¡Buenos días! Aquí reportándome :) sigo viva! No abandonaré este fic, solo que a veces el trabajo nos quita energías :( A veces llegaba y quería escribir pero ya no aguantaba los ojos y me resultaba imposible pero y está aquí el nuevo capítulo 13!
Primeramente quisiera responder los Reviews :3
ShadowTamerBlack:
Gracias por tu comentario amiga! Así es, Silke y los chicos están pasando por un proceso de adaptación, el cual todos sabemos que no es fácil, pero a su ritmo más les vale superarlo si no quieren tener alguna debilidad frente a los otros grupos que puedan llamarse "equipo". Las escenas graciosas son un poco difíciles con este tipo de personajes pero creo que pueden ser incidentales a lo largo de la trama.
Sobre la abadía, estoy maquinando algunas cosas para más adelante. Aún no es seguro pero podrá ser, y respecto a los lobitos... OMG, espero no me estés hackeando i computadora XD.
El programa que usé en mi celular para la ilustración de Silke es la aplicación IBIS PAINT para smartphone o tablet, es gratis y cuesta un poco usarla al principio pero es la mejor manera de pasar mi tiempo en el transporte público jajaja.
Muchas gracias por el apoyo, continuaré enredando más la historia :9.
sabaku no akari:
Bienvenida nuevamente a este fic donde parece que sólo torturamos al pobrecito Kai. Que alegría que te gustó tanto que lo leiste más de tres veces O_O! A veces creo que debería hacer los caps más cortos, pero en mi experiencia personal me gusta leer capítulos largos, y aún así cuando veo que la barrita ya está por llegar al final me muero de pensar que está por terminar... (y más cuando es el último capítulo actualizado).
El joven Kai como lo hemos corroborado muchas veces en la serie siempre tiene la razón, solo por ser el número uno, hasta que alguien llega a poner en duda esa posición, entonces elige calcinarlos, pero en este caso, lo tienen un poco entre la espada y la pared :/ no hay muchas opciones... por ahora.
Bueno linda, te espero entonces en el capítulo 50 ;) continuaré con mucho entusiasmo, muchas gracias por leerme.
scarlet.9:
:) Me pone muy feliz saber que te agrade mi historia, desde luego que continuamos por aquí, gracias por tu amable comentario.
lidia:
Que linda por tus palabras ^^ desde luego que lo sigo, espero te guste la continuación.
Por otra parte quisiera comentar un poco a cerca de este capítulo. En su mayoría está redactado desde el punto de vista de Silke, ya que me parece que los Blitzkrieg Boys están más que acostumbrados a este tipo de rutina por el pasado que tuvieron, así que experimentaremos sus métodos desde alguien a quien todo esto le resulta nuevo.
Por último les dejo mi deviant art en mi Profile donde subiré algunas imágenes del fic como referencia, por ahora solo hay una pero ya iré colocando más. Muchas gracias a todos por leerme y ¡que tengan una buena lectura! ;)
Capítulo XIII
La puerta se abrió noventa grados a la derecha deteniéndose contra el muro, la visibilidad al interior era casi nula. Silke se introdujo un par de pasos dentro y comenzó a tantear sobre el muro a su izquierda hasta que dio con el botón responsable de iluminar con un candelabro de cristal eléctrico la habitación.
Hasta ese momento, la abadía no dejaba de producirle sorpresas justo como la elegante y moderna recámara que le había sido asignada. El espacio se encontraba momentos antes a oscuras debido a que las largas cortinas rojas de terciopelo se mantenían cerradas sobre un muro en el fondo. La chica se dispuso a entrar totalmente e inspeccionar el sitio. Se sentía un ligero aroma a humedad, y gracias a que la cama y los muebles estaban tapados con plástico, el olor saldría fácilmente tras ventilar un poco el lugar por lo que sin temor alguno Silke entró al cuarto cerrando la puerta detrás suyo dirigiéndose hasta las cortinas para sujetarlas con sus propios cordones dando con un par de amplias ventanas las cuales abrió también, esto permitió que entrase un poco del sol anaranjado y que el aire refrescara aquella habitación cerrada por casi tres años.
Definitivamente el lugar se lo agradeció ya que las paredes de roca blanca pulida resaltaron con los débiles y rojizos rayos del atardecer. La joven se aproximó hasta la cama y retiró el plástico protector, que también cubría ambas mesitas de noche a los costados de la misma. Del tocador y el espejo fueron retiradas todas las protecciones, así como de la chimenea modernista que se mantenía suspendida casi un metro por encima del pavimento de madera. Ahora el problema era el polvo que se encontraba por el piso por lo que buscó dentro de toda la habitación una escoba. Cerca de la chimenea eléctrica, en el armario, incluso en el cuarto de baño pero solo encontró una tina, sus muebles y algunos lujos sin accesorios de limpieza. Se mantuvo pensativa ya que desconocía las áreas de esa vieja abadía que había sido adaptada con otro fin. Decidió salir a buscar al corredor alguna estación de aseo cuando divisó que detrás de su puerta había cuatro planos de la abadía dentro de un marco. Se acercó para observarlos detenidamente y encontró que había un armario de limpieza junto a las escaleras por lo que pensó sería mejor revisar los planos más tarde ya que debía aprovechar la poca luz solar que le quedaba.
Salió con calma de su habitación hacia las escaleras solo para toparse con Spencer quien había tenido la misma idea que ella. El rubio se encontraba de espaldas moviendo algunas cajas del armario que impedían obtener los artículos de limpieza que se encontraban al fondo, necesarios para arreglar los nuevos aposentos. Sin mayor esfuerzo alcanzaba a bajar las cajas más altas que entorpecían la búsqueda, dando media vuelta, sintió como alguien le sostuvo el cubo de cartón en su camino hasta el piso.
-¿Necesitas una mano? Permíteme ayudarte. - Le dijo una voz serena detrás de la caja.
-¿Tú? – Respondió extrañado de verla ahí.
Silke tomó la caja y aunque le dolía un poco el antebrazo derecho, la colocó un par de pasos atrás en dirección al barandal que da al vacío del claustro. –También necesito algunas cosas dentro de ese armario, será más pronto si movemos las cajas juntos, ¿no te parece? – Le propuso volviendo a acercarse esperando por la siguiente caja.
Spencer no dijo nada, solo la miró por un momento, ya antes había ayudado con los víveres, los leños y el desayuno. En cierto punto no sabía si era lo adecuado o estaban abusando de la fragilidad de la pobre chica, pero era ella quien ayudaba sin que lo pidieran y parecía que un "no" iba a ser poco efectivo. El ruso solo asintió levemente con la cabeza y eligió una nueva caja para comenzar a abrir el pasillo y llegar hasta las escobas. Sin demora alguna, Silke ya estaba esperando la siguiente caja, la cual movía acomodándola sobre la anterior.
