Hola que tal, lamento haberme demordo con el Capítulo II pero había estado realizando los dichosos trámites escolares que quitan mucho tiempo y me robaron la concentración de este fic, pero ya estamos listos para seguir con la segunda entrega. Nuevamente quiero agradecer a todos los que se toman su tiempo para dar click en esta historia, ya que motiva mucho a seguir escribiendo y tratar de crear una historia entretenida. También quiero aprovechar para agradecer a la usuaria ShadowTamerBlackpor darme mi primer review.

;) ¡buena lectura!


Capítulo II

Ya había pasado un año de aquel dramático torneo "Justice Five" donde BEGA y el equipo G-Revolution se habían enfrentado en la ciudad de Tokio, dejando completamente destruido el edificio de la sede que intentaba apoderarse y monopolizar el beyblade, pero gracias a Tyson, Daichi, Max, Rei y Kai, el famoso deporte había vuelto a estar en manos de aquellos que les apasionaba solo jugar con sus amigos y ¿por qué no? con nuevas personas. Definitivamente el beyblade estaba hecho para quedarse.

El señor Dickenson, presidente de la BBA, ya se encontraba realizando los preparativos para el evento mundial de ese siguiente año desde su recién reconstruida oficina en Japón, y no había recibido una mejor propuesta para realizar el torneo que la del viejo continente. El equipo de los Majestics se había encargado de todo en la Unión Europea, para recibir el grandioso evento con toda la elegancia y dar un espectáculo como nunca antes se había visto. Cada uno de los miembros del equipo que desafortunadamente no se habían podido presentar en el torneo anterior, le había proporcionado vía electrónica los planos de los bey-estadios de cada zona donde organizarían las diversas rondas del combate más esperado del mundo, y el presidente de la sede nipona no podía encontrarse más contento.

-Todo luce maravilloso, mira la iluminación nocturna del estadio de apertura, en realidad esos jóvenes europeos son increíbles, se lucieron bastante para ganar la concesión de este año – le mencionaba Dickenson con entusiasmo a uno de sus asistentes mientras hojeaban plano tras plano.

En la oficina, todos los empleados se encontraban trabajando en los últimos detalles antes de las rondas preliminares que se llevarían a cabo en Mónaco dentro de exactamente un par de semanas. Revisaban incansablemente cada una de las inscripciones por equipos, así como los datos de cada beyluchador, algunos veteranos y otras nuevas promesas del deporte.

Repentinamente la puerta principal se abrió de golpe y un escándalo proveniente de un par de voces muy conocidas y estruendosas, detuvo a todos dentro del espacio de trabajo.

-¡Yo llegué primero pequeño mocoso! –

-¡Eso es mentira! ¡Fingiste que te habías torcido el pie para tomar la delantera! –

Los gritos no podían pertenecer a alguien diferente de Tyson o Daichi, parecían hermanos, siempre rivalizando por cualquier cosa.

-¡Hey! ¡Ustedes dos! ¡Dejen de pelear! ¿Qué no ven que las personas decentes están trabajando? – La voz mandona de Hilary detuvo en seco a Tyson y Daichi que al parecer no se habían percatado de toda la atención que habían obtenido por parte de los uniformados con pines oficiales de la BBA en ellos.

-¡Ups! Lamentamos el alboroto, sigan en lo suyo – Se disculpó Tyson

-Ah nunca cambiarán – Declaró Kenny quien apenas había llegado. Se le dificultaba correr tras ellos cargando su laptop.

El señor Dickenson dejó los planos y se acercó hasta la entrada para darle la bienvenida a Tyson y a los otros.

-Buen día Tyson, me alegro que hayas podido llegar – dijo con una sonrisa el presidente de la BBA

-Tarde como siempre – agregó una voz sincera

-Pero más vale tarde que nunca – complementó un rubio divertido

Rei y Max ya se encontraban en la oficina revisando lo que Robert y los demás habían enviado, apenas se asomaron por sobre una computadora para saludar a Tyson quien fingió apenarse por su retraso.

-¡Es el colmo Tyson! – Refunfuñó Hilary a lo que Tyson hizo caso omiso.

-¡Señor Dickenson! Ya vine, jeje es que casi me rompo la pierna allá afuera – Se disculpó

-¡No es cierto! – Daichi solo negó cruzándose de brazos totalmente en desacuerdo.

