¡Bienvenidas y Bienvenidos a este capítulo 33!
Lo hice de nuevo… me extendí de más y bueno, el capítulo 33 continuará en el 34 OMG… nada más no termino el fic jeje pero juro que todo lo que pongo tiene una razón de ser. Personalmente debo admitir que disfruté mucho de escribir este capítulo, porque volvemos a los diálogos y creo que después de la tormenta ha venido la calma, por ahora…
¡Agradeciendo los Reviews!
Eileen Agreste
¡Hola amiga! ¡Me siento muy feliz de leer tu comentario! En verdad me costaron mucho trabajo esos capítulos y no quería que fueran como una especie de escena pesada, oscura y aburrida dentro de lo que se ha venido relatando a lo largo de la historia, así que es toda una victoria saber que conseguí entretenerte por un capítulo más : 3
Yo pensé lo mismo con la batalla de Moinemerlyon, que el enfrentamiento menos esperado sería con Kai, quien ya se ha enfrentado a la oscuridad como en el caso de Brooklyn, por lo cual, él sería el único que podría superar ese obstáculo, concuerdo, pobre monje jeje no salió como él lo esperaba :V
¡Qué alegría que haya podido transportarte al lugar de la batalla! y a la lucha de estas feroces bestias, las cuales, fuera de sus bits, ¡sí serían sumamente peligrosas! Menos mal que Black Dranzer se encontraba para "salvar el día" aunque respecto a Kai, bueno, como dices falta ver qué ocurre cuando se entere O _ O
Me da gusto que Silke se haya ganado ese sentir de tu parte. Ella no era la clase de personaje que estaría destinada a hacer este tipo de travesías, pero el amor por Gekiryu y la confianza de sus ahora amigos, fue lo que la ayudó a conseguir su objetivo
La escena de los chicos y sus bestias bit fue mi favorita de esta parte del fic, porque nunca se ha tratado mucho ese tema, de hecho, creo que de todos los personajes de Beyblade, son los que menos han demostrado ese lazo a diferencia de Mariah con Galux en el enfrentamiento con Rei por ejemplo, y quise aprovecharlo para tratarlo en el fic. De alguna forma creo que le debo eso también a Ian, Bryan y Spencer, así que trataré de ponerlo en el capítulo 34, donde ya se encuentren mucho más relajados :3
¡Bueno amiga, espero que te agrade este capítulo 33, el cual ya tiene algunas de las respuestas que buscas… aunque algunas nuevas incógnitas debo admitir! ¡Gracias por tu apoyo y tus comentarios! ¡Te mando un fuerte abrazo!
Sarah Kilensky
¡Qué lindo poder leer tu comentario amiga! ¡Black Dranzer dejó ver el monstruo en el que Boris lo convirtió! Y Silke tuvo que hacer lo que estaba a su alcance TT_TT fueron a la guerra y todos volvieron con heridas… ¡También las bestias bit se mancharon las garras!
La intención del capítulo era que mezclara acción, drama y compañerismo, sin mencionar la lealtad de las bestias bit y el valor y confianza entre los personajes : 3
¡Gracias por tus felicitaciones Sarah! A ver qué te parece este contrastante capítulo 33 ^^
¡Saludos querida amiga!
¡Muchas gracias a todas y todos los que pasan a leer este Fic! Ya vamos para 4 años y es grato para mí saber que aún sigan conmigo!
¡Que tengan una buena lectura! =^w^=
Capítulo XXXIII
Hacía media hora desde el arribo de Kirill a la central de trenes de la capital, la cual se veía muy bulliciosa por causa del sismo minutos atrás y era acompañada por una ligera ventisca. Entre todo el alboroto ya se encontraban desplegados los equipos médicos, bomberos y policías que intentaban devolver el orden y atender crisis nerviosas de los residentes de Moscú, no le fue difícil al ágil asistente de Cheslav hurtar la motocicleta de un descuidado policía y dirigirse a cumplir su trabajo.
A penas pudo dejar a la multitud atrás cuando aprovechó callejones y calles aledañas para dirigir su vehículo hasta el hotel acordado.
Al llegar a la acera, notó las ventanas y un muro superior destruido de una forma muy peculiar. Bajó de la moto y caminó cauteloso, observando bien como una fuente de piedra se veía ennegrecida de un solo lado, y los vestigios de huellas se desvanecían con los copos que caían.
Se aproximó lentamente a la entrada del edificio, verificando que se encontraba abierta. Ingresó precavido cuando escuchó ruidos provenientes de una de las habitaciones en ese primer piso. Rápidamente sacó su arma y se preparó. Avanzó inaudible, hasta que se puso a un costado de la puerta que resonaba por dentro. Había alguien del otro lado.
No se contuvo y pateó la puerta sobre el picaporte abriéndola hacia adentro, tumbando a un hombre canoso que cayó sobre su trasero sorprendido y asustado por la intromisión de Kirill además del arma que este portaba amenazador.
Kirill observó cuidadoso la escena. El anciano debía ser el cuidador del lugar y reconoció de inmediato y levemente sorprendido al chico sobre la cama. Al saber que no era una amenaza, guardó la pistola y pasó ignorando al viejo para revisar que el hijo de Boris aún tuviera pulso.
El muchacho estaba helado pero seguía con vida. Entonces Kirill miró al viejo vigilante y lo cuestionó.
-¿Qué pasó aquí? – Demandó saber en su idioma natal.
-¡Na… nada…! – Respondió entrecortadamente el cuidador. Kai le había ordenado discreción, pero todo lo que había sucedido, los rugidos que había escuchado anteriormente en los pisos superiores y el terremoto de hacía un rato del cual no pudo escapar, tenían sus nervios destrozados.
Kirill se acercó hasta él y se arrodilló para sujetarlo de la camisa y tenerlo frente a frente.
-Dime en qué dirección se fueron. – Ordenó.
-¡No lo sé! – Exclamó el velador asustado.
-Te encerraron aquí para que no te entrometieras, pero seguro viste algo, y más vale que me lo digas o tendré que sacártelo… - Amenazó abriendo un poco su saco mostrando el arma nuevamente.
El hombre sentía que se desmayaría ahí mismo, así que solo dio la última información que tenía.
-¡Un ave roja! ¡La vi por la ventana! – Imploró diciendo todo lo que sabía. – ¡Se fue volando para allá! – Indicó con el dedo.
Kirill se puso de pie y vio a través de las protecciones de la ventana. Esa dirección le era más que familiar. Sacó su teléfono y marcó a su superior.
-Cheslav, no están en el hotel, pero hay un par de testigos que seguro querrás ver, no tardes. – Solicitó colgando el móvil, avanzando hacia la salida de la habitación.
El señor quiso preguntar si podía retirarse pero Kirill se le adelantó.
-Más vale que aguarde aquí o tendré que ir a buscarlo también. – Amenazó dejándolo helado.
Minutos después a través de un camino alejado del caos en las avenidas principales, Kirill llegó a su viejo hogar, la abadía, la cual tenía la torre más alta completamente destruida. Claramente el equipo que manejaba Voltaire se había mantenido ocupado en la ausencia del Señor Hiwatari.
Descubrió que yacía un auto compacto amarillo con el frente dentro de unos arbustos, estaba completamente vacío pero era obvio que había llegado recientemente, debido a las marcas de la nieve alrededor de las llantas; diez metros más adelante, verificó los rastros circulares sobre la nieve recién caída que solo podían ser hechos por las hélices de un helicóptero, por lo que presintió que el rastro de los Blitzkrieg Boys había terminado ahí, sin embargo, toda la evidencia habría sido compilada por la computadora de la Abadía.
Kirill se introdujo con la motocicleta a través del patio, y se aproximó lo más que pudo hasta la entrada principal. Puso la mano sobre la perilla, y como supuso, no se encontraba asegurada, por lo que el sistema de seguridad definitivamente estaba apagado.
Ingresó al vestíbulo de esta, donde Boris siempre tenía a un amable recepcionista, que fungía como el primer engaño de la fachada que ocultaba experimentos secretos con inofensivas instalaciones de Beyblade.
Kirill conocía el poco tiempo que tenía antes de que Cheslav y Voltaire metieran sus narices, y ya que no podría revisar el sitio físicamente, caminó detrás del escritorio de la recepción, donde había una puerta que comunicaba con el piso superior, el cual lo acercaría hasta la sala de control.
Mientras caminaba, recordó como ese lugar que pudo haber sido su tumba, se convirtió en el primer paso de su nueva vida, ya no más como líder de los Demolition Boys, sino el siguiente jefe de seguridad de la creciente familia Hiwatari.
Llegó hasta la computadora maestra. Esta se encontraba igual que la última vez que la había visto. Intacta al parecer. Sin embargo era una maquinaria tan sofisticada que incluso si un ratón se movía por alguno de los pasillos, lo detectaría, haciendo las grabaciones correspondientes de su movimiento, sonido e incluso calor corporal.
La encendió y esta solicitó una clave de acceso. Kirill estaba al tanto de dichas contraseñas, así que colocó el patrón de letras y números, pudiendo acceder a los registros más recientes.
Esbozó una poco sorprendida sonrisa.
La información guardada por la máquina era de hacía cuatro años exactamente. El último uso energético de alto voltaje se había llevado a cabo en uno de los laboratorios, cuando habían hecho las modificaciones finales del proyecto "Cyber Tala".
Sin embargo, no había más. Ningún registro del sismo que se había sentido en toda la capital, ni de la cúpula rota, o la energía eléctrica de respaldo que aún funcionaba.
Kirill revisó diversas cámaras. Había manchas oscuras en el comedor, donde varios bultos se mostraban oscurecidos. Después llegó a uno de los laboratorios de pruebas, el cual tenía un enorme agujero que conforme cambiaba de cámaras, este llegaba hasta el sótano 20. Pero sin conexión alguna con los jugadores del hombre al que él protegía.
-En verdad tienen talento para hacerse los tontos… - Mencionó despectivo al saber que no podrían ser incriminados de ninguna manera.
Sin embargo, tecleó un comando distinto, el cual le pidió una contraseña y un escaneo personal.
El castaño aplicó la nueva y larga contraseña que era binaria, unos y ceros llenaron dos renglones, y al aceptarla, un mecanismo se reveló tras abrirse una compuerta por encima de la consola, dejando ver un escáner de retina.
El ojo de Kirill con la cicatriz, se posó dejando que un benévolo láser azul lo iluminara.
La computadora aceptó a esa persona que tenía la autoridad de demandar información privada.
