Dark: Bueno...al fin salí con una nueva idea para un fic!
Nico: Pero creo que nos gustaría más que terminaras primero tus OTROS Fics!
Dark: Lo sé...pero realmente cuando se me viene una nueva idea no me deja en paz hasta escribirla...pero les aseguro a los lectores que no voy a abandonar ningún fic!
Nico: Y que hay de reviviendo el pasado...o un ciclo de locuras?
Dark: no las he abandonado...es solo que aun no tengo buenas ideas para continuarlas...pero apenas se me ocurra algo las voy a continuar!
Nico: si, bueno...continuemos con esto... Dark Janubis no es dueña de Yugioh! Ni de ninguno de sus personajes...
Dark: Bueno gracias, y espero que les guste el fic!
La marca del destino La profecíaHace cinco mil años, la gente confiaba en las profecías. Y en Egipto, una de desastres y perdición apareció. La profecía caía en el faraón y su descendencia, por ello, sólo la gente que habitaba en la ciudad del palacio la conocía.
La profecía contaba que uno de los más grandes hechiceros del mundo había mirado con rabia al faraón por haberle arrojado de su corte, por ello lanzo un maleficio a su familia. La maldición contaba que en la sexta generación venidera de la descendencia de dicho rey, nacería un niño. Un niño cuyo poder llegaría a ser reconocido por la eternidad. Podría controlas el poder que las sombras conferían y con él, Egipto florecería con grandeza. Pero, si fuese solo así, no sería un maleficio, o sí?...por ello es que la profecía aun no termina.
Dicho fue que el mismo día del nacimiento del heredero, también nacería un niño en la misma ciudad. El niño sería un reflejo del príncipe. Sería incluso, hermano en alma del otro. Dominaría a voluntad la oscuridad y sería grande, pero el destino era que si ambos niños crecían, el segundo causaría la destrucción entera de Egipto, la muerte del príncipe y la invasión de la oscuridad en el mundo entero.
Al enterarse del maleficio, el faraón entró en pánico. Tenía que evitar tan desastroso final para su gente. Pidió ayuda a un sacerdote / hechicero de la orden de Ra. El bondadoso ser se apiado del pobre rey y en con sus poderes lanzo un contra maleficio...pero no fue capaz de destruir el anterior. Al no haber podido acabar con el hechizo, decidió dar una modificación. Por ello, quedo dicho que el niño que sería el reflejo del faraón, nacería con una marca en el pecho sobre el corazón, una marca con el símbolo del milenio. El príncipe nacería con la misma marca, para que se sepa que el momento había llegado.
Por ello, la profecía se había pasado de generación en generación. Durante seis generaciones, hasta que en el reinado del rey Akunumkanon la profecía, comenzó...
Ooo
En el palacio la gente corría en espera del nacimiento del pequeño príncipe. La noticia de que la reina había entrado en trabajo de parto se corrió por todo el pueblo. Pero, el faraón no parecía estar muy contento.
El rey había estado consciente de que su hijo sería el primero de la sexta generación que indicaba la profecía. Pero, en ese instante sólo rogaba que los dioses evitaran que ese maleficio llegase a ser real.
Ooo
Dentro de la sala de partos, la reina estaba teniendo mucho trabajo para dar a luz, pero no estaba sola...a su alrededor estaban varias nodrizas y la sacerdotisa Sheila, dueña del collar del milenio.
El tiempo pareció detenerse en el momento en el que el pequeño llanto llenó la habitación. Lágrimas caían del rostro de la reina mientras una sirvienta le entregaba a su pequeño bebé en brazos. El niño calmó su llanto inmediatamente al estar en los brazos de su madre y valientemente abrió sus ojos, revelando en ellos el color de los ojos de su padre.
-Será un valiente rey y muy fuerte-dijo la sacerdotisa.
La reina sonrío mientras con su mano acariciaba la cabeza de su primogénito, revolviendo sus cabellos, negros delineados con rojo escarlata y sus pequeñas franjas doradas. La madre le sonrío, pero de pronto, cuando el bebé se movió un poco, sus ojos quedaron fijos en su pequeño pecho.
Y tan terrible como una pesadilla, ahí estaba, la marca del milenio, plasmada en el pecho de su hijo como una cicatriz blanca. Pronto, todas las presentes notaron la marca que presagiaba la desgracia. Segundos después la sacerdotisa se puso de pie y llamó a una criada.
-Avisen al faraón... a llegado el momento!-dijo con gran fuerza.
Ooo
Fuera de la habitación, el faraón estaba muy preocupado. A su lado estaba su hermano menor Akunadín. De pronto, la criada salió del cuarto y se lanzo al suelo ante su faraón.
-Su alteza, me envían a comunicarle que el momento ha llegado, la marca se encuentra en el pecho de su hijo, mi señor-dijo mirando al suelo.
El faraón estaba petrificado y no fue que despertó hasta que Akunadín se le acercó.
-Hermano?-dijo colocándole una mano en el hombro-qué debemos hacer?
El faraón volteó a ver a Akunadín, y su mirada se llenó de determinación.
-Matarlo. Tal como nuestros antepasados lo decidieron Shimon!-grito el faraón, minutos después un hombre apareció en la puerta inclinándose ante su rey-convoca a la guardia!
Diez minutos después, la guardia del faraón se había reunido bajo el balcón del mismo.
EL rey se acercó al balcón y les habló con firmeza...
