Bueno, no tenia planeado hacer esto, pero me salió, de lo más profundo de mi corazón.

Tampoco tenia planeado que sea tan largo, pero ya está.

Así que les dejo este One-Shot NaruHina (Naruto x Hinata) por el motivo del cumpleaños de Hinata (27/12/2021). Digamos que es mi primer OS que escribo. Así que, amantes del NH y del personaje de Hinata, espero que les guste.

Si se preguntan porque lo publiqué el día 28, pues es porque ya no avancé. Encerio.

Tenia que revisarlo para ver si estaba bien y no había inconsistencias. Y ya cuando terminé de revisarlo, ya eran el otro día.

Me siento un poco mal por eso. Aunque no se por que les cuento esto.

Advertencia: lemon fuerte al final (creo). Juzguen ustedes mismos. Ya saben los menores de 18 años, darse media vuelta si no están acostumbrados a estas historias.

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

¡Disfruten de la lectura!


El regalo perfecto para su esposa


Hinata Uzumaki, legitima heredera de nacimiento del clan Hyūga y actual esposa del séptimo Hokage, Naruto Uzumaki, cumplía años hoy. Un 27 de diciembre, dos días después de las festividades de navidad.

Era conocida por toda Konoha, incluso mucho antes de casarse con el héroe de la cuarta guerra ninja. Se podría decir que de forma general las cinco grandes naciones reconocían su nombre. Su matrimonio con el chico rubio hiperactivo cabeza hueva solo hizo realzar su posición, siendo mucho más conocida de cómo era antes. Y como no, si ahora prácticamente era la primera dama de la aldea oculta del País del Fuego.

Aunque ella no hacía alago de su posición ni mucho menos la ejercía. Le importaba más su familia y su bienestar. Así que se había dedicado a ser el pilar de la misma para que todos los miembros que la conformaban vivirán sus vidas felices, no les faltara nada tanto física y espiritualmente, y ayudarlos en lo que pueda. Se refería a su esposo e hijos.

Sobre sus hijos, ella se esforzaba para ser la mejor madre que un hijo pueda tener. No pasaban hambre, les daba lo que faltaba e impartía consejos si necesitaban. Los consolaba si lo requería y los apoyaba en sus sueños.

Claro que, muchas cosas de la vida se aprenden con la experiencia ya sea en misiones donde se triunfa o fracasa. Y por más que ella hable sobre cómo actuar en una misión, lo que tienen que llevar, lo que es ser un ninja, incluso si los entrena, no cubrirá ese aprendizaje que uno entiende solo cuando uno se golpea, se cae, y se levanta. Y esto no solo como ninjas, sino en cosas de la vida. Los golpes que te da la vida.

Aun así, ella se esforzaba, para que por lo menos su infancia sea feliz. Una que ella y su esposo no pudieron tener.

En cuanto a este último, era un apoyo emocional para el mismo. Entendía su puesto de Hokage así que no le reclamaba en ese aspecto, ni cuando no podía llegar a casa algunos días o no asistía a fechas especiales de sus hijos. Sabía que Naruto no lo hacía a propósito, sino que se tomaba enserio su posición, ya que este fue una meta que siempre persiguió desde que era un niño. Y, además, debía mantener la paz en Konoha y en el mundo entero, que tanto costo obtener.

Ella era testigo de que, si, trabaja arduamente. Que no le relegaba el trabajo a nadie ni muchos menos hacia las cosas de formas deshonestas, como otras personas lo hacían siendo líderes de incluso empresas. Había escuchado en las noticias que el gerente general de la empresa que abastecía suministros tecnológicos a gran parte de la ciudad, no desempeñaba su función tal y como era, dándole el trabajo a su asistente que no ganaba ni la mitad del sueldo que éste tenía. Explotación laboral en otras palabras. Además de que había hecho negocios chuecos con otras empresas, y que alteraba el presupuesto de la empresa, ocultando así lo que se estaba robando. Por suerte, alguien lo había denunciado y lo habían atrapado antes de que se escape.

Esas personas era las que detestaba, aunque tampoco no las juzgaba. Se alegraba que su esposo no sea así.

También recordaba, que cada vez que Naruto metía la pata en algo, se disculpaba primeramente con ella. Como si hubiera hecho algo malo y que tenía que pedir su perdón si o si para sentirse mejor. Ella jamás le reclamo, diciéndole que no hay nada que perdonar, y más lo aconsejaba y lo escuchaba cuando este se abría y le contaba sus problemas.

Claro que tampoco lo apañaba en todo. Si tenía que decirle que lo que hizo no estuvo bien, lo hacía. Con su personalidad amable, pero lo hacía. Había aprendido a ponerle un poco de autoridad a su voz, y los miembros de la familia la notaban cuando la usaba para ser escuchada. Así que pocas veces lo tenía que usar con Naruto. Solo pocas, porque tampoco era que discutían muy seguido.

Rara vez tenían discusiones, y cuando lo tenían, no podían durar mucho tiempo peleados, ya que luego se reconciliaban.

Por ejemplo, una discusión que tuvieron cuando no había asistido al cumpleaños de Himawari. El trataba de justificarse, pero a la final salió perdiendo y tuvo que disculparse nuevamente. Esa vez le dijo que a ella no tiene que pedirle perdón, sino a sus hijos y sobre todo a su hija.

Y lo hizo. Claro que de una forma especial.

Les había comprado un pastel para celebrar de nuevo el cumpleaños de sus hijos, esta vez sí, estando presente él, y luego de ello, había conversado con ellos hasta tarde y jugaron también. Y desde ese día, Naruto hacia todo lo posible para estar más presente en la casa, pese a los problemas que posteriormente ocurrieron.

Eso le hizo acordar de otra conversación que tuvieron cuando Naruto le dijo que iba a traer un inquilino a su casa. Éste le había consultado si ella aceptaba su propuesta, contándole porque razones tenía que tenerlo precisamente en su hogar, de caracter político para convencerla. También le conto sobre lo que sufrió este joven, y que a lo mejor ellos le podían dar un hogar, aunque sea temporal. Hasta le dijo que era la excusa perfecta para estar en casa, porque ya no encontraba motivos que decirle a su asistente para irse a su casa.

Ella con una sonrisa por lo último, había aceptado. Entendía las razones de su esposo, y, además, le gustaba que ayudara a personas, tal y como lo hizo con Kawaki.

Este último prácticamente paso a formar parte de su familia. Al principio arisco y grosero, y luego ya más educado y colaborador. Todavia era callado, y era más apegado a Naruto, pero se dijo que daría todo de si para ser una excelente madre para este joven que sufrió desde pequeño.

Y bueno ahora comía su comida con gusto, hacia los mandados que ella le encargaba y se llevaba bien con sus hijos. Con Boruto se entendían, aunque se ponían a pelear verbalmente a veces como un par de chiquillos; y con Hima, parecía un hermano mayor detrás de ella.

Así que ahora, esta era su familia actualmente, la cual le había dedicado todo el amor del mundo en cuidarlos. Ponía todo su empeño para que su familia este completa en muchas festividades del año que se celebran precisamente en familia. Como por ejemplo la recién pasada navidad, donde todos estuvieron felices como perdices, comiendo su rica comida, abriendo regalos y cantando canciones de navidad hasta que sea la noche buena.

Eso fue hace más de un día.

Ahora ella estaba acostada acurrada al lado de su esposo, el cual la abrazaba delicadamente como si fuera lo más preciado del mundo. Se alegraba de que le hayan dado vacaciones por lo menos esos días, ya que mañana tenía que volver al trabajar. A continuar con sus labores.

Kawaki ya no era considerado amenaza, así que no había excusa para que el estuviera en casa. Le había dicho Naruto que Shikamaru había sido estricto con él, y que, si o si, tenía que asistir mañana, ya que había un montón de papeleo que tenía que atender urgentemente, y que se acumulaban más por motivo de estas fechas festivas. Ella entendía eso así que le dijo que no había problema.

Mañana era su cumpleaños y probablemente su esposo no esté. Pero no se amargaba por eso, ya que eran motivos de fuerza mayor que Naruto no podía hacer nada. Se contentaba que le dé un abrazo y un feliz cumpleaños salido de parte de él.

Tampoco podía ser egoísta. El pueblo lo necesitaba. Y, además, había tenido mucho cariño de su esposo estos últimos meses que se quedó mayormente en casa. Así que estaba bien.

Lo iba a disfrutar con sus hijos y el resto de su familia.

Amaba, ama y amará la vida que tiene, y no cambiaría nada en absoluto, ni el último detalle del mismo.

No se arrepentía de casarse con el amor de su vida.


Hinata se levantó temprano, con mucha energía, ya que sabía que día era hoy. Tenía que hacer las cosas más rápido de lo normal para salir de su casa con sus hijos al complejo Hyūga, ya que habían acordado celebrar su cumpleaños aquí.

Vio que su esposo no estaba en la cama, cosa que no le sorprendió porque sabía que tenía que ir más temprano al trabajo. Aunque esperaba algún tipo de carta o detalle que él le sabia dejar en la cama cuando tenía que irse y no podía estar con ella. Era una costumbre que arrastraba desde joven y que lo hacía incluso luego de casados, cuando él tenía que irse a una misión.

Así que eso si le extrañó, pero se dijo que a lo mejor lo olvidó. Naruto era un poco olvidadizo, a fin de cuentas. De seguro tenía muchas cosas en la cabeza que hacer, así que lo entendía. No se molestaría por eso. Además, no era como que ella esperaba esos detalles, pero la tenía acostumbrada a recibir los mismos por decirlo así.

