Muy buen día, espero que hayan tenido un excelente día de San Valentín lleno de promociones 2x1, restaurantes a reventar y todo con un módico incremento al precio normal ^^U, pero quitando lo material, que la hayan pasado genial con sus familias, amigos y posibles amores, amores y shippeos.
Bueno pues un capítulo más, el más largo hasta ahora, por eso la demora, pero creo que valió la pena la espera. Nos acercamos más a la verdad. Espero que lo disfruten y que les haya resuelto dudas y sobretodo que volvamos a amar a Kai… TT/TT
Respondiendo a sus reviews :D
Vi
¡Hola Vi! ¡Muchas gracias por tu veredicto! Concuerdo contigo, el capítulo tuvo muchas subidas y bajadas de intensidad, creo que era algo que quería lograr aquí, dejando salir un poco más la personalidad de los miembros de la abadía que por cuestiones de tiempo en la serie no se revela como todos quisiéramos, pero… para eso están los fics :D Me gusta poder transmitir como es el ambiente en cada uno de los espacios, que se ve, a que huele, que sonidos hay, que percibe el personaje y una y otra vez veo partes de la serie para no errar en la clase de cosas que dirían o harían los personajes.
El golpe de Tala a Kai… había recibido desde el inicio del fic diversos comentarios respecto a que Tala le daba mucho chance a Kai, y sí, cómo no se lo va a dar si es dueño indirecto del equipo, pero hay límites para todo, y fue el mejor momento para que Tala se lo diera aunque también pienso que Kai lo hubiera matado ahí mismo
Respecto a Silke… vaya, es lamentable pero en la guerra y el amor todo se vale, sin importar el status social y bueno, creo que Alexander tramó el plan adecuadamente para poder tener a Silke a solas… Finalmente ella no pudo más. Me gustó tu frase: "(…) ya era tiempo de dejarse llevar por sus sentimientos." Creo que ella se contiene mucho, es una persona que le gusta mantener sus sentimientos en privado, pero en medio de la tragedia simplemente no pudo.
Te agradezco mucho tus halagos amiga, y debo mencionar que de hecho tengo dos fabulosas chicas betas que me apoyan muchísimo con sus equipos favoritos (Majestics y Blitzkrieg Boys) y a mi novio con quienes comparto ideas, pido apoyo a ciertas actitudes de algunos personajes para no deformarlos y en especial mi novio me ayuda a comprender las actitudes de hombres rudos (nuestros amados rusos) porque a veces como niña, no sé exactamente como dos chicos se dirían o harían ciertas acciones. ^^ Así que comparto el crédito con ellos.
¡Que tengas un grandioso 2018 amiga, besos y abrazos!
Sarah Kilenski
¡Hola Sarah! ¡Ya te extrañaba amiga! ¡Muchas gracias por tu review! Jeje debo admitir que en este capítulo nuestro adorado Kai mostró un poco de ese sexy lado de chico malo que tiene XD pero si Kai no traiciona al menos una vez en cada temporada… no es Beyblade (¿?) Jajaja te entiendo, yo estuve un laaaargo rato pensando que haría y como lo haría Kai en la medida ideal para que demostrara sus verdaderas intenciones, fue difícil pero al final del capítulo lo iba a compensar porque todos sabemos que en el fondo Kai no es malo, solo es algo complicado.
Sus camaradas… siempre he creído que ellos saben que Kai no está 100% de su parte pero se comprenden, así que hacen un buen equipo aunque esto no quite el hecho de que ellos hayan aprendido a apreciar a Silke mientras Kai hace todo lo contrario, pero tendrán que poner a prueba el trabajo en equipo en los siguientes capítulos si quieren saler victoriosos en tooodooo lo que está por venir.
Alexander… pobre niño, pero también creo que se excedió con Silke y Gekiryu veamos que le sucede…
Respecto a tu fic, entiendo completamente que a veces se tengan que retener los fics, me tardé mucho en decidir escribir este, porque no siempre hay tiempo suficiente o ganas (me ha pasado últimamente, ya es el último jalón pero trato de dejar listo todo mi día para en la noche dedicarme a escribir). Pero te apoyo totalmente para que subas un capítulo cuando sientas que es el momento indicado y con mucho gusto me pasaré por él, porque me imagino que tratará de Kaisito *_* (¿por qué es tan sexy?) Así que anímate y que este 2018 sea el año de tu fic! ¡Sí!
¡Te deseo mucha inspiración y tiempo para poder escribir tu obra amiga! Excelente 2018 y te mando abrazos navideños atrasados ^^U espero la hayas pasado genial!
AngelKhazanovXIII
¡Hola! ¡Qué tal! ¡Finalmente salí del mini hiatus en el que estaba XD! ¡Gracias a Voltaire!
Pues si amiga, creo que este equipo en particular son muy meticulosos, saben perfecto lo que el otro haría y por ello se coordinan muy bien y de forma rápida y eficaz, sin embargo Kai siempre tiene que resaltar de una forma u otra. No solo a Tyson le da dolores de cabeza ^^U
Lo que dices respecto a Cheslav y Kirill… vaya sé que no se quedarán callados cuando se enteren y comiencen a reunir evidencia respecto a lo que hacía el equipo mientras no tenían supervisión.
Creo que todos los jugadores de la abadía han tenido pasados muy fuertes, que los han obligado a hacerse duros con la vida, y supongo que a Boris le agradaba una mente traumatizada, tal vez hallaba facilidad en ellas para moldearlas, y su hijo no fue la excepción. Sí, de hecho ya vi esa parte que comentas de Sleepy Hollow, vaya, juro que no la había visto, pero si tienen gran parecido ;)
Sólo me queda decir que el único talento de Alexander era en la ciencia, pero su inestabilidad mental lo llevó a cometer actos despreciables como bien dices, en un corto tiempo donde no pudo crear algo más fuerte para sus propósitos. No contaba con la astucia de Kai (¿?)
Veo a Silke como una mujer independiente, no le agrada ser la damisela en peligro y mucho menos esperaba que los chico de hecho fueran a su encuentro. Sin embargo, la traición de Kai y todas las espantosas sorpresas que guarda la abadía pudieron con ella. Y tendrá que superar sus temores para poder continuar hasta el final.
¡Muchas gracias amiga! ¡Un beso y un abrazo!
rebeca . miguel
¡Buen día querida amiga!
No te preocupes, entiendo el sentimiento respecto a este capítulo… llegué a pensar que tal vez me odiarían por él ^^U pero es un alivio saber que de hecho te haya agradado tanto. Amé la serie de Beyblade, en especial la primera parte y a pesar de lo graciosa que resultaba, siempre quise más de la parte seria del final con Voltaire y los Demolition Boys, quería plasmar un poco de ello en este fic en el momento adecuado. Y es ahora ¡Yei!
Al inicio del fic, en un comentario me dijeron que debía darle más protagonismo a Ian, Bryan y Spencer, y lo tenía muy en cuenta, pero por el tipo de personalidades que poseen, sentía que debía cultivar más sus relaciones con Silke para poder hablar más de ellos de una forma conocida. Y aún falta más por explotar de ellos, lo puedo asegurar, mucho de eso se verá en este capítulo.
Alexander, creo que es un chico con un oscuro pasado, pero eso no justifica que en lugar de enderezarse volviera a los terribles pasos de su padre. Yo también soy partidaria de las ciencias, pero lo que él hizo, fue con un enfoque grotesco y despiadado desde el principio. Y ni se diga hasta donde hizo llegar a Silke…
Nuestro querido Kai, bueno supongo que al bicolor hay que amarlo con todo y su personalidad traicionera o no amarlo del todo XD (Mi novio shippea a Silke con Tala porque dice que Kai le cae mal por mamón XD), y efectivamente, se pasó de la raya, ya hacía mucho que Tala ansiaba golpearlo pero no había la oportunidad y mucho mejor porque puso al señorito presumido en Jaque Mate, creo que fue una amenaza inteligente por parte del pelirrojo.
Te agradezco infinitamente toda la crítica que has hecho de Silke, he de reconocer que cuando inicié el fic, no estaba muy segura de como plasmarla y aun así fue evolucionando por cuenta propia tras cada reto, superándolo de una forma u otra, tropezando y aprendiendo, creo que el honor y cariño de su familia y bestia bit es algo que la motiva mucho, pero ahora con su equipo, todo ese sentimiento sólo se hará más fuerte, a pesar de que haya cosas que la aterroricen y la hagan sufrir, justo por eso, siempre quise evitar caer en el Mary Sue, algo muy común en la primera historia de alguien, me alegra saber que evité ese punto.
Bueno pues te dejo con un laaaaargo capítulo donde espero se respondan todas tus dudas jiji, disfrútalo!
Hasta pronto! Besos!
Bueno, pues que siga la masacre… digo! Que siga el fic!
=^x^= Buena Lectura! Espero que el siguiente capítulo no demore tanto! (Porque de hecho no tengo escrito absolutamente nada x.x)
Capítulo XXVIII
La noche en Moscú se hallaba silenciosa y despejada, la luna llena iluminaba la ciudad blanca. El viento había dejado de soplar y la temperatura se mantenía menos quince grados bajo cero. En reloj se leían las 20:45 horas.
El conserje del hotel sentía impaciencia al no saber nada de lo que sucedía con los jóvenes beyluchadores a quienes se suponía debía vigilar sólo por unas cuantas horas que ahora se habían convertido en un día completo; no estaba seguro pero debía informar a Cheslav en la primera oportunidad.
Alguien entró por la puerta.
Marie-Angelique fue la primera en re ingresar al hotel, avanzó abrazando protectoramente a Silke. La rubia atravesó dignamente el corredor por ambas, sin si quiera mirar al viejo cuidador que observó incrédulo a las dos chicas avanzar hasta el elevador. La castaña lloraba y lucía maltrecha, tan distinta de cuando llegó horas antes.
Reaccionó al topar a Kai del lado contrario del mostrador.
-Tu nombre. – Demandó Kai con la voz grave.
-Lyonya. – Respondió un poco nervioso percatándose de manchas obscuras sobre la bufanda blanca alrededor del cuello de Kai.
-Lyonya, en ausencia de mi abuelo tú trabajas directamente para mí. – Aseguró Kai rodeando el mostrador pasando a un costado de él, donde estaba un viejo teléfono de rueda colgando de una columna. El bicolor retiró el teléfono y rompió el cable de un jalón dejándolo inhabilitado. – No habrá comunicación de ningún tipo. – Decretó imponiéndose ante el anciano quien temía a Cheslav pero aparentemente en ese momento Kai era mucho más peligroso.
Lyonya no respondió, solo asintió cuidadosamente con la cabeza.
-Hay una tienda cercana, vas a comprar comida y regresas de inmediato. – Ordenó Kai dejando algunos billetes sobre el mostrador. El hombre asintió nuevamente tomando el efectivo y se dirigió hacia la salida, hasta que la voz de su nuevo jefe lo detuvo. –No olvides lo que te he dicho. – Recordó amenazadoramente.
Lyonya prosiguió lentamente hasta salir a la helada calle donde la nieve cubría todo. La camioneta del hotel se encontraba estacionada a pocos metros del acceso y un nuevo par de ojos salvajes lo asecharon. Esto aterró al anciano, quien avanzó intentando no ver al capitán del equipo, pero la mirada lobezna se movía junto con él.
Tala lo vio alejarse con paso nervioso, como si temiera que pudieran dispararle por la espalda. Casi tenía razón.
-Spencer. Bryan. Lleven a nuestro invitado al cuarto de máquinas, está a un lado del estacionamiento, vigílenlo, en seguida estaré con ustedes. Bryan, pon a Spencer al corriente. – Determinó antes de dirigirse al hotel con Ian siguiéndole el paso.
Spencer asintió. Tras ver a Silke y reconocer a su ex-camarada de inmediato supo que algo grave había acontecido, se le quedó viendo a Bryan quien lucía una mueca incómoda. Había mucho que debía informarle. Jaló a Alexander de los pies y lo colocó sobre su hombro izquierdo.
Kai emergió del elevador en el cuarto piso. Conforme avanzaba escuchó la voz de la princesa, era melodiosa y transmitía calidez en medio del silencio del viejo edificio. Ingresó al cuarto vacío y un murmullo en la habitación gemela llamó su atención.
- …eso es, recuerda: uno, dos, tres, inhalas, uno, dos, tres exhalas… - Pronunciaba la voz de la princesa.
Kai se aproximó curioso, y al llegar a la puerta abierta, se quedó detrás del marco de madera observando a Silke sentada al borde de la cama respirando con dificultad. Le costaba seguir las indicaciones de la princesa pero lo intentaba, mientras su amiga usaba un pañuelo blanco con bordados de rosas rojas ligeramente húmedo para retirar los restos obscuros de sangre, dejando la cara de alemana limpia nuevamente, permitiendo que la batalla de esa tarde se hiciera notar.
El muchacho la estudió con cuidado. Silke apretaba los dientes y mantenía los ojos cerrados tratando de concentrarse en la sencilla tarea de respirar con ritmo. Debajo de la base de su cabello por encima de su frente, se distinguían algunas líneas de sudor brotando, sus manos sobre su regazo temblaban discretamente.
-Todo estará bien, nada te puede hacer daño aquí. – Susurró la princesa arrodillándose a los pies de la cama a la vez que doblaba el pañuelo para proseguir limpiando cuidadosamente la palma derecha de Silke teniendo cuidado de no rozar el profundo corte.
El bicolor permaneció de pie presenciando la devoción que mostraba la rubia por la castaña. Pensó en sus propios compañeros quienes sentían agrado por ella, y recordó los desesperados deseos que tenía por verla en el suelo, suplicando clemencia, y su sínica sonrisa desvanecida; no obstante a pesar de que al inicio se sintió satisfecho, ahora no podía presumir de sentir lo mismo. Sus ambiciones le resultaban confusas.
Tala llegó acompañado de Ian, el líder se atrevió a ingresar dentro de la habitación dejando a sus compañeros afuera viendo todo lo que acontecía desde la puerta divisoria.
La alemana mantenía los ojos cerrados cuando la rubia observó furiosa los vestigios de un golpe sobre la mejilla izquierda de Silke más inflamada que cuando la recibió afuera del hotel.
A Tala le sorprendía la forma en que Marie-Angelique tomaba el asunto tan tranquilamente y los ignoraba como si fueran parte de los muebles.
La princesa no tenía idea de por dónde comenzar, nunca había tratado una herida, y Silke no estaba en condiciones de decir nada. Acercó su pulgar derecho y presionó el moretón de Silke quien no reaccionó ante el estímulo. Su amiga supuso que no le dolía así que empezó a masajearlo con la yema de su dedo, presionando ligeramente esperando disminuir la hinchazón.
-Eso no mejorará. – Aseguró Tala al ver a la rubia tratando inútilmente de disolver el coágulo de sangre. – Podemos liberar la presión haciendo un corte que…-
Marie-Angelique se giró de inmediato enfrentando a Tala.
-¡Nada de cortes!- Regañó alzando la voz. – ¡Para ustedes puede que sea muy fácil, portarían una cicatriz como si se tratase de una medalla! ¡Muy heroicos! ¡Ella no puede tener una sola imperfección! ¡Lleva el honor de su familia sobre sus hombros! ¿Qué pensará su futuro esposo si ve cicatrices en ella? ¿¡Qué impresión dará de los Jürgens!? ¡Ya bastante malo es el corte en su mano! – Exclamó enfadada puesto que los chicos que la rodeaban parecían no comprender una pizca del delicado asunto.
Tala parpadeó, estaba dentro y fuera de su zona de confort, sabía cómo tratar las heridas de su equipo sin embargo debía admitir que no sabía cómo hacerlo con una dama.
-La herida de su mano sanará pronto, es un tejido preparado para recibir fricción a diario, a lo mucho la cicatriz lucirá como una línea más de su palma, en la mejilla podemos disminuir la hinchazón con hielo, pero la sangre demorará varios días en volver a su color normal. – Certificó.
-No importa, lo cubriré con maquillaje. – Aseguró ella. Se sentó junto a Silke y colocó su cabeza sobre el vestido sucio a la altura de su pecho. Escuchó un acelerado latido y se preocupó; solo una vez la había visto en dichas condiciones.
-Necesitamos medicina. – Determinó Marie-Angelique poniéndose de pie.
-¿Qué clase de medicamento? – Preguntó Tala un poco asombrado.
-Tetrazepam. – Pidió sin titubear con el semblante preocupado, haciendo que los ojos de Kai reaccionaran levemente. - Sé que requiere de una prescripción médica pero pueden hurtarla, ¿no es así? – Cuestionó esperanzada de que los chicos usaran las habilidades de ladrones que ella suponía que poseían.
Tala no dio respuesta, solo abrió un compartimiento de su cinturón y obtuvo una pequeña caja de plástico traslúcido con seis divisiones sobre las cuales se encontraban iniciales trazadas con navaja, nombrando a la última sección con una "Si". Se acercó hasta la princesa y ofreció el diminuto boticario con diversas pastillas, mostrando que en la última yacían unas cápsulas con la mitad del cuerpo roja y la otra amarillo canario. Marie-Angelique tomó una reconociéndola y solo para cerciorarse leyó las pequeñas palabras que lo confirmaban sobre su cuerpo cilíndrico.
Miró a Tala despectivamente, luego a Kai y a Ian como si creyera que intentaran engañarla.
