¡Buen día! ¡Ya casi es navidad! Así que quise adelantar mi regalo para estas fiestas y dejar este capítulo 27 que he de confesar lo tenía planeado antes de desarrollar todo el fic a su alrededor, y no puedo creer que ya estamos hasta acá, ¡y aún con muchas incógnitas!
Antes que otra cosa debo dejar una ADVERTENCIA ya que el capítulo que están por leer lo amerita, pues descubrirán que es diferente a los otros 26 que he escrito O_O
* Hay violencia gráfica.
* Hay descripciones de escenas sangrientas.
* Hay una palabrota que tuve que dejar ya que sin ella creo que no tendría el mismo impacto la escena.
Espero estos puntos no incomoden su lectura, los creo necesarios para esta parte del fic y :V es culpa de Game of Thrones (?)
¡Otra cosita importante! ¿Recuerdan a Alexander? Bueno espero que no mucho ya que es un personaje que a penas y sale batallando contra Tyson cuando los BladeBreakers llegan a la Abadía en la primera temporada, Alexander tiene un leve protagonismo en la serie, sin embargo si buscan en YouTube "Bakuten Shoot Beyblade 42 japanese" hallarán el episodio sin la censura americana, donde en los primeros segundos del capítulo nuestro querido Kai encuentra a Alexander metido en una celda luego de que Boris lo deseche por haber perdido contra el protagonista de la serie. Lo que decidí emplear para uno de los villanos de este fic. Así mismo, busqué toda la información pertinente a Alexander y muchos llegan a la conclusión de que "puede" que sea hijo de Boris, así que a juzgar por el color de ojos, yo creo que es una posibilidad.
Volviendo al fic, veo que ya muchas de ustedes están empezando a suponer cosas que están a nada de revelarse, y me emociona que hayan captado todas las pistas que he ido dejando a lo largo de los capítulos, ¡así que ya estamos llegando a la hora de la verdad chicas! :D
Respondiendo los Reviews *w*
rebeca . miguel
¿Que tal amiga? ¿Cómo estas? Me conmueve que hayas disfrutado de la charla de los hermanos, creo que no se ve mucho del cariño que Robert puede tener por sus seres queridos, pero definitivamente lo considero un hermano considerado y amoroso, claro sin ser sobre protector o celoso jeje pero es tan cierto que él solo desea que Silke sea feliz en buenas manos... Por el otro lado nuestra dama tiene muy bien organizadas sus prioridades, en pocos capítulos estaremos ahí *0* no es una persona que se abra mucho con los demás aunque su personalidad pudiera dar a suponer lo contrario ^^ Y bueno! Yo también creo a Voltaire capaz de establecer un matrimonio tan conveniente como el de Kai con Silke... pero habría que analizar primero los pensamientos del viejo fénix :V aún no sé que cruza por su mente respecto a Silke, o si en este momento al nieto le gustaría la idea :P Como bien dices, el fic tendrá que expandirse mucho para que algo pueda surgir entre ambos... ¿o no? Bueno no te cuento más por que tendrás que juzgarlo tú misma n_n
Yo también creo que de lejos pudiera parecer que Bryan le coquetea a Silke, pero su personalidad cambió radicalmente (Gracias!) de la temporada uno a la tres y de hecho tengo entendido que es de los Blitzkrieg Boys preferidos por el fandom así que pensé en jugar con esta fresca personalidad que se ha revelado y creo que es el que más se abre con ella para hacer bromas. Tala por su parte, creo que ve a todo su equipo como su responsabilidad, y en definitiva Silke se ha sabido integrar a su manera sin cambiar su dulce personalidad, por lo que a Tala le agrada que forme parte de su equipo y que le interese el bienestar del mismo.
El encuentro del tren... awww igual llevaba un rato con esa idea, pero antes que nada, tenía que formar el ambiente para que ello ocurriera al menos por un segundo :V yo también espero que haya más acercamientos así...
¡Y bueno! Me has dejado las preguntas más importantes de la trama :D te puedo asegurar que se resolverán en este y en el capítulo 28, pero no las olvides, ¡en verdad casi son la solución de todo el lío en el que se acaban de meter nuestros protagonistas!
Y nuestro adorado Kirill, oh vaya, es un personaje que se me ocurrió de pronto y en verdad lo adoro, tal vez después le haga un One Shot, pero quería que fuera alguien de un rango similar a Tala, pero inferior a Kai para tener algo de tensión masculina, ya que si tuviera que clasificar mi fic como una serie, definitivamente sería Shonen :D Kirill es astuto como un zorro, y le gusta siempre tener la criptonita de cada uno de sus adversarios, en el caso de Tala es respecto a una chica, una amiga que está haciendo un One Shot por su cuenta donde Kirill es un personaje invitado en su fic, espero que lo publique pronto y dejaré por aquí el link, para que nuestras historias compartan el mismo universo ^^ así que será mi amiga la que nos sorprenda por que tristemente yo no tengo respuestas :(
¡Y acertaste! Alexander es el mismo chico de la cafetería :D nada bueno podía salir de una persona que se te acerca así de la nada ¿no? En qué mundo vivimos lol
Muchas gracias por tu comentario amiga! Espero de todo corazón que este capítulo sea de tu agrado y te de más respuestas a las incógnitas que ya has encontrado! Saludos y abrazos! 3
Kazukime
Holaaaaa! No amiga! No es mi intención quitarte el sueño... :v bueno tal vez este capítulo te lo quite por un día o dos pero prometo que luego todo volverá a la normalidad (?) Muchas gracias por tus felicitaciones, me agrada saber que son creíbles mis relatos, y que vale la pena ver una y otra vez los escenarios de la serie para poder transmitirlos, todo esto me pone muy feliz y me motiva a seguir y seguir, y lo más satisfactorio de todo es saber que le haces pasar un buen rato a otra persona, espero seguir con este ritmo hasta el final y no decepcionar ^^U
Las bestias bit o espíritus sagrados sin duda poseen fuertes sentimientos hacia sus amos y personas que los rodean, me parece necesario poner su punto de vista también por que son parte vital de la serie, y lo serán más aún O_o Awww a mi también me gustó ver a Robert con su hermana luego de la tormenta, esos dos saben que se tienen el uno al otro y eso es lo que importa por encima de todo lo demás. Leela! Awww la adoro, se pone nerviosa con el caballero alemán! Y él se hace el desentendido con los demás respecto a ella... que romántico!
Respecto a la batalla, creo que Tala desde siempre supo lo que era ser el líder de un equipo, ya que ellos sobrevivieron juntos a las atrocidades de BioVolt ¿o no? Es por ello que creo que se molestó al haber tenido que eliminar a uno de los suyos para ganar el juego, pero a veces hasta para hacer ese tipo de sacrificios hay que ser sabios.
Estoy completamente de acuerdo, Ian! Debió haberla tomado antes que otra cosa pero la risa le ganó, y Spencer es la voz de la razón por encima de las bromas de sus compañeros ^^
Ufff pues amiga, si gustas te escribo una carta pidiendo perdón por adelantado, por que la princesa no ha empezado aún con todas las escena graciosas que están por venir, jaja la aprecio mucho por que su personalidad dará para temer o para reír infinitamente, así que espérala en los siguientes capítulos "Princess power!"
Pues amiga, te dejo el siguiente capítulo, demoró por que trata muchos temas que había que explicar con calma... espero te guste lo que se viene!
Besos amiga!
AngelKhazanovXIII
¡Hola querida amiga! Awww así es, los Jürgens se cuidan y alientan unos a otros, aquí al final fue una lección que todos aprendieron, pero se procuran proteger y se desean felicidad por sobre todo, Silke intenta que Robert se menos serio y disfrute un buen momento con una chica que le agrade, y así mismo él quiere que ella sea feliz con la pareja que escoja, algo complicado ya que son parejas determinadas, pero tenemos que esperar a ver que sucede O_O
Yo tampoco creí que hubiera rufianes que llegaran a amenazar a una "dulce niña inocente" (dónde he escuchado eso antes?) pero afortunadamente Kirill llegó para proteger a Silke, ese chico anda en todo, ya se está empezando a parecer a Cheslav, lo que es bueno, si no le aguanta el paso a Kai, este lo despedirá XD
Así es amiga, Kirill es muy capaz de venderlos, creo que eso se lo aprendió a Boris, aún queda mucho por descubrir con este personaje así que creo todo es posible o no?
Ay amiga! Tu escena me inspiró totalmente para este capítulo, y ese dibujo ya ha de tener como un año no? En verdad AMÉ ese dibujo, muchas gracias!
Y tu ya tenías algunas ideas de lo que se venía... bueno espero que las que desconocías te agraden, porque como bien dices... cosas feas pasarán T_T
Saludos amigaaaaa! Y de nuevo gracias por estar disponible las 24 hrs para dudas XD
Que pasen una Feliz Navidad, reciban muchos obsequios, cenen delicioso y tengan una excelente lectura! =^w^=
Capítulo XXVII
Alexander Valkov llevaba encendidos los limpiaparabrisas de la ambulancia, los copos de nieve caían infinitamente y nublaban la visión unos cuantos metros delante, conducía velozmente por las calles de la ciudad de Moscú, aprovechando al máximo su calidad como vehículo de emergencia siendo beneficiado por los automovilistas que al verlo de inmediato se apartaban dejándole el paso libre.
El hijo de Boris no podía contener su triunfal sonrisa cuando el plan había resultado tan sencillo de llevar a cabo. El pequeño altercado en la cafetería había conseguido que la gente y bomberos hicieran justo lo que él esperaba, y tras diversos intentos fallidos, por fin tenía lo que quería en sus manos.
Ajustó su espejo retrovisor central para admirar a la presa que había capturado, totalmente extraviada sin su bestia bit o sus camaradas. Silke yacía inmóvil sobre la camilla bajo los efectos de los fuertes anestésicos que el falso paramédico le suministraba sin su consentimiento por medio de la máscara y un pequeño tanque que pretendía ser oxígeno.
Lo mejor de todo aquello, sus antiguos compañeros de la abadía, el equipo que su propio padre había favorecido antes que a él… tardarían en descubrir que aconteció con la chica, fue minucioso desde su asalto a Tala y Kai en la mansión del mitad ruso, desconociendo que hallaría algo mucho más valioso que el dinero del Hiwatari.
Continuó su camino sobre avenidas transitadas, hasta que se desvió a la izquierda en una calle vacía, dejando atrás la vía rápida y luego de girar un par de cuadras, apagó la sirena. Disminuyó la marcha y prosiguió sin prisa alguna.
Sutilmente, Tala conducía a lo lejos, asechando la ambulancia oculto por la bruma grisácea, autobuses y camiones de carga manteniendo una extensa distancia entre ellos y el vehículo que llevaba a Silke cautiva.
Bryan e Ian apoyaban atentos a su líder, que rebasaba ágilmente al pesado tránsito triunfando en no llamar la atención. Ian alcanzó a distinguir entre la nevada como la ambulancia tomaba una de las salidas, y Tala disminuyó la velocidad para seguir manteniendo su camuflaje a distancia.
-¿Reconoces el camino? – Preguntó incómodo Bryan a Tala.
-No cabe duda… - Respondió el lobo frunciendo el ceño.
-De vuelta a casa ¿eh? – Acertó Ian en un comentario poco agradable para todos.
Kai se mantenía indiferente ante las circunstancias, y era algo que Tala no pasaba por alto; el teléfono del líder comenzó a sonar, y sólo una persona era capaz de llamar a Ivanov además del bicolor.
-"¿Da?" – Preguntó en ruso respondiendo al móvil.
-"Tala, llamé al hotel, ¿dónde están? Me informaron que salieron de prisa." - Demandó saber la calmada pero estricta voz de Cheslav.
-"Salimos por algo de comer, se trataba de una apuesta, en seguida volveremos." – Mintió el pelirrojo sin perder concentración en el camino. – "Nos comunicaron que tuvieron problemas en la estación."- Declaró aparentando preocupación, esperando obtener algo de información por parte de su superior.
-"Un retraso inesperado, pero estamos abordando el tren, llegaremos mañana al medio día, aunque es probable que Kirill llegue antes, tomó otra ruta debido a asuntos personales."- Confirmó el jefe de seguridad de Voltaire.
Tala se quedó de piedra al escuchar lo último. Ian, Bryan y Kai no perdieron el menor detalle de la reacción del capitán.
-"No daremos más problemas Cheslav." – Indicó Tala saliendo del shock.
-"Bien, eso sería todo." – Concluyó Cheslav antes de finalizar la charla.
Tala guardó su teléfono nuevamente. Sus camaradas estaban curiosos ante la llamada que había puesto a Tala de tan mal humor de pronto.
-Kirill no está con Cheslav… - Mencionó teniendo un mal presentimiento siguiendo el camino hacia la vieja Abadía Valkov.
