¡Sigo viva!

¡Hola! ¡Finalmente actualizando este increíblemente difícil capítulo para redactar pero lleno de sorpresas de principio a fin! Estrenamos portada también, ya que siento que a estas alturas el fic lo ameritaba y yo necesitaba algo de inspiración, así que pueden ver el art completo en mi Deviant Art Lovelywoods, está hecho con tinta, Plumones Copic y un poco de Photoshop : )

Sé que el capítulo anterior no fue tan largo, pero sí que es complicado describir un espacio que luce igual para todos los personajes, y repetir acciones como: "corrió, avanzó, prosiguió, siguió, corrió más, continuó…" ¡Ah pero que pesadilla! Admiro mucho más a Stephen King ahora, quien se caracteriza por escenas taaan largas de descripción y aún así esto no le crea problema a su escrito, en mi caso, los diálogos me ayudan a avanzar, pero ahora que están casi todos solos, me está costando más trabajo.

Calculo que el fic vendría terminando por el capítulo 34-35, ya se acerca el final, y espero terminarlo pronto porque es un proyecto que se me alargó bastante pero en verdad que he disfrutado de cada capítulo y ver el crecimiento de estos personajes de la mano de una aventura inesperada, espero que les siga gustando tanto como a mí a pesar de la larga espera 3

La verdad de último minuto vuelvo a cortar el capítulo pero no habrá más demoras, en si ya llevo 50 páginas, pero por causas del final que me solicitan más revisión, les dejo esta parte y esta misma semana, antes de año nuevo subo la otra parte.

¡Respondiendo a los Reviews!

Eileen Agreste

¡Muchas gracias por tu comentario! Me ha ayudado mucho a saber que no fue aburrido el capítulo anterior, porque en cierta medida quería que se sintiera la acción y no estaba totalmente segura de estarlo logrando, pero gracias a ti, siento que no estaba tan perdida ^^ Es cierto que Moinemerlyon es de temer, y nuestros muchachos han tenido malos tiempos también, lo que los puede hacer vulnerables a este monstruo… A mí como fan también me gustó poder ver como Bryan e Ian se abren con Silke y viceversa. Recuerdo que al inicio del fic alguien me pedía más interacción entre ellos, pero técnicamente en esos momentos del fic apenas y llevan como una semana de conocerse, de hecho ni siquiera estaban de acuerdo en trabajar con ella, hasta ahora donde la relación de confianza que han forjado en los últimos capítulos es lo que ha permitido que estos chicos (en especial Bryan quien recordemos casi mata a Rei en el primer campeonato) puedan revelar sus trágicos pasados, así mismo Silke quien es muy reservada, puede corresponder esos detalles íntimos. Por otro lado, quisiera hacer lo mismo con Spencer, pero siento que él es el más serio de todos ellos con respecto a su pasado, no lo vería como Ian quien se mofa de su vida anterior, así que encontraré el momento adecuado para hacerlo también ^^ Y bueno, pobre de Silke, estoy de acuerdo, lo de la tarántula tenía que hacerlo contra ella XD aunque no le dan pavor, no siento que los insectos le encanten (a mí la autora, sí, me encantan XD) y quería que se diferenciara perfectamente la experiencia en ese sitio entre chicos que crecieron, entrenaron y vivieron ahí, a una chica que simplemente sabe que debe atravesar lo que sea que se ponga en su camino y tiene que resolver las situaciones con el poco conocimiento que posee.

Y con respecto a Rockbison jeje, yo quería traer un poco el humor propio de las bestias bit de Beyblade 2000, o sea de la primera temporada, donde se ve que también tienen personalidad individual, como lo demuestran Dizzi, Driger, Dragoon, Amphilyon y Dranzer cuando apoya a los Blade Breakers para derrotar a Black Dranzer, así que me pareció que Rockbison aprovecharía la oportunidad de derrotar a aquel que le cobró el primer fracaso junto a Rick.

Pues amiga… espero que disfrutes el capítulo, no quería demorar tanto en escribir pero este cap tenía que ser largo largo y con una revelación… ojalá te entretenga ^^ ¡muchas gracias por tu apoyo! Saludos y Abrazos!

¡Que tengan una excelente lectura =^x^=!


"La Abadía de Moscú, construida con el propósito de albergar a una orden masculina de monjes especializados en medicina a principios del Siglo XV; diversos pacientes, niños, mujeres, hombres y ancianos de la época, habían encontrado curas a sus males, desde heridas, fiebre e infecciones, hasta locura o inclusive, controlar el desarrollo de la lepra. Sus cimientos se erigieron alejados de la Ciudad de Moscú, gobernada por el Rey Ivan III, lo que le permitió pasar desapercibida durante diversas invasiones al centro de poder de Rusia. Inicialmente sólo se construyó la iglesia y el claustro principal, teniendo las celdillas subterráneas, donde era fácil aislar los incomprensibles males que acosaban a los hijos de Dios. Tuvieron éxito en sus investigaciones, mejorando la calidad de vida de todo aquel creyente que los visitara, y así fue creciendo en terrenos, añadiendo una torre de astronomía, un par de capillas pequeñas, más dormitorios y consultorios, un segundo claustro, un comedor de mayor tamaño, un par de cocinas, áreas de almacenamiento y zona de carruajes, sin mencionar un magnífico osario tres pisos debajo del nivel principal.

Sin embargo, casi una treintena de años después de la Revolución Rusa, ya no quedaba mucho dinero para mantener estos enormes lugares o a sus habitantes, fue por ello que la abandonaron y dejaron caer en la ruina debido a su alto costo de demolición; sin embargo tuvo que pasar un lustro para que un visionario empresario japonés decidiera darle una nueva oportunidad al antiguo edificio. Parecía que le había ido bien con su nueva empresa, aprovechar la Guerra Fría y vender ciertas armas al gobierno ruso, lo cual le había otorgado la ciudadanía, además de la mujer rusa con quien había elegido casarse para integrarse perfectamente bien a la sociedad de aquel país.

Era cierto que Voltaire Hiwatari había generado una buena fortuna pero esa guerra "ficticia" entre la Unión Soviética y América no había resultado un negocio tan rentable como el esperado. Y así se mantuvo, envejeciendo lentamente con su familia, aguardando por una nueva guerra que nunca llegó, manteniendo sus grandes lotes de mercancía latente dentro de esa Abadía que había adquirido a un excelente precio. Fue necesario retirar el osario y excavar veinte niveles más para guardar discretamente su armamento.

El tiempo siguió avanzando, y sería esta vez un deporte inventado en su natal Japón lo que le permitiría emprender un nuevo proyecto, mucho más prometedor que el anterior. Así fue como buscó a los expertos, topándose con Boris Balkov y Cheslav Lebdev, ambos ex-militares de la ya disuelta URSS. Ahora que las Bestias bit o deidades sagradas habían comenzado a manifestarse, no sería difícil formar un nuevo tipo de arma, con la bestia bit adecuada y su amo perfectamente entrenado para seguir órdenes. Sus órdenes.

Eligió a Cheslav como su confidente más cercano, ya que había visto mayor seriedad en su persona que la del carismático y algo impredecible Boris. Ninguno lo decepcionó. Boris comenzó a reclutar muchachos, entrenarlos bajo un estricto régimen que desapareció a más de uno, al tiempo que desarrollaba sus propias bestias bit con ayuda de las investigaciones del monje Rasputín, mientras que Cheslav lo vigilaba muy de cerca, ayudando a Voltaire con las finanzas fantasma del proyecto BioVolt.