Pasaron escasos minutos y la tarea se vio facilitada por el apoyo del otro par de manos. Por fin se veían las escobas, baldes y trapos acomodados contra el muro interior, con un poco de polvo endurecido y algunas telarañas. Spencer lo pensó por un instante antes de tomar los objetos de limpieza y se dirigió a su compañera.
-Toma lo que requieras. – Le sugirió, tenía un poco de curiosidad por saber que buscaba.
-Muy bien. – Dijo Silke aproximándose al interior del diminuto cuarto donde tomó una cubeta, un par de trapos, una pequeña bolsa que parecía ser detergente en polvo, una esponja, un recogedor y una escoba. Salió nuevamente al pasillo y se quedó esperando al rubio quien sin mostrar ninguna emoción se preguntaba si ella sabría usar todo lo que tomó.
Spencer entró y eligió equipo similar al de la chica quien lo esperaba de pie con las cosas pequeñas dentro del balde en una mano y la escoba y recogedor en la otra.
-¿Necesitas algo más? – Se extrañó el ruso al verla aún ahí.
-No, solo pensaba ayudarte a guardar las cajas nuevamente. – Comentó Silke sin mayor problema.
-Déjalo así, los demás también vendrán, lo recogeremos en cuanto terminemos de limpiar. – Dijo antes de darse la vuelta en dirección a su habitación, por lo que Silke hizo lo mismo y se dirigió a la suya.
Al llegar mantuvo la puerta abierta y colocó el material en el piso, enrolló las mangas de su blusa y abrió la bolsa de jabón vertiendo una cantidad pequeña en la cubeta. Se dirigió hasta el baño para obtener algo de agua la cual demoró en salir tras el crujir de la tubería, con la mano la movió hasta conseguir espuma. Sentía un gran alivio en su palma gracias a aquella agua casi congelada, por lo que más tarde se atendería la fatiga de su diestra.
Sin perder más tiempo comenzó a barrer todo el piso por debajo de cada mueble sin dejar un rincón desatendido, reuniendo un relativamente grande montículo de una mezcla entre polvo y moho el cual arrinconó en la parte exterior del marco de la puerta. Lo que prosiguió fue tirar el agua enjabonada de la cubeta en el baño para tallar nuevamente con la ayuda de la escoba y auxiliándose de la esponja para retirar el cúmulo de polvo. Continuó a enjuagar con agua limpia teniendo cuidado de no salpicar su ropa, lo que resultaba casi imposible sin embargo continuó rápidamente con su labor. En seguida se dedicó a limpiar los muebles de baño de la misma forma.
Al terminar el cuarto de baño volvió a preparar una diluida mezcla de jabón para limpiar los entrepaños y puertas del clóset, los muebles y la chimenea con ayuda de los trapos hasta conseguir que relucieran eliminando casi por completo el aroma a humedad. La tarea más compleja era intentar limpiar el candelabro, lo cual decidió dejar para el día siguiente, por lo que con ayuda del recogedor levantó el polvo y lo colocó dentro de la cubeta para deshacerse de él. Con la habitación ya limpia, buscó entre el ropero y encontró sábanas dentro de bolsas con un cierre de plástico, las cuales se encontraban aisladas de los caprichos del clima, por lo que le resultó una excelente idea cambiarlas por las que yacían en la cama. Cuando hubo concluido se llevó los plásticos doblados que cubrían los muebles, las sábanas sucias las guardó en la bolsa del cierre para encargarse de ellas en otra ocasión guardándolas en el armario y dejó su cuarto con la intensión de devolver los artículos de limpieza, deshacerse del polvo y recoger algunos leños de la gaveta del día anterior para encender la chimenea. Se retiró por el pasillo dejando la puerta abierta para que el aire terminara por secar lo que aún estuviera húmedo.
El claustro comenzaba a oscurecer lentamente, y las puertas del resto de los cuartos se encontraban cerradas por lo que Silke guardó la escoba el recogedor en el armario y posteriormente se dirigió a la planta baja con la cubeta y los trapos húmedos que había utilizado. Caminó entre los abandonados pasillos, intentando imaginar el uso que tuvieron en tiempos anteriores, de alguna forma a pesar del frío que comenzaba a incrementar ese silencioso lugar le hacía sentir tranquilidad.
Al arribar al armario de los leños que era el punto más remoto de toda la abadía que conocía hasta entonces, pudo visualizar mejor con la escasa luz restante que se encontraba un depósito de basura, el cual abrió tan solo para descubrir que se hallaba vacío, por lo que tiró el polvo que había sacado de su habitación en el lugar indicado. Así mismo pudo ver que había un techo diminuto sobre algunos tubos atravesados, donde decidió colgar los trapos usados para que se secasen.
Los diminutos copos de nieve comenzaron a caer de nueva cuenta, por lo que Silke tomó algunos leños y los colocó dentro del balde para subirlos a su habitación con mayor facilidad. Antes de comenzar el ascenso se dirigió hacia la sala de estar para recoger su capa y retomar su camino.
Tras volver a la planta superior, el pasillo se notaba más oscuro y se apresuró a sus aposentos para prender la moderna chimenea. El piso ya se encontraba seco así que primeramente cerró las ventanas y a continuación se dirigió hacia la chimenea que tenía unos cuantos botones con sus respectivos comandos escritos en ruso. Colocó tres de los cinco leños que llevaba en el balde de forma horizontal dentro del mueble de metal y presionó el botón rojo que tenía en la parte superior del aparato, lo que dio vida a una diminuta pero potente chispa que se encargó de comenzar a dar calor a la madera para encenderla en pocos minutos.
Silke sonrió para sí, ese fuego bailarín que llenaba de vida la habitación representaba todo el trabajo que había invertido durante el inicio del día hasta entonces, así que podía comenzar a hacer preparativos para descansar, ya que el esfuerzo continuaría el resto de la semana y aún no conocía los límites del entrenamiento del equipo ruso. No pretendía quedarse atrás.
-Terminaste. Puedes bajar a cenar y luego tienes tiempo libre, mañana comenzamos a la misma hora. – Se escuchó decir a una voz seria desde la puerta abierta.
Silke se giró en dirección del corredor y solo vio a Tala retirarse sin darle la oportunidad de responderle. Pensándolo bien ya tenía hambre, y gracias al proteínico desayuno había podido soportar hasta entonces.
Silke dejó los leños a un costado de la fuente de calor y se miró al espejo para sacudir un poco sus prendas antes de bajar nuevamente al comedor. Sentía que era imperdonable el estado de su ropa, pero dada la situación actual era pasable al menos por un breve periodo por lo que no se preocupó demasiado y salió cerrando la puerta para que el calor generado se conservase mejor.