-¿Por qué tienen esto?- Cuestionó desconfiada mientras tomaba una segunda pastilla y devolvía al líder el botiquín.
-Vi la caja en su habitación, así que tomé algunas, siempre traigo conmigo medicinas que por alguna razón use cualquier miembro del equipo. – Aclaró el capitán. – Ignoro como las consiguió. –
-Yo se las di. – Intervino Kai.
La mirada asesina de Marie-Angelique se posó sobre él.
-Se las di luego de un entrenamiento para que sus músculos se relajaran, sin embargo ella dijo que las había consumido cuando joven a causa de problemas de salud. – Confesó Kai ante los ocupantes de la sala.
Tala no dijo nada pero alzó una ceja desaprobatoria, resultaba imperativo que Kai se hubiera abstenido de decirle algo tan relevante.
-Es una medicina difícil de conseguir. – Concluyó la rubia, cuando se acercó a la mesita de noche, donde descansaban cuatro vasos de plástico metidos en una bolsa y una botella con agua. Sacó uno y empezó a vaciar el contenido de ambas cápsulas, para posteriormente verter un poco de agua hasta una tercera parte del recipiente.
-Sirve para relajar los músculos… así como para disminuir la ansiedad crónica. – Pronunció Tala tras recordar los usos que se le daban al Tetrazepam en la Abadía.
La princesa no le prestó atención, se acercó hasta Silke y aproximó el vaso a sus labios.
-Por favor, bébelo, te sentirás mejor. – Aseguró la chica.
La alemana reaccionaba muy poco, aún no podía respirar adecuadamente pero su amiga le insistió con calma, consiguiendo que bebiera el líquido en tres tragos.
-¿Por qué? – Preguntó Tala con seriedad. – ¿Por qué Silke necesita Tetrazepam? -
-Hablaremos después. – Respondió la princesa sin mirarlo devolviendo el vaso a la mesa. – Primero debo curarla. – Insistió, aunque no tenía idea de cómo hacerlo.
Tala dirigió un gesto a Ian, quien se acercó hasta ella.
-Permíteme. – Le comunicó sacando un botiquín de mayor tamaño que colgaba detrás de su cinturón.
La princesa se extrañó. Esos rusos no le daban la suficiente confianza, pese haber traído a Silke de vuelta y mal herida, todo lo que Spencer le había dicho aún estaba en duda. Necesitaba escucharlo de Silke.
-Muy bien. – Cedió finalmente al ver el material de curación al interior de la caja dándole espacio a Ian.
El pelinegro colocó una rodilla en el suelo y la caja sobre la cama, sacando un pequeño cilindro con spray desinfectante. Tomó con cuidado la palma diestra de Silke y roció un poco haciéndola reaccionar levemente al ardor.
Llamaron a la puerta. Kai miró por encima de su hombro, se trataba de Lyonya.
-Dejo esto por aquí. – Mencionó el conserje con un par de bolsas de plástico que cargaban distintos alimentos empaquetados, los cuales colocó sobre una mesa a la entrada de la habitación.
-Vuelve a la recepción. – Ordenó Kai a lo que el hombre en seguida salió al corredor.
-Coloca esto sobre la mejilla de Silke. – Le dijo el pelirrojo a la princesa entregándole lo que parecía ser un cristal, sin embargo cuando ella lo tomó, se trataba de una joya de hielo. – Déjenla dormir, iré a revisar el otro asunto. –
Marie-Angelique se sorprendió por la singularidad de aquel objeto, no se hizo más preguntas respecto a cómo el pelirrojo lo creó, se acercó y se sentó junto a Silke colocándolo cuidadosamente sobre su mejilla mientras Ian comenzaba a limpiar la herida con una gaza.
Tala giró para abandonar la habitación, sin embargo su mirada chocó con la de Kai quien se la sostuvo hasta que el líder se retiró.
Tala llegó a la planta baja, y Lyonya lo observó detrás suyo. No sabía que tanto traía entre manos el equipo de los Blitzkrieg Boys, tan misteriosos todos ellos, inclusive sus ropas se notaban empolvadas. Sentía temor pensar en hacer alguna pregunta. Incluso la rubia que arribó al final, quien se mostraba despreciativa ante aquel sitio, se encontraba a la altura de los rusos.
El famoso capitán no dijo nada, pasó a un costado del mostrador pero sus pupilas decretaban peligro inminente si se le ocurría hacer cualquier cosa que no fuera mantenerse silencioso en el vestíbulo; salió por la puerta y se perdió tras ella.
Tala caminó siguiendo los dos pares de huellas pertenecientes a sus camaradas hacia la parte trasera del hotel. Llegó hasta el estacionamiento y ubicó una puerta metálica entre abierta. Entró en silencio y bajó cinco escalones entre maquinaria industrial hasta un diminuto espacio de dos metros cuadrados para dar mantenimiento. Todo se encontraba iluminado con un viejo foco que poco dejaba apreciar el lugar.
Recargado contra la caldera que ocupaba todo el muro trasero, Alexander permanecía inconsciente. Bryan y Spencer lo vigilaban a los lados y prestaron atención al pelirrojo cuando llegó.
-Despiértenlo. – Indicó Tala cruzándose de brazos.
Bryan levantó un cubo metálico y lanzó su contenido, agua helada hacia el cuerpo del castaño.
De inmediato Alexander reaccionó poniéndose torpemente de pie confundido por la agresión, hasta que distinguió siluetas conocidas. Su rostro dejó ver el descontento al averiguar con quienes estaba.
Los más altos aguardaban estoicos como estatuas de demonios afuera de las catedrales góticas.
-¿En qué momento creíste que podrías meterte con nosotros y salir ileso? – Preguntó Tala con sencillez.
-También me da gusto verlos camaradas. – Sonrió sarcástico intentando parecer valiente ante la desventaja.
Tala cerró los ojos. Hacía mucho tiempo que había perdonado las fechorías que habían hecho los jóvenes en la Abadía, todos eran víctimas, les habían lavado el cerebro y el responsable de ello se hallaba tras las rejas. Alexander sin embargo, había continuado con la labor de su padre después de todo.
-Siempre fuiste un chico problemático. Afortunado por ser hijo de Boris, pero no hacías más que avergonzar a tu padre y a nosotros. ¿Cuántos años tenías Spencer, cuando cumpliste tu primera misión? –
-Nueve. – Respondió el más alto.
-Y a los nueve, ¿qué hacías Alexander? Recuerdo que hallaste en la nieve a un cuervo sin una pata, lo metiste a escondidas a la Abadía, lo alimentaste, hasta que tu padre te lo arrancó de las manos, lloraste y pataleaste frente a todos, y no sólo terminó ahí, continuaste siendo un niño patético, cobarde hasta la última vez que te vimos, ¿qué te hizo llegar hasta aquí? – Demandó saber el líder.
Alexander observó el lugar. Sólo había una salida, justo detrás de Tala, tendría que derrotar a los tres para poder escapar y lograr su cometido.
-Lo mismo que a ustedes. – Respondió cortante.
Ninguno de sus captores confió en la corta oración, más parecía que observaban a una aburrida criatura incapaz de hacer algún truco que valiera la pena aplaudir.
-No eres como nosotros. Eres como Boris, hablas y hablas pretendiendo un orgullo inexistente, ¿Y todo para qué? ¿Para arrebatarle a una chica su bestia bit? Eso es melodramático hasta para ti. – Aseguró Tala.
-¿Yo? Tala, déjame recordarte quien tenía las bestias bit de chicas y chicos en su Beyblade durante la final en Rusia, y por favor ahórrate la historia de que estabas siendo manipulado, sé que lo disfrutaste, lo disfrutaste mucho hasta que ese idiota japonés te derrotó con tanta facilidad… Y eso fue todo para el gran líder de los Demolition Boys. - Alexander no se detuvo ahí, admiró a sus corpulentos compañeros. - Y ahora todo el equipo sigue moviendo la cola para la familia Hiwatari, se hace lo que el Señorito Kai dice ¿no? – El castaño sonreía provocador. - Escapó de la Abadía, casi la destruye, me dejó abandonado en una celda, los ha traicionado dos veces como Demolition Boys y como Blitzkrieg Boys, incluso ofreció a una chica ridícula a cambio de dinero, y nunca hay nadie que le cobre la deuda, ¿Dejarán que siga así? No tienen orgullo de beyluchadores, sólo son las mascotas de un egoísta niño rico. -Pausó. – Sin embargo, yo podría ayudarlos a salir de ese círculo vicioso de los Hiwatari… - Tentó a sus compañeros.
Las palabras que mencionaba eran duras pero ciertas, aun así los tres jugadores se mostraban sin reacción alguna.
-¿Qué opinas Spencer? – Preguntó Tala de pronto viendo a su compañero.
-Alexander tiene un buen punto. – Respondió el más alto.
-¿Bryan? – Prosiguió Tala.
-No es un secreto cuantas veces he querido golpear a Kai. – Sonrió para sí mismo el de cabello gris.
-Sí, lamento haberte arrebatado ese privilegio. – Admitió Tala cerrando los ojos, recordando el exquisito sonido de su puño golpeando el rostro del bicolor.
Alexander sonrió por lo bajo.
-Vaya, es una oferta tentadora, ver a Kai en la situación desfavorable que se merece… - Negoció Tala consigo mismo. – Pero, somos un equipo, al menos cinco de seis de nosotros, y aunque el anciano o su nieto presumido nos desagraden, pagan, y no solo con dinero… - La escasa mueca de satisfacción en el hijo de Boris cambió de inmediato. – Sin mencionar que al liberar a esa bestia bit pusiste en peligro la vida de todo mi equipo, algo que no te puedo perdonar. – Pronunció Tala lo último con un toque sádico.
Alexander sonó un suspiro de descontento.
-Son unos tontos. – Determinó.
El cautivo lanzó un botón que alcanzó a arrancar de su pantalón con precisión y rapidez al foco rompiéndolo dejando a oscuras el sótano.
Se escucharon golpes secos, jadeos y gritos ahogados. Tala sacó de su cinturón una pequeña pero potente lámpara de mano, y al encenderla encontró el rostro de Alexander sangrando del labio inferior molesto por no haber logrado su escape.
-¿Quién lo tiene? – Demandó saber Tala.
-Yo tengo la mayor parte de su cuerpo. – Afirmó Bryan.
-Eres un tramposo, yo lo noquee primero. – Se quejó Spencer.
Alexander lucía furioso.
-Bien, eres un joven ponzoñoso, no es que me sorprenda debido a tu genética, aunque siempre pensé que eras el único de nosotros que tenía una pizca de compasión en su interior, y es la mayor decepción que tengo de ti. – Declaró tras lo cual Alexander escupió hacia los pies de Tala un poco de sangre. Al capitán no le importó.- Ahora, ¿qué pasa con la bestia bit de Silke? ¿Para qué querías a Gekiryu? Será mejor que respondas o si no…- Indicó a Bryan con un gesto que aplicara fuerza sobre la llave que tenía.
Alexander gimió, pero luego soltó una carcajada.
-Vaya, al fin tengo algo que ustedes no, pueden matarme y no lo sabrán. – Aseguró creyéndose poderoso mientras desafiaba al líder de todo el ejército de BioVolt.
Bryan apretó con mayor fuerza el cuello del joven que se negaba a cooperar.
-Lo harás. – Determinó Tala sonriendo prósperamente. – Después del castigo que te has ganado.-
Ian terminó por vendar la mano de Silke hasta la muñeca. La miró discretamente. Ya no gimoteaba más pero no encontraba las palabras para si quiera intentar animarla un poco. Se puso de pie y se acercó a donde se encontraba Marie-Angelique, mostrando un tubo con pomada.
-Es ungüento para que no se vuelva a inflamar. – Le dijo, así que la rubia se hizo a un lado y dejó que Ian lo untara sobre su mejilla. Silke empezaba a cabecear ligeramente y la princesa se percató de ello.
- Llévame con Tala. – Ordenó la rubia de brazos cruzados y cara de pocos amigos al único que no hacía nada más que observar. – Él está con quien le hizo esto a Silke ¿no es así? -
Ian, quien presenció la actitud indiferente de Kai desde que Gekiryu y Silke estaban bajo captura de Alexander se le quedó viendo al bicolor. ¿Habría algo de culpabilidad en su persona?
Kai no dijo nada, descruzó los brazos y se dirigió a la salida.
-No te alejes de ella y por ningún motivo se te ocurra apagar la luz. – Ordenó la princesa a Ian antes de seguir a Kai.
Ian alzó ambas cejas sin que la chica lo viera, parecía que le gustaba dar órdenes a todos. Terminó por colocar una gaza nueva con adhesivo sobre la mejilla de su compañera para que la pomada hiciera su trabajo. Silke vio a Kai y Marie-Angelique retirarse pero ya no sentía temor, de hecho no sentía nada.
-¿Por qué no descansas? – Sugirió el pelinegro.
Silke asintió y se recargó sobre una almohada a su izquierda dejando los pies sobre el piso. Le ardían los ojos, sentía el cuerpo entumido y no a causa del frío. Ian tomó asiento en una silla cercana. Había escuchado cosas esa tarde, extrañas, perturbadoras, y presenciar a una bestia bit hacer lo que Gekiryu… Estaba seguro de que ese dragón se encontraba a la altura del Black Dranzer. Sacó del bolsillo izquierdo de su pantalón el diario de Rasputín, y continuó su lectura buscando algún indicio, alguna pista, cualquier detalle que ayudara a comprender las intenciones de Alexander.
Bryan y Spencer golpeaban a Alexander una y otra vez bajo la severa mirada de Tala que supervisaba el castigo.
-Nos subestimas chico, ¿en serio creíste que éramos la élite de la abadía sólo porque sí mientras tú entrenabas con el resto de la basura sin comodidades? – Le mencionó Tala divertido.
Odiaba la abadía y a Boris, sin embargo el haberse convertido en capitán y el jugador más valioso tras sobrevivir un entrenamiento inhumano era algo que había conseguido por sus propios méritos al igual que sus compañeros.
-No me hagan reír… mi padre me golpeaba mucho más fuerte. – Balbuceaba Alexander con sangre en el labio alzando la vista retando a sus golpeadores.
-No se trata de que caigas inconsciente, debes pagar por todo el daño que le ocasionaste a Silke. –
-Ah, esa golf…- Alexander fue silenciado por un golpe de Spencer en el rostro.
-Además de que es una chica es parte de nuestro equipo. –
-De todos nosotros, tú eras el más patético, débil y cobarde, solo subsistiendo por ser el hijo de Boris, ¡pero eras el único que tenía algo de lo que todos carecíamos! Un poco de compasión, y elegiste desquitarte con la persona equivocada.- Remarcó Tala
El castigo fue inesperadamente interrumpido, la lúgubre luz exterior cambió en el marco de la puerta dejando ver a Kai en compañía de Marie-Angelique, la chica bajó los escalones introduciéndose sin invitación.
-Este no es lugar para una señorita. – Advirtió Tala sabiendo de antemano que Marie-Angelique no escuchaba a nadie.
La rubia se aproximó haciendo caso omiso al aviso de Tala hasta un herido Alexander quien la veía desde el piso.
La princesa tenía la mirada curiosa y llena de superioridad como una lechuza observando a un roedor en medio de un granero.
El castaño repudió ese comportamiento de la rubia y lentamente se levantó para hacerle frente.
Bryan y Spencer se quedaron detrás de Marie-Angelique sólo por si acaso. Los ojos azules de la princesa miraron profundamente los de Alexander antes de que su cara fuera volteada hacia un costado tras recibir una fuerte cachetada por parte de la amiga de Silke.
-¿Qué le hiciste a Gekiryu? – Preguntó severa.
Alexander solo sonrió, el golpe propinado por aquella delicada palma no le había dolido en absoluto.
-¿A caso me golpearás hasta que se te rompa la mano? – Preguntó aún divertido.
Marie-Angelique le sostuvo la mirada con las manos en la cintura, entonces retrocedió un par de pasos.
-Lo dudo, obviamente no hablarás con castigos físicos… - Dijo distrayéndose mientras desabotonaba el abrigo rosado que llevaba encima.
Alexander comenzó a reír burlonamente.
-Te vas a resfriar, acércate para que pueda calentarte… - Insinuó relamiéndose el labio superior.
Kai frunció el ceño. Era desagradable el comentario del preso, pero Marie-Angelique no parecía molesta. Abrió la prenda superior y obtuvo del cinturón de su falda en un tono rosa pastel un par de objetos que ensambló.
Alexander y los Blitzkrieg Boys miraron sorprendidos un beyblade blanco con detalles rosados y algunas diminutas joyas incrustadas colocado en un lanzador de metales preciosos con finos grabados. Apuntó con el semblante serio.
-Let it rip… - Anunció sin ganas propulsando su blade entre Alexander y ella.
-¿Qué es esto? ¿Es en serio? ¿Me intimidarás con un beyblade rosita? – Se burló Alexander, aunque a Kai le parecía que la amenaza de la rubia iba muy en serio.
-Moinemerlyon. – Pronunció Marie-Angelique y una figura encapuchada en una luz verde botella se presentó ante todos. La bestia bit no era de gran tamaño, a penas y sobrepasaba la estatura de su dueña, pero tenía una cola muy similar a un pez, aunque con un atuendo semejante a una túnica con capucha que cubría de su cabeza hasta el piso.
-¿Una sirena? – Se burló nuevamente el acusado.
-¿Qué le hiciste a Gekiryu? Es la última vez que te lo pregunto – Expresó seriamente la rubia.
