Día 24.

Prompt: Butt Plugs/Spanking

Trigger Warning: Sexo explícito, Butt Plugs, Spanking, Fingering, Aftercare, referencias a sexo anal.

Butt Plugs/Tapones anales: Juguete erótico consistente en una parte que se introduce dentro del ano y una base amplia que lo mantiene en su sitio. Los hay de muchos tipos, formas y tamaños.
Spanking/Azotes: Práctica consistente en azotar a alguien. Puede hacerse con la mano o utilizando juguetes eróticos como fustas, palas...

Pequeña nota: Lo primero, aclarar que una de las razones por las que utilicé el prompt Axila/Sudor en el Drarry y no aquí es porque ya tengo una escena (no publicada) de Katsuki y Deku que implica, entre otras cosas, el uso de Butt Plugs y sudor. Y no quería que sonase demasiado repetitiva, así que al final lo repartí de esta manera. Siento mucho si en un futuro la otra historia ve la luz y reconocéis ciertas similitudes (básicamente, que utilizan los mismos objetos, jajaja). Y en segundo lugar, decir que bueno, aquí estamos, publicando todavía el Kinktober, aunque técnicamente ya estamos terminando octubre. Esta historia es la que habría correspondido para el día... *mira el calendario* 24 de octubre. En fin, al final fue así. Al menos aguanté una veintena de días a publicación más o menos diaria. Iré completando las historias que faltan con calma. A cambio, es cada vez más probable que os recompense con alguna extra ;)

¡Muchas gracias!


EL PEQUEÑO SECRETO DE IZUKU

Izuku está en el banco de enfrente, de espaldas a Katsuki. Lleva la toalla anudada a la cintura y en su piel destacan las cicatrices de los brazos. En el vestuario prima el alboroto masculino de los chicos, que dan voces y tratan de imponerse a gritos sobre los demás, a pesar de que Iida está intentando que mantengan el control. A un lado de Katsuki, Eijiro, totalmente desnudo, se seca el pelo y al otro Denki parlotea animadamente, a medio vestir con un Hanta recién salido de la ducha que chorrea agua hasta el charco que se forma a sus pies.

El duelo de Dones ha salido bien en la exhibición que han hecho para los nuevos estudiantes de la U.A. con motivo del décimo aniversario de su graduación. Sobre todo para Katsuki que, como en sus tiempos de estudiante en los festivales deportivos, ha vencido fácilmente al resto, incluso a Izuku y sus múltiples Dones, aunque sospecha que este no tenía verdaderas intenciones de ganar. Bueno, no tan fácilmente, pero la victoria es lo suficientemente dulce como para permitirse el pensamiento.

Eijiro le está diciendo algo, quizá invitándolo a comer algún día de la semana o echándole la bronca por lo poco que se han visto últimamente, aunque no sabe si es algo negativo o positivo, porque el chico no cesa de sonreír. Sin embargo, Katsuki apenas lo escucha, distraído con los músculos de la espalda de Izuku, que se tensan y destensan cuando se levanta del banco para sacar su ropa limpia de la mochila.

Eijiro se da cuenta, porque sigue la mirada de Katsuki y pone los ojos en blanco, negando con la cabeza. Es ese momento cuando Izuku se quita la toalla de la cintura, inclinándose hacia adelante para pasar los pies por los agujeros del calzoncillo y Eijiro enmudece en su charla. Y Denki y Hanta, que también se habían dado cuenta de qué estaba robando la atención de sus dos amigos.

La visión dura apenas un segundo, el tiempo suficiente para que Izuku se coloque el bóxer en la cintura y haga lo mismo con los pantalones, ajeno a las miradas del resto, distraído con lo que sea que Todoroki le está contando con voz queda que se pierde en las reverberaciones del griterío del resto. Sin embargo, la piel de Izuku es lo suficientemente pálida como para que no les haya pasado desapercibido a ninguno de los cuatro el objeto negro que separaba ligeramente sus nalgas, encajado en el interior de su culo.

—¡¿Qué coño, pelopincho?! —grita, sobresaltando a sus tres amigos para reconducir su atención, al darse cuenta de que no es el único que se ha quedado ensimismado. Eijiro está sonrojado y se clava los dientes puntiagudos en el labio inferior. Denki sonríe, burlón, dispuesto a decir alguna parida que hará que Katsuki tenga que reventarle, por segunda vez ese día, la cara a explosiones. Hanta, más prudente, sonríe para sí mismo, pero Katsuki podría jurar haberlo visto guiñarle el ojo pícaramente—. ¿¡Vas a decir de una vez lo que quieres o qué!?

