Hola! Buen fin de semana! Este capítulo aunque en mi mente era sencillo, había que redactar muchas partes que se vuelven importantes para el desarrollo de la relación entre dos personajes que luego de todo lo que ha sucedido, ahora sí pueden decidir que camino tomar.

Muchas gracias Sarah Kilensky por el review!

Ya sé... ya no quiero crecer! La vida burocrática interfiere con mi fic _* pero me llena de gozo que te hayas tomado la molestia de darte una vuelta!

Lo sé, nuestro querido Kai en serio creo que tiene que abrirse más, simplemente decir que tiene, que le molesta y todo sería más sencillo, pero le gusta ser el que tiene la última palabra... eso lo hace sexy... pero creo que luego de 33 capítulos ya queremos ver acción de la buena! Esa será en el 35! Muy intensa no te la pierdas! jeje

Gracias por tus comentarios y ánimos! Esto ha sido todo un reto pero ya casi casi casi llegamos a la conclusión! Muchas gracias por seguir aquí después de tanto tiempo! Que estés muy bien amiga! Te mando muchos saludos y ánimo, la vida adulta es todo un reto pero lo superaremos y tendremos tiempo para fangirlear ^^

Le mando un saludo muy especial a MaryMishe00 y a AngelKhazanovXIII porque me han estado apoyando por fuera vía Whattsapp y Messenger! Muchas gracias chicas! Aprecio mucho su tiempo, porras y consejos!

También quiero informar que en este capítulo tenemos de invitada a la OC Ira, a quien se le menciona por ahí del capítulo 22 si no mal recuerdo, aquella que tuvo un a/desafortunado beso con Tala, aqui sabremos más de ella, le agradezco a mi amiga que me la prestó :D espero te guste!

Que tengan una linda lectura! =^x^= Ya casi acabamos!


Capítulo 34

Tala volvió a su habitación alrededor de las 11 pm completamente sobrio. Había transcurrido un largo rato jugando cartas con su equipo, al que fácilmente derrotó ganando la mayoría de las partidas. Ian aún estaba convencido de poder desbancarlo si tan solo jugaban una ronda más, sin embargo, el líder indicó que era momento de que todos fueran a descansar, ya que el resto de la semana estarían ocupados atendiendo a los patrocinadores y modificando la estrategia para la gran final. Quizá Tala era el joven que menos se divertía, pero tenía bien ordenadas sus prioridades.

Atravesó la salita de estar y al acceder a la zona de dormitorios, no se sorprendió al notar la cama de Kai vacía.

Dejó salir un suspiro, apagó la luz, retiró la ropa y entró a su cama solo en ropa interior. Estuvo por un rato apoyando su nuca sobre el brazo izquierdo observando el bonito techo configurado con cuadros de madera y detalles de diamantes.

Habían llegado lejos, a pesar de todos los obstáculos inesperados, estos habían fortalecido al equipo y su relación mutua. Bueno, tal vez no con Kai, pero al bicolor solo le interesaba derrotar a Tyson, y él solo quería vencer a Daichí. Sin embargo, existía el tercer asalto, algo obvio.

Silke contra Hiro.

Se mantuvo pensativo. Silke había mejorado muchísimo desde la primera vez que la vieron jugar y conocían su fuerza de voluntad; por otro lado, Hiro siempre se mantenía al margen de las circunstancias y nadie conocía el límite de sus habilidades.

Esperaría a la junta del día siguiente para conocer la opinión de su compañera respecto a la batalla final por el campeonato mundial de ese año.


Kai paseaba por los jardines nocturnos debajo del cielo lunado, estrellado y de agradable clima en la costa de Mónaco. Minutos atrás, se hallaba furioso por la confabulación de su equipo, pero al mismo tiempo se sentía frustrado y confundido con la información que conocía y de la que carecía.

Era un muchacho inteligente y sabía que todo estaba en su mente, pero no podría acceder a ella en un estado intranquilo.

Halló un alto árbol en su caminata, tan frondoso que la sombra que proyectaba en la base de su tronco a causa de la plateada luz de luna creaba un telón oscuro.

Kai avanzó a su interior, y más sereno, recargó su adolorido cuerpo contra el tronco, cruzó los brazos y cerró los ojos. Solo se escuchaba el débil susurro de las hojas al moverse con el viento.

Concentró su mente, buscando repasar los hechos del día anterior.

Todo estaba claro cuando derrotó a Griffolyon y Draciel. Después, Dragoon y Dranzer habían aparecido, se había enfrentado a ambos para dejar que Silke siguiera adelante.

-Silke… - Pronunció amargamente.

Había algo raro, recordaba partes a medias, de pronto en sus memorias era como si observara detalladamente la silueta femenina de ella, y en ocasiones, la silueta que llamaba su atención era la de Black Dranzer.

Usó su dedo índice y pulgar de la diestra para presionar el puente de su nariz, haciendo un esfuerzo por acordarse de más detalles. Black Dranzer obedecía todas sus órdenes, ejecutándolas a la perfección. Se había abierto paso hasta llegar a donde se encontraba Gekiryu, había luchado con él, pero después de eso, la oscuridad nublaba su mente. Lo último que podía recordar era el mismo sonido agudo que escuchó al despertar en la tarde. ¿Qué era eso? No lo sabía, pero si las palabras de Tala eran ciertas y Silke había recuperado el control de su bestia bit, era posible que aquel soneto no fuera otro que Black Dranzer siendo destruido.

Le parecía imposible que esa bestia bit genéticamente modificada hubiera sido destruida con semejante facilidad; por lo menos debería haber dado una batalla que se viera reflejada en el estado de Gekiryu, aunque a juzgar por la actitud de Silke, eso no había ocurrido. Se le veía tan tranquila como el día que la conoció.

Inhaló pesadamente.

Pensar en ella le causaba un extraño malestar. Su belleza era modesta al igual que la hipócrita actitud con la que se pavoneaba frente a todo aquel que la rodeaba. Siempre parecía pretender con aquella delicada sonrisa que todo se encontraba perfecto y bajo control, y esos momentos que acontecieron juntos en la abadía casi lo hacían caer bajo su hechizo también. Al instante, le vino a la mente una palabra salida de los labios de ella, "méritos".

Kai frunció el ceño y sintió un vuelco en el estómago. Ahora todo tenía sentido.

No era el honor, eran los méritos lo único que a ella le importaba, por eso lo había engañado para decidir el rumbo del contrato jugando beyblade, había conseguido infiltrarse en su propio equipo para imponerse sobre su hermano y familia, y ahora había hecho exactamente lo mismo con Black Dranzer, para que Gekiryu fuera la bestia bit más fuerte por sobre todas.

Apretó los puños.

No había equivocación. La final estaba en juego y ella tenía su blade, seguramente querría evitar que él entrenara para poder llevarse la gloria con su propia beybatalla. Eso no se lo iba a permitir. Podía manipular a todos los demás, pero no a él.

Salió de la sombra del árbol decidido a recuperar a Dranzer.


Silke se había retirado a su alcoba en el cuarto piso del palacio donde se encontraba la habitación más lujosa para huéspedes de honor de los Lemoine. Bostezaba constantemente, pero la noche había sido tan divertida que no le hubiera molestado continuar hasta el alba.

Se sentó en el tocador ya con un largo y fresco camisón, el cual cubría a la perfección la marca de Black Dranzer. Ella, curiosa, jaló levemente el cuello de la prenda, como esperando ver en su reflejo que la cicatriz no era tan grande como pensaba, sin embargo se llevó una cruda decepción al verificar que el tamaño si era escandaloso. Bajó la vista sometida. Tendría que acostumbrarse a verla tarde o temprano. Negó con la cabeza y se miró de nuevo al espejo, tomando un cepillo para peinar su larga y frondosa cabellera. Kai se encontraba bien, y su corazón estaba gustoso de saber que había podido protegerlo cuando él se encontraba indispuesto, por un instante creyó que ambos morirían ahí, y afortunadamente él, su equipo y todas las bestias bit ya estaban sanas y salvas con sus respectivos dueños.

El calor era tan húmedo, que decidió trenzar todo su cabello en una sola cola para que no la molestara al dormir. Aunque se sentía cansada y sabía que al día siguiente tendrían que asistir a una sesión de fotos y preparar sus jugadas para la gran final, ya quería que amaneciera, deseaba poder platicar con Kai, no sabía por qué, pero estaba ansiosa de poder pasar un tiempo a solas con él nuevamente.

Se aproximó a su cama, donde en la cómoda del lado derecho, se posaban dos blades en distintos matices de azul, Gekiryu y Dranzer. Silke se sentó sobre su cama y los observó con cariño.

-Descansen, mañana habrá que continuar entrenando. - Mencionó con una sonrisa, ambas bestias bit los habían protegido, y se sentía agradecida con ellas.

Silke apagó la luz desde un botón sobre la cabecera de su cama, se acostó de lado viendo los beyblades una última vez antes de cerrar los ojos.

Transcurrieron al menos cuarenta minutos, hasta que la puerta se abrió silenciosa.

Una mano retiró un pequeño alambre del ojillo de la puerta y su dueño se adentró sigiloso cerrándola nuevamente. Kai había dado fácilmente con aquel lugar tras verificar un plano en la cocina principal, donde venían las extensiones de todas las habitaciones, y se señalaba con un marcador sobre acrílico el nombre del huésped actual y preferencias culinarias. Algo muy similar como se manejaba en la mansión Hiwatari.

Kai observó a Silke dormir a lo lejos, le parecía increíble que ella no perdiera el sueño luego de sus egoístas tretas; de inmediato vio dos blades sobre la mesita de noche, estaba determinado a recuperar lo que le pertenecía, se aproximó con la fiereza de un cazador que está por emboscar a una distraída presa, cuando un disturbio en el ambiente lo alertó.

Kai se detuvo a un metro de la cama, lo que vio le causó un escalofrío que le obligó a erguirse.

Un par de ojos reptilianos se manifestaron en la oscuridad por encima de la cama de Silke, en seguida se dibujó un enorme hocico que fácilmente podría tragarlo de un bocado, con bigotes cayendo a cada lado, y de forma tenue se marcó parte del resto del cuerpo serpenteante a lo largo y ancho del cuarto.

Kai lo miró inconforme, era Gekiryu.

-La primera vez te dejé acercarte a ella porque tenías otras intenciones, ahora solo sientes confusión, desprecio y rencor. - Mencionó en un eco grave y susurrante.

El joven se abstuvo de seguir, así como no soportaba a Silke, tampoco quería tener nada que ver con su detestable bestia bit.

-Únicamente vengo por Dranzer. - Confesó sin parpadear en medio de la penumbra apenas iluminada por el contorno de la ventana detrás de las cortinas y la silueta de la Bestia Bit.

-Él prefiere pasar la noche aquí, da la vuelta y no regreses. - Sentenció firme y amenazante mostrando sus colmillos.

Kai hizo una mueca desagradable, así que llamó a su fénix.