Pero la vida, en cualquier forma, es impredecible… Las bestias bit y los jóvenes son difíciles de programar, Boris parecía haber triunfado, pero las emociones de cualquier criatura son imposibles de controlar."

Kirill bebía un café humeante con una buena cantidad de ron en un vagón privado del tren que viajaba desde Rusia oriental hacia Moscú tras resolver algunos asuntos personales; ahora volvía a concentrarse en su trabajo, con aquellos problemáticos Beyluchadores que donde fuera se negaban a seguir las órdenes. Sus ojos similares a dos verdes aceitunas, miraban sin interés los restos de una fortaleza, probablemente del mismo Siglo que la Abadía en que había vivido un corto pero interesante periodo de su juventud. En un segundo, su cuerpo se irguió como siempre que vibraba su celular.

El joven abrió la llamada sin decir nada.

-"Kirill, no hay comunicación con Tala y los otros, dirígete inmediatamente a su ubicación."- Ordenó Cheslav sin mayor emoción en su voz y colgó.

Kirill esbozó una sonrisa, guardó el aparato y vertió un poco más del ron que llevaba en su propia licorera, dando un satisfactorio sorbo.


200 kilómetros al Este, una joven mujer de 18 años aguardaba impaciente dentro de un auto compacto en medio de un deshabitado paraje citadino. De vez en cuando encendía la pantalla de su teléfono celular. La batería se encontraba por debajo del 50%, y tras una hora de espera, no podía dejar de preocuparse por el grupo que la había dejado en ese lugar.

Eran las 3:27 antes del meridiano en su locación, y aunque para la mayoría de las personas sería aterrador estar en un lugar así en medio de la noche por temor a que maleantes pudieran aparecer en los alrededores, Marie-Angelique no resultaba afectada por aquello.

Acontecía uno de los momentos más confusos de su vida. Tenía el poder para hacer lo que le apeteciera, pero para su mala suerte, sólo podía mantener el silencio de lo que verdaderamente acontecía.

Dejó salir un breve suspiro que presionaba su pecho, formando una nube de vapor que se desvaneció en pocos segundos y apagó la pantalla de su teléfono.

Estaba angustiada, el tiempo transcurría aterradoramente lento, y lo único que había escuchado hacía cuarenta minutos atrás, eran un par de explosiones al interior del nevado complejo que tenía unos metros adelante, y luego, silencio total.

Aún en contra de las extrañas circunstancias, ellos se veían tan confiados, incluso la castaña había cambiado, ya no mostraba la personalidad dócil que le habían impuesto durante toda su vida, ahora dejaba ver su verdadera forma, y eso la reconfortaba un poco.

Apoyó su palma izquierda sobre el helado cristal desempañándolo.

-Pueden hacerlo. – Dijo esperanzada.

Había algo en ese equipo, en todos juntos, que daba la impresión de ser invencibles.


Al interior del edificio de mayor altura, yacía un túnel vertical amorfamente excavado desde la torre de astronomía hacia el fondo invisible, donde un cuerpo colgaba inconsciente a un costado del vacío pobremente iluminado. A penas y se mecía debido a una tibia corriente de aire que brotaba de la parte más baja del agujero a sus pies. El chico de cabellos negros movía mecánicamente los dedos de su mano izquierda, como si tratase de identificar el entorno en que se encontraba. Su mente debió saber que algo incoherente acontecía, así que sus párpados comenzaron a moverse también, motivados por la humedad que se sentía en la parte izquierda de su rostro.

Ian abrió débilmente ambos ojos, mirando hacia abajo sin enfocar la situación. Sólo alcanzaba a ver sus pies y manos sobre un oscuro pavimento. Una acción inesperada sobre su brazo izquierdo lo hizo reaccionar, había gotas oscuras que salpicaban de alguna parte hacia su brazo, que a su vez escurría un líquido espeso. Percibió el aroma metálico y asumió que se trataba de sangre, por lo que volvió en sí al tiempo que sintió como su vida pendía de un hilo literalmente.

Ian se equilibró desaturdiéndose instantáneamente mientras analizaba su situación.

Sólo moviendo las pupilas, comprendió lo que sucedía. Abajo se mantenía un oscuro agujero al cual no se le veía el fondo, al frente, se encontraba el límite del diámetro físico de ese túnel, quizá a unos cinco metros de distancia desde su posición, y arriba detrás suyo, pudo identificar por el rabillo del ojo algunas gruesas varillas de fierro retorcido, las cuales sostenían su fusil de manera horizontal, el cual afortunadamente se había atorado al momento de su caída, ahora solo se mantenía colgando gracias al cinturón de la pesada arma que presionaba su pecho diagonalmente.

Requería mantener cierto peso lineal alrededor de la cinta para que el fusil no perdiera balance y lo retuviera lo suficiente hasta ponerse a salvo.

En otras circunstancias, lo haría a la primera sin problemas, gracias a su entrenamiento no era un ejercicio difícil, pero desconocía si su cuerpo estaba en condiciones de ejecutar ese movimiento. Trató de mover un poco los dedos de sus pies dentro de la bota, sin embargo no sentía nada.

Se decidió y usando únicamente su pierna derecha, se columpió hacia un costado, haciendo uso de sus músculos abdominales preparado para impulsarse hacia arriba, al mismo tiempo la cinta dejó de estar tensa, el fusil estaba por caer cuando Ian finalmente logró ponerse a salvo un peldaño superior.

Suspiró relajado recargado contra la pared sintiendo un poco de adormecimiento en todo su cuerpo; como siempre sus cálculos habían resultado correctos. Revisó el fusil, aún quedaba el cartucho casi completo, pero en su caída había perdido los dos cargadores adicionales que portaba en su cinturón. Finalmente pudo verificar el escurrimiento que lo despertó, siguió con la yema de su índice hasta donde presionaba su visor para descubrir lo mucho que ardía en un punto específico; lo acarició con su dedo, notando una cortada alargada, lo más seguro era que había sido producida por las garras de Falborg, así que apretó más la cinta detrás de su nuca para improvisar un torniquete sobre la herida.

Habiendo concluido, observó con más detenimiento hacia el vacío. Se sentía tibio el ambiente, mientras que viendo hacia los diecinueve pisos superiores y las estrellas que revelaban el exterior de la Abadía, la temperatura decrecía.

La meta final del equipo era llegar hasta el sótano veinte, y quizá aquella era la bajada más directa, por lo que decidió continuar a donde su caída lo había conducido. Entrelazó y tronó sus dedos, entonces empezó a buscar el mejor camino para llegar hasta abajo con la escasa luz que producían algunos bombillos dentro de los pasillos destruidos.

-Yo y mi bocota… ¿por qué se cumple todo lo que digo? – Se preguntó Ian antes de poner manos a la obra y comenzar a descender aún extrañando la cuerda de rappel.


Seis pisos arriba de Ian, se encontraba Kai. No se había topado con ningún obstáculo desde Rockbison y conocía aquel sitio a la perfección, por lo que llegar desde el nivel cinco al trece sólo le había tomado unos veinte minutos.