-Buen trabajo Ian. – Congratuló a uno de los chicos que él personalmente había escogido por su aguda inteligencia y su habilidad con las máquinas. – Es una pena que no supieras de las cajas negras. – Terminó por decir cuando una carpeta se abrió con diversos archivos ordenados de acuerdo a la cronología de ese mismo día.
Kirill revisó por hora cada uno de los archivos de sonido, prácticamente había al menos uno en cada piso de la Abadía; en el primero se escuchaba la voz de Alexander y rugidos de diferentes animales en agonía.
Continuó percibiendo pasos lentos y sutiles en varios pasillos a la misma hora.
Más tarde, vino un archivo más largo que los otros en el mismo lugar, la sala de pruebas. Una conversación interesante se suscitaba.
-"¿Por… qué…?" – Sonó la voz apagada de una mujer.
-"Será fácil editar el contrato y hacer creer a Robert que su difunta hermana dejó el contrato en otros términos." – Contestó una voz arrogante, bien conocida para el castaño.
Prosiguió oyendo aquello con total atención, comprendiendo un poco más la relación entre Kai y Silke. Revisó su reloj, ya llevaba ahí al menos treinta minutos, pero toda la información que había hallado, le hizo alzar ambas cejas ante la sorpresa del Jörmundgander, algo de un precio invaluable.
Siguió escuchando los cortos fragmentos conforme avanzaban los minutos marcados por la computadora. Gritos, sollozos, palabras. Todo comenzaba a armar el rompecabezas de lo que hacían los Blitzkrieg Boys a espaldas de Voltaire.
Fácilmente pudo comprender todo lo que ocurrió hacía tan solo una hora atrás. El equipo perdió a sus bestias bit, volvió por ellas, se separaron, y finalmente se reencontraron en el sótano 20.
-"¡Inútil! ¡Estábamos tan cerca!" – Dijo la voz de la monstruosa bestia bit creada en esa misma Abadía.
Kirill se encontraba atento ante lo que sucedería. El sonido de una llamarada, un golpe seco.
-"¡Silke!" – La exclamación de Tala.
Y finalmente el desgarrador grito de una mujer, seguido por los alaridos de agonía de Black Dranzer.
Kirill terminó de escuchar el audio. Sacó su celular y activó la nota de voz; repitió la parte final de ese fragmento, la evidencia de Black Dranzer y el Jörmundgander además de la participación de todo el equipo y las consecuencias de ello.
Tras concluir, seleccionó todos los archivos eliminando la evidencia restante.
Lunes 12:00, Ciudad de Mónaco.
-No gracias. – Negó con la mano Ian mientras limpiaban con alcohol y una gaza el corte sobre su frente.
-Pero se sentirá mucho mejor y esto no le dolerá tanto. – Insistió una enfermera con una jeringa llena de anestesia mirándose con la que lo atendía.
-Los analgésicos incapacitan los sentidos, no la quiero. – Respondió él.
-Pero podría ofrecerle un poco de Vodka y con gusto lo aceptaría. – Lo molestó Bryan guiñándole un ojo a su compañero quien frunció un poco el ceño.
-Esa es una situación completamente diferente. – Concluyó el pelinegro cerrando los ojos. En ese momento se encontraban en terreno desconocido, por lo que prefería estar alerta.
Las dos enfermeras se miraron entre sí, así que la segunda dejó a un lado la anestesia y procedió a sujetar la aguja con el hilo apropiado para iniciar la sutura sin que el jovencito diera queja alguna.
Bryan sonrió para sí, era normal que se mantuvieran al margen de su nueva suerte dentro del palacio de la Princesa de Mónaco.
-¿Cómo lo sientes ahora? – Preguntó el fisioterapeuta tras colocar tres vendas adhesivas en color azul claro desde la muñeca hasta el ante brazo de Bryan donde Sarcophilus le había causado un desgarre interno.
Bryan empezó a mover los dedos, y luego giró la muñeca verificando que la tensión era la adecuada para controlar la inflamación y el dolor que le había hecho pensar en una fractura más que un desgarre.
-Está perfecta. – Admitió el de cabello gris.
Del otro lado, una enfermera limpiaba cuidadosamente la espalda alta de Spencer donde las garras de Hindor se habían hundido al menos tres centímetros dentro del músculo.
-Ya han comenzado a cerrarse, le daré un ungüento para que la cicatrización sea más rápida y evitemos cualquier infección. – Dijo la mujer a lo que Spencer simplemente asintió con la cabeza.
Tala los miraba de pie desde la puerta de la sala. El pelirrojo ya tenía vendado el brazo que Wolborg le había mordido, observaba tranquilo a su equipo en buenas condiciones luego de una batalla tan feroz como la de esa misma madrugada. La ropa de todos se encontraba irreparablemente dañada, por lo que la Princesa les había proporcionado ropa deportiva, un pantalón y una chamarra, ambos con una combinación de blanco y azul rey, además de llevar sobre el pecho del lado izquierdo el escudo de la familia Lemoine, cuatro espadas formando una cruz sobre un mar azul y una corona dorada en la parte superior.
-Iré a ver como se encuentra Silke. – Avisó a sus compañeros antes de salir de la enfermería.
Al interior de una elegante alcoba, una mujer de cabellos obscuros cual frutos de pino dormía profundamente. Su cabeza descansaba sobre un acolchonado almohadón fabricado con algodón orgánico; finas y frescas sábanas la cubrían hasta el cuello.
Después de un reparador sueño, los ojos ámbar de Silke comenzaron a abrirse, aún adormilada, no reparaba en la habitación en que se encontraba. La luz era agradable y blanca, provenía de una ventana con las cortinas recogidas unos metros delante de su cama.
Su cabeza aún contra la almohada giró hacia su izquierda, donde reconoció a una hermosa mujer de ojos zafiro y cabellera rubia. Su mirada era triste y se le notaba molesta.
-Angelique… - Pronunció tratando de incorporarse.
La princesa no dijo nada, la miraba fijamente.
-¿Por qué estamos en tu casa? – Preguntó tallándose un ojo con el dorso de su muñeca. - ¿Cómo llegamos aquí? –
-Pedí un helicóptero. ¿Cómo te sientes? – Preguntó la princesa sin darle más datos sobre el transporte.
-¿Cómo me…? – La alemana recordó su última misión e hizo dos preguntas, las cuales demandaba conocer su respuesta con urgencia.- ¿¡Kai está bien!? ¿¡Y Gekiryu!? – Preguntó alzando la voz.
La princesa se mantenía con el ceño fruncido, señaló al otro lado de la cama de su amiga con su índice y Silke volteó confirmando que su beyblade tenía a Gekiryu dentro de su bit.
La castaña lo sujetó entre sus manos y sintió un alivio al tenerlo de vuelta, y más aún, saber que habían detenido el Ragnarök.
-¿Dónde está mi equipo, y Kai? Tengo que saber que Kai está bien. – Insistió impacientada.
Marie-Angelique se enfurecía cada vez que escuchaba el nombre del socio de Silke. Pretendía responderle cuando convenientemente llamaron a la puerta.
-Adelante. – Atendió la princesa sin mover los ojos de Silke.
La puerta se abrió y un hombre de bata blanca y estetoscopio arribó. Cerró la puerta detrás suyo, sin embargo, Silke alcanzó a distinguir a cierto pelirrojo en el pasillo.
-Marie-Angelique, ¿qué hace Tala afuera? –
Nuevamente la rubia no contestó, sin embargo se hizo a un lado para que el doctor familiar revisara a su amiga.
-Fraülein, ¿cómo se siente? – Preguntó el profesional mirándola con atención.
-Estoy bien doctor, un poco cansada pero es todo, en realidad me siento hambrienta. – Aseguró Silke sin comprender por qué insistían preguntando algo así.
-Es normal, la princesa me dijo que estuvieron entrenando, sin embargo debo cerciorarme de que su salud sea óptima. –
Silke lo miró algo desconfiada, al parecer su amiga había mantenido el secreto de lo que en realidad había acontecido, Gekiryu estaba de vuelta con ella, y Tala parecía estar en buenas condiciones, todo había regresado a la normalidad.
-Pues me siento perfecta. – Correspondió ella pensando que el médico exageraba.
-En ese caso haré solo una verificación. – Insistió el hombre.
Silke asintió y el especialista de la salud se acercó hasta la cabecera de la cama.
-Voy a tocar su espalda superior. – Indicó.
Silke se extrañó, y notó hasta ese momento que llevaba una bata de paciente en color blanco. Aquella prenda como camisón, cubría hasta los codos de la chica, y se cerraba únicamente por la parte trasera a la altura del cuello, en la espalda alta y sobre la cintura. Ella no opuso resistencia y asintió dándole permiso al hombre de tocarla, aunque ella no sentía que él estuviera haciendo nada.
-¿Hay dolor? – Preguntó.
- Le diré cuando sienta su tacto. – Dijo ella.
La princesa lo observaba todo, y solo se giró molesta.
-¿Angelique? ¿Qué tienes? – Preguntó Silke olvidando al doctor.
-Fraülein, ¿acaso no siente nada? – Cuestionó nuevamente mientras palpaba cuidadosamente con las yemas de su índice y pulgar, ejerciendo cada vez un poco más de presión.
-No… Ah bueno, ahora siento sus dedos pero es todo. - Declaró cuando el hombre tocó otra zona cercana a su hombro.
-¿Y bien? – Preguntó Angelique al médico de manera severa.
-El daño parece ser superficial, pero se perdió el sentido del tacto en esa zona. – Determinó.
Silke se asustó al escuchar algo así.
-¿De qué daño están hablando? – Preguntó recelosa como si la princesa y el doctor le ocultaran algo.
-Salga. – Ordenó la princesa. – Hablaré con usted más tarde. –
El hombre acató la orden de inmediato abandonando la habitación.
Cuando la puerta se hubo cerrado, Marie-Angelique aún ignoraba a Silke.
-Angelique. – Habló Silke seriamente viendo la mueca inconforme de la princesa reflejada en un espejo al fondo. -¿Qué hacía el doctor aquí? –
La princesa no hizo nada por algunos segundos, y luego se dirigió hasta el tocador al frente de la habitación, levantó un espejo de mano con mango de metal y se lo entregó a Silke, quien lo recibió con la diestra que yacía con un vendaje sobre la palma.
