Dark: Lo sé, lo sé... me tardé mucho...

Nico: Bastante!

Dark: gracias ¬¬''...pero aun así les digo que sean bienvenidos al capítulo seis!

Nico: Cómo te tardaste, hagamos esto rápido... Dark Janubis no es dueña de Yugioh! Ni de ninguno de sus personajes...!

Dark: Ok, empecemos con el fic!

El claro

Yugi estaba totalmente consternado ante la posibilidad de que una persona desconocida le ofreciera tanto dinero a cambio de llevarlo a un lugar. Este hombre debía de tener mucho dinero, además hablaba muy educadamente, caminaba con gran orgullo, casi como si todo fuera suyo y no tuviera que preocuparse por nada. Ante esta idea Yugi decidió no incomodar al joven, por lo tanto hizo su mayor esfuerzo para resistir el dolor que estaba sintiendo.

Yami miraba de reojo el rostro de su joven guía y no podía sacudirse la idea de que algo no estaba completamente bien con el muchacho, pero no podía descifrar qué. Tenía una apariencia deplorable, eso sin duda, casi se podría afirmar que no había comido. Tenía la tez algo pálida, la mirada un poco angustiada y caminaba encogido como tratando de no ser visto. Yami no estaba seguro que hacer. Es cierto que deseaba ver más de su pueblo y sentirse libre por un rato, pero las cosas podrían salir mal. ¿Qué tal si este muchacho era un ladrón y lo asaltaba? ¿o sí planeaba secuestrarlo por ser el faraón? Pero el chico dijo no conocerlo ¿y si eso fue fingido?

Yami sacudió la cabeza para arrojar esos pensamientos. No sabía qué, pero el pequeño chico le inspiraba mucha confianza. El lugar que estaba recorriendo no lo conocía, pero aun así confiaba en su guía.

Luego de un desagradable silencio, Yugi habló algo tímido...

-Um...Señor Yami-dijo volteando lentamente- es aquí-dijo señalando hacia una gran formación rocosa.

-Aquí?-preguntó algo desilusionado al no ver nada atrayente.

-uh?...oh, lo lamento... quería decir que tenemos que ir por aquí-aclaró mientras arrimaba unos arbustos y mostraba una grieta en la roca.

-Vaya...-Yami se acercó hacia la grieta. El espacio era relativamente pequeño. Un hombre adulto no cabría... es más, un joven normal no cabría.

-Qué suerte tiene, si usted fuera más alto no podría entrar-dijo Yugi con una sonrisa.

-Bueno, al parecer, al fin ser así tiene un lado bueno-comentó Yami.

-Cierto... ah, permítame, iré primero...antes de entrar le diré que no podrá ver nada a dentro, así que procure extender sus brazos para que no se golpee contra algo. Y no se preocupe, solo hay un camino, no se puede perder-y con eso ingresó.

Yami no estaba muy seguro de entrar, pero la curiosidad fue más fuerte que su razón.

-Oye...ya estamos cerca?-preguntó el faraón luego de unos minutos.

-Sí...tenga cuidado con la...

-OUCH!

-Bajada...lo lamento...debí avisarle antes...

-No te preocupes...pero... falta mucho?

-Jaja, no..es más ya se ve la luz-dijo Yugi y era cierto, la salida estaba justo en frente.

Emocionado, Yami se dio prisa y salió hacia la luz, la cual lo dejó confundido, con esa extraña sensación de brillantez que ciega momentáneamente los ojos cuando se tienen que acostumbrar a la luz de nuevo. Pero unos segundos después, Yami estaba observando maravillado el lugar al que había llegado.

-Bueno... espero que esto llene sus expectativas Señor Yami-dijo Yugi con una suave sonrisa.

El lugar era hermoso. Era como un santuario. La formación rocosa había cerrado el espacio y terminaba justo en el inicio del Nilo. Las palmeras crecían bellamente colocadas como si un jardinero las hubiese posicionado. Hermosos lotos y flores crecían en una especie de mini lago formado en una hendidura en el suelo que se unía con el río. Pero lo mejor de todo era la vista. El atardecer, el Nilo, las plantas, era tan mágico. Yami no podía evitar quedarse pasmado. Ni siquiera en el palacio podía ver un cielo tan pacífico y agradable. Tan emocionado estaba que una pequeña lagrimilla salió de su ojo. Impresionado, Yami volteó para poder agradecer a su guía que lo había hecho todo posible, pero lo vio algo ocupado. Yugi se había trepado a una palmera baja que tenía algunos frutos en ella.

-Disculpa...-dijo Yami.

-Ah?-preguntó Yugi.

-Qué haces?

-Oh...yo...-Yugi termino de tomar unos cuantos frutos y descendió-recojo dátiles-contesto mostrando los frutos.

Yami observó los dátiles por un momento.

-Y...te los vas a comer?-preguntó curiosamente.

-Bueno...sí...um...disculpe, desearía probar uno?-preguntó amablemente.

-Qué?...yo...no creo que debería...-respondió negando con las manos.

-Vamos... están maduros y son muy deliciosos-insistió Yugi.

Yami vio que el joven chico realmente quería compartir con él, así que decidió acceder.

-De acuerdo...supongo que uno, no hará daño-dijo aceptando el fruto.

Yami y Yugi tomaron asiento en unas rocas. Mientras Yugi comía alguno dátiles, Yami observaba silenciosamente.