-¡Dranzer! - Exclamó sin importarle despertar a Silke.

Gekiryu gruñó ante la falta de respeto aproximando su cabeza bestial hacia él sin que el fénix bermellón reaccionara al llamado.

Kai no lo podía creer. No solo su equipo, Dranzer también.

-Puedo ver a través de ti, crees que todos son tu enemigos, deberías abrir bien los ojos y disipar tus dudas, antes de que lo pierdas por completo, ahora - De pronto los tenues rayos de luz de su contorno comenzaron a volverse sólidos, impidiendo que la vista de Kai llegara hasta la cama donde Silke dormitaba, formalizando así una amenaza. - ¡Sal de aquí! - Exigió el monstruo, su respiración movió el cabello de Kai

-Nadie me dice que hacer. – Se resistió Kai sin ceder.

Gekiryu lo observó interesado, era testarudo, igual que los humanos que lo habían condenado a vivir en ese bit.

-¿Acaso no llegaste hasta aquí por lo que te pidió tu abuelo?-Observó Gekiryu dentro del pasado del joven.

Los ojos de Kai se abrieron con asombro.

-¿Y cuanto que no recuerdas te ha costado?- Finalizó desvaneciéndose.

Kai se sintió mucho más confundido que antes, aquella bestia bit podía ver a través de su mente intranquila, veía las partes que le faltaban. El joven se recargó contra el muro deslizándose sobre la pared hasta tomar asiento.

-"¡¿Qué demonios me pasa?!"- Se preguntó suspirando incómodo. En ese estado no podría usar a Dranzer.

Observó a lo lejos el blade cerca de la mujer que lo poseía de momento.

Ella respiraba silenciosa mientras abrazaba una almohada. Por un momento no le pareció que tuviera malas intenciones, y sentía una extraña atracción hacia ella. Era agraciada, gentil y escondía una determinación que lo había asombrado.

Se quedó sentado por algunos minutos. No sabía que pensar de ella. Tal vez podría estar malinterpretándolo todo, o tal vez podía ser una presa más de su excelente actuación. Intentaba hacer una comparativa de todo lo que habían vivido juntos, pero la barrera entre una cosa y otra era muy delgada, y su incontrolable orgullo no le permitía tener un juicio certero.

Era doloroso estar cerca de ella con esa incertidumbre.

Se puso de pie, dio media vuelta y abandonó la habitación.


Martes, Mónaco.

Los pájaros cantaban en las arboledas cercanas, y cierta chica aún permanecía dormida, ni las aves o la alarma del reloj que se posaba junto a su mesita de noche del lado izquierdo habían conseguido levantarla.

La puerta se abrió de par en par, y una mujer que no necesitaba permisos se aproximó hasta las cortinas abriéndolas completamente, dejando entrar los cálidos rayos del sol.

Grande fue su impresión al ver a Silke aún dormida, la cual no se había percatado de su presencia.

Marie-Angelique llevó ambas manos con dramatismo hasta sus perfectos labios, se aproximó lentamente y tocó con la yema de su índice la costilla de la castaña.

Tras un par de toques, Silke empezó a reír, algo que alivió a la rubia.

-¡Silke! ¡Ya despierta! ¡Es tardísimo! – Exclamó asustada por si alguien más entraba a la habitación.

La castaña finalmente apagó la alarma y prácticamente saltó de la cama al ver que eran más de las siete de la mañana.

-¡No puede ser! ¡Lo hice otra vez! – Se exasperó incrédula. Jamás se quedaba dormida hasta hacía un par de semanas, esperaba que no se convirtiera en un hábito.

- ¡Esto es imperdonable! ¡Gracias a Dios que fui yo quien te encontró! – Exclamó nerviosamente la princesa perfectamente arreglada. – Pobrecilla, en serio que estabas muy cansada… Lo lamento pero el doctor dijo que hicieras ejercicio ligero para verificar que todo esté bien para la gran final en cuatro días, después de eso podrás dormir todo lo que quieras. – Confirmó su amiga.

-Tienes razón, no es momento de estar perdiendo el tiempo. – Se apresuró Silke a levantarse, caminó hasta el tocador, deshizo su trenza y empezó a cepillar su cabello. – ¿Tienes algo en mente hoy? – Preguntó a la rubia.

-Bueno, sabes que considero mi deporte favorito un ejercicio ligero, así que recoge tu cabello, desayuna y nos veremos en una hora en el gimnasio. –

Mencionó asomándose fuera de la habitación para indicar a una de sus sirvientas que podía introducir el carrito con el desayuno de Silke.

-Muy bien, entonces nos veremos allá, a propósito, ¿y los chicos? – Cuestionó la castaña con una banda elástica en los labios mientras manipulaba su cabello con las manos para formar una cola de caballo.

-Entrenan en el gimnasio desde hace media hora. – Concretó la princesa antes de retirarse.


El palacio perteneciente a la familia del Principado de Mónaco era de estilo Neoclásico, toques antiguos de la época helénica, combinados con la modernidad y tecnología de última generación, perfectamente equipado para realizar cualquier tipo de actividad que algún usuario requiriera.

Los Blitzkrieg Boys no malgastaron aquella oportunidad, así que después de la entretenida velada de la noche anterior, era momento de volver a sus deberes.

En punto de las 0600, una hora antes de lo usual, se dispusieron a desayunar un batido de proteínas, cortesía de los chefs de la princesa antes de dirigirse al gimnasio, realizar un poco de ejercicio cardiovascular y posteriormente hacer repeticiones con peso para fortalecer sus músculos. Aquella rutina ya era un hábito en el grupo, incluso en Kai quien sin hablar en toda la mañana se les unió.

El área de ejercicios techada era un gran claro de por lo menos treinta metros de largo por veinte de ancho, el techo era completamente de madera oscura, de la cual colgaban candelabros eléctricos, tenía amplios ventanales a los lados que iluminaban naturalmente el recinto y el piso, muros y columnas de mármol blanco con vetas azules. Se encontraba dividido en dos plantas, la superior tenía la mayor parte del equipo de pesas, caminadoras, bicicletas y escaladoras, además de un ring reglamentario de boxeo; desde ahí se podía observar el resto del complejo, que en su parte inferior poseía una pareja de líneas de boliche, un bote electrónico para practicar el remo, una cancha multifuncional donde podía jugarse Baloncesto, Volley-ball de sala o Tennis, y un área libre con un largo tapete color rojo que delimitaba el área para practicar Esgrima.

Después de haber calentado apropiadamente, cada miembro del equipo se dedicó a sus propios intereses.

Ian encontró en la parte inferior un área de tiro, donde había algunas dianas para practicar diferentes tipos de lanzamientos. Desde el arco tradicional, dardos, hachas pequeñas y cuchillas, estas últimas fueron obviamente las que eligió para probar su puntería.

Sobre una mesa de metal, tomó algunos afilados cuchillos de 6 pulgadas de largo forjados en acero, corroboró que su equilibrio fuera el ideal y se colocó a una distancia de 5 metros de las dianas, un poco más lejos que la mayoría de las personas que se dedicaban a aquella actividad ya fuera por hobby o deporte.

Había dos formas de lanzar, en línea recta o la más compleja, que era haciendo al cuchillo girar en el aire en medio de su transcurso hasta clavarse en el blanco marcado sobre una gruesa rodaja de tronco.

Ian dejó su arsenal de diez cuchillos sobre una mesa cercana y preparó uno en su diestra, sujetándolo del filo. Verificó su puntería con la mirada, luego pasó su brazo a penas por detrás de su oreja para darse impulso, rápidamente dejó ir su muñeca hacia el frente, con fuerza, soltando el proyectil que dio un giro y medio, clavando su punta justo en el centro del tronco.

El joven sonrió, aquel era por mucho su deporte preferido, era una lástima que nunca hubiera podido utilizarlo en la vida real. Entretenido, tomó un segundo cuchillo y siguió con el entrenamiento.

Bryan y Spencer habían escogido el ring de boxeo. Ambos eran feroces luchadores cuerpo a cuerpo y ya tenía un largo rato que no se medían entre ellos. Se colocaron el equipo adecuado, guantes, concha, protectores dentro de la boca y shorts, Spencer azules y Bryan rojos, retirándose la playera para sentirse más cómodos, siempre bajo la promesa a Tala de que no se sobrepasarían con esa ligera práctica.

Como todo en esa sala, el ring era programable para sonar una campana al iniciar y detener el round. Spencer anotó 15 rounds en la máquina con intervalos de un minuto para luchar y uno para descansar, y dado que carecían de referee para señalar a un ganador por cantidad y calidad de golpes, el primero en caer perdería la contienda.

Los dos estaban listos, aguardando por la campana. Se miraban el uno al otro con media sonrisa y una mirada asesina. Este iba a ser un duelo de pesos pesados y estaban ansiosos por que diera inicio.

La señal se escuchó, el rubio y el de cabello gris comenzaron a moverse, estudiándose, haciendo contrapesos de atrás hacia adelante con ambos pies. Bryan prefería usar la diestra para soltar golpes, pero a causa de su lesión, tendría que invertir sus movimientos y usar esa mano solo para defenderse, por lo que intercambió el balance de sus pies, poniendo el derecho al frente. Spencer notó esto de inmediato, entonces decidió hacer lo mismo y combatir como zurdo.

-¡Vaya! ¡Qué amable! – Exclamó Bryan soltando un golpe recto con el puño izquierdo, el cual a penas y rosó la mejilla derecha de Spencer.

-¡Sería aburrido si tengo la ventaja! – Respondió Spencer lanzando tres golpes que Bryan a penas y alcanzó a evitar agachándose y dando un paso hacia atrás.

-¡Te vas a arrepentir! – Arremetió Bryan intentando conectar un gancho que Spencer evitó colocando ambos puños frente a su cara.

El rubio aprovechó la cercanía y se sujetó de Bryan, que empezó a golpearlo en la espalda para intentar liberarse cuando sonó la campana y ambos se separaron de inmediato.

Caminaron tranquilos a sus esquinas contrarias, en las que usualmente habría un par de secuaces de Boris, quienes solo susurraban palabras crueles, aprovechando la adrenalina liberada por los chicos, obligándolos a enfurecerse más aún, y prometiendo que si en el siguiente asalto superaban al contrincante, entonces les darían un poco de agua. Fueron tiempos difíciles, que los endurecieron tanto como si hubieran entrenado para sobrevivir en las calles, en el bajo mundo, todo para convertirse en más que soldados, robots humanoides que no cuestionarían ninguna orden.

Pero, las cosas no habían salido como el loco socio de Voltaire esperaba. Ahora ese par de jóvenes adultos ya habían superado todos esos traumáticos momentos, disfrutaban bebiendo un poco de bebidas energizantes, contemplando al otro como si se tratara de una inofensiva lucha de vencidas* con sus brazos. Al reloj que había programado Spencer sobre una mesa a un costado del ring, le restaban diez segundos y contando hacia abajo, por lo que los boxeadores se colocaron nuevamente en el centro, esperando por el segundo asalto de quince.