La castaña lo usó y se miró en él sin comprender, en su reflejo, su rostro tenía una gaza sobre el pómulo izquierdo, y más abajo pudo ver una mancha enrojecida en la base de su cuello que se perdía entre la ropa que llevaba. Perdió el aliento cuando la princesa desató el cordel superior, aflojando la prenda.
Tenía tres líneas gruesas que partían detrás de sus hombros hacia su pecho. Se atrevió a tocarlas incrédula, y descubrió que no sentía nada al poner su dedo sobre ellas, más sin embargo, la piel sana reaccionaba como se esperaba.
Sus ojos se pusieron cristalinos, y rápidamente su boca se inundó de una saliva amarga.
-Podrías… ¿permitirme un momento a solas? – Suplicó en un gran esfuerzo por ser fuerte y no soltar el llanto frente a su amiga.
La rubia se alejó y salió por la puerta cerrándola tras de sí, se limpió una lágrima y enfrentó a Tala que aguardaba en el pasillo de brazos cruzados.
Silke sintió como la fuerza se le iba, su cuerpo se sentía débil y tembloroso, su mente se encontraba en shock.
Se puso de pie temerosa, su tobillo izquierdo tenía una venda adhesiva color rosa que la ayudaba a apoyarse, lentamente se aproximó hasta el gran espejo que tenía al frente llevando consigo el de mano, el cual dejó sobre el tocador, e incapaz de respirar, soltó las ataduras de la bata, dejando su torso desnudo. Se miró al borde de la histeria.
Sobre su hombro derecho, había dos marcas, una que cubría la clavícula, y otra que pintaba parte del brazo, del lado izquierdo, la marca solo cubría hasta el hombro. Temerosa, levantó el artefacto que la princesa le había dado previamente y se dio la vuelta contra el gran espejo para ver su reflejo. Retiró su cabello. Desde la cintura hasta su espalda alta, la garra del Black Dranzer había dejado una monstruosa e irregular quemadura.
Silke dejó caer el espejo más pequeño, el cual se rompió sobre el suelo de madera. Sintió como su tórax se comprimía, cubrió su boca con ambas manos y se deslizó hasta quedar sentada. Abrazó sus rodillas y rompió el llanto desconsolada.
-¡N…o! ¡No! – Ahogó un grito en crisis. – ¡Esto es una tragedia! -
Era imperdonable el estado de su cuerpo. Tantos años de cuidarlo, de hacerlo el orgullo de su familia para conseguir un buen matrimonio, y ahora lo había deshonrado. Sólo pensaba en qué diría Robert o qué opinaría su prometido, sin mencionar qué sería de los Jürgens.
-"¿Lloras por algo tan efímero?" – Resonó una voz en su cabeza.
Silke alzó la vista con los ojos asustados.
-¿Gekiryu? – Preguntó con la voz apagada y asustada.
La cabeza del dragón se manifestó traslúcida en la habitación ante una Silke a quien la culpa de sus descuidos carcomía.
-"La primera vez que te vi, estabas asustada por la muerte, algo sensato, y ahora por algo tan superficial."-
-Tú no entiendes… - Negaba con la cabeza. - Esto es todo lo que un hombre quiere de una buena esposa… ¡Y lo eché a perder! – Dijo liberando otra lágrima mientras hundía la cabeza entre sus brazos arrepentida.
-"Ver la valentía con que defendiste a tu amigo sería más que suficiente para cualquiera" –
-Mi amigo… - Pronunció recordando el estado indefenso de Kai en ese momento. -No podía dejarlo… - Respondió con lógica. – Él no me dejó. – Se tranquilizó ligeramente.
Silke se quedó pensativa. Los ojos confundidos de Kai en ese momento en que perdió el conocimiento la hicieron sentir una conexión con él.
-"¿No era lo que querías? ¿Salvarlo?" – Preguntó Gekiryu moviendo sus bigotes.
-Él es una buena persona, no deja que los demás lo vean, pero lo es... – Concluyó acariciando con su palma el hocico de Gekiryu.
-"Entonces valió la pena" – Respondió la serpiente.
-Si… - Sonrió ella levemente dejando escapar otra lágrima.
Tala mantuvo la seriedad frente a la princesa y se abstuvo de hacer preguntas hasta que ella decidiera hablar.
-¡Tu amigo es un idiota! – Chilló de pronto. – ¡Por su inexperiencia Silke acaba de comprometer todo su futuro! – Sentenció recriminando a Kai.
-Yo lo vi todo, fue su elección, Black Dranzer lo iba a matar y ella lo protegió. – Desmintió las serias acusaciones de la rubia con calma.
-¡No me importa! – Renegó la princesa. - ¡Casi muere debido a sus descuidos! – Exclamó desesperada.
-Antes, te vi apoyándola cuando retó a su hermano, creí que también la apoyarías con esto. – La observó curioso.
Marie-Angelique ahogó un suspiro. No sabía que responder a eso. Ella sabía que era egoísta, pero no podía evitar estar molesta por lo que era y lo que pudo ser.
-Ella… Es muy importante para mí… - Se atrevió a confesar con la mirada baja.
Tala la escuchó sin interrumpir.
-Yo perdí a mi hermana justo el día en que nació, y… Silke fue la única que supo que decir en el momento adecuado, a diferencia de todos eso aristócratas pomposos y falsos… ¡No puedo perder a otra hermana! – Recalcó haciendo un puchero adolorido.
El pelirrojo no dijo nada. Comprendía el sentimiento que la rubia concebía por Silke, él por su parte se sentía igual con sus compañeros de equipo, todos ellos eran valiosos e irremplazables para él, juntos habían sobrevivido a un holocausto.
-Gracias. – Gratificó la rubia con la mirada al suelo ante la sorpresa de Tala. No solía agradecer casi nunca a nadie. – Tú y tus amigos tienen mi gratitud, pueden hacer lo que deseen dentro de este palacio. – Dijo casi como si diera una orden.
Tala asintió, no era que buscara una recompensa, pero sus camaradas se sentirían menos incómodos al saber que no eran prisioneros.
-A propósito, necesito saber cuál es el estado de la herida de Silke. – Cuestionó con la voz seria.
-No es una herida normal… Cuando la revisaron dijeron que era una quemadura de segundo grado, parecía haberse infiltrado debajo del músculo, sin embargo, tras analizarla detenidamente, concluyeron que solo era superficial, de hecho perdió el sentido del tacto en ella y no parece haberla lastimado… - Dijo con alivio y tristeza al mismo tiempo.
Tala se mantuvo pensativo. La ropa de Silke tampoco había resultado dañada, y lo único que pensó en ese momento fue contrarrestar el calor de Black Dranzer con el hielo de Wolborg, ni siquiera estaba seguro de si funcionaría, aunque era algo muy extraño, Black Dranzer tenía la fuerza para incinerar lo que fuera, sin embargo, las amenazas de este siempre hablaban de "quemar los espíritus" de sus enemigos.
La puerta se abrió llamando la atención de ambos y Silke apareció vestida con una bata apropiada que la cubría hasta los tobillos.
-Tala. – Le habló Silke con media sonrisa. - ¿Cómo están tú y los chicos? –
-Ian recibió siete puntadas sobre la frente, Bryan ya fue tratado en la muñeca derecha, Spencer está en buenas condiciones, solo tiene cortadas superficiales y mi brazo está bien. – Mencionó certero.
Silke asintió con la cabeza, estaba feliz de saber que sus compañeros no estaban malheridos.
-¿Y Kai? – Preguntó tímida.
-Aún no despierta, no lo demuestra, pero estaba muy desgastado desde su combate con Johnny y manejar a Black Dranzer le absorbió toda su energía, pero se repondrá, gracias a ti. –
-Hice lo que tenía que hacer, él también me salvó en incontables ocasiones, y Gekiryu me dijo que Wolborg y tú curaron mi espalda, muchas gracias. – Gratificó ella sonriendo.
-No fue nada, lamento que te haya quedado una cicatriz. –
-Eso no es importante, en ese momento sentía como el fuego consumía mi vida, había odio e ira en él y ustedes me dieron la oportunidad de seguir en este mundo con las personas que me importan. – Respondió sujetando a Marie-Angelique de la mano izquierda, quien solo se retiró una lágrima con la diestra y miró orgullosa hacia otro lado.
-Los Blitzkrieg Boys somos un equipo, salíamos todos o ninguno. – Afirmó el líder.
Silke sonrió, creía en esas palabras, "equipo".
-Sobre eso… quisiera pedirte un favor. – Solicitó Silke.
-Te escucho. – Accedió Tala.
-No quiero que Kai se entere de esto, al menos hasta que termine el torneo. –
Tala negó levemente con la cabeza.
-Creí que a partir de ahora la confianza iba a ser absoluta. – La regañó.
-No es por eso. Tú conoces a Kai mucho más que yo, su confianza es frágil, si se entera que Black Dranzer se salió de control, dudará que pueda derrotar a Tyson, no quiero que este incidente se interponga en esa batalla. -
Tala lo comprendió. Silke tenía razón, su compañero era sin duda tan orgulloso que ese evento podría comprometer la gran final, así que asintió convencido de que era lo mejor.
-Bien, todo será tal como fue sin mencionar esa parte, aunque no sé que tanto recuerde él. –
-No creo que mucho, conforme esa ave lo iba convenciendo de su poder parecía olvidarse de lo que hacía.- Opinó tras estar con él de cerca.
-En ese caso, iré a pedirle a los chicos discreción. – Tala ya se retiraba cuando tuvo una idea. – Por cierto, yo también quería pedirte algo. – Señaló sacando un blade del bolsillo de su pantalón a lo que Silke se sorprendió al ver a Dranzer. – Quiero que tú cuides esto por un par de días. – Solicitó serio.
-¿El blade de Kai? – Se extrañó la castaña.
-Ya sabes cómo es ¿no?, en cuanto despierte querrá ponerse a entrenar y en verdad necesita descansar, si yo lo conservo verá la forma de quitármelo, sin embargo no se atrevería contigo, así que te lo encargo. –
Silke miró a Dranzer, pasó la yema del pulgar por encima del bit y sintió una calidez momentánea. Asintió ante Tala y lo envolvió entre sus manos.
-Está bien, cuidaré de Dranzer hasta entonces. – Confirmó ella atenta.
-Nos veremos más tarde. – Se despidió Tala y dio la vuelta.
Marie-Angelique lo vio retirarse y volteó seria ante Silke.
-Ya, quita esa cara, estoy bien y es lo que importa. – Intentó convencerla Silke.