El bicolor avanzaba tranquilamente por el laberinto, estaba seguro de sí mismo y su conocimiento respecto a todos los secretos que podrían ayudarle a deshacerse de los indeseables invasores.

Sus pensamientos no lo distraían, sin embargo se preguntaba si Gekiryu se mostraría tan agresivo como las bestias bit anteriores. Al final no era algo que pudiera inquietarlo. Sacó de su bolsillo el magnífico blade azul rey, pero que tenía un bit diferente al usual.

Black Dranzer.

La última vez, su ambición casi lo condujo a morir congelado en el Lago Baikal en ese mismo país en que se encontraban. La sensación de fortaleza que obtuvo a través de él se convirtió en una mera obsesión, esa facilidad con que ambos sincronizaban era difícil de igualar, aunque tras dos años, había perfeccionado todas sus técnicas con Dranzer, el cual ya había superado por mucho a Black Dranzer; esperaba que este último pudiera retener al Jörmundgander lo suficiente, al menos hasta que recuperaran sus bestias bit del control del monstruo de Silke.

Escuchó un ligero ruido, algo como un roce sobre un muro, de inmediato se alertó y guardó su blade buscando la fuente de aquello.

Su mirada perfectamente adiestrada en ese sitio lleno de engaños no tardó en distinguir algunos metros adelante donde se cruzaban dos pasillos un diminuto movimiento.

Precavido se aproximó, y pudo verificar que una mano se sujetaba del muro, de pronto un cuerpo se asomó pesadamente, este se recargaba contra la pared para evitar colapsar.

-¡Kai! – Lloriqueó Silke al frente suyo.

-¿Qué pasó? – Preguntó Kai, avanzando hasta ella quien gemía debajo de su oscura cabellera.

-¡Tú ocasionaste esto! – Afirmó entre sollozos una cabizbaja Silke perdiendo el aliento.

Esa cuestión detuvo el andar de Kai. Preparó su pistola, con el cañón en posición al suelo sin seguro alguno.

-De qué hablas. – Respondió desconfiado.

Silke alzó el rostro, hilos de sangre brotaban desde su frente escurriendo sobre su nariz y mejillas, salpicando su ropa, devolviendo una mirada lunática.

Kai se sobresaltó ante aquello, sin embargo algo en su cabeza le decía que no era real, por lo que dio un disparo de advertencia a los pies de Silke.

La mujer no reaccionó como se esperaría, así que confirmando que no se trataba de ella, apuntó directo a su cabeza. En un espacio menor a tres metros sería imposible fallar.

-Moinemerlyon, ¿no es así? – Preguntó con certeza.

El silencio se mantuvo y Silke pretendió avanzar hacia él, quien estaba listo para presionar el gatillo cuando sintió un jalón sobre su pie izquierdo por detrás, se giró de inmediato disparando en su dirección acertando a un nuevo cuerpo, el cual comenzó a sangrar sobre una chaqueta blanca con motivos naranjas y cintas azules. Reconoció a Tala boca abajo en el suelo. Se veía exhausto y desvanecido, con la ropa desgastada y roída en brazos y piernas.

-¡¿Tala?! – Exclamó Kai sin entender.

-¿Por qué lo dejaste? ¡Observaste a Garland sin hacer nada! – Le recriminó moribundo desde el suelo sin aflojar su agarre.

Kai intentó alejarse de Tala pero alguien más le bloqueó el paso, una silueta un poco más baja que él mismo, con una inconfundible gorra.

-¡Nos traicionaste...! ¡De nuevo! – Gritó Tyson sujetándolo de las solapas del chaleco. – ¡No somos nada para ti! -

Kai se mantuvo perplejo, sabía que Tyson no estaba ahí, no podía saber de todo lo que habían vivido las últimas horas y sin embargo lo sujetaba con fuerza y podía sentir su angustia desesperada. En un instante sintió los brazos de alguien alrededor de su torso inmovilizarlo por detrás, se trataba de Silke. Tala se abrazó de ambas piernas y así lo mantuvieron aprisionado entre los tres.

Kai percibía la fuerza con que intentaban estrujarlo, había ira en sus palabras; reconocía que los había hecho pasar malos momentos a los tres.

-Ya veo. – Dijo Kai convencido de lo que veía. - Así que esto es lo mejor que pudiste encontrar dentro de mí, en verdad que estás confundido, lo que siento por cualquiera de ellos no es ningún remordimiento. – Declaró con calma mirando de reojo hacia Silke. – Sin embargo, es verdad que aun requiero de ellos, la utilidad que tiene Silke será devolverme a mi Dranzer, necesito de Tala y su equipo para llegar hasta Tyson, y cuando lo derrote, yo me convertiré en el beyluchador más fuerte del mundo, ¿escuchaste patético monstruo? Fuera de eso no son más que simples escalones para llegar a mi meta, no tengo arrepentimiento alguno del uso que les he dado. – Declaró sin resentimiento.

Inmediatamente sintió como el agarre de los tres se aflojaba, desvaneciendo los cuerpos, dejando solo visible la silueta de Moinemerlyon donde lo había especulado desde el inicio.

-Así que, debiste haber buscado a alguien con escrúpulos, mala suerte para ti. – Dijo guardando cómodamente el arma que aún contaba con seis tiros.

Moinemerlyon lo observaba incómodo, y no era para menos, nadie había escapado nunca ante su juicio. El humanoide sujetó su hombro con sangre seca, producida por el tiro de la alemana. Estaba furioso, pero aquel chico de cabello bicolor era un mal oponente para él, así que no le convenía hacerle frente, algo que Kai no estaba dispuesto a dejar pasar.

El monje chilló amenazador y dio media vuelta buscando alejarse de ahí, sin embargo Kai era mucho más veloz, y de un salto se puso al frente suyo.

-Ni creas que te dejaré ir. – Mencionó antes de dar un certero puñetazo en su cara deforme dejándolo inconsciente.


- ¡Si no frenamos a esas cosas aquí, nos interceptarán más adelante! – Exclamó Spencer dando algunos tiros estratégicos para evitar que el flujo de monos siguiera avanzando.

- Afortunadamente vamos en dirección correcta, creo que si logramos aislarlos habremos ganado. – Dijo el pelirrojo seguro de sí mismo corriendo a un lado de su camarada.

-¿Y cómo vamos a hacer eso? – Cuestionó curioso el más alto, ya que los niveles superiores no poseían trampas.

-No estabas autorizado para cerrar corredores específicos. – Afirmó Tala.

-Vaya, a buena hora me das esa información. – Sonrió Spencer.

Tala correspondió igual, nunca había sido necesario hacer uso de su autoridad como líder de los Demolition Boys debido a que Boris tenía a cientos de sus secuaces monitoreando cada centímetro de ese complejo, pero la vieja abadía podría detener a cualquier intruso, inclusive a los que no eran humanos.

-La verdad no pensé que estos insectos fueran así de persistentes, parece ser que su beyluchador no conoce el verdadero potencial de lo que posee. – Concluyó Tala, puesto que beybatallar contra Hitus no había resultado tan problemático como enfrentarlo en esas condiciones.

-Al menos Boris tenía razón en algo, cualquier bestia bit con el jugador adecuado puede ser mortal. – Opinó Spencer disparando a una copia más que se aproximaba de un salto.

