Perdido y olvidado

Capítulo 1: Una travesía inaguantable

Era un día de sol radiante. Harry Potter estaba descansado en una roca bajo un árbol que le daba algo de sombra. Había estado caminando por una hora sin ningún resultado: definitivamente no sabía en dónde se encontraba y no tenía manera alguna de comunicarse con Inglaterra o con algún ser humano que lo pudiese ayudar.

- ¡Y no puedo usar mi varita para desaparecer! – se quejó mientras tiraba unas piedritas al árbol. Sí, era cierto. Harry Potter no podía usar su varita para realizar grandes hechizos porque luego de la última gran batalla con Voldemort le aconsejaron no invocar ningún hechizo que requiriese gran concentración mental ya que eso podría consumirle toda la magia de su ser. Y no quería arriesgarse a ser un squib por el resto de su vida. Temía desaparecer porque no sabía en dónde estaba y cuánta energía iba a necesitar.

- El gran Harry Potter convertido en un squib... – suspiró – eso sí sería un buen titular para que Creevey ponga en el Profeta.

Ya habían transcurrido algunos cuantos años de aquella batalla. Y se odiaba por no querer reflexionar mucho sobre eso. Es que unos días después, o habría sido un año después, no podía decir exactamente cuando, un vacío se había adueñado de su mente y de su alma. Su vida posterior a Voldemort había fluido como un río que no tenía un final fijo. Solo sabía que en Hogwarts había decidido ser Auror, sabía que en la academia lo aceptaron a pesar de sus problemas con la magia, pero sabía que aun tenía algo pendiente por hacer y que aunque su mente lo convencía de que todo estaba bien, su espíritu lo quería persuadir de lo contrario.

Comprendía ahora que no tendría que haber aceptado ese trabajo en Italia. Se suponía que debía haber ido un agente del Departamento de Regulación de Criaturas Mágicas. Pero estaban todos ocupados entrenando dragones para reemplazar a los actuales guardias de Azkaban. Y Hermione Granger, quien trabajaba allí, le propuso a su jefe que lo llamaran a él. Ya se había mentalizado que cuando encontrara la manera de regresar a su departamento en Diagon Alley, lo primero que iba a hacer, seria decirle unas cuantas cosas a Hermione. Sentía que le salía fuego de sus fosas nasales, de la misma manera que hacen los dragones.

Insultó en el aire y se paró para seguir caminando y buscar alguna clase de señal que le indicase en qué parte del planeta se encontraba. Comenzó a tararear una canción que se le había pegado en la cabeza para no pensar mucho en su situación. Sabía que lo peor que podía sucederle, era que le diera un ataque de pánico. No. Se tenía que tranquilizar y tratar de pensar como un auror.

- ¿Qué es lo que haría Moody en una situación como esta? – pensó Harry - ¿Por qué no me habrán dado el entrenamiento de supervivencia que recibe cualquier auror? – y con un tono sarcástico que se le había pegado de tanto tiempo estar con Ron, continuó - ¡Oh, no! Es Harry Potter y, claro, todos asumen que porque venció a Voldemort va a poder superar cualquier obstáculo, como estar perdido EN EL MEDIO DE LA NADA – la última parte necesitó gritarla sintiendo la frustración que se le iba cumulando cada segundo que pasaba allí.

- ¡Hey, loco, tené un poco de cuidado por donde caminás, che¿O no te dassss cuenta que hay otros sssseressss por acá? – una voz muy siseante le llamó.

Harry empezó a buscar la voz por todos lados pensando que no sólo estaba perdido físicamente, sino también se estaba perdiendo mentalmente.

- ¡Acá abajo, chabón! – Harry definitivamente se estaba volviendo loco. Estaba escuchando una voz, y con un acento bastante particular. Harry empezó a buscar la voz por el suelo y encontró la fuente. Una viborita verde pardusca lo estaba mirando con ojos entrecerrados. Al menos, entrecerrados para una víbora. Parecía enojada. Harry se dio cuenta que casi la había pisado. Pero ahora sonrió un poco al ver a alguien que tal vez lo pudiese ayudar.

- Bendito sea Voldemort por haberme hecho capaz de hablar a las víboras – murmuró.

- Dime...

- Pancho, misss amigozz me dicccen Pancho.- Le aclaró mientras que se enroscaba en un arbusto para estar a la altura de Harry.

- Pues, Pancho. ¿Podrías decirme en donde estoy, no?

- ¡Claro que sssí! – Una gran ola de alivio estremeció a Harry y puso una sonrisa de oreja a oreja. – Esssto esss la montaña, la másss alta por supuessssto.

