Hola lectores, ¿cómo se encuentran? Yo aquí algo ocupada,

:( es inevitable, ojalá pudiera dedicarme a esto de tiempo completo pero no se puede :(

Pero ya estamos a un capítulo de la segunda fase del torneo, por lo que aumentará la temperatura en la helada ciudad capital de Escocia.

Quiero agradecer los comentarios de:

ShadowTamerBlack

Se que la relación de Silke con los chicos va bastante bien, hasta yo me sorprendo pero tiene una personalidad que congenia muy bien con los soldados de Boris al habitar una abadía abandonada sin muchos lujos los atrae a apoyarse mutuamente.

Yo también pienso que Marie-Angelique debería ir a dicha escuela en Suiza pero es una princesa, y me temo que su padre no la dejaría jeje aunque tampoco creo que a ella le gustase la idea.

Esta abadía aún tiene muchos secretos, si recordamos cuando Kai entró a la de Moscú, no la recorrió toda, en lo personal me dolió ver aquel osito de peluche abandonado detrás de una celda todo sucio y roto, me hace pensar que muchos beyluchadores estaban a la fuerza y con lavado de cerebro.

Y bueno no te spoileo más por que muchas de tus dudas se resolverán a continuación. Mil gracias por seguirme apoyando y motivando para alargar más la historia ;)

ivipoe

¡Hola amiga y bienvenida a este fanfic! Espero que te entretengas y diviertas muchísimo con las cosas que se me ocurren ^^ Beyblade es una serie que principalmente me gustó por sus diálogos y el énfasis que tenían los personajes al hablar en la traducción latina, por lo que revivirlo me hace muy feliz.

Tienes razón respecto a los nuevos personajes y profundizar a los antiguos, siempre hubo cosas que me intrigaron de muchos de ellos pero en el fanfiction hacemos un esfuerzo por sacarlas a la luz.

Aunque el equipo de los Blitzkrieg Boys es el principal en el fanfic, habrá partes donde también se dará a conocer que ocurre entre los personajes de los otros equipos, en que piensan, como lidian con la presión del torneo y sus estrategias para cada juego. Fue interesante crear nuevos personajes y las trivias me ayudaron a organizarlos mejor para que los lectores pudieran interesarse en ellos.

Con respecto a Ray y Mariah siempre me ha quedado claro que hay algo muy profundo que los une *_* (como cuando sus bestias bit bailaban en medio del duelo del torneo asiático) Veré que puedo hacer más adelante con esta pareja de gatitos/tórtolos. Un saludo y gracias por tus reviews :)

Un muy especial saludo a mi novio AnotherAppleJuice quien me motiva y me ayuda a resolver dudas respecto a este fic 3

Gracias a todos por darse una vuelta por acá, que tengan una buena lectura =^w^=


Capítulo XIV

La tercera noche aconteció apaciblemente. El frío dentro de los muros de la abadía, el viento y el aullido de los lobos eran menos estruendosos, parecía que ya habían aceptado a los intrusos dentro de su territorio. Los seis residentes eran tan silenciosos por la noche e incluso por el día, que desde afuera aún podría creerse que el edificio siguiera abandonado.

La rutina continuó. El desayuno de ese día fue preparado por Spencer, y esta vez no hubo queja alguna por parte de Kai con respecto a la panadera. Todos reanudaron sus respectivos entrenamientos con altas expectativas para esa tarde.

El día transcurrió con escaso sol y la temperatura continuó decreciendo. La nieve se acumulaba lentamente en el exterior de la abadía y los patios interiores sin importunar a los beyluchadores.

Hacia las cuatro de la tarde, Tala y Kai se reunieron en la ante sala del área de tiro, mientras Silke disparaba una y otra vez a las dianas en movimiento con una puntería casi perfecta, teniendo en cuenta el gran esfuerzo que había realizado durante tres días.

-Felicidades, ya es peligrosa. – Comentó Kai irónico.

-Eso está por verse, no sería justo que tuviera la desventaja en el lanzamiento. – Respondió Tala aproximándose a un viejo micrófono sobre el tablero de comando.

El pelirrojo presionó un botón el cual activo los altavoces dentro del salón de tiro.

Silke cesó los disparos sorprendida por el ruido y dirigió su mirada hacia el cristal antibala que resguardaba la sala de control.

-Suficiente entrenamiento, puedes dejar el arma y tomar el lanzador, dirígete a la nave lo antes posible. – Fue la orden del capitán que a su vez apagó el mecanismo de las dianas.

Ambos rusos se retiraron y Silke procedió a descargar los tiros que le restaban a la Luger. Se sentía muy satisfecha con el resultado. Devolvió las balas y el arma a su sitio correspondiente y tomó la que se posaba a continuación. Lucían muy similares, aunque el lanzador resultaba ser unos gramos más liviano que el arma verdadera, lo que era un alivio para su antebrazo adolorido.

Sacó su blade de entre sus ropas y lo colocó en el lanzador para probarlo. Disparó en dirección de la Diana más alejada consiguiendo que Gekiryu impactara con una asombrosa fuerza y precisión, incluso mayor que con la ayuda de su lanza. Sonrió para sí antes de dirigirse al atrio de la iglesia.

En el centro de la gran nave, se encontraba un estadio de beyblade de dimensiones superiores a las usadas en los torneos de la BBA. El plato totalmente liso tenía un diámetro de diez metros, y tres de los cuatro participantes ya se encontraban en posición.

Silke llegó y sin mayor demora se colocó en el espacio libre mirando animada a sus contrincantes.

Tala se aproximó al bey estadio para ser el juez del encuentro.

-Esta batalla no tiene límite de tiempo y el ganador se definirá por aquel que siga girando dentro del estadio, quien será el complemento de la triada dentro del torneo, a menos que sea necesario hacer cambios estratégicos. ¿Están listos? – Preguntó Tala con seriedad dejando en claro las reglas.

Los tres Blitzkrieg Boys y la chica asintieron a la vez levantando sus lanzadores en dirección del centro del campo de batalla.