El corredor se hallaba iluminado gracias a unas lámparas eléctricas de apariencia similar a las de aceite que se ubicaban adosadas a las columnas interiores del pasillo, consiguiendo que la antigua abadía dejara de lucir abandonada. Silke no escuchó ningún ruido por lo que supuso todos se encontraban en la cocina hacia donde se dirigió.
Cerca del comedor ya se escuchaban las voces de algunos de los chicos que se quejaban sobre el nulo mantenimiento que le habían dado a la abadía y por el cual habían tenido que pagar ellos con sus propias manos.
-Sólo digo que podrían mandar a alguien de vez en cuando a darle una "limpiadita" a toda esta pocilga. – Se quejaba Bryan mientras bebía un poco de té.
-¿De qué hablas? La abadía de Moscú lucía igual en los sótanos. – Respondió Ian aburrido con una mano bajo su barbilla y la otra picaba con un tenedor algún guisado que parecía haber salido de una de las latas compradas el día anterior.
-Sí pero en ese entonces nosotros no teníamos que limpiar todos los cuartos… - Apoyaba Spencer la molestia de Bryan e Ian.
Tala y Kai se mantenían callados comiendo un bollito de los que habían sobrado en la mañana con algo de miel encontrada entre los ingredientes que aún servían dentro de la alacena.
-Buen provecho. – Dijo Silke tras aclararse la un poco la garganta para no entrometerse sin anunciarse.
-La hora de la cena es individual así que puedes tomar lo que quieras. – Le indicó Tala ocupado con su platillo.
-Muchas gracias. – Respondió Silke sin hacer mayor ruido en su camino hacia la caja que se encontraba sobre el lavavajillas. No le hizo falta buscar mucho entre los víveres puesto que la caja de galletas que la anciana le había regalado se encontraba a la vista.
La abrió cuidadosamente y sacó una de las muchas galletas que venían empaquetadas individualmente, cerró la caja y fue hacia una de las alacenas con puertas de vidrio donde consiguió un plato pequeño y un vaso. Posteriormente fue al refrigerador y sirvió un poco de leche en la pieza de cristal.
Los tres chicos continuaban su plática cuando la castaña pidió permiso para unirse a ellos.
-Disculpen, ¿puedo sentarme? – Preguntó cortésmente con el vaso en una mano y el plato en la otra.
-Seguro. – Respondió Spencer, por lo que la chica se sentó de inmediato.
-Y… ¿qué piensas de la abadía…? – Cuestionó Bryan con la intención de hacer un poco de plática para acabar con el incómodo silencio. Les gustara o no, la integración del equipo ya estaba sucediendo, y era mejor interactuar más de cerca con Silke quien no era tan desagradable como suponían.
-Vaya, es enorme, de no ser por los planos que había en la habitación me hubiera perdido. – Respondió con sinceridad mientras abría el celofán en que venía envuelta la galleta de frutos secos.
- No es tan difícil una vez que te acostumbras. – Comentó Ian prestando atención a algo más de lo que estaba en su plato.
- Es cierto, cuando era niña llegué a perderme un par de veces en el castillo. – Continuó Silke comiendo un trocito de la galleta.
- Y respecto a eso, donde vives supongo que el frío es similar al de aquí. – Intuyó Spencer.
- En ocasiones llega a estar casi tan frío como este lugar, pero es raro cuando sucede, a propósito ¿aún bajará más la temperatura? – Preguntó curiosa antes de beber un trago de leche.
-Es posible, Nos encontramos muy cerca del lago Ladoga, eso contribuye a que haya mayor humedad en el ambiente y las temperaturas caigan hasta -20°C. – Contestó Bryan con certeza.
- Oh vaya… - Dijo la chica en un susurro.
-¿Pasa algo? – La cuestionó Ian.
- No es nada. – Respondió simpáticamente mientras comía el último trozo de galleta. No le gustaba tratar sus problemas con los demás, en especial algo tan irrelevante como el hecho de que desearía haber traído ropa más abrigadora consigo. – Bueno caballeros fue un gusto haber platicado con ustedes, si me disculpan me retiro, debo atender mi antebrazo antes de dormir, que pasen buenas noches. – Se despidió con cortesía.
-Buenas noches. – Le contestó Spencer.
-Frías noches más bien. – Agregó Ian.
-Descansa que mañana te tocan los bollitos de nuevo. – Le recordó Bryan a lo que Tala levantó su mirada dominante en contra suya. - ¿Qué? – Le contestó al capitán levantando los hombros.
-Yo me encargo, quedarán mejor que los de hoy. – Confirmó segura.
Silke se levantó y llevó sus platos sucios al lavavajillas, tiró la envoltura en el bote que correspondía y se retiró sin más por la puerta.
-Entonces era cierto. – Preguntó Bryan en voz alta.
-¿Qué cosa? – Se extrañó Tala.
-Lo que dijo Spencer, que Silke sabía cómo usar todos los utensilios que se llevó. – Comentó moviendo su vaso con un cuarto de té aún.
-¿Millonaria, empresaria, beyluchadora, ama de casa, como sigue soltera? – Recapituló Ian contando con sus dedos.
-Silke solo sabe hacer todo eso porque iba en una escuela famosa por la deserción de alumnos adinerados debido a su estricto código educativo. Así que no se sorprendan por nimiedades. – Respondió Kai un poco fastidiado respecto a cómo reaccionaban por algo así.
-Vaya para detestarla tanto sí que la has investigado a fondo. – Comentó Tala bebiendo su té.
-Sólo lo suficiente para encontrarle un punto débil. – Indicó el bicolor antes de levantarse de la mesa y retirarse.
-¡Uy! pero que genio… - Opinó Bryan ante la actitud del japonés.
-Relájate Bryan, claramente le molesta por que es la misma escuela a la que Voltaire quería enviarlo la cual rechazó incontables veces. Esa escuela en Suiza prohíbe que los estudiantes lleven a sus sirvientes, de esta forma intentan hacerlos más responsables y califican hasta como tienden su cama, ¿acaso no es la pesadilla de todo niño rico? – Informó Tala.
-¿Y tú lo sabías? – Intercedió Ian.
- Investigué sus antecedentes escolares antes de dejarlo entrar al equipo, quería saber que había estado haciendo desde que dejó la abadía y fue cuando me di cuenta que a pesar de ser nieto de Voltaire no se encontraba controlado por él. – Obvió sin dudar.
-Entonces Silke no nos dará los mismos problemas que el "señorito". – Supuso Spencer.
