Capitulo 25. "La Verdad. Parte 3".
Pasó el resto del día tratando de recordar algo más de la noche anterior, pero solo podía recordar retazos de la noche, y eran demasiado borrosos.
El inútil portero dijo no haber visto a la chica que él le describió, probablemente se fue durante el cambio de turno o algo así.
Había sido irresponsable de su parte comportarse de semejante manera. Debió haberla llevado al hospital, esperado que alguien en el Club la reconociera y la llevara a casa. Luego frunció el seño, el no era su maldita niñera.
Decidió solo hablar con sus contactos en la policía para que cerraran ese local y luego ir a un laboratorio privado a hacerse los análisis necesarios.
Era poco probable que se contagiara de algo, pero si existía la posibilidad, era mejor estar prevenido.
Después de un mes, el tema casi salía de su mente, tenia mejores cosas en que pensar que en una mocosa escapista. Sus clases comenzaban después del verano y tenía que preparar todas sus clases y los métodos de enseñanza.
El día después de una pesada jornada en la Universidad, aunque aún no comenzaban clases tenía que ir conociendo su lugar de trabajo, el portero lo recibió con una sonrisa agradable mientras le abría la puerta. Miró hacia abajo por curiosidad y notó que en el bote de basura había una carta color blanco con una estampa de luna al frente. No le tomó importancia, y subió a su departamento.
Últimamente estaba pensando en mudarse, pagar renta no era algo que le agradara, y sería mucho más práctico mudarse a una casa espaciosa... No era que dormir en su habitación le hacía recordar a la escurridiza chica de ojos adorables y sonrisa dulce.
Frunció el seño ligeramente, mientras sacaba una botella de whiskey y se lo servía en un vaso. No tenia caso seguir recordándola, ella claramente se había olvidado de él bastante rápido, así que el haría lo mismo. Solo había sido una aventura de una noche... No tenía sentido dedicarle más tiempo del necesario. Solo tenía que sacarla de su mente y olvidarse de que alguna vez la conoció.
Excepto, Pensó con ironía, que nunca lo había echo realmente.
No es que se hubiera obsesionado con ella o algo así, pero siempre le llegaba el vago pensamiento a la mente.
El día que la había vuelto a ver, 4 años después del suceso, había sido caótico, por no decir menos.
Había llegado a una de las clases antes de su hora de almorzar, había estado de mal humor por tener que aguantar a alumnos incompetentes todo este tiempo, no era nada divertido calificar exámenes, corregir tareas y evaluar proyectos a medio terminar. Los inútiles se rendían a mitad del procedimiento y terminaban haciendo un patético esfuerzo.
El nuevo grupo de alumnos que se le habían asignado no parecía diferente al resto, un montón de adolescentes en cuerpos de adultos parloteando, haciendo estupideces para impresionar a los demás o viendo sus teléfonos.
Recordó que le habían dicho que fuera "paciente" con ellos, pero ya había llegado a su escritorio y ninguno parecía haberlo notado.
Se paró detrás de su escritorio, cruzando los brazos sobre su pecho, mirando al grupo más grande de chicos reunidos en el centro.
Cuando estos lo notaron, casi sonrió al ver las miradas de asombro, incomodidad y miedo que empezaron a surgir de ellos mientras finalmente tomaban asiento.
Poco a poco todos se quedaron en silencio, sentados en sus asientos, rectos como flechas y no se atrevían ni a respirar.
Oh, el dulce sonido del silencio era hermoso.
Escribió su nombre en el pizarrón, dio las indicaciones clásicas del primer día como criterios de evaluación, horarios de atención estrictamente establecidas y les informo del programa de clases que debían leer para que no hubiera confusiones más adelante.
Una vez que termino las indicaciones, empezó a dictar el primer tema, escribiendo en el pizarrón y dictando al mismo tiempo, sentía una pequeña sonrisa querer escaparse de su rostro al escucharlos pedir que repitiera algún reglón, por supuesto, los ignoraba y continuaba como si nada, dejando un corto periodo de tiempo antes de borrar y escribir la siguiente parte.