-Sí pero… - Quiso relegar la rubia aún preocupada. – ¿Qué pasará con Robert y…? –
-En este momento será exactamente igual que con Kai, no es necesario que lo sepa, y de lo otro, ya llegará el momento de hacerle frente. – Aseguró Silke olvidándose de un compromiso que aún no tenía.
La princesa asintió inconforme, y recordó algo; torció los labios demostrando molestia a lo que Silke prestó atención.
-Tendré que hacerte otro vestido para la gran final, ya que luego de París se me vino a la mente el más exquisito vestido con los hombros descubiertos. – Torció los labios preocupada, ya que lo consideraba su mejor trabajo.
Silke se sorprendió ante ese hecho.
-¿Tendrás que hacer otro? – Se sorprendió la castaña. – Pero si París fue hace tres días… - Dijo dudosa.
-¿Y qué? Durante el encuentro llamé a Jaque Louis, y le pedí consiguiera la tela, durante la tarde en Milán empecé a confeccionarlo. – Se cruzó de brazos inconforme sorprendiendo completamente a Silke.
La castaña rió con nerviosismo, sabía que la Princesa se tomaba sumamente en serio su trabajo.
-Sé que el nuevo te quedará igual de bien que el primero. – La alentó para que no se decepcionara.
-Pero claro que sí, soy la mejor Diseñadora de Moda del mundo, por supuesto que quedará increíble. – Se convenció cruzando los brazos ante una divertida Silke.
Entonces, un mayordomo con smoking negro, de gran bigote y cabello castaño claro, terriblemente similar a Gustav y Piddleswood, los mayordomos personales de Robert y Enrique, se aproximó por el pasillo hasta las damas.
-Mi Princesa, fraülein. – Les habló cortésmente haciendo una reverencia cruzando la diestra por debajo de su pecho.
-Gérard, ¿qué se te ofrece? – Preguntó la rubia al mayordomo personal de su padre.
-Princesa, sus amigas: Johanna, Duquesa de Lichtenstein; Beatriz, Marquesa de San Marino; Lys, Vizcondesa de Luxemburgo; Astrid, Baronesa de Dinamarca y Lady Deidre de Irlanda, vinieron a verla. – Mencionó respetuosamente.
-¡Ah! Me olvidé de esas borregas parlanchinas… - Frunció el ceño Marie-Angelique tras recordar la invitación que les había hecho días atrás.
-¿Gusta que posponga la reunión? – Ofreció Gérard al notar la preocupación en su ama.
-No, si no las atiendo ahora estarán molestando toda la semana, llévalas por favor a la terraza principal y prepara sus tés preferidos, solicita a mis costureras que lleven los vestidos correspondientes. – Ordenó la princesa a lo que el mayordomo asintió y se dirigió a hacer el encargo. La princesa se volteó hacia la castaña. - Si prefieres descansar Silke…-
-No, para nada, sería agradable saludarlas. – Admitió la germana, al igual que a los Majestics, hacía más de 3 años que no veía a las damas de sociedad con las que estaba relacionada. – Me daré un baño rápido. – Se apresuró a decir.
-¡Aguarda! – Se adelantó la Princesa. – Te buscaré ropa apropiada y te ayudaré con el maquillaje, en seguida regreso. – Dijo la rubia con media sonrisa.
-Muchas gracias, es bueno tener tu apoyo Angelique. – Correspondió Silke antes de que la Princesa se retirase.
Silke cerró la puerta y se dirigió al cuarto de baño. Se alegró un poco de volver a la vida a la que estaba acostumbrada, así que retiró la bata y abrió la regadera para comenzar a lavar su cuerpo.
Colocó una generosa cantidad de shampoo de almendras sobre su cabellera y empezó a masajear hasta que la espuma apareciera limpiando toda la suciedad que había acumulado en la batalla del día anterior, a continuación retiró la gaza de su mejilla y el vendaje de su palma, el cual ya estaba cicatrizado aunque la línea obscura del corte era notoria, en seguida empezó a enjabonar su cuerpo teniendo cuidado al lavar la quemadura, la cual no le dolía en absoluto y tampoco había comprometido la elasticidad de su piel, sin embargo recordó las extrañas palabras de Black Dranzer respecto al interés de Kai por ella, viniendo a su mente la intención de besarla y esa tierna caricia sobre su mejilla.
-Eso… ¿Era en serio? – Se sonrojó levemente de pronto, a lo que negó con la cabeza, sin embargo se le escapó una sonrisa ante la posibilidad. Kai era por mucho el más serio de sus compañeros, y aún así, tenía un sin número de fans que lo creían irresistible con todo y aquel carácter gruñón. Empezaba a darse cuenta del por qué.
Más animada, concluyó el baño, secándose rápidamente cuando llamaron a la puerta.
-¿Silke? – Preguntó Angelique. - ¿Puedo pasar? –
-Adelante. – Mencionó la castaña.
La rubia ingresó con un lindo vestido color violeta, el cual no tenía ninguna clase de escote para evitar que las cicatrices que rondaban su cuello se notasen, las mangas llegaban hasta los codos, y en la parte inferior, debajo de las rodillas, tenía una zona de fresca red traslúcida, así mismo llevaba consigo un par de guantes de verano con encajes, para disimular la mano de su amiga y zapatillas de tacón bajo para no lastimar más su tobillo.
-¡Es bellísimo! – Exclamó Silke tomándolo del gancho.
-Lo sé. – Admitió su compañera. – Por cierto, encontré una de estas en el jardín… ya es la época del año en que florecen. – Mencionó mostrando una flor de color azul con los pétalos despeinados.
La castaña la miró con cariño.
- Centaurea cyanus… - Comentó acariciando levemente los pétalos de la flor nacional de Alemania.
-La usarás de tocado, ahora apresúrate. –
Silke asintió y se dirigió detrás de un biombo para cambiarse mientras Angelique dejaba una bolsa con diversos maquillajes, eligiendo los mejores para cubrir la mejilla de su amiga y que las damas de sociedad no empezaran a hacer molestas especulaciones.
Afuera, en medio del amplio jardín, cuatro jóvenes se entretenían a sí mismos bajo el permiso de la Princesa.
Había muchas zonas para realizar diversas actividades al aire libre, desde el Badminton, Golf, hasta Fut-Ball rápido, era casi como uno de esos centros vacacionales lujosos, aunque para los rusos, el clima cálido de la costa mediterránea era lo bastante agradable como para jugar por un rato.
Habían elegido una cancha de Volley-Ball de playa, se retiraron el calzado y la chamarra, también habían cambiado su pantalón por shorts deportivos, solicitaron un par de pelotas y lentes para proteger su vista de la arena, además de toallas y una hielera con agua y bebidas energizantes las cuales les proporcionó el staff de la princesa como una amenidad para los invitados de su majestad; a continuación se dividieron en dos equipos.
Spencer e Ian contra Tala y Bryan.
-¿Quien empieza? – Preguntó Ian.
Bryan observó atento a su capitán.
-Adelante, les daremos la oportunidad. – Sonrió divertido el pelirrojo a quien poco le importaba la mordida en su brazo derecho.
-Lo lamentarán. – Amenazó Spencer antes de dirigirse hasta su posición mientras hacía círculos con sus hombros para un rápido calentamiento.
-Bryan, tu al frente. – Ordenó el lobo.
Su compañero acató la orden aguardando el saque de Ian.
El pelinegro podía ser el de menor estatura, pero su fuerza y agilidad no se quedaba atrás con respecto a sus compañeros.
Realizó un fuerte saque que Bryan a penas y pudo levantar, aguardando la llegada de Tala para dar el segundo toque, y enseguida intentar clavarla en la cancha contraria, mientras Spencer sin mucho esfuerzo, saltaba para conseguir que la pelota rebotase, sin embargo, esta volvió al lado del rubio, donde Ian la recibió tirándose sobre la arena para levantarla, Spencer realizó un ligero toque para que su compañero la intentara clavar, sin embargo Tala alcanzó a bloquearlo, consiguiendo el primer punto para los dueños de Falborg y Wolborg.
-Pasen la pelota. – Exigió Bryan con una sonrisa burlona.
Ian lanzó con fuerza el balón por debajo de la cancha y se miró con Spencer, ambos asintieron para obtener siguiente punto.
El duelo continuó con un saque de parte del capitán del cuarteto, la fuerza con que golpeaba la pelota con la palma, hacía que el que la recibía del otro lado tuviera que moverse con rapidez, consiguiendo que la arena se levantase en toda la cancha.
Los cuatro jóvenes jugaban con una intensidad que obligaría a muchos rivales, incluso a profesionales, a tirar la toalla. Llevaban más de veinte minutos jugando bajo el sol, empatando en puntos una y otra vez. El sudor ya había mojado sus cabellos, y la temperatura subía tanto que Spencer había optado por retirarse la playera dejando relucir sus músculos pectorales y abdominales.
Habían decidido realizar una pausa para secarse la transpiración de la frente y nuca, además de rehidratarse para poder continuar con el intenso deporte en que se les veía tirarse duramente sobre la arena para salvar la pelota, brincar ágilmente para defender su cancha de los contrarios, y correr virilmente exclamando a cada duro golpe al balón.
Desde una terraza cercana, cinco damas se deleitaban viendo a los hijos de la Madre Rusia, haciendo atajos y salvadas. Las señoritas usaban modernos y recatados vestidos en diferentes colores, todas ellas con tacones y accesorios dignos de la nobleza.
-Ay miren eso… - Exclamó embelesada una joven de cabello negro quien se echaba aire con un abanico, señalando al más alto de los jugadores quien se había lanzado hacia el suelo para evitar perder un punto.
-Ese pelirrojo es bastante encantador… - Mencionó una con cabellos violetas negando incrédula con el rostro ante los atractivos rasgos de Tala.
-El pequeño no se queda nada atrás, tal vez en algunos años… - Pensaba en voz alta una rubia de trenza sujetando su barbilla con el índice y pulgar.
-Creo que su nombre es Bryan, me parece adecuado para una sesión de masaje en la playa. – Admitió una mujer de cabello cobrizo cruzada de brazos.
-¡Duquesa Johanna! – Exclamó importunada una chica de cabellera naranja. – ¡Usted se casará en un mes! – Se horrorizó la más joven a penas pudiendo quitar sus ojos de los llamativos deportistas.
-Silencio Deidre, mi prometido es un aburrido hombre de 40 años, tengo derecho a deleitarme la vista con la masculinidad de esos muchachos. – Aseguró sin importunarse.