-Estamos cerca, necesito que los detengas por unos segundos, la activación no es tan rápida como debería. – Marcó Tala a su compañero señalando un diminuto foco amarillo encendido sobre el muro algunos metros al frente.

-De acuerdo. – Se detuvo el rubio disparando su última ronda de balas.

Tala llegó hasta el sitio señalado y colocó su pulgar exactamente dos bloques a la derecha del foco. Sintió como su yema se calentaba, y entonces salía del muro una pantalla táctil con un teclado. El pelirrojo procedió a escribir un código que permitía sellar un área cúbica determinada de la abadía, no podía permitir que más simios se escurrieran por los pasillos superiores o inferiores.

-¡Spencer! – Exclamó haciéndose escuchar dificultosamente por encima de los disparos.

-¿¡Qué!? –

-¿Crees que los demás ya se encuentren al menos tres niveles abajo? – Cuestionó el líder, necesitaba una opinión de apoyo.

-Si no lo están tendrás que encerrarlos también. – Concluyó Spencer con seriedad cuando se terminaron las balas, por lo que aventó el fusil en contra de la multitud y empezó a soltar golpes a sus enemigos.

Tala no dudó y accionó el comando. De inmediato una puerta metálica que aparentaba ser una trabe en el techo comenzó a descender a las espaldas de Spencer. El rubio lo notó y rodó hacia atrás, aunque aún algunos monos intentaban cruzar, por lo que Tala gastó todas sus balas disparándoles y Spencer pateó al último debajo de la puerta retrayéndolos a todos detrás de la inamovible barrera. Aún se escuchaban débiles golpeteos por detrás de ella.

Spencer se quitó el sudor de la frente con el antebrazo, aquello había exigido mucha energía por parte de ambos.

-A partir de este punto, tres arriba y tres abajo, todo está cerrado en esta zona, tendremos que bajar del lado norte. – Dijo Tala, colocando nuevamente su pulgar en el sensor para que la pantalla se guardara de nuevo.

-¿Del lado norte? – Preguntó Spencer, no estaba seguro de que fuera ruta más directa al sótano 20.

-Existe un montacargas restringido, con él podremos descender diez niveles, Boris lo utilizaba para recargar las trampas. – Aseguró el pelirrojo guardando la pistola ahora inservible, no quería dejar más evidencia de sus acciones.

Spencer asintió confiado en su líder, era el joven con mayor rango en ese nido de halcones.

La pareja tomó unos segundos para recuperarse y procedieron a avanzar de forma contraria en la cual sus camaradas habían partido. Pasaron los minutos en ese lugar donde todo lucía idéntico para cualquiera que no hubiera vivido años ahí. Para ellos, la orientación de su andar era más que clara, hasta que en un nuevo pasillo, distinguieron un campo de flores de vivos colores rojizos brotando a lo largo del muro izquierdo.

Ambos miraron despectivos a las flores que parecían no estar sujetas a las leyes de la gravedad, ya que sus tallos se extendían horizontalmente, así que Tala se atrevió a excavar un poco con sus manos, descubriendo que donde se suponía debía existir tabique, este desaparecía siendo reemplazado con tierra húmeda.

-¿Crees que esto tenga que ver con el Rägnarok? – Cuestionó el rubio seriamente.

-Ese acontecimiento habla del final de un mundo actual y el nacimiento de uno nuevo, si hay flores en esta ubicación geográfica, tal vez Gekiryu pretende cambiar lo que conocemos por lo que él considera adecuado.-

-Tendría sentido, la temperatura va en aumento. – Declaró Spencer al sentir que su ropa lo calentaba más de lo usual. - Pero las leyes de la física dicen que no pueden existir dos cuerpos en el mismo espacio, significa que no solo está destruyendo el mundo que conocemos… -

-Lo está desvaneciendo y creando uno completamente nuevo. – Adivinó el pelirrojo dejando caer las partículas de tierra de sus manos. – Necesitamos apresurarnos. – Comandó a su compañero quien asintió mientras ambos atravesaban el túnel adornado con flores en dirección al montacargas.


Bryan esquivaba dinámicamente los golpes ciegos de Wyborg, quien desesperada por el sucio ataque trataba de evitar por todos los medios que la rata se escapara de esa habitación. Mala suerte para ella, Bryan era bastante ágil a pesar de su tamaño, consiguiendo salir de ese espacio tan reducido volviendo por el corredor.

-¡Oh… Wyborg… ! – La llamó melodiosamente.

La serpiente con la vista y el olfato estropeados tuvo que confiar en el oído, un sentido casi nulo en los ofidios, y a causa del material de construcción en la Abadía, las vibraciones que el cuerpo de Bryan producía eran insensibles.

Salió con mucho trabajo a donde Bryan la esperaba, su visión era borrosa, pero ligeramente lo distinguía.

-Creí que ibas a detenernos. – Sonrió confiado.

Wyborg enfureció lanzándose con rapidez hacia Bryan con la intención de morderlo, pero el soldado saltó apoyándose sobre su cabeza, siguiendo por el pasillo tras ella, quien reptó con rapidez golpeándose contra las paredes aturdiéndose cada vez más.

Aunque parecía derrotada, Bryan sabía que con esos colmillos continuaba siendo peligrosa, necesitaba detenerla definitivamente, y sabía de un lugar en ese nivel donde encontraría lo necesario para ello.

-Si quieres vengarte, ¡tendrás que atraparme! – La retó emprendiendo su escape por el pasillo, a lo cual Wyborg aceptó e inició la persecución.

Consiguió guiar al ofidio a través de diversas puertas cerradas y corredores que resultaban completamente inofensivos ya que tenían un uso meramente de almacén para sustancias químicas y reactivos, consiguiendo que se golpeara diferentes partes del cuerpo en cada fallido intento por capturarlo.

-¡Vamos! ¡Ya casi lo logras! – Desafió burlón deteniéndose cinco metros delante de ella preparando la pistola en su mano derecha.

Wyborg cesó la caza, no se atrevería a avanzar más, se limitó a observarlo mostrando su lengua.

Bryan suspiró decepcionado, su plan no parecía haber funcionado del todo, requería que la enorme serpiente se aproximara tan solo medio metro para estar a rango de la única mina que en aquel pasillo se encontraba adosada al muro, disfrazada como un tabique más con una esbelta línea trazada en el punto medio entre dos puertas de metal, la cual al ser si quiera rosada, ocasionaría una explosión desde el costado de dicho muro. Sin embargo, Wyborg se contenía expectante y aunque Bryan le disparara, aquello no surtiría el efecto deseado.

-Bueno, ni hablar, creciste aquí mismo, supongo que sabes algunas cosas… - Bryan apuntó el arma a la cabeza de la serpiente quien mantuvo la quietud, incluso cuando otra bestia se aproximaba inaudible detrás del peligris.

En un segundo, la pistola se disparó en un tiro desviado, y el joven fue atraído hasta el piso por una masa oscura y salvaje que brincó desde atrás mordiendo su antebrazo por encima del grueso guante que le cubría desde las palmas hasta los codos.

