Los días pasaron tras el momento "íntimo" entre Sunny Flare y Micro Chips. Apenas hubo diferencia en el trato de ambos hermanastros y no comentaron nada de lo sucedido en los días posteriores. Pero dejemos el incesto de lado (por ahora) y centrémonos en el nerd de la familia.
Micro Chips esperaba a cierta chica en el centro comercial, para ser más precisos, una estudiante de la Cristal Prep. llamada Lemon Zest. Se conocieron en una pijamada que su hermana realizó la semana pasada y tras la intervención de Sunny, Micro tuvo el valor de pedirle una cita.
Ella aceptó, y ahora nuestro casanovas esperaba impaciente la llegada de su dama. Le dijo que estaría ahí cerca de las tres de la tarde y son casi las cuatro. Frustrado, Chips mataba el tiempo jugando con su celular cuando unas suaves manos rosadas le rodearon los ojos.
—¡N-no tengo n-nada de valor! —gritó pensando que lo iban a asaltar.
—Ya, tranquilo, que soy Lemon.
Chips se dió media vuelta y lanzó un profundo suspiro. Inmediatamente se recompuso cuando se dió cuenta de lo patético que se veía. Lemon no pudo aguantar las risas, relajando el ambiente.
—¿Y hacia dónde me llevarás?
—Es una sorpresa —dijo tratando de parecer interesante.
—A los bolos.
—¿Cómo lo sabes?
—Intuición femenina —respondió Lemon.
El Bowling fue una de las grandes sorpresas del primer centro comercial. Con las llegadas de las megatiendas, arribaron también nuevas formas de entretenimiento como el cine, las discotecas y este emblemático centro de juegos que, tras 50 años en servicio, sigue siendo uno de los lugares más concurridos en Canterlot City... o al menos eso decía la placa conmemorativa. El paso del tiempo había dejado huella en el establecimiento con las pistas desgastadas y la anticuada temática de los 50.
Escogieron la pista en mejor estado y fue Lemon la primera en lanzar.
—¿Supongo que sabes jugar? —preguntó Micro al ver como sostenía mal la bola.
—Por favor, que tan difícil es tomar la bola, ganar impulso y… —Tumbó 4 pinos—. Botar los pinos.
—Buen intento —opinó Micro. Cuando fue su turno lanzó la bola que cambió la dirección a mitad del recorrido y derribó 7 pinos. Las horas invertidas en Wii Sports al fin rindieron sus frutos.
—Pareces buen jugador ¿Qué tal si hacemos el juego más… interesante? —dijo Lemon con una coqueta mirada—. Si tú ganas iremos al cine a "conocernos mejor", pero si yo gano me llevarás de compras.
—Me parece bien —aceptó Micro sin sospechar la trampa—, que gane el mejor.
En las siguientes jugadas Lemon demostró ser una jugadora excepcional. Desplomaba los pinos con maestría y llevaba la delantera sin mucha dificultad. Esto frustró al muchacho. Perder contra una chica ya es malo, pero perder contra una chica y la oportunidad de saborear sus curvas es incluso peor.
Lemon notó la molestia de Micro y susurrándole al oído dijo:
—Te propongo un nuevo trato. Si logras anotar este Split 7-10 te permitiré… darme un beso, pero si no iremos de compras.
Micro aceptó el nuevo desafío poniendo su primer beso en juego (Chips nunca había besado a ninguna chica, ni siquiera a sus amigas). Debía realizar uno de los tiros más difíciles en los bolos si quería saborear los labios de Lemon.
Con una profunda respiración cerró los ojos y visualizó el próximo tiro. En su mente imaginó los dos pinos colocados en ambos lados de la pista, separados con distancia considerable. Calculó donde debía lanzar y el gesto con la muñeca que debía realizar.
Cuando abrió los ojos sabía precisamente lo que debía hacer. Tomó impulso y lanzó la bola hacia el pino 7, golpeó lo suficiente para que saltara al lado contrario, llegó hasta el pino 10 y… pasó de largo, sin llegar a tocar.
—¡NOOOOOO! —gritó el muchacho desde lo más profundo de su ser.
—No te preocupes —dijo Lemon tras darle unas palmadas en el hombro como consuelo—, siempre tendrás otra oportunidad, pero ahora ¡Vamos de compras!
Los tontuelos pasaron las siguientes horas en la boutique, donde Lemon se probó todos los vestidos, poleras y pantalones de la tienda, sin decantarse por alguno. No fue hasta el atardecer cuando se aburrió de vitrinear y llevó a Micro a un puesto de helado.
—Este centro comercial tiene muy pocos locales recreativos —explicó Lemon, raspando las últimas gotas de helado—. La mayoría son de ropa o comida, sin contar los supermercados. Por eso pude adivinar dónde me llevarías.
—Eres toda una Watson, Lemon.
—Es Sherlock —corrigió Lemon robando el postre de micro—. ¿Alguna novedad con Sunny?.
Chips se atragantó al escuchar el nombre de su hermanastra.
—No, nada, nada ha pasado. Digo, ¿qué debería pasar? —respondió nervioso.
Lemon solo le dedicó una mirada inquisidora.
—Te digo que no ha pasado nada.