Ian y Bryan se miraron mutuamente incrédulos.
-Kirill detestaba a Alexander… se divertía golpeándolo y dejándolo encerrado en los calabozos… no creo que tenga razones para unirse a él. – Intentó asegurar Bryan.
-Además Kirill tuvo de cerca a Silke varias veces… de haber querido hacerle algo, lo hubiera hecho, ¿no? - Ian trataba de encontrarle sentido a la nueva teoría.
-A menos que Alexander le haya ofrecido algo… - Recalcó Tala apretando los dedos contra el volante.
Kai permanecía sin mostrar ninguna sensación, todo lo que le importaba era averiguar qué era lo que Alexander traía entre manos, todo aquel circo de los blades explosivos en los terrenos de su mansión y el interés en el contrato de los Jürgens y los Hiwatari.
Metros adelante se encontraba el complejo eclesiástico que por tantos años había permanecido ante el público como un prestigioso centro de entrenamiento donde sólo los beyluchadores rusos más talentosos conseguían formar parte de él, sin embargo, en lo más profundo de sus heladas y podridas entrañas se encontraban los experimentos de BioVolt, que iban desde desarrollar tecnología en beyblades, armamento, mutación genética en plantas, animales e incluso jóvenes sin recursos, todo bajo el ala protectora de Voltaire Hiwatari y al frente con un demente y ex-militar científico de nombre Boris Valkov.
Alexander llegó primero. Toda la zona lucía pobremente habitada, los comercios que prestaban servicio directo al supuesto edificio de Beyblade habían clausurado hacía años, el bosque que rodeaba la parte posterior se había extendido cubriendo los edificios más alejados y la Abadía en el centro de las calles yacía cercada y cubierta de nieve, no existía un sitio más deprimente en toda Rusia.
Sin alguna preocupación, Alexander descendió para abrir la reja mientras los copos de nieve cubrían sus cabellos, a continuación ingresó la ambulancia y bajó una vez más para cerrarla, en seguida, se dirigió hasta la parte trasera de la Abadía, donde una serie de pinos ocultaban el área de carga.
Tala estacionó la camioneta un par de cuadras atrás retirando las luces, desde donde podía verse dificultosamente el trayecto de Alexander al interior de la cerca gracias a los haces de luz que le alumbraban el camino. Apagó el motor y un silencio mortal invadió el auto.
-¿Cómo lo haremos? – Cuestionó Ian, ya que habían cientos de formas de entrar a la Abadía.
-Apuesto a que el idiota de Kirill puso en marcha el sistema de seguridad, adoraba espiarnos a todos… tendrás que desactivarlo Ian. – Ordenó al más joven que asintió dispuesto a hacerse cargo del problema.
Tala planificaba los pasos a seguir, sin embargo Kai fue el primero en alistarse para bajar.
-¿A dónde vas?- Exigió saber Tala con autoridad en su voz.
El bicolor no respondió, solo revisó que su lanzador estuviera bien ajustado y abrió la puerta trasera.
-Tala te ha hecho una pregunta. – Enfatizó Bryan bajando del asiento delantero enfrentando a Kai en la calle.
-Sus protocolos son aburridos. – Respondió de mala gana.
-Veamos si mi puño te parece aburrido... – Le amenazó Bryan con una sonrisa desagradable, tenía unas inmensas ganas de golpear a Kai.
-Tú eras una de las ratas que nunca hallaba el queso, serás más útil cuidando el auto. – Se burló altanero.
-¡Te voy a…! – Bryan no quería contenerse más pero Tala le sujetó el antebrazo izquierdo que estaba más que preparado para darle un acertado puñetazo en la cara.
-Ya basta, deja que el niño rico haga lo que quiera. – Sentenció el pelirrojo sin mirar a Kai, algo que el ex Blade Breaker tomó como su salida.
El bicolor comenzó a caminar hacia la silueta de la abadía perdiéndose entre los copos de nieve mientras su bufanda se hondeaba con el viento invernal.
Bryan resopló y se soltó de Tala de mala manera.
-Hubieras dejado que lo golpeara. – Comentó Ian con disgusto.
-Olvídense de él, nunca ha querido ser parte del equipo, sólo perderemos tiempo y energía intentando razonar con él. Dependerá de nosotros salvar a Silke y someter a Kirill, Alexander será una pieza más fácil. – Los tranquilizó la coherencia del líder. – Retomando el plan: Ian, entra por la alcantarilla de servicio en la calle oeste; Bryan por la entrada secundaria a la capilla; yo accederé por el comedor, lo haremos en siete minutos exactamente, debes apresurarte. – Aconsejó lo último a Ian quien asintió seguro de sí mismo. – Confío en que si son las únicas dos personas en la abadía, será sencillo encontrar a Silke, pero si ven la situación peligrosa para ella, esperen a que lleguemos los demás.
Sus compañeros asintieron atentos.
-No demoraré. – Dijo Ian antes de echar a correr hacia su acceso.
Bryan y Tala intercambiaron miradas cómplices, empezaron su andar hacia la abadía sin embargo había algo que incomodaba a Bryan.
-Es un demente y lo sabes… - Comentó Bryan incómodo.
-Trató de matar a Spencer… - Correspondió el líder.
-No hablaba de él… - Opinó Bryan en voz baja.
Tala frunció el ceño.
-Después de todos estos años no me sorprende, luego de que encarcelaran a su padre no volvimos a verlo. – Recordó Tala cuando los beyluchadores más jóvenes fueron liberados al finalizar el primer campeonato mundial de Beyblade junto con el desmantelamiento de BioVolt.
-Estoy preocupado por Silke. – Confesó el de cabello gris.
-Mientras tenga a Gekiryu con ella, estará a salvo. – Respondió el lobo antes de alejarse de su compañero para dirigirse a su propia entrada.
Kai terminó por rodear la abadía cubierto por la media neblina que había en el lugar, la malla de alambre de casi dos metros seguía hacia el bosque donde algunas malezas secas se enroscaban en ella y el camino se perdía entre la vegetación que se enmarañaba debajo de la nieve que no paraba de precipitarse. Se encontraba muy seguro de que a unos cuantos pasos de ahí se localizaba una salida de drenaje por la que podría entrar sin activar ninguna alarma. Siguió su instinto, bajo sus pies percibió un cambio en el pavimento cubierto por lodo y nieve, se inclinó y con su palma derecha despejó el suelo, revelando una hendidura sobre un círculo metálico de medio metro de diámetro. Jaló hacia sí el objeto y una bisagra rechinó cuando dejó abierto el acceso.
Se quedó mirando al hoyo que tragaba la fantasmal luz hacia su interior, el mismo ducto por el que había logrado su escape una década atrás. Se lanzó a su interior.
Sus pies tocaron fondo a penas metro y medio por debajo del nivel del suelo, ese penetrante aroma mohoso le rodeó de pronto. Se incorporó y lanzó a Dranzer cuyo bit luminoso de inmediato reveló el camino del extenso túnel, por el cual se aventuró a caminar hacia el edifico principal; sin embargo aunque familiar, las sensaciones que le producía dicho desagüe eran diferentes. Algo faltaba. Notó que ya no sentía más esos temores infantiles, aquellos corredores que parecían tragarlo a cada paso en su niñez, no eran más que viejos ladrillos empezando a desmoronarse.
Extraño se le hacía que todo su resentimiento por aquel oscuro sitio se había desvanecido. Quizá carecía de madurez para comprender que todo lo que había vivido y sufrido ahí lo había llevado a convertirse en uno de los beyluchadores más poderosos del mundo, un destino que Boris había asegurado para él y el equipo de los Demolition Boys, aunque ello no indultara al científico o a su abuelo por haberlos tratado como armas y no como personas.
Llegó hasta donde el túnel se abrió a una cisterna en que se conectaban otros pasillos, y recordó que cuatro años atrás buscaba respuestas, curiosamente esta ocasión era igual, pero ya no era su responsabilidad encontrar sentido a la situación, ahora tenía su propio conejillo de indias en el lugar, y tenía que pensar como el científico loco para hallar la habitación correcta en el inmenso laberinto.
Ian se encontraba en posición, frente a sus manos, diez metros debajo de la calle estaba una de las tres cajas de control eléctrico dentro de la Abadía. Sacó de entre sus bolsillos un diminuto medidor de corriente para corroborar qué sistemas estaban encendidos, ratificó que el centro de control y la cámara de pruebas llevaban más energía que la zona de carga o los circuitos de autodefensa del edificio.
Boris era inteligente, y sabía que Alexander quien había estado en su misma clase habría heredado parte de esa destreza, por lo que sin lugar a dudas era quien había re activado la computadora central, sin embargo su talento natural para la ingeniería había atraído la atención del abad, quien expuso a Ian a resolver problemas de energía cinética, desarme de dispositivos explosivos y hackeo en sistemas de seguridad. Desde luego nunca pensó que esos conocimientos se pondrían en su contra.
Sacó su confiable teléfono armado por él mismo, y conectó un cable del dispositivo a la caja. Empezó a teclear algunos códigos para poder acceder al cerebro de aquel centro de distribución eléctrica y conforme iba burlando los candados digitales, no pudo evitar sentir que aquello representaba un juego para él. Tantos años ahí, tantas humillaciones y noches sin dormir lejos de ese grupo de personas que alguna vez llamó familia, las palabras de grandeza y crueldad que susurraban los labios de los hombres de Boris a su oído mientras beybatallaba con otros niños de su edad, que tras ser vencidos sentenciaban su velada en uno de los calabozos, sin cena, sin abrigo, sin consuelo…
Volvió en sí cuando su teléfono lanzó una pequeña señal auditiva, mostrando en la pantalla que el 100% de los candados habían sido liberados.
Con un toque de su índice apagó el sistema de seguridad.
Al ver su misión completada, volvió a salir hacia la calle, se mantuvo fuera de espacios abiertos, moviéndose rápidamente entre arbustos y bardas, hasta ingresar directamente por la puerta principal, no era necesario consultar a Tala, ya que conocía su próximo movimiento. Se puso en los zapatos de un miembro de los Demolition Boys… si aquello fuera un trabajo de dos, seguro uno tendría a Silke en la sala de pruebas y el otro vigilaría por posibles intrusos en la torre de control, tendría que arrebatarle el mando al segundo.
Bryan se las había ingeniado para saltarse la reja en un punto ciego, aprovechando una capa de bruma que se presentó convenientemente en dicho momento y sigilosamente se aproximó por uno de los patios hasta la capilla secundaria, donde Boris solía recibir al personal de la BBA, demostrando transparencia y legalidad en su empresa.
Consiguió resguardarse junto al grueso barandal de piedra de una pequeña escalinata, donde podía vigilar una cámara que miraba hacia la puerta de la capilla, con un pequeño foco rojo encendido. El frío empezaba a intensificarse, pero Bryan no sentía molestia alguna, y ¿cómo podía?, el entrenamiento recibido ahí implicaba ejercicios en pleno invierno con escasa ropa, grupos de nado en el Lago Baikal, y campamentos de supervivencia en la tundra donde cada uno de los jóvenes debía ingeniárselas para sobrevivir una semana cazando su propio alimento solo con la ayuda de sus beyblades.
El foquillo se apagó, y el dueño de Falborg vio su oportunidad. Se levantó y con ayuda de su blade rompió la cerradura de las puertas de la capilla ingresando ágilmente. Prosiguió su camino, por el helado salón dedicado a las plegarias, donde la fría luz exterior a penas y lograba traspasar por los viejos vitrales, dejando que resonaran sus pisadas.
Bryan atravesó por la sacristía que conectaba tanto a la iglesia principal como a la enfermería. Su memoria no lo engañaba, así que optó el cuarto médico que lo redirigiría hacia un pasillo secundario paralelo con el pasillo principal. Fuera cual fuera la localización de Silke, el gran pasillo principal seguro lo acercaría hasta ella.
Al llegar a la enfermería, la puerta simplemente no abrió, lo más lógico era que con la falta de calefacción la cerradura carente de llave se habría congelado. Procedió a embestirla con el hombro izquierdo, consiguiendo así someterla fácilmente. Al ingresar, el espacio estaba tal y como lo recordaba, seis camillas puestas en fila de un solo lado con estantes del otro sin mayor decoración. El joven avanzó por el pasillo sin prestar mayor atención al mobiliario hasta llegar a la última camilla que era distinta sutilmente. Había una mancha seca de sangre oscura en la zona de los pies, y un par de clavos quirúrgicos entintados por el mismo líquido.
Bryan permaneció unos instantes observando con cuidado esos largos clavos… antes de unirse a los Demolition Boys, el equipo forjado por los mejores estudiantes, tuvo que probar su talento compitiendo mano a mano con otro muchacho, mucho más fornido que Spencer y más ágil que Kirill. Esas voces se encontraban frescas en su cabeza, como si todo hubiera ocurrido el día anterior.
