En los zapatos de Ranma. Tercera parte.
Y lo último que se pudo escuchar al cerrar la puerta tras de sí fue a una susurrante Akane que entre mordiscos y mordiscos analizaba la situación con muchísimo tacto: "Tranquilo, Airen. Yo no ser tan mojigata con Shampoo. Tú de aquí no salir virgen".
Y sin embargo, el zorra-ken, al igual que el neko-ken funcionaba de forma misteriosa. Bastó que Akane se sintiese protegida en un entorno cerrado junto a su amorcito para que instintivamente se relajara. Una vez suprimido el estímulo que la asustaba, la muchacha se fue adormilando en los brazos de Ranma. Todavía intentaba frotarse contra su objetivo pero ya sin convicción ni verdadero deseo de mortificarle con su procacidad. Nunca sabremos si Ranma tropezó con ella para dejarse caer en la cama a propósito o si realmente su habitual torpeza decidió darle una mano por primera vez en su vida. Lo que sí podremos asegurar es que, cuando ambos se apoyaron sobre el mullido colchón, Ranma pensó que allí acababa todo y Akane ya ni pensaba. Simplemente dormía a pierna suelta. Eso sí, mantenía todavía bien atenazados sus brazos al tronco y virilidad ranmesca. Visto desde arriba, es decir, desde el espejo del techo, el joven parecía tres cosas diferentes: un caballero, un tomate y un cobarde también. Caballero porque no se aprovechaba. Cobarde…porque no se aprovechaba (aunque quería) y un tomate…porque no se aprovechaba (aunque quería mientras toda la sangre del cuerpo se le había subido a la cabeza).
Fuera de la habitación todo seguía más o menos como lo habían dejado. En las habitaciones inferiores el frenesí iba menguando lentamente aunque cada tanto se renovaba con nuevos clientes, en general, oficinistas pasados de borrachera. Así como una hoguera que va consumiendo su corazón de madera poco a poco y que se aviva cada tanto cuando las ráfagas de viento se intensifican, así los murmullos inferiores iban mutando su intensidad también. Más arriba, la cosa cambiaba un poco. Hay que recordar que como en todo hormiguero…o fortaleza fortificada, las habitaciones más recónditas e inaccesibles resguardaban de los intrusos los tesoros más apetitosos. En el caso del lupanar, las ganancias generales se cerraban a cal y canto en altillo más alto de toda Nerima. Para llegar allí, había que atravesar cientos de pasillos y bifurcaciones que se espiralaban de formas difusas. Un verdadero laberinto de perdición del que ningún osado cliente había descifrado jamás su patrón. Y por supuesto, a eso de las cuatro de la mañana, buena parte de los clientes que abandonaban a sus hormiguitas satisfechas, se la pasaban hablando sobre extraños mitos relacionados con aquel lugar inaccesible mientras apuraban su último pitillo e intentaban mal disimular sus olores pecaminosos con perfumes apestosos. Aquellas paredes dejaban pasar todos los sonidos. Los "entrenamientos marciales" de las hormiguitas, los negociados de última hora para rebajar el precio del entrenamiento extra y también, desde luego, las conversaciones de estos hombres que ya se marchaban. Las frases se agolpaban unas sobre otras sin mucho sentido ni orden aunque a Ranma le parecían los mandatos mismos de una aventura narrada por el mismísimo guía de Jusenkyo. "dicen que la guardiana de la recaudación es la más guapa del lugar" "Aunque es imposible hallarla". "Las muy astutas han plagado los pisos superiores de trampas y señuelos falsos para que nadie se acerque a ambos tesoros". "Solo un hombre entre los hombres sería capaz de superarlas todas y catar ambos manjares". "Dicen que el tamaño de los tesoros es inconmensurable…y el de la recaudación también es grande". Todo esto oía Ranma y todo esto oía también Akane, quien dormitaba en un estado de semiinconsciencia similar al de la embriaguez de los bebedores primerizos que han olido una gota de alcohol. Cuando la muchacha abrió por fin los ojos media hora después, es decir, alrededor de las seis de la mañana, y notó que su prometido ya no estaba con ella, supo muy bien que el ego del idiota se había desbocado y que si no se apuraba, le encontraría con los pantalones bajados en compañía de la amazona reina del lugar. Así pues, con el valor y decisión de una dama sutil y amorosa, se incorporó y procedió a destrozar todas y cada una de las puertas del lupanar con los ojos cerrados y procurando detectar la presencia o ausencia del imbécil a puro olfato…eso sí, hizo todo esto de forma muy educada y cortés.