Bryan no pudo reaccionar adecuadamente, perdió el arma y sentía como si su brazo estuviera por ser arrancado debido a una criatura del tamaño de un perro pequeño que se negaba a soltarlo; Bryan tenía una rodilla en el piso y con la otra pierna halaba hacia atrás intentando liberarse sin éxito mientras que este no aflojaba la mandíbula y gruñía cual demonio. Distinguió la identidad de la bestia bit de Kirrily al mismo tiempo que Wyborg lo golpeaba en el abdomen con su cabeza, liberándolo del marsupial proyectándolo con fuerza contra una puerta de metal a metro y medio de distancia, la cual cedió a causa de la fuerza.

Bryan tardó unos segundos en responder, ese golpe inesperado le había sacado el aire por completo, lentamente sujetó su brazo derecho ahora desnudo y ensangrentado el cual debido al ardor consiguió alertarlo una vez más, mientras inhalaba agitado, ahora él era la rata acorralada e indefensa con otra pequeña habitación a sus espaldas.

-Eres… una alimaña sin orgullo, no podría esperar menos de una de las bestias bit del BioVolt… – Le reconoció Bryan por el ataque sorpresivo sonriendo adolorido y derrotado.

Wyborg y Sarcophilus se complacieron al ver su parte ejecutada a la perfección, se tomaron su tiempo para aproximarse ante el humano caído, sin embargo este no se daba por vencido, así que con un pésimo equilibrio, se puso de pie e ingresó a la sala dejando la puerta entreabierta.

Las bestias bit se miraron, no perderían más tiempo, así que se introdujeron para terminar con Bryan, cuando este, recargado contra una mesa a una corta distancia entre anaqueles perimetrales, levantó trabajosamente una garrafa de vidrio café cuyo volumen aproximado era un galón.

Esa acción no impresionaba a ninguno de los monstruos.

-Muy bien… plan "B". – Recalcó Bryan dejando caer la garrafa completa en el centro del almacén.

El estruendo del vidrio consiguió una respuesta agresiva por parte de ambas criaturas las cuales se lanzaron al ataque sin embargo, a medio camino Wyborg empezó a perder el equilibrio, como si se hubiera mareado de pronto, en seguida, Sarcophilus se tiró al piso tallando su hocico y cabeza contra el pavimento.

Bryan los observó retorcerse mientras él sostenía la respiración desde su posición.

En menos de un minuto, la serpiente y el demonio de Tasmania quedaron inmóviles, más que dormidas, estaban inconscientes, y Bryan pudo salir al pasillo nuevamente.

El chico se apoyó contra la pared, su brazo le dolía a la altura de la muñeca, esperaba que no estuviera rota, puesto que aún podía mover cada uno de los dedos, afortunadamente el grueso guante que usaba lo había protegido de que el marsupial se lo hubiese amputado.

No quería detenerse pero sus piernas no podían concentrar el equilibrio, así que se sentó en el frío piso apoyando su brazo izquierdo. Se sentía somnoliento, y no era para más, la sustancia que derramó era el químico concentrado para la anestesia que usaban en beyluchadores que así lo requirieran para específicas pruebas, y para esas bestias bit, haberlo inhalado probablemente las mantendría fuera de combate por algunas horas, en su caso, aunque no la había respirado, su potencia había conseguido adormecer sus músculos. Esperaría unos minutos hasta que pasara el efecto.


Silke se incorporó lentamente refugiándose contra el muro, el siguiente pasillo era imposible de superar para ella. Giró la mirada en la dirección en que había caído del extraño agujero del piso superior, y a lo lejos se distinguía otro grupo de armamento en un muro sólido que en ese momento lucía inerte.

Estaba atrapada en aquel corredor, se sentía nerviosa al pensar que no podría encontrar una salida y las pocas probabilidades de que alguien más llegase ahí, sin mencionar el frío que incrementaba a cada minuto.

Negó con la cabeza y trató de concentrarse, ese lugar no era lo que parecía.

Atenta observó todos aquellos brazos mecánicos adosados a la pared.

-¿Por qué no se activan? – Se preguntó en voz baja.

Ahora que los miraba con curiosidad no parecían tan amenazantes. La vez anterior que los enfrentó, a penas y llegó al pasillo cuando ya la estaban apuntando, pero estos no se movían a pesar de su cercanía. Pensó que tal vez se activaban con algún tipo de sensor.

Aplaudió una vez realizando eco el cual se escuchó metros adentro, sin conseguir la respuesta esperada.

-No se trata de sonido, y obviamente tampoco identifica mi silueta. – Concluyó moviendo las manos por encima de su cabeza. - Tal vez, haya algún botón… - Supuso observando analíticamente el piso y los muros.

La iluminación era suficiente si era observadora para notar detalles entre los tabiques pulidos. Podía verificar el patrón en que eran colocados, hasta que encontró uno ligeramente distinto entre dos docenas del piso.

Se aproximó y se puso en cuclillas, pasando ligeramente el dedo índice por encima, sintiendo como incluso esa roca estaba perfectamente delineada en los bordes, como para encajar en el mismo piso si se le presionaba con fuerza.

-Tal como dijeron los chicos, las trampas son evidentes si no te dejas llevar por el pánico. – Sonrió levemente y emprendió su camino teniendo cuidado con no pisar aquellos tabiques falsos.

Atravesó sin mayor problema el largo pasillo de veinte metros sin que ninguna de las armas se activase con su presencia. Deseaba hacerlo con mayor velocidad para no dejar que su cuerpo se entumiera, pero un mal paso sería fatal.

Llegó al final donde el pasillo se dividía en dos, optó por la izquierda, sin embargo tras un par de giros llegó a un callejón sin salida. Frunció el ceño y miró por todas partes buscando alguna puerta oculta como Kai y Bryan habían hecho anteriormente, sin embargo supuso que la probabilidad de hallar una de ellas sería baja.

Volvió con rapidez al pasillo inicial y siguió por el otro camino donde se mantuvo atenta por nuevas trampas, sin embargo parecía ser un espacio libre de ellas. Avanzó frotando sus brazos para ganar un poco de calor cuando sintió que sus botas se adherían al suelo. Miró abajo y cesó el avance, ya que un líquido casi transparente cubría irregularmente el camino. Con trabajo pudo despegar sus pies alejándose de aquella sustancia pegajosa. Aquello le recordó a cierta bestia bit, la cual había enfrentado durante el torneo.

Precavida siguió su camino por la esperada salida brincando hábilmente entre los charcos secos, hasta que el pasillo giró hacia un costado, donde sorprendida se resguardó contra la pared esperando que la deidad al frente no se hubiera percatado de su presencia.

Hixolotl se bamboleaba con sus cortas patas por el pasillo, aparentemente él también se hallaba atrapado en ese laberinto, fuera del agua y con un tamaño de unos cinco metros en promedio desde su cabeza hasta su cola que no le daban más opción que deambular por los corredores.

Silke sabía que su única elección era continuar en esa dirección, pero necesitaba quitar al monstruo acuático. Antes de actuar pensó con cuidado, si lograba atraerlo hasta el pasillo de las armas y activarlas lo distraería lo suficiente como para superar ese nivel. No estaba segura de que hubiera una salida del otro lado, pero tenía que intentarlo, el tiempo seguía corriendo.

-Bien. – Asintió confiada preparando su arma.

Salió en un solo movimiento desde su escondite y gritó.