-"¡Acaba con él, no demuestres piedad!" – Recordaba los gritos de un guardia.
-"¡Rompe su brazo, sin él no podrá jugar Beyblade!"- Alentaba otro.
Había sido una feroz batalla en que derribes, golpes y llaves los habían hecho perder el aliento, y sin embargo, en el último segundo, Bryan había resultado el vencedor al realizarle una fractura externa al otro chico por medio de una llave en el cúbito y radio del brazo derecho, incapacitándolo temporal o tal vez permanentemente del deporte, condenándolo a llevar nueve enormes clavos, y todo en una de las celdas del sótano.
Él pudo haber sido ese chico, pero no lo fue.
Sacudió la cabeza, eran recuerdos que prefería ignorar y siguió su misión hacia el pasillo principal.
El capitán de los Blitzkrieg Boys no había tenido mejor suerte en su travesía por el patio de entrenamiento. Tras confirmar que el láser de la puerta principal al comedor estuviera desactivado, descubrió que la Abadía le daba la bienvenida muy a su estilo, sin cohibirse al recibir a un viejo conocido por las puertas del gran salón que se encontraban sin seguro alguno.
Al interior no había luz, pero la poca que se filtraba por los ventanales superiores le marcaba el camino por entre las largas mesas de acero donde todos los estudiantes comían en un breve receso de quince minutos, espacio suficiente para los cien aprendices de beyluchadores, o mejor dicho, soldados. Todo seguía como aquella mañana antes de partir hacia la final del primer Campeonato Mundial de Beyblade cuatro años atrás, sin embargo pudo distinguir al fondo, cerca de la puerta a la cocina lo que parecían costales de diversos tamaños entre las mesas de acero. No obstante algo andaba mal. El frío demeritaba la fragancia de carne en proceso de descomposición.
Curioso se aproximó, a sabiendas que "eso" lo habían hecho los únicos entes vivos que aún rondaba la abadía. Distinguió cuatro siluetas bestiales diferentes, así que analizó la de mayor tamaño que yacía sobre el piso.
Su mirada se mantuvo fija ante el inerte cuerpo del gran mamífero marino de más de dos metros de largo. La gruesa capa de piel y grasa se hallaba penetrada con agujas y mangueras conectadas a una caja de fabricación única de Boris que yacía sobre el piso ensangrentado.
La expresión en el rostro de la morsa y su mandíbula torcida, implicaba que continuaba con vida sin duda bajo la influencia de drogas para mantenerla viva pero dócil, mientras alguien le sacaba las entrañas para insertar mangueras de mayor tamaño en sus órganos principales.
Luego miró sobre una mesa a un oso pardo mediano, un equino con hermosos cuernos y un leopardo de las nieves, posiblemente una hembra debido a su tamaño pequeño. Los tres en las mismas condiciones que el primero, quizá estaban así desde la noche anterior.
La sangre, cuerpos de animales desmembrados y la putrefacción eran de las muchas cosas que a cualquier persona le causarían pesadillas al dormir, pero a él no. Sólo podía sentir una inmensa pena al reconocer que esos enfermizos procedimientos sólo buscaban un resultado: la extracción de sus espíritus sagrados.
La mirada de aquella felina se hallaba perdida, mirando en su dirección, parecía que le suplicaba ayuda. Su bello pelaje plateado con delicadas manchas estaba seco y estropeado a causa de la sangre tiesa en él.
Esto consiguió que la sangre de Tala hirviera de pronto. Recordó como habían creado a Wolborg, donde Boris no solo había extraído su espíritu, había usado ciencia, amuletos, inclusive recetas de alquimia del libro que recuperó del mismísimo Grigori Rasputín*, aquella ciencia enfermiza con la que a petición de Voltaire, habían creado al Black Dranzer.
Pero no solo eso… él también había sido introducido en uno de esos tanques, tratado como un objeto sin emociones ni sentimientos, todo para conquistar una ambición estúpida y destructiva. Sin pensarlo golpeó la mesa del pequeño cadáver.
Eso no se quedaría así, no dejaría que siguieran sufriendo…
Dejó el comedor decidido a encontrar a su compañera y al joven Alexander. Kirill no era un hombre de ciencia, nunca fue su fuerte, así que el sufrimiento de aquellos seres salvajes, sólo podía haber sido propinado por el hijo de Boris.
El oído de Silke cobró vida cuando empezó a recibir un zumbido constante. Lentamente abrió sus ojos desorientados. Se encontraba extremadamente cansada, y pasaron un par de minutos hasta que comprendió lo que veía debajo de una fría iluminación artificial. Por mera reacción de su cuerpo, se alzó pesadamente desde el piso frío de piedra donde yacía boca abajo. Al incorporarse sobre sus rodillas, tuvo que sujetarse la cabeza. Sentía como todo daba vueltas y le costaba enfocar sus manos, sin embargo su vista permitía ver los objetos más alejados, siendo estos algunos muros del mismo material del piso, y una consola metálica con luces parpadeantes a lo lejos.
-… Como duele… - Se quejó débilmente apretando los ojos, tenía un malestar general que no lograba entender.
Intentó ponerse de pie, pero volvió a caer hacia atrás, no podía coordinar su equilibrio, así que se quedó en su lugar esperando a que el mareo pasara.
El sonido que la despertó empezó a hacerse más fuerte, y distinguió como un beyblade negro se aproximaba hasta su posición. Se quedó curiosa enfocando lentamente el pequeño objeto, hasta que reaccionó asustada reconociéndolo como uno de los muchos blades que enfrentó junto a Kai y Tala afuera de la mansión Hiwatari.
Repentinamente una luz rojiza brilló al centro del trompo y una bestia bit apareció ante ella.
Una gigantesca morsa con sus amenazantes colmillos la admiraba con sus vacías pupilas, sin embargo lucía mucho más terrorífica que cualquier otra bestia bit que la alemana hubiera visto, había algo extraño en ella. Empezó a acortar distancia entre ambos, y la chica incapaz de levantarse buscó en su vestido su propio beyblade. Sintió un vacío en el estómago cuando descubrió que su bolsillo derecho donde siempre lo colocaba estaba vacío, miró su cinturón y su lanzador había desaparecido también.
La morsa gruñó peligrosamente y Silke sólo se desplazó hacia atrás con ayuda de sus manos llena de incertidumbre.
Otros beyblades la rodearon a su vez. Más bestias bit emergieron. Un gran oso le cerró el paso por su derecha. Un reno la agredió con su cornamenta desde su izquierda. Un felino de tamaño mediano por debajo de la morsa lanzó un rugido agudo y amenazante. Silke no tenía otro lugar hacia el cual resguardarse, hasta que el espacio se terminó con una alta pared a sus espaldas.
Silke percibía un aroma rancio conforme la morsa se acercaba hasta ella. Tenía miedo, no entendía nada de lo que sucedía, y desconocía cuál sería su destino.
El mamífero marino terminó por acorralarla con su enorme cuerpo, y rugió con fuerza abriendo su oscura boca apunto de atacarla, haciendo que Silke soltara un desesperado grito que resonó en la amplia habitación obligándola a pegarse lo más posible al muro.
Como si esto hubiera hecho reaccionar a la bestia bit, desapareció al instante, al igual que los otros tres animales, mientras los blades continuaban girando en su sitio a un par de metros de ella.
-Que no se te ocurra hacer una estupidez o te destrozarán. – Amenazó una voz que provenía del lado derecho de la sala.
De inmediato Silke giró su rostro en torno a una silueta que acababa de aparecer en medio de la sala a través de un túnel a unos tres metros de su posición. Su corazón se aceleró al reconocer la vestimenta del hombre con una cruz roja sobre su brazo izquierdo. De pronto algunas pistas volvieron a su mente. Hacía frío y estaba afuera de una cafetería cuando hubo un altercado, apareció aquel chico y no tenía más memorias del evento.
El joven avanzó a través de la sala llevando consigo una vieja libreta en la mano izquierda y una taza de café en la otra, con el lanzador de Silke metido en su cinturón, pasando detrás de la hilera de beyblades hasta llegar a los controles sin prestar más atención a la mujer. La sala en la que se encontraban era circular, con muros de piedra oscura, su altura de al menos diez metros tenía la forma de una gran cúpula, y lámparas curvas iluminaban todo el sitio. Al centro se erigía un contenedor de cristal también circular, con diversos objetos mecánicos al interior y una barra llena de controles y pequeñas pantallas. También tenía una puerta de cristal que permitía ver el uso de ese cuarto; un gran estadio completamente liso de beyblade.
La chica no entendía nada, intentó buscar en sus pensamientos, pero todo era muy confuso, hasta que recordó que estaba en dicho café citada por la princesa de Mónaco.
-¿¡Dónde está Marie-Angelique!? – Fue lo primero que demandó saber.
-Yo que sé… debe estar con… - Volteó hacia ella y ladeó la cabeza extrañado. – Les llamas equipo, ¿cierto? Lamento decepcionarte pero si crees que eres parte de ese grupo, eres más torpe de lo que pensé. – Concluyó volviendo al teclado donde empezó a presionar algunos botones con ambas manos.
Silke no se dejaba intimidar tan fácilmente, al menos ahora sabía que Marie-Angelique estaba a salvo, y formulaba la estrategia a seguir según la actitud del sujeto. Era justo como Spencer le había aconsejado, debía ser inteligente y tomar el control de la situación, nunca permitir que fuese al revés. Recordaba como sus compañeros le hacían frente a Kirill, una actitud tranquila pero fría. No debía olvidar el escenario actual, cuatro blades contra ella.
-Eras tú… ¿no es así? En el café de Escocia. – Declaró segura de su lógica.
El sujeto no le respondió y continuó en lo suyo, parecía que no deseaba hablar con ella, pero prosiguió.
-Siempre fuiste tú, en la mansión de Kai donde jugando juntos te vencimos, es por eso que me alejaste de ellos...- Intentó indagar en la posible relación que existía entre el muchacho y sus compañeros.
De pronto el chico lanzó la taza de café que llevaba en su dirección, consiguiendo que se estrellase contra el muro detrás de Silke a una corta distancia, obligando a la chica a girar su cara en dirección contraria.
-Cállate pequeña tonta, no tardarás en descubrir que tienen mejores cosas que hacer que buscar a una mujer inútil. –
Silke frunció el ceño, tendría que ir con más cuidado con sus preguntas a su captor.
-Si soy de tan poca relevancia, ¿qué hago aquí? – Preguntó en un tono bajo y lento, mostrando un poco de sumisión con la esperanza de conseguir más información. – ¿A caso los Jürgens tenemos alguna deuda?-
El joven no volteó a verla sin embargo contestó.
-Te crees tan importante, tú o lo que haga una presuntuosa familia de alemanes no es algo que me interese. – Cerró el argumento echando a andar la máquina.
-"3… 2… 1…" – Se escuchó en los altavoces un conteo en ruso, y detrás de la mesa de control, se apreció a través del cristal como un brazo mecánico lanzaba el blade azul turquesa de Silke.
La alemana se sorprendió al dar con el paradero de su beyblade el cual se hallaba contenido detrás del cristal en el bey estadio. Su blade llegó al centro y se quedó girando sobre su propio eje sin más. En segundos, más beyblades negros fueron lanzados por otros brazos mecánicos dentro del bey estadio y comenzaron a impactar una y otra vez contra Gekiryu, sin conseguir dañarlo.
A Silke le costaba creer que la meta del sujeto era su blade, pero no había nada extraordinario en él… o eso era lo que siempre había hecho creer a todos. Pensó que era mejor no mostrar un interés más allá del natural por su bestia bit y cooperar como una buena rehén; recordó como los beyblades negros que los rodearon en la casa de Kai eran resistentes pero no eran lo bastante fuertes al embestir, por otro lado el trompo elaborado por Ian debía soportar suficiente, al menos hasta que ella encontrara la forma de sacarlo de su prisión, derrotar los blades que la rodeaban y poder salir de ahí cuanto antes. Miraba en todas direcciones buscando alguna forma de alejarse, pero solo pudo notar como a casi tres metros de altura había otro pasillo con pequeños ventanales que daban hacia esa sala confinada. Aparentemente la única entrada y salida era el túnel por el cual el joven había llegado.
Ian consiguió hacerse camino hasta la sala de control. Era extraño no haberse topado con Alexander o Kirill en el trayecto, lo que lo hacía pensar si se dirigía hacia una trampa o que el hijo de Boris de hecho sí trabajaba solo.
Se aproximó a la computadora principal y antes de apoderarse del mando, notó como la única actividad que se marcaba en toda la abadía se hallaba dentro del área de pruebas, el mismo sitio donde la electricidad era enviada además de la habitación en que él estaba.
Revisó que no hubiera ningún programa de seguridad controlando el sistema y encendió las cámaras de video de esa zona que se encontraban fijas y no revelaban su uso tras estar ocultas en sitios determinados.