Tuvieron que cesar su entretenimiento a distancia retomando la compostura, cuando llegaron a la terraza una rubia de vestido rosado y una elegante corona sobre su cabeza y una castaña con uno violeta, quien portaba una flor azulada del lado derecho de su usual trenza en forma de corona. Tras ellas, cinco costureras de la princesa portaban una prenda dentro de una protección de tela negra; y Brigitte, una mucama de Marie-Agelique vestida con un traje azul marino y delantal blanco, empujaba un carrito repleto de deliciosos y coloridos bocadillos dulces para la reunión de señoritas de alcurnia.
-Damas. – Saludó la anfitriona, quien tenía mayor jerarquía que casi todas las presentes.
Una de ellas, la más alta de vestido verde, portaba un elegante sombrero del mismo color, debajo del cual salían caireles de un tono cobrizo. Debido a su jerarquía homónima a la Princesa de Mónaco, como Duquesa de Lichtenstein, sólo realizó un leve movimiento de cabeza, mientras que las otras cuatro, ejecutaron la reverencia completa ante la heredera de los Lemoine.
A continuación, Silke fue quien dio un paso al frente hacia ellas, e hizo la misma reverencia, saludando cortésmente.
-Mis damas. – Pronunció con etiqueta.
-Fraülein. – Correspondió la más alta, quien de inmediato bajó la vista acusadora hacia la cinta rosada que llevaba Silke sobre el tobillo de su pie izquierdo.
De inmediato Silke reparó en aquello y tranquilizó a la mujer.
-Duquesa, por favor no se preocupe por esto, caminé sin prestar atención y tropecé. – Se inculpó agraciada para no levantar ninguna clase de sospecha sobre lo acontecido realmente.
-¡Oh Silke! – Déjame darte un abrazo. – Se adelantó de pronto la Baronesa de vestido color coral, con el cabello amarrado en una elegante trenza de cuatro gajos.
La castaña recibió el mimo de una vieja amiga.
-¡Luces maravillosa! ¡Me llenaba de orgullo presumirles a todos en el Club de Equitación que yo conocía de cerca a la Beyluchadora de los Blitzkrieg Boys! – Comentó animada.
-Muchas gracias por tus gentiles palabras Astrid, yo también te extrañaba. – Mencionó la castaña viendo a los ojos de la danesa.
-Te preguntaría como te ha ido, pero por todos lados apareces radiante. – Se dirigió hacia ella la Vizcondesa, con el cabello color negro y una elegante peineta de mariposa dorada. Se encontraba luciendo un vestido blanco con detalles en negro.
-Ha sido una completa locura Lys, me muero de la vergüenza cada vez que pienso en ello. – Se sonrojó.
-No deberías, prácticamente te has mantenido oculta para el mundo los últimos años, gózalo. – Le correspondió Lys.
-¡Silke! – Se dirigió hacia ella una pelinaranja con preciosas pecas sobre las mejillas, usaba un moño alto atado con un gran listón de color azul al igual que su vestido. – ¡Ya tiene, 3, 4 años que no te veo! – Exclamó la irlandesa, que era la más joven de todas en la reunión.
-¡Deidre! ¡Lo sé! ¡Tiene bastante tiempo! Por favor, cuéntame cómo te fue en Singapur. – Respondió Silke.
-¡Todo fue maravilloso! ¡Es un cambio muy radical a la cultura de mi país, pero terminé mi especialidad en Política Asiática! ¡Fui muy feliz de seguir tus pasos! – Confesó Lady Deidre.
-Se que no es fácil dejar tu hogar, puedes perder ciertos momentos pero compensarlos con otros en los viajes de estudios.- Replicó la castaña orgullosa de su amiga.
-Oh querida Silke, hablando de eso, es una pena que te hayas perdido la repartición de maridos mientras estabas en esa escuela infernal… - Mencionó Beatriz de vestido salmón, quien se colocó los lentes de sol sobre su cabellera violácea, tras saludar con un par de besos al aire en ambas mejillas de la alemana.
-Lo sé, las felicito por sus respectivos compromisos, sé que serán muy felices. – Congratuló con una elegante sonrisa, admirando los encantadores y costosos anillos que adornaban sus dedos anulares.
-Pero si tu equipo gana, estoy segura que te lloverán pretendientes. – Supuso Johanna alzando una ceja mientras rodeaba a la germana revisando cada aspecto de su postura y vestimenta.
Antes de que Silke pudiera responder, la luxemburguesa se adelantó.
-¿De qué hablas? Escuché que el Príncipe Badhi y el joven Bewforth han mostrado interés en ti. – Intervino Lys.
-¡Pero el príncipe Badhi tiene solo 11 años! Está a penas concluyendo la primaria. – Dijo Deidré.
-¿Y eso qué? Si eres la primera esposa de cualquier Príncipe árabe serás la favorita siempre, todos lo saben. Más aún si eres su beyluchadora favorita. – Insistió Astrid.
-Aunque si te casas con un americano, ¡tendrás invitaciones siempre a la alfombra roja! – Reconsideró Beatriz.
-Lo lamento chicas, aún es pronto para tomar una decisión respecto a eso. – Confesó Silke.
-Querida, ya tienes 17, estás en la flor de tu juventud, antes de que te des cuenta tus pétalos comenzarán a caer… - Dictaminó Johanna con un toque de falso dramatismo.
-Lo sé, es solo que ahora mismo me encuentro en medio de un negocio con la familia de mi compañero Kai, será una vez concluido que podré aceptar una propuesta formal. – Respondió Silke.
-¿Tu compañero? ¿A caso habla tan siquiera?- Inquirió la Duquesa con el mismo aire mandón de la Princesa.
-Sé que al principio se ve así, pero es diferente cuando llegas a conocerlo. – Sonrió dichosamente, algo que Marie-Angelique desaprobó.
- Los chicos como él son demasiado serios… - Supuso Beatriz.
- Dicen que los serios son los más traviesos… - Confesó Lys.
-¡Cómo dices esas cosas! – Se sonrojó de inmediato Deidre.
Silke solo sonrió pacífica como siempre, sin notar el descontento interno que poseía Marie-Angelique con respecto al mitad japonés.
-Bien, creo que fue suficiente de este tema, por favor tomen asiento y les mostraré sus vestidos. – Dijo la Princesa atrayendo la atención de todas, mientras señalaba a Brigitte que trajera los bocadillos.
Las damas tomaron asiento en un par de mesas de mimbre, Deidre de inmediato se sentó junto a Silke a quien admiraba por ser la tía de Johnny, un primo en tercer grado de la damisela irlandesa.
La Princesa aplaudió un par de veces, y cada una de sus costureras de confianza abrió el cierre del paquete que portaban, mostrando los vestidos para la gran noche de gala en la clausura del torneo de Beyblade.
-¡Oh! ¡Me encanta lo que hiciste con estos cristales! – Mencionó Beatriz observando cuidadosa la hechura brillante sobre el corset de su vestido.
-En total se colocaron mil cristales para que parezca un detalle interior de la tela. – Aseguró la Princesa con obviedad.
-¡Wow! Que elegante tela, ¿donde la conseguiste? – Cuestionó Lys acariciando los pliegues de su vestido.
-Se mandó a confeccionar con seda directamente a una comunidad en China, compré todo su producto de un mes para que fuera lo mejor de lo mejor. – Mencionó con un toque de modestia.
-¡Princesa! ¡Este es el mejor vestido que me ha confeccionado! ¡Mi prometido lo amará! – Exclamó emocionada la pequeña Deidre.
-Solo lo mejor para mis amigas. – Confesó Marie-Angelique mordiendo delicadamente una fresa que tintó levemente sus labios. Obviamente el precio por cada uno de esos vestidos era más que redituable.
-Y a propósito, ¿que llevará Silke? – Preguntó Astrid completamente complacida por su vestido de noche.
Silke se le quedó viendo a su amiga, se mantenía enfocada en controlar sus impulsos por devorar su pastelillo el cual degustaba lenta y apropiadamente, todo a causa de que no había tenido tiempo de almorzar de manera adecuada, así que la rubia respondió astutamente.
-Eso es un secreto. – Concluyó la diseñadora decepcionando un poco a la Baronesa.
-Por cierto querida - Se refirió Johanna a Silke tras dar un silencioso sorbo a su té negro. – ¿Sabes que tu equipo no puede perder este torneo, no es así? – Le dijo en un tono ligeramente amenazador.
Silke se mantuvo perpleja, así que la Duquesa continuó.
-Mi prometido quería apostar buena parte de su capital a tu hermano para la gran final, pero ahora, tú eres la esperanza de nuestra noble sangre, no arruinarías los bolsillos de tus amigos, ¿no es cierto? – Insinuó la joven cobriza.
Las otras damas mantuvieron el silencio, no era un secreto que a la aristocracia le encantaba hacer apuestas, en especial aquellas donde podían salir beneficiados por varios flancos.
Marie-Angelique apoyaba completamente a Silke dándole patrocinio a ella y a su equipo con la ropa que les había confeccionado para el duelo en Nápoles, sin embargo, los negocios entre las familias adineradas eran una cuestión de todos los días, que aseguraba sus riquezas constantes y perdurables para mantener los apellidos familiares.
Silke se relajó. Cerró los ojos por un momento, recordando el efectivo trabajo de equipo el día anterior en una situación de vida o muerte. Abrió sus joyas ámbar llenas de confianza.
-Ustedes disfruten de la batalla, los Blitzkrieg Boys no perderemos. – Aseguró la castaña con un toque de rudeza y elegancia.
Las mujeres se mantuvieron estupefactas, había algo en ella, su forma de hablar y su mirada habían cambiado sutilmente, de ella emanaba una gran confianza que la hacía parecer peligrosa e invencible en ese momento.
-Eso es un alivio de escuchar, mi futuro esposo le ofrecerá el patrocinio de nuestra cerveza teutona por un año entero al equipo que se corone campeón, y definitivamente no queremos a ese escandaloso jovencito como rostro de una receta tan antigua como la nuestra. – Exclamó Lys con seriedad refiriéndose a Tyson.
-Hablando de eso, mi padre también quiere que los vencedores sean los europeos, sin importar que haya rusos en tu equipo cariño, de esa forma, las plantas de energía eólicas incrementarán sus ganancias por encima de las japonesas. – Comentó Astrid la situación de Dinamarca respecto al mercado energético.
-En San Marino pensamos igual, nuestra preciada cerámica se está viendo superada por la japonesa, ¿sabías que desde que Tyson es el campeón, los turistas que antes nos visitaban prefieren ir a Tokio? – Inquirió Beatriz negando con la cabeza.