-¡Adelante! ¡Me arriesgaré! – Respondió sin temor.
-Muy bien, Moinemerlyon, ya sabes que hacer. – Le dijo Marie-Angelique a su sirviente, quien separó lo que parecían ser sus manos en posición de rezo, revelando unas extremidades en forma de aletas y pasó a retirar lentamente la capucha de su cabeza.
La mirada de Alexander palideció cuando aquella pavorosa criatura lo vio fijamente. Tala, Kai, Bryan y Spencer también presenciaron horrorizados la bestia bit de la princesa. Lucía como un híbrido entre un pez y una persona, pero para nada asemejaba una de aquellas bellas sirenas que se relataban en los cuentos y leyendas.
Alexander quería escapar pero sus pies le impedían alejarse. Moinemerlyon giraba la cabeza de un lado al otro, como si tratase de descifrar la actitud asustada del castaño. Sus ojos profundos donde la pupila y el iris se habían fundido en uno solo analizaban al joven.
Kai sentía un profundo asco por la cabeza calva de esa bestia bit que en la parte superior pertenecía a un hombre, pero en la nuca se veían algunos cabellos y zonas de piel escamosa.
Bryan torcía la mandíbula entre más veía ese monstruo, de alguna forma parecía sacado de las novelas clásicas europeas, algo como el ayudante del Doctor Frankenstein o el campanero de la iglesia de Notre Dame.
Spencer tragó lentamente, se había olvidado de respirar, no quería por nada del mundo intercambiar lugares con Alexander, aunque veía a Moinemerlyon de perfil, los gestos de su cara deforme le ponían la carne de gallina.
Tala era el más sensato de todos. Se encontraba más sorprendido por las habilidades de Marie-Angelique dominando una bestia-bit humanoide, que el evidente terror que ese "monje" mitad pez causaba en sus camaradas.
De pronto Alexander comenzó a gritar desquiciado, sin poder moverse de su sitio, pero sus ojos mostraban terror absoluto, tal como lo habían hecho las cuentas ámbar de Silke en las profundidades de la Abadía. Marie-Angelique se mantenía totalmente concentrada como si ella y la bestia bit fueran una sola.
Tras un par de minutos en inciertos llenos de suspenso, el ruso liberó un grito final agudo y cayó al piso jadeando con los ojos en blanco y un poco de saliva escurriendo de su boca. Moinemerlyon despareció y el blade de la princesa se aproximó hasta sus pies donde la rubia le recogió.
Los cuatro compañeros de Silke se mantuvieron muy asombrados ante lo que había hecho su amiga, lo que tenía de atractiva lo compensaba con terror.
-¿Y bien? ¿Ahora cómo conseguiremos la información? – Preguntó incómodo Tala.
-Sé lo que hizo. – Respondió Marie-Angelique observando a su presa en el suelo llamando la atención de todos nuevamente.
-Espera, ¿Quieres decir que de hecho entraste en su mente? – Le preguntó Bryan.
La rubia asintió pero de inmediato se mordió el labio con preocupación.
-No comprendo del todo, pero parece que Alexander quería a Gekiryu para controlar a las otras bestias bit… -
Kai y Tala se miraron entre ellos, era imposible que existiera una bestia bit capaz de controlar a las otras, de ser así, BioVolt se hubiera adueñado de ella desde hacía mucho tiempo.
-Tal vez Silke sepa sobre esto. – Intuyó Marie-Angelique.
-¿En cuánto tiempo podremos preguntarle? – Interrogó Tala preocupado aproximándose hasta ella.
-No lo sé… - Repentinamente la princesa se desvaneció por un instante, por suerte Kai la sujetó del brazo evitando que cayera.
-¿Estás bien? – Preguntó el pelirrojo a la chica extrañado.
-Usar ese ataque me resulta muy cansado. – Respondió sobándose las sienes con ambos dedos índices. – Quizá mañana despierte y se encuentre mejor, no sé cómo reaccione. – Les comentó preocupada también.
-¿Y… que hacemos con él? – Preguntó Spencer.
-Lo que quieran, Moinemerlyon terminó por romper lo que le quedaba de cordura, ya no es una amenaza, se lo merece por todo el sufrimiento que le causó a Silke. – Sentenció frívola la rubia.
Concluido ese asunto guardó nuevamente su lanzador y blade, cerró su abrigo, acomodó su cabello y abandonó el sótano ignorándolos como si fueran campesinos en medio de un mandato real.
-¿Pueden creer eso? – Preguntó Bryan siendo el primero en hablar.
Kai miró a Tala, le interesaba el punto de vista de su compañero.
-Al menos no jugó en el torneo. – Respondió Tala subiendo los hombros, efectivamente era difícil encontrar una estrategia contra una bestia bit que hacía líos la mente de su oponente.
-Entonces, ¿lo dejamos aquí? – Cuestionó Spencer mientras tomaba el pulso sobre la yugular de Alexander verificando que siguiera con vida.
-No. – Intervino Kai, Tala lo miró curioso. – Llevémoslo con Lyona, de esa forma ese anciano estará ocupado. – Concluyó Kai.
-Por ahora, pero que pasará cuando Kirill y compañía demanden respuestas… - Advirtió Bryan por el asunto que definitivamente se convertiría en una discusión violenta más adelante.
-En este momento hay mayores prioridades. Hagamos lo que dice Kai, Spencer llévalo a cualquier habitación y enciérralo con el conserje, que lo cuide, cuando llegue tu abuelo veremos qué hacer… - Dictaminó Tala dirigiéndose al Hiwatari que respondió con un gesto cómplice.
Spencer asintió y cargó nuevamente al pequeño Valkov.
Los cinco salieron del sótano en dirección al hotel.
Adentro en el vestíbulo, Lyonya pretendía hacer un crucigrama aparentando lo que él consideraba un buen comportamiento, intentó con todas sus fuerzas ignorar a los jugadores que entraban hasta que el último y más alto se quedó mirándolo de frente.
Lyonya alzó la mirada temeroso, sin saber que no había sido lo suficiente al ver sobre el hombro del rubio a otro chico inconsciente.
-Quiero una habitación para él. Lo cuidará por nosotros. – Ordenó Spencer sin bajar la barbilla, solo sus pupilas azules lo miraban como un insignificante insecto.
De inmediato el pobre hombre sacó de su bolsillo diversas llaves y avanzó por el pasillo abriendo una puerta. Spencer lo siguió y entró soltando al bulto sobre la cama. Se giró hacia el señor y este tembló asustado.
-Las llaves. – Demandó Spencer estirando la diestra.
Lyonya ya no podía con tanto estrés. Entregó el paquete de llaves y se pegó contra la pared.
-Vigílelo hasta que amanezca y ni se le ocurra escapar o terminará igual que él. – Sentenció.
Lyonya asintió con miedo y Spencer salió de la habitación cerrándola por fuera con el manojo de llaves, para dirigirse hasta el ascensor donde el resto de su equipo aguardaba.
Ian no se despegaba del viejo libro, de vez en cuando alzaba la vista de su borde amarillento para verificar que Silke estuviera bien y volvía a la lectura que ahora daba cuentas de todo lo que Boris desarrollaba en BioVolt.
El dueño de aquel diario, Grigori Yefimovich Rasputin era un personaje controversial en Rusia. Se le conocía por haber sido un campesino nacido en Siberia, quien se había vuelto a la religión y desarrollaba artes místicas y estudios acerca de ellas. De ser solo un monje ermitaño había llegado hasta la corte del Zar Nicholas II tras sanar a su hijo quien sufría de hemofilia, sin embargo muchos súbditos de Rusia lo consideraban un estafador y uno de los factores que acabó con la dinastía de los Zares.
Rasputín había sido sin lugar a dudas el punto de partida de Boris para sus proyectos de ciencias. Él determinaba en la parte media de sus escritos como había fracasado en recrear algunas criaturas pero que se había aproximado utilizando la alquimia, el ayuno y meditación de un día completo previo al experimento.
Una de ellas se trató de un pegaso, un animal de la mitología griega que en uno de muchos mitos, había nacido de la sangre de la Gorgona Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza, para el cual utilizó un fino caballo árabe; mandó traer de América un cóndor, el ave con la envergadura de mayor tamaño; consiguió una buena cantidad de serpientes, y juntó diferentes cantidades de metales para compensar el peso de la criatura que deseaba crear. Mezcló todos sus ingredientes en un gran contenedor hecho de plomo puro, lo llenó de agua hasta el hocico del equino a quien mantenía encadenado al fondo con cadenas de estaño, le amarró el cóndor que desesperado desgarraba el lomo del caballo con sus garras y pico, rápidamente cortó a las serpientes dejando que se desangrasen sobre los animales aún vivos, entonces el monje se puso a rezar mientras el agua empezaba a hervir al momento de introducir un ácido en ella. Cuando todo aquello lucía como vegetales cocidos dentro de una licuadora, lanzó un amuleto recuperado de un sitio arqueológico en Grecia donde se veneraba al magnífico pegaso.
Increíblemente el monje relató que el agua se evaporó, y descubrió dentro de la tina de plomo una criatura con cuatro patas de caballo, alas y cola de ave y un hocico reptiliano. Su pegaso no duró mucho, unos minutos de agonía y se desvaneció volviéndose polvo, plumas y huesos quebradizos.
Pero había probado su punto.
La creación de un cuerpo para una criatura mítica era posible con los ingredientes correctos. Repitió el proceso una y otra vez fallando pero avanzando en su macabra teoría.
La última vez que lo hizo, describió cómo decidió usar un catalizador diferente a los animales. Una joven huérfana de una pobre aldea al sur de Rusia. Las cosas resultaron igual que con el pegaso, pero dejando a un cadáver humanoide con los rasgos abstractos de un hada.
A Ian no le sorprendía lo leído. Bajó el libro un segundo y se quedó viendo a la nada. El fantasma de Rasputín le había estado susurrando a Boris durante todos esos años. Estaba muy seguro que el padre de Alexander se había valido de su propia inteligencia para mejorar los procedimientos de su antecesor. Y los chicos que nunca volvieron a ver… Ahora tenía una pista de su posible destino.
Siguió pasando las hojas hasta que halló unas notas personales extensas y detalladas de su trabajo trunco donde parecía haber información relevante. Contenía algunos separadores adhesivos con notas pertenecientes a la letra de Boris; en general, él tenía idea de todo lo que se mencionaba. A los Demolition Boys no les correspondía conocer los procedimientos científicos respecto a las bestias bit, pero BioVolt se aseguraba que fueran apropiadas para cada uno de ellos según sus aptitudes, sin embargo los miembros del equipo habían intentado dominar al Black Dranzer sin éxito alguno, y los científicos de Boris nunca hallaron la ecuación para lograr que el ave se sincronizara con los talentosos jugadores, por ello mismo, esa bestia bit con el ADN de Dranzer no era la bestia bit que Rasputín proponía en sus escritos, aunque grotescamente se le aproximaba.
Leyó todas las notas y garabatos referentes a animales míticos en Europa Occidental, hasta que llegó a una página con algunos Kanjis* en la parte superior izquierda, los cuales no podía leer. Tendría que esperar por el único que dominaba el idioma japonés escrito para descubrir la traducción.
Sin embargo a un costado se encontraba un dibujo de lo que parecía ser una moneda con un grabado de un pez, se mencionaba la fecha de 1890 y una gran suma en la moneda Holandesa de la época, pagada por un sujeto llamado Kees Amsberg. Ian continuó inspeccionando la curiosa información.
13 de Julio de 1901
Todo lo que he compilado es demasiado para una sola vida, y me duele en el alma admitir que la tecnología no es lo suficientemente avanzada en este momento para probar mis teorías. Los Zares me han proporcionado las facilidades pero no he podido mantener ninguna de mis bestias renacidas con vida más de unos minutos. Ya basta de buscar pequeñeces, elegiré una de ellas y vaciaré mi inteligencia en ella.
2 de Octubre de 1902
Siempre me han fascinado estas criaturas, la humanidad no solo las imaginó, realmente existieron creando vida, demandándola, exponiéndose como fuerzas de la naturaleza y haciendo magia maravillando a los hombres, alimentando sus mentes y corazones, pero todos los que intentaron usar su poder sin investigarlo primero, terminaron por ahuyentarlas.
Por esto creo firmemente en la existencia de la gigantesca serpiente que vive en el fondo del mar, tan enorme que muerde su cola a lo largo del planeta, con un poder divino de rehacer la vida como la conocemos…
Busqué sus orígenes en libros, mitos y leyendas, sin un lugar físico al cual ir, excepto un sitio en Noruega donde una batalla sin ganadores se había dado cita en el siglo VIII. Por aquella época los Reinos Escandinavos se encontraban en expansión, hubo un sin número de batallas terrestres y marítimas a cargo de reyes y reinas. Pero hay una en particular, que se ejecutó en una planicie, cerca del mar entre Noruega y Dinamarca. Se conoce por todos los restos humanos que se hallaron, pero ningún noble reclamó haber participado en dicha guerra. Extraño me pareció este hecho, miles de muertos sin un propósito. Así que con apoyo económico del Zar me dirigí a este país de Vikingos, que ahora se veía reducido por un diminuto pueblo pescador con chozas de la misma calidad que las de mi amada Siberia.
Excavamos cerca de un risco, donde el mar se encontraba a veinte metros hacia abajo, me sentí afortunado al encontrar debajo de toneladas de nieve y tierra los huesos y ropa de un soldado, al día siguiente encontramos más, todos ellos con diferentes emblemas, sin duda varias tribus habían muerto ahí mismo. Pudimos haber sacado cada esqueleto pero un anciano curioso preguntó por lo que buscábamos.
Le dije que sólo quería saber la razón de aquella batalla. Él respondió que no había nombres, sólo una tumba debajo del risco.
De inmediato fui con un pequeño grupo de cinco, y llegamos hasta una cueva que al subir la marea se encontraría oculta por el mar. Estaba tan cerca… ¡Y Dios estuvo ahí conmigo, lo sé! Ingresamos con antorchas por el estrecho pasadizo y dimos con una placa de piedra negra pulida. No era una formación natural. La levantamos… El interior se hallaba completamente húmedo sin artefactos, sin armaduras o sin un cadáver. Sólo se distinguían algunas runas que descifré sin problema, y un pequeño símbolo que asemejaba un pez alargado y crestado.
"Un hombre, sin apellido, sin armadura. Durmió al monstruo antes del nuevo amanecer. Lo llevó de vuelta a su obscura morada."
Así que efectivamente había una razón para que miles de hombres yacieran bajo tierra. Pero si no había un contrincante humano, debió tratarse de ese monstruo. No me queda la menor duda, el Jörmundgander quien de acuerdo a la mitología nórdica traería el Ragnarok, mejor conocido como el comienzo del fin al emerger a la superficie dejando su nido en el fondo del mar. Según la teología, solo Thor, hijo de Odín, tendría la capacidad de enfrentar a la bestia, sin embargo no obtuvo la victoria, ya que la serpiente lo mordió y envenenó causando la muerte del Dios del Rayo… y entonces la vida cambió para todos los seres vivos.
Aparentemente el héroe de aquella batalla había sido un gran guerrero, enfrentó al Jörmundgander, y murió con su hazaña desvaneciendo nuevamente a la criatura en el olvido.
Él era mi última esperanza… Si había vuelto al mar sólo significaba que esa tumba era un recordatorio para la humanidad de que la serpiente de Midgard era real y que el hombre fue despedido en una barca mar adentro como es la costumbre en las tierras nórdicas, con el monstruo dormido en algún artefacto pues ningún hombre podría matar a una bestia divina.
Continúo con mis estudios, bastante decepcionado, intentando recrear esa deidad por medio de tecnología y la magia que el todo poderoso me confiere.
27 de Marzo de 1906
¡Buenas noticias! Un marinero que transportaba seda dijo haber escuchado historias de una joya con la marca de un pez en su interior en el pequeño país de Japón, no tengo idea de cómo llegó hasta allá, las corrientes marinas son caprichosas, aunque si esa bestia puede controlarlas todo sería posible. En Japón se referían a él con un nombre distinto, y ¿por qué no? Se rumoraba que un hombre que portaba dicha pieza había hecho brotar agua por montones en una gran montaña desértica, la que más tarde él mismo fundaría como una nueva ciudad cerca de las nubes alejada del mar. Se decía que el nuevo terrateniente había naufragado perdiendo a toda su familia y sus pertenencias en el mar, y que al tocar tierra firme, había hallado una joya, su única pertenencia de valor, por lo que decidió nunca volver al océano infernal, y asentarse mar adentro… ¡y qué sorpresa obtuvo! Pronto diversas villas sin recursos se mudaron a la nueva ciudad entre las nubes, donde construyeron un castillo que resguardaba ese amuleto al que la nueva familia del feudo veneró. Mañana mismo partimos a Japón para ver si la leyenda es cierta.
