Muy buenas noches queridos lectores, me tardé más de dos meses en traer este capítulo pero de verdad que el cansancio del trabajo corta la inspiración y proveche este día festivo para terminar. Por otro lado, quisiera patrocinar el nuevo fic de mi amiga MaryMishe, sobre su OC, titulado La Magia de la Sirena, un fic sobre Beyblade muy interesante, con grandes emociones, romances, villanos y misterios además de que ambas compartimos el mismo universo.
Quiero responder los reviews que me han dejado, la vez pasada por falta de tiempo no pude hacerlo ;)
MaryMishe00
Hola Amiga Hermosa, jaja pues si puedo entender que hayas pensado que eran los matones que secuestraban a Silke hasta que Kai llegaba y la salvaba, jeje pero no, más bien aquí Kai se adelantó a las circunstancias. Y bueno, todo fue por que Voltaire es un tirano, con su nieto, su equipo y hasta con Silke, ahora la tiene donde quiere, y ella va a ser una buena inversión, así que tiene que revisar que la mercancía pueda venderse bien. Definitivamente mi parte favorita fue la historia de Bryan, un día deberíamos graficar esa anécdota. Muchas gracias amiguita, aquí te dejo el cap. 22 que espero te guste fufufuf.
00095Guest/Candy
Tenía toda la intención de que creyeran que los que entraron al bar eran los malos de la mansión de Kai... pero no... eso aún es un misterio O_O Y si, el abuelito de Kai le gusta llamar la atención de la mejor manera, y que mejor tarjeta de presentación que enviar a Kirill para obligarlos a ir hasta él. En este capítulo conoceremos más de Kirill, quien a petición de las fans tendrá un papel mayor al que le había propuesto :)
Marie-Angelique tiene buenas intenciones, lo juro, solo que a veces parece como si fuera una niña egoista sin sentimientos... bueno, solo a veces jeje.
Yo quisiera ver a Ira golpeando a Bryan, estoy segura que la diferencia de tamaños no es suficiente para que el ruso no muera de miedo.
Si, yo creo que Kai y Tala son buenos camaradas con Silke, por eso le dan un traje de baño más decente, en especial estoy segura que Robert la mataría D:
Saludos amiguita, muchas gracias por tu review.
ivipoe
Hola amiga! No te preocupes, aqui seguimos, se me ha dificultado escribir pero reitero que hasta que acabe este fic no me voy jiji, espero que te guste este capítulo. Saludos!
Capítulo XXII
El reloj marcaba ya las 22:00 horas, y la noche apenas comenzaba para los beyluchadores que esta vez debían atender un asunto muy diferente a su deporte. Bajaron por las escaleras con los nuevos atuendos de natación con sus lanzadores y blades como accesorios siguiendo a la mujer rubia quien caminaba velozmente delante de ellos y no paraba de revisar una y otra vez el documento en sus manos.
En la planta baja ingresaron a uno de los elegantes salones de madera clara en los pisos y esbeltas columnas recubiertas en mármol, donde había una gran cantidad de personas y equipo distribuidos en seis estaciones para la sesión de fotos que debían ejecutar.
Todos los presentes dejaron lo que hacían para prestar su total atención, y entonces la chica se aclaró la garganta y se preparó para dar las indicaciones.
-Silke, tu irás con el primer equipo al fondo de la habitación, luego Ian en el segundo, Tala en el tercero, Kai en el cuarto, Bryan el quinto y Spencer el sexto, será una sesión muy rápida por lo que pasen por un poco de maquillaje y hagan las poses lo mejor que puedan ya que mañana mismo esto estará en una revista, eso sería todo… ¡Ah! Y Silke, tu tendrás una sesión adicional a las 04:47 am en nuestra playa privada para otro patrocinador, debes ser puntual ya que el sol sale en ese momento así que apresúrate para que puedas dormir ya que a las 3:30 am te arreglarán el cabello. Eso es todo. – Determinó la mujer finalmente dejando los papeles mientras se aproximaba a un chico de gafete que le entregó un megáfono.
-Estamos listos para iniciar la sesión de fotos, quiero ver profesionalismo señores.- Decretó la rubia a través del aparato.
Silke soltó un rápido suspiro…además de la tarea actual, una sesión antes de salir el sol sonaba muy extremo pero sin más opciones tenía que creer en las palabras de Voltaire así que solo se dirigió hasta el primer grupo de camarógrafos quienes tenían varias luces iluminando un telón verde brillante de fondo. La joven llegó y de inmediato un chico la tomó del brazo sentándola sobre una silla plegable.
-Discúlpame cariño, pero debemos apresurarnos, necesitas un poco de maquillaje para que no brilles con la luz, tu cabello luce muy bien solo usaremos un sombrero para acentuar la fotografía y brillo labial. – Le explicó el joven de copete negro y ropa colorida.
-Ah… bien, haga lo que sea necesario. – Comunicó Silke resignada a que tendría que ser como se lo pedían, por lo que el chico no demoró el sacar una brocha y tomar un poco de blush del tono de piel de la chica y empezar a dar pinceladas por aquí y por allá.
-Por cierto, te retiraré esta pulsera. – Le avisó aproximando sus manos al seguro de la joyería de Silke.
-Por favor, permítame conservarla, es muy valiosa para mí, mi abuela me la obsequió. – Respondió de inmediato impidiendo que se la retirasen con una mentira que supuso no se negarían.
-Oh… bien, se ve que es muy costosa, supongo que lucirá bien. – Concluyó terminando de maquillarla.
En los otros sets de fotografía, los chicos tenían que soportar de mala gana los mimos de los maquillistas, que en el caso de Spencer, dos de ellos se habían dedicado a barnizarlo con aceite de oliva de arriba a abajo sobre sus pronunciados músculos para lograr un mayor impacto en la toma, con su pantaloncillo que cubría hasta las rodillas con un diseño de camuflaje invernal en tonos azules, morados, grises y blancos.
En el set de Bryan, una artista con la cabellera de colores y algunas perforaciones en el rostro le dibujaba un tatuaje tribal en tinta negra sobre su bícep izquierdo que combinaba con sus shorts rojos con dibujos de llamas negras, mientras la directora del equipo que le correspondía al dueño de Falborg elegía entre tres tablas de surf para apoyar la toma del joven.
Ian no podía quejarse, le habían dado unas gafas de sol de una conocida y costosa marca, montaba una moto acuática mientras desenfundaba su blade, un estilo que podía decirse el joven disfrutaba.
Por su parte Kai hizo caso omiso a lo que le pedían, tomó su lanzador y blade, se paró frente a la cámara y se quedó estático en una sola pose lo que dejaba extrañados a su grupo de camarógrafos.
-Será la única toma, así que muévanse. – Exclamó ya que nadie parecía estar listo para retratarlo, por suerte el más cercano a la cámara consiguió enfocarlo y pidió que ajustaran la luz, presionó un par de veces el disparador y Kai se reincorporó saliendo del set.
-¡Espere joven Hiwatari! ¡Necesitamos varias para elegir la mejor y…!– Le suplicó el director de dicho set.
-Esa es la mejor, dejen de perder el tiempo, edítenla e imprímanla, ¿acaso no son profesionales? – Regañó Kai dejando estupefactos a todos a su servicio.
Tala escuchaba incómodo la voz de su compañero, pero el señorito siempre se salía con la suya, así que el lobo dio oportunidad de que le tomasen tres poses apoyadas de sus shorts en distintos tonos de gris, un poco de hielo seco y un ventilador para inmediatamente salir de su set también, y tras el regaño de Kai, el grupo del capitán decidió solo darle las gracias al beyluchador por su tiempo.
En la zona número uno, donde se encontraba Silke no paraban de indicarle lo que debía hacer.
-Más arriba tu barbilla… eso, no espera, un poco a la izquierda… no, fue demasiado, regresa a la derecha… ¡eso! Ahora solo ajusta tu mano, que tu blade sea el centro de la toma pero no olvides regalar una ligera sonrisa, como si no estuviéramos frente a ti – Le decía una y otra vez el director mientras verificaba por el lente de la cámara y daba luz verde a su fotógrafo de disparar.
Silke hacía un enorme esfuerzo por mantener el equilibrio y sonreír al mismo tiempo tratando de ignorar todas esas miradas sin mencionar la iluminación de la que emanaba una gran cantidad de calor, y fue entonces que comenzó a creer que obtener una fotografía era más complicado de lo que parecía, incluso para fotógrafos profesionales y era ahora que comprendía por qué Marie-Angelique era tan perfeccionista con sus modelos y perdía la paciencia con facilidad si éstas no cooperaban.
-¡Más vale que hagas una pose atractiva! Si no, ¿con qué dinero crees que te pagaré? – Se escuchó la poco sensible voz de Kai proyectada por el megáfono que de inmediato devolvió a la rubia de lentes en la cabeza quien se quedó sorprendida por aquella oración del chico de pocas palabras.
