¡Hola! ¡Muy buenas noches! Vaya, creo que este ha sido el periodo más largo que me he ausentado ._.U pero no fue con intención jeje, de hecho este capítulo la verdad no lo tenía planeado así, pero tampoco podía dar por visto una semana de entrenamiento y patrocinadores, además de algunos detalles extra que me pareció importante mencionar. Creo que la espera valió la pena, ya que es mi capítulo más largo hasta ahora, pero espero que igual lo disfruten.

Quiero agradecer a todos por seguirme luego ya de tanto tiempo. Siempre lo digo y lo reitero, no lo voy a abandonar, espero poder concluirlo este año.

Quisiera responder los reviews que me han dejado, muchas gracias, siempre me sirven para motivarme más y saber en que estoy fallando y en qué acertando.

AngelKhazanovXIII

Respecto a tus observaciones, quiero pensar que como es un deporte de fama mundial como el foot-ball soccer, a los jugadores los ponen a hacer todo tipo de publicidad, y es dinero al fin jaja, así que me imagino propaganda de ellos en artículos, restaurantes, beyblades! etc! Incluso los chismes seguro les generan una buena cantidad de regalías, así que son parte del show y tendrán que hacer lo que les pidan.

Lo de Candace me pareció muy lindo, y la actitud de Silke le permite establecer relaciones amistosas con quienes la rodean, aunque con Kai no sea el caso. Ufff y nuestro amado Kirill, ¿cómo no quererlo? Me encantaría un día dedicarle un One shot, creo que se lo merece, es un personaje fresco muy del estilo de la abadía ¿no crees? Alguien que creo va muy bien con la OC que me has platicado, ¡espero saber pronto que relación tienen ambos! Aunque dudo que ella deje que él la levante como costal de papas jajaja.

El señor Boris... vaya, creo que Boris es una especie de araña que tiene las patas metidas en todo, es muy inteligente y malvado, es casi imposible que sea él quien está detrás de todo, pero no me sorprendería si tuviera una forma de llegar a los BB o G-Revolution desde las rejas.

La verdad me gustó mucho tu idea! Me encantaría dibujar a Gekiryu nadando pero soy pésima dibujando criaturas ._.U aunque supongo que en algún momento deberé hacer la prueba.

Muchas gracias por tus comentarios amiga, espero que disfrutes el siguiente capítulo. Yo ansío leerte a ti también, ojalá que termines pronto tus obligaciones escolares y puedas concluir tu escrito.

Saludos!

Sarah Kilensky

¡Hola amiga! ¿Qué tal? Pues bienvenida a Fanfiction, me halaga mucho que sigas mi fic y que éste te parezca entretenido, que esa es la finalidad de dedicarle tanto tiempo, divertir al lector con la mezcla de ideas. Lamento no ser tan constante actualmente pero cuando lo inicié solo tenía trabajo de medio tiempo y me daba más oportunidad para escribir, ahora aprovecho el tiempo en el transporte público y escribo en el celular jeje. Espero que disfrutes este capítulo y te mando un enorme abrazo, ¡muchas gracias por tu review!

MaryMishe00

Amigaaaa!

Pobrecita de nuestra Silke! No merece tanto castigo verdad? XD pero es para ver de qué está hecha, y ni modo, es una profesional, y todo por el honor de la familia.

Boris es... eso que uno siente cuando iba a pisar un escalón que estaba más abajo de lo previsto. Ese vacío, ese escalofrío, brrrrr! Esperemos no volver a toparnos con él.

Jajaja awww los chicos! Creo que se llevan bastante bien con Silke, par empezar la fueron a salvar, y luego la secuestraron para divertirse, a pesar de que le trajo problemas después fue con la mejor de las intenciones. Tala y Kai, no se si son muy maduros o quieren parecerlo, pero es difícil divertirse con ellos.

Nuestro Kirill... ahhh que más habrá que decir de él? En este capítulo lo veremos en otras facetas que lo van complementando, aunque yo como su creadora debo decir que es un chico con el que se debe tener mucho cuidado, es difícil saber que pasa por su mente D:Aunque me encantó que la haya protegido a pesar de que luego la catigó! o sea! Que le pasa? Y luego la molesta llamándole paloma! Bueno, si sabemos que algunos halcones comen palomas... jajjaa eso nos da una idea muy buena!

Uy! Tu queridísimo Robert! no lo extrañarás demasiado ya que en este capítulo aparecerá sin mencionar que en el siguiente será protagonista ;) prepárate amiga! que tendremos mucho Robert para el resto del fic!

Yo también quiero a Candace... ella es linda y un gran directora, lástima que solo era para las fotos :/ pobre Silke tendrá que soportar a otros directores.

Y la princesa! es la clásica niña que escribe todo con emoticones xD de verdad que es un personaje al que adoro y dentro de poco tendrá más protagonismo, ya lo verás!

Te mando muchos abrazos amiga! en especial por que ya publicaste el cap 4! A penas publique esto voy allá para dejar review! :3

Felicidades amiguita! Nos leemos pronto! se que ya vuelves a la escuela, pero verás que si escribes diario aunque sea una o dos líneas seguro avanzas. Saludoooos!

ivipoe

Hola amiga! No te preocupes! he aquí el cap 23! Y está bastante largo jeje espero te guste :3

Que tengan un abuena lectura =^w^=


Capítulo XXIII

Silke había encontrado debajo de su almohada un fresco camisón para dormir, sin hacerse mas preguntas sobre cómo había llegado ahí se lo colocó para comenzar a cepillar su cabello aún húmedo sentada sobre su cama con los accesorios que había para ella en la habitación; el agua fría había rebajado sólo un poco su gran molestia. No toleraba la forma en la que Kirill o Kai la habían tratado, en especial el segundo, quien se suponía era su compañero y no había hecho otra cosa que abusar de su autoridad ahora que estaban en el territorio de su abuelo.

-Qué tosco… - Pronunció de pronto mirando su muñeca izquierda. No había rastro alguno de maltrato por parte de Kirill pero aún sentía como le dolía por dentro.

Silke negaba con la cabeza tratando de olvidar lo acontecido, en especial la poca importancia que Kai le dio a su castigo.

Recluida en su habitación por el resto de la tormentosa noche como según Kirill había estipulado sólo se dejó caer en la cama con las manos detrás de la cabeza mientras miraba al techo, no quería darle el gusto al guardaespaldas más joven de humillarla otra vez.

Un ligero e incontrolable sonido proveniente de su estómago no la sorprendió.

-Esto es tortura… Kai y los chicos si cenaron y yo solo comí ese postre… Tengo hambre... - Se lamentó harta de su suerte entrecerrando los ojos.

Como si sus deseos fueran ordenes, llamaron a la puerta. Silke se reincorporó extrañada, frunció el ceño y preguntó con un tono poco amigable.

-¿Quién es?-

-Cheslav, el jefe de seguridad. – Se anunció el hombre del otro lado de la puerta. – ¿Puedo pasar? – Preguntó servicial.

Silke se extrañó, alzó una ceja mientras se vestía con la bata para levantarse en dirección a la puerta y abrirla sólo un poco.

-¿Qué sucede? – Preguntó impidiendo el paso a sus aposentos.

-Le he traído la cena – Comunicó amable el ruso mientras alzaba un poco la charola plateada que llevaba entre las manos.

Silke se arrepintió al haber pensado que se trataba de algún asunto desagradable, por lo que abrió la puerta completamente y se hizo a un lado para dejar pasar al empleado de Votaire.

Cheslav se acercó hasta el tocador, hizo a un lado la computadora y colocó la charola de metal sobre la superficie de madera reluciente, luego se giró para dirigirse hacia la chica quien a pesar de no verlo como una amenaza prefería mantener la distancia.

-Lamento que no haya podido asistir al comedor, pero no queremos que pase hambre, así que le han mandado su porción del menú de hoy. –Cheslav señaló los diversos platos que yacían sobre la charola. – Esta noche tenemos crema de almejas, pasta con carne de cordero, un poco de ensalada para acompañar, una rebanada de tiramisú y agua tónica con un toque de anís. – Esperamos que sea de su agrado. – Concluyó, sin embargo Silke no se movió.

Cheslav era tan astuto como un zorro, una cualidad que sin duda había encantado a Voltaire lo suficiente como para hacerlo su empleado más allegado, así que cambió el tema a lo que sabía inquietaba a Silke.

-Kirill me contó lo que sucedió en la playa, es una pena que haya tenido que presenciar eso, un espectáculo así no es adecuado para una dama. – Admitió sintiendo empatía hacia ella.

-Lo siento, pero creo que ese tipo de maltrato no es adecuado para nadie. – Dijo dando su punto de vista.

-Puede que sea cierto, pero debe creerme cuando le digo que si le pidiéramos que abandonara la propiedad por las buenas, a los pocos minutos volvería a intentar ingresar. Le puedo asegurar que incluso su hermano lo haría.-

-Por supuesto que no, Robert jamás solicitaría una barbarie como esa. – Lo defendió.

-¿No? – Se preguntó Cheslav alzando las cejas dudoso. – Creo que tiene consideración con la inocencia de su hermana, y evita que vea ese tipo de actos, desde luego que envía a sus empleados de confianza a deshacerse del intruso. Confíe en mí fraülein, este tipo de gente no cesa sus actos bajos a menos que sea por las malas, en realidad debería agradecer a Kirill que se encontraba para proteger su privacidad. –

-No le daré las gracias, - Negó con firmeza. – me trajo cargando en contra de mi voluntad y me prohibió salir hasta que amanezca. – Recordó con desdén.

-Oh sí, eso también es de mi conocimiento, pero escapar de la casa del anfitrión es muy mal visto… -

-¡Yo no escapé! – Lo interrumpió Silke cansada de escuchar cómo se le acusaba una y otra vez de un crimen que no había cometido. – Sólo quise salir para no aburrirme, iba a volver antes del anochecer, no pensaba abandonar a mi equipo, soy una persona de palabra – Insistió con sinceridad.

-Así que eso era. – Pausó tras escucharla replicar - La idea no es que su estancia con nosotros sea incómoda, si necesita salir deberá convencer al Señor Hiwatari de que todo esto fue un malentendido. Mañana a las 07:30 horas le ofrezco venir por usted, debe lucir presentable, y posiblemente pueda conseguirle solo unos minutos para hablar con él. ¿Qué le parece?-

Silke sabía que no sería sencillo intentar si quiera dialogar con el anciano, pero no tenía nada más que perder.

-Estaré lista. – Respondió.

-Excelente, buen provecho fraülein. – Se despidió Cheslav saliendo enseguida de la habitación cerrando la puerta.

Silke se cruzó de brazos. No estaba en sus cálculos volver a enfrentarse al abuelo de Kai, quizá ahora era su empleada, pero no debía olvidar que también se había establecido que gracias a ella, su familia sería dueña del 60% de los bienes generados por Empresas Hiwatari y Tecnologías Jürgens en Japón cuando el negocio empezara en un par de semanas más, justo al terminar el torneo de Beyblade.

Más tranquila se sentó en la silla y comenzó a degustar su cena, que era mucho mejor en todos los sentidos que las pizzas del día anterior.


En otra habitación sobre el mismo corredor, Kai esperaba sentado en su escritorio con una botella cristalina de vodka, bebiendo un poco del mismo en las rocas vestido sólo con el pantalón ya que hacía mucho más calor que durante la tarde a pesar de la tormenta que acechaba.

Meditaba respecto a la visita que le habían hecho a Boris. El hombre ya no tenía nada que perder, pero tampoco tenía más seguidores, y había manifestado que su principal objetivo eran Tyson y Hiro; por sus respuestas exasperadas según parecía no estaba al tanto del negocio de los Hiwatari con los Jürgens y aun así el interés en Gekiryu era algo predecible, ya que era poco común ver ese tipo de bestias bit, aun siendo un científico, ex-militar e investigador de aquel misterioso campo.

Tocaron tres veces a la puerta.

-Adelante. – Respondió Kai sin verse importunado por ello.

La puerta se abrió y Kirill ingresó a la habitación de Kai con una carpeta negra con varios documentos en ella que la hacía notar gruesa.

-Los expedientes que solicitaste, recién impresos. – Indicó el joven de 23 años.

