"Sueño".

Rin se despertó en medio de la noche, temblando.

Se acurrucó más profundo debajo de las sabanas. La habitación se sentía fría, incluso cuando ya no vivía en su antiguo, pequeño y húmedo departamento.

A pesar de que ya casi pasaba más de medio año, aun le era difícil el ignorar lo sola que estaba después de semanas de compartir el calor corporal con otra persona. Echaba de menos estar cálida. Los primeros días fueron peores, pero aún se sentía así.

Rin suspiró, giró sobre su estomagó y abrazó su almohada, enfadada consigo misma. Esto se le estaba yendo de las manos. Suficiente. Esto ya no era saludable, y estaba afectando a sus hijas. Al carajo con Sesshomaru y al carajo con su estúpido cuerpo cálido. Al carajo con él.

Pero no importaba lo que se dijera, el dolor en el estomago todavía estaba allí. El hambre. La necesidad que iba más allá del sexo.

El sexo era sustituible, reemplazable, y medianamente satisfactorio. Ella quería el cuerpo de Sesshomaru junto a ella, grande y caliente. Incluso ahora quería oír sus comentarios mordaces, sentir su aliento cálido contra su piel–

Rin se tensó y levantó la cabeza. Podría haber jurado que oyó voces procedentes del living. Pero Kagura estaba fuera de casa...

No otra vez.

Miró al techo y contó hasta 10, respirando profundamente. Setsuna no estaba mejorando. El sonambulismo continuaba. La había llevado con un especialista, pero no importaba cuanto tiempo pasara charlando con él o cuantos ejercicios les pusiera para ayudarla, su hija no presentaba mejoras.

Ya eran dos semanas y no había resultados satisfactorios. Iba a despedir a ese charlatán mañana.

Con el ceño fruncido, Rin salió de la cama, temblando violentamente mientras el frío golpeó su piel, y encaró hacia la puerta.

Había luz en la sala, pero no significaba nada: Ella había dejado la lámpara, ya que así nadie se haría daño si caminaba por la noche. Especialmente Towa, que era tan sobreprotectora con Setsuna que no se fijaba ni en su propio bien cuando salía disparada de su habitación.

Rin abrió la puerta sin hacer ruido y se congeló-

Sesshomaru estaba sentado en el suelo del pasillo, con Setsuna sobre su regazo.

El corazón de Rin comenzó a latir en su pecho.

Él estaba de vuelta.

ÉL estaba de vuelta.

-¿Dónde estabas? –Dijo su pequeña, frotándose los ojos adormilados con una mano mientras con la otra jugaba con la corbata de Sesshomaru. Ella se parecía su antigua yo. Sesshomaru parecía tener alguna debilidad por Setsuna, aunque era extraño que Sesshomaru estuviera tolerando esto incluso de Setsuna.

-"Esto debe ser un sueño". –Decidió. No había otra explicación.

-Yo estaba visitando a mi familia. Mi padre estaba mal. –Murmuró Sesshomaru.

Setsuna se chupó el pulgar. –Lo recuerdo. Él me regalo unos dulces. Es muy amable.

Una extraña expresión cruzó el rostro de Sesshomaru. Él no dijo nada.

-Mami dijo que estabas haciendo una nueva familia.

Sesshomaru se tensó visiblemente. -¿Lo hizo?

Setsuna asintió. –Ella estaba muy triste.

Rin se sintió ruborizarse. ¿Ella tenía que decirle eso?

Sesshomaru tenía una extraña expresión en su rostro. -¿Lo estaba? –Murmuró.

-Yo estaba triste, también. –Dijo Setsuna. –No entiendo. ¿Por qué quieres una nueva familia? Nos tienes a nosotras.

-"Niños". –Pensó Rin, mordiéndose el labio. No tenían miedo. En cierto modo, los niños eran más valientes que los adultos.

Sesshomaru abrió la boca y volvió a cerrarla. Era la primera vez que Rin lo había visto quedarse sin palabras. La garganta de Sesshomaru se convulsionó antes de que él le dijera a Setsuna. –No te preocupes, no voy a estar haciendo una nueva familia.

Rin exhaló. Era el sueño más hermoso que había tenido en meses.

-¿No se supone que deberías estar durmiendo, enana?

Setsuna estudió a Sesshomaru seriamente con sus grandes ojos morados. –Estás triste, también. ¿Algo malo pasó?

