¡Hola! ¡FELIZ NAVIDAD! ¡Sin excusas! Pero ya no quería prolongar más el shippeo… Este es otro capítulo larguísimo pero ya era hora de cerrar ciclos, me costó muchísimo escoger las palabras pero creo quedarán complacidas queridas lectoras y lectores : )

¡Gracias por seguir conmigo!

Reviews!

rebeca miguel

¡Hola querida amiga! ¿¡Qué tal!? Muchas gracias por tu comentario = 3 ¡Me ayuda mucho a seguir escribiendo! Me he esforzado mucho por no caer en monotonía, por eso tanto se ha prolongado la publicación de este último capítulo pero espero poder dar un giro más a la historia antes del desenlace, porque finalmente ambos personajes, Kai y Silke tendrán que enfrentarse de una vez por todas y nadie sabe que pueda pasar…

¡Agradezco de corazón tus buenos deseos! ¡Y espero este cap. te haga pasar un rato agradable!

¡Te mando muchos abrazos!

Saludos! 3

EileenAgreste

¡Hola Eileen! ¡Qué lindo tenerte de nuevo por acá! n_n Y más aún saber que el último capítulo te ha gustado tanto. A mí también me agradó la cercanía de ambos equipos, algo que tomó 34 capítulos para acontecer jeje Y bueno todos los enfrentamientos entre Kai y MA o Kai y Silke… esto no parece que vaya a terminar bien ¿o sí? Y más aún como dices con aquello que es del conocimiento de Kirill, y ni se diga de lo que posiblemente va a ocurrir en el torneo… ¡qué emoción! Perdón por la espera pero aquí ya está la conclusión : 3 Muchas gracias por tu comentario! Besos y abrazos!

BUENA LECTURA =^w^=


Capítulo 35

"Kai… ¡Kai! ¡Despierta…! ¡Te necesitamos…!"

El bicolor abrió los ojos y se sentó de pronto en su suave colchón mirando a todos lados en la oscura habitación. Juraba haber escuchado su nombre. A metro y medio de su cama solo distinguió la de el pelirrojo dándole la espalda mientras dormía inmóvil.

Kai inhaló profundo, quitó las cobijas y salió de su descanso buscando ropa, calzado y tomando a Dranzer con él. Salió por la puerta, no soportaba más estar encerrado en ese castillo.

Desde su cama, Tala a penas y giró un poco para divisar a su compañero. Debía sentirse muy confundido.

Kai salió por el pasillo iluminado con las luces al mínimo, lo suficiente para no tropezar en la penumbra.

Mientras avanzaba no dejaba de pensar en lo molesto que se encontraba con un equipo que parecía burlarse de él, y peor aún, atrapado en un castillo bajo los caprichos de una princesa, quien en cierta forma se parecía bastante a su detestable abuelo.

Bajó unas escaleras hasta llegar a una puerta que daba al jardín. La abrió pensando que de tener alarma, al menos le quitaría el sueño al resto de los habitantes de aquella familia. No tenía seguro.

Kai avanzó y llegó a un plato de juego hundido en el pavimento cercano a una fuente la cual emitía un ruido relajante. Observó a Dranzer y relajó el ceño.

Hacía un mes, sus compañeros hacían todo lo que él pedía, entrenaban todo el tiempo, Tala difícilmente se había opuesto a sus deseos por lo que los Demolition Boys se habían sabido comportar y ahora irónicamente preferían pasar el tiempo con un par de niñas ricas. Incluso su mejor amigo no acudió a su llamado la noche anterior en la habitación de Silke. Sentía una gran frustración al verse traicionado por todos, en especial por la que hasta hacía unas semanas, era más una empleada y una beyluchadora que no podía alcanzarle, y ahora se estaba viendo superado, incluso Black Dranzer había sido incapaz de darle la victoria.

¿Cómo había llegado a esto?

Se serenó un poco. Silke no volvería a molestarlo, todo volvería a ser como antes, donde nadie más que él controlaba la dirección de su vida.

Kai lanzó su blade y observó a Dranzer girar en círculos dentro del beyestadio.

Sólo tenía que soportar tres días más y no tendría que volver a saber de ella o de los Blitzkrieg Boys. Algo en su interior siempre supo que no podía confiar en ellos, pero al menos eran útiles para el torneo.

De pronto sonrió bajo las estrellas mientras sentía el poder de Dranzer fluir nuevamente a través de sí mismo.

Él podía arreglárselas solo.


Aún estaba oscuro cuando un par de ojos se abrieron. Miró las manecillas que brillaban tenuemente en la oscuridad sobre su mesita a su lado izquierdo. 04:50 am. Diez minutos antes de que sonara la alarma.

Se incorporó y desactivó el sonido.

Silke encendió la luz y fue al armario donde había varias prendas suyas, las cuales solía dejar en casa de Marie-Angelique en caso de que la visitara repentinamente. Buscó entre los ganchos y obtuvo una falda negra de longitud media y entallada, una blusa blanca de manga larga y cuello alto con botones al frente, además de un par de zapatos de tacón clásicos en color negro. Los dejó listos colgando de un perchero y prosiguió a asearse.

Tras la ducha, se vistió con las prendas elegidas y recogió su cabellera en un moño alto y elegante. Se puso un poco de perfume en el cuello y las muñecas y estuvo lista para dejar la habitación 45 minutos después de haber despertado.

Llegó al comedor antes que nadie y tomó asiento a un costado de la cabecera. Esa habitación destinada para 12 personas estaba bellamente arreglada. Muros blancos con columnas griegas en las cuatro esquinas, piso de madera oscuro y un amplio ventanal que daba al jardín. Se quedó sentada en silencio aguardando la llegada de Robert, hasta que Gérard que pasaba por ahí se detuvo en el pasillo al ver a alguien más levantado tan temprano.

-Fraülein, buenos días.- Saludó cortés.

-Buen día Gérard. – Respondió ella con una leve sonrisa.

-Hoy madrugó antes que todos los invitados. Dígame, ¿puedo enviarle un té mientras espera a su hermano? – Ofreció atento.

-Sí, por favor y los periódicos del día.- Añadió ella.

-De inmediato.- Acató la orden el mayordomo para salir a hacer el pedido de la dama.

Silke permaneció en la misma postura, admirando las pinturas barrocas que cubrían los tres muros del comedor principal mientras el sol empezaba a asomarse sobre el horizonte tras el ventanal.

Minutos después, una mucama atravesó la entrada del comedor llevando consigo una amplia charola dorada con cinco periódicos diferentes y una tetera con la taza que hacía juego, además de una hermosa azucarera dorada.

Se acercó a Silke y puso la taza frente a ella, sirvió la mezcla aromática hasta un dedo antes de llenarla y dejó la tetera por si a la dama se le ofrecía más. Colocó la azucarera a su alcance y dispuso cuidadosamente los cinco diarios de mayor circulación en Europa sobre la mesa, acomodados de cierta forma en que se leía fácilmente el encabezado de cada uno al mismo tiempo.

-Señorita, ¿gusta que vayamos preparando el desayuno? – Preguntó la mucama.

-Sí, por favor, probablemente Robert llegará en unos minutos. –

-Desde luego, daré aviso al chef, con permiso. – Se despidió antes de retirarse.

Silke levantó la taza y tomó un sorbo.

El sabor inmediatamente la reconfortó. El té negro con toques cítricos aclararon su mente.

Paso a revisar el primer diario perteneciente a Mónaco. En la primera plana estaba obviamente una fotografía de los Blitzkrieg Boys durante la disputa con Dingo Crash en Versailles, cortesía sin duda de la familia Lemoine. Silke observó rápidamente los demás periódicos, cuatro de cinco tenían información referente al equipo ruso, sin embargo, el periódico americano mostraba a Tyson con Daichi y Hiro en medio de un entrenamiento.

"¿Podrá conseguir mantener el título?"

Se leía en el encabezado.

Silke optó por leer ese periódico, así que al abrirlo se saltó toda la información pertinente al torneo, hasta llegar a la sección de finanzas. No tenía problemas con leer inglés, francés, italiano, español, ruso o incluso árabe, así que empezó a leer la información.

Wall Street marcaba un aumento en las acciones mundiales para esa misma semana en que el evento de beyblade concluiría.

Desde luego que la BBA nunca habría generado tantas ganancias sin haber apostado por un torneo con mayor número de equipos y enfrentamientos de 3 vs 3, y ver a Tyson defendiendo su título por cuarto año consecutivo era algo muy peculiar; algunas personas aún apoyaban al japonés mientras que otras añoraban por conocer a un nuevo campeón.

Cerró ese periódico y pasó al diario de su país donde en primera plana se encontraba enfocada Silke con su equipo detrás suyo. La sección de turismo señalaba que Berlín ya estaba preparada para recibir al menos quinientos mil aficionados, de los cuales, solo setenta y cinco mil podrían ver la gran final en el Estadio Olímpico de los Jürgens; sin embargo, restaurantes, bares y plazas públicas también transmitirían el evento. Así mismo, pequeñas ciudades adyacentes a Berlín se habían visto beneficiadas al poder brindar más espacio para albergar a toda la multitud que asistía apoyando tanto a los BBA Revolution como a los a Blitzkrieg Boys desde cada extremo del planeta.

Silke dobló cuidadosamente el periódico cuando Robert ingresó a la habitación. Su hermano vestía acorde a la ocasión. Camisa blanca, un saco azul obscuro y pantalones del mismo color con elegantes zapatos cafés.

-Buenos días Robert. – Saludó poniéndose de pie.

-Buenos días Silke. – Correspondió aproximándose hasta ella mientras observaba detalladamente su vestuario. – Luces encantadora y profesional, a nuestros socios les agradará. – Puntualizó mirándola de arriba hacia abajo, de alguna forma sintió un poco de melancolía, su hermana menor ya era una mujer adulta.

Silke agradeció silenciosa cerrando los ojos por un momento. Robert señaló con la palma de su mano para que ambos tomaran asiento. Silke fue la primera en hablar.

-Estoy lista para cerrar este trato. – Dijo la castaña tomando otro sorbo de té.

-Perfecto, en ese caso le pediré a Gustav que aliste mi equipaje para salir en cuanto finalice el torneo…-

-No. – Pronunció la castaña mientras bajaba la taza de vuelta al plato.

-¿No? – Se extraño Robert alzando una ceja.

-Será mi equipaje el que preparará. – Pausó. -Tenías razón, yo debo ir. – Concluyó seriamente.

-Pero, ¿y tú negocio con Kai?-

-A él no le importará; anoche trabajé en el contrato, ya tiene mi firma, te cedo todos los movimientos, sé que ustedes se entenderán. – Declaró restándole importancia.

Robert se confundió ligeramente. Silke actuaba muy diferente a la tarde anterior, aunque por otra parte, ella siempre había sido muy responsable con todo lo que tenía que ver con su familia, por lo que confío en su juicio sin hacer preguntas.

-De acuerdo, será como tú lo propones. – Aceptó el germano.

Silke asintió con indiferencia cuando dos empleadas entraron por las puertas llevando el desayuno para los hermanos.


Una hora más tarde, Silke y Robert se encontraban detrás de la zona de seguridad delimitada por un círculo trazado sobre el pavimento, donde un helicóptero civil descendía moviendo las prendas de los Jürgens sin afectar demasiado los perfectos peinados de los hermanos.

La aeronave azulada apagó su rotor y el copiloto descendió para abrir la puerta trasera del mismo, dejando bajar a un grupo de dos hombres y una mujer vestidos con formalidad para su encuentro con los alemanes.

Se quedaron mirando por un instante, hasta que Robert fue el primero en hablar.

-"Bienvenidos sean a Mónaco, Mr. Johnson, le presento a mi hermana Silke, es un honor que hayan venido a visitarnos."- Saludó a los americanos en perfecto inglés con acento británico.

-"Mr. Jürgens, Miss Jürgens"- Puntualizó el hombre rubio que iba a la cabeza. –"Estamos muy agradecidos de que hayan aceptado esta reunión, en especial con lo ocupados que deben estar debido al juego que se aproxima." – Dijo ofreciendo la diestra, la cual Robert estrechó de inmediato, mientras posaba sus ojos primero en Robert y finalmente en Silke.

La alemana entendía que era su momento de hablar así que estiró levemente la zurda señalando el camino.

-"Señorita, caballeros, por favor síganme." – Indicó con educación y un acento un poco diferente al de Robert, debido a su estancia en casa de los McGreggor su acento tendía a ser más marcado.

El grupo avanzó siguiendo a la dama y Robert cerró el grupo, listos para proceder con los negocios.


Hacia las 9 am, el comedor nuevamente se llenó de los invitados de Marie-Angelique. La rubia se encontraba de buen humor ese día gracias a que su gran amor estaba a su lado.

Los Blitzkrieg Boys se sentían más cómodos en compañía de los Majestics, incluso Kai se había presentado al desayuno, su mente finalmente se hallaba tranquila.

A pesar del entretenido cuchicheo, Tala notó de inmediato la ausencia de los Jürgens, así que preguntó su paradero a la anfitriona.

-Disculpa, ¿dónde están Silke y Robert? – Cuestionó con interés a la rubia quien con una gigantesca sonrisa le miró.

-Ahora mismo se encuentran en una junta con unos clientes americanos, creo que no los veremos hasta más tarde. – Respondió alzando los hombros despreocupada para volverse a la melosa conversación que tenía con Oliver.

-Olvídense de ellos, en sus cabezas primero están los negocios y después el Beyblade. – Respondió Enrique mirando al pelirrojo mientras una empleada rellenaba su taza de café.

-Ya veo. – Dijo cortante Tala volviendo a su desayuno. Entendía que Silke se había alejado de un negocio para estar con ellos en el equipo, y ahora que las cosas marchaban bien, era lógico que también cumpliera con las obligaciones de su familia.

-¿Es eso cierto? Con la reputación de Robert en el deporte, pensé que tendrían asistentes que se ocuparan de estos detalles por ellos. – Opinó Bryan.

-Difícilmente sueltan las riendas de la compañía que les heredó su padre, - Intercedió Johnny. – incluso Silke, siempre quiso ser médico pero cuando sus padres se fueron, eligió estudiar negocios para apoyar a Robert. – Comentó el escocés con seriedad. – ¿Qué niña de 12 años planea algo así? – Cuestionó sorprendido.

Kai escuchó atento ese comentario y se guardó sus conclusiones para sí mismo.

-Por cierto, - Preguntó Oliver llamando la atención de los presentes. – ¿Qué han pensado de sus rivales, los BBA Revolution? Saben, tienen un jugador que nos han vencido a todos aquí, incluyendo a Robert y a Silke. – Se refirió preocupadamente a Tyson.

Tala estaba por responder, cuando alguien se le adelantó.

-Tyson es mío. – Mencionó Kai desde la silla más alejada del grupo. – Con permiso. – Concluyó con la mínima educación poniéndose de pie para retirarse a entrenar.

Kai abandonó el comedor y el resto de ambos equipos se mantuvo en silencio por algunos segundos observando la salida del ex Blade Breaker.

-Aún sigue sin integrarse, ¿no? – Preguntó Oliver obviando el fallo en el equipo. -Así nunca vencerá a Tyson. – Aseguró el francés seguido por Angelique quien asentía a lo que su prometido decía envolviendo su mano entre las suyas.

-¿Hablas de Kai? – Se burló con sarcasmo Ian. – Sería más fácil que Boris se volviera un buen samaritano. –

-El año pasado, "casi" lo hacía… hasta que descubrimos que él estuvo detrás del Batallón Barthez y luego formó la liga BEGA, cuidado con lo que deseas. – Respondió Enrique bebiendo de su taza.

-¡Exacto! sabemos que nunca cambiará… Pero nuestro equipo se mantiene fuerte, aunque no contemos completamente con él.- Argumentó el ruso de cabello negro.

Spencer asintió cruzado de brazos, los miembros de su equipo eran implacables.

-Su orgullo será su perdición. – Pronunció Johnny de pronto y todos dirigieron su atención hacia él.

Tala se mantuvo atento escuchando los puntos de vista de los europeos.

-Él solo se mantiene enfocado en vencer a Tyson, pero ese bocafloja… él nos hizo un equipo a nosotros, nos hizo notar que nuestro orgullo propio no se comparaba con la amistad y la confianza en su equipo, aquella vez, aunque no lo admita, Kai tuvo el apoyo de su equipo, y me fue imposible ganarle, sabe que eso lo hace llegar lejos pero se niega a corresponderlo, quiere hacerlo todo solo. – Aseguro. Johnny admitía que Kai era un gran beyluchador, pero sabía que podía ser inclusive mejor si tan solo fuera menos soberbio.

-Constantemente ese ha sido su problema. – Dijo Tala. Entendía la preocupación del grupo que ahora estaba completamente de su lado. – Nosotros siempre hemos sido un equipo, y él solo está aquí debido a las reglas del torneo, es cierto que contamos con él para derrotar a Tyson, pero él piensa que si no lo hace por sus propios medios eso le restaría méritos a su victoria, no quiere ganar porque un equipo esté ahí apoyándolo. –

Enrique torció los labios.

-No puedes ir y decirle palabras tiernas para que lo entienda… vomitaría. – Admitió el italiano, aquello no era tema a discutir entre hombres.

- A menos que seas el bocón de Tyson a quien no le importa sonar ridículo, es imposible llegar al subconsciente de Kai. – Señaló Spencer.

-Es por eso que debemos ganar cada punto, en caso de que ocurra lo peor. – Confirmó Bryan seguro.

-Bueno, tú ya derrotaste a Daichí al principio del torneo, aún así te recomiendo vayas con cuidado, podría darte la vuelta gracias a las porras de Tyson. – Le aconsejó Oliver a Tala.

-Ese niño es un verdadero jugador, tiene la misma chispa que Kinomiya… - Admitió con media sonrisa. – Aún así, obtendremos los tres asaltos a nuestro favor. -

-Pero uno de esos puntos es el de Silke contra Hiro, no es así… - Notó Johnny con poco entusiasmo.

-¿¡De qué hablas Jonathan!? – Preguntó la princesa con altanería, llamándole por su nombre completo. – Silke lo hará pedazos. – Sentenció ella con seguridad, sin embargo su ánimo se apagó cuando incluso Oliver bajó la mirada. - ¿Por… qué se ponen así? – Preguntó incómoda ante el silencio de parte de los presentes.

-Hiro es muy peligroso. – Respondió Tala por todos. – Fue capaz de involucrarse con Boris, sólo para que Tyson se volviera más fuerte. –

La princesa sintió un vacío, aún así no se retractó.

-Eso no importa, tiene a Gekiryu con ella, es la bestia bit más fuerte que conozco, él no permitirá que pierdan. – Afirmó la rubia.