De inmediato el gran monitor de 88" que tenía al frente se encendió mostrando al menos diez imágenes diferentes referentes a lo que acontecía dentro y fuera del área experimental.
Ian halló a Silke de inmediato, hizo un acercamiento y confirmó que se encontraba en buen estado y sin una pizca de temor en ella lo que era una buena señal a pesar de que se mantenía rodeada por cuatro beyblades. A continuación vio la detestable cara de Alexander entretenido con la consola que controlaba los experimentos, quien no tenía la menor idea de lo que le esperaría en un corto periodo de tiempo. En seguida revisó lo que acontecía dentro del plato confinado, donde Gekiryu era impactado una y otra vez por una docena de beyblades, que lentamente desprendían partes de sus cuerpos negros.
De inmediato sospechó que Alexander intentaba sacar a la bestia bit, lo que demoraría teniendo en cuenta la dureza del beyblade que él había fabricado. Pero le extrañó que la computadora tenía bloqueada la función que cerraba con seguro el plato experimental desde su posición. Como fuera, no podía hacer nada mientras Silke estuviera bajo amenaza, así que requeriría el apoyo de sus compañeros para adueñarse de la computadora secundaria que manejaba Alexander sin que este lo notara.
Entonces, como si lo hubiera llamado con la mente, Kai apareció en una de las cámaras que grababan el pasillo exterior del laboratorio. El bicolor se aproximó cauteloso, determinando la posición de Silke y Alexander, permaneciendo inmóvil esperando el momento exacto.
Gekiryu no disminuía ni aumentaba su intensidad, sólo rechazaba los ataques una y otra vez. Ya había seis beyblades completamente destrozados, y un par más se impactaron contra los muros de cristal demostrando que eran blindados.
Alexander proseguía verificando datos en el tablero, revisándolos con el libro que poseía, no obstante su desesperación era evidente. Negaba a la información recabada por todos los sensores y miraba hacia Gekiryu. Presionó otro botón y un brazo mecánico lanzó más blades al interior del plato obteniendo los mismos resultados.
Silke se mantenía en silencio, miraba atenta los cuatro blades que la cercaban, intentó moverse medio paso a su derecha y amenazantes, disminuyeron la circunferencia. Tragó saliva, sus opciones se iban cerrando, no sabía dónde estaba y no tenía armas para distraer a los beyblades o al muchacho.
El castaño azotó las manos sobre la consola atrayendo la atención de Silke hacia él. Bajó la cabeza pensando en qué más debía hacer para lograr su cometido, cuando vio a la chica en el reflejo de uno de los paneles de cristal estrellados.
-Es extraño, no pareces preocupada por tu bestia bit.- Cayó en cuenta de pronto Alexander al reconocer su propia desesperación y la pasividad en Silke.
La chica no dio respuesta alguna.
-¿A caso no te importa? – Preguntó dándose la vuelta cruzando los brazos, tal vez tendría que cambiar de táctica.
-Hay muchas bestias bit, puedo conseguir otra. – Respondió intentando transmitir indiferencia.
El ruso no lucía convencido así que se aproximó hasta ella, pasando por encima del semicírculo que formaban sus cuatro beyblades, deteniéndose a tres pasos de ella.
-No sabes cómo pretender una mentira tan simple. – Mencionó inclinándose hacia ella con una media sonrisa. – Así es como las educan, a las señoritas de buena familia, para que sean… ¿Qué? Honestas. Sinceras. Compasivas. Ninguna de esas cualidades se muestra por el interés de tu bestia bit. –
-¿Conoces a muchas señoritas para tener esta capacidad de juicio? – Preguntó Silke curiosa.
El joven asintió.
-Conocí a una. – Reconoció y con un movimiento de su mano los blades se alejaron de su posición, liberando el espacio tan reducido en el que se encontraban. – Su cabello se parecía al tuyo, - Señaló alejándose de ella, permitiendo que Silke pudiera separarse de la pared. – aunque ya habían brotado algunas canas, seguía siendo muy atractiva, pero una cara bonita y blancas mentiras nunca pudieron engañar a mi padre… -
Silke lo miraba con cuidado, él la estaba distrayendo, algo quería conseguir con toda esa charla.
-Cuando él le preguntó si quería a su hijo, ella dijo que no, - El chico sonrió por un instante frunciendo el ceño. – Pensó que con eso me protegería de que me trajera aquí con Voltaire, por alguna muy estúpida razón ella creyó que mi padre se olvidaría de ambos y nos dejaría vivir en paz lejos de BioVolt, sin embargo como dije, una mujer instruida bajo estatutos familiares muy tradicionales no puede ser falsa a sí misma y eso sí que lo enfureció, ver su dulce cara pretendiendo mentir para manipularlo colmó su paciencia… en fin, ella fue el primer sujeto experimental, nunca se le volvió a ver.–
Silke escuchó con cautela y un poco de pena, recordó lo que había escuchado de sus compañeros y se atrevió a preguntar.
-¿A caso tu eres… el hijo de Boris Valkov?
-¿Te han hablado de mí? Seguro que no, pero Boris siempre será una gran parte de sus vidas como lo ha sido en la mía… Así que luego de que yo he sido sincero contigo, intentémoslo una vez más, y no olvides el castigo de mi madre, - Le recordó enfrentándola a medio metro de distancia. – ¿Gekiryu no te importa? –
- No. – Respondió de inmediato sin bajar la mirada.
Un sonido seco resonó en el espacio haciendo eco. Silke no comprendió lo que aconteció en un lapso en que el tiempo se volvió inmensurable. Su rostro miraba en una dirección distinta a Alexander, todo el lado izquierdo de su rostro ardía y lentamente comenzaba a sentir el calor de un impacto que en su vida había experimentado siendo un estruendoso revés propinado por la mano izquierda del chico.
Alexander no pudo disfrutar la conmoción en ella, debido a un sonido emitido por la computadora que atrajo su atención. Parecía que había actividad en el bit de Gekiryu, la clase de actividad que él había estado buscando.
Los ojos de Ian parpadearon incrédulos, Alexander acababa de atravesar la delgada línea que lo mantenía en una posición "segura" ante los Blitzkrieg Boys, pero la actitud relajada de Kai, su indiferencia ante la agresión a un camarada era más que despreciable.
Resguardado por la sombra del túnel, Kai recibía todo con detalle. Parecía que la ambición de Alexander estaba por salir a la luz, incluso citaba a su madre muerta y dejaba ver la escasa seriedad que lo caracterizaba. Sin embargo, lo acontecido con Silke no causaba ninguna emoción en él, curioso se preguntaba cómo reaccionaría la chica ante aquella situación. Su socia siempre se mostraba fuerte y segura de su fuerza, quería comprobar si tenía tantas agallas como presumía.
Silke colocó su palma izquierda sobre su mejilla, sus ojos ámbar mostraban rabia y escepticismo, pero no había una lágrima en ellos. Se quedó un momento en esa posición, entonces lentamente devolvió la mirada a su agresor sin temor alguno.
Alexander se encontraba expectante, pensaba que con ese golpe ella lloraría y pediría perdón pero se atrevía a hacerle frente.
-Una rabieta no hará que consigas lo que quieras. – Habló la chica con calma.
Kai escuchaba esas palabras, Silke no se doblegaba, solo conseguiría enfurecer más al inestable hijo de Boris. ¿Hasta cuándo aprendería su lugar?
- Te sientes muy valiente… ¿Crees que haber nacido con tantas riquezas te hace mejor que los nacidos con nada más que carencias? - La acusó.
-Ya veo… - Figuró ella quitando su mano de su mejilla enrojecida. – Culpas a otros por aquello que tú no has podido conseguir, así que me pones en desventaja… deberías tener un poco de honor, libera mi beyblade y averigua el resultado. – Lo desafió ella. Tal vez fuera posible razonar con él.
-Eso te encantaría, ¿no? – El chico disminuyó la distancia con ella hasta que sus labios llegaron cerca de su oído izquierdo. - Pero yo sé lo que es en realidad tu querida serpiente. –
Silke reaccionó sutilmente con un gesto de su rostro ante dichas palabras, Alexander lo vio y supo que había acertado desde el principio son sus suposiciones. No se contuvo, así que con el puño cerrado golpeó a Silke en la misma mejilla consiguiendo llevarla hasta el piso.
Ian miraba aquello sin poder hacer nada desde su posición. Y sin embargo, ella estaba dispuesta a levantarse otra vez, la miraba en el piso haciendo un enorme esfuerzo por incorporarse. Toda su ira iba en contra de Kai, quien parecía no solo indiferente, esta vez realmente estaba disfrutando ver a su compañera en una mala situación. No podía esperar a los otros, así que comenzó a deshabilitar los candados que mantenían confinado el beyblade de Silke dentro del laboratorio.
Alexander volvió a escuchar la misma alarma que detectaba el aumento de energía en el bit de Gekiryu. Sólo tenía que continuar presionando en el punto más sensible y la bestia bit se liberaría por sí sola.
En medio de la sala, la castaña sentía un agudo dolor en todos sus huesos faciales. Apretaba los puños esperando que la dolencia disminuyera, le era imposible no gimotear, pero encima de todo el malestar, podía sentir el descontento en su bestia bit, a quien alcanzó a ver abriendo el ojo contrario al golpe. El bit del beyblade generaba pequeños rayos de energía, tratando de liberarse. Comenzó a suplicar en su mente: "No salgas" rogando por que la escuchara.
-No es tu culpa. – Mencionó Alexander fingiendo compasión mientras se aproximaba lentamente a ella quien con mucho trabajo soportaba su peso con sus palmas y rodillas. – Estuviste en el momento y lugar equivocados, eso es todo, no tenías por qué salir a donde Kai y Tala me confrontaban, debiste quedarte redactando tu inútil contrato mientras vaciaba las cuentas bancarias de los Hiwatari, pero no, debías mostrar tu poder, tu superioridad… - Como si se tratase de un balón, la pateó en el abdomen haciéndola caer una vez más dejándola momentáneamente sin aire. Casi al mismo tiempo contempló el beyblade de la chica, la energía que descargaba era enorme, casi tan grande como aquella vez en el páramo de la mansión Hiwatari.
Ian no lo soportaba más, pero esta vez Alexander había colocado una enorme seguridad en el contenedor, aparentemente había retrasado cualquier movimiento y sin importar sus conocimientos, los candados se desbloqueaban lentamente, tendría que esperar, ya que Kai no la salvaría.
En medio de su enojo, Bryan llegó hasta la sala de control.
-¡Ian! – Gritó desde la entrada.
-Kirill no está aquí, pero debes ir con Silke. – Declaró seriamente.
Bryan comprendió que las cosas no marchaban bien por el tono de voz de su amigo, se acercó a la pantalla y vio a Silke luchando por no perder el conocimiento a los pies de Alexander.
-¡Ese maldito gusano! – Fue como reaccionó Bryan antes de sacar su blade para ir en dirección de su camarada.
-¡Espera! – Le detuvo Ian.
-¡No puedo esperar! – Aseguró el más alto.
-Tala está en el pasillo de observación. – Dijo Ian revisando una de las cámaras.
Bryan lo notó, como su líder llegaba a la parte superior del laboratorio colocándose en posición. Pero también reparó en su otro compañero.
-¡Kai! ¡Alexander está de espaldas y él no hace nada! – Se quejó inconforme el de cabello gris.
-Ni lo hará, ve a apoyar a Tala, liberaré a Gekiryu en cuanto pueda. – Afirmó Ian mostrando la pantalla de su celular, ya faltaba poco.
Bryan asintió y echó a correr hacia la posición de su líder.
Tala se mantuvo discreto desde el pasillo superior, viendo a través de una de las ventanas resguardando su silueta. Kirill no se veía por ninguna parte, aún así había llegado tarde, apretaba los dientes ante el panorama, donde uno de los suyos yacía en medio del sufrimiento, sin embargo no podía irrumpir teniendo a Silke tan cerca del enemigo. Analizó la situación y observó el blade de su compañera dentro del área de pruebas, cargó a Wolborg en su lanzador, esperaría a que Alexander se distrajera solo un segundo de ella. Y entonces el hijo de Boris desearía no haber nacido.
Alexander la miraba fascinado, era casi como ver a un pez ahogándose fuera del agua, abriendo y cerrando la boca en busca de oxígeno, moviéndose cada vez menos. No obstante, aún no conseguía lo que buscaba, veía como pese al dolor, Silke movía los labios, parecía buscar comunicarse con la bestia bit. Se agachó sobre ella y sujetó un gran mechón de cabello con la palma de la zurda, alzándola un poco.