Tartamudeando, Eijiro trata de recuperar el hilo de lo que estaba diciendo. Ajeno a ellos, Izuku ha terminado de vestirse, pero Katsuki sólo puede pensar en lo que ha visto, tan excitado que agradece tener puestos ya los calzoncillos para no desvelar la media erección que está sufriendo en este momento y que termina de aprisionar con el pantalón para evitar que el resto se dé cuenta y mantener así a raya las burlas. Aunque no lo consigue con Denki, que susurra audiblemente a Hanta, preguntándole dónde puede conseguir algo así él también, ni tampoco la mirada curiosa de Eijiro, que se muere por interrogarlo al respecto, aunque no lo hace.

Todavía tiene que esperar un rato. Cuando Izuku termina de recoger su ropa, se acerca a Katsuki y sus amigos con Todoroki al lado, preguntándoles si quieren unirse a ellos un par de horas después para cenar y tomar algunas cervezas. Al final, en el jaleo casi ensordecedor del vestuario, todos los chicos de la clase se apuntan y Denki se autodesigna mensajero para acercarse al de las chicas y trasladarles la propuesta. Para cuando consigue salir de allí, con la mano de Izuku entrelazada entre sus dedos, ha pasado casi una hora.

Su pene oscila en una erección más o menos dura durante todo el tiempo que tardan en hacer el trayecto de regreso a casa, el cual Izuku emplea en parlotear entusiasmado sobre lo divertida que ha sido la exhibición y la emoción de regresar de nuevo a un festival deportivo de la U.A. Katsuki lo escucha, asintiendo con monosílabos cuando Izuku se detiene brevemente para coger aire, pero una parte de su mente no deja de pensar en el medio segundo que su imaginación repite una y otra vez: Izuku inclinado hacia adelante, lo suficiente como para dejar ver el objeto negro que lleva en el culo.

—Lo he visto mientras te vestías. —Una vez en casa, cuando se interrumpe a sí mismo, sonrojándose, con la mano detrás de la nuca, Izuku lo mira con curiosidad, sin comprender qué desea. Katsuki carraspea y se sienta en el sofá, frotándose las manos sudorosas en los pantalones para secárselas—. Bueno, en realidad, lo hemos visto todos. Ahora nos va a tocar tener una incómoda conversación con Eijiro. Y soportar las sonrisitas burlonas de Denki. Y seguramente Hanta querrá preguntarte y que comparéis con los que tiene él. No, eso último es broma, no tengo ni idea de si él los usa. Tampoco sabía que tú… —Los ojos de Izuku se abren de par en par al entender de qué está hablando Katsuki.

—Oh, por todos los Dones. ¿Todos? —Izuku se ruboriza violentamente, y se cubre la cara con las manos, avergonzado.

—Bueno, Ei, Denki, Hanta y yo. Creo. El resto estaba distraído. Ha sido culpa mía —admite Katsuki, consciente de que ha sido su extremada atención sobre el cuerpo de su novio lo que ha atraído las miradas de los otros chicos hacia él.

—Oh, ni siquiera lo pensé —lamenta Izuku, con la voz ahogada debajo de las manos—. No creí que nadie fuera mirar justo en ese momento. Katsuki se acerca a él, retirándole las manos para poder mirarle a los ojos verdes, brillantes. Izuku sigue sonrojado por la vergüenza, pero Katsuki en realidad está pensando en otra cosa—. ¡Pensaba decírtelo! Los… Los compré el otro día y…

—¿Los? —pregunta Katsuki, atónito, a punto de soltar una carcajada. Izuku se sonroja aún más—. Quiero verlos.

Izuku no tarda en regresar del dormitorio, con una bolsita de tela de colores. No es discreta, pero Katsuki no habría adivinado su contenido en la vida, así que supone que sí cumple su función. Tartamudeando, Izuku le tiende la bolsa, explicándole que los vio unos días antes, navegando por internet, y le pudo la curiosidad.

—Pensé en decírtelo, porque quería que me ayudaras a usarlo, pero luego, cuando los llegaron, se me ocurrió que a lo mejor podía… estar preparado y sorprenderte.

—Joder —asiente Katsuki, que desde luego está agradablemente sorprendido.