Silke solo apretó los dientes al sentir las miradas de los presentes yendo y viniendo de Kai hacia ella. No pudo evitar sonrojarse un poco cuando el ruso se dio media vuelta y salió del salón.
-¡Pero que brusco! Yo le enseñaré… - Se expresó una chica con un aura tan asesina que todos los presentes palidecieron, sin embargo en un abrir y cerrar de ojos Silke relajó su rostro realizando una pose mucho más llamativa y entonces facilitó el trabajo de su director de escena.
-¡Oh! ¡Mucho mejor! ¿La tienes? ¡Exacto, quiero que captes su perfil! – Exclamaba una y otra vez el director totalmente apasionado por la mejoría en las poses de la chica y la naturalidad con que lucía.
Ian, Bryan y Spencer se aproximaron a Tala quien cruzado de brazos observaba que su último miembro cumplía con las exigencias el trabajo impuesto por Voltaire a los Blitzkrieg Boys.
-Parece que tendremos buenas regalías este año. – Observó Tala.
-Más vale… subiré a darme una ducha, creo que demoraré un poco en quitarme el aceite. – Comentó un cansado Spencer para salir en dirección a su habitación.
-Lindo Tatuaje Bryan – Observó Ian burlón.
-Esos lentes te hacen ver como ciego. – Correspondió Bryan.
-¿Seguirán peleando? Ya es tarde, y quien sabe cuántos días más nos pongan a trabajar para los patrocinadores, será mejor que se vayan a dormir. – Ordenó Tala antes de salir del improvisado estudio también. De inmediato sus compañeros le siguieron dejando a Silke sola en la sesión.
En el pasillo principal de la mansión, Kai se encontraba con su ropa habitual, había ido por algo de beber a la cocina cuando se encontró con una pareja de sujetos con sacos negros llevando consigo la maleta de Silke y la laptop, cuando Cheslav se aproximó al Hiwatari.
-Estaban en el hotel que la BBA les asignó, ¿a quién le pertenece el equipaje?- Preguntó servicial al bicolor.
-A Silke.- Respondió cortante sin darle mucha importancia al asunto.
-¿Todo?-
-Todo.- Concluyó antes de ir escaleras arriba hacia su habitación.
Cheslav asintió con la cabeza a sus empleados quienes de inmediato subieron a la habitación de la chica a dejar las cosas.
-¿Algo más que necesite joven Hiwatari? – Preguntó Cheslav.
-¿Dónde está mi abuelo? –
-El señor Hiwatari ya se fue a dormir y me pidió que no se le molestara hasta mañana, pero si necesita algo tal vez yo pueda ayudarlo. – Insistió el hombre.
-¿Cuántas sesiones más faltan? Necesitamos entrenar para la siguiente ronda. – Indagó esperando que fueran pocas.
-Me temo que tendrán que permanecer aquí el resto de la semana, desde luego que pueden practicar a cualquier hora tras haber cumplido las demandas de los patrocinadores, que para todo el equipo aún restan dos anuncios que grabar, y todavía no nos confirman el día, pero mañana tendrán el día libre, así que úsenlo como mejor les convenga. –
-Muy bien, eso sería todo. – Confirmó Kai dejando que Cheslav asintiera con la cabeza y siguió su camino hasta su habitación.
La sesión de Silke duró una extensa hora más así que fue la última en salir, para entonces había gastado mucha energía y sentía como su estómago empezaba a rugir. Cuando el equipo de fotografía comenzó a recoger sus cosas, Silke se aproximó hasta la mujer que organizaba todo aquello.
-Disculpe...- Se dirigió Silke hasta ella tratando de interrumpir lo menos posible.
-¡Ah! Silke, ¿qué se te ofrece?- Preguntó la mujer muy satisfecha con el resultado de la sesión nocturna.
-Disculpe, yo quería saber si pudiera indicarme donde está la cocina...- Preguntó con algo de timidez.
-Oh, ¿tienes hambre?- Preguntó curiosa.
-Si –Asintió Silke con más confianza.
-Bueno, creo que los que nos prepararon la merienda ya concluyeron sus labores pero estoy segura que sobraron algunos sándwiches – La mujer se giró hasta su silla y levantó una bata blanca entregándosela a Silke – Ponte esto y sígueme.
-Muchas gracias, ¿señorita...?-
-Candace, puedes llamarme así – Le dijo la mujer con una sonrisa.
-Candace. – Confirmó Silke ya con la bata puesta.
Ambas salieron del set y caminaron por algunos minutos hacia el ala este atravesando el pasillo de la entrada y una enorme sala con apenas un candelabro decorativo.
Candace se detuvo frente a una puerta de servicio la cual carecía de seguro, la empujó con la diestra y le ofreció a Silke pasar primero.
La cocina también tenía su toque de diseño clásico con colores salmón en las paredes, los muebles blancos con cristal en las alacenas, algunos llamativos sartenes de bronce y una pequeña pantalla sobre el muro. Silke lo contemplaba todo desde la barra central hasta que Candace abrió un gran refrigerador y tomó una charola metálica con una tapa alta de cristal con seis piezas de panes con distintos rellenos, cada uno con su propio plato desechable y la puso sobre la mesa.
-Aquí tienes, come lo que gustes, yo llevaré uno para el camino – Le sonrió cómplice tomando uno de los emparedados.
-Vaya, muchas gracias Candace – Agradeció Silke hambrienta haciendo lo mismo con un bocadillo del que sobresalían algunas hojas de vegetales con carnes frías.
-De nada, allá hay tazas, agua caliente en ese dispensador y un poco de té por si gustas. – Le dijo antes de mirar su reloj de mano. – Bueno, tengo que irme, pero te dejo la televisión prendida para que no estés tan sola, recuerda que nos veremos en algunas horas, así que ve a dormir en cuanto termines, pero no te preocupes, mañana tú y tus compañeros tendrán el día libre. – Dijo guiñando un ojo, se despidió y salió por la puerta.
-Gracias, buenas noches. – Se despidió Silke, poniéndose de pie en dirección al dispensador de agua caliente.
Tomó una taza de cerámica blanca sin ninguna clase de adornos y abrió la caja que contenía tés del tipo que ella jamás consumía, pero dadas las circunstancias no podía ponerse muy exigente. Tomó un pequeño sobre naranja de siete hierbas, lo colocó dentro de la taza y la llenó de agua caliente, llevándola hasta la barra donde tomó asiento.
Continuó dándole pequeñas mordidas a su sándwich y se quedó entretenida viendo las noticias de la noche, donde había una entrevista de los White Tiger X.
-A pesar de los chapuzones del día de hoy, aún tienen posibilidades de llegar a la final, ¿qué podemos esperar para la siguiente ronda? – Preguntó un reportero de lentes a Ray.
-El torneo ha sido muy interesante, tantos rivales nuevos han hecho que todos estemos muy emocionados por el desenlace del torneo, y todos queremos ser uno de los dos finalistas, confío en que esta no será nuestra última ronda. – Pronunció Ray emotivamente a las cámaras con su equipo saludando detrás suyo.
Silke bebió un poco de su taza, y no pudo evitar hacer una mueca graciosa al catar el desabrido té de bolsita cuando una voz familiar atrajo nuevamente su atención al televisor.
-Los Majestics conocemos estas tierras, es por eso que les aseguro los europeos serán los vencedores.-
-Robert, si lo que dices es cierto, ¿significa que inclusive su hermana tiene posibilidades de ganar?-
Silke observó con cuidado la expresión de Robert, era casi como si esa mirada severa detrás de la pantalla la estuviera viendo directamente.
-Será hilarante ver que lo intente, pero no está a la altura de una final- Sentenció sin cuidar sus palabras o el tono que usó.
Silke no podía creer lo que escuchaba, sentía como el coraje se apoderaba de su cuerpo. ¿Acaso Robert no había estado viendo sus batallas? Sin darse cuenta bajó la taza de golpe contra la mesa, y tal fue la fuerza de este movimiento que el asa se separó de la taza quedando entre sus dedos.
Se olvidó de la diminuta rabieta y se le quedó viendo al recipiente de cerámica. Aquel berrinche no era digno de una dama, pero no podía evitar molestarse al escuchar eso de Robert.
La puerta de la cocina se azotó inesperadamente causando que su cuerpo saltara saliendo de sus pensamientos.
-Ya encontré a la paloma. Cambio.-
Escuchó una voz desagradable, así que dirigió con fastidio su mirada hacia Kirill. El castaño lucía exactamente igual que horas antes, sin embargo traía una venda adhesiva alrededor de su nariz.
-Las otras aves de presa ya están en sus jaulas, ¿por qué la paloma no?- Preguntó burlón caminando hacia ella.
A Silke le parecía inaudita la actitud del chico hacia ella luego de sufrir el reto de Robert pero entendía que en su posición actual ella no era una invitada así que desistió de ponerlo en su lugar.
