Bakugou y Kirishima estaban recostados sobre la cama del primero, en su habitación de la residencia. El primero miraba las noticias del día – exclusivamente las noticias de los superhéroes que le importaban (o más bien, que consideraba competencia en su camino para ser elnúmerouno)

– en su celular, mientras el segundo se desperezaba mirando dibujos animados en el televisor. Eso, hasta que Kirishima se movió un poco, y luego Bakugou estiró un poco su mano, y en tiempo récord estaban uno sobre el otro besándose y tocándose como el par de adolescentes hormonales que eran.

Ya llevaban alrededor de un año juntos. Kirishima sabía que quedaban veintiún días para el primer aniversario y Bakugou tenía una idea lejana de que había sido más o menos por esa fecha; un día de esos tenía que sentarse a ver el calendario y sacar la cuenta porque si no, el de cabello rojo no se lo perdonaría. De cualquier forma, había sido un buen casi-año y hasta ese momento su relación no había enfrentado ningún bache.

Hasta que pasó Kaminari.

Alguien tocó la puerta del dormitorio y ninguno de los dos alcanzó a hacer nada, porque la manilla giró de inmediato y ambos terminaron cayendo al suelo debido al movimiento brusco que hicieron para separarse antes de que alguien los viera. Había sido caótico, y cuando Bakugou se levantó del suelo – sin mirar quién era el que había entrado – ya estaba lanzando palabrotas al aire.

¡¿Para qué mierda tocas la puerta si vas a…?! – se calló inmediatamente cuando vio que el que acaba de entrar era Aizawa.

Detrás de él, asomando su cabeza, tragando saliva y con más miedo que si acabara de ver a toda la Liga de Villanos junta, se encontraba Kaminari. Aizawa se quedó bajo el marco de la puerta y por un segundo parecía que no encontraba una palabra para decir, con una expresión imposible de leer por cualquiera de sus tres alumnos.

¡Kirishima-kun! ¡Kacchan! ¡Lo siento! – dijo Kaminari mostrando sus dientes en una sonrisa nerviosa a modo de disculpas.

Kirishima se plantó con firmeza y se aclaró un poco la garganta para darse ánimos, ignorando el hecho de que estuviera sin su camisa en ese momento.

Aizawa-sensei, ¿pasa algo? – sonrojado y nervioso, el de cabello rojo se aburrió del silencio incómodo y prefirió hacer como si su maestro titular no acabara de descubrirlos. Se aferró a la posibilidad de que Aizawa no hubiera alcanzado a ver nada, pero sabía que no engañaba a nadie (considerando que todavía podía sentir que le quedaba algo de su erección y que seguramente senotabaa través de sus pantalones cortos).

A Bakugou, a su lado, le importaba más otra cosa – según podía deducir de esa expresión asesina que había colocado.

¿"Lo sientes", cara de burro? – gruñó el rubio ceniza. Sabía que era una amenaza más que una pregunta: Lo estaba retando a decir que era culpa de él que Aizawa acabara de entrar a su habitación en medio del juego previo que tenía con su novio y los descubriera en el acto.

Además de interrumpirlos, claro.

Bakugou, Kirishima – dijo Aizawa por primera vez. Su voz sonaba normal y no había nada que hiciera suponer que estaba enojado (o al menos eso creían) -. Escuché a Kaminari hablando con Ashido en la zona común del dormitorio acerca de ustedes.

Bakugou fulminó a Kaminari con la mirada como si hubiese podido hacer que explosiones salieran de sus ojos en vez de sus manos, y Kirishima estaba seguro de que esto era malo, muy malo. No para ellos. De alguna forma ellos dos siendo descubiertos por su profesor, manoseándose y a medio vestir, no era peor que lo que iba a sufrir Kaminari cuando Bakugou lo alcanzara.

¿Qué cosa exactamente? – preguntó Kirishima en un hilo de voz. Volvió a aclararse la garganta buscando sonar más masculino (porque aún en una posición vergonzosa como esa, había que ser masculino) -. Digo, ¿qué?

Aparentemente nuestro Kaminari se encuentra un poco… Falto de sueño – dijo con un imperceptible sarcasmo. ¿Podía ser que su profesor se estuviera divirtiendo con toda esa situación?

-. Porque su habitación se encuentra justo debajo de la tuya, Kirishima. Y según escuché… No utilizas tu habitación solo para dormir.

Kirishima sintió como la presión comenzaba a subirle por el cuerpo, por su cuello, toda su cara, y hasta las orejas, concentrándose especialmente en las mejillas que prácticamente le estaban quemando. Ahora él también quería unirse a la misión de asesinar a Kaminari o al menos dejarlo con algún daño neurológico severo que no lo dejara volver a abrir la boca para decir algo coherente por el resto de su vida.