-Me gusta verte sufrir, ahora entiendes todo lo que me hiciste pasar, tuve que clonar la señal de tu teléfono en Escocia, pero tú decidiste hacer mi trabajo complicado, escondiéndote en San Petersburgo y luego en Nápoles con el idiota de Kirill, pero ya que contigo no puedo hacer ningún trato, buscaré a alguien más que sí se tome el asunto en serio… - Silke escuchaba su voz sobre su hombro, era desagradable tenerlo tan cerca suyo, pero debía soportarlo para no provocar más la ira de Gekiryu y protegerlo de cualquier cosa que el chico quisiera hacerle. Hasta que Alexander sonrió y colocó el frío cañón de su lanzador sobre la mejilla intacta de su rehén. – Llama a tu bestia bit. – Exigió nuevamente.
Silke no respondió, así que Alexandre cargó el arma, algo que la alertó.
-Este no es tu lanzador, es curioso que a ambos nos guste esta arma. – Comentó divertido por la coincidencia.
Los ojos de Silke obtuvieron una expresión de miedo que el ruso ansiaba ver en ella desde que empezó a planear todo para llegar hasta ese momento.
-¡Escuchaste! – Gritó en dirección al contenedor. – ¡Si no apareces la mataré! – Determinó.
Silke solo cerró los ojos, deseaba con todas sus fuerzas que Gekiryu escuchara sus pensamientos y no saliera por nada del mundo. Ahora estaba por su cuenta.
-¡Oye! – Exclamó una voz al otro lado de la sala.
Silke se sorprendió al escuchar a una tercera persona la cual no podía identificar debido a que Alexander le tapaba, sin embargo el ruso se acomodó mejor para usar a Silke como una rehén doble con Kai.
Al reconocerlo, Silke sintió un gran alivio y se olvidó de toda dolencia momentáneamente.
-¿Kai? ¡Vaya! ¡Ciertamente esto no lo esperaba! Pero te conozco mejor que nadie en estas situaciones, jamás serías de esos que salvan altruistamente a otros… jamás, aunque te lo supliquen… así que Silke, no deberías esperar nada de él. – Comentó maliciosamente Alexander.
A Silke poco le importaba lo que su captor le dijera, no podía ocultar la alegría al ver a Kai en esas circunstancias.
El bicolor se detuvo detrás de la línea de Beyblades que continuaban girando protegiendo a Alexander.
-No puedes ganar Kai, este ha sido mi mejor plan y ni tú ni nadie lo puede frustrar. – Aseguró prestándole la atención necesaria al recién llegado.
-No me digas. – Respondió Kai con cara de pocos amigos. – ¿En realidad crees que tú conseguiste todo esto? Crear una explosión en un pequeño café es lo más patético que alguien entrenado en la Abadía podría hacer, dejé que te llevaras a Silke en esa ambulancia esperando encontrar algo más interesante aquí, y tras toda tu aburrida charla ahora me doy cuenta que fue una pérdida de mi tiempo, sólo querías el dinero de mi familia, que banal. – Comentó tranquilamente.
Silke entornó sus ojos suspicaces. Era incapaz de tragar saliva, sentía dolor en su pecho a causa de una descarada traición, revelada como si nada.
-¡Qué te dije! – Exclamó Alexander antes de susurrar más punzantes palabras a Silke. – Él es así con todos, pero esta vez creo que te lo mereces, tal vez no lo has notado pero Kai es muy competitivo, que se sitúe entre la espada y la pared a causa de una mujer en medio de un negocio le puede molestar a cualquiera. ¿No es así Kai? – Concluyó para regresar a lo suyo. – Como sea, tu dinero ya no es algo que me interese, tengo una riqueza invaluable, algo que ni VioBolt pudo conseguir y no hay nada que puedas hacer para detenerme. -
-En realidad no me importa nada que tenga que ver contigo, por mí puedes hacer lo que quieras con esa odiosa mujer. – Determinó mostrándole poca importancia mientras se acercaba un poco hacia ellos tentando al ruso a disparar.
La castaña sintió un vuelco en el corazón al conocer las verdaderas intenciones del ruso, y todo empeoró conforme el seguía hablando.
-Sin embargo, aunque no me guste tengo que hablar con ella una última vez. – Espetó con una diabólica sonrisa y sus pupilas finalmente se dirigieron a una acabada Silke. – ¿Ahora entiendes por qué nunca debiste meterte conmigo? – Silke no podía creer que él pareciera disfrutar de ella en ese estado. – Sólo necesito que me arrojes la pulsera que llevas. –
Silke sintió un escalofrío recorrer toda su espalda bajo el desagradable agarre de Alexandre.
Bryan llegó hasta donde el lobo observaba con sus heladas pupilas. El dueño de Falborg no dijo nada, entendía que Tala analizaba cuidadosamente la situación calculando el siguiente movimiento.
Tala estaba seguro de ser la persona que podía interpretar de la mejor forma el comportamiento de Kai, era un hombre complicado, con pensamientos silenciosos, pero no era el tipo de persona que haría las atrocidades que Boris o Voltaire hacían sin remordimiento alguno. No obstante, arriesgar a Silke de esa forma con alguien inestable parecía no ocultar ningún interés por el bienestar de ella; realmente no le importaba.
-Bryan. – Habló Tala sin quitar su vista de la ventana.
-Sí. – Respondió su camarada atento al plan de su líder.
-¿Viste a Ian? –
-Está en la sala de control, liberará a Gekiryu en cuanto pueda. –
-Bien, baja y acércate a Silke cuando tengamos la oportunidad, yo los cubriré desde aquí. –
Bryan asintió y giró para dirigirse hasta la planta baja, sin embargo Tala habló una vez más.
-Alexander es mío. –
Bryan no respondió, y continuó con la orden recibida.
Las cosas se mantenían tensas en el área de pruebas entre Silke y su captor, pero no en Kai.
-Preferiría que la lanzaras a tener que soportar la desagradable experiencia de quitarla de tu cadáver. –
Para la castaña todo era tan surrealista. Sabía que Kai no era un joven cariñoso pero desconocía que se tratase de un ser tan cruel, que desde ese momento la sentenciaba a muerte.
-¿Por… qué…? – Alcanzó a pronunciar la rehén olvidando por un momento el arma que la apuntaba.
-Será fácil editar el contrato y hacer creer a Robert que su difunta hermana dejó el tratado en otros términos. – Los ojos ámbar de Silke perdieron el brillo, dejó de respirar, parecía la fría estatua de un trágico ángel de piedra en un mausoleo. El bicolor se dirigió a Alexander. – Entrégame la pulsera y me iré de aquí. –
Alexander solo sonrió para sí mismo. Había conocido antes esa mirada en Kai, cuando decía que algo no le importaba no mentía en lo absoluto.
-Ya lo escuchaste… entrégale lo que pide y sigamos en lo nuestro. – Susurró a su oído.
Silke ya no sabía que era verdad o qué mentira, no podía pensar en nada, ni siquiera podía quitar los ojos de Kai.
El mitad japonés la admiró extrañado. – ¿Por qué me ves así?, sólo son negocios. – Dijo con naturalidad.
Tras esa fría expresión, Silke comprendió todo. Estaba sola, pero ese sentimiento no le producía más miedo, ahora solo sentía su sangre hervir, ira, descontento, y traición por encima de todo… Olvidándose momentáneamente del arma que la amenazaba, alzó con la diestra la manga izquierda de su vestido, ni siquiera se preocupó por retirar la pieza de joyería con cuidado, sólo la arrancó con todas sus fuerzas y la lanzó a los pies de Kai, de inmediato bajó la cara y dejó caer ambas palmas al piso, cerca de sus piernas, consiguiendo comprobar que aún tenía una última salida, al sentir algo duro dentro de la bolsa izquierda en su vestido; recordó que había guardado el táser que Kirill le había dado, así que tuvo las agallas suficientes para hacer un último intento para salvarse a sí misma.
Kai se agachó para recoger la pulsera rota, la guardó en uno de los bolsillos de su pantalón y planeaba retirarse cuando escuchó la voz quebrada de la chica.
-Por favor… sólo… sólo… - Se le alcanzó a escuchar con inseguridad debajo de su flequillo.
Alexander se divertía, parecía que había conseguido quebrarla.
-¿Qué dices…? No te escucho… - Preguntaba extasiado susurrando a su oído.
-Te daré todo… sólo… ¡No me lastimes! – Suplicó gimoteando.
Los hombros de la castaña subían y bajaban, se escuchaban gemidos destrozados y parecía que lloraba debajo de sus cabellos oscuros. Estaba dispuesta a entregar a Gekiryu y Alexander sabía que al fin sus torturas rendían frutos.
-No hay un bestia bit o mujer indomable… - Celebró prontamente Alexandre su victoria dirigiéndose a Kai quien observaba ligeramente curioso.
Silke sintió como el hijo de Boris alejaba el cañón de la pistola de su cabeza y sin meditarlo, movió su muñeca izquierda del piso hacia el rostro de su agresor detrás de su cabeza, consiguiendo asestarle un golpe eléctrico justo en el cuello.
Todo pasó muy rápido.
Alexander gritó desplomándose hacia un lado y Silke aprovechó los valiosos segundos, se levantó en dirección al panel de control, los cuatro blades se dispusieron a perseguirla con las bestias bit emergiendo tras la chica, pero velozmente Dranzer y Wolborg se interpusieron atrayendo su atención. Kai miró hacia arriba donde parte del muro del corredor superior había sido derribado por Tala cuando envió a su blade a la batalla.
Alexander se veía más colérico que antes tras el golpe que había conseguido aturdirlo momentáneamente, se alzó con agilidad corriendo detrás de la chica y se lanzó contra ella tomándola de las piernas justo unos centímetros antes de que ella pudiera presionar un gran botón rojo que funcionaba como apagado de emergencia.
Silke cayó duramente al suelo, golpeando su barbilla mientras Alexander la jalaba hacia él.
-¡La pagarás maldita perra!- Le amenazó girándola mientras ella desesperadamente trataba de alejarse de él, quien la sujetó de ambas manos contra el suelo.
En ese momento, Ian consiguió liberar el último candado, rompiendo así el confinamiento de Gekiryu.
Las puertas se abrieron y lentamente emergió la enorme cabeza de un dragón crestado. El aura que se sintió en la sala llamó la atención de las bestias bit que luchaban con el lobo alado y el fénix. El monstruo se deslizó hasta llegar a donde se encontraba Silke mirando a su atacante sin misericordia. Ante el temor, Alexander se levantó y se alejó de Silke, mientras Gekiryu inclinó un poco su cabeza hasta la chica, quien se sujetó de la base de uno de sus bigotes para poder ponerse de pie. Ahora las cosa habían cambiado, Gekiryu estaba entre Silke y Alexander.
Aprovechando el descuido, Kai y Tala terminaron por derrotar a las bestias bit con la combinación de sus mejores ataques destruyendo los beyblades por completo. La fuerte ventisca provocada por el Novae Rog y Blazing Gigs no distrajeron a Gekiryu de su objetivo.
Alexander levantó la pistola del piso, pero la enorme cabeza de Gekiryu cubría a su dueña, y se aproximaba al hombrecillo como un depredador hambriento.
El beyblade de Silke se posó frente a sus pies, mientras su ama miraba con descontento a su atacante, no sabía bien qué decisión tomar, no era una asesina, pero aquel chico no solo había querido hacerle daño a ella, sino a su más preciado amigo.
Kai permaneció en su posición cerca del túnel, atento a la desventurada situación a la que Alexander se enfrentaba completamente solo, ya había presenciado la fuerte conexión que Silke y Gekiryu poseían, así que se preguntaba si Silke daría la orden final a su bestia bit o perdonaría al ruso.
Por el pasillo, Bryan entró corriendo, pasando detrás de Kai en dirección a Silke. El bicolor no mostró reacción alguna.
-¡Silke! – Exclamó Bryan.
La chica miró a su compañero saltar ágilmente el cuerpo de Gekiryu para llegar hasta ella.
-¿¡Bryan!? – Se sorprendió alegremente la chica al descubrir que además de Tala, también Bryan se hallaba ahí.
-¿¡Estás bien!? – La cuestionó Bryan preocupado debido a un fresco moretón que lucía sobre el pómulo izquierdo.
-Ahora ya estoy bien. – Asintió con alegría a su compañero.
Alexander quedó acorralado por Gekiryu contra el muro contra el que inicialmente mantenía a Silke de espaldas. Las fauces de la bestia bit se abrían ligeramente mostrando sus colmillos cual espadas produciendo un gruñido amenazante.
-Ah… sí… no esperaba que sucediera así… - Repetía Alexander en medio de los gruñidos de Gekiryu.
Era inevitable apreciar como mostraba la misma mueca burlona de Boris, Kai pensó que tal vez ya había perdido el juicio. De tal palo tal astilla.
-Pero ya que sucedió… serás mío porque te liberaré… - Pronunció aquel que se encontraba en clara desventaja.
