En los zapatos de Ranma. Segunda parte.
Unas tres horas después de que Akane ingresara en el antro de perdición con el corazón en la mano, la silueta de Ranma se dibujó en el horizonte. A juzgar por la velocidad con que ésta crecía, no cabía la menor duda: el muchacho se desplazaba a una velocidad inhumana.
Desesperado, atlético y jadeante. Así fue su aterrizaje a los pies de su padre y ex maestro.
-¿Dónde está?
Genma se llevó las manos a la espalda con aire de inocencia.
-¿Quién?
-¿Cómo que "¿Quién?"? ¿Dónde está Akane? Y no me vengas con jueguecitos y rodeos. Esto es grave. Una cosa es poner en peligro mi vida y otra muy distinta, hacerlo con MI Akane. Si le pasa algo no te lo perdonaré.
Interesante. Una confesión fácil y directa. Lástima que no se le hubiese ocurrido manipular a su casi nuera antes para provocar a su hijo…
Genma sonrió. Después de todo, estaba ganando y por partida doble.
-Tranquilo, Ranma. Está allí. Ningún peligro le acecha en tan noble sitio. Deberías madurar y dejar de lado tus prejuicios. Esas mujeres son tan buenas y su trabajo, tan digno como cualquier otro. No le harán daño.
A lo mejor este es un buen momento para que el narrador omnisciente incida en un par de detalles del aspecto de Ranma. Al morado de su cara, tan oscuro como el de una uva pasa, le acompañaba una serie de tics nerviosos que apenas si podía dominar. Para empezar los dedos de la mano izquierda se movían por sí solos y en direcciones extrañas. Por momentos parecía que sujetaba una marioneta invisible que manipulaba con aquellos bruscos movimientos aleatorios. Por otra parte, había que admitir que su cabellera lucía desordenada y despeinada. Y eso que se trataba de…¡Ranma! El galán número uno de Nerima que conseguía librar batallas a muerte sin que un solo cabello de su melena osara salirse de su espléndida coleta o amenazara con actuar mal la coreografía que el resto de apéndices capilares de su cabeza realizaban. Y por último y no menos importante, el narrador omnisciente no debería olvidarse de incidir en el tartamudeo y rechinar de dientes conjunto de la boca de nuestro protagonista.
-Obviamente que esas mujeres no le harán daño. Pero se encuentra en un centro de alterne y apostaría la cena de tres semanas a que es la más guapa del lugar. ¿Qué crees que pasará cuando entren clientes? ¿A quién crees que elegiría YO si ingresara allí con intenciones oscuras?
Genma se mordió los labios para no soltar una carcajada triunfadora y respondió:
-Pues no lo sé, hijo. No lo sé….-se ajustó las gafas-. De hecho, a mi querido amigo Soun y a mi nos encantaría que respondieras esa pregunta. ¿A quién elegirías de un grupo de chicas hermosas entre las que se encuentra Akane para hacer "cosas oscuras"?
Probablemente Ranma se puso colorado. Imposible saberlo puesto que su tez seguía luciendo morada como ya se dijo antes. El caso es que agachó la cabeza y luego, se precipitó en el interior de aquel sitio. Y digo que se precipitó porque, desde luego, su entrada fue más propia de una tormenta torrencial que de un simple humano furioso.
-¡AKANE! ¡AKANE! ¡VEN AHORA MISMO!
Y Akane fue. Bueno, quiso ir y fue…pero solo en mente. Porque lo que eran sus músculos, estaban como atrofiados por la vergüenza. Y eso que Genma había escogido el sitio con cierta misericordia. O lo que es lo mismo. Allí no había nadie. Ni clientes, ni jovencitas de alegre vida, ni chulos, ni, mucho menos, políticos invirtiendo los dineros públicos (obviamente esto nunca ocurre y son invenciones demenciales de los mal intencionados periodistas…). ¿Por qué temblaba entonces Akane? ¿Tan mojigata era? Bueno, un poquito sí que lo era. Pero más que nada le podía la vergüenza. ¿Qué pensaría la gente si la veía allí? No era que le importara demasiado la opinión de los demás. No era así de superficial pero, por contrapartida, le importaba y mucho lo que pensara su prometido quien, justamente, era la persona que acababa de descubrirla acurrucada en un rincón sombrío y olvidado del prostíbulo.
