Descargo de responsabilidad: Como ya saben, los personajes y la trama original de Los Instrumentos Mortales, le pertenecen a la increíble Cassandra Clare, yo solo jugaré un poco con ellos haciendo una versión alternativa, más oscura y retorcida. Espero que lo disfruten.
Capítulo 2: Preguntas sin responder.
Sentada en la exageradamente larga mesa se obligó a aparentar tranquilidad, aunque con Sebastian a su lado no podía bajar la guardia en ningún momento, no quería volver a enojarlo o pelear con él. Su mente iba del mango de la daga sobresaliendo de su pecho a la noche anterior, recordando el ritual con el que invocaron a Lilith y la Copa Infernal que contenía su sangre. El único ruido de la habitación era el de los cubiertos y el crepitar del fuego en la chimenea. Los ojos de Clary se movían constantemente de un lugar a otro como si no pudieran permanecer fijos por más de un minuto. La habitación era grande pero los únicos muebles eran la mesa y las sillas, con las paredes oscuras desnudas y la baja iluminación más que un comedor, como Sebastian lo había llamado, era solo otro rincón de una gran prisión, o esa era la sensación que Clary tenía. No podía negar que el lugar de alguna forma no era feo, la artista en ella apreciaba cada pequeño detalle que le daba al lugar algo así como una belleza oscura y escalofriante. "Igual que Sebastian", el inoportuno pensamiento la hizo mirarlo. El seguía comiendo, pero levantó la vista como si la hubiera sentido y le sonrió de lado. Ella bajó la vista a su plato de inmediato, sintiendo que su corazón volvía a aumentar el ritmo de sus latidos. Por el borde de su visión lo vio moverse y luego acercarse más a ella, cuando levantó la vista él le estaba acercando una copa de vino.
Clary realmente comenzaba a odiar el vino, de todos modos, ella tomó la copa que le ofrecía y se la llevó a los labios. Su sabor era igual de malo del que habían tomado en el departamento. Su estómago se revolvió un poco, más que por el sabor, por el recuerdo que este le traía, en esa vez fingía por Jace, porque tenía un plan para salvarlo, cosa que al final no pudo hacer. Ahora simplemente lo hacía porque no veía otra opción. Ni siquiera tenía la esperanza de salvarse a sí misma ahora. Siguió recorriendo la habitación con la mirada, no era como si le pudiera prestar demasiada atención a nada en particular, ni siquiera había mucho a que prestarle atención, en su mente ahora corrían distintos recuerdos a una velocidad abrumadora. Ninguna de sus ideas era clara, se sentía algo entumecida, y no era por el miedo ni por el vino, era por haber perdido a Jace y todo el dolor que trataba de ignorar. No podía pensar en eso ahora. Tenía una avalancha de emociones pujando por salir dentro de ella, y lo sabía, pero si las deja salir, aunque sea por un momento, terminaría derrumbándose bajo ellas ahora. De momento, estaba poniendo todas sus fuerzas en guardarlas en lo más profundo de ella, aunque no durarían mucho tiempo allí.
Ella ya no estaba comiendo, solo removía lo que quedaba en su plato con el tenedor. Por estúpido que fuera, no lo soltaba para tener algo en la mano, que podía contarse como lo más remotamente cercano a un arma con la que defenderse de Sebastian. La parte consciente de su cerebro sabía que era una estupidez, si con una daga al corazón solo lo había hecho reír un tenedor no le serviría de nada. Pero era difícil hacerle caso a la parte consciente de tu cerebro cuando solo te dice: "¡Estas en peligro!, pero no hagas nada, no servirá. "
Escuchó que Sebastian dejaba los cubiertos en la mesa y se recostaba en su silla. Sintiendo como si estuviera poniéndose una soga al cuello, bajó el tenedor y se volvió para encarar a su hermano. Sebastian la miraba pensativo, con una mano sosteniendo su copa de vino casi vacía y la otra descansando perezosamente sobre su pierna.
- ¿Dónde estamos? -Clary no soportó un minuto más de silencio, un montón de preguntas y acusaciones pujaban en su cabeza por salir y tuvo que contenerse para no soltarlas todas de sopetón, si lo acribillaba a pregustas, probablemente Sebastian no respondiera a ninguna.
- En un lugar seguro -respondió Sebastian con una lentitud exasperante y sin dejar de mirarla pensativo. "Eso significa, un lugar del que no podrás escapar ni cualquiera podrá encontrarte tan fácilmente", pensó amargamente Clary.
- ¿Por qué me has traído aquí? -preguntó Clary preparándose para su respuesta.