-Le agradecería que no me llame así, puede dirigirse hacia mí como Fraülein o Señorita Jürgens. – Le suplicó poniendo su mirada de vuelta en el sándwich.
-Señorita...- Le dijo recargando su peso sobre la mesa mientras le retiraba la taza con el asa rota intentando intimidarla. – Mi trabajo es asegurarme de que las valiosas aves permanezcan en sus jaulas el resto de la noche, así que levante sus plumas del asiento y vaya de vuelta a su habitación ahora mismo.
-Iré apenas concluya mi cena- Respondió ella.
Kirill asintió con un gesto de la cabeza y se sentó sin quitar los ojos de encima de Silke, buscando incomodarla.
Silke no le prestó atención, tras años de estar rodeada de sirvientes cuidándola y vigilándola había aprendido a hacer sus cosas ignorándolos educadamente.
-No deberías estar aquí.- Le dijo de pronto.
-Buenas noches. – Zanjó inmediatamente dejando a su celador con las palabras en la boca.
Silke se puso de pie, tomó el plato con el sándwich y con la otra mano las partes rotas de la taza. Se aproximó hasta un bote de basura donde los colocó y salió por la puerta con el resto de su cena.
Kirill torció los labios, en otras circunstancias ninguna chica se le hubiera escapado.
Silke subió las escaleras de vuelta a su habitación lo más pronto que pudo, sabiendo que Kirill la seguía de cerca. Al llegar al pasillo de las habitaciones asignadas sus ojos ámbar percibieron a Tala asomado a dos puertas de distancia, Kirill la alzanzó de pronto, así que contempló como los ojos azules retaban a los verdes que aguardaban detrás de ella, por lo que temiendo otra escena violenta, ingresó velozmente a su recámara y cerró la puerta, dejó a un lado el sándwich y tomó una de las dos sillas del escritorio para atorarla bajo el picaporte tal y como Marie-Angelique solía hacer cuando quería evitar que los sirvientes las molestaran. Esto la hizo sentir solo un poco más segura.
-Es asustadiza, ¿de dónde la sacaron? Me parece curioso que les pueda seguir el paso, ¿o es que ustedes se han rebajado a su nivel?- Argumentó con una falsa y amable sonrisa Kirill a Tala.
El dueño de Wolborg no respondió, sólo permaneció de brazos cruzados. A pesar de la agresión de Kirill, la mirada de Tala lo mantenía a raya del territorio del pelirrojo.
El castaño soltó un suspiro de derrota, por lo que se dio la vuelta para retirarse.
-Dile que no haga nada estúpido, ya que nada se me escapa, incluso conozco el paradero de tu querida amiga. – Las pupilas de Tala reaccionaron imperceptiblemente ante aquella noticia, sin embargo Kirill quien tenía un entrenamiento comparable al líder de los Blitzkrieg Boys lo notó de inmediato. –No es tan inteligente para esconderse como ella creía. – Recordó esbozando una gran sonrisa triunfal.
-O tal vez ella se dejó encontrar.- Lo silenció Tala bajando la mirada antes de cerrar la puerta de su habitación.
Tras la cena fuera del horario, sus ojos ámbar volvieron a picarle, miró el reloj y ya era la media noche, por lo que apenas y le restarían casi tres horas de sueño, y luego del desgaste del día, el encuentro en el bar y la sesión de fotografía miró dichosa la gran cama solo para ella, así que se retiró la bata colgándola en el perchero, y casi sin darse cuenta descubrió que su pequeña bolsa de equipaje y la computadora estaban sobre el tocador, seguramente Kai así lo había indicado por lo que rápidamente buscó entre sus pertenencias ropa más cómoda para dormir, pero estaban tan cerca del mar que la humedad era mayor que en el hotel del día anterior y ella detestaba los aparatos de aire acondicionado así que muerta por lo mucho que se había extendido la noche sólo se colocó una playera de tirantes y su ropa interior dejando doblado el traje de baño, abrió la ventana que daba a un balcón desde el cual se podía vislumbrar el mar a pocos metros. Se dio escaso tiempo para contemplarlo ya que el esfuerzo y el cansancio de la beybatalla le afectaban cuando finalmente se aproximó a la cama dejándose caer boca abajo.
-Estoy muerta… no sabía que las fotografías podrían ser tan agotadoras… - Mencionó para sí abrazando una almohada cercana, cayendo presa del sueño sin importarle taparse si quiera.
Un par de horas después dormía plácidamente. Aquella cama era increíblemente cómoda, y la humedad que el mar producía evitaba que tuviera que taparse con las sábanas. Respiraba profundamente perdida entre la suavidad de la almohada cuando la perturbó un ligero disturbio en la zona de su hombro, esto solo la hizo acurrucarse más sobre el cojín, hasta que una segunda vez la movieron con mayor fuerza.
Esta ocasión tuvo que abrir los ojos y se encontró de frente con Kai quien le miraba de pie.
-¡¿Cómo entraste a mi habitación!? –Preguntó verificando que la puerta seguía trancada mientras se tapaba con el cojín al incorporarse con rapidez perdiendo el sueño al instante.
Kai solo señaló a la ventana abierta con el índice y luego prosiguió.
-Necesitamos revisar la información, no podemos perder más tiempo. – Le indicó con seriedad, pero no veía intenciones en ella por apresurarse. - ¿Qué? – La cuestionó de mala gana.
-Date la vuelta – Le indicó seria con la mirada a penas visible sobre la almohada.
Kai comprendió a lo que se refería e hizo una mueca de fastidio.
-Vamos a dejar algo en claro, no me interesas en lo más mínimo así que levántate de una buena vez – Le comandó cansado.
Silke escuchó atenta y su voz retó al ruso.
-Eso no me importa, no es correcto que una señorita esté en ropa interior frente a un hombre, así que date la vuelta o haré un escándalo que los fotógrafos y tú nunca olvidarán. – Le amenazó frunciendo el ceño inamovible.
Kai rodó los ojos, gruñó y se dirigió hasta el escritorio donde estaba la computadora para prenderla mientras la alemana se levantaba y se tapaba rápidamente con la bata colgada detrás de la puerta.
El equipo de cómputo se inició, pero Kai le dio algunos comandos manuales que evitaron que el software se ejecutara, volviendo la pantalla un espacio negro con letras amarillas de forma y tamaño estándar.
Silke se aproximó colocando el banquito que anteriormente se encontraba dentro del baño y tomó lugar a un costado de Kai.
-Coloca la USB – Indicó el más serio.
Silke levantó la manga de su brazo izquierdo, dejando ver su pulsera. La retiró con cuidado introduciéndola en la ranura señalada. Sin embargo esta vez el programa de los Jürgens instalado en el dispositivo se abrió de forma distinta.
En lugar del escudo de Griffolyon, apareció un letrero de características informáticas.
"
:_:SOFTWARE_JÜRGENS_BEFEHLSDIENST :_:
"
Y el último guión comenzó a parpadear.
Kai tecleó la palabra "(ÜBERPRÜFEN _BEWEGUNGEN)"
Y en seguida el comando le solicitó información privada.
:_:PASSWORT/ERFORDERLICH:_:
-Es tu turno – Dijo esperando.
La chica aproximó sus manos al teclado, y escribió la larga contraseña a la que estaba acostumbrada.
:_: ZWEITE / PASSWORT:_:
Suponiendo que todo iba bien Silke escribió la segunda y luego la tercera que le pidió.
:_: ZUGRIFF/GEWÄHRT:_:
Confirmó el programa y comenzaron a aparecer muchos símbolos desplegando rápidamente página tras página de información entre códigos binarios rodeaban algunas leyendas.
11010001011110100{(/-HIWATARI_ AUFTRAG -\\)}001101100010100110
Las palabras que tenían coherencia eran el historial de los archivos usados desde la USB en completo orden hasta llegar a la edición del contrato Hiwatari. Por fin las letras se detuvieron y la oración final fue la que reveló al menos que alguien efectivamente había conseguido entrar de forma exitosa en los datos.
:_: :_:
-¿ ?- preguntó extrañada la alemana intentando hallar cierto sentido en ello.
-Es imposible… - Dijo Kai en voz baja captando de inmediato la atención de Silke.
-¿Conoces a la persona que hizo esto? – Titubeó mostrándose preocupada.
-No puedo confirmarlo ahora, pero mañana tendré la respuesta. – Respondió inquieto apagando la máquina dejando la pulsera de Silke sobre la mesilla antes de dirigirse de vuelta al balcón.
-Kai. – Pronunció certera, consiguiendo que el ruso la mirara. – Ten cuidado. – Pidió con sinceridad.
-Preocúpate por ti.- Dijo devolviéndole su ansia. - Disfruta el resto de tu noche, creo que en veinte minutos tienes otra sesión frente a la salida del sol. – Dijo divertido saliendo por la ventana, recordándole a ella su amarga suerte.