La muchacha se incorporó. Su sencillez desentonaba tanto allí que simplemente se veía más hermosa que de costumbre. Y Ranma…pues Ranma…era Ranma después de todo. Bastaba que escogiera mal la forma de expresarse para traumatizarla por siempre. Y desde luego, era imposible que acertara. Vocabulario, tono de voz, gestos, todos jugaban su papel en el proceso comunicativo. Si Akane llegaba a notar el más mínimo rasgo de deseo o de oprobio en alguna de sus palabras, cruzarían una línea de no retorno.
-Akane.
-Ranma.
Buen comienzo. Salvo por el detalle de que también se trataba de un final. Ni Akane se movía de su sitio, ni Ranma intentaba sacarla. Se aproximaban, por tanto, a un desenlace agrio por ausencia de conflicto. Es decir, al peor choque de opiniones imaginable. Al que no se verbaliza por puro pudor. ¿Quién iba pensar que justo a Ranma le ocurriera algo así? ¿Justo a él que se caracterizaba por su falta de continencia verbal y por su sinceridad directa? Precisamente, Akane repasaba mansamente las posibilidades en su cabeza: si Ranma sospechara que soy una de esas…ya me lo hubiese dicho. Si creyera que soy una tonta imprudente por meterme en la boca del lobo…también me lo hubiese soltado ya. Y si vino en plan superhéroe salva-princesas como de costumbre, ya me estaría llevando en brazos a casa sin pararse a preguntar por los detalles.
-¿A qué has venido, Ranma?
-A hacerte compañía.
-¿Perdona?
-Solo conozco a una persona casi tan obstinada como yo y esa eres tú. Jamás me dejarás que te saque de aquí sin haber completado la prueba ni la rematarás de una pieza si te dejo sola. Mencióname una forma mejor de ayudarte que quedarme a tu lado en silencio toda esta noche y lo haré.
Y por fin, alguien consiguió de forma creíble (y sin alejar demasiado a los personajes de su propio yo) que Ranma y Akane pasaran la noche juntos en un prostíbulo. Los aplausos se sucedían unos a otros, solo interrumpidos por vitoreos de "hurra" y "viva Leandro-Sensei". Bueno, cada tanto también interrumpían a los muchachos ciertos gemidos lejanos y algunos golpeteos rítmicos que por suerte, los jovencitos interpretaban como los sonidos de un entrenamiento marcial un tanto ruidoso. Y no fue hasta alrededor de la una de la mañana que aquel plan de pasar la noche juntos comenzó a desmoronarse piedra por piedra. Las…estem… "hormiguitas viajeras" poco a poco regresaban al "hormiguero" con más y más "presas"; mientras que otras, con cara y horario de búho, se asomaban a los balcones para atraer con sus liviandades a los transeúntes de la calle. Así pues, durante poco más de una hora, hormigas y galanes se pasearon nerviosamente por los pasillos del hormiguero sin reparar siquiera en la presencia de los muchachos. Claro que todo era cuestión de tiempo. Pasadas las 2:45 de la mañana. Los clientes seguían elevando su número mientras que las hormiguitas ya iban escaseando. Incluso los búhos de las plantas superiores ya se las habían ingeniado para bajar las persianas y arropar a sus compañías. Las últimas siete hormiguitas libres, las más pudorosas, feas o poco hábiles en le arte de la seducción se reunieron en el vestíbulo con carita de pena. Más que mujeres de mala fama, parecían mascotas a las que nadie había querido adoptar todavía. Desde luego, Ranma y Akane no llegaron a notar que las fulanitas se habían acomodado a esperar a sus "hormigones armados" justo al lado de ellos. Ahora sí, con tanta gente "entrenando" ruidosamente en todo el edificio, ni siquiera ellos eran capaces de obviar lo evidente. Curiosamente, aquello les recordaba a la aventura del cementerio de relojes. Los tic-tacs desincronizados de los inventos rotos habían perturbado en aquella ocasión sus jóvenes corazones justo después de la medianoche. Y ahora, la metáfora era mucho más carnal y directa. Ninguno de los latidos de las setenta habitaciones del lupanar parecía sincronizarse con el de su compañero, salvo, por supuesto, los de ellos dos entre sí. Las hormiguitas sin trabajo momentáneo charlaban alegremente sobre cuánto alimento habían logrado ahorrar durante el verano para pasar el próximo invierno. Y ni así, la vista de Ranma y Akane se levantaba un ápice del suelo. Sobre todo Ranma, parecía haber perdido buena parte de su gracia natural. Ni nervioso se le veía. Más bien, sufría en silencio de forma idéntica a la peliazul. Para alguien de su nivel de madurez, aquello no le generaba las reacciones normales. Ni el típico "inaceptable" de la gente moralista ni el también típico "¡Qué divertido!" de sus compañeros que ya curioseaban con el tema. Ranma simplemente no entendía de qué iba la cosa. Igual que Tarzán en un supermercado no entendería por qué habría de pagarse para obtener fruta enlatada si se podía obtener con un mínimo de esfuerzo fruta fresca gratuita en el bosque.