Sorprendentemente, había todo tipo de trampas para un burdel. Escaleras que desembocaban en ningún sitio. Cortinas de humo. Juegos de espejos. Acertijos y hasta una cerradura con un cubo de Rubik a medio resolver y su respectiva puerta destruida a un lado, señal inequívoca que alguien ranmesco había intentado solventarlo por las buenas hacía muy poco y perdido la paciencia casi en seguida. Akane sorteaba los obstáculos con cierta facilidad. Sobre todo teniendo en cuenta que bastaba con perseguir el rastro de destrucción para orientarse y que los desafíos que requerían cierta habilidad manual ya habían sido reducidos a escombros por cierto prometido colérico. Finalmente, cuando las escaleras se tornaban más y más rocambolescas y los espejos escondían uno u otros pasillos o entradas falsas, Akane pudo oír muy bien la voz de su exprometido en el piso superior…y digo que era la voz de su "exprometido" porque el contenido de sus palabras vulneraban todos los presupuestos de cordialidad, amor y fidelidad que tal título implicaba.
-Akane, ahora sí harás todo lo que yo te pida. Esta vez traje suficiente efectivo.
-¿Otra vez aquí, Ranma? ¿Tienes idea del dinero que me haces perder cada vez que destrozas mi sofisticado sistema de camuflaje? Y por favor, deja de llamarme "Akane". Ese nombre no me gusta.
-Me da igual si te gusta o no. Te pago para que seas Akane y hagas lo que te pido. Obedece.
Imaginad por un momento, queridos lectores, el gozo del narrador omnisciente que ya conoce cómo y de qué manera se resolverá todo. La tranquila serenidad de quien comprende todos y cada uno de los detalles que adornan esta historia. Comparad ahora esa relajante despreocupación por el devenir de los hechos con vuestros nervios y furia al enteraros de que Ranma le paga a la hormiga más procaz del puterío para que haga de Akane. De hecho, entendería perfectamente que salierais ahora mismo a la calle a destrozar muros y paredes a patadas. Vuestra indignación estaría plenamente justificada, desde luego. Si hace unos diez párrafos teníamos a Ranma felizmente acorralado por la Akane real, ahora lo teníamos aún más felizmente rodeado de una chica, al parecer, con mucha más experiencia y atributos. Y además le teníamos así, por propia voluntad. Y ahora que os habéis desahogado (imagino que derribando al menos tres árboles de la acera), comparad vuestro ardor asesino hacia Ranma con el que probablemente tendría Akane Tendo en ese momento. Imaginad por un instante a qué nivel habrá llegado su irascible ira iracunda cuando al irrumpir en la habitación del pecado, su exprometido solo atinó a defenderse con una frase muy, muy, muy original.
-No es lo que parece.