Casi de inmediato comenzó a sentir una terrible jaqueca, la cual no sabía si era por la falta de sueño o la cruel actitud de Kai que se divertía con su exceso de trabajo, decidió descansar los minutos que le sobrasen cuando llamaron a la puerta antes de que pudiera tocar su cama.
-Señorita Silke, levántese por favor, es hora de las fotografías para el nuevo perfume, traigo la ropa que usará, póngasela por favor. – Dijo la voz del mismo maquillista de horas antes.
Silke se quejó amargamente, tomó la pulsera y su blade y se dirigió a la puerta.
-Ya oí…- respondió fastidiada.
A dos habitaciones de la de Silke, Kai abrió desde el balcón la ventana e ingresó a donde Tala descansaba; el pelirrojo se levantó de inmediato al escuchar el seguro de la ventana ceder, y apuntó su blade a la silueta extraña hasta que pudo reconocerla.
-¡Demonios Kai! ¿Acaso no duermes?- Preguntó tallándose os ojos con la diestra.
-Deja de quejarte, tenemos que ir a Moscú ahora mismo, la hora de visitas empieza a las nueve- Indicó sin pizca de sueño.
-¿De qué rayos hablas?- Preguntó sin comprender nada.
-Creo que a Boris le alegrará vernos – Confesó a su compañero, alguien quien detestaba a Boris mucho más que él.
Tala se puso de pie sorprendido.
-¿Estás seguro…? – Dudó seriamente.
-Completamente, sólo un idiota narcisista como él le pone sus iniciales a su programa de hackeo.- Afirmó Kai.
Tala se apresuró a vestirse, tomó su blade y salió de la habitación detrás de Kai.
Silke bajó acompañada por su maquillista en medio de la madrugada cubierta con la bata que Candace le había proporcionado. La condujeron por un pasillo cercano a la cocina con destino a un salón vacío con espléndidos ventanales que daban a un negro jardín, donde siguieron su caminata hasta llegar a una escalinata de madera la cual terminaba en un suave piso de fina arena.
Cerca del mar, ya se encontraba Candace, algunos reflectores y dos fotógrafos listos para las tomas especiales de ella como el rostro de un perfume que apenas saldría a la venta.
-Silke, buenos días, sé que debes estar muy cansada, pero esta sesión será aún más veloz que anterior, ya que solo tenemos cinco minutos para tener el sol justo en el horizonte antes de que salga por completo, después podrás dormir todo lo que quieras. – La animó la coordinadora.
-Está bien… - Se quejó levemente Silke, así que se retiró la bata dejando ver la prenda de cuero que le cubría los hombros, dejando al descubierto su espalda y con una pechera y una falda de tablones con las zapatillas del mismo color.
Una fuerte corriente de aire movió la arena seca, obligando a todo el staff a cubrirse cuando un helicóptero emprendió el vuelo alejándose sobre el mar.
-¿Están bien? – Preguntó Candace sacudiéndose la arena de la ropa.
-Sí, estoy lista. – Indicó Silke notando que se veía un filo dorado detrás del horizonte oscuro.
-Bien chicos, alístense, Silke quiero que te sientes sobre la arena para enfocar las olas detrás de ti con el sol elevándose, y descansa tu blade entre tus manos. Muy bien quiero varias tomas en esa posición en 3… 2… 1… - Dictaminó dando así inicio a la propaganda del perfume.
Una hora más tarde, Silke estaba de vuelta en su alcoba. Ni siquiera se había retirado la ropa de la sesión en la playa, y tan solo se había tirado a dormir cubriéndose esta vez con las sábanas sólo por si acaso.
A 100 km de la ciudad de Moscú, en una pequeña localidad, el helicóptero de Empresas Hiwatari se encontraba estacionado en el helipuerto de la Prisión Central de Vladímir, donde se mantienen los criminales más peligrosos del territorio ruso.
Kai y Tala aguardaban en una helada sala de estar, con dos guardias custodiando la puerta por la que ellos entraron y otro par en una puerta al fondo. Esta última fue abierta por los celadores tras escucharse un timbre que accionó un mecanismo que deslizó la reja, para luego abrir la puerta de hierro.
Dos guardias más de miradas frías y un sujeto con las manos y pies encadenados con un overol negro con tres rayas blancas en los extremos de los brazos y piernas entró caminando con mucho trabajo.
Para Kai y Tala no fue difícil reconocer a aquel que una vez fue su entrenador. Boris tenía el cabello desaliñado, arrugas por todo el rostro como si hubiese envejecido al menos 10 años pero su mirada sádica no había desaparecido del todo.
-Ah...- Suspiró fingiendo alegría.- ¡Mis muchachos! Como el tiempo los ha convertido en los valientes guerreros que siempre supe que serían... aunque conmigo el reloj no ha sido tan benévolo... soy... todo lo que resta de aquel sueño llamado BioVolt... bueno al menos la mitad, supongo que tu abuelo ha cobrado varios favores para no terminar como el compañero de celda de este chivo-expiatorio. – Les comentó sonriente y provocador.
-Solo tú eres el responsable de tus pecados con BioVolt y BEGA. – Le recordó Tala con desprecio, ya que para el pelirrojo una sentencia de cadena perpetua no había sido suficiente.
-¿Lo soy...?- Respondió confiado. – ¿Y es por eso que tengo el honor de que dos de mis muchachos preferidos me visiten? – Alardeó pomposo.
El silencio se hizo. Los ojos violetas de Kai no dejaban de verlo como si se tratase de una peligrosa rata de alcantarilla que debiera ser aniquilada.
-¿Te has portado mal últimamente Boris?- Preguntó Kai sin más rodeos.
Los ojos de Boris se posaron en Kai, brillando como nunca.
-¿Mal? ¿Por qué lo preguntas joven Kai? Aunque me encuentro encerrado aquí por supuesto que desearía vengarme de todos ustedes, en especial del bocón de tu amigo Tyson y su hermano Hiro. – Confesó. No tenía anda que perder.
-Me dicen que has intentado escapar un par de veces, ¿y cómo ha resultado? Parece que los castigos que se te ocurrían en la abadía no se comparan con lo que te han hecho aquí. – Correspondió Kai.
-No lo sé, ustedes par de arrogantes pueden decírmelo – Respondió Boris alzando la voz - ¡sus patéticos lamentos es lo único que me mantiene cuerdo hasta poder verlos hundidos nuevamente, ingratos mocosos! – Los alardeos de Boris fueron silenciados cuando uno de sus guardias lo golpeó en el abdomen con la macana que llevaba colgando en la cintura, ocasionando que el demacrado abad cayera al piso.
-Retírenlo, es todo lo que necesitábamos saber. – Ordenó Tala, a lo que ambos guardias volvieron a sujetarlo de los brazos para llevárselo de vuelta a su celda.
-…Por cierto… - Alcanzó a decir tras toser un poco. - …Es hermosa su nueva adición al equipo, si la hubiéramos tenido desde antes en la abadía, nada nos hubiera detenido...- Comentó sonriente al ver como atraía la atención de sus discípulos.
-No tienes asuntos con ella.- Recordó Tala.
Boris soltó una carcajada. – "Ella" solo es una niña rica que tuvo suerte, hablo de la bestia bit, es magnífica, podría tener la misma fuerza que el Black Dranzer, como desearía ponerle las manos encima...¡Hacer el mundo mío nuevamente! - Alcanzó a gritar antes de que la puerta se cerrase dejando a Kai y Tala confirmando que Boris no había perdido su retorcido ideal.
-¿Si no es Boris…? – Formuló Tala mirando al bicolor.
-Sólo puede ser alguien que esté ligado con este loco. – Supuso Kai, pensando que tras la disolución de BioVolt las posibilidades eran limitadas.
En la mansión de Nápoles, ya era más del medio día, y tras las merecidas horas de descanso esta vez sin interrupción, Silke se arregló y se vistió con su ropa usual de entrenamiento. Hambrienta, decidió que prefería buscar su propio alimento así que estaba lista para ir a la ciudad. Salió de su habitación y encontró un gran alboroto propiciado por el staff publicitario, mientras volvían a guardar el equipo, moviendo cajas, revisando el inventario, entrando y saliendo dejando la mansión nuevamente vacía.
Silke cruzó cuidadosamente entre todos los trabajadores hasta llegar con Candace que terminaba de verificar que ningún ítem del caro equipo se hubiera perdido.
-Disculpa Candace – Preguntó Silke en un tono bajo.
-Ah Silke, espero que hayas descansado; ¿En qué te puedo ayudar?- Preguntó haciendo a un lado la hoja que rayaba-
-Bueno, en realidad solo quería saber si llegar a la plaza principal caminando es muy tardado, ya que nos trajeron en la noche y no sé si estamos muy retirados para llamar un taxi - Preguntó sin tener pista alguna.
-Oh, no necesitas llamar uno, yo pasaré por el centro, puedo llevarte conmigo- Se ofreció Candace.
-¿En serio?- Se esperanzó Silke, la directora le daba confianza a diferencia del resto de empleados de Voltaire.