- Porque eres mi hermana y quiero tenerte a mi lado, ¿es eso tan difícil de comprender? -Sebastian respondió en una voz baja que hizo que Clary sintiera otro escalofrío.
- Bastante –respondió secamente Clary.
- Bueno, esta no era mi primera idea, pero creo que entenderás que has cambiado bastante mis planes -otra vez había un brillo peligroso en sus ojos cuando la miró y Clary entendió perfectamente a que se refería, Sebastian seguía sin perdonarla del todo por todo lo que había hecho, pero por alguna razón había decidido contenerse con ella nuevamente. Eso más que aliviarla la asustaba, debía de estar planeando algo más- Por el momento siéntete solo como una invitada, mi querida hermana -había un brillo de diversión en sus ojos ahora, como si acabara de decir un chiste que Clary no alcanzaba a comprender-
- Querrás decir como tu prisionera -espetó Clary echando otra mirada al comedor casi vacío.
- Puedes verlo así si quieres - Sebastian se encogió de hombros y le restó importancia- Las salidas están selladas, esta vez no dejaré que te alejes de mí, pero puedes caminar por los pasillos y entrar por cualquier puerta que puedas abrir. Tienes bastante libertad si me lo preguntas…
Clary bajó la cabeza pensando que hacer, debía encontrar una nueva forma de comunicarse con sus amigos y familia. Hacerles saber que estaba bien y buscar una forma de escapar de esta especie de fortaleza en la que Sebastian la tenía. Y una pequeña, muy pequeña pero insistente parte de ella, aún conservaba la esperanza de que Sebastian le hubiera mentido y Jace aun estuviera con vida, pero no pensaría mucho en ello, no podía llenarse de falsas esperanzas por el momento. Cuando volvió a mirarlo se sintió más decidida.
- ¿Entonces no me cambiaras?
- Por el momento no, en Burren pensé en hacerte beber de la copa, lo habría hecho si no te hubiera escapado -habló con una tranquilidad aterradora. Clary sintió un escalofrío recorrerla, pero se obligó a no moverse.
- ¿Y por qué cambiaste de idea? -la pregunta fue en un tono bajo, no en desafío, sino por sincera curiosidad, y hasta ella se sorprendió un poco de que su vos no le fallara- Pensé que estabas molesto conmigo…
- Y lo estaba, pero tenía cosas más inmediatas que solucionar, gracias a ti -la miraba con los ojos entrecerrados y la ira brillo en ellos, pero solo un instante, cuando continuó hablando era todo tranquilidad nuevamente- Pero ahora lo he pensado un poco y he cambiado de opinión…. Tengo "nuevos planes" por decirlo de alguna manera.
Escucharlo fue como recibir un balde de agua fría, Clary bajó las manos a su regazo y se las sujetó, empezaba a sentir que temblaban, tanto de miedo como por el esfuerzo de contenerse. A Jace en su momento lo había necesitado, a ella no, y si no la transformaba, ella nunca cooperaria. No entendía que podría haberlo hecho cambiar de opinión después de todo lo que ella había hecho, solo ayer lo había enojado tanto que había estado a punto de matarla… y otras cosas que ella prefería guardar en un lugar muy oscuro y lejano de su memoria. Sebastian no daba segundas oportunidades, ni perdonaba, él no hacía nada por que sí. Él podía matarla o transformarla en cualquier momento, eso acababa de dejárselo claro, pero había decidido no hacerlo, aun cuando, Clary estaba segura, él sabía que eso significaría más intentos de escape. "¿Era porque Sebastian pensaba que no tenía ninguna posibilidad de escapar?"
- ¿Qué tipo de planes? -preguntó Clary sintiendo que la rabia e impotencia se acumulaban en ella- ¿Destruir a la Clave y ver el mundo arder a tus pies ya no es todo?
- No… -Sebastian la miró con diversión- Aun planeo darle una lección a la Clave, pero estoy seguro que tu niño Angel no te contó todos los detalles de mis planes -Clary se encogió como si hubiera recibido un golpe con la mención de Jace, y los recuerdos de cuando la runa había estado dañada, principalmente los de él diciendo que preferiría estar muerto a seguir bajo las ordenes de Sebastian, estallaron en su cabeza- Cuando sea el momento oportuno te lo diré, de momento solo tienes que saber una cosa, Clarissa, será una guerra que voy a ganar, la cuestión solo es ¿Cuánto perderán ellos antes de rendirse? La Clave sigue cometiendo los mismos errores y yo, después de todos tus trucos del día de ayer, sigo teniendo la ventaja.