-Aún así… - Prosiguió Ian, esta vez sin una pizca de sarcasmo. – En una Beybatalla, el 30% la gana la bestia bit, pero el otro 70% es únicamente del beyluchador, y hasta donde tengo entendido, Hiro es un experto, probablemente sea el jugador más fuerte de todos, pero no le interesa el campeonato, solo quiere que su hermano lo supere, no importa quién se entrometa… viste como dejó Brooklyn a Kai, cortesía del plan de Hiro… -

Los europeos se congelaron, sabían que la batalla no sería fácil, pero recordar el estado de alguien tan fuerte como Kai tras jugar con el talentoso beyluchador de BEGA les produjo un escalofrío al pensar en la castaña.

-¿Silke… lo sabe? – Dudó la princesa acerca del conocimiento de su amiga respecto a su adversario.

-A estas alturas… ella no dará un paso atrás. – Aseguró Tala.

Johnny temía aquello. El orgullo de los Jürgens podía ser tan necio como el de los Hiwatari.


Afuera, Kai se había adentrado en el frondoso jardín hasta dar con un paraje dramático y solitario, donde diversas columnas con capiteles decorados con hojas de olivo y estatuillas de dioses helénicos adornaban un estanque elíptico con algunas piedras que sobresalían al centro.

Parecía un buen lugar para probar maniobras arriesgadas rodeado del elemento inverso de Dranzer. Así que listo para probar sus habilidades, lanzó su blade hasta que subiera por una de las columnas y se trasladara por sobre las cabezas de las figuras humanas con singular facilidad.

Su cuerpo y espíritu se sentían fuertes otra vez, tenía a Dranzer de nuevo con él y su mente volvía a estar serena y concentrada.

No le interesaba la batalla de Tala, mucho menos la de Silke, incluso si perdían el campeonato, para él solo contaba vencer a Tyson.

Personalmente, el dinero que había perdido en el trato mercantil con Silke ya estaba saldado gracias a los patrocinadores, así que le había restado importancia a que el equipo de su abuelo se coronara campeón ese año. Sin embargo, Tyson era quien ahora recibía su entera atención.

A pesar de que durante el torneo el campeón había mejorado mucho su control sobre Dragoon, casi había caído en la trampa de Silke, por lo que esperaba que a raíz de aquello, no volviera a confiarse. Quería experimentar toda la destreza que Tyson había obtenido a lo largo de ese último año.

-Espero que estés entrenando duro, porque esta vez será diferente… - Pronunció emocionado.


Al interior del complejo, un reducido grupo de americanos y alemanes charlaba cómodamente en una sala de juntas con el jardín rodeando los muros de cristal.

-En ese caso, partiremos en cuanto termine la tercera ronda y antes de que inicie la fiesta de clausura, así evitaremos el caos de los aficionados en el aeropuerto. – Mencionó la mujer revisando la agenda para corroborar la salida del vuelo.

Robert miró a Silke quien asintió sin musitar.

-Estoy de acuerdo, no hay tiempo que perder. – Dijo la castaña.

El Señor Johnson sonrió tras la apertura de Silke.

-Estamos muy complacidos de que haya aceptado nuestra invitación Señorita Jürgens. – Dijo en inglés un hombre que rondaba los cuarenta años, con ojos verdes y cabello rubio cenizo.

-Soy yo quien agradece su amable invitación, sé que formaremos un gran equipo de trabajo. – Correspondió ella sin titubear.

-En ese caso, requerimos su firma en estos contratos por favor. – Agregó el segundo hombre de cabello negro y ojos azules, quien parecía ser el asistente del Señor Johnson y ofrecía un paquete de por lo menos quince hojas.

Robert intercedió antes que su hermana y echó un vistazo a los documentos.

-Seis meses. – Leyó Robert en voz alta.

-Es lo mínimo que requerimos del apoyo de su hermana para la planeación y desarrollo de estos productos, desde luego que podrá hacer visitas a su planta en Estocolmo, pero para una buena coordinación, querríamos que la Señorita Jürgens trabajara por lo menos medio año en nuestras instalaciones, le otorgaremos un apartamento en la zona oeste de Central Park, con chofer y una asistente para que tenga una gran estancia con nosotros. –

Robert no tenía idea que sería un tiempo tan largo, así que miró a su hermana por un instante.

Silke se mantuvo sin sorprenderse, solo estiró la mano izquierda para que Robert le pasara los papeles mientras que en la diestra sostenía una pluma.


Para el medio día, los cuatro Blitzkrieg boys entrenaban en un gran plato de granito en medio del área deportiva ajardinada afuera del palacio, cada uno se mantenía sobre una plataforma con una pequeña escalinata para tener una mejor visión del plato. Increíblemente el beyestadio lucía impecable, ya que en esta ocasión sus golpes eran mucho más certeros entre sus blades sin afectar tanto el campo de juego.

A una distancia prudente de cinco metros, se ubicaba una zona con muebles adecuados para el jardín con asientos, mesas y parasoles, desde la que los Majestics disfrutaban de observar las jugadas de los finalistas del torneo.

-Con qué por eso no pude engañarlo… - Pronunció Enrique bebiendo de una limonada al observar a Tala por lo menos dos jugadas adelante de sus tres camaradas que lo atacaban simultáneamente.

-Cuando te acorralan tiendes a ser un poco precipitado… - Comentó Johnny obviando la falla de su compañero.

-¡Oye! No durarías ni cinco minutos con cualquiera de ellos. – Se defendió el italiano, quien ya había experimentado en carne propia su fuerza, aunque en ese momento, parecía que se habían vuelto mucho más poderosos en un lapso de cuatro días desde su encuentro.

-A mi me sorprende lo bien que manejan sus blades, no sé si solo soy yo, pero pareciera que sus ataques fluyen con mayor agilidad según avanza la batalla. – Opinó Oliver sin quitar la atención del plato.

Marie Angelique blandió su abanico mientras sonreía complacida. Parecía que ese año su familia y amistades obtendrían muchas ganancias, además de que y el prestigio de su marca de ropa incrementaría convenientemente.

En el plato de juego, Spencer e Ian ya habían concluido la batalla, sin embargo, Bryan aún seguía oponiéndose a Tala, hasta que este lanzó su mejor ataque que desgastó a ambos blades ocasionando que se tambalearan peligrosamente, hasta que uno cayó primero que el otro.

-Buen trabajo Bryan. – Felicitó Tala a su camarada quien estuvo a solo un giro de vencerlo.

-Desde nuestra aventura, mi comunicación con Falborg ha mejorado bastante, ahora me siento mucho más intuitivo. – Aseguró complacido el segundo más alto cuando se distrajo a causa de una mujer que se aproximó hasta ellos una vez concluida la batalla, detrás de la cual se acercaba un grupo de personas en ropa de tonalidades oscuras.

-Chicos, alguien desea conocerlos. – Les habló con naturalidad.

Tardaron un poco en reparar que se trataba de Silke quien les llamaba, pero se veía diferente con el peinado y la ropa tan formal.

Tala hizo señas a sus compañeros y se aproximaron cuando vio al pequeño grupo de dos hombres y una mujer de negocios caminar hacia ellos junto con Robert.

Al encontrarse las dos partes, Silke inició las formalidades.

- Permítanme presentarles a mi equipo los Blitzkrieg Boys, chicos, él es Mr. Johnson - Introdujo Silke en inglés al hombre.

El americano se aproximó a Tala y ofreció su mano, la cual Tala estrechó por mera cordialidad.

-Increíble, son mucho más impresionantes en persona. - Dijo pasando su vista del capitán hacia los otros. – Ustedes son los héroes de América, todos están apostando a su favor, claro que vencieron a nuestro equipo los PPB All-Starz, pero fue una buena batalla, así que les deseamos lo mejor en la final. -

Tala miró discretamente a Silke, quien devolvió un leve asiento de cabeza.

-Agradecemos su preferencia Mr. Johnson, daremos todo en el combate. – Respondió Tala cortés en inglés americano. *

-Sabemos que sí, han demostrado su confiabilidad en los juegos pasados, por eso mismo lamentamos llevarnos a uno de sus miembros antes de la fiesta de clausura del torneo. –

Tala observó autoritario a su compañera, quien sostuvo la mirada sin parpadear.

-No hay cuidado.- Concluyó Tala, si la decisión de Silke estaba tomada ya no quedaba mucho por hacer.

-Pues en ese caso estaremos atentos desde el estadio, jóvenes, fraülein. – Se despidió el caballero.*

-Hasta pronto. – Correspondió Silke educadamente con las manos cruzadas bajo su cintura. *

Una vez que se alejó el grupo escoltado por Gérard quien aguardaba a lo lejos, Tala se aproximó a ella.

-Pensé que querías las paces con Voltaire, ¿cómo crees que se tome esta salida no autorizada? – Demandó saber Tala con el semblante serio. Si ella actuaba de esa forma tan parecida a la de Kai, no era posible que Voltaire perdonara fácilmente tal ofensa.

-Nosotros ganaremos el campeonato, además he cumplido con todo lo que ha pedido, no creo que le importe mi ausencia. – Respondió con seguridad mientras veía retirarse a sus nuevos socios.

Bryan resopló y Spencer se cruzó de brazos inconforme, mientras Ian negaba guardando a Wyborg en su cinturón. Parecía que el equipo volvería a reducirse.

-Vamos chicos, ustedes lo comprenden ¿no es así? – Los cuestionó al notar aquel descontento.- Ustedes son beyluchadores profesionales, y… esto es lo único en lo que soy buena, es una oportunidad que no puedo dejar ir. – Pronunció Silke bajando la mirada con un toque de amargura. Amaba ser parte de los Blitzkrieg Boys, pero el trato que los había unido casi un mes atrás ya se había cumplido, por lo que volverían a sus caminos separados.

-Eres demasiado modesta. – Le regañó Robert de pronto captando la atención del equipo entero.

Silke sonrió tímida ante las palabras de su hermano, al mismo tiempo se aproximó el resto de los Majestics.

-Bueno, es que no he tenido los mismos años de experiencia que ustedes, por lo que necesitaré de su ayuda. – Añadió Silke mirando a los europeos.

-¿Qué clase de ayuda? – Preguntó Johnny.

-He estado analizando mis jugadas y las de Hiro, por lo que necesito un rival, pero debe ser alguien a quien no haya visto jugar y contra quien tampoco haya peleado, para poder probar esta nueva estrategia. – Lo último descartaba por completo a casi todos los presentes, de no ser por que las pupilas de Silke se posaban en alguien que se sorprendió al notar que era la única opción.

-¡¿Yo?! – Exclamó señalándose a sí misma con el índice derecho.

Los Majestics ahogaron un suspiro, y los Blitzkrieg boys vieron extrañados a su compañera; habían sido testigos del poder de Moinemerlyon, no parecía ser una buena idea.

Silke sonreía ampliamente cruzada de brazos y fue la primera en hablar.

-Creo que sería interesante esa batalla ¿no te parece? Además, prometiste darle todo tu apoyo a mi equipo para que llegue a la final. –

-Silke… ¿estás completamente segura? – Preguntó Oliver dudoso.

-Por mí está bien, a menos que Marie-Angelique me tenga miedo. – La desafió burlesca.

De inmediato los ojos de Angelique se abrieron con incredulidad y un tinte rojo iluminó sus mejillas. Silke la estaba provocando frente a todos.

-No sabes con quién te acabas de meter querida… - Sentenció la rubia avanzando hacia el bey estadio.

Silke sonrió y la siguió.

-¡¿Y tú de qué te ríes?! -Exclamó Oliver preocupado al ver una boba sonrisa en el rostro del italiano.

Enrique negó subiendo los hombros.

-Oh nada… pienso que es una lástima que no tenga leones aquí… -

-¡Silencio! – Exigió Robert mirando a las damas. – No deberían subestimarlas. -

Los rusos por su parte, mantuvieron la seriedad. Aunque Enrique viera todo aquello como una entretenida batalla, ellos sabían que Silke hablaba muy en serio; verdaderamente quería probarse a sí misma. Tala avanzó con sus camaradas del lado en que Silke se posicionó sobre la plataforma, mientras que los Majestics lo hicieron detrás de la Princesa.

-¿Alguien podría prestarme un lanzador? – Solicitó Silke al ver a Marie-Angelique quien obtuvo el propio de una bolsa profunda en la parte derecha de la falda de su vestido.

-Aquí tengo el tuyo. – Le dijo Tala lanzando con precisión el objeto hasta su compañera quien atrapó su Lugger lanzador sin problema, en el cual cargó a Gekiryu y miró a los ojos de su contrincante.

Johnny se aproximó al bey-estadio y miró a ambas chicas. Quería apoyar a Silke así que decidió ser el réferi de la batalla.

-¿Están listas? – Preguntó mientras todos mantenían el silencio y ambas apuntaban al centro del plato, así que Johnny alzó su brazo sano y contó antes de bajarlo. – 3… 2… 1… ¡LET IT RIP! – Exclamó el escocés consiguiendo que ambas soltaran sus blades que rápidamente empezaron a girar a los extremos del Bey-estadio sin tocarse, solo midiéndose.

Un blade rosa pastel y otro azul cerúleo se desafiaban a distancia, ambas contrincantes aguardaban a que la otra diera el primer paso, así que sin temor alguno, Silke se lanzó en diagonal contra el blade de Marie-Angelique, quien ágilmente alcanzó a saltar esquivando el golpe que ocasionó un cráter profundo en una orilla del estadio provocando que una fuerte sacudida se expandiera debajo del piso, haciendo perder el equilibrio a los presentes, a excepción por supuesto del estoico equipo ruso.


Dranzer falló su objetivo mientras se deslizaba ágilmente entre las rocas mohosas que se asomaban sobre el agua, casi perdiendo el equilibrio a causa de la repentina sacudida.

-¡¿Pero qué…?! – Se preguntó Kai cuando aquel movimiento llegó de sorpresa, creando ondas marcadas sobre la superficie líquida seguido por otro movimiento subterráneo de la misma intensidad.

Kai sintió aquella fuerza monstruosa, supuso que debía tratarse de su equipo, pero hasta entonces no le resultaba familiar aquella jugada, tal vez era buena idea entrenar con ellos. Recogió a Dranzer y decidió buscar el origen.


-Esa clase de ataque podría derrotar a cualquiera en un solo golpe… - Titubeó Enrique, tal vez su prima podía estar en problemas.

-¡Ten cuidado princesa! ¡No dejes que te embista!- Le advirtió Oliver a su prometida al concordar con la opinión del italiano.

Johnny alzó una ceja apreciando a Silke quien mantenía un semblante firme y confiado, aquella no era una batalla de práctica.

La rubia se sorprendió por la magnitud con que Silke atacaba, lo demostró entornando sus ojos serios contra su amiga quien lucía una expresión muy similar a los rusos que tranquilamente, respaldaban sus tácticas.

Silke no quitaba su vista de la princesa, intentaba no ver al plato de juego en caso de que Moinemerlyon apareciera, guiándose únicamente por las habilidades de anticipación que había aprendido de su equipo. Una y otra vez atacaba al blade blanco, destruyendo más y más el estadio.

-Si no mira al plato, no podrá dar un golpe certero. – Recalcó Spencer.

-Angelique continúa esquivando porque su defensa no es tan alta, un solo golpe y adiós.- Prosiguió Bryan.

-No solo eso, Silke perderá energía si sigue atacando sin usar a Gekiryu.- Opinó Ian.

-No. – Atrajo Tala la atención de todos. -Silke sabe que si invoca a Gekiryu, Moinemerlyon tendrá dos veces más probabilidad de entrar a su mente, en realidad no podría estar jugando mejor. -

Los compañeros de Silke prestaron mayor atención, conforme avanzaba el combate la castaña iba afinando su puntería.

La princesa frunció el ceño y decidió lanzarse al ataque también; sabía lo peligroso que podía resultar un golpe directo de Silke, por lo que antes de que sus blades chocaran Moinemerlyon saltó por encima de Gekiryu, sin embargo Silke advirtió ese movimiento, y se alzó un poco golpeando la base del beyblade rosa, el cual casi salió del beyestadio, de no ser por qué la rubia alcanzó a mantenerse en el borde de la circunferencia.

-"Eso estuvo demasiado cerca… "- Pensó Marie-Angelique con una gota de sudor deslizándose por su mejilla izquierda. – "Tengo que hacer que mire mi blade tan solo un instante."

Silke se mantuvo en el centro del bey estadio, sabía que su amiga era peligrosa, pero evitar que su ataque la consumiera sería algo muy parecido a lo que planeaba intentar con Hiro.

-¡Moinemerlyon! – Exclamó la rubia de lejos, cuando su bestia bit apareció en el plato de juego.

Al escuchar su nombre, Silke cerró los ojos de inmediato.

-¿Crees que puedes vencerme sin ver? – Se burló Angelique. – ¡Moinemerlyon! ¡Usa tu espada! – Ordenó, mientras que su bestia bit abría la túnica obteniendo un arma mediana, con la cual intentó golpear el blade de Gekiryu, Silke por su parte empezó a moverse aleatoriamente por el estadio tras escuchar el golpe de la hoja resonar.

-"Si tan solo tuviéramos el hielo de Tala, podríamos usarlo en su contra como en la ronda de Nápoles…"- Pensaba Silke, quien sabía no podría soportar por mucho el juego sin observar.

Robert miraba de brazos cruzados a su hermana, realmente se había superado y se esforzaba cada vez más realizando jugadas osadas.

-¡Gekiryu sumérgete! – Pidió Silke a su blade quien se adueñó del territorio subterráneo, fue entonces que ella relajó el semblante, ahora estaba lejos del poder de Marie-Angelique.

La princesa frunció el ceño, Silke conocería su posición debido al movimiento, después de todo, las serpientes se guiaban hacia sus presas por las vibraciones en el terreno. Decidió mantenerse quieta al centro del bey-estadio. Aguardando.

Kai llegó por el sendero de un vivero frutal, vio a los Majestics y a su equipo presenciando una beybatalla entre la princesa, y a pesar de la ropa que llevaba, no podría tratarse de nadie más que no fuera Silke. Sintiendo singular curiosidad por la particular batalla y su desenlace se mantuvo atento con los brazos cruzados.

-Parece que quieres terminar rápido con esto.- Le dijo Silke divertida tras sentir a su amiga quieta en un solo punto.

En eso, el blade azul emergió de las profundidades propulsando con fuerza a Moinemerlyon hacia arriba.

Marie-Angelique sintió un fuerte golpe en todo su ser, pese a esto sonrió maquiavélicamente.

-Más bien serás tú la que desee que esto acabe lo antes posible… - Desde el aire, Moinemerlyon lanzó su espada golpeando certeramente el blade de Silke, tomándola por sorpresa haciéndola perder el equilibrio por un instante obligándola a hacer un rápido parpadeo, notando la espada clavada en el estadio, desde donde Gekiryu prontamente se alejó, aún así, Silke mantuvo sus pupilas mirando con atención la brillante hoja de la espada.

Angelique asintió convencida.

-Te hice mirar…- Mencionó atenta donde la espada de Moinemerlyon yacía reflejando la silueta del monje desde las alturas, consiguiendo llegar hasta los ojos de Silke.