-¡Mi clan, los Huntingfield son siempre leales a los McGreggor, así que ahora en Belfast, apoyamos a la tía del Gladiador de Glasgow! – Exclamó Deidre abrazando con fuerza a Silke.
-Muchas gracias por su apoyo, son muy amables. – Correspondió Silke con la etiqueta adecuada, a pesar de que se lo solicitaban por mero interés monetario, pero, usualmente en la nobleza, todas las amistades y enemistades se hacían a conveniencia, y a los Jürgens no les convenía volverse enemigos de las familias de aquellas chicas, ahora tenía más razones para no perder y mejorar incluso la posición de los Jürgens frente a toda Europa.
-Bien, en ese caso, todas estamos de acuerdo en que queremos que sean los Blitzkrieg Boys y no los G-Revolution quienes se coronen con el título, así que tendré que pedirles que se retiren, ya que ellos tienen jugadas secretas que no desean mostrar a nadie. – Exclamó la Princesa molesta por la nueva carga que habían puesto tan directamente sobre los hombros de Silke.
-Por supuesto que no, tenemos derecho a ver a nuestros campeones. – Negó la Duquesa, esperando convencerse de que no habría ningún inconveniente con los caballeros que defenderían el honor europeo al lado de Silke.
-No querida, no quieres verlo, cada vez que entrenan terminan salpicando sangre por todos lados y es algo desagradable… Parece una carnicería… - Mencionó la rubia bebiendo té, consiguiendo que Johanna sintiera escalofríos.
-¡¿Sangre?! – Exclamó Lys dejando caer la cuchara con que degustaba su pastelillo. - ¿¡Es en serio!? –
Marie-Angelique lanzó una mirada cómplice a Silke quien entendió la indirecta.
-Lo sé, yo también me desmayé las primeras tres veces que vi un gran charco de sangre… - Dijo melancólica haciendo una mueca de estremecimiento, la cual le salió muy natural tras recordar a Tala rompiendo la nariz de Kirill, haciendo que Deidre tragara lentamente como si pudiera imaginarlo ella misma.
-Bueno… Supongo que la sangre derramada es parte de las victorias ¿no? – Proclamó Beatriz haciendo un gesto de desagrado.
-¡No te pondrás en riesgo! ¿¡Verdad!? – Cuestionó Deidre preocupada.
-¡Es cierto Silke! Si ves algo muy peligroso, ¡debes concluir el duelo! – Insistió Astrid mirándola seriamente.
Silke sonrió con nerviosismo, aquellas señoritas nunca sabrían en los problemas que anteriormente ya se había metido.
-No se preocupen, todo saldrá bien, traeré el honor de vuelta a nuestro continente. – Confirmó Silke con media sonrisa.
-Tu familia ya está orgullosa Silke. – Respaldó Marie-Angelique, quien sabía todo lo que la castaña había sufrido y de igual manera se preocupaba por su seguridad.
Silke asintió levemente, aún tenía que discutir la estrategia del encuentro con su equipo.
-Muy bien, en ese caso nos marchamos. – Dictaminó la Duquesa a quien las otras cuatro damiselas escuchaban con la misma atención que soldados a su general.
Marie-Angelique realizó un gesto de mano indicando a las costureras que se retirasen con las señoritas para entregar los vestidos a sus damas de compañía, las cuales aguardaban en el vestíbulo principal.
-Fue un placer recibirlas, nos veremos entonces en la gran final. – Las despidió la Princesa.
-Los Jürgens se sienten muy afortunados al tener amigos tan atentos con nosotros, les agradezco la visita y sus palabras de ánimo. – Agradeció Silke.
-Sabemos que siempre se puede contar con los Jürgens, son una familia de honor y palabra. – Concluyó Johanna. – Princesa, fraülein. – Se despidió haciendo una leve reverencia con la cabeza.
-¡Hasta pronto Silke! – Se despidió Deidre con un abrazo.
-¡Suerte querida! – Dijo Lys con un gesto de la diestra.
-Entrena muy duro. – Agregó Astrid.
-Demuestra de que están hechas las damas nobles. – Terminó por decir Beatriz.
Silke asintió y se quedó junto a la princesa hasta que las puertas de la terraza se cerraron.
-¡Ay, cuanto las detesto! – Se quejó Angelique dejándose caer exhausta sobre el asiento de mimbre.
Silke solo sonrió. Sabía que a su amiga le desesperaba la forma de ser de las otras chicas que vivían la vida tan despreocupadamente, cuando un sonido inusual proveniente de Silke llamó la atención de la rubia, dejando a la castaña totalmente sonrojada.
-¡Lo lamento! ¡Es solo que me muero de hambre! – Se quejó Silke cubriendo su rostro avergonzado tras el sonido que hizo su estómago.
Marie-Angelique comenzó a reír a carcajadas olvidando sus modales.
-¿¡Por qué no lo dijiste antes!? – Mencionó la Princesa entre risas. – Vayamos a almorzar, de hecho, pensé que era la ropa, pero te veo más delgada, pobrecilla, seguro la pasaste terriblemente con el alimento ¿no es cierto? – Le dijo tomándola del brazo.
-No exactamente… - Respondió Silke incómoda, ya que si la Princesa supiera las enormes cantidades de calorías que tuvo que ingerir al igual que sus compañeros, seguramente la dejaría sin comer hasta el día del evento.
Los Blitzkrieg Boys habían concluido su juego de Volley-Ball, les había costado trabajo terminarlo ya que el marcador siempre se veía igualado, hasta que Bryan le dio un fuerte pelotazo a Spencer en el rostro, consiguiendo que cayera de espaldas perdiendo el punto, mientras que el peligris volvió a lastimarse la muñeca recién curada.
Tala se retiró a su habitación para ducharse tras el extenuante juego bajo el rayo del sol, el ambiente era cálido durante el día pero húmedo por la tarde, además de que Kai no mostraba intención de despertar. Tuvo especial cuidado para no humedecer las curaciones que cubrían su antebrazo y optó por el agua a baja temperatura.
Al salir, se vistió con un nuevo conjunto limpio y fresco, se dejó una toalla pequeña sobre su cuello y tomó asiento en un cómodo sillón en la salita de su recámara. Empezó a revisar en una tableta la información respecto al torneo de Beyblade que concluiría esa semana. Abrió una botella de agua mineral y encendió también la televisión para revisar todo lo que rodeaba la importante fecha.
Tala había solicitado que su habitación fuera compartida, de esa forma podría estar al pendiente de Kai, quien seguía durmiendo en la habitación contigua, algo que no sorprendía en lo más mínimo al pelirrojo. Alguna vez, él había dormido por más de dos días tras un arduo entrenamiento en la Abadía, por lo que las horas que Kai llevaba sin dar signos de vida, solo demostraban que él también era humano.
El capitán se dedicó a buscar las últimas novedades en páginas de noticiarios rusos en la tableta, con el sonido de la televisión haciéndole compañía donde por el momento hablaban del Grand Prix de Fórmula 1 que se llevaría también en la Ciudad de Mónaco en mes y medio.
Las noticias de su país indicaban que había una intensa emoción por contemplar la gran final no sólo en Rusia, sino en los países eslavos adyacentes, y que el sitio web de los Blitzkrieg Boys , donde se vendía la mercancía oficial del equipo, estaba saturado con pedidos para cubrir la gran demanda de sus fans. El Señor Voltaire no debería molestarse de que se hubieran fugado, ya que él se quedaba con el 75% de las ventas, aunque de una forma u otra necesitarían arreglarse las sesiones fotográficas pendientes con los nuevos patrocinadores.
Tala suspiró.
Cuando inició su carrera como beyluchador sólo quería ser el mejor, y ahora que era un adulto, tenía que ser responsable de pequeños detalles que ni siquiera Kai se molestaba en revisar; su deber como capitán era organizar la agenda con sus compañeros de equipo y asegurarse de cobrar las regalías de acuerdo a su contrato, el cual Voltaire constantemente retorcía a su antojo, por lo que mantener al anciano contento era de vital importancia, y encontrarse en Mónaco y no en Moscú como habían acordado, seguro atraería problemas.
Un anuncio en la televisión lo hizo mirar. Se veía una lancha deportiva deslizándose sobre el mar tranquilo, y una toma cercana dejaba ver a cada beyluchador de su equipo en traje de baño, hasta que la voz de Bryan mencionaba el nombre de la marca de artículos deportivos concluyendo la propaganda.
En seguida el noticiario volvió al aire, y aunque Tala no hablara francés como un nativo, podía entender la mayoría de las frases que se decían un par de comentaristas femeninas.
-"¡Quedé impactada al ver ese comercial!" – Rezó una de ellas con una animada sonrisa en sus labios color rojo.
-"Definitivamente me compraría una de esas lanchas para salir a pasear al mar." – Mencionó la otra cruzando agraciadamente sus tobillos mientras charlaban en un par de coquetos sillones.
-"¡Y no serás la única! Ya que la popularidad en Europa por estos muchachos incrementó sorpresivamente tras la derrota de los Majestics la semana pasada en Versalles, a pesar de que no queríamos ver fuera a nuestro equipo local, la batalla que dieron los rusos fue una de las mejores, merecidamente obtuvieron la victoria." –
-"De acuerdo con el portal oficial de la BBA, tras anunciar a los finalistas se abrió una votación virtual para nominar quién se coronará campeón, y sorpresivamente hasta el momento, 53% apuesta por los Blitzkrieg Boys, mientras que solo el 47% espera que los BBA Revolution se mantengan en el puesto."-
-"Y esa votación es a nivel mundial, ya que sabemos que en Los Estados Unidos y nuestra Unión Europea, los favoritos son el equipo de Rusia del cual es integrante una ciudadana alemana, así que solo faltan cuatro días más para ver el desenlace de este increíble Cuarto Torneo Mundial de Beyblade en el Estadio Olímpico a las afueras de Berlín."-
-"Los boletos ya están agotados, sin embargo regalaremos 5 pases dobles a los espectadores que sigan nuestras dinámicas a lo largo de la semana…"-
Tala dejó de prestar atención a las noticias y volvió a su tableta, al menos tenían más apoyo que el equipo de Tyson, era muy posible que Voltaire les perdonara todo a menos que perdieran la contienda.