-3… 2… 1… ¡Let it Rip! – Indicó el pelirrojo señalando con la diestra.

Cuatro beyblades de distintos colores cayeron dentro del plato tocando con la punta distintas áreas, comenzando a deslizarse de un lado al otro buscando la mejor posición para dominar a los otros tres. Hasta el momento no había intenciones de contacto.

Tala observaba las maniobras de los antiguos Demolition Boys, no parecían querer arriesgarse a mostrar todo su poder ante Silke y cometer el mismo error que Kai. Detrás de él, el bicolor mantenía su semblante serio, atento a los movimientos de Silke, necesitaba ver una brecha en aquella misteriosa defensa de Gekiryu.

-Así que no quieren dar el primer paso… - Comentaba Silke a su bestia bit. – Parece que será las damas primero… - Supuso convencida de la estrategia de los chicos que seguían dando vueltas cuidando los flancos.

-¡Gekiryu sumérgete! – Ordenó Silke a su blade azul cerúleo, que se enterró dejando un agujero en el bey estadio tomando por sorpresa con aquella maniobra a sus oponentes.

Ian aprovechó el tamaño del agujero y decidió seguir a Silke con la esperanza de alcanzarla y darle fin.

Por su parte, Bryan y Spencer ahora se encontraban en desventaja, ya que era imposible predecir dónde saldrían Silke o Ian, por lo que comenzaron a luchar intentando atorar a su contrario usándolo de carnada y esperando que alguno de los blades bajo tierra lo golpeara.

Como lo suponían, un blade emergió debajo del plato y golpeó a los otros dos. Inesperadamente Wyborg había sido propulsado por un tremendo golpe de Gekiryu contra Falborg y Seaborg.

-¡Ni hablar! - Exclamó Ian y dirigió su ataque contra Falborg que aún no recuperaba el equilibrio del golpe anterior.

-¡Anda ven aquí amiguito! – Desafió Bryan.

La serpiente y el halcón salieron de sus bits, causando destellos de velocidad en medio del antiguo edifico. Seaborg aumentaba su defensa para dar una fuerte embestida a los otros dos, cuando fue levantado desde el piso por Gekiryu que decidió interceptarlo antes de lograr su cometido.

-¡Seaborg! – Exclamó el rubio llamando al espíritu sagrado de la ballena que era de un gran tamaño, directamente proporcional al poder que contenía para defenderse de aquel asalto.

-¡Ven aquí Gekiryu! – Llamó Silke a su propia Bestia bit ensombreciendo en tamaño a las otras tres, inclusive al mismo Seaborg.

Tala presenció con sorpresa el enorme tamaño de Gekiryu. No sabía que existían bestias bit con esa longitud y ciertamente era difícil saber a simple vista de donde había salido. Aunque es bien sabido que el tamaño no lo es todo, aquel elegante dragón no tenía problema alguno en incomodar a las otras bestias bit.

Silke aprovechó la distracción de sus enemigos para atacar mientras intentaban rehacer una nueva estrategia. Gekiryu golpeó con la aleta de su cola a Falborg y Wyborg que se sujetaban mutuamente con ayuda de dientes, cuerpo, pico y garras, ocasionando que perdieran el balance y a su oponente, al mismo tiempo golpeó a Seaborg con un cabezazo, que consiguió moverlo solo un poco debido a la alta defensa que la ballena poseía. En ese momento, los tres Blitzkrieg Boys decidieron unirse para sacar a Silke intentando aplastarla a la vez, Seaborg por delante y Wyborg y Falborg por detrás.

Ella relajó el semblante, era lo que esperaba que hicieran. Con una mirada consiguió que el espíritu de Gekiryu desapareciera, mientras su blade se sumergía en la piedra una vez más, dejando que los blades impactaran entre ellos, y unos centímetros detrás del dúo que golpeaba a Seaborg, Gekiryu surgió dándole más impulso a Ian y a Bryan del que controlaban. De esta forma tres beyblades sacaron a Seaborg del estadio, y dos más fueron víctimas de la inercia con un empujoncito por parte de Silke.

Los tres beyblades se tambaleaban fuera del estadio, Seaborg se detuvo primero a causa de los golpes unidos de tres adversarios.

Kai miró con desprecio la victoria de la alemana, pero aun así no dijo nada. Había sido una batalla muy rápida, y él y Tala se habían percatado de la falla de sus compañeros. Sin duda esa bestia bit era tan impresionante que obligaba a cualquiera a prestarle atención al menos por un instante.

-Silke es la ganadora. – Pronunció Tala con sentimientos encontrados. Por un lado, no podía concebir que sus tres camaradas hubieran sido derrotados al mismo tiempo por aquella chica, y por el otro sentía confianza en tener una valiosa adición al equipo. Tendría que tomar sus precauciones si alguna vez la enfrentaba o podría ser vencido también.

Silke esperó de pie a escuchar aquellas palabras antes de recuperar a Gekiryu de vuelta en su mano. Bryan, Ian y Spencer levantaron sus beyblades, ni siquiera las mejoras habían podido ayudar a contrarrestar el poder de la deidad que Silke controlaba. Los cinco bey luchadores la miraron con seriedad, haciéndola sentir que ya no era bienvenida dentro del grupo. El silencio comenzó a volverse mortal hasta que alguien interrumpió.

-En serio… eres muy fuerte – Reconoció Spencer de lejos suspirando ante semejante derrota.

Silke sonrió modesta. – No es verdad, por poco hubiera sido imposible defenderme de sus ataques combinados. –

-¿De qué hablas? Lo tenías todo bien planeado desde el principio. – Aseguró Ian.

-Y Gekiryu es enorme, aterrorizarás a toda la competencia. – Señaló Bryan convencido de que así sería.

Los comentarios emotivos cesaron repentinamente a causa de la voz dominante de Tala.

-Tu bestia bit es asombrosa, ¿puedo saber de dónde la obtuviste? – Preguntó con autoridad.

Silke miró a Kai quien también se notaba interesado en esa respuesta.

-Herencia familiar. – Respondió Silke con sencillez.