Kai estiró la mano esperando que Kirill se acercara los escasos centímetros que faltaban para entregar el pedido. El guardaespaldas rodó los ojos y dio el paso faltante para concluir el comando. Kai no le prestó atención a la molestia de su empleado así que abrió la carpeta y comenzó a hojearla con Kirill de pie frente a él.

-Datos de los ex miembros de la abadía, ¿acaso buscas a alguien? – Preguntó el castaño con una mueca sarcástica.

-Eso no es de tu incumbencia ¿o sí? – Respondió Kai haciendo a Kirill fruncir el ceño.

-Por supuesto que lo es, la mayoría de las ratas de Boris quieren que los Hiwatari les paguen su liquidación. –

-Ah, y a ti aún no te liquidamos. Por eso sigues lamiendo las botas de Cheslav. – Comentó Kai descuidadamente pasando las hojas.

Kirill sonrió con amargura.

-Y tú aún no has heredado nada, aunque por lo visto, esa mujer te va a quitar todo. – Respondió Kirill sin chistar, ya que estaba muy bien enterado de la situación de la familia Hiwatari con Silke.

Kai cerró la carpeta de golpe, y Kirill supo que había acertado en un punto sensible.

El bicolor se puso de pie y enfrentó sus frías e inquebrantables pupilas violetas contra su sirviente, quien era solo un poco más alto que él. Por su parte, el castaño devolvía gustoso con las mismas intenciones la mirada descarada que se le había forjado a lo largo de los años.

Kirill dejó salir un suspiro retador hacia el beyluchador, como esperando que el mitad japonés hiciera el primer movimiento; y entonces un sonido raramente escuchado por parte de Kai, hizo que el castaño endureciera su ceño.

Una divertida y macabra carcajada se burlaba de las palabras de Kirill. Kai no paraba de reír como si su acompañante hubiera dicho la mejor broma del mundo, algo que desde luego disgustó al agente de seguridad. Cuando por fin se apagaba su imparable risa, el bicolor empezó a hablar.

-Ciertamente eres muy divertido, tanto que deberías ser un bufón en lugar del sub jefe de seguridad. – Le dijo con el rostro relajado, como si ambos fuesen amigos de toda la vida. – Pero tus nulas habilidades en el Beyblade, no te permiten identificar el destino de todos aquellos que se atreven a importunarme, y eso te incluye. – Dijo sin modestia.

-Eres un pequeño malcriado, que desconoce su posición… - Determinó sacando su pistola, apuntando hacia el suelo como una clara amenaza.

-Eres patético. –Negó Kai bebiendo todo su vaso con vodka, dejando solo los hielos dentro del recipiente.

-Ya lo veremos – Respondió el de ojos verdes.

Kirill sonrió decidido a darle una lección al bicolor cuando su mano soltó de pronto el arma cuyo metal subió de un segundo a otro la temperatura, impidiendo que el contacto continuara ocasionando un gran estruendo sobre el piso.

-Alguien que no puede controlar una bestia bit, no es rival para mí. – Indicó Kai, cuando Dranzer se manifestó frente a la puerta, subiendo la temperatura del cuarto.

Kirill miró incómodo y molesto al ave de la familia Hiwatari desplegar su rojiza envergadura de forma amenazante a sus espaldas.

-No olvides que gracias al comportamiento senil de mi abuelo, tú no fuiste desechado como los otros chicos en la abadía destinados a ser parte de los experimentos de Boris, nos debes tu vida. - Recordó, mientras que en la mesa, los hielos del vaso rápidamente se derretían.

Dranzer se veía molesto, extendía su hermoso plumaje rojizo y entonaba una agresiva melodía sin quitar sus alargados ojos del agresor de Kai. Lentamente se acercó solo un poco a Kirill, pisando con su dorada garra el arma de acero, la cual comenzó a derretirse como si estuviera hecha de mantequilla quedando inservible fundiéndose con el piso de madera.

Kirill sentía como su rostro se quemaba por el calor que la bestia bit desprendía, su ropa comenzaba a sentirse caliente y el sudor brotó rápidamente de su frente. Sólo apretó los dientes, indefenso ante el poder de Kai.

-Detente Dranzer. – Se escuchó la orden de Kai, y la bestia bit se desvaneció volviendo de inmediato a su beyblade, dejando que la habitación se refrescará perdiendo esa temperatura sofocante.

-En tu lugar, me esforzaría por caerle bien al nuevo patrón, ya que no tienes otro lugar a donde ir. – Dijo Kai volviendo a su escritorio re abriendo la carpeta para continuar revisando sus expedientes. – Un buen punto a tu favor sería mostrándome algo de lealtad. -

Kirill se sentía humillado, pero no había sentido en seguir con la discusión, ya que las palabras de Kai eran ciertas… Como un empleado de Voltaire, sería difícil que alguien más le diera cualquier clase de trabajo por el sucio historial de las compañías del abuelo de Kai, y por más que detestara al beyluchador, tendría que obedecerle en un futuro.

-¿Hay… algo que necesites? – Se esforzó por preguntar amablemente haciendo a un lado su odio.

-Si ves a Silke haciendo algo raro, de inmediato me lo informas a mí. – Determinó el bicolor. – Y tráeme más hielos. – Pidió refiriéndose al vaso.

Kirill hizo un rápido gesto de desagrado que el mitad nipón no vio, se acercó levantando el vaso, y se retiró de inmediato pasando por encima de su arma totalmente derretida, dentro de la silueta de una enorme garra quemada sobre la madera.


A la mañana siguiente, Cheslav llegó a la habitación de Silke a la hora indicada, y como era su costumbre, la alemana ya aguardaba totalmente preparada para el encargo con la ropa que Candace le había obsequiado el día anterior.

-Sígame por favor. – Indicó ajustando sus lentes sobre su nariz tras comprobar que la señorita lucía impecable para ser recibida por Voltaire.

Silke caminó detrás de él mientras subían las escaleras de la mansión, la cual se encontraba desierta como la noche anterior. Al llegar al tercer piso, un par de empleados de seguridad resguardaban una puerta solitaria del lado oeste del corredor, sin embargo al ver a Cheslav se mantuvieron tan quietos como estatuas.

El jefe de seguridad abrió la puerta sin solicitar permiso y Silke esperó fuera como todo no invitado haría.

-"Buenos días señor Voltaire, viene conmigo fraülein Jürgens quien quisiera tener unos minutos con usted en privado." – Comunicó el ruso.

-"Sólo un par de minutos, hazla pasar." – Accedió el anciano desde una mesa de mármol.

Cheslav se hizo a un lado y Silke supo que esa era su entrada así que se aproximó de forma respetuosa a la mesa llena de elegantes platillos para desayunar. La chica esperó a que el abuelo de su socio se dignara a verla para hacer la requerida reverencia.

-Buenos días, señor Voltaire. – Se atrevió a decir una vez que este alzó el rostro hacia ella.

-Y… ¿A qué se debe esta inesperada visita? – Preguntó mientras rompía el cascarón de un huevo hervido que se posaba sobre un lindo pedestal color bronce con una fino tenedor del mismo color. – Supongo que viene a disculparse por su comportamiento de ayer, tiene suerte de que sus amigos hayan llegado por usted o seguridad la hubiera regresado esposada. – Dijo burlón con una mueca entretenida.

-Precisamente, quería suplicar su perdón por el terrible malentendido que se suscitó ayer. – Abogó cautelosa optando por no oponérsele.

-¿Malentendido? Salió sin avisar como si esta fuera su casa. – Le aclaró bebiendo un poco de su taza de café.

-Fue una enorme equivocación de mi parte, gracias a las amables palabras de su nieto ahora sé que debí solicitar el permiso para salir. – Dijo Silke dando absoluta razón a Voltaire.

-Bien, acepto su disculpa, puede volver a su habitación y quedarse tranquila hasta la siguiente fase del torneo donde espero ver que derrote a Robert, retírese. – Indicó con su mano volviendo a lo suyo.

-En realidad hay algo que quisiera pedir… - Se atrevió a hablar ella cuando Cheslav la tomó del brazo gentilmente para sacarla de la habitación.

-¿Pedir? ¿Y de qué se trata? – Preguntó con escaso interés.

-Sólo quisiera ir a alguna librería, para tener algo que leer cuando no esté haciendo propaganda o practicando, eso es todo lo que pido. – Solicitó a Voltaire.

-Usted ahora mismo es una de mis empleadas, y como el resto de su equipo debe permanecer aquí, ¿quién se cree que es para pedir favores?- La interrogó imponiéndose.

-Evidentemente yo no represento ninguna autoridad sobre la suya. –Admitió dándole una vez más la razón a Voltaire quien seguía desayunando sin prestarle atención. – Sin embargo… - Pausó Silke momentáneamente. – En un futuro no muy lejano, a mi marido le complacería saber que su esposa fue tratada con amabilidad por los Hiwatari… un favor que desde luego no quedará olvidado. – Dijo tentando al anciano con un tono atractivo.

Voltaire se le quedó mirando enfocando de pronto sus ojos oscuros sobre ella, y con un gesto indicó a Cheslav que la soltara.

-Es astuta fraülein, muy astuta, pero usted aún no tiene un pretendiente, de eso estoy muy seguro, así que todo este posible futuro solo es un "tal vez" dentro de una fantasía suya. –

Silke dejó salir un suspiro burlesco.

-Es cierto que Robert es el encargado de eso, y aún no se con quién me uniré en matrimonio, pero se puede esperar que sea alguien a la altura de los Jürgens o los Hiwatari, y una sola oración mía podría convertirlo en un gran aliado suyo o un enemigo en potencia, usted mismo puede decidir cómo será dependiendo de su respuesta… -

Voltaire dejó de prestarle la sobrevalorada atención a su platillo, para dirigirse contra la socia de su nieto.

-Sabe negociar, y yo respeto eso – La señaló con el tenedor en el aire - Pocas mujeres saben hacerlo ya que usualmente son silenciadas por sus esposos, espero de todo corazón que ese no sea su triste final. – Fingió con sarcasmo.

-Una buena esposa hace todo lo que su marido le pide, con obediencia y respeto, y un buen hombre siempre busca la manera de hacer feliz a la madre de sus hijos. – Recapituló sin ofenderse demostrando que ella tenía cierto poder a pesar de todo.

-Dejar ir a la señorita que me acaba de amenazar… o no hacerlo para mostrarle su posición actual. – Se preguntó Voltaire en voz alta con una sonrisa entrelazando sus dedos debajo de su barbilla. Le gustaban los juegos donde él podía ganar y humillar al perdedor.

-Yo no lo amenacé, al contrario, recomendaría totalmente a mi buen marido aliarse con los Hiwatari, además yo nunca incumplo mis promesas, como puede ver, la parte de la propaganda que me correspondió fue todo un éxito. – Reiteró sabiendo que incluso Marie-Angelique había resultado beneficiada. –Vamos, en serio no hay razones para comprometer el futuro por una simple e insignificante salida… ¿o sí?- Comentó persuasiva.

-Es graciosa y no puedo negar que hizo un buen trabajo. – Sonrió el viejo. - Está bien, podrá salir solo por esta vez y cuando vuelva no la quiero ver rondando la mansión; aunque pensándolo bien puedo hacer que su experiencia no sea tan amena como espera, porque alguien debe enseñarle que si juega con el fuego de los Hiwatari, corre el riesgo de quemarse… - Sonrió satisfecho imponiendo su propio castigo. – Sé que no le agrada Kirill, así que será él quien la lleve y la traiga. Puede retirarse y espero pronto más negocios con usted. – Celebró alzando su taza de café.

-Le agradezco mucho su amabilidad, a mi familia le encantará seguir trabajando con ustedes por un largo tiempo. – Se despidió Silke con elegancia disimulando totalmente el desagrado por su compañero de viaje.

Silke salió con Cheslav detrás de ella al concluir su rápida audiencia, y a mitad de las amplias escaleras se toparon con Kirill quien patrullaba los pasillos. Silke lo miró incómoda por la escena del día anterior mientras él sonreía divertido.

-¿La llevo de vuelta a su habitación Cheslav? – Preguntó fascinado por tener unos minutos para molestarla.

-No, en esta ocasión serás su chofer, la llevas a la ciudad a comprar libros a donde ella te lo pida y regresas. – Determinó Cheslav las instrucciones sorprendiendo un poco al más joven. – Las librerías abren a las 08:00 am. Con permiso fraülein. – Se despidió dirigiéndose a la chica.