Para la mitad de la clase, estaba bastante satisfecho de ver que la mayoría parecía estresado, nervioso, o lo miraba directamente con rencor, como aquella guapa chica de ojos rojos.
Sin darle más importancia, volvió a borrar el pizarrón, escuchando quejidos de parte de sus alumnos, y uno que otro pedido de que parase.
Su mano se detuvo a la mitad de una oración que estaba escribiendo.
Escuchó un par de murmullos.
No eran altos, pero como el salón estaba casi en silencio, se podía oír al menos que eran dos chicas susurrándose algo.
Lentamente se dio la vuelta.
Todo el mundo escribía, excepto dos personas.
En la parte de en medio de las butacas, había dos chicas hablando en susurros, con ademanes algo exagerados.
En cualquier otra clase hubieran pasado desapercibidas... En otra clase habría más ruido que camuflara su cháchara.
Se alejo en silencio del escritorio, subiendo los peldaños hacia ellas. Los estudiantes dejaron hasta de moverse cuando se acercaba.
Se detuvo en la hilera, al lado de ambas. La de ojos rojos lo notó y le dio un golpe en el brazo a su compañera para que volteara.
Su aliento quedo atrapado al volver a ver esos inocentes ojos marrones mirándolo. Al principio solo se miraron un instante, hasta que la joven aparto la mirada con vergüenza y se quedo mirando fijamente sus notas con timidez.
Se aclaró la garganta al notar que eran el centro de atención.
-¿Mi clase es lo suficientemente aburrida como para que estén hablando? –Dijo con su tono de voz más tranquilo, haciendo que muchos de sus estudiantes jadearan con terror. Era casi divertido. Casi.
Las dos negaron rápidamente, luciendo algo aterradas.
-N-no, señor... Etto...
Ella empezó a balbucear cosas muy rápidamente en un idioma que reconoció como japonés. La otra muchacha le tomo la mano para calmarla, lo que lo hizo fruncir el seño con disgusto.
-¿Nombres?
-Kagura Muso. –Dijo la chica de ojos rojos con tono arrogante.
-Ju-Ju-Jundo Rin. –Murmuró la de ojos cafés con timidez.
-Señorita Muso, Señorita Jundo, tomen sus cosas.
Ambas se sobresaltaron, y al parecer querían protestar, pero su mirada se endureció, haciendo que obedecieran de inmediato y sin replicar.
Cuando las dos se levantaron, les hizo una seña de que lo siguieran, se detuvo en las bancas de la primera fila que estaba vacía, y dijo con voz muy seca: -A partir de ahora, se sentaran aquí, ya que, al parecer, no son capaces de mantener la atención de la materia a una distancia tan lejana.
Una pequeña risa lleno el ambiente, pero una mirada hizo que todos callaran.
La de ojos rojos iba a decir algo cuando la más pequeña de las dos tomo su mano y la arrastro al asiento junto al suyo sin discutir.
No estaba seguro de porque, pero sintió una picazón molesta en el estomago al ver la pequeña mano sobre la de esa mujer, como si ella tuviera poder sobre su actitud... Como si fueran... Pareja.
-"No es tu asunto". –Se recordó.
El resto de la clase se la paso más tensa, pero se dijo que fue por la interrupción de esas dos.
Aunque otra pequeña parte en el le dio una punzada ya que ella no lo volvió a mirar el resto de la clase.
Al final, de la clase, todos salían apresuradamente, sobre todo las dos muchachas de la fila de enfrente, Muso tomo a Judo de la muñeca y la llevo arrastrando hacia fuera del salón apenas sonó el timbre de salida. Jundo volteo su mirada hacia él por un momento antes de desaparecer por la puerta.
. . .
Ya que eran profesor y alumna, no podía simplemente acercársele. Era una chica joven con espíritu alegre y demasiado malditamente amable con todos.
No estaba acosándola, claro que no. Pero cada vez que la veía por los pasillos estaba con Muso a su lado charlando, o estaba estudiando en una mesa de la cafetería con una cara de frustración, o le sonreía estúpidamente a cada maldita persona que veía, era demasiado malditamente sociable.