¿Habría que creerle? ¿Y por qué no? Como lectores ya le hemos perdonado tantas cosas al inocentón de Ranma. ¿Por qué no creerle una vez más que se metió en una situación muy comprometedora por accidente? Y en todo caso, ¿qué importa si le perdonamos nosotros o no? Como buenos observadores imparciales, los leyentes no tenemos ni voz ni voto en esta historia y por muy enojados o serenos que estemos, nuestro estado emocional resulta irrelevante para el desarrollo de la misma. Lo que realmente importaba e importa todavía era la reacción de Akane. Así, pues, ¿qué esperar de nuestra querida coprotagonista cuando absolutamente todos los indicios clamaban por la destrucción inmediata de medio Japón? ¿Había espacio en su corazón para la comprensión? ¿Se dispararía otra vez el zorra-ken? ¿O quizás y en el mejor de los casos, saldría volando de un simple mazazo? Al fin y al cabo, no lo podemos saber a ciencia cierta. Quizás el máximo grado de furia que Akane era capaz de demostrar eran esas virulentas demostraciones de inmadurez. Desde luego algo si que se podía deducir y era que la muchacha se lo estaba tomando con cierto aplomo. Al menos, de momento, ni hablaba ni actuaba. Extraño en ella. Por primera vez en su vida, nuestro protagonista tuvo la oportunidad de explicarse por segunda ocasión, unos segundos de libertad que decidió desperdiciar incidiendo en su mismo estúpido argumento: "no es lo que parece".
Para cuando el joven de la coleta pronunció su segundo "no es lo que parece" del día, Akane ya había repasado de arriba abajo con la vista toda la habitación, la pose y fisonomía de la otra "Akane" y ya que estaba, la disposición y calidad del mobiliario. Luego concluyó:
-Pues parece que ya has venido antes a juzgar por la frase de ella "¿otra vez aquí, Ranma?". Probablemente, estuviste porque Genma experimentó contigo la posibilidad de curar el miedo a Shampoo. Y en lugar de reaccionar como los tarados de tus amigos follándote a todo coño que camina…o como yo, horrorizándote por el tema, te las arreglaste para hallar a una despampanante damisela en apuros. Y, claro está, decidiste que era tu deber intentar rescatarla. A pesar de que ella no desea ser rescatada y a pesar de que, al intentarlo, te ganarías casi con seguridad mi odio eterno.
Ranma se llevó una mano a la espalda.
-Entonces sí es exactamente lo que parece. Caramba, Akane, pensaba que ibas a mal interpretarlo, enloquecer y montarme una buena. ¿Desde cuando eres tan tolerante y asertiva?
-Desde que adquirí el zorra-ken y descubrí que te gusto menos así que antes. Ahora sé que no debo temer a las Shampooes, Ukyos y Kodachis. Te gusto yo y tal y como soy.
Nuevamente, la tez de Ranma se asemejó a un tomate. Y eso que quedaban tantas y tantas cosas por aclarar. Pues aún así, aún faltando explicar el temita de llamar a la otra chica "Akane" y ofrecerse a pagarle dinero, aún así se las arregló Ranma para sentirse turbado por una frase akanil. Y tan turbado se sintió que decidió confesar su amor absoluto por ella y de ninguna manera fingir que no era así, acción infantil y muy impropia de un lupanar.
-¿Qué dices? No me gustas nada de nada, Akane. No sé de dónde sacas eso. Yo…que quede claro…no te encuentro….atractiva…¿ Me entiendes? Nada de nada. Bueno…solo un poco…cuando sonríes, un punto que ya hemos aclarado con anterioridad hasta el hartazgo y que es exclusiva culpa tuya por sonreír tan bonito…ah, y también me pareces atractiva cuando crees que tienes razón y cuando entrenamos y te da bronca que te gane y cuando caminamos juntos al instituto y cuando te salvo de algún maleante y cuando entornas los ojos para decirme "buenas noches". Pero nada más que en esas ocasiones…. (y en otras muchas que me guardo de decir por puro pudor).
La tesorera del burdel, efectivamente, hacía honor a los mitos del centro del alterne. Sus medidas escalofriantemente perfectas eran llevadas con un muy buen conocimiento del gusto de los hombres por las curvas. Cada pose, cada pausa, cada seseo de sus labios los había diseñado Dios para seducir. Luego, cuando la chica se aproximó hasta la peliazul la rodeó en sentido horario y concluyó con un despectivo: "¿Así que esta es la famosa Akane Tendo? Me la imaginaba más guapa", lo normal hubiese sido que el zorra-ken se disparase a niveles épicos. Sin embargo, lo que realmente ocurrió, fue exactamente lo contrario. Fueron las siguientes palabras de Akane las que intimidaron a la reina de la casa de lenocinio.