El jefe de seguridad se retiró dejando a ambos solos, Silke se le quedó viendo a su ahora chofer.

-Rápido, tengo prisa. – Le informó antes de comenzar a bajar las escaleras.

-El desayuno se sirve a las 08:30, ¿se lo va a perder? – Preguntó sarcástico.

-Puedo tomarlo después, por ahora prefiero aprovechar la mañana. – Indicó para comenzar a bajar las escaleras hacia la salida.

Kirill resopló un poco fastidiado, pero supuso que sería una buena oportunidad para informar a Kai de lo que ella hacía que pudiera ser considerado como sospechoso.

Al salir de la gran casa el clima era fresco y había una espesa bruma que no dejaba ver claramente el gran patio exterior, conforme avanzaban se podían distinguir siluetas oscuras de las cuales Silke sintió algunas miradas del cuerpo de seguridad, específicamente las de dos de ellos que arreglaban lo que parecía un gran tablero de conexiones, adosado a la caseta de seguridad muy similar a los que más de una vez había visto en la fábrica de los Jürgens.

Kirill se aproximó hasta la caseta y firmó sobre una hoja blanca, intercambió algunas palabras en ruso con el encargado de los autos y este le entregó unas llaves.

-Andando. – Le indicó Kirill a Silke para que lo siguiera. – Recuérdale a Ian que gracias a su travesura no tendremos sistema de seguridad ni de navegación hasta mañana. – Informó molesto.

Silke no respondió, ya que sus compañeros la habían conseguido interceptar antes que los guardias gracias a haber descompuesto dicho sistema.

En el patio frontal de la mansión, diversos autos se encontraban estacionados. Kirill se aproximó hasta la primera camioneta de la fila y abrió la puerta del chofer.

Silke tosió discretamente aguardando afuera de la puerta trasera.

-¿Es en serio? – Preguntó el ruso.

-Es parte del trabajo de una escolta. – Le recordó ella.

Kirill se colocó sus lentes oscuros, y abrió la puerta sin darle importancia a la pasajera, quien abordó el vehículo. El ahora chofer cerró la puerta, subió a su asiento y arrancó en dirección a la salida.

Pasaron veinte minutos en completo silencio desde la mansión hacia el centro de la campestre ciudad que apenas se distinguía ente la neblina matinal donde lentamente empezaban a abrir sus comercios. Kirill era buen conductor, iba a buena velocidad y muy atento al camino brumoso, sin embargo a pesar de haber circulado cerca de algunos locales de venta de libros, la alemana solo los observaba desde la ventana trasera pero no mostraba interés en ninguno de ellos.

-¿Te parece esta? – Preguntó Kirill señalando un establecimiento a su izquierda.

-…No… - Opinó ella rechazando la oferta.

Kirill frunció el ceño.

-Es la cuarta librería que pasamos, todas venden exactamente lo mismo. – Dijo comenzando a cansarse de ver tantos establecimientos y que ella los rechazara sin alguna razón aparente.

-Eso no es cierto, todas las que hemos visto solo tienen libros populares, estoy buscando algo más selectivo. – Respondió iniciando una búsqueda en el GPS de su celular el tipo de librería que esperaba. - ¡La encontré! –Exclamó triunfal - Da la vuelta en el segundo semáforo hacia la derecha, sube por esa calle hasta llegar a una pequeña plaza donde hay una fuente circular y ahí está lo que busco. –Determinó animada.

Kirill suspiró. – Si no está lo que buscas, es todo. – Reprochó cansado.

-Descuida, justo es lo que quiero. – Le tranquilizó mirando una fotografía de la fachada del comercio en la pantalla de su teléfono.

La camioneta llegó a una zona apartada de la animada ciudad. Casi no había movimiento de peatones salvo un par de niños que aventaban monedas en la fuente y un hombre de edad avanzada que leía el periódico sobre una banca calentándose con los tibios rayos del sol que lentamente desvanecían la neblina.

El vehículo se detuvo frente a un pintoresco comercio con un gran ventanal y su nombre sobre madera gastada: "Foglia Mystica"(1).

Kirill bajó y se retiró los lentes oscuros guardándolos en un bolsillo de su chaleco.

Sus ojos verdes analizaron el perímetro y al determinar que era seguro abrió la puerta de Silke.

La castaña extendió la palma de su mano aguardando a que el ruso le ayudara a bajar.

-¿Otra vez…? – Preguntó Kirill con cansancio.

-Como aparentemente tuviste que cargarme porque no puedo caminar hasta mi habitación por mí misma, entonces creo que debes ayudarme a completar la difícil tarea de bajar de esta alta camioneta. – Declaró Silke seriamente sin mirar al ruso.

Kirill apretó los dientes. Si tan solo Cheslav no hubiera dado la orden de protegerla, el mismo la mataría. Resignado le sujetó la mano para que ella se apoyara y pudiera descender.

-Gracias. – Se escuchó amablemente de parte de la chica.

Kirill cerró inconforme la puerta del auto y la siguió a la librería.

Silke abrió la puerta al oscuro lugar, el cual olía a hojas viejas y tenía la calidez que solo un montón de libros apilados por aquí y por allá podían generar.

Kirill levantó un libro empolvado y le dio un rápido vistazo. Sus hojas se encontraban desaliñadas, el papel amarillento en los bordes y claro en el interior, algunas notas y palabras circuladas por alguien completaban la información original. Desinteresado soltó el libro en su sitio levantando una pequeña cantidad de polvo.

-"Buongiorno" – Saludó Silke esperando que alguien respondiera.

- "Benvenuto" – Exclamó una chica detrás de una pila de libros al fondo del negocio, con cabello azulado peinado en un par de trenzas detrás de sus orejas, cada una con un moño negro adornando la punta de ellas. "¿En qué te puedo ayudar?" – Preguntó en italiano aproximándose hasta ella, llevando un delantal sobre su ropa con el nombre de la librería grabado en él.

-"Estoy buscando libros de mitología" – Respondió la castaña con el melodioso acento.

-"Tenemos muchos libros de historia, mitología y teología a la derecha del mostrador" – Le señaló caminando hacia esa zona con Silke siguiéndola. – "La mayoría están en italiano, pero también hay en otros idiomas… en alguna parte" – Reconoció, ya que sólo estaban agrupados por tema pero no por nombre.

-"Está bien, los revisaré entonces." – Replicó Silke sin problema en tener que hurgar entre tanto libro usado.

-"Muy bien, estaré por acá si me necesitas" – Dijo la joven volviendo a lo suyo no sin antes lanzar una mirada discreta al atractivo chico que acompañaba a la clienta.

Silke comenzó a pasar el dedo índice por el lomo de cada libro sobre el estante que quedaba a la altura de sus ojos, pero los títulos no se acercaban a los temas que buscaba. Al terminar con ese estante siguió con el de abajo, pero lo mismo.

Luego vio una pila de libros a su izquierda, y se puso en cuclillas para revisar su contenido desde el primero que yacía en el piso, hacia el último de la torre sin éxito.

-¿La señorita millonaria comprando libros de segunda mano? – La importunó la pesada voz de Kirill que no dejaba pasar la oportunidad de mofarse de ella.

-La información es la misma, así sean nuevos o usados, no seas quisquilloso… - Le dijo ella con total calma, bateando su ofensa mientras comenzaba a sacar y devolver libros a una gran caja en el piso.

Kirill bufó tras el rechazo.

-¿Y qué buscas exactamente?, si te ayudo podremos volver cuanto antes. – Se impuso esperanzado cruzado de brazos.

-No lo sé… solo quiero algo para entretenerme es todo. – Respondió acabando con la propuesta moviendo la caja con libros ya revisados.

Kirill torció los labios, era increíble que alguien tan educada y de pocas palabras pudiera ser tan molesta.

De pronto Silke encontró un pesado libro, de dimensiones un poco exageradas, con 36 centímetros de ancho y 48 de alto recargado en el suelo contra un anaquel. La cubierta lucía un poco rota, por lo que prefería ponerlo sobre el mostrador para hojearlo, pero su peso debido a más de trescientas hojas lo hacía inamovible para ella, quien pese a llevar vestido no le importó ensuciarlo contra el objeto.

-A un lado. – Le indicó Kirill jalándola del hombro para levantarlo por ella.

Silke se quitó un poco sorprendida mientras el ruso lo ponía sobre la cubierta del mostrador para que pudiera verlo.

-Que amable, no tenías que… - Empezó a dar las gracias.

-Sí, sí, sólo apresúrate. – La silenció Kirill alejándose para que ella revisara el hallazgo.

Silke abrió la primera página, buscó el nombre del autor que le sorprendió al ser alemán aunque no le resultaba conocido, debía ser por la fecha en la que habían escrito el libro, ya que era de 1606 por lo que pasó a la siguiente página. En ella encontró dibujos de varios animales fantásticos, y la pequeña silueta de un hombre entre ellos.

-"Tiere unsterblich Viking Länder" – Leyó en alemán el título y luego el subtítulo – "Mythologie für Kinder"- En letras más pequeñas se re leía el nombre de nuevo en italiano.

-"Animali immortali terre dei Vichinghi, Mitologia per i bambini"* – Repitió Kirill por sobre el hombro de Silke. - ¿Literatura infantil? ¿A caso no sabes leer libros de adultos? – Preguntó burlón.

-Los libros infantiles también los escriben adultos, y a veces son más certeros en la información. – Respondió ella con naturalidad mientras pasaba las hojas, viendo diferentes pinturas de estilo renacentista representando algunas bestias míticas con la historia traducida del alemán al italiano.

-Si querías leer cuentos para dormir, pudiste buscar en internet. – Le dijo suspirando divertido.

Silke rápidamente vio lo que necesitaba, así que cerró el libro de golpe.

-Al internet le falta compilar aún mucha información. – Defendió la chica al viejo y desgastado objeto. –"Señorita, quisiera llevarme este libro" – Se dirigió Silke a la chica que subía libros a un alto estante.

La chica asintió y bajó con cuidado para hacer el cobro en el mostrador.

-"Serían 127.00 euros por favor." - Indicó la chica sorprendida por el elevado precio del artículo.

-"Eso es un robo" – Intercedió Kirill llamando la atención de la chica, quien se asustó, ya que tal vez el muchacho la acusaría de alzar los precios.

-"Es un libro muy antiguo, tal vez una obra de arte, el precio es adecuado." – Tranquilizó Silke las cosas entregando el dinero exacto por la compra.

-"¿Gusta que se lo envuelva?" – Preguntó la chica un poco asustada de ofender de nuevo al que parecía ser una escolta.

-"Sí por favor" – Asintió Silke con una sonrisa mientras guardaba su nota en la billetera.

La chica tomó un gran rollo de papel café similar al cartón, en el cual colocó el libro, con algo de trabajo le dio un par de vueltas y dobleces del rollo, cerrando con cinta adhesiva transparente.

-"Gracias por su compra, que tenga un excelente día" – Agradeció la chica aproximando el libro a la clienta.

Silke se disponía a sujetarlo cuando Kirill se adelantó levantando el pesado bulto colocándolo bajo su costado derecho.

-"Muchas Gracias, igualmente." – Se despidió Silke antes de dirigirse a la salida.

Al llegar de vuelta a la camioneta, el castaño le abrió la puerta en la zona de pasajeros a Silke quien abordó de inmediato, tras cerrarla, Kirill le dio la vuelta al vehículo, abriendo la puerta trasera del lado del conductor para dejar la compra sobre el asiento, y justo cuando abrió su propia puerta para volver a la mansión algo llamó su atención.

Silke se extrañó al verlo quieto mirando fijamente hacia la esquina detrás de la camioneta. Quería preguntarle si todo estaba en orden cuando él solo se limitó a cerrar de nuevo su puerta y caminar en dicha dirección. La alemana quiso seguirlo pero con el control de las llaves el ruso cerró los seguros impidiéndole a la chica bajar.

La castaña miró preocupada por la amplia ventana trasera. Kirill caminaba precavido con su arma en mano, llevándola discreto. De pronto desapareció de su vista tras el edificio del solitario barrio.

A Silke no le gustó ese comportamiento. ¿Qué habría visto o escuchado Kirill para dejarla confinada en el auto? Le costaba confiar en el chico que había amenazado a Spencer, a pesar de que Cheslav asegurara todo lo contrario. Pasaron algunos minutos y el ruso volvió como si nada guardando nuevamente su arma, algo que alivió un poco a Silke.