-Ya veo. – Contestó Tala. A pesar de ser un equipo Silke se mantenía reservada. – Buen trabajo, tú serás la tercer jugadora, que Ian revise tu beyblade para que esté listo. – Aconsejó Tala a lo que Silke se aproximó hasta el armador del equipo y puso el blade de Gekiryu en sus manos.

-Deberías usar guantes. – Fueron las palabras de indiferencia que Kai dirigió a Silke antes de abandonar la sala.

-Tiene razón, te lastimarás las manos a lo largo del torneo y será doloroso sostener el lanzador. – Aseguró Bryan.

-Muchas gracias por la sugerencia, pero no se preocupen, Gekiryu nunca me lastimaría. – Respondió Silke con total seguridad a lo que Tala alzó una ceja.

-Supongo que ha sido suficiente beyblade por hoy, tienen tiempo libre de aquí a la cena, discutiremos la práctica de mañana y la salida hacia el torneo. – Dijo el capitán antes de retirarse también.

Ian devolvió a Silke su blade tras hacer una inspección superficial.

-Todo está en orden. – Fue la opinión del experto.

-Gracias, es bueno saberlo. – Agradeció a su compañero.

-En ese caso retirémonos, estos días han sido muy largos y cansados y aún falta el largo viaje para el torneo, esta vez será en casa de ese chico dueño de Salamulyon, ¿cómo se llamaba? – Preguntó Bryan mientras los cuatro caminaban en dirección al claustro.

-Ah, te refieres a Johnny. – Respondió Silke con naturalidad. – El estadio de la segunda ronda se encuentra en el corazón de Edimburgo, cerca de los hoteles y el aeropuerto.

-Menos mal. - Comentó Spencer, le desagradaban las ciudades donde todo se encontraba retirado.

Al llegar al claustro los chicos se dirigieron a sus habitaciones, sin embargo Silke no los acompañó.

-Descansen, los veré más tarde. – Se despidió con un gesto de mano y se dirigió al edificio administrativo mientras los otros continuaban con su camino.

Silke llegó a la cocina y prosiguió hasta la siguiente puerta donde se encontraba la biblioteca. Giró la perilla y abrió la puerta en su totalidad. Ahora que el asunto del tercer integrante del equipo estaba resuelto, tenía todo el tiempo para su investigación y esa antigua biblioteca lucía prometedora.

Encendió la luz y comenzó a leer los temas en los pasillos principales. Había mucho sobre medicina tradicional de los monjes de esa área, historia de la religión que se había establecido ahí, fauna y flora de la zona, cultivos de tubérculos y demás libros referentes a la cultura rusa. Al igual que en el sótano, había libros con gruesas capas de polvo en los lomos que impedían la fácil lectura de su título.

El aroma a humedad y papel viejo inundaban el salón de lectura, y producían ligeros estornudos en Silke que continuaba moviendo libros de los estantes, dándoles una hojeada y devolviéndolos a su sitio tras descubrir que no eran de su interés.

El ambiente se sentía pesado debido al movimiento de objetos, y le sería imposible limpiar sola toda la biblioteca. Iba a darse por vencida cuando un libro viejo con la cubierta amarillenta y agrietada llamó su atención de entre el estante debido a que una runa se alcanzaba a distinguir en el lomo.

Al tenerlo de cerca pudo comprobar que el título era tan solo un símbolo con líneas y triángulos entrecruzados, decidió abrirlo para conocer su contenido y se apresuró a dejar la polvosa habitación cuando dio con lo que estaba buscando.

Afuera en el corredor sus estornudos ocasionados por la inhalación de polvo eran agudos y trataba con todas sus fuerzas de disimularlos para evitar el eco. Continuó su camino y al llegar a su habitación encendió la chimenea, se puso cómoda sobre su cama y comenzó a pasar las hojas lentamente entretenida con su descubrimiento ya que faltaban un par de horas para la cena.

Durante la puesta de sol, la nieve no paraba de caer lenta y agraciadamente, sobrepasando la apertura de las puertas en el exterior. Cuando llegó la hora de la cena, el clima se vio despejado sin el resoplido del viento.

En el comedor, Tala comenzó a dar el itinerario de los días siguientes para que se prepararan en dirección a la segunda fase del torneo mundial.

-Han realizado un excelente trabajo y ya solo resta diseñar la estrategia en equipo mañana temprano, por lo que la mitad de su día será libre; partimos el viernes al medio día para llegar a Edimburgo durante la noche y presentarnos al torneo con anticipación. – Dijo lo último dirigiendo sus pupilas a la nueva integrante. – Apropósito, ¿sabes que le dirás a Robert en cuanto te vea? – Indagó Tala seriamente.

-No hay de qué preocuparse, yo me encargo de todo, solo no olviden nuestro trato – Respondió la alemana recordando el secreto sobre el misterioso ataque que los había llevado a estar dentro del mismo equipo.

-Cierto, ¿qué pasa con dicho asunto? – Cuestionó nuevamente Tala, esta vez dirigiéndose a Kai.

Kai miraba desafiante a Silke quien también se preguntaba como procederían a buscar en su USB las huellas del ladrón.

-No hay equipo en la abadía para hacerlo. – Dijo tajante, ya que había comprobado en sus ratos libres que carecían de herramientas informáticas.

-Entonces lo haremos cuando volvamos. – Opinó Silke sin muchos inconvenientes.

-Muy bien, ese problema resuélvanlo ustedes dos. ¿Hay más preguntas? – Inquirió en los otros tres jugadores.

-Al parecer la tormenta en Moscú que Silke mencionó alcanzó a afectarnos, la cantidad de nieve, ya supera el medio metro dentro del claustro, si sigue así no creo que podamos salir en la camioneta pasado mañana. – Declaró Ian un poco preocupado.

Y no era para menos, solo llegar a la carretera a pie les tomaría cerca de dos horas, y esperar a que un autobús pasara podría demorar todo el día, sin mencionar que estaban incomunicados y era mejor así.