Noto que al principio era seguida por muchos chicos, algunos ofreciéndose a llevar sus libros o a llevarla en su coche, claramente con otras intenciones tomando en cuenta como miraban el escote de sus blusas, pero poco a poco el número de "admiradores" se reducía hasta que solo la veía con su única amiga.
Después de un par de semanas, notó que ella faltaba a más de la mitad de sus clases en la semana, como lo reflejaban sus apuntes mediocres y tareas mal completadas.
Al final, se dio cuenta de que Jundo no tenía idea de quién era él. Al principio creyó que solo estaba disimulando, dado que ahora no podían, ni debían, tener ningún tipo de acercamiento que no fuera meramente académico.
Una tarde, cuando ella le entregó su tarea, le dio una sonrisa tentativa y tímida. No una picara como el de una mujer que trataba de coquetear, era la que ponía una persona al conocer a alguien nuevo y trataba de causar una buena "Primera Impresión".
Ella actuaba como si no lo conociera.
Ella no lo reconocía.
Ella no sabía quién era él.
Poniendo su mejor cara de piedra le hizo un gesto de desdén, descartando su intento de amabilidad.
Su cara tímida y amable se transformo a una triste y confusa, pero regreso a su asiento sin decir una palabra.
Esa noche, en la soledad de su hogar, pensó en que tenía mucho sentido, en realidad. Si el apenas recordaba lo que paso, y la reconoció por que la vio antes en la pista de baile, ¿Cómo iba ella a recordarlo si había estado mucho peor que él?
La verdad era clara, sea lo que fuese ese pequeño encuentro aquella noche había sido solo eso, un encuentro de una noche y no tenia porque hacer más grande el asunto. El podría tener una fijación por su alumna, pero ella no la tenía hacia él. No es que tuviera alguna intensión de esclarecer a la implicada sobre el hecho. Si Jundo pensaba que él era un imbécil malvado e inflexible, que así fuera.
Ser considerado como un "Demonio de Ojos Crueles", era mejor que la alternativa.
A veces se llegaba a preguntar como hubiera sido la situación si la pequeña de grandes ojos lo recordara. Probablemente eso volvería incomodas las conferencias en las que ella estuviera presente. Tener que recordar el evento cada vez que la miraba ya era distracción suficiente.
La parte más agravante era precisamente esa, nunca había podido bloquear por completo la imagen de Jundo. Sin importar cuánto se concentrara en sus trabajos o temas, cuando la miraba era imposible no notarla y no pensar en... "eso". Sentía esa asquerosa necesidad de atención.
Ella era una chica muy emocional, extrovertida, que necesitaba de la gente y compañía de otra gente para sentirse feliz.
Era lo contrario a él en ese sentido, y ver a la gente de esa manera le irritaba todo el tiempo, porque le recordaba a la estúpida amante de su padre. Era tan patética como para aceptar ser una simple sirvienta en su hogar, regalando a su hijo para que otros lo críen mientras ella disfrutaba de las noches libres de su padre, solo para sentirse solo un poco especial. Odiaba a la gente así.
Afortunadamente, ya que ella parecía tener muy poca interacción social fuera del Campus, había dejado de recibir tanta atención de otras personas, pero aun así era una distracción.
Más distracción de lo que debería haber sido.
Sin quererlo, llegaba a fantasear con arrojarla a su escritorio y follarla aunque todos los estuvieran mirando, meterla en su coche y que le hiciera una mamada en el asiento trasero, o que fuera a verlo después de clases pidiéndole una segunda oportunidad para pasar su clase a cambio de lo que él quisiera.
A veces se sentía un enfermo por fantasear con esas cosas, pero no tenia de que avergonzarse, las fantasías nunca le hacían daño a nadie, y ciertamente no tenia ningún interés de llevarlas a la realidad...
O eso pensaba.
-Señor, yo... –Trago saliva. – ¿Hay alguna manera en la que yo pueda mejorar mi calificación? Hare lo que sea... Cualquier cosa.
