¡Hola a todos! ¡Dulce o truco! ¡Feliz Halloweeeeeeen! (ups me pasé por media hora...)

Bueno, fue casi un año en que me fue poco posible escribir, ¡pero ya estamos de vuelta! Este fic concluye, por que concluye (o yo no podría vivir en paz...)

Nos vamos directo a la trama, por que las cosas ya estaban más que preparadas al final del capítulo pasado. Una cosa más, sentí que no podía evitar toda la interacción que verán a continuación, espero que les resulte satisfactoria tanto como a mí.

Por cierto, ya con una mayor interacción, aparecen en este capítulo las OC de dos lectoras muy especiales que han estado ayudándome a seguir adelante ya sea con mensajes, fanarts y apoyo, en verdad chicas se los agradezco.

En orden de aparición : D

El personaje de Ira le pertenece a AngelKhazanovXIII

El personaje de Leela le pertenece a MaryMishe00

Gracias por sus reviews!

Sarah Kilensky

Y tenía un buen rato que no platicábamos amiga, pero que bueno que no te has olvidado de la historia que ya está en el punto en el que la sospechabas desde capítulos atrás XD espero te agrade todo lo que se ha cosechado luego de tanta sequía y tormenta. Un abrazo!

MaryMishe00

Querida amiga! Mil gracias por tu mamá review! Y por recordarme que ya llevo aquí 5 años... ._. espero que podamos concluirlo de unja vez por todas... sino cuando tendremos aquellos epílogos románticos? jeje Apresúrate con tu fic! Y gracias por tu apoyo en el mío : )

Vi

Hola amiga! Pues aquí seguimos sobreviviendo con este relajo que nos trajo la pandemia, pero debo reconocer que tu mensaje fue el que me ayudó a tomarme ciertas horas para seguir escribiendo, gracias por mi jalón de orejas jeje espero que este capítulo te guste! abrazos!


Capítulo 36

La luz del solitario pasillo se iba aclarando conforme sus pisadas confiadas en sí mismas se aproximaban hacia una amplia ventana horizontal, el sonido de las mismas se opacaba rápidamente al escuchar un murmullo general proveniente de la arena de batalla del magnífico estadio en que se encontraban.

La serenidad que había en ambos en ese lugar y momento, era una que por mucho tiempo habían sentido de forma intermitente, insegura, solitaria y un poco ilusoria en un inicio, pero estar ahí hombro con hombro, dispuestos a enfrentar un último reto como un sólido equipo dándose fuerza mutuamente mantenía sus ánimos arriba. Había seguridad en esto, los bits de Dranzer y Gekiryu se encontraban llenos de energía vibrante dentro del bolsillo en que se encontraban transportados.

El reflejo de ambas personas no tardó en aparecer sobre el cristal conforme se aproximaban hasta la panorámica.

Los ojos de Silke de inmediato se llenaron de asombro al poder contemplar el increíble tamaño que tenía el recinto construido por su propio hermano años atrás, no era lo mismo verlo en vivo que en transmisiones televisivas o en los planos arquitectónicos. Después de 4 rondas previas en los países de sus familiares europeos, los cuales cada uno de ellos se había esforzado al máximo para que el público se llevara un espectáculo inolvidable, no podía negar que el Estadio Olímpico aún reservara tan singular belleza. Se preguntaba cuanto faltaría para encontrarse al centro de las miradas beybatallando con su equipo.

Kai la admiraba silencioso, no tenía intención de interrumpir su curiosidad. Le agradaba observar que pese a que en el reflejo de la ventana las marcas rojizas sobre su cuello y hombros descubiertos fueran algo tan llamativo, ella no les prestaba atención. Se le escapó una ligera sonrisa.

-Aún falta un rato para que dé inicio la última ronda y el estadio ya se encuentra completamente lleno. – Señaló Silke observando de un lado a otro las butacas ocupadas.

-Así parece. – Respondió Kai mirando también hacia afuera.

Silke bajó un poco la mirada con una traviesa sonrisa. Había algo que quería saber y sabía que podía hablar con libertad frente a su compañero y socio.

-Kai. –

-¿Sí? –

-¿Puedo hacerte una pregunta personal? – Preguntó ella mirándolo de reojo.

Kai no respondió, solo asintió de forma casi imperceptible, pero lo suficiente para que ella entendiera.

La castaña nuevamente se apenó un poco.

-El año anterior, antes de tu batalla final contra Tyson… -

Kai alzó las cejas con interés.

-¿Te sentías nervioso o emocionado? – Preguntó directamente.

Kai soltó un suspiro comprensivo y cerró los ojos para sí.

-¿A caso Silke Jürgens está dudando de sus sentimientos? – Jugueteó con ella mirándola sarcástico.

-Yo pregunté primero, no te daré una respuesta hasta que tú lo hayas hecho. – Respondió cruzándose de brazos sin perder el sentido del humor.

Kai sonrió. Levantó la mirada mirando a lo alto del estadio, donde en el palco principal identificado con la bandera de la BBA ya se encontraba el trofeo del campeón exhibido.

-Estaba emocionado, igual que hoy. – Afirmó convencido.

Silke asintió con una amable sonrisa.

– Bien, porque eso es exactamente lo mismo que yo siento. - Confesó su sentir al tomar a Gekiryu entre sus manos.

Kai reparó en aquello. Ciertamente había esperado todo un año por ese momento. Tyson y los Blade Breakers eran una parte fundamental en su vida. Ellos habían estado ahí para hacerle ver que su pasado no debía afectar su presente, que había formas de ser el mejor sin sucumbir ante el poder y que la genuina amistad sí existía y lo ayudaba conseguir grandes victorias; sin embargo, ese equipo que unió a los 4 mejores jugadores con las bestias bit sagradas de Japón, actualmente disputaba una batalla interna por el puesto al campeón, un lugar que Tyson Kinomiya se había ganado con verdadera destreza y mantenido los últimos 3 años.

Ese muchacho de personalidad torpe y desenfrenada era un verdadero genio de la estrategia. Incluso en su primer encuentro, consiguió hacerlo creer que solo tenía suerte de principiante pero tras haber obtenido a Dragoon, solo pudo confirmar que había estado muy equivocado, era la primera vez que su soberbia lo cegaba.

Después de la aventura que vivió con los Blade Breakers, nuevos desafíos aparecieron, empates, victorias y derrotas, pero aquel diverso equipo siempre se había mantenido positivo, hasta el año anterior, en que derrotar a Tyson ya no era solo un juego de niños, ahora se trataba de una batalla para saber quién era el mejor beyluchador del equipo original. Ese combate llevó a cada miembro del equipo por caminos totalmente opuestos, con equipos que de alguna forma se relacionaban.

Max había recibido una cordial bienvenida por parte del equipo de su madre, algo casi obvio ya que Judy siempre se había mantenido al pendiente de su hijo cuando descubrió las habilidades defensivas que este poseía, eso lo calculó desde aquella vez en Rusia en que Max obtuvo una significativa mejoría en Draciel, la cual fue suficiente como para haberle dado problemas incluso con Black Dranzer.

Ray volvió con su equipo original, luego de que ellos comprendieran que la intención de su compañero no había sido la de traicionarlos; más bien se trataba de un reto propio, siendo buscar mejoría en sí mismo. El campeonato pasado notó como habían incrementado la cercanía de su equipo, pudo sentir la presión de todos los White Tiger X cuando batalló contra Ray en la semi-final, casi perdiendo ante él, sin lugar a duda un oponente formidable.