Unos quince minutos después...aproximadamente…bueno…ya sabéis…los relojes no funcionan bien en un cementerio de almas después de la medianoche. Un cuarto de hora después…digo…, un jefe entró en escena acompañado de tres empleados. Y aseguro que era un jefe (da igual de qué) porque no paraba de dar órdenes a diestra y siniestra y porque no se callaba nunca, señal inequívoca de que no estaba muy acostumbrado a ser interrumpido.
-Tú sí, tú no, tú sí –iba señalando a las hormiguitas con el dedo índice izquierdo erguido-, tú también, tú, no, tú no..y tú…también. Perfecto. Ya estamos todos.
El aura de combate de Ranma se incrementó tan violentamente por unos instantes que los mismísimos Reyes Magos por poco y lo confunden con la estrella de Belén e inician su peregrinación en dirección y fecha equivocada.
-Perdone usted, caballero –rechinó los dientes el artista marcial número uno de Nerima-. Me parece que hace instantes ha señalado a mi novia – (en realidad quiso decir "prometida" pero le salió "novia", demasiado enojado estaba para advertir el error o avergonzarse por eso)-. ¿He de entender que ha confundido a mi NOVIA con una de ellas?
El jefe titubeó un instante. Ni le gustaba que le llevaran la contraria ni mucho menos que le distrajeran justo antes de ir al grano (sobre todo si el grano era de esos que se desnudaban en menos de lo que canta un gallo poco locuaz, es decir, en un "kikir"). Si buena parte de su ser clamaba por una pelea sin cuartel de cuatro contra uno (el muy torpe pensaba que ganaba seguro), la mayor parte de su cerebro abogaba por una solución muy rápida del conflicto para, como dije antes, saborear ya el grano.
-Naturalmente que es su novia –repuso al fin-. Con las prisas la verdad es que ni he me he molestado en mirar.
-Pero has dicho "tú no". Es decir…has confundido a MI AKANE con una fulana y la has descartado. ¿Quién demonios entra a un McDonalds, ve langosta en el menú y se pide una hamburguesa?
-No, no, claro –comenzó a temblar el jefe al notar el tamaño de los músculos de Ranma que se tensaban poco a poco-. Debí haber dicho "tú sí".
Normalmente aquella frase hubiese significado el fin del lupanar y el exterminio de todo ser vivo en dos kilómetros a la redonda. Pero, no lo olvidemos, el temita de superar la prueba seguía latente. A Ranma simplemente no le era lícito arrasar con el lugar, ni siquiera iniciar un altercado si eso significaba sabotear la prueba de Akane. Así pues, en lugar de destruirlo todo, se limitó a responder con madurez. Bueno, con madurez a lo Ranma.
-Ni se te ocurra tocar a mi langosta. Akane es mi langosta. Mía y de nadie más. ¿Está claro?
A todo esto, mientras los cuatro clientes se marchan con sus respectivas hormiguitas estoy seguro de que buena parte de los lectores pretenderán que nuestro querido narrador omnisciente fisgonee un poco en el estado de ánimo de Akane. ¿Qué pensará la peliazul de todo lo que dijo Ranma? ¿Furiosa por tratarla como un objeto? ¿Triunfal porque Ranma se había confesado, de forma rara pero confesado al fin? ¿Histérica porque la confundieron con una Shamp…digo…con una "hormiga"? Pues siento informaros que el estado de estupefacción de Akane era tal que ni siquiera un narrador omnisciente de la calidad de los que tengo contratados era capaz de introducirse en su mente. Y eso que, no es por presumir pero mis narradores omniscientes pasan rigurosísimos filtros de selección antes de ser contratados. Manolito Omnisciente, por ejemplo, es capaz de leer la mente de más de doscientos personajes por segundo mientras capta un terremoto en la luna casi al instante en que sucede. Claro que en este caso particular, mejor convenga describir a Akane por fuera. Estaba patidifusa. Incluso yo diría que manquidifusa también. Ni las pestañas ni las pupilas parecían moverse. Un verdadero maniquí challenge triunfal. Y de pronto…el estallido.
-¡Airen! –saltó Akane sobre los brazos de Ranma-. Casarnos ya. Nosotros ser muy felices juntos.