-Claro, en cuanto terminemos de recoger todo, pero hace mucho calor afuera, no piensas salir con eso ¿verdad?- La cuestionó señalando la ropa invernal.
-Bueno, no tengo nada más que ponerme.- Dijo ella con una risita nerviosa.
-Tengo algo mejor –Le dijo acercándose a un perchero con ruedas, que se encontraba cubierto con una gruesa tela, al destaparlo reveló distintas prendas para hombre y mujer así que seleccionó un vestido largo sin mangas en tonos verdes y azules.- Puedes usarlo, no hay problema en que te lo quedes, y mira, unas alpargatas, un sombrero, unos lentes, y esta pequeña bolsa, no querrás que te reconozcan tus fanáticos ¿verdad?- Le insinuó guiñando el ojo.
-Es lo último que quiero. – Dijo Silke sonriendo.
-Bien, ya terminamos, cámbiate en esta habitación. – Indicó Candace abriendo una puerta contigua. – Solo me falta llevar algunas cosas a mi auto y podremos irnos.
-Bien, me apresuraré. – Informó Silke pasando de lado con toda la ropa a la recámara.
Pasaron algunos minutos, y Silke terminó por deshacer su peinado usual, y juntó todo su cabello en una larga trenza que colgaba detrás de su espalda, se puso los lentes de sol y el sombrero notando que sería muy difícil que alguien la reconociera, así que dejó su ropa doblada en esa habitación esperando que algún sirviente la devolviera a su alcoba para no demorar más a Candace.
-Estoy lista. – Anunció la alemana saliendo con las nuevas prendas.
-¡Oh vaya! En serio que será difícil que te reconozcan. Bueno, vayámonos entonces. – Dijo complacida por la compañía de la chica mientras alzaba algunas cajas.
-Por favor, déjame ayudarte. – Suplicó Silke quitándole la mitad del peso.
-Eres muy amable Silke, bien, sígueme. –
Ambas salieron con una gran caja entre las manos, llegando a la entrada principal donde uno de los empleados de seguridad esperaba a Candace.
-Somos las últimas en salir, dele mis saludos al Señor Hiwatari. – Se despidió Candace siendo seguida por Silke hasta un pequeño auto convertible de color rojo.
La directora colocó la caja sobre los asientos traseros y Silke hizo lo mismo. Ambas abordaron el diminuto y coqueto vehículo y salieron por las rejas que resguardaban la mansión.
El sol se encontraba en el punto más alto de la campiña Napolitana que se mantenía con un alto índice de humedad. Por las calles las personas usaban textiles frescos, prendas cortas e inclusive había quienes se paseaban en trajes de baño. El día posterior al torneo había conseguido que los espectadores permanecieran el resto del fin de semana atrayendo grandes ingresos a la bohemia ciudad costera.
La propaganda de la batalla del día anterior aún hondeaba en faroles y altos edificios recordando al público que aún restaba una ronda más antes de la gran final.
El diminuto auto de Candace se detuvo cerca de la plaza central para que su acompañante pudiera bajar y disfrutar del resto del día.
-Muchas gracias Candace – Se despidió Silke desde afuera.
-No fue nada, diviértete ¡y mucha suerte en la siguiente ronda!- Agregó la directora con un gesto de la mano y se retiró.
Silke estaba feliz de tener un tiempo a solas sin que Kirill estuviera vigilándola como si de una prisionera se tratase, así que yendo incógnita entre la gente, con el cambio de imagen se ocultaba muy bien ante los fanáticos.
Pronto sus pasos se detuvieron cuando no podía creer lo que había al otro lado del cristal de sus lentes ya que en el aparador de una tienda se encontraba una copia del periódico de ese día, idéntico al que el abuelo de Kai les había mostrado horas antes.
Suspiró profundamente ya que le daba un poco de pena que todo el mundo la viera en esas condiciones, ella prefería ser anónima que una celebridad. Siguió avanzando en busca de algo que comer hasta que un gran grupo de personas de todas las edades y nacionalidades rodeaba un pequeño puesto de periódicos a la esquina de un edificio, donde lo impresionante era una revista específica que resaltaba entre las otras portadas en la cornisa del local.
Sus ojos se congelaron al verse junto con sus compañeros en una gran composición en la portada de la revista Bladers, tal y como lo prometió Voltaire, y que de hecho esta revista era la causa del alboroto. Alcanzó a ver a una pareja de chicas salir a empujones de entre la multitud con el botín en sus manos mientras cuchicheaban sobre la publicación.
-¡Es increíble! ¡Nunca había visto a Bryan tan guapo! – Suspiraba una adolescente de pecas sobre sus mejillas y el cabello rosado recogido en una sola coleta mientras abrazaba la revista contra su pecho.
-¡Tan sólo te fijas en Bryan! ¡Deléitate también con los otros! ¡No desperdicies los cinco euros!-Le recordó una chica de cabello corto y negro.
-¡Ay pero si Bryan es tan lindo! ¡Y aquí dice que su comida favorita son los waffles belgas!-
Silke escuchó ese detalle el cual le parecía erróneo, no podía negar que sentía algo de curiosidad por saber que tanto habrían escrito sobre los demás o sobre sí misma. Su curiosidad se vio saciada cuando pasó junto a tres chicos que platicaban animados entre ellos tratando de decidir cuál era la mejor fotografía de la única chica del equipo mientras giraban de arriba a abajo un ejemplar de la revista y lo comparaban con el periódico.
-¡Está es su mejor pose! ¡Lástima que no trae un bikini! – Gritó un rubio de gafas oscuras.
-Pero es mejor que ese aburrido traje que usa en las beybatallas.- Opinó un segundo de cabello chino y oscuro.
-¡Solo por ella apoyaré a los Blitzkrieg Boys en el torneo! – Mencionó el tercero sonriéndole bobamente a la revista.
La castaña se sonrojó al escuchar aquello y apresuró el paso hacia dónde fuera lejos de la multitud.
De pronto su teléfono móvil comenzó a sonar con una melodía específica que pertenecía únicamente a los mensajes de Marie-Angelique, sin perder tiempo buscó el móvil en la pequeña bolsa blanca que llevaba cruzada y abrió el texto.
"¡Salût! ヾ(๑╹◡╹)ノ" ¡Ay Silke! ¡Me encuentro tan feliz! (((o(*゚▽゚*)o))) ¡Los trajes fueron todo un éxito! (๑˃̵ᴗ˂̵) Más patrocinadores han mostrado interés en mis diseños *:.。. o(≧▽≦)o .。.:* y por supuesto en tu "adorable" Σ(-᷅_-᷄๑) equipo, ¡espero nos veamos pronto!٩(๑❛ᴗ❛๑)۶ Te deseo mucha suerte, aunque Robert se encuentra molesto (● ˃̶͈̀ロ˂̶͈́)੭ꠥ⁾⁾ creo que en el fondo te tiene miedo! \\\\٩( 'ω' )و /// ¡Besitos!"
Silke dejó salir un largo suspiro ya que le costaba compartir el entusiasmo de su amiga porque solo le recordaba que quedaban 5 días antes del encuentro con Robert, y no había podido ni podría entrenar debido al abuelo de Kai que se encargaría de mantenerlos ocupados con anuncios, fotografías y toda clase de mercadotecnia que se le ocurriera.
La castaña siguió caminando por la animada calle, hasta que olió unas crepas que hacían en un puesto del otro lado de la avenida. Se aproximó hasta ellas y hambrienta pidió una con muchas fresas. Pagó el delicioso postre y cuando se disponía a sentarse a comerlo en una banca, notó que en la boutique de enfrente estaban desplegando un gran cartel que cubría el alto ventanal con su fotografía en la playa y una botella de perfume de color violeta.
Su rostro palideció al ver una gran cantidad de fanáticos que de inmediato se aproximaron al establecimiento, en especial chicas que querían comprar el producto.
Prefirió comer su postre alejada de todo ese alboroto, ya que solo era una distracción cuando lo que realmente importaba era derrotar a Robert.
La chica subió por una larga calle empinada, esperando encontrar un nuevo sitio para sentarse a degustar su postre, aunque muy pronto se extrañó; la calle arriba lucia desierta pero juraba que había visto movimiento en la siguiente intersección, como alguien que acababa de pasar, aunque solo había sido de reojo. Por alguna incómoda razón no quiso avanzar más.
-"¡Alto ahí!"-
Exclamaron en ruso a sus espaldas tres calles abajo. Silke sé sorprendió al reconocer la ropa de los dos hombres corpulentos que corrían hacia ella ya que eran los guardias que seguían las órdenes de Kirill.
Silke no supo qué hacer, no tenía caso correr y seguramente no escucharían lo que tuviera que decirles. Supuso que todo estaba perdido cuando vio una camioneta oscura como en las que los habían subido la noche anterior emparejarse con ambos hombres en dirección hacia ella.