Tyson por su parte, tuvo que re-iniciar solo. De alguna forma él los había convertido en el equipo novato que había crecido y vencido a todos los demás en su primer mundial juntos. Nunca dudó en que Tyson lograría llegar a la final, en especial con un compañero tan parecido a él como lo era Daichí. Kenny era amigo de Tyson desde la primera vez que lo vio… Si tan solo lo hubiera mantenido secuestrado permanentemente en aquella ocasión cuando él era líder de los Blade Sharks… Ese pensamiento le robó una sonrisa maliciosa. La adición de Hilary al equipo hace un par de años a través de gritos y regaños; muy curioso como dos personas que discutían todo el tiempo habían logrado equilibrarse, ahora Hilary parecía ser uno de los pilares del equipo de Kinomiya. Y finalmente Hiro. Era algo que no había previsto, pero no era tan descabellado como podría parecer. Luego de aparecer como "Jin Tempestad" y de su pequeña colaboración con Boris, su finalidad era única: hacer a Tyson invencible.

Sin embargo más allá de sus principales intenciones, era cierto que había elegido a los Blitzkrieg Boys porque no había ningún otro equipo con la fuerza suficiente para llegar a las finales, además de que al haber tenido el mismo entrenamiento era mucho más fácil coordinarse y entenderse con ellos, lo que era más que suficiente para lograr su cometido de enfrentar nuevamente a Tyson cumpliendo las normas del campeonato, pero por primera vez nada había salido a la forma en qué lo planeó, y todo por esa chica que yacía a su lado observando detenidamente el bit de su beyblade azul cerúleo.

Sin lugar a dudas le había dado una lección inesperada. Le había demostrado que sin importar las apariencias o las primeras impresiones una persona podía ser algo más allá de lo que se ve a simple vista si uno está dispuesto a arriesgarse a conocerla más. Ahora veía a Silke como una aliada, y aunque no podía ser tan franco con ellos, Tala, Ian, Bryan y Spencer también se habían convertido en una parte de su vida esas últimas semanas, habían dejado de ser una simple herramienta para ser un equipo que estaba con él en las buenas y en las malas como lo acontecido la última vez en las entrañas de la fría Abadía.

-Con qué aquí están… - Pronunció repentinamente una voz fastidiosa del otro lado del pasillo.

Silke lo observó girando un poco hacia esa dirección, Kai solo asentó la mirada incómodo al haber sido sacado de sus pensamientos tan abruptamente.

Kirill avanzó hacia ellos fascinado, ya comenzaba a formular alguna frase memorable.

-Por una vez podrían dejar ambos de ser un dolor en el trasero y dejar de esconderse donde cualquiera podría malinterpretar… - Kirill se quedó sin palabras ofensivas cuando sus ojos se posaron sobre los hombros de Silke quien modesta como siempre, daba su mejor cara a aquellos que preferían molestarla antes que saludarla.

El prepotente joven no dijo más. Realmente se había sorprendido de la clase de herida que portaba tan orgullosa. Tras escuchar la grabación esperaba encontrarla por lo menos convaleciente, pero era obvio que la batalla había sido más dura y extraña de lo que parecía de acuerdo a la caja negra. Deslizó sus ojos hacia Kai quien le sostuvo la mirada de una forma tan asesina, que entendió la situación de inmediato.

-Fraülein Jürgens, si pudiera seguirme hacia la sala de prensa, el Señor Hiwatari ha empezado a impacientarse. - Pronunció con extraña amabilidad ofreciendo con su mano que pasara primero.

La castaña se asombró por su repentino cambio de personalidad.

-Oh, ya veo. En ese caso no deberíamos hacer esperar más al Señor Voltaire. – Correspondió con naturalidad aún sorprendida avanzando por el corredor siendo seguida por Kai quien no volvió a mirar a Kirill, dejando al último confundido por esa orden visual en la que determinaba máximo silencio ante cualquiera de sus burlas.


Los jugadores rusos avanzaban por un camino más directo a la sala de prensa tras haber vuelto a bajar por unas escaleras luego del bizarro incidente.

-¿Creen que se encuentre bien?- Preguntó Bryan al grupo que ahora se había reducido a cuatro personas nuevamente.

-Estoy muy seguro de que cuando esté con su novio volverá a ser la misma. – Afirmó Ian divertido, ya que sabía que la caída de Angelique no había sido tan grave como la princesa había fingido dramáticamente.

-Después de verla batirse con Silke sé que estará bien. – Compartió Spencer su punto de vista. Marie-Angelique podía parecer dulce y delicada como Silke, pero era una fiera tanto en esgrima como en la arena de beyblade.

Tras girar en una esquina, Tala quien se mantenía silencioso e iba al frente del grupo se detuvo repentinamente, ocasionando que los otros tres casi chocaran con él al ir distraídos en su plática.

Nuevamente habían llegado al pasillo donde se encontraba el vestidor del equipo, sin embargo una chica conocida para el grupo acababa de salir por la puerta del mismo situándose en medio del corredor.

La mujer de cabellos negros con un mechón platinado al frente les observó, no dijo ni hizo nada. Únicamente posó sus ojos melancólicos sobre los fríos de Tala.

-Adelántense. – Determinó la orden sin alzar la voz pero con suficiente intensidad para que no tuviera que repetirse nuevamente.

-Tala, ya es algo tarde… - Dijo Spencer tratando de convencerlo de seguir adelante.

Ian y Bryan observaron detenidamente a Tala. Cuando alguien intentaba tomar el liderazgo de la manada como Kirill, Tala hacía cualquier cosa por mantener su territorio, y ahora que se encontraba con otro lobo igual de dominante, las cosas podrían complicarse, incluso lastimarse de gravedad, era muy posible que no pudiera competir en su ronda.

-Muy tarde. – Lo apoyó Ian.

-¿Por qué no vamos todos? – Terminó Bryan por susurrarle intentando persuadirlo.

Tala no perdía de vista a su presa, en su lugar la temperatura a su alrededor empezó a disminuir, haciéndoles notar a sus camaradas que la orden iba muy en serio, aun así ninguno de los tres se movió, por lo que Tala giró un poco su cabeza lanzando una seria mirada a Spencer quien supo de inmediato que se hallaba muy molesto a causa de que él le había ocultado información sobre Ira.

El rubio incómodo hizo una seña a los otros dos con la cabeza y avanzaron por el ahora helado corredor pasando a los costados de Ira sin que esta hiciera movimiento alguno.

Los pasos se escuchaban cada vez más a la distancia, sin embargo el frío no cesaba su intensidad, tanto que ya había sobrepasado la ropa que la joven portaba, siendo un atuendo bastante abrigador de obscuro pantalón y blusa sin mangas, con botas y guantes negros.

Los labios de la chica adoptaron un color un poco más rojizo debido brusco cambio de temperatura, aunque el evidente frío que la asechaba no la hizo desistir de su postura firme.

Tala la miraba como si su rango estuviera siendo desafiado, así que cesó el ataque de Wolborg permitiendo que los dos rusos se quedaran mirando listos para empezar a hablar.

-Ha pasado tiempo y sigues atemorizándolos. – Observó casi como una crítica a su forma manejar el equipo.

-Cuando se es parte de nosotros es natural que obedezcan a su líder. – Correspondió seco con obviedad. Era molesto que la rebeldía de ella aún persistiera después de años de convivir juntos.

-Querrás decir que deben ceder su libertad. – Corrigió obtusa sin modificar la seria mueca que Tala le hacía.