19 de Mayo de 1906
Japón es una tierra llena de leyendas mucho más impresionantes que las europeas, se mencionan cuatro bestias sagradas en los puntos cardinales de la Isla, una Tortuga en el Norte, un Fénix al sur, un Tigre al oeste y un Dragón al Este. ¿Será posible que mi nuevo amigo sea un intruso en su territorio y por ello decidió asentarse al centro de Japón? Llegué tan emocionado a esta ciudad, solo para descubrir que la historia ya era una leyenda, puesto que el fundador de aquel sitio llevaba muerto doscientos años, y la última generación de su descendencia había decidido subastar todos los bienes dieciséis años antes de mi llegada cuando el mantenimiento del castillo comenzó a salir de sus prioridades. Afortunadamente nuestros vecinos son muy organizados, revisé los papeles de la subasta donde se encontraba un dibujo fiel de cada pieza vendida, y entre muchas chatarras hallé algo que ya había visto, se trataba de una roca traslúcida con un pez crestado en su interior idéntico al de aquella tumba en Noruega, y había sido comprada por un comerciante Holandés, de los pocos aventureros bien recibidos en ese país donde siempre han desconfiado de los extranjeros y más de los católicos.
11 de Septiembre de 1906
De vuelta en San Petersburgo, me di a la tarea de enviar un par de buenos espías a la casa de Kees Amsberg (cortesía de la Zarina Alejandra), si ese hombre tiene lo que busco, mis plegarias habrán sido escuchadas.
9 de Enero de 1907
Volvieron mis agentes con las manos vacías, y sólo un comentario de la sirvienta. Aparentemente Kees le obsequió a su hija una peineta el día de su boda con una joya que había adquirido en un viaje a Japón.
21 de Abril de 1914
Di con la identidad de la mujer, fue difícil, cambió su apellido por el de su nueva familia, pero mis informantes no encontraron lo que buscábamos en su ahora castillo en las tierras altas de Holanda, y resulta ser que las tres hijas de esta mujer ya se habían casado también… aparentemente la madre decidió regalar mi tesoro a una de su propia descendencia, y al ser de la nobleza, cada una había caído en un país más alejado que el anterior, no es una tarea fácil, pero soy el único siervo de Dios y de la humanidad capaz de realizar esta tarea. El camino a Dios es doloroso.
28 de Diciembre de 1916
Han pasado muchas cosas en la madre Rusia. La Gran Guerra ha afectado a todo el continente y los súbditos de Nicholas comienzan a enardecer. Alguien ha lanzado un fósforo al pasto seco y se expande con gran velocidad hacia San Petersburgo. ¡Dios! Dame la fuerza y el valor para proseguir en tiempos difíciles. Si conseguimos ese poder, el poder que estoy seguro es capaz de controlar a otros seres inferiores, el mundo cambiará para bien… Me aseguraré de ello.
En estos dos años, los recursos han sido más limitados, así que apuesto todo a un asalto en la víspera del año nuevo. Sé quiénes son las hijas de la última portadora de mi místico amigo. No correré más riesgos, por un bien superior mataré a las tres, y entonces recuperaré la criatura más poderosa que el mundo ha visto.
«Se deben cometer los pecados más atroces, porque Dios sentirá un mayor agrado al perdonar a los grandes pecadores.»
Ian terminó de leer la nota final escrita por el monje. La última parte le había dado mucho en qué pensar. Eran esas palabras las que habían hecho creer a Alexander que su vida cambiaría con Gekiryu o el Jörmundgander si es que aquello resultaba verdad. Necesitaban pistas, saber cómo había conseguido Silke su extraña bestia bit.
Dio un rápido vistazo a las siguientes páginas donde la fecha se saltaba hasta 1990 y la letra pertenecía a Boris. Confirmaba parte de la investigación de Rasputín, y mejoras a procedimientos que él no había podido resolver. Explicaba la forma en que había retomado la creación de las bestias bit, hasta que pudo forjar sus primeras criaturas genéticamente alteradas con apoyo de la ciencia moderna y un abundante bolsillo del Abuelo de Kai.
De pronto escuchó pasos en el piso de madera y la princesa entró sin voltear a verlo. Se sentó a un lado de Silke y midió la temperatura de ambas colocando sus palmas en la frente de cada una.
Se tranquilizó al determinar que se encontraba estable. Volvió a sentarse y esta vez observó al piso seriamente.
Estaba pensativa respecto a lo que había hecho hacía unos minutos. No le importaba en lo más mínimo si el daño ocasionado al chico cuyo nombre no le interesaba conocer, sería permanente o temporal. Ninguna persona que se metiera con su familia merecía misericordia alguna.
Ian la admiró por un instante, supuso que ella no lo tomaría como alguien digno de conversación por lo que volvió al diario, cuando más pisadas es escucharon aproximándose.
Los chicos volvieron a la suite sin Alexander, ya habían pasado más de ocho horas desde que arribaron al hotel y completaron una misión inesperada, dentro de las cuales los alimentos no se encontraban incluidos, así que Bryan hizo un poco de ruido al dar con las bolsas que Lyonya trajo de la tienda de conveniencia que estaban en la mesilla de la entrada junto al manojo de llaves.
Se alegró al encontrar un brownie empaquetado, y saboreó el delicioso tentempié cuando sacó de la bolsa un frasco de mayonesa.
Marie-Angelique escuchó atenta el sonido de la bolsa desde la habitación, y vio como Ian salía para encontrarse con sus compañeros. La rubia sentía un poco de hambre pero era demasiado orgullosa para admitirlo. Se asomó furtivamente analizando como los compañeros de Silke sacaban diversos alimentos procesados.
Tala la descubrió y supuso lo obvio.
-Deberías comer algo. – Dijo el pelirrojo al aire.
-¿Comida empaquetada? ¿Sabes cuantos químicos, calorías y conservadores contiene? – Respondió con una voz remilgosa.
-Manejar a Moinmerlyon te consumió bastante energía; a Silke también le pasaba cuando beybatallaba, siempre se alimentó bien después de cada entrenamiento. – Insinuó sin mirarla.
La princesa se ruborizó un poco. Miró a Silke a sus espaldas y decidió darles una oportunidad. Dejó la habitación con la luz prendida y se aproximó hasta donde los rusos comían sentados en los diversos muebles de la sala.
Spencer sacó un sándwich de pan rayado, una mezcla marmoleada de pan negro y blanco en franjas diagonales, con algunos vegetales que sobresalían y se lo ofreció a la chica.
Ella lo miró algo recelosa pero tomó educadamente el emparedado y se sentó lo más cercana a la habitación contigua. Empezó a abrir el envoltorio y no pudo contenerse a reaccionar cuando Bryan untó mayonesa sobre su brownie de chocolate con una cuchara de plástico que venía con los alimentos.
-¿Pero que haces? – Emperó ella en defensa del pastelillo de chocolate el cual Bryan coronaba con el huevo emulsionado como si se tratase de crema batida.
-Le… ¿Pongo mayonesa? – Respondió sin comprender el por qué la chica se exaltaba. - ¿Quieres un poco? – Le invitó.
La rubia se sentía indignada respecto a la incierta cultura rusa donde la mayonesa era una especie de cubierta, pero hizo un esfuerzo por Silke, así que dejó su comportamiento caprichoso y lo sobrellevó de la mejor manera posible.
-Muchas gracias, así estoy bien. – Aseguró cambiando su tono de voz mientras bajaba la mirada y abría su sándwich.
Los chicos notaron el cambio que parecía conveniente para la ocasión, así que no dijeron nada e intercambiaron la mayonesa entre ellos para tomar la cena.
Al finalizar se pasaron algunas bebidas como jugos, tés, refrescos y leche en unidades individuales, pero la princesa, alérgica según ella a todo, escogió una botella con agua simple.
Ya sin hambre y luego de aquel espantoso encuentro con Moinemerlyon, era momento de continuar con los hechos suscitados a lo largo del día.
- Ian, dinos, ¿Has encontrado algo de relevancia? – Cuestionó Tala tomando un trago de su té helado.
- Ah… - Suspiró Ian. – Parece la guía de campo de un pequeño niño que caza duendecillos en el patio trasero, pero la última parte es educativa. – Confirmó girando con la muñeca la lata de café frío que estaba casi vacía.
-Lo siento, ¿puedes repetir eso? No capté si estabas usando el acento del sarcasmo. – Declaró Bryan recargando sus antebrazos sobre sus rodillas desde su silla.
-Supongo que para Boris era un libro de texto aprobado para su estudio en la Abadía. – Sugirió Spencer abriendo una bebida energizante.
-Describe una interesante teoría acerca de que el Jörmundgander es real y que de hecho lo halló. – Afirmó Ian moviendo el libro, como si no confiara en todo aquello.
-Es posible que sea real. – Dijo Kai de pronto.
Sus cuatro compañeros y la princesa lo miraron con asombro. El bicolor no solía hablar a menos que tuviera información desconocida para el resto.
-Durante la final del primer campeonato de Beyblade, el padre de Tyson nos hizo una visita, él es arqueólogo, y tras mucha investigación estaba seguro de que los espíritus sagrados eran deidades antiguas que habían estado dormidas durante siglos en algunos objetos creados por el hombre, posiblemente en los sitios donde las veneraban, y adivinen quien se acercó hasta él para comprobar una teoría similar. – Kai frunció el ceño tras el pequeño acertijo.
-Boris. – Adivinó Tala sin mucho esfuerzo.
-Así es, y hay algo que Boris y Rasputín tienen en común, ambos podrán parecer locos pero no cabe duda que son inteligentes. – Optó por creer Kai.
La princesa sintió la piel de gallina en esos momentos.
-¿Y bien? ¿Qué dice ahí? – Preguntó curiosa.
-Bueno, tengo un problema con los Kanjis…* - Ian no terminó de expresar el detalle de traducción cuando Kai se aproximó y tomó el libro abierto de sus manos.
-Dice que en la ciudad Gujo Hachiman se llevó a cabo una subasta por el Fiero Rey Dragón en el año de 1890, el comprador era un extranjero llamado Kees Amsberg que pagó en monedas holandesas. – Concluyó Kai.
-¿Y qué más? – Quiso saber Tala.
-Desde aquí no me gusta. – Denunció Kai cortante.
-¿Por qué? – Cuestionó Tala serio.
-Puede que sólo sea una coincidencia, pero los Kanjis que significan "Fiero", "Rey" y "Dragón" se pueden leer juntos como "Gekiryu". – Aseguró incrédulo.
Todos sintieron un poco de desconcierto al escuchar aquello, sin embargo Tala optó por ir directamente a los hechos.
-Prosigue. – Esperó a saber el capitán.
Kai leyó en voz alta las tres páginas siguientes, obteniendo total atención de los presentes, y conforme avanzaba, se preguntaba cuántas posibilidades habría de que la bestia bit de Silke fuera de hecho el creador del Ragnarok. Al concluir todos permanecieron en silencio meditando el relato del viejo libro sobre la guerra sin bandos y el asesinato premeditado contra un trío de hermanas.
-Es justicia divina, ninguna de esas mujeres debía morir a causa de una leyenda que no tiene ni pies ni cabeza. – Intervino la princesa cruzada de brazos.
-Tal vez tengas razón. – Analizó Tala dándole un rápido vistazo al libro. – La orden no se llevó a cabo porque Rasputín fue asesinado el 30 de diciembre de ese año dos días antes del atentado, y con la revolución rusa dando sus primeros pasos, seguro tenían otras prioridades que buscar un objeto mágico. -
-Aun así, Boris tenía conocimiento de todo esto, se me hace extraño que no haya puesto manos a la obra buscando a esas tres mujeres. – Observó Spencer cuando el libro llegó a sus manos y leyó las notas adhesivas que el abad había colocado donde señalaba el tentativo sitio de esa joya en algunos lugares de Europa.
-Creía en ese libro como si se tratase de una biblia, ¿por qué no halló el artefacto si tenía todas las pistas? – Cuestionó Bryan con la mano en la barbilla.
-Tal vez la familia Amsberg desapareció como muchas otras luego de la Primera y Segunda Guerra Mundial pero sus hogares antiguos permanecieron en el mismo lugar. – Intuyó Ian.
Marie-Angelique exclamó como si acabara de recordar algo.
-¡Te equivocas! ¡No desaparecieron! – Negó de pronto la chica. - ¡La Casa Amsberg! ¡Ya recuerdo! Su escudo es un yelmo con un león en la parte superior y un castillo en la inferior, son una de las familias germanas más antiguas y compartieron su expansión en Holanda y el norte de Alemania. Silke me contó que su bestia bit había sido obtenida en una subasta por el tatarabuelo de su madre, quien era un comerciante y coleccionista holandés; se lo obsequió a su hija el día de su boda incrustándolo en una peineta y fue pasando de mano en mano hasta llegar a Silke. – Aseguró la rubia.
Kai se asombró, las piezas comenzaban a unirse.
-Tiene sentido, por eso no pudieron seguir la pista, ya que el nombre de la hija del comprador cambió cuando esta se casó, ¿no es así? – Descubrió Tala lo que había acontecido.
-Igual que con Silke, su madre se apellidaba Von Klintje cuando era soltera, y ahora Silke se apellida Jürgens, era natural que no hallaran nunca a la dueña con tantos cambios de apellido a lo largo de seis generaciones. – Suspiró alegre la rubia como si Silke hubiera esquivado la sentencia de muerte de Rasputín.
-¿Saben lo que significa? – Argumentó Kai de brazos cruzados con la voz más seria que de costumbre.
La sonrisa de la princesa se desvaneció de pronto.
-Gekiryu… es el Jörmundgander. – Confirmó Ian.
-Si las investigaciones de Boris, Rasputín, el padre de Tyson y todo lo que hemos vivido hasta ahora son ciertas… será el fin. – Aseguró Spencer.
-Por eso Alexander estaba tan decidido a usar a Gekiryu para que Boris lo reconociera, tiene lógica. – Obvió Bryan.
-Será necesario… ¿destruirlo? – Preguntó Ian a su líder.
-¡No! – Exclamó Marie-Angelique poniéndose de pie desafiándolos a todos, a pesar de ser de menor estatura que cualquiera de los presentes.
-¿No? Dime, ¿acaso sabes algo que debamos escuchar? – Exigió saber Tala.
-No sé si Gekiryu es ese monstruo que ustedes piensan… Pero sí sé que es inofensivo. – Aseguró la rubia.
-¿Inofensivo? – Se burló Kai con sarcasmo. –Casi derrumba un edificio completo con nosotros adentro incluyendo a Silke, a quien por cierto le causó un corte en la mano. – Objetó Kai.
-Eso no importa, lo juzgan y tan solo han convivido… ¿Qué? ¿Tres semanas con él? Yo llevo conociéndolo desde hace casi doce años y les puedo asegurar que es completamente dócil. – Confirmó la rubia.
Sin embargo ninguno de los muchachos daba crédito alguno a sus palabras, por lo que decidió convencerlos con la verdad.
-Está bien, se los probaré. – Dijo ella con mucha seguridad. – Y no solo eso, esto comenzó con Silke en el mismo estado en que se encuentra ahora... – Confesó melancólica.
Volvió a tomar asiento y los observó uno por uno.
-¿Y bien? ¿Qué le pasa? – La pregunta del bicolor podía sonar algo cruel y carente de tacto, pero él era el único que había presenciado ese momento en que Silke perdió la razón y quería entenderlo.
La rubia suspiró, no quería, lo consideraba un asunto delicado y personal, pero sabía que tenía que decírselos.
-Silke tiene nictofobia. – Declaró sin más, consiguiendo que el grupo se asombrara por lo ridículo que sonaba.
-¿Miedo a la obscuridad? – Se extrañó Ian de inmediato.
-Eso no tiene sentido. – Intervino Kai negativamente. - Yo la encontré un par de veces en situaciones de absoluta oscuridad y estaba bien. – Indicó incrédulo.
-Pero en ese momento tenía a Gekiryu… ¿No es así? – Contradijo acertadamente a lo que Kai se sorprendió.
-¿De qué hablas? – Preguntó el mitad japonés dudoso de la respuesta.
Marie-Angelique era fiel y muy reservada respecto a Silke, sin embargo notaba una genuina preocupación por parte de todos los chicos así que prosiguió.
-Cuando… - Suspiró. – Cuando Silke y yo éramos niñas, hubo una fiesta en su castillo. La fiesta obviamente era de nuestras familias y mientras los adultos platicaban en un salón, los niños nos divertíamos jugando al escondite en todas las habitaciones. –
Tala, Ian, Bryan, Spencer y Kai prestaron atención a las palabras de la chica, si aquella fobia se había desarrollado en la niñez de Silke, tendría algo más en común con su equipo de Beyblade.
-Silke y yo nos escondimos en una habitación que afuera tenía una cinta de "Prohibido el paso", ella no quería entrar, es… una persona que gusta de respetar las reglas, pero le insistí asegurando que el letrero era para cualquiera menos ella, pues se trataba de su casa. Silke accedió y al interior nos resguardamos bajo una mesa cubierta con un mantel que estaba junto a un muro. Silke se introdujo primero y casi de inmediato escuché un grito. Cuando me asomé debajo del mantel, ella había desaparecido en un agujero pequeño pero de tamaño suficiente para que un niño de cinco años resbale sin problemas. Comencé a gritar su nombre hasta que escuché sollozos, pero a pesar de que no la veía sabía que se encontraba ahí. Le dije que no desesperara, que iría por ayuda. Salí al pasillo y me encontré con Robert, Oliver, Enrique y Johnny quienes creían que yo mentía para ganar el juego, hasta que un sirviente me escuchó y corrió a la habitación retirando la mesa como si supiera perfectamente que había pasado. Nos dijo que nos mantuviéramos alejados y corrió a dar aviso al padre de Silke. Por mi parte no podía concebir que estuviera llorando sola en la oscuridad, así que… -
De la nada, lágrimas de ira comenzaron a brotar de los azulados ojos de la princesa quien apretaba los puños contra sus rodillas. Los rusos no estaban acostumbrados a tanto drama femenino, pero esta vez su camarada estaba involucrada así que no hicieron nada para detenerla.