-¡Oye tú! – Exclamó llamando la atención del anfibio. Entonces disparó a sus pies haciéndolo enojar, lo cual mostró rugiendo con un sonido desafinado y alzando sus seis branquias como una melena amenazante.

Silke aguardó a que el animal girara en su persecución y entonces volvió por el pegajoso corredor evitando quedar adherida, sin embargo descubrió que no era tan lento como aparentaba al ver reducida la distancia entre ambos. Casi llegaba a donde pensaba atraparlo, pero el anfibio escupió acertadamente hacia la chica consiguiendo atrapar uno de sus pies deteniéndola sorpresivamente. Silke no podía librarse, así que disparó a una de sus branquias aturdiéndolo mientras desataba la bota a la mitad de su muslo, a pesar de todo, no quería lastimar de gravedad a ninguna de las preciadas bestias bit que estaban ahí a causa de un descuido suyo.

Descalza del pié izquierdo, se acercó hasta sobrepasar la línea de tiro de las armas, poniéndose a salvo en la siguiente intersección. Hixolotl la siguió, y ella disparó hacia uno de los falsos tabiques del piso, accionando las armas en dirección a la bestia que recibió repentinamente diversos golpes por su costado izquierdo.

El demonio de agua enfureció adentrándose al pasillo de armas escupiendo contra los brazos mecánicos mientras en su andar accionaba más trampas, consiguiendo que los más alejados disparasen también contra él.

Silke aprovechó las dimensiones del ajolote el cual la cubrió de las balas con su gruesa piel, y volvió por su única salida disponible no sin antes liberar su bota tirando con fuerza de ella hasta que superó la posición inicial de su rival, entonces visualizó al fondo una pequeña apertura, se asomó con precaución y suspiró sintiéndose afortunada de descubrir escaleras que descendían. Rápidamente colocó de nuevo su bota para proseguir por ese camino.


Pisos arriba, Tala y Spencer consiguieron llegar a uno de los extremos de la abadía, donde podrían tomar ventaja de la tecnología de Boris. El área era méramente de servicio, no había trampas, laboratorios o gimnasios, sólo algunas cajas apiladas a lo largo de los muros, y una placa metálica de dos por dos metros con una pantalla táctil.

-Vaya, se nota que nos fuimos rápido de aquí. - Mencionó el rubio abriendo una de las cajas, encontrando repuestos de beyblades y brazos mecánicos, seguramente para reparar los destrozos que Kai había ocasionado en su última y corta estancia en las instalaciones de BioVolt.

El pelirrojo se adelantó para acceder al elevador. Colocó el pulgar como había hecho previamente, sin embargo una alarma comenzó a sonar y un letrero en ruso apareció cubriendo la amplitud de la pantalla.

"ACCESO DENEGADO" Se leía incómodamente acompañado del sonido de una sirena entrecortada que sonaba intermitente.

Tala apretó los dientes y dio un golpe con el puño cerrado a la pantalla.

-Ese hijo de perra... - Maldijo Tala. No pensaba que alguna vez volvería a quedar varado a causa de una de las pruebas del loco abad.

-Podemos bajar por el agujero que hizo Gekiryu, seguro así los alcanzamos... - Sugirió el más alto en vista de que las circunstancias los habían obligado a sellar parte del núcleo de pasillos y corredores que conectaban con la parte inferior.

Tala negó con la cabeza y empezó a buscar entre las cajas.

-Ya perdimos demasiado tiempo, solo queda esta ruta. - Se aferró revolviendo pequeñas piezas de refacciones entre los recipientes de cartón.

-Tienes razón, además esa alarma endemoniada ya dio nuestra posición. - Recordó el más alto incómodo al no poder callarla. - Iré al siguiente pasillo, tal vez encuentre algo de utilidad. - Remarcó.

Tala aceptó la propuesta de su compañero quien se retiró de inmediato en lo que él rebuscaba entre las cajas por alguna herramienta que le ayudase a desarmar la pantalla de mando; él no tenía las habilidades informáticas de Ian, pero finalmente todos los mecanismos de ese sitio se ejecutaban a través de pulsos eléctricos, solo debía llegar hasta ellos para conseguir que funcionara. Al poco tiempo halló una llave de estrella, se aproximó hasta el panel y se dispuso a desarmar la tapadera inferior a la pantalla.

Transcurrieron los minutos y la alarma continuaba resonando, aquello sin embargo, no entorpecía la labor y concentración de Tala quien ya había conseguido retirar la cubierta metálica, y ahora haciendo uso del cuchillo táctico de Alexander sujetó algunos cables de colores envueltos con ligas de plástico transparente. Los analizó por un momento y cortó de un tajo silenciando la alarma.

Sus oídos aunque algo ensordecidos por el constante ruido, percibieron la aproximación de Spencer.

-¿Hallaste algo? - Demandó saber el pelirrojo con una rodilla en el piso antes de decidir que cable cortar para retirar el seguro de las puertas.

En eso sintió una anormalidad en el viento detrás de su nuca, saltó hacia la puerta y alcanzó a distinguir algunos de sus cabellos rojos flotar en el aire a causa de Cassuarian quien con su pata delantera se disponía a ejecutar a Tala.

El ave de casi dos metros de altura con el cuerpo negro, patas poderosas y un cuello azul eléctrico con una cresta endurecida sobre su cabeza agitó sus plumas consiguiendo que se esponjaran y lo hicieran notar más grande, retaba al joven por ese territorio.

Tala se puso en guardia de inmediato, le preocupaba que esa peligrosa ave hubiera tomado a su camarada por sorpresa como casi hacía con él.

-Cassuarian. - Señaló inequívoco a la bestia. - Ya te derroté una vez, así que volveré a hacerlo. - Afirmó lanzando el cuchillo a su cuerpo, sin embargo el pájaro corrió hacia él con sus largas y poderosas patas, usando la aleta de su cráneo para rechazar la daga.

Tala no se vio sorprendido por la agilidad ya antes conocida, así que aguardó hasta el último momento para rodar por debajo de las dos patas, dejando al ave estrellarse contra las puertas de acero, las cuales se doblaron al centro a causa del peso que el animal ejercía.

Cassuarian chilló quejándose cuando Spencer la sorprendió tacleándola por un costado, consiguiendo tumbarla al piso.

-¡Vete de aquí Tala! – Exclamó el rubio sometiendo al ave terrestre con toda su fuerza . – ¡Ya perdimos demasiado tiempo con los simios!- Jadeó con dificultad cuidándose del pico ganchudo ya filado del ave que se retorcía como loca.

Tala no era de los que estaban dispuestos a dejar a sus hombres atrás, pero ya no tenían más balas y llegar al Jörmundgander resultaba vital para la misión. Suspiró resignado, recogió el cuchillo y rápidamente cortó un cable negro del cual sospechaba desde el principio como el conductor de los sistemas de seguridad. La pantalla retiró el letrero que impedía manejar el montacargas y las puertas se abrieron

-Te lo encargo. – Respondió Tala confiado al indicar en la pantalla de mando el último nivel inferior al que llegaba.

Spencer sonrió desde su posición y vio a Tala retirarse de la escena.

-¡Ahora sí bestia! - Se impuso alejándose de ella rápidamente con una rodada.

El ave terrestre gigante se levantó enfocando toda su ira en el rubio quien se tronó los dedos de ambas manos antes de armarse con la llave que Tala usó previamente.