Tala la admiraba a tres metros de distancia. La última vez que habían coincidido se trataba de una mera e improbable coincidencia tras el desmantelamiento de BioVolt. No tenía muchas esperanzas en encontrarse con ella nuevamente, después de todo, era ella quien les había dado la espalda. Pero ya había dejado de ser esa detestable ninfa para convertirse en una más aún detestable mujer. Eran sus ojos los que no cambiaban, misteriosos y traicioneros.

-No tengo tiempo para esto. Sólo dime que haces con tu inseparable amigo Kirill en este preciso día, y si se puede, aparta las mentiras. – Se refirió a ella relajándose solo un poco. No quería perder el buen humor ni los preparativos de su equipo para esa final.

-Mentir no es igual que reservarme información. – Le rezongó.

Tala frunció el ceño. Tenía una mirada tan terrorífica como cuando creyó que Silke les había mentido, aunque en Ira la reacción era muy diferente.

-Nunca sé lo que tramas pero si sé que quiero a mi equipo a salvo de ello. – Le hizo saber su única petición.

Ira asintió torciendo ligeramente los labios.

-Para ser alguien que no me quiere cerca de "su equipo" estás muy bien informado de lo que ando haciendo. – Susurró interesada.

-Se llama monitorear posibles amenazas, así que… - Tala metió su mano en la gabardina que le habían confeccionado para tomar su beyblade plateado y mostrarlo ante Ira a quien justamente consideraba una posible amenaza. – Si no quieres terminar con una bestia bit herida, apártate. – Amenazó cargando a Wolborg en su lanzador.

Ira no se inmutó por la amenaza. Permaneció en su lugar como si no hubiera escuchado sus palabras.

Tala veía que ella no pensaba retirarse, por lo que si la atacaba era seguro que ella usaría a su propia bestia bit, lo cual parecía ser una idea atractiva para probar su nueva conexión con Wolborg, así que lanzó su beyblade para hacerla desistir.

Wolborg Salió disparado en línea recta para confrontarla, sin embargo ella permaneció sin moverse, sin prepararse para alejarse del blanco o contra atacar. Solo esperó ahí, y en el último momento cruzó ambos brazos para protegerse del certero golpe.

El blade plateado golpeó a la chica en el centro de la cruz que hacía con ambos antebrazos sobrepuestos, con tal fuerza que ella cayó algunos metros atrás dejando a Tala desconcertado por dicha e inesperada respuesta de parte de una excelente beyluchadora.

Wolborg volvió ante un perplejo ruso, mientras que Ira yacía de espaldas sobre el piso.

-¡Pero qué demonios te pasa! – Fue la respuesta de ella al reponerse del deliberado ataque ante la sorpresa del pelirrojo.

-¡Maldición Ira! – Exclamó el capitán de los Blitzkrieg Boys. – ¡Por qué no te defendiste! – Le regañó con la cara incrédula.

-¡Cómo eres idiota! – Respondió ella cuando al fin logró ponerse de pie aún con los antebrazos adoloridos. - ¡No tengo a mi bestia bit! – Le gritó con una mirada de pocos amigos.

-¡Y yo cómo demonios iba a saber eso!- Le respondió perplejo el líder de los Blitzkrieg Boys sin comprender como una chica criada en la abadía había sido tan descuidada para perder a su bestia bit Wingedwolf.

Ira lo miró con desprecio, como fuera, Tala le había lastimado, no dejaría que se fuera limpio de dicha situación. La joven avanzó hacía él, hasta que estuvo lista para atacarlo mano a mano, a lo que Tala no dudó en defenderse. La chica se encontraba inconforme ya que ese ataque había resultado un tanto abusivo, corrió hacia él y lanzó una patada a la cabeza de Tala la cual él bloqueó con facilidad. Tala por su parte se mantenía pensando en el por qué Ira no tenía a su propio beyblade, hasta que ella lanzó un certero puñetazo el cual a penas Tala alcanzó a detener con la palma de la diestra.

La rusa se extrañó al sentir la fuerza de captura de su puño izquierdo. Hasta donde recordaba, la fuerza de Tala era superior a dicho agarre de brazo. En ese momento todo cambió. Ira sujetó con la zurda la muñeca de la mano derecha de Tala haciéndole una llave de la cual él no pudo desistir frunciendo el ceño en sinónimo de dolor.

Ira lo miró directamente, había percibido cierta debilidad en la batalla cuerpo a cuerpo. Giró un poco más la muñeca de él para enseguida liberarlo del dolor que le estaba causando, soltando su mano a lo que Tala respondió con un corto gemido.

Ira lo observó momentáneamente a los ojos. Aunque lo había visto recientemente en televisión, no había podido cerciorarse de qué tanto había crecido. Ahora ya no eran de la misma estatura, lo que la obligaba a verlo hacia arriba. Su presencia era más agresiva que antes pero sus ojos seguían siendo los mismos para ella. Fríos y calculadores, sin mucha simpatía por cruzarlos con los suyos.

Sin pedirle permiso, Ira lo tomó de la mano derecha con la suya, y con ayuda de la izquierda levantó la manga de su prenda, pudiendo notar dos hileras de pequeñas cicatrices circulares en un color rojizo sobre su antebrazo las cuales se abrían y luego cerraban en una elipse un tanto deforme.

-Wolborg te mordió. – Le dijo sin chistar.

Tala no respondió ante la certeza de esas palabras. Como la bestia bit de Ira también era un lobo, para su infortunio era la única otra persona que podía comprender lo que era tener una bestia bit de ese tipo.

-A qué has venido Ira. – Demandó saber ya sin el tono de pocos amigos que previamente había utilizado.

-¿En verdad crees que hubiera venido voluntariamente? – Le respondió frunciendo el ceño incómoda tras soltarlo.

Tala suspiró negativamente. Ella no era la clase de persona que sorprendía de esa forma a sus conocidos, en realidad parecía que prefería ser un lobo solitario, más que pertenecer a cualquier jauría.

-Esto tiene que ver con Wingedwolf, ¿cierto? – Concluyó el pelirrojo sin darle más vueltas al asunto.

Ira bajó su mirada, pero fue suficiente para que Tala entendiera que esa era la razón.

La chica era muy privada con su vida, pero aunque no se habían visto en mucho tiempo, sabía que si en alguien podía confiar era en Tala. Lentamente se retiró el guante izquierdo dejando ver sobre su pálida piel como una mancha atenuada surgía desde el dorso de su mano hasta la palma donde había un pequeño agujero ya cicatrizado.

-No pude hacer nada, me derribaron y luego me trajeron aquí sin Wingedwolf, por eso tuve que hacerles una pequeña visita en el Palacio de Mónaco. – Confesó un tanto molesta.

Tala observó con preocupación aquella mancha, tomando gentilmente la mano de Ira con la suya. Parecía que le habían inyectado algo, pero era difícil saber de qué se trataba.

-¿Quién fue? – Demandó saber con la intención de vengarla.

-No quién. Qué. – Respondió soltándose mientras volvía a colocarse el guante. – Ahora tienes una beybatalla muy importante, te prometo que te diré todo una vez que concluya el torneo, si ganas, prometieron devolverme a mi bestia bit. –

Tala esbozó una sonrisa.

-Vaya, hasta para eso te enviaron aquí, pero no te preocupes. – Le dijo mirándola con simpatía. – No perderé. –

-Sé que ese mocoso no es fácil de vencer, pero tú puedes hacer lo que para otros es imposible. – Le dio su apoyo sincero.