Tampoco era la primera vez que pasaba eso. Eran raras las veces que él no tenía ese detalle, pero en esas ocasiones era porque había tenido una misión el día anterior, que duraba más de un día, o se había presentado un problema que requería la presencia de Naruto de forma urgente, o porque le quería dar una sorpresa.

La primera opción no era posible, obviamente. La segunda no, porque Naruto ya le habría dicho algo al respecto, y solo le comentó que tenía que volver a la Torre Hokage por insistencia de su asistente. Así que, ¿A lo mejor le quería dar una sorpresa? No creía posible eso, porque su esposo le dijo que iba a estar muy ocupado. Y con todo lo que había pasado en la aldea, pues si lo creía.

Aunque tuvo una punzada en su corazón que a lo mejor si le tenía una sorpresa, pero luego abandono esos pensamientos. Solo se lastimaría ella si no resultara así.

Con eso en mente se cambió de ropa y bajo a la cocina a prepararles el desayuno a sus hijos. Eran las 6:00 am así que todavia estaban durmiendo. Abrió la puerta lentamente y se puso el delantal colgado a un lado de la pared donde estaba la refrigeradora, y se arremangó las mangas, lista para cocinar.

Al darse la vuelta, vio a Naruto de espaldas teniendo el teléfono en su oreja, cosa que hizo que soltara un chillido de sorpresa, porque ciertamente no lo esperaba ahí. Pensaba que ya se había ido. El grito fue bastante audible para el hombre rubio, ya que se giró y vio a su esposa sorprendida y con un leve sonrojo en sus mejillas. Eso le hizo soltar el teléfono inconscientemente.

―Naruto-kun. ―Lo dijo feliz, no pudo evitarlo

―Hinata. ―Escuchó que en el teléfono hablaba alguien, y la peliazul le dio curiosidad eso. Naruto vio que su mirada se fijó en el teléfono, y eso le hizo darse cuenta que había soltado el mismo, así que inmediatamente lo recogió y le dio la espalda a su esposa.

―Si, sí, pero ahora no puedo hablar. Luego te llamo. Adiós. ― Y colgó el teléfono inmediatamente, encarando a su esposa con nervios. Ojalá no haya escuchado lo que estaban hablando. Ojalá que no.

Hinata le extraño el comportamiento de su esposo.

―Ah, ¿Con que hablabas, cariño? ―Naruto se puso nervioso con la pregunta. No sabía si le preguntaba porque no sabía o porque ya había escuchado y se hacia la desentendida, para que el mismo suelte la sopa. Con la mirada inocente que le dio, parecía que era la primera opción.

―A-Ah, pues con Shikamaru. E-es que quería que le diga que cosas tenía que hacer mientras yo, y-yo llegaba, si eso. ―Hinata le extraño su forma de hablar. El no tartamudeaba. A menos de que este pasando por situaciones bien problemáticas que lo tenía de pies a cabeza, y eso era muy raro, dada su forma de ser. Tenía que ser algo bien, bien problemático o bien malo.

Además, ¿no tenía que haberse ido al trabajo ya?

―Naruto-kun. ―Suspiró y tomo una bocanada de aire, para luego acercarse a él lentamente, y poner la mano en su pecho. ― ¿Pasa algo? ―El aludido había negado con la cabeza. ― ¿Seguro? ―Con un suspiro, el rubio había asentido.

Se había quedado mirándolo, para ver si podía leer sus pensamientos a través de sus ojos. Para ver si le estaba diciendo la verdad, o es que no la quería preocupar. El rubio rápidamente se apresuró a contestar.

―Hinata…―hizo una pausa―, no pasa nada, no te preocupes. ―Le dijo agarrando la mano en su pecho, entrelazándola con la suya. ―Solo son problemas de trabajo, nada más. Nada con lo que no pueda lidiar. Además, si te preguntas porque no he ido al trabajo es porque uhmm… ―Se quedo pensativo por un momento, para luego proseguir―No encontraba la capa del Hokage, y quería comer algo antes de irme. Si, eso. ―Parecía que Hinata si le creyó, porque vio que se relajó, y le dio una sonrisa.

Hinata conocía bien a su esposo para saber que algo le preocupaba o le ocultaba. Pero no iba a seguir preguntándole. No quería que Naruto estuviera tenso, y, además, el mismo a fin de cuentas le contaba lo que pasaba. Así que solo esperaría.

―Está bien ―Le regaló una sonrisa―, pero tú ya sabes en qué lugar esta tu capa. ―le había dicho alzando una ceja.

―Jaja si ―se rascó una mejilla―pero me gusta que tú me la pongas. ―Hinata soltó una risita, con su típica pose de ponerse la mano en la boca en forma de puño. Esas expresiones le encantaban a Naruto, porque ahora mismo estaba como bobo viéndola.

―Entonces espérame. Ya regreso. ―Hinata salió de la cocina negando con la cabeza. A su esposo le gustaba que ella siempre haga eso. Y al principio Naruto se hacia el olvidadizo de no saber dónde estaba su capa. Ella se había dado cuenta que fingía, pero ciertamente le seguía el juego.

Regreso donde Naruto con la capa, y delicadamente se la puso. Naruto vio las acciones de su esposa, que lo hacía con amor. Por esa razón le gustaba que ella hiciera eso.

Ya habiendo terminado, le agradeció con una sonrisa.

Luego de eso se despidieron, deseándole buena suerte en el trabajo. Se dieron un pequeño beso en la puerta de entrada, para que luego Naruto saliera de su casa, y ella lo viera perderse en el camino, corriendo rápidamente por la calle.

Ese era su esposo, y lo admiraba.

Cerró la puerta y regreso a la cocina, para que luego un pensamiento asaltara su mente.

Naruto no le había dicho feliz cumpleaños o algo por estilo. Solo se había despedido cariñosamente como siempre lo hacía y ya. A lo mejor se le olvidó, de nuevo.

Dejo a un lado esos pensamientos, para poner sus cinco sentidos para cocinar. Extrañamente vio que la cocina no había sido ocupada, ni había platos en el fregadero producto de haber hecho un desayuno. Se dijo que a lo mejor comió un ramen instantáneo, pero tampoco vio la tetera ocupada con agua que sabía usar. Que extraño. A lo mejor comió y lavó todo lo que ensució, dejando la cocina limpia.

Bueno, no iba a pensar en eso hoy, porque tenía muchas cosas que hacer. Sus hijos ya pronto despertarían.

Nuevamente se metía en su papel de madre para realizar dichas acciones, para que su familia esté augusta y feliz.

Ya luego tendría tiempo para pensar en otras cosas.


Hinata había llegado con sus hijos a la casa de los Hyūga, donde fueron recibidos a gusto por los miembros del clan que se encontraban ahí. Se dirigieron a la sala central de la casa, y vieron como Hanabi estaba colgando globos y pancartas en el lugar, para luego ir a donde ellos y recibir a su hermana con un cálido abrazo.

―¡Feliz cumpleaños Hermana! ―La aludida correspondió el abrazo.

―Gracias. ―Hanabi luego se soltó de ella, para saludar a sus sobrinos, dándoles mimos en el proceso. Himawari recibía a gusto los cariños de su tía, mientras Boruto hacia un dejo de alejarla, pero no se movía de su lugar, diciendo que ya estaba demasiado grande para esas cosas. Kawaki tampoco se movió del lugar, pero desvió la vista, algo sonrojado, porque la mujer mayor le haya alborotado el pelo.

Luego Hanabi les dijo que pasaran, que ya estaba terminando los últimos preparativos para su cumpleaños. Les pidió ayuda a sus sobrinos que le ayudaran terminar lo que faltaba en la sala, mientras ella iba a la cocina a ver como estaba la cena, los cuales aceptaron. Hinata también quiso ayudar y siguió a su hermana, pero Hanabi había negado diciéndole que ya estaba casi todo listo, y que se relaje esperando. Era su cumpleaños así que no podía permitir que ella ayudara en los quehaceres como siempre lo hacía.

Hinata acepto a regañadientes, y regresó a la sala para ver si podía ayudar a sus hijos en algo, pero estos tampoco se lo permitieron. Así que no le toco de otra que esperar, sentada en uno de los almohadones que había en el lugar.

No espero mucho, ya que su hermana menor regresó con una bandeja grande de comida que puso en el centro de la mesa, y luego con platos para servir la comida. También trajo un pequeño pastel, donde estaba inscrito su nombre y un "Feliz Cumpleaños", y había una vela en el centro.

Hanabi llamó a todos los miembros de la familia, para que se sienten en sus respectivos puestos. Su padre también había llegado a la mesa para celebrar, así como otros miembros del clan más apegados a la rama principal.

Le cantaron un feliz cumpleaños, y le hicieron soplar la vela, para luego tomarle fotos con el pastel. Todos se acercaban a ella a darle un abrazo de felicitaciones, y algunos le daban regalos incluso.

Sus hijos le habían dado pequeños obsequios, cosa que le sorprendió, porque no había visto que llevaran algo con ellos para cuando se estaban yendo al complejo Hyūga. ¿Tenían los regalos ya comprados y no se dio cuenta? Bueno no importaba, porque los recibió con gusto por ese gesto que tuvieron con ella.

Hasta su padre le había dado un regalo y un cálido abrazo de Feliz Cumpleaños.

Todo era perfecto. Era uno de esos cumpleaños que ella quería tener de pequeña. Y ahora, ya estando grande y con hijos, lo tenía.

Hubiera sido más perfecto si su esposo estuviera ahí. Ese pensamiento la hizo bajar su alegría, al menos tres rayas.

Hanabi se dio cuenta del cambio de ánimo de su hermana, y le pasó el brazo por los hombros para consolarla.