En el interior de la bolsa hay dos objetos, negros también. Tienen una base ancha y alargada, similar a la que ha entrevisto en el culo de Izuku. Se estrecha antes de volver a ensanchar en un grueso óvalo de tacto aterciopelado. A ojo, Katsuki estima que el más pequeño de los dos es tan grueso como su polla en el punto más ancho del óvalo, aproximadamente un tercio o la mitad de lo que mide el cilindro que lo conecta con la base y que quedaría dilatando el culo de Izuku. El más grande, en cambio, es tan grueso como su polla ya en la conexión de la base con el óvalo, que es casi el doble de ancho. La idea del culo de Izuku abriéndose tantísimo para conseguir quedarse tan abierto como si tuviese su polla metida dentro durante horas hace que Katsuki tenga que tragar saliva.

—No… no te ha parecido mal, ¿verdad? —tantea Izuku, todavía ruborizado por la imagen de sus amigos descubriendo su secreto.

—No veo manera humana de que esto pudiese parecerme mal, Deku —masculla Katsuki, que ya está completamente duro por debajo del pantalón.

—Cuando lo vi pensé… —Izuku se muerde el labio y Katsuki asiente, comprendiendo perfectamente qué pensó. La sola idea de poder tirar de la base del plug, sacarlo y sustituirlo inmediatamente por su polla, sin necesidad de prepararlo a conciencia hace que Katsuki piense con poca claridad.

—Me gusta que pienses de vez en cuando —bromea Katsuki, sarcásticamente. Izuku se ríe, ruborizándose más—. ¿Llevas puesto el más pequeño de los tres? —deduce, a juzgar por el tamaño de la base del que le ha visto a Izuku en el vestuario, comparado con los otros dos. Izuku asiente.

Tragando saliva, Katsuki da un par de palmadas en su muslo para indicarle qué desea. Izuku vuelve a sonrojarse, pero se acerca cautelosamente. Tirando de él hacia sí, Katsuki lo coloca tumbado bocabajo sobre sus rodillas. Antes de taparse los ojos con las manos, dulcemente avergonzado, Izuku le ayuda desabrochándose el pantalón, del que Katsuki tira para dejarlo caer, junto a los calzoncillos, a sus pies.

La piel de los glúteos de Izuku es pálida y está llena de las mismas pecas que adornan su rostro, en una constelación. Sus nalgas están levemente separadas por la base del plug. Katsuki pasa la yema del dedo índice por ella, notando su textura aterciopelada, y empuja, constatando que es imposible que se introduzca entero por error o descuido.

—Joder, Deku, eres demasiado caliente —protesta Katsuki, tratando de imprimir malhumor a sus palabras, sin demasiado éxito, porque el roce de la aterciopelada piel de este bajo las yemas de sus dedos ha hecho que su polla termine de ponerse dura dentro de sus pantalones.

Tan caliente, que no puede resistirlo y, necesitando sacar lo muy excitado que se siente de alguna manera, palmea con fuerza la nalga derecha de Izuku, que se sobresalta por el contacto y se estremece, levantando un poco más el culo en un silencioso ruego por más.

—¿Te gusta, eh, Deku? —pregunta Katsuki, petulante, esbozando una sonrisa que permite ver sus dientes y dando otra palmada en la nalga izquierda para provocar otro sobresalto en Izuku.

—Kacchan… —suplica este, con la cara, aún tapada por las manos, aplastada contra el cojín del sofá. Está tan colorado que el rubor de su piel se ha extendido por el cuello hasta los hombros.

—A tus órdenes —masculla Katsuki, riéndose entre dientes.

Continúa azotándolo con la mano, con calma y sin apresurarse. En ocasiones, apenas una palmada suave que acaricia la piel, cada vez más caliente, de Izuku. La mayor parte, con la suficiente fuerza como para que sus nalgas vibren por el impacto. Pronto, la piel se ha enrojecido tanto que la constelación de pecas que la puebla casi no destaca sobre ellas. Cuando el sudor de la mano de Katsuki hace que en uno de los azotes una explosión de escasa fuerza resuene contra la piel de Izuku, haciéndolo gemir, se detiene un momento.

—¿Estás dispuesto a seguir, Deku? —Al mismo tiempo que pregunta, sus dedos tantean entre los dos glúteos, buscando la base del plug anal para tirar de ella. El plug sale con facilidad, el ano de Izuku estirándose a su alrededor y cerrándose acto seguido—. Va a doler.

—¡Sí! —suplica Izuku, levantando las caderas para reafirmar su petición.