Alexander alzó la pistola y apuntó a la cabeza del dragón.
A Silke le resultó inesperado el comportamiento del joven, aún creía que podía vencer a Gekiryu con un arma de fuego.
Gekiryu rugió, decidido a atacar al chico cuando este movió la dirección de su brazo hacia Silke, Bryan se adelantó y empujó a su compañera cayendo ambos al suelo, cuando la bala acertó en el bit del Beyblade de Silke.
-¡Sal ahora Jörmundgander! – Gritó Alexander fuera de sí.
-¡No! – Exclamó Silke atemorizada desde el piso.
Gekiryu rugió en agonía creando una fuerte vibración en el edificio, todos los sistemas de la consola cercana a Silke se encendieron y comenzaron a prenderse y apagarse sobre saturados de energía, de igual forma, el túnel y el segundo piso donde se encontraba Tala se iluminaron de pronto; la bestia bit se alzó sobre su cuerpo hasta chocar con la cúpula del laboratorio, derrumbando parte de la estructura sobre los presentes quienes tuvieron que tomar refugio por separado. Su cola se movía peligrosamente en todas direcciones, y Alexander aprovechó para intentar huir cuando Tala saltó desde el segundo piso en medio del camino del castaño; el chico se exasperó al verse cara a cara con el líder de los Blitzkrieg Boys, intentó apuntarle pero Wolborg se dirigió hasta la mano del Alexander derribándole la pistola al piso.
Silke no creía lo que estaba pasando, Gekiryu se encontraba fuera de control y su blade giraba como loco en movimientos de zigzag por todo el lugar, obligando a sus compañeros a protegerse con sus propios blades.
-¡Gekiryu ya basta! – Gritó Silke intentando dominar nuevamente a su bestia bit, cuando el blade tomó rumbo hacia ella, que trató de atraparlo, sin embargo el movimiento de su blade no perdió velocidad e hizo un corte en la palma de su mano derecha.
La alemana de inmediato soltó el blade, que finalmente se quedó quieto sobre el piso cubierto de sangre.
Alexander sacó de su pantalón una daga, que no obtuvo ninguna reacción en Tala . El pelirrojo llamó a Wolborg de regreso y decidió arreglar el asunto con los puños.
Kai percibía como la bestia bit de Silke no obedecía, envió a Dranzer a impactarla, pero se asombró al descubrir como su fénix sólo atravesaba a Gekiryu como si el ave fuese un fantasma.
Gekiryu se había vuelto sólido.
Tala esperó a que Alexander lo atacara en medio de los escombros que caían y los rugidos desbocados de Gekiryu. El hijo de Boris se lanzó contra Tala arrojando una patada que el pelirrojo esquivó con facilidad, para intentar apuñalarlo, sin embargo su coordinación era incomparable con la agilidad de Tala, que sin esforzarse demasiado movió la dirección de la muñeca de su atacante con la mano derecha y con el codo izquierdo pudo propinar un fuerte golpe en la quijada del chico tirándolo al piso.
Alexander se enfureció, se levantó de un solo movimiento balanceando sus pies hacia el frente, y gritó mientras se enfrentaba a Tala nuevamente quien solo esquivaba la dirección de la daga sin perder territorio bajo sus pies.
A unos metros de Silke, Bryan decidió unirse a la batalla con Falborg, pero al igual que Kai, descubrió que sus ataques no surtían efecto alguno en Gekiryu que continuaba destruyendo todo lo que tocaba.
-¡Gekiryu! ¡Por favor detente! – Gritaba a su bestia bit que no reaccionaba al llamado de su dueña.
Silke había temido por ese momento toda su vida, no tenía las respuestas que por tantos años había estado buscando, sólo apretaba el puño de su mano lastimada en medio de la desesperación.
Alexander comenzaba a cansarse de sus inútiles embestidas contra Tala, perdió la paciencia y decidió sujetarlo para clavar la hoja de acero de diez centímetros en el cuerpo de su ex-compañero a como diera lugar.
Tala vio sus intenciones, así que finalmente le atacó arrebatándole con agilidad el arma apuntándola a su cuello. El causante de todo el alboroto se quedó sin alternativas.
-¿Vas a matarme Tala? – Preguntó sonriente, cuando el pelirrojo le proporcionó un fuerte rodillazo en el estómago, con suficiente potencia como para romperle una costilla.
Alexander cayó al piso sujetándose en la zona del golpe mientras perdía la conciencia.
-Aún es temprano para decidir qué haré contigo. – Sentenció Tala con uno de los dos problemas resueltos, en seguida posó sus ojos en Gekiryu.
Finalmente la cola de Gekiryu dejó de hacer estragos en la zona, todo su cuerpo se quedó quieto, era posible que al fin se hubiera tranquilizado, pero sólo rugió agudamente obligando a todos los presentes a taparse los oídos, fue entonces que Gekiryu se dirigió con fuerza y velocidad hacia el piso del laboratorio, impactando en él, lanzando ladrillos y escombros por el gran salón circular, dejando el techo derrumbado. Enormes tabicones circundaban el oscuro agujero por el que había desaparecido en el piso hacia los niveles inferiores de la vieja Abadía hacia donde una cortina de copos de nieve se dirigía.
El silencio reinó de pronto.
Silke se encontraba pasmada a un lado de la consola de mando, todo lo que había sucedido en tan solo algunos segundos, y ahora se encontraba entre las ruinas nevadas sin su bestia bit. No pudo pensar en otra cosa que alcanzar a Gekiryu por lo que rápidamente se puso de pie y decidió bajar por una zona del derrumbe que tenía escombros que ayudaban a llegar al piso que se encontraba inmediatamente debajo.
-¿¡A dónde crees que vas!? – Resonó la voz de Kai cuando el ruso la sujetó con fuerza jalándola hacia atrás de golpe. - ¡Explícame qué demonios fue todo eso! - Demandó saber Kai apretando la muñeca de la alemana.
Silke estaba devastada, no importaba otra cosa más que recuperar al Jörmundgander.
-¡Eso no te importa!- Respondió ella mirando al suelo furiosa.
-¡Si me importa!- Le gritó él. Aquello era de locos, una bestia bit cuyo cuerpo se había materializado iba en contra de todo lo que conocía.
-Mientes... si te importara no hubieras dejado que esto nos pasara... - Silke estaba derribada, no le dolían los golpes, sino la traición de Kai que le producía un fuerte nudo en la garganta. -No quiero... -mencionó con la cara al piso.- ¡Volver a verte nunca! - Exclamó con fuerza soltándose de su agarre de un tirón y de inmediato echó a correr deslizándose por agujero hacia el siguiente nivel que aún permanecía iluminado por las luces artificiales de sus pasillos.
Kai se sorprendió por la facilidad con la que ella se le había escapado, hasta que sintió húmeda la palma de su mano. En sus guantes negros no se notaba pero las yemas de sus dedos se hallaban teñidas de rojo. Silke sangraba, pero había firmado su sentencia infiltrándose a la Abadía por cuenta propia. Prefirió buscar respuestas en lo que había quedado de la computadora.
-¿No vas a ir tras ella? – Preguntó Tala, como esperando que Kai obviara la respuesta positiva.
-Si tanto te preocupa su seguridad puedes ir tú mismo a buscarla. – Respondió pesadamente.
En ese momento Tala sujetó a Kai por el hombro, el bicolor detestaba que lo tocaran de esa forma, así que giró para confrontar al pelirrojo cuando sólo recibió un fuerte golpe seco en su mejilla derecha que lo condujo hasta el suelo.
-¡Pero que…! – Se quejó furioso y algo aturdido, cuando Tala lo levantó de la bufanda hacia él.
-¡No! ¡Tú escucha! ¡Llegaste demasiado lejos! ¡Todo porque te ganó una vez, no puedes soportar que nadie sea mejor que tú! ¡Así que es tu responsabilidad arreglarlo! – Ordenó furioso soltándolo de nuevo.
-¡Tú no puedes ordenarme nada! – Exclamó reincorporándose haciéndole frente a Tala con la ira en sus ojos, estaba dispuesto a relevarlo del liderazgo con violencia para desquitarse de ese sucio ataque sorpresivo.
-Eres tan orgulloso y soberbio… - Pausó suspirando calmando su coraje. - Pero te daré una oportunidad, si no vuelves con Silke nos retiramos del torneo. – Sentenció dándose la vuelta hacia el recién llegado Ian y Bryan quien cargaba a Alexander sobre su hombro.
-¡No puedes hacer eso! – Alegó Kai desde su posición, le parecía inaudito que Tala le jugara de esa forma.
-Pruébame. – Respondió lanzando una última mirada congelante.
Ian y Bryan estaban tan molestos como Tala, esperaron a su líder y salieron por el túnel sin darle más opciones a Kai. Abandonar el torneo para darle una lección era algo que estaban dispuestos a hacer.
Kai gruñó sin paciencia alguna. Una vez más ella lo arruinaba todo y había puesto a su propio equipo en su contra, se arrepentía de haber aceptado el trato de su abuelo, de habérselo propuesto a Robert y ahora tenía que dedicarse a buscar una detestable aguja en un pajar.
Silke corría por los pasillos iluminados que se cruzaban en su camino, ya había descendido por tres escaleras pero solo continuaba topándose al centro con el agujero cavado por Gekiryu que parecía no tener fin.
El sudor cubría sus mejillas y su corazón palpitaba aceleradamente. Tuvo que detenerse momentáneamente para respirar, sin embargo inhalar una gran cantidad de aire le lastimaba. Puso su palma derecha sobre su torso manchando su ropa, la patada que Alexander le había propinado dolía cada vez que intentaba respirar profundamente, pero debía olvidarse del dolor y encontrar a Gekiryu cuanto antes.
Tras el breve descanso retomó su camino dejando una marca de sangre en el muro, hasta llegar a una intersección donde había cuatro caminos. Sus hombros subían y bajaban, tenía poco tiempo, debía elegir uno lo antes posible cuando la iluminación comenzó a parpadear. De pronto sintió como si el aire se volviera más pesado, y se pegó contra el muro esperando a que esa sensación se fuera. La luz dejó de tintinear, así que eligió el camino más próximo a ella, siendo el primero de la derecha.
Todo el sitio se veía igual, no podía decir que hubiera algo distintivo además de las escaleras, sólo pasillos que conducían a más caminos iguales.
-¡Gekiryu! – Gritaba con fuerza, pero no recibía respuesta alguna. Sólo el sonido de sus tacones resonaba en los pasillos.
Empezaba a sentirse frustrada, cuando llegó a una esquina donde consiguió ver una puerta metálica. Se acercó esperando encontrar escaleras, ya que no había ninguna clase de anuncio sobre el marco. Tomó la helada manija y haló hacia abajo, escuchando como crujía y empujó.
Adentro todas las luces estaban encendidas, se echó hacia atrás con una expresión de sorpresa y terror. Retiró su vista y corrió hacia la esquina donde había elegido ese camino. Se apoyó del muro sintiendo unas fuertes ganas de vomitar tras los experimentos que había observado ahí dentro.
No estaba muy segura ni quería pensar más en ello, pero en grandes peceras había visto cuerpos amorfos de animales flotando dentro de agua amarillenta, chupados como si fueran momias llenos de tubos que los atravesaban.
Aquella visión había resultado repulsiva, macabra y cruel. No quería seguir en ese edificio y encontrar cosas peores, pero debía ser valiente, por Gekiryu.
Inhaló y cerró los ojos suplicando que su mente ignorara lo recién visto.
-Tranquila… estas bien… no te detengas… - Se decía a sí misma queriendo reconfortarse.
El síntoma desapareció, y fue hacia el lado contrario del pasillo donde vio más escaleras, así que bajó por esa zona, sin embargo esa conexión de niveles tenía más pedestales que las otras que había recorrido, calculaba que había bajado más de un nivel, hasta que halló el siguiente piso firme.
No sabía si sentirse afortunada o desafortunada por hallar un pasillo con celdas a ambos lados.
Empezó a caminar lentamente, temerosa por lo que hubiera dentro de aquellas celdas. Pronto descubrió para su alivio que se encontraban vacías, hasta que vio algo detrás de unos barrotes cerca del pasillo. Se puso en cuclillas y alcanzó con su mano izquierda un objeto frío pero acojinado. Cuando lo alzó a la luz, distinguió un sucio y roto oso de peluche. Lo sacudió un poco y sintió melancolía al notar que le faltaba uno de sus dos ojos de botón. Se dio cuenta que aquello que sus compañeros habían comentado respecto a la Abadía de San Petersburgo y la forma en que Boris pretendía meter a jóvenes a aquellas celdas heladas en el subterráneo era cierto sin importar lo descabellado e inhumano que sonara.