Tras abordar y encender el motor del vehículo, la chica se atrevió a hablarle.

-¿Qué sucedió allá atrás? – Preguntó interesada.

-No es nada que una paloma tenga que saber. – Respondió burdo.

Silke le dirigió la mirada inconforme desde el retrovisor consiguiendo sacarle una sonrisa.

-Justo cuando comenzaba a creer que no eras tan desagradable. – Le calificó un segundo antes de recargar su barbilla sobre su mano para mirar fuera de la camioneta.

A Kirill no le importó, rió levemente para sí y comenzó el viaje de regreso a la mansión.


Pasado cuarto de hora después de las 9, Silke entró a la mansión con Kirill detrás suyo, cargando el pesado libro, cuando Ian le llamó a desde la puerta de uno de los salones principales.

-Silke, tenemos que hablar.- Le comunicó dirigiendo una mirada poco amistosa a su escolta.

-Por supuesto.- Respondió ella. – ¿Serías tan amable de llevar el libro a mi habitación por favor? – Le solicitó a Kirill quien solo bufó y continuó su camino escaleras arriba.

Silke no le prestó atención a su actitud infantil así que avanzó hacia dónde Ian y los demás se encontraban.

-Ya era hora. – Exclamó Kai gruñón tras verla entrar.

-Creí que no me necesitabas. – Respondió ella sin mirarlo, ya que seguía molesta por su orden de la noche anterior.

Kai la ignoró también así que Silke se sentó en el sillón vacío y ya que ninguno de los dos quería si quiera cruzar la mirada, Tala decidió iniciar la conversación.

-Solo nos restan dos equipos por derrotar, los Majestics y Dingo Crash, quiero conocer sus opiniones. – Indicó Tala mirándolos a todos quienes prestaban su total atención a lo que decía el pelirrojo.

-Los Australianos no me preocupan. – Comentó Bryan de inmediato.

-Son novatos, y les ha ido mejor jugando en equipo que por separado. – Observó Ian.

-Por otro lado, creo que a los Majestics les presenta una desventaja jugar juntos. – Analizó Spencer tras presenciar la batalla contra los G-Revolution.

-Es difícil maniobrar al tener a tres bestias bit de tamaños colosales en el mismo plato… - Opinó Silke un poco ensimismada.

-Sus grandes cuerpos entorpecían sus ataques, si nos tocara pelear en equipos tendríamos la ventaja, sin embargo, creo que ya sabemos en el caso de la ronda individual, quien combatirá contra quien. – Posó Tala sus ojos azules en Silke.

-Yo me encargo de Robert. - Admitió Silke de inmediato mirando a la mesa de centro.

-¿Kai? – Preguntó Tala.

-Mc Greggor. – Correspondió Kai cerrando los ojos.

-Así que me enfrentaré a Oliver o Enrique. – Concluyó Tala. –Silke, ¿algo que quieras agregar? – Se refirió el líder a quien mejor conocía a los Majestics.

-Si, en el momento en que encuentres una oportunidad debes aprovecharla, ya que les encanta jugar hasta medir a su enemigo y luego ir con todo. – Aconsejó Silke.

- Exactamente igual que tú, solo que ellos si resisten una batalla larga- Intervino Ian.

-Lo derrotaré en pocos minutos, no puedo darme el lujo de dudar… - Dijo Silke melancólica.

-Cinco. – Llamó Tala la atención de la chica alzando su diestra con la palma de la mano extendida. – Cinco minutos es todo lo que tendrás, pasado ese tiempo tu poder disminuirá drásticamente, incluso podrías desmayarte si no eres consciente de la resistencia de tu cuerpo, y… creo que Robert lo sabe.-

-Emily dejó muy en claro eso frente a todos en el estadio, ahora cualquiera sabe que solo debe esperar un poco antes de poder derrotarte sin salir afectados. – Se refirió Spencer a Silke quien apretó sus puños sobre su vestido, ya que estaba al tanto de su terrible desventaja.

-¿Entonces que sugieres?- Preguntó Bryan a Tala.

-Necesito que me ayuden a ser más ágil y más fuerte en esos cinco minutos, por favor.- Pidió Silke a sus compañeros.

-No será fácil. – Advirtió Tala. – Para que tu rendimiento sea el mismo, y con los cinco días que nos quedan a partir de hoy solo podremos hacerlo una vez al día, y así dejar que te recuperes para el siguiente, y obviamente el día viernes deberías evitar cualquier confrontación y así estar descansada para el sábado. –

- No importa, aprovecharé cada sesión, me niego a perder ante Robert. – Insistió ella con firmeza.

-Ellos seguramente se han fortalecido, el torneo pasado no pudieron presentarse gracias a una más de las sucias tretas diseñadas por Boris, ¿tienes alguna idea de lo que podríamos esperar?- Preguntó Tala directamente.

-Al igual que ustedes, estuve alejada de ellos por mucho tiempo, pero he observado los puntos fuertes y débiles de sus bestias bit.- Confesó Silke.

De pronto se hizo un silencio.

-¿Y?- Preguntó Bryan moviendo su mano intentado darle continuidad a las palabras de Silke.

-No… puedo decirlo, eso sería como espionaje.- Reconoció ella.

-¡Al diablo el honor! ¡Esto es la guerra!- Saltó Ian.

Silke seguía sin hallarse convencida.

-Escucha, ellos ahora mismo piensan en cómo destruir al inmenso Gekiryu, seguro practican todos contra Robert para prepararlo, sin mencionar que saben todo sobre ti, incluso sobre nosotros, ya que pudieron analizarnos el año pasado desde la seguridad de las gradas. – Insistió Spencer.

Silke no parecía poder cambiar de opinión pero comprendía lo que le decían.

-¿Estás con ellos o con nosotros? – Preguntó Kai con cara de pocos amigos a lo que Silke cerró sus ojos comprendiendo que debía elegir un bando.

Tomó una profunda bocanada de aire, la sacó lentamente y estuvo lista para hablar.

-A Enrique le cuesta bastante trabajo enfocarse en controlar a Amphilyon, es complejo dirigir a dos mentes separadas al mismo tiempo, si creas una buena distracción tendrás una ventaja momentánea. – Le propuso a Tala. –En el caso de Oliver, es un poco más complicado, ya que su ataque afecta completamente al plato de juego, quizá podrías congelarlo, haciendo el terreno más inestable, pero eso también podría afectarte a ti, todo es cuestión de hallar el momento indicado para adueñarse del juego…- Concluyó sin evitar poder sentirse una traidora con los europeos.

-Johnny será pan comido. – Obvió Kai desde la orilla de la sala.

-No deberías decir eso. – Se excusó Silke como si le hablara a los demás pero no directamente a Kai. – Si lo subestimas te ganará. – Determinó.

-Ya lo he derrotado, él y su patética salamandra no tienen oportunidad contra Dranzer. – Negó alzando sus ojos intimidantes.

Silke no quiso pelear más, ya que era complicado estar en un bando que planeaba aniquilar a personas que eran importantes para ella.

-¿Y qué hay de Robert? – Preguntó Tala volviendo a prestar atención a la castaña.

- Robert es… impredecible. – Admitió consternada. – Cambia su estrategia dependiendo del oponente, temo decir que no sabré exactamente a qué me enfrento hasta el momento del duelo. – Les confesó su mayor preocupación.

-Nosotros te enseñaremos cómo reaccionar rápido ante diversas situaciones. – Aseguró Tala de inmediato.

Silke alzó su mirada esperanzada hacia el serio líder.

-Este año volveremos a llegar a la final. – Determinó muy seguro motivando a sus camaradas. – Desayuna, vete a cambiar y entrenaremos en una hora y media en la playa. – Ordenó poniéndose de pie. – Por cierto, al medio día nos espera otro patrocinador para una sesión. – Concluyó abandonando la sala.

Kai se quedó unos instantes, luego se levantó y salió también.

-¿Y… de qué es la sesión? – Preguntó curiosa.

-Productos para deportes acuáticos. – Obvió Bryan.

Silke no pudo evitar hacer un gesto aborreciendo aquello.


Rugidos estruendosos y golpes secos resonaban en los jardines italianos de la mansión Tornatore, donde parecía que se disputaba una guerrilla. Los árboles perdían follaje rápidamente, el pasto bellamente cultivado se veía arrancado desde la raíz sobre una ahora alfombra de tierra, y el enorme plato de beyblade forjado en una sola pieza de titanio, se había desgastado llegando casi hasta los cimientos de concreto, debido al intenso entrenamiento que los blades de los Majestics ejecutaban.

Robert se enfrentaba a sus compañeros defendiendo el mayor espacio del beyestadio con Griffolyon a su lado. Las afiladas garras de la bestia bit mitad águila ya habían conseguido herir a Unicolyon lo que había disminuido su rendimiento y con su ataque Daga de Viento, mantenía los disparos de fuego de Salamulyon a una distancia segura, aunque tenía que cuidarse de Amphilyon que intentaba capturar a la bestia bit del alemán aprovechándose de sus dos cabezas que jugaban una ilusión óptica en el plato al percibir dos beyblades pertenecientes al italiano.

A una peligrosamente corta distancia, el elegante vestido rosado de la princesa se movía con el aire que ocasionaban los ataques de Amphilyon, Salamulyon, Unicolyon y Griffolyon, escombros salían disparados en todas direcciones, pero el semblante de la princesa cruzada de brazos ante el duelo de caballeros era de pocos amigos.

En cierto momento, Enrique la observó cómo parecía interferir en el campo de batalla arruinando sus maniobras.

-¡Oye Angelique! ¡Podrías venir aquí y ayudarnos o dejar de estorbar! – Le gritó el rubio llamándole la atención.

La princesa reaccionó incrédula ante semejante petición.

-¿¡Disculpa!? ¡Eres un italiano maleducado! – Exclamó poniendo las manos sobre su cintura – Además, ni con eso derrotarán a Silke. - Dijo convencida de lo que ella consideraba un pobre entrenamiento.

-¡Deja de distraerte! – Profirió de pronto Robert, cuando Griffolyon cayó del cielo sobre la cabeza principal de Amphilyon, propulsándolo veinte metros hasta que las fauces de la bestia de dos cabezas terminaron cerca de las elegantes zapatillas de tacón de la princesa, quien solo alzó una ceja desaprobatoria mirando al guiverno derrotado.

-¡Amphilyon! – Se preocupó Enrique al ver a su bestia bit desvanecerse segundos antes de que su beyblade se detuviera a causa de Robert.

-¡Salamulyon! – Exclamó Johnny aprovechando los segundos de recuperación de Griffolyon.

-¡Unicolyon! – Se unió Oliver al ataque.

Robert los miró de un lado a otro como intentaban aplastarlo así que su bestia bit extendió su hermoso plumaje, disparó su ataque hacia ambos adversarios reteniéndolos para entonces soltar un fuerte picotazo a Unicolyon en la cabeza y alejar a Salamulyon con una doble patada con sus traseras de león.

Oliver y Johnny se debilitaron ante la poderosa defensa del grifo que concluyó la beybatalla ejecutando una vez más su ataque más poderoso contra las bestias bit caídas. La batalla finalizó con el capitán como ganador.

Los cuatro europeos respiraban agitadamente y gotas de sudor escurrían por sus rostros. A pesar del enorme esfuerzo, Robert fue el primero en recuperarse. El alemán llamó a su blade, lo guardó y se acomodó el atuendo un poco arrugado.

-Enrique te estás yendo mucho a la izquierda quizá un anillo de ataque más corto lo corregiría, Oliver debes mejorar tu defensa antes de atacar con el cuerno y Johnny debes ser mucho más paciente, tu enojo te vuelve predecible. –Observó el capitán los puntos débiles de sus compañeros.

-¡Lo hubiera hecho bien si ella me hubiera dado más espacio! – Señaló el italiano inconforme a la princesa quien se molestó por el comentario.

-¡¿Qué?! – Gritó perpleja -¿Acaso estás culpando a una dulce niña inocente de tus maniobras de principiante? ¡Eres un mal perdedor! ¡De castigo iré a deshacerme de todas las revistas para adultos que posees! – Reaccionó tomando las puntas de su vestido para pasar por encima de los escombros avanzando decididamente hacia la mansión.