A pocos metros de distancia, el capitán de playera de manga corta negra y pantalones del mismo color, se dedicaba a completar una de sus rutinas. Se encontraba en el suelo sobre un grueso tapete para realizar flexiones de brazos. Estaba acostumbrado a hacer al menos cuatrocientas por sesión, en series de 50 seguidas, todo esto le ayudaba a tonificar su pecho, espalda y brazos. El sudor escurría por su frente hasta rodar por su mejilla y caer en una gota al piso. Pero a pesar del calor que había generado, su mirada se mantenía estática, como si aquello no afectara su psique en lo más mínimo.

Kai, vestido igual que Tala e Ian, se mantuvo alejado del grupo. Subió a una estructura de la cual se sujetó con las piernas y se dedicó a realizar abdominales en el aire. Ya había excedido las quinientas, pero no le interesaba provocarse una hernia, cualquier cosa era mejor que sentir ese odio en su interior a causa de Silke. Quería, pero no podía ignorar la humillación de la noche anterior, necesitaba pensar en cómo recuperar su beyblade y empezar a entrenar para derrotar a Tyson.

Marie-Angelique y Silke ingresaron por debajo de la planta alta, Ian fue el primero en notarlas, y era una sorpresa verlas a ambas con un traje completo de esgrima, en especial porque siempre usaban vestidos, y ahora portaban la ropa reglamentaria: zapatillas livianas, pantalones y peto, cada una sostenía su careta. Silke vestía de color blanco y la princesa tenía su propio uniforme personalizado en color rosa magenta. Se aproximaron hasta la pista de esgrima y Silke saludó a Ian con la mano, quien continuaba lanzando cuchillos a las dianas, ahora a cinco metros y medio de distancia.

Marie-Angelique se acercó hasta el muro donde se encontraba más equipo como cascos, petos, guantes y varias espadas, sables y floretes acomodados por tamaños. De inmediato tomó uno que era distinto de los otros con el mango rosado. Silke se quedó mirando desde atrás sin estar segura de cual debía elegir.

La princesa escogió uno y se lo entregó.

-El florete es el más largo y liviano. – Le recordó.

-Lo lamento, siempre olvido cual es el adecuado para mí. – Correspondió la castaña apenada, ya que las espadas y sables eran más cortos y pesados, aunque a simple vista ella no notara mucho la diferencia.

-Veamos si puedo hacer que lo recuerdes cuando tu vida dependa de ello. – Sonrió la rubia antes de colocarse la máscara, dejando caer sus caireles en la parte posterior.

Silke sonrió y se colocó la máscara también acomodando su cola de caballo, dirigiéndose a la zona de combate.

La princesa encendió la computadora que marcaría los diez puntos del duelo y activó los sensores inalámbricos de ambos trajes.

Las dos mujeres se pusieron en posición dentro del tapete alzando la diestra con el arma apuntando a su contrincante y el brazo izquierdo levantado en una escuadra por detrás de su cabeza. Ya situadas al límite de sus áreas marcadas por una línea debajo de sus pies, a dos metros de distancia la una de la otra, Marie-Angelique dio la salida.

-"¡En garde!" – Exclamó en francés.

Silke no se movió, su contrincante por el contrario intentó fintarla moviendo ligeramente el florete, obligando a que la primera diera un paso hacia atrás. La princesa pasó a la ofensiva, y fácilmente rompió la defensa de Silke consiguiendo tocarla, marcando el primer punto a su favor en la máquina.

Silke negó con la cabeza y volvió a su salida.

-Lo piensas demasiado, ¿ya se te olvidó todo lo que te enseñé? – Le preguntó la de rosa.

-Cómo olvidarlo, gracias a ti conseguí ese diez en la clase de esgrima, de no ser así no hubiera tenido mi historial perfecto. – Confesó la castaña.

-Entonces no lo medites, deja que tu cuerpo se defienda solo. – Aconsejó la rubia.

Silke asintió y esta vez fue ella quien proclamó el inicio del siguiente combate.

-"¡En garde!" -

En esta ocasión, Silke pasó de inmediato a la ofensiva, pero con facilidad, Marie-Angelique retiró la espada que le impedía tocar a su contrincante y asestó otro toque que de inmediato se marcó en la máquina.

-Dije que no lo meditaras, pero tampoco significa que te lances sin tener una idea de donde me atacaras. – Apuntó. – En el siguiente hagámoslo más lento.

Silke aceptó y esperó a que su amiga diera la salida.

-"¡En garde!" – Mencionó atacando de inmediato, sin embargo sus movimientos eran muy predecibles debido a la baja velocidad con que lo hacía.

Silke dio un paso hacia atrás, luego hacia adelante, parecía más un baile que una pelea, donde el sonido de ambas espadas tocándose era lo que resonaba.

-¡Muy bien Silke! – Felicitó la rubia motivando a la alemana.

Silke empezaba a recordar la fuerza que requería de proyectar y contener en ese deporte. De pronto se agachó y estiró el brazo lo más que pudo, haciendo que la computadora marcase un punto a su favor al tocar el peto de Marie-Angelique.

-¡Excelente! – Repitió su amiga aplaudiendo. – Ahora más rápido. –

Silke asintió y una vez preparada dio la salida.

Tala ya había concluido sus ejercicios, tomaba agua de una botella mientras observaba recargado contra el barandal en la parte superior a las dos chicas. Silke no era tan buena, aunque parecía tener noción de la técnica, por su parte, Marie-Angelique se limitaba en sus ataques, era como si no demostrara toda su habilidad, aunque en el marcador la rubia continuaba obteniendo puntos a causa de las fallas de Silke.

En eso, una silueta se deslizó a un lado suyo y empezó a descender por las escaleras hacia la planta baja. Tala conocía mejor de lo que le gustaba admitir a su serio compañero; sabía muy bien que no estaba por retirarse.

-Kai. – Le llamó sin que este correspondiera. - No te metas. – Alcanzó a mencionar el capitán, sabiendo que una vez que el bicolor tenía una idea en la cabeza, nadie se la quitaba.

Kai avanzó desafiante hasta la arena de las chicas, escogió un arma y se colocó uno de los petos del muro, interrumpiendo su entrenamiento.

Angelique se incomodó cuando Silke se detuvo quitándose el casco prestando atención al recién llegado que se acercaba preparado con una espada en la mano, por lo que la rubia rompió su postura, se retiró el casco y exclamó con desagrado.

-¡Ash! ¿¡Tú otra vez!? – Cuestionó demostrando fastidio.

Como era su carencia de modales, Kai la ignoró, alzó la espada y apuntó a Silke.

-Si te derroto me devolverás a Dranzer. – Sentenció amenazante y decidido.

Silke arqueó las cejas a modo de sorpresa y negación, nunca había sido buena en ese deporte, sin embargo, el sable proveniente de la rubia se involucró golpeando la hoja de Kai, cansada de la insistencia del muchacho.

-¿Quieres tu juguete no? – Cuestionó poniéndose frente a la castaña.

-Marie-Angelique espera… - Silke no pudo intervenir, ya que su amiga continuó.

–Si me derrotas dos de tres Silke te lo devolverá. – Aseguró.

Kai no pudo desconocerla aquella vez, así que aceptó sonriéndole triunfador a Silke, colocándose en posición. Marie-Angelique por su parte, programó el peto de Kai para la batalla.

-Maldita sea. – Susurró Tala apretando la botella de pet casi vacía, produciendo un sonido quebradizo.

Spencer rodó los ojos y Bryan negó harto en medio de su descanso, tuvieron que dejar su entretenida pelea saliendo del ring hasta llegar a Tala.

-Ese idiota inmaduro… - Lo calificó el pelirrojo dando inicio a su avance hacia el área de duelo acompañado de sus camaradas por si a caso tenían que intervenir.

Ian ya se les había adelantado, se colocó a un lado de Silke y la vio nerviosa.

-Esto tengo que verlo. – Dijo jugando a balancear un cuchillo con la diestra.

-¿Por qué él siempre es así? – Se quejó Silke sin entender.

-Tras todos estos años de conocerlo, sigo preguntándome lo mismo. – Mencionó Ian, quien hacía mucho había desistido de intentar descifrar a Kai.

Marie-Angelique dejó su casco en el piso pronunciando una enorme y gustosa sonrisa visible para los demás, podría vengarse del causante de la desgracia de su hermana.

Ambos contrincantes levantaron la guardia.

-¡Aguarden! ¡No pueden enfrentarse sin el casco! – Negó Silke preocupada.

-No le veo la necesidad. – Desafió la rubia.

Kai se sentía confiado, la princesita creída podría saber de esgrima, pero nunca había luchado por su vida con un sable verdadero de otros contrincantes al mismo tiempo y sin protección alguna. De paso demostraría su valor frente a la traidora de Silke*

-"En garde" – Exclamó la fémina señalando el inicio del duelo.

Kai no perdió el tiempo, en seguida tomó el liderazgo atacando moviendo el sable rápidamente, a lo que Marie-Angelique se vio obligada a retroceder defendiendo, tras algunos segundos Kai consiguió estocarla en el peto del lado derecho de la cintura, sonando la campana a su favor.

-Nada mal. – Admitió la rubia alzando los hombros mientras se colocaba en la posición de salida.

Kai no respondió, por supuesto que era un excelente espadachín.

Ian torció los labios. Si Kai salía vencedor, su personalidad soberbia sería insoportable el resto de la tarde.

-"En garde" – Pronunció la monegasca.

Kai volvió a atacar como lo hizo anteriormente, sin embargo esta vez su contrincante de menor tamaño no retrocedió en lo más mínimo, por lo que el bicolor aprovechó la cercanía para marcar su segundo punto, sin embargo esta vez la chica se movió diferente, girando completamente su torso haciendo el blanco más pequeño mientras sus pies se mantenían de atrás hacia adelante. Él adivinó su próximo movimiento, por lo que aguardó a que ella girara su torso hacia el frente mientras atacaba y aprovechando que sus brazos eran mucho más largos que los de la joven, intentó la estocada al pecho, sin embargo antes de si quiera empezar a mover su brazo hacia el frente, ella realizó el mismo movimiento que él tenía pensado en la mitad del tiempo, sonando el punto a su favor.

-Es ágil. – Admitió Bryan sorprendido.

-Marie-Angelique es la Campeona Europea de Esgrima, - Comentó la castaña sonriente ante el dato desconocido para los Blitzkrieg Boys. – Nunca ha perdido un duelo. –

-Que mal… - Negó Tala cerrando los ojos, el resultado sería devastador para Hiwatari.

Marie-Angelique tomó posición nuevamente retrocediendo apenas un metro de su lugar actual.

Kai resopló. Recuperaría a Dranzer a como diera lugar sin importarle si tenía que humillar a una princesa.