La camioneta bajó el vidrio y un blade se proyectó hacia los guardias, quienes tuvieron que saltarlo para no caer. A continuación el trompo los sobrepasó, subió por un poste de luz y cortó los cables de un tajo, ocasionando que cayeran al suelo y comenzarán a retorcerse con pequeños pero peligrosos rayos de alto voltaje. La camioneta llegó hasta Silke y Bryan abrió la puerta trasera.
-¡Sube!- Le dijo con una sonrisa divertida mientras su blade volvía a ingresar al vehículo por sí solo.
Silke estaba sorprendida, miró a los tipos de negro que ya habían conseguido esquivar los cables y no lo pensó dos veces, abordó el vehículo y Spencer pisó el acelerador a fondo dejando a los guardias de inmediato.
-¿Cómo escapaste? – Indagó rápidamente Bryan.
-¿Escapar?- Esa palabra no tenía ningún sentido.- No sabía que estaba cautiva, solo salí por la puerta principal y nadie me detuvo- Dijo hablando con la verdad.
-Te escapaste en sus narices, es por eso que están tan molestos. – Observó Spencer desde el volante.
-¿Qué? Pero yo solo salí a comer… - Declaró levantando el postre.
-Puedes decir lo que quieras, pero nada les quitará el regaño que Voltaire les dio. – Se burló Ian.
-¿Entonces… vinieron a llevarme de regreso?- Supuso Silke.
-Voltaire se fue a una conferencia de prensa y ya estamos afuera, vayamos a divertirnos. – Propuso Bryan.
-¿Pero y la camioneta? En mi casa tienen todos los autos registrados vía GPS, supongo que los Hiwatari también. – Comentó dudosa.
-No te preocupes, por la mañana Ian les hizo algunas modificaciones inalámbricamente a su cuarto de control.- Respondió Spencer.
-Tardarán uno o dos días en repararlo, ellos son un asco programando, Boris era el único que sabía lo suficiente de cómputo para hackear y evitar que le hackearan el sistema- Dijo Ian con Orgullo.
Silke solo sonrió, en verdad eran unos jóvenes traviesos y no les importaba mucho el castigo.
-¡Oigan!- Preguntó de pronto. – ¿Dónde están Tala y Kai?-
-No lo sabemos y ya que Tala no dejó órdenes, este será nuestro día libre.- Sonrió Ian pícaramente desde el asiento del copiloto.
-Bien, supongo que nos echaron a perder la noche en el bar. – Dijo Silke más tranquila. - ¿Quieren crepa? – preguntó a sus acompañantes ofreciendo el colorido postre con crema batida.
-Ese es alimento de niñas, nos veríamos raros comiéndolo. – Negó Bryan.
-Sí, por descuidos como ese dicen que amar los waffles. – Se burló Spencer.
-¡Qué no era un waffle! ¡Era un brownie! – Se quejó el ruso desde el asiento trasero robando risas de Silke.
Spencer condujo por algunos minutos más dejando la ciudad atrás. Al frente solo había carretera y el mar a la derecha. Finalmente llegaron a una playa que tenía unas puertas de alambre cerrando el camino que decía "Prohibido el paso".
-Aquí es. – Confirmó Ian.
Silke se asomó entre ambos asientos delanteros.
-Pero dice que está restringido. – Comentó dudosa.
-Mejor aún, seremos los únicos. – Reiteró Bryan.
Spencer aceleró y abrió las rejas que solo estaban sujetas por un candado. Silke era alguien que respetaba las reglas, pero sus nuevos amigos no hacían lo mismo.
-Relájate, solo venimos a surfear, está prohibido por que las olas son peligrosas en esta zona para los novatos. – Dijo Spencer intentando tranquilizarla.
-Si… pero… ¿y si la camioneta se atasca en la arena? – Insistió ella.
-¿Oye Silke, sabes conducir? – Preguntó de pronto Bryan.
-No me dejan. – Respondió con simpleza.
-Oh bueno, - Spencer detuvo el auto de pronto dejando el motor encendido. – Te cambio el lugar. – Se dirigió hacia ella desde el retrovisor.
-¿Qué? No… no es necesario, descuiden. – Desistió Silke de la idea.
-Oh vamos, que tal si algún día es una emergencia y no hay nadie que te lleve. – Le preguntó Ian.
Silke no quería hacerlo pero tenían buenos argumentos, así que asintió, se bajó del auto y cambió de lugar con Spencer.
-Bien, que sigue. – Preguntó ya sentada con el cinturón colocado.
-Sólo pon la palanca en la D. Ese pedal del lado derecho es el acelerador y el del izquierdo es el freno. Avanza. – Indicó Ian.
Silke estaba un poco nerviosa. Se sentía muy pequeña en el asiento, así que hizo lo que le dijeron, y cuando la camioneta empezó a avanzar pisó el freno con todas sus fuerzas ocasionando que los dos chicos de atrás se golpearan la frente con el asiento.
-¡Lo siento! ¡Lo siento! – Se disculpó asustada.
Ian solo se carcajeó ya que él si se había ajustado el cinturón.
-Wow… no tan fuerte, ¿acaso quieres matarnos? – Preguntó Bryan sobándose la frente.
-¡No sé hacerlo! – Dijo desesperanzada.
-Inténtalo, no hay obstáculos aquí, solo acelera un poco. – Indicó Spencer con la voz tranquila inspirándole un poco de confianza.
-Muy bien… una vez más… - Dijo colocando ambas manos sobre el volante, soltó el freno y sintió como el gran vehículo caminaba tranquilo sobre la arena suelta.
-Ahora gira hacia la derecha. – Le solicitó Ian, para que se acercara hacia el mar.
Silke lo hizo y sonrió para sí al notar que no era tan complicado.
-Bien, ahora hacia la izquierda. – Le pidió de nuevo su copiloto.
-Muy bien, aquí vamos. – Silke ya se sentía un poco más confiada.
-Ahora acelera un poco, y cuando te lo indique frenas muy despacio, ¿entendiste? – Le preguntó Ian.
-Sí. – Respondió ella.
La camioneta comenzó a avanzar con mayor velocidad, hasta que se detuvo suavemente a diferencia de la primera vez.
-¿Lo ves? No es tan difícil. – Le dijo Bryan.
-Inténtalo una vez más, ahora acelera, luego frenas despacio y al mismo tiempo giras el volante hacia la derecha. – Le pidió Spencer.
-¿Qué? ¿Pero acaso eso no hará que el auto se voltee? – Preguntó dudosa y preocupada.
-No, para nada. – Mintió Spencer.
Nadie más parecía inquieto, así que hizo lo que le pidieron en la extensa playa. Aceleró, comenzó a frenar y giró las llantas rápidamente consiguiendo que el vehículo se derrapara levantando olas de arena a su alrededor. Silke comenzó a gritar sujetándose con fuerza del volante hasta que la camioneta se detuvo en un sentido diferente al que iba al principio.
Los tres Blitzkrieg Boys comenzaron a reír muy divertidos. Ian colocó la palanca en la letra P y felicitó a su compañera.
-¡Eso fue genial! ¡En especial para ser la primera vez! – Le dijo colocando su mano en su hombro.
-¡De qué hablan! ¡Eso fue horripilante y muy divertido! – Sonrió Silke aún sin aliento.
-Con el tiempo conseguirás hacer más de un trompo. – Le dijo Bryan antes de bajar del auto.
Bryan abrió la cajuela de la camioneta, se retiró los pantalones mostrando que venía preparado con su traje de baño, listo para surfear y tomó una de las cuatro tablas.
Spencer e Ian hicieron lo mismo, sin embargo Silke solo se sentó en la zona de carga de la camioneta.
-¿No vienes? – Preguntó Spencer. – Trajimos tu traje de baño también. – Le señaló una caja con el atuendo.
-No, muchas gracias, acabo de comer. – Le agradeció Silke. – Sólo tengan cuidado. – Les aconsejó.
-No te preocupes, mejor cuenta quien se cae menos veces. – Le dijo Ian.
Los tres se dirigieron hasta el mar con olas altas y picudas, mientras Silke disfrutaba de la brisa y los miraba domar las grandes olas. Esa salida le había hecho olvidarse del algo que la tenía intranquila desde la noche anterior, y había sido el comentario de Robert.
Pasó cerca de una hora, y el sol ya había comenzado a bajar, por lo que las olas se habían vuelto mucho más difíciles de surfear, así que los tres volvieron hasta la camioneta, para secarse y volver a la mansión para la cena.
Ian manejó de regreso con Silke sentada del lado del copiloto, apenas faltaban unos metros para llegar a la reja, cuando está se abrió, confirmando que reconocían la pertenencia de dicha camioneta.
Ian la estacionó cerca de las otras, y los cuatro bajaron para notarse observados por todo el personal de seguridad.
Sin darles atención, los chicos se dirigieron sin prisa al interior de la mansión seguidos por Silke.