- ¡Un momento! ¡No tienes ningún derecho a juzgarme! ¡Regresa aquí pequeña entrometida o ya verás! – Exclamó Enrique con nerviosismo cuando su líder lo detuvo.

-Déjala… - Ordenó Robert reponiéndose.

-Descuida, no hará nada con tus tesoros. – Tranquilizó Oliver divertido por la preocupación de su amigo. - Ahora que no está, quisiera decirles que no pienso competir en el siguiente encuentro. – Aseguró rápidamente su decisión.

-¡No hablarás en serio! – Saltó Johnny sorprendido.

Robert mantuvo su seriedad para escuchar lo que su compañero tenía que decir.

-No puedo beybatallar debido a que el corazón de mi princesa estaría dividido en dos y no soportaría que se encuentre en una situación así si puedo evitarlo. – Expresó admirándola con cariño a lo lejos.

-En serio no sé cómo eres tan bueno con ella… - Se preguntó Enrique malhumorado, ya que no podía comprender como el francés amaba tanto a aquella caprichosa princesa.

-Aún no conoces el poder del amor. – Contestó Oliver tranquilo y orgulloso.

-¿Amor? ¿De qué te sirve cuando te traiciona? – Respondió Johnny dirigiéndose a Robert.

Robert se mantuvo serio como una estatua, ya que dentro de su dura personalidad, su hermana era una de esas pocas cosas que le importaba más allá del honor o las riquezas.

-De Silke yo me ocupo. – Habló autoritario. – Después de todos estos años en que creí que ella conocía su lugar… - Dejó salir lo último con nostalgia.

Oliver y Enrique se miraron confusos, así que el francés se animó a cambiar un poco el tema.

-Robert, Griffolyon es una de las bestias bit más poderosas que hay pero, ¿qué hay de Gekiryu?- Le preguntó interesado en conocer el punto de vista de Robert.

- A mí también me intriga – intervino Johnny – Cuando estuvo en Escocia no se separaba de esa cosa, a pesar de nunca beybatallar con él.- Contó su vivencia.

Robert suspiró.

-Mi conocimiento se limita al de ustedes.- Se cruzó de brazos pensativo- Después de aquel incidente Silke y Gekiryu se volvieron inseparables, tuve que dejar que lo llevara consigo a casa de Johnny y a Suiza, para evitarle una recaída, a pesar de ser una reliquia familiar invaluable. – Confesó Robert.

-Yo sé de alguien que sabe todo sobre Gekiryu… - Sonrió Enrique con picardía.

-Buena suerte. – Dijo Oliver cerrando los ojos. – Marie-Angelique nunca dirá nada en contra de Silke. – Aseguró el galo.

Robert comprendía la incómoda situación que los veía divididos.

-Ahora que sabemos que tú no participarás, creo que es más que obvio a quien nos enfrentaremos ya sea de forma individual o por equipos. – Dijo Robert alzando la vista hacia Johnny y Enrique.

Ambos asintieron a la par.

-Dará lo mismo si jugamos en equipo, así que debemos seguir entrenando, Kai y Tala son muy peligrosos y más experimentados que la mayoría de los jugadores que conocemos por lo que deben estudiar muy bien sus maniobras y así mejorar nuestro plan de juego. – Ordenó el alemán con seriedad.

-Salamulyon y yo tenemos una gran sorpresa para ese presumido. – Expresó Johnny de brazos cruzados.

-Buena suerte con Tala, la necesitaras- Le sonrió Oliver al italiano.

-¡Oh calla! Amphilyon desayunará lobo el próximo sábado. – Aseguró el rubio alzando el pulgar izquierdo hacia arriba.


En Nápoles, el sol había vuelto a salir dispersando todas las nubes grisáceas, dejando que el mar azul resplandeciera nuevamente.

En la playa privada de la mansión ya se encontraba Silke debajo de la sombra de una palmera esperando a sus compañeros minutos antes de la hora acordada con su uniforme. Ella quería demostrar lo mucho que le importaba ese entrenamiento, y para su desagrado, Kai fue el primero en llegar al rendevous. El mitad japonés la ignoró y tomó asiento sobre una roca cercana mirando al horizonte sin ningún otro interés.

Por suerte Ian, Bryan, Spencer y Tala arribaron a los pocos minutos.

Tala no se sorprendió.

-Batallarás primero conmigo. – Indicó el pelirrojo a la chica, quien dejó la fresca sombra para ponerse a una distancia cercana del capitán.

Tala sacó a Wolborg preparándolo en el lanzador y Silke hizo lo mismo con Gekiryu. Los cuatro Blitzkrieg Boys restantes se mantuvieron atentos al inicio del duelo.

-Cuenta. – Pidió Tala a la chica con total tranquilidad.

Silke buscó concentrarse, sabía que los entrenamientos de los rusos eran complejos y exhaustivos. Debía sacarle el mayor provecho a este.

-3… 2… - Empezó a contar la castaña cuando Tala disparó a Wolborg en un ángulo alto antes del momento de salida, todo fue tan rápido que el blade consiguió golpear a Silke sobre la cabeza haciéndola perder el equilibrio sobre el suave terreno, rebotando de vuelta sobre la arena.

La castaña se mantuvo de pie con trabajo y reaccionó colocando su palma izquierda sobre el golpe verificando que no se hubiera lastimado de gravedad, a lo que reaccionó olvidando sus modales.

-¡Oye Tala! ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡Pudiste hacerme daño! – Le reclamó al capitán ante la evidente agresión.

-Pude haberte dejado inconsciente, ahora deja de lloriquear y lanza tu blade. – Ordenó impaciente.

Silke fijó sus ardientes ojos ámbar contra su capitán. Ese golpe había sido humillante, más aún delante de sus compañeros y sin duda había sido algo divertido de presenciar para Kai, así que lanzó a Gekiryu con total precisión sobre Wolborg que resistió el impacto.

De la nada, Ian lanzó a Wyborg a la pelea, Silke no supo a donde mirar cuando Bryan también envió a Falborg deslizándose sobre la arena directamente hacia la chica, y un metro antes de llegar a sus pies, cambió de dirección lanzando una gran cantidad de arena sobre ella cegándola momentáneamente.

-¡Pero qué es lo que les pasa! ¡Son unos tramposos! – Reclamó con un ojo cerrado a causa de la arena que tenía dentro mientras se alejaba de Tala e intentaba inútilmente golpear a Ian.

- Imagina que somos Robert. – Comentó Bryan lanzándole arena nuevamente obligándola a encogerse.

- ¡Robert nunca jugaría tan sucio! – Se molestó enterrando a Gekiryu bajo el terreno provocando que un pequeño tornado de arena se levantara en medio del campo evitando que los otros blades se aproximaran.

-Este es un entrenamiento de anticipación a través del juego sucio. – Declaró Tala llamando la atención de Spencer.

El más alto lanzó a Seaborg al mar y de pronto una Ola de más de cinco metros se alzó impresionando a Silke quien solo vio el muro de agua aproximarse hacia ella.

-¡Gekiryu! – Le llamó a su bestia bit en el último momento, la cual emergió de entre la dorada arena y detuvo momentáneamente la gran Ola que Seaborg empujaba.

El torbellino de arena se desvaneció mientras el dragón de acero era atacado por Falborg y Wyborg desde atrás y al frente tenía a la enorme ballena. Sus compañeros que habían entrado al juego fuera de tiempo y que habían empleado tretas innecesarias contra ella la tenían contra las cuerdas, era difícil saber cuánto resistiría.

Lentamente veía como su blade se debilitaba y el muro líquido comenzaba a colapsar sobre ella. Aunque la desesperación empezaba a sentirse, buscó la forma de conectar su mente con la de Gekiryu olvidando la presión de los ataques constantes y simultáneos.

Spencer se notaba tranquilo hasta que divisó como Gekiryu hacía retroceder a Seaborg, fue entonces que tuvo que esforzarse por no perder ante su compañera. El gran dragón rugió y golpeó con fuerza a Wyborg alejándolo de él lo suficiente para atrapar a Falborg con su alargado cuerpo cuando el ave se lanzó en picada intentando sacar ventaja del momento.

Silke sintió de pronto como su propio cuerpo comenzaba a pesarle, debía acabar pronto con la ballena o ésta la derrotaría.

-¡Vamos Gekiryu! ¡Puedes hacerlo! – Suplicó confiada, algo que causó un golpe de fuerza en el dragón quien comenzó a ganarle al antiguo espíritu del mar del ruso, cuando una flecha roja rozó el costado de Gekiryu haciendo que se desvaneciera, dejando a la ola ya disminuida a un tercio de tamaño seguir su camino hacia la playa. Silke trató de alejarse pero sus pies no se movían y cuando miró al suelo, la arena lucía brillante y congelada igual que sus botas.

La castaña solo se cubrió como pudo de la ola que la impactó empapándola totalmente.

Su blade se detuvo sobre la arena y Kai recuperó a Dranzer que se había encargado de finalizar el combate. Silke solo tosió a causa del agua salada que había conseguido liberar sus pies.

-Ocho minutos. –Concluyó Tala verificando el reloj de muñeca de Spencer.

Silke alzó la cara muy molesta con gotas escurriendo por todo su rostro, específicamente por la última jugada de Kai quien había entrado hasta el último instante en que ella ya se encontraba agotada.

-Hagámoslo de nuevo. – Insistió. Se sentía engañada pero entendía la finalidad del ejercicio y la próxima vez no dejaría que Kai le derrotara por tomarla desprevenida.

-Dije que sería solo una vez por día, si lo volvemos a hacer ahora no servirá de nada porque la meta es que reacciones rápido sin tener tiempo de pensar las jugadas. Mañana lo volverás a intentar en menor tiempo. – Correspondió Tala con los brazos cruzados detrás. –Ya sabes lo que te espera si acaso te equivocas.-

Antes de que Silke pudiera dar una respuesta, una lancha deportiva con un logo en amarillo y negro se acercó hasta ellos acompañados de tres vehículos acuáticos con cámaras montadas, que llamaron su atención. A la distancia se veía un yate mucho más grande con el mismo logo y algunas lanchas inflables a los costados que descargaban cajas y personal.

-¡Buenas tardes! – Saludó un chico de cabello verde oscuro que descendió a la arena.

-Esta es una playa privada. – Indicó Spencer poniéndose al frente de su equipo.

-Eso ya lo sabemos, somos parte de los patrocinadores de los Blitzkrieg Boys, en esta ocasión venimos a hacer un rápido video con ustedes sobre nuestra marca de artículos deportivos. – Indicó sacando una identificación de la marca americana fabricante de ropa y equipo a la que representaba. – El señor Voltaire ya estaba al tanto de nuestra llegada. – Saludó el joven de pronto a una silueta sobre las escalinatas acompañada por Kirill.

Tala admiró al jefe de seguridad que solo asintió a lo lejos, así que el líder se dirigió a todo el equipo.

-Apresuremonos con este asunto. – Estableció cansado. Prefería entrenar que perder el tiempo de esa manera aunque fuera parte de sus ingresos anuales como deportista.

El representante de la marca se alegró de verlos a todos, hasta que posó su atención sobre Silke con la ropa empapada.

-Para empezar, ¿por qué no va a cambiarse la ropa? Tenemos un espléndido traje de baño deportivo de dos piezas que usará para este comercial. – Comentó complacido.

-¿Tardará mucho esta sesión? – Preguntó Silke tan amable como pudo.

-Un rato. – Admitió el hombre. - Habrá que filmar la misma escena varias veces desde distintos ángulos para un anuncio de aproximadamente treinta segundos, ustedes usarán esta embarcación y nuestros camarógrafos grabarán desde motos acuáticas, el sol no tardará en colocarse en una excelente posición donde no tendremos sombras así que comencemos. – Indicó el nuevo director haciendo señas a tres balsas inflables de motor que en ese momento arribaban a la playa con más cámaras y la ropa que usarían los beyluchadores.

Kai se aproximó hasta una de las lanchas donde le entregaron su nuevo atuendo mientras los representantes de la marca montaban un pequeño set, algunas carpas y vestidores portátiles e instalaban la silla del director.

-Esta vez tú no manejarás enano. – Le dijo Bryan a Ian.

-Ni siquiera sabes cómo se enciende un bote.- Le respondió el más joven.