-Ya lo subestimé una vez, pero no volverá a ocurrir.- Decretó el ruso con seguridad.

-Demuestra por qué eres nuestro capitán. – Dijo ella pasando a un lado suyo adelantándose.

Tala se asombró por eso y sonrió para sí siguiéndola hacia la rueda de prensa.


-¡Ya estoy cansado! – Exclamó Bryan cuando empezaba a ver gente del Staff de la BBA preparándose en el pasillo principal. – ¡Primero nos dejan atrás cuando intentamos hacer algo bueno y ahora Tala nos aleja cuando queremos evitar más percances! –

-Lo primero tampoco me lo esperaba, pero en cuanto a lo segundo, Spencer no debió de ocultarnos que Ira andaba cerca.- Opinó Ian mirando a su amigo rubio. – Por tu culpa ahora los tres estamos en estas circunstancias. – Le recordó.

Spencer negó con la cabeza. – Como les repito, no creo que ella esté aquí con alguna mala intención. – Se defendió el más alto aún incómodo por las palabras de Tala.

Repentinamente posaron su mirada a lo lejos donde una mano arriba llamaba su atención.

Silke se encontraba muy animada junto a Kai a las puertas de la sala de conferencias y les hacía señas para que se aproximaran.

El trío la miró un tanto extrañado pero avanzaron en su dirección.

-¿Por qué demoraron? – Les preguntó una amistosa Silke.

-Ah… - Respondió Bryan pasando sus ojos a Kai quien extrañamente no tenía alguna mueca sarcástica o fastidiada al momento. – Nos perdimos. – Concluyó simplemente.

-Linda boina. – Recalcó Ian al notar el logo del equipo sobre esta.

-Muchas gracias, a mí también me gustó. – Aceptó sin problemas el cumplido. - Por cierto, lucen muy bien con esos atuendos, debo felicitar a Marie-Angelique en cuanto la vea. – Les dijo con una dulce sonrisa.

Ese comportamiento no era poco usual en ella, pero tenía algunos días que no lo habían notado.

-¿No es verdad Kai? – Terminó ella por dar una estocada inesperada que tomó por sorpresa a los tres rusos al involucrar al más serio del equipo.

-A mi abuelo le agradará. - Dijo atentamente el bicolor.

Ian, Bryan y Spencer abrieron mucho los ojos ante aquella interacción totalmente fuera de lo normal.

-Si… - Dijo Ian arrastrando las palabras un poco conmocionado hablando por sus compañeros que en ese preciso momento desconocían la dimensión en la que se encontraban.

Repentinamente Kai frunció el ceño mirando a lo lejos, obligando a sus compañeros a buscar en la misma dirección en que Tala venía con una compañía inusual.

El bicolor finalmente reparó en que la chica había aparecido con Kirill minutos atrás, algo a lo que no había prestado la necesaria atención en su momento. Los cuatro rusos observaban con cierta incredulidad como Ira se aproximaba con Tala a corta distancia, pero no parecía que estuvieran hostiles el uno con el otro.

La chica no dijo nada cuando estuvo frente a ellos quienes permanecieron en silencio, pero se quedó observando a los hombros de Silke quien se incomodó inevitablemente. Anteriormente pensó que podría ignorar con singular facilidad esa clase de miradas curiosas pero descubrió que no era tan simple, hasta que el color de cabello de la mujer con el mechón plateado le recordó a alguien.

-Hola, nos vimos en la sesión de fotos en el castillo de Mónaco, ¿cierto? – Intentó saludarla desviando la atención de sus hombros.

-Así es, estabas distraída con… - Se detuvo ligeramente ahí, puesto que había notado el interés de Silke por Kai. – un collar. – Concluyó certeramente.

-Es verdad, era muy pesado... - Respondió Silke, algo le decía que la chica había notado realmente en qué estaba distraída.

-¡Un momento! - Interrumpió Bryan harto de las sorpresas de esa última hora. - Silke, ¿tú sabes quién es ella? -

-Por supuesto, es una de las chicas del staff de fotos. - Respondió con obviedad.

-Te equivocas... ella es la chica de la historia del beso… - Susurró Ian a la castaña cuando Kai se adelantó a Silke y se dirigió directamente a la pelinegra.

-Ira qué pretendes. - Declaró fríamente. No sabía qué traía entre manos pero se había acercado a Silke sin que ellos la notaran, tal vez tramaba algo.

Silke se sorprendió un poco al saber quién era realmente, y conoció su identidad tras escuchar su nombre por medio de Kai quien la enfrentaba como si se tratase de alguien peligroso, algo que a ella no le parecía, puesto que habían estado a muy corta distancia, de haberle querido hacer algo lo hubiera hecho; sin embargo debía admitir que en las últimas semanas había aprendido que no debía confiarse tan pronto de las personas.

Ira se cruzó de brazos, alzó una ceja y torció levemente los labios ante el prepotente Hiwatari quien sacaba conclusiones con rapidez.

-Si sabes que yo no soy el enemigo ¿verdad? – Lo enfrentó.

Kai sentía que era un arma de doble filo el confiar en Ira, pero si momentáneamente ella obedecía a Kirill podría decirse que las cosas estarían bien, aun así miró a Tala a los ojos, este último se encontraba tranquilo, y asintió levemente a Kai quien solo cedió ante la seña de su compañero. El pelirrojo sería responsable si acaso Ira intentaba alguna jugarreta con ellos.

Silke comprendió que había algo de tensión, no sabía por qué pero mejor daba el primer paso. Se colocó a un lado de Kai y saludó apropiadamente a la recién llegada.

-Ira, mucho gusto, ya me habían hablado de ti, dicen que eres una gran contrincante, tanto como para oponértele a Tala. – Sonrió la castaña.

La rusa se sintió un poco sorprendida ante la personalidad de la alemana, aunque ya la había tratado con otro tipo de relación en la sesión de fotos, parecía que en el mundo del beyblade se trataba de una jugadora con buen espíritu deportivo que le robó una sonrisa.

Ira inclinó levemente su cabeza a modo de agradecimiento y correspondió las palabras de la chica.

-También he escuchado sobre ti Silke… tienes mucha convicción. – Su voz se escuchaba más melodiosa, parecía que rugía cuando hablaba contra la rudeza de Kai pero su actitud era completamente diferente al hablar con alguien que sí escuchaba.

-Te lo agradezco, tal vez en alguna ocasión podamos tener una beybatalla. – Le ofreció Silke con bastante ánimo, ya que sabía que la mujer de cabellos negros era igual o tal vez más fuerte que sus propios compañeros.

Ira sintió una pequeña incomodidad ante esa propuesta, ya que le recordaba que su mejor amigo y compañero de batallas no se encontraba con ella.

-Es una propuesta interesante… espero se dé la oportunidad. – Concluyó educada aunque algo melancólica.

-¡¿Cómo?! ¡Así de fácil ya son amigas! – Apuntó Bryan al borde de la locura.

-¿Por qué no? – Se extrañó Silke ante el comentario de Bryan.

-No… no es nada… - Dijo Ian dando un codazo a Bryan para que ya no hablara.

-¿Qué les sucede? – Preguntó Silke con una perspicaz sonrisa. - Ustedes actúan muy extraño desde hace rato. – Les dijo con curiosidad, a lo que los tres evitaban mirarla directamente. – En especial tu Spencer, más silencioso de lo normal. –

Inmediatamente negaron con nerviosismo, no podían confesar que ver a Tala y Kai tan tranquilos con ellas les podía dar buena espina.