Le tomo varios segundos procesar lo que le había dicho.
Honestamente, cuando comenzó ese día, este era el último resultado que había esperado. La escaneo por varios segundos. Seguro como el infierno que ella no era así. Le dio un par de intentos para que se retractara, pero ella no desistió.
Sería tan fácil decirle que se fuera, llamar al director y que fuese expulsada de la escuela. Al menos finalmente podría poner tierra de por medio. Finalmente podría hacer que ella se largara de su vida.
Pero la tentación no solo era mucha... Era el deseo quemando en su piel lo que lo sorprendió.
Él no era esclavo de sus impulsos... Sin embargo, se dijo a si mismo que era la oportunidad de finalmente sacársela de su sistema. Probablemente ella sería terrible, y nada espectacular...
Se había equivocado.
La mamada fue torpe en sí misma, pero eso lo había hecho ponerse más duro de lo que nunca había estado en su vida.
Lo que más lo molesto no fue que ella le recordara al final que no lo hizo por deseo, sino por sacar algún beneficio.
No es que él quisiera que la chiquilla estuviera enamorada de él o algo, pero era estúpido sentirse tan Obsesionado con una persona que ni siquiera soportaba.
Había sido un imbécil con ella el resto de la semana, lo aceptaba. Pero era asquerosamente frustrante verla allí tranquilamente sentada en su silla, con su estúpida y tierna carita, con sus asquerosamente preciosos labios, sus grandes ojos cafés llenos de confusión y nervios. Había tenido su polla dentro de su boca, y aun así no podía sacar esta sensación de su sistema. Como que... No había sido suficiente.
Así que eligió lo más lógico: tomar rencor por la causante de sus males. Por haberlo hecho débil.
Fue divertido verla lanzarle "Miradas Asesinas", que naturalmente no parecían asustar ni a un cachorrito. Fue divertido verla encogerse en su lugar por la vergüenza cuando no respondía una pregunta oral de manera correcta. Fue divertido recordarle su lugar.
...No fue nada divertido que su estúpido cuerpo reaccionara a cada gesto, o que se sintiera culpable cuando agachaba la mirada con derrota, o que su polla siguiera poniéndose dura con la pura vista de los rosados labios formando un puchero, o mordiendo la punta del lapicero, o siendo encajados por los perlados dientes...
Era estúpido. Y frustrante. Y algo aterrador.
Por eso se sorprendió un poco la nota de la pequeña amenaza. Le dijo que fuera a su oficina después de sus clases.
Y ella fue.
Su valentía no supo si admirarla o despreciarla. Por un lado, estaba sorprendido de que lo hubiera hecho y que le respondiera tan mordazmente. Quería alejarse, quería consumirla, quería todo de ella...
No estaba en sus planes que su... "Atracción" por ella saliera a la luz, pero ella lo notó. Fue algo adorable su reacción, pero también lo exasperaba.
Era verdad que estaba completamente loco por repetir lo del día anterior, pero su trabajo era más importante que una boca bonita. Pero iba a ser completamente negligente en sus clases si no lograba controlarse alrededor de ella.
Así que le propuso lo obvio, una buena cantidad de dinero por unas mamadas al mes. Ella peleo y pataleó, pero al final acepto... Después de aumentar la oferta.
No quería sonar tan desesperado como para tener que pagar por sus apetitosos labios, pero necesitaba sacársela de su sistema.
No funciono.
No importaba cuantas veces se viniera en su boca, cuantas veces la mirara con los ojos medio nublados por el esfuerzo, no importaba cuantas veces terminara de rodillas frente a él.
Aún sentía que no era suficiente.
-¿Me puede pagar ahora?
Pago. Correcto.
No exactamente un aliciente para su libido el recordar que ella estaba haciendo esto solo por dinero.
Sin embargo, era su momento de recuperar algo de control. Siempre había querido besar esos suaves labios, descubrir si sabían también como se veían.
Cuando ella finalmente acepto, fue casi vergonzosa la manera en que ataco esos rosados y bien usados labios.