-Estamos empatados, por el bien de tu beyblade espero que te esfuerces más. – Lo provocó.

Kai sin embargo no permitió que esas palabras le afectaran.

-"En garde" – Dijo por tercera ocasión.

Kai dio inicio al ataque para no darle espacio a su enemiga, sin embargo ella leía cada uno de sus movimientos, agachándose cuando era necesario e inclinándose hacia un lado para esquivarlo. Kai sentía como su fuerza y velocidad se veían desperdiciadas al no poder tocarla, por más que se esforzara ella se encontraba un movimiento adelante sin salirse del tapete de combate.

Con el control completo de la justa, Marie-Angelique empezó el contraataque, presionando a Kai a retroceder con velocidad, en un momento en que él pensó que ella asestaría el punto final, se inclinó hacia atrás pisando mal con el izquierdo, y en un instante, la princesa entrelazó su hoja con la de él, arrebatándole su espada mientras perdía el equilibrio cayendo.

Todo concluyó de una forma abrupta. Kai sentado sobre el suelo respirando agitado y Marie-Angelique con una espada en cada mano, cruzando sus muñecas, con las hojas a los costados del cuello de Kai como si se tratara de tijeras gigantes.

-Si hubieran sido espadas de verdad… - Pronunció inconforme el bicolor.

-De ser así me deberías un piso nuevo. – Respondió altanera la rubia.

Los Blitzkrieg Boys se mantuvieron fuera de la discusión. Kai había jugado con fuego y esta vez se había quemado.

Marie-Angelique le sostuvo la mirada. Lo detestaba, porque era débil y había lastimado a Silke. Confirmó su fuerza, así que caminó un paso hacia atrás bajando las espadas, y sin quitar atención de su enemigo decretó algo de suma importancia.

-Sigan entrenando, aristócratas apostarán por ustedes y más vale que no pierdan. - Ordenó la rubia sujetando la pareja de espadas con la zurda, mientras que con la derecha tomaba la palma de Silke quien no tuvo más opción que seguirla, pudiendo solo ver a Kai inconforme a lo lejos.

Tala negó de forma diminuta, bajó la mirada y volvió a lo suyo, siendo imitado por los otros que no dijeron absolutamente nada ante un Kai que sentía ira y desesperación dentro de sí. Todo se estaba viniendo abajo, siempre a causa de ella.


Por el corredor, las chicas caminaban sin hacer el mínimo ruido. La rubia llevaba el ceño fruncido con ambas espadas en la zurda mientras Silke solo se encontraba pensativa.

-No tenías que ser tan dura con él.- Mencionó desaprobatoria.

-¡Ay! ¡Por favor Silke! Alguien debía ponerlo en su lugar. – Respondió de mala gana como si no le viera el caso a tratar el tema. – ¿A caso no te tiene cansada con esa actitud? ¡Bravucón arrogante y petulante! – Exclamó lo último sacando la lengua.

Silke no reaccionó por lo que la princesa extrañada se detuvo mirando a su amiga, como si tratara de leer su mente.

-O… ¿A caso te gusta? – Mencionó con la voz baja y una mueca de desagrado.

Silke relajó el semblante y sonrió enternecida.

-Es mi socio y no sería apropiado, sin embargo te puedo asegurar que es diferente cuando llegas a conocerlo. – Confirmó relajada.

-Apostaría mi corona. - Dijo rodando los ojos con cansancio.

-Ustedes sí que saben divertirse.- Mencionó alguien que se aproximaba por el pasillo seguido de tres chicos.

Esa voz suave de inmediato hizo brincar el corazón de la rubia.

-¡Oliver! – Exclamó Marie-Angelique con brillos en los ojos y se aproximó hasta él tan emocionada como si no lo hubiera visto en años. -¡Corazón mío! ¡¿Dónde te habías metido?! – Preguntó de forma melosa mientras se abrazaba de él, recibiendo mimos sobre su larga cabellera.

-¡Oye! ¡Más despacio que lo despeinas! – Pidió Enrique ante el desbordado cariño que su prima le proporcionaba a su amigo.

Marie-Angelique sonrió desafiante desde los brazos de Oliver y la sacó la lengua.

-Solo estás celoso porque nunca tendrás una relación como la nuestra.- Aseguró ella alzando las cejas.

-¿Con una gorgona?- Sonrió él pícaramente.

La princesa enfureció cómicamente y trató de lanzarse contra el que se atrevía a ofenderla, siendo sujetada delicadamente por su prometido, mientras el rubio solo se rascaba la oreja con el índice.

-¡Ven aquí infame! – Le gritaba desenfundando ambas espadas.

Silke no podía evitar contener una sonrisa, cuando un muchacho alto se aproximó hasta ella.

-Hola Robert. – Saludó la castaña con una leve reverencia de cabeza.

-Silke. – Correspondió su hermano cruzando su brazo derecho sobre su corazón. - Angelique nos dijo que habían cambiado las sesiones con los patrocinadores a esta locación, así que quisimos venir a apoyarlos.-

-Eso es muy amable de su parte, pero no creo sea la única razón para esta visita. – Supuso curiosa.

-Como siempre tienes razón, no lo es. – Continuó Robert. – Yo he venido a tratar un tema serio contigo, esperaba poder hablarlo antes de la cena a solas. –

Silke se distrajo cuando Enrique empezó a hacer escándalo tras arrebatarle a la princesa uno de los sables mientras se burlaba del esgrima, comparándolo con las espadas que usaban los gladiadores, al mismo tiempo intentaba picar a Johnny quien solo se defendía con su brazo enyesado y Oliver se esforzaba por tranquilizar a su prometida quien estaba dispuesta a darle una lección a su hiperactivo primo.

-¿Por qué no ahora? Creo que están bastante entretenidos. – Aprovechó la castaña.

-Sería lo ideal, pero junto con nosotros llegó un amplio grupo de fotógrafos, tengo entendido que es de una marca de joyería, por lo que creo tu equipo tendrá un día ocupado, así que dejémoslo para antes de la cena. ¿Las cinco es adecuado? –

Silke asintió, sabía que los patrocinadores llegarían tarde o temprano, además tenía que discutir sobre la estrategia para la gran final con su equipo.

-Bien, a esa hora nos veremos. – Aceptó sin complicaciones.

Por el pasillo un mayordomo apareció para dar las noticias a su ama y preguntar cuáles eran sus órdenes al respecto.

Gérard se aproximó a los rubios sin prestar atención al problemático joven Enrique, quien metía en problemas una y otra vez a su hermano menor Piddleswood, así que evitando los espadazos se aclaró la garganta.

-Mi princesa. – Se excusó.

Marie-Angelique respiraba agitadamente, estaba furiosa porque no había podido golpear a su primo como merecía.

-¿Qué pasa? – Cuestionó algo sonrojada por el calor.

-Acaban de arribar los patrocinadores de Rusia, los envié al salón de baile, creo que es lo suficientemente grande para que acomoden su equipo. -

-Muy bien, en ese caso ve al gimnasio y dile a los Blitzkrieg Boys que se preparen para la sesión, a los fotógrafos puedes decirles que iniciaremos en una hora. – Solicitó con seriedad.

-Como ordene princesa. – Concluyó antes de retirarse.

Silke cerró los ojos. Lo suyo no eran las fotografías, pero Voltaire ya había demostrado que sí cumplía, así que solo le quedaba hacer lo mejor posible.


Una hora más tarde, un equipo con personal de al menos cincuenta personas entre los que se dividían: directores, maquillistas, camarógrafos, vestidores, editores e incluso un par de chicos que llevaban el café yacían a lo largo del amplio salón en la planta baja del palacio Lemoine. Al igual que en la mansión que Voltaire había rentado, se dividieron seis sets, uno para cada integrante de los Blitzkrieg Boys.

Los patrocinadores pertenecían a una marca de joyería rusa muy prestigiosa, así que habían enviado a los beyluchadores masculinos las prendas formales y adecuadas para la ocasión, en la cual deberían lucir costosos relojes, mancuernillas de piedras y metales preciosos, cadenas, anillos y lentes con los diseños de la siguiente temporada. Por el contrario, Silke no había recibido prenda alguna, así que solo se había aseado de la práctica matutina para hacer lo que le pidieran, esperando que Marie-Angelique le ayudara en caso de que quisieran que usara ropa que dejara ver sus hombros.

A causa de esto, Silke fue la primera en llegar con la princesa, y le llamaron al primer set, el más cercano a la salida.

Un hombre de cabello rubio claro y casquete corto con gafas redondas sobre sus ojos verdes y un saco negro por encima de una camisa blanca se aproximó hasta ella.

-Buen día señorita Jürgens, como sabrá, nuestra marca se dedica a la alta joyería masculina, sin embargo, ya desde hace algún tiempo hemos estado planeando hacer una línea para dama, así que, en esta ocasión, usted será el gran anuncio confirmándolo, por lo que usará algunas joyas pertenecientes a los Zares de Rusia. – Explicó el joven de treinta años con acento eslavo.

Silke asintió, tenía que hacer lo que le pidieran, aunque aún le extrañaba no saber que prendas usaría.

Como si el director le hubiera leído la mente, hizo una seña a la vestidora para que se acercara con un perchero móvil, del cual eligió lo que parecía una bata larga, que al sacarla del gancho, mostró una especie de vestido antiguo con bordes dorados, sobre tela verde oscuro con círculos azules.

-Requerimos que use esta prenda, no se preocupe, no se verá lo que lleva puesto, y también este tocado. – Agregó mostrando un sombrero de moda de antaño que tenía los mismos colores de la bata.

Marie-Angelique observaba todo con su índice y pulgar sosteniendo su barbilla, de pronto asintió convencida.

-Está bien. – Dijo Silke colocándose la larga prenda, la cual era muy amplia, hasta que le tocaron suavemente el hombro.

-Todo parece estar en orden, así que cuando termines, ¿podrías ir a mi estudio de modas? Yo también tengo que continuar con los cambios a tu atuendo. – Comentó la princesa.

Silke aceptó y la rubia se retiró mientras una mujer le ajustaba la tela con ayuda de pinzas en la parte posterior.

Las cámaras y luces del set de Silke estaban casi listas cuando un pequeño grupo ingresó al salón, el cual atrapó la atención de los presentes, y era debido a que se trataba de una imagen muy peculiar la de cinco jóvenes vestidos tan formalmente.

Ian encabezaba al quinteto, usando un traje gris oscuro, con un chaleco del mismo tono y un sombrero que lo asemejaba más a un gángster de décadas pasadas.

Bryan portaba un saco azul cobalto, con el cuello abierto, como si fuera un chico rebelde, o un oficinista que se relaja después de un largo día de juntas.

Spencer solo usaba un chaleco de vestir verde oscuro sobre una camisa blanca, la cual llevaba las mangas arremangadas hasta los codos.

Tala portaba un traje blanco, con pantalones del mismo color, una camisa negra y una corbata de moño blanca, cargando el saco detrás del hombro.