-Tuve la grandiosa idea de buscar una lámpara de mano en un cajón. Le avisé que la lanzaría para que no se asustara. – Marie-Angelique pausó para tomar aire y seguir con la historia. – Cuando cayó cerca de ella, la encendió y pude distinguir que estaba tal vez dos pisos debajo de la habitación, pero entonces sus llantos cesaron. Aún podíamos ver la luz desde arriba, pero ella ya no respondía. Los padres de Robert llegaron enfurecidos, y buscaron los planos de la fortaleza para dar con el lugar donde había caído Silke… - La rubia sollozó pero continuó retirándose las lágrimas con la mano. – Tuvieron que tirar un muro exterior del castillo y aun así, tardaron seis horas en llegar hasta donde ella se encontraba… – Marie-Angelique trataba de seguir pero era obvio que el evento le producía tantos sentimientos como a la alemana, sin embargo respiró profundo y trató de decir las últimas palabras lo más pronto posible. – La encontraron en medio de un calabozo donde había tres cadáveres que llevaban más de cien años pudriéndose. – Finalizó con dificultad.
-¿¡Qué!? – Exclamó Bryan. Eso era casi como un cuento de terror.
Los ojos de Kai se abrieron mucho, ahora comenzaba a tomar sentido la actitud de Silke.
-Silke salió de ahí en los brazos de su madre, totalmente en shock y con el brazo izquierdo roto. – Continuó Marie-Angelique más calmada. – Mis padres se aproximaron a ver el hallazgo, y dijeron que los cadáveres eran prácticamente momias, pero dos aún se encontraban colgados siendo torturados y el tercero estaba junto a Silke… el hedor de aquel lugar era indescriptible y su padre estaba muy molesto ya que se suponía que habían eliminado todas las mazmorras del castillo. A esos tres hombres se les dio la sepultura que merecían en el cementerio del pueblo para que descansaran. Pero Silke… estaba muy afectada… fue mi culpa y nunca podré perdonármelo… - Dijo muy triste a lo que Kai intentó reconfortarla.
-Sólo querías protegerla, no había forma de que lo supieras.- Le tranquilizó.
Marie-Angelique no era muy grata, pero esas palabras la ayudaron a terminar la historia.
-Pasaron tres semanas y la salud de Silke disminuía. Sólo me permitieron verla una vez, pero llevaba todo ese tiempo sin comer nada o dormir si quiera y tenía que tomar muchos medicamentos, le costaba respirar ya que siempre lucía agitada. – Prosiguió afligida. - Los doctores estaban preocupados, pero su madre quien también era médico pensó que el tratamiento debía ser emocional, así que una noche se acercó a la habitación de su hija y le entregó una "peineta mágica", o eso fue lo que le dijo entonces. Según ella, era un amuleto de la familia Von Klintje, el cual había pasado de generación en generación desde hacía un siglo, así que se lo entregó contándole sobre el rey de los dragones y esto de alguna forma pareció surtir cierto efecto en ella. Al día siguiente, Silke volvió a ser la misma de antes y con el pasar del tiempo me di cuenta que llevaba aquel objeto consigo a todos lados, nunca se alejaba de él, incluso años después se atrevió a beybatallar contra mí, y me sorprendió mucho ver una bestia bit de ese tamaño obedecer y proteger a Silke con tanta dedicación, siendo que ella no tenía mucha experiencia en el juego, debido a que su hermano y los chicos no jugaban con ella… -Relató con un poco de amargura. – Le pregunté al respecto, y me dijo que sólo se trataba de un antiguo dragón. -
Kai notó que la historia de Marie-Angelique respecto a Silke y la forma en que Gekiryu le protegía era exactamente igual a lo que él mismo había presenciado, así como las cortas respuestas de Silke respecto a su bestia bit.
-No sé exactamente qué es Gekiryu, pero tengo la certeza de que es bueno, y jamás se pondría en contra de Silke. – Concluyó segura la princesa frunciendo el ceño. – Ahora les pido discreción de parte de todos y cada uno de ustedes. – Exigió de acuerdo al delicado relato.
-Es un hecho. – Aseguró Tala pensativo. – A sí mismo te pediré silencio con respecto al chico que atacaste. -
-No sé de qué hablan. – Obvió encogiéndose de hombros olvidando el minúsculo asunto llevado a cabo en el sótano mientras tomaba un sorbo de agua.
La habitación se quedó en silencio, las mentes de todos trabajaban por separado en el mismo asunto. Las palabras de Rasputín y el origen de la bestia bit de Silke eran las mismas; su conexión con Gekiryu había nacido desde que ella era muy pequeña a raíz de un terrible evento; la locura de Alexander y Boris por adueñarse de una bestia bit suprema la cual había convertido su cuerpo intangible en uno sólido coincidían como si se tratara de ciencia ficción, y la única que podía resolver las dudas se encontraba indispuesta.
Marie-Angelique sacó su móvil, ya eran las 22:00 horas, el viaje fue largo y no había podido hacer más que preocuparse desde que llegó a ese hotel. En vista de que el grupo de chicos no proporcionaba mayor interés, se alejó hasta llegar a la puerta que conectaba ambas habitaciones aclarándose la garganta para dar un decreto real.
-¡Presten atención! Esta habitación es de Silke y mía, así que ni se les ocurra poner un pie dentro o lo lamentarán. – Amenazó intimidante antes de cerrar la puerta que separaba las dos habitaciones.
Los Blitzkrieg Boys no dijeron nada, aunque ciertamente no esperaban recibir órdenes de alguien más.
Tala se puso de pie ignorando la escena de la rubia.
-No tiene caso que sigamos creando teorías, descansemos y con algo de suerte mañana Silke nos aclarará todo. Uno de nosotros hará guardia cada dos horas, esperemos que Voltaire llegue después del Alba. –
-Y… ¿Qué le vamos a decir? – Preguntó Spencer incierto.
-Ya veré que se me ocurre. – Respondió Tala con disgusto. No era posible que tuvieran tan mala suerte con respecto a la intromisión de Alexander y los planes de Voltaire.
Kai se levantó de su asiento dirigiéndose a la salida.
-Yo haré la primera guardia. – Se adelantó saliendo de la habitación cerrando la puerta.
Los cuatro jugadores restantes por primera vez le tomaron la palabra. Sabían que Kai no era altruista, pero estaban seguros que tenía mucho en qué pensar.
Tala se aproximó al tocador cercano a la puerta conectora, se sacó la Lugger real de la parte trasera de su cintura y la colocó sobre el mueble de madera. Pasó a retirarse la chamarra dejándola junto al arma y se estiró un poco antes de acostarse en una de las cuatro camas.
Cerró los ojos. Ese había sido un día fuera de lo común. En otros tiempos, se habría tratado de un día más.
Ian miró el diario una vez más. Bostezó perezosamente y lo dejó sobre la mesa cafetera al frente suyo donde estaban las envolturas de la cena, prosiguió a quitarse las gafas que siempre llevaba sobre su frente y se acurrucó en el mismo sillón en el que estaba.
-Tomaré la siguiente guardia. – Comentó a Bryan y Spencer.
-Despiértame cuando termines. – Pidió Spencer tras ponerse de pie y dirigirse a una de las otras cuatro camas desiertas.
Bryan se acercó a la ventana. Todo lucía afuera como una pintura triste de algún melancólico pintor. La mañana seguramente se pondría interesante, en especial si Kirill daba con ellos antes que Cheslav y Voltaire. Se dirigió a otra de las camas y se recostó con un brazo detrás de la nuca para tratar de dormir un poco.
Marie-Angelique revisó nuevamente la temperatura de Silke. Respiraba con normalidad y se hallaba profundamente dormida.
Se mantuvo de pie admirándola por algunos instantes. Todos los rusos se equivocaban, el viejo monje Rasputín, aquel chico que al que le leyó la mente, el grupo de los Blitzkrieg Boys y el socio de Silke. No importaba lo que hubiese sucedido con su bestia bit, o si en realidad fuera el Jörmundgander; era un ser que velaba por la seguridad de Silke sin importar qué. Ya lo había demostrado en el torneo, así como auxiliándola a sobrellevar su fobia. Al menos en ese sentido la princesa sentía tranquilidad. Sólo esperaba que Silke despertara al día siguiente y le dijera ella misma todo lo que había ocurrido.
La princesa encendió una lámpara que se ubicaba sobre la cabecera de la cama doble y prosiguió a apagar el foco principal de la habitación, se dirigió al lado contrario de la cama y se acomodó la capucha que portaba su abrigo sobre su cabeza para que la luz no la perturbara. Cerró los ojos y se dispuso a dormir.
En el pasillo, Kai apagó la luz, dejando que solo la iluminación del satélite lunar atravesara la ventana detrás de él, donde tomó asiento en un taburete que se encontraba solitario a la izquierda de la puerta. Aparentemente ese mueble sólo tenía la función de ser un adorno, puesto que la superficie acolchonada se sentía dura por el nulo uso. Sin embargo Kai tenía tantas cosas en mente que no se había percatado de ello.
La baja luz y el silencio le permitían pensar con claridad.
Sus ojos se perdieron en la vieja alfombra que decoraba el piso, pasando primero frente a la puerta de la habitación de los Blitzkrieg Boys, luego la puerta exterior de la habitación de Marie-Angelique y Silke, seguía frente a los dos elevadores y terminaba del lado contrario del pasillo donde había una mesa esbelta con un viejo jarrón.
-Fiero Rey Dragón… - Musitó en medio del silencio.
Gekiryu. Esa era la bestia bit de la mujer que le derrotó para adueñarse del 60% de las acciones de un contrato. Desde que la observó por primera vez, supo que había algo fuera de lo común.
Llegó a pensar que Silke era una experta beyluchadora, mucho más que su hermano mayor, inclusive la forma en que esa temible bestia bit había acabado fácilmente con Ian, Bryan y Spencer al mismo tiempo, haciéndose del tercer puesto en el equipo de los Blitzkrieg Boys; sin embargo, grande fue su sorpresa cuando descubrió las pocas habilidades de batalla que Silke poseía, perdiendo con gran facilidad frente a Tyson. El contraste lo había molestado, se sentía engañado, como si se tratara de una cruel burla del destino. Quería derrotarla, probarse a sí mismo que aún era el mejor. Demostrarle de la misma forma que lo hizo con Brooklyn… Nadie se burlaba de Kai Hiwatari y escapaba ileso de su venganza.
Pero todo era tan confuso.
Sacó de su bolsillo el brazalete de Silke y lo analizó cuidadosamente. Los eslabones de las finas cadenas estaban rotos, faltaba uno de los diminutos rubíes que iban incrustados en la entrada de la USB, la cual era muy probable que aún sirviera. Él no pretendía que mataran a su compañera, sólo deseaba que Silke sintiera lo mismo que él multiplicado. Lo había conseguido, y aun así, ella no titubeó; con todas las posibilidades en su contra salió adelante, algo que verdaderamente lo sorprendió. Ahora la valiosa información que tenía entre las manos ya no le interesaba, reconocía el valor de Silke, y al menos en el negocio legal que llevaban a cabo, no le interesaba jugar sucio.
Guardó la pulsera nuevamente.
Alzó el cuello de su bufanda blanca y lo contempló a la luz de la luna. Sangre seca. El hecho de que Silke hubiera seguido a su bestia bit a las profundidades de la abadía no era tan sorprendente luego de descubrir el coraje en ella, sin embargo, pese a que las trampas de Boris casi la matan, fue la obscuridad lo que por fin consiguió quebrarla.
Si Silke tenía un fuerte trauma de la infancia el cual recordaba perfectamente, ¿Por qué se había arriesgado a entrar a un sitio desconocido por ella con la posibilidad de que la luz fallara? Presentía que la amistad de Silke y Gekiryu era más que solo eso. Pero ahora todo se volvía más preocupante. El Jörmundgander, Jörmundgand, la Serpiente de Midgard, el Uroboros, entre otros nombres conocidos, o ahora Gekiryu, representaba una de las criaturas más grandes y peligrosas de la mitología nórdica.
De acuerdo a las leyendas, el Jörmundgander era una monstruosa serpiente hija de Loki el Dios de las travesuras y la giganta Angrboda; tenía de hermanos al Lobo Fenrir, y a Hela, Diosa del inframundo. Pero la serpiente auguraba una batalla que arrasaría con los dioses de Asgard, el Ragnarök. Era por esta razón que Odín, el padre de todo, la desterró a Midgard, el hogar de los hombres, y uno de los nueve mundos conectados por el árbol de la vida Yggdrasil. No obstante, el Jörmundgander habitó el fondo del mar y creció a lo largo de los años hasta que su cuerpo entero consiguió enroscarse alrededor del mundo, siendo capaz de morder su propia cola. Entonces, se alzaría y desencadenaría el Ragnarök que significa literalmente "El destino de los Dioses", donde una inimaginable destrucción llena de desastres naturales borraría el mundo creado por los Dioses Asgardianos, y muchos de ellos morirían intentando impedirlo. Thor, Dios del Trueno, se enfrentó a la serpiente de Midgard, a la cual mató pero a un alto precio, ya que el monstruo poseía un terrible veneno en sus colmillos, el cual mató a Thor a unos cuantos pasos tras haber vencido al monstruo.
El Ragnarök era la destrucción total del universo del Yggdrasil, y el nacimiento de un nuevo mundo que se alzaría de las cenizas y sangre derramada por dioses, monstruos y mortales.
A Kai le gustaba pensar que era una interesante leyenda, pero no lo entusiasmaba que pudiera volverse realidad, y la investigación del padre de Tyson apuntaba a ello. Si Gekiryu había dejado de ser un espíritu sagrado y ahora era el Jörmundgander en carne y hueso, no habría salvación.
Se encontraba tan pensativo, que tardó en darse cuenta como la segunda puerta se abrió lenta y silenciosamente. No se movió, y sólo alcanzó a distinguir una silueta femenina saliendo de su interior. Por la forma del cabello, no se trataba de la princesa.
Silke se aproximó inaudible hasta el primer elevador, presionó el botón y aguardó a que la puerta se abriera. Ingresó de inmediato sin mirar hacia atrás.
El interior del elevador se hallaba iluminado en la parte superior por un panel de luz fría, Silke se mantenía cabizbaja esperando que las puertas del elevador se cerraran. Había indicado en el tablero que quería llegar a la planta baja. Las puertas se deslizaron lentamente y cuando casi conseguían tocarse, una mano con un guante negro evitó su propósito.
Silke reaccionó cuando se abrieron, y sus ojos se cruzaron con los de Kai, quien le miró por un instante y luego se dirigió a la parte trasera del elevador cruzando sus brazos.
La castaña no dijo nada. Esperó mirando al piso a que las puertas se cerraran.
Al transporte vertical le tomó apenas veinte segundos en llegar al vestíbulo. Las puertas se abrieron y Silke salió con paso moderado siendo seguida a un par de metros de distancia por Kai como una sombra. La recepción del hotel se encontraba vacía, pero esto no importó a la alemana que salió por la puerta principal y caminó sin rumbo aparente sobre la fría acera. Kai no le hallaba mayor sentido a lo que hacía pero sabía que no abandonaría a su amiga la princesa.
Inesperadamente, Silke caminó por un sendero recién creado por sus propias huellas hacia una desgastada fuente de piedra de la que hacía mucho no brotaba agua, pero que tenía una pequeña banca para contemplarla.
Silke puso su palma izquierda sobre el asiento y retiró la nieve para poderse sentar. Kai mantuvo su distancia exacta de dos metros, se cruzó de brazos y contempló al horizonte.
El cielo estaba libre de nubes, se podían distinguir perfectamente algunas constelaciones del hemisferio norte a pesar de estar a las afueras de una de las ciudades más grandes del mundo; no había corrientes de aire, y la temperatura se mantenía baja pero tolerable.
Silke deseaba estar sola, pero ¿Cómo podía pedirle algo a Kai? Se sentía avergonzada de sí misma.
De pronto reparó en el hecho de que su palma derecha estaba vendada. Marie-Angelique podía saber mucho a cerca de telas pero era incapaz de poner un vendaje, así que supuso que alguno de sus compañeros de equipo se había tomado la molestia.
Dejó escapar un corto suspiro que formó una breve nube de vapor en el ambiente estático.
-Perdón… - Dijo repentinamente, no obstante Kai la escuchó y lo demostró mirando en su dirección, como si ya no la ignorara.
Silke lo notó y se atrevió a seguir.
–Nunca fue mi intención causar tantos problemas. – Se disculpó comparando sus manos mientras recordaba todo lo acontecido esa tarde.
Kai permaneció mudo.
Pasaron los segundos y se convirtieron en minutos. Aquel silencio era insoportable, Silke sintió esta actitud mucho peor que un regaño por parte de Kai.
La castaña sentía una profunda agonía en su pecho, le dolía saber que Gekiryu no estaba más con ella, y que a causa de su debilidad, ella lo hubiera abandonado. Quería liberar un poco de ese malestar con más lágrimas, pero estas se habían agotado.
-¡Dime algo! – Exclamó con la vista fija en sus manos. Era incómodo sólo sentir la mirada depredadora de su compañero.
-¿Qué es lo que quieres escuchar? – La cuestionó con voz suave.