— Solo están preocupados... – Intercedió Ira dándole la respuesta a Silke. - No tengo una buena reputación, ni siquiera con ellos y eso es mucho decir.—Le explicó su teoría. — Aunque tienen razón, debes cuidar en quien confías... y ustedes, ¿A caso siguen siendo los mismos niños malcriados de hace 4 años?— Se dirigió a los rusos colocando una mano en la cintura.

-Niños no. – Afirmó Ian quien ya había crecido algunos centímetros.

-Malcriados más o menos… - Intentó bromear Bryan, aunque no parecía surtir efecto en ninguno de los presentes.

Spencer únicamente negó con la cabeza, Bryan raramente se ponía tan nervioso y desafortunadamente lo comprendía, parecía ser una amistosa reunión en la que ninguno de los tres sabía cómo actuar.

- ¿No nos deseas suerte o nos das un abrazo? – Atinó a decir Bryan sobándose la cabeza ante lo último que se le vino a ocurrir.

Kai alzó una ceja y Tala solo lo miró con cara de pocos amigos. Silke rio por lo bajo para sí.

— ¿Acaso necesitan suerte?— Preguntó Ira mirándolos a todos sin perder su seriedad.

— Van a necesitar más que eso... – Dijo la voz más incómoda que cualquiera de los siete podía desear escuchar.

Kirill había salido silenciosamente por las puertas de la sala se conferencias B, adoraba rematar con una frase tan detestable cuando parecía que todos se encontraban relajados.

El chico de ojos verdes avanzaba entre los jugadores y su traviesa voz no callaba.

— Pierdan y todos irán a la calle. — Advirtió a Ian, Bryan y Spencer quienes lo miraron con desprecio. El joven guardaespaldas continuó avanzando hasta situarse a un lado de Ira, en quien cómodamente recargó su codo sobre el hombro de la inconforme chica. – Y tú no podrás ir a ningún lado.- Le recordó mirando a Tala quien ya había perdido lo último que le quedaba de paciencia para tolerar tanta irracionalidad.

Silke se incomodó, no quería prepararse para lo que estaba a punto de estallar como en una olla de presión, pero parecía que a Kirill le encantaba probar suerte con Tala quien no desistía de dejarlo pavonearse como sí nada, en especial cuando se metía con sus amigos.

Tala estaba a punto de avanzar hacia él con el puño preparado cuando Kai se entrometió de inmediato.

-Ya basta. –

Todos los presentes observaron a Kai anonadados. El primero en recuperarse fue Kirill quien ya esbozaba una sonrisa burlona.

-A caso te preocupa… - Deslizó las palabras riéndose por la improbable actitud del bicolor cuando Kai no le dejó terminar.

-Sí, me preocupa. Mi equipo no tiene tiempo para estas tonterías. - Kai se cruzó de brazos poniéndole fin a la absurda discusión mirando de forma intimidante a Kirill.

Ninguno de los presentes dijo nada. Kai les había llamado "su" equipo, algo que más que halagar los asustaba de cierta forma. Silke fue la única que creyó en cada palabra. Al fin él había aceptado confiar en los chicos.

Kirill empujó suavemente a Ira quien aprovechó para apartarse del camino.

Kai se mantuvo firme. Kirill solo le miró molesto, pero de pronto rio irónico.

-Está bien, charlaremos después de que derroten a Tyson. – Terminó por decir "amablemente".

-Oigan. – Se escuchó una voz a lo lejos que llamaba su atención.

Todos voltearon pudiendo descubrir que se trataba de Cheslav quien les hacía señas con la diestra para que se acercaran mientras Voltaire los miraba despectivo.

-Vamos. – Ordenó Kai.

Tala no dijo nada más y comenzó a seguirlo junto con sus camaradas.

Silke fue la última en acatar la orden, de pronto sintió que no estaba preparada para que en la rueda de prensa la cuestionaran su físico, cuando Ira la detuvo tocando ligeramente su hombro.

-¿Sí? – Le preguntó la castaña a la chica.

-Nunca te avergüences de una cicatriz. Simplemente significa que fuiste más fuerte que lo que intentó lastimarte.-

Silke la miró asombrada. Esas habían sido unas palabras que verdaderamente pudieron con ella. Los ojos de la alemana se abrieron con determinación, a lo que ella asintió recuperando su seguridad.

-Gracias Ira. – Exclamó lista para acompañar a su equipo.

Ira se quedó atrás con media sonrisa convencida de que había hecho lo correcto, ya que ella sabía mejor que nadie lo que una cicatriz podría producir.

Silke atravesó animada el umbral pasando frente a Cheslav, Voltaire y Kai quien había esperado hasta que todo su equipo hubiera entrado, cuando la rasposa voz de su abuelo osó molestarlo.

-¡Pero qué cosa tan horrible! No la quiero en la conferencia. – Señaló el viejo tras notar que coronando el atuendo de la alemana, una irregular mancha se distinguía. –

-Silencio Abuelo.- Indicó Kai sin cuidado en usar su tono agresivo.

-¡Cómo dijiste! – Reclamó Voltaire mientras se acomodaban en el gran salón las cámaras, los reporteros y su propio equipo detrás de una mesa sobre el entarimado. – ¡No quiero que esa mujer compita hoy, acaba de arruinar lo único positivo en ella! -

Kai estaba a punto de responder cuando Cheslav se adelantó.

-Señor, si me permite el atrevimiento, estamos en el país de la señorita Silke, sin mencionar que gran parte de la afición de hoy a nuestro equipo se le debe a ella, tal vez podríamos cubrirla con algo. – Sugirió amablemente ante la inconformidad de Voltaire.

-¡Hazlo, se ve espantosa! – Declaró sin cuidado el Señor Hiwatari.

-No es espantosa. – Dijo fríamente Kai mirando a Silke a lo lejos tomar asiento. En absoluto le parecía horrible la cicatriz como su abuelo proclamaba.

Kai avanzó tranquilamente hasta sentarse en la última silla contigua a la castaña, dejando impresionado a su abuelo, incluso el mismo Cheslav no entendía del todo lo que ocurría pero Kai acababa de marcar una línea ante su abuelo quien no terminaba de creer lo que sucedía.

Los reporteros que en un inicio se mostraban muy profesionales haciendo anotaciones de la ropa y los accesorios que el equipo ruso portaba, de pronto comenzaron a cuchichear entre ellos respecto a un distintivo detalle, lo que consiguió poner más molesto a Voltaire.

Tala notó esto también, así que se aclaró la garganta y comenzó a hablar en el micrófono.

-Buen día a todos, agradecemos su presencia el día de hoy. ¿Quién quiere empezar? – A penas concluyó esas palabras, ya se encontraban todas las manos levantadas.

Tala sintió un poco la presión sobre un tema que nada tenía que ver con el beyblade, pero los chismes vendían más que cualquier deporte. De todos los reporteros decidió darle la palabra a la chica que previamente los había entrevistado en una de las rondas, ya que era una mujer bastante respetuosa.

-Gracias Tala, Lisa Clearshield para BBA news. – Se apresuró la pelinegra que los había conocido en Escocia. – Silke, ¿tuviste alguna clase accidente? – Exigió saber la respuesta de la pregunta que todos se hacían en ese momento.

El equipo entero sabía que tarde o temprano lo harían, era mejor terminar con la curiosidad de una buena vez. Kai observó a Silke atentamente, si ella no hablaba pronto, tomaría su lugar.

-Qué, ¿esto? – Señaló alzando un poco los hombros descuidada.