Una de las luces cercanas a las escaleras se apagó de pronto y la sección siguiente se apagó también segundos después. Silke buscó en su vestido su teléfono para no quedarse a oscuras, pero se había quedado sin pila, desesperanzada dejó caer el muñeco de felpa y su corazón empezó a latir acompañado de sudor frío en su frente. No lo pensó y corrió hacia el final del pasillo de las celdas, donde había otra puerta de acero. Silke llegó hasta ella pero la manija no se movía como si estuviera pegada. Empezó a sentir la necesidad de abandonar ese corredor a toda costa conforme la oscuridad iba devorando la zona.
-¡Ábrete! – Suplicó empujándola con toda su fuerza.
Sus dos manos trataban de mover hacia arriba o abajo la agarradera que permanecía horizontal. Sin otra opción, Silke se hizo medio paso hacia atrás y pateó con el talón la manija hacia abajo logrando moverla. Finalmente la pudo mover con sus manos y empujó hacia afuera, llegando a un nuevo corredor transversal, cerrándola de inmediato.
Respiraba agitadamente recargando su peso en la puerta, sus ojos no parpadeaban y sentía mucho frío recorrer su espalda.
No tuvo tiempo de reponerse cuando escuchó un ruido mecánico a su derecha, giró su cansada vista y se impactó al ver en los muros y el techo decenas de brazos mecánicos como los que lanzaban beyblades a Gekiryu en el desesperado intento de su captor por apoderarse de su bestia bit.
Quedó petrificada al confirmar que apuntaban hacia ella.
Todos los brazos mecánicos dispararon beyblades al mismo tiempo en su dirección, Silke ya no podía pensar en nada para salvarse, aguardó el final.
Inesperadamente una flecha brillante pasó por encima de Silke, liberando una poderosa llamarada que incineró todos los blades y los brazos mecánicos en cuestión de segundos. Silke tuvo que cubrirse con las manos a causa del calor que emanaba del lado derecho del corredor. El fuego se extinguió dejando la roca de los muros, el techo y el piso ardiente y ennegrecido.
Cuando pudo abrir los ojos, Silke reconoció con sorpresa a Dranzer girando al frente, y volteó al lado contrario para distinguir a Kai de mal humor.
Ella también se molestó y le miró con recelo.
-¿A qué has venido? – Preguntó sacudiéndose el vestido a causa del hollín que había volado hasta su posición.
-Déjate de estupideces, no sabes dónde estás y por si no te diste cuenta acabo de salvarte, ahora vámonos. – Declaró recogiendo su beyblade.
Silke no estaba de humor para discutir con la última persona que deseaba ver, aún así se encontraba dispuesta a responder la forma tan grosera en que él se dirigía a su persona.
-Tala te envió. – Concluyó con astucia. Era muy claro el poco interés que había en Kai respecto a ella. – Seguro te amenazó de alguna forma, así que arréglatelas tú sólo y déjame en paz. – Exclamó con el ceño fruncido.
-Desafortunadamente gozas de mayor inteligencia que el promedio, pero estás sola, sin tu bestia bit, y ya me has causado suficientes problemas, te llevaré conmigo por las buenas o por las malas. – Determinó aproximándose a ella.
Silke negó con la cabeza suspirando ante lo ciega que había sido.
-No quise creerlo, cuando vi ese video, estaba segura que eras una mejor persona que lo que todos opinaban de ti, y ese fue mi error, pero no cometeré más. Si quieres acaba conmigo aquí mismo, tienes el contrato, te saldrás con la tuya, pero no me iré sin Gekiryu. – Argumentó con una mirada llena de determinación.
A Kai le repudiaba que ella siempre se le opusiera, estaba en desventaja y de cualquier forma lo retaba.
-Muy bien. – Dijo Kai con formalidad.
A continuación cargó a Dranzer y lo apuntó al pecho de ella. Silke inhaló casi segura de que aquel sería su último respiro, pero se aseguraría de que Kai no olvidara su cara.
En ese momento, se escuchó un fuerte rugido que se transmitía a través de las piedras, generando un eco que hizo temblar el edificio llamando la atención de ambos que inconscientemente trataban de identificar de dónde provenía el ruido.
Kai distinguió como el techo quemado a espaldas de Silke se resquebrajaba significando un posible derrumbe, sólo tenía que correr hacia el lado contrario y la chica quedaría debajo de los escombros. Mostró una mueca desagradable y jaló a Silke del brazo con fuerza aventándola un par de metros hacia el lado contrario mientras él mismo saltaba lejos de su posición original, cuando el techo se vino abajo a causa de la estructura debilitada por el fuego de Dranzer. El circuito eléctrico falló inmediatamente, dejando sólo una pequeña luz roja de emergencia que parpadeaba cada diez segundos iluminando escasamente el pasillo que había soportado el violento movimiento.
El estruendoso ruido de rocas cayendo fue todo lo que se escuchó, bloqueando la puerta a las celdas de donde había salido la alemana. Sólo había un camino y era por donde Kai llegó, aunque en vista de las circunstancias, tal vez podrían hacer las enemistades a un lado y hablar acerca de lo sucedido con Gekiryu.
-Te salvé la vida dos veces, tal vez quieras agradecerlo diciéndome todo a cerca de Gekiryu. – Se refirió Kai de brazos cruzados a su compañera a quien le daba la espalda con gran seriedad. Todo comenzaba a ponerse muy extraño en torno a esa bestia bit.
Sin embargo escuchó un pequeño grito ahogado por parte de Silke y el sonido de su cuerpo caer de golpe contra el suelo. Esto último lo hizo girarse para verla de rodillas en el piso mientras respiraba agitadamente.
-Y ahora qué. – Interrogó harto.
Silke jadeaba con dificultad, como si el oxígeno no alcanzara a llegar correctamente a sus pulmones. Kai frunció el ceño, parecía que se iba a desmayar y no pensaba cargarla hasta la salida, por lo que dio un paso hacia ella para hacerla entrar en razón.
-¡No! ¡No te acerques…! – Le gritó fuera de sí protegiéndose con las manos los costados de su rostro.
Kai se extrañó por su comportamiento, ninguno de los dos se respetaba, pero hacía unos segundos ella lo enfrentaba sin importarle las consecuencias. Al mirarla detenidamente entre la escasa luz que aparecía cada tantos segundos, logró ver como su cuerpo temblaba y su mirada yacía cristalina a causa de lágrimas que luchaban por salir llenas de pánico.
-¿Qué te sucede? – Preguntó nuevamente poniéndose a su nivel, la mirada aterrada de Silke combinada con la gran mancha de sangre en su mejilla derecha producida por su palma lo inquietaron.
-¡Por favor! ¡Ya no…! ¡No lo soporto más…! - Lloriqueó afligida e histérica.
Kai no entendía ninguna de esas palabras en medio de una fea y agitada respiración que parecía anunciar un desvanecimiento. La condición de Silke se notaba extrema, y Kai comenzó a desesperar al no saber de qué se trataba.
El beyluchador la sujetó del brazo derecho para levantarla del suelo y hacerla reaccionar, sin embargo ella hacía todo lo posible por liberarse de su agarre, era como si no lo conociera. Harto de ese absurdo comportamiento Kai tomó a Silke del rostro con ambas manos a pesar de que ella gritaba y suplicaba por que la soltase.
-¡No! ¡Déjame! – Vociferaba como si hiciera una rabieta infantil.
-Silke. – La llamó por su nombre sin recibir más que llanto a cambio, por lo que tuvo que hablarle con mayor rudeza. - ¡SILKE! – Le gritó la segunda vez agitando su rostro haciéndola reaccionar para que dirigiera su total atención a sus ojos violetas.
La mirada de Silke se enfocó en la suya, evitando prestar atención a lo que le rodeaba, por fin desistió, era como si hubiera despertado de una pesadilla. Dos caminitos atravesaban su rostro sucio de sangre y tierra. Extraordinariamente no había derramado una lágrima cuando Alexander la había golpeado y ahora lloraba fuera de sí.
Se tomó unos instantes para reconocerlo.
-Kai… – Pronunció su nombre con un hilo de voz y un segundo después se lanzó contra él llorando mientras se abrazaba con fuerza de su torso.
Los sollozos de la chica eran diferentes, como si tratara de calmarse a sí misma, pero esa inesperada respuesta dejaba al ruso sin saber cómo actuar.
Él no consideraba el contacto físico con ninguna persona, mucho menos con la chica que lo había vencido en un juego de Beyblade. Desde aquella vez se había propuesto verla en total agonía, derrotada, humillada, y disfrutar de ello.
En ese momento se dio cuenta, sintiéndose como un patán al ver su deseo hecho realidad. Silke sollozaba en silencio abrazándose de su torso mientras recargaba su mejilla ensangrentada en la bufanda de Kai.
-¡No quiero estar sola en medio de esta oscuridad! – Alcanzó a decir suplicante.
Kai distinguió su silueta entre las sombras, parecía una niña pequeña asustada por los invisibles monstruos de la Abadía, monstruos que habían perseguido por años a todo su equipo.
-Oye… mírame. – Le pidió Kai susurrando intentando controlar la situación.
Silke alzó su rostro levemente.
-Sé que quieres recuperar a Gekiryu, pero ahora no estás en condiciones de seguir… –
-¡No me dejes! ¡Por favor! – Imploró sujetándose de él con mayor fuerza.
-Si puedes volver a confiar en mí, yo te prometo que te sacaré de este lugar, pero necesito que me ayudes. – Dijo con paciencia cada palabra, haciéndola racionalizar lo que le pedía mientras se liberaba de su agarre.
Silke sintió como se le escapaba de las manos y lo apretó con mayor fuerza de la ropa.
Kai suspiró. Tomó ambas manos de Silke con las suyas, estaban heladas y temblorosas. Su compañera comenzó a desesperar con este hecho.
-No te dejaré, pero no puedo caminar si te sujetas así de mí. – Le hizo comprender con una voz tranquila, empleando el mismo tono que usaba cuando le hablaba a los animales asustados.
El estado de alerta de Silke disminuyó sólo un poco, pero no se encontraba del todo convencida, pensaba que si no se aferraba con fuerza, podría perder su único salva vidas en medio de ese infinito y oscuro mar.
Kai se acomodó a su lado y con su diestra tomó la mano izquierda de Silke, la cual no tenía aquel profundo corte ocasionado por el blade.
-Este lugar es peligroso, no te separes e intenta pisar sólo detrás de mí. – Estableció antes de empezar a caminar hacia el oscuro pasillo.
Silke no dijo nada, cuando empezaron la caminata, no pudo evitar sujetar el brazo de Kai con su mano derecha también a pesar del ardor que sentía en la palma. Su compañero supo que no había más remedio, así que siguió avanzando con ella de ese modo.
En medio del pasillo, cada diez metros se ubicaba otro foco de emergencia, por lo que prefería no sacar a Dranzer a menos que lo ameritara una trampa.
Avanzaron por algunos minutos lentamente, debido a que Kai había arribado por medio de los pasillos con más trampas, los cuales eran más directos a los sótanos y celdas, por lo mismo, a Boris le divertía ver a los reclutas más débiles intentar escapar hacia dolorosas trampas que seguramente los dejarían con heridas físicas y mentales, enseñándoles quien mandaba.
Llegaron hasta un vacío de escaleras, las cuales también se habían derrumbado a causa del rugido de Gekiryu, si volvían atrás buscando otro camino solo demorarían más en salir. Kai sacó a Dranzer, sin soltar a Silke lo cargó en el lanzador y disparó con la zurda haciendo que iluminara levemente el pasillo oscuro con su bit. Silke no reaccionó ante la luz, el daño ya estaba ocasionado. Kai miró arriba y halló una escotilla camuflada en el techo a una altura de dos metros, la cual abrió con un golpe de Dranzer. Su blade quedó iluminando el pasillo superior, pero era necesario que él se asomara para verificar que no hubiera trampas. Silke intuyó esto así que apretó la mano de Kai con fuerza.
El Hiwatari se volteó hacia ella.
-Tengo que subir, luego te subiré a ti. –
Silke negaba con la cabeza, y comenzaba a alterarse nuevamente.
Kai le sujetó ambas manos entre las suyas.
-Te prometí que te sacaría. – Le recordó.
-¡No veo nada aquí abajo! – Exclamó perdiendo la esperanza.
-Lo sé, pero aquí estás segura. – Aseguró Kai. – Debo verificar que podemos subir por el siguiente pasillo. -
-¡Kai…! – Se negaba Silke a soltarlo.
-Confía. – Le dijo transmitiendo seguridad en sus palabras.
Silke tragó pesadamente y asintió liberando la mano del bicolor; Kai subió de un ágil salto al siguiente nivel dejándola completamente sola. Silke empezó a jugar nerviosamente con sus manos, no quería apartar la vista de la salida sobre su cabeza, pero la oscuridad que la rodeaba la agobiaba, sentía que algo aterrador surgiría de ella en esos segundos que se sentían como horas.