Silke se ensombreció un instante antes de perder el control en sí misma, sus ojos se cerraron y su cabeza se agachó.

-¡Oh no! – Exclamó Bryan.

-¡La atrapó! – Gritó Ian al unísono.

-¡Bien pensando "cherie"!- Se animó Oliver.

-¡Vaya, sí que es creativa para hacer maldades! – Comentó tontamente Enrique al ver el blade de su prima descender nuevamente al beyestadio retomando la delantera.

Robert inhaló profundamente, Angelique había engañado a Silke de una forma bastante arriesgada e inteligente. –"¿Y bien? ¿Ahora como planeas salir de esto Silke?" – Cuestionaba a su hermana.

Mientras tanto, entre los árboles, Kai sintió curiosidad por ver qué sucedería con la alemana. Él había conseguido atravesar la ilusión que Alexander, Bryan e inclusive la misma princesa no habían podido. ¿Silke sería capaz de hacer lo mismo?

Moinemerlyon permaneció quieto al centro del estadio nuevamente en posición de rezo mientras su blade empezó a embestir a Gekiryu una y otra vez, no intentaba sacarlo del estadio, más bien detenerlo completamente. Angelique se mantuvo erguida, sin embargo se le notaba extremadamente concentrada en su oponente.

Silke no podía controlar lo que atravesaba por su mente, se re-dirigía totalmente a lo que Moinemerlyon buscaba. Al mismo tiempo, la princesa podía ver con claridad lo que más remordía el corazón de su amiga.

Se encontraba en un sitio al que fácilmente podría describir como "agradable". Los muros con papel tapiz color coral, remates en fina madera, incluso podía percibirse un aroma dulce a té recién hecho. Una larga y costosa alfombra cubría el piso; caminó un poco entre muebles y mesas con jarrones repletos de flores frescas en una sala hermosamente decorada.

-"Esto no parece del todo aterrador." – Determinó la princesa creyendo que se encontraría con algún espacio oscuro, pero al parecer ese temor ya había sido superado por su amiga.

Angelique no sabía por qué Silke tendría un desagradable temor a aquello a lo que ambas habían estado acostumbradas su vida entera. Al pasar junto a un sillón individual con el respaldo alto, distinguió a una mujer mayor, tal vez de unos 35 años. Era castaña, usaba un elegante vestido y tenía unos apacibles ojos ámbar.

La princesa se aproximó hasta ella y verificó que se trataba de Silke, quien no la veía, sin embargo, miraba con intensidad un reloj sobre la chimenea.

Angelique se acercó al reloj y vio como cambiaba rápidamente de hora. El día avanzaba, se veía en las ventanas diferentes matices en la luz solar. De pronto la voz de otra persona atrajo la atención de Angelique.

-Señora, su esposo habló, no llegará a cenar. – Expresó consiguiendo que Silke cerrara los ojos incómoda.

-¿Y qué hay de mis hijos? – Preguntó temiendo por la respuesta.

-La señorita extenderá su práctica en el club y el joven se fue a una fiesta a casa de sus amigos. – Respondió con sinceridad la mucama.

Silke asintió con tristeza, se puso de pie apropiadamente y amablemente realizó una petición.

-Por favor envíenme la cena a mi habitación, eso sería todo. – Pidió casi en un tono de súplica.

La princesa se quedó horrorizada por aquello. ¿Cómo podía Silke estar segura que su futuro sería así de desdichado?

Silke sentía una fuerte ansiedad, y lo demostraba intentando mover su cuerpo el cual parecía estar paralizado, algo que incluso Kai alcanzó a distinguir.

-¡Vamos Silke! – Exclamó Robert notando que su hermana estaba perdiendo la batalla cuando su blade empezó a tambalearse.

-¡Silke! ¡Despierta! – Gritó Tala animando a su compañera.

-¡Tú puedes! – Apoyó Spencer colocando sus manos a los costados de sus mejillas para hacer llegar su voz hasta ella.

-Tengo miedo… Tengo miedo de dejar de ser útil… Intento sacar lo mejor… Pero de nada sirve esforzarse… -

Se decía Silke a sí misma.

-¿Para qué es todo esto…? – Se preguntaba frustrada al pensar en sus excelentes modales, calificaciones, estudios, trabajos… todo lo que podía hacer actualmente y que más tarde ya no tendría razones para hacerlo.

-Has llegado hasta aquí por ti misma…-

-¿Quién dijo eso? – Se estremeció de pronto su conciencia.

-…Tienes el valor para el último trayecto -

Silke sintió un escalofrío, pero no se trataba de una sensación desagradable, por el contrario, era cálida y la llenaba de esperanza. Sintió como empezaba a recuperar el control de sus sentidos, lentamente alzó la cara, y vio una silueta conocida, una mirada que al inicio resultaba intimidante, pero al mismo tiempo transmitía tranquilidad y fuerza.

Recordó a Kai en aquella asfixiante oscuridad, sus palabras, su presencia y una caricia sobre su mejilla.

Silke pudo recuperar el control en sus pensamientos, sintió vida nuevamente en su cuerpo y ánimos para seguir luchando.

-"¡Eso es…! ¡Yo puedo, ya he llegado muy lejos, no puedo desechar todo lo que he conseguido!"-


Kai yacía de brazos cruzados, se sintió un tanto decepcionado, estaba por darse la vuelta cuando escuchó un cuchicheo general.

-¡Miren! ¡Su blade! – Señaló Ian cuando Gekiryu recuperó las revoluciones.

-¡No lo creo! – Gritó Enrique emocionado.

Robert sonrió para sí.

-¡¿Pero cómo?! - Se extrañó Oliver.

-¡Imposible! – Exclamó Angelique al sentir como Silke se escapaba del juicio de su bestia bit.

-"Puedes hacerlo Silke" – Pensó Johnny al verla recuperarse.

-¡No importa que me asuste! ¡Ya he llegado hasta aquí por mi misma! – Gritó Silke furiosa desconectando a Moinemerlyon de su mente, impresionando a Marie-Angelique al verla libre nuevamente. – ¡Y tengo el valor necesario para el último tramo! -

Kai sintió un repentino escalofrío recorrer su nuca al escuchar esas palabras, sonaban tan familiares… ¿A caso no era él mismo quien le había dicho eso a Silke en la penumbra de la abadía? Esto lo ensimismó de la batalla.

Silke ya no deseaba involucrarse más con Kai, sin embargo él decía cosas certeras de vez en cuando. Tenía razón, tal como dijo Johnny, aún le quedaba mucho por hacer antes de volverse parte de una familia distinta a los Jürgens, por lo que daría lo mejor de sí en el tiempo que le restaba.

Con los ánimos llenándola de júbilo apartando la incertidumbre que la hacía dudar comandó a su bestia bit. – ¡Gekiryu! –

El enorme dragón salió a relucir sus escamas bajo los rayos dorados del sol acompañado de un potente rugido.

Marie-Angelique se impresionó con las dimensiones de Gekiryu, era mucho más grande ahora que ella combatía contra él, aún así sonrió animada, le encantaba la idea de pelear con todo su ser contra alguien como Silke que pudiera luchar contra sus propios temores.

-¡Superaste mi juicio! ¡Supongo que debo felicitarte, pero no creas que vencerás tan fácilmente! ¡Vamos Moinemerlyon!– Exclamó airosa la princesa quien se estaba divirtiendo en grande al mismo tiempo que el monje recuperaba su espada listo para defenderse.

-¡Eso lo veremos! ¡Gekiryu! – Comandó Silke a su bestia bit que chocó con el monje de la familia Lemoine el cual usó su espada para contraatacar a la serpiente de Midgard.

Ambos blades se mantuvieron empujando uno contra el otro con tremenda fuerza, ninguna de las dos estaba dispuesta a bajar ni un poco la guardia sin importar el despliegue de poder que creó una corriente de aire que movía la ropa de ambas empujándolas hacia polos opuestos.

-¡Derrótala Angelique! – Exclamó de pronto Oliver.

-¡No te dejes Silke! – Respaldó Ian.

-¡Vamos chicas! ¡Pueden hacerlo! – Las apoyó Robert a ambas.

-¡Jálala del cabello o algo! – Aconsejó Enrique de forma seria.

-¡Ya la tienes Silke! – Gritó Bryan.

Johnny no sabía quién ganaría, ambos blades estaban muy parejos en el beyestadio, incluso podía empezar a olerse el aroma a metal fundido debido a la fricción que aplicaban mutuamente.

Silke sonrió conmovida. -"Es cierto, ahora los tengo a ellos, me han enseñado a ser más fuerte, superar las aprensiones y confiar en mí misma, ¡no puedo defraudarlos!" – Pensó Silke sintiendo dicha en su interior al escuchar el apoyo a su nombre, lo cual se convirtió sorpresivamente en fuerza física.

-¡Ganemos esta batalla Gekiryu! – Gritó sintiendo como una fuerza interna se desataba en su blade consiguiendo que girara mucho más rápido empujando al contrario hacia afuera del estadio.

-"Eres persistente… muy bien Silke, con tu voluntad no creo que haya futuro al que debas temer" – Pensó la rubia al sentir como su amiga la estaba superando. –"Aún así, ¡daré lo mejor de mí!" – ¡MOINEMERLYON!-

Ambas bestias bit soltaron su último aliento generando tanta energía que deslumbró a todos en el plato, hasta que una explosión detonó liberando una fuerte cantidad de aire que empujó a Marie-Angelique hacia atrás haciéndola caer por las escalinatas, al momento, Oliver tiró con fuerza del brazo de Enrique propulsándolo hacia el bey estadio ocasionando que cayera al suelo primero, solo para amortiguar la caída de la Princesa evitando que se lastimara. Silke por su parte, permaneció protegiéndose el rostro con los brazos, se había asegurado de plantar bien los pies como hacían sus compañeros para mantenerse en equilibrio y resistir hasta el final.

Todo pasó muy rápido. El italiano exclamó un alarido cuando el peso de su prima cayó inesperadamente sobre él. La rubia no podía creer como había llegado desde su posición original hasta el suelo, afortunadamente alguien había ablandado el piso; de inmediato Oliver se movilizó para levantarla cuidadosamente.

-¡Angelique! ¡¿No te lastimaste?! – Demandó saber con inquietud.

La rubia sonrió enternecida por la preocupación de su prometido.

-¡Estoy bien! ¡Muchas gracias! – Dijo abrazándose de él.

-De nada… - Reprochó con un puchero sentándose en el piso Tornatore quien fue usado como cojín humano sin previo aviso, en eso la diestra de la princesa se puso frente a sus ojos.

Enrique la miró un poco desconfiado, sin embargo la rubia le devolvió una dulce sonrisa, de esas que no hacía muy a menudo y él supo que podía aceptarla. Angelique tiró con fuerza y lo ayudó a levantarse abrazándolo también.

-¡Silke es la ganadora! – Exclamó Johnny al ver que todos se encontraban bien y solo al blade azul continuaba girando junto a un quieto Moinmerlyon.

Silke llamó a su blade y asintió agradecida a su amiga quien correspondió igual a la distancia, se dio la vuelta sonriente y bajó cuidadosamente por la escalinata en dirección a su equipo. La alemana inhalaba y exhalaba intentando recuperarse de semejante batalla con el cabello un poco despeinado y la ropa ligeramente arrugada, sin embargo su emotiva sonrisa no desapareció y algo muy similar sucedía con los rusos quienes se notaban alegres por su batalla.

-¿Qué opinan de eso? – Preguntó animada la castaña un poco acalorada.

-¿¡Bromeas!? – Respondió Spencer.

-Has mejorado mucho tu rendimiento y esta fue una batalla bastante larga. – Anunció Ian quien había verificado en su reloj que habían pasado más de diez minutos desde que lanzaron sus blades.

-¡Además venciste a Moinemerlyon! Y he de confesar que no es agradable… - Opinó Bryan.

Tala solo esbozó una sincera sonrisa. La habían entrenado bien y la batalla contra Hiro sería muy diferente a lo que esperaban.

A unos metros de ahí, Robert no cambiaba su expresión. Su hermana era toda una beyluchadora y estaba con el equipo adecuado, no podía estar más orgulloso y feliz por ella. Sin embargo, haciendo a un lado el júbilo, logró distinguir a Kai alejándose entre arboles medianos, así que decidió alcanzarlo.

Kai avanzaba absorto, por su cabeza iban y venían imágenes y sonidos que solo lograban confundirlo más, de pronto notaba la silueta de Silke que era opacada por la de Black Dranzer sin comprender el por qué de esas visiones. Recordaba tener el rostro de la mujer muy cerca del suyo, y sus gestos variaban entre ferocidad, admiración y dulzura, mirándolo atenta con esas cuentas ámbar.

-Kai. –

Pronunció una voz autoritaria detrás de él sobresaltándolo imperceptiblemente.

El bicolor se dio la vuelta con el semblante de siempre y para su sorpresa era Robert quien se dirigía hacia él.

Kai no dijo nada, solo miró con poco interés al Jürgens.

El alemán admiró al joven responsable de la reunión de todos aquellos beyluchadores en la casa de la Princesa, y todo por una simple propuesta de negocios. Robert sabía de la seriedad de Kai, y cómo detestaba que le hicieran perder el tiempo casi en la misma forma en que a él le fastidiaba, fue directo al grano.

-Veo que estás entrenando. – Puntualizó al notar a Dranzer en su mano izquierda. –Así que solo quería informarte que a partir de hoy yo continuaré con las negociaciones en lugar de Silke, ella dijo que no te importaría. – Mencionó elegante.

Las cejas de Kai hicieron un diminuto movimiento de sorpresa, sin embargo en verdad eran buenas noticias, finalmente había conseguido lo que buscaba.

-Te agradezco la información, nos vemos. – Contestó orgulloso y se retiró por el sendero sintiendo como un peso de encima se desvanecía.

Robert lo vio partir, aquello había sido más fácil de lo que esperaba, así que luego de un suspiro satisfecho volvió con el resto de los invitados.

-Enhorabuena Silke. – Sonrió Angelique gentilmente entre los jugadores. – En verdad creí que Moinemerlyon era invencible, pero tú demostraste lo contrario. – La felicitó impresionada.

Antes de que respondiera, Johnny intervino.

-Eso fue por la conversación que tuvimos anoche. - Le sonrió cómplice a su tía.

Silke lo miró un poco sorprendida. Era cierto, Johnny le había dicho algo muy parecido a su socio, pero, ¿por qué Kai era quien había aparecido en su conciencia en vez de Johnny? Silke ofreció una sonrisa asintiendo levemente ante el escocés.

-Te debo agradecer mucho por eso, fue una buena motivación. – Dijo como una blanca mentira.

-Es cierto, has mejorado bastante, puedo suponer que te cansas menos, ¿no es así? – Preguntó Tala interesado con las manos detrás de la espalda.

Silke asintió complacida, sentía que Gekiryu tenía mayor sincronía con ella que en veces anteriores, por lo que no se desgastaba tan rápido.

-De alguna forma beybatallar se siente mucho más natural ahora. – Opinó la castaña.

Los Blitzkrieg Boys no respondieron, pero les pasaba lo mismo que a su compañera, debía ser a causa de la misión que habían llevado a cabo en la abadía; sus lazos con sus bestias bit se habían fortalecido.

-Son los frutos de su entrenamiento. – Aseguró Robert observándolos a todos. Él era un experimentado beyluchador al que le había tomado años dominar a Griffolyon, y podía ver el esfuerzo que el equipo ruso aplicaba tras cada batalla a lo largo el torneo, incluso había descubierto que Silke tenía muchos más talentos guardados detrás de esa máscara serena.

-¿Y bien? ¿Cómo va la estrategia contra Hiro? – Quiso saber Enrique de pronto.

-Estuve revisando todos sus combates, siempre se adelanta a lo que su adversario va a hacer.- Dijo Silke pensativa. – ¿Tú como lo derrotarías? – Le preguntó a Ian que estaba a su lado.

-Si él ya sabe lo que vas a hacer, deberías aprovecharlo. – Sugirió Ian.

Tala no estaba seguro de que fuera tan simple.

–Pero si se da cuenta y fallas en el engaño, ese descuido será tu fin. – Advirtió Tala.

Silke asintió, no podía arriesgarse a regalarle la victoria de esa forma.

-¿Alguna otra idea? – Preguntó a Bryan y Spencer.

-Tal vez… si consigues retenerlo lo suficiente… - Pensó Bryan mirando a Spencer.

-Y le asestas un buen golpe por parte de Gekiryu, podrías conseguir la ventaja que necesitas para derrotarlo. – Afirmó el rubio.

-Si pero, eso mismo fue lo que traté de hacer con Tyson, seguro lo esperaría. – Argumentó Silke.

-Bueno, eso no sería del todo cierto. – Llamó su atención Oliver. – Hasta la última ronda, todos creen que no puedes prolongar una batalla por mucho tiempo, sin embargo hoy has demostrado que puedes. –

-Enséñale a Hiro que puedes jugar mal y hazle un jaque mate. – Insinuó Enrique aplicar su propia estrategia.

Silke entendía lo que decía, miró a su equipo y Tala asintió.

-Él piensa que te conoce, déjalo venir y después ya sabes que hacer. – Sonrió Tala con malicia.

Silke sonrió también, no era una mala idea y los Blitzkrieg Boys y los Majestics la respaldaban, era un buen plan siempre que ella no se equivocara al momento de liberar todo su poder.

-Bueno, con ese detalle arreglado, es necesario que pasen a probar su ropa para el combate final, así que andando, aún les quedan dos sesiones de anuncios para mañana y el viernes temprano. – Ordenó la princesa a lo que el grupo entero la siguió adentro del palacio.


La noche llegó fresca y mucho más relajada para todos. Se sentía un agradable ambiente de cordialidad entre los dos equipos, y para celebrarlo, la cena había sido acondicionada en medio del jardín, debajo de altas carpas color champaña, con candiles iluminando dentro de esferas de cristal y un delicioso buffet de manjares repletos de las más famosas especialidades francesas y monegascas. Para entonces, la princesa Marie-Angelique se había olvidado de los modales y se limitó a usar platos de porcelana de tamaño pequeño para que sus invitados pudieran degustar bocadillos mientras charlaban de pie bebiendo toda clase de cocteles suaves.

A pesar de su victoria de ese día, Silke se mantenía callada entre las conversaciones, solo seguía la corriente con una pequeña sonrisa mientras escuchaba los chistes de Bryan con Enrique y Johnny, al poco rato caminó hacia la mesa de postres y tomó un macarrón sabor cereza, para luego unirse a la plática entre Robert, Ian y Tala, respecto a la recepción en el estadio Olímpico a las afueras de Berlín. De igual forma se alejó un poco buscando una bebida mientras miraba enternecida a su amiga embelesada frente a su atractivo prometido a unos metros de su posición.

-¿Te encuentras bien? – Preguntó de pronto Spencer recogiendo una copa con vino blanco.