―Hermana, sé que mi cuñado hubiera querido estar aquí, pero por motivos de fuerza mayor no pudo. Así que no sientas mal ¿sí? De seguro que Naruto está sintiéndose peor ahora por no poder estar contigo. ―Hinata giro su vista hacia ella, y le sonrió en forma de agradecimiento.

―Gracias Hanabi…, pero lo sé muy bien. Solo que no pude evitar pensarlo, nada más. Estoy bien. ―Su hermana menor solo le había acariciado la cabeza.

―Claro, pero de todas formas no pienses en eso. Solo disfruta de tu día ¿sí? ―Hinata había asentido

Se había vuelto a sentarse, para olvidar esos pensamientos. Ya aclarada su mente, cayó en cuenta de algo poco inusual que pasó: ¿Desde cuándo su hermana apoyaba a su marido?

Regresó a mirar a Hanabi de forma extraña. La aludida se sorprendió de su mirada, para luego ponerse un poco nerviosa.

―Hanabi.

―N-no es lo que piensas. No estoy de acuerdo en lo que tu esposo hace. Él debería estar aquí ahora mismo, claro está, pero pues…, hay que entenderlo ¿cierto? Así como tú lo haces. ―Pedía en su mente que ojalá no se diera cuenta.

Hinata se le hizo extraño la forma de comportarse de su hermana, pero lo dejo pasar. Tiene razón de todos modos. Hay que entender a Naruto. Tienen que entenderlo. Se alegró por eso.

―Si, es verdad. Gracias por entenderlo. ―Hanabi solo asintió, y soltó un pequeño suspiro de alivio, que esta vez no fue notado por su hermana. Inmediatamente se levantó y comenzó a servir a todos la comida, así como cortar el pastel en partes iguales para que todos ahí tuvieran una parte del mismo.

Habían continuado la cena en completo silencio, para luego comenzar una charla amena ahí, sobre temas sin relevancia. Hinata conversaba con su padre y su hermana a gusto, sin darse cuenta que esta última se había levantado.

Luego se dio cuenta, cuando había dejado de conversar con su padre, que Hanabi no estaba ahí. Por el momento lo ignoró, diciendose que a lo mejor tenia algo que ver en su cuarto, o en la cocina, pero regresaría.

La cena estaba deliciosa y el pastel también. Agradecía a su hermana, padre y demás miembros del clan por haber tenido ese detalle con ella. Le habían avisado con anterioridad que iba a hacer una cena por su cumpleaños, pero eso no habían reducido la sorpresa y felicidad que ella sentía en estos momentos.

Lo que si notó, era que le habían puesto solo un poco de comida y un poco de pastel en su plato. Se le hizo extraño, pero no dijo nada. A lo mejor le sirvieron poco, porque hace dos días habían comido bastante por navidad. Así que no estaba bien comer demás.

Si, eso debía ser. Aunque ella era de buen comer, generalmente.

Pero hoy había comido solo la cena y había dejado el pastel. No tenía apetito por alguna extraña razón.

Notó que Hanabi la había llamado con un gesto de mano, así que se levantó y se dirigió dónde estaba ella.

―¿Qué pasó?. ―Había visto que su hermana tenía el teléfono de la casa en la mano.

―Es Naruto, dice que te necesita urgentemente. Que le hagas un favor. ―le dijo Hanabi, para luego entregarle el teléfono a su hermana mayor. Hinata solo suspiró ¿Ahora que se le olvidó? Se puso el teléfono en su oreja

―Diga.

―¡Hinata! ―Escuchó el tono de exclamación de su esposo. ―Perdón por llamar a esas horas, pero necesito algo importante que se quedó en el escritorio del estudio de nuestra de casa. ¿Podrías ir por él? Por favor. Yo no me puedo moverme de aquí por más que quisiera. Es algo importante. ―Hinata volvió a suspirar. Ay, su esposo, tan distraído.

No le molestaba eso, pero ciertamente ahora no le cayó bien esa actitud suya.

―Está bien. ―Contestó con su voz amable, pero un poco tajante. ―Entonces iré a nuestra casa y te lo llevaré. Solo dime ―soltó un suspiro―, que te olvidaste esta vez.

―Gracias Hinata. Verás es un sobre amarillo que está en la mesa del estudio, nada más. ―La peliazul asintió en respuesta.

―Está bien. Entonces enseguida te lo llevaré. ¿Por cierto ya comiste? ―debía saber si había comido, sino para llevarle algo de la cena de aquí. Su esposo no se cuidaba en las comidas cuando no salía de la Torre Hokage.

―Si, cariño. Ya comí, no te preocupes. Solo necesito el sobre nomás.

―Entonces bien, ahí nos vemos. ―Había colgado el teléfono.

Luego Hinata se dirigió a Hanabi, diciéndole que le disculpe porque se tenía que ir a su casa a hacer un mandado. Hanabi solo asintió en respuesta, y le había dicho que no se preocupe, que vaya nomás con tranquilidad.

Iba a despedirse de sus hijos, pero la chica de pelo castaño se lo impidió, diciéndole que no había necesidad porque de todos modos iba a regresar. Además, si Naruto le había pedido de urgencia, es porque si era urgente.

Entonces Hinata salió sin más, directo a su casa, caminando rápido.

Hanabi vio con una sonrisa a su hermana perderse en el camino, y se dio la vuelta, cerrando la puerta.

Esperaba que su cuñado le cambie el ánimo a su hermana, porque había notado que ya no estaba de tan buen humor como antes.

Y esperaba que la hiciera feliz con la sorpresa que le iba a dar. Si no, no lo iba a perdonar ya que tuvo que ser su cómplice esta vez.

Se dirigió a la mesa, para sentarse nuevamente en su respectivo puesto.

―¿Y mamá? ―preguntó Boruto, luego de tomar un vaso de gaseosa que le habían servido.

―Se tuvo que ir de urgencia, así que no la esperen esta noche. ―lo dijo con una sonrisa.

―¿Eh? ―soltaron esa exclamación Boruto y Himawari. Kawaki seguía comiendo como si nada.

―Si, como escucharon. Además se van a quedar aquí en el complejo, hasta mañana medio día ¿Entendido?. ―Los tres esta vez se había sorprendido.

―Pero ¿Por qué? Ya estuvimos aquí hace algunos días. ―le dijo Boruto, protestando, no gustoso con la idea. Su tía y padre no lo iban a dejar en paz si estaba aquí.

―¿Al séptimo le paso algo?. ―había dicho Kawaki, dejando de prestarle atención a su comida.

―Yupi. Por mí no hay problema―había alzando los brazos la pequeña niña peliazul con marcas en sus mejillas.

―Esa es mi sobrina. Y no le paso nada a Naruto ni algo por el estilo. Su madre estuvo de acuerdo en que se queden aquí, así que respeten su decisión. Además, será divertido, porque voy a estar con mis lindos sobrinos. ―Se había levantado para ir abrazarlos los cuales se dejaron hacer.

Boruto no le creía a su tía, y pensaba que su padre tenía algo que ver con esto. Si se lo imaginaba, ya sabía cuál era la razón.

Tonto padre. Ojalá haga feliz a su madre, sea cual sea la sorpresa o cosa que le haya hecho.

Y si su madre era feliz con las actitudes de su padre, entonces estaba feliz. Se merecía felicidad en su día.

Así que a regañadientes aceptó quedarse ahí. Unas horas más en la casa Hyūga no le iba a ser daño.

―Oye Boruto, ¿qué crees que haya pasado? ―el aludido solo sonrió y se dirigió a su hermano adoptivo. Claro, él no sabía cómo eran el comportamiento de sus padres en otros aspectos.

―Nada. ―se encogió de hombros. ―Solo quedemos aquí un día más y hagamos caso a mamá. ―Kawaki no parecía convencido así que prosiguió. ―Aquí hay más comida que de costumbre, así que aprovecha que mamá no está. ―le dijo bajando un poco la voz. El chico de más altura solo se encogió de hombros, aceptando de todas formas.

Boruto solo sonrió por su forma de responderle afirmativamente.

Si, se quedarían ahí por una buena causa. Y esa era que su madre sea feliz con su padre.

Un sacrificio que está dispuesto a aceptarlo.


Hinata caminó rápido por las calles, un poco molesta por lo que había sucedido. No le pareció indelicado que Naruto le haya pedido ese favor. No era la primera vez que se olvidaba algo, y ella lo auxiliaba de buena manera.

No estaba molesta por eso.

Pero lo que si estaba molesta era que no le dijera ni un mísero feliz cumpleaños, aunque sea por teléfono. Todo el día estaba esperando algo de parte de él, ya sea un regalo, una carta o una llamada.

Pero no había llegado nada. Nada de nada.

Y todavia le pedía un favor precisamente este día.

No se dio cuenta que estaba pisando más fuerte de lo normal mientras caminaba, y su paso era más mucho más rápido que antes.

Llego un poco agitada a su casa, y se tomó unos minutos para respirar. Olvido esos malos pensamientos y pensó con cabeza fría porque su esposo ni siquiera se había pronunciado este día.

Cayó en cuenta que estaba tan acostumbrada a los cariños de su esposo, que inconscientemente esperaba algo de parte de él. Se sintió mal por eso, porque estaba siendo egoísta.

No debía pensar mal de Naruto. Tenía que entenderlo. A lo mejor el mismo le iba a explicar que había pasado cuando llegue a la torre Hokage. A lo mejor estaba con demasiado trabajo, más de lo que pensó que hubiera tenido.

O a lo mejor le iba a dar una sorpresa cuando este allá.

Alejo esos pensamientos. Quería albergar una esperanza, pero sabía que estaba mal hacerlo, porque a lo mejor termine decepcionada si no era lo que esperaba.