Tala presenciaba como todo el equipo ruso tomaba aquello de forma profesional aunque no pudo evitar notar la incomodidad en Silke.

-¿Pasa algo? Estás más seria de lo habitual. – Se comunicó Spencer con su compañera.

-Detesto broncearme, es todo. – Aceptó ella antes de avanzar para recoger la ropa correspondiente.

Transcurrieron tres cansadas horas en las que preparaban a los beyluchadores para su actuación, repitiendo una y otra vez la escena donde la lancha de motor avanzaba apenas treinta metros y debía volver al punto de salida. Los chicos debían decir algunas frases con respecto a la marca y concluir con un acercamiento a cada uno donde se viera el diseño de la ropa deportiva y por supuesto el logo de la marca, mientras el agua saltaba por todas partes y los camarógrafos en motos acuáticas y un par de buzos captaban todo.

La toma de dicho video había sido más exigente con ellos que las fotografías para la revista, ya que esperaban estrenar el anuncio en la apertura de la cuarta ronda en París, y el tiempo aprovechando el día despejado con el sol de su lado después de una noche tormentosa eran oro para la publicidad del equipo.

Al concluir la sesión el director llamó a Tala para hablar acerca de algunos asuntos importantes respecto al comercial. Kai esperó atento a lo que hablaban sin entrometerse. Y el resto del equipo se refrescó con algunas bebidas enlatadas de un contenedor próximo.

El grupo de filmación ya había empezado a empacar y el sol comenzaba a descender hacia el horizonte, así que Silke dio por hecho que podía retirarse a voluntad, tomó sus prendas húmedas entre las manos y simplemente comenzó a caminar hacia el otro lado de la playa sin que nadie la detuviera para despejarse y practicar un poco.

Las olas ya habían tomado un comportamiento violento propio de cuando sube la marea, y el ambiente se encontraba más templado con la brisa húmeda que provocaban al arremolinarse con brusquedad.

Silke se detuvo en un pequeño claro rodeado de arbustos y algunas rocas, dejó su ropa extendida en la rama de un árbol bajo y apuntó su blade a una roca irregular mar adentro donde las olas impactaban con brusquedad una y otra vez cubriéndola en su totalidad por algunos instantes.

Silke cerró los ojos, su intención era resistir sobre la roca el imprevisto ataque de las continuas olas, saltarlas cuando le fuera posible dentro de un tiempo de cinco minutos y así desarrollar su intuición para las siguientes prácticas con sus compañeros.

El entrenamiento comenzó con ella llevando la cuenta mental de los minutos. Era muy complicado. El ruido de las olas, la brisa volando en todas direcciones, y su concentración en Gekiryu.

No pasaron más de 3 minutos y tuvo que abrir los ojos para comprobar que su blade giraba más y más lento debido a que parecía no haber logrado esquivar ningún ataque del mar.

Lo llamó de vuelta antes que se detuviera y volvió a cargarlo para intentarlo una vez más.

Conforme avanzaba el tiempo acontecían dos cosas. Su cuerpo no acostumbrado a esa clase de práctica a ciegas teniendo de contendiente de la madre naturaleza se debilitaba rápidamente, así mismo las olas se volvían más altas, más grandes y mucho más poderosas conforme bajaba el sol.

Pasó casi una hora en dichas condiciones hasta que ya no pudo controlar más a Gekiryu, sobre la superficie imperfecta de la roca y supo que era suficiente.

Se sentó un instante sobre la arena descansando las piernas para recuperar el aliento, cubierta por el traje de baño deportivo que no era tan exhibidor como el bikini que el abuelo de Kai pretendía que usara. Se le quedó viendo con detenimiento al bit, recordando un poco las circunstancias en que su madre se lo había entregado. Desde aquel día nunca más sentiría miedo.

-Paloma. – Se escuchó de pronto aproximarse la voz de la única persona que le llamaba así. – Sí que eres pésima jugando Beyblade. – La criticó.

-Y supongo que tú eres todo un experto. – Le respondió frunciendo el ceño desde su posición.

-Yo solía ser el líder en la abadía. – Indicó manteniéndose de pie a su lado. – Con facilidad podía detectar qué nuevos reclutas eran aptos para ser beyluchadores y cuáles solo basura.- Le dijo mirándola a través de sus gafas oscuras.

Silke se vio reflejada en ellas pero no contestó. Ya que anticipaba que él no tendría una buena opinión de su forma de jugar.

-Ciertamente no eres digna de tener una bestia bit, ni siquiera sabes cómo lanzar apropiadamente...- Concluyó sonriéndole burlón. Ansiaba que ella le diera una sola razón para llevarla a rastras de nuevo a su alcoba.

- Tal vez tengas razón. – Admitió con tranquilidad. – Sin embargo las circunstancias nos han colocado lejos de nuestro punto inicial. ¿No es así? – Preguntó ella con una sonrisa triunfal.

Kirill suspiró, no esperaba un comentario tan neutral de la alemana.

-Al final todos usamos máscaras – Comentó el ruso mirando a la distancia. – Es el momento en que las dejamos cuando sabemos de qué estamos hechos… Mejor cuídate, no sabes que estás metida en un nido de halcones. – Aconsejó en una confusa voz que radicaba entre la sinceridad y la ironía.

-¿Y exactamente porqué me dices esto? – Preguntó Silke sin rodeos. –No creo agradarte lo suficiente para que me des una advertencia.-

Kirill se quitó las gafas y la miró directamente. Podía decirse que ansiaba devorar esa ingenuidad en ella.

-¿Sonó como advertencia? De hecho era una amenaza…- Se divirtió dando un paso hacia ella con la intención de levantarla de un jalón.

-¿Te está molestando? – Preguntó Ian de pronto detrás del castaño.

-A ti nadie te llamó renacuajo…- Respondió Kirill poniéndose serio con el pelinegro.

-¿Por qué siempre quieres ser el bully? Ah es cierto, solo es tu imagen de chico rudo que protege al débil beyluchador que siempre soñaste ser ¿no? ¿Por qué no te esfumas?- Le dijo burlón con un gesto de mano.

Silke entornó sus ojos al más alto, sabía que hablarle a Kirill en ese tono no era sensato, pero viniendo de Ian, ¿cuál sería la respuesta?

Kirill sonrió de forma desagradable, se agachó un poco y tomó a Silke de la barbilla contemplándola, ella le sostuvo la mirada apretando su blade con la diestra para tranquilizar a su bestia bit.

-¿Bully yo? Sólo intento salvar a esta pequeña paloma de la miseria invisible de la que ninguno de ustedes le ha hablado, tan frágil y vulnerable… ¿recuerdas cuando nos conocimos en el bar? Hay cosas mucho peores…- Tras las últimas palabras la soltó y se puso de pie avanzando hacia Ian.

-Renacuajo, si ella no está en su alcoba para la noche, tendré que llevarlos a ambos por las malas, algo que me encantaría. – Le prometió.

-Ay no te preocupes, me gusta ser una molestia para ti, por lo que creo que el resto de tu noche será tan decepcionante como tu carrera de beyluchador. – Respondió con una amplia sonrisa sin contenerse por la diferencia de tamaños.

Kirill sonrió mostrando los dientes, se colocó las gafas y se alejó de ellos.

Silke lo vio irse, no le gustaba nada como hablaba entre líneas, parecía que intentaba hacer que la confianza que tenía con su equipo se perdiera a toda costa, pero ¿cuál sería la razón de aquello?

-¿Por qué se comporta así? – Preguntó Silke curiosa y extrañada por la facilidad con que el guardaespaldas simplemente se retiró sin alegar más.

-¿Eso? Es una penosa historia la cual con gusto te contaré. – Determinó Ian.

Silke se puso de pie, sacudió la arena de sus manos y puso total atención.

-El adorable Kirill fue uno de los primeros chicos que Boris recogió de las calles durante un crudo invierno en Moscú. Era casi como un animal, ya que sobrevivía de desperdicios podridos en la basura, creo que llevaba la mitad de su vida en ello, sobreviviendo por sus propios medios y fue un perfecto candidato para la pequeña armada de Beyluchadores que Boris y Voltaire habían planeado iniciar.- Comentó Ian mirando a lo lejos.

-¿Voltaire? – Reaccionó Silke de pronto. – Hablas del… ¿abuelo de Kai? – Se extrañó frunciendo el ceño.

-Así es, el mismo viejo Hiwatari, debes tener cuidado con él. – Aconsejó antes de proseguir. – Cuando iniciaron su pequeño proyecto científico, buscaban tener jugadores con increíbles habilidades físicas y una gran resistencia, era algo muy peligroso, por lo que optaron por buscar jóvenes huérfanos no mayores a los doce años, que hubieran escapado de casa, con problemas, chicos que a nadie le interesaran, así los que no cumplieran con las expectativas podrían ser eliminados, y los que sobrevivieran pudieran ser moldeados a su gusto.-

Silke sintió como la carne se le ponía de gallina al escuchar aquello. Siempre había vivido en el seno de una familia poderosa, amorosa y feliz, lejos de todos los males del mundo, y ahora tenía como compañero a un chico que posiblemente había sufrido algo que ella jamás podría haber imaginado.

-Y como ya lo supondrás, Kirill se convirtió en el más fuerte de todos ellos, por eso actúa de esa forma, nunca se sintió más orgulloso de sí mismo, siendo un completo "don nadie" en las calles, llegó a convertirse en el líder de los jugadores de la abadía, el favorito de Boris – Ian pausó recordando algo – incluso más que el propio hijo de Boris. Cuando llegué ahí, el me escogió, dijo que yo tenía las habilidades para ser parte de la élite de la abadía, y entonces… Tala llegó. –

Ian se distrajo un segundo al ver una mirada llena de compasión por parte de la castaña.

-Oye, ¿por qué te pones melancólica? – Preguntó cruzando los brazos.

-Lo siento, no tenía idea de nada, por favor, prosigue. – Insistió ella mirando hacia el suelo, no quería que Ian creyera que les tenía lástima.

-Tala, bueno ya lo conoces… esa mirada fija y calculadora que posee, es como ver a los ojos a un lobo en mitad de la noche, no hay a donde huir, no hay como evitar que se lance a la yugular, solo queda esperar a que lo haga. Boris no tardó en notar esas cualidades en él. Y cuando se hizo entrega de las bestias bit alteradas genéticamente en el laboratorio, Kirill simplemente no pudo sincronizar con ninguna de ellas, pese a que sus habilidades superaban las de Tala; aun así lo siguieron intentando por algún tiempo, hasta que nuestro líder sobrepasó a Kirill, y a pesar de todos sus logros, Boris lo miró y dijo: "No me di cuenta de que eras inadecuado, por lo tanto eres un desperdicio de mi tiempo y energía", le encantaba repetir esa frase con cada chico que fracasaba, a los que usualmente nunca volvíamos a ver, pero en esta ocasión algo inesperado aconteció. Cheslav intervino antes de que los ayudantes de Boris tomaran a Kirill, desde luego a Boris no le gustó nada que alguien se le opusiera, pero Voltaire se encontraba ahí, supongo que creyó que era un desperdicio experimentar con un chico con tan buenas habilidades a pesar de que no pudiera controlar una bestia bit, Cheslav lo entrenó y en algún momento Kirill será el Jefe de seguridad de Kai. – Concluyó. – Y… esa es la historia, por lo que no debes preocuparte mucho por su actitud de abusador, solo está molesto de que alguien como tú es parte de este equipo sin haber pasado tantas pruebas como él lo hizo. – Le sonrió.

Silke se quedó pensativa, era una historia cruel, bastante dura de digerir y sin embargo Ian la contaba como si no le afectase en nada. Y aun así, sentía un poco de pena al saber que ella tenía sin mucho esfuerzo lo que a Kirill le había tomado años y que al final no lo había obtenido del todo.

-Ya veo. – Dijo con la voz baja.

Ian observó como en lugar de tranquilizarla parecía solo haberla preocupado.

-Oye, te lo conté para que te relajaras, es algo que ya pasó, no tiene ningún sentido que te fijes mucho en ello, míralo, ya lo ha superado, incluso Kai está mejor. –

-¿Kai? – Preguntó Extrañada.

-¿Es que no lo sabes? – Preguntó Ian. – Kai también estuvo en la abadía, tomó un blade prohibido, casi la destruye por completo y luego huyó. –

-No, no lo sabía. – Negó con la cabeza.