Silke no supo que responder, ni por qué hizo esa clase de petición. Quizá solo quería descubrir si el Kai que estaba cerca de ella era real.
-No tengo nada que decirte… - Mencionó aproximándose hasta ella. - Tú por otra parte, tienes mucho que explicar. – Determinó dejando la pulsera rota de Silke sobre la banca, encima de la nieve que la cubría a la derecha de la chica.
Silke la levantó con la diestra. La cadena que contenía algo tan valioso lucía irreparable, pero la información que guardaba continuaba ahí. Recordó el amargo momento en que Kai la traicionó, pero ahora devolvía lo único que le interesaba de ella. ¿Era posible que se tratara de una oferta de paz?
Kai se mantuvo de pie frente a ella.
Silke pestañeaba cabizbaja y confundida evaluando la devolución del contrato. Kai había cumplido su palabra al sacarla de aquel horrible lugar, tal vez podía corresponderle con algo de información.
-Yo… - Empezó titubeando con la mirada en los zapatos de Kai.
-¡Mírame! – Le gritó Kai consiguiendo que ella reaccionara asustadiza.
Silke se encogió de hombros, como si temiera que Kai la pudiera lastimar.
El bicolor negó moviendo la cabeza, con la zurda sujetó con firmeza a Silke de la mandíbula inferior y la forzó a mirarlo hacia arriba.
Le desagradó la expresión lastimosa en ella que solo se aterró más al creer que había logrado enfadar a Kai.
-Si te vas a comportar igual que una bebé puedes largarte ya mismo a Alemania. – Se impuso sobre ella.
Silke no dijo nada, se estaba dando por vencida. Esto terminó por exasperar al bicolor.
-¿Sabes Silke? - Prosiguió con suavidad agachándose un poco hasta que sus ojos estuvieron frente a los suyos. – Entiendo que puedas temerle a algo tan tonto como a la obscuridad, pero lo que no puedo comprender es como esta mujer frente a mí, es la misma que consiguió obtener un 60% de ganancias en un contrato conmigo. ¿A caso quieres verme la cara de tonto? – Cuestionó con la mirada impaciente.
Silke negó con la cabeza en un diminuto movimiento.
Kai la soltó y ella mantuvo su vista clavada en él.
-No conseguiste ese porcentaje por ser tramposa o por tener una bestia bit más fuerte que las demás. – Aseguró. – Lo conseguiste porque eres inteligente y sabías que no me negaría a una beybatalla, aguardaste a que me descuidara y jugaste tu mejor carta en contra de mi orgullo como beyluchador. Me ganaste y te lo reconozco. – Admitió sincero. –También, arriesgaste tu vida cuando atacaste a Alexander mientras fingías debilidad, y ni siquiera tenías a Gekiryu contigo, no eres esta mujer patética, eres mucho más que eso. – Reveló inesperadamente.
Silke abrió los ojos sorprendida por esas palabras y su rostro dejó de verse tan sombrío.
-Ahora necesito que vuelvas a ser la de antes y me digas de qué se trata todo esto. – Exigió paciente.
Silke lo consideró por unos momentos. El chico que tenía al frente había actuado en su contra por conveniencia; pero enfrentar al falso paramédico que la secuestró no le resultaba tan espantoso como revivir el trauma de su infancia, y ese mismo ruso, había llegado hasta ella para salvarla, fuera cual fuera la razón, había estado ahí para ella.
Silke asintió, guardó la pulsera y se puso de pie.
-Allá abajo, me pediste que confiara en ti… - Le recordó hablando con la voz madura que la caracterizaba.
-Eso dije. – Confirmó de inmediato.
-Ahora seré yo quien te lo pida. – Replicó ella con seriedad.
-Muy bien. – Prosiguió Kai.
Silke miró a las estrellas rápidamente.
-Lo que sucedió hoy en la Abadía, es algo por lo que temí desde hace algunos años… - Afirmó melancólica.
Kai arqueó las cejas ligeramente. Silke ya lo sabía, sabía que su bestia bit era un poderoso monstruo, pero no la interrumpió, quería conocer su versión de la historia.
-Gekiryu es en realidad, la serpiente de Midgard, el Jörmundgander. – Dijo sin entusiasmo.
-Sabes lo que hace el Jörmundgander, ¿No es así? – La cuestionó su compañero.
-Lo sé. –
-Y, ¿por qué no dijiste nada? –
Silke cerró los ojos.
-Pensé que estaría a salvo si no se lo decía a nadie. – Aseguró mirándolo. – Pero ese chico, el hijo de Boris lo sabía. – Dijo sin comprender como había llegado a esa conclusión.
-Alexander, él lo sabía porque antes, otros habían estado siguiendo su pista. –
-No entiendo, ¿A quién te refieres? – Negó ella perdiendo el hilo.
Kai decidió contarle todo lo que Ian había descubierto a Silke, haría mucho más fácil las cosas.
-Hace casi diez años, mi abuelo comenzó a financiar un proyecto para que crearan la bestia bit más poderosa que cualquiera de las existentes, y contrató a un científico ex militar de nombre Boris, quien tuvo todos los medios a su alcance para lograrlo, y su fuente favorita de información, nació de un diario escrito por el mismísimo Rasputín. –
-¿Rasputín? ¿El consejero del Zar Nicholas? – Pregunto Silke incrédula.
-Él mismo. Sus hallazgos, alquimia y tecnología mística fueron solo el comienzo para que Boris desarrollara su propia técnica de cómo crear bestias bit. Wolborg, Seaborg, Falborg y Wyborg son algunas de ellas, inclusive Alexander pudo crear unas de baja calidad a partir de animales vivos, también hicieron una copia mejorada de Dranzer… - Confesó Kai.
Silke se asombró, y el video que Johhny le envió volvió a tomar relevancia.
-Era esa ave negra, la que usaste contra los All-Starz. –Determinó segura.
Kai suspiró.
-Black Dranzer, así es, él era el orgullo de mi abuelo, pero es una bestia bit inestable y peligrosa, sin embargo para hombres como mi abuelo la búsqueda por el poder es una gran motivación para hacer toda clase de sacrificios, y tener al Jörmundgander, controlarlo, significaría el poder absoluto. –
Silke se preocupó mucho más.
-¿Quieres decir que Boris sabía de Gekiryu? –
-No exactamente. – Intervino. - Rasputín hizo una investigación a cerca del Jörmundgander y llegó a la conclusión de que se había desvanecido de Europa reapareciendo en Japón, donde un sujeto holandés lo adquirió por medio de una subasta, luego se lo obsequió a su hija y pasó de generación en generación del lado materno de diversas familias, brincando de una familia a otra hasta llegar a ti. – Concluyó mirándola profundamente, aquella era una verdad muy bien guardada sin embargo habían reunido la información que conectaba a Silke con la bestia bit. – Además se mantuvo oculta por más de cien años, Boris debió haber pensado que no era necesario buscar una leyenda cuando ya había logrado crear al Black Dranzer. –
-Y ahora, debido a mi orgullo, Gekiryu se reveló al mundo entero… - Se lamentó Silke al dar a conocer por medio del torneo su extraordinaria bestia bit.
-Tal vez, pero eso aún no explica como lo obtuviste, y cómo lograste controlarlo sin crear alguna catástrofe. – Dijo Kai finalmente, necesitaba aquello que solo Silke sabía.
-Eso… pasó hace mucho tiempo. – Respondió Silke.
-Tu amiga nos contó del incidente que tuviste en el calabozo de tu casa. – Silke se sobresaltó de pronto, le avergonzaba aquel hecho. – Nos dijo lo que sufriste y como milagrosamente te recuperaste luego de que tu madre te entregó a Gekiryu. – Las palabras claves de esa conversación iban fluyendo, Silke parecía estar dispuesta a responder cualquier cosa en esos momentos. – Dime que pasó entre ustedes. -
Silke meditó en silencio, nadie, ni siquiera Marie-Angelique conocía ese detalle, y ahora debía elegir si contársela a Kai o abstenerse de ello.
-Antes, necesito me respondas algo. – Susurró.
Kai alzó una ceja.
-¿Qué significa Dranzer para ti? – Cuestionó mirándolo.
Kai se mantuvo quieto, solo devolvía el gesto a su compañera. Comprendía lo que ella pretendía, si quería conocer algo personal de Silke, él tendría que ofrecer algo a cambio.
-Todo. – Respondió con seriedad.
-Ya veo… - Pausó.- Creo que entenderás lo que sucedió entre el Jörmundgand y yo. – Confirmó ella. -Como te lo había mencionado, tuve problemas de salud a causa de aquella experiencia; recuerdo que no podía dormir, cerrar los ojos me aterraba, incluso la compañía de mis padres o mi hermano no amedrentaba las imágenes de lo que vi en ese calabozo. – Silke apretó sus puños, sentía escalofríos al recordar esa experiencia. – Pasaron los días, y mi padre creía que yo debía superarlo por mí misma, así que pidió me dejaran sola en mi habitación, él era un buen hombre, es solo que ya lo habían intentado todo, entiendo que comenzara a darse por vencido, lo último que quería era que a su hija la enviaran a un psiquiátrico… -
Kai escuchaba aquella historia, intentaba imaginar a una Silke más pequeña sufriendo de la misma forma en que lo hizo frente a él en los sótanos de la Abadía. Tenía curiosidad por saber cómo el Jörmundgander había conseguido que superara su temor.
-Entonces, esa noche, mi madre fue a verme y me dio un amuleto que había estado por generaciones en su familia luego de adquirirla por medio de una subasta en Japón. Se trataba de una hermosa roca de cristal azulado con un pequeño dibujo en el centro, incrustada en lo que quedaba de una antigua peineta de madera, me dijo que "El Rey de los dragones" vivía en él, o como lo llamaban los japoneses: "Gekiryu"; me aseguró que me protegería de todo mal, y que no debía temer más.-
Silke dejó ver una media sonrisa, como si todos los malos recuerdos se borraran de pronto.
-Tengo la memoria de que esa noche por fin pude dormir bien con aquella peineta entre mis manos… Hasta que desperté tras escuchar un ruido de algo resquebrajándose. Me levanté sumamente asustada, la lámpara de mi mesita de noche se hallaba apagada, quería gritar en auxilio pero la voz no me salía y descubrí que el amuleto había desaparecido de mis manos, aparentemente mientras dormía lo solté y cayó al pie de mi cama rompiéndose en mil pedazos. Fue entonces que, un par de ojos brillaron al fondo de mi habitación, esto me impactó, era lo único a lo que le prestaba atención; lentamente el cuerpo de una gran serpiente se empezó a dibujar frente a mí, y un dragón apareció aproximándose hasta mi cama. Yo no podía hacer nada, ni siquiera pensar, sólo lo veía y entonces, escuché una voz.
-¿Una voz? – Preguntó Kai, Silke asintió.
-No sé cómo describirlo, era como si la escuchara dentro de mi cabeza y sin embargo jamás lo olvidaré, preguntó: "¿Eres tú la que me liberó de la oscuridad?", yo respondí con empatía: "¿Tú también le temes a la oscuridad?", entonces la bestia comenzó a reír; "¿Temerle? Estoy harto de escucharla llorar a causa de mí." Dijo lleno de poder; me di cuenta que aquel monstruo era tan imponente que incluso la oscuridad y todas las cosas que habitaban en ella le huían, de inmediato me sentí segura y en paz con su presencia y simplemente la oscuridad dejó de molestarme. -
-El Jörmundgand se hizo amigo de una chiquilla porque ella lo liberó. – Supuso Kai, pensando en la tumba que yacía en Noruega, donde la lucha contra la serpiente mitológica había terminado con la vida de los hombres y el rastro del monstruo.
-Creo que él estaba confundido. Le pregunté su nombre y dijo que no lo recordaba, que había estado demasiado tiempo en la oscuridad, así que me pidió que lo nombrara. – Silke sonrió. – Soy mala para los nombres, así que le dije que para mí sería Gekiryu y luego de eso, dijo que estaba en deuda y que se quedaría conmigo para siempre, sólo así, se desvaneció en un haz de luz y se introdujo en un dije que yo portaba, luego de esos escasos minutos con él, ya no sentí miedo alguno. – Silke pausó. – Sin embargo, al pasar los años, me interesé por saber quién era en realidad, busqué en internet, en registros de la familia Jürgens y de la familia Von Klintje, al no hallar nada concreto, comencé a revisar todos los libros antiguos que pude encontrar, concluyendo que se trataba del Jörmundgander, sabiendo lo que traería si se liberaba o caía en las manos equivocadas… -
Kai la interrumpió.
-Por eso leías todo aquello que se relacionaba con la mitología escandinava. –
-Así era, pero ninguno explica con precisión los eventos del Ragnarök o como detenerlo, incluso como vencer al Jörmundgander si fuera necesario. –
Kai alzó la cara.
-¿Estarías dispuesta? – Preguntó con un tono frívolo.
Silke no comprendió.
-¿Estarías dispuesta a hacer lo necesario para evitar el Ragnarök? –
-Hablas de destruirlo… - Obvió ella desesperanzada. – Lo intentaría todo antes de llegar a ese punto. – Habló sensata.
Kai se quedó pensativo. El Jörmundgand tenía grandes dimensiones y una fuerte coraza, las bestias bit habían sido incapaces de enfrentarlo y tampoco había escuchado las órdenes de Silke. ¿De qué forma lo podrían derrotar?
Silke se acercó un poco a Kai y este salió de sus pensamientos. Ella tenía una expresión sumisa, similar a la primera vez que la vio en casa de Robert.
-¿Qué? – Preguntó tosco.
-Quería darte las gracias. –
Kai parpadeó por aquella gratitud inusual.
-¿De qué hablas? –
-No podré olvidar todo lo que pasó hoy, y sé que tuviste tus propias razones para ir a buscarme, - Advirtió sin hacerse falsas ilusiones. - pero, pudiste dejarme y no lo hiciste. Sólo quiero que sepas que lo aprecio. – Terminó mirándolo con respeto.
Kai desistió de su ruda actitud y en vista de que no había nadie más por los alrededores, por una vez podría corresponderle.
-Silke… - Kai se vio interrumpido.
Un rayo de luz roja salió del interior del compartimiento donde guardaba su blade, proyectándose hasta el cielo, donde la línea incandescente se convirtió en una esfera y esta tomó la forma de una gran ave rojiza.
-¡Dranzer! – Exclamó Kai impactado.
Silke veía al fénix con los ojos muy abiertos. Se había salido del bit de Kai sin que este lo llamara.
-¡Dranzer! ¡Vuelve aquí! – Ordenó Kai mostrándole su blade azul.
Dranzer lucía confundido en el cielo nocturno, no obstante, enfocó sus ojos en su amo, y graznó ásperamente con fuerza antes de batir sus alas con precisión hacia Kai y Silke produciendo una fuerte ola de vapor escaldando el aire helado. El ruso presintió el ataque un nano segundo antes y tiró de Silke con fuerza hacia abajo para protegerse del ataque detrás de la fuente de piedra.
Ambos se resguardaron sintiendo a su alrededor el ambiente como si estuvieran dentro de un sauna, y tuvieron cuidado de no tocar la roca de la fuente debido a que su temperatura había incrementado drásticamente. La nieve se fundió bajo sus pies y una bruma densa de vapor los cegó. El aire era tan caliente que quemaba sus gargantas al tratar de respirar.
Escucharon el canto de Dranzer más lejos, Kai supuso que ya no había peligro así que se puso de pie, alcanzando a vislumbrar a su bestia bit alejarse.
Silke se puso de pie a su lado sin comprender la actitud de la bestia bit revelándose a su dueño.
Kai distinguió una de las plumas rojas de Dranzer deslizarse por el cielo negrusco hasta tocar el piso. La levantó y se extrañó cuando esta no se desvaneció.
Silke se acercó a él y ambos pensaron lo mismo cuando el sonido de cristales rompiéndose desde una de las habitaciones superiores donde dormía el resto del equipo llamó su atención de inmediato. Un ave de menor tamaño que Dranzer se había fugado por la ventana. Falborg voló con rapidez hacia la misma dirección que el Fénix y luego un haz de luz amarillo lo siguió.
No tuvieron tiempo de intercambiar ideas pero estaban sincronizados cuando empezaron a correr hacia el hotel nuevamente.
-¿¡Pero que rayos sucede!? – Gritó Bryan en ruso al ver la silueta de Falborg empequeñecerse dentro de la circunferencia de la luna.
-¡Seaborg se fue también! – Se preocupó Spencer levantando su beyblade con el bit vacío.
Ian sacó su blade comprobando que Wyborg seguía ahí cuando este también brilló y la bestia bit se extrajo hacia el piso del cuarto.
Los cuatro chicos dieron un paso hacia atrás dándole espacio a la serpiente, la cual aventó la mesita del café con su cola hacia uno de los muros.
-¿Wyborg…? – Preguntó dudoso Ian, pero la serpiente lanzó una advertencia con su bocaza abierta siseando amenazadora antes de observar al pelinegro y retirarse serpentenado por el agujero de la ventana.
-¡No lo entiendo! – Replicó Spencer anonadado.
Tala temió lo peor cuando una luz proveniente de su cintura se manifestó tomando la forma de Wolborg.
El lobo lloriqueó entre los muebles caídos y agitaba su cabeza de un lado a otro cerrando los ojos.
Tala no le llamó, sólo se aproximó hasta él lentamente, guardando una distancia segura. Sus espléndidas alas de hielo que parecían cristal, reflejaban débilmente la luz que se filtraba del exterior en la habitación oscura.