Kai por otro lado, lucía un traje negro con corbata en un tono violáceo que combinaba con sus ojos, en esta ocasión, carente de tatuajes.

Todos fueron colocados con el respectivo equipo de fotografía, cuando el Hiwatari fue llamado a un costado de Silke, quien no pudo evitar mirarlo y sentirse incómoda cuando él no hizo lo mismo.

Los vestidores de su set llegaron para dotar a Kai con los productos necesarios, fue complementado con un reloj de acero negro, un fino accesorio de plata que sirve para sostener la corbata en su lugar y aprovechando que él tenía una perforación en el lóbulo izquierdo de su oreja, se valieron para colocar un arete sencillo de plata.

Silke por el contrario, fue adornada con un anillo en cada dedo y aretes largos. La maquillista se aproximó hasta ella y delineó un poco sus ojos para que resaltaran en la fotografía, la cual se había planeado fuera en blanco y negro, exceptuando las joyas que brillarían a todo color.

Una vez que la alemana estuvo lista, una joven de gorra negra y chamarra gris deportiva, se aproximó abriendo un estuche del cual extrajo un bello y pesado collar de diamantes blancos y azules. La chica pasó por detrás de Silke abrochando la gargantilla por debajo de su nuca.

En el resto de los sets, prepararon a los modelos de igual manera, agregando mancuernillas de titanio sobre las muñecas de Ian, pulseras y anillos atractivos a Tala, una cadena delgada con una cruz griega en el cuello de Bryan, y un par de gafas de lectura en Spencer.

Como siempre, Kai se limitaba a dar escasos minutos de su tiempo, en cuanto calculó que tenían el suficiente material, bajó del set, diciendo: "terminamos" con un tono en que no existía prórroga para intentar si quiera convencerlo, dejando a los patrocinadores un poco insatisfechos.

Sin embargo, al mismo tiempo habían concluido con Silke, quien rápidamente se retiraba la ropa y los accesorios, por lo que dio las gracias con rapidez, apresurando el paso para alcanzar a su socio aprovechando que no estaba la princesa o el equipo.

-Disculpe Señorita. -

Silke se sobresaltó cuando una joven más alta que ella de ojos azules con un mechón de cabello plateado que se escondía debajo de una gorra negra y se amarraba en una esfera perfecta tras su nuca le cerró el paso.

-Necesito que me devuelva eso por favor. – Le mencionó obvia señalando al antiguo collar debajo de su cuello.

Silke reconoció a la joven que le había acomodado las joyas y se dio cuenta de su error, estaba tan ensimismada con la posibilidad de reencontrarse con Kai que no prestó atención suficiente al collar que llevaba. Apenada se lo retiró y entregó cuidadosamente a la chica.

-Lo lamento, estaba distraída. – Dijo cabizbaja no solo por el collar, sino el hecho de que Kai había desaparecido por el corredor.

-Es atractivo ¿no? – Preguntó abiertamente la joven a la castaña.

-¿¡Quién!? – Se sobresaltó Silke mientras sentía como sus acciones la delataban y sus ojos empequeñecían.

-Este collar. Es toda una antigüedad, dicen que perteneció a la dinastía Romanoff... – Respondió despreocupada al darse cuenta de que la castaña se había referido todo el tiempo a Kai.

-Oh vaya, bueno, ahora me siento más apenada, casi me lo llevé, es una verdadera reliquia, muchas gracias por permitirme portarlo para la sesión.- Agradeció a la mujer del staff.

La chica indiferente asintió.

-No hay problema. - Ya se retiraba cuando le dijo algo más. - Creo que se te corrió el maquillaje. - Le insinuó tocando su propia mejilla izquierda antes de seguir con su camino.

Silke se sobresaltó, Robert no podía enterarse de aquel moretón en su rostro, así que acomodó su cabello del lado izquierdo y se dirigió a su alcoba para cubrirlo nuevamente antes de visitar a Marie-Angelique.


Media hora después, a un kilómetro del Palacio Lemoine se ubicaba una zona muy turística llena de restaurantes y cafés donde el mayor atractivo era la costa azul del Mar Mediterráneo, con cientos de yates anclados a un puerto privado.

En una de estas terrazas, se encontraba un chico sentado en una mesita para dos, la cual tenía una ventana para poder contemplar el mar territorial que Mónaco poseía. El joven bebía a través de una pajilla una refrescante bebida sin alcohol. Se divertía como un niño escuchando música en sus auriculares que cubrían sus orejas completamente, dejando que la diadema cayera por detrás de su nuca. Llevaba ropa casual, jeans con una fresca camisa blanca con botones al frente y unas gafas cuyo reflejo era azulado. Sonrió divertido retirándose los auriculares al ver a su acompañante arribar por la entrada del local.

Una mujer de 18 años arribó retirándose una gorra negra que cubría un largo mechón de cabello plateado que cayó por debajo de su cuello casi hasta la cintura. Colocó el accesorio sobre la mesa y tomó asiento sin mirar al chico castaño que le sonreía.

En ese momento, una de las camareras llegó hasta la mesa y colocó al frente de la recién llegada un plato con un tierno oso esculpido en helado de fresa, con ojos y boca de jarabe de chocolate, además de orejas de cereza.

El joven le agradeció con un gesto de mano y la mesera se retiró.

La chica quien permaneció con el resto de su cabello negro amarrado en un moño, observó con desagrado al animal caricaturizado que le devolvía la mirada.

-Anda, come tu helado que se derrite. - Dijo Kirill extendiendo su palma.

La mujer levantó un cuchillo puesto en el servicio de su asiento, y clavó el filo sobre la cabeza del animal destruyendo la silueta.

-Muy bonita. - Continuó Kirill bebiendo de su vaso, casi como si admirara el desprecio de la mujer por el tierno helado.

Ella quitó con la punta de sus dedos un par de nueces, las cuales no le gustaban mucho, y solo entonces procedió a comer lentamente de una cuchara.

-Tienes muy poca vergüenza para pedirme estos favores cuando gracias a mi sigues respirando. – Gruñó ella con el ceño fruncido.

-Te daré un consejito, la próxima vez que le salves la vida a alguien, trata de no quedar inconsciente. – Comentó divertido acompañado de los bajos decibeles de la música que producían los audífonos.

La chica finalmente lo miró con una forzada sonrisa.

-No trataba de salvarte a ti. – Admitió abiertamente. – Si no fueras un novato controlando una bestia bit no tendría que haber luchado contra ella para detenerla. – Remarcó su baja habilidad.

-Ira, ¿cómo sabes que mi plan no fue exactamente descontrolarla? Ya sabes, quitarle las cadenas, dejarla correr un poco, entiendes a lo que me refiero, y ahora tenemos a tu bestia bit y te extraña, así que mejor haz bien tu pequeña tarea y al final del torneo te lo devolveremos. – Negoció con tranquilidad.

Ira pateó por debajo de la mesa la espinilla de Kirill quien soltó un corto gemido de dolor, el cual al instante se convirtió en una sonrisa.

-Eso es un sí, ¿cierto? – Preguntó sobándose la pierna izquierda.

Ira no respondió. Estiró su brazo y tomó la bebida de Kirill de la cual empezó a sorber sin prestarle atención.

Kirill sabía que ella cooperaría, por lo que entrelazó sus dedos y se mantuvo expectante.

-Te escucho. – La animó.

La mujer torció los labios, aquello era una verdadera molestia.

-¿Qué quieres que te diga Kirill? Lo de siempre, hacen todo lo que Voltaire ordena. - Aquello no era una novedad, así que no entendía por qué había sido necesario que los espiara.

-¿Y...? - Continuó Kirill haciendo círculos con la diestra. Quería más detalles.

-Yo que sé, estaban comportándose de buena gana con respecto a los patrocinios, los percibí bastante relajados, Spencer parecía un elegante* abogado, Bryan por una vez lucía presentable, Ian se notaba entretenido, Kai como siempre, ignorándolos a todos y la chica haciendo exactamente lo que le pedían.-

-Interesante, pero olvidaste mencionar a tu novio.- Puntualizó el castaño.

-No es mi novio.- Aclaró ella en un tono amenazante.

-Amante, compañero, pareja, ex, lo que sea, no me concierne. – Mintió con sarcasmo.

Ira entrecerró sus ojos azul cielo que resaltaban sus expresiones despreciativas. Conocía a la perfección el humor negro de Kirill.

-Siempre está al pendiente de lo que sucede en su equipo; por esta vez no lo sentí a la defensiva. – Dictaminó sencillamente.

-¿Segura que nadie te reconoció? –

-Estaban muy ocupados. – Sorbió ruidosamente el fondo de la bebida.

-Me parece extraño que ni siquiera Kai se haya percatado, por lo regular es bastante atento a sus alrededores. – Mencionó Kirill soberbio.

-Estuve relativamente cerca de él, pero se veía empeñado en ignorarme ya que me encontraba en el set de esa chica. –

-¡Conociste a la paloma! –

-¿Paloma? – Se extrañó ella.

-Es un sobrenombre que se me ocurrió darle, lo detesta tanto como tú me detestas a mí; en fin, ¿por qué crees que fuera eso? – Inquirió astuto.

-Ella se veía muy interesada en Kai, pero él era todo lo contrario. –

Kirill soltó un suspiro combinado con una risa triunfal. Sin embargo, Ira reparó en algo más.

-Aún así, me parece inusual que una chica de su tipo tenga un golpe en el rostro… - Anunció detenidamente, no se veía de la clase de mujer que entraría a una pelea.

De pronto Ira alzó una ceja al atender la expresión de Kirill, que parecía conocer más de lo que ella había visto.

-Tú sabes qué le pasó. – Concluyó quitando una de las cerezas que restaban sobre el helado, degustó el fruto en almíbar y lanzó el palillo que lo mantenía firme dentro de la cabeza del oso con tal maestría que golpeó la frente de Kirill sin hacer el daño que de haber querido hubiera conseguido.

-Algo así. – Se divirtió el otro contemplando la molestia de su acompañante.

Ira parpadeó desinteresada, abrió un poco la chamarra que llevaba a causa del calor de la costa, haciendo que Kirill prestara atención debajo de su cuello.

-Que linda, una buena forma de volar tu coartada. – Observó al ver un collar de oro con grandes piedras preciosas azules y blancas, el verdadero objetivo de una ágil ladrona como ella.

-¿En serio crees que espiaría a los chicos que son tu responsabilidad sin obtener nada a cambio? – Obvió la rusa alzando la ceja.


Marie-Angelique marcaba encima de una tela violeta con un crayón blanco de costura. Su mirada atendía cada detalle su certero trazo, aunque sus cejas fruncidas que se asomaban por encima de unas gafas de armazón bronce con aumento demostraban el desagrado que sentía por la persona que sería la portadora de aquella prenda.