-De acuerdo, Ranma. Ya lo he entendido. Por favor, sálvala.
La muchachita con más curvas que carretera de montaña, se rió.
-¿Y se puede saber de qué me tenéis que "salvar"?
-De tu falta de libertad –repuso Akane con seguridad-. Es obvio que eres tan virgen como yo. Por eso no se ha disparado mi nueva "técnica". Y es evidente también que Ranma te ha regalado mi nombre porque, en realidad, no tienes uno.
La jovencita se encogió de hombros.
-¿Y qué si mi madre me abandonó de bebé y se largó robando toda la recaudación mensual de mis compañeras? Si ellas se sienten mejor llamándome irónicamente HDP, es lo mínimo que les debo. Que descarguen el odio hacia la traidora de mi madre en mi.
Dichas estas palabras, los tres muchachos agacharon la cabeza a la vez. No hacía falta decir lo evidente. Que Ranma en su anterior visita se había enterado del "apelativo" con que los clientes se referían a la hija única de la trabajadora más eficiente del lugar, esa mujer calculadora que lo había abandonado todo hacía exactamente diecisiete años. Desde entonces, la crueldad de los adultos y el rencor hacia su madre había cristalizado en el nombre más irónico posible para el bebé recién nacido y abandonado: "HDP". Irónico, desagradable, cruel y estúpido. Inaceptable para alguien de buen corazón como Ranma. Y sin embargo, ¿cuántos Ranmas entraban allí a la semana o al mes? ¿Cinco, seis? ¿Siete? La verdad es que ninguno. En palabras de Akane, "Ranma tendrá sus defectos pero es inimitable". Demasiado único para negarle su singularidad. Y el resto de la historia se explicaba también de forma románticamente retorcida, es decir, a lo Ranma. ¿Qué nombre ponerle a una mujer que no tenía ni derecho a la identidad? Solo el de la mujer más valiente que conocía. El más bello posible. Akane.
A continuación Ranma relató a su prometida todos los pormenores de la situación. HDP se había criado prácticamente sola. Odiando el exterior que le había dejado sin madre cuando era bebé y juzgando el mundo como un sitio inmundo puesto que de él solo conocía lo peorcito de la sociedad, unos vejestorios que se aprovechaban de la juventud necesitada y solo sabían blasfemar y exigir actos de decadencia absoluta. Si así eran los visitantes ocasionales de su hogar, ¿qué esperar del resto del orbe, salvo una degradación infernal? (un perfecto mito de la cueva de Platón aplicado a un prostíbulo, cortesía del inigualable Leandro-Sensei). ¿Cómo abrirle los ojos a una niña adolescente que no conocía otra cosa? Una doncella de castillo de cuentos de hadas que se las había ingeniado para defender su virginidad con uñas y dientes a la espera de que su príncipe azul viniera a salvarla. En el fondo, a los chicos les causaba cierta empatía. Todo el mito de su belleza inalcanzable y laberinto tenebroso se lo había inventado ella misma para conseguir dinero sin prostituirse. O lo que es lo mismo, había construido una torre de marfil dentro de un centro de alterne utilizando técnicas nabikieskas.
-En resumen, Akane. Todo el mundo piensa que es Shampoo pero se trata de una simple Nabiki asustada que todavía no ha estafado a medio planeta simplemente porque no sabe lo que hay ahí fuera. Si pretendemos que enfrente sus miedos, hay que convertirla en una Akane.
La peliazul dejó escapar un suspiro. ¡Cómo se habían torcido las cosas en un instante! Si le había enviado allí para que aprendiera a lidiar con la inocente liviandad de carácter de Shampoo, ahora se tenía que ocupar del proceso exactamente inverso. Convertir a una mujer de vida alegre en una señorita valiente que supiera juzgar el mundo de forma natural y justa. Y debía conseguirlo a pesar de su resistencia y antes del amanecer. Estar enamorada de Ranma Saotome tenía esas cosas. A veces le tocaba estrujarse los sesos y por lo general, resetear todo su disco duro de ideas preconcebidas.