-¡Ven aquí! - La incitó.

El casuario no retrocedió, y empezó a arremeter con su largo cuello contra el rubio a quien superaba en altura.

Spencer sentía que practicaba esgrima defendiéndose del afilado pico. Sabía que si el otro lograba su cometido, iba a doler y necesitaba tener ambas patas vigiladas en el piso, patas cuyas garras fácilmente podrían desgarrar la piel de cualquier animal.

Cassuarian se hartó de ese ataque sin sentido y fue directo a la llave metálica, tratando de arrebatarla de Spencer que no desaprovechó la cercanía y dio un certero puñetazo al cráneo del animal con la diestra, sacándola de balance. El ave enfurecida lanzó una patada que Spencer logró recibir con la llave entre ambas manos, sin embargo aún así lo tumbó. El ruso tuvo que rodar varias veces para evitar un pisotón y cuando Cassuarian intentó picotearlo, levantó la tapa de acero que Tala había retirado del mando del montacargas, lo sostuvo frente a su cara, algo que Cassuarian impactó y pese a que su fiero pico atravesó el metal, el panel se atoró interrumpiendo la función de su pico y su visión periferia.

El casuario agitó la cabeza tratando de retirarse el bozal improvisado, pero Spencer rápidamente se aproximó con la llave a golpear las esbeltas patas, consiguiendo que cayera primero de un lado y luego del otro.

A pesar de haber perdido la visión, el pico y las extremidades, no se daba por vencido, algo que el rubio reconocía.

-Eres un gran adversario, espero que volvamos a enfrentarnos. - Aplaudió Spencer antes de golpear la parte trasera del cráneo, la zona donde estaría la nuca, haciendo que se estremeciera antes de desplomarse inconsciente.

Spencer aguardó unos segundos más, quería estar seguro de haber vencido; al verificarlo se atrevió a soltar la herramienta metálica, se aproximó hasta la pared más cercana y empezó a respirar velozmente agachándose un poco mientras sostenía su peso superior sobre sus palmas encima de sus rodillas.

Revisó su diestra, le temblaba ligeramente, no había meditado al golpear el cráneo tan reforzado de un ave casi prehistórica.

-Y ahora sólo falta encontrarte... - Dijo melancólico pensando en Seaborg.


Tala bajó los diez pisos fácilmente por aquella conexión vertical y prosiguió a abrir las puertas desde el centro hacia los lados. Spencer tenía razón, la temperatura aumentaba entre más descendían, y la densidad del aire no había cambiado por lo que los inyectores de oxígeno funcionaban correctamente.

Inició su avance sin observar nada que le indicara que alguno de sus compañeros o una de las bestias bit hubiera pasado previamente por ahí.

Momentáneamente sintió cierta melancolía al estar allí. No una que le produjera felicidad, sin embargo era parte de su niñez, ese laberinto estaba en sus sueños y ahora usaba todo ese conocimiento adquirido por las malas a su favor.

En un segundo percibió a alguien más que recorría dicho nivel. Era sutil, pero una presencia se aproximaba hasta él, así que caminó pisando silencioso hasta cubrirse con la esquina del muro cuyo pasillo giraba a la izquierda. La pistola que portaba no tenía más balas, así que su siguiente opción era usar el cuchillo que le había decomisado a Alexander. Lo retiró de la parte trasera de su cinturón inaudible, y se preparó para lo que viniera a continuación.

Ágilmente salió de su escondite para ser recibido por el cañón de una pistola justo a la altura de su pecho, a su vez, el cuchillo táctico terminó cerca de la garganta de Kai.

Ambas miradas se encontraron y dudaron por un instante.

A la par bajaron las armas.

-¿Y los otros? – Cuestionó Kai.

-Se fueron hacia el oriente, ya deberían estar debajo de este nivel. – Concluyó el líder iniciando el avance. – ¿Te ha tocado algo interesante?-

-No realmente, encerré a Moinemerlyon y a Rockbison. –

-Igual aislamos a Hitus, y Spencer se quedó enfrentando a Casuarian. – Informó el de ojos azules, ligeramente sorprendido por la victoria de Kai contra el monje que había atacado a Bryan. -

Kai prestó atención a esos datos.

-¿Qué conexión crees que tengan todas esas bestias bit? – Preguntó Kai dudoso.

-Son las bestias bit que hemos enfrentado en el torneo, excepto Moinemerlyon. –

Ambos permanecieron pensativos, no había mucho sentido en todo lo que acontecía ahí abajo.

-Me dirigía hacia uno de los laboratorios superiores y adivina. – Dijo de pronto el bicolor.

-¿Encontraste algo que no debía estar allí? - Respondió con otro acertijo.

-Exactamente, un muro sólido de roca roja. –

-Vimos un campo de flores adosado a un muro. – Complementó. – Pensamos que el Jörmundgand está ocasionando todo eso. –

Kai asintió, sospechaba lo mismo. – Por lo visto te has quedado sin balas. – Reparó Kai.

-¿Y qué hay de ti? –

-Aún me quedan seis.- Aseguró el de los tatuajes.

-Y ¿Black Dranzer? – Le cuestionó con autoridad.

Desde que emprendieron la misión, Tala esperaba que Kai no tuviera que usarlo a menos que se quedasen sin opciones.

No hubo respuesta. Los dos se detuvieron al mismo tiempo al llegar a un claro circular, la iluminación no podía cambiar el ambiente frío que repentinamente se sintió.

Se mantuvieron atentos y en guardia. Kai preparó su arma y Tala sacó el cuchillo táctico.

El dúo se comunicó en silencio, aquel helado augurio que rápidamente enfrió sus nudillos desnudos no podía significar otra bestia bit que no fuese Wolborg.

A través de los muros, se escuchó un agudo aullido que causaría un escalofrío hasta en el más valiente.

Tala cerró los ojos y guardó el cuchillo, ubicaba el sitio desde el cual se emitía el llamado. Suspiró creando una diminuta nube de vapor.

-Sigue adelante, esto lo resuelvo yo. – Mencionó Tala regresando por el pasillo anterior.

Kai no reaccionó de ninguna forma. Entendía el sentir de Tala, si estuvieran en las mismas circunstancias con Dranzer, él haría exactamente lo mismo.

Nuevamente se separaron.

El bicolor sujetó la pistola a la parte trasera de su cinturón, atravesó la sala con paso firme siguiendo su camino.


Silke consiguió descender algunos niveles gracias a las escaleras del pasillo oculto con el que había dado previamente, y ya no sentía tanto frío como minutos atrás, sin embargo, su ropa continuaba pesada debido a la humedad absorbida.

Suponía que ya nada la podía sorprender en dicho lugar, ahora solo pensaba qué haría cuando se viera con Gekiryu cara a cara. ¿Él la escucharía? ¿Intentaría atacarla? ¿Escaparía nuevamente?