Silke sacudió ligeramente la cabeza.

-No es nada, es que me llena de gozo ver a mi equipo y a mi familia convivir así. – Confesó al rubio mientras observaba a los pequeños grupos.

-Curioso. Te alegra pero los observas desde la distancia. – Replicó Spencer dándole un trago a su bebida mientras Silke bajaba levemente la mirada.

No era su intención pero había algo en su cabeza que no la dejaba en paz.

De pronto se unió el último invitado a la fiesta, pese a su actitud, Kai también necesitaba comer, en especial después de un entrenamiento tan intenso; avanzó entre los adornos hacia el lado contrario de la mesa y finalmente la castaña supo qué era lo que la molestaba.

Fingió un bostezo y se dirigió a Spencer.

-Sabes, me siento muy cansada, creo que me iré a dormir. – Le comunicó alejándose rápidamente, a lo que el más alto no dijo ni hizo nada más que notar la coincidencia de la llegada de un jugador y la salida de otro.


Al llegar a su habitación, Silke puso el cerrojo a su puerta, se deshizo de los zapatos dejándolos sin acomodar sobre el suelo y avanzó con la luz apagada hasta el fino tocador de madera caoba. Tomó asiento, siendo iluminada tenuemente por el rayo de luz platina que ingresaba por la ventana entre las cortinas. Silke miró atenta su rostro, la mitad derecha resplandecía y la mitad izquierda se mantenía entre las sombras.

La castaña deshizo su peinado y tomó un cepillo de cerdas suaves para comenzar a pasarlo por encima de sus oscuros mechones.

Mientras hacía esto, se sentía triste. Había prometido que Kai no le afectaría más, pero ¿cómo podía olvidarse de él tan fácilmente si era la razón por la que Gekiryu estaba de vuelta con ella? Se miró al espejo como si quisiera regañarse a sí misma. Estaba tan avergonzada de haber tenido que recurrir a un recuerdo de Kai para librarse de Moinemerlyon… Era un cruel sentimiento. Recordaba algunas cosas de Kai que le habían agradado y sorprendido… y otras que simplemente hacían a su corazón estremecer.

¿Habría algún momento en que dejara de pensar en él? Solo quería concluir el torneo lo antes posible para seguir con su vida sin Kai en ella.


Al día siguiente llegaron desde muy temprano los patrocinadores en un grupo reducido con una camioneta que hacía de estudio de sonido. Para fortuna de los Blitzkrieg Boys, únicamente deseaban su voz para anuncios de radio, así que a cada jugador solo le tomó veinte minutos realizar el trabajo anunciando próximos eventos artísticos, teatrales y cinematográficos.

Tras concluir Tala propuso al equipo entrenar el resto de la mañana de forma individual, hasta encontrarse por la tarde para un entrenamiento final en equipo.

El capitán se encontraba probando la precisión del congelamiento de Wolborg contra la marea baja de la media mañana. Intentaba crear capas de hielo cada vez más delgadas pero resistentes para despistar a Daichí, evitándole al pequeño pelirrojo descubrir la resistencia que sus ataques podían tener.

Ian, Bryan y Spencer sabían que no serían quienes participaran activamente en la última ronda, aún así, tenían que prepararse en caso de que sucediera cualquier cosa que los obligase a intercambiar de lugares con Tala, Kai o Silke.

Spencer a pesar de tener el mar tan cerca, escogió el terreno complicado. Bajó por unas escalinatas talladas en piedra a un costado de la residencia real las cuales llegaban hasta el mar, justo donde los Lemoine tenían algunos Yates privados. Desde una plataforma de madera afianzada varios metros debajo del agua, el rubio hacía que su blade subiera por la escarpada piedra del acantilado debajo del castillo sin caer al agua.

Bryan había elegido cambiar de ambiente, quería conocer un poco la ciudad, así que solicitó audífonos, un reproductor de música y zapatos para correr, emprendiendo una larga carrera a velocidad constante por todo Mónaco, con su blade girando siempre a un lado suyo sin parar.

Ian por su parte prefirió entrenar en un estadio clásico de Beyblade dentro del gimnasio del castillo, al cual se le podía incrementar el nivel de complejidad por medio de trampas configurables, le agradaba maquinar nuevos engaños para vencer al enemigo.

Silke tenía un sitio preferido en todo el castillo, la torre principal. Una torre alta donde un reloj antiguo anunciaba cada hora del día al exterior del edificio. El lugar solo tenía como propósito dar mantenimiento al engranaje, sin embargo estaba bellamente decorado con vitrales de muchos colores que iluminaban agraciadamente la sala cuadrada, donde a petición de Silke, un beyestadio se colocó. Su intención era únicamente calcular con el tic-tac el número de movimientos y el tiempo que tendría para ejecutarlos.

Finalmente Kai, había optado por un sitio que usualmente estaba repleto de turistas, pero debido a remodelaciones, la fortaleza en la Roca de Mónaco dentro del barrio más antiguo del país, había sido el sitio que lo mantendría alejado del ruido, las distracciones y de su equipo. Los lugares así lo relajaban y la vista envidiable que permitía apreciar desde la altura a toda la ciudad, incluso al palacio de la princesa, le brindaban mayor concentración.

Se encontraba totalmente enfocado en vencer al dúo de Dragoon y Tyson. Recordaba los anteriores combates de su excompañero de equipo, sin duda se había vuelto más fuerte, pero aún así sabía que podía encontrar una debilidad en el blade blanco. Dranzer irradiaba chispas tan ardientes que al caer al piso lo ennegrecían a su paso.

El entrenamiento de los seis jugadores transcurrió más rápido de lo que hubieran esperado, y con solo un día antes del combate, era momento de revisar sus puntos fuertes y débiles, ya que el viernes pretendían descansar además de que se presentaría la última sesión de fotos.

Hacia las 1,700 horas una terraza a escasos centímetros sobre el nivel del mar empezó a llenarse de gente.

Ni lentos ni perezosos, todo el equipo llegó puntual después de su entrenamiento individual a donde aguardaba el capitán con una pequeña pecera de cristal. El clima era agradable y la brisa salada del mar jugaba con el cabello de los presentes. Al fondo se escuchaban pequeñas olas chocando contra el borde del patio rocoso, olas que al subir la marea lo cubrirían por completo.

Todos lucían serios y listos para dar inicio a uno de aquellos entrenamientos que por lo visto, sería muy interesante ya que se enfrentarían los seis después de su misión dentro de la abadía.

Tala dio un paso al frente obteniendo la atención de todos.

-Esta será una batalla un poco diferente. – Demostró el líder con un bonito cuenco de cristal entre las manos, ideal para colocar dulces. – Aquí tengo 3 papeles con los nombres de los jugadores que se quedarán en la banca, cada jugador activo escogerá a uno para que sea su aliado, la idea es derrotar a los dos jugadores activos y así ganar el juego. Tú elige primero Silke. – Ofreció a su compañera.

Silke sonrió y sacó un papel con la mano, al desdoblarlo se emocionó.

-¡Qué bien! Ian, jugarás conmigo. – Le anunció al de cabello negro.

-Será entretenido. – Asintió aproximándose a ella mientras le ofrecía la palma, la cual Silke chocó con singular alegría.

A Kai no le importó el júbilo de ambos, seleccionó uno de los dos papeles restantes y le tocó algo que sería una contrastante adición a su juego.

-¿Y bien?- Preguntó Tala.

-Spencer.- Pronunció Kai a secas.

El rubio se aproximó hasta el bicolor. No le gustaba jugar con Kai pero no había duda que sus poderes combinados tenían la ventaja en el plato.

-En ese caso, Bryan batallará conmigo. – Obvio Tala dejando el cuenco con el papelito restante sobre una mesita cercana. -Tienen dos minutos para completar su estrategia. – Fue todo el tiempo que dio.

-Vamos Ian. – Indicó Silke caminando unos metros lejos de sus compañeros para hablar con mayor libertad sobre su juego.

Kai hizo lo mismo, avanzando sin decir una sola palabra mientras Spencer le seguía al otro lado del beyestadio.

-¿Y… Cuál es el plan? – Preguntó Bryan a su líder.

-Atacaremos a quien esté más cerca de nosotros, algo me dice que serán Kai y Spencer, probablemente Silke e Ian ataquen desde abajo. – Intuyó Tala con seguridad.

-¿De qué se tratará? – Preguntó Spencer notando a la distancia como Silke e Ian se sonreían cómplices.

-Acercaré a Silke a ti, romperás su escudo y luego acabaré con ella. – Determinó el bicolor el sencillo plan.

Spencer sintió cierto tono de agresividad en Kai, solo era una práctica, pero le sorprendía que después de la abadía continuara comportándose como un cretino.

Antes de concluir el tiempo, los tres pares ya se encontraban listos alrededor del plato, lanzadores en posición, aguardando la salida.

-¡3… 2… 1… LET IT RIP! – Anunció Tala y seis blades cayeron en el plato recorriendo la circunferencia completa como si fuera una carrera.

Para complicar más las cosas, Wolborg empezó a escarchar el pavimento, empeorando la maniobrabilidad de los participantes, exceptuando la de Bryan quien al momento subió su blade sobre el del lobo para evitar salir afectado.

Silke se enterró siendo seguida por Ian, sin embargo, el blade azul rey de Kai no permitió que se escaparan tan fácilmente por lo que se introdujo también lanzando una potente llamarada que obligó a Silke a salir enseguida para evitar quemarse, aunque al hacerlo solo recibió un fuerte golpe de Spencer quien aguardaba desde afuera del agujero de salida.

-¡Seaborg! – Exclamó Spencer contraatacando invocando a su bestia bit haciendo que la marea subiera por la izquierda de Silke, quien no se inmutó ya que Gekiryu apareció reteniendo la ola y a la gran ballena con su cabeza.

Kai esperaba esto, así que de inmediato se lanzó en dirección a Seaborg quien se apartó justo a tiempo dejando que las brasas de las alas de Dranzer evaporaran el agua de un golpe, embistiendo a un debilitado Gekiryu para derrotar a Silke de una vez por todas.

Al disiparse la nube de vapor, Kai vislumbró incrédulo la cabeza de Gekiryu soportando el golpe de Dranzer también. Al ver al plato, su beyblade no había conseguido mover al de Silke. Molesto miró a la chica quien despreocupada dedicó unas palabras de brazos cruzados.

-¿Crees que después de todo lo que ha pasado no aprendí a distribuir mi energía?- Refutó Silke mientras Gekiryu frenaba el avance de Dranzer, posteriormente golpeándolo con fuerza alejándolo ante el asombro de Kai quien notó una inmediata mejoría en las habilidades de beybatalla de Silke, obligándolo a replantear su estrategia si quería derrotarla.

Kai miraba fijamente a Silke quien hacía lo mismo severa, estaba más que harta de que Kai la subestimara, pero no habría una próxima vez en que lo hiciera.

-¡Hazte a un lado! – Gritó Ian atacando a Dranzer por detrás, un golpe que Kai no vio venir y que casi lo saca del plato.

-Ian… - Pronunció molesto cuando el pelinegro le sonrió junto a Silke.

-¡Ay, por poco nos deshacemos de uno! – Se mofó Silke con su compañero ocasionando enojo en Kai quien se lanzó con todo para impactar a Ian, sin embargo la castaña se atravesó reflejando el ataque hacia el bicolor una vez más.

Kai lucía molesto, mucho más que en otras ocasiones, ella se atrevía a hacerle frente y a burlarse de él lo que provocaba que su sangre hirviera.

El rubio notó la molestia en Kai, así que decidió intervenir y enfrentarse a Ian para que la batalla fuera más pareja, sin embargo, Blazing Gigs explotó por detrás de la ballena y la serpiente, sacando a ambos blades del plato, dejando el espacio libre para embestir a Silke.

-Creo que ya se enojó. – Se quejó Ian tras ser eliminado.

La castaña aguardó.

-Violet Mist. – Ordenó templada.

-¡Blazing gigs! – Contrarrestó Kai. Sabía que si atacaba rápido protegido por el fuego, Violet mist no los afectaría.

-Ven aquí. – Imploró Silke preparada para destruir el blade de su compañero.

Habían vuelto al comienzo, Silke tenía una nueva estrategia y Kai estaba listo para ser el próximo campeón mundial. Ninguno se atrevería a perder frente al otro.

Dranzer y Gekiryu chocaron rebotando a los extremos del estadio. Sus dueños empezaron a respirar agitados, ese golpe había causado un daño recíproco, pero la molestia y determinación en ambos no disminuía.

-Creo que nos están ignorando. – Dijo Bryan con sarcasmo a su líder.

Tala no respondió, se mantuvo girando lejos de ambos, estaba seguro que algo había pasado que los hacía tan competitivos en ese momento. Aguardó paciente, era una buena oportunidad para conocer su nivel real de juego.

-Aún te crees a mi altura. – Le dijo Kai.

Silke rió burlesca. – Hace mucho que te dejé atrás. – Se defendió soberbia impactando a sus compañeros, parecía que no solo había aprendido como jugar beyblade, también había rudeza en sus palabras.

Kai enfureció, ella era una descarada y ególatra; Silke por su parte solo veía a un niño cruel y berrinchudo.

-¡Spiral Fireball! –

-¡Elimínalo! –

El blade de Kai elevó la temperatura en un segundo cauterizando el piso debajo de donde se deslizaba, Silke por su parte tenía la intención de que Gekiryu usara sus fauces venenosas contra la bestia bit de Kai, con un resultado tan desalentador como el final del mismo Black Dranzer.

Ambos estaban decididos a destruirse con sus ataques más fuertes cuando el blade de Tala intercedió tomándolos desprevenidos haciendo uso del Novae-Rog obligando a que los blades salieran disparados contra sus dueños quienes los atraparon inconformes observando a su capitán quien les había evitado concluir su batalla.

-La finalidad de este ejercicio era él trabajo de equipo, ambos fracasaron. – Señaló Tala fríamente.

Silke y Kai se miraron inconformes, no habían podido comprobar quien era el mejor de los dos.

-Mientras ustedes pelean Tyson, Hiro y Daichí fortalecen su grupo, ¿a caso no han considerado que mientras estemos divididos no podremos vencerlos?– Los regañó.

-¿Quién dice que estamos peleando? -Lo cuestionó Silke irónica, en seguida posó su atención en su oponente. -Es solo una beybatalla, ¿no es así Kai? – Mencionó provocadora deslizando una inusual sonrisa. – Además he aprendido de todas mis batallas, ahora aprovecho mejor mi energía y me canso menos.- Señaló orgullosa.

Kai no respondió, solo dio la vuelta y se retiró. A Silke no le importó, quería estar cerca de él lo menos posible.

Tala se mantuvo pensativo; lo que sea que hubiera pasado, ponía un obstáculo en su equipo.

-Se nota la mejoría Silke, aún así, no deberías arriesgarte tanto. – Aconsejó el pelirrojo a lo que Silke frunció el ceño sin entender muy bien a qué se refería, por lo que Tala continuó.- Aunque ahora sabes cómo resistir de forma más eficiente, tarde o temprano tu cuerpo lo resentirá, y no solo hablo de cansancio o malestar general, incluso tus órganos y huesos podrían resultar muy dañados. – Aclaró Tala.

-En ese caso tendré que vencer a Hiro rápido. – Concluyó convencida.

Tala subió los hombros, parecía más confiada y eso era positivo, pero por más talentosa que fuera, su cuerpo no era tan resistente. En eso, Gérard le hizo señas al pelirrojo que decidió acercarse hasta él, mientras sus camaradas seguían cuchicheando.

-Yo creo que hubieras ganado. – Le dijo Ian a su compañera quien sonrió satisfecha.

-Gracias, pero no lo hubiera logrado sin tu ayuda, ¿viste su cara? ¡No lo creía! – Mencionó la castaña apreciando el trabajo que había realizado junto con Ian.

-Vaya, en realidad no pensé que pudieras resistir dos impactos directos seguidos. – Congratuló Spencer bastante sorprendido.

-Bueno, me di cuenta que puedo recibir un poco de daño y usar el escudo más veces que malgastarlo en una sola defensa. – Se alegró la chica.

-Sin duda eso servirá con Hiro. – Se animó Bryan. – Hasta donde he podido notar, sus golpes no son tan fuertes… pero son certeros, supongo que eso le ayuda a no desgastarse tanto en las beybatallas. – Concluyó el de cabellos grises.

Tala volvió al círculo e hizo un anuncio a sus camaradas restantes.

-Los últimos patrocinadores estarán aquí mañana al medio día, y piden que Silke se adelante a la sesión, creo que hay algo que quieren explicarte, repórtate con ellos a las 0900. – Señaló el líder.

-¿Tres horas? – Repitió Ian. Era extraño que los llamaran con tanta diferencia, si al final todos saldrían juntos en el anuncio.

-No lo sé, tal vez sean instrucciones especiales. – Confesó Tala sin mayor pista. – Así que nos vemos en la cena y por favor duerman temprano, parece que la sesión llevará todo el día y deben estar listos para el sábado.

El equipo rompió filas y se dirigió hacia el castillo nuevamente.

-Es una lástima que Kai siga siendo el mismo creído de siempre, nos serviría si por una vez tomara al equipo enserio. – Susurró Bryan a Spencer, pensó por un segundo que después de todo lo ocurrido en la abadía finalmente Kai sería más cooperativo.

El rubio no dijo nada, aunque intuía que Kai y Silke cojeaban del mismo mal.


A la mañana siguiente, Silke se sentía de un excelente humor, había puesto a Kai en su lugar la tarde anterior, y esta vez no sentía remordimientos.

Se miró al espejo, ya no se encontraba triste, por el contrario, se sentía llena de fortaleza ante su próximo oponente, y de cierta forma estaba muy emocionada por la final. Ambos entrenamientos, a solas y en equipo habían consolidado su confianza.

Cepilló su cabello y tras elegir sus prendas para ese día, retiró el camisón, sorprendiéndose de una mancha por encima de sus costillas del lado derecho. Curiosa y extrañada, pasó la yema de su índice izquierdo y se encogió involuntariamente tras sentir un agudo dolor al interior que le arrancó un quejido.

Se atrevió a verlo de cerca contra el espejo. Se trataba de un moretón en color violeta al centro y verdoso alrededor. Frunció el ceño al tocarlo de nuevo. Pensó por un segundo, si a "eso" era a lo que Tala se refería al decirle que su cuerpo resentiría los golpes que su escudo dejaba pasar.

Cerró los ojos restándole importancia. Debía ser igual de fuerte que sus compañeros y no lloriquear por algo así.

Al salir de su habitación, el mayordomo ya se encontraba aguardando para escoltarla hasta donde se ubicaban los nuevos patrocinadores.

Silke siguió a Gérard afuera del palacio. El sitio se encontraba en la explanada posterior al comedor, la cual tenía una espléndida vista al mediterráneo; sin embargo, todas las cortinas de la salita circular se encontraban cerradas, el mayordomo se retiró y Silke solo vio a un par de mujeres aguardando afuera del recinto.