-No puedo creer que vaya a decir esto pero si quieres tomarte unas vacaciones totales o parciales de este sitio para conocer el mundo desde un entorno seguro, hay una habitación libre en casa. Nadie te pedirá nada a cambio salvo que bajes un poco la guardia e intentes ser feliz. Al menos, ir al instituto.
-¡JA! Muchos imbéciles del instituto vienen aquí a menudo. Me harán la vida imposible cuando se enteren de mi pasado, de mi maldición. Tu idílica solución de niña ñoña no durará ni dos días.
Como única respuesta, Akane le arrojó un vaso de agua fría en la cara a su prometido.
-Te puedo asegurar que en ese instituto están acostumbrados a recibir a gente mucho más singular que tú –señaló los pechos turgentes de Ranma chica- y fíate de mi, viven una vida bastante normal…bueno…una vida anormal pero bonita. Allí tenemos de todo. Incluso el director está más chalado que nadie que hayas conocido jamás. Y enseña allí una profesora con más curvas que tú…por si lo que te preocupa es desentonar.
-Jajajajaja –se echó a reír con fuerzas HDP-. Si las chicas supieran y tu quisieras, Ranma…serías millonaria…perdón, millonario/a.
Buena jugada desde luego. Por primera vez en años, la jovencita de marfil dejaba salir una risa sincera dentro de su torre. Y la verdad es que…se sentía bien. La felicidad, ya se sabe, impacta donde más cosquillas hace. En la raíz misma de los pulmones. ¡Y qué rico que es el aire caliente cuando su temperatura se debe a no ser capaz de parar de reír!
-¿Vendrás con nosotros, entonces?
-Jajaja. Ni hablar. Que el exterior sea más extraño de lo que yo pensaba no es suficiente motivación para salir. Además, seguro que lo de Ranma es una situación excepcional. Mencióname por ejemplo alguna rareza tuya.
-Déjale una sartén, aceite y un huevo –contestó Ranma- y encontrará la manera de preparar un plato incomible sin pasarse de la cocción ni mezclar la yema con las cáscaras ni de ninguna otra manera imaginable. Simplemente es algo mágico.
-Jijiji. Lo dudo mucho. Y aún si fuera cierto y reconozco que sería gracioso que así fuera, la verdad es que no puedo irme. Tengo que limpiar el nombre de mamá. ¿Por qué creéis que han puesto de guardiana de la recaudación a la hija de la anterior ladrona? Para repetir la treta artera. Para acusarme de sustraerlo todo cuando me vaya…como hicieron con mamá. ¿Sería bastante creíble, no? Que yo hubiese heredado la falta de cortesía entre matronas de mi madre. Como veréis, quizá me falta conocer mundo pero no soy tan ingenua. Vivo presa de una trampa plantada hace años por alguien que me odia.
Cierto. Si algo desentonaba en el relato de la vida de HDP era precisamente ese detalle. Se había convertido en la guardiana del tesoro siendo precisamente la hija de la última ladrona conocida de semejante botín.
Esta vez fue Ranma quien se tomo la iniciativa:
-¿Y si te dijera que conozco a alguien con las curvas suficientes como para hacerse pasar por ti si la disfrazamos convenientemente?, ¿a alguien que se ha perdido tantas veces por Japón que seguramente conoce a tu madre si le damos una foto? y ¿a una manipuladora de tan alto nivel que incluso te supera a ti y por tanto podrá ayudarte a desenmascarar a quien inculpó a tu madre?
-Diría que desvarías y que de ser así, tal vez sí me apetezca conocer lo que hay detrás de esas puertas.
Ranma sonrió:
-De hecho conozco también a un médico que baila con un esqueleto cuando se le acelera el corazón.