Y fue peor aún que ella tuviera un sabor tan dulce. Tan adictivo. Tan asquerosamente necesario.
Cuando se separó, su polla estuvo a punto de ponerse dura de nuevo cuando ella abrió los ojos y su mirada estaba nublosa y medio adormilada.
Con una chingada.
Bufó y la empujo de su regazo, esta muchacha le estaba haciendo perder la cabeza.
Esto estaba volviéndose cada vez más complicado, pero aun así, no podía parar. No quería para. No aun.
Así que, ya que ahora la había besado una vez, ¿Por qué detenerse ahora?
Había besado sus labios tantas veces que ya debería de haberse aburrido. Pero fue todo lo contrario.
Sin importar cuantas veces la llamará a su oficina y besara sus labios o follara su boca, no tenía suficiente. Lo cual era una jodida.
Esta vez había querido llegar más lejos, que sus suaves manos tocaran su polla mientras lo miraba a los ojos, y después tal vez el podría...
Sus fantasías se interrumpieron con el sonido del jodido teléfono.
Contesto ya de por si enojado, y al escuchar la voz del juguete de su padre no ayudaba.
Presto atención a la mitad de las cosas que parloteaba. De alguna manera acepto ir, para que lo dejara en paz, o por que la mujer en su regazo lo volvía más... suave.
Por supuesto que no lo diría en voz alta. Pero si iba a ser molestado por su padre, el también podría molestarlos, y tenía la perfecta justo sobre él.
–Wow, espere un segundo. Yo no puedo ir a ningún lado. Hablo enserio. No puedo. –Le dijo. –Tengo dos niñas pequeñas, tienen solo 4 años, no puedo dejarlas el Fin de Semana. No tienen a nadie más.
¿Hijas? Debió haber escuchado mal. ¿Dos niñas pequeñas?
Tenía que ser alguna excusa para no ir.
- Su niñera habitual tiene el fin de semana libre. Ninguno de mis amigos sabe cómo cuidar niños, y no tengo familia.
-Bien, trae a las mocosas con nosotros.
No tenía tiempo que perder discutiendo con ella, ya tenía un dolor de cabeza y no quería seguir discutiendo.
Le tomo relativamente poco ir a su casa, darse una ducha, empacar e ir a comprar unos asientos para niños. Jamás pensó en que ocuparía uno de estos.
A él no le gustaban los niños. Eran ruidosos, desagradables y llorones: cualidades para las que no tenía paciencia.
Se detuvo frente a la casa, miro el edificio viejo donde la chica vivía. Ahora podía entender un poco mejor como es que aunque le pagaba una cantidad ridícula de dinero, seguía vistiendo ropas viejas y deslavadas. No es que se viera mal, pero aún así, era extraño.
Ella bajo poco después con dos niñas pequeñas.
Una de cabello blanco y otra de cabello oscuro.
Las dos eran muy parecidas a su madre... Y también tenían un par de rasgos familiares.
Eran muy educadas y hablaban claro; él habría esperado unas niñas malcriadas, molestas y gritonas como su fastidiosa cuñada.
Al parecer estas niñas no eran así.
Mientras más las veía por el retrovisor, más escuchaba sus pequeñas voces, mientras más las conocía, le parecían cada vez más entrañables. Lo cual era probablemente una jodida.
Él no sabía... ¿Por qué no se lo había dicho?
Cualquier otra mujer hubiese ido tras de él, o su dinero, si hubiera quedado embarazada. Era casi una norma tomando en cuenta su posición económica. Pero ella no. Tal vez tenía que ver con que no lo recordaba.
Quizás.
. . .
Al llegar a la casa de su infancia, fue bastante malo para su juicio.
Afortunadamente, Jundo lo había ayudado a mitad del camino calmando su estrés de una manera maravillosa, así que no se sentía tan tensó como debería.
-Me gusta señor Sesshomaru. –La pequeña de cabello oscuro tomo su mano con una encantadora sonrisa.