—Joder, Deku —dice Katsuki, tragando saliva, cuando empuja el plug de nuevo dentro del culo de Izuku, que se contrae al superar el punto más ancho, absorbiéndolo hacia su interior y, después, haciendo que la base se mueva rítmicamente por la fuerza con la que está apretando el ano.

Lo azota de nuevo, con fuerza. La explosión resuena cuando el sudor de Katsuki sufre el impacto contra la piel de Izuku, que se estremece. Ha dejado de taparse los ojos, demasiado ocupado en aferrarse al cojín del sofá. Sobre su muslo, Katsuki nota la polla de Izuku, dura. Le ha manchado el pantalón, que nota húmedo por el líquido preseminal. Otro azote, algo más suave, pero no tanto como para que el sudor no explote, y otro estremecimiento de Izuku, que gime de placer.

—Kacchan… —suplica de nuevo este, y Katsuki sabe que está a punto de correrse.

—Ni siquiera te he tocado la polla todavía, friki —dice Katsuki, riéndose entre dientes con una sonrisa ladeada. Bajo él, Izuku se ríe también.

—Es que Kacchan sabe perfectamente dónde tocar y cómo —reconoce Izuku con un mohín. Ahora sí, ladea la cabeza y mira hacia Katsuki, la mejilla apoyada sobre el cojín del sofá, una enorme sonrisa en los labios y las pecas del rostro destacando sobre sus mejillas enrojecidas.

—Por supuesto que lo sé —se jacta Katsuki.

Para darle tiempo a controlarse un poco más, alargando su placer, Katsuki juguetea de nuevo con el plug de Izuku. Lo saca y lo mete varias veces, fascinado por cómo se ajusta perfectamente a su culo, la forma en la que se desliza, la fuerza con la que Izuku lo atrapa dentro de sí, tirando de él, cuando ha introducido más de la mitad. Su vista se desvía a la bolsita de colores que tiene al lado, encima de la cual reposan los otros dos plug, más grandes.

Saca el plug del todo, tirándolo a un lado, junto a los otros dos. Cogiendo el pequeño bote de lubricante que había en la bolsita, lo deja caer, directamente, sobre el ano de Izuku, que se contrae al notar el frío líquido. Lo esparce descuidadamente con las yemas de los dedos, frotándolo por fuera, antes de meter de golpe dos de ellos, haciendo que Izuku gima y de un pequeño bote por lo inesperado del movimiento.

—Es verdad que estás preparado —dice Katsuki, con la voz estrangulada de placer.

Coge el plug mediano, mojándolo con el lubricante de sus dedos, y lo sujeta por la base para presionar sobre el ano de Izuku, despacio e inexorable. La punta, fina, se va abriendo paso. El ano de Izuku se estira, adaptándose al nuevo tamaño. Izuku jadea, un poco sobrepasado por la sensación, cuando llega al punto más ancho del plug.

Exactamente igual que lo hace cuando Katsuki ha terminado de meterle el glande y se detiene unos segundos para dejarlo acostumbrarse.

Con las pupilas dilatadas, Katsuki mantiene el plug quieto durante unos segundos, notando cómo el culo de Izuku lo empuja hacia afuera con fuerza, de manera inconsciente. Cuando lo empuja unos milímetros más, esa misma fuerza hace que se meta de golpe, hasta la base, escapando de entre los dedos de Katsuki.

—Ah… —suspira Izuku, retorciéndose de placer.

Con una sonrisa maliciosa, Katsuki descarga un nuevo azote en su culo, provocando una explosión más. Después, un segundo. Acto seguido, un tercero. La piel de Izuku está roja y Katsuki está seguro de que le escuece, cuando pasea las yemas de los dedos por las nalgas, ásperas por las explosiones de su Don, e Izuku se estremece.

Sujetando la base del plug con los dedos, tira de él suavemente. Cuando llega al punto más ancho, ese que hace jadear a Izuku, vuelve a dejarlo deslizarse dentro. Repite el movimiento dos o tres veces, las suficientes para que Izuku vibre sobre sus piernas y lloriquee de placer, corriéndose con tanta fuerza que puede notar su semen mojándole el pantalón y traspasando la tela hasta su pierna. Sigue follándolo con el plug unos segundos más, mientras el orgasmo de Izuku se disipa en los últimos coletazos, y luego se detiene, apretándolo con intensidad dentro de su culo.