El pelirrojo se atrevió a poner las yemas de su mano izquierda sobre el ala derecha, y Wolborg no pareció detectarlo. Era increíble poder tocar a la criatura que había compartido tragedias, victorias y derrotas con él. Sabía lo que el lobo había sufrido a manos de Boris, pero cuando luchaban juntos, había sentido las emociones de Wolborg. Tala colocó una rodilla en el piso, y aguardó a que el can dejase de lloriquear, sabía que si algo le sucedía a su amigo, él podría percibirlo.
Wolborg alzó sus ojos hacia Tala y se hizo el silencio.
Tala no sentía miedo alguno, y los ojos de ambos demostraban la confianza que existía entre uno y otro. El pelirrojo sonrió levemente pero Wolborg colocó una de sus patas en el pecho del capitán tumbándolo y lanzó un mordisco el cual Tala interceptó rápidamente con su brazo derecho.
Kai abrió la puerta de golpe con Silke detrás suyo y el lobo se distrajo soltando a Tala mientras se encogía contra la pared, veía a los Blitzkrieg Boys como enemigos. Tala se puso de pie con rapidez, no comprendía como Wolborg lo había mordido, su brazo lucía más grave de lo que era, con seis agujeros simétricos de los cuales brotaban gruesos caminos de sangre.
-¡Tala! ¿¡Estás bien!? – Preguntó Ian preocupado.
Tala asintió sin quitar sus ojos de Wolborg. En eso, el lobo aulló agudamente y lanzó su aliento congelado a la pared para luego embestirlo y salir del hotel igual que las otras bestias bit.
Todo volvió a estar en sepulcral silencio cuando Silke intervino.
-¿¡Y Marie-Angelique!?-
Bryan reaccionó, estando más próximo corrió hacia la puerta de la habitación contigua.
-¡Princesa! – Exclamó tras abrir la puerta.
Silke se asomó detrás de Bryan y notó como Marie-Angelique yacía sentada sobre la cama, dándoles la espalda, entregaba toda su atención viendo de frente la horrible cara de Moinemerlyon que la observaba con sus ojos magenta clavados en ella, sin embargo al vislumbrar a Bryan, también se enfocó en él.
Silke sabía lo que sucedía cuando la bestia bit de la Casa Lemoine posaba su mirada en alguien, tomó la Lugger que se encontraba sobre el tocador y disparó un certero tiro al hombro de Moinemerlyon.
Salpicaduras de sangre estamparon los muros de papel tapiz cuando el monstruo gritó adolorido y se escapó rompiendo la ventana también.
Marie-Angelique se desvaneció sobre la cama. Spencer entró para revisar a su camarada con Tala e Ian detrás. Kai reaccionó de inmediato y le retiró el arma a Silke por seguridad quien se recuperaba de aquel arranque de adrenalina. No podía creer que le había disparado a Moinemerlyon y que pudo haber herido a la princesa o a Bryan. Todo había transcurrido en unos segundos.
-¡Hey! ¡Bryan! ¿Estás bien? – Cuestionó Spencer tocando el hombro de su compañero.
Bryan respondió con un veloz puñetazo que tumbó a Spencer al piso tomándolo por sorpresa.
Todos en la concurrida habitación se quedaron inmóviles, y la expresión en el rostro de Bryan cambió de una juguetona y divertida a una sombría y maniática.
-¿Qué te sucede Bryan? – Demandó saber Tala con la voz sumamente intimidante.
Bryan dio un paso hacia su líder claramente demostrando un desafío.
-Detente. – Dio una última advertencia el pelirrojo.
Bryan sonrió encantado, dio un paso hacia Tala desde el cual jaló con toda su fuerza su puño derecho para lastimarlo, pero el capitán del equipo, a pesar de reconocer la fuerza física de Bryan, contaba con mayor agilidad. Recibió el brazo de Bryan con sus manos y usó su impulso en su contra para tirarlo al suelo consiguiendo que los pisos de madera vieja crujieran como si estuvieran por romperse.
Silke no podía creer como el carismático Bryan había cambiado tan radicalmente y ahora Tala había tenido que tomar medidas para controlarlo.
Ese golpe hubiera detenido a cualquiera, pero no a Bryan. Sujetó a Tala de la pierna como si no sintiera aturdimiento alguno por el derribe del pelirrojo y lo atrajo hasta el suelo.
Tala pateó a su compañero para alejarse de él, aún así Bryan lo soltó e intentó incorporarse cuando Ian se aproximó por detrás, sin embargo el de cabello gris se dio cuenta y se olvidó de Tala, deslizó una pierna con rapidez tirando a Ian al piso. Se aproximaba a aprovecharse de su presa cuando Kai intervino haciéndole una llave al cuello la cual consiguió alentar los movimientos de Bryan, pero aún luchaba por ponerse de pie. Kai no lo creía, se encontraba presionando con fuerza pero su compañero estaba demorando en caer. Spencer se recuperó y se aproximó a Bryan terminando por darle un rodillazo en el abdomen para detenerlo. Pero aún no podían someterle. Tala supuso que solo les quedaba noquearlo, así que le dio un inesperado cabezazo a su compañero, y al fin Kai sintió como el cuello de Bryan dejaba de oponer resistencia. Lo soltó y uno de los Blitzkrieg Boys quedó inconsciente en medio de la habitación.
Spencer se limpió con el puño una mancha de sangre que Bryan le había ocasionado tras romperle el labio. Ian se acercó a su compañero caído para revisarlo. Aún respiraba.
Kai observó a Bryan y luego a la princesa. Moinemerlyon les había hecho algo.
Silke estaba sin habla, lo sucedido, había dejado confundido y herido a todo su equipo, no sabía cómo podría ayudar, la mortificaba la pregunta: ¿Esto es a causa de Gekiryu?
Tala avanzó con paso firme hacia ella, cada pisada resonaba con pesadez, logró atraer la atención de la chica quien se aterrorizó al tener los ojos helados de Tala única y exclusivamente sobre ella, completamente furioso.
La sujetó firmemente de la ropa a la altura del cuello, pegándola contra la pared, al notarlo Kai se aproximó y sujetó su brazo sobre las heridas que Wolborg le había hecho presionándolas para que el pelirrojo la liberara.
-¡Tú lo sabías! – La acusó el capitán ignorando a Kai.
Silke se sentía completamente vulnerable, esa mirada infundía más miedo que cualquier otra cosa, y los ojos de Tala habían visto a través del temor en la chica. No podía negar su conocimiento respecto al Jörmundgander.
-¡Nos traicionaste! ¡Arriesgaste la vida de mi equipo! ¡Incluso de tu amiga!– Acusó presionándola con mayor fuerza obteniendo de ella un ahogado gemido. Silke trataba inútilmente de retirar el puño de Tala con ambas manos, pero era inamovible. Al líder de equipo no le importaba el sufrimiento de la chica. Había perdido lo que más le importaba. Wolborg.
Silke no tenía una respuesta, no esperaba que nada de eso sucediera. Spencer e Ian permanecieron en silencio, incrédulos. Hacía mucho que no veían a Tala tan furioso.
Al ver que Tala no cedía, Kai desenfundó la Lugger que había guardado detrás de su cinturón, cargó y apuntó a Tala.
-Ella no lo sabía. – Determinó Kai haciéndolo entrar en razón. El pelirrojo miró a su compañero y la soltó.
Kai volvió a guardar el arma y se colocó frente a Silke quien comenzó a toser a causa del apretón.
-Sabía que era un monstruo… Y nunca nos lo dijo. – Aseguró Tala.
-Ninguno pensó que esto llegaría a pasar. – Negó Kai. También estaba nervioso respecto a Dranzer, aun así, había sentido sinceridad en las palabras de Silke y creía en ellas.
-Pero pasó. ¿Y ahora qué? Destruimos BioVolt, BEGA, con ayuda de nuestros blades. Ese monstruo ha robado nuestras bestias bit, Wolborg se materializó y me atacó, ¿Cómo demonios lo vamos a destruir? –
-¡Espera! – Silke exclamó detrás de Kai un poco jadeante. – ¡No es necesario! –
-Es demasiado peligroso. – La calló Kai con seriedad refiriéndose a Gekiryu.
Tala observó a su pareja masculina. Al menos estaban de acuerdo en algo.
-Ian, Spencer. Vamos. – Ordenó el pelirrojo sin quitar la mirada cómplice de Kai.
-¿Pero, y Bryan…? – Preguntó Ian preocupado por la rápida decisión.
-Él está indispuesto, se quedará con las dos chicas. – Determinó Tala posando su mirada en la sangre de los muros. Si Silke había logrado dañar a Moinemerlyon, tal vez un disparo certero venciera a Gekiryu.
Tala recogió su chamarra y se la puso encima sin importarle que se manchara con su brazo izquierdo.
Kai no dijo nada, se alejó de Silke hacia la puerta.
-¡Alto! ¡No pueden ir solos! ¡Es mi responsabilidad! – Exclamó Silke siendo la única consciente de los tres que dejaban atrás.
Tala no se detuvo y abandonó la habitación, seguido por Ian y Spencer quienes si escuchaban las palabras de Silke pero no se atrevían a oponerse al juicio de Tala. Kai fue el último en salir no sin antes tomar el manojo de llaves que Spencer había dejado sobre el mueble de la entrada.
-¡Kai escúchame! – Suplicó al bicolor tomándolo del brazo.
-Creo que ya has hecho suficiente. – Determinó Kai con un último vistazo antes de liberarse de ella.
Silke sintió esa respuesta como un duro golpe a su propio orgullo.
Kai tomó la manija de la puerta y la cerró con llave por fuera.
-¡Alto! ¡No se vayan! – Gritó Silke a través de la puerta golpeándola con desesperación.
Kai escuchó sus gritos, avanzó hacia la otra puerta y la cerró con llave también.
Tala, Ian y Spencer lo esperaron en el elevador para la siguiente misión.
Llegaron hasta el estacionamiento donde estaba la camioneta, ingresaron hasta ella y Tala dio a conocer su plan.
-Las luces se dirigieron hacia la Abadía, tenemos que llegar hasta Gekiryu, si lo derrotamos es posible que libere a nuestras bestias bit. –
-Estoy contigo Tala, pero ¿cómo lo haremos? No creo que pueda conseguir un arpón lo suficientemente grande para detener a Seaborg si se atraviesa en nuestro ingreso. – Argumentó el rubio.
-Tengo una idea. – Dijo Kai.
Tala lo observó, parecía que se contenía porque era una idea que no le iba a agradar.
-Vayamos por el Black Dranzer. – Concluyó. – Con algo de suerte Gekiryu no lo atrajo hacía él.-
Sus tres acompañantes se quedaron sin habla. La bestia bit más poderosa creada por BioVolt era algo tan peligrosa como el mismo Gekiryu.
-No necesitamos dos bestias bit que amenacen con destruir la tierra. – Negó Tala.
-Hay un precedente… - Se atrevió a hablar Ian.
Atrajo las miradas expectantes de todos.
-El Jörmungander obedecía a Silke por la amistad que tenían, sin embargo el Black Dranzer únicamente puede ser dominado por la habilidad de Kai, hay posibilidad de que Gekiryu no sea tan fuerte ahora que Silke no está con él. Podríamos tener una oportunidad. – Concluyó Ian.
Spencer asintió con la cabeza. No quería ser comida de bestia bit si no tenían la mínima oportunidad de acercarse.
Tala desafió a Kai con la mirada. Recordó como no solo el poder, sino la personalidad de Kai cambió radicalmente cuando poseyó dicha bestia bit. No estaba seguro de si podría controlarla ahora, no obstante era por mucho la única opción que tenían.
Kai notó las dudas en el plan de acuerdo a la expresión de Tala.
-Quieres recuperar a Wolborg, ustedes a Wyborg y Seaborg, yo quiero de vuelta a mi Dranzer, es la única forma. – Determinó Kai.
-Así que también te quitaron a Dranzer. – Recalcó Ian.
Tala deliberó aquello. Wolborg era el único que había permanecido a su lado en las buenas y en las malas, en las victorias y en las derrotas, en medio de la oscuridad. Lo rescataría a como diera lugar.
-Bien, ¿dónde se encuentra? – Cuestionó más tranquilo.
-En la oficina de mi abuelo. – Asintió Kai.
Tala arrancó el vehículo y lo dirigió hacia el centro de Moscú.
Silke se encontraba exasperada golpeando la puerta con una silla, hasta que rompió las patas delanteras en medio de su desesperación por salir. Se escuchó un gemido decepcionado por su parte. Estaba en medio de una terrible encrucijada. Debía salvar a su equipo y a Gekiryu de un terrible destino.
-Ay… Qué es esto… - Escuchó débilmente en el cuarto contiguo.
Se aproximó y halló a Marie-Agelique de pie. Se sobaba la cara con la diestra como alguien que despierta con resaca.
-¡Marie-Angelique! ¡¿Estás bien?! – Se alarmó aproximándose hasta ella.
-¡Silke! – Reaccionó la rubia al ver a su amiga consciente.
Ambas se abrazaron.
-¡Estaba tan preocupada! ¡No podía creer nada de lo que me decían esos jóvenes problemáticos! – Negaba la princesa.
-Lo sé, pero todo es verdad. – Confesó Silke mirándola con seriedad.
-¡No me importa! ¡Mira todo lo que te han ocasionado! – Señaló la rubia tocando su mejilla haciendo reaccionar a Silke.
De pronto, la princesa observó a su alrededor en la habitación sin luz, con aire frío entrando por la ventana rota, la luna iluminando pálidamente el rostro nervioso de Silke, algunos muebles esparcidos por el piso y Bryan inmóvil sobre el suelo al otro lado de la cama.
-Pero… ¿Qué sucedió aquí? – Demandó saber alarmada.
Silke la admiró.
-¿No recuerdas? –
La princesa hizo un esfuerzo y sus ojos se abrieron mucho. Desabotonó el abrigo y sacó de su cinturón su beyblade para descubrir que el bit se encontraba vacío.
-Moinemerlyon… - Se inquietó la rubia.
Silke no dijo nada, se sentía tan responsable por todo lo acontecido.
-Estaba frente a mí, retorciendo mi corazón con la muerte de mi hermana… - Habló con amargura y una lágrima escurrió hasta su barbilla. Silke no hizo ningún comentario al respecto, sabía lo mucho que le afectaba a la princesa aquel pasaje. –No entiendo, cómo se atrevió a atacar a su propia ama… -
-Es mi culpa. – Aceptó Silke bajando la mirada.
-¿Por qué dices eso? – Se extrañó su amiga.
-Angelique… nunca te dije, que Gekiryu era el Jörmundgander. – Mencionó apenada.
- ¿Y eso qué? – Respondió la princesa con tono firme y seguro.
Silke alzó la vista sin comprender como Marie-Angelique no se molestaba.
-Tú no comandaste a Gekiryu a que hiciera algo como esto, jamás lo harías, seguro ahora mismo está confundido y asustado, necesitas llegar hasta él y hacer lo mismo que hizo por ti. – Aseguró la rubia motivándola.
Algo cambió en Silke tras esas palabras, el lazo que tenía con Gekiryu era único, tenía que salvarlo de sí mismo.
-Siempre tienes la razón en todo. – Sonrió Silke tímidamente.
-Así es. – Se enorgulleció la princesa. -Oye, y esos rusos mal educados, ¿Dónde están? –
-Debemos detenerlos, se fueron a enfrentar a Gekiryu ya que también les quitó sus bestias bit. – Se inquietó Silke.
Antes de que la princesa pudiera responder, Bryan empezó a moverse reincorporándose con pesadez mientras se quejaba.
Silke se aproximó con cautela a su compañero, esperaba que no reaccionara con violencia como lo había hecho con Spencer.
-Bryan… ¿Te encuentras bien? – Preguntó la chica guardando su distancia.
-¡Maldición! ¡Me duele la cabeza como como si fuera año nuevo! – Se desquitó dándose una palmadita en la mejilla para reaccionar.
Silke suspiró con alivio, Bryan también había vuelto a ser el mismo de antes.
Tras levantarse, notó como le dolía el abdomen, el cuello y por sobretodo la frente.
-¿Y Tala y los demás? ¿Qué pasó en este lugar? – Reparó al ver todos los destrozos, en especial sangre sobre la ventana.
- Bryan, Falborg se fue volando por la ventana. – Le dijo Silke. El joven comenzó a asentir con la cabeza, recordaba aquello.
-Sí… ya me acuerdo, Wolborg mordió a Tala, ¿por qué haría algo como eso? Y luego, esa bestia bit horrenda… -
-¡Oye! ¡Mucho cuidado con tu boca jovencito! – Regañó Marie-Angelique al ver que le faltaban al respeto a la bestia bit de su familia.
Bryan se sobresaltó de pronto.
-A caso yo… ¿Lastimé a alguien? – Recapacitó de acuerdo a borrosas visiones que iban y venían.
-Bryan, estabas bajo la influencia de Moinemerlyon, es una bestia bit capaz de usar los sentimientos de culpabilidad en las personas en su contra, y a su vez, él estaba siendo llamado por Gekiryu, lamento mucho que los haya afectado tanto a ambos. – Se disculpó Silke.
Marie-Anglique asintió levemente, aceptando la disculpa. Bryan se encogió de hombros.
-Ya veo… Es por eso que me duele tanto la cabeza. – Dijo con media sonrisa suponiendo que sus compañeros habían optado por derribarlo.
