no desdeñas ninguna batalla, por pequeña y aburrida que parezca, por mucho que los detalles de la misma sugieran un final bochornoso para ti. Amas comer y te lo zampas todo. Lo rico, lo no tan rico, las sobras, los alimentos caducados del refrigerador. Hasta te he visto una vez terminarte media manzana que encontraste en un tacho de basura. Te gusta comer y te gusta la comida sin importar su estado y su sabor. Cuando tienes hambre, eres capaz de comerte las uñas y masticarlas por horas. Muerdes los lápices y hasta el plástico de los bolígrafos. ¿Cómo no vas a ser capaz de ingerir un plato mío por muy hediondo que me haya salido? ¿Sabes? En el fondo eres perfecto para mi. Yo, la mala cocinera y tú, el muchacho con el estómago de acero que podría hacerme creer que soy buena…claro, si quisieras. Pero no quieres. Por muy compatible que sea tu principal virtud con mi principal defecto, simplemente no quieres. Antes destruyes la comida que cocino con los dientes y luego me sueltas barbaridades a la cara para desalentarme a cocinar. ¿Por qué? ¿Realmente temes tanto que te guste que prefieres destruir mi autoestima antes que regalarme un cumplido? ¿Tanto me odias?

Retiro lo dicho. Akane no había ganado ni un miligramo de confianza en si misma. Este largo soliloquio en directo lo demostraba. Más bien lo que le empujaba a actuar sin vergüenza ni dudas era el convencimiento, ahora sí claro y puro, de que Ranma la odiaba.

-Yo no te odio, Akane…de hecho, si hago todo esto es por lo que has dicho antes. Cocinar mal se trata de tu principal defecto. ¿Qué razón me queda para no confesarte que te amo, si acepto ahora mismo que tus escasas dotes culinarias no son ni mucho menos un obstáculo para que vivamos juntos? Ninguna. Sin esto a lo que me aferro desde que nos conocimos, no me queda nada. Es como si tú aceptaras que muy en tu interior sabes que Shampoo y Ukyo no son rivales. ¿Qué te quedaría entonces?

-Tu egocentrismo, falta de empatía, inmadurez, el egoísmo patológico…¿sigo?

-Por favor.

-Tu enorme bocota, tu incapacidad de evitar los conflictos, tu destreza para chocar con todo tipo de problemas, tu falta total de sentido común ¿he mencionado ya lo del egocentrismo?

-Si, sí. Me parece que al principio. ¿Algo más?

-No, hay muchas, muchas, muchas más cosas pero todas se pueden englobar en alguna de las que dije antes.

-¿Lo ves? No has mencionado el único defecto del que me avergüenzo. La maldición de Jusenkyo nunca fue un obstáculo. Por tanto, tú también eres ideal para mí. Una persona que podría convivir con mi principal fallo y hacerme creer que no existe. Y eso me da mucho miedo.

Y fin, hermano. Te relataría como se besaron después de eso pero sé que a ti solo te interesa saber una cosa. ¿Por qué sacrifiqué a la gallina de los huevos de oro por la felicidad de mis personajes? No lo sé. Supongo que porque no soy Rumiko. Yo tengo corazón. Aunque me dé una taquicardia de solo recordar el dinero que llegué a ganar y Nabiki me esquilmó de diversas maneras.

Escribiéndote sentada sobre unas vías de tren (que por cierto se retrasa en atropellarme), Socorro Manfredi.


Querida Socorro,

Yo…la verdad es que ni sé por dónde empezar. Creo que diciéndote que te quiero. Que es el principio y final de toda relación fraternal. En el fondo, nosotros dos somos como ellos. En general me siento tan solo y vacío. Nunca sé si la gente me quiere por mi o por mi dinero. Bueno, lo sé. Por mi dinero. Tengo demasiado para que me quieran por mi. Y sin embargo, tú, Socorrito mía, eres la única persona en el mundo que tiene razones más que justificadas para odiarme, y que pese a todo realmente me demuestra un amor verdadero. Ranma y Akane son perfectos para formar una familia porque sus defectos y virtudes se complementan pero ¿y nosotros? ¿Acaso tu principal defecto, el deseo de suicidarte, no tendría que combinarse muy mal con mi principal defecto, la indiferencia? Y sin embargo, yo nunca dejo de escribirte y tú, al final nunca te suicidas porque aunque no seamos compatibles, somos hermanos y ese lazo es aún más fuerte que nuestras personalidades poco afines.