-Hay un helicóptero en un patio cerrado. – Indicó el bicolor de brazos cruzados.

-¿Y funciona? – Examinó Tala.

-Se veía completo y hay suficiente combustible. – Respondió Kai.

-Me encargaré de revisarlo. – Se ofreció Bryan.

– Bien, que así sea. Me retiro. – Fueron las palabras finales de Tala antes de levantarse para dejar el comedor.

-Deberíamos irnos también. – Sugirió Spencer poniéndose de pie. – Mañana será un día pesado.

-Tienes razón, las batallas en equipo suelen ser largas. – Complementó Bryan bostezando.

Ian y Silke salieron detrás de ellos, cuando la alemana se detuvo en la puerta de la cocina dirigiéndose a Kai.

-¿No vienes? – Preguntó sorprendida ya que el mitad japonés aún permanecía sentado como si hubiera ignorado toda la conversación.

El chico no le respondió. Permaneció sentado disfrutando del silencio.

-Buenas noches. – Correspondió Silke ante la frialdad y se retiró a su habitación sin molestarlo más.


La cuarta mañana, el desayuno fue mucho más rápido que los otros. Silke había dominado por completo la receta de los panecillos, así que ya no requería más el libro y concluía la tarea de forma mucho más veloz. Tala la alcanzó en pocos minutos para elaborar el alimento que les brindaría la energía necesaria para la práctica más pesada de todas.

Al dirigirse al área de entrenamiento, llegaron a un plato de tamaño promedio de beyblade donde los dos tríos se colocaron en polos opuestos.

Ian, Bryan y Spencer contra Kai, Tala y Silke.

-Silke, debes comprender como jugamos en equipo, memoriza los movimientos que hacen nuestros oponentes y busca una apertura en su ataque, ya sea que nosotros te demos esa ventana o que tú la halles, pero no olvides que somos un equipo, no hay tiempo para lobos solitarios. – Dirigió lo último con un poco de desdén hacia Kai quien ignoró por completo la orden.

Los seis se pusieron en posición de lanzamiento, siendo Ian quien dio la señal de Let It Rip.

El espacio era mucho más apretado en esta ocasión y con mayor número de jugadores, por lo que Silke se dio cuenta rápidamente que debía evitar el peligroso contacto con sus colegas y enfocarse en llegar a los otros tres sin causar una baja o desencadenar un error.

Tala y Kai fueron los primeros en dirigirse contra el trío contrario, Silke decidió no quedarse atrás siguiéndolos de cerca, cuando repentinamente se topó con Bryan que pasó por encima del dúo y la golpeó sorpresivamente alejándola de la pareja estrella.

Ambos comenzaron un enfrentamiento en el que Falborg parecía dominar sobre Gekiryu hasta que Wolborg se entrometió para quitárselo de encima.

-¿Qué haces? – Regañó a la chica.

-Lo distraía. – Respondió a su capitán.

-Sólo estás perdiendo el tiempo, si vas a atacar hazlo de un solo golpe. – Le demostró impactando a Wyborg con fuerza sacándolo del estadio.

Silke comprendió que debía hacerlo sin darle oportunidad a su rival de intentar defenderse, así que cuando se dirigía contra Falborg, una rojiza flecha se cruzó en su camino, siendo Dranzer quien eliminara a Bryan del juego.

-¡No me estorbes! – Demandó Kai del otro lado de Tala.

-Lo siento. – Se disculpó Silke algo perpleja de la forma en que Kai le había arrebatado a su presa al mismo tiempo que Tala sacaba a Seaborg de la competencia.

El pelirrojo no se involucró en la pelea de Kai y Silke, estaba convencido de que ella volvería a asumir su puesto como una equitativa tercera parte del equipo de la misma forma en que lo había hecho en los terrenos de la mansión Hiwatari, pero al parecer Kai no le permitiría su logro tan fácilmente.

-Una vez más. – Indicó Tala al grupo.

Ian, y su equipo se reunieron por unos momentos para planear una nueva estrategia.

Al dar inicio al segundo round, se percató de como los tres enemigos intentaban atrapar a Tala, así que Silke comenzó a entender lo que era esa oportunidad de atacar, sin embargo cuando intentaba capturar a una presa, su acción se veía frustrada por Kai quien le arrebataba una y otra vez sus blancos.

La castaña no encontraba problemas en trabajar en equipo, por otra parte, Kai solo intentaba llevarle la delantera, lo que no perturbaba en nada a la chica, prefería no molestar a Gekiryu luchando contra sus otros compañeros.

Pasaron las horas, y round tras round siempre era lo mismo. Silke no tuvo que esforzarse mucho, para ella era suficiente con identificar esas oportunidades de ataque, además de que evitaba "golpear" sin querer a Kai, por lo que el entrenamiento en equipo no tuvo el resultado que Tala esperaba pero eran tres fuertes beyluchadores, no tenía por qué haber problemas.

Al terminar la práctica, cada uno se dirigió a disfrutar su último día. Silke volvió a su habitación, tomó un relajante baño y continuó su lectura del día anterior. El libro resultaba ser muy interesante y contenía información desconocida para ella, por lo que cuando terminó de leerlo se quedó pensativa sobre lo que acababa de aprender. Suponía que si releía el libro muchas dudas quedarían resueltas, aunque en ese momento le apetecía ir a dar una vuelta por la abadía antes de cenar.

Silke revisó el plano de la puerta de su habitación. Le señalaba algunos patios y salones que no conocía, por lo que interesada salió en dirección al edificio administrativo para dar comienzo a su recorrido.

El nivel lumínico había decaído a causa de las nubes que habían comenzado a juntarse y arremolinarse entre ellas, posiblemente habría una nueva ventisca antes del amanecer.

Silke caminó por el mismo pasillo que la había conducido hasta el sótano, pero en lugar de bajar las oscuras escaleras, continuó andando sobre el pasillo, hasta que al fondo dio con una puerta grande de madera, la cual le costó un poco de fuerza empujar. Del otro lado había un pequeño claustro con columnas que rodeaban el diminuto patio cubierto de nieve. La chica observó detenidamente las antiquísimas paredes en las que apenas se podían distinguir algunos dibujos de hombres cosechando plantas. Dirigió curiosa su mirada al centro del claustro, y se asombró al distinguir lo que parecían ser unos pequeños tallos verde limón emergiendo entre la fresca nieve.

