Capitulo 27. "Inglaterra".
...Seis Meses después...
Masticando su pasta, Kagura miró a Rin a través de la mesa.
-Entonces, ¿Houjo te llevara a una segunda cita? –Dijo. Se había estado preguntando sobre eso toda la mañana, pero no había tenido la oportunidad de preguntarle a su amiga. Rin no había mencionado su cita con Houjo en lo absoluto.
El tenedor de Rin se detuvo. Levantó la vista de su plato.
-¿Cita? –Dijo suavemente. –Tuvimos sexo, y no fue tan malo como pensé. Eso es todo. No hubo citas involucradas.
-Ah. –Kagura volvió su mirada a su pasta. Maldita sea. Le agradaba Houjo y había esperado que fuera diferente de todos los otros tipos con los que Rin se había conectado últimamente. Había sido esperar mucho.
Kagura reprimió un suspiro. No podía decir que le gustaba lo fríamente promiscua que su amiga se había convertido en el último par de meses. Claro, Rin jamás habría tenido problemas para salir con el tipo que quisiera, si no tuviera un par de pequeñas responsabilidades en casa, pero nunca pensó que ella seria del tipo "Fóllalos y déjalos". Rin solía creer que el sexo era una conexión más importante que solo calentura y hormonas alborotadas. Al menos al principio, esperaba conocer un poco mejor a sus parejas sexuales antes de conectarse con ellos. En estos días, Kagura no estaba segura de que Rin se molestara en aprender el nombre del tipo antes de irse con él.
Y pensar que todos esos meses atrás, Kagura se sintió aliviada cuando Rin finalmente logró salir de su rutina y comenzó a salir y tener sexo.
Bueno, alivio no era exactamente lo que sintió cuando vio a un caliente tipo saliendo de la recamara de su amiga, colocándose una chaqueta de cuero sobre su musculoso cuerpo. Envidia y algo de pánico eran los sentimientos que recordó sentir cuando lo vio salir del departamento.
Cuando corrió a ver a su amiga, ella estaba tranquilamente cepillándose el cabello y empezando a vestirse para ir a clases.
No dijo quién era ese hombre, pero era evidente que habían estado haciendo, si las sabanas revueltas y el olor a sudor a sexo eran un indicio, algo.
Nunca volvió a ver al tipo, ni a ninguno de los hombres con los que Rin salió todo este tiempo, porque no volvió a traer a nadie, pero había pensado que estaba bien. Era una prueba de que se estaba curando. No podría estar más equivocada.
Kagura en realidad prefería a la distante y deprimida chica que solo sonreía con sus hijas luego de que aquel imbécil las hubiera dejado, a la Rin cínica y fría que era ahora. Al menos en aquel entonces, Rin había mostrado cierta emoción real, incluso si era rabia, pena y dolor. Ahora no había nada.
Se había arrepentido mucho cuando una vez le dijo que un chico de su nuevo grupo de amigos estaba medio enamorado de ella. Después de esa revelación, Rin fue cortante con el chico, no dejándole acercársele ni para preguntarle la hora y poniendo una clara separación entre ellos que fue casi espeluznante. Desde ese día, prefería no meterse en la vida amorosa de su amiga...
Excepto, que estaban en un punto crítico. Rin solo salía para tomar sus clases, una vez a la semana para ir a su nuevo trabajo y dar los informes de los archivos, jugaba un par de horas con las niñas después de que la niñera se fuera y luego salía todos los viernes en la noche lista para volver a joder con algún extraño.
Kagura solo podía maldecir el día en que Sesshomaru Taisho había entrado en sus vidas. Incluso si Rin realmente había superado al gilipollas mentiroso, como había insistido, era obvio que la relación había dejado cicatrices demasiado profundas para que sanaran completamente, sanar bien. Y no solo estaba hablando de ella.
Había pasado 6 meses, por el amor de Dios. Kagura quería recuperar a su amiga. Debido a que la mujer que estaba sentada frente a ella no era su vieja amiga, no importaba lo mucho que se pareciera.
Los tiernos ojos de Rin nunca habían sido tan vacios y fríos. La antigua Rin nunca habría atosigado a un pobre tipo para que la dejara en paz solo porque él estaba interesado en ella. Y seguro como el Infierno que la vieja Rin nunca habría usado a un buen tipo como Houjo y luego lo dejaría por ahí botado.
Kagura quería recuperar a su mejor amiga.
-¿Algo en mi cara? –Dijo Rin, limpiándose la boca con la servilleta.
-No. –Dijo Kagura, apartando su plato. –Volvamos o llegaremos tarde.
Rin asintió y dejaron los platos en los estantes de la cafetería antes de irse.
Mientras se dirigían a su siguiente clase, alguien gritó:
-¡Rin!
Kagura y Rin se detuvieron y giraron. Kagura reprimió otro suspiro cuando vio quien era. Shippo, el chico que compartía con ellas la clase de Botánica y que había estado mirando a Rin todo el mes.
-Oye. –Dijo Shippo, sonriendo coquetamente a Rin. –Me preguntaba si estas libre esta noche...
-No lo está. –Kagura lo interrumpió cuando vio que los ojos de Rin volvían a perder ese brillo amistoso. –Hablamos más tarde, chico. –Dijo con una sonrisa falsa y agarrando el brazo de Rin y casi arrastrándola a la clase.
Excepto que Rin ya no era una chica tan fácil de manejar. Liberó su brazo del agarre de Kagura y le lanzó una mirada molesta.
-¿No lo estoy?
Kagura frunció el ceño.
-¡Bien! ¡Ese chico está medio enamorado de ti, tonta! Habrías roto su corazón.
-No soy un monstruo o algo así.
Kagura se burló.
-Por supuesto que no. Lo habrías jodido y luego echado.
Rin estrecho los ojos en su dirección.
-Tal vez lo hubiera intentado mejor.
-Claro. Ni siquiera te gustan los pelirrojos.
Rin saco una barra de chocolate y le dio una gran mordida. Kagura hizo una mueca y se dijo a si misma que Rin era una mujer adulta. Si ella quería comer su peso en chocolate y morir de diabetes, era su propio asunto. Era solo uno de los muchos malos hábitos que Rin había adquirido en el último año.
Rin dio otro par de mordidas hasta casi acabarse el dulce, como si pulverizar los trozos en su boca le diera alguna satisfacción.
-Tal vez ahora me gustan. La gente cambia.
-Sí. –Dijo Kagura. –Ciertamente lo hace.
-¿Qué? –Dijo Rin, sin mirarla.
-Dijiste que estabas por encima de él. –Dijo Kagura.
Rin giró la cabeza y la miró a los ojos. No había emoción alguna en sus ojos oscuros.
-¿Sobre quién?
Kagura negó con la cabeza. Claro.
Rin terminó su dulce y miró su reloj.
-Deberíamos regresar. –Dijo, e hizo exactamente eso.
Suspirando, Kagura la siguió.
