Cárceles
El hombre es el único animal que construye cárceles. Para sí mismo, por supuesto y, también, para los demás seres vivos del planeta. Jaulas, zoológicos, botánicos, invernaderos, guarderías... Una producción en masa que, conviene no olvidar, se realiza de infinitas formas y colores. De hecho y aunque no las vemos, las prisiones han estado aquí desde siempre y por siempre lo estarán. Pirámides, murallas chinas, coliseos romanos, todas ruinas de calabozos ancestrales. Bajo este panorama, yo me animaría a afirmar que la pasión de la humanidad por el encierro es tal que prácticamente todo hombre se encarga inconscientemente de apresar su libertad de alguna manera. Está, por ejemplo, el que nunca ha salido de su ciudad o quien tropieza siempre, siempre, con la misma piedra o los que viven sujetos a una rutina agria. Y no sigo más. Basta con preguntarle a un carcelero cuál es la mejor prisión posible, para que éste nos abra los ojos con su elocuente respuesta: "aquella a la que el recluso regresa pronto y por propia voluntad". Podremos decorar nuestras paredes y disfrazarlas de casas pero no por eso dejarán de ser muros. Y podremos abrir todas las puertas que queramos, que siempre estaremos allí, en el centro del sitio que nos apresa. En mi caso, mi prisión y carcelera tiene nombre y apellido. Tendo Akane. Soy hombre porque le amo y también, esclavo de mi mismo y de mi amor. Desde luego, mi tonto yo adolescente jamás hubiese llegado a esta conclusión. Nunca hubiese advertido lo de las cárceles ni mucho menos hubiese asignado un verbo tan definido a su forma de sentir. Estas, son por el contrario, reflexiones de anciano. Maduras disquisiciones sobre el mundo y la vida que solo se pueden alcanzar sufriendo. Porque yo, no lo olvidéis, soy maduro, muy maduro, muchísimo más que mi mujer. Y si digo que no pienso bajar a comer esa bazofia que acaba de preparar, pues no bajo y ya. Que no puede obligarme por mucho que llevemos treinta años de casados. Porque Ranma Saotome es un hombre libre. ¿Me oyes, Akane? ¡Soy libre! ¡LIBRE!
-O bajas ya, o te puedes ir olvidando del "postre" nupcial.
-Sí, mi amor...estem...ahora bajo. Mmmmmm. ¡Qué bien huele!
Fin.
Historia bonus
Mi carcelera
Yo también, a pesar de mi elocuencia y humildad, he de admitir que vivo en una terrible prisión generada por una bellísima dama. Un terrible y autoritario calabozo en el que ni mando ni deseo mandar. Es tal el poder de su gracia que difícilmente se me conceda por ventura alguna migaja de libre albedrío en alguna tarea cotidiana. Vivo, de hecho, bajo la más dura y básica tiranía. Así que si alguien está leyendo esto, por favor, compadeceros de mi. No sabéis lo difícil que puede llegar a resultar ser padre de una despótica tirana de casi nueve años que desconoce el significado de la palabra "piedad". Sus frases de cabecera son "¿Qué has dicho, papi?" "Por supuesto que ahora es buen momento" "¿A mi qué me importa si no se puede?" y "ya puedes marcharte…pero no muy lejos". Si alguien conoce la fórmula para resistirse a su carita angelical al pronunciar estas burdas órdenes, por favor, no dudéis en compartirla conmigo. También acepto recetas antipucheros, pataletas, berrinches, cóleras, corajes, furores, arrebatos y otros accesos.
Un saludo cordial,
Leandro-Sensei, un orgulloso padre más sin voz ni voto sobre las decisiones de su hija.
Comentarios
Estimada blackpanterkjes. ¡Olvidadizos al poder! Aunque…no te olvides de comentarme.
Estimada Minefine7. ¿Pensabas que me refería a ti con el título "mi carcelera"? No, ya me reí de ti en las últimas dos historias bonus.
Estimada Akyfin02. No serás mandona pero desde luego eres hija y muy, muy, hija.
Estimada Dai. Una historia entera de psicoanálisis y todavía no vienes a psicoanalizar mi fic. A lo mejor tendré que poner algo de gatos para invocarte.
Estimada Ai. Pregunta Bulmita (luego de ver "Soy Luna"), si todas las mexicanas son tan pinches complicadas para el amor o solo Luna.