-Jeje, bueno, eso no importa chicos, en realidad solo quería que vinieran para hacerles un encargo, ya que son los únicos en quien puedo confiar – Dijo el hombre de anteojos y cabellos blanquecinos al campeón mundial consecutivo por tres años.

-¡Muy bien señor D! sabe que puede contar con los G-Revolutions para lo que sea. –

-Eso ya lo sé, a propósito, ¿dónde está Kai? – preguntó al ver que faltaba el más serio del equipo.

-Oh, Kai dijo que su abuelo lo llamó, así que está en Rusia pero volverá pronto. – respondió Tyson

-Muy bien, en ese caso les daré estos boletos de avión y ya nos encargamos de actualizar sus pasaportes, por que mañana mismo necesito que viajen hasta Alemania para terminar de organizar la velada de inauguración del torneo –

-¿¡Veremos a Robert!? – Exclamó Tyson muy emocionado por las noticias de un viaje en tampoco tiempo.

-¡No tienes idea de lo que consiguieron esos chicos! – dijo Rei aproximándose hasta el grupo.

-Tyson debes venir a ver los nuevos bey-estadios que construyeron en tan poco tiempo, y toda la propaganda que se realizó para que más beyluchadores de todo el mundo pudieran asistir – explicó Max desde el ordenador.

Tyson se aproximó y comenzó a ver cada una de las fotografías de cómo se veían por dentro y por fuera los recintos deportivos. Todos tenían detalles de arquitectura clásica, pero podía verse el contraste con los espacios contemporáneos diseñados por arquitectos e ingenieros europeos.

-¡Vaya! Ya lucen increíbles y eso que no tienen gente, ¡no puedo contener la emoción de ver esos estadios con fanáticos gritando mi nombre! – dijo pensando en voz alta

-¡Argh! ¡Tyson! ¡Pero que egoísta eres! – le regañó Hilary mientras el resto solo rieron a carcajadas, porque ese era el auténtico espíritu de Tyson.

-¡Oh vamos Hilary, no seas aguafiestas! Estoy seguro de que Kai pensaría exactamente lo mismo de ver estas obras maestras, espero que nos pueda alcanzar en la casa de Robert, le enviaré un mensaje – Dijo Tyson sacando su celular para notificar al dueño de Dranzer de aquella emocionante misión.


Al mismo tiempo, en Moscú, Rusia el ruso no la estaba pasando nada bien en su mansión. Su abuelo le había llamado porque ese año cumpliría 17 años, solo le faltaría un año más para ser mayor de edad y heredar parte de las acciones de las dos compañías de su familia; Corporación Biovolt siendo la rama rusa de investigaciones genéticas y las Empresas Hiwatari con sede en la tierra del sol naciente que se dedicaban al desarrollo de armamento militar. Kai estaba al tanto de sus obligaciones, era obvio que aquel estilo de vida tan cómodo que tenía se lo debía en gran parte al esfuerzo de su abuelo a quien detestaba cada vez más, pero solo se tenían el uno al otro, y gran parte de los triunfos de aquellas empresas se los debía a su padre. Sin embargo, lo que lo fastidiaba más era que Voltaire creyera que aún no estaba lo suficientemente bien entrenado para hacerse cargo de ambas, y que le insistiera en tomar clases de administración, en las cuales aprobaba con calificación perfecta, pero nada parecía ser suficiente para el viejo Hiwatari.

Ambos desafortunados familiares se encontraban sentados en cómodas sillas de piel a los extremos de una mesa de cristal negro, en una habitación con luz tenue y las paredes recubiertas con cálidos tablones de madera oscura. En la parte más alejada de la puerta, Voltaire Hiwatari se encontraba sentado viendo pensativo a su nieto Kai que solo se mantenía cruzado de brazos esperando escuchar el nuevo sermón de su anciano abuelo.

-Kai, te tengo noticias, esta es tu oportunidad de hacer valer tu voto en esta compañía –

-¿En serio? – Gruñó con sarcasmo mientras se mantenía cruzado de brazos sentado al otro lado de la gran mesa de cristal negro del despacho privado de Voltaire, mirando a su abuelo con desagrado.

El viejo sonrió, aquella forma de ser tan soberbia le había permitido construir ese gran imperio a lo largo de toda su vida, por lo que sabía que era exactamente lo que necesitaba ver en Kai para asegurar que su gran obra pudiera continuar incluso cuando él no estuviera.