Con eso en mente, abrió la puerta de su casa, prendiendo la luz del pasillo. Se descalzó y estaba a punto de dirigirse hacia las escaleras, pero noto apenas algunas huellas de unas pisadas en la delicada madera que tenia de piso en el lugar. No eran huellas de zapato, pero si eran huellas de un pie cubierto de medias.

Con cautela siguió las huellas hacia la cocina, y cuando estaba a punto de abrir la puerta, se puso en pose de combate. A lo mejor era un ladrón, ya que últimamente estaban rodando el lugar por estas fechas, ya que muchas familias se iban a otras casas a celebrar, dejando las suyas solas.

Abrió lentamente la puerta, preparándose para cualquier cosa. No necesitaba el byakugan de todas formas. Con su puño suave era capaz de acabar con cualquiera.

Vio una sombra acercarse rápidamente a ella. Así que actuó rápido y concentro su chakra en un solo dedo para darle en el tenketsu principal a la persona a quien ha osado entrar en su casa.

Estaba a solo milímetros de su cuerpo, listo para cerrar su punto de chakra, cuando vio que se prendió la luz y observó que al frente de ella había un perfecto cuerpo masculino, que la hizo detenerse de golpe. La chaqueta naranja que vestía el sujeto era reconocible por ella a kilómetros de distancia.

Con el corazón latiéndole a mil por hora, levantó el rostro para ver perfectamente de quien se trataba.

―¡Na-Naruto-kun!

―Hinata. ―se quedó tieso, porque su esposa casi estaba a punto de dejarlo inconsciente. Levantó las manos y se alejó lentamente de ella. ―Tranquila, soy yo. ―ella se relajó y bajo la mano. Dejo su pose de combate para pararse recta.

―L-lo siento, pensé que eras un ladrón. ―Hinata bajo la cabeza, a modo de disculpa.

―No tienes que disculparte. Tu actuar no estuvo fuera de lugar. Además, yo tenía que haberte dicho que estaba aquí. Perdóname a mí. ―Hinata cayó en cuenta, que efectivamente él estaba aquí, en su casa. ¿No tenía trabajo que hacer?

―Naruto-kun, ¿Por qué estás aquí? ¿Y tu trabajo? ―El aludido le alzo una mano, para que se detenga. Se acerco a ella y puso las manos sobre sus hombros.

―Primero, espérame un ratito. Ya vengo. ―lo había visto dirigirse a las escaleras del pasillo, subiendo rápidamente las mismas. Enseguida volvió a la cocina, con un sobre amarillo en sus manos. Acaso ¿no era el sobre que tenía que llevarle?

Entregó el sobre a la mujer de ojos perlas, y ella con recelo lo recibió.

―Naruto-kun, este ¿no es el sobre que necesitabas? ―el rubio asintió en respuesta. ―Entonces, ¿por qué me lo das?

―Solo ábrelo. ―le dijo con una sonrisa. Hinata no entendía nada, así que solo le hizo caso.

Vio que en el sobre decía "Ábrelo". Como si mismo tuviera que abrirlo ella.

Con un poco de curiosidad, levantó la solapa del sobre y saco las hojas que estaban dentro del mismo. Observó, asombrada, que había un hermoso lirio blanco prensada en una hoja, mientras que en las demás había algo escrito.

Con los ojos brilloso, vio la hermosa flor prensada que estaba en sus manos. Paso una mano delicadamente por la misma, para luego mirar a Naruto, el cual le sonreía alegremente. El con un asentamiento de su cabeza había dicho que prosiga con las demás hojas.

Ella siguió con la segunda hoja, la cual tenía un gran "Feliz Cumpleaños" en mayúsculas, hecho con letras de foami brillante. También había dibujos de globos y serpentinas alrededor pegados en la hoja.

Ella en estos momentos ya estaba con los ojos acuosos.

Siguió con la tercera hoja, la cual tenía escrito lo siguiente:

Si tu estas leyendo esto, déjame decirte que eres la persona más especial de mi vida.

Mi tierna, amorosa, sexy y perfecta esposa.

Te mereces lo mejor de este mundo, y del otro también.

Este día, 27 de diciembre, no nace cualquiera. No nace una kunoichi más de Konoha.

Sino alguien apreciada por muchos. Considerada una excelente amiga y compañera. Y para mí, mi verdadero amor.

La que me ha salvado en muchas ocasiones y ha salvado la tierra conmigo. La que comparte mi camino ninja.

Si, tú.

Hinata Hyūga, actualmente Uzumaki.

Te deseo Feliz Cumpleaños en este día tan especial.

Porque no solo la heredera del clan Hyūga había nacido, sino el único amor que podría tener en esta vida y en muchas otras, irremplazable e irrompible.

Así que recuérdalo, eres tan especial y única como ninguna otra.

De nuevo, Feliz Cumpleaños.

Atentamente.

Tu esposo, Naruto Uzumaki.

Posdata 1: Si estás enojada, perdóname sí. Te explicare las razones cuando me veas.

Posdata 2: Baja a la cocina. Te espera una sorpresa.

Hinata ya estaba brotando lágrimas de su rostro, y lo regresó a mirar, sonrojada. No podía evitarlo que las lagrimas cayeran, ya no.

―Naruto-kun

―Verás. ―se rascó la nuca. ―mi plan era que lo leas en el estudio y bajes aquí para recibirte con una cena que prepare. ―Hinata miró la mesa que estaba arreglada con una vela en el centro y unos platillos ya preparados. Era verdad. ―Pero pues no salió como quería, y casi me dejas inconsciente, así que perdóname. No pude preparar algo mejor porque no encontraba restaurantes disponibles. A-aunque podía hacer alago de mi posición como Hokage. Pero Hanabi me dijo que estaba mal y que hiciera todo con mis propias manos, y pues, esto es lo que pude―No había terminado de hablar porque Hinata se lanzó contra él, abrasándolo fuertemente.

Se escondió en su pecho llorando a lagrima viva, mientras Naruto correspondía su abrazo y le acariciaba la espalda con delicadeza y armonía.

No se había olvidado. Su esposo no lo había olvidado. Había tenido un detallazo con ella.

Lo amaba tanto. Corrección, lo sigue y lo seguirá amando.

Levantó su cabeza, y buscó la boca masculina, presionando los labios con los suyos. Él correspondió de buena gana y la apretó más con él.

Estuvieron un buen rato besándose, hasta que tuvieron que separarse para buscar aire. Naruto se alejó de ella, ya que había despertado su libido con solo tenerla en sus brazos. Y no quería que pase eso. Todavia no.

Hinata se limpió las lágrimas de su rostro con su manga.

―Naruto-kun. ―Se acercó a él, poniendo sus manos en su pecho. ―Gracias. ―Vio el rostro sonrojada de su esposa y eso le gustó. Ella solo se sonrojaba cuando algo la avergonzaba o cuando algo le gustaba. Es decir, si le gustó la sorpresa que tuvo para ella.

Aunque también podía ser que fuera por el reciente beso que se dieron.

―Para mi esposa, lo que sea. ―Le había acariciado la mejilla, y ella solo cerró los ojos, poniendo el peso de su cara en la mano que tanto le gustaba. ―Vamos a comer, antes de que la cena se enfrié ¿sí? ―La mujer había asentido.

Se dirigieron a la mesa, sentándose en sus respectivos puestos. Vio la cena que había preparado, la cual consistía en un ramen que olía delicioso, un pequeño plato con carne y ensalada, unos rollos de canela y una copa de vino.

A Hinata le había entrado el apetito así que con gusto agradeció la cena y prosiguió a comer. Su esposo no era de los que eran expertos en la cocina, pero para que haya hecho eso, quiere decir, que si se esforzó. Eso le calentaba el corazón.

Naruto también comió a gusto, viendo que su esposa hacia lo mismo. Se alegró de que le gustará la comida que había preparado. Claro que había pedido un poco de ayuda, pero solo en las indicaciones y en la preparación. El mismo hizo todos los platillos (excepto los rollos de canela porque eso si los compró). No sabía cómo los que preparaba su mujer, pero eran comestibles por lo menos.

El arroz estaba soco y se le paso un poco la sal en el ramen y en el pollo, pero parecía que su esposa no se dio cuenta, o no le importaba eso.

Hinata agradecido su comida, diciéndole que estaba deliciosa, lo cual hizo que Naruto se sintiera el hombre más fuerte del mundo solo con dichas palabras.

Hinata degustó con glotonería los rollos de canela, pasando su lengua por sus delicados labios. No se dio cuenta que eso provocó una reacción en su esposo, precisamente en sus pantalones. Naruto dejo de verla, y pensó en otra cosa para bajar su erección. Tomaron la copa de vino, cada uno, después de esto.

Hinata se levantó de la mesa, para recoger los platos, pero fue detenida por Naruto, diciéndole que se siente de nuevo, y que había otra sorpresa más. Ella con gusto se sentó. Ya le había dado muchas sorpresas, así que una más no estaría mal. Se sentó esperando como niña buena, mientras su esposo se fue a la cocina.

El hombre rubio regresó con un pequeño pastel en sus manos, y una vela encendida en el mismo. Le puso al frente de ella en la mesa y regresó a la cocina con un ramo de rosas rojas. También le puso en su cabeza un gorrito de fiesta en forma de cono.

Y para rematar, le había entregado una pequeña caja, que contenía unos preciosos aretes en forma del símbolo uzumaki, que hacían juego con su collar que le había dado hace un tiempo.

Hinata estaba cautivada con tantos detalles.

―Feliz cumpleaños, Hinata. ―La aludida volvió a soltar lágrimas de sus ojos, que las disipó con sus pestañas. Le agradecido con una sonrisa y apago la vela de cumpleaños. Recibió las rosas embelesada, y se lo agradecido con un beso en los labios.