-Guerreros míos, están son mis órdenes... busquen en las casas de los aldeanos, a todo niño varón nacido este día, y busquen en ellos la insignia del milenio grabada en sus pechos sobre el corazón... si lo encuentra... Mátenlo! Si sus padres tratan de evitarlo, arréstenlos!...no sean débiles sólo porque es un bebé, véanlo como la peor amenaza para todo Egipto, ahora, VAYAN!-dicho esto, toda la guardia partió.
Ooo
En otra parte, en una casa casi derruida...
Una mujer acurrucaba a su recién nacido en su pecho. El pequeño niño tenía el cabello negro delineado con rajo y unos ojos de un púrpura claro adorable. Pero, en su pecho, la temida marca se mostraba. La mujer miraba con tristeza a su hijo. Ella no tenía marido. Era una jovenzuela, que un día se metió con las personas equivocadas, fue raptada y obligada a comprometerse con el hijo de su raptor, que luego fue asesinado en una batalla. Ella había logrado escapar, pero para su desgracia, había quedado en cinta de un hijo que no quería, pero, al no sentirse capaz de darle la espalda a un niño inocente cómo él, decidió conservarlo, pero ahora lo estaba lamentando.
Ella era consciente de la profecía. Y ahora, recostado en su seno, estaba la posible destrucción de todo su pueblo. Su pobre y débil mente no sabía que hacer. Era obvio que el niño era el de la leyenda, porque a pesar de ser su hijo, no tenía nada de parecido a ella, ni a su padre. Las opciones eran, entregarlo o salvarlo, pero ella no quería problemas con el faraón. Fue entonces que el bebé miró a su madre a los ojos, y en su corazón la decisión fue tomada, tenía que salvarlo.
Fue entonces que un guardia entró por la puerta y vio al bebé en sus brazos. Ella aun tenía las ropas ensangrentadas por el parto. El guardia se acercó y le demando ver al niño. Ella se negó, pero el se lo arrebato de los brazos. Una vez que lo tuvo, procedió a examinarlo y quedó algo asustado de encontrar la marca en el pecho del niño. Sin duda alguna el guardia colocó al bebé en la cama y desenfundó su espada. Y la levantó con todas sus fuerzas y...cayó al suelo mareado. La madre del bebé lo había golpeado con un jarrón. Ella corrió a hacia su bebé y lo tomó en brazos corriendo cuan rápido fuese posible. El guardia no tardó en recobrar la compostura y llamó a sus compañeros para ayudar a atrapar a la mujer.
La persecución duró mucho tiempo, pero ella logró llegar a las puertas del reino. Atravesó con todas sus fuerzas y salió al desierto.
-Qué hacemos?-preguntó un arquero al jefe de la guardia.
El jefe miro a la mujer correr, y le arrebató el arco a su soldado, luego apunto hacia ella y susurrando un "lo lamento" le disparó.
La flecha le dio en la espalda, pero no la derribó. Pronto la oscuridad y la arena oculto su imagen y los guardias no pudieron verla.
-Señor?-preguntó el arquero.
-No podemos hacer nada más. El tiempo hará el resto. La mujer esta herida y no podrá sobrevivir con el calor extremo del desierto, Además, no hay ninguna ciudad a menos de dos días de camino. Ella morirá inevitablemente en las arenas, así intente huir cuanto quiera. Y el niño no podrá sobrevivir sin su madre. Podemos decir, que hemos terminado la misión, Egipto esta a salvo!
Y todos los soldados regresaron a casa a festejar su gran logro. Y a tranquilizar al rey.
Ooo
Pero el destino tenía sus propios planes. Es así como la pobre mujer, no se dio por vencida "arruiné mi vida...no permitiré que tu pierdas la tuya así... no me importa que tan malo dicen que eres... sé que eres importante y puro...lo vi en tus ojos...te prometo hijo mío que aunque yo muera te dejaré en un lugar seguro!"
Y así, la desdichada mujer camino, y aun sangrando y sedienta, luchó en contra de todo en su camino sólo para llegar a una ciudad cercana. Una vez ahí se desplomó en la calle.
Una gorda mujer se le acercó y vio la sangre en ella.
-Esta no durará mucho tiempo-dijo secamente.
-Por...po...por favor-dijo débilmente la pobre madre-tómelo... tómelo...
Con eso estiro al niño a los brazos de la mujer, ella miró al bulto que era el pequeño y bruscamente lo tomo.
-Qué quieres que haga con tu vástago?-dijo de una manera despreciativa.
-Cuídelo...dele un hogar...-su voz se hacía cada vez más débil.
-Al menos el mocoso tiene nombre?-pregunto mirando a la madre en el filo de la muerte.
La mujer lo pensó un segundo y con sus ultimas fuerzas respondió.
-Yu...Yugi-y con eso sonrió y su alma abandonó su cuerpo.
La gorda mujer miró a la fallecida y se marchó de ahí. "Yugi?...quien llama a un mocoso Yugi?...eso solo se le ocurre a las ratas de la sociedad!" con eso la mujer cargo al pequeño bebé, pero en su mente se registraba un pensamiento, le habían pedido cuidarlo, y lo haría, pero nunca le habían pedido cuidarlo...bien.
Ooo
Dark: Bueno eso fue todo...espero les gustara!
Nico: SI, bueno entonces nos vemos en la próxima!
Dark: Si!
Nico/Dark: Hasta la Próxima!
R&R