Demás está decir que el Zorra-ken se había activado tan fuertemente en el espíritu akanil que buena parte de sus voluptuosidades se restregaban contra el torso de Ranma al punto de que algunos clientes despistados se preguntaban quién sería aquella nueva adquisición del lupanar.
-Basta, Akane –se resistió Ranma intentando separarse de la peliazul con muy, muy, muy, muuuuuy poca fuerza-. Tú no eres así.
-Ahhhh. Ser cierto. Yo ser langosta. Olvidárseme el detalle, Airen. ¿Por cierto cuánto pagar un Ranma por una langosta? Yo tener curiosidad.
Las cejas de Ranma se enarcaron.
-¿Esa pregunta fue irónica? ¿De verdad, Akane? ¿Aún en estado de Zorra-ken eres capaz de guardarme rencor por mis frases desafortunadas? ¿Eres al menos consciente de que te estoy ayudando a ganarme a mi mismo una apuesta?
En realidad, tenía lógica la cosa. En el fondo se trataba de una poderosa técnica de desinhibición total. Tan potente y efectiva…como beberse de golpe siete botellas de sidra y una de champagne. Se liberaban los sentimientos y deseos más profundos de Akane y también, obviamente, sus rencores.
-Sentirlo, Ranma –simuló arrepentirse con cara de gata-. Ahora verme en la obligación de compensarte –le pasó una mano por el pecho, juguetona-. ¿Qué opinar si buscar alguna habitación vacante y…?
-¡SEGURIDAD! –gritó instintivamente Ranma-. ¡Seguridad! Me ataca una…mujer maravillosa…queriendo ser más maravillosa de lo que realmente desearía ser…si estuviera en sus cabales…
Akane estiró ambos brazos y juntó los puños.
-Uy sí. Yo ser mala. Tener que llamar a seguridad. Esposarme ya, guapo.
Instantes después, cuando los pantalones de Ranma se deslizaron hacia abajo en un pasillo oscuro del prostíbulo, el muchacho comprendió que su única salida era complacer a su prometida en privado. Así que más muerto que vivo y más pálido que muerto viviente, Ranma consiguió que le alquilaran una habitación por un módico precio. Y lo último que se pudo escuchar al cerrar la puerta tras de sí fue a una susurrante Akane que entre mordiscos y mordiscos analizaba la situación con muchísimo tacto: "Tranquilo, Airen. Yo no ser tan mojigata con Shampoo. Tú de aquí no salir virgen".
Fin de la segunda parte. En la próxima, la conclusión.
Historia bonus
Los regalos.
Aunque creo que ya he descrito mi posición sobre el tema hasta el hartazgo, dadas las fechas nuevamente toca escribir algo sobre la Navidad. Y en esta ocasión me centraré en enfatizar un temita vacante. Los regalos. ¿Por qué mi&r%a hay que esperar hasta Navidad para recibirlos y/o entregarlos? ¡Si yo ya lo adquirí! ¡Si ya me lo compraron y/o elaboraron! ¿Por qué sufrir con el conocimiento de la existencia de algo para mi que no llega nunca? ¿Es que acaso vivimos en una sociedad tan retrógrada que disfruta con la posposición, demora, aplazamiento, retraso, dilación y postergación de la felicidad? ¿Qué vendrá después? ¿Comprar la comida un día y probar el mejor plato quince días después? Pues no. Cuando vamos al supermercado, se cena lo más rico que se haya comprado ese mismo día. Y cuando se compra un regalo, se entrega ya mismo. Porque los regalos, al menos en la gente de bien como yo, queman en las manos. Y su presencia sin entregar en el último estante de mi armario se me asemeja al corazón delator de Edgar Allan Poe. El mismo late reclamándome justicia: "Ba-bum. Entrégame. Ba-bum Entrégameeeeee".
Ya me imagino a nuestro querido Monsieur Leassasain regalándole a su víctima de envenenamiento el antídoto para su mal, envuelto en un precioso tul azul y adornado con un primoroso lazo amarillo. Poco importará a los invitados a la cena de Navidad que organiza Mosieur Leassasain sí los efectos del veneno son letales a partir del cuarto día y el trágico suceso de ingesta "accidental" de veneno se produjo el 16 de diciembre. Lo importante, sobre todo, es cumplir con la etiqueta.
Y con esto no quiero insinuar…ni mucho menos… que todo aquel que tenga un regalo preparado para mi y lea esto, deba por fuerza, sentirse aludido. Ni tampoco pretendo coaccionar a mis lectores para que me regalen reviews ya. Eso sería muy inmaduro de mi parte.