La primera con el cabello negro perfectamente recogido sin dejar una sola hebra fuera de su chongo era casi de la misma edad que Silke, y vestía de forma occidental con pantalón negro y blusa azul obscura, en contraste, la segunda era una mujer cincuentona de baja estatura, con rostro duro quien observaba atentamente la andanza de la germana. La mujer mayor usaba una bata japonesa, de color pardo, con zapatillas de madera, y su cabello en un elaborado peinado que retorcía mechones de cabello por todos lados pero con cierto orden para que el estilo se viera mucho más voluminoso.

Silke llegó hasta ellas, de inmediato notó quien era la responsable de requerirla horas antes que a sus compañeros, por lo que sonrió levemente como un saludo.

-Señorita Jürgens, -Intervino la joven. - permítame hacer las presentaciones, -Se dirigió hacia la mujer. – Ella es "Yamako Nadeshko-san"-

La mujer de mirada severa asintió y se inclinó perfectamente alineada demostrando el exquisito saludo japonés. Al levantarse, la traductora estaba por dirigirse a Silke cuando esta se le adelantó.

-"Atashi wa Churugeanusu Shiruke, doosou yoroshiku" – Respondió la alemana correspondiendo con la misma respetuosa reverencia.

La mujer estaba invariablemente sorprendida pero complacida.

-"Es una agradable sorpresa que la hayan educado con conocimientos de la cultura japonesa" – Puntualizó la mujer.

-"Se lo agradezco." – Respondió Silke con sencillez y humildad.

-"Nadeshko-san, ¿gusta que me quede?" – Preguntó la traductora.

-"No hace falta, esto será menos tardado de lo esperado." -Respondió la señora haciendo que su asistente realizara una inclinación de cabeza y se retirara.

Admiraba a Silke de arriba abajo quien solo se mantenía en perfecta postura sin moverse.

Nadeshko se acercó hasta ella, analizando su complexión a través del vestido primaveral que portaba mientras giraba lentamente a su alrededor. Se atrevió a tocar su cabello, era brillante y sedoso, pero el tipo de corte no le agradaba. Se colocó al frente suyo.

-"Baja el rostro" – Pidió sin cuidado.

Silke hizo como le ordenaron y la mujer la analizó nuevamente.

-"Seré muy franca." -Señaló llamando la atención de Silke quien se dispuso a mirarla. –"Me contrataron para educar en menos de tres horas a una dama europea para pasar por una doncella japonesa, no estoy de acuerdo, pero la empresa que me contrató insiste en que quieren que usted y sus compañeros aparezcan en anuncios de un té verde que esperan se venda por igual en Rusia y Europa y que los mismos japoneses lo escojan por encima de otros; cabe destacar que mi reputación es incomparable por lo que mis reglas son que haga todo como le diga y nunca se oponga a mis peticiones, no quiero que me haga perder el tiempo." – Determinó la mujer.

-"Comprendo, demos inicio cuanto antes." – Respondió Silke con total tranquilidad.

-"Sígame."- Pidió Nadeshko comprendiendo que ella aceptaba sus condiciones, giró manteniendo perfecto balance al andar mientras subía cuidadosamente un conjunto de cinco escaleras sin que la yukata que llevaba perdiera la verticalidad de la tela.

Silke entendió que aquello iba muy en serio, quizá sería la sesión más compleja de todas las que había realizado, pero sabía que podía con ello. Siguió a la mujer al salón y un par de mujeres al interior cerraron las puertas.

Nadeshko se mantuvo en el centro de la habitación esperando a una asistente de cabello corto con el mismo uniforme de la traductora, pero portaba alrededor de la cintura un delantal de cuero con accesorios de estilista. La joven tomó una carpeta que se situaba encima de una mesa cercana y la aproximó a la institutriz.

-"Esto es un contrato de confidencialidad, significa que nada de lo que ocurra aquí saldrá a la luz, ellas dos ya lo han firmado, yo lo firmaré después de usted." – Le indicó la mujer.

Silke lo levantó, estaba en japonés en la parte superior, no se sintió muy alentada, ya que aunque era posible para ella hablarlo fluidamente, su gramática no era tan avanzada. Afortunadamente en la parte inferior venía una traducción en ruso, por lo que pudo leer todas las cláusulas.

Le pareció apropiado lo que estaba en el papel, no quería que nadie supiera de la marca en su espalda, así que tras leerlo todo firmó y Nadeshko lo hizo después cerrando el documento.

Su actitud era lo suficientemente buena para la japonesa, así que se dirigió a sus asistentes.

-"Corten su cabello hasta que quede parejo a esta altura,"- Señaló al centro de la espalda debajo de sus hombros.

Silke hizo caso omiso a ello, siempre vestía y lucía como le exigían, si esta vez debía cambiar el estilo de su cabello que libremente había podido elegir tras egresar del colegio, simplemente lo haría.

La mujer se aproximó a un perchero y empezó a escoger entre diferentes telas pálidas una del color más adecuado para el físico de Silke.

La castaña tomó asiento como le indicaron y sintió como deshacían su corona, empezaban a cepillar su cabello y a humedecerlo, hasta que la tijera empezó a escucharse.

Silke no se movía, su apariencia siempre había estado disponible a cambios que le favorecieran a su familia, ahora era un poco extraño hacerlo para el beneficio de alguien más, pero Voltaire ya había iniciado el pase de la empresa alemana a territorio japonés, algo que la tranquilizaba.

-"Su fleco también debe quedar perfectamente parejo."- Indicó cuando se acercaba a ella con una bata blanca, revisando que fuera de su talla.

Silke permaneció cooperativa, mientras Nadeshko acomodaba algunos accesorios sobre una mesa. Ambas ayudantes empezaron a escoger mechones, a tirar de ellos en diferentes direcciones, atando algunos con ligas elásticas y otros haciendo crepé con un peine para dar volumen. Silke se reservó las molestias cuando jalaban su cabello, y así siguieron por algunos minutos hasta que la castaña empezó a sentir como buena parte de su cabellera permanecía acomodada del lado derecho superior. Entonces la mujer mayor desenvolvió un par de tiras largas metálicas, de las cuales colgaban un par de plumas rojas con detalles dorados, las cuales colocaron entre los amarres del cabello.

Una vez acomodadas en la posición requerida, continuaron con el rostro. Silke solía utilizar un maquillaje muy natural todos los días, sin embargo para esa sesión tenían que orientalizar sus facciones. Las estilistas simplemente retocaron su piel, sin embargo delinearon un poco más sus ojos y usaron una sombra negra para dar un efecto rasgado. Pintaron sus labios de un rojo intenso y unas delicadas líneas rojizas realzaron el color de sus pupilas sobre sus párpados.

Cuando terminaron con ese paso, Silke se puso de pie y la mujer hizo una seña, la segunda asistente de cabello castaño claro amarrado en una coleta empezó a bajar el cierre detrás de la espalda de Silke. La germana sintió una profunda incomodidad, estaba a punto de pedir que se detuvieran, pero los fríos ojos en el rostro de la institutriz al ver la marca sobre el hombro se desviaron hacia Silke quien ya se encontraba despojada del vestido, quedando en ropa interior.

Las asistentes no emitieron un sonido, pero sus rostros lo decían todo, aquel enorme dibujo arruinaba a la doncella que tenían al frente, era difícil imaginar cómo se lo había hecho, pero no era muy agradable que digamos.

Nadeshko ignoró aquello y se aproximó con una bata blanca la cual indicó a Silke que estirara los brazos para colocársela por encima del bustier, a continuación la cerró por enfrente amarrándola con un cordel por encima del pecho y otro a la altura de su ombligo. La cicatriz quedó cubierta de nuevo por aquella prenda, así que las asistentes pudieron continuar olvidándose de lo antes visto.

Ahora una de las chicas colocó al frente de Silke unas zapatillas de madera bastante altas, con mucha plataforma debajo del talón y arco, pero sin sustento en la zona de los dedos. Pidieron a Silke que se sentara para ponerle unos calcetines adecuados donde el dedo pulgar se mantenía separado de los otros cuatro y posteriormente los tradicionales zapatos. Ella volvió a ponerse de pie portándolos, al principio le fue complicado mantener el equilibrio, y Nadeshko solo torcía los labios al notar un desliz en su equilibrio.

-"Su postura es importante, dará pasos cortos y un pie frente al otro, observe" – Indicó dándole la espalda y caminando unos cuantos pasos mostrándole como se hacía. – "Ahora usted" – Pidió.

Silke no tenía ni un espejo para mirarse, pero estaba segura de lo que sus pies podían hacer. Hizo el intento, al inicio perdió un poco el equilibrio cuando sus dedos perdieron sustento, pero logró contenerse de caer. La bata que portaba no dejaba que sus piernas se movieran demasiado, hasta que pensó que podría ayudarse de ello, hizo un nuevo intento con pasos cortos sin estirar demasiado la tela y funcionó correctamente.

-"Bien." – Admitió Nadeshko seca. Aunque la europea la impresionaba, su reputación no le permitiría doblegarse. –"Ahora manténgase de pie mientras colocamos el resto del kimono."-

Silke asintió. Esta vez le mostraron una bata color dorado con un patrón de flores imperiales en ella, al portarla descubrió que esa segunda bata tenía más peso, fue ajustada de la misma forma que la inferior dejando ver el filo blanco por debajo. Finalmente Nadeshko tomó una caja de madera, la cual colocó sobre el piso delante de Silke, la abrió y obtuvo una exquisita tela negra, con algunos detalles en rojo y más dorado. Sus asistentes se aproximaron para desdoblar el kimono en su totalidad, dejando ver un ave conocida para ella.

-"No puedo usar eso." – Dijo Silke tajante. – "Traigan algo más." – Ordenó como nunca hacía.

Nadeshko la miró con desprecio, pero Silke se mantuvo firme. Orgullosa portaría un kimono con Griffolyon, o cualquier otro patrón que no fuera específicamente ese.

-"Me temo que no está en condiciones de demandar." – Le recordó la mujer señalando con un movimiento de cabeza el contrato recién firmado.

-"No lo usaré." – Se negó una vez más.

-"No creí que una mujer que entiende de negocios como usted se niegue a usar una prenda por mero orgullo…" –Dijo tranquilamente alisando con la palma un borde de la tela negra. –"Antes de aceptar este trabajo observé algunos de sus encuentros, la vi con un vestido de noche, una prenda militar, varios bañadores, y ahora rechaza esta magnífica artesanía, parece que no entiende que quien firma con Voltaire se convierte en un objeto más de su colección, y sí, el sigilo del fénix rojo lo prueba, lo mismo será con sus compañeros, todos tienen este emblema en la ropa para este anuncio, al parecer el Señor Hiwatari no quiere que nadie olvide a quien pertenece el equipo, así que, puede colocárselo solo por unos minutos, ¿o tenemos que comunicarnos con el Señor Hiwatari y la Princesa de Mónaco, quien nos aseguró podíamos trabajar como se nos ha ordenado?"-

Silke cerró los ojos molesta. Aunque Marie-Angelique era su mejor amiga y detestaba a Kai, le diría que no fuera ridícula con la petición; así mismo Voltaire ya había cumplido parte del acuerdo. Silke observó el precioso dibujo de Dranzer confeccionado con hilos escarlata y toques dorados, esa bestia sagrada los había salvado, pero la incomodidad surgía en su dueño…

Silke inhaló desistiendo.

-"Sigan con su trabajo."- Pidió abriendo los brazos para que se lo pusieran.

Nadeshko también se molestó por ese tono de desprecio, pero indicó a sus ayudantes que colocaran la prenda como era debido.

Una tercera bata fue colocada sobre Silke, mucho más ligera que la anterior pero con las mangas tan largas que rebasaban el largo de sus rodillas. Esta prenda no fue amarrada como las anteriores, el kimono era tan largo que llegaba al piso, hasta que hicieron dobleces a la altura de su cintura, y la misma Nadeshko se aproximó con una tela muy gruesa de casi treinta centímetros de ancho en color rojo, la puso sobre su cintura debajo del busto ajustándola detrás de su cintura sobre los dobleces de tela. Después una de las asistentes le pasó un extremo de otra tela en color dorado la cual estaba enrollada en las manos de la chica y lucía de al menos un par de metros de largo. Nadeshko sujetó el inicio de la tela al centro vertical del obi, y pasó la tela por detrás de su cintura una vez hasta tenerla de nuevo al frente, después la torció un poco y volvió a pasarla a la espalda, donde la otra chica la sostuvo y empezó a trabajar con ella.

Silke comenzaba a sentir un peso extraño, ya que con forme la apretaban, la prenda luchaba por mantener sus movimientos al mínimo.

Concluyeron el arreglo y Nadeshko dio una vuelta muy lentamente verificando como lucía la tela por aquí y por allá.

-"Bien."- Concluyó de nuevo al frente de Silke. –"Ahora siéntese siguiendo mi ejemplo."- Pidió como un capataz.

La mujer de modales se quitó las zapatillas con elegancia bajando de ellas hacia su lado izquierdo, a continuación mientras doblaba un poco sus rodillas, pasó sus manos sobre la tela a la altura de las rodillas para evitar que la tela se arrugara y sus rodillas llegaron hasta el piso en una posición perfecta de espalda, colocando ambas palmas sobre su regazo.

Silke asintió levemente e imitó lo mismo. No quería fallar en algo que parecía simple pero sintiendo todo el cuerpo apretado no podía ser una tarea fácil.

Se deshizo del zapato derecho, y en seguida del izquierdo con mucho cuidado, ahora midió su equilibrio, el cual se veía un poco afectado por el nudo del obi que habían hecho detrás de su cintura, lentamente comenzó a doblar las rodillas cuidando la tela con sus manos hasta que sintió el piso bajo las rótulas. Lo había conseguido sin verse torpe, o eso pensaba ella, ya que los ojos de Nadeshko no inspiraban mucha alegría.

-"Te pedirán hacer esto un par de veces en el comercial, por lo que lo repetirás hasta que salga natural, no robótico como acabas de hacer." – Indicó con rostro severo.

Silke escuchaba atenta, pero no se desilusionaba, sabía que no había estado tan mal y calculaba que aún les quedaba algo de tiempo para practicar.

-"Ahora la reverencia, colocará sus dos manos en triángulo frente a sus rodillas e inclina la frente como si quisiera tocar el piso pero solo llegará a rosar el dorso de sus manos, primero vea como lo hago y después usted."-

La mujer bajó la vista y lentamente hizo el saludo japonés de mayor respeto. Permaneció doblada hasta abajo por cinco segundos y después se levantó sin que su cabello se moviera. Lo hacía muy lento y con excelente equilibrio.

Al alzarse miró a Silke indicándole que era su turno, a lo que la germana se concentró y lo intentó, sin embargo antes de empezar a bajar la cabeza Nadeshko la corrigió.

-"Estire bien los brazos y baje firme, su cabeza, cuello y espalda son una sola línea, otra vez."- Exigió alzando un poco la voz.

Silke lo intentó de nuevo, muchas cosas jugaban en su contra, la tela, el movimiento involuntario de su cabello, el obi en su cintura y sus piernas que habían comenzado a entumecerse; pese a esto, no se dejaba vencer por una clase de modales, por lo que calculó el peso y la velocidad de lo que hacía y tensó un poco sus músculos soltando el aire que tenía dentro por la nariz, consiguiendo el movimiento completo sin que Nadeshko la regañara hasta que pudo levantarse otra vez.

-"Es hora de ponernos de pie" – Señaló casi como felicitándola por la reverencia. -Observe.- Indicó mostrándolo primero. – "Elegante, como un bambú, crece hacia arriba sin inclinarse hacia ningún lado, la prenda nunca se arrastra. Ahora usted."

Silke sentía un poco de dolor en sus piernas, pero al ponerse de pie la sangre volvió a fluir, no era fácil mantener el equilibrio debido a las capas de tela y al obi, pero se mantuvo derecha como la mujer le indicó y consiguió alzarse nuevamente.

-"Repita todo otra vez." – Decretó Nadeshko ante una tenaz Silke. – "Después pasaremos a la forma correcta de caminar."


Transcurrió una hora más, y el resto del equipo ya llevaba veinte minutos aguardando mientras se distraían viendo a un gran equipo de utilería colocar sobrepuesto un piso de madera de bambú a unos metros suyos.

El escenario era completamente japonés, tenía en la parte trasera unos paneles de papel con retícula de madera, algunos adornos florales típicos del país, preciosos bonsais, y preparaban cámaras y luces para el anuncio, el cual descubrieron se trataba de un té verde, puesto que habían comenzado a descargarlo en diferentes presentaciones, desde latas pequeñas hasta un envase de dos litros.

Kai por su parte ya había perdido la paciencia, podría estar entrenando a pesar de que Tala lo había prohibido, pero le hacían perder su valioso tiempo. Harto dio inicio a su avance antes de que Tala pudiera decirle algo. Para él no era posible que hubiera tan poco profesionalismo por parte de los patrocinadores con quienes su abuelo habría negociado.

Subió la corta escalinata para llamar a la puerta cuando esta se abrió hacia adentro.

Dos pares de ojos se encontraron a la misma altura, sin embargo esta vez la mirada cálida lucía intocable y la mirada fría se veía algo sorprendida.

Kai y Silke se sostuvieron la mirada. Esta vez ninguno de los dos iba a ceder el paso, se decían por medio de sus ojos que no se doblegarían ante el otro.

Kai pudo apreciar de reojo que Silke portaba el escudo de su familia, le desagradó que la hubieran vestido así sin antes consultarlo a él. ¿Por qué insistían con hacerlo enojar usando de arma a aquella mujer alemana?

Silke al contrario se mantenía inexpresiva, a ella le gustaba menos que al bicolor la ropa en cuestión, sin embargo al saber que esto podía incomodarlo se sintió solo un poco mejor.

-"Con permiso." – Se escuchó en japonés una voz rasposa y dura después de medio minuto en que no había movimiento en el marco de la puerta. Kai miró de reojo a una mujer mayor, la cual lo veía seria detrás de Silke.

No tuvo opción, rompió el duelo de miradas y se hizo a un lado, sin embargo los ojos de Silke no se apartaron de Kai. Pasó frente a él descendiendo la mirada con excelente etiqueta, cuidadosamente bajó un pie y después el otro sin hacer ruido con los zapatos de madera para tranquilidad de la institutriz quien la observaba a un lado de Kai. La prenda nunca se arrastró y permanecía en su lugar, mientras que ella se deslizaba por el jardín mostrando a un glorioso Dranzer levantar el vuelo desde su muslo izquierdo con la punta de sus alas liberando chispas ardientes en la parte delantera y trasera del torso, su cola hondeando a la altura de su cadera y un enorme moño en forma de mariposa dorada en el obi.

Kai no podía evitar mirarla. Le molestaba que todo le quedase bien, incluso Dranzer lo traicionaba otra vez adornándola a ella.