Puso las flores en un florero lleno de agua, con delicadeza. Atesoraría éste y todos los regalos que le dio, por siempre.

Luego Naruto se había sentado en uno de los sofás de la cama, llamándole para que se siente sobre él. Ella riendo con su melodiosa voz, aceptó sin protesta. Le acarició el cuello, despeinando unos mechones rubios en el proceso, mientras el la sujetaba de la cintura con su brazo.

―¿Te gustó? ―le había preguntado el rubio. Hinata asintió en respuesta, poniendo su cabeza en su hombro, dejándose caer sobre él.

―Me encantó. Estuvo maravilloso. Eres maravilloso. ―soltó cerrando sus ojos. Naruto le acarició los cortos mechones de pelo azulado. Extrañaba su pelo largo, pero su pelo corto también le gustaba. Le hacía ver más sexy y madura de lo que ya es.

―Entonces déjame explicarte lo que pasó. ―No esperó una respuesta, porque sabía que Hinata lo estaba escuchando.

Le explicó que en realidad no le había mentido con que tenía que ir a la Torre Hokage para tratar asuntos urgentes. Solo que no eran tan urgentes como lo parecía y además eran pocos. Había acordado con Shikamaru con anterioridad de que ese día no le cargue de trabajo, porque era un día especial para él y su familia.

Se había levantado temprano para planificar lo que iba a hacer este día. Y tenía que ser una sorpresa. Le había pedido ayuda a Hanabi y le dijo, que no le diga nada a Hinata, que lo mantenga en secreto.

Claro que Hinata los había pillado. Así que en la Torre le volvió a llamar para acordar lo que iban a hacer. Le dijo que no le sirviera mucho de comida a su esposa, para que ésta avance a comer lo que le iba a preparar.

Tampoco comió esa mañana como le había dicho. Luego de irse de casa se fue a Ichiraku a comer un ramen de forma rápida. Así que le pidió perdón por haberle mentido.

Hinata le dijo que no había problema, que estaba bien, pero que no le vuelva a mentir de nuevo. Ella se preocupaba demasiado por él, y éste lo sabía.

Por eso mismo estaba retractándose de darle una sorpresa a Hinata, sabedor que a lo mejor en la mente de su bella esposa podría pasar muchos pensamientos malos que podría hacer que se ponga mal. Y eso era lo último que no quería que pasara.

Hinata entonces había entendido el extraño comportamiento de su esposo, así como de su hermana mayor. Se castigó mentalmente por pensar mal de ellos.

Así que solo se acurrucó en el cuerpo de su esposo, y pidió perdón, por haber pensado mal de él y haberlo juzgado un poquito. Naruto le dijo que no tenía nada que perdonar, que en realidad el perdón debería ser para él.

Entonces se habían sonreído y se habían besado, por la ironía de no saber a quién mismo tenían que pedirle perdón y perdonar. Llegaron a la conclusión que los dos no actuaron tan correctamente, así que se perdonaron mutuamente.

Hinata se levantó de las piernas de Naruto, para recorrer los platos y posteriormente lavarlos. Naruto le ganó en esa tarea, adelantándose antes de que ella lo hiciera, diciéndole que como era su día, no tenía que hacer eso. Que le deje hacer todo a él, por lo menos este día.

Hinata había asentido con una sonrisa. Aun así, ayudó a secar los platos con una toalla, cosa que Naruto no pudo negarse porque sabía cómo era de terca su esposa.

Luego de terminar, ella recogió el mantel de la mesa, y la vela ocupada, y los puso en su lugar. Esperó a que su esposo terminará de barrer el piso (porque ya se había adelantado a agarrar la escoba) para luego ir a dormir. Ya eran las 9:00 pm, así que no había caso regresar a la mansión Hyūga, e interrumpir el sueño de los que dormían ahí.

Eso pensaba Hinata que iban a hacer, mientras salía de la cocina, hasta que se vio atrapada por el cuerpo de su esposo en una de las paredes del pasillo. Alzó la mirada para preguntarle el porqué de su comportamiento, pero no pudo responder ya que la calló con su boca sobre la suya.

Naruto la besaba con delicadeza, con amor, y también con pasión. Hinata le correspondía de buena gana.

Las piernas comenzaron a temblarle a la peliazul y se pegó más a su hombre para no caerse al suelo. El rubio había gruñido y la abrazo con más fuerza, inclinando la cabeza de su mujer hacia atrás para besarla como él quería.

Ella le paso las manos por el cuello, y le acarició los cortos cabellos rubios, cosa que hizo que Naruto la apretara más contra él, si es que se pudieran más.

Se habían separado, por falta de aire. Un hilito de saliva conectaba las bocas de los dos amantes.

―Na-Naruto-kun…―tartamudeó la mujer de ojos perlas, por las sensaciones que solo su esposo le hacía sentir. Soltó un gemido cuando este regresó a su boca, y se dirigió a su cuello, mordiéndole en ese lugar que le provocaba placer.

―Sabes, falta una sorpresa más que darte. ―le había dicho, acariciándole la cintura, y luego metió las manos por debajo de sus ropas, subiendo el tono de sus caricias.

―C-Cúal, e-es. ―no había sonado como una pregunta, pero es que ya no había podido formularla en el tono correcto que era. La estaban asaltando muchas sensaciones.

―Pues. ―La volvió a besar― ¿Tu qué crees? ―La mirada que le dio Naruto la hizo sonrojar más de lo que ya estaba. Se imaginaba a que se refería. No era tonta. Entendía las simples miradas que Naruto le daba desde las más pequeñas e inocentes hasta las más candentes y apasionadas.

Pero pensaba que no era el momento para hacer eso. No era necesario. Con todo lo que él hizo hace unas horas, era más que suficiente.

―Naruto-kun… ―soltó un jadeo, porque la seguía tocando. ―t-tienes trabajo mañana, por ende, debes despertar-

―Le pedí a Shikamaru un día más de vacación. Hice lo imposible para que me lo de así que no te preocupes por eso. ―el rubio prosiguió llenándola de besos, y luego bajándose de nuevo a su cuello, tan blanco como la nieve y tan suave como lo es ella.

―L-los niños vendrán mañana.

―Le dije a tu hermana que los tenga en el complejo Hyūga por lo menos la mitad del día. ¿Por qué crees que tenemos la casa sola? ―Hinata enrojeció mucho más.

―Bo-Boruto y Kawaki tienen misiones. P-por ende.

―Otros se encargarán. Estas hablando con el Hokage, mi cielo. Lo tengo todo planeado. ―Hinata ya no sabia que excusa más decirle, así que se dejó mimar con sus besos y caricias.

Y era verdad. Había visto que lo tenia todo planeado.

Naruto la soltó de nuevo, para ver su rostro ahora sonrojado por la pasión. Le gustaba ver esa faceta de ella. Y eso que no habían comenzado aún.

―Hinata ―lo dijo con una voz más ronca de lo inusual―, yo soy tu regalo de cumpleaños. ―Ella lo miró, jadeando por lo que dijo. ― Acepte mi regalo, primera dama de Konoha.

Vio tanto amor en su mirada. Tanta pasión por ella, solo por ella.

Que ella despertara esos deseos en ese hombre poderoso, la hizo sentirse más querida, más amada, y por que no decirlo, más sensual.

Así que se había lanzado contra él, poniéndose de puntillas para capturar sus labios. El inmediatamente correspondió con ferocidad, y la volvió a besar con mucho deseo.

La cogió por las nalgas y la levantó en el proceso, haciendo que ella enrede las piernas en su cintura. Ella se había sujetado de nuevo en su cuello, enredando los brazos en el mismo, sin dejar de besarlo, de forma ardiente y desesperada.

Así que de esa forma, habían subidos las escaleras hasta llegar a su cuarto, sin dejar de besarse. Naruto la sujeto con un brazo, para con el otro abrir la puerta. La maldita no quería ceder, y justo en este momento se le ocurre trabarse.

Con un poco más de fuerza abrió la puerta de golpe, y la cerró de un patazo por detrás. A ninguno le importo que la puerta haya quedado un poco desnivelada, y que no este cerrada con llave. Nadie iba a interrumpirlos, a fin de cuentas.

La depositó en la cama un poco brusco, pero sin lastimarla. Y la volvió a besar.

Sentía que su esposa quemaba, por la llama que prendió en ella. Así que tenia que hacerse responsable de eso.

Le quitó los pantalones cortos de color marrón, dejándola sola en bragas, y le levantó su chaqueta color lavanda, conjunto con las otras dos camisetas, hasta arriba de su busto. Vio esos preciosos senos enfundados en un simple pero sexy sujetador de color lila. Y vio sus bragas, del mismo color, ya empapadas con sus líquidos.

Hinata comenzó a quitarle la chaqueta naranja y la camisa, desesperada. Él se rio, pero se dejó hacer. Era como desenvolver un regalo con apuro, por querer saber que es lo que contenía en su interior.

Cuando iba a quitarle los pantalones, la detuvo. Hinata lo miró para decirle que pasaba, jadeante por dejarse llevar, y él solo le regalo una sonrisa, haciendo que se siente en la cama, para luego alejarse de ella un poco.

―Déjame desenvolverlo a mi querida. Te va a gustar'ttebayo. ―le dijo con una mirada picara, para luego bajarse lentamente los pantalones.

Hinata estaba un poco desesperada por esa acción, aunque no lo admitiría ¿Por qué la hacía sufrir así? Lo necesitaba.

Vio un bulto en sus boxers, lo cual le hizo desviar la mirada, a la par que la excitaba. Naruto sonrió complacido por dicha acción.