-Le hice daño a mis camaradas y amigos al permitir que Gekiryu les arrebatara a sus bestias bit, tengo que arreglarlo o nunca podré pedir su perdón, sólo espero que el Jörmundgand me escuche. -
-Silke. – Se aproximó Bryan poniendo una mano sobre su hombro. – Cuando vi a Gekiryu, y la poca destreza que tenías en el beyblade, me asombró reconocer a una chica que podía domar a un enorme dragón con solo su voz, y créeme, nos tomó años dominar a nuestras bestias bit, mucho más que confiaran en nosotros como amigos, ahora todos ellos deben están confundidos, incluso Tala, compartió el mismo sufrimiento con Wolborg, necesitas ir y decirles esto mismo, y a Gekiryu sólo háblale como tú sabes hacerlo, nadie más tiene esa conexión que tú posees. -
-Bryan, ¿no estás…? –
-¿Molesto? El equipo de los Demolition Boys también se equivocó alguna vez. Ahora alcancémoslos y hagámoslo como equipo. – Le dijo alzando el pulgar de la diestra.
Marie-Angelique asintió.
-Parece que tendré que mancharme las manos en este asunto, pero Moinemerlyon no puede ir por ahí recordándole a las personas sus peores pesadillas. Además… aún hay un torneo que tu equipo debe ganar. – Sonrió animada.
-Chicos… ¡Gracias! – Exclamó Silke con más confianza en ella luego de ese momento enternecedor.
-Bien, ahora que ya tenemos un plan, ¿cómo salimos de aquí? – Cuestionó la rubia.
-Kai se llevó las llaves, tenemos que abrir la puerta y…- Silke fue interrumpida.
-Yo me encargo. – Se ofreció Byan.
El de cabello gris se aproximó hasta la puerta de la habitación de las chicas que daba al corredor. La embistió con el hombro derecho una vez, y nada sucedió. Aún se sentía debilitado, pero no se dio por vencido, embistió una vez más y la puerta cedió.
Silke se aproximó hasta Bryan para ayudarle a ponerse de pie.
-Gracias Silke. – Aceptó Bryan el apoyo.
-Apresurémonos. – Indicó la princesa llamando al elevador.
Los tres bajaron y al llegar afuera del hotel vieron que no había vehículo alguno.
-¿Genial, y ahora qué? – Preguntó la princesa.
Bryan vislumbró los haces de luz de un solitario auto que pasaba cerca y le hizo señas para que se detuviera, sin embargo el conductor pisó con más fuerza el acelerador y se alejó de ahí.
-¡Maldito! ¡Intentamos salvar al mundo! – Se desquitó Bryan molesto.
-Así nunca llegaremos. – Se lamentó la rubia. – Tal vez nosotras deberíamos intentar detener uno. – Propuso Marie-Angelique acercándose al arroyo vehicular.
-¿Qué hacen? – Preguntó Bryan arqueando una ceja.
-Parece que quieres robarle el auto a alguien, así nunca se detendrán. – Negó con la cabeza la chica de brazos cruzados.
Bryan enseñó los dientes.
-Creo que a eso se refiere Marie-Angelique. – Sonrió Silke.
-Bien… inténtenlo ustedes. – Aceptó Bryan alejándose unos metros.
Marie-Angelique sacó un pañuelo de su abrigo y comenzó a hondearlo cuando un nuevo auto pasó por ahí.
El auto estilo sedan de color amarillo se aproximó hasta ellas con música al interior, y el vidrio se deslizó hacia abajo dejando ver cuatro chicos muy divertidos que parecían venir de una fiesta.
-Que hermosa señorita, hace mucho frío afuera bombón, por qué no subes al auto y del precio nos arreglamos luego. – Sonrió con lujuria un joven de tez blanca y cabello platino.
-¡¿Qué?! – Exclamó ofendida la rubia. – Yo tengo un príncipe que me espera en un castillo donde seguro te cortaría la… -
Silke hizo a un lado a su amiga antes de que echara todo a perder.
-Chicos, por favor necesitamos su auto, les pagaré lo suficiente. – Dijo Silke con seriedad esperando que tomaran su oferta en serio.
-Con qué nos pagarás, espero que sea con unos besos… - Dijo el que iba tras el volante con un tatuaje en la mano derecha.
En eso uno de los chicos de atrás le dio un golpe en la cabeza al conductor.
-¡Eres un zopenco! ¡Se trata de Silke Jürgens! – Obvió abriendo la puerta para bajar del auto.
-¡Es cierto! ¡La jugadora de los Blitzkrieg Boys! – Reaccionó el copiloto tras reconocerla debajo de la gaza que llevaba en la mejilla.
Los cuatro descendieron del vehículo.
-¿Y el resto de su equipo? Queremos decirles que esperamos que ganen el torneo. – Aseguró un joven de gorra.
-Muchas gracias, ahora entreguen las llaves. – Exigió Bryan saliendo detrás de un árbol cercano.
-Está bien, los ayudaremos con una condición. – Sentenció el conductor al reconocer a otro de los jugadores. Bryan estaba cansado de lo tardado que era el método de las chicas cuando él solo podría haber noqueado a los cuatro. - ¡Queremos una foto con Silke! –
-No lo hagas son unos perv… - Intentó hacer reaccionar la princesa a su amiga.
-Lo haré. – Aceptó Silke.
Marie-Angelique lucía molesta, pero Silke ya había dado su palabra.
-Aquí tienes. – Le dio el de cabello platino a Bryan un teléfono con la cámara lista.
Los cuatro chicos se pusieron a los costados de Silke y sonrieron con ella cuando el flash del teléfono se proyectó en la noche. A Silke no le gustaba ser una celebridad pero por esa vez había valido la pena.
-¡Los apoyamos! – Dijo el platinado recogiendo el teléfono admirando la invaluable foto.
-El resto de los chicos no nos creerían sin la foto.-
-¡Lleven a Rusia hasta la cima!-
-Saluden a Kai por mí. –
-Gracias, así lo haremos, no olvidaré pagarles. – Aseguró Silke.
Los cuatro se retiraron conformes en la fría acera cuchicheando entre ellos.
-Bien, eso fue fácil. – Dijo Silke satisfecha.
-Yo conduzco. – Comunicó Bryan abriendo la puerta, sin embargo golpeó su cabeza con la puerta al no calcular bien la distancia.
Silke lo notó de inmediato.
-Aún sigues mareado. –
-No es nada, suban. –
-Descuida, yo lo haré. – Confirmó Silke, Bryan no estaba en condiciones de manejar.
El chico lo analizó, su vista se nublaba repentinamente, por lo que consideró el entrenamiento de Silke en la arena como un comienzo para ese crucial momento.
-Bien, me iré atrás para apoyarte. – Le dijo subiendo con cuidado a la parte trasera del pequeño vehículo.
-Sube. – Indicó Silke a la princesa.
-¿Qué? ¿Te enseñaron a conducir? – Se sorprendió la rubia, en seguida miró a la puerta donde venía el chico que la llamó "bombón". -¿En serio debo subirme al asiento del copiloto? Es inapropiado para una dama y no digamos una princesa ir…–
-¡Marie-Angelique súbete de una vez! – Gritó Silke perdiendo un poco la paciencia desde el interior del auto.
-¡Ay, ya oí! No tienes que gritarme… - Se estremeció la chica ya que Silke nunca alzaba la voz y menos a ella. - Luego estaremos bebiendo café instantáneo… - Se quejó en silencio mientras se colocaba el cinturón de seguridad.
-Bien Silke, arranca, y no vayas muy rápido, puede haber zonas con hielo en el asfalto y sería peligroso.
-Lo haré con cuidado.- Confirmó Silke encendiendo el motor, colocó la palanca del auto para dar marcha hacia adelante y pisó suavemente el acelerador.
0200, esa era la hora actual en Moscú. La ciudad dormía antes de que saliera el sol de un día lunes, y en la caseta de la oficina de Voltaire, yacía inconsciente sobre el piso un joven velador, y la camioneta del hotel aparcada cerca de la entrada del edificio.
En la recepción se encontraba otro par de vigilantes atados con cinta plateada totalmente noqueados detrás del mostrador. Las cámaras de video habían sido apagadas y ninguna de las ventanas tenía la luz encendida.
En la oficina de Voltaire en el último piso, Ian se dedicaba a abrir una cerradura electrónica detrás de un cuadro de aspecto chino, con un fénix dorado bordado sobre tela rojiza.
Tala y Kai aguardaban a que cediera mientras Spencer verificaba las tres pistolas y dos fusiles de asalto que habían conseguido arrebatarles a los guardias.
-Tala, las pistolas tienen veinte tiros cada una, y los cartuchos de los rifles se encuentran completos, deberíamos de poder llegar hasta el Jörmundgand sin problemas. – Afirmó Spencer.
-Excelente, es una pena que no podamos aprovechar más tiempo buscando municiones. – Comentó Tala.
La pequeña caja de seguridad soltó un agudo "click" y esta se abrió. Sin embargo adentro había un nuevo impedimento con una segunda puerta y un dispositivo de escaneo de huella digital.
Kai se aproximó antes de que Ian empezara a tratar de abrirla. Su compañero se hizo a un lado y Kai colocó su pulgar izquierdo. Sin ningún problema la puerta se abrió.
A Tala no le dio buena espina aquello. Era casi como si Voltaire supiera que Kai podría querer usar el Black Dranzer.
Kai metió la mano y sacó el único objeto de la caja de seguridad, se trataba de un diminuto y aplanado contenedor, dentro del cual resplandecía el bit de Black Dranzer.
Kai lo sacó y lo colocó en su beyblade. Cerró las dos compuertas colocó una vez más el cuadro.
-Es hora de irnos. – Le dijo a su grupo.
Tala asintió. Tomó una de las pistolas y siguió a su compañero hacia el elevador, la única entrada y salida del despacho de Voltaire.
Ian tomó un rifle y una pistola al igual que Spencer. No había vuelta atrás. Tenían que lograr su cometido antes de que Kirill descubriera por qué habían violado la seguridad de la empresa de Voltaire.
Minutos después, se encontraban en las afueras de la abadía. Era afortunado el hecho de que todo el barrio que rodeaba al antiguo complejo eclesiástico se hallara desierto.
-Suponiendo que no haya habido nuevos derrumbes, la forma más fácil de llegar a donde pueda estar el Jörmundgand sería por el laboratorio B7, y de ahí tomar las escaleras que conducen al sótano 20. – Recomendó Kai.
-Suponiendo que no se haya alejado más. – Complementó Tala.
-Tenemos las balas contadas. – Advirtió Ian.
-Que Ian vaya al frente, yo cubriré las espaldas de todos con el fusil de asalto, cuando las balas se agoten recurriremos a las pistolas. – Propuso Spencer.
-Si se nos terminan antes de llegar, Kai, ya sabes que hacer. – Decretó Tala "autorizando" el permiso de usar a Black Dranzer.
Kai se limitó a asentir.
Todos se disponían a caminar hacia la cerca de la abadía, cuando las luces y el claxon de un auto los sorprendieron.
No conseguían comprender como alguien se había alejado tanto de la zona transitada y ahora se dirigía hacia ellos. Parecía que el auto no podía frenar a causa del pavimento helado. Sin embargo un par de metros antes, hizo una maniobra apresurada y se detuvo con un gran montículo de nieve deteniéndose por completo.
-¿Están todos bien? – Se escuchó una voz femenina familiar dentro del vehículo.
-No puede ser… - Se asombró Tala.
La puerta del conductor se abrió y Silke descendió del vehículo, en seguida la princesa bajó algo acalorada, parecía que ese viaje no le había agradado mucho, y Bryan solo sonrió satisfecho a sus compañeros.
-Eres mejor conductora en nieve que en arena Silke. – Se mofó Bryan.
-No tienen nada que hacer aquí. – Intervino Kai sin gracia hacia el trío antes de que Tala pudiera regañarlos.
-No veo por qué, si yo también soy parte de este equipo. – Se defendió Silke.
-Tú no eres… - Intervino Tala.
-Sí lo soy. – Reafirmó ella alzando la voz.
El reducido grupo se quedó en silencio mirando a la castaña. Su actitud había vuelto a ser la misma de antes. Fuerte, independiente y confiada.
A Tala no le agradaban las palabras de la mujer, y ella supo que debía recuperar su confianza.
-Lo soy, siempre lo he sido, sin embargo no fui sincera con ustedes. – Pausó. - Pensé que podría afrontar sola este problema cuando llegara el momento, fui egoísta y desconfiada, y eso no es justo con tu familia o con tus amigos. – Dijo mirando a la princesa y a sus compañeros. – Ahora sé que no puedo hacerlo sola, pero si pueden entregarme su confianza una vez más, no los defraudaré, detendré al Jörmungand, recuperaremos a sus bestias bit y acabaremos el Ragnarok, juntos como un equipo, porque eso somos. – Miró a todos y a cada uno de ellos, sin embargo sus ojos se detuvieron en Kai. - Antes no entendía eso, ahora me doy cuenta que haría lo que fuera por todos ustedes. – Declaró orgullosa.
Los chicos escucharon sus palabras. No se veía asustada, tenía el coraje suficiente para haber llegado hasta allá y aceptar su error. Los rusos tenían su propia forma de ser, no eran la clase de personas que aceptarían una disculpa acompañada de un cariñoso abrazo y Silke ya se había acostumbrado a ello.
Tala asintió y dio un paso hacia ella.
-Lamento lo de hace rato. – Se disculpó por su reacción previa.
-No es nada. – Aseguró ella con el semblante confiado.
Ian y Spencer sonreían. El equipo estaba unido de nuevo.
Kai se acercó hasta ella y le entregó la Lugger.
-Le quedan ocho tiros, cuéntalos bien. – Indicó a su compañera.
-Lo haré. –Respondió recogiendo el arma.
-Somos un equipo, pero debo decirte que adentro no podremos protegerte si… - Explicó Tala.
-Descuiden, sólo necesito que me guíen hasta Gekiryu, yo haré el resto, entiendo que es muy peligroso pero el Jörmundgander es mi responsabilidad, yo lo detendré. – Aseguró confiada.
-Oye Bryan. – Ian le mostró a su compañero una pistola.
Bryan se acercó y la tomó.
-Hey, ¿acaso no había más rifles? – Preguntó decepcionado el dueño de Falborg.
-Lo siento, Spencer yo los ganamos. – Sonrió el más pequeño.
Una vez que todos estaban preparados, Tala retomó el mando.
-Bien, entremos como dijo Kai. – Recordó apresurándose hasta la reja.
Marie-Angelique ya se dirigía a seguirlos cuando Silke la detuvo.
-Espera, debes quedarte aquí. – Le pidió a la rubia.
-Por supuesto que no Silke, ya escuchaste, es muy peligroso, dame un palo y haré trizas lo que se me ponga en frente. – Recalcó.
-Sé cómo pelean ellos, y necesito que estés aquí por si sucede lo peor, entonces llamas a Robert. Por favor Angelique, serás la única que puede hacer una diferencia si algo sale mal. – Suplicó Silke tomándola de las manos.
La princesa no quería pensar en un escenario desfavorable, pero entendía que sólo sería un estorbo si entraba a esa vieja abadía.
-Está bien, pero, promete que todo saldrá bien. – Le suplicó.
-Lo prometo. – Le sonrió transmitiendo confianza.
Silke siguió a sus amigos mientras la princesa se quedaba en la fría calle, se metió al vehículo y vio la hora en su celular. Esperaba que en un par de horas, todo eso quedara atrás.
Dejo una pequeña trivia
Kanjis: Los Kanjis se usan en el idioma chino y japonés, y cada símbolo puede tener más de una lectura, por ejemplo el Kanji 日 significa Sol, pero también se usa para señalar un día, o el día Domingo específicamente, etc; por dar un ejemplo se encuentra dentro del Kanji 日本 se pronuncia "nihon" y es el nombre en japonés de Japón, tiene que ver con aquello del país del sol naciente, aunque el Segundo Kanji 本 "hon" significa libro o base. Es fascinante el mundo de los Kanjis aunque es complejo, por eso me tomé la libertad de usarlo para referirnos a Gekiryu, ya que en japonés pueden existir dos personas con el mismo nombre, y aunque se pronuncia igual se escribe diferente. De hecho en el apellido Hiwatari, el Kanji referente al fuego va al principio 火
Rasputin: El hombre es un personaje histórico y en el anime de Beyblade primera temporada en la versión japonesa él es el creador del Black Dranzer.
Casa Amsberg: Creo que estaba destinada a dar con este nombre cuando en Wikipedia busqué "apellidos holandeses" y resulta que la casa Amsberg son de hecho ancestros del Rey actual de Holanda y descendientes de Alemanes...
respecto a Moinemerlyon: Cuando buscaba una bestia bit para la princesa, no encontré alguna leyenda certera de Mónaco. Así que me fui a buscar otro tipo de cultura de aquel país. Y encontré en la criptozoología del mar mediterráneo un "Moine de Mer", Moine significa monje, y Mer significa mar, aunque a esa criatura se le conoce en inglés como Seamonk, pueden goglearlo y ver las imágenes, jeje claro que lo describo más aterrador porque me parece una ironía que alguien tan glamuroso como la princesa tenga una bestia bit tan terrible. Así que me fui con el nombre en francés, el idioma oficial de Mónaco y le agregué el "lyon" característico de las bestias bit de los Majestics.