Harry Potter se pasó una mano por el pelo y se tapó los ojos de pura frustración. – No mates al único ser que te puede llegar a ayudar en este caso. – Se dijo y miró fijamente a la viborita que ya había empezado a bajar del arbusto.

- ¡Espera!- Harry extendió la mano para que frenase y la víbora volvió a subir el arbusto.

- ¿Qué querésss?

- Necesito tu ayuda...

La viborita volvió a bajar del arbusto mientras que se reía a carcajadas.

- ¿Ayudar¿Yo? Creo que estásss muy confundido. Las víborasss ya no ayudan a losss de tu essspecccie. No, no, no. Esss que essstá passsado de moda. Ademásss no tengo tiempo para ayudar. Essstoy bussscando pareja para ir al baile anual en el bosssque.

Harry miraba atónito a la criatura. No sabía si tenía que reír. Jamás había escuchado de una víbora que se preocupara por estar a la moda ¿Y quién disponía la moda en estos confines de la tierra? Claro, eso era si estaba en un confín de la tierra. Tal vez estaba en Inglaterra, o Francia (si era tan importante la moda) o aun seguía en Italia. Pero no se quería arriesgar.

- ¿Y podría ir yo al baile? – preguntó esperando encontrarse con víboras de mayor coeficiente intelectual que pudiesen brindar un poco más de ayuda.

- No – le contestó simplemente mientras se iba.

- ¿Y por qué no? – Harry exclamó detrás de ella.

- Sssimple, - dijo deteniendo su andar y dándose la vuelta para mirar a Harry, - losss humanosss no tienen permitido particccipar en ninguna actividad en el bosssque desssde hace variosss mileniosss ya. Essso hasssta lo sssaben losss másss tontosss. Pero tal vezzz vosss seasss másss tonto que un tonto... ¿cómo le dicccen¿Un gilimonqui? – y continuó arrastrándose por el suelo lleno de hierbas verdes que dificultaban encontrar al animalito.

Harry estaba desesperado ya. Pancho no parecía tan tonto como se veía. Tal vez lo diferente de este lugar era que los animales eran más inteligentes que los seres humanos. Tal vez... Y si lo eran, entonces eso significaba que no iba a tener que encontrar a ninguna otra persona para volver a Inglaterra. El único problema era que los animales, o al menos Pancho, no tenían la más mínima noción de geografía.

- ¡Pancho!, - Harry empezó a llamarlo para que la víbora no se fuera. Tenía que ir a ese baile. Definitivamente parecía la única solución por el momento. Tal vez fuese un riesgo pero era el riesgo que no lo iba a dejar sin magia.

- ¡¿Ahora que querésss, loco?! Ssse me haccce tarde...

- Es que necesito ir al baile – Pancho lo miró desconfiadamente y Harry decidió decirle la verdad. Suspiró – Mira, Pancho, estoy en graves problemas, necesito volver a mi tierra pero no sé cómo. Si me dejaras ir a ese baile tal vez encuentre a alguien que me pudiese ayudar...

La víbora lo miró por un rato sin moverse y luego bajó su cabecita y suspiró. Volvió su mirada a Harry y pareció oírle decir – Yo sssabía que no ssse podía llegar a esssperar nada bueno de un humano que podía comunicarssse con losss de mi essspecccie... – y luego dijo en voz más alta – Essstá bien, sssólo por esssta vezzz. Te llevo al baile pero con una condiccción...

Harry afirmó con la cabeza.

- Que no vasss a decccir que fui yo el que te llevó. No quiero perder nada de prestigio allá. Me ssseguissstess, y yo no me di cuenta y... estem... y...

- No nos conocimos nunca. Sí, trato hecho. – Dijo Harry bastante satisfecho por haber llegado a un acuerdo.

- ¡Bien! Ahora necesito una hembra para que me acompañe. ¿Creésss que mi nueva piel esss lo sssuficientemente atractiva?

Harry contestó que sí, aunque en su opinión era bastante simplona. Claro está que Harry no era ninguna víbora y no tenía experiencia en ese campo. ¡Es más! Ni siquiera había tenido tiempo como para tener una relación seria y duradera con nadie como para obtener algo de experiencia. Pero no había tiempo para ponerse a discutir sobre ese tema. No quería amargarse con el hecho de que la vida no había sido nunca generosa con él, y que nunca tendría una familia más allá de lo que significaba su círculo de amigos.