Dentro Cheslav les dio la bienvenida.
-Buenas noches fraülein, jóvenes. Su capitán los espera en la sala de estar.- Indicó amablemente para luego dejar el edificio.
Los cuatro avanzaron hacia el gran salón del primer piso, donde la noche anterior habían recibido la sesión de fotos. Desde los muros de cristal podían ver al pelirrojo y al bicolor aguardando de pie por ellos.
-Tala, ¿a dónde fueron?- Preguntó Bryan lleno de curiosidad.
-Fuimos a visitar a Boris quien por cierto les manda saludos. – Mencionó Tala con sarcasmo.
-Dime que está viejo y demacrado por favor- Suplicó Ian con una sonrisa maliciosa.
-Lo estaba, nuestro amigo Boris solo es una sombra de lo que antes fue.-
-El mismo se lo buscó- Opinó Spencer.
Silke permaneció en silencio, conocía el rostro del tal Boris, pero el tema le era indiferente, al menos hasta que prestó atención a Kai.
-No se trataba de él – Le comunicó a Silke.
-¿Entonces...?- Comenzó a formular la chica.
-La información que hallamos y el ataque no fueron ocasionados por un novato, tendremos que permanecer alertas, todos- Aconsejó Kai.
-Y hablando de eso, ¿Por qué no la trajeron de regreso al encontrarla? Spencer tu eres el tercero al mando y... – Preguntó Tala antes de ser interrumpido por Silke.
-Un momento, la responsabilidad es toda mía, fui yo quien decidió asistir a la ciudad, no se me ocurrió consultarlos a ellos.- Intercedió Silke antes de que los chicos pudiesen hablar.
-¿Por qué saliste sin permiso?- La cuestionó Kai en un tono casi acusativo.
-No... Sabía que lo necesitaba.- Admitió confundida ya que no había hecho nada malo.
-Adivina, lo necesitas. A partir de ahora no volverás a salir sola, ¿te quedó claro? Si te llegaran a reconocer cada fotografía que te tomen sería una pérdida de dinero para el equipo, tú sabes de negocios, estoy seguro que lo comprendes.-
-¡Sí pero eso es totalmente injusto! Nadie me reconoció, además ese no fue el trato cuando me uní a este equipo, ¡no puedes tenerme encerrada!- Se defendió.
-Si puedo, si no te comportas le diré a Kirill que te den de comer en tu alcoba y que te escolten cada vez que salgas a las sesiones de fotos, de ida y vuelta, ¿eso es lo que quieres?- Le preguntó alzando una ceja.
Silke estaba comenzando a perder la paciencia, cada día que transcurría parecía que todo se ponía en su contra, y sabía que estaba en el territorio del Hiwatari, por lo que no le convenía provocarlo más, así que optó por sacar la bandera blanca.
-No. – Respondió zanjando la discusión quedándose con un nudo en la garganta. Kai se relajó también. -En realidad tengo cosas mucho más importantes en qué pensar. Con permiso.- Se excusó para salir con la cara en alto de la habitación.
-Ya actúas igual que tu abuelo.- Comparó Tala.
-Se supone que debo hacerlo, es mi empleada y debe aprender su lugar. -
-Oye Kai, no lo tomes así. – Se impuso Spencer.
-Sí, ella salió por la puerta de enfrente sin esconderse de nadie, en ningún momento pensó en huir. – Agregó Bryan.
-O tal vez te molesta que sea una chica quien se te opone. – Se burló Ian.
Silke salió al pasillo, no le apetecía ir a su habitación, así que escogió ir a la playa privada. La mansión parecía desierta, ya que todo el personal de seguridad estaba en la entrada. Al bajar las escaleras rústicas que conducían a la playa comenzó a sentir una violenta brisa, y algunos truenos se escuchaban a lo lejos entre la gran masa de nubes. Una tormenta se aproximaba.
Al llegar al piso de arena, Silke se retiró los zapatos y caminó hasta donde las olas rompían; la chica se acomodó el vestido y solo se sentó abrazando sus piernas sobre la arena húmeda dejando que el mar mojara la punta de sus pies. Se le quedó mirando a las olas más lejanas en el mar negruzco, las cuales rompían haciendo un gran estruendo.
Todo ese asunto de la propaganda para el equipo y su ahora nueva vida como prisionera en la mansión italiana eran algo difícil de asimilar. Llevaba casi tres semanas de conocer a los chicos; al principio había sido un poco incómoda la integración, pero al entrenar, viajar y bey batallar juntos se sentía parte de un equipo. Los chicos le parecían muy divertidos, aunque sabía que su pasado era todo un misterio la trataban como igual siempre aconsejándola para su propio bienestar, pero Kai era el único que cambiaba su actitud hacia ella constantemente y siempre para mal, a veces sentía que tenía un compañero en él pero sus actitudes bruscas hacia ella le hacían perder esa "confianza".
Silke sintió de pronto un palpitar en la bolsa de mano que llevaba, y la abrió para revisar el beyblade turquesa. El bit de Gekiryu resplandecía llamando su atención.
-¿Quieres salir? – Musitó. – Pero de qué estoy hablando, claro que quieres, adoras las tormentas. –Susurró cariñosa.
De su bolso sacó su lanzador y cargó el beyblade en él, y desde su posición sentada sobre la arena, disparó lo más lejos que pudo justo donde rompían las olas.
El beyblade pareció perderse entre el mar agitado, hasta que una brillante luz atravesó el agua oscura y Gekiryu surcó el mar salvaje como si se tratase de una delicada oleada. La bestia bit parecía feliz de encontrarse en su hábitat natural, y poder desplegar la longitud de su cuerpo.
Silke permaneció observando gustosa desde su posición. Ver a Gekiryu en total libertad conseguía serenarla y la llenaba de gozo ver que al menos él se divertía. Entonces estiró su cuello hacia atrás y las brillantes estrellas robaron su atención en el cielo que aún yacía despejado sobre la mansión. En esa latitud era posible distinguir varias constelaciones, y una estrella rojiza que parecía ser el planeta Marte. Sin previo aviso un rápido destello que cruzó el cielo la hizo reincorporarse.
-¡Una estrella fugaz! – Pensó de inmediato en voz alta, aunque pronto su entusiasmo se desvaneció. Al meditarlo sólo había una cosa que deseaba, y era derrotar a Robert en París, pero ese era un deseo que no le sabría a gloria a menos que ella lo consiguiera por cuenta propia, así que pronto volvió en sí.
-Con que la traviesa paloma no deja de salir de su jaula a des horas- Se escuchó la inconfundible voz del segundo guardaespaldas de Voltaire.
Silke lo miró de reojo, parecía que su tranquila velada acababa de concluir.
-No tienes idea de los problemas en que me metiste hoy, es algo que no te pasaré por alto… –
La voz de Kirill fue superada por un estruendoso rugido surgido del mar. Gekiryu se alzó diez metros mar adentro y de sus fauces agresivos gruñidos brotaban, las aletas de su cabeza se desplegaban cual melena de un feroz león y su cola azotaba contra el mar en señal de descontento.
Kirill contempló sorprendido el tamaño y forma de la deidad que Silke controlaba, la cual obviamente lo detestaba.
Evitando más líos Silke se puso de pie, su blade volvió entre las olas hasta ella quien lo atrapó consiguiendo que el dragón se desvaneciera para guardarlo nuevamente en su bolso, tomó sus zapatos con la diestra y pasó a un costado de Kirill ignorándolo completamente siguiendo con su camino.
-¿Qué es esa bestia bit? –Preguntó dudoso de que fuera un espíritu sagrado común y corriente.
Silke no respondió y siguió su camino con su bolso cruzado sobre sus hombros y los zapatos en la mano derecha.
El ruso frunció el ceño harto de que ella no respetase su autoridad así que decidió darle una lección, la alcanzó con rapidez y tiró de su muñeca izquierda jalándola hacia él.
-¡Te hice una pregunta!-
Silke se sorprendió por aquella inesperada sacudida. Alzó el rostro y se le quedó mirando a su mano cautiva.
-Suéltame.- Exigió inconforme.
-Tú no eres más que una nueva posesión del Señor Voltaire, vas a obedecer aunque no te guste y de eso me encargo yo.- Le dijo con una sonrisa que disfrutaba de verla tan molesta.-Puede ser por las buenas aunque yo prefiero por las malas-
-Kirill, suéltame...- Volvió a exigir con la mirada helada.
-¿Sabes lo que le hacíamos en la abadía a los niños rebeldes como tú? – Preguntó deleitándose con aquellos recuerdos. –Los encerrábamos en húmedas celdas solo con hogazas de pan viejas hasta que suplicaban lloriqueando... voy a esperar a que tú lo hagas y tal vez decida soltarte. – Le dijo acercando su rostro al de ella.
La fémina no se inmutó.