Su silencioso andar la llevó al final del corredor el cual remataba en una gran puerta de madera color chocolate, con delicados grabados sobre su cuerpo de antigua y gruesa madera. Era muy diferente a cualquiera de las otras puertas que hubiera visto en su largo recorrido. La puerta no tenía manija o cerradura, solo una argolla de metal negro para abrirla. Silke aproximó la diestra y se detuvo antes de sujetar la jaladera, se encontraba esperanzada de ver el sótano 19, donde se reuniría con su equipo. Tomó el frío aro de metal y tiró con fuerza abatiendo la puerta hacia ella. Decidió no abrirla completamente y se asomó cuidadosa, el pasillo que proseguía era de la misma altura que donde se encontraba pero al fondo se veía un cuarto iluminado, así que dejó la puerta entreabierta y prosiguió con el camino señalado algunos metros hasta donde se marcaban ventanas con arcos de piedra. Fue entonces que pudo distinguir una sala circular muy amplia con un corredor que comunicaba todo el perímetro, potentes luminarias en el techo del recinto a una altura de siete u ocho metros, diversas filas de asientos que completaban una arena de Beyblade mediana del tamaño de una cancha de baloncesto profesional metros abajo, pero visualizó al centro algo que la dejó sin habla. Sintió temblar sus piernas y se ocultó asustadiza debajo del muro de una de las ventanas luego de observar lo que aguardaba en la planta baja.

Se sentó en el piso, su corazón se aceleró, y cubrió su nariz y boca con una mano para matar todo el sonido que su respiración producía. Movía sus ojos confundida, no pensaba que una prueba tan dura pudiera encontrarse ahí abajo.

A la corta distancia, yacía un durmiente Griffolyon. Su belleza y poder eran ilimitados y temibles. De acuerdo a la leyenda, los grifos eran fieros custodios de tesoros, mortales entre todas las criaturas mitológicas, con la habilidad e inteligencia de un águila con la fuerza y valentía de un león. Conocía muy bien esa historia, y todas las subsecuentes a lo largo de cientos de años en que su propia familia había empleado a Griffolyon para mantener a los invasores fuera de sus tierras.

Seguía sin comprender qué era lo que había atraído a Griffolyon desde Francia. Se tranquilizó y cerró los ojos calmando sus nervios. Ya estaba más cerca de Gekiryu, y conocía todo a cerca de la Bestia Bit otorgada a su hermano, ahora que lo meditaba, prefería ser ella quien tuviera que enfrentarlo al resto de sus compañeros.

Revisó su pistola, sólo le restaban cuatro proyectiles, era muy arriesgado dejar a Griffolyon suelto, tendría que buscar alguna forma de atraparlo como había hecho con Hixolotl. Decidió echar otro vistazo con el arma en mano para trazar un buen plan con el resto de elementos que se encontrasen abajo, sin embargo cuando volvió a asomarse cautelosamente sintió un vacío en el estómago al notar que la bestia había desaparecido de su posición original.

Esto la llenó de pánico, ¿cómo era posible que un animal tan grande, casi del tamaño de una camioneta se hubiera desvanecido sin hacer alguna clase de ruido entre los limitados corredores?

No demoró en recibir respuesta.

Se quedó inmóvil y lentamente giró su cabeza unos grados a la derecha, observando de reojo la enorme silueta que subía por la escalinata cinco metros a la derecha de su posición con las alas replegadas. Griffolyon era tres veces el tamaño real de un león adulto, y su cabeza de águila, más grande que la de cualquier caballo; sus garras delanteras eran semejantes a largos cuchillos y las fuertes patas traseras abarcaban con su huella felina al menos 6 tabiques del piso. Su tamaño le impedía abrir las alas y necesitaba bajar un poco la cabeza para no chocar con el techo.

Silke abrió mucho los ojos, y aunque quería salir corriendo, era consciente que no debía darle la espalda a esa bestia tan orgullosa, por ningún motivo podía actuar como una presa.

Sutilmente retiró el seguro del arma, mientras hacía frente a la amenaza.

-¡Griffolyon! – Exclamó.

La quimera movió un poco su cabeza de ave, pero no cesó el avance.

-¡Detente ahí mismo! – Ordenó imponiéndose apretando los dientes.

El monstruo mitad ave se detuvo pero correspondió con un chillido ensordecedor que hacía eco en el diminuto espacio. A pesar del molesto sonido Silke resistió en su posición.

-¡Te lo advierto! – Insistió ella una última vez apuntando el arma a su cabeza, pero él no se intimidó y sólo encogió un poco sus patas traseras para preparar un salto hacia el frente.

Silke sintió una gota de sudor escurrir desde su frente hasta su barbilla, él no la obedecería y solo restaba una salida. Griffolyon se cansó de asecharla, así que se impulsó con sus patas traseras para alcanzarla, en respuesta, la germana disparó directo a su cuerpo tres veces, ya que era difícil apuntar a la cabeza en movimiento, pero todas las balas rebotaron enfureciéndolo más aún, hasta que estuvo a corta distancia de su presa, sin embargo, Silke previó esto y escapó por la ventana cayendo un par de gradas abajo. La bestia atoró su cabeza y una de sus garras entre las columnas de piedra por donde Silke había huido, chillando peligrosamente.

Silke logró ponerse de pie y observó que del lado contrario de su entrada, se ubicaba un elegante palco con un par de asientos cómodos y otra salida al fondo suyo, por la cual podría refugiarse antes de que el grifo se liberara y pudiera seguirla.

Apresuró el paso tanto como pudo, y miró de reojo a la bestia, sin embargo Griffolyon aún atascado desplegó sus alas lo más que pudo para usar su característico ataque desde la distancia.

Silke notó de inmediato sus intenciones y saltó nuevamente desde la grada más baja dos metros hacia la arena para protegerse del ataque Daga de viento dentro de un nicho en el muro donde se encontraba una banca; la imponente ofensiva causó un ensordecedor silbido dentro del estadio, y como resultado, sus plumas se clavaron certeramente sobre el piso, muros y gradas, en especial en el palco; a causa de esto, muros de cristal grueso se levantaron automáticamente cerrando el palco principal, sobre la barda que limitaba la grada inferior contra el ruedo para proteger a los espectadores y en las dos zonas de bancas de la arena.

La beyluchadora intentó salir de su nicho para no quedar atrapada, pero al ponerse de pie, sintió dolor en el tobillo izquierdo, lo que la impidió de escapar a esa protección antes de que se cerrase contra el bajo techo.

Ella se asustó ante esa inesperada respuesta por parte del bey estadio, no veía por ningún lado algún botón para desactivar la protección y poder huir, cuando su peor temor se hizo presente y Griffolyon sobrevoló la arena ubicándola rápidamente.

Silke giró su vista hacia él, que de inmediato se lanzó para tratar de romper con sus patas traseras la protección traslúcida. La chica se cubrió como pudo y solo escuchó un ruido sordo cuando el vidrio de seguridad resistió el impacto. Griffolyon también se veía sorprendido, las plumas de su cuello se erizaron amenazantes propinando un fuerte cabezazo el cual consiguió resquebrajar el vidrio ya desgastado. La alemana sintió su mente completamente alterada, el vidrio no resistiría lo suficiente y solo tenía una pistola para tratar de salvarse.

Sujetó el arma con ambas manos para no fallar el tiro cuando el vidrio cediera, mientras la bestia bit golpeaba furiosa con sus garras.


Muchas gracias por leer y seguir aquí conmigo ya más de tres años después, antes de año nuevo (o hasta el mismo día :D), capítulo 31 O_O ¡Por cierto! ¡FELIZ NAVIDAD!