-Bueno, eso no importa, lo pasado en el pasado, de hecho casi olvido a lo que he venido. – Ian buscó en uno de los bolsillos de su pantalón, y sacó un beyblade del mismo color del blade de Silke. – Toma, le hice unas mejoras a Gekiryu tras ver las jugadas de los PPB All Starz, ahora el anillo de ataque es de cinco puntas, creo que podrá atacar mejor a Griffolyon en la siguiente ronda.

Silke lo tomó entre sus manos y admiró cada ángulo del trompo.

-Vaya, es un poco más pesado que el anterior, creo que esto sorprenderá a Robert – Se animó olvidando la triste historia respecto a la abadía. – Te lo agradezco mucho Ian.

-No necesitas agradecer nada, solo debes llegar a la final, contamos contigo para que este año por fin nos adueñemos del campeonato, sin trampas por cierto. – Le guiñó un ojo.

-¿A qué te refieres con eso? – Sonrió extrañada.

-Bueno… la vez pasada casi lo conseguimos tras robar algunas bestias bit. - Reconoció su compañero. – Pero esto estuvo mal, ahora también lo entiendo, Wyborg es como un amigo para mí, antes solo lo veía como una herramienta, es extraña la forma en que Tyson nos ha cambiado a todos. -

Silke recordó a ese chico gracioso y parlanchín de gorra, como había hecho cambiar la actitud antideportiva de Robert, más recientemente la había hecho darse cuenta de sus errores, y como indirectamente la había presionado a llegar hasta donde se encontraba en ese momento.

-Tienes razón. – Dijo gentilmente. – Tyson es un gran beyluchador. – Concluyó.

Caída la noche, Silke ya se encontraba de vuelta en su habitación, sentía un gran pesar en sus extremidades y ardor sobre la piel expuesta a los rayos del sol. La batalla contra sus compañeros y el corto entrenamiento en solitario habían sido demandantes y ni siquiera se había acercado a superar las inesperadas jugadas fuera de regla. Lo peor era ese reloj con límite de tiempo y no solo se trataba de un problema de fuerza, sino de estrategia.

¿Pero cómo? Robert era un joven extremadamente inteligente y cuidadoso. Para él todo se manejaba igual a un tablero de ajedrez, y cuando se trataba de aquel juego, Silke era la única que había conseguido más de una vez un empate en el que solo quedaban ambos reyes de pie.

Ella no negaba su preocupación pero pensaba que la verdadera estrategia surgiría en el campo de batalla dependiendo de los movimientos de Robert.

Intentando distraerse con algo más, tomó el enorme libro del escritorio, y se recostó sobre su blanda cama para hojearlo tranquilamente antes de dormir.

El libro compilaba muchas de las historias que involucraban a las bestias de los mundos conectados por el Yggdrasil, sin embargo las que le interesaban a Silke eran aquellas que hablaban sobre Midgard, la tierra de los hombres.

El capítulo referente a Midgard detallaba sobre enormes bestias aladas, mamíferos de tamaño descomunal y monstruos marinos que devoraban barcos enteros.

La escritura del libro era un italiano antiguo, un poco brusco al ser una traducción del original en alemán, pero era entendible a pesar de los cientos de años que llevaba desde que había sido publicado.

Mencionaba los orígenes de las bestias, a veces engendradas por dioses y seres de otros mundos, confinadas a la tierra, sus poderes, hábitats y supuestos avistamientos en la época del renacimiento.

Su enorme y nada barata compra le satisfacía en esos momentos. Las ilustraciones a mano eran magníficas, llevaba consigo relatos de aldeanos y científicos de la época, algunas evidencias físicas como artículos hallados en exhumaciones vikingas, y frases sobre runas talladas en antiguas maderas de las que solo se ejemplificaban litografías sobre el papel.

Silke disfrutaba inmensamente de la lectura, siendo un tema que le apasionaba y le interesaba profundizar desde hacía años y en el que no había encontrado un libro tan completo como aquella compilación de relatos infantiles. Sentía que podía seguir toda la noche leyéndolo a pesar de solo llevar una cuarta parte del libro, sin embargo la humedad del ambiente le había ocasionado una terrible sed por lo que decidió bajar a la cocina para conseguir un poco de agua.

Portando para esa hora su camisón, tomó la bata para cubrirse con ella y al abrir la puerta se encontró con Kirill de pie a unos metros de distancia recargado contra el amplió barandal.

-¿Qué se te ofrece? – Preguntó sonriendo burlesco.

-Quisiera un poco de agua. – Indicó ella con naturalidad mostrando intención en salir de su habitación.

-Lo lamento, pero el Señor Voltaire dijo que deberás permanecer en tus aposentos, leyendo el libro que él tan gentilmente te permitió adquirir, si quieres agua en seguida la mandaré traer.- Respondió divertido el ruso.

Silke se limitó a parpadear.

-Bien, sin hielos. – Solicitó antes de cerrar de nuevo su puerta.

-Pobre paloma. – Fingió lástima el ruso antes de pedir por radio la bebida.

En su habitación Silke volvió a la cama con su lectura.

-Cuando no es el nieto es el abuelo… ¿Qué les pasa a estos Hiwatari…? - Se quejó buscando la página en que se había quedado. – Pero no te preocupes, en menos de dos semanas estaremos de vuelta en casa Gekiryu. – Dijo a su beyblade sobre el tocador.


Pasaron tres días más, donde al medio día Silke se enfrentaba a las jugadas sucias de sus compañeros quienes se superaban a sí mismos cada vez que creaban obstáculos más desagradables contra ella, sin embargo su nuevo beyblade había resultado más eficiente ante las rápidas maniobras que la chica debía ejecutar contra sus compañeros. Al terminar con ellos, volvía a su entrenamiento en solitario con el mar, y antes del anochecer se dirigía a su cuarto para evitar cualquier roce con Kirill.

Faltaba casi medio día para la cuarta fase del torneo europeo, donde se definiría por puntuación que equipos irían a la final en Alemania, el sol ya se había retirado, una llovizna que se intensificaba golpeaba las ventanas y los truenos de una nueva tormenta se escuchaban a lo lejos.

Los White Tiger X, G-Revolution y por supuesto los Majestics, figuraban como los más fuertes para calificar como semifinalistas a la par de los Blitzkrieg Boys quienes ya tenían su pase asegurado a la última ronda disputada en Alemania.

Pero tener un pie en la final no era algo que le interesaba a Silke en lo más mínimo. Todo tenía que ver únicamente con Robert.

La chica había recuperado la confianza en sí misma, pero desde luego que no podía evitar sentirse un poco nerviosa, ya que muchas personas contaban con ella, incluyéndose.

Sin embargo estaba convencida de que no había razones para preocuparse y pasar una mala noche antes del encuentro pensando en algo que aún no ocurría.

Así que prefirió perderse nuevamente en las fascinantes historias del libro el cual devoraba hoja tras hoja, hora tras hora.

Aunque ya conocía la historia del Ragnarok, siempre se veía interesada en la perspectiva de cada autor; algunos variaban ciertos eventos, y otros los complementaban. Sin embargo, en todos los libros, relatos y leyendas, el principio y el final del Apocalipsis nórdico era siempre el mismo… La vida casi se extinguiría.

-"...una vez que el imparable hijo de Loki emergiera de las profundidades de Midgard…"- Pronunció en voz alta.

Un rayo cruzó por el umbral de su balcón atrayendo su atención y en seguida las luces del edificio se desvanecieron. En completa oscuridad solo se podía escuchar el rugir de la lluvia golpeando con fuerza la fachada de la mansión.

Curiosa por saber si la electricidad había fallado solo en su zona o en el resto de la ciudad, la joven salió al balcón sintiendo la fresca lluvia mojando su rostro.

Aparentemente había sido un apagón general, tal vez tendría que solicitar unas velas para continuar con su lectura. Un segundo relámpago mucho más resplandeciente que el primero iluminó lo suficiente el jardín para que Silke distinguiera algo del tamaño de un gato moverse trabajosamente sobre el piso enlodado.

Se inclinó sobre el barandal sin poder distinguir de qué se trataba, hasta que un tercer impacto eléctrico la dejó distinguir las alas de un ave que se arrastraba sobre el jardín encharcado. La chica de inmediato sintió preocupación por el animal, así que sin pensarlo dos veces tomó a Gekiryu y se dirigió a la salida de su alcoba.

-¿Por qué abres la puerta? – Preguntó desde afuera la voz del guarda espaldas joven.

Silke la cerró de inmediato dándose por vencida, no esperaba que Kirill estuviera en el pasillo solo vigilándola. Volvió a asomarse al balcón, estaba preocupada por el ave en medio de la terrible tormenta.

¿Pero que podía hacer? La tierra de las jardineras comenzaba a aflojarse creando ríos de lodo que inundaban el jardín con escasa pendiente. Tenía que pensar pronto. Definitivamente no tenía la habilidad de Kai para saltar por la ventana, y Kirill no la dejaría pasar del pasillo. Tenía que causar una distracción, y pronto.

Miró en la oscuridad de su habitación, hasta que notó unas rejillas a un costado del tocador. Debían ser los ductos del aire acondicionado, eran muy pequeñas para que ella cupiera, pero tal vez podría intentarlo con Gekiryu. Podía hacerlo, ya que había estado practicando toda la semana con sus compañeros y con las olas del mar, seguro podría conseguir que Gekiryu saliera del otro lado del muro y causara un buen escándalo para atraer a su celador.

-Gekiryu, tenemos que ayudar a esa ave. – Determinó, el bit resplandeció en el nuevo beyblade y ella lo puso en su pistola para lanzarlo lo más lejos que alcanzaba a ver en ese ducto.

Escuchó el leve sonido de su beyblade girando y como se iba alejando. Ahora solo debía concentrarse en lo que Gekiryu sentía a su alrededor. Presentía como chocaba con los ductos pero debía mantenerlo girando sino le sería imposible recuperarlo después.

-Vamos, vamos… - Se decía a sí misma para no perder su blade, cuando se escuchó un fuerte estruendo en el pasillo y las pisadas de Kirill se alejaron.

Silke se quedó en cuclillas y abrió la puerta con mucho cuidado, Kirill no estaba en su posición, así que era ahora o nunca. Salió rápidamente y cerró la puerta con cuidado, Gekiryu se deslizó por la orilla del pasilló y la alcanzó en las escaleras, donde ella lo recogió y sin mirar atrás bajó con cuidado por las oscuras escaleras que se hallaban desiertas.

Los relámpagos le daban pocos segundos de visibilidad a lo largo del pasillo que se dirigía hasta el jardín, y cuando al fin pudo salir de inmediato se tuvo que esconder detrás de un árbol al ver pasar a uno de los guardias con un impermeable y una lámpara revisando el perímetro. Cuando se alejó lo suficiente de ella, siguió caminando con precaución hasta la zona que se encontraba justo frente a su ventana, al situarse ahí con mucho cuidado se escondió entre las plantas para intentar llegar hasta el plumífero que se movía más lentamente cuando una nueva silueta en impermeable apareció en el penumbroso terreno.

Podía ser otro agente de seguridad que patrullaba el jardín, sin embargo con la brillante luz de otro relámpago, Silke pudo distinguir las crudas facciones de Kai aproximándose al ave que de inmediato comenzó a aletear con desesperación al verse acorralado por un posible depredador, consiguiendo enredarse más aún en el empaque plástico.

Silke se quedó muy quieta observando lo que pasaría a continuación, ya que conocía las consecuencias de salir de su habitación.

Kai se detuvo a unos centímetros del ave que se arrastraba con dificultad, la miraba como si fuera una peste que hubiera tenido el infortunio de cruzarse en su camino. ¿A caso sería capaz de patearla? Rápidamente Silke se preocupó por algo mucho peor que eso, y tras lo visto en el bar, no había duda de hasta donde podría llegar cualquiera de los rusos de acuerdo a lo que ella consideraba incivilizado.

Kai se agachó y la sujetó con fuerza contra el piso enlodado, sacó una navaja de su bolsillo y cuando Silke esperaba actuar en defensa del ave, el ruso solo cortó con cuidado los empaques de las patas del animal. Al estar desenredada la tomó entre sus brazos y empezó a acariciar su cabeza con cuidado, el animal no tardó en dejar de chillar con temor, hasta que comenzó a silbar una leve melodía mucho más tranquila.

