"Solo 5 minutos más"

Se decía Sunny mirando con impaciencia el reloj. Al igual que sus compañeros, esperaba que el profesor no llegara antes de la 11:30, con la esperanza de terminar la escuela temprano. Cuando faltaba los últimos segundos, el profesor Discord entró en el aula. Caminó hacia el centro de la sala y sacó una nota escrita por la directora.

—Mis queridos estudiantes —leyó imitando la voz de Candace—. Lamento informarles que su profesor de historia, Event Recorder, no podrá impartir sus clases, debido a un accidente sufrido el fin de semana. Por este infortunio, el profesor Discord impartirá la asignatura hasta el final de semestre. Sin nada más que informar, se despide, bla, bla, bla.

Dicho esto colocó la hoja en mitad de la pizarra. Casi todos se levantaron para comprobar si la noticia era verdad o se trataba de otra mala broma de Discord.

—¡Bien! Como los veo tan animados, comencemos la clase con un pequeño cuestionario sobre la guerra equestria-grifo —exclamó con malicia.

Desde que lo acusaron con la directora, ha sido una astilla en el trasero. Exámenes sorpresas, ejercicios con soluciones poco ortodoxas y enseñar mal las asignaturas eran algunas de las venganzas empleadas por el matemático.

—¿Pero eso no es materia del próximo semestre? —exclamó Sunny. Como siempre, su lengua actuó más rápido que su cerebro.

—Tienes razón y por eso se los dejaré como tarea, excepto a tí —dijo señalándole — .Tu mami vino a buscarte, así que puedes ir sin tener que hacer ningún trabajo.

La pelimorada se fue sin despedirse de sus amigas, mientras todo el curso la miraba con odio.

Durante el viaje, Sunny no dijo nada, ni siquiera escuchó el animado monólogo de su madre. Se quedó absorta en sus pensamientos mientras contemplaba los altos edificios de la urbe. No volvió a la realidad hasta que Sunbed se detuvo frente a la secundaria Canterlot. El establecimiento estaba abarrotado con estudiantes, entrando y saliendo del edificio. Algunos iban con las manos llenas de artilugios y otros con solo la mochila en la espalda.

Tras estacionar el auto, Sunbed entró casi corriendo a la feria de ciencias. Se sorprendió con la vasta cantidad de proyectos, que iban desde los más simples volcanes hasta los más excéntricos ensayos. Sin saber por cual decantarse, la madre de Sunny fue hacia la pequeña multitud alrededor un simpático dron parlante. El artefacto revoloteaba alrededor del grupo, adivinando sus pensamientos a través de las caras.

—Quieres comer manzanas —dijo el dron tras analizar el rostro de una joven con atuendo campirano.

—Quieres aplastar manzanas.

La granjera fulminó a su amiga deportista.

—No te gusta mi combinación de colores.

Una chica bastante a la moda dió una risa nerviosa.

—Sabes que vives en una historia de ficción, que tu realidad es efímera y que morirás cuando el lector cierre la página, acabando tu existencia en un vacío peor que la nada.

Hubo un silencio y todas miraron a la pelirosa.

—Sip, eso son mis pensamientos —dijo golpeando tiernamente su cabeza.

Pasados unos minutos, Sunbed e hija llegaron a la exposición de Micro. El joven explicaba su experimento a un par de ancianos que lograban comprender el funcionamiento de la máquina sin saber nada sobre computadoras. Chips estaba a punto de encender el robot, cuando vió de reojo a su familia.

—¡P-pero q-qué hacen aquí! —exclamó con un gallo.

—Venimos a verte, qué más —dijo Sunbed.

—¿Y Laurel?

—Hubo... un problema en la academia y no pudo venir.

Micro respondió con un apagado "ah". Se formó un silencio incómodo alrededor de la mesa, que Sunbed decidió romper proponiendo:

—Que tal si grabamos tu presentación y se la mostramos a tu padre.

La idea logró animarlo. Sin perder tiempo preparó todo lo necesario para dar la mejor presentación de su vida. Fue tanto su empeño, que contó con un considerable número de espectadores cuando encendió la máquina. Todos contemplaron maravillados cómo el artilugio lograba bailar con la habilidad de un maestro y una gracia casi divina.

Tras grabar un rato, Sunbed guardó su teléfono con una loca idea en la cabeza. Dejó la cartera a un lado y se puso a bailar junto a la máquina, demostrando que los años que llevaba encima eran solo una fecha. Rápidamente la presentación se transformó en una pequeña pista de baile, donde los estudiantes se sumaron a la improvisada fiesta.

Entre ellos, Pinkie Pie.

La reina de las fiesta bailaba junto a la madre de Sunny, cuando golpeó sin querer al distraído de Sandalwood. El choque no hubiera sido un problema, si no fuera porque el joven llevaba una soda. Pinkie saltó en un intento de agarrar el vaso en el aire, pero solo logró empeorar la situación. Cayó sobre la mesa, partiéndola en dos y aplastando al robot en el proceso. Adolorida, se puso de pie, solo para ver los restos del robot esparcidos en el piso y algunas piezas colgando de su camiseta.

—Ehhh… ups lo siento —dijo con un tierno golpe en la cabeza.

La mañana siguiente tampoco fue favorable para Micro. Su alarma no sonó, el tostador quemó su desayuno (cereal incluido) y perdió el autobús. Tras llegar tarde a la escuela, notó que sus amigos tampoco estaban de buenos ánimos. Aún estaban afligidos por perder la feria de ciencias gracias a una chica hiperactiva, la misma que apareció de la nada y con su irritante voz dijo:

—¡Hola chicos!

Rápidamente fue fulminada con los ojos.

—Qué quieres —dijo Velvet enojada —¿Arruinar nuestros casilleros como lo hiciste con el robot?

—¡Eso fue un accidente! —exclamó afligida.

—Oh, claro. Fue un accidente que saltaras en dirección de nuestra mesa y cayeras sobre nuestro robot.

Pinkie guardó silencio.

—y no me vengas con esa historia de "queria agarrar la bebida"— exclamó a centímetros de su cara. Si estuvieran solas, Velvet no dudaría en partirle la cara.

Con la mirada desviada y acariciando su brazo, Pinkie pronunció:

—En realidad... Vengo a compensaros.

Dicho esto entregó una serie de regalos. Velvet obtuvo una fabulosa chaqueta, Scribble adquirió un nuevo obturador para su cámara y Bright Idea un set de peluquero.

—Y nosotros qué —preguntó Wiz Kid al notar que él y Chips no recibieron nada.

—Pensaba regalarles un juego —de su melena sacó unas entradas —pero creo que estas son mejores.

Ambos chicos le brillaron los ojos.

—¿P-pero no estaban agotadas?

—Ser el alma de las fiestas tiene su beneficio —dijo con un guiño —Y que dicen ¿me perdonan?

Los 5 se miraron antes de asentir. Animada, Pinkie abrazó a Micro tan fuerte que un doloroso crujido retumbó en los corredores.

—Por cierto, la apuesta se celebrará en mi casa —dicho esto se retiró dando saltitos.

—¿Cuál apuesta? —preguntó Velvet.

—¡La de la fiesta! —se oyó a lo lejos.

Otra vez se miraron los rostros.

—Supongo… que ya tenemos planes para el fin de semana —Opinó Velvet a la par que se probaba la chaqueta.


Un agradecimiento a Un Simple Escritor por revisar el capítulo.