Se aproximó a las diminutas hojas y cuidadosamente retiró un poco de la nieve con la palma de su mano para descubrir que las plantas eran más grandes de lo esperado. Inclusive con ese clima aún había seres vivos que superaban las adversidades.

Después de un rato de contemplar ese hermoso color lleno de vida, se retiró a seguir descubriendo que más sorpresas ofrecía aquella abadía.

Volvió por el mismo pasillo, y abrió una puerta que se encontraba del otro lado de la cocina, la cual era el verdadero comedor. A penas se asomó desde la puerta a un salón que resultaba bastante amplio con espacio al menos para cincuenta personas, o quizás más. A juzgar por el número de sillas y las puertas de los dormitorios en el sótano 1, ese centro de entrenamiento esperaba tener bastantes bey luchadores. Silke cerró la puerta y continuó su recorrido hasta que escuchó ruidos dentro de otra puerta que lucía entreabierta al doblar un pasillo.

La luz se encontraba encendida y un asombroso helicóptero de corte militar yacía en medio de las cuatro paredes. La aeronave era tan grande que podría llevar un pequeño grupo de 15 pasajeros. Silke se mantuvo estática desde el pasillo, y alcanzó a ver que el ruido metálico seco se debía a Bryan que ajustaba con ayuda de una llave de tuercas el rotor de la cola.

Prefirió no interrumpirlo y seguir con lo suyo.

Al seguir avanzando por ese pasillo desconocido para ella, le pareció extraño ver unas ventanas interiores sobre el muro. No fue necesario imaginar demasiado, ya que conducían a un moderno gimnasio, en el cual Spencer levantaba mancuernillas en cada mano que lucían realmente muy pesadas. Ahora no cabía duda porque era tan musculoso.

Continuó, y el camino que seguía volvió a llevarla al claustro tras atravesar una puerta metálica. El cielo comenzaba a verse más gris y oscuro. El viento se arremolinaba tomando fuerza, y curiosamente le pareció escuchar un agudo silbido el cual no supo de dónde provenía. Se quedó quieta, esperando escuchar si se repetía. Así fue, pero no pudo identificar el punto de donde salió. Lo intentó una tercera vez pero fracasó. Quizá solo era alguna corriente de aire atravesando las ramas de los árboles cercanos.

La temperatura comenzó a bajar de pronto aunque estaba completamente abrigada, así que decidió alejarse de las zonas expuestas y aprovechando que ya tenía hambre se dirigió a la cocina. En ella encontró la puerta abierta y la luz encendida, con Ian dentro, ocupando la esquina de la mesa.

El ruso la miró cuando se percató de su presencia y Silke solo saludó con una seña, ya que notó que se encontraba ocupado desarmando un beyblade.

La castaña se sirvió leche como siempre y tomó una galleta para sentarse a unos metros de Ian, observando lo que hacía muy concentrado.

El chico realizaba todo el procedimiento desde una lupa e introducía un desarmador con la punta muy fina debajo de donde se sitúa el bit con la mínima fuerza y utilizando la punta de sus dedos, no obstante era muy dificultoso lo que intentaba ajustar, por lo que el tornillo salió de su lugar. El joven tuvo que sujetar unas pinzas de relojero y volver a colocarlo en su sitio para probar una vez más. Nuevamente el tornillo se salió y el chico tuvo que repetir la operación. Silke no decía nada, de hecho trataba de hacer el mínimo ruido incluso al respirar.

Ian comenzaba a desesperarse, ya que se veía el sudor en su frente. Cuando se volvió a salir el tornillo, Silke recogió lo que había utilizado y vio la oportunidad para acercarse a él y auxiliarle.

-¿Puedo ayudarte? – Inquirió positiva.

-¡Seguro! – Respondió Ian con sarcasmo. – Si puedes conseguir que esas dos piezas embonen.

Ian se levantó un poco fastidiado dejándole el espacio a Silke mientras se tronaba los dedos y se distraía con cualquier cosa de ese endemoniado beyblade.

Silke miró detenidamente el problema de aquel blade que yacía sobre una base especial para sostenerlo. El inconveniente recaía en que era un espacio diminuto y se requerían más de dos manos para llevar a cabo la tarea.

-Inténtalo otra vez, te apoyaré. – Le animó sosteniendo las pinzas y otro desarmador que había obtenido de la caja de herramientas que estaba en una silla.

Ian se sentía fastidiado, y no creía que Silke tuviera la destreza para realizar un trabajo tan delicado, pero se arriesgaría. Volvió a tomar el asiento e intentó a poner el tornillo donde iba. Esta ocasión, a pesar del diminuto espacio con cuatro instrumentos interactuando, el tornillo se mantuvo quieto junto con las piezas donde se centraría gracias a Silke que mantenía un pulso impecable, hasta que finalmente pudo ajustar el pequeño tornillo con la tuerca adecuada.

Le sorprendió lo útil que fue la ayuda de Silke, por lo que suspiró aliviado. Y tras un breve descanso quiso agradecerle.

-¿También eres ingeniera de beyblades? – Preguntó a modo de cumplido.

-Para nada. – Le contestó devolviendo las herramientas al maletín. – En ocasiones tenía que supervisar la producción de los brazos mecánicos en la fábrica familiar, cuando algo se estropeaba lo desarmaban en frente mío para explicarme la falla.-

-Poco tiempo libre, ¿no? – Supuso Ian.

-Podríamos decir que estas son mis primeras "vacaciones" en mucho tiempo. – Admitió relajada y feliz.

-No estás de vacaciones, estás aquí porque tienes algo que me pertenece y nada más. – Corrigió una voz helada desde la entrada a la cocina.

