Ranma, el negacionista

¡Buenas noticias, lectores! Las mejores. Ranma y Akane por fin van a casarse. Sí, sí. Lo que leéis. Luego de años y años (y aaaaaños) de tonterías inmaduras, el cerebro de Ranma aprendió a censurar una de cada cien millones de estupideces que se le ocurren. Y Akane, nuestra queridísima y colérica Akane, aprovechó la rara ocasión para sonsacarle un "casémonos, pecho plano". Y consiguieron esa proeza con solo cincuenta añitos, es decir, en pleno 2021. ¿Romántico verdad?

Es verdad que el rostro de Akane ahora mismo se parece más al de la abuela de Shampoo que al que todos recordáis y los músculos de Ranma, a los de Gosunkugi pero en esencia siguen siendo lo mismos. De hecho, especialmente Ranma, sigue tal cual.

-Sería conveniente, hacer una celebración íntima –dice Akane apoyando la cabeza sobre el hombro de su pareja-. Con pocos invitados –suspira emocionada-. Y solo dejar entrar a quienes nos envíen su certificado de vacunación. No queremos provocar un brote.

-Bah. No va a pasar nada. Eso del coronavirus no existe.

-¿¡Qué!?

-Además, si no dejas entrar a los que están sin vacunar, no podrás casarte. Al menos, no conmigo. Igual no te preocupes. Creo que Ryoga sigue interesado. Y me parece que está vacunado. Al menos lo vi sobándose el brazo el mismo día que vacunaste a Pe-chan en la veterinaria.

-¡RANMA SAOTOME, dime por favor que no estás insinuando lo que CLARAMENTE estás insinuando?! –responde Akane a la última genialidad de su prometido (curiosamente sin mandarlo a volar que es lo que se merece).

-No. No estoy insinuando que Pechan es Ryoga. Jamás haría eso. Por otro lado, todo el mundo sabe que el tema de la covid-19 es un invento del gobierno para implantarnos chips pro-Shampoo en la sangre. O más seguro aún, una treta de Nabiki para cobrar por inyectarnos un poco de agua con sal.

Durante unos segundos, Akane recurre a una serie de herramientas de autocontrol que ha ido aprendiendo con los años y que consisten básicamente en repetirse a sí misma: "no puedo matarlo, no puedo matarlo. Ya tengo cincuenta años". Luego cuenta hasta diez en japonés (que según la wikipedia es así: "ichi/tisú, ni, san, shi/yon, go, roku, shichi/nana, hachi, kyū/ku, jü" aunque seguro que algún japónfilo me corrige en un review). Y por último, calca la sonrisa de Kasumi en su propio rostro pero frunciendo el ceño y con los ojos centelleantes (apostaría un huevo kinder a que alguien tendrá pesadillas con esta imagen hoy a la noche).

-Mi amor –chirria los dientes-. Los chips pro-Shampoo no existen…

-Explica, entonces, por qué hay tanto pro-Shampoo suelto por el mundo sin que la buena de Rumiko les haya dado ni una sola esperanza…

Durante unos segundos, Akane duda. Evidentemente, se ha metido en un berenjenal espinoso sin apenas notarlo. Y al final, raro en ella, decide atacar por el lugar más obvio.

-El coronavirus es una enfermedad muy peligrosa. Más en gente de nuestra edad…

-¡Tonterías! ¿Cómo va a existir un bicho así de infeccioso? Es demasiado raro para ser real…

-…asegura el que se transforma en mujer cuando se moja.

En esta ocasión, es Ranma Saotome, negacionista de la primera hora, quien se siente acorralado por la lógica aplastante de su contendiente, (digo, del amor de su vida… aunque en estos momentos sea para el cerebro de Ranma, a todas luces su contendiente). Así que, también raro en él, decide acudir a la artillería pesada de buenas a primeras.

-¿Y cómo propones que me vacune? ¿En modo hombre o mujer? Porque tengo dos sistemas inmunológicos, ¿sabes?

-En las dos formas, obviamente.

-¿Y cómo sabemos que no me hará daño? ¿Se ha estudiado el efecto de la vacuna en suficiente cantidad de gente maldita en Jusenkyo? –se pone unas gafas y empieza a hojear una revista negacionista que ha sacado literalmente de la manga de su traje chino-. A lo mejor, la dosis que deben administrarme es diferente de la de la gente normal.

-¿Desde cuando el gran Ranma Saotome tiene miedo a algo? ¿Qué pasa? ¿Te asustan las agujas?

-¿Quéééééééé? ¿Yooooooo? –se da vuelta dejando que el brazo izquierda resbale por su espalda-. Para naaaada. Es más. Ahora mismo me voy a pelear con Mousse para que veas que no tengo miedo a las armas blancas…

-…¡RANMA SAOTOME, ni se te ocurre usar la técnica de tu padre conmigo! Además, jijiji… llamar "arma blanca" a una jeringuilla de nada… cada día estás más tonto. No duele. Te lo aseguro.