En eso Kai se asomó desconectándola del terror que comenzaba a generarse en ella quien reaccionó atenta para salir de ahí. Kai Estiró su mano izquierda para que la chica se sujetara. Silke saltó un par de veces pero no lograba tomarlo más allá de la palma de la mano.
-¡Vamos! Tú puedes. – Animó Kai esperando a que ella saltara lo suficiente para poder sujetarla del antebrazo.
Le resultaba difícil, no estaba acostumbrada a ese tipo de ejercicio, pero las palabras de Kai le dieron la motivación necesaria, así que saltó con mayor determinación consiguiendo que las palmas de ambos se aferraran al antebrazo del contrario.
Kai la subió con cuidado y la jaló del cinturón para ayudarla a llegar arriba. De inmediato Silke se aferró a él nuevamente de la mano. Ella no le prestaba atención, sólo quería salir de ese sitio cuanto antes.
En la camioneta, Tala aguardaba paciente recargado contra el vehículo mientras admiraba una de las cúpulas principales de la Abadía totalmente destrozada como el cascarón de un huevo. Ya habían transcurrido casi dos horas desde que Gekiryu había tomado una forma tangible. Era lo más extraño que había visto, seguro Boris vendería su alma a cambio de conseguir una bestia bit imparable que no fuera más un espíritu sagrado.
-¿Encontraste algo Ian? – Demandó saber el líder con la mirada expectante en la abadía.
El más joven yacía sentado dentro de la camioneta en el último asiento vigilando a un inconsciente Alexander, mientras hojeaba el libro recuperado por Bryan.
-Nada por ahora, la última fecha de este diario escrita por Boris es de un día antes de la final hace cuatro años… La verdad es curioso, no sé por qué Alexander lo usaba para su experimento, pero ¿recuerdas lo bien resguardado que Boris lo tenía? Creo que hasta iba al sanitario con él. – Se burló Ian intentando relajar la situación. Estaba preocupado por su compañera, pero a juzgar por el tiempo transcurrido, parecía que Kai había elegido la gran final frente a Tyson después de todo.
-Sigue buscando. – Pidió Tala mientras veía a Bryan volver del patio de la abadía.
Bryan llevaba en su diestra un arma que mostró a Tala de inmediato.
-Es el lanzador de Silke, estaba en la ambulancia. – Informó de su hallazgo.
-Bien, quédate con él, yo resguardaré el arma real. – Correspondió sin prestar más atención.
-Oye Tala, todo esto… no era lo que esperaba, pensé que sería como aquel bar en Nápoles. – Objetó Bryan con las mismas dudas que tenían sus camaradas.
-¿Que Kirill estaría esperándonos con el antifaz de Boris para asustarnos? – Se mofó Ian.
-Este escenario no está clasificado aún, por lo tanto no puede salir de nuestro círculo. – Estipuló Tala.
-Pero y que hay de la Princesa y el viejo del hotel. – Preguntó Ian.
-El anciano trabaja para Voltaire no podemos esperar comprar su silencio por mucho tiempo… - Aseguró Bryan.
-No vamos a matar a nadie. – Determinó imponiendo las reglas del plan frustrando las ideas de Bryan. – Es posible que Silke vuelva a nosotros con Gekiryu en sus manos y no haya mayores inconvenientes, sin embargo de no ser así, tendremos que interrogar a nuestra compañera o al causante de todo, buscaremos refugio hasta resolver cualquiera que sea el problema. Por otro lado, creo que la princesa ahora pertenece al círculo. – Dijo lo último con algo de duda, no conocía a la rubia, pero Silke aseguraba que era de fiar, aunque parecía un arma de doble filo, pues ella hacía sus propios planes.
-Por cierto… - Intervino Ian bajando de la camioneta. - Me quedé en el cuarto de control hasta el momento en que la energía incrementó justo después de que Alexander le disparara al bit de Gekiryu, había mucho ruido e interferencia, pero jugaría que escuché al inútil llamarle "Jörmundgander" a la bestia bit de Silke. – Dejó abierto el tema a discusión.
-También lo escuché. – Respaldó Bryan quien estaba a menor distancia del hijo de Boris en aquellos momentos.
Tala permaneció pensativo, sólo eran cuentos y leyendas, por el bien del mundo esperaba que hubiera una explicación más sencilla.
Luego de atravesar diversos pasillos, salones y escaleras, Kai condujo a Silke hasta una bodega de servicio, donde se encontraba una escalera marina que conectaba con la planta baja del complejo. Nuevamente tuvo que soltarla por algunos segundos mientras abría manualmente la pesada puerta, la cual del otro lado recibía luz natural.
Silke sintió un gran alivio al saber que por fin habían llegado a la superficie, aunque su corazón estaba partido a causa de haber tenido que abandonar a Gekiryu.
Kai subió primero y le ofreció la mano para que llegara lo antes posible a la cocina de la Abadía. Un amplio salón con mesas de trabajo, electrodomésticos y bancos de acero inoxidable con un tragaluz en medio del techo que revelaba que la ventisca ya había terminado.
Solo restaba cruzar el comedor y saldrían de ese despreciable lugar.
Sutilmente Kai percibió cierto aroma circundando la cocina, pero no había comida a la vista, y tras cuatro años, sería imposible encontrar elementos en descomposición. No dijo nada y se aproximó a la puerta sin seguro, a penas la abrió un poco y el hedor los alcanzó.
Ambos empezaron a toser ante el putrefacto aroma.
Kai se detuvo al contemplar la carnicería que Alexander había dejado en medio del comedor, todos esos animales le eran familiares, había destruido sus blades con ayuda de Tala, pero no solo representaban un acto desesperado por conseguir secuaces para su plan, era algo brutal. Además la temperatura había dejado de bajar a causa de la humedad que los había recibido al llegar horas antes, por lo que la descomposición se había acelerado, esto se podía corroborar por el lago de sangre grumosa que se extendía bajo el pedestal en que se encontraban.
La mano de Silke perdió fuerza, y la Jürgens se desplomó sobre sus rodillas completamente paralizada.
Kai la observó detenidamente, su mente se encontraba al límite con la escena que tenía al frente.
-Déjame… - Le suplicó cabizbaja. Estaba exhausta ya no le importaba nada, solo quería terminar con todo.
-Levántate. – Exigió él.
-Están muertos... eran esas bestias bit… ¡ya no puedo más con esto! – Respondió sometida al reconocer la silueta de la morsa con la poca luz que aún se filtraba bajo un cielo grisáceo.
Kai entendía en esencia lo que perturbaba a Silke, pero estaban a unos pocos metros de dejar el lugar, si permanecían más ahí era probable que ella perdiera la razón.
Kai la soltó y ella no reclamó más, estaba casi ida, así que el bicolor se colocó la bufanda sobre su nariz y se dispuso en cuclillas frente a ella dándole la espalda, algo que llamó la atención de la chica al dejar de ver los cadáveres al frente.
-Sube.- Le indicó, preparándose para llevarla sobre su espalda.
Silke no creía lo que Kai le estaba ofreciendo, se quedó estática sin reaccionar.
-Tienes que sobrevivir hoy para poder recuperar a Gekiryu, es lo que más te importa ¿no es así? – Dijo tranquilamente.
Silke reaccionó ante sus palabras, tenía que ser fuerte y volver por Gekiryu, asintió y se sujetó por encima de los hombros de Kai quien se levantó al momento tomando por debajo las rodillas de ella asegurando el balance entre ambos.
-Cierra los ojos. – Pidió él con calma.
Silke obedeció al instante, no quería saber nada más.
Kai bajó el escalón que los mantenía secos y manchó la suela de su calzado, la sangre se encontraba muy espesa y coagulada en algunas partes, sin mencionar que el aroma de los cadáveres se intensificaba mientras se desplazaba entre ellos.
Tras cada paso que los acercaba a la salida, podía sentir la débil respiración de Silke sobre su cuello, se encontraba atento a la fuerza con la que lo sujetaba por si llegaba a desmayarse. Había muchas preguntas que necesitaba hacerle y estaba seguro que no sería la última vez que pisarían la Abadía.
Silke se sentía adormilada, la colonia que usaba Kai la embriagaba superando el hedor que la aterrorizaba, se sentía segura, pensaba que sólo Gekiryu podía producirle ese sentimiento.
Finalmente sintió una luz fría sobre sus párpados y el viento helado y fresco que soplaba al exterior del edificio, de inmediato aflojó su agarre de Kai, se atrevió a abrir los ojos para ver el maravilloso espacio abierto.
Kai notó esto, primero pensó en bajarla, pero se dio cuenta que ahí dentro, ella había tenido varios ataques de pánico, seguramente estaba sin energía, así que decidió llevarla cargando hasta donde se encontraba el resto de los Blitzkrieg Boys, dejando un camino de huellas rojas tras ellos. El bicolor alzó la vista y como era de esperarse, el vehículo se encontraba estacionado justo frente a la reja principal que rodeaba BioVolt.
El sol que lucía como una perla amarillenta estaba perdiendo altura cuando el equipo se reunió nuevamente.
Frente a la camioneta, Tala era el único que permanecía abajo aguardando por ellos.
Al estar frente a su líder, Kai dobló un poco las rodillas para que Silke pudiera bajar.
La castaña miraba al piso, se encontraba muy apenada, no quería que nadie la viera en esa miseria. Su ropa arrugada y manchada, su rostro sucio y su cabello despeinado con heridas en diversas partes del cuerpo.
Tala dio un paso hacia ella. Con su mano derecha tomó la barbilla de Silke y alzó su rostro en su dirección. La alemana no tenía la valentía para devolverle la mirada.
El capitán verificó que la sangre seca no provenía de su rostro, sí que examinó el hematoma ligeramente inflamado sobre el pómulo izquierdo de Silke. Tala había padecido un sin número de golpes a lo largo de su entrenamiento en la Abadía, por lo que determinó que los huesos o el glóbulo ocular de la chica no se hallaban lastimados. La soltó y volvió a poner sus manos tras su espalda.
-Sube al auto. – Ordenó sin mostrar calidez en su tono de voz.
Silke hizo lo que le ordenaron cabizbaja y se sentó a un lado de Bryan evitando mirarlo. Se sentía tan apenada que solo deseaba desaparecer.
Tala cerró la puerta trasera de la camioneta de huéspedes y se dirigió a Kai quien no paraba de observarlo.
-No te quiero volver a ver cerca de ella, sólo le haces daño. – Expresó con un tono intimidante.
-Extraordinario… nunca te vi defenderla así de Kirill. – Reprochó Kai volviendo a ser tan altanero como era su costumbre.
-Con Kirill estaba a salvo. – Concluyó el pelirrojo, sacó las llaves de su bolsillo y se dirigió a la puerta del chofer.
Kai no pudo decir nada más, se aproximó a la puerta del copiloto y subió también.
En la camioneta el ambiente se encontraba tenso y silencioso a pesar de haber rescatado a Silke y capturado al agresor. Silke se mantenía callada y decaída mientras lágrimas rodaban de vez en cuando por sus mejillas. Su condición se notaba mala, ya que la chica se encontraba lastimada físicamente, pero Kai sabía que su mente había tenido un golpe más duro.
Cada uno de los rusos fue testigo de una cosa, Silke era una chica común y corriente como las demás, sus fortalezas y serenidad habían conseguido confundirlos, haciendo que la vieran como un soldado más, sin que hubiera buscado nada de lo ocurrido; dejar que por un descuido Alexander abusara de ella los hacía cómplices de su dolor.
Pasaron cuarenta minutos en incómodo silencio, para cuando arribaron al hotel, la noche con una resplandeciente luna llena había caído.
Marie-Angelique aguardaba desde la ventana ansiosa apretando sus dedos. Se sentía muy preocupada por su amiga y Spencer solo la observaba, incluso él se encontraba intranquilo al no haber podido ir, pero debía cuidar a la princesa. De pronto la rubia vio la camioneta llegar y abrió mucho los ojos al ver a Tala bajar del lado del conductor. De inmediato echó a correr sin que Spencer se atreviera a detenerla.
Afuera la temperatura se encontraba quince grados bajo cero, pero la princesa acostumbrada a un clima cálido no sentía frío en lo absoluto, solo se encontraba enfocada en llegar hasta ella. Ambas se encontraron cuando Silke bajó del vehículo, entonces la rubia lo vio en sus ojos.
-Gekiryu… - Sollozó Silke al mirarla a los ojos y de inmediato se abrazó a su amiga para continuar llorando desconsolada.
La princesa la abrazó con fuerza, dirigió una mirada enfurecida a Kai y Tala, pero sorprendentemente no dijo nada, solo se dirigió con cariño hacia Silke.
-Vamos adentro, aquí hace mucho frío. – Le dijo dulcemente abrazándola mientras la guiaba al hotel de nuevo.