-Una fuerte voluntad – De pronto apretó la muñeca de la chica con fuerza consiguiendo que el cuerpo de ella se doblara para evitar que su brazo se lastimase más soltando un corto gemido de dolor. –Aunque con algo de motivación la podemos someter. -
Silke sentía como sus huesos tronaban bajó la palma del ruso, pero una tercera vez alzó la vista.
-¿Te atreves a retarme? Quisiera saber por qué si solo eres una...- Kirill se silenció de golpe, jaló a Silke de la mano con fuerza hacia su pecho y la abrazó con su brazo izquierdo atento hacia una dirección en particular. Sacó el arma con la mano derecha y apuntó hacia algunos arbustos.
Silke no permitía que nadie se atreviera a tanto, un abrazo como ese era imperdonable y muy poco apropiado hacia su persona, por lo que su reacción fue obvia.
-¿¡Qué estás haciendo!? ¡No me toques! – Empezó a gritar cuando empujó con todas sus fuerzas a Kirill de su lado intentando alejarlo sin éxito alguno.
Kirill no la soltó, y tan solo disparó certeramente a los arbustos consiguiendo que un grito masculino se escuchara y un hombre de mediana edad con ropa fresca y colorida saliera de las plantas con las manos en alto. Silke se silenció automáticamente y al ver que no se trataba de ninguna amenaza, Kirill la soltó para aproximarse hasta el sujeto que portaba una costosa cámara con un gran lente.
-Vaya, vaya, alguien trabaja tiempo extra… - Le dijo colocando el cañón de su pistola debajo del mentón del hombre.
-¡Aguarda! ¡Vamos a calmarnos! ¡No es para tanto! – Balbuceaba con desesperación mientras temblaba como gelatina bajo la amenaza de Kirill- ¡Quédate con la cámara y prometo no volver! – negoció muerto de miedo.
Kirill sonrió como si un gato hubiera atrapado una indefensa presa y solo quisiera jugar con ella antes de comerla.
-Pero claro que me quedaré con la cámara, y tú nunca volverás, sin importar cuanto te paguen, cobarde, trabajando desde las sombras. – Lentamente Kirill le retiró la cámara del cuello con la mano izquierda y sin quitar el dedo del gatillo prendió el dispositivo para ver las fotografías. -¡Oye paloma! Creo que te tomaba fotografías desde hace rato – Le sonrió pícaramente mientras revisaba el historial de la cámara.
Silke se aproximó con mayor seriedad, ya que su privacidad era lo único que le restaba en dichos momentos. Kirill dejó que viera las fotos desde ángulos y acercamientos provocativos, en especial la última donde salía siendo abrazada por él.
-Un gran encabezado, "Jugadora de los Blitzkrieg Boys en romance con su guardaespaldas" – Le anunció el ruso burlón con la intención de enfurecerla más.
Silke sintió de pronto un nudo en la garganta, las situaciones a las que su equipo la enfrentaba ponían a prueba sus buenos modales, soltó sus zapatos, respiró hondo y se dirigió al papparazzi enfocando sus amenazantes ojos ámbar.
-¡Usted señor es un charlatán! ¡Debería conseguir un trabajo de verdad y dejar de inmiscuirse en las privacidad de los demás! ¡Esto es imperdonable! – Regañó con trabajo, ya que le costaba omitir las groserías que Bryan alguna vez le había enseñado.
-¡Sólo era un encargo! ¡Prometo no volver! ¡Lo siento mucho señorita! – Se disculpó tirándose al piso de rodillas agarrando los pliegues del vestido de Silke más por el temor al arma que por la pena con la chica.
Silke a pesar de estar tan molesta sintió lástima por él, sin embargo Kirill le pateó en el rostro haciendo que soltara a la germana. La castaña lo miró asustada e indignada.
-¿¡Qué has hecho!? – Le cuestionó incrédula.
-"Tengo un intruso en la playa, cambio" – Fue lo único que dijo Kirill por el radio que llevaba en su oreja derecha sin borrar una sádica sonrisa. – Es el precio que se paga por tocar las pertenecías del Señor Hiwatari. – Le comentó sin más.
-¡Eres un bárbaro! - Silke lo miró con desprecio e intentó acercarse al hombre cuya cara le ardía debido al golpe.
Mientras tanto Kirill sacó la memoria de la cámara, la lanzó al aire y disparó destruyendo el pequeño disco convirtiéndolo en pólvo. Enseguida tiró la cámara a la arena y la pisó con fuerza haciéndola añicos. De pronto se encontraron rodeados por seis hombres del cuerpo de seguridad de Voltaire con sus vestimentas negras.
-"Regístrenlo y luego denle un recuerdo de parte del señor Hiwatari para que no se vuelva a meter con su propiedad" – Indicó Kirill a sus seis hombres, que se dirigieron hasta él, dos de ellos lo tomaron por los hombros y lo alejaron algunos metros de Silke, se escuchaba que suplicaba en italiano y de pronto solo comenzó a gritar hasta que le golpearon en el abdomen tirándolo nuevamente a la arena donde comenzaron a patearlo.
-¡Kirill por favor detenlos! – Le pidió Silke preocupada.
-¿Qué? – Le sonrió – ¿Después de que te hubiera vendido como carne a los periódicos lo defiendes? –
-¡Pero nadie se merece esto, por favor ya basta! – Suplicó alarmada al ver como los gritos del señor se volvían más débiles.
Kirill sonrió divertido.
-Sí que eres una tonta. – La calificó para luego agacharse un poco y velozmente tomarla de las piernas colocando su cuerpo sobre su hombro izquierdo.
-¡Cómo te atreves! ¡Bájame Kirill! ¡Te lo ordeno! – Le gritó perdiendo los estribos mientras el ruso comenzaba a caminar de vuelta a la mansión.
-Tú no me puedes ordenar nada, mejor agradece que estás de nuestro lado y no del paparazzi – Le dijo despreocupado.
Silke escuchó lo último sintiéndose inútil al no haber podido evitar que el hombre tuviera un destino cruel e incierto, mucho peor de lo que se merecía. Sólo pudo ver el círculo de guardaespaldas alejarse mientras parecía que jugaban con una pelota a lo lejos.
-¡Quiero que me sueltes pero ya! ¡Esto es humillante, bájame! – Continuó gritando detrás del ruso.
-No lo creo, tuve problemas porque saliste de la mansión, te llevaré de vuelta a tu jaula. – Reiteró.
El equipo se encontraba cenando cuando escucharon los gritos de su compañera por el pasillo. Desde el comedor abierto podía verse a Kirill caminando con el bulto sobre su espalda.
-¡Kai! – Gritó Silke al verlos, pensando que él sería el único que podría ayudarla. – ¡Dile a tu gorila que me baje ahora mismo! – Exigió harta.
El equipo se le quedó mirando al bicolor, esperando que diera la orden.
-Asegúrate de que no abandone su habitación de nuevo. – Indicó Kai sin cuidado alguno volviendo a su cena.
Los ojos de Silke se enfocaron con desagrado hacia él y Kirill solo asintió levemente con un gesto del mentón, siguiendo su camino.
-¡Esto tampoco lo olvidaré Hiwatari! – Le recordó Silke gritando desde lejos.
-Vaya, Kirill seguro tiene cierto interés en ella, llevarla hasta su habitación… - Opinó Ian con sarcasmo.
-Kai. - Le llamó Tala la atención. – Recuerda que cualquiera ligado a Boris puede ser peligroso. – Impuso su punto.
-Sé que no confiamos en Kirill pero tal vez esto la haga entender aquí no puede hacer lo que quiera.- Finalizó Kai la discusión.
-Estás tomándolo muy personal Kai, ya le ganaste, ¿qué más quieres? – Preguntó Bryan.
Kai no respondió, sólo siguió cenando.
Kirill llegó hasta la habitación de Silke, abrió la puerta y la bajó del otro lado del marco de la puerta, Silke solo se cruzó de brazos mirándolo muy molesta.
-Si vuelves a salir en la noche te encadenaré a la cama, ¿entendiste? – Preguntó esperando que ella le respondiera.
Silke sujetó la puerta con la mano izquierda y la cerró lentamente sin quitar su vista de él. Estaba impactada con lo acontecido, nunca en su vida la habían humillado de esa manera, y la respuesta de Kai la había hecho perder la poca fe que le quedaba en él.
Se dirigió al baño y se retiró la ropa para darse una ducha y olvidar el mal momento. Dejó su pulsera junto con su blade en el tocador dentro del cuarto de baño, y vio a Gekiryu resplandecer varias veces.
-Olvídalo, no caeremos en su juego… - Le dijo Silke, comprendiendo que en cualquier momento su bestia bit podría haber detenido el abuso al fotógrafo o de Kirill.
Notas: Todo lo que viene en la parte informática son comandos en alemán, por que el software es alemán.
Espero que les haya gustado el fic, trataré de no demorar tanto en el que sigue, por que el 24, ese es el capítulo de la revelación! No se lo pierdan! ;)
Saludos! Y mil gracias por leerme!