A Kai no le parecía cómoda ni relajada la charla de Silke. La chica se estaba olvidando de la verdadera razón por la que se encontraban unidos. La diminuta sonrisa de la germana desapareció y su mirada pacífica se dirigió al piso mientras se acercaba hasta el dueño de Dranzer.

-Tienes razón. – Aceptó en voz baja. – Hasta mañana. – Se despidió de ambos rusos y se retiró.

Kai la miró despectivamente perderse en el pasillo oscuro. A su ingreso a la cocina solo Ian lo miraba sonriente negando con la cabeza mientras limpiaba con un trapo el blade que había arreglado con ayuda extra. Ian también había sido derrotado por Silke, y peor aún, en una batalla de tres contra una pero no sentía molestia alguna, simplemente Gekiryu y Silke hacían un equipo formidable y la actitud de la alemana era la de una buena ganadora, nada presumida como Kai, quien sintió la impertinente mirada del armador.

-¿Algún problema? – Preguntó desafiante a su compañero más joven.

-Oh nada, lo que pienso de ti ya lo sabes. – Se mofó Ian continuando con lo suyo.


La noche fue helada, ruidosa y espantosa. La ventaja de residir en un refugio fabricado con gruesos muros de un metro de ancho y materiales sólidos de roca era que no cederían ante la implacable tormenta pre-invernal que los asechaba.

A Silke le costó un poco de trabajo dormir ya que las ventanas crujían como si fueran a reventar. Incluso la pesada puerta de madera de su dormitorio reaccionaba como si hubiera alguien afuera forzándola para ser abierta.

La alemana tuvo que poner más leños en la chimenea para sentir menos frío y se colocó una cobija extra para poder conciliar el sueño con Gekiryu debajo de su almohada.


El último día en la abadía, Silke salió de su habitación y pudo ver un cielo despejado contrastando con la enorme pila de nieve en el claustro debajo de su habitación, la tormenta había estado mucho peor de lo que imaginaba. Sintiéndose afortunada de su morada se dirigió a la cocina como siempre solo para toparse con una gran sorpresa. El desayuno, los platos y el pan diario ya se encontraban sobre la mesa pero la cocina estaba vacía. Obra del único que hasta ese momento no había cocinado. Al mirar de cerca los panecillos notó que tenían un dorado perfecto y reluciente, así como un aroma exquisito, lo que causaba curiosidad en la chica quien quería comprobar su sabor, pero no sería hasta media hora después en cuanto llegaran el resto de los chicos, por lo que se sentó pacientemente a esperar que el reloj avanzara.

Silke sacó a Gekiryu de su bolsa y se puso a admirarlo en todos sus ángulos. No sabía que le esperaba a cientos de kilómetros de donde se encontraba. ¿Qué pensaría Robert? ¿Lo tomaría como un reto? ¿Cómo un capricho? ¿Cómo una traición? Temía admitir que conocía perfectamente el fundamento de la ira de Robert, pero había una razón importante por el bienestar de la empresa familiar por el cual se estaba jugando todo.

-Pase lo que pase, tú siempre estás conmigo… - Mencionó a penas en un susurro a su bestia bit.

Minutos después llegó el resto del equipo con el cocinero en turno. A Kai parecía importarle poco lo que Silke pensara al respecto, así que solo se sentó para tomar el desayuno.

Cuando dieron inicio, la alemana finalmente pudo degustar uno de esos deliciosos bollitos. Sus ojos se abrieron al saborear el crujiente exterior y el suave interior. No pudo hacer otra cosa que no fuera felicitar al cocinero.

-Kai, esto está delicioso. – Exclamó sin recibir reacción alguna del bicolor que solo comía su estofado con pan en completo silencio, de todas formas sabía que la había escuchado así que le bastó.

-Preparen sus cosas para irnos en tres horas. – Interrumpió Tala el incómodo silencio recordándoles la hora de salida.

Al finalizar, reordenaron la cocina, llevaron los platos sucios al lavavajillas para dejar todo limpio y cada quien volvió a sus habitaciones para acomodar todo antes de irse. Silke tenía entendido que volverían al mismo lugar en pocos días por lo que dejó su habitación recogida con las cortinas abiertas. Solo se llevó consigo su cartera, pasaporte y teléfono móvil junto con su blade y lanzador, el cual aún no había decidido donde colocarlo. Entonces pensó en ir a la sala de tiro, quizá ahí habría algún accesorio para cargar el lanzador.

Sabiendo que el tiempo continuaba avanzando se apresuró a su destino. Abrió la gaveta de las armas y notó que en la parte inferior había unos cajones que no había abierto. Afortunadamente encontró varios cinturones con el espacio adecuado para una pistola de la talla de la Luger. Eligió uno delgado colocándolo alrededor de su cintura y ajustó su lanzador que embonó a la perfección. Con ese asunto resuelto se dirigió al "hangar" donde Bryan había estado revisando el helicóptero para ayudar en lo que fuera necesario.

Conforme se acercaba a la sala, podía escucharse un sonido moderadamente alto, agudo y constante, cuando llegó hasta el helicóptero militar ya se encontraba listo para partir, se encontraba calentando el motor de los rotores y con todos los sistemas eléctricos funcionando a la perfección. Desde la cabina Spencer le hacía señas a Bryan que estaba afuera revisando que todo funcionara como debiera.

Ian se acercó a la aeronave llevando consigo una caja que contenía varios pares de auriculares de aviación. Cuando vio a Silke sin hacer nada le pidió un favor casi gritando para que su voz se escuchara por encima del constante movimiento de las aspas.

-Avísale a Tala que todo está preparado, búscalo en el campanario. – Informó antes de alcanzar a sus dos compañeros y entregar los audífonos.

Silke asintió y se dirigió hasta la torre del campanario de la abadía, donde se suponía que Tala se encontraba. En realidad desconocía que hacía en dicho lugar pero pronto lo averiguaría. Su caminar agraciado, con una velocidad apropiada y pisadas silenciosas la llevó hasta el último peralte de la larga escalinata en forma de caracol, y lo que halló fue algo inesperado.