La puerta de la larga habitación se abrió de pronto sin que ninguna de las seis costureras que se ubicaban a lo largo del pasillo principal se distrajeran de sus respectivas tareas sentadas frente a una máquina de coser; trabajaban sobre telas de distintos colores.

Silke ingresó a la sala silenciosa intentando no interrumpir, aunque conforme avanzaba hacia el fondo donde su amiga se encontraba pudo distinguir piezas de vestir casi completas.

La rubia cortaba con unas tijeras doradas a un centímetro exacto de su trazo cuando Silke llegó hasta ella sin emitir sonido alguno. De pronto, sus ojos ambarinos se fijaron a un metro, donde se levantaba un maniquí con un vestido azul completamente terminado. La castaña dio algunos pasos hasta llegar a él y lo admiró un poco triste.

Se trataba de una prenda de tela suave y lisa con varios tonos de azul turquesa que cubría hasta la rodilla con abundante crinolina en la parte baja, tenía un cinturón azul más oscuro en cuya parte trasera cabían lanzador y beyblade. La parte superior era muy elegante, iba ajustado en el torso, con mangas largas en dos tonos y los hombros completamente descubiertos, con lana abrigadora a su alrededor. Además un par de botas altas que combinaban y una boina militar con el logo de su equipo a un costado.

Silke bajó la mirada de pronto. Era un vestido precioso y jamás podría lucirlo.

-Qué bueno que llegas. – La interrumpió la rubia haciendo a un lado la ropa que trabajaba.

Silke giró hacia ella y le sonrió amistosa.

-Terminé antes que los chicos. – Comunicó tranquila tras haber cubierto nuevamente el hematoma.

Marie-Angelique notaba la melancolía en su amiga, también quería que Silke usara el vestido que había conceptualizado durante la batalla de los Majestics en Versailles, pero dado los sucesos resientes no era algo conveniente, así que se aproximó a una de las costureras y tomó con ambas manos una prenda que ella trabajaba.

-Por favor Silke. – La dirigió hacia una base circular de treinta centímetros de altura, donde la castaña se subió para hacer la prueba de vestuario.

Silke empezó a desvestirse deshaciendo el moño detrás de su cintura y luego quitándose el vestido por arriba. Debajo únicamente llevaba un bustier* color rosa pastel que cubría sus pechos y torso por encima del ombligo sin tirantes, y pantaletas del mismo color. La princesa sujetó el vestido y le pasó la prenda intentando no mirar las marcas por encima de los hombros de la castaña. Ella se introdujo la prenda cuidadosamente para no picarse con los alfileres que se encontraban ajustando costuras aún no cerradas.

Al verse cubierta nuevamente se miró al espejo. Terminó por subirse el cierre frontal el cual hacía un ligero escote en V por encima de sus pechos. La tela era de toque militar en un azul cobalto, con botones metálicos acentuando las mangas largas. Se componía de una mini falda que abarcaba hasta la mitad de los muslos, subía a su cintura donde se alineaba y el cierre nacía sobre la cintura ajustando más la prenda.

La rubia vio su opción B, le iba bien a la castaña y se asemejaba mucho a la ropa y estilo de sus compañeros. Antes de concluir, le pasó la misma boina que hacía juego con la opción A, colocándola sobre su cabeza.

-Creo que el cabello recogido por debajo de tu nuca se verá bien. – Concluyó ella.

Silke dudó, aquel no era exactamente su estilo.

-No lo sé Angelique… - Titubeó, nunca antes había estado en desacuerdo con alguna prenda confeccionada por ella. – ¿No crees que es demasiado corto? – Preguntó incómoda al verse en el espejo mostrando la mitad de los muslos.

-Bueno, he pensado que unas medias negras te vendrían bastante bien, con unos botines que aún tenemos que hacer. – Observó caminando a su alrededor para revisar cada ángulo.

-Tu primer diseño no lucía tan escotado. – Observó ella.

-Lo era en los hombros, este lo es en las piernas, créeme, yo también quisiera verte en el primero… - Dijo con tristeza, había sido un extraordinario concepto al que el nuevo traje no le hacía justicia.

Silke inclinó la cabeza de un lado a otro, girando a medias para observarlo de lado. Ya había posado para revistas y anuncios con diferentes estilos, y eso le había gustado a la gente, por lo que no podía permitir que una herida superficial arruinara la final, así que empezó a verlo positivamente.

-No, en realidad es perfecto, creo que a fin de cuentas debemos hacer un cambio atractivo en la gran final, así que este diseño es ideal, no te preocupes, aunque sea algo atrevido lo usaré con gusto. –

Marie-Angelique sonrió conmovida y feliz de que su trabajo de último minuto hubiera sido aceptado, así que se acercó y empezó a ajustar los alfileres en las zonas que lo requerían.


Cerca de las 15:00 horas, los Blitzkrieg Boys se habían reunido en una sala muy cómoda la cual se caracterizaba por una amplia pantalla plana; les habían dejado sobre una mesa de café ovalada algunos dulces y bebidas para que conversaran cómodamente.

-¿Alguien ha visto a Kai?- Preguntó Silke preocupada por la ausencia de su socio.

Tala también pensaba que él estaría ahí pero debía seguir molesto por los sucesos de las últimas horas que no lograba comprender.

-Empezaremos sin él. – Determinó posando su atención en los presentes. – Un año ha transcurrido desde que nos vimos en esta misma situación, hoy tenemos más personas en el equipo – Se dirigió a Ian y Silke. – y un enemigo acrecentado. –

-Los BBA Revolution, no serán fáciles de derrotar. – Observó Spencer,

-No. – Apuntó Tala. – Su estrategia y motivación han cambiado, sin embargo la nuestra también. –

-Daichi y Tyson se han superado a sí mismos. – Dijo Ian con la diestra bajo la barbilla, habían probado que su trabajo en equipo y confianza mutuos ya no eran frágiles.

- Y Hiro ha tenido que ver en ello. – Opinó Bryan.

Silke se mantuvo callada. A causa de su nula participación en el Beyblade hasta hacía unas semanas atrás, no podía realizar una comparativa de acuerdo a lo que fue y lo que era en ese momento.

-Ese joven, Hiro, ¿es el hermano mayor de Tyson cierto? – Cuestionó entretenida recordando la batalla que tuvo con Kai en la segunda ronda del torneo en Escocia.

-Lo es, también fue su entrenador el año pasado y por si fuera poco trabajó al lado de Boris. – Le mencionó Tala cruzado de brazos.

-Desde ese punto no me da confianza. – Analizó Bryan.

-Hará lo que sea para que Tyson vuelva a ser el campeón. – Opinó Spencer.

Silke lo meditó un poco, se sentía segura de sí misma después de la batalla librada en la Abadía contra las bestias bit capturadas por Gekiryu y el Black Dranzer, Hiro no tenía por qué ser tan diferente.

-Supongo que debería estudiar sus jugadas, ya que obviamente Kai enfrentará a Tyson y tú a Daichi. – Anunció Silke despreocupada.

Sus compañeros no querían tratarla como el eslabón débil del equipo, pero había algo en Hiro que no le agradaba a ninguno de ellos.

Ian no pudo contener la disconformidad con respecto a la ligereza con que ella tomaba el asunto.

-¿Ni siquiera lo vas a discutir con nosotros? – La cuestionó bruscamente.

Silke alzó la mirada y notó la inquietud en ellos dándose cuenta que quizá había sonado algo descortés.

-No quise dar a entender eso chicos, es solo que pensaba retomar mi entrenamiento mañana y hoy comenzar a planear la estrategia contra ese joven. – Anunció Silke.

Tala la observó detenidamente. Tenía sentido lo que pedía, sabían lo comprometida que era con el equipo pero no podían exigirle que se recuperara tan pronto de sus heridas como ellos. El capitán entonces se puso de pie.

-Muy bien, tómate el día analizando los videos de los encuentros de Hiro en este torneo, avísanos que descubres y mañana retomarás tu entrenamiento. – Ordenó aproximándose a la salida siendo seguido por los otros chicos.

-¿A dónde van? – Preguntó Silke al quedarse en la sala.

-Ya descansamos lo suficiente. – Respondió Tala abandonando la sala seguido de los chicos quienes sabían que era hora de que los Demolition Boys originales se enfrentaran nuevamente contra su líder.

La puerta se cerró y Silke se quedó sola. Aún se sentía cansada, así que aprovecharía ese último día para conocer a Hiro de cerca.

Tomó el control que se posaba sobre la mesita y encendió la pantalla. Buscó en el canal de deportes donde tenía la posibilidad de elegir ver las repeticiones del campeonato actual de Beyblade, así que seleccionó la batalla en la que Hiro participó con Tyson y Daichí para enfrentarse a los Majestics.

La batalla inició. Tyson y Daichí tenían mucha energía, la suficiente para lanzarse de inmediato al ataque contra su hermano, Oliver y Enrique. Sin embargo, Hiro permanecía detrás, completamente pasivo, y cuando Enrique lo intentó atacar, fácilmente lo evadió. Era como si él tuviera todo calculado, se adelantaba constantemente a las jugadas del italiano. Cuando las cosas se complicaron, Tyson y Daichí se veían igual de desgastados que el trío europeo, pero no Hiro.

La batalla concluyó, ni siquiera Robert lo había podido dañar. Entonces escogió otra batalla, cuando Kai y Hiro se habían enfrentado.

Ambos beyluchadores lucían completamente serios. Kai empezó el ataque pero Hiro copiaba todo lo que él hacía. Una táctica completamente diferente a la vista contra Robert. Aquello significaba que Hiro era tan habilidoso que podía ajustar su estrategia dependiendo de la forma en que jugara su contrincante. Estuvo admirando la batalla hasta que se dio cuenta que había perdido interés en Hiro y solo se había enfocado en ver a Kai.

Sentía un poco de lejanía con él. Se recargó contra el respaldo del sofá, quería estar con él, escucharlo y tenerlo de cerca para cerciorarse de que todo estaba bien después de la feroz batalla, pero siempre alguien evitaba esa oportunidad. Entonces sacó un blade de la bolsa de su vestido izquierda, era azul rey. Observó a Dranzer y se le escapó una sonrisa.

-Hoy regresarás con Kai, estará feliz de verte. – Le dijo al fénix, planeando aprovechar la cena para devolverlo.

Sujetando emocionada el blade en su mano, repitió la batalla para así continuar con su análisis.

Transcurrieron un par de horas. Silke ya había visto todas las batallas del hermano mayor de Tyson, y no solo eso, había estudiado la comunicación que mantenía el equipo BBA Revolution. Hiro siempre era el guía, los motivaba cuando se atoraban y les hacía ver sus errores sin ser directo. Ya tenía suficiente información para diseñar un estilo lo juego, pero requería de un oponente distinto a los que ya se había enfrentado. Afortunadamente los Majestics se encontraban ahí, no se opondrían a ayudarla, pero al ver la hora, notó que se acercaba el tiempo de su junta con Robert, así que apagó el televisor y salió de la habitación en busca de Robert.