-Eres un muchacho malcriado, pero ¿sabes por qué no te he desheredado?, porque no hay nadie además de ti que tenga la astucia para ser presidente de ambas compañías, así que supongo que eso nos atora en este problema a ambos.

-Supongo – dijo Kai casi en un susurro.

-Pero no te preocupes, las aburridas lecciones terminarán cuando consigas cerrar un negocio que tengo en mente desde hace algunos años. –

Voltaire abrió uno de los cajones de su escritorio para sacar una refinada pipa de madera de cerezo, que tenía detalles en oro alrededor del hornillo. Prendió un cerillo y comenzó a aspirar la boquilla del objeto para conseguir que el fino tabaco hiciera ignición. Kai solo lo miraba con seriedad. Finalmente la pipa comenzó a humear y el anciano dejó salir unsuspiro de humo grisáceo, parecía que estaba listo para tratar el tema del negocio.

-Tengo entendido que el próximo torneo de beyblade será aquí en Europa, lo que te dará tiempo para ir y venir cuando sea necesario.-

-A que te refieres con eso – Dijo Kai con disgusto, era obvio que sería una molestia para él desperdiciar tiempo en viajes, mientras su abuelo solo se sentaba cómodamente a fumar esa odiosa pipa.

-Verás, hace algunos años que había planeado un proyecto que involucre la tecnología militar y la investigación genética, para crear un mejor vínculo entre el sistema nervioso de los humanos y la tecnología de la que disponemos –

-¿Aún continúas con tus tontas ideas de dominación mundial? Supéralo que no va a pasar. Deja de malgastar el dinero. – intervino Kai cansado de aquello, ya que hacía tres años que habían demostrado lo contrario a Voltaire y a su socio Boris.

-Admito que aquello fue un error, no se pueden controlar las bestias bit, pero en realidad pensaba acaparar el mercado de la rehabilitación humana. Imagina a un beyluchador que tuvo un accidente y ya no pudiera volver a usar su mano paralítica para tirar de la guía; cualquiera pagaría una módica cantidad por recuperar alguna de sus partes inmóviles. –

Kai se mantuvo callado, alzando una ceja, no era común que el viejo se preocupase por los débiles.

-¿No me digas que ahora has dejado de ser ambicioso? – Preguntó Kai con sarcasmo y una sonrisa burlona se dibujó entre sus tatuajes faciales.

-Para nada querido nieto, me he dado cuenta de que podemos seguir haciendo crecer la empresa de esta forma, ya que actualmente no hay verdaderas guerras, por lo que la producción de armamento ha tenido que disminuir y no tiene caso quedarnos con fábricas que no tienen mercado.- Confesó Voltaire

-Bueno, digamos que lo que dices es cierto, ¿a dónde tengo que ir para terminar con estas absurdas lecciones? – Preguntó algo desconfiado el ruso

-Estaba pensando que el negocio podría interesarle al ex campeón europeo Robert, tú lo conoces ¿no es así? La tecnología de micro chips de su compañía sería perfecto para completar nuestro cometido, además de que será una oferta tentadora, por que podríamos permitir la entrada de sus productos a Japón y quedarnos con una parte de las ganancias, y viceversa, nosotros venderemos bienes rusos y japoneses en Europa, así todos ganamos, bueno desde luego que el trato deberá convenirnos más a nosotros por tener mayor control del territorio Asiático. - Voltaire parecía tener un buen punto a su favor.

El mismo Kai había revisado los reportes de la producción industrial de sus compañías; tan solo Biovolt había regresado de entre las cenizas de la abadía creando medicinas para la industria farmacéutica como él lo había propuesto, pero no parecía ser una promesa a largo plazo, demasiados laboratorios alrededor del mundo hacían lo mismo, necesitaban acaparar un mercado más exclusivo. Por otra parte, había conocido a Robert y sabía que era el único de los Majestic que realmente sabía lo que significaba "trabajar" por lo que podría tomar con seriedad una propuesta como la que su abuelo planteaba.

-Entonces, si consigo que Robert acepte este tratado… - comenzó Kai a negociar

-Serás libre de mis peticiones, incluso podría darte acciones de inmediato y podrás comenzar a manejar las compañías como te plazca. Jugarás beyblade cuando quieras y donde lo desees. – Hubo una pausa y Voltaire cambió su vista de Kai al tabaco ardiente de su pipa - Claro, siempre y cuando el trato sea beneficioso para nosotros; confío en que no arriesgarías tu total libertad de ninguna manera. – Concluyó un confiado Hiwatari.