En la habitación contigua, el bicolor yacía sumido en un profundo sueño. Estaba consciente de que se encontraba durmiendo, pero su cuerpo no le permitía despertar. Se trataba de una imagen muy extraña, todo se encontraba a oscuras, pero percibía como si su cuerpo flotara.
No tenía idea de cómo había llegado hasta ahí, de si estaba solo o acompañado, pero la temperatura incrementaba gradualmente en ese espacio.
Ese calor se sentía bien, lo abrazaba y le hacía saber que no estaba solo, pero ¿por qué no podía despertar? Deseaba salir de ese espacio negro, empezaba a sentir desesperación al no tener el control. Escuchó un repentino sonido agudo cerca de sus oídos y entonces pudo abrir los ojos.
Kai Hiwatari despertó. Lentamente analizó el sitio en el que estaba antes de incorporarse. Se hallaba en una habitación en penumbra, con las cortinas corridas y frescas sábanas. Escuchó ruido del otro lado de la puerta. Se sentó al borde de la cama, apreciando todo el cuerpo adolorido, lo cual no le importó, a continuación notó que solo portaba un pantalón de descanso con el torso desnudo y los pies descalzos. Podía percibir el ambiente cálido a su alrededor, así que de inmediato supo que no se encontraban más en Moscú.
Pasó su palma derecha por encima de su rostro mientras apretaba los ojos. Trató de recapitular lo último que había hecho.
En sus memorias yacía la nieve a la que estaba tan acostumbrado, interminables pasillos compuestos por ladrillo grisáceo de la abadía, el rostro conocido de cada uno de sus compañeros, disparos, bestias…
-¡Black Dranzer! – Recordó de pronto, haciendo un esfuerzo por repetir las escenas en su mente.
Luchó con el fénix negro en contra de Griffolyon, más tarde con Draciel, Dragoon y su propio Dranzer.
Sujetó su cabeza con ambas manos parpadeando confundido. Había algo más ahí, pero no conseguía verlo.
-El Jörmundgand… - Reaccionó sorprendido, es era la última imagen, él y Black Dranzer luchando con Seaborg y Falborg para llegar hasta el dragón. Todo era tan fluido en los ataques de la bestia bit de BioVolt que sus habilidades se incrementaban al igual que las del fénix negro.
Había sentido un poder increíble, era el mejor, de eso no había duda, y todo con un solo fin, derrotar a Tyson y ser el mejor de todos los beyluchadores.
Más calmado, sólo quería saber qué había pasado y donde estaba Dranzer.
Se puso de pie y sintió una punzada en la espalda, la ignoró y empezó a caminar hacia la puerta percibiendo el cuerpo cortado.
Al otro lado encontró a Tala muy cómodo leyendo en un sillón de tapiz blanco, escuchando el idioma galo en la televisión.
-Despertaste. – Dijo Tala a penas alzando los ojos sobre su lectura.
El mitad japonés se adelantó hacia él ante ese comportamiento tan relajado y poco propicio en el pelirrojo. Estaba seguro de que esa actuación quería ocultarle algo, ya que se encontraba demasiado libertino.
-¿Dónde está? – Preguntó a su compañero.
-¿Dónde está qué Kai? – Preguntó desafiante bajando la pantalla digital. Kai siempre se empeñaba en preguntar las cosas de forma irrespetuosa.
- Black Dranzer, ¿dónde está? – Remarcó con la mirada sombría.
-Lo lamento, por un segundo pensé que podías referirte a otras cosas. – Respondió bebiendo agua mineral, fracasando en su intento por recordarle a Kai los eventos más recientes.
-No te hagas el tonto. – Reclamó Kai tratando de intimidarlo.
-Basta Kai, estás en pésimas condiciones, ¿a caso no lo recuerdas? – Preguntó Tala dudoso. No sabía las partes que él tenía o no en su mente del día anterior.
Kai frunció el ceño, Tala sabía que no recordaba todo, ¿a caso se había perdido de algo importante?
-Estaba enfrentándome al Jörmudgand, pero después… - Kai apretó los puños, no recordaba nada concreto, era fastidioso tener que pedirle a Tala la información de la que él carecía sin saber la razón de ello, una batalla que estaba seguro iba ganando.
Tala lo observó cauteloso. Había ordenado a sus camaradas no decir nada a Kai de lo sucedido, así que optó por la respuesta más simple.
-Eso es cierto, tú luchabas contra el Jörmundgand, sin embargo alcanzó a morder a Black Dranzer, clavando sus colmillos, y este se desintegró a causa del veneno, después de eso tú perdiste el conocimiento, debió ser la energía que usaste para controlar a Black Dranzer la que te dejó exhausto. – Comentó sin reparar mucho en ello.
Kai se asombró por la simple declaración, no podía ser ESO lo que había ocurrido.
-¿¡Lo dices en serio!? – Negó incrédulo el bicolor, se aproximó hasta Tala quedando de pie al frente suyo, no confiaba en él ni en sus respuestas.
Tala apagó la tableta y la dejó sobre la mesita junto al agua mineral. Se puso de pie a la altura de Kai y lo enfrentó.
-Eso fue lo que aconteció. Black Dranzer fue destruido, de hecho descubrimos que el espíritu base con el que fue creado resultó ser aquel cuervo sin una pata que Alexander rescató de la nieve, recuerdo cuando Boris se lo quitó y entonces experimentó también con él, supongo que por eso era de color negro. – Comentó hipotético el capitán cruzándose de brazos.
Los ojos de Kai mostraban incredulidad. Había perdido y no lo recordaba. Todo lo que enfrentó el día anterior había finalizado de una forma abrupta e irracional, ¿a caso ni siquiera Black Dranzer era rival para Jörmundgand?
-¿Qué pasó con Dranzer…? – Cuestionó controlando su inconformidad.
-Dranzer no está aquí, pero te aseguro que se encuentra en perfecto estado. – Indicó el pelirrojo tras retirar la toalla de su nuca casi seca. – Todas las bestias bit volvieron a sus dueños. – Le infirmó alejándose hasta el baño para devolver la toalla húmeda.
Kai no comprendía cómo habían ganado sin ayuda de Black Dranzer, él peleó y gano todas sus batallas dentro de esa moribunda Abadía, y no podía ser que así como así, la bestia bit de Silke, hubiera liberado a todos sus rehenes. Entonces, tragándose su orgullo, tuvo que preguntar por alguien más que no fuera por sí mismo.
-¿Por qué el Jörmundgander haría eso? Tenía todo para causar el Rägnarok. – Dijo lógico.
- Así era, pero la voz de su dueña lo detuvo. – Finalizó Tala tranquilamente desde el otro lado de la habitación.
Kai mostró una cara de estupefacción ante la información que él desconocía, acompañado de un escalofrío.
-¿Qué dijiste? – Cuestionó incrédulo a penas moviendo los labios.
- Gekiryu finalmente escuchó a Silke y liberó a las bestias bit, justo como acordamos que sucedería, ¿recuerdas el plan? ¿Ayudar a Silke a llegar hasta él? –Comentó con total lógica sobre la estrategia que todos decidieron utilizar esa madrugada.
En ese momento Kai sintió un vacío en el estómago. Enfureció y sintió como su sangre comenzaba a hervir. Otra vez, una vez más, ella le había robado la victoria. ¿Cómo había podido suceder? ¡Él poseía al Black Dranzer! ¡La bestia bit más poderosa de todas! ¡Y había sido derrotado nuevamente por ella! ¡Ni siquiera en una batalla! ¡Sólo usando palabras!
-¿Kai? – Preguntó Tala notándolo colérico. -¿Estás bien? – Cuestionó precavido.
Kai tenía la mirada fija en el piso, y apretaba duramente sus puños, se negaba a creer que eso hubiera acontecido. Él era más fuerte que ella en todo aspecto, había peleado como un guerrero, inclusive le había vuelto a salvar la vida y ella lo traicionaba usurpando su honorable batalla.
-Quiero a mi Dranzer. – Dijo con la mirada oculta debajo de sus flecos.
Tala sabía para qué necesitaba a Dranzer, seguro querría ponerse a entrenar para bajar la ira que sentía al saber que la bestia bit suprema que él comandaba, había sido derrotada por el monstruo de las profundidades.
-Lo siento Kai, necesitas recuperarte antes de eso, el torneo es en cinco días, y hoy casi termina. – Objetó Tala mirando el reloj de pared que marcaba las 18:15 pm.
Kai se aproximó hasta Tala con paso firme y lo sujetó de la playera, a lo que Tala no respondió la agresión manteniéndose inamovible. Kai estaba muy debilitado, si quisiera podría tirarlo de un golpe, pero le permitió expresarse.
-¡Devuélvemelo! – Exigió Kai peligrosamente.
-No lo tengo, alguien más lo cuida por ti. – Mencionó Tala despreocupado retirando la mano de Kai de su playera.
El bicolor de inmediato supuso quien era la cuidadora.
El sol ya marcaba la llegada de la noche, dentro de un salón de juegos en el tercer piso de la Mansión Lemoine, un complejo duelo se llevaba a cabo entre cinco jugadores.
Las miradas analíticas pasaban por una gran gama de colores de iris, del rojizo, ámbar, grisáceo, azul zafiro hasta azul marino.
Un sonido grave dentro de un vaso de cristal con vodka, reveló que habían pasado algunos minutos desde que su dueño había dado el último sorbo y el hielo comenzaba a derretirse. Al otro lado de la mesa redonda, una linda copa de vidrio tintado en rosa, sostenía una sofisticada bebida carente de alcohol, con hielo finamente molido en su interior, mezclado con café y jarabe de sabor, mientras que su vecina, tenía una rebanada de piña con el contenido casi a la mitad. Un tarro de cerveza de vidrio fue levantado para darle un corto trago y ayudar a refrescar la garganta de su poseedor, y de una copa de Martini, ya solo restaba una de tres aceitunas sin líquido alguno.
La suerte podía sonreírle a cualquiera en ese juego, pero nadie parecía animarse a mostrar fortaleza o debilidad con las cartas que les habían tocado.
Ian percibía que sus compañeros no tenían nada, así que se animó a mostrar su mano.
-¿¡Full!? – Exclamó Spencer incrédulo ante las dos reinas, una de diamantes y otra de corazón además de una tercia de sietes, en seguida el bajó su mano con un 5, 6, 8, 9 y un As de espadas.
Ian sonrió mostrando sus dientes.
-Parece que contabas con uno de estos sietes para hacer tu escalera ¿no? – Le denunció recargándose satisfecho contra el asiento mientras sacaba la última aceituna de su copa. – ¿Y qué hay de ti? –
Bryan torció los labios y bajó su mano solo con un par de 3, 2, 6 y un rey de corazón.