Así que tan solo me limitaré a desearos una Feliz Navidad y Felices fiestas en general. Por cierto, acabo de terminar este capítulo hoy, 22 de diciembre, y oooohhhh, casualidad, lo publico hoy, 22 de diciembre. Yo soy así, coherente con mis historias bonus.
Comentarios
Estimada Minefine7 (cap. 146). Me debes una tostada con manteca artesanal. Bueno…si ya la tienes, puedes entregármela ya. No hace falta esperarse a Navidad.
Estimada blackpanterkjes. ¡FELIZ NAVIDAD! Cómete una porción de Pan Dulce en mi nombre.
Estimada Beu Mixtu…Katze…Mixtu. Me da igual si te cambiaste el nombre. Mi cerebro tiene pocas neuronas libres ya y te seguiré llamando como antes. (cap. 82). Personalidades mutadas, ¡mi especialidad!
Estimada Beu Mixtu…Katze…Mixtu. Me da igual si te cambiaste el nombre. Mi cerebro tiene pocas neuronas libres ya y te seguiré llamando como antes. (cap. 84). ¿Te gusta el drama? Pues piensa esto, ¿no es acaso dramático que falte tanto para Navidad? ¡Yo quiero mis regalos ya!
Estimada Beu Mixtu…Katze…Mixtu. Me da igual si te cambiaste el nombre. Mi cerebro tiene pocas neuronas libres ya y te seguiré llamando como antes. (cap. 85). Ibuki es una actriz formidable. Capaz de interpretar a una niña pequeña sin que se note. Te explicaría cómo pero es que Ibuki no me deja revelar sus secretos.
Estimada Beu Mixtu…Katze…Mixtu. Me da igual si te cambiaste el nombre. Mi cerebro tiene pocas neuronas libres ya y te seguiré llamando como antes. (cap. 86). Jajajaja y ya. Esa es mi respuesta a tu comentario.
Estimada Beu Mixtu…Katze…Mixtu. Me da igual si te cambiaste el nombre. Mi cerebro tiene pocas neuronas libres ya y te seguiré llamando como antes. (cap. 87). Imposible que tengas ese cofre. A menos que la parte de atrás de tu armario dé al de Bulmita.
Estimada Beu Mixtu…Katze…Mixtu. Me da igual si te cambiaste el nombre. Mi cerebro tiene pocas neuronas libres ya y te seguiré llamando como antes. (cap. 88). Mmmmmm. Tengo más técnicas de las que mencionas. Siiii, muchísimas más…y no las uso…por humildad. Sí, por eso.
Estimada Beu Mixtu…Katze…Mixtu. Me da igual si te cambiaste el nombre. Mi cerebro tiene pocas neuronas libres ya y te seguiré llamando como antes. (cap. 89). Es frustrante. A mi me pasa mucho y eso que tuve que leerlo por fuerza porque soy el autor. Aún así, hay capítulos enteros de los que no me acuerdo nada.
Estimada Beu Mixtu…Katze…Mixtu. Me da igual si te cambiaste el nombre. Mi cerebro tiene pocas neuronas libres ya y te seguiré llamando como antes. (cap. 96). Los autocorrectores en la realidad se llaman profesores y no corrigen mucho que digamos…ánimo solo te faltan chiquicientos capítulos para terminar. Por cierto, los últimos chiquicientos son los mejores.
Estimada sslove. Ups. Pues te engañé. Ha sido algo bastante convencional si es que podemos llamar "convencional" a Akane imitando a Shampoo.
Estimada Valentine/guest. Bueno. La fórmula es fácil. Leer mucho manga y mezclarlo con fórmulas telenovelescas. No es que me enorgullezca apelar a trucos tan trillados como el "sueño" "las coincidencias" y los "malentendidos" pero me divierto mucho utilizándolos fuera de su contexto natural.
Estimada camuchis. ¿Si sobrevivirá Akane? Hoy por hoy yo temería más por la vida de Ranma. Aunque sospecho que mucho, mucho no le molestará morir.
Estimada Leia Rey Skywalker Solo (cap 160). A ese alumno que se llama Leandro, hazme el favor de ponerle un 10. Seguro que se lo merece. Todos los Leandros somos brillantes estudiantes. Aunque en realidad, "Leandro" es mi segundo nombre.
Estimada Leia Rey Skywalker Solo (cap. 161). A mi también me encantan los gatos. Krilin se ha ganado por méritos propios un gran hueco en mi corazón (aunque siga empecinado en arrancarme la barba como si fuera algo de quita y pon).