Tala se mantenía de pie sosteniendo un rifle largo con una mira telescópica que descansaba sobre el borde de una ventana en dirección a la completamente blanca tundra que rodeaba los terrenos de la abadía, él lucía bastante concentrado por lo que Silke decidió no interrumpirlo, y solo se dedicó a observar lo que hacía en completo silencio.

Tras algunos segundos de inmovilidad, Tala tiró del gatillo consiguiendo un agudo silbido similar al que escuchó la tarde anterior y era amortiguado por el silenciador del arma, que tomó por sorpresa a Silke quien pese al asombro siguió tan quieta como una estatua. La pupila de Tala se mantenía fija en la mira, sin embargo se dirigió a Silke demostrándole que se había percatado de su presencia.

-¿Qué sucede? – Cuestionó serio sin quitar el ojo de su blanco.

-Estamos listos para partir. – Respondió la germana mientras admiraba el paisaje infinito desde lo alto en la misma dirección que lo hacía Tala. No era su estilo entrometerse en los asuntos de los demás pero la llenaba de curiosidad el hecho de que el pelirrojo empleara su tiempo libre solo para disparar a la distancia, por lo que decidió hacer una pregunta indirecta para obtener una pista de lo que hacía su capitán. - ¿Puedo preguntar que alcance tiene esa arma? – Indagó respetuosamente.

-Dos kilómetros y medio – Contestó Tala casi de inmediato antes de hacer otro tiro perfecto a la nada, tras lo cual descargó el rifle y comenzó a desarmarlo para colocarlo nuevamente en su elegante estuche de por lo menos un metro de longitud.

-¿Con eso los lobos se mantendrán alejados? – Preguntó ingenuamente.

-Con eso los lobos se mantendrán seguros. – Respondió Tala levantando la caja que contenía el pesado fusil. –Hay trampas para lobos ocultas en toda la tundra, a pesar de la nevada las colocan en puntos estratégicos para evitar que queden enterradas, pero ya no funcionarán después de recibir esto. – Dijo colocando el casco de una de las balas en la mano de Silke.

-Proteges a los lobos. – Concluyó Silke sonriendo tras ver la longitud de la bala. – Tu bestia bit también es un lobo, ¿no es cierto?-

-Wolborg era el lobo alfa de su manada, hasta que Boris le disparó para experimentar con él. No permitiré que más lobos sufran. – Cortó tajante la conversación antes de perderse entre las escaleras.

Silke se quedó sola. Esa noticia la dejó perpleja. ¿Realmente ese hombre era tan malvado como para tener estudiantes en pequeños cuartos en el frío sótano y asesinar animales? Le costaba creerlo. Dejó el casco de la bala en un balde donde se encontraba el resto y bajó la escalera con dirección al helicóptero.

Cuando finalmente llegó, notó que Kai también ya se encontraba dentro de la aeronave junto a Ian, Bryan y Spencer con los auriculares puestos. Tala le entregó los suyos a Silke y subió primero. La alemana vio cómo se abría el techo metálico hacia arriba, por lo que se colocó la diadema y subió a la zona de pasajeros sujetándose de una manija sobre el metal oscuro. Al tomar uno de los doce asientos distribuidos en dos hileras a los costados se colocó el cinturón de seguridad.

-Si todos están listos, vamos a despegar. –Confirmó Spencer a través de la radio desde el mando de piloto.

Ian, su copiloto alzó el pulgar derecho. La potencia de los rotores fue rápidamente en aumento con un sonido que sería insoportable de no ser por las protecciones para los oídos y la aeronave comenzó a levantarse del piso.

-¿Ya habías volado en helicóptero? – Le preguntó Bryan a Silke un par de asientos a su izquierda.

-Nunca en uno militar – Respondió divertida.

Cuando el helicóptero estuvo suspendido veinte metros por encima de la abadía, Ian cerró la compuerta del hangar con un botón desde el tablero, y comenzaron su travesía hacia el suroeste.

Desde las alturas podía apreciarse solo el color blanco y el congelado lago Ladoga. Conforme avanzaban Silke pudo apreciar algunos pueblitos muy pintorescos desde su ventanilla. Rusia le recordaba bastante a su amada Alemania.

A la media hora del despegue ya sobrevolaban San Petersburgo y Spencer abrió una transmisión en ruso que provenía de la torre de control del aeropuerto.

-Aeronave desconocida. Sobrevuela espacio aéreo comercial. Identifíquese. – Solicitó formalmente el controlador aéreo.

Tala se le quedó viendo a Kai para que se hiciera cargo.

-Habla Kai Hiwatari con la autorización 057-TAU-20095H – Informó cruzado de brazos tranquilamente.

-Autorización en proceso, espere. – Solicitó el hombre del otro lado de la radio que quedó en silencio por casi un minuto. -Autorización confirmada, Bienvenido al Aeropuerto Internacional de Púlkovo, puede aterrizar en segundo helipuerto del lado este de la pista principal. – Dijo antes de concluir la transmisión.

-Afirmativo Púlkovo – Respondió Spencer y procedió a bajar donde lo indicaban las líneas en el suelo.

El aterrizaje fue suave gracias a la potencia del helicóptero militar. Se apagaron los rotores y todos se retiraron las diademas para descender. En la pista llegaron algunos empleados para hacerse cargo de la aeronave.

Kai bajó primero para dar las indicaciones necesarias.

-Señor Hiwatari, solicitamos saber el tiempo que su aeronave se quedará aquí. – Dijo uno de los trabajadores del aeropuerto entregando un formulario.

Kai comenzó a llenar las hojas con su nombre, modelo de helicóptero y otros datos técnicos.

-Se quedará tres días, le entrego el pago correspondiente. – Indicó el bicolor sacando su cartera y bastantes billetes.

El empleado se sorprendió al ver tanto dinero en efectivo, usualmente esos grandes pagos se realizaban con tarjeta o cheque, pero Kai prefería evitar que los rastrearan si esa importante información era registrada por algún banco.

-Muchas gracias señor, resguardaremos su nave en este hangar. – Dijo feliz el empleado al recibir una propina adicional por su servicio.