- Estás muy confiado de ello -comentó Clary mirando a sus manos aun apretadas en su regazo. Ella hará lo que sea para detenerlo, es lo menos que le debe a su familia, amigos, Jace, Amantis y todos los demás Cazadores de Sombras a los que ahora amenaza su hermano.
- Tengo razones para estarlo, después de todo, soy el único que conoce todas las piezas del juego -Sebastian sonaba orgulloso de sí mismo y Clary no quería más que golpearlo o decir algo, cualquier cosa que cambiara eso.
- ¿A qué te refieres con eso?, la Clave ya sabe de tus planes y de tus Cazadores Oscuros, nuestra madre, Simon, Magnus, los Lightwood… todos ellos estaban en Burren, ya debieron informar a la Clave de esto. Y también deben estar buscándome, a ambos -su corazón dolía con solo mencionarlos, con recordar lo cerca que había estado de ellos y que al final Sebastian logró separarla de ellos nuevamente. Estaba desesperada por obtener más información de lo que había pasado después de que ella perdiera la consciencia ¿Todos ellos habían salido bien librados de esa? Ella no había tenido tiempo de verlos a todos, de asegurarse que estaban bien. Cuando Amantis la atrapó la lucha era casi pareja, ella incluso supuso que Sebastian había perdido a tantos Oscurecido que había tenido que retirarse, lo que sin su apartamento debía de haber sido más difícil. No se había dado cuenta de que sus manos se habían separado y bajado a los lados, sujetando con fuerza los bordes de madera de su silla ni que se había acercado más a Sebastian, inclinándose hacia él sentada al borde, hasta que Sebastian rió. Su risa envió un escalofrío a todo su cuerpo y de repente sintió la habitación más fría y vacía que antes.
- Oh, pero yo estoy muy consciente de todo eso que has logrado, Clarissa, y de lo inútil que fue al fin de cuentas. Mis planes, de los que tu no tenías ni tienes idea incluso ahora, siguen en marcha. La Clave no hará nada contra mis Oscurecidos, no les he dejado esa posibilidad, y yo seguiré aumentando mis fuerzas con cada ataque que haga. Para mí es un juego de ganar o ganar. Y, lo quieras o no, tú también estarás en el bando ganador al final, estarás conmigo -todas sus palabras la hicieron hundir los hombros en su asiento ¿Qué tan equivocado podía estar Sebastian? Esperaba que mucho, por su bien y el de todas las personas a las que amaba. De repente se sintió cansada, como si recordar todo lo sucedido también trajera el cansancio acumulado en ella hasta ahora.
- Bien -soltó un poco más alto de lo que planeaba, Sebastian alzó una ceja y esperó a que continuara- bien, -volvió a repetir esta vez controlando mejor su voz- supongo que ya es de noche, has dicho cena -señaló los restos de comida que quedaban en la mesa- así que ¿Puedo ir a dormir? -dormir era lo último que quería pero necesitaba pensar y aunque hubiera estado inconsciente por bastante tiempo seguía sintiéndose cansada, tanto física como emocionalmente. Sebastian la miró por un momento con la cara en blanco, como si tratara de adivinar en que estaba pensando Clary, pero finalmente asintió y le sonrió con el tipo de sonrisa condescendiente que había utilizado por un tiempo con Jace y que Clary tanto odiaba.
- Puedes -Sebastian por fin dejó de mirarla y se concentró en algo que había tras Clary, no algo entendió cuando escuchó un ligero movimiento, sino alguien- Lleva a mi hermana a su habitación y encárgate de que tenga todo lo que necesite -Clary se dio la vuelta para mirar a quien le hablaba y se encontró con Amantis, quien le dedicó una sonrisa despiadada ¿En qué momento había llegado? Clary había estado tan concentrada en Sebastian mientras hablaban, que ella no se había percatado de que había alguien más en la habitación. Clary supuso que Amantis había entrado por la puerta que estaba cerrada. La única otra puerta aparte de por la que ella habían entrado y que estaba justo a su espalda, le habría gustado saber a dónde dirigía esa puerta "¿Dónde había estado Amantis antes? ¿Dónde estaban todos los demás oscurecidos ahora?"