Una sonrisa sin sentido del humor retorció los labios de Sesshomaru. –Podrías decir eso.

-Cuando yo estoy triste, mami me abraza y ya no me siento tan triste. ¿Quieres un abrazo?

Rin esperaba que Sesshomaru rechazara la oferta con una sonrisa burlona.

Él no lo hizo. Él no dijo nada.

Tomando su silencio como un sí, Setsuna se puso de pie y puso sus cortos brazos alrededor del cuello de Sesshomaru. Sesshomaru tuvo que sostenerla.

Rin miró las grandes manos de Sesshomaru en la espalda de su hija, y luego a su rostro blanco, estoico.

Silenciosamente, cerró la puerta y se dirigió de nuevo a la cama.

Era el sueño más vivido que había tenido. No era la primera vez que se imaginaba viéndolo con toda su presencia y metiéndose de nuevo en su vida casi sin que ella pudiera negarse. Ya no le pasaba tan a menudo como antes, pero seguía teniéndolos esporádicamente. Siempre le rompía el corazón cuando al despertarse por la mañana, se encontraba con que él nunca había estado ahí, o cuando despertaba y estaba en la cama de un hotel con otro tipo.

Aún así, anhelaba esos estúpidos sueños con una intensidad cegadora.

Cerró los ojos, esperando que él entrara.

Escuchó la puerta abrirse de nuevo. Hubo un susurro de ropas antes de que el colchón se hundiera con el peso de Sesshomaru, y que él se deslizara bajo las sabanas junto a Rin.

La velocidad con la que Rin se pegó a él habría sido embarazosa si Rin pudiera obligarse a que le importara; no lo hizo. Era su maldito sueño y podía ser tan patética y pegajosa como quisiera.

Solo necesitaba que la besara. Necesitaba que la tocara. Así que ella lo besó y Sesshomaru le devolvió el beso igualmente hambriento, sus labios con urgencia, casi desesperados.

Rin no estaba segura de cuantos minutos pasaron besándose –se sintieron como horas y segundos al mismo tiempo.

Cuando finalmente dejaron de besarse, Rin se sentía cálida de pies a cabeza. Enganchando su pierna sobre la cadera de Sesshomaru, puso su cabeza en su pecho. El corazón de Sesshomaru latiendo bajo su oído, fuerte y rápido.

Durante mucho tiempo, no había más que agradable silencio.

-Odio que no estés aquí. –Rin susurró al fin.

Sintió a Sesshomaru ponerse rígido debajo de ella. –Lo sé.

Rin enterró su cara en su cuello.

-Debería echarte a patadas. Debería empujarte y hacer que te fueras de mi vida. Debería...

-...Olvidarme y "comenzar una vida nueva". –Lo dijo como si estuviera saboreando algo asqueroso.

Rin lo miró fijamente. Dijo lentamente: -Sí. Cometí la estupidez de enamorarme de ti, pero me rompiste el corazón. A mí y a mis hijas. Me mentiste, y probablemente no me hubieras dicho la verdad, no por tu voluntad.

Los labios de este Sesshomaru se adelgazaron, pero no lo negó.

Rin suspiró cerrando los ojos y apoyando su frente contra la de Sesshomaru. –Gracias por venir. Pero debes irte ahora. No puedo seguir así, Sesshomaru.

Sesshomaru no se movió.

-No vine aquí con ese propósito.

Con los dientes apretados, Rin abrió de nuevo los ojos.

-Entonces, ¿A qué debo el placer de tu presencia, profesor? Tenías razón sobre que te aburren las mujeres luego de un tiempo. Lo entendí hace mucho, y no tengo intenciones de demandarte por pensión o algo así. Eres libre de volver con tu preciosa prometida o con quien quieras... Yo ya no te amo.

Un musculó palpitó en la mejilla de Sesshomaru, sus ojos dorados fijos en ella.

Rin lo fulminó con la mirada, más nerviosa de lo que le hubiera gustado.

-¿Y bien? –Dijo altivamente.

Sesshomaru la estrechó más a su pecho.

Rin trató de no tensarse, a pesar de que su corazón comenzó a latir con fuerza, su piel se erizó aún más por el contacto.