Con cariño,

Óptimus, en bancarrota desde ayer por culpa de mi exprometida, Solo-me-interesa-tu-dinero, que me robó la contraseña de todas mis cuentas.


Una semana después en una clínica cercana a la mansión Manfredi.

Socorro lloraba desconsoladamente junto a una camilla de hospital en donde todavía reposaba el cuerpo envenenado de su hermano. Si no fuera por la oportuna intervención de sus nuevos amigos que venían a conocer Europa con ella, de seguro Óptimus ya estaría en el otro mundo. Sin embargo, en cuanto Socorro recibió la última carta, supo que su hermano estaba planeando una locura -jamás le diría que la quería si pensaba seguir con vida- y se los llevó a todos directo a la mansión Manfredi. El Doctor Tofu actuó con tanta rapidez que pudo neutralizar los efectos de ahogamiento que el veneno causaba casi en seguida. Luego Ranma presionó con fuerza ambas manos sobre el vientre del paciente y, haciendo gala de una versatilidad impía, le obligó a utilizar el truco de las castañas con las propias paredes del estómago.

-¿Cómo has hecho eso? –preguntó Akane, angustiada-. Realmente parece que luce mejor ahora.

-Yo…estem…me hago lavados de estómago cada tanto…ya sabes…tus platos…a veces…sí son venenosos y yo, a veces…sí los pruebo. Si mueves las paredes del estómago a la velocidad adecuada, la comida de desintegra como con los dientes. En su caso, tuve que ayudarle con mis manos.

Desde entonces, Óptimus Manfredi, heredero de una fortuna de apenas unos euros que llevaba en la cartera, descansaba inconsciente en la camilla y Socorro lloraba a su lado. Recién al cuarto día de ingreso, se abrieron sus ojos.

-¿Dónde estoy?

-En la clínica del tío Wilbur. Estos amigos –señaló a Ranma y compañía- te han salvado.

-¿Estoy vivo? Imposible. He preparado el veneno que utilizó el abuelo cuando la crisis del 30. Y además tuve el detalle de modificar la receta siguiendo las instrucciones que me pones siempre en todas tus cartas. Se supone que así es instantáneo, ¿no? Tú eres la experta en suicidios.

El rostro de Socorro se puso serio de golpe. Si hasta entonces le cubrían las lágrimas, ahora solo la adornaban una arruguillas bajo los párpados que amenazaban con convertirse en ojeras.

-Hermano, yo nunca he pensando en suicidarme. Ni una vez. Pero sabía que Solo-me-interesa-tu-dinero, te la jugaría tarde o temprano y que nunca me creerías a mi. Y sabía también que intentarías imitar al abuelo.

-Espera, espera. ¿Y tus cartas? ¿Y tus llantos constantes? ¿Tus depresiones? ¿Llevas siete años actuando de suicida potencial? ¿Para qué?

Socorro le abrazó.

-Por ti, tonto. Sabía lo que ocurriría pero no cuando. Y si no podía impedírtelo, me tocaba influir en ti de otra manera. Cambiándote la fórmula del veneno de manera creíble. ¿Me has hecho caso, no? Gracias a los cambios que siempre te recomiendo en mis cartas suicidas, el veneno resultó ser menos potente y para nada letal.

Óptimus se pasó una mano por la cara para secarse el sudor que poco a poco iba ganado terreno por su frente y pómulos.

-Sigo sin entenderlo. ¿Por qué no cambiarla a algo inocuo? ¿Por qué mandarme al hospital de todos modos?

-Porque ahora que has sufrido una casi muerte, creo que ya nunca volverás a intentarlo. Eres tonto, hermanito mío, pero no tanto.

Efectivamente, entonces Óptimus abrazó a Socorro con fuerza inhumana para un paciente que acababa de recobrarse de una visita de la guadañosa.

-Realmente me quieres. Yo…lo siento tanto. He sido tan egoísta y estúpido. Y tú, tan espléndida. Ojalá tuviera mi dinero de vuelta para que podamos compartirlo como es debido.

-Bueeeeeno –interrumpió Nabiki-. Eso es fácil. Solo necesito tres minutos, un jugoso 85% y que firmen este papel negándose a reclamar nada en el futuro.