-Eres pésimo revolviendo las cartas Ian. – Resopló el de cabello gris bebiendo de su tarro de cerveza.
Ian alzó los hombros despreocupado, parecía estar seguro de ser el campeón cuando pretendía adueñarse de las fichas de colores que se ubicaban al centro de la mesa, sin embargo la princesa carraspeó disimuladamente.
-¿Sabías que contar las cartas es ilegal jovencito? – Preguntó ella aún con el abanico de cinco cartas en la mano sin ser revelada.
-No es mi intención, son 52 cartas divididas entre cinco, solo sabía que alguien carecería de sietes y reinas para hacer su jugada. – Insistió Ian declarando inocencia.
La rubia mantenía una ceja al aire, sin embargo aún así sonrió.
- Bueno, pues parece que no lo haces muy bien porque yo tengo póquer. – Sonrió animada dejando sus cinco cartas abiertas sobre la mesa, teniendo un cuarteto de cuatros y un rey de diamantes.
Ian se decepcionó un poco y tuvo que alejar sus manos del botín cuando Spencer alzó su vaso de vodka para refrescarse y dirigirse a Silke con la mirada.
La castaña solo sonrió e interrumpió a su majestad.
-Angelique. – Pretendió inocente.
-¿Qué sucede? – Cuestionó la rubia jalando las fichas hacia su área.
-Creo que eso no te corresponde. – Insinuó su victoria, una que mejoraría una mano de póquer.
-¿En serio? – Demandó saber ella alzando ambas cejas incrédula.
Silke no dijo nada y solo giró su muñeca blandiendo en orden un As, Rey, Reina, Jack y 10, todos de tréboles.
Angelique, Ian, Bryan y Spencer se sorprendieron. Llevaban ya al menos seis partidos y era la primera flor imperial de la noche, sin mencionar que el campeón de ese set, se llevaría todo el botín reunido a lo largo de esa tarde.
-Vaya, quien lo diría. – Mencionó Silke alegre aunque algo conmocionada, era la primera vez en su vida que conseguía tener todas las cartas altas del mismo color.
Angelique torció los labios y se resignó a pasar todas las fichas a su espacio de la mesa cuando la puerta se abrió, dejando pasar a Kai y Tala.
El bicolor vestía el mismo uniforme que los demás chicos, pero mostraba la usual mueca de seriedad y reprobación, aunque esta vez en serio se extrañaba al ver a su "equipo" jugando con las dos damas tranquilamente en lugar de estar entrenando. Vio a Tala de reojo, él no parecía estar en contra de aquella amena noche con juegos de azar y bebidas alcohólicas.
-Oh que bien, ya llegó el mejor jugador de la abadía, mejor cuiden sus bolsillos. – Sonrió Bryan esbozando una amplia sonrisa al ver al pelirrojo, quien tenía una excelente suerte para dicho juego.
La princesa barajeaba hábilmente las cartas mirando de pies a cabeza al socio de Silke, era el único a quien no consideraba bienvenido en su casa, por su parte la castaña sonrió delicadamente al poder verlo finalmente, estaba bien y eso era lo que más le importaba.
-¿Van a jugar? – Preguntó mandona la princesa, como si hicieran que perdiera su valioso tiempo preparando las manos de naipes.
Kai avanzó hacia el frente ignorando la cuestión real, y se enfocó únicamente en la castaña que devolvía gentilmente el gesto.
-Buenas noches Kai. – Saludó animada, ya que ese rostro intimidante no podía esconder más al beyluchador que la había apoyado en los momentos más oscuros.
-Dranzer, lo quiero de vuelta. – Exigió de inmediato.
Silke inclinó un poco la cabeza hacia un lado y alcanzó a ver a Tala detrás del bicolor. No podía negar el favor que él le había pedido.
-Lo lamento, pero es necesario que descanses, ayer fue un día muy largo. – Mencionó poniéndose firme mientras Angelique colocaba las nuevas cartas frente a cada jugador.
Kai encolerizó ante esa respuesta tan vacía. Ella no era nadie para tener a su beyblade secuestrado, pero dadas las actuales circunstancias dentro del territorio de la Princesa, necesitaba controlarse y pedirlo de otra forma.
-Silke, - Habló con más calma, como un caballero haría ante una dama. - Yo no te he hecho nada, por favor, devuélveme a Dranzer. – Solicitó como una amable y respetuosa petición.
Silke abrió los ojos sorprendida.
-¿Nada? – Musitó melódica levantando su copa con piña colada a la que dio un corto sorbo. – Yo recuerdo muy bien una azotea nevada y a un guardaespaldas algo irreverente… - Recordó sin quitar sus ojos de los suyos.
Kai entrecerró los ojos.
-Te dije que no lo olvidaría. – Alzó una ceja. Era un poco molesta esa falsa actuación de parte de Kai, olvidando ese par de incidentes en los que él se burló de ella.
-Entonces tendré que quitártelo. – La amenazó dando un paso al frente a lo que Ian, Bryan y Spencer se pusieron de pie.
Kai se molestó, ahora todos estaban en su contra. Al ver que no obtendría lo que quería se dio la vuelta enfurecido, topándose con la mirada de Tala a quien despreció por un instante y luego salió de la habitación.
Silke dejó salir un suspiro. Entendía que él se sintiera frustrado por aquello pero era por su bien.
Para acabar con ese momento de tensión, el teléfono sonó, y la princesa respondió en francés.
-¿Oui? – Escuchó a su sirviente quien le comunicó una llamada para ella la cual aceptó, tapó con su mano la parte inferior de la bocina y mencionó en un susurro juguetón el nombre del que se comunicaba. – Es Voltaire. –
En el cuarto no se sorprendieron de que Voltaire supiera en donde se encontraban, más bien de la formalidad en que se había comunicado con ellos en lugar de enviar a sus matones.
-¿Hola? ¿Quién habla? – Respondió la rubia con poco interés. – Ah sí, es el abuelo de ese Tai, Nai… ¡Kai! Sí, ¿qué se le ofrece? – Preguntó fingiendo nula comprensión. -¿Dónde están? ¡Pues no lo sé! ¡Se llaman las escondidas genio! ¡Averígüelo usted! – Colgó el teléfono ante la sorpresa de todos, incluso de Silke.
Sin embargo la rubia esperó con los brazos en la cintura y en breve el teléfono sonó otra vez.
-Comuníquenlo - Solicitó de nuevo en su lengua natal. – ¿Ya los encontró? – Preguntó altanera. – Ajá, si, ajá… - Respondía ante el teléfono. – Entiendo, la de la idea fui yo si no se le olvida. – Siguió escuchando abriendo y cerrando la palma de su mano libre como si fuera una marioneta que parloteaba, empezando a aburrirse de tanta habladuría. – Ellos pueden entrar pero escuche, si uno de sus gatos o usted llegan a traspasar la frontera, lo incriminaré por robar a los casinos, ¿¡Ya me oyó!? ¡No! ¡Usted a mi no me amenaza! – Empezó a gritar la rubia ante las miradas incrédulas del equipo. – ¿Hablar con Silke? – Miró a su amiga con el ceño fruncido, la cual asintió. – Bien, pero nada de trucos sucios. – Le recordó y pasó el teléfono a la castaña.
-Buenas noches. – Saludó Silke con cortesía.
-"Empezaré a tramitar su pase a Japón." – Dio el telegrama antes de colgar con una voz rasposa, pese a la situación, bastante tranquila.
Silke se quedó impresionada, y un fax en esa misma sala empezó a imprimir varias hojas de documentos legales con el logo de Empresas Hiwatari que Tala observó desde su posición.
-¿Y bien?- Preguntó Tala a la Princesa.
-Acordé con Voltaire que se mantenga fuera de mi país, a cambio de que ustedes atiendan a las sesiones de fotos que le deben a los patrocinadores, todo será aquí en mi casa, de esa forma podrán descansar. – Mencionó colgando nuevamente el teléfono junto a la máquina de Fax.
-"Eso es un alivio" - Pensó Silke, esta vez no habría un Kirill molestándola o un Voltaire esperando que usara ropa reveladora.
-¡Empieza a gustarme este lugar! – Brindó Ian alzando su copa vacía.
-Lo mejor para el equipo de mi amiga. – Pronunció poderosa la Princesa tras insinuarle a Ian que podía servirse más bebida de las botellas que ocupaban un aparador al costado de la sala de juego.
Tala suspiró permitiendo relajarse, todas sus preocupaciones estaban arregladas. Jaló una silla vacía y ocupó ese sitio en la mesa de juego.
-Reparte. – Solicitó a la Princesa quien gustosa le entregó su mano de cartas.
-Silke, despídete de tu efectivo. – Le insinuó Bryan tras ver a su líder unirse a la reta, de inmediato, subió la apuesta colocando diez monedas del mismo valor, que sumadas daban 100.
Tala acomodó la apuesta, al igual que Spencer, Silke y la Princesa.
Cuando Ian regresó con su copa repleta y más aceitunas, descubrió que no alcanzaba a cubrir la cuota, por lo que tuvo que pedirle un préstamo a Bryan.
-Dicen que lo que fácil viene, fácil se va. – Mencionó Tala tras revisar sus cartas e inmediatamente ponerlas boca abajo.
Silke sonrió nerviosamente, el pelirrojo tenía razón, esta vez ella no tenía nada.
Afuera en medio de un amplio y perfectamente cuidado jardín cercano al cuarto de juegos, Kai no se aguantaba ni a sí mismo. Podía escuchar las risas de sus "traicioneros" compañeros divertirse con esa mujer. ¿Por qué sucedía esto? No recordaba con claridad el día anterior, pero Silke había dejado de parecerle fastidiosa al menos en un par de ocasiones y nuevamente se interponía en su camino, sonriendo, burlándose de él.
Estaba harto de que le robara las victorias.
¡Espero les haya gustado este capítulo! ¡Ya falta menos para la gran final! Nos vemos muy muuuy pronto! ^0^
TRIVIA
-Silke es la única de las damas de sociedad que no tiene un título nobiliario, esto es debido a que en Alemania, los títulos quedaron abolidos en 1909, donde se declaraba que todos los ciudadanos alemanes eran iguales ante la ley. En todo caso supongo que si lo tuviera, muy posiblemente sería un rango medio como Baronesa o algo así jeje por el territorio que el castillo Jürgens posee además de su compañía.