-Así parece lo que es una gran ventaja para nuestro equipo, aunque eso aún está por verse, no olviden que disputarán el tercer puesto activo del equipo. – Les recordó seriamente.
-Será interesante, me cuesta entender que Kai no pudiera ganarle a Silke. – Terminó por decir Ian.
Silke abrió la puerta de su habitación, el calor que la recibió fue inimaginablemente casero. Cerró la puerta al pasar y se aproximó hasta la cama donde había dejado su capa blanca, sacó su cartera y pasaporte, así como su celular el cual comprobó cómo carecía de señal por lo que no tenía caso mantenerlo prendido, de todas formas Robert estaba tan ocupado con el torneo que no se molestaría en llamarla a menos que se tratase de una emergencia. Sólo le restaba confiar en que los sirvientes de Kai mantendrían discreción ante su desaparición.
Abrió el cajón de la mesita de noche y colocó el móvil y sus identificaciones dentro. Así mismo sacó de una diminuta bolsa dentro de su falda el inigualable blade azul cerúleo dejándolo sobre el mueble.
-Es cierto, debo poner hielo sobre mi brazo. – Recordó en voz alta.
Sobre el tocador se encontraba un platón ornamental de madera, útil para colocarle cualquier tipo de objetos diminutos. Silke lo tomó y se dirigió hasta la ventana. Gracias a la tranquila nevada en el alfeizar se había acumulado una mínima cantidad de nieve fresca, por lo que tomó unos puñados y los colocó en la palangana, cerró la ventana y volvió a la cama.
Dejó su antebrazo descubierto y lo acomodó dentro del objeto de madera, con su otra mano procedió a cubrir la extremidad con nieve. Por una parte mitigaba la ligera inflamación que tenía y por la otra comenzaba a sentir como el frío penetraba. Era necesario aguantar unos minutos mientras movía sus dedos propiciando un leve masaje.
De acuerdo al reloj de pie de la habitación del anciano Hiwatari, ya eran las veintiún horas; la nieve sobre su antebrazo comenzó a derretirse y su brazo había tenido suficiente. A pesar de no ser tan tarde, Silke había comenzado a sentir el cansancio de aquel ocupado día así que se dispuso a buscar entre el ropero alguna prenda para dormir después de tomar un baño.
Revisó en el enorme clóset donde había abrigos, sacos y capas de distintas telas, pero de un gran tamaño acorde al dueño de todos esos ropajes. Tras abrir diversos cajones Silke dio con playeras interiores blancas de hombre por supuesto, así que tomó una para antes de dormir.
Se retiró las botas, blusa y falda, así como la ropa interior y la acomodó sobre una silla para evitar que se arrugase.
-Estas telas no aguantarán más, necesitaré encontrar algo con qué sustituirlas.- Se aconsejó a sí misma antes de tomar una toalla de uno de los cajones, colocarla alrededor de su cuerpo y dirigirse al cuarto de baño donde abrió la llave del agua caliente sobre la tina de porcelana marfil.
El agua salió al principio un poco obscura debido al sedimento acumulado por lo que la chica levantó el tapón de la tina para dejar correr aquel líquido sucio hasta que el transparente se presentara. Inmediatamente al ver la claridad del agua y el vapor que desprendía volvió a tapar el escape del mueble; mientras esperaba a que se llenara, se deshizo la corona de trenza que sujetaba su cabello y comenzó a masajear nuevamente su antebrazo derecho.
El dolor había disminuido gracias al frío, pero si pasaría cinco días más practicando podría lastimarse en serio si no se cuidaba. Los Blitzkrieg Boys le parecían muy interesantes. Se atrevía a pensar que tomaban el juego con mayor seriedad que los Majestics. El equipo ruso mantenía un trabajo constante y sin descanso. Ahora no había duda del por qué habían llegado al segundo lugar en el torneo anterior. Pero a diferencia de ellos, ¿cómo sería el entrenamiento que llevaba a cabo el campeón mundial? Debía ser aún más intenso, de otra forma era difícil imaginar cómo mantuvo su título por tres años consecutivos.
El agua terminó por cubrir tres cuartas partes de la bañera. Silke cerró la llave, se retiró la pulsera de oro colocándola sobre el tocador y tomó algunos jabones líquidos que se encontraban dentro del mueble para introducirse dentro del agua caliente.
Destapó una de las tres botellitas la cual tenía un fresco aroma a naranja. Se dispuso a colocarlo directamente en el agua vaporosa y dio inicio al acicalamiento de su cabello y piel. Al terminar se recostó totalmente dentro de la tina relajándose por algunos minutos. El silencio siempre le había agradado, le ayudaba a pensar con tranquilidad. Sabía que era mejor disfrutarlo ahora que podía, ya que dudaba mucho que Robert aceptara que jugara en el torneo. En otro contexto, ni siquiera se atrevería a molestar a Gekiryu con beybatallas aburridas en las que ella siempre saldría victoriosa, pero después de lo que había vivido la tarde anterior era difícil pasarlo desapercibido.
Dirigió sus pupilas ámbar en sentido de la pulsera. Lo que llevaba consigo era algo extremadamente valioso y privado como para que cualquier persona desconocida intentara robarlo, y más aún, ¿con qué fin?
Confiar en el Hiwatari era lo único que le quedaba. Se sentía segura en esa alejada abadía y los chicos parecían ser buenas personas, algo desconfiados al igual que ella pero eso era natural en la gente que recién se conoce.
Tras enjuagarse toda la sustancia aromática y jabonosa tomó la toalla que había dejado sobre el pequeño banquito que se posaba a un costado de la bañera, procedió a secar su cuerpo y posteriormente su cabello.
Silke pasó a acomodarse nuevamente la pulsera de oro y la amplia playera que le quedaba como camisón. Buscó una vez más en el mueble tocador hasta encontrar un peine para alaciar su cabello y eliminar las gotas de agua con mayor rapidez.
Abrió el espejo detrás del tocador y encontró más objetos de limpieza empaquetados totalmente nuevos. Tomó un cepillo de dientes y pasta dental, pensando que cuando todo hubiera terminado los repondría inmediatamente. Al terminar extendió el lienzo con que se secó sobre el toallero y se retiró hacia su dormitorio.
La chica cerró la puerta del vestidor detrás suyo. La habitación se sentía muy cálida gracias a la moderna chimenea, se aproximó hasta las cortinas para cerrarlas y se dirigió hacia su beyblade que reposaba en la mesita de noche junto a ella.
-Buenas noches Gekiryu. – Le habló en un susurro dedicando una dulce sonrisa.
Se metió en la cama de inmediato. Necesitaba reposar su brazo derecho ya que al día siguiente proseguiría el entrenamiento con la Luger. El crepitar de fuego causaba un arrullador sonido que iba al compás de las serenas respiraciones de la beyluchadora que lentamente iba cediendo sus energías al descanso.