Kai sonrió, era su salida, por fin, y eso que él suponía que sería libre hasta que el abuelo muriera, pero esto era mucho mejor. El dueño de Dranzer se levantó de la cómoda silla en la que se encontraba.

-Entonces me voy – se levantó tranquilamente del asiento de piel y salió por la puerta, decidido a ser libre de la sombra de Voltaire, quien solo se quedó fumando su pipa convencido de que Kai lo lograría sin problema alguno.

Afuera de la estresante habitación decidió sacar el celular que se encontraba en uno de los bolsillos de su pantalón, se había percatado de que éste había vibrado durante la charla con su abuelo, pero no era un buen momento para revisar la notificación.

"Un mensaje nuevo" decía la pantalla del aparato, al abrirlo vio que pertenecía a Tyson, y detrás de todas aquellas palabras sin sentido, lo más interesante fue ver que lo esperarían al día siguiente en el Aeropuerto Internacional de Frankfurt con destino final en el Castillo del mismísimo Robert Jürgens.


El aeropuerto resultaba ser uno de los lugares más fastidiosos para Kai debido a los asuntos migratorios, la documentación de equipaje y las salas de espera, sin embargo una molestia familiar se encontraba causando alboroto por todos los locales comerciales de comida y suvenires del lugar.

-¡Oh! ¡Miren! ¡Es Kai! – Exclamó con emoción Tyson mientras señalaba con la mano derecha donde sostenía unas papas fritas, ya que la izquierda se encontraba ocupada con un envase de refresco.

De inmediato el resto del equipo se dirigió hacia donde el ruso se encontraba sentado con una pequeña maleta. Tyson se les adelantó.

-Oye amargado, ¿quieres papitas? Vamos viejo, ¿por qué no saludas más animadamente? – Preguntó ofreciéndole de su comida con una amplia sonrisa que solo Tyson poseía.

-Llegan tarde – se limitó a responder el ruso con el ceño fruncido, llevaba más de media hora esperando y detestaba los sitios tan abarrotados y ruidosos.

-Oh, lo lamento Kai, le dije a Tyson que viniéramos pero insistió en detenerse en cada local de comida rápida – se disculpó Hilary a sabiendas que aquello no disminuiría la ira de Kai.

-¡Ah! La comida del avión es muy pequeña, necesitaba un almuerzo antes de la cena en casa de Robert o no llegaré vivo. – dijo justificándose

-En verdad no tienes vergüenza Tyson. – Observó Daichi.

-Bueno, lo que importa es que ya estamos aquí, será mejor darnos prisa, ya que el señor "D" nos dijo que los autobuses que llegan al pueblo donde se encuentra Robert son limitados – Señaló Ray para acabar con aquella discusión y Max le apoyó.

-Si, mejor ya vámonos, hablaremos en el camino -

Los G-Revolutions se levantaron y se dirigieron a la salida de la terminal aérea para tomar uno de los autobuses señalados, que demorarían cerca de hora y media en llegar a los territorios de su amigo alemán. En el transporte se acomodaron por parejas, yendo Tyson y Daichi, seguidos de Kenny y Hilary, Ray y Max y finalmente Kai eligió el último asiento. En otras circunstancias el último beyluchador hubiera declinado aquella invitación, pero esta vez las cosas serían mucho más interesantes, al menos para él. Era verdad que el siguiente torneo le daría una nueva oportunidad para finalmente derrotar a Tyson, pero el hecho de quitarse a su abuelo de por vida era lo más satisfactorio y conseguir que Robert aceptara aquel negocio no le parecía difícil en absoluto. Sería libre para la víspera del torneo.

El reloj avanzó y marcó cerca de las 7.30 pm, y puntualmente llegaron a su destino, donde descendieron y se dispusieron a caminar sobre la avenida principal. Aquello era una villa encantadora, con muchas casas y comercios que parecían haber sido sacadas de un cuento de navidad en época previa a las nevadas. Todas las fachadas lucían muy antiguas, pero en sus interiores podía verse la modernidad del siglo. Todo aquello sin embargo se encontraba rodeado de naturaleza boscosa y en la parte más alta y algo alejada del pueblo sobresalían las torres de roca de un castillo en el que ya habían estado anteriormente.