Una punzada de culpa hizo que por un momento las lágrimas picaran en los ojos de Clary. Miraba fijamente a Amantis, con el cabello recogido en una coleta y un equipo de caza más parecido a un traje ceremonial por sus colores y detalles, en rojo y con runas bordadas que Clary no reconocia. Mientras más la miraba, más recordaba a la vieja Amantis, y más le dolía ver en lo que Sebastian la había convertido. Sus ojos negros como los de Sebastian, que antes eran de un hermoso tono azul iguales a los de Luke, la miraban con intensidad pero sin una pizca de afecto o reconocimiento en ellos. Se movía tan silenciosamente como lo haría un cazador de sombras con las runas de silencio, pero Clary sabía que a diferencia de un cazador de sombras normal, Amantis ya no llevaba runas angelicales que le marcaran la piel. Ella tenía fuerza, agilidad y precisión permanente, aunque ya no tenía voluntad propia para decidir qué hacer con ello, solo seguiría las ordenes de su hermano. Amantis se acercó a ella y Clary se levantó tragándose la culpa y las lágrimas
La Oscurecida la guió por la misma puerta por la que habían llegado, pasaron por la biblioteca a la que Clary ni siquiera volvió a mirar, tan concentrada como estaba en pensar en todo lo que Sebastian le acababa de decir y seguir el paso de Amantis. Clary prácticamente corría tras ella, y todo su cuerpo protestaba por ello. Salieron al pasillo, el mismo que habían seguido Sebastian y ella para ir al comedor y no tardaron en llegar a la puerta de hierro. Clary paró para tomar aire antes de preguntar en voz alta y clara.
- ¿Esta es la habitación de Sebastian, verdad? -ella señalaba la puerta, pero Amantis la miraba a ella con una sonrisa que la hizo querer estar en cualquier otro parte que no fuera cerca de la Oscurecida. Armándose de valor mantuvo su mirada hasta que ella asintió- ¿Qué son las runas en la puerta? No son runas de Cazadores de Sombras…
- No, no lo son, son mucho más paderosas. Al igual que estas - señaló su ropa, fue entonces que Clary se fijó mejor en las runas bordadas, en rojo sobre rojo y con la luz amarillenta del pasillo era muy difícil distinguirlas correctamente, pero reconoció una o dos que eran iguales a las de la puerta- uno de los regalos de Lilith para Sebastian.
- Runas demoniacas -dijo Clary echándole una última mirada a la puerta de Sebastian antes de encarar a Amantis- ¿Qué significan? ¿Qué hacen?
- Muchas cosas -Amantis apartó la vista de ella y siguió caminando por el pasillo.
- ¿Dónde están los demás Oscurecidos? ¿Aquí? -preguntó antes de volver a apurar el paso para seguir a Amantis.
- Están donde Sebastian quiere que estén, al igual que tú.
- ¿Dónde estamos? -preguntó Clary mirando el largo pasillo frente a ellas.
- Eso es algo que no necesitas saber -respondió Amantis sin mirarla, era lo que esperaba pero Clary no se iba a dar por vencida tan fácilmente.
-¿Tampoco me dirás que hora es? -suponía que era de noche, aunque ni siquiera estaba totalmente segura de eso.
- No -antes de que Clary tuviera tiempo para seguir con más preguntas Amantis se acercó a una de las puertas que habían en el pasillo y la abrió, haciéndose a un lado para que Clary entrara. Al acercarse más notó que la madera también estaba tallada con esas runas extrañas que ella no reconoció antes en la puerta de Jonathan. Alzó la mano con la intención de pasar sus dedos sobre las marcas, pero antes de que llegara a tocarlas la mano de Amantis la sujetó de la muñeca con fuerza para detenerla, Clary hizo una mueca de dolor y bajó la mano en cuento la oscurecida la soltó.
- No las toques -no dio más explicaciones, pero Clary ya no tenía ganas de volver a intentarlo, sus dedos habían estado lo suficientemente cerca como para sentir algo como una chispa de calor saltaba a su mano, y ahora sentía los dedos algo entumecidos.
Amantis ya había encendido las luces de la habitación y cuando Clary dio unos pasos dentro, ella cerró la puerta. Clary recorrió la habitación, era grande y en ella había una cama de dos plazas con elaborados cabezales, un escritorio en una esquina y un armario en la otra. Vio una puerta y supuso que debía ser la del baño y nada más, no había ventanas aquí tampoco. "Hora de actuar", se dijo a sí misma y con la mayor inocencia del mundo fue a sentarse en la cama, hizo una mueca de dolor que esperaba no resultara muy obvia y alzó la cabeza, Amantis estaba parada frente a la puerta y la miraba fijamente, pero no le dijo nada cuando Clary se la quedó viendo por un momento.
- ¿Puedes traerme algo para el dolor? Aún estoy llena de moratones y cortes, creo que necesito varias Iratze -esperó a que funcionara, ella no era más fuerte que Amantis, pero si le lograba arrebatar la estela tal vez tendría una oportunidad.