Ajeno a esto, en el exterior se comenzaban a escuchar sonidos que iban creciendo en cercanía. Uno de estos escalofriantes resonancias consiguió arrebatar el sueño de Silke quien extrañada se levantó un poco sorprendida.
El sonido desapareció entre el viento que soplaba haciendo crujir un poco los vidrios de las ventanas, sin embargo nuevamente se escuchó aquel ruido agudo. Y se escuchó otro y otro más que respondían. Silke nunca había experimentado esa sensación de emoción causada por la salvaje naturaleza. El aullido de los lobos viajaba a través de la brisa, causando inclusive que ella sintiera que los aullidos provenían del claustro y no de los terrenos que rodeaban la abadía.
Curiosa se puso de pie y abrió con cuidado una de las cortinas. Afuera sólo se distinguían dos colores entre los copos de nieve que caían con mayor intensidad, el blanco y el negro que la escasa luz de luna iluminaba. A veces se veían pares de destellos que se movían de lugar, lo que la chica dedujo que eran los ojos de los canes que se llamaban entre sí.
La primera noche en su propia habitación fue muy diferente a cualquiera en toda su vida. Cuando llegaron al edificio no esperaba experimentar ese profundo sonido el cual era difícil conocer la ubicación exacta de dónde provenía. Contrariamente, se encontraba fascinada por ese encuentro tan cercano con lo salvaje de la naturaleza. No se sentía asustada, de hecho apreciaba en su interior como las pesadas cadenas de la organizada vida diaria que llevaba hasta ese momento se habían aflojado un poco. Sonrió para sí, y tras unos segundos de admirar el panorama volvió a la cama.
Aproximadamente a las siete de la mañana, los ojos de Silke se abrieron por mero instinto como era su costumbre. Los leños de la chimenea se encontraban solo con rastros de las brasas; sentía su cuerpo revitalizado y su brazo no presentaba señas de fatiga alguna. Se puso de pie y se dirigió al vestidor para tomar su ropa. A continuación se peinó como era su costumbre, tomó a Gekiryu y se encaminó al comedor para repetir los panecillos del desayuno anterior, esta vez debía hacerlo mejor. Alrededor del claustro, la escasa luz blanquecina comenzaba a devorar la oscuridad de la noche.
Al llegar a la cocina descubrió que era la primera en levantarse, quizá ella era demasiado estricta con sus horarios pero no podía cambiarlo, después de tres años levantándose diariamente a esas horas ya se había convertido en un hábito.
Aprovechando que aún era temprano, acomodó los seis servicios (1) y cuando estuvo listo, tomó nuevamente el libro de cocina del anaquel abriéndolo en la receta de los bollos para volver a juntar los ingredientes e intentarlo una vez más. Volvió a medir las cantidades corroborándolas con el libro hasta tener lista la masa para proceder a moldearla.
Ian de pronto apareció por la puerta, a lo que Silke alzó la mirada.
-Buenos días Ian. – Saludó amistosa desde su posición.
-Buenos días. – Respondió el ruso que era de la misma estatura que la alemana. – ¿No te cansas de levantarte temprano? – Preguntó temeroso de la respuesta.
-Veinticuatro horas son muy pocas para un día, si tuviera más supongo que dormiría otro par. – Le contestó animada, a lo que Ian discrepó pero comenzó a preparar el desayuno en su turno.
Cada miembro del equipo ruso al parecer tenía su propia versión de la receta del estofado con casi los mismos ingredientes, por lo que Ian se dedicó a preparar todo a su manera mientras Silke continuaba amasado con mayor fuerza la esponjosa bola amarillenta que pronto se convertiría en pan.
Pasaron los minutos y el aroma del desayuno comenzaba a inundar el comedor de servicio. Una tercera persona arribó cuando Silke ya tenía las pequeñas pelotas de masa sobre la charola y se disponía a colocarlas en el horno el cual aún no prendía.
-Buenos días Kai. – Saludó Silke amablemente, a lo que Kai no respondió y tomó asiento al otro lado de la mesa en que trabajaba Silke, quien no prestó atención a la indiferencia del Hiwatari y se volteó en torno al horno, mientras Ian echaba una mirada fugaz al bicolor. El ruso comprendía que a Kai le molestara que sus groserías no tuvieran el mayor efecto como solía ser con Tyson pero ya estaban grandecitos para comportarse así.
Silke por su parte intentaba descifrar como prender el aparato de cocción. Era su segundo día en la cocina y la mañana anterior había sido Bryan quien había preparado el horno. Una y otra vez oprimía los botones con comandos rusos que hacían el sonido de "bip" sin que el calor se activara. Ian mezclaba el estofado constantemente, atento a lo que hacía Silke, suponiendo que pronto conseguiría encenderlo pero continuaba fallando.
La paciencia de Silke con el horno parecía ser infinita igual que la de Kai con Tyson, pero cuando se trataba de la tolerancia de Kai con Silke era totalmente diferente. El bicolor se mantenía cruzado de brazos y solo movía su dedo índice sobre su bícep. En medio del fastidio de aquel sonidito constante de "bip-bip" se levantó y rosó a Silke con su hombro haciéndola a un lado y colocando el patrón adecuado para el horno consiguiendo que prendiera en pocos segundos.
-Oh, así es como se hace, te lo agradezco. – Gratificó Silke a su socio quien solo gruñó y volvió hasta su asiento.
Ian presenció discretamente todo el asunto, ahora comprendía un poco más a Silke. La chica era totalmente independiente, a pesar de ser muy amable no solicitaba ayuda aunque ellos dos estuvieran en la misma habitación, por esa misa razón Tala la había integrado al equipo sin consultarlos; al pelirrojo nunca se le escapaba nada.
Silke introdujo la charola con los bollitos al horno y tomó asiento en el otro extremo de la mesa frente a Kai. Ian se divertía viendo el espectáculo donde una sonriente Silke se mantenía expectante a que el tiempo de horneado transcurriera con las manos cruzadas sobre la mesa, mientras la mirada irónicamente congelante de Kai chocaba contra la alemana.
-Buenos días Tala, Bryan, Spencer. – Interrumpió Silke el silencio al ver al resto del equipo entrando detrás de Kai.
-Otra vez te levantaste temprano fuera de tu turno. – Calificó Tala.
-Prometí que el pan quedaría mejor que el de ayer. – Recordó la chica.
-Cierto. – Admitió el pelirrojo tomando asiento junto con los otros dos.