Exteriormente, su rostro no reflejo nada. Por dentro, estaba cuestionándose un montón de escenarios. ¿Debería devolverle el apretón?, ¿Debería "sonreír"? ¿Debería decirle que se alejara?
Rin llamó a la pequeña para que se alejara, lo agradeció, porque no quería quedar como que estaba en una situación en la que no sabía qué hacer.
La reunión salió casi tan perfecta como lo planeó, claramente había puesto de mal humor a su madre. A su padre, por otra parte, había estado encantado con las pequeñas niñas y con Rin.
Cuando su madre pidió hablar a solas con él, lo tuvo un poco enfadado, y algo satisfecho, eso quería decir que enserio le había molestado la presencia de las tres aquí.
Se despidió de ella con un beso corto... O él había planeado que fuera corto, hasta que la pequeña chica lo retuvo entre sus brazos por más tiempo del que se consideraba educado. Sus labios tampoco querían separarse, pero algún día tendrían que hacerlo.
Dejó que se fueran a su recamara, y él siguió a sus padres, algo tensó.
Una vez que entró, esta fue la última conversación que esperaba.
-¿Vas a casarte con esa muchacha? –Le dijo Irasue una vez que se sentó detrás de su escritorio y se preparaba un té.
¿Casarse?
-¿Qué...?
-Bueno, hijo. –Su padre interfirió esta vez. –Llegas con esta hermosa jovencita y dos adorables pequeñas... Kami-sama, ¿Cuántas veces debo decirte que uses protección?
-No creo que deba hablar sobre mi estado civil con usted, debido a la razón por la que me trajeron aquí.
La mujer bebió un sorbo de su bebida caliente.
-Zero y su familia han sido una molestia desde hace un tiempo. Si no tienes intenciones de casarte con ella, como ya se me ha informado, espero que sea por una razón de más peso que el de no querer desposar a una dama distinguida y educada de una buena familia.
Sesshomaru entrecerró los ojos hacia ella.
-¿Qué estás diciendo?
La mujer lo miró con una encantadora sonrisa.
-Oh, por favor. No me vengas con esas cosas. Pero si lo tengo que decir, lo haré: No quiero que mis nietas crezcan en semejante ambiente de promiscuidad entre sus padres. Las jóvenes de su edad son fácilmente impresionables y no quiero que crezcan pensando que pueden salir con hombres mayores sin ningún compromiso de por medio. Así que, en este momento tú y el donde metes tu pene son ahora la menor de mis preocupaciones. Esas niñas son nuestro legado y quiero asegurarme de que tengan una buena educación desde ahora. –Se pinto los labios de un color morado profundo, sin prestarle atención.
¿Sus nietas?
-No son...
-Silencio, cachorro. No tienes que mentirme, son idénticas a ti, y solo un idiota no lo vería. Ya hablaremos después del porque vengo a enterarme 4 años después. Ahora lo que quiero es que arreglemos todo antes de que la prensa se dé cuenta de que hay dos pequeñas Taisho corriendo sin apellido por el mundo. Oh, ¿Por qué todos los hombres de mi vida deben ser tan idiotas y me hacen limpiar su desastre? –La mujer dijo con una falsa expresión de congoja y dramatismo exagerado.
Sí, pudo haber pasado otros 15 años sin pisar esta casa.
-Vamos, Sue, no seas dramática. –Su padre le sonrió con tranquilidad antes de alejarse a la ventana mientras tomaba un par de medicamentos.
Quiso preguntar, pero decidió que no era su asunto lo que él estuviera pasando si su padre no quería hablar.
. . .
La cena fue incomoda, más Que nada porque a su madre le gustaba ser un dolor de cabeza a propósito. Supuso que estaba probando como se comportaría Rin con su familia, aunque no estaba seguro de cómo se comportaría ella porque no sabía si ella pondría un pie en su casa de nuevo.
Sin embargo, ella estaba más entretenida platicando con Izayoi. No la odiaba particularmente, pero tampoco le agradaba. Era natural que se llevaran bien con Rin.
Tenían una personalidad muy similar, sus características físicas las hacia verse como de la misma edad, y hasta el aire de inocencia las hacía parecer que eran parientes. Lo que sería el colmo de su suerte que fuera así.