Hubo un brillo en sus ojos que no supo identificar antes de que saliera de la habitación y cerrara la puerta tras ella. Clary se preparó, tal vez esa sería su oportunidad, había la posibilidad de que Sebastian le hubiera ordenado que mantuvieran cualquier arma o estela alejada de ella, así como no le permitía dar más información de la necesaria. Pero a ella realmente le dolía todo el cuerpo y tenía muchos golpes, Amantis tal vez creyera que en realidad no sería un problema, especialmente si Clary actuaba convincentemente cansada y débil, cosa que no era difícil en su estado. Ella se recostó en la cabecera de la cama y entrecerró los ojos, su corazón latía frenético mientras se obligaba a encorvar su cuerpo y esperar. Cuando la puerta se abrió Clary abrió los ojos y parpadeó unas pocas veces, como si estuviera luchando contra el sueño, cuando en realidad su cuerpo estaba más tenso y alerta que nunca, pero su desilusión fue tal que por un momento realmente pensó que no tendría fuerzas más que para mirar a Amantis. Le había traído un botiquín de Primeros Auxilios lleno de vendas, alcohol, cremas y pociones de las que Clary no confiaba demasiado. Como debería haber imaginado desde el principio, nada de una estala que pudiera robar.
- Con una Iratze me curaría más rápido -decidió insistir cuando Amantis llegó hasta ella.
- Se lo que pretendes niña, no hay forma de escapar, antes de que puedas intentar algo haré que realmente necesites una runa de sanación y quien sabe, si Sebastian me permite usar una estela contigo tal vez usaría una de las runas de Lilith en lugar de las que quieres.
Clary le creía, había sido una tontería intentarlo, pero en su situación debía intentar cualquier cosa. Sebastian podía cambiar de opinión en cualquier momento y decidir que siempre si quiere convertirla en una Oscurecida, o cualquier otra cosa que ya sea parte de sus dichosos planes.
Al final Clary no tuvo más opción que tomar un poco de la poción que le había traído y poner la crema en los cortes más feos, y cuando Clary dijo que ya no necesitaba nada más, Amantis salió de la habitación dejándola sola por fin.
Lo registró todo, cada rincón de la habitación en busca de armas o algo que le diera la menor idea de en donde se encontraba, pero no encontró nada útil. Cuando revisó el escritorio de madera oscura en la esquina, en el primer cajón encontró dos cuadernos en blanco con las gruesas hojas amarillentas, algunos lápices, bolígrafos y borradores, pero el resto de los cajones estaban vacíos. El armario era muy parecido al de Sebastian, pero cuando lo abrió descubrió que este estaba perfectamente ordenado con ropa de mujer.
Luego fue a la puerta, por dentro no tenía ninguna runa y acercó su mano tentativamente, ninguna crispa saltó, esa era una buena señal esperaba. Cuando intentó abrirla Clary se dio cuenta que la puerta estaba cerrada, volvía a estar encerrada. Clary maldijo por lo bajo a Sebastian, en realidad no tenía "mucha libertad" si ni siquiera podía salir de su habitación. Se preguntó si Amantis estaría cerca o si volvería en algún momento para comprobar que Clary siguiera allí.
Entonces decidió inspeccionar nuevamente el armario, en los cajones encontró más ropa interior como la de las bolsas, broches para el cabello, medias e incluso maquillaje. Colgadas en perchas habían blusas, faldas y más vestidos sin mangas, en su mayoría de tonos rojos, también encontró algunas camisas y pantalones de seda. Nada de vaqueros ni sudaderas se dio cuenta con pesar, tampoco abrigos o botas, buscó un pijama o algo cómodo para dormir pero lo único que encontró fue camisones de seda o incluso encaje que eran prácticamente todo transparencia, hizo una mueca al verlo y se alejó del armario.
Tarde o temprano alguien debía abrirle la puerta. Podía intentar atacar a Amantis o sonsacarle algo de información, aunque ambas parecían algo improbables, tuvo que admitir que conseguir información, cualquier información, era lo más importante por el momento. Pero eso lo haría al día siguiente, había tenido suficiente de registrar la habitación ese día. Apagó las luces, fue a la cama y se metió bajo las mantas con toda la ropa puesta, pero no se durmió de inmediato. Pensó en su familia, amigos y Jace, lo más doloroso era pensar en Jace. Debió pasar horas llorando en silencio acurrucada en la cama hasta que finalmente el cansancio la venció y se quedó dormida.