La audiencia lucía expectante, sin embargo Silke no perdió su gentil sonrisa, ni siquiera parecía que la pregunta la ofendiera en lo más mínimo.

-Bueno… he de reconocer que es una historia interesante, la cual prometo contarles una vez que gane mi batalla, pero no se trató de ningún accidente, me encuentro muy bien Lisa, gracias por tu preocupación. – Terminó por responder amablemente.

-Ah… gracias Silke. – Dijo la reportera algo decepcionada sentándose de nuevo sin haber obtenido una respuesta concreta.

Muchos de los interesados en la misma pregunta bajaron la mano, pues no parecía ser persuadida a hablar ya que había prometido lo haría tras vencer a su oponente.

Otro reportero alzó la mano y Tala le cedió la palabra.

-George Schneider de la revista "Elegance", Faülein ¿esa desafortunada cicatriz compromete su reputación ante la sociedad? – Le preguntó con falso cuidado.

Kai se empezaba a hartar sobre la clase de preguntas que no parecían tener fin, estaba por intervenir cuando Silke se adelantó.

-Herr George, no veo por qué algo tan superficial tenga que interferir con mi reputación, además hoy me enfrentaré a uno de los mejores beyluchadores que se han visto jamás, si algo marca mi reputación el día de hoy, espero que sea mi batalla con Hiro Kinomiya. –

De pronto hubo un estallido general mientras todos pedían nuevamente la palabra, la situación se descontroló un poco por lo que se empezaron a escuchar preguntas al aire.

-¿Cómo te has entrenado para pelear con él?-

-¡¿Crees que puedas derrotarlo?! –

-¡Cómo cambiará tu vida luego de esta beybatalla! –

Silke se sentía un poco abrumada por tanta atención a lo que Kai puso su mano sobre su antebrazo llamando su atención.

-Lo hiciste bien. – Se alcanzó a escuchar sobre el escándalo.

-Creo que golpee el avispero. – Sonrió incómoda.

Kai le sonrió de vuelta y se puso de pie haciendo el bien merecido silencio.

-Nuestro equipo se ha preparado los últimos días para lo que sea que los BBA Revolution nos tengan que ofrecer, en verdad esperamos nos den batalla. – Concluyó Kai tomando asiento de nuevo.

El mismo Tala se sorprendió ante aquella respuesta, pero parecía que al público le había gustado bastante, por lo que atento eligió a una reportera quien llevaba el cabello recogido.

-Thalia Aethos, del periódico Helénico. – Se presentó.- Tala, debo decir que tu equipo se ve mucho más unido este año, ¿Cuál ha sido la clave para ello?-

-Bueno Thalia, la principal virtud de un equipo es la confianza que demuestran en las buenas y en las malas. Cada uno de nuestros integrantes sabe arreglárselas solo, pero unidos podemos superar cualquier obstáculo. Además, una vez que eres parte de nuestro equipo siempre lo serás. – Mencionó con una sonrisa, esperaba que cierta persona lo hubiera escuchado.

La periodista quedó más que satisfecha, viendo a Tala y al equipo convencidos de esas palabras.

Un hombre mayor solicitó la palabra a quien el capitán se la dio.

-Muchas gracias, Jacque Rayne del podcast francés, Blade life. Para los beyluchadores que se quedan en la banca, ¿Qué significa estar aquí el día de hoy?

Los jugadores a la derecha de Tala se miraron entre ellos, y Bryan se animó a hablar primero.

-Bien Jacque, alguien debe ser el saco de box y recibir los ataques antes de que los jugadores activos puedan utilizarlos contra nuestros rivales y saber que tan efectivos son. – Obvió Bryan al locutor.

-¿Con quién crees que Tala perfeccionó su Novae Rog? – Mencionó divertido Ian señalando con el pulgar a Bryan quien se encontraba sentado junto a Tala siendo seguido por risas generales en la sala.

-No solo eso, personalmente me siento muy orgulloso de ser parte de este equipo desde un inicio, y verlo crecer con nuevos jugadores como Kai y Silke, lo que nos hace estar más cerca del título de campeones.- Complementó Spencer, aún con su mirada seria, pero el más alto decía aquello muy en serio.

– Como dice Spencer, aunque no seamos quienes compiten directamente en la arena, estamos con nuestros compañeros porque esta final ha sido la suma del esfuerzo de todos juntos. – Terminó por indicar Ian.

Todos los presentes se encontraban incrédulos y emocionados. Nunca antes los Blitzkrieg Boys habían hablado tanto y mucho menos de la clase de relación que sostenían, la cual parecía estar basada en la intimidación, pero ahora podían darse cuenta de que había una verdadera amistad entre los seis, una que podría oponérsele a la del equipo del campeón actual.

-¿Pero qué demonios le hizo esa princesa a mis muchachos? – Se quejó sarcásticamente Voltaire, ya que las conferencias de prensa con ellos solían ser poco cordiales con preguntas nulamente interesantes.

-En mi humilde opinión señor, debería obligarlos a tomarse fotografías más seguido, es lo único que hemos hecho diferente este año.- Respondió Cheslav entretenido.

Una chica de cabello cenizo alzó la mano y Tala le permitió hablar.

-Rosa Burboun, Deportes y artes. – Tala, Kai, cómo será su beybatalla con sus rivales Daichí y Tyson.-

-En verdad ansío la batalla con mi joven contrincante, es hora de ajustar cuentas. – Respondió Tala.

Kai se mantuvo pensativo por un momento, todas las miradas se encontraban sobre él, expectantes por sus palabras triunfales.

-Kinomiya hoy se va a despedir de su título. – Acertó a decir liberando nuevamente una ola de excitación entre los presentes, obteniendo sonrisas satisfactorias de sus camaradas.


En uno de los palcos privados del estadio que ya se encontraba con todas las butacas ocupadas, Marie-Angelique se notaba un tanto irreconocible ante sus amigos.

-Princesa mía, ¿pero qué te sucede? – Le preguntaba Oliver preocupado mientras la rubia hundía su rostro en un pañuelo rosado.

La joven alzó el rostro, no estaba llorando pero se veía un tanto conmovida.

-¡Oliver! ¿¡Me amarías aunque fuera una loca!? – Le cuestionó directamente con los ojos muy preocupados.

-Pero que dices… Por supuesto que sí.- Le sonrió perplejo.

-Pero si ya lo eres… - Observó el italiano en un susurro curioso por su actitud infantil.

-¡Shhh! – Le calló Johnny, quien verdaderamente se encontraba preocupado por el estado de Marie-Angelique.

-¿¡Tu respuesta es sincera!? – Le insistió.

-Angelique, ¿por qué preguntas algo que ya sabes? – La cuestionó con cariño sin perder la sonrisa enamorada que le dedicaba al acariciar su cabellera.

-De pronto me pregunté si el amor puede existir entre dos personas completamente diferentes…- Habló de su incertidumbre.

-Estoy seguro de que no hablas de nosotros, pero el amor tiene formas inimaginables de unir a dos personas, mientras ambas puedan confiar la una en la otra, no veo por qué sus personalidades deban separarlas. – Le sonrió tierno.

La princesa amaba a Oliver por esa forma tan paciente e interesada en responder sus dudas hasta dejarla tranquila, por lo que comprendió que no debía juzgar aquello que había notado entre Kai y Silke minutos atrás, en verdad esperaba que su amiga pudiera tener la suerte de encontrar a alguien que la hiciera feliz.

-Y… ¿de quién se trata? – Preguntó curioso el rubio.