Naruto puso las manos en los extremos de sus boxers, enganchando sus dedos en los mismo, para ir bajándolo lentamente. Hinata le daba vergüenza mirarlo (a pesar de que ya lo había visto), pero aun así no había podido evitar fijar su mirada en esa parte de su cuerpo que tenía su esposo.

Finalmente, Naruto los bajo por completo, revelando su miembro grande, grueso y viril, del cual estaba orgulloso. Y más orgulloso estaba de la expresión de su esposa, porque se había quedado asombrada, siempre que lo mostraba.

Se acerco con ella, acercando su pene a su cara, para luego agacharse y besarla con ímpetu.

―Feliz cumpleaños, mi amada. Soy todo tuyo. ―Hinata estaba tan excitada por lo que había hecho, que acepto su regalo sin más.

Acarició su polla suavemente, notando lo duro que estaba. Todavia se sorprendía, que el aparato de su esposo se ponga así, con solo verla semidesnuda. Se sintió tan deseada, tan querida.

Le dio un beso en la cabeza de ese miembro grande, el cual se crispó. Ella rio por eso. Se le hacía tierno a la par de caliente.

Así que comenzó con lamerlo, de arriba hacia abajo, como si fuera una paleta. Cerró los ojos, dejándose llevar por el placer de hacer dicha acción. En el proceso, lo comenzó a masturbar lentamente.

Naruto gruñía por lo que hacía su amada. Era tan buena, que si seguía así no podía aguantar más. Pero lo haría. Él era su regalo y haría que su esposa disfrutará del sexo tanto como él lo hacía.

La ultima vez que lo habían hecho, había sido antes de navidad, hace unos días. Había sido algo rápido y con prisa, porque no tenían tiempo para más. Fue caliente y excitante, sí, pero no era lo que a ellos les gustaba.

Así que ahora aprovecharía este tiempo que tiene, para hacerle el amor a su preciosa esposa, de todas las maneras posibles. Quería complacerla, y se lo merecía.

Hinata había lamido tan bien su polla, que toda estaba cubierta con una fina capa de saliva. Le volvió a dar un cariñoso beso a su cabeza, para luego, meterlo en su boca, mientras lo seguía masturbando.

Hinata a pesar de haber hecho esto en innumerables ocasiones con su esposo, todavia no podía meterlo por completo en su garganta de la sola. Tenia que ir paso a paso, cosa que pensaba que al principio Naruto se molestaría, pero él le había dicho que se tome su tiempo, que le gusta como lo hace. Siempre y cuando lo haga ella.

Era tan paciente, incluso para estas cosas.

Y aun le sorprendía que esto entrara en ella. Que éste era uno de los responsables de haber tenido innumerables noches de pasión, conjunto con los besos y caricias que el rubio le daba. Y que producto de ellas, haya tenido dos preciosos hijos.

Sabía que no era solo por su miembro, sino lo bueno que era Naruto en la cama. Lo reconocía, aunque no lo decía en vos alta, pero él lo sabía.

Y muchas quisiera estar en su lugar, ya que había escuchado por ahí, que la virilidad de un hombre es lo importante en una relación. Ella no lo creía así. Creía en el amor puro y desinteresado. Además, si no era Naruto, no quería a nadie más en su vida, sea la masculinidad que sea que tengan.

Ella lo ama por lo que es, y eso es irremplazable.

Metió dos pulgadas más en su boca, con ganas de probarlo más. Subió de nuevo hacia arriba y abajo con un poco más de velocidad, y continuó el proceso. Seguía metiendo más de su polla en su garganta hasta que finalmente su barbilla golpeo parte de sus testículos, y su nariz rosaba con su vello púbico.

Tenía sus casi 10 pulgadas en su garganta, y ella gimió feliz.

Ahora sí, ya teniéndolo completo, subía y bajaba con más velocidad, sin restricciones.

Naruto estaba en el cielo. Dios. Se suponía que debía disfrutar ella y no él, pero era imposible no perderse en el placer. Sus piernas le temblaron, que sentía que se iba a caer.

Agarró la cabeza de su esposa, acariciándole su pelo, agradeciéndole lo que hacía. Eso la incentivo a ella a que aumentará el ritmo mucho más rápido.

Hinata sentía que quemaba abajo, solo por chupar el miembro de su amante, y tenia deseos de acariciarse ahí. Así que lo hizo, haciendo a un lado sus bragas para descubrir su coño. Y se tocaba con un poco de vergüenza, y con más confianza después.

Pero Naruto viendo esa acción, la detuvo, agarrando su mano. Hinata protestó.

―Hinata. ―estaba jadeando por las mil sensaciones que sentía. ―, recuerda…. que soy tu regalo. No puedo permitirte que te vengas si no es con esto―apuntó su polla un poco más a su rostro, haciendo alusión a que se refería a eso―, o con mis acciones.

Hinata lo miró sorprendida por lo que dijo. Y no le gustó que la detuviera. Lo necesitaba, pero ya.

―P-pero, t-te, te necesito. Por favor.

―Yo sé lo que necesitas, preciosa.

Naruto le había acostado en la cama, para luego quitarle lentamente las bragas. Hinata solo jadeo y suspiró por dicha tortura. Luego le desabrochó el sujetador, exponiendo sus grandes pechos, que a él le gustaban.

Esos pechos nadie les podía ganar y eran incomparables. Sobre todo, porque las que lo poseía, era su preciosa esposa de la que se había enamorado hace mucho tiempo.

Comenzó besando sus pechos y acariciándolos con sus manos, lentamente, retorciendo sus pezones en el proceso. Luego se metió uno a la boca mientras el otro era estrujado con su mano, sin lastimarla. Hinata comenzó a emitir gemidos sin poder evitarlos, para luego hundir su cabeza más en la almohada, por el placer que le está proporcionando.

Naruto cambio de pecho, para chuparla el otro con más ímpetu, como si se tratara de un niño pequeño que quiere leche materna. Eso solo los excitaba a ambos. El uno estaba más duro que una roca, y la otra tenia los pezones duros.

Y sentía que se iba a quemar más de lo que ya creía que estaba. Se retorcía de placer.

Estuvo unos minutos dedicándole amor a sus pechos, para luego bajar por los mismos repartiendo besos, hasta llegar a su vientre plano. Lo beso con cariño, por que era el lugar en donde había concebido a sus hijos, que los ama con todo su corazón.

Y también se dijo que, para su edad, y siendo madre, tenia un vientre muy sexy. Uno que cualquier mujer mataría por tener. Eso lo tiene orgulloso, porque su mujer estaba en forma.

Aunque lo malo era los celos que no podía evitar cuando muchos la regresaban a mirar, incluso sabiendo que es la esposa intocable del séptimo Hokage.

Pero si ese era el precio a pagar por tener una belleza como esposa, lo aceptaba.

Volvió a enfocarse en su vientre, y recordó que también le gustaba cuando estaba redondo, producto del embarazo. Le gustaba todo de ella, mejor dicho.

Siguió bajando su camino hasta llegar a su precioso y delicado coño, que con los años parecía ser más hermoso. Era tan rosado y perfecto. Y de él brotaba un manantial que le gustaba probar. Estaba adornado por un pequeñito vello púbico de color peliazul, que lo hacía más perfecto. Se notaba que se había rasurado con anterioridad, porque se veía los pocos pelos que salían del mismo.

Le abrió las piernas, para si darle una lamida por toda la zona. Eso hizo que Hinata se arqueara de placer. Continúo probándola lentamente, metiendo un dedo al mismo tiempo. Luego viendo que no es suficiente, metió otro dedo y comenzó a estimular su punto g.

Hinata estaba en las nubes. Dios. Se sentía tan bien. quería que siga y que no se detuviera.

Agarró las sabanas con sus manos, que estaban debajo de ella, apretándolas fuertemente, producto del placer que este hombre le estaba proporcionando.

Naruto le toco esa preciosa perla que tenía arriba de su coño con su lengua, y se aventuró a chuparla con gusto. Hinata ya chillaba de placer en estos momentos. Se tapo las manos en la boca porque estaba gimiendo fuertemente. No quería que los vecinos la escucharan.

Naruto quito sus dedos de su cálido interior, para ser reemplazados con su boca y lengua. Y se dio el gusto de probarla. Hinata estuviera gritando de no ser porque se tapó la boca.

El rubio no quería que ella escondiera sus gemidos que lo excitaba, o sus gritos que lo encendían. Así que agarró sus muñecas, y las llevo sobre su cabeza, indicándole que ahí deberían estar y no en su boca. Hinata por un segundo reaccionó cuando él hizo esto, cuando de repente una oleada de placer la asaltó, porque su esposo la seguía lamiendo y chupando en ese lugar que ella necesitaba aliviar.

Sus gemidos y gritos no pudieron ser callados, y eran más fuertes cada vez. La mujer ojiperla agarraban con fuerza el cabello rubio de su amante, y lo presionaba más contra sí, indicándole que le gustaba lo que le hacía.

No tuvo que pasar mucho tiempo para que el orgasmo la golpeará, haciéndole gritar por el desbordante placer. Él bebió de sus jugos, como si fueran lo más delicioso del mundo.

Naruto luego de deleitarse del sabor de su mujer, se levantó y se arrodilló en su cama, viendo a su esposa sonrojada, sudorosa y satisfecha por lo que hizo. Era tan bella en estos momentos.

Iba a esperar a que se le regule su respiración para continuar. Eso no iba a acabar todavia. Sentía que todavia no era suficiente para ella y tampoco para él.

Aunque lo más importante, era ella.

Hinata abrió los ojos lentamente luego de sentirse menos cansada y se encontró con la mirada de su esposo, observándola, admirándola.