Normalmente se necesita mucha suspicacia y experiencia para saber si un chico miente. Son tan pocos expresivos que es difícil saber si recitan la verdad. Pero con Micro Chips el tema es diferente. El con cada gesto, con cada acción y cada palabra expresa sus pensamientos, siendo muy fácil a Lemon detectar las mentiras...
—Tarde o temprano voy a saber, así que ¿qué prefieres?, que lo escuche por tus labios o por los de Sunny.
… Y mucho más fácil sacar la verdad.
Micro miró rendido a la peliverde, conocía lo rápido que corría la voz Sunny cuando algo amarillista sucedía.
—Si te lo digo... ¿guardarías el secreto?
El resto de la cita, Lemon escuchó la "aventura" de la noche pasada. Primero sintió compasión por el muchacho, después lastima, más tarde asco y finalmente indiferencia.
—Si que eres pervertido.
—Para ustedes es fácil decirlo —intentó justificarse—, sólo necesitan unos cuantos gestos coquetos para tener a cualquier hombre entre sus manos. En cambio, los hombres no atractivos debemos impresionarlas durante toda una cita para tomar su mano y, si tenemos suerte, llegar a saborear sus labios.
—Eso depende —respondió Lemon—, tú serías más atractivo si actualizaras tu ropa, te preocuparas un poco por tu cara y hablaras de algo más aparte de videojuegos.
Micro la miró, confundido.
—Me estás aconsejando que, para tener éxito con las mujeres debo engañarlas, haciéndoles creer que soy otra persona sin considerar cómo se sentirían ellas cuando conozcan la verdad. ¿Eso me aconsejas?
La respuesta dejó sin habla a Lemon. No esperaba algo tan filosófico del degenerado de su cita. Tras despedirse, cada uno se retiró a su hogar.
—¿Cómo te fue? —preguntó Sunbed desde el salón cuando Micro llegó. Al igual que su hermanastra, estaba castigado por romper la ventana.
—No muy bien —mintió—, hubo problemas con la reactancia del motor. Continuaremos la próxima semana si Wiz resuelve el problema.
Sin dar más detalles subió las escaleras y entró a su habitación, donde encontró a Sunny estirada sobre la cama.
—Fue muy profundo lo que le dijiste a Lemon —preguntó sin dejar de mirar el celular—, de quién lo sacaste.
—Normalmente se dice hola al iniciar una conversación —replicó Micro con algo de molestia.
—Y normalmente no eres tan inteligente —Sunny encaró al nerd—. Así que dime, de quién lo sacaste.
—De la chica con cual juego StarCraft —respondió nervioso, desviando la mirada—. Un chico la engañó fingiendo ser otra persona para ser el primero en acostarse con ella. Cuando me contó su historia, me hizo prometer que nunca haría algo parecido. Por eso fui honesto contigo sobre mis intenciones la otra noche.
Sunny lo miró inquisidoramente por unos momentos antes de acariciarlo como un perro.
—Bien dicho muchacho. Ahora dime como fue tu cita.
—Para qué si ya hablaste con Lemon. —Apuntó al teléfono en la cama.
—Quiero cerciorarme de que no la cagaras con una de mis amigas.
De mala gana relató la cita, exceptuando la parte cuando habló de lo sucedido la noche pasada.
—¿De verdad apostaste con los bolos? —preguntó Sunny desde el escritorio.
—Si… —contestó de mala gana.
Sunny pegó una fuerte carcajada al escucharlo.
—Si quieres te puedo dar algunos consejos.
—¡Enserio! —exclamó Micro Chips con el rostro lleno de felicidad, que desapareció cuando notó la sonrisa siniestra en ella—. A cambio de qué.
—Ayuda en matemáticas —respondió levantando el cuaderno.
Micro Chips pasó el resto de la tarde enseñando los fundamentos básicos de la equivalencia trigonométrica a su hermanastra.
—Entonces, si no tiene solución... —murmuró Sunny, atrapada con el último problema.
—Sacas un uno, lo igualas con esto y ya tienes la equivalencia —aclaró Chips terminando el ejercicio—. ¿Has comprendido?
—Eso creo —dijo estirando los brazos, ya cansada por pasar las últimas horas aprendiendo trigonometría. Decidió retirarse a sus aposentos, no sin antes querer agradecerle con un beso en la mejilla. Pero justo en ese momento sonó el teléfono del muchacho, quien giró su cabeza por mero reflejo y recibió el beso en los labios. Se separaron inmediatamente, mientras se miraban a los ojos con la misma expresión atónita.
—S-s-será m-mejor q-que vayamos a dormir —expresó Sunny enrojecida.
—T-tienes razón —confirmó Micro, saliendo de la habitación. «Espera, ese era mi cuarto» pensó una vez fuera. Decidió aprovechar la salida para lavarse la cara, bajar las hormonas y olvidar que su primer beso fue con su hermanastra.
Entre tanto, Sunny se fue a su propia habitación, mientras rememoraba una y otra vez el beso en un intento de descifrar sus sentimientos. El contacto labio a labio despertó una chispa sin sentir en mucho tiempo.
«¿Amor?, no creo —comenzó a repasar mentalmente—, ¿placer? no, es otra cosa. ¿Lujuria?... —un scrach mental interrumpió sus pensamientos—. Necesito un novio».
Un gran agradecimiento para Stellar Wools y Un Simple Escritor por asesorarme con este fanfic. Sin ellos, mi historia nunca hubiera mejorado.