-De nadie italiano chismoso, solo fue una duda existencial repentina. – Le respondió con su carácter caprichoso retomando sus finos modales y dejando atrás el berrinche previo.

-¡Eres una princesita boba! – Le gritó el ojiazul al ver lo fácil que a ella se le daba su bipolaridad.

-¡Y tú un jovencito desconsiderado! – Le respondió de la misma forma.

-¡Siempre actúas como una niñita! –

-¡Y tú siempre andas de metiche en lo que no te concierne!-

Oliver y Johnny permanecieron juntos dejando escapar un profundo suspiro mientras los primos discutían como solían hacerlo siempre.

-Nunca cambiarán. – Dijo el francés con media sonrisa.

-La locura viene de familia… - Supuso Johnny incómodo por que parecía que se gritaban más y más fuerte.

De pronto la puerta se abrió.

-¿Se puede saber por qué hay tanto escándalo? – Demandó saber Robert, a lo que se hizo un silencio de inmediato.

-Ella empezó todo Robert. – Señaló Enrique a su prima quien solo se cruzó de brazos y miró en otra dirección con dignidad.

-Déjala en paz Enrique. – Obvió Robert concluyendo la discusión.

-¡¿Qué?! ¡Todavía que te estoy diciendo que ella inició todo y me regañas a mí!- Fingió herido el rubio, a lo que Robert poco caso le hizo y se dirigió directamente a la princesa.

-Angelique, ¿sabes en qué sala se encuentra Silke? Quisiera verla antes del encuentro. – Le dijo mostrando una pequeña caja de terciopelo azul.

La rubia observó la caja y supuso que se trataba de algún obsequio.

-¿Puedo mirar? – Preguntó respetuosa.

Robert le pasó la caja y al abrirla la rubia ahogó un suspiro lo mejor que pudo para que Robert no lo notara.

Dentro de la caja se encontraba un bello collar de perlas negras con un medallón al centro dorado con el escudo de la familia Jürgens, pero en lugar de tener a Griffolyon, tenía a la bestia bit de la germana.

La rubia sintió que la presión se le bajaba y no por el accesorio, sino que Robert tendría que ver la cicatriz de Silke con el vestido que decidió usar en lugar de aquel que la cubría completamente.

-¿Te parece que es demasiado? – Cuestionó al ver su reacción.

-No es eso, es hermoso y creo que ella se verá maravillosa con él, es solo que si te digo donde está, debes prometerme algo. – Negoció con Robert quien se extrañó pero no se negó.

-Bien, te doy mi palabra. ¿De qué se trata? –

-Silke tiene una marca producto de un entrenamiento. – Confesó la rubia directamente.

-¿Disculpa? – Intentó saber más Robert del caso, si Silke estaba herida no podía sentirse tranquilo.

-Ella está bien, y estoy segura que ella misma te contará como sucedió, pero debes prometer que no la regañarás o la incomodarás, es un gran día para ella, así que por favor, por tu honor promete que no harás preguntas incómodas hoy. – Le imploró juntando sus palmas como si estuviera rezando.

Las peticiones de la princesa no eran tan usuales como lo eran sus órdenes, pero sabía lo mucho que la rubia quería a su hermana, así que aunque algo en su interior le llenaba de furia sobre un daño que aún no conocía donde probablemente sus compañeros de equipo eran responsables, accedió a comportarse y desearle lo mejor a su hermana menor en el combate.

-Lo juro por el honor de la familia Jürgens. – Aceptó ante la princesa.

-Gracias Robert. – Dijo e inclinó la cabeza a modo de reverencia ante él. – Silke y su equipo entrarán a la sala de prensa B. ¿Sabes el camino? –

-Desde luego, en ese caso iré a esperarla. Vuelvo enseguida. – Dijo sin más y salió por la puerta.

Los tres europeos permanecieron callados con la mirada sobre la chica, a penas y habían comprendido las palabras que ella le había dedicado a Robert con tanto cuidado.

-Angelique. – Se dirigió Johnny hacia ella. – ¿Silke está bien? –

-Oye, no deberías guardarte información tan importante. – Le reclamó Enrique.

Oliver no dijo nada, pero por esa vez estaba de acuerdo con sus compañeros de equipo.

-No fue decisión mía no decirles, espero me perdonen.- Pronunció un poco incómoda por haber tenido que hablar de algo que le había prometido a Silke no hacer.

Por esa única vez, Enrique no se burló y tomó en serio las palabras de su prima.


Afuera en el amplio corredor, Robert arribó buscando la sala B para aguardar a que Silke saliera y poder desearle buena suerte, sin embargo una cabellera rubia atrajo su atención.

Leela observaba una pantalla junto con algunas personas del Staff, se trataba de la rueda de prensa de la sala A.

Como siempre, Tyson no fallaba en hacer comentarios cómicos, algo que adoraban los entrevistadores. Daichí era menos hiperactivo que el año anterior, pero se divertía hablando con Hilary en medio de la sesión de preguntas y respuestas. Kenny acertaba dando los detalles técnicos detrás de los beyblades, pero Hiro se mantenía casi mudo, solo respondía con cortas sílabas.

El alemán recordó lo que su hermana le había dicho previamente respecto a ser tan serio con la mitad americana, así que se aproximó hasta la rubia a quien tocó del hombro, sin embargo esta le respondió con un fuerte siseo sin dejar de prestar atención a la televisión.

Robert curioso miró a su rival de gorra.

-...no me mal interpreten, Kai es un excelente beyluchador, pero por mi orgullo no pienso ponérsela fácil. -

-¡Eso es Tyson! Aunque Kaisito es bastante bueno, tú eres el mejor! - Señaló la rubia completamente de acuerdo con las palabras del dueño de Dragoon.

-Lo es. Pero no lo sé, este año Kai luce mucho más fuerte. - Respondió Robert con gracia.

-Nah... el equipo de Kai no tiene oportunidad... - Renegó Leela lista a enfrentar a quien fuera que dudaba de Tyson hasta que se dio cuenta de quién le hablaba. -¡Ah! ¡Ro...Robert! - Exclamó asustada y sonrojada.

-Vaya, parece que tendré que gritar más fuerte para apoyar al equipo de Silke. - Le sonrió curioso al ver su reacción.

-¡Ah! No... lo entendiste mal... es que yo... ah...- Trataba de excusarse cruzando las manos.

Robert soltó una carcajada cómica.

-Tranquila Leela, sé que Tyson es tu mejor amigo, es natural que quieras que gane. - Le dijo guiñándole un ojo.

Leela sintió como sus mejillas se calentaban, por lo que se apresuró a responder.

-Bueno, ¡es que nos conocemos desde chiquitos! - Obvió con mucho orgullo.

-¿En verdad? Apuesto a que es una historia muy interesante, la cual espero me compartas un día si no te molesta -

Leela se sintió emocionada ante aquella propuesta, y recordó con ternura bajo qué circunstancias había conocido a aquel chico de sonrisa contagiosa.

-Por cierto, no sabía que te vería aquí, dime ¿Dónde está tu asiento? tal vez quieras venir a nuestro palco. - La invitó educadamente.

En ese momento Leela sintió un escalofrío en la espalda, tendría que rechazar la oferta.

-Ah... lo siento, pero Tyson me consiguió este gafete, yo quería apoyarlo lo más de cerca que se pudiera, así que observaré la pelea desde la banca de su equipo...- Se disculpó un poco apenada.