Resulta que Harry ya casi no tenía tiempo para socializar mas allá de ese círculo, solo entablaba conversaciones con extraños por cuestiones laborales. Y jamás con otras intenciones. Aparte, desde que había terminado Hogwarts pasó su vida en actividades que le hicieran olvidar todo lo que había vivido. Todavía tenía pesadillas y le costaba mucho detenerse a reflexionar en los momentos que enfrentó a la mismísima muerte. Hermione una vez le dijo de manera muy sutil que intentara hablar con alguien, un psicólogo. Pero Harry no era una de esas personas que simpatizaban con esos analistas de cerebros. Para nada. Prefería no pensar, aunque en el fondo de su ser deseaba encontrar a alguien que entendiese sus problemas. Porque ese era el verdadero inconveniente. No importaba a quien le hablase, nadie, absolutamente nadie, iba a ser capaz de comprenderlo como él deseaba.

Pero en el momento que empezó a dar vueltas sobre su problema, Pancho apareció acompañado de dos víboras mucho más grandes que él. La viborita iba orgullosamente arrastrándose como si fuese el dueño del mundo y le guiñó el ojo a Harry, o eso le pareció. Tan ridícula era la situación que Harry tuvo que aguantarse la risa.

Haciéndose el distraído empezó a seguir a las víboras quienes llevaban una conversación muy animada. No por curiosear, pero porque no había otra cosa que hacer, Harry se puso a escuchar.

- ¿Qué decccíssss, Cata? Sssabés que yo no ssssería capazzz de hacccerte nada. Al menosss no como essse Pucho con el que sssaliste tanto la sssemana passsada. – le indicó Pancho a la víbora más grande.

- Esss verdad, Cata. Yo, sssi fuessse vosss, no le hablaría nunca más. Acá Panchito bonito esss un caballero de losss que ya no quedan. – Dijo la otra víbora con un tono de orgullo que daba risa.

Y Cata, la víbora más grande contestó – No me importa lo que digan... Ussstedes ssson unos jovenzzzuelos y no sssaben NADA. – Lo dijo en un tono tan terminante que hizo que las otras víboras se callaran. Harry seguía aguantando la risa. Jamás se imaginó ver una escena de telenovela mexicana entre unas víboras.

Continuaron caminando. Ya casi era de noche y se veía el sol ocultándose entre las montañas. Corría un viento fresco pero no molesto. Estaban aproximándose a un bosque tumultuoso. Harry miró a su alrededor y tomó la varita. Siempre caminando cautelosamente para no llamar la atención de Pancho y sus amigas. Una vez en la entrada, Pancho les indicó a las otras víboras que siguieran adelante, que él ya las iba a alcanzar. Cata y la otra lo miraron sospechosamente pero no dijeron nada y continuaron. Una vez que las perdió de vista se dirigió a Harry.

- Mirá, che... – le dijo en voz baja – ya essstamos llegando y te tenía que decccir algunasss cosssitas de antemano. – Harry escuchaba atentamente. – Cuando lleguemosss allí losss que más te van a poder ayudar ssson losss que másss te van a querer matar. Sssi querésss sssalir con vida, mejor disssfrazzzate de algún animal.

- ¡Pero no puedo¡No soy un animago! – Pancho tenía cara de perplejo y continuó.

- Al menos que quierasss seguir con vida yo te recomendaría ssseguir mi consssejo... pero sssi no podésss, viejo... essstá bien... Essstaba pensssando que tal vez te podríasss presssentar como el último gran mono del monte.

Ahora era Harry el que había puesto cara de perplejo. ¿Ultimo gran mono del monte? Eso sí que sonaba raro. Pero no dijo nada y dejó que continuara hablando.

- Nadie sssabe cómo eran, asssí que no va a ssser un problema. Pero la leyenda cuenta que el último gran mono del monte tenía la cossstumbre de meterssse el dedo en uno de esssos agujerosss por donde ressspirásss...

- ¿Meterme el dedo en la nariz? – Harry comenzó a pensar que todo eso era una broma.

- Sssí... ¿qué hay de malo en essso?

- No, nada... ¿Estás seguro?

- Por sssupuesssto – contestó con toda seguridad. – y ademásss tenésss que decir "rayosss y cccentellas" cada vez que terminésss de decccir algo.

- Esto es una locura – pensó Harry en voz alta sin darse cuenta y luego se sonrojó al darse cuenta lo que había hecho.

- Ssserá una locura pero pareccce que esss tu única sssoluccción.

Lamentablemente era cierto.

- ¡Ah¡Otra cosssa másss! – Harry no se podía imaginar qué otra locura tenía que hacer – no te presssentésss hasssta que no haya asssegurado un encuentro con Cata ¿Essstá claro?