-¡Woah! ¡Ese castillo se ve mucho más grande desde aquí! – Mencionó Tyson al ver el tamaño de la estructura comparada con los pequeños edificios del pueblo.

-Bueno, que estamos esperando, démonos prisa, que tengo muchas ganas de preguntarle a Robert a cerca del nuevo torneo. – Dijo un entusiasta Ray.

-Yo también quiero conocer cómo será la temática este año. – Animó Max.

-Y bueno que esperamos, suena interesante, este año yo seré el campeón – Rió divertido Daichi.

-En tus sueños enano, el que llegue primero al castillo será campeón mundial, ¡adiós! – Declaró Tyson antes de echarse a correr en dirección al castillo, a quien Daichi, Max y Ray siguieron divertidos.

-¡Esperen! ¡No puedo correr tanto! – Reclamó Hilary sin obtener respuesta.

-No sirve de nada cuando Tyson es el líder Hilary. – Le calmó Kenny

-Oh vaya, ¿tú también nos dejarás Kai?- Preguntó girándose la única chica del equipo y se sorprendió al ver a Kai subiéndose a la parte delantera de un taxi. - ¿Qué estás haciendo Kai? –

-¿Van a subir o prefieren caminar? – Fueron las amenazantes palabras de Kai a lo que Kenny y Hilary se apresuraron a subir en la parte trasera del vehículo mientras Kai le solicitaba al chofer en alemán a donde deseaba que los llevaran.

El taxi arrancó y comenzó a subir por la colina que no se notaba con tanta pendiente, y en un par de minutos alcanzaron a los maratonistas que ya se encontraban cansados debido a la subida, a quienes Hilary les gritó desde la ventana del auto.

-Creo que Kai será el campeón mundial por que llegará primero al castillo. – Les dijo mientas movía la mano en señal de despedida.

-¡Ah! ¡Oye eso no es justo! ¡Kai eres un tramposo! – La última oración que Tyson gritó se desvaneció en el aire mientras el transporte les tomaba la delantera y un serio Kai solo realizó un involuntario movimiento con los labios divertido de hacer enojar a Tyson al menos una vez.

En cinco minutos se encontraron frente a una muralla de piedra de por lo menos ocho metros de altura, y el chofer le comunicó a Kai que no tenía permitido avanzar más allá de la reja principal forjada con antiguos hierros, por lo que Kai pagó el servicio y bajaron del pintoresco vehículo. El ruso se aproximó hasta un timbre y lo tocó, donde de inmediato le contestaron en alemán.

-"Si" - Respondió el interfón.

-"Somos los G-Revolutions, Robert Jürgens nos espera" – Fueron las palabras de Kai con un buen acento del idioma local.

-"Un momento porfavor, enviaremos una limusina para traerlos hasta el castillo" – Dijo la voz un segundo antes de que las puertas de hierro se abrieran para permitirles la entrada.

-¡No nos dejen! – Se escuchó la cansada voz de Tyson a quien Ray traía cargando sobre su espalda –

-Tyson es el colmo eres un abusivo, Ray déjalo que camine, ya está grandecito – comentó Hilary mientras los últimos llegaban al umbral de las rejas de la muralla.

-No te preocupes Hilary, no podía dejarlo, ¿cómo nos convertiremos en campeones mundiales si no lo derrotamos a él primero? – Rió divertido el chino a quien no le molestaba el ejercicio un poco más desafiante de lo habitual.

¡Tú si sabes Ray! – dijo Tyson tras una carcajada cuando su amigo lo bajó.

-Es trampa que te carguen – Observó Kai a lo que Tyson se puso a la defensiva pero fue detenido por Max y Daichi antes de que se lanzara contra el más serio.

-¡Tú eres el tramposo! ¡Déjenme ir! – Gritaba cómicamente el campeón mundial a sus amigos que igual divertidos se reían de él.

El dueño de Dragoon finalmente se tranquilizó cuando vio una limusina negra bajar por el camino empedrado que se perdía entre los árboles del bosque, lo que lo alegró al saber que no tendrían que caminar hasta donde el delicioso banquete que seguro Robert había preparado, les aguardaba.


¡Gracias! Nos vemos en el Capítulo III