Al salir por uno de los pasillos principales de aquel palacio, pudo admirar a través de la ventana a los chicos luchar en una gran beybatalla donde todos atacaban a Tala. El pelirrojo les llevaba la delantera a los otros tres que no se rendían. Eso la motivó más aún para esforzarse al máximo al día siguiente y ayudar a que el equipo fuera campeón ese año.

Mientras caminaba encontró a una de las mucamas de Angelique a la cual preguntó por su hermano quien le indicó que este se encontraba en la biblioteca.

-"Típico de él, ¿cómo no se me ocurrió?" – Pensó Silke con una amplia sonrisa en medio de su andar hacia Robert.

Llegó a la puerta exterior, la abrió cuidadosamente e ingresó cerrándola. Estaba diez minutos antes de la hora acordada, así que ingresó hasta dar con su hermano, el cual se hallaba sentado en un sillón en la sala de lectura leyendo con la luz natural que entraba por la ventana corrida.

Robert alzó la vista enseguida al reconocer a la castaña y cerró inmediatamente el libro.

-Me alegra que hayas llegado. – Le dijo poniéndose de pie como un caballero suele hacer ante una dama.

-Gracias, estuve estudiando a mi próximo oponente, y necesitaré ayuda extra para realizar una nueva estrategia. – Correspondió mientras tomaba asiento seguida por Robert.

-Por supuesto Silke, lo que necesites, ¿gustas un té? – Le ofreció alzando un teléfono cercano.

La germana negó con la cabeza. – Muchas gracias, pero estoy bien, no falta mucho para la merienda. – Dijo cruzando agraciadamente los talones.

-Y bien, ¿de qué querías hablarme? – Preguntó Silke con curiosidad.

-Es respecto al desarrollo del torneo y de tu equipo en él. – Apuntó Robert de inmediato.

Silke parpadeó interesada.

-Este evento ha conseguido que el laboratorio americano con el que trataríamos el acuerdo hasta finalizar el mundial se haya adelantado precisamente al día de hoy. – Confirmó Robert el detalle a su hermana menor quien de inmediato alzó ambas cejas sorprendida por aquello.

-Son excelentes noticias. – Se alegró de pronto sonriendo incrédula.

-Lo son, aceptaron nuestra oferta, en realidad pensé que querrían que disminuyéramos el precio, pero al final aceptaron lo que pedíamos. –

-Bien. En ese caso este año Tecnologías Jürgens podrá aumentar sus acciones, ya que tenemos a los Hiwatari y a este laboratorio. – Sonrió Silke complacida, estaba feliz al saber que en su primer año oficialmente trabajando en la compañía familiar, habían cerrado tratos con dos valiosos clientes en el continente Americano y Asiático.

-Es algo sin precedentes, y por ello, tendré que pedirte más de lo que ya has hecho. – Solicitó un poco incómodo.

Silke frunció ligeramente el ceño, no entendía del todo.

-¿A qué te refieres? – Cuestionó curiosa y extrañada.

-Los americanos han solicitado que el trato sea realizado directamente contigo, ya que han visto tu desempeño en el torneo y te has ganado su confianza, por lo que esperan que tras la final partas con ellos. –

Silke se mantuvo pensativa. Si se iba con los americanos no podría permanecer cerca de Kai, tal vez ya no volvería a verlo, dado que la fabricación de sus chips tardaría por lo menos seis meses, y la logística de importaciones y exportaciones la verían los propios empleados de la compañía alemana con los de las compañías japonesa y rusa. Se sintió algo abrumada por la responsabilidad que le dictaba alejarse de un chico en quien ahora confiaba ciegamente.

Robert notó de inmediato la angustia en su obediente hermana, así que actuó preocupado tras su largo silencio.

-Oye… - Le susurró dejando la formalidad. – Ellos solicitaron esto pero no tienes que ir si no quieres, acabas de volver, yo tampoco quiero alejarte de tu casa y amigos de una manera tan abrupta. –

Silke miró sus manos con melancolía. Hacía un mes, aquel viaje no le hubiera importado en lo más mínimo, pero ahora sentía algo que no comprendía, era difícil de explicar, como si le faltara el aire solo de pensar en dejar el negocio con los Hiwatari, dejando a Kai de lado.

-No quisiera ir… pero… es necesario hacer lo correcto. – Replicó con firmeza las palabras que su padre solía usar.

Robert también honraba esas palabras, ambos habían sido criados en el seno de un antiguo linaje y debían responder por ello, sin embargo, percibió que ella había cambiado, las decisiones que antes tomaba con rapidez ahora eran ambiguas.

-No tienes de qué preocuparte, ellos vendrán mañana a hablar esto directamente contigo, diles la verdad, que estás cerrando un negocio con Kai, tendrán que entenderlo. – La tranquilizó su hermano acariciando su mejilla con el dorso de su diestra. – Además, yo puedo atenderlos a ellos en tu lugar. -

Ambos ojos aguileños se observaron con cariño. Silke asintió, no tenía por qué dudar, tenía y quería estar en el negocio de los Hiwatari, con Kai, solo debía decir la verdad de la situación y con el apoyo de Robert, los tres flancos ganarían.

-Está bien, les diré que tú eres mi mano derecha. – Le sonrió Silke con dicha a su hermano quien también rió ante la ironía.

-Asegúrate de hablar bien de mí. – Rió con ella.


La hora de la cena llegó, y el comedor principal estaba repleto, con el equipo de los Majestics y los Blitzkrieg Boys unidos.

Afortunadamente la princesa poseía una mesa lo bastante grande para acomodar a doce personas en ella. La rubia se sentó en la cabecera de un lado, con su prometido a su izquierda y su amiga Silke a la derecha. Del lado de Silke se encontraba Tala, Ian, Bryan y Spencer, y junto a Oliver estaba Robert, Johnny y Enrique.

La cena comenzó y esta vez resultó más divertida que en otras ocasiones, gracias a que Enrique decidió que era mejor hallar un tema en común con los rusos que parecían llevarse bien, incluso con su remilgosa prima.

-Oigan, siempre tuve una duda sobre ustedes, ¿cómo obtuvieron a sus bestias bit? – Preguntó tras darle el primer sorbo a su sopa.

Tala miró de reojo a Silke quien asintió amistosa, además ella también tenía curiosidad.

-¿Es muy necesario? – Dijo Tala a modo de respuesta, no estaba seguro si fuera lo mejor hablar de las circunstancias en que habían obtenido a esas bestias bit, mucho menos en una cena tan elegante.

-Vamos, no es necesario hundirnos en detalles, la primera vez que vi a Gekiryu me aterré por completo. – Animó Silke a que la charla fluyera.

La princesa quiso apoyarla así que continuó con el tema.

-¡Ay lo sé! Cuando mi padre dijo: "Él es la bestia bit que protege a nuestra familia y ahora es tuya", lo primero que pensé era que se trataba de un mago, ya saben, por aquello de la capucha que lleva, esperaba que sacara un conejo de entre sus ropas, y me enojé cuando descubrí que no lo era, me sentí estafada, pobre Moinemerlyon, nunca había tenido una ama tan joven, y aún así es el mejor amigo que una princesa puede tener. – Aclaró la rubia mordiendo una pieza de pan.

Oliver sonrió con ternura al escucharla hablar de aquello.

-Cuando me encontré con Unicolyon lo único que quería hacer era cabalgar sobre él, también me decepcioné al saber que eso no iba a ser posible.- Rió el francés.

-¿Robert? – Cuestionó Silke sonriente.

El alemán no quería, pero haría lo que fuera por su hermana.

-Está bien, quería empezar una guerra con él. – Dijo fríamente extrañando a todos los presentes.

Silke comenzó a reír agraciada y miró a su equipo.

-Bueno, las historias familiares siempre hablaban de cómo los Jürgens habían salido victoriosos al lado de Griffolyon a lo largo de los Siglos, creo que para un niño de 6 años eso debe ser bastante heroico. – Explicó ella, a lo que Robert asintió alzando los hombros.

Los rusos comenzaron a entender la dinámica y a sentirse más cómodos con la charla, así que interesados continuaron cenando escuchando a los europeos antes de que llegara su turno.

-Yo quise meter el blade de Salamulyon a la chimenea… - Confesó Johnny un poco apenado. - ¡Pero tenía 5 años! ¡No pueden culparme! – Insistió.

-Ay… vamos, eso no fue lo que pasó, diles la verdad. – Le pidió Enrique dándole un amistoso codazo por encima de su yeso. – ¿O prefieres que lo cuente yo? – Le insinuó por molestar.

-No sé de que hablas. – Negó el pelirrojo.

-Te lo advertí. – Dijo el italiano. – Johnny le prendió fuego a la sala de estar de su abuela cuando quiso conocer a su bestia bit. – Susurró el italiano con una pizca demoniaca.

-¡Ay! ¡Pero quién demonios te dijo eso! – Exclamó Johnny sonrojado.

-Deidré durante un juego de verdad o reto. – Aclaró Enrique despreocupado pasando al siguiente platillo.

-¡Ah sí! ¡Pues se de buena fuente que cuando viste a Amphilyon te escondiste en un closet por tres días! – Se desquitó Johnny tras escuchar de la indiscreción de su prima.

-Oh vamos… Sé que puedes inventar algo mejor que eso. – Negó Enrique.

-Te pusiste a llorar como histérico, se lo dijo tu madre a la mía. – Concluyó la princesa probando la ensalada.

-¡Angelique! ¿Y tú le creíste a mi madre? Es una mitómana profesional, siempre dice cosas erróneas sobre mí. – Respondió haciéndose la víctima.

-Entonces, ¿qué pasó cuando conociste a Wolborg Tala? – Preguntó interesada la germana.

-Me paralicé. – Confesó con un toque de seriedad. – Pero, en ese momento decidí que quería ser un beyluchador, así que recelé del miedo y le mostré mis respetos al lobo alado, afortunadamente él me dio la oportunidad. – Concluyó captando la atención de los europeos.

-Vaya, eso suena peligroso. – Dijo Oliver.

-Las bestias bit de la abadía no habían pertenecido a nadie anteriormente, así que era algo nuevo para ambas partes. – Aclaró Tala.

-Yo no pude estar más feliz. – Continuó Ian. – Siempre me parecieron fascinantes los reptiles, así que cuando vi a Wyborg, para mí fue como el día de navidad. – Aseguró sonriente.

-En mi caso solo supe que quería que Falborg fuera mi compañero, luché contra otros aspirantes por obtenerlo, y todo salió bien para los dos, es un ave muy inteligente. – Mencionó Bryan omitiendo las partes sangrientas.

-Yo nunca había visto una ballena, vivía en una ciudad en las montañas, así que Seaborg era algo increíble. – Dijo Spencer con sinceridad terminando su plato.

-Por las bestias bit. – Alzó Silke su copa de pronto.

-¡Por las bestias bit! – Brindaron los demás con ella alzando sus copas de agua.