-Por cierto Tala, - Dijo Silke al pelirrojo con un poco de seriedad quien solo alzó una ceja en dirección a ella. - el atuendo que llevo no es apropiado para jugar beyblade, me preguntaba si habrá algo de ropa extra en alguna parte de esta abadía. – Cuestionó la chica.
-Este lugar se utilizaba como bodega, probablemente haya algunos uniformes así que puedes ir a buscarlos al sótano en tu tiempo libre, pero consigue alguna lámpara en la recepción ya que no queremos malgastar la electricidad en pisos que no se ocupen. – Respondió Tala.
-Perfecto, en ese caso iré más tarde, muchas gracias. – Dijo Silke animada.
-Y una cosa más. – Habló retomando la atención de la alemana. – Esta abadía no representa nada para nosotros, solo es un edificio así que no tienes que pedir permiso para ir a donde desees. – Finalizó el pelirrojo de brazos cruzados.
-Como digas. – Acató Silke la orden.
La campanilla del horno sonó y Silke se levantó para tomar los guantes y con cuidado sacar la charola con el pan de color dorado el cual puso sobre las rejillas destinadas a tal fin, y gracias a los conocimientos que Kai indirectamente le transmitió pudo apagar el horno.
Por su parte, Ian se aproximó sujetando la olla con una mano y sirviendo con la otra sobre los tazones que Silke había acomodado anteriormente. La castaña colocó los bollos en un plato más grande y los ubicó al centro de la mesa sentándose a la par con Ian quien trajo el té caliente. Cuando todo estuvo listo comenzaron el desayuno acompañándolo con el panecillo y la bebida.
-Este sabe peor. – Fue el calificativo que Kai utilizó en contra de la bolita horneada a pesar de que se lo siguió comiendo.
Los rusos optaron por ignorarlo. No dirían nada pero el pan se encontraba mucho más suave que él del día anterior, sin embargo Silke respondió de la misma forma.
-Mañana lo haré mucho mejor. – Comentó serena y sonriente para seguir desayunando en silencio.
-Touché (2)… - Susurró Ian, lo que alcanzó a sacar una sonrisa por parte de Bryan y Spencer quienes se encontraban a los lados del más bajito.
Tras terminar el desayuno, todos retomaron su entrenamiento donde lo habían dejado. Kai y Tala beybatallaban el uno contra el otro, Ian, Spencer y Bryan practicaban por separado en beyestadios con diversas trampas y Silke se encontraba en la parte trasera del altar afinando su puntería con la Luger; se podían escuchar sus disparos con menores pausas entre ellos.
Cada hora que transcurría la destreza de Silke aumentaba. A la mitad del entrenamiento decidió tomarse un descaso de treinta minutos para sobar su antebrazo que reiteradamente comenzaba a inflamarse. En este lapso levantó las dianas gastadas para ponerlas en el contenedor de basura que tenía la sala de tiro. Y entonces al colocar los nuevos blancos, pudo ver que el sostén de los mismos poseía lo que parecía ser un mecanismo. Tomándole la palabra a Tala, se dirigió hasta la antesala del cuarto y divisó algunos controles entre los cuales se encontraba la palabra en inglés "DEMO". Sin temor alguno lo oprimió y observó la reacción de las dianas que comenzaban a moverse entre ellas.
-¡Genial! – Exclamó Silke, ese sistema la ayudaría a incrementar sus tiros con blancos en movimiento por lo que regresó a su entrenamiento.
Las horas transcurrieron con mayor rapidez, y cuando se le terminó la caja de balas optó por consultar el reloj de la sala de comando. Ya marcaba las seis treinta de la tarde. Los blancos móviles habían resultado todo un reto pero al comparar los primeros tiros con los últimos podía notarse el progreso. La alemana revisó que el arma estuviera vacía, la devolvió al locker y salió del área de entrenamiento, encontrando el atrio vacío. Los chicos habían terminado antes que ella, por lo que debería esforzarse por entrenar con mayor eficiencia el próximo día.
-Bueno, es hora de ir a buscar algo de ropa. – Se dijo observando sus prendas rojas que empezaban a verse opacas.
En lugar de retirarse a su habitación fue directo a la recepción para obtener algo de luz. Al llegar buscó en los cajones del escritorio y efectivamente ahí había una lámpara de mano. Pensó en volver a su habitación por uno de los planos pero encontró las mismas impresiones a mayor escala en uno de los muros de la recepción.
Los miró detenidamente para no perderse por unos minutos y cuando los hubo memorizado comenzó su descenso a las entrañas del edificio.
Silke avanzó por un pasillo más delante de la cocina, pasando una puerta que decía "Biblioteca" en el alfabeto cirílico. Curiosa abrió la pesada puerta y comprobó que esa gran habitación si tenía electricidad. Desde el marco de la puerta observó que había una gran cantidad de libros, los cuales pensó consultar en su próximo tiempo libre al día siguiente, apagó la luz y prosiguió. Dobló a la izquierda en el siguiente pasillo donde ya no había corriente eléctrica, fue entonces que encendió la lámpara de mano para bajar por las amplias escaleras en la oscuridad total. El sonido de sus tacones resonaba en el helado pavimento de roca hasta que llegó a un primer piso subterráneo el cual había visto en el plano que solo eran muchas habitaciones. Alumbró con su lámpara un muro donde se veían diversas puertas que pertenecían a dormitorios muy pequeñitos. Movió la luz lentamente por el interminable pasillo hasta donde la oscuridad parecía un agujero negro que se tragaba el brillante haz. Como sabía que ahí no encontraría nada de lo prometido continuó bajando por las escaleras dejando atrás el Sótano 1. Cada paso que daba podía sentir un frío superior por mucho al anterior, por ello estaba decidida a encontrar algo de ropa. La oscuridad era eterna, la lámpara apenas alcanzaba a iluminar tres o cuatro escalones debajo de ella. Al llegar al Sótano 2, pudo contar al menos sesenta escalones desde la Planta Baja donde se encontraba la recepción, la biblioteca y la cocina junto con el atrio de la iglesia. Sus manos desnudas comenzaron a sentir el frío, algo relativamente positivo para su antebrazo derecho pero negativo para su cuerpo por lo que inició el avance por el negruzco corredor. Así como en el Sótano 1, había varias puertas con una mayor separación entre ellas, y para su buena suerte etiquetadas.
-Bueno al menos no tendré que abrirlas todas. – Se dijo para sí mientras pasaba a los costados de puertas cuyos letreros indicaban cosas como: "repuestos de beyblades", "limpieza", "medicinas", "laboratorio" y finalmente encontró la palabra "uniformes" antes de tener que ver lo que decían las puertas de más adelante. – Supongo que debe ser aquí – Dijo antes de abrir una puerta que rechinaba de forma desagradable haciendo un escalofriante eco por el oscuro pasillo que habría asustado a más de uno, revelando con la luz de la lámpara varios anaqueles con cajas de cartón apiladas.