Silencio. Ahora que por fin ha salido a la luz la razón por la cual existen tantos negacionistas en todo el mundo (gracias a nuestro querido amigo y vecino, Leandro-Sensei) ya solo queda una cosa por hacer: vencer al hombre más fuerte sobre la faz de la Tierra para obligarlo a vacunarse. Casi nada. O convencer al hombre más necio del mundo de que lo haga por propia voluntad… (no sé qué es más difícil).

-Mi amor, se me ocurren mil formas de manipularte para que te vacunes –se acerca Akane hasta su futuro marido con cierto aire sexy y provocador-. Pero eres un ejemplo para toda la gente que te admira allí fuera. No podemos convertir esto en una historia de clase M. Tienes que querer hacerlo tú por ti mismo. Vencer a tus miedos… tú sólo.

-No lo entiendes, Akane. Cuando era pequeño, mi padre me obligó a realizar otro de sus estúpidos entrenamientos: buscar una pajita en una montaña entera de alfileres. Me he pinchado tantas veces que he desarrollado una fobia terrible.

Esta vez, la sonrisa marca registrada de Kasumi luce en la cara de Akane a la perfección. Realmente se la ve alegre.

-Ven, mi vida –lo coge de la mano-. Vamos a dar un paseo. Tu historia me ha dado una idea.

Minutos después y en la consulta del Doctor Tofu, un pequeño gatito de silueta humana, ojos azules y luenga coleta se acomoda una y otra vez sobre las piernas de su guardiana. El minino humano se siente tan a gusto y tan protegido por Akane que ni siquiera se da cuenta de que le han pinchado una de sus patitas antropomorfas.

Y listo. Se acabo la tontería. ¿Quién osaría a negarse a una vacunación así? Si a ti, querido lector, te toca vacunarte y te da miedo, recuerda mi truco: basta con cerrar los ojos e imaginar que estás en brazos de Akane en estado Neko-ken, para sentirte en paz. Lo sé porque a mí me ha funcionado. Aunque eso ya es parte de la historia bonus.


Historia bonus

Mi vacunación

No tenía miedo a las agujas, a los efectos secundarios… ni siquiera a los chips Pro-Shampoo (aunque sin duda alguna existen; para mi que los inoculan en los yogures húngaros). Lo que me asustaba de la vacunación, era el después. A todos los recién vacunados los obligan a quedarse sentados diez minutos en observación por si ocurría alguna reacción inesperada. O lo que es lo mismo: me iban a obligar a quedarme encerrado durante diez larguísimos minutazos con mucha gente. Personas que hablaban. Personas que opinaban en voz alta sobre los vecinos. Personas que, para resumirlo en una frase, ¡eran personas! ¡Nada menos!

Y por supuesto, yo y mi legendaria mala suerte, tuvimos un momentazo Sensei nada más empezar.

-Hola, ¿primera dosis?

-Sí.

-Muy bien. Siéntese ahí por favor. Ahora lo vacuno.

"Ahí" era una silla en medio de un largo pasillo que giraba en ele al fondo. Y más allá, justo después del giro, se oían las voces de decenas de recién vacunados. Uno de ellos, el único al que podía ver, se encontraba de pie, justo al final del pasillo. De pronto, y antes de que me pincharan, una enfermera se acercó al paciente del fondo y le gritó hasta en arameo por hacer la espera de pie.

-¿Pero qué haces? ¡Tienes que sentarte! ¿Qué harás si te mareas? Es muy peligroso caerse de pie. En un asiento aguantarás mejor.

"¡Qué bien!" pensé yo. "Hay una enfermera aquí ocupándose de mi vacunación y otra allí, de que todo salga bien. ¡Qué eficientes! ¡Qué seguro!"

Y pum. Recibí el ligero picotazo sin siquiera notarlo. No dolió nada. Me levanté, feliz de que la cosa fuera tan sobre ruedas, di dos pasos y de pronto oí a la enferma del fondo gritar otra vez: "¡Oh, no! ¡Se han acabado las sillas! ¡Voy a buscar más arriba! ¡No vacunéis a nadie más hasta que vuelva!".

Obviamente me giré sobre mi mismo, intentando volver a mi asiento. Mal asunto. A mis espaldas acababan de vacunar a una viejita que me miraba con cara de "este asiento es mío; lucharé por él con mi vida. Buahahahah".

Al final y para no alargar el suspenso, me metieron en una consulta lejos de toda la gente. Y pude pasar los diez minutos en paz. Y eso es literalmente, lo peor que puede pasar al vacunarse. Que te quedes sin sillas. Aunque si te sale bien como a mí, te libras de toda la gente. Además, pobre Shampoo, ¿no? Viajar tan lejos. A otro país con otro idioma y otra cultura. Por amor. Mientras que la idiota de la Akane no para de azotar a tu amorcito. Esa perra no se lo merece. Mmmmm, qué rico que estaba el yogur húngaro. Creo que iré a comprarme más.