Lo creyó poco probable, tomando en cuenta que Rin parecía alguien de origen humilde.
La manera en que le cerró la boca a su estúpido medio hermano fue tan perfecta que hubiera querido tener una cámara en ese preciso instante.
Pudo ver la aprobación naciendo en los ojos de su madre, pero no quería ver más allá. Jundo no era su novia de verdad, y tampoco estarían juntos el tiempo suficiente como para ser algo más. Probablemente la jodería un par de veces antes de que se volviera aburrido y pudiera finalmente dejarla en paz.
Las niñas por otro lado, eran otro caso. Si realmente sus sospechas eran ciertas, y ellas eran sus hijas, realmente iba a tener que hacerse responsable de las dos.
Aún le quedaba una pequeña esperanza de que no fuera así, porque si no, tendría que decirle a Jundo la verdad... Y eso no era algo que él quisiera.
Solo serian más problemas de los que merecía la pena hacer hipótesis innecesarias.
. . .
No se esperó eso. Había esperado que su historia no le interesara. Él no quería saber su vida. Era un tema innecesario.
Pero no pudo evitar oírla. Claramente no había hablado de esto con nadie y necesitaba sacarlo. Él era una mierda consolando.
Y aún así, no pudo evitar sentirse... Incomodo. Recordó la pequeña carta en la basura. Seguramente el portero creyó que sería alguna loca ex novia o algo. No podía culparlo por desconfiar de ella...Y aunque se la hubiera dado, probablemente él la habría botado.
No queriendo pensar en eso, aprovecho el cambio de tema para rebatirle de manera cortante. No quería formar un lazo. No quería que se encariñara con él. Él no quería sentir esta asquerosa emoción.
Y también no podía soportar ver esos pequeños labios moviéndose, y no hacer nada alrededor de ellos.
Beso sus labios con hambre y deseo, acaricio su húmedo y largo cabello negro que caía por debajo de su torneado trasero y acaricio la piel suave de su espalda.
Esta vez pudo recordarlo todo. Cada toque, cada beso, cada exquisito gemido cuando el tocaba cada parte de su piel. Tenía grabado en fuego el momento en que entro en ella. Sentía un placer indescriptible mientras apretado calor se tragaba su polla como si no quisiera dejarla ir.
Cuando ella le confirmo que podía moverse, no pudo contenerse un segundo más. Todo el deseo reprimido tanto tiempo fue desquitado con cada empuje, con cada embestida, cada vaivén desesperado, pero no podía tener suficiente. El orgasmo fue celestial, como si tocara el cielo con los dedos y regresado –Por más cliché que sonara-.
Jundo se abrazó a él, durmiendo como un bebé mientras él se quedaba pensando en que mierda se había metido ahora. Normalmente solo necesitaba terminar con sus impulsos biológicos cada cierto tiempo... Pero no se sentía saciado. Todo lo contrario.
Se sentía como si le faltara.
Miró el dulce rostro tranquilo por el sueño hasta que finalmente el agotamiento lo reclamaron.
. . .
No fue su mejor movimiento.
Pensó que ponerle un precio a lo que paso anoche lo volvería más impersonal. Que no cambiaria las cosas o las pondría incomodas.
Pero al parecer, la había subestimado. Había creído que aceptaría el dinero sin quejarse y todo seguiría como antes... Solo que ahora el "paquete" incluiría otros beneficios.
Al parecer, no. Su madre había ido de impertinente... Como siempre. Y Rin había terminado con... su trato.
Se sorprendió con lo rápido que su padre había asimilado su papel de abuelo, así que lo más seguro es que ahora lo molestará a diario con noticias sobre las pequeñas.
Quisiera decir que no le molestaba la actitud calmada y desinteresada de Jundo, pero sería una mentira. No es que tuviera... sentimientos profundos hacia ella, pero al menos esperaba ser él quien no quisiera hablarle después de semejante humillación. Ni siquiera le había dejado entrar a su departamento.