-Descuida, ahora ya podrás volar… - Pronunció con un tono muy afectuoso, era como si el timbre de voz de Kai hubiera perdido el temor que imponía.

Silke miró esto con tranquilidad e incredulidad, ya que jamás había visto la compasión que había en Kai, algo que le robó una fugaz sonrisa de los labios.

Tras haber presenciado una parte del ruso que antes no había percibido, se puso de pie con cuidado y se giró para irse de ahí sin ser notada, hasta que chocó con alguien consiguiendo caer al piso sobre su trasero.

-¿Qué parte de "no puedes salir" es la que no comprendes? – Preguntó Kirill de brazos cruzados.

Kai escuchó el alboroto, y aún con el ave entre sus manos se aproximó a donde se encontraban Kirill y Silke con la mirada asesina de antes.

-¿Qué hacías? ¿A caso me espiabas? – Acusó Kai de inmediato a su compañera.

Silke sabía que ninguno de los dos conocía lo que era la caballerosidad, así que se puso de pie lentamente hasta hacerle frente.

-No necesito espiarte porque no hay nada interesante en ti. – Le dijo con la misma intención con la que él le habló. – Sólo quería ayudar al ave. – Señaló al plumífero.

-El ave está a salvo, vete a dormir, aunque no creo que ayude al resultado de mañana – Se burló el sub-campeón del deporte posando su atención en el ave.

Kirill vio su turno, así que tomó a Silke por la muñeca quien con un hábil e inesperado giro de la misma se liberó y enfrentó a Kai dejando a Kirill sorprendido.

-¡No te permito que me hables así! – Le gritó olvidándose por completo del guardaespaldas.

Kai a penas y la miró de reojo.

-No tienes idea de nada, y por eso no tienes ningún derecho a decirme de lo que soy capaz. – Le reclamó con seriedad. – Pero si insistes te desafío ahora mismo. – Retó sacando su blade y su lanzador de entre sus ropas.

Kai la miró desinteresado.

-Si luchas ahora perderás la poca energía de la que podrías disponer mañana, obedece y vuelve a tu… - Kai no terminó de hablar, Gekiryu pasó zumbando muy cerca de él alterando al ave quien se movió violentamente.

-¡Jamás le obedecería al alguien tan egoísta como tú! – Se expresó totalmente molesta.

Kai supo lo cerca que estuvo Gekiryu de lastimarlo, por lo que se aproximó a un árbol cercano, bajó al ave, se quitó el impermeable y la cubrió con él. Tras salir del follaje, su ropa comenzó a mojarse con la densa lluvia, y entonces sacó su blade y lo preparó en el lanzador.

-Te voy a poner nuevamente en tu lugar, tal vez sea yo quien termine derrotando a Robert mañana. – Le dijo con la intención de hacerla enfurecer aún más, ya que en esta ocasión, no sería blando con ella.

Silke recogió su blade y lo volvió a cargar, Kirill se quedó estático detrás de ella. La había visto practicar, no tenía una gran técnica ni estilo como el que se imponía en los entrenamientos de Boris en la abadía, y su condición física no le permitía ejecutar grandes batallas, pero esa bestia bit sabía dar una buena pelea en su lugar. Le interesaba presenciar el desenlace de ambos.

Ni siquiera esperaron a que alguien diera la salida.

Ambos lanzaron sus blades al mismo tiempo los cuales chocaron rebotando hacia sus dueños.

-¡Gekiryu! –

-¡Dranzer! –

Gritaron al unísono en medio de la tormenta, donde una luz roja y una azul se apoderaron del cielo nocturno. El fénix y el enorme dragón serpenteante relucían en el cielo nocturno repleto de nubes oscuras. Por fin se miraban las caras de nuevo, uno a uno.

Dranzer se lanzó con gran velocidad hacia Gekiryu, el cual intentó darle un cabezazo pero falló, el fénix entonces lanzó una llamarada de su boca por detrás del dragón, cuya cola apartó las llamas sólo para recibir un ataque de pluma rojas ardientes directamente en el rostro.

Kirill presenciaba con interés la batalla, los rugidos de ambas bestias bit retumbaban por encima de los relámpagos, y sus beyblades chocaban con fuerza sobre el suelo resbaloso creando chispas tras cada choque. Las dos lucían amenazadoras, pero parecía que la fortaleza de Dranzer era mayor que la de Gekiryu.

El dragón permanecía estático, como esperando a que Dranzer se atreviera a acercarse primero. Kai sin embargo no temía a Silke, puesto que conocía la velocidad de la enorme bestia bit.

El agua escurría por las mejillas de la castaña. Sabía la fuerza e inteligencia que Kai poseía, pero a unas horas de enfrentar su mayor reto, no podía darle la victoria de aquella beybatalla.

Gekiryu rugió y una decena de relámpagos emergieron de la tierra encegueciendo los terrenos de la mansión, deslumbrando a Kai y a Dranzer, algo que Gekiryu aprovechó para sujetar con su cuerpo a Dranzer. El mitad japonés no tenía un pelo de tonto, por lo que previendo un ataque de ese estilo, mantenía el cuerpo de su fénix tan ardiente que las gotas de lluvia se evaporaban constantemente a su alrededor. Las escamas de acero de Gekiryu comenzaban a quemarse por lo que su agarre se rompería muy pronto.

-¡Violet Mist! – Exclamó Silke, y antes de que Dranzer se liberara, Gekiryu lanzó por la boca el gas paralizante que de inmediato hizo a Kai sentir su cuerpo tenso.

-¡Blazing Gigs! – Se defendió Kai cuando Dranzer se liberó pero el impacto no tuvo el efecto deseado debido a que ambos se habían debilitado.

El ruso miró a Silke, pero ella también se veía fatigada, la quemadura en las escamas de Gekiryu la había dejado desprevenida. Ella le devolvió la mirada, y como si ambos pudieran leerse la mente, las bestias bit se lanzaron con todo la una contra la otra.

El magnífico despliegue de energía, había conseguido generar una pequeña onda expansiva propulsando lodo en todas las direcciones, logrando tirar a Silke al piso, cubriéndola de barro por todo el cuerpo.

Kai consiguió mantenerse de pie, pero su rostro estaba cubierto del espeso fango, incluso tuvo que escupir un poco de la mezcla que le había entrado a la boca, por su parte Silke retiró con su mano como pudo la mezcla de sus ojos, aún se desafiaron molestos, pero lo que realmente importaba, yacía entre ambos.

Los dos blades se encontraban detenidos, había sido un empate.

La lluvia cesó de pronto, casi como si la fuerza sobrenatural de las bestias bit la hubiera dispersado. Entonces, desde el balcón más alto, Cheslav cerró el paraguas con el cual cubría a Voltaire, quien había presenciado todo el encuentro entre su nieto y la germana. El viejo sonrió y volvió al interior de su habitación seguido de su empleado de confianza.

Silke se puso de pie con una mirada desagradable, y se aproximó al punto medio entre ella y Kai, recogió a Gekiryu y no retiró su mirada de pocos amigos. El ruso hizo lo mismo, tomó a Dranzer y caminó hacia el ave para levantarla con ambas manos sin mirar a la chica.

Kirill quien también se había ensuciado se aproximó a Silke y la tomó del hombro con brusquedad.

-¡No te atrevas! – Rugió molesta.

-Pequeña paloma, no tomo ordenes tuyas. – Le dijo con una sonrisa desagradable.

-Kirill… - Mencionó Kai de espaldas. – Si deja la mansión puedes castigarla como quieras, por ahora déjala en paz. –

Silke se sorprendió por esas inesperadas palabras cuando el ruso la soltó de inmediato.

-Para ser el sucesor de Voltaire no eres muy firme con tus decisiones, es una pena… - Le replicó con atrevimiento.

-Sí, puede ser, pero si me vuelves a contradecir recomendaré que consigamos a otro sub-jefe de seguridad y puedes volver a ser un desecho de beyluchador. – Le respondió con rudeza antes de retirarse al interior de la mansión con el ave en sus manos.

Silke observó con cuidado como el semblante de Kirill cambió, éste la miro y le obsequió lo que parecía una cálida sonrisa, se dio la vuelta y se fue dejándola sola llena de barro en el oscuro jardín. De pronto la luz volvió y Silke pudo apreciar con claridad a Gekiryu. Lo presionó contra su pecho. No había conseguido la victoria, pero al parecer había obtenido algo de respeto por parte de Kai, era suficiente para ella.


Voltaire se encontraba satisfecho con el encuentro que había presenciado, era casi seguro que su equipo llegaría a la final, por lo que ya había comenzado a escribir cartas a más patrocinadores.

Cheslav por su parte, preparaba un poco de té negro con miel para el anciano, junto con los medicamentos que necesitaba ingerir en el horario estipulado por el doctor. Lentamente se aproximó hasta el escritorio donde trabajaba Voltaire acomodando la bebida caliente.

-¿Qué opinas Cheslav? - Preguntó Voltaire sin mirarlo.

-¿Señor…? – Entonó el guarura sin comprender exactamente a qué se refería.

-No finjas, pensaste exactamente lo mismo que yo respecto a esa bestia bit. – Aseguró sin dejar de escribir.

-Seguro, pero la chica no hubiera sido apta para soportar un entrenamiento en la abadía, hubiera tenido un destino oscuro, como tantos niños que no salieron, entre ellos el hijo de Boris. –

-Boris… era un visionario, creí que sus métodos serían de utilidad, pero solo me hizo perder dinero y tiempo. – Se quejó con amargura el japonés, ya que habían sido inversiones que jamás recuperaría.

-Si me lo permite, Boris era alguien muy inteligente, pero deshacerse de almas jóvenes que pudieron haber funcionado para otro fin lo convierten en un auténtico idiota… no cabe duda que la ambición destroza la mente de cualquiera. – Apuntó con franqueza.

-Y no solo eso, crear al Black Dranzer fue un gran sacrificio, incluso Dranzer que por tantos años ha estado en la familia tuvo que cederle parte de su poder… ¿y todo para qué? La bestia bit suprema que domina a las otras no existe, el Black Dranzer no volverá a ser usado y los preparativos para el nuevo centro de entrenamiento se vinieron abajo, ¿y que recibo a cambio? –Preguntó incómodo.- Ya solo me queda Patrocinar el deporte y tolerar a la socia de mi nieto. En realidad yo esperaba dejar en el mundo una huella mucho más importante.

-Los Blitzkrieg Boys dejaran esa huella por usted, si me permite decirlo. Creo que ellos vencerán este año, los veo mucho más unidos que antes, incluso Kai, su fuerza ha aumentado, es una pena que no haya forma de recuperar el poder de Dranzer que se le dio al Black Dranzer. –

-Si… tú lo has dicho. La bestia bit suprema, espero que Boris la esté pasando bien en la cárcel, incluso intentó burlarse de mí con sus cuentos. – Dijo el viejo antes de tomar un sorbo de su té.

-Hablé con Tala, fueron a visitarlo, dijo que aún fantasea con esa bestia bit suprema, controlar el mundo, lo de siempre. –

-Demente, eso era, ¿cómo era Boris cuando estaban en el ejército? – Tomó una cápsula roja y bebió más té.

-Siempre fue un hombre muy inteligente, me cuesta creer que esté tan loco como dice Tala, es decir, un hombre con su coeficiente no puede volverse loco solo porque sí. – Comentó Cheslav retirando la bandeja con la taza de té vacía.

-¿Así que tú crees en esa fantasía de la bestia bit suprema? – Cuestionó al jefe de seguridad mientras se sentaba en su cama.

-¿Creer? No exactamente, pero tanta información que reunió, no creo que haya sido en vano. – Observó calculador como siempre Cheslav.

-Bueno, si en algún momento aparece veré como ponerle las manos encima. – Aseguró el viejo Hiwatari metiéndose a su cama.

-Por supuesto, descanse Señor. – Se despidió Cheslav cerrando apagando la luz antes de salir cerrando la puerta.


1.- Foglia Mystica: Es "Hoja Mística" en italiano.

2.- El nombre del libro que Silke adquiere en español sería: "Animales inmortales de tierras Vikingas, mitología para niños"

Nos vemos muy pronto en el capítulo 24! y ahora si! el 25... el 25 viene el nudo de tooooda la trama! *_*