-uh...disculpe...pasa algo?-preguntó Yugi mirando a Yami-acaso no le gustan los dátiles Señor?

-ah? No, no es eso, es solo que nunca los había comido-dijo honestamente el faraón.

-¡Qué?-Yugi estaba impresionado-nunca había conocido a nadie que no hubiera comido un dátil!

-Así? Bueno, es que mi padre no quería que los comiera...

-¿Por qué no?

-Es que, el creía que-Yami miró a los ojos a Yugi y no pudo evitar decirle-el creía que era una fruta para los de clase baja

-Qué?

-Mi padre pensaba que era una fruta que solo los de clase baja debía de comer y me dijo que no tenía porqué comer de la comida que todos comían

-WOW... –Yugi nunca había escuchado algo así-su padre debe ser alguien muy estricto...

-Era... mi padre falleció hace varios años...

Al ver la expresión de tristeza en Yami, Yugi se sintió mal.

-Yo...yo lo lamento Señor...

-oh, no te preocupes por eso...

-Pero, si su padre ha partido hacia los dioses, entonces ya no le puede prohibir que coma de esto-dijo señalando el dátil que tenía en la mano-no tiene que ser un impedimento para probar cosas nuevas, no?

Yami lo miró sorprendido y luego una sonrisa se dibujo en su rostro.

-Es cierto-dijo y con eso le dio un buen mordisco al dátil. Lo mastico con calma y lo paso. Todo el tiempo Yugi lo estuvo observando.

-Y?-preguntó ansioso.

-Delicioso!-respondió alegremente el faraón.

Ambos jóvenes rieron un rato y se quedaron en silencio.

-Qué lugar mas hermoso-comentó Yami rompiendo la calma.

-Sí... es un pequeño paraíso...mi pequeño paraíso-dijo Yugi solemnemente.

-A qué te refieres?

-Nadie viene hasta esta parte del río, nadie sabe...es más, desde un bote, sería imposible ver claramente este lugar... dudo que el mismo faraón sepa de este pequeño santuario!-dijo extendiendo sus brazos hacia el cielo.

Yami lo miró con algo de gracia, era cierto, él desconocía algo así en su tierra.

-Entonces, consideras este lugar tuyo, no?-dijo con algo de gracia.

-Qué?-Yugi le volteó a ver-Pero claro que no. Este lugar es del río, del cielo, del sol... no solo mío... pero me permiten venir aquí y con eso me basta!

Yami y Yugi se rieron un rato de varias cosas que relativamente no tenían mucha coherencia para cualquiera que los hubiera escuchado. De pronto Yugi le dijo a Yami que guardara silencio.

-Qué pasa?-preguntó el faraón.

-Es RA-dijo señalando hacia el horizonte.

Yami volteó y miro maravillado como el sol se ocultaba claramente en el horizonte, creando un suave brillo en las aguas que reconfortó su alma. De pronto, sin aviso Yami oyó a Yugi decir...

-Hasta mañana Ra, gracias por el día de hoy-mientras cerraba los ojos.

Yami pensó un momento y luego volteó sonriendo con un pensamiento "sí, gracias por el día de hoy"

Por unos instantes más, el faraón se quedó pasmado mirando el descenso del sol, pero fue fuertemente distraído por un estrepitoso ruido.

COF COF COF

Era Yugi, su pecho no lo toleró más y lo mando de un ataque de tos al suelo. El pobre joven se sujetaba fuertemente el pecho y tosía lleno de dolor.

-YUGI!-en un instante, Yami estaba a su lado tratando de ayudar, aunque no sabía como.

-COF...a...agua...cofcof-dijo señalando al laguito.

Deprisa Yami se dirigió a él y con un hoja recogió un bocado de agua, se lo llevo a Yugi y le dio de beber. Yugi bebió cuanto pudo, pero no podía tragar por la tos. De pronto, todas sus fuerzas se desvanecieron y cayó al suelo, y con un último golpe de tos un chorro de sangre fresca roció el suelo.

Yami estaba horrorizado. En su vida el faraón había visto a alguien toser de esa forma. Sin embargo, en lugar de sentir asco como una persona normal, Yami se llenó de angustia, y trato de ayudar yugi a ponerse de pie.

El agotado joven luchó por levantarse del suelo, pero parecía que estaba peleando una batalla perdida contra la gravedad.

-Yugi...tranquilo...apóyate en mí-dijo colocando un brazo bajo el cuerpo del joven.

-gra...gracias...señor...

-tenemos que salir de aquí... te llevaré de vuelta al pueblo-dijo el faraón-espero que tengas fuerzas para atravesar el túnel-comentó preocupado.

-No se preocupe, creo...que sí...sí podré-y con eso ambos se dirigieron hacia la grieta por la que habían llegado.

Ooo

Dark: Bueno, eso fue todo, espero que les gustara!

Nico: Genial lo de la grieta!

Dark: Sï, lo sé! Me inspire en un lugar real!

Nico: En serio?

Dark: Sip! Fue un lugar que visite cuando estuve de viaje en el Cusco! Se llamaba la chincana y fue algo genial atravesar un lugar tan cerrado y oscuro!

Nico: Impresionante!

Dark: Eso mismo digo!

Dark/Nico: Hasta la próxima!

R&R