En el pasado le daba vergüenza que él la viera así, con deseo. Ahora ya no tenia mucha vergüenza, pero aun así le hacia sonrojar. La diferencia era que esta vez no se cubría, como antes lo hacía, dejando que él admire su belleza. Se sentía tan bien ser apreciada de esa forma. Y porque no, excitada.

Naruto le acaricio una mejilla, mientras se pegaba más a ella, descansando su miembro en su vientre plano.

―Hinata ¿estas listas? ―le daba ternura que todavia le preguntara eso en algunas ocasiones. Así que solo había asentido, con una pequeña sonrisa. ―Entonces, lo voy a poner dentro. ―el rubio ya estaba ansioso por estar dentro de su mujer.

Y Hinata también, porque lo miraba expectante a que él metiera su gran polla en su coño húmedo.

Naruto le alzo la pierna izquierda de ella, y se la puso en el hombro derecho. La pierna derecha la abrió más, para tener más acceso. Estimuló su coño con su miembro, y mojo el mismo con sus jugos de amor.

Entonces guio su miembro a su entrada, y con una mirada de ambos, se hundió en su interior. Ambos gimieron en el proceso, por el placer de sentirse aliviados. De tener por fin, eso que tanto anhelaban.

Naruto le había metido solo unas pocas pulgadas, y con cada empuje, metía más, con el objetivo de estar completamente dentro de ella. Hinata veía sonrojada este proceso. No podía evitarlo.

Y no lo admitiría, pero la excitaba tanto. Como el con cariño, pero con lujuria y deseo, metía más de esa gran polla gruesa dentro de ella. Y como su coño, ansioso, se comía con gustó ese miembro viril, aceptándolo.

Soltaron un gran gemido, ambos, cuando estaban completamente unidos. Con su miembro estirándola por dentro, y sus bolas descansando en su trasero. Entonces Naruto lentamente comenzó a retroceder, y luego con un poco de fuerza, se volvía a hundir dentro de ella. Hizo ese proceso lentamente, que la hacía gemir y suspirar cada vez más.

Arqueaba su espalda cuando el golpeaba ese punto que la hacía gritar. Y soltaba los gritos sin reprimirse.

Naruto tan lleno de deseo por esa mujer, y que sus gemidos y suspiros lo ponían cada vez mas cachondo, hizo que aumentará el ritmo de sus embestidos. Eso hizo que Hinata gritará cada vez más, y se retorciera en la cama de placer.

La pierna de Hinata que tenia Naruto en su hombro, se cayo de lado, ya que habían perdido la sincronización, solo para concentrarse en el placer. Eso no les importó, y se habían acomodado en una nueva posición para seguir con esta danza erótica que trascendía entre las generaciones.

Naruto le agarró la parte baja de ambos muslos, y la pego más a él, abriéndola más. Eso a Hinata le gustó porque comenzó a mover sus caderas hacia él, para sentirlo cada vez más profundo de lo que ya estaban.

Ambos gemían en el proceso, cerrando sus ojos. Ella se arqueaba cada vez más, mientras el aumentaba el ritmo a velocidades mucho más rápidas.

En medio de la pasión, ambos encontraron sus miradas, para luego acercarse y besarse con desesperación, mientras seguían con su danza. Se lamian los labios e incluso chocaban sus lenguas, perdidos en el placer.

Volvieron a su posición inicial, solo que esta vez, Naruto le agarraba de sus muñecas, mientras se seguía moviendo contra ella, de forma dura ahora. Hinata solo podía gemir, cada vez más fuerte, dejando a su marido al mando, pero, aun así, no dejaba de mover sus caderas.

Naruto hipnotizado por esos pechos que rebotaban por sus fuertes embestidas, hizo que soltara sus muñecas y los agarrara, acariciándolos un poco mas fuerte de lo normal. No había lastimado a Hinata porque ella no había chillado de dolor. Más bien, ahora gritaba de placer.

Se llevó los brazos, agarrando la almohada donde estaba sentada su cabeza, y se movía contra él más rápido. Querían llegar al anhelado orgasmo que necesitaban.

Siguieron así, hasta que ya sentían que estaban cerca. Naruto con un ultimo empuje, golpeo su matriz, que la hizo gritar el nombre de su amante, arqueándose más de lo que ya lo hacía, formando un perfecto arco. Sentía que sus paredes internas lo apretaban con fuerza, como queriendo ordeñarlo, y pidiéndole que suelte esa esencia que estaba en su interior.

Y el lo hizo con dos poderosos empujes, llenando por completo su útero. Él también había soltado un fuerte gemido de placer.

Ambos se habían hundido en la cama luego de eso, con el hombre rubio encima de la madura peliazul, recuperándose del poderoso orgasmo que sintieron. Estuvieron así unos momentos, hasta que el se levantó un poco, para volver a admirarla. Le gustaba verla en medio del sexo y luego de éste.

Ella le había agarrado la cara con sus manos, y la acercó a él para darle un tierno beso, que el aceptó sin problemas.

Estuvieron besándose suavemente unos minutos, hasta que volvieron a sentir el placer invadirlos, cosa que aumentó la ferocidad de su beso. Se separaron por falta de aire, y se habían observados, sonrientes.

Porque ese deseo parecía no acabarse con el tiempo y crecer cada día más y más.

Hinata soltó un gemido, porque sentía a su marido duro de nuevo dentro de ella. Estaba semiduro cuando habían terminado su primera ronda, pero le seguía sorprendiendo lo rápido que se endurecía esa parte de su cuerpo.

Y se recordó, que Naruto tiene una gran resistencia.

Entonces solo le había sonreído, y él le había devuelto la sonrisa, porque sabia que esto no iba a terminar aquí.

Se volvieron a dar un beso, para luego Naruto salirse de su interior, sin importar la protesta femenina que su hermosa amante emitió.

Rápidamente le dio la vuelta, y le levantó el culo, haciéndola arrodillarse.

Naruto le comenzó a dar besos en sus glúteos, acercándose cada vez más a su centro. Hinata solo pudo hundir su cabeza en su almohada, ahogando los gemidos de placer que solo él le daba.

Y eso que recientemente había tenido otro orgasmo. Pero, aun así, se sentía necesitada.

Naruto luego de lamer un poco su coño, probando los jugos de ella y los de él, y de adorar su hermoso y gran trasero (otra parte de su cuerpo que le gustaba), se había arrodillado detrás de ella, con su polla dura descansando en sus glúteos.

Lo acarició en medio de los mismos, como si fuera una salchicha entre dos panes, para luego restregarse contra el coño de ella, para hacerle saber de su deseo por ella, y aumentar su necesidad.

Hinata se levantó, apoyando sus brazos en la cama, para girar la cabeza hacia atrás, y decirle con la mirada, que ya no juegue con ella. Lo necesitaba de nuevo.

Naruto satisfecho, alineo su polla y se hundió completamente, en un solo empuje, dentro de su exuberante mujer. Ella gritó por la acción y por el placer, echando la cabeza hacia atrás. Porque su marido la había empalado de un solo golpe.

Naruto sentía que no tenia que moverse lentamente porque ya estaba acostumbrada de nuevo al tamaño de su miembro, pero aun así, no sería salvaje con ella. No aún.

Así que se movió normalmente, con una velocidad moderada, pero dándole profundos empujes, cosa que hacían que su mujer gimiera de aprobación y hundiera la cara en su almohada, mientras inútilmente empujaba sus caderas hacia atrás, para sentirlo mucho más. Los líquidos derramados del anterior orgasmo ayudaban a que su polla salga y entre con facilidad en ese necesitado coño.

Había mordido la tela de la almohada en el proceso, porque sentía que ya sus gemidos y gritos no eran normales como antes, haciendo que se avergonzara porque Naruto la llevara a actuar así. Vio que su marido comenzó a bajar el ritmo, haciendo notar que no le gustaba que ella callará esos sonidos.

Así que soltó la tela de la almohada, y puso su cabeza de lado, esperando que su marido retomará el ritmo. Él inmediatamente continuó, empujando esta vez más fuerte, agradeciéndole a Hinata por eso.

Esos sonidos demostraban, cuanto le gustaba a Hinata lo que él le hacía sentir, y el sentía que estaba haciendo bien su papel de esposo y amante.

Además, él era su regalo ese día. Y con mucha más razón quería escucharlos.

―¡Ahh, Naruto-kunn! ―eso estremeció a Naruto, agarrando fuertemente sus caderas y empujando más hacia adelante, con más ganas. La sensación de sus paredes internas apretarlo con fuerza, lo hacían derretirse de lujuria.

Hinata quería ayudarlo a que el también sienta placer, no solo ella. Así que se levantó de nuevo, y empujo sus caderas, hacia atrás. Esta vez, sincronizando con sus duras embestidas.

Vio el rostro de Naruto que estaba sudoroso, excitando y con unos ojos llenos de pasión hacia ella. Eso hizo que apretara más su miembro, haciendo que él soltará un gemido, a la par que empujaba más rápido.

―¡Ahh, Ahh, Ahh! ―soltó Hinata por esa ultima acción de su marido, por haber aumentado el ritmo. Ya no quería callar sus gemidos. Al diablo con los vecinos. Solo quería disfrutar con su marido de este placer que los consumía cada vez más.

―Hinata. ―gimió de placer. Dios, su mujer era tan sensual en esos momentos. Le gustaba la forma en como su firme trasero se movía, y chocaba con su ingle. Como con sus fuertes embestidas, se ondulaba la piel del mismo por los golpes.

Aumentó el ritmo a uno desenfrenado. Uno que ya no podía controlar. Hinata chilló y grito de placer cada vez más, soltando lagrimas en sus ojos por el inmenso, inmenso placer que estaba sintiendo.