—¿Quieres que lo saque o prefieres quedártelo puesto? —pregunta en voz baja. Izuku asiente con un murmullo exhausto por el orgasmo, pero suficiente para que Katsuki entienda su respuesta—. Voy a utilizar este —advierte, levantando en los dedos, todavía húmedos por el lubricante, el tercer plug, el más grueso. Tanto, que la parte más ancha es mucho más grande que la polla de Katsuki y la que queda dilatando el culo de Izuku tanto como esta.

—Genial, Kacchan —suspira Izuku, aprobando su decisión.

Se toma su tiempo. Con Izuku sobre sus muslos, expuesto ante él, dejándose hacer, con el orgasmo cansándole las extremidades, Katsuki le extrae el plug mediano. Se toma su tiempo para lubricar el más grande de todos, excitado al verlo entrar dentro del culo de Izuku, poniéndose cachondo al escuchar a este jadear, tratando de llenar el aire de sus pulmones y relajarse para adaptarse al nuevo tamaño. Nunca, ninguna de las veces que se la ha metido, mirando cómo su culo se abría para recibir su polla, ha visto el culo de Izuku tan estirado, tan abierto. Katsuki pierde la noción del tiempo, no sabe cuántos minutos han pasado cuando por fin consigue llegar a la parte más ancha, con las caderas de Izuku levantando el culo hacia arriba, ansioso, y el plug termina de introducirse en su interior.

—¿Bien? —La base es tan grande que mantiene las nalgas de Izuku un tanto separadas, cualquiera podría verlo sin necesidad de que se agachase, como ha ocurrido en el vestuario.

—Es… como tenerte dentro —confiesa Izuku con un hilo de voz. Desde luego, lo es. Katsuki presiona el dedo contra la base del plug, bordeándola para notar el grosor que mantiene el culo de Izuku abierto.

Katsuki lo ayuda a levantarse. Izuku trastabilla un poco, concentrado en las sensaciones de su culo. Lo observa atentamente, cerciorándose de que su rostro se ilumina con placer y no con incomodidad.

—Lo siento, te he puesto perdido —murmura Izuku, desolado, cuando termina de acostumbrarse a la intrusión del plug.

—Ven aquí, anda —dice Katsuki, con un tanto de brusquedad.

Lo guía hasta el cuarto de baño, donde saca la crema que guarda en uno de los armarios, lista siempre para utilizarla en sus propias quemaduras y en las que le provoca a Izuku. Con cuidado, se arrodilla tras él para limpiarle con una toalla suave antes de extendérsela en la piel enrojecida. Satisfecho, se incorpora cuando termina. Las quemaduras estarán curadas en apenas unas horas si deja que la crema se absorba bien. A patadas, Katsuki se saca sus propios pantalones, manchados por la corrida de Izuku. Este lo mira, con deseo en los ojos. Está a punto de arrodillarse en el suelo, sentándose sobre sus talones, pero Katsuki se lo impide con un gesto.

—Te quitarás la crema —dice, por toda explicación. La mirada de Izuku se dirige a los calzoncillos de Katsuki, donde su erección pugna contra la tela elástica, tratando de escapar de ella—. Además, ahora tenemos que irnos, hemos quedado con esa panda de imbéciles. Esta noche, cuando volvamos, pienso arrancártelo y metértela hasta correrme. Eso es lo que querías, ¿no? —Tragando saliva, Izuku asiente, con una expresión de impaciente deseo en las pupilas dilatadas, tan oscuras que sus ojos parecen negros en lugar de verdes.

Apretándose la polla por encima de los calzoncillos, Katsuki busca unos pantalones limpios que no delaten su erección mientras cenan con sus amigos. Durante todo el tiempo que pasan fuera de casa, busca a Izuku con la mirada, efervescente de deseo él también, sabiendo lo que este oculta debajo de su ropa interior. Y, cuando por fin entran por la puerta de casa, sólo tiene que cumplir su promesa, tirando de los pantalones de Izuku hacia abajo y doblándole sobre el borde de la cama para sacarle el plug y sustituirlo al instante por su polla.

Izuku está tan dilatado, preparado exclusivamente para él, que Katsuki tiene que aferrarse con fuerza a sus caderas, apretando los dedos hasta dejarlos marcados en la piel pálida de Izuku, para no correrse al instante. Con un gruñido de satisfacción, Katsuki no empieza a moverse hasta que está seguro de que no va a correrse antes de que Izuku, que ya está deshecho en una sucesión de gimoteos y lloriqueos de placer.