Nunca la conocí. Murió en el parto...

Esas palabras retumbaron una y otra vez en la cabeza de Sunny. Como Laurel nunca hablaba de su ex-esposa y como Sunbed nunca tocaba el tema, creía que la madre de Micro Chips había abandonado a su familia.

—Lo siento, yo… no sabía —dijo Sunny, arrepentida por preguntar algo tan importante de manera tan trivial.

—No te preocupes —contestó Micro—, tarde o temprano debías saber. Según mis tíos, mi mamá era una mujer simpática, alegre y con una buena actitud hacia la vida. Le gustaba viajar por el mundo y conocer lugares nuevos. Si quieres, te puedo mostrar algunas fotografías de ella.

Sunny asintió y ambos fueron a la habitación de Micro. Sacó del armario una caja de cartón bastante roída con la etiqueta de Sugar Cloud en la tapa. Dentro había varias pertenencias de su madre como perfumes, su anuario, pasaporte, sweater y un álbum de fotos. Sacó este último y lo mostró a Sunny.

En la primera página aparecía la fotografía de una mujer no mayor de 30 años, posaba con su ropa de esquiar en la cima de una montaña. Su cabello turquesa ondulaba a la brisa invernal mientras su piel celeste se enrojecía debido al frío.

—¿Esa era tu madre? —preguntó.

—Sí.

—Pero se ven tan diferentes. — opinó. Según ella, el único parecido que compartían eran las gafas gruesas que Chips había heredado.

—Es porque se operó la mandíbula —mostró una fotografía de Sugar en su primer año de secundaria. Aparecía con la mandíbula pequeña y contraída, al igual que Micro—. Tuvo que esperar hasta los 23 para operarse por no me acuerdo qué problema médico. —Mostró otra foto de Sugar, esta vez en su titulación con unas vendas alrededor de su barbilla.

Sunny miró las dos fotografías, alternando la vista entre las fotos y Micro.

—Y tú cuando te operaras.

—En unos años, pero eso no viene al tema.

Sunny escuchó las historias detrás de cada fotografía. Pudo deducir que ella y la madre de Micro tenían mucho en común, a tal punto de parecerse más a Sugar Cloud que a su propia madre. Este comentario se lo guardó para sí misma y siguió escuchando a pesar que sus párpados insistían en cerrarse.

—… y estaba en el último salto cuando una hebilla del esquí se rompió —dijo Micro señalando una de las últimas fotografías del álbum—, perdió el control e impactó contra la muralla.

Sunny se mortificó al imaginarse el impacto.

—La peor parte se la llevó su pierna —continuó el chico—. Se partió el fémur en tres partes y tuvo que pasar 1 año en el hospital. Desde entonces no pudo seguir viajando, pero se las ingenió para seguir tan intrépida como siempre.

Mostró otra imagen de Sugar trabajando a beneficencia de los menos afortunados. Estaba sentada en un trono hecho de papel higiénico y conservas.

—No sé cómo mi papá logró enamorar una mujer así. Digo, tiene su encanto y todo eso y su cuerpo ha derretido mujeres. —Hizo una pausa recordando como sus compañeras suspiraban cuando veían a Laurel—. Pero no es alguien muy sentimental que digamos.

—¿Estás seguro? —cuestionó la chica—. Mamá me ha hablado sobre Laurel y nunca me ha dicho que sea poco sentimental. Algo inexpresivo sí, pero no poco sentimental.

—Solo repito lo que he escuchado de mis tíos —se defendió Micro—. Según ellos, cuando papá tenía mi edad era un chico bastante popular. Se que con sus amigos formó una banda donde lo expulsaron por salir con la novia del baterista y que también logró bailar con la directora en la fiesta de graduación. Al terminar la secundaria se enlistó en la marina para proteger a nuestro país de-

—Realmente no nos protegió —interrumpió Sunny—, conquistó tierras ajenas.

—Como sea, la guerra dejó cicatrices profundas en él. Se volvió frío y antipático con todo el mundo y solo con un selecto grupo de personas era amable. Una de esas personas era Betty, su hermana. Lo obligaba a ir a eventos, bailes y ferias de beneficencia. En una de esas ferias conoció a Sugar Cloud, una muchacha alegre quien perdió a su hermano en la guerra. Con el tiempo comenzaron a conocerse, a salir y paulatinamente enamorarse. Pasaron varios años como novios hasta que un día mi padre decidió pedirle matrimonio en la misma reunión donde se conocieron.

Ambos imaginaron la proposición dando un suspiro.

»Se casaron y tiempo después recibieron la buena noticia de mi venida. Una familia le prometía a Laurel la oportunidad de resurgir y ser el mismo de antes, pero… —Micro Chips se detuvo, entristeciendo el rostro—… el embarazo se complicó. El cuerpo de mamá no estaba preparado para recibir un crió y con cada semana empeoraba. Laurel intentó muchas veces persuadir a mamá de abortar, pero ella lo ignoraba. Ella quería tener un primogénito y verlo crecer, aunque esto mermara su salud. Las últimas semanas previo al parto las sufrió en el hospital. Su cuerpo luchaba por resistir otro día más junto al bebé.

Sunny rodeó a Micro con el brazo

»Finalmente, tras mucho dolor y lamento, el tan esperado día llegó. Las contracciones iniciaron y los doctores rápidamente la llevaron al pabellón. En menos de 10 minutos todo estaba listo para recibirme y los más experimentados decanos estaban ahí para asistir. La simpatía de mamá le ayudó a tener varios amigos en el hospital y casi todo el establecimiento esperaba mi nacimiento, para felicitar a la madre por tan noble cruzada y ver al niño que tantos problemas había causado.

Micro hizo una pausa dando un trago seco.

»En ese momento Laurel estaba en el trabajo realizando horas extras. Quería darle una sorpresa a mamá cuando saliera del hospital. Un nuevo y más brillante anillo de bodas, pues el primero lo vendieron para cubrir los gastos médicos. En mitad de su turno apareció su antiguo comandante y se lo llevó al hospital. Papá subió corriendo las escaleras y llegó en tiempo récord al pabellón. Mi llanto se escuchaba desde fuera de la habitación, pero extrañamente era la única voz que sonaba. Cuando entró a la sala de partos observó que todo el personal, asistentes y doctores miraban al suelo sin cruzarle la mirada. El único que no apartaba la vista fue el doctor en jefe del hospital, quien me sostenía entre sus brazos. —Unas lágrimas cayeron por las mejillas de Micro—. Creo...que está más de decir que le sucedió a mamá.

—¿C-cómo sabes tanto? —preguntó choqueada Sunny.

—El doctor Pencil es mi médico de cabecera desde entonces. Le prometió a mamá cuidarme y fue él quien me contó la historia de mi nacimiento —respondió, quitándose unas lágrimas.

Pasaron varios minutos en silencio antes de que uno de los dos se animara a hablar.

—Sunny...

—D-dime.

—¿Te puedo pedir un favor? —preguntó con timidez. Sunny asintió—. ¿Puedo… puedo dormir contigo?


Un gran agradecimiento para Stellar Wools y Un Simple Escritor por asesorarme con este fanfic. Sin ellos, mi historia nunca hubiera mejorado.