Estaba ya algo enojado, y un poco más cuando ella hablo sin tapujos sobre tener sexo con otros hombres. Sus labios se presionaron juntos antes de que entendiera un poco mejor sus palabras.
-¿Estas tratando de ponerme celoso, Jundo? Yo no me pongo celoso. Los celos son para los hombres inseguros con pequeñas pollas y baja autoestima. Y te tiene que importar la persona para estar celoso. Yo no lo hago.
Oh, su carita retorcida en una mueca de disgusto. Quería besar esos lindos labios hasta que se quedara sin aliento y luego...
-"No".
-¿Por qué yo querría darle celos a usted? Usted no me gusta. Su familia es muy disfuncional y confusa. Usted es cruel y malvado. Es un compromiso fóbico. Y no le gustan los niños, lo que es, obviamente, un gran problema para mí. ¡Usted es todo lo que no quiero!
. . .
Se lavó la cara en el lavabo de su baño privado, tratando de pensar en otra cosa.
No era el momento ni la ocasión de pensar en estas cosas. No tenía sentido buscar explicaciones innecesarias.
Rin se había ido. Rin ahora estaba lejos, lejos de su mierda y lejos de toda esta parafernalia en la que su familia estaba involucrada. Era bueno que ni ella ni las niñas estuvieran aquí. Estaban a salvo.
Aún así, se sentía... Extrañó. Podía verse al espejo, pero no podía verse como el "yo" de hace medio año. Veía... Algo más.
-"Usted no me gusta".
¿Por qué?
-"Su familia es muy disfuncional y confusa".
Lo era.
-"Usted es cruel y malvado".
No, él ya no... No con ellas...
-"Es un compromiso fóbico".
Él podía...
-"Y no le gustan los niños."
Era verdad, pero esas pequeñas niñas eran... Especiales. Diferentes. Él...
-"Usted es todo lo que no quiero".
No era verdad.
-"Usted es todo lo que no quiero".
Ella le había dicho que lo quería.
-"¡Todo lo que no quiero!"
Él ya no era ese idiota. Ella lo quería
"¡NO TE QUIERO!"
. . .
¡CRAASH!
El sonido de cosas rompiéndose lo alerto.
Corrió rápidamente escaleras arriba, para llegar antes que nadie, ese ruido venia del cuarto del amo.
Cuando Jaken abrió la puerta, se quedó paralizad al ver la habitación destrozada.
Habían arrojado todo lo que había en la habitación: reliquias de valor incalculable y exóticos recuerdos, libros antiguos y electrónica de primera categoría. Todo había sido destrozado con una furia asombrosa.
-¡Fuera! –Le gruñeron.
El joven Sesshomaru había quedado desplomado en el suelo, y tenía una herida muy fea en el brazo Izquierdo que parecía haber destrozado algo.
Jaken dio un pasó al frente como queriendo acercarse, pero una piedra le dio en la cabeza, sacándolo del cuarto.
Alguien cerró la puerta y todo quedó en silencio. Alzó la mirada para ver a Irasue, viendo la puerta con algo parecido a la decepción en su rostro frio, pero hermoso.
-Ve por el botiquín. No quiero que muera desangrado. –Dijo con un tono inexpresivo.
El hombre mayor se alejo rápidamente hacia el ala médica donde estaba la joven Kagome.
Nunca le había caído del todo bien la muchacha, pero era la única que podía ayudarlo ahora...
Bueno, había alguien más que podía, pero ahora esa persona estaba lejos de ellos, y tampoco parecía estar condiciones de ayudarlo.
Su amo no le iba a perdonar nunca si algo malo le llegará a suceder. Pero él nunca se perdonaría si algo le sucediera al primogénito de los Taisho o a su familia antes de resolver este asunto.
¿Por qué el amo Touga tenía que faltar justo en una situación tan preocupante como está?
Si no hacían algo, y rápido, sería demasiado tarde para corregir todos los errores, y dar las explicaciones pertinentes.
Solo esperaba poder hacer algo. O conseguir a alguien que lo hiciera a tiempo.