- Sí, seguro...

Y ambos se adentraron al bosque en donde Harry se escondió detrás de unos árboles mientras que esperaba que Pancho se fuera con Cata. El baile consistía en un gran encuentro de criaturas del bosque en donde socializaban, por decirlo de alguna manera, con los del sexo opuesto. Pancho le indicó discretamente unos animales que estaban en un costado. Definitivamente daban miedo. Uno parecía ser una acromántula, una araña gigante como la que Harry y Ron se habían encontrado en el bosque de Hogwarts. Pero esta se veía diferente, más joven tal vez. A su lado había un quintaped (una bestia carnívora gigante con gran inclinación por comer humanos), una gran boa constrictora y otra bestia que jamás había visto en su vida: tenía cuatro ojos y el cuerpo de una serpiente.

De repente Harry vio que Cata y Pancho se estaban retirando. Otra vez Harry sintió ganas tremendas de reírse pero tenía que concentrarse en cosas más importantes. Así que se presentó ante las criaturas con un dedo en la nariz y dijo:

- Buenas noches seres de este bosque, soy el último gran mono del monte y venía a hacerles unas preguntas, rayos y centellas. – Harry se quedó callado sin mirar directamente a los ojos por temor a parecer irrespetuoso. Le parecía todo una ridiculez pero se sentía bastante seguro cosquilleando la varita en su bolsillo.

Mientras, las bestias se miraban perplejas las unas y las otras y se comenzaron a reír. Finalmente la acromántula habló:

- Humano, no es necesario toda la actuación, eso del último gran mono es una vieja broma que se hace por el bosque.

Harry levantó la mirada medio espantado y apretó la varita, asegurándose que aun seguía en su lugar.

- ¿Qué quiere? Hace mucho que no veíamos a ninguno de su especie por aquí. Y estoy seguro que mis amigos y yo disfrutaríamos mucho un festín con su carne. – con este último comentario Harry tragó saliva y se propuso matar a Pancho si salía vivo de esa situación.

- Estoy tratando de volver a mi tierra. Misteriosamente aparecí por aquí y no sé cómo regresar.

La acromántula sonrió – No es necesario que busque más, humano, nosotros solucionaremos todos sus problemas.

Harry vio la cara ansiosa de las otras bestias. Un líquido espeso comenzó a salir de la boca del quintaped. Y la bestia que no podía ubicar comenzó a acercarse. Harry dio tres pasos hacia atrás y apuntó su varita.

- Un paso más y se arrepentirán de haber deseado que sea su cena – les amenazó en la lengua de la serpiente sin darse cuenta. Y la boa hizo que la bestia desconocida parara.

- No sé quien eres, pero no recibimos a ningún humano en este bosque. Y hace años que no vemos a uno de los tuyos. Y menos a uno que pueda comunicarse con serpientes. – Harry seguía apuntando su varita – lamentablemente no podemos dejarte salir vivo... son las reglas.

Y así la bestia de cuatro ojos continuó avanzando hacia Harry...


Notas de la autora:

1. Chabón es una expresión argentina, tengo entendido que originalmente la utilizaban en los tangos para referirse al matrero (aquel fugitivo de la ley que buscaba el campo para escaparse). Pero luego supongo que se mezcló con chavo, que usan los mexicanos. Y entonces ahora se usa igual que "chavo".

2. Gilimonqui… esta es una palabra inventada. Sería como una manera suave para decir cierta mala-palabra española que empieza con gil y termina con el femenino del pollo. En este caso es un gil y un monkey (mono en ingles). Si mal no recuerdo, y para dar los créditos correspondientes, la inventó Marta, la amiga de Teresa (que es mi amiga y repetía la palabra todo el tiempo).

Pancho y cia. hablan en argentino (solo que con demasiadas sss), así que se pueden dar una idea de donde esta Harry.

Comparé la situación entre las víboras con una telenovela mexicana, lo cierto es que se puede comparar con cualquier telenovela latina. Pero cuando escribí la historia era fanática de las que hacía Thalia y de no-me-acuerdo-cómo-se-llama que hizo La Usurpadora (entre otras…)

¡Espero que les haya gustado! Esta es una historia viejísima (la comencé en el 2001), pero decidí que era hora de terminarla.

Quiero agradecer a Pottercita que aceptó ser mi betalectora a pesar de estar súper ocupada con un megaproyecto que ni siquiera le permite acabar sus historias.

Y por último, gracias a todos los que pasaron y dejaron sus opiniones. Las aprecio muchísimo.