-Eres una buena amiga Leela, y muy afortunada, estoy seguro que Tyson aprecia mucho tu apoyo. -

-Gracias jeje, también me encuentro emocionada de poder ver la pelea en primera fila.-

-Solo puedo recomendar que te mantengas atenta, la banca puede ser un lugar un tanto peligroso, en especial cuando se enfrentan beyluchadores tan poderosos.- Le aconsejó con preocupación.

-No te preocupes, estaré junto a Hillary, creo que ella ya tiene mucha experiencia al estar en la banca. -

En un instante, el Staff que los rodeaba empezó a avanzar hacia un lado del amplio corredor, donde Tyson y su equipo salieron de la sala de conferencias A, así que comenzaron a aproximarse a ellos llenos de emoción deseando suerte al campeón, aprovechando su condición de personal.

-Creo que me tengo que ir... - Le dijo Leela un poco apenada, pues le agradaba platicar con Robert.

-Descuida, nos vemos en la fiesta al final del encuentro. - Se despidió de la chica.

Leela asintió y corrió hasta donde lentamente dejaban avanzar a Tyson.

-¿Robert? - Preguntó una voz suave.

El alemán volteó hacia el lado contrario y descubrió a Silke seguida por su equipo.

Robert la miró detenidamente. Lucía una presencia completamente diferente a la que jamás hubiera visto a lo largo de su vida. Tal vez el único momento en que se pudiera asemejar, fuera cuando tuvieron su batalla en Versailles una semana atrás. Sin embargo no tardó en descubrir la marca a la que Marie-Angelique se refería.

La castaña miró a sus compañeros y pidió algo inusual con total seriedad.

-Espérenme aquí. -

Kai no dijo nada, únicamente la miró retirarse hasta llegar con Robert, el encuentro de ambos bajo esas condiciones era lo único que sí le preocupaba. Tal vez su hermano no reaccionara mejor que Voltaire.

-Hola. - Saludó un poco sorprendida, pues no esperaba verlo de nuevo hasta que terminara la batalla.

Robert no podía dejar de observar con atención las líneas que se marcaban en sus hombros y una parte del cuello.

-Yo... vine a desearte buena suerte y quería darte un obsequio. - Le dijo para evitar incomodarla.

Ofreció una caja rectangular a la chica quien sorprendida la recibió con ambas manos. Lentamente la abrió revelando un circulo de cuentas azul oscuras con un pentágono dorado con el sigilo de Gekiryu.

-Es... muy bonito... - Anunció sin palabras, no esperaba un regalo así.

-Creí que ya era hora de que tuvieras tu propio escudo de armas y el día de hoy me pareció apropiado. - Confesó intentando ignorar la cicatriz.

Silke sabía que Robert no pasaría por alto aquello, pero no podía decirle la verdad.

-Date la vuelta. - Le pidió sacando el collar del estuche, abriéndolo por el broche.

Silke hizo lo que Robert decía, se levantó la cabellera y reveló más superficie de la silueta de la garra de Black Dranzer en su espalda alta.

Robert detuvo su respiración un poco, pero ver aquello y como se comportaba Silke, sólo le hacía notar que ella era toda una guerrera, tal como los antiguos ancestros Jürgens. Cerró el collar y entonces ella se dio la vuelta.

-Vaya, muchas gracias por este obsequio, lo llevaré orgullosa a mi batalla. - Admitió sujetando el impresionante medallón.

-Silke... - Le llamó la atención su hermano, a lo que ella prestó atención, ya que sabía de qué se trataba. - Prometí a Angelique no incomodarte, así que solo necesito que me digas si te duele. -

Silke sonrió un poco apenada, no era su intención preocupar a todos pero ya no quería esconderse más.

-Me encuentro en excelentes condiciones. - Le respondió sonriendo amenamente.

-Bien, en ese caso, los Majestics están con tu equipo. - Mencionó cruzando su brazo sobre su pecho realizando una reverencia a su hermana. En seguida alzó la vista y miró con la misma esperanza a los rusos que aguardaban metros atrás. -Adiós Silke. - Se despidió sintiéndose lleno de orgullo.

Silke lo despidió con la mano, hasta que su equipo se acercó a ella.

-¿Estás bien? - Le preguntó Tala al verla un poco melancólica.

-Si.- Asintió más contenta que antes.

-¡Miren los Blitzkrieg Boys!- Se escuchó desde donde se encontraba el otro equipo.

En pocos momentos ellos mismos yacían sitiados por decenas de personas que les gritaban animándolos por el siguiente reto.

Kai ignoró a los fanáticos y miró a lo lejos a Tyson. Su rival lo observaba atento. Ambos sentían una conexión única. Pronto se enfrentarían nuevamente.

Tyson sonrió y avanzó en sentido contrario hacia su salida a la arena de juego siendo seguido por sus compañeros.

Kai hizo lo mismo, se abrió paso entre la multitud seguido de cerca por sus compañeros, sin embargo no tardó en percatarse en que alguien les faltaba.

Silke se mantuvo de pie mirando casi hipnotizada a un hombre quien permaneció esperando solo por ella.

No se conocían hasta ese día, pero con solo mirarse ambos podían comprobar que se encontraban preparados para obtener el punto por su equipo.

Hiro Kinomiya cerró los ojos y dio la vuelta siguiendo a Tyson.

La castaña juntó las cejas con determinación. No dejaría que ni él ni nadie la asustara en su día.


-Qué bueno que pudiste esquivar a esos fanáticos locos Leela. - Felicitó Tyson a su amiga por su increíble hazaña de abrirse paso hasta llegar con ellos.

-Bueno, Hillary me ayudó ¿no es verdad? - Le preguntó a la castaña quien iba junto con ella, quien literalmente la había jalado de la mano para ayudarla a pasar junto a ellos.

-¡Pero claro! ¿En serio crees que me gusta ser la única chica del equipo? -

-No sé de qué hablas, yo no te considero una chica. - Opinó Tyson haciendo enfurecer a Hillary quien empezó a perseguirlo por el pasillo sin conseguir tocarlo.

-¡Oigan! ¡¿Quieren parar?! Alguien podría resultar herido.- Solicitó Kenny empezando a perder los estribos ante el poco tiempo que restaba antes de iniciar el duelo.

-Olvídalo, están tan enamorados que no te escuchan. - Se quejó Daichí malhumorado mientras Tyson y Hillary se gritaban y correteaban. -Por mi parte, le enseñaré a Tala quién es el más fuerte, puede que me haya vencido al inicio del torneo... pero, ¡No hoy señoras y señores! - Predijo con un gesto emotivo.

-Oye Hiro, te tocará pelear contra la hermana de Robert, ¿no es así? - Se refirió curiosa Leela ante el mayor del equipo quien permanecía silencioso con el rostro en calma.

-Así parece. - Sonrió despreocupado.

-Y, ¿ya sabes como la vencerás? - Quiso saber la rubia.

-Ya se me ocurrirá algo. - Dijo con simpleza el más alto.

Leela no dijo nada, pero sentía que Hiro se lo tomaba a la ligera... o tal vez era él a quien no había que tomarlo a la ligera.


Gracias por leerme y esperarme por tanto tiempo, intentaré que concluyamos este fic este mismo año, para que el 2020 no sea tan desabrido como ha sido hasta ahora...

Bueno, yo ya quería que en este capítulo diera inicio la beybatalla final, pero ya van más de 20 hojas y muchas emociones en los personajes que sinceramente no podía dejar ir, así que ahora sí, el siguiente... ¡El desenlace del 4° Torneo Mundial de Beyblade!

PD... no sé por qué no se quería actualizar desde anocheeeee! TxT