Al ingresar intentó sin éxito encender la luz con un interruptor, pero como era de esperarse no había energía eléctrica en el sótano por lo que se aproximó hasta las cajas y acomodó la lámpara en un sitio conveniente para alumbrarse mientras comenzaba a abrir una de ellas. Su sorpresa fue grande cuando notó que eran puros uniformes de color negro con líneas azules empaquetados en bolsas individuales.
-Pero que mala suerte, con lo que me gusta el negro… – Refirió sarcástica y decepcionada. – Abriré otra. – Se animó mientras colocaba una nueva caja en el piso solo para encontrarse con lo mismo. – ¿Más negro…? – Preguntaba inconforme a la caja, como si esta le pudiera responder. – Tardaré mucho si abro una por una… - Dijo incorporándose mientras tomaba la lámpara nuevamente y se aproximaba hasta otro anaquel esperando ver si alguna de las cajas decía algo distinto.
Todas se encontraban en blanco, por lo que quizá sí tendría que revisarlas en su totalidad, hasta que un símbolo logró llamar su atención. Se veía algo borroso debido al polvo pero pasó su mano por la helada superficie limpiándola y pudo distinguir una cruz griega en tinta negra.
-¿Será posible? – Se preguntó, por lo que bajó la caja hasta el suelo; con una mano sostuvo la lámpara y con la otra comenzó a abrirla para encontrarse con telas de color blanco, azul muy claro y algunos bordes más oscuros. – ¡Pero qué bien! - Exclamó para sí ya que había encontrado lo que buscaba, sin embargo su felicidad se vio alterada por el tintinear de la luz de la lámpara que amenazaba con agotarse, por lo que levantó la caja con ambas manos y se aproximó a dejar la bodega no sin que antes el anaquel de la pared de la puerta le revelara muchos pares de botas de distintos tipos y colores. Se acercó bajando la caja y encontró varias botas altas de tacón color blancas con detalles en azul. Tomó unas que parecían ser de su talla y las midió con las propias, al parecer eran del mismo número por lo que las puso sobre la caja y se dirigió a la salida. A penas y pudo cerrar la puerta cuando la lámpara no soportó más sin batería y la dejó a oscuras en el interminable pasillo.
-Bueno, ya nada puede salir peor. – Dijo escuchando su propio eco mientras metía la inservible fuente de luz en su ropa y comenzaba a dar pasos cuidadosos carentes de velocidad por el negro corredor, esperando toparse algunos metros más adelante con las escaleras. El constante sonido de sus pisadas y la fricción de su ropa eran lo único que la acompañaban.
El frío y la oscuridad se convertían en una combinación abominable, pero Silke se las arreglaba sin problemas a pesar de algunos extraños crujidos provenientes del mismo pasillo, que para ella eran producto de su misma presencia en un espacio que no se había movido en años.
Cuando finalmente el corredor plano terminó, comenzó a subir lentamente cada escalón recargándose contra la pared para no tener ninguna clase de accidente. Su visión era inútil y apenas llevaba dieciséis o diecisiete escalones en total oscuridad. Daba lo mismo si tenía los ojos abiertos o cerrados, solo esperaba contar bien los escalones para dar vuelta en el Sótano 1 y continuar subiendo. El frío no cesaba y se preguntaba si faltaría mucho para llegar al intermedio de la escalera, ¿es qué había contado mal? Repentinamente una luz la encegueció haciéndola cerrar los ojos para protegerlos del destello proveniente de otra lámpara. Era difícil saber quién la llevaba hasta que una voz seria se dirigió hacia ella.
-¿Pero qué haces subiendo las escaleras sin luz alguna? – Regañó Kai alumbrándole el camino.
La chica llegó hasta él y sacó la lámpara de entre sus ropas – la batería se agotó, no tenía opción, no pensé que vendrías a buscarme. – Dijo sonriente ante el hecho de que el ruso hubiera llegado inesperadamente a su rescate.
-No venía a buscarte, le dije a Tala que debió haberte dado un arma por si te topabas con algún animal allá abajo – Le dijo con un tono molesto mientras le mostraba un rifle.
-No se usar ese tipo armas, pero aun así tengo a Gekiryu conmigo, así que eso no hace falta. – Dijo agradeciendo la preocupación de Kai.
Ambos se miraron por unos instantes, hasta que el chico suspiró y decidió que era momento de volver donde los otros.
-Te enfermarás por la humedad del sótano. – Le comentó antes de comenzar a caminar de nuevo escaleras arriba, seguido por la chica que llevaba su botín con ella, sin embargo había algo que no había podido decirle antes por lo que este era el mejor momento para ello.
-Espera – Dijo con calma.
Kai solo se detuvo apenas para verla de reojo en medio de la oscuridad.
-No había podido darte las gracias por salvarme de aquella explosión. – Dijo con sinceridad.
-¿Por qué te involucraste en esa batalla? – Preguntó Kai.
-¿Por qué? – Se extrañó Silke, sin embargo tras unos instantes sonrió más relajada – Te lo dije, somos socios, solo estoy protegiendo nuestro negocio. – Le respondió convencida de sus palabras.
-Ahí lo tienes, estamos a mano. – Dijo sin mirarla. Tras una pausa agregó. -La cena será en una hora. –
-Muy bien ahí estaré. – Contestó subiendo detrás suyo.
Cuando emergieron a la Planta Baja, Kai apagó la luz y al llegar al corredor principal se separaron, ya que Kai se fue al otro lado del pasillo y Silke siguió hacia su recámara.
Al llegar, se apresuró a encender la chimenea que comenzó a reconfortarla con su calidez mientras Silke colocaba la caja sobre la cama y se preparaba para revisar su hallazgo. Las botas se encontraban un poco sucias pero gracias a la habitación que estaba cerrada solo sería necesario limpiarlas superficialmente. Las puso a un costado y lo primero que sacó del contenedor fue una bolsa plástica, de la cual extrajo con mucho cuidado algo que parecía ser una bata de doctor, lo que la decepcionó ligeramente, ya que pensó que si Marie-Angelique estuviera con ella, seguro podría convertir esa aburrida bata en un atuendo genial. Pero no se desanimó por lo que sacó otra prenda que resultó ser exactamente igual a la primera. Sentía que terminaría comprando ropa nueva en el aeropuerto horas antes del torneo, hasta que levantó una prenda que se encontraba más abajo, la cual parecía ser un vestido.
Se puso de pie sosteniendo la ropa frente a ella mirándose al espejo, parecía que era el uniforme de una enfermera, lo cual no era tan malo como parecía, ya que la tela era gruesa y resistente, perfecta para el clima y para jugar beyblade, por lo que comenzó a retirar su ropa desgastada para probarse el uniforme recién hallado.