La cena se aproximaba a su fin y sin embargo, Silke no dejaba de mirar con ansiedad la silla vacía a un costado de Enrique.

Gérard se aproximó a la anfitriona quien le pidió llevaran el postre con café y té al salón del piano para seguir platicando ya que los dos equipos se habían hecho amigos. Silke no dijo nada, aquella era una oportunidad perfecta para encontrarse con Kai sin que nadie interfiriera. Cuando empezaron a pasar al salón platicando entre todos, Silke se aproximó al mayordomo hermano de menor de Gustav y pidió un favor.

-Podría decirle a la princesa que me siento muy cansada, por favor. – Pidió ella esperando que nadie notara su ausencia de inmediato.

-Seguro que sí fraülein, que pase buena noche. – Mencionó el sirviente.

Silke aprovechó que metían el pastel y las bebidas para alejarse sin ser detectada.


La castaña apresuró el paso, no quería ser interrumpida por nadie. Subió un piso y atravesó el palacio hasta llegar a las habitaciones para visitantes. Afuera, de cada habitación se encontraba una pequeña repisa con un florero repleto de flores frescas, y a un costado, un delicado cartón doblado de forma triangular escribía el nombre del o de los huéspedes.

Halló el que tenía el nombre de su socio y el capitán, así que se acomodó el cabello y el vestido, y llamó a la puerta con el dorso de la mano. Aguardó un poco nerviosa, pero nadie respondió. Llamó una segunda vez y nada pasó. Decidida, giró la manija y descubrió que no tenía seguro alguno, su corazón empezó a latir mientras abría la puerta descubriendo que la habitación solo estaba iluminada por la chimenea encendida. Logró distinguir a Kai sentado, viendo al fuego sin prestarle atención.

Silke entró y cerró la puerta gentilmente. Kai no la miraba y ella entendió que él se sintiera en una posición mala en el castillo de la princesa sin comprender que la restricción que le imponían para jugar Beyblade lo era por su bien, así que supo que Dranzer lo alegraría.

-Buenas noches Kai. – Saludó sin que él volteara.

Lucía serio, casi molesto, pero la castaña sabía que no era personal, simplemente esa era su personalidad usual. Vestía con el pantalón deportivo blanco y llevaba una camisa negra que enmarcaba sus músculos en brazos y pecho.

La chica se adelantó y se situó a un costado de él, de pie empezó a buscar algo entre su vestido.

-Solo venía a entregarte esto. – Dijo suavemente extendiendo su palma derecha hacia él.

Kai vio de reojo que su blade se posaba sobre la mano que ella le aproximó, en lugar de tomarlo, dio un rápido manotazo hacia la muñeca de Silke, consiguiendo que Dranzer saliera volando rebotando sobre el piso al otro lado de la habitación produciendo un desagradable sonido. Silke desvaneció su leve sonrisa, quedó impactada ante tal comportamiento, no sentía dolor alguno en la mano, sin embargo, la respuesta de Kai le parecía increíble.

-¡Pero qué te pasa! – Exclamó apenas pudiendo librarse de la conmoción. – ¡Sólo intento ayudarte! ¡¿Cuál es tu problema?! – Demandó saber aumentando el nivel de su voz.

-¡Tú eres mi problema! – Gritó también poniéndose de pie enfrentándola. – ¿¡Acaso no te das cuenta que estoy más que cansado de verte, harto de escucharte y enfermo de soportarte!? -

Silke ahogó un suspiro. Aquellas palabras sonaban increíblemente crueles. Sus ojos lo miraban perplejos, cambiando de enojo a incrédula sorpresa.

-Pero… - Intentó dialogar.

-¡Hasta cuando vas a entender que no te necesito ni a ti ni a nadie! ¡De no ser por ese maldito contrato, podría olvidarme de ti para siempre! – La interrumpió para finalizar la discusión.

Silke escuchó lo último con cuidado, no había arrepentimiento en su voz, sus palabras de desprecio bajaban por su garganta como vinagre.

La castaña bajó la mirada al piso, en medio de la penumbra sus ojos se empañaron de pronto y se sintió como una tonta al haber malinterpretado toda la situación.

-Muy bien. – Anunció de pronto controlando su voz temblorosa.

Kai no dijo nada, no le interesaba ningún tipo de relación con ella.

Silke dio media vuelta y llegó a la puerta, la abrió, antes de atravesarla alzó la vista una última vez hacia él, sus ojos se encontraron, en él yacía solo fastidio y en ella se notaba un poco de tristeza. Salió de la habitación y cerró la puerta con cuidado sin hacer el menor ruido.

Kai se mantuvo quieto. Se sentó sobre el sillón y contempló a Dranzer a lo lejos en el piso de la zona oscura de la habitación. Meditó lo que acababa de hacer. Parecía que finalmente ella nunca iba a volver, tenerla cerca le resultaba problemático, alejarla hacía mucho más simples las cosas. Tal vez le pidiera a Robert que concluyera el negocio por ella lo que trascendía un enorme beneficio, puesto que no podía soportar más su presencia interesada cerca suyo.

Silke avanzó lentamente, tenía un nudo en la garganta y no entendía del todo por qué. De pronto sintió como su mirada se distorsionaba y humedecía. Se detuvo por un momento y cerró los ojos; esperó a que sus lágrimas se disolvieran evitando así que salieran, no valía la pena llorar por alguien que no sentía la misma simpatía que ella. Continuó su camino hasta su habitación, donde se sintió más cómoda tras el rechazo de su compañero. Era difícil asimilar la situación, tan solo decidió recostarse abrazando su almohada, tratando de olvidar la actitud fría de Kai. Todas las sensaciones que llegaron a ella eran como si se sintiera enferma, percibía un fuerte dolor en una herida intangible.

– Ya no importa, después del torneo habrá mucho que hacer y esto quedará en el olvido. – Se aseguró a sí misma en un susurro con sus labios hundidos en la almohada, no podía negar que le había afectado, solo quería que ese mal momento terminara.

Transcurrieron algunos minutos, y tímidamente llamaron a la puerta. Ridículamente deseó que se tratase de Kai, pero de inmediato descartó esa fantasía, y evitó responder, no deseaba ver a nadie. Al no recibir respuesta, nuevamente llamaron, y una voz se identificó.

-Silke, soy Johnny, ¿podemos charlar? –

Silke se extrañó al saber que se trataba de su sobrino, pero esto no cambiaba el hecho de que prefería permanecer sola.

-Estoy indispuesta, podemos platicar mañana. – Reafirmó ella con la voz más neutral que pudo producir en ese momento.

-Por favor, necesito hablar contigo ahora, no te molestaría si no fuera importante. –

La insistencia de Johnny preocupó a su tía, quien decidió dejar su melancolía a un lado y platicar con alguien conocido. Se levantó y antes de salir se miró al espejo, su rostro lucía cansado pero no había evidencia de sufrimiento. Abrió la puerta levemente y distinguió al escocés con su brazo izquierdo enyesado.

-Lamento lo inconveniente de la hora, pero hay algo de lo que quiero hablarte, será solo por un momento, imagino que estarás cansada.- Dijo atento a la mirada somnolienta de Silke.

-No te preocupes, tomar aire me hará bien. – Respondió ella tranquilizando a su sobrino, cerró la puerta y comenzó a caminar un paso detrás de Johnny hacia el gran jardín del palacio Lemoine.

Llegaron hasta un pequeño puente que comunicaba un kiosco dentro del estanque principal y se detuvieron en el medio del mismo, viendo sus reflejos en el agua oscura como espejo con las estrellas y la luna de fondo.

Silke siguió su protocolo, esperando que el caballero iniciara la conversación.

-Sé cómo será la alineación de la final. – Habló de pronto el pelirrojo.

-Bueno, era de esperarse. – Respondió ella desganada, prefería no hablar de nada que tuviera que ver con el Beyblade.

Johnny conocía bastante bien a su tía, había permanecido como invitada un año entero en su casa tras la muerte a causa de una bacteria en África al Señor Jürgens y posteriormente el contagio a su madre, por lo que de inmediato notó la actitud tan distinta a la usual en ella. Sabía lo discreta que era con sus sentimientos, fuera lo que fuese que la perturbara se esforzó por no incomodarla.

-Sabes Silke, envidio a Angelique. – Dijo de pronto. Estas palabras extrañaron a Silke.

-¿Por qué dices eso? – Preguntó inquieta.

-Bueno, siempre se sale con la suya. – Afirmó Johnny admirando el palacio de la rubia con una sonrisa en el rostro.

A Silke le causó gracia que él lo admitiera tan abiertamente.

-Bueno, no todos pueden ser una princesa. – Sonrió para sí misma, incluso de niña ella había deseado ser una princesa también.

- Y en este torneo no fue distinto, ella fue la única que te apoyó desde el inicio, mientras que yo fui un pésimo amigo. – Confesó Johnny.

Silke lo miró curiosa.

-Me negué a comprender lo que sentías, y lo que eres, pensé que habías cambiado, pero esta siempre has sido tú, fui yo el que no quiso verlo antes, y no te negaré que me encuentro nervioso al igual que el resto respecto a tu combate con Hiro, pero ahora entiendo que es tu decisión y sólo quiero estar ahí apoyándote. –

Silke se sorprendió por esas palabras de aliento, completamente inesperadas de alguien tan orgulloso como Johnny, teniendo un gran efecto en ella.

- Eso sería maravilloso. – Respondió la castaña con una gentil sonrisa.

-Has llegado hasta aquí tú sola, conseguiste ese negocio con la familia Hiwatari y los americanos, tienes a toda Europa apoyándote y realmente veo que tú y esos rusos son un verdadero equipo. Así que, sólo puedo desearte que sigas haciendo lo que mejor sabes. – Concluyó con una satisfactoria sonrisa.

Silke asintió levemente, aún le dolía el corazón, pero las palabras de Johnny le habían hecho ver que aún tenía mucho por delante.

Johnny notó esa melancolía en ella, así que optó por darle su espacio; suspiró con fuerza llamando su atención.

-¡Vaya! Pensé que iba a tardar más en decirte todo esto. – Confesó el escocés. – ¿Quieres que te escolte de vuelta a tu habitación? – Se ofreció.

Silke negó con la cabeza.

-No, muchas gracias, creo que me quedaré aquí por un momento más. – Respondió ella con una sonrisa sincera.

-Entiendo. – Aceptó Johnny. – Descansa. – Mencionó despidiéndose de ella con un gesto de mano.

Silke lo vio retirarse y se quedó mirando a su reflejo sobre el agua. Aún tenía tanto que probarse a sí misma, que lo que pensara Kai sobre ella no tenía por qué afectarla. Ahora solo podía reparar en que tenía que sentirse orgullosa de sí misma.


Recuerden que después de la tormenta, viene la calma, pero una relación fuerte no se construye de manera sencilla.

Gracias por leer! En el siguiente capítulo todo se resolverá. Prometido!