Sí. Pelo puntiagudo es ruidoso cuando entrena – se metió Bakugou con un poco de descaro que le salió por la culata, porque Aizawa pasó de estar tranquilo a ponerse como en el primer día de clases, cuando los amenazó a todos con la expulsión.

Esto es exactamente por lo que separamos los dormitorios entre hombres y mujeres – lo retó, sin levantar la voz pero sin dejar de sonar intimidante -. Esto no es un hotel. Es la residencia de la U.A., y lo único que deberían hacer en su tiempo libre es estudiar y enfocarse en mejorar.

Kaminari soltó un bufido a modo de reclamo tras escuchar la última parte del reto de Aizawa, como protestando y estando en desacuerdo con utilizar todo su tiempo libre para estudiar. Ante eso, no solo Bakugou y Kirishima, sino que incluso Aizawa lo miró sin poder dar crédito al rubio, y comenzaba a preguntarse si las neuronas de su alumno no se estarían friendo enserio cada vez que usaba su singularidad al máximo.

El chico no era muy bueno leyendo el tono del ambiente, y lo demostró con su siguiente comentario:

Sensei, ¿cuál es el problema? No es como si alguien pudiera quedar embarazado.

¡Ya está, voy a asesinarte maldito idiota! - El sonido de pequeñas explosiones controladas resonó en la habitación al mismo tiempo que la luz de las chispas que salían de las manos de Bakugou la iluminaron.

¡Bakugou! – llamó Aizawa. Sus ojos se pusieron rojos, y su cabello negro y normalmente desordenado se levantó en el aire mientras usaba su don para borrar el de su alumno -. Cálmate. Y tú, Kaminari, cállate.

Kirishima tuvo que morder su labio para ahogar una carcajada por lo estúpida que estaba resultando la situación y por el hecho de que Aizawa parecía más exasperado por Kaminari que por enterarse que dos de sus alumnos ocupaban la residencia escolar para tener relaciones.

Bien… - continuó, después de un rato de silencio -. No voy a ahondar en detalles para que esto no se vuelva incómodo. Pero espero que quede claro: No quiero saber sobre esto de nuevo. ¿Estamos?

Ninguno de los dos respondió, y compartieron una mirada de desobediencia que no pasó desapercibida para Aizawa. ¿A quién quería engañar? Era obvio que no podía impedir que dos alumnos hicieran cosas en plena adolescencia. Él también había sido adolescente, lo sabía. El punto era que no fueran lo suficientemente estúpidos como para que el resto se diera cuenta.

No muy convencido de haber provocado un gran impacto en ambos chicos, se dio media vuelta para salir.

Bakugou, tienes prohibido acercarte a Kaminari por los siguientes tres días. – Colocó su mano en el hombro del chico que estaba en la puerta junto a él para que se fueran caminando juntos hacia la zona común -. Y tú, Kaminari, tienesqueaprenderacallarte…

Eso fue lo último que Bakugou y Kirishima escucharon antes de quedar nuevamente a solas en la habitación del rubio y, obviamente, ya no tenían demasiadas ganas de retomar lo que habían dejado inconcluso cuando había llegado Aizawa. Pese a lo incómodo, la habían sacado bastante barata (no solo en castigos o retos, sino que su profesor no los había hecho sentir tan avergonzados en una circunstancia en que fácilmente podía hacerlo).

Oi – Bakugou se le acercó con una expresión seria -. No sabía que el imbécil de Kaminari dormía debajo de tu pieza. ¿Quién duerme debajo de la mía?

Iida – respondió el de cabello rojo después de pensar un segundo.

Ambos se miraron por un momento decidiendo si Iida sería como Kaminari y si expresaría en voz alta su molestia ante no poder dormir en el caso de escucharlos. Por un lado, el delegado de la clase era tan correcto que seguramente se indignaría y luego les daría la lata con una charla sobre cómo lo que están haciendo está mal (inapropiado, una falta de respeto hacia él, sus compañeros, profesores y hacia la cama, incluso), pero al menos lo haría enprivadoporque se sentiría totalmente mortificado por tener que hablar de eso.

Sí. Iida era una opción segura.

Hagámoslo aquí desde ahora – decidió Kirishima mientras se encogía de hombros y volvía a lanzarse a la cama de su novio para ver dibujos animados. No recibió ninguna respuesta, así que temió que Bakugou tuviera segundos pensamientos sobre su relación o su intimidad ahora que su profesor se había enterado de ellos -. Hey, ¿todo bien?

Todo bien, pelo puntiagudo. Contigo, al menos. Pero Kaminari… Es hombre muerto.