Socorro hizo un gesto de desdén con la mano.

-No hace falta, Nabiki. Puedes quedarte con todo. Mi hermano está mejor sin controlar dinero. Además tengo una propuesta mejor para él. Vas a casarte con ella.

Cuando Socorro estiró el brazo en dirección al grupo Nerimenense y señaló a alguien de entre ellos, Óptimus no pudo más que sorprenderse.

-¿Con esa? Parece desquiciada.

-Lo está. Pero es rica. Y hacéis buena pareja.

-De acuerdo…supongo que casarse con…-leyó su nombre en un papel que le pasó furtivamente Socorro—Kodachi es mejor que estar muerto…creo.

Fin.

Moraleja: los hermanos podrán sacrificarlo todo para salvarte la vida pero eso no los exime, luego, de tomarse una muy buena y más que merecida vengancita.


Historia bonus: Manual del buen suicida

Paso número 1: No suicidarse hasta asegurarse de que el mundo ya no vale la pena.

Paso número 2: Tomarse entre diez y veinte siglos en decidirlo que es el lapso mínimo de tiempo para poder calibrar si la humanidad tiene remedio o no.

Paso número 3: Irónico, ¿verdad?

Fin de la historia bonus.


Comentarios

Estimada minefine7. El 31 de octubre de 1997 fue el desenlace de los terribles eventos del día 30 de octubre de 1997.

Estimada minefine7. Ah, bueno, si Bulmita quiere un regalo de San Valentín, ¿Quién soy yo para ponerle una escopeta en la cabeza al susodicho nene y darle un billete de 10 euros? Nadie. No puedo ni debo hacerlo. Pero que sepas que ganas no me faltan.

Estimada minefine7. ¡Qué bajo has caído! Amenazarme con dejarme sin cena por una semana. Tan bajo que pareciera que vives en un pozo. En fin, conoces mi punto débil. Ya cumplí con mi deuda. Ahora te toca a ti prepararme unas tostada de manteca artesanal.

Estimada xandryx. "capítulo 2… genial". Empiezas bien. Siempre es bueno comenzar recordándome que soy un genio. A veces se me olvida…¿o era la modestia la que se me olvida?

Estimada xandryx. Confesarse en el fin del mundo, un clásico.

Estimada xandryx. Sí, son muchos capítulos y sí, es tentador ir salteando pero…más adelante aparecen historias y personajes que se interrelacionan. Aunque puede parecer caótica, la colección tiene un orden y cada pieza, su relación con las otras. Gracias por leer.

Estimada xandryx. La intensidad también es marca de la casa. A veces para generar suspenso pero en general por incapacidad de desarrollar mejor.

Estimada xandryx. El hospital, un escenario recurrente.

Estimada xandryx. Todavía sigo sin ganarle a Minefine7 al juego de prohibido reírse.

Estimada blackpanterkjes. Yo me he acordado de todos vosotros y eso te incluye a ti.

Estimada Magginella. Dice minefine7 que le caes bien también. Bulmita dice que te perdona y Gohan que quiere que gane el Real Madrid. Veo que vas leyendo a buen ritmo. Te lo agradezco. Cada vez es más complicado tener lectores que suban toda la cuesta. O que simplemente se animen a intentarlo. Dice mucho de ti como lectora y por supuesto, es una gran prueba de que te gusta lo que lees. Solo necesito una Magginella nueva de vez en cuando para saber que vale la pena seguir actualizando. Gracias.

Mmmm. Literatura infantil y juvenil, ¿eh? Pues me gustan mucho esos géneros. Me agradaría leer tu opinión sobre "Marina, la sirena que no sabe nadar" que he publicado a parte de la colección. Es cortito, lo prometo.

Estimada xandryx. Bueno, si logras despertar a una moribunda, cualquier método que uses es original. Claro que yo prefiero este.

Estimada xandryx. ¿Qué significa "charro" en Colombia? ¿Gracioso?

Estimada xandryx. Es un chiste del Monkey Island 1 que era y es mi juego de computadora preferido.

Estimada Beatfox. No llores. El objetivo solamente era hacer sufrir a los lectores. Nada más. Uffff, ahora me siento culpable. Te agradezco los cumplidos. Seguro que más adelante te hago reír también.

Y un saludo muy grande a todos los que me agregaron a favoritos en estos días. Ya estamos por llegar a la primera centena.