La castaña llegó hasta sus camaradas quienes también lucían impresionados ante el cambio tan radical.

-Hola chicos. – Les saludó un poco apenada, aún no se había podido ver a un espejo, pero la cara de sus amigos era completamente aprobatoria.

Bryan solo se atrevió a soltar un silbido.

-Muy bonita. – Se atrevió a decir observando la hechura del kimono de arriba abajo.

Silke no supo cómo reaccionar ante aquel comentario. Estaba acostumbrada a recibir cumplidos por mera cordialidad en un ambiente familiar sin ninguna clase de problema con los Majestics por ejemplo, pero escuchar algo así de sus serios camaradas hizo que se avergonzara.

-Gra… gracias… - Dijo bajando la cara ocultando su rostro con el fleco.

-¿Qué te pasa? – Inquirió Spencer agachándose un poco para verla a los ojos por su extraña actitud.

Silke se mantuvo en su posición defensiva cuando Ian quien era de su estatura se aproximó más a ella descubriéndola soltando una carcajada.

-¡Está roja como un tomate! – Confesó a sus compañeros.

-¡No es verdad! – Exclamó ella haciendo puchero gracioso mostrando sus mejillas ruborizadas.

-¡Ay! Pero mira nada más que cosita tan tierna. – Continuó Spencer haciéndola enrojecer más aún.

Silke solo negaba escondiendo su rostro detrás de sus palmas mientras sus compañeros reían estruendosamente.

Kai observó desde lejos receloso como se divertían molestándola.

-Parece que nunca han visto un kimono… – Refunfuñó rodando los ojos.

-Silke. – Interrumpió Tala tranquilizando las cosas. – Si arruinas el maquillaje tendrán que ponértelo nuevamente frente a ellos. – Sentenció sin perder la diversión en sus palabras que incomodarían más a la chica.

-¡Tala! ¿¡Tú también!? – Negó incrédula como todos estaban confabulados en aquella inusual broma.

-Si continúan verdaderamente arruinarán la sesión.- Mencionó en japonés la mujer molesta porque aquellos chicos devastarían el trabajo de tres horas.

Inusualmente Kai fue quien tomó nota de sus palabras, así que volvió hasta ellos.

-Suficiente, vayan a cambiarse. – Decretó Kai aproximándose hasta sus compañeros que le miraban extrañados, en especial al ponerse entre Silke y ellos.

Tala notó aquello como un comportamiento de lo más extraño, sin embargo con una seña de mano indicó a sus camaradas que se dirigieran hacia el salón donde la japonesa aguardaba por ellos.

Silke por su parte no entendía aunque lo agradecía en cierta forma. Kai la vio de reojo aún con las mejillas tintadas por debajo del maquillaje, la castaña solo bajó la mirada cubriéndose con la manga del kimono; había perdido la elegancia previa. Aún así se mantenía a la defensiva cerca del ruso, por lo que al notar un movimiento de Kai el cual parecía dirigirse hacia ella instintivamente dio un paso atrás, olvidando que no llevaba los zapatos usuales y que la prenda no le permitía separar mucho las piernas, lo que ocasionó un paso en falso que la hizo perder el equilibrio resbalando hacia atrás.

Un escalofrío recorrió su espalda, por poco estropea el kimono de no ser porque Kai fue más rápido y la sujetó del brazo antes de que pudiera tocar el piso. Silke a penas y comprendió lo que aconteció cuando Kai tiró de ella poniéndola a su altura nuevamente. Se sostuvieron la mirada, había cierta confusión en ambos, querían pero al mismo tiempo no había nada que decirse.

-¡Kai! Apresúrate.- Gritó Tala por encima de las escalinatas.

Kai y Silke se soltaron, ella siguió su camino hacia el set y Kai se retiró dignamente a donde sus compañeros.

Las puertas se cerraron nuevamente y esta vez la mujer de edad observó con desdén al grupo de muchachos, que en absoluto representaban para ella algo similar a los ideales japoneses. Todos ellos eran altos y fornidos, eslavos, inclusive Kai quien tenía ambos genes lucía más como un vikingo que como un samurái. Los cinco quedaron expectantes mientras la mujer encendía una pipa para pensar como diría lo que debía advertirles.

La pipa se encendió y ella dio una profunda aspiración, para luego exhalarla hacia ellos.

-No recomendaría que ninguno saliera en este comercial pero el Señor Voltaire me ha contratado para que hagan quedar bien a una marca japonesa de té verde, por favor no decepcionen, si su compañera pudo conseguir que yo la aprobara espero lo mismo de cada uno de ustedes. - Sentenció con mirada de pocos amigos.

Ninguno de los cinco dijo nada, se mantuvieron callados pero con la mirada depredadora de un halcón, serían cooperativos pero sería todo.

La mujer entendió su silencio, si no le darían problemas sería lo mejor. Con un movimiento de su pipa sus dos asistentes se dirigieron a los muchachos para indicarles que empezaran a desvestirse para colocarse los nuevos ropajes.

-Ustedes dos. – Señaló a Kai y Tala. – Tendrán que esforzarse más. – Designó su tarea.


Afuera le habían explicado a Silke lo que debía hacer. Ya se encontraban haciendo la segunda toma mientras ella se mantenía sentada sobre un piso de madera y sobre un mantel artesanal movía en círculos un agitador de bambú dentro de un bonito cuenco de cerámica roja, en la que resaltaba un líquido verde con un poco de espuma.

Sus compañeros salieron de la habitación cercana con diferentes vestuarios, desfilando hasta donde el equipo de grabación se hallaba.

-¡Y… corte! – Ordenó el director a lo que Silke se mantuvo en una media reverencia como se le había indicado. –Oh, ya llegaron, muy bien, por favor ustedes dos pasen de este lado. – Seleccionó a Bryan y Spencer.

Silke alzó la vista y no pudo contener la risa al ver a sus compañeros más altos con caras avergonzadas.

-Se ríe de nosotros… - Mencionó Bryan al rubio.

Spencer no dijo nada solo continuó llevando una cesta de bambú en la espalda a la par de que Bryan portaba un rastrillo para la tierra.

Los más fornidos habían recibido el rol de recolectores de hojas de té, ambos portaban sombreros tejidos a mano en forma de punta para protegerlos del sol y ropajes de algodón en tonos grisáceos para la labor del campo. Eso sí, Dranzer se encontraba presente en un escudo del lado izquierdo del pecho de sus trajes. A ellos se les indicó se dirigieran a una zona un poco más apartada en donde el staff ya había colocado varias plantas de té para que ellos las manipularan.

En seguida llegó Ian más contento que cualquier otro del equipo. Su ropa era moderna y atractiva con el Logo de los Blitzkrieg Boys en el hombro de una chamarra que parecía de aviador y Dranzer presente en sus guantes negros. Una chica del equipo de producción se acercó a él y le entregó una botella llena del té que promocionarían.

Silke más o menos comprendía de lo que trataría el anuncio, parecía ser una marca de té un tanto antigua, que pretendía mostrar el proceso de recolección y tratamiento artesanal del té hasta llevarlo a los consumidores en aquella botella que le habían entregado a Ian.

No había terminado de sorprenderse cuando vio a Tala llegar seguido de Kai con un par de kimonos masculinos muy llamativos.

Tala portaba una bata blanca en la parte del cuello, la cual iba cambiando a un tono azul muy oscuro en las mangas y hacia los pies, los cuales a penas y se asomaban estando cubiertos por unos calcetines negros dentro de unas sandalias cafés oscuro. Sin embargo, el contrastante Dranzer aparecía en el obi que era de color dorado y hacía juego con una cinta tejida que colgaba de su cuello. Las manos de Tala se encontraban cubiertas con una especie de guante que únicamente se aseguraba de la base del dedo medio y se reclinaban en diagonal hacia atrás cubriendo completamente el dorso de ambas manos en color negro.

Un paso detrás del pelirrojo iba Kai, desfilando con una bata roja que a penas y caía debajo de su cintura, iba sujeta no por un obi, sino una pieza que parecía más ser una armadura en color negro, y debajo usaba un pantalón blanco muy amplio, casi como en los templos nipones. Una capa azulada lo cubría por detrás. De las mangas surgían sus manos con guantes que dejaban entre ver solo los dos últimos falanges de los dedos y que tenían una coraza de madera obscura por encima, para rematar, se le veía muy cómodo con una espada, y no podía faltar el sigilo de la familia Hiwatari en hilos dorados sobre el lado derecho de su pecho.

A ambos se les indicó sentarse formando un triángulo con Silke, Tala a su derecha y Kai un poco atrás entre ambos.

Kai lucía muy atractivo, aunque a Silke le preocupó más estar tan cerca suyo cuando él portaba una espada.

-Tala pronunciarás unas palabras mientras Silke le entregarás a Kai el té que tienes, y por favor joven Hiwatari, tras tomarlo con ambas manos deberá sorber un poco.- - Pidió atento el director.

A Tala se le entregó un papel donde venía escrita su línea. Sin embargo Kai y Silke se desafiaron, ambos tenían ganas de usar lo que tenían a la mano para darle una lección al otro.

-Hagámoslo, con cuidado señorita, no vaya a tirar el té sobre el joven.- Recordó el director.

Kai frunció el ceño amenazándola y Silke sonrió maliciosa, parecía una buena idea.

Tala cerró los ojos para ignorarlos, y mejor se aclaró la garganta para decir su línea.

-Té artesanal toma 1, acción.-

Silke le ofreció lentamente el cuenco a Kai quien harto por la continua cercanía que debía tener con ella acercó ambas manos tomando las de ella. Los dos cómo querían tirar el té sobre el otro pero se contuvieron.

-Nada mejor que un té verde para celebrar una boda- Pronunció Tala con simpleza.

El japonés y la germana se miraron con desagrado por ese comentario, pudo notarse el cambio en sus actitudes cuando el director llamó a todos.

-¡Corte! Tala eso no es lo que decía la tarjeta. – Mencionó un poco decepcionado.

Tala volvió a alzar la tarjeta que escondió debajo de sus piernas mientras sus compañeros le miraban de forma asesina.

-Ah sí, lo lamento, "Nada mejor que un té verde para celebrar cada momento del día."- Dijo desinteresadamente, sin embargo Ian sonrió ampliamente ante su líder quien cómplice alzó los hombros ante el pequeño error que enfureció a los dos que disidían.

-Té artesanal toma 2. ¡Acción! – Volvió a pedir el director.

Esta vez la toma salió como debía. Kai tomó un sorbo mientras Silke mantenía las manos sobre su regazo como le habían indicado en una posición sumisa y Tala miraba a la cámara elegante.

-Muy buena toma, pero quisiera repetirla un par de veces más, hay algo que aún no me gusta. –Negó el director sin saber a qué se debía que no le encantaba.

-Si quieren concluir esto ya, por favor háganlo bien. – Dijo Tala al aire sin mirar a sus compañeros.


La sesión concluyó cuando el sol ya no era favorable. Silke sentía las piernas terriblemente adoloridas para el momento en que se retiró el kimono y volvió a sus prendas habituales. Ya se retiraba cuando una de las asistentes de Nadeshko la detuvo entregándole la caja de madera.

-Esto es suyo. – Determinó ofreciéndole el kimono.

-Es utilería, seguro que el señor Voltaire lo querrá de vuelta. – Respondió ella dejándole la responsabilidad a la chica.

-Está hecho a su medida, por favor consérvelo. – Concluyó ella dejándolo en una silla antes de salir del salón.

Silke miró despectivamente la caja. Pensó que lo más "cordial" sería quedárselo por unos días. La tomó y salió por el jardín donde el set ya había terminado de guardar todo en tres amplias camionetas. Sus compañeros no se veían por ningún lado, ya que ellos solos podían quitarse la ropa, y al ser ella la única que requería ayuda para cambiarse, se encontraba completamente sola en el jardín.

Volteó a ver hacia la torre del reloj, ya eran las 17:30, se acercaba la hora de la cena. Aunque por alguna razón no le apetecía estar con nadie. Dirigió sus pasos hacia la salida del castillo en donde se encontró al cuerpo de seguridad de los Lemoine.

-Madmoiselle, ¿a dónde se dirige? – Preguntó el portero.

-Saldré por un momento, solo quiero caminar, ¿le importaría llevar esto a mi habitación? – Pidió ella en francés.

El portero abrió la puerta con un botón desde la caseta y Silke salió tranquilamente. Necesitaba meditar un poco sobre el día siguiente.


La cena resultó amena, ambos equipos Majestics y Blitzkreig Boys con cada uno de sus miembros cenaron en completa paz. Los europeos dieron sabios consejos al equipo ruso, ya que faltaban muy pocas horas para la final que sería a las 17:00 horas puntuales, para poder tener una magnífica fiesta nocturna al concluir.

-Así que mañana todos llevarán un uniforme deportivo que el Señor Voltaire envió, no me encantan los colores pero él desea que así los vea el público desde afuera para que a la hora de la rueda de prensa lleven los magníficos atuendos que yo confeccioné. – Les explicó Marie-Angelique cuando se encontraban concluyendo la cena con un poco de té y postre.

-¿Y por donde entraremos? – Preguntó Tala.

-El estadio olímpico tiene cuatro entradas, se había acordado que los finalistas ingresarían por las entradas norte y sur, de esa forma sus seguidores no estropearán las entradas del staff y los beyluchadores invitados por las alas este y oeste. – Afirmó Rober con tranquilidad.

-Creo que ya es hora de descansar, mañana el día será largo y necesitan desayunar bien para estar listos para la beybatalla, me encargaré personalmente de ello. – Les informó Oliver.

-Muchas gracias. – Aceptó Tala. – En nombre de mi equipo agradezco la hospitalidad y los consejos que nos han dado, mañana los Blitzkrieg Boys derrotarán a los BBA Revolution. – Sentenció Tala seguro de sus palabras, ante las sonrisas de su equipo, incluyendo a Kai.

-Así será. – Terminó por decir Silke.


Llegada la noche, Kai no podía sacar a Silke de su mente. Quería pensar en Tyson y el duelo final, pero por alguna detestable razón la forma en la que habían arreglado a Silke lo perseguía sin dejarlo relajarse.

-"¿Por qué? ¿Por qué demonios no puedo sacarla de mi mente…? Ni que fuera la gran cosa… inclusive Tyson se vería bien con un kimono tan fino…" – Se dijo a sí mismo con los brazos cruzados detrás de su nuca.

Empezó a analizar con lógica la atracción que sentía hacia Silke, quien no le agradaba en lo más mínimo. No podía esperar al día en que ambos tomaran caminos separados nuevamente. Pero, no era que aquello significara nada en especial, ella había sido educada así, para agradar a todos, era bonita, ¿y qué? Hasta las rosas tenían espinas… Y el kimono, ¿por qué no? Una chica como ella debía lucir bien con cualquier atuendo. Recordó a Dranzer moviendo sus alas en aquella vestimenta negra, hasta que una imagen de un Dranzer negro vino a su mente. Kai colocó su palma derecha sobre los ojos, estaba cansado de esas visiones, Dranzer, Black Dranzer, Jörmungand y Silke… por qué esas cuatro cosas, en especial la última convergían en su mente a las horas en que buscaba la paz.

-"Vete de una vez…" – Pensó harto.


Por fin llegó el día de la final del torneo de Beyblade, todo el equipo se había transportado desde el aeropuerto hasta el estadio en un par de camionetas. En una iban los Blitzkrieg Boys y muy de cerca los Majestics.

La carretera había comenzado a llenarse de gente desde las afueras de Berlín que les saludaba al pasar desde sus autos aparcados a los costados vitoreando al equipo ruso, llevaban banderines consigo y muchas fotografías de cada uno de los jugadores quienes los veían animados desde adentro de los vidrios polarizados.

No lo dirían, pero nisiquiera cuando ellos eran los favoritos en la final de Rusia hacía cuatro años habían tenido un apoyo tan cálido del público.

Demoraron 40 minutos en llegar a las inmediaciones del majestuoso beyestadio neoclásico, sin embargo las dos camionetas se detuvieron antes de cruzar el puente que cruzaba el lago. A penas bajaron y escucharon gritos a lo lejos. Todo el puente se encontraba repleto de sus fanáticos, resguardados tras vallas de seguridad con un buen número de oficiales de la BBA.

-Este año sí que tenemos apoyo. - Observó Bryan agudizando la vista a lo lejos.

-¡Así es! Las campañas de patrocinio que he tratado con Voltaire han sido muy populares, hoy mismo se transmitirá antes del inicio del evento el comercial del té japonés que grabaron ayer, por lo que es su momento, luzcanse, déjen que sus admiradores les tomen fotos, estrechen manos y firmen todo lo que puedan, espero que puedan cruzar el puente en un máximo de 20 minutos. - Les recomendó la princesa observando su precioso reloj de muñeca.

-¡¿Veinte minutos?! - Exclamó perezoso Ian, no pensaba que ese puente les llevara más de dos minutos cruzarlo a velocidad normal.

-¡Veinte minutos! ¡Ni más ni menos! Tienen que arreglarse y estar listos para la rueda de prensa. - Respondió severa, aunque de inmediato cambió a su tono de voz gentil nuevamente hacia Silke. - Querida, te veré adentro, hay un vestidor privado para ti en el piso superior al vestidor de los chicos.

Silke asintió sin más, no veía razón para cambiarse por separado pero cuando Angelique estaba presente quedaba claro quien mandaba.

-Andando. - Pronunció Tala a sus compañeros acomodando un poco la chamarra Blanca con los colores de la bandera rusa en el brazo izquierdo.

Silke se sentía un poco incómoda, casi no usaba pantalones, pero en esa ocasión debía complacer a Voltaire, una última vez. Antes de retirarse, Robert tocó su hombro izquierdo.

-Estamos contigo Silke. - Dijo su hermano respaldado por Oliver, Enrique y Johnny.

Silke sonrió con alegría. Asintió animada y siguió a su equipo a quienes les abrieron las rejas para proceder a pasar por el puente.

-Suerte... - Pronunció amargadamente Robert en un susurro para sí.

Los Blitzkrieg Boys empezaron a desfilar entre la multitud que los aclamaba. A la cabeza se econtraba Tala seguido por Kai a quien no le interesaba aquello; Ian y Silke les seguían a cada lado de la pasarela y Bryan y Spencer cerraban el grupo animadamente.

Sus fotografías, revistas, playeras estampadas, pines oficiales de la marca registrada del equipo y muchas artesanías realizadas por los fans se movían de un lado a otro, pero lo que más resaltaba era como la gente levantaba tres banderines juntos, con un escudo que los sujetaba a los tres en la base. Las banderas de Alemania, Rusia y Japón se hondeaban en miniatura en las manos de muchos espectadores. Así era, esos tres países ahora tenían un lazo muy fuerte, y todo gracias a un equipo que nunca debió haber sido, pero lo era, eran uno y lo iban a demostrar en breve.