-Ah, sí, el Doctor Tofu. Viene todos los martes por la tarde y le pide a Naoko que sea su Kasumi y le obedezca (nota del autor: jajajaja. Feliz día de los inocentes).
Cuando Ranma se retiró a buscar a sus "paladines", Akane descubrió que el plan de Genma, a la postre, había dado sus frutos. Su amena charla posterior con HDP y sus compañeras lejos de resultarle incómoda, solo delataba lo contrario. Que se había apresurado en juzgar a aquella gente como esencialmente "mala". A decir verdad, nada en su actitud y forma de comportarse podía juzgarse como de mala educación y repelente. Y obviamente, llamar a Shampoo "zorra" se trataba de un insulto innecesario hacia la pobre amazona.
-¿Entonces ya le has dicho que le quieres? –le preguntó una de ellas.
Akane se ruborizó.
-Sí…sí, se lo dije hace un rato. Delante de ella –señaló a la tesorera-. Cuando expliqué por qué estaba tan comprensiva hoy.
HDP meneó la cabeza.
-No, no, no y no. Solo has dicho que sabías que él te ama. Nada oí sobre tus sentimientos. Y créeme. Sé de lo que hablo. Que para ti sea evidente que le quieres, no significa que para él también lo sea.
-Bueno, se lo dije hace un tiempo. Cuando él creyó que estaba muerta. O me lo dijo él. Ya no me acuerdo bien. De hecho estuvimos a punto de casarnos pero la dueña del Dojo canceló la boda a último momento.
-Ah, sí. La tal Rumiko Takahashi. Ya me lo explicó eso Ranma. Y debo decirte que aquella cancelación fue culpa exclusiva de los lectores.
-¿De ellos? ¿Por qué?
HDP pegó un puñetazo sobre la mesa.
-¿Cómo que "¿por qué?"? Porque las cosas no se hacen así. Primero el cliente exige lo que quiere y luego, cuando el vendedor acepta, se le paga. Ni antes ni después. ¿Y qué habéis acordado con la tal Rumiko? Nada de nada. Y eso que es una conocida estafadora de finales. No solo eso, sino que habéis comprado su tomo 38 masivamente a pesar de que en el susodicho tomo no aparece un desenlace aceptable. ¿Os imagináis la que nos montaría un cliente si luego de pagar por adelantado, no le hiciéramos el "favor" acordado previamente?
Akane Tendo frunció el ceño.
-Perdona, ¿estás comparando a Rumiko Takahashi con una prostituta y a los lectores con sus clientes?
-No, al contrario. Estoy diciendo que en un mundo dominado por mis compañeras –señaló a todas y cada una de ellas-, estas cosas no pasarían.
Cierto, irrefutable y verdadero. En un mundo capitalista, en el fondo se refería a eso, el cliente siempre obtiene su botín mientras tenga pasta. En el que habitaban ellas en cambio, había que rebuscárselas para sobrevivir a base de talento y esfuerzo. ¿Quién necesitaba dinero teniendo a una Nabiki, un Ryoga y una Shampoo en su equipo?
Fin de la tercera parte.
En el próximo la conclusión (probablemente en 2017).
Historia bonus.
Hoy no hay. Estoy deprimido.
Fin.
Comentarios.
Estimada sslove. Lo convencional no es lo mío. ¡Y eso que me esfuerzo!
Estimada blackpanterkjes. Me imaginaba. Por eso te dije lo del pan dulce. Que no te vayan mucho las fiestas no significa que no puedas utilizarlas de excusa para comer cosas ricas. Igual me gusta tu estilo dark.
Estimada desco: Holaaaaaa! Qué alegría que regresaras. Ya me imaginaba que había perdido el contacto y sin saber tu nombre. La broma tiene gracia si seguimos en contacto. Si no, exijo saber al menos cómo te llamas. A lo mejor ya me lo dijiste y se me olvidó. Mi cerebro anciano no retiene bien los datos.
Estimada Camuchis. Gracias por tu comentario. Me da fuerzas para seguir.
Felices fiestas a todos.