Tras colocárselo, cerró los botones de la prenda superior de color azul claro que se encontraban sobre una tira de un azul más oscuro que iban desde las rodillas hasta el cuello; le agradó el detalle de las hombreras sobre las mangas largas que cubrían hasta el dorso de su mano. Además la parte inferior tenía una tela blanca diferente que hacía de falda con mucha crinolina que llegaba por debajo de la rodilla por lo que no sentiría frío en absoluto. El uniforme era de una talla ligeramente mayor a la suya pero por suerte tenía dos broches a los lados de la cintura para ajustar a la medida exacta. Prosiguió colocándose las botas de agujetas que afortunadamente le calzaron como guante y llegaban arriba de la rodilla y ajustando a la mitad de su pierna. Silke estaba un 90% cubierta.
-No se ve tan mal, aunque quisiera tapar la cruz roja de la espalda. – Dijo contenta mientras terminaba de arreglar los pliegues. – Esta tela es muy cálida, supongo que no necesitaré más mi capa. – Mencionó alegre ya que la capa blanca también se notaba un poco percudida.
Silke terminó de acomodarse el uniforme y entonces notó que era casi hora de cenar por lo que se dispuso a bajar con los demás.
En el comedor, todos se encontraban sentados consumiendo lo que gustasen, discutiendo sobre el gran avance que habían tenido ese día con el dominio del nuevo sistema.
-Yo creo que has mejorado bastante en el equilibrio Spencer, al principio te tambaleabas pero ya lo tienes completamente controlado. – Reconoció Ian a su camarada rubio.
-Me siento mucho más cómodo aunque creo que podría mejorar con un anillo de defensa mucho más pesado. – Calculó rápidamente el dueño de Seaborg.
-Nada de peso extra, volverás a perder balance y… - El ingeniero se vio distraído por la entrada apresurada de Silke.
-Lamento el retraso. – Se disculpó la chica mientras tomaba su asiento.
Los cinco se quedaron extrañados de verla con ese uniforme que hacía más de cuatro años que lo habían visto puesto en alguien.
-¿Silke… en serio eso se encontraba almacenado? – Preguntó Tala atónito.
-Sí, fue una suerte haberme topado con él, mi ropa se encontraba muy sucia y húmeda por lo helado de la abadía, creo que esto será mucho más útil. – Se expresó sonriendo satisfecha.
Kai se levantó y se retiró llevando consigo un sándwich que había improvisado con uno de los panecillos de Silke y restos del desayuno dejando la cocina.
-Oh, parece que me esfuerzo por incomodarlo. – Opinó Silke ante la actitud de Kai.
-Nunca le gustaron los medicamentos. – Dijo Bryan burlón.
-Olvídalo, aunque quizá esto te pueda ser útil. -Tala sacó algo de uno de sus bolsillos y se lo pasó a Silke quien lo desdobló entre sus manos revelando un trozo de tela con el escudo de los Blitzkrieg Boys, sorprendida miró a Tala dudosa. – Originalmente era para Kai pero ya viste como es, quizá podrías colocarlo sobre la cruz roja y así nadie más sabría que es un atuendo de enfermera. – Comentó Tala mientras los otros tres miraban atentos a la respuesta de Silke quien solo sonrió.
-Muchas gracias, con esto realmente me veré como parte de su equipo – Dijo tras admirar una vez más el emblema en púrpura y naranja.
Esta vez la leche y las galletas junto con otros alimentos ya se encontraban sobre la mesa por lo que Silke repitió su cena del día anterior tomando una nueva galleta y sirviéndose el producto vacuno en un vaso cercano.
-¿Oye y que tal estuvo el sótano? – Preguntó Ian para retomar la conversación del equipo.
-Terriblemente oscuro y debe encontrarse a menor temperatura que el exterior. – Comentó Silke recordando el frío que le entraba hasta los huesos.
-¿¡Ves!? De eso es de lo que hablo, y Boris intentaba meternos en esas celdillas, ¡Bastardo! – Se expresó Bryan dejando salir toda su ira.
-Era un malnacido…- Respondió Spencer.
-¿Alguien realmente pretendía meter gente ahí en esas condiciones? – Preguntó Silke mirándolos.
-Ah, detesto tener que recordarlo pero obtuvo lo que merecía. – Explicó Tala. – Hablamos de la misma persona que intentó privatizar el Beyblade el año pasado con la empresa BEGA.-
-Ah, ¿se refieren al Señor Valkov? – Cuestionó intrigada la chica.
-¿Ese mismo, lo conoces? – Indagó Tala.
-No en realidad, solo lo vi por televisión, pero sus movimientos hicieron subir todas las acciones del beyblade en la bolsa mundial. Resultó muy caótico para muchos sectores económicos.- Recordó la chica sobre sus experiencias en su escuela de negocios.
-Bueno, ya no vale la pena de hablar de él, se había vuelto un demente, está tras las rejas donde siempre debió estar. – Finalizó Tala.
Silke notó que ese tema les incomodaba por lo que prefirió cambiar la conversación.
-Hoy cambié el modo fijo a móvil de las dianas, mejoré mi puntería, y espero mañana concluir mi entrenamiento. – Informó.
-Es bueno saber eso, ya que pasado mañana te enfrentarás a ellos. – Le indicó Tala complacido al escuchar el avance de la nueva integrante.
-Eso suena bien, espero que no creas que te daré oportunidad por ser una novata. – Retó Bryan.
-No quiero que lo hagas, le quitaría lo divertido al juego. – Respondió sonriente.
-Sabrás lo que es pelear en una batalla de verdad. – Agregó Spencer quien también ansiaba conocer el control que había dominado contra un rival distinto de ellos.
-Se jugará el tercer lugar del equipo activo así que no cometas el error de subestimarnos. – Concluyó Ian en medio de la charla nocturna.
Tala veía satisfecho como la integración había sido exitosa, como siempre solo Kai era la oveja negra del rebaño.
Glosario:
(1) Servicio: Se refiere al número de platos de una vajilla para la comida de un solo usuario como usualmente son: un plato para sopas, un plato para guisado, un plato pequeño para postres y la taza/vaso más los cubiertos. Hay servicios que incluyen un plato de ensaladas o más cubiertos.
(2) Touché: utilizado en esgrima para decir tocado y por lo tanto fuera de combate, se pasó al lenguaje coloquial con similar significado, Tocado, en el sentido de "me dejas fuera de combate", cuando das en la tecla en una discusión por ejemplo y el otro queda sin argumento para seguir discutiendo
:D Nos vemos pronto!