La pasarela les tomó un poco más de los veinte minutos entre los cuales realmente dieron una gran muestra de afecto al público, excepto Kai porsupuesto, pero ese era el Kai que todos amaban, por lo que hubo muchísimas fotos que obtuvieron de cerca de él de todas formas.


Al ingresar a la seguridad de los muros del bey estadio, Marie-Angelique ya se encontraba ahí completamente sola, de brazos cruzados un poco impaciente.

-Calculé mal pero creo que a la gente le gustó, así que tendrán que apresurarse, vamos Silke. - La tomó Marie-Angelique del brazo alejándola de sus compañeros.

-¡Ian! - Alcanzó a gritarle y en seguida le lanzó su beyblade azul. - ¿Podrías revisarlo por favor? ¡Nos vemos para la rueda de prensa! - Alcanzó a decir Silke mientras era llevada casi por la fuerza por su amiga a quien le preocupaba arreglar perfectamente a la germana para su juego.

Ian observó a Gekiryu, y se sorprendió al ver el anillo de ataque desgastado.

-¿Qué sucede? - Preguntó Tala al ver la mueca de Ian.

-Creo que alguien no acató la orden de ayer...- Mencionó lanzando el blade azul de Silke a Tala quien negó con la cabeza al notarlo inservible para el juega de esa tarde.

A Kai poco le importó, fue el primero en buscar a alguien del Staff para ubicar el vestidor.


El Estadio Olímpico de los Jürgens tenía como principal función jugar Beyblade en grande, aunque sus dimensiones eran suficientes para albergar un partido de Soccer o Rugby, por lo que los vestidores que le otorgaron a los Blitzkrieg Boys tenían capacidad para un equipo entero de football con suplentes y entrenadores.

Kai solo quería que su batalla con Tyson diera inicio, así que rápidamente se retiró el pants deportivo y lo cambió por su nuevo atuendo que aguardaba en un casillero con su nombre. No demoró mucho en esta acción a diferencia de sus compañeros que cuchicheaban respecto al evento.

Aparentemente la ropa de los demás contaba con más accesorios, quizá tenía que ver con que la Princesa había dedicado más tiempo a los rusos que al mitad japonés, cosa que no le interesaba al bicolor.

Sin llamar a la puerta está se abrió, recibiendo a un visitante aunque indeseable, nada inesperado.

Kirill se introdujo a sí mismo con sus gafas de sol sobre su nariz. Miró al equipo y éste devolvió el desagradable gesto, sin embargo, el guardaespaldas más joven avanzó extrañamente sin molestar a nadie en dirección a Kai, más sin embargo, quien le seguía como sombra atrajo la atención de los presentes, exceptuando a Kai por supuesto.

-Tenemos que hablar.- Dijo Kirill sin más al bicolor quien se colocaba los guantes.

-Por qué. – Respondió hosco sin interés.

-Órdenes tuyas. – Prosiguió el otro.

Kai le dirigió una mirada cansada, la cual posó en Ira quien se encontraba cruzada de brazos con los ojos cerrados.

-Dilo.- Comandó Kai.

-A solas.- Terminó Kirill por hastiarlo.

Kai lo miró molesto, pero Kirill solo avanzó hacia una puerta que daba a la zona de duchas, la abrió y esperó a que Kai ingresara.

El bicolor avanzó molesto, lo que fuera más valía que fuese rápido.

-Preciosa, ¿cuidarías a los halcones por mi? – Pidió a su acompañante sin esperar a que ella respondiera, cerrando la puerta detrás suyo.

Ira se acercó al muro y se recargó a un lado observando a la distancia como si se tomara el comando muy en serio. Bryan quien se encontraba sin camisa se aproximó a ella.

-…Ira, ¿no te parece un poco descortés estar entre un montón de hombres semi-desnudos sin siquiera cubrirte los ojos?

-No sé de que hablas, aquí no hay nada que ver. – Negó con frialdad golpeando en lo profundo el orgullo de Bryan.


-¿Y? – Cuestionó Kai sombrío.

Kirill se retiró los lentes y su mirada divertida e insolente correspondió a Kai.

El más alto metió la mano dentro de su saco, y obtuvo su celular desde el cual mostró a Kai la pantalla cierta imagen.

-Parece que tu socia anda regalando publicidad. – Sonrió Kirill ya que Silke se metería en problemas tras publicarse una fotografía de ella con tres chicos desconocidos durante la noche.

-No me interesa.-Respondió Kai a secas sin mirar la foto con la intención de retirarse, lo que hiciera Silke ya no era de su incumbencia, sin embargo Kirill se interpuso.

-Apártate.- Ordenó Kai.

-¿Seguro? – Se burló Kirill.

Kai pasó a un lado de Kirill sin embargo al tocar la perilla de la puerta escuchó algo familiar.

"¿¡...Tú quieres que confíe en ti!?" "Sólo por esta vez"

Su propia voz y la de Silke lo detuvieron repentinamente.

Kai giró curioso por aquella grabación, había escuchado palabras similares entre sueños, en seguida escuchó el sonido de un disparo y un grito suyo que erizó su piel.

"¡Oye que haces!"

-Parece que la traviesa paloma se metió en un lío, creí que querrías saberlo. – Mencionó Kirill pausando un instante la grabación.

-¡¿De dónde sacaste eso?! -Exigió saber Kai extrañado y ensombrecido.

-Parece que tu equipo simplemente no puede permanecer quieto, asaltaron la oficina de Voltaire el fin de semana, ¿lo sabías? Lo curioso fue que no se llevaron nada, solo golpearon a los guardias y despojaron de sus armas, luego Alexander aparece completamente con amnesia al cuidado de un aterrado Lyonya, ¿qué le hicieron a ese viejo? -

Kai sabía que se refería a lo acontecido cuando el Jörmundgand se había escapado.

-Ah... no espera... si faltaba algo más, - Recordó Kirill como si fuera un detalle insignificante. - el bit de Black Dranzer... Y por la caja negra que encontré en la abadía, parece que se te salió de las manos, ¿no es así? - Preguntó Kirill girando un poco la cabeza.

-No tengo la menor idea de lo qué hablas. - Se negó a creer Kai, y era verdad, no estaba del todo seguro, tenía miedo de que sus sueños fueran realidad.

-Dejemos correr lo que encontré y averiguémoslo ambos. - Sugirió el más alto dejando que el sonido siguiera su curso cronológico.

Por un par de minutos Kai escuchó atento como una voz que extrañamente había resonado en su cabeza ahora se escuchaba claramente en el audio; intercambió algunas palabras con Silke y luego se escuchó una feroz pelea entre los Blitzkrieg Boys, Black Dranzer y el mismísimo Dranzer. Todo concluyó tras escuchar un sonido desgarrador de la única voz femenina del equipo, hasta que un rugido proveniente del Jörmungand acabó por arrancarle la vida a Black Dranzer.

Kai se volvió una estatua, era incapaz de procesar todo lo que escuchó. Y saber que él se había encontrado indispuesto sobre la batalla final, una batalla que no recordaba y aunque ahí estaba la evidencia, no la creía. Aún así, era extraño que su abuelo no lo hubiera contactado ya a esas alturas para pedirle explicaciones.

-¿Por qué no se lo has dicho a mi abuelo? – Exigió saber Kai en un tono cauteloso tras recuperarse un poco, no quería que Kirill notara que aquello le había afectado.

-Porque en un futuro, tendrás el poder para darme lo que necesito. Espero que esta muestra de lealtad se te sea suficiente Kai. – Pronunció arrojándole el teléfono.

-Solo si es verdad. – Negó incómodo, no podía creer aquella grabación. Kai decidió borrar el archivo por el bien de todo.

Lanzó el teléfono a Kirill y salió lentamente por la puerta hacia el vestidor atravezando el espacio entre sus compañeros que le miraron curiosos, sin embargo siguió caminando hasta dar con la salida y dejarlos solos.

Tala de inmediato se enfocó en Kirill quien solo sonrió ante lo que acababa de hacer.

-Dulzura, nuestro trabajo aquí está hecho por ahora, di adiós tontos. - Solicitó mientras avanzaba entre los jugadores que terminaban de arreglarse.

-Adiós tontos. - Mencionó cansada saliendo detrás del guardaespaldas más joven sin decir una palabra más a los rusos.

Los dos dejaron la habitación, y Tala fue el primero que se atrevió a hablar.

-¿Por qué está aquí? - Preguntó completamente serio.

-La vi desde la sesión de accesorios en el castillo de Mónaco. - Pronunció Spencer arreglando la banda elástica sobre su cabello.

Tala volteó a ver a su camarada más alto con toda la intención de atravezar su yugular.

-¿¡Y no te pareció importante mencionarlo en aquel momento!? - Exigió Saber Tala.

-No me pareció que tuviera relevancia, no la vi hacer nada malo. - Lo tranquilizó.

-A veces no deberías guardarte esos secretos para tí... si me hubieras prevenido no hubiera ido a coquetear con ella. - Se incomodó un poco Bryan.

-Hubiera dado lo mismo de todas formas. - Se rió Ian entretenido con el beyblade de Silke.


Kai se alejó del pasillo principal y se metió a las escaleras de servicio donde nadie pudiera verlo. Su corazón empezó a latir confundido y temeroso, no le hallaba sentido a todo lo que había escuchado… Y sin embargo, imágenes mucho más claras llegaban a su cabeza. No concebía aquello. Un desagradable sudor frío poco a poco recorrió su nuca.

"Por qué me hace sentir tan agitado... Esta incómoda sensación de que algo no está bien..." - Se preguntaba Kai en silencio. Sentía como toda la ira que sentía al estar en esa final con un equipo que le desagradaba se iba desvaneciendo. No entendía todo lo que cruzaba por su mente. Para intentar tranquilizarse sacó a Dranzer de la bolsa de su pantalón, y le observó en todos los ángulos. Dranzer nunca le mentiría, estaba con él pero aún así sus pensamientos eran intranquilos.

-Necesito una prueba. - Se dijo a sí mismo avanzando decidido por el pasillo.


En el piso superior, se encontraba un largo corredor con vestidores más privados y pequeños; al interior contenían un vestíbulo a la entrada y una zona para cambiarse con ducha al fondo.

Silke se encontraba en uno de ellos con Marie-Angelique, quien se encargaba de los últimos detalles verificando cada centímetro de la tela. La beyluchadora ya se encontraba casi lista. Se había hecho un moño militar con todo su cabello del lado derecho debajo de su nuca. Una boina azul aguardaba sobre una banca de madera con el escudo de los Blitzkrieg Boys metálico sobre ella. Ahora procedía a delinearse un poco más los ojos mientras su amiga verificaba que el vestido realzara sus curvas sensualmente.

-Creo que ya está perfecto Angelique. - Sonrió Silke a su amiga, puesto que aún insistía en encontrar imperfecciones.

-Nada de eso... este día es especial, tu serás la estrella y no puedo permitir que nada atente con arruinarlo. - Se negó sin quitar la mirada estricta de la prenda.

Repentinamente llamaron a la puerta, por mera cordialidad Silke respondió aún observándose frente al espejo.

-Adelante. - Respondió cordial, seguro se trataba de alguien del Staff.

La puerta se abrió lentamente y la persona que se encontraba al otro lado del marco, no solo la hizo fruncir el ceño, sino poner a Angelique en modo defensivo.

-Tenemos que hablar. - Decretó Kai. - A solas. - Continuó refiriéndose a la Princesa sin mirarla.

-¡¿Qué?! ¡Pero como te atreves...! - Exclamó la rubia con las mejillas ardiendo ante aquel insolente joven.

-No. - Dijo sencillamente Silke mientras empezaba a buscar en una bolsita que Angelique había dejado a un lado del espejo. -No tengo nada que hablar contigo, por favor márchate. - Mencionó cuando sacaba un par de cosméticos.

-No quieres, bien así que romperemos nuestro acuerdo por... - Kai fue interrumpido descuidadamente.

-¿Cuál prefieres? ¿El rojo o el brillo? - Preguntó Silke ignorando a Kai mientras mostraba a Angelique entre dos lápices labiales.

-Dejemos el rojo para la fiesta, el brillo te hará resaltar mucho más en tu batalla. - Aconsejó la princesa, quien por dentro brincaba de gozo al ver el trato que Silke le estaba proporcionando a Kai.

El bicolor se molestó por el comportamiento de Silke, en la princesa era algo habitual pero ella nunca se comportaba de esa forma tan boba.

-Muy bien, si es lo que quieres iré a buscar a alguien más que se tome en serio un negocio. - La amenazó dándose la vuelta para salir.

-Voltaire me prefiere a mi, así que buena suerte. - Se despidió sin tenerle consideración alguna al empezar a deslizar el pincel sobre sus labios dando un brillo glamuroso.

-A tí pero no a tu hermano, es una lástima. - Terminó por lanzar su último anzuelo.

Silke frunció ligeramente las cejas y Angelique temió lo que vendría a continuación.

-Marie, ¿podrías darnos unos minutos? - Solicitó con cordialidad retomando la dulzura en sus palabras.

-¡¿Qué?! ¡No lo hagas Silke, es un truco sucio! - Le pidió su prima.

-Será breve, ¿podrías traerme a Gekiryu por favor? - Pidió amable.

La princesa se molestó, pero hizo lo que Silke le pidió, avanzó hacia la salida si quitar sus ojos asesinos de Kai quien la ignoró por completo. A penas ella abandonó la sala, el ruso echó el seguro silenciosamente a la puerta, nadie iba a interferir.

Kai se acercó decididamente a Silke quien se veía fastidiada por su visita pero lo encaraba.

-¿Y bien?- Preguntó con cara de pocos amigos.

Kai dio un paso más hacia ella. La observaba con desprecio y ella devolvía la intención.

-Si no es nada entonces retírate, estoy ocupada.- Dijo ella cuando pretendía girarse de vuelta al espejo, sin embargo, Kai la sujeto del hombro.

Silke giró hacia él sin comprender cuando éste tomó con los dedos de la diestra el cierre de la chamarra de la chica y lo bajó hasta la mitad de un solo movimiento.

-¿¡Qué haces!? – Gritó Silke sin entender cuando Kai empezó a tirar de su prenda a la altura del cuello.

De inmediato ella trató de meter las manos para alejarlo de sí misma, descubriendo que no conseguía zafarse de su agarre.

-¡Suéltame…! ¡Me lastimas! – Gritaba desesperada en medio del perverso acto que Kai le propiciaba.

El ruso ignoraba los gritos de ella y sus desesperados movimientos por alejarse de él, esta vez nadie iba a evitar que descubriera lo que le perturbaba, ni siquiera su bestia bit.

Silke comenzaba a asustarse en verdad, su fuerza no era nada comparada con la de Kai, y las costuras de la prenda comenzaban a reventar, se sentía tan vulnerable, a pesar de todo lo que había vivido con él anteriormente no podía defender su honor.

Kai se negaba a creer lo que Kirill le había mostrado e impetuosamente descubriría la verdad fuera cual fuera, aquello no era posible, de ser así, Silke era una persona diferente a la que él se empeñaba en detestar.

Tras un determinante jalón, la perfecta piel de Silke dejó de verse uniforme cerca de la base de su cuello, donde la tintaba un brillante color escarlata, algo que ensimismó tanto a Kai que no vio lo que venía.

Silke sintió su agarre más flojo, así que propinó una fuerte cachetada a Kai la cual lo tomó por sorpresa obligándolo a soltarla.

La palma de Silke había acertado en gran parte de la mejilla izquierda de Kai resonando agudamente. La piel del ruso adquirió un leve tono rojizo por encima de sus tatuajes y Silke sintió su mano adormecida.

Ella estaba impresionada, nunca había golpeado a nadie, envolvió su diestra con la zurda contra su pecho y avanzó un par de inseguros pasos contra el espejo detrás suyo, la mano le temblaba, pero no de dolor, estaba asustada y nerviosa, Kai se había atrevido a tanto y ahora que lo había golpeado no dudaba que pudiera ponerse peor. Quería gritar, pedir auxilio, pero se encontraba aterrada.

Kai no predijo aquella reacción, su rostro había girado algunos grados y el ardor era impresionante; en verdad pocas personas habían tenido la suerte de tocarlo si quiera, y ahora esa mujer se sumaba a la corta lista; sus ojos enardecidos se dirigieron a Silke antes que su rostro, entonces la divisó temblando contra el espejo, su cabello despeinado y la ropa arrugada, coronado por la mirada cristalina en sus ojos incrédulos.

Kai prestó toda su atención, no vio a la mujer manipuladora que creía, inhaló profunda y silenciosamente, se había equivocado por esta vez. "Al demonio todo" pensó haciendo a un lado su orgullo y la lógica.

Negó levemente y estiró la diestra hacia Silke, quien instintivamente cerró los ojos encogiéndose de hombros buscando refugio contra el espejo, hasta que sintió contacto sobre su mejilla izquierda, se sobresaltó al sentir aquello, por lo que abrió los ojos temerosa.

La castaña no sabía cómo reaccionar, aún estaba en shock por aquel deliberado ataque, Kai la miraba directamente, sintiendo bajo sus yemas la suave piel de la germana.

-Te hice pasar por mucho… aun así te quedaste conmigo hasta el final.- Pronunció en un tono serio pero tranquilo.

Silke no pudo contenerse más ante esas palabras, sintió que el aire la abandonaba, cosquillas en su nariz y lágrimas comenzaron a asomarse de sus ojos mientras trataba de guardar la compostura.

Kai la vio flaquear, sostuvo su rostro entre sus manos, ya no se veían rastros del hematoma que marcó su mejilla hacía una semana.

Ella intentaba no verlo directamente mientras agachaba el rostro, sin embargo, él se lo impidió.

-¿Por qué no querías que lo supiera?- La cuestionó interesado y decidido a obtener una respuesta.

Silke no podía contener las ganas de llorar, así que una lágrima se deslizó por completo hasta el guante de Kai.

-No quería… arruinar tu batalla con Tyson…- Se expresó entrecortadamente.

Kai se sorprendió, negó con una mueca desagradable ante una frase tan irreal.

-Necia… Siempre pensando en los demás antes que en ti… Incluso después de que lastimé a Gekiryu, aún confiabas en mí… Casi mueres… Es algo que no puedo comprender. – Respondió casi molesto, siendo alguien que calculaba cada movimiento, seguía sin entender el por qué las personas se arriesgaban así por otras, en especial si tenían problemas entre ellos.

Kai finalmente lo sintió. Había obrado mal, no había forma de pedir perdón a todo lo que le había hecho, la había traicionado más veces que a cualquiera. Bajó la mirada al piso y soltó a Silke.

-"No importa cuanto lo queramos… no podemos cambiar el pasado…" -

Pronunció unas palabras que bien conocía. Sabía que no tenía derecho a pedir el perdón de Silke, y mucho menos intentar recuperar su confianza. Dolorosamente aceptó las consecuencias y se dio la vuelta para alejarse, sin embargo la voz de la alemana lo hizo parar antes de llegar a la puerta.