El grupo comenzó a moverse hacia una de las entradas al aeropuerto, para llegar a uno de los mostradores de las aerolíneas que frecuentaban Europa.

-¿Buen día, como puedo ayudarlos? – Preguntó una platinada de ojos azules a Tala.

-Queremos seis boletos para el próximo vuelo a Edimburgo. – Respondió el pelirrojo.

-Los vuelos se encuentran casi llenos, pero creo que puedo conseguirle los asientos separados en clase turista. – Indicó la chica tecleando en su computadora. – Tienen suerte, el siguiente vuelo sale en veinte minutos, ya están por abordar, ¿cómo desea realizar su pago? –

-Efectivo. – Respondió Kai acercándose al mostrador.

-Muy bien, serían 11,020,800 rublos por favor. –

Nuevamente Kai sacó otro fajo de billetes dejando su cartera cada vez más delgada.

Silke no deseaba ser indiscreta pero sentía que no era correcto que él pagara todo, a lo que Bryan se dio cuenta de lo que intentaba hacer y le susurró.

-Hey, Voltaire gana mucho siendo nuestro patrocinador oficial, así que olvídate de eso, o Kai se molestará. – Le dijo a la alemana con una pizca de burla.

-Si pero… - Alcanzó a reprochar antes de que Kai pasara a su lado entregando bruscamente su boleto.

Rápidamente llegaron a la sala de abordaje siendo los últimos en subir y fueron distribuidos en diferentes asientos en la parte posterior del avión.

El vuelo resultó ser relativamente rápido de seis horas. Silke no tuvo de otra más que entretenerse con las películas que proyectaban, la primera era un drama europeo y la segunda de ciencia ficción.

Al arribo a Edimburgo, después de pasar migración, salieron por una sala en el extremo del aeropuerto escocés. Se escuchaba mucho bullicio del lado contrario donde había una gran multitud esperando a alguien. Carteles se levantaban entre el cuchicheo con el logo y fotografías del equipo de los Blitkrieg Boys.

-Apresurémonos – Ordenó Tala. Había sido una suerte que su vuelo programado había tomado el pelo de los fanáticos, pero con con Silke a su lado era preferible que no la vieran.

Al salir por la puerta principal vieron que el señor Dickenson ya tenía todo bien previsto, una camioneta blanca con el logo de la BBA se encontraba esperando al equipo con el chofer viendo en la dirección por la que supuestamente aparecería el equipo ruso rodeado de sus fans.

Tala llamó la atención del hombre.

-Estamos listos para partir a nuestro hotel – Pronunció Tala dejando al chofer reconocerlos de inmediato.

El empleado abrió la puerta para que subieran pero al ver a Silke acercarse la detuvo.

-Un momento señorita. Solo los miembros de los Blitzkrieg Boys pueden ir en este transporte. – Denunció seriamente.

-Es la hermana de Robert Jürgen el organizador del torneo, veníamos en el mismo vuelo, si quiere puede mandarla en transporte público y después enfrentarse a él. – Comentó Kai al empleado subiendo primero al vehículo.

El hombre la miró un poco y reconoció a la acompañante de la princesa en el día de apertura del torneo como un buen fanático del deporte.

-Discúlpeme señorita, suba por favor. – Suplicó arrepintiéndose al pensar en la bestia bit del Europeo estrella si se enteraba de que había querido vetarla.

-Descuide.- Tranquilizó Silke al chofer y subió también aunque se sorprendió por esa "ayuda" de parte de Kai.

La camioneta se alejó del Aeropuerto dejando a los admiradores dentro y manejó en el cielo que oscurecía por un cuarto de hora hasta llegar al hotel. Nuevamente había un grupo de fanáticos a las afueras del edificio donde pasarían la noche con carteles y banderines de los rusos, por lo que a pesar de los vidrios oscurecidos de la camioneta se podían ver las siluetas al interior con ayuda de lámparas y teléfonos móviles que golpeaban el exterior del vehículo con gritos y porras. Bryan y Spencer que iban a los Costados de Silke comenzaron a apretujarse entre ellos para disimular que había una persona extra en la camioneta.

-¿Qué hacen? – Se quejó casi sin aliento.

-¿No quieres que sepan que estás aquí antes de mañana o sí? Desatarían los más extraños rumores que pudieras imaginar. – Le dijo Tala tranquilo desde su asiento frente a la chica que a penas y se veía.

Cuando sus fanáticos no pudieron seguirlos más, Silke pudo respirar nuevamente.

-No lo pensé. Gracias chicos. – Dijo agitadamente a sus costados.

-Lamento haberte aplastado. – Reconoció Spencer.

-Pero creo que salió bastante bien. –Agregó Bryan.

Todos se divertían con el incidente menos Kai por supuesto.

Después de entrar a la recepción, Tala decidió aproximarse solo por la llave para evitar las miradas sobre Silke y preguntar si había habitaciones extra, a lo cual la encargada le indicó que todo estaba ocupado por el torneo del día siguiente. Subieron por el elevador hasta el octavo piso y fueron a una de las cuatro puertas que ocupaban todo el nivel.

Al abrir su habitación dieron con que solo había tres camas, dos dobles y una individual.

-Maldición, creí que todas serían dobles. – Gruño el lobo.

Kai se adelantó y se acomodó en el sillón cruzando sus brazos detrás de su cabeza y descansando los ojos del viaje. Al parecer había tomado entera posesión del objeto.

-Asunto arreglado, te quedas con la cama individual - Reveló Tala a la castaña quien sabía que Kai no aceptaría su gratitud y aun así no pudo evitar dedicar una sonrisa en su dirección.


Bueno, espero les haya gustado el capítulo, como ya dije, en el próximo viene lo bueno. Les dejo mi deviant art con espacios por que no me deja poner links u_u ahí andaré subiendo unos croquis que tengo de la abadía y un alzado que hice de su fachada con pluma rosa cuando me aburría en una junta de trabajo .x.U Que tengan una linda semana ;)

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