-Dicen que si deseas algo, debes dejarlo ir. –Dijo Sesshomaru, quitando el mechón de los ojos e Rin con un toque suave, su mirada sobre ella tan intensa que daba tanto miedo como era estimulante. –Traté de apegarme a eso. Hacer lo "correcto" y dejarte continuar. Pero la amabilidad no me viene naturalmente. Soy un hombre egoísta.

Rin se mantuvo muy quieta. Había una parte de ella que anhelaba lanzarse a sus brazos y olvidarse de todo. ¿Qué maldita novela barata había estado leyendo antes de dormir?

-¿Qué quieres decir? –Se las arregló para decir, mirando esos ojos dorados.

-Vuelve a casa conmigo. Tú y las enanas.

Casa.

Algo sobre eso era terriblemente tentador.

Rin se obligó a sacudir la cabeza.

-Estoy en casa. –Dijo con la voz temblorosa. –Tengo un empleo increíble. Mis hijas irán a excelentes escuelas, y estoy a punto de terminar la carrera con honores. No voy a renunciar a todo eso solo... Por... Ni siquiera sé que es esto.

Sesshomaru frunció el ceño.

-Voy a arreglarlo. –Dijo Sesshomaru. –Puedo encargarme de todo. Te llevaré de regreso a donde perteneces. Eres miserable aquí. Las tres lo son.

Rin apretó los labios.

-Te das cuenta de que no me has dado ningún incentivo para considerar tu oferta, ¿Verdad?

Las cejas de Sesshomaru se fruncieron. Parecía genuinamente perplejo.

-¿Qué incentivo necesitas? Supongo que puedo asegurarte el trabajo en el Franklin Park Zoo. O tal vez meter a Setsuna a Juliart para su educación. O podría darte la casa que viste por Internet en Beacon Hill, te gustó mucho...

Rin se rió.

-Para. Solo para. –Sacudió la cabeza. –No puedo creer que me enamoré de un hombre con retraso emocional. Si yo te perdonara –Y eso sería un gran "SI"– Un regalo elegante no arreglaría nada. ¿O esa fue tu idea de una confesión de amor?

La cara de Sesshomaru se puso en blanco. Él desvió la mirada.

-El amor no es algo que soy capaz de sentir. –Dijo. –Lo sabes

Rin suspiró acurrucándose en su calor. –Entonces, ¿Por qué estás aquí? ¿La señorita Zero no te complace en la cama?

La mandíbula de Sesshomaru se tensó. Él no dijo nada:

Finalmente, Sesshomaru dijo con rigidez.

-No me gusta vivir en un mundo en el que no me necesitas. –Algo triste y autocrítico apareció en su mirada. –Aparentemente, soy así de egoísta. Necesito que me necesites. Por lo tanto, tu... amor no correspondido hacia mí no es exacto. Es muy correspondido.

Rin lo besó, lagrimas cayendo por sus ojos. Visitas a las niñas, palabras cariñosas, abrazos y besos dulces sin lujuria de por medio, no era lo que su corazón y mente necesitaban en estos momentos... Porque cuando despertara mañana, iba a ser roto nuevamente en millones de pedazos, porque él no estaría aquí.

Aunque no era exactamente una confesión de amor, sabía que eso era tan abierto como este hombre sería con ella. Después de todo, ella lo conocía muy bien... O eso creía, porque su sueño definitivamente era muy diferente de la realidad. El Sesshomaru que conocía preferiría masticar vidrio que admitir que existían sentimientos hacia ella... O cualquier otra persona en general, pero supuso que esto pasaba porque era su maldito sueño, y podía pasar lo que ella quisiera, incluso que el hombre que amaba se quedaría con ella y diría todas estas cosas tan románticas. Estúpido cerebro suyo.

Sus labios finalmente se separaron, pero Rin se acurrucó en la piel caliente de su pecho y respiró en él, sintiendo el latido constante del corazón de Sesshomaru contra su mejilla. –Me alegro de que estés aquí, Sesshomaru.

Sintió al cuerpo de Sesshomaru ponerse rígido por un momento y luego relajarse en contra suyo.

Un fuerte brazo se envolvió en torno a la espalda de Rin y tiró de ella más cerca, apretado, casi hiriendo sus costillas.

Rin no se quejó. Se acurrucó más cerca de la calidez de Sesshomaru y nuevamente cerró los ojos para ya no soñar con nada.

Ella dormía como una bebé, por primera vez en meses.