-Yo no quiero cambiarlo. – Exclamó esperanzada perdiendo el temor al hablar.

Kai escuchó extrañado, giró hacia ella lentamente, sin embargo esta vez fue él quien desencajó el rostro al ver esa mirada cristalina consternada por nadie más que él.

-Aunque no pueda volver a sentirlo… -Bajó la mirada hablando con sinceridad- no quiero olvidar tus palabras, me dieron valor y hacerme saber que podía lograr lo que fuera y…-

Silke calló de pronto, los brazos de Kai la envolvieron inesperadamente, uno por encima de sus hombros y el otro sobre la cintura.

-No necesitas olvidarlo. – Le susurró al oído apretando su cuerpo contra el suyo.

Silke quedó petrificada, Kai nunca se había acercado de esa forma hacia ella, y ahora sentía el calor que el fuerte cuerpo de Kai desprendía. Los abrazos con desconocidos le resultaban muy inapropiados pero… solo por esta vez no quería pensar si estaba bien o mal. Sus manos temblorosas empezaron a subir por detrás de Kai hasta posarse completamente sobre su espalda atrayéndolo también hacia ella.

Kai sintió un alivio al saber que Silke no lo rechazaba. ¿Cómo podía haber dudado? Ahora ella llevaba por siempre la prueba de lo mucho que él le importaba y que incondicionalmente podía confiar en ella.

Silke recargó su cabeza contra el pecho de Kai. Su sutil colonia nuevamente hacía de las suyas, no había nadie más en ese momento ni en ese lugar. Ni negocios, batallas, bestias bit, equipos, únicamente ellos dos. Se sentía tranquila con la presencia de Kai, no necesitaba nada más. Si el tiempo parara ahí mismo, no le importaría.

De pronto la mano de Kai que se encontraba más arriba se dirigió a la tela que cubría el cuello de Silke, quiso moverla un poco para observar la marca, sin embargo al sentir esto, Silke solo se separó lo suficiente para verlo a los ojos. Esa marca era algo desagradable que nadie más tenía que ver.

Kai la miró también. Ahora recordaba claramente como antes había intentado besar esos perfectos y brillantes labios, sin quitar la vista de sus ojos, subió su mano derecha cubierta por el guante, sin embargo las yemas de sus dedos acariciaron gentilmente la mejilla izquierda de la joven, donde hacía una semana, él había permitido que un golpe la marcara. Silke sintió calidez en aquel movimiento, cerrando los ojos recargando su rostro en la palma de Kai.

-No tienes que pelear hoy. – Pronunció Kai de pronto.

Silke abrió los ojos incrédula por esas palabras.

-¿Qué…? – Susurró extrañada, tal vez no había escuchado bien.

Kai la observó detenidamente. Silke ya había pasado por mucho, no quería que volviera a resultar herida.

-Es muy peligroso, deja que alguno de los chicos lo haga. – Determinó de pronto.

Silke rompió el abrazo pero esta acción no hizo que Kai se retractara.

-Desde que nos conocemos mi vida ha peligrado una y otra vez, y esto sólo se trata de una beybatalla. -

Kai la miraba con seriedad y preocupación. Tomó un poco de su cabello despeinado y acomodó detrás de su oreja.

-Hiro no dudará en destrozarlos a ti o a Gekiryu.-

A pesar de que disfrutaba de sus caricias, Silke no perdía la dirección de ese tema.

-Ahora suenas exactamente igual al Robert de antes… -

Kai la tomó por los hombros para intentar hacerla entender.

-Antes dijiste que si me importaras no dejaría que te pasara nada a ti o a Gekiryu. – Le recordó mirándola profundamente.

A Silke le resonaron esas palabras en la fría abadía. Miró a un lado, Kai no comprendía lo mucho que ella valoraba ese día en la final.

-Esto es diferente… -

-Escúchame, Hiro me manipuló para que Tyson se hiciera más fuerte, no dudará en jugar contigo y hacerte sufrir para el mismo fin. -

Silke le miró compasivamente.

-Eso no importa, es lo que espero en esta batalla. –

-¡Ya basta! – Exclamó cansado. - Antes dijiste que era para ganar méritos, pero ya has cumplido todo lo que te proponías, ¿qué haría el día de hoy diferente? -

Silke sonrió tristemente.

-No te concierne. – Pronunció negando levemente alejando su mano de él.

Kai sintió un muro que lo alejaba de ella a pesar de tenerla tan cerca. Un muro como los que él ponía a todos a su alrededor, y ahora ella ahí tan encantadora lo hacía con singular facilidad, no confiaba en nadie, ni siquiera en él.

-Pruébame. – Solicitó esperando que ella accediera. – Prueba que esto no es solo un capricho. – Le dijo con rudeza.

Esa última oración hizo estremecer los sentimientos de Silke, ¿verdaderamente lo que hacía podría parecer un capricho? Bajó la mirada, y pensó en su familia, camaradas y amigos… todos habían demostrado preocupación por su batalla, pero aunque ella tenía sus razones, entendía que para alguien como Kai lo que estaba por hacer podría sonar irracional.

-Está bien… te lo diré, en realidad es algo muy simple. – Mencionó mirándolo directamente.

Kai se mostraba tan serio como siempre, pero genuinamente quería saber lo que obligaba a Silke a enfrentarse a Hiro.

-Tú al igual que Robert son los primogénitos de sus respectivas familias. Tarde o temprano se encargarán de sus negocios, se casarán y tendrán hijos que mantendrán su apellido, y así son las cosas, sin embargo, yo tendré que dejar mi hogar, mi apellido, incluso mis creencias para pertenecer a la familia de alguien más, procrear a sus hijos y hacer todo lo que me pidan, entonces ya no le importará a nadie lo que fue Silke Jürgens, las calificaciones perfectas, mi huella en la compañía, vaya ni siquiera este torneo de beyblade… - Dijo sin que su voz temblara ante el inminente destino. – Sin embargo, si juego hoy tengo la posibilidad de poder recordar en diez años que fui valiente y me enfrenté al mayor reto de mi vida, eso me dejará saber que hice algo siendo yo misma, me aterra la idea de llegar a esa edad y pensar: ¿Qué hubiera pasado si peleaba hoy? ¿Habría ganado? ¿Perdido? No lo sabré a menos que participe, es por eso que nadie me puede arrebatar este día, ya que aguardé por esta oportunidad toda mi vida, tal vez no era lo que querías escuchar pero no lo hago por mi familia ni por el equipo, sólo por mí.-

La mirada de Kai se tornó incrédula, no sabía que su compañera tenía una razón tan profunda. Sin duda, ella también tenía toda una motivación detrás de sus acciones.

-Si no estás de acuerdo díselo a Robert. – Dijo en un tono que ocultaba un poco de enojo.

-¿Y por qué haría eso? – Intercedió Silke con seriedad seguida de una diminuta sonrisa. -No tengo intenciones de negarme a lo que me corresponde, es un honor para mí poder unir a mi familia con nuevos aliados, haciéndola perdurar.-

-Los Jürgens perduran pero, ¿qué hay de ti?-

-Nada, será lo mismo que con mi madre y la suya, es suficiente para nosotras saber que hicimos nuestra parte para mantener el legado, aunque signifique que ya no seamos parte de él.-

No estaba en él entrometerse en los problemas de los demás, pero por esta única vez, quería evitar ese destino.

-Me decepcionas. – Dijo Kai de pronto.

-¡¿Yo te decepciono?!- Exclamó ella enfureciéndose

-Una mujer tan fuerte como tú no debería dejar su futuro en manos de otros.-

Silke se sonrojó apartando la mirada, no puede creer en sus palabras.

-Qué cosas dices… tú no eres así…- Reniega mirando hacia algún lado.

-En la abadía dije que tienes potencial. – Pronunció demostrando que recordaba todo a lo que Silke se sobresaltó. Kai acercó su rostro al de ella sintiendo su respiración, estaba completamente atraído por su ser, sin embargo se contuvo y bajó la mirada dejando de lado su postura dominante. - Me dejé llevar, no quise ofenderte. – Le hizo saber después de aquellos momentos en que había pretendido seducirla.

-N…no lo hiciste… - Respondió incomoda, esperaba que todo aquello hubiera sido solo una reacción al contacto con Black Dranzer, pero al saber que había sido intencional, solo sentía los nervios de punta.

-Debes entender que creí que querías hacerme quedar mal.- Mencionó acariciando suavemente su cabello.

-¿Y por qué creíste eso? - Preguntó recelosa buscando la mirada de Kai. No recordaba haberle dado motivos para creer aquello.

-La mayoría de las personas tienden a decepcionar, una y otra vez, por eso no confío en nadie.-Le dijo con sinceridad.

-Nunca hay garantías de que las cosas salgan como uno espera, solo es cuestión de arriesgarse…- Le aconsejó. – Pero tú no tienes que hacerlo. – Dijo sincera. – Tú ya posees un equipo que te aprecia, pero no quieres aceptarlo, tendrías que haber visto como cada uno de ellos te defendió, ellos te admiran tal y como eres, al igual que yo. - Le dijo con una tierna sonrisa.

Kai la observó anonadado, ¿por qué era así con él? Cada momento se sorprendía más de las palabras de ella. Seguía sin estar completamente seguro en si había una confianza genuina con Tala, Ian, Bryan y Spencer, pero si ella se lo decía, no podía dudarlo.

Silke sentía su mirada en ella, vio como se deslizaba hacia su cuello, suponiendo que miraba hacia el escote del cierre abierto se giró un poco de lado para cubrirlo.

-Arruinaste la prenda de Marie-Angelique… seguro te asesinará…- Pronunció cambiando el tema.

Ambos volvieron a la realidad del momento.

Kai suspiró al reparar en ello, tal vez sí había exagerado, el cierre se había zafado de la prenda, sería imposible de arreglar en tan poco tiempo.

-Dame unos minutos y conseguiré algo más. – Pidió frunciendo el ceño ante su acto infantil.

Silke se alejó de él hacia un bolso deportivo grande con el emblema del equipo que descansaba sobre la banca a medio metro.

-No es para tanto, solo consígueme una chamarra, Angelique hizo otro vestido… - Dijo alzando la prenda desde la maleta.

-No tienes que ocultarte.- Añadió Kai notando el escote en la prenda, razón por la cual Silke pretendía colocarse algo más de ropa.

-Solo viste una parte, en realidad es repulsivo y quiero evitar incomodar al público…- Pronunció mirando al vestido con una amarga sonrisa.

-Póntelo. – Insistió Kai. – Si no se ve bien, te daré mi ropa. – Insinuó bajando el cierre de su chamarra.

Silke asintió nerviosa y Kai se dio la vuelta aguardando detrás del muro.

Silke sentía que podía confiar en él, así que empezó a retirarse la prenda que llevaba. Kai escuchaba la tela rozar con la piel de ella mientras miraba hacia el piso su sombra difuminada.


Marie-Angelique mostraba su impaciencia moviendo la planta de su pie de arriba abajo, haciendo un sonido que desesperaría a cualquiera, excepto a Ian quien continuaba verificando que Gekiryu estuviera en el mejor estado posible.

-¿Ya terminas con eso? – Demandó saber.

-¿Cuál es la prisa? Aún falta media hora para la rueda de prensa y una hora para el combate.- Prosiguió Ian en su labor.

-¡¿Y eso que?! La pobre Silke está a solas con ese hombre…- Respondió quejándose la princesa con amargura.

-¿Con quien? – Se extrañó Tala.

-¡Pues con ese pervertido! ¡He visto como la mira! –

-¿De quien hablas?- Preguntó curioso Bryan.

-¡De Kai por supuesto!- Terminó Marie-Angelique por decir el detestable nombre.

Todo el equipo se quedó de piedra. De inmediato se movilizaron hacia dónde se encontraba Silke. Kai podía ser algo inestable, y luego de ver su actuar contra ella, era capaz de todo.


Silke se deshizo de su ropa interior superior y de las medias, ya que esa segunda prenda tenía la intención de mostrar más escote en la zona de los hombros y menos en las piernas, ya que el largo de la falda cubría las rodillas. Volvió a colocarse los botines que eran los mismos y deshizo el chongo militar que llevaba, dejando su cabello suelto nuevamente. Intentó subirse el cierre pero no podía con esta tarea. Lo pensó por un momento, dependiendo de la reacción de Kai, decidiría si usaría una prenda que la cubriera o si se atrevería a mostrarse tal y como era… No le daba mucho ánimo, recordó el suspiro que ahogaron las asistentes japonesas cuando la vestían para el anuncio.

Kai aguardaba paciente, se quedó meditando respecto a la motivación de ella, no podía negar que le preocupaba pero era fuerte, decidida y no permitía que nadie controlara su vida… al menos por ahora. Era tan injusto que alguien así tuviera que terminar de ese modo y tan tranquila aceptaba su destino, pero la ferocidad que mostraba para marcar por siempre su futuro… ¡Vaya! Eso sí era interesante y valiente. Le robó una sonrisa emotiva.

-Kai. – Se escuchó la voz de Silke al otro lado. - ¿Podrías ayudarme con el cierre?- Preguntó apenada.

Kai salió del resguardo del muro y se aproximó viendo sus hombros rojizos y una parte de la base del cuello, Silke giró dándole la espalda pasando todo su cabello por encima de su hombro derecho hacia adelante; Kai observó atento como desde la cintura de Silke hasta los hombros, toda su espalda desnuda se encontraba quemada con la garra de Black Dranzer.

No le era repulsivo en absoluto. Le parecía imposible creer que esa delicada y gentil doncella le había hecho frente a una muerte segura para salvarlo a él, después de todo lo que le había hecho.

-¿Sucede algo?- Cuestionó incomoda al ver a través del espejo como él se quedaba observando la marca.

Kai subió el cierre hasta que se perdió en la tela afelpada que rodeaba sus hombros y cuello sin decir nada, Silke se acomodó el cabello frente al espejo aún insegura de sí era la prenda adecuada.

-Esta sí eres tú.- Señaló Kai encontrando la mirada de Silke en el reflejo del espejo. Le agradaba aquella prenda, le parecía que era más atractiva que el vestido anterior el cual pretendía ser más seductor.

-¿En serio? ¿No crees que se ve mal?- Insistió preocupada por la marca. No estaba convencida de que las personas lo pasaran por alto.

-Si las personas son superficiales, ese es su problema.- Dictaminó Kai sabiendo lo que le preocupaba a Silke.

La castaña reaccionó conmocionada, era casi lo mismo que le había dicho Gekiryu.

Kai se acercó al banco y tomó la gorra de Silke, volvió con ella y la colocó en su cabeza acomodando el escudo del lado izquierdo.

-Luces magnífica. –

Silke se sonrojó, pero no le importó que él la viera así. – Gracias. – Le sonrió aceptando el cumplido, sin embargo ella tomó su mano derecha entre las suyas. – Por favor no te preocupes, sólo quiero que me observes y confíes en mí. - Le pidió animada sosteniendo con fuerza su mano.

Kai tomó con la zurda la nuca de Silke y ambos se miraron profundamente, por fin estaban en paz.

-En ese caso, ve a descubrir cómo termina el día de hoy camarada Silke. – Pronunció recargando su frente contra la suya.

Silke escuchó atenta sus palabras, y cerró los ojos tras esa caricia eslava que indicaba confianza mutua.


Afuera, los Blitzkrieg Boys y Marie-Angelique habían llegado en auxilio de Silke.

Tala tomó la perilla e intentó girarla cuidadosamente sin que esta hiciera ruido. Al notar que se hallaba con seguro, asintió ante Spencer quien se colocó en posición para abrirla de un golpe. La princesa alzó un poco su pie derecho para quitarse una zapatilla la cual poseía un tacón que fácilmente podría ser empleado como arma.

Spencer esperó la señal de Tala y dio una certera patada al cerrojo de la puerta abriéndola por completo.

Los cinco se quedaron viendo desde afuera a Kai y Silke quienes los miraban extrañados desde una corta distancia entre ambos.

Angelique permaneció con la boca abierta, no solo por aquella cercanía, sino que su amiga finalmente había optado por la prenda que revelaba todo su secreto.

-¡Chicos! – Exclamó Silke animada pero en absoluto molesta. - ¡Qué bueno que llegaron! ¡Y trajeron a Gekiryu! – Dijo al aproximarse a la salida seguida por el bicolor hasta Ian.

El grupo no comprendía nada, mucho menos verla tan animada en compañía de Kai. Ian sacó el blade sin decir más y Silke lo tomó observando lo maravilloso que lucía.

-¡Espléndido! Bueno, creo que deberíamos dirigirnos a la rueda de prensa, ¡Vamos Kai! – Le indicó a su compañero tomándolo de la mano a lo que él no se negó y atravesó el grupo con Silke hasta alejarse por el corredor.

-¡¿Qué?! – Dejó Ian salir su incrédula sorpresa.

Tala se mostraba desconfiado, por un momento desconoció a Kai totalmente; Bryan no entendía cómo ella lo había tomado de la mano como si nada; Spencer solo hizo un breve gesto con media sonrisa, sabía que algo había ocurrido y al parecer nuevamente algo aconteció en esos últimos minutos; por su parte Angelique dejó caer su zapato al piso, después de que ella había juzgado a Kai como un mal sujeto, Silke gustaba de su compañía.

-Creo que me voy a… - Pronunció la princesa luciendo algo mareada.

-¡Oye! ¡Agárrala…! – Exclamó Bryan en dirección a Ian quien se encontraba tan distraído que no reaccionó a tiempo para evitar que Angelique se desplomara sobre el piso.

-¡Estás bien! – Demandó saber Tala rápidamente moviéndole el hombro desde el piso.

-Esto es… una pesadilla… ¡solo eso! – Respondió la reina del melodrama.


*Actualicé unas palabras de este fic : 3 lo lamento... no podía continuar si no quedaba exactamente como yo quería jeje 13/07/2020 ya ando en la continuación!*

Finalmente... aquí el tan esperado Shippeo, gracias por esperar tantos... años... en verdad gracias por su apoyo, por seguir aqui conmigo, este fue un año lleno de cambios para mí, y no podía escribir con tanta regularidad pero como pueden ver, la espera trajo un capítulo largo, espero les haya gustado. Ya estamos cerca, tan cerca del final, tal vez un par de capítulos más y muy posiblemente un epílogo.

Por cierto jeje, la frase que le dice Kai a Silke, respecto a que "no podemos cambiar el pasado..." Se lo dice a Ray en la primera temporada cuando pierde a Drigger, me parecía que Kai era mucho más "poético" en Beyblade 2000.

Saludos!

¡Felices fiestas y un excelente inicio de año!

PD. Como regalito les dejo la playlist que he hecho de rolas Kai & Silke, la pueden buscar en Youtube, son canciones que de alguna forma me inspiran, solo agreguen el siguiente link sin espacios después de Youtube punto com diagonal

playlist?list=PLXr3sycVGohMUFMCk38c5Ycd6xpgf1618