Como unas chispas recorrían su cuerpo, y la ponían a flor de piel, cada vez que su amante empujaba sus caderas contra ella.

―¡Naruto-kun! ¡Si! ¡Si! ¡Si!, ¡No pares! ¡Por favor!

―¡Ahh! ¡claro que no! ¡Nunca lo haré! ¡Dios!

La intensidad del placer de los amantes crecía cada vez más. Y solo se escuchaba en la habitación los gemidos, gritos, suspiros y arrullos de ambos, así como las bofetadas que hacían sus cuerpos por el acto.

Ese sonido, y el olor a sexo, solo los excitaba más, de lo que ya estaban.

Naruto ya sintiéndose que se iba a venir, y también sintiendo que las paredes internas de su esposa, lo apretaban tanto que ya no podía moverse a gusto, se pegó a la espalda de ella, acariciándole sus pechos, y mordiéndole su oreja. Hinata aulló de placer por esto, pero por unos segundos de raciocinio, se dio cuenta de algo.

No podía sentir completamente el pecho de Naruto en su espalda. Porque todavia tenía sus ropas que la cubría para arriba.

Así que, sin perder más tiempo, se irguió contra él, quedando los dos solo de rodillas pero a la vez parados en la cama. Eso le permitió que su esposo la desvista rápidamente, sacando las ropas por encima de su cabeza. Y ella ayudo alzando los brazos hacia arriba.

Luego de haberse desecho de la última prenda de ropa molesta, los dos se miraron y se besaron ardientemente. Todavia estaban conectados, así que inmediatamente continuaron con su danza.

Naruto y Hinata reanudaron sus empujes, esta vez mas placenteros, mientras se besaban. Él la había agarrado de su vientre para apegarla más contra él, chocando su espalda con su pecho. Ella le agarró la cabeza por detrás.

Naruto volvió a sujetar esos pechos que lo habían llamado desde el momento en que los conoció, para retorcer sus pezones. Hinata soltó un gran gemido, y sus piernas se sintieron débiles que la hizo caer de nuevo en la cama, completamente.

Naruto sin salirse de su interior, se apegó mas a ella, sin dejar de agarrar sus senos. Ahora había flexionado los pies para arriba. Y sus muslos estaban algo flexionados, encontrándose en cada lado de los muslos de Hinata, para hundirse más en su interior. En ese necesitado coño que lo acogía.

Hinata suspiró de placer cuando él hizo eso. Y para aumentar el mismo a niveles desconocidos, arqueó su trasero hacia arriba, para sacar el máximo provecho de las embestidas de su adorable rubio. No podía hacer más debido a la posición en la que estaba, así que le dejo el resto a su marido.

Naruto bajo un poco el ritmo, para recompensarlos con empujes más profundos, que hacían tocar la cabeza de su polla con la entrada de su útero, estirándola más en el proceso, haciendo que ella gritará, y aullará de placer, soltando nuevamente lágrimas de sus ojos. Eso le gustó a Naruto, ya que veía la cara desfigurada de placer, que ponía su adorada esposa.

Se sentía poderoso al complacer a semejante fémina, que vino al mundo justo este mismo día, para deleitar a los mortales con su belleza.

El interior húmedo y cálido de Hinata lo apretó mucho más, haciendo que le sea difícil moverse.

Ya de por sí, era difícil moverse en ese apretado interior, que no disminuía su fuerza y contextura con el pasar de los años. Pero él no se rendía. Seguía embistiéndola fuertemente de todas formas.

El cabello corto de Hinata se balanceaba por sus fuertes empujes, así como sus pechos, aun si estos estaban siendo sujetados por su marido. Era increíble la fuerza que ponía Naruto en dichos empujes para que se produjera un evento así. Una que no lastimaba a su esposa, pero que la hacía perderse en la lujuria y placer.

Siguieron así unos minutos, ya sintiendo que un poderoso orgasmo se acercaba y ellos lo anhelaban con desesperación.

Se dieron una mirada cómplice, para que los dos se vinieran al mismo tiempo.

Y así pasó. Los dos aullando de placer mientras el orgasmo nuevamente los atravesaba.

Se dejaron caer en la cama, de nuevo. Estaban sudorosos, algo cansados, pero eso sí, terriblemente satisfechos.

Naruto vio, que en el rostro de Hinata brotaban nuevamente lágrimas de placer, y su rostro estaba con una capa de sudor. Hinata vio, que Naruto había cerrado un ojo, y estaba sudoroso, producto del orgasmo que sintieron hace unos momentos.

Descansaron un momento, regulando sus respiraciones. Hinata se sentía llena de nuevo con su semen, y pegajosa en su parte intima. Así que luego de respirar con normalidad, hizo el esfuerzo para levantarse de la cama, para limpiarse.

Pero alguien lo había impedido. Y algo lo impedía.

Naruto esta sobre ella, abrazándola con fuerza, pero con cariño.

Y había sentido que su miembro todavia seguía muy duro dentro de ella.

Ella inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo. ¿Es enserio? ¿Tanto la deseaba? ¿Tanto era su libido?

Ella ya se sentía satisfecha y creía que ya era suficiente.

No es que no llegarán a más número de orgasmos en otras sesiones, pero estos dos últimos fueron tan impresionantes, que sentía que era el doble de sensaciones de lo que comúnmente llegaba a sentir.

Iba a decirle que se detenga, que para ella está bien.

Pero vio en sus ojos un fuego encendido. Uno que había crecido cada vez más, y la hacía temblar de deseo.

―Naruto-kun…Uhh ―suspiró, porque inconscientemente ella había levantando el trasero, sintiendo el miembro de su esposo profundarse un poco más en su interior.

―Hinata, Ah …. ―el también lo sintió. ―yo te necesitó. Y sé que tú también me necesitas. Aprovechemos estas horas, consumiéndonos en nuestro amor y placer. ―le había sido sincero.

Él no quería terminar, y sabia que muy dentro de ella, tampoco deseaba que terminara.

Vio que eran las 11:00 pm así que todavia tenían toda la noche y madrugada. Le dio una sonrisa picara a Hinata, diciéndole que por favor continuarán.

La mujer de ojos perlas se rindió, haciéndole caso, dejando que haga lo que él quisiera.

Naruto entonces salió de su interior, para luego levantarla y besarla con amor, cosa que ella correspondió. Le puso su mano en su miembro, ahora cubierto con sus fluidos. Y ella sin pensarlo, lo acarició de arriba abajo, admirada por la dureza del mismo.

―Ah sí me gusta, cariño. Tú también puedes hacer lo que quieras conmigo. ―le dijo con un guiño coqueto. Hinata se sorprendió más por lo que dijo ¿Le había leído la mente?

No, su comunicación con los ojos era tan profunda, que con solo mirarlos podían saber lo que pensaban, el uno del otro.

Siempre habían sido así.

Así que recibió con gusto los besos de su amante, mientras sentía que una mano traviesa de él se colaba entre sus piernas, acariciándola. Y ella, lo seguía masturbando fervorosamente.

Esperaba que a futuro la llama de su amor no se apagará. Que el océano de su pasión no se disminuyese.

Que siguieran siendo los mismos, a pesar de todo.


Naruto estaba satisfecho de lo que le hizo a su esposa. La había follado de todas maneras posibles. El cuarto estaba desordenado por esta causa.

La había dejado que lo monte. Y ella lo hacía, con ímpetu, arqueándose para mostrar su belleza sensual, y soltando bellos suspiros. Los empujes de arriba hacia abajo que, hacia ella con su trasero, eran cada vez más desenfrenados, queriéndolo sentir cada vez tan profundo. Y amando la forma en como su polla golpeaba más placenteramente su matriz en esa posición. El empujaba hacia arriba para aumentar la profundidad de sus cabalgadas y eso la hacía gritar de placer.

Incluso escuchó que ella le pedía más, que le diera más duro y fuerte, y que la llenarla por completo, sin preocuparse de las consecuencias.

Cuando Hinata ya hablaba un poco de esa manera, de forma desinhibida, era porque su mente estaba en otro lado, actuando mecánicamente por las piscinas de placer en la que estaba sumergida.

Esa faceta de su esposa le gustaba. Esa dulce fémina apasionada que escondía de todos menos de él. Que solo él, podía ver.

Le había agarrado de las caderas, levantándola y poniéndole las piernas en sus hombros, para luego empalarla contra su miembro, que seguía tan duro como antes. Ella solo podía tirar la cabeza hacia atrás, mientras se sujetaba contra él, y soltaba sonidos que ya no se podían diferenciar entre gemidos y gritos. Y a veces soltaba su nombre, aunque no de forma completa.

Y así habían estado probando posiciones, hasta que terminaron en la cama con la posición de misionero, ya que no tenían fuerzas para intentar otras cosas más. Ya era el séptimo orgasmo que tenía en la noche, mejor dicho, madrugada.

―¡NARUTO-KUNNN! Uhhhhhhh ―soltó Hinata, abrazándolo con las piernas y arañándole la espalda, porque el orgasmo la volvía a atravesar. El no le importaba lucir esas marcas, pero lamentablemente su cuerpo sanaba por el chakra de Kurama.

Luego de un empuje más, sucumbió con un gemido ronco al orgasmo que no solo lo hizo temblar a él, sino a ella por la satisfacción de ver a su amado en ese estado. Ella lo apretó más contra sí, para que dejara su esencia masculina dentro de ella.

Había amado el placer que dicha sustancia le produce en su útero, llenándola.

No iba a quedar embarazada, porque se cuidaba. Pero no le extrañaría que con tanto sexo que tuvieron, a lo mejor si llegue a producirse una fecundación dentro de ella.

Pero no pensaría en eso ahora. Sino en el cálido cuerpo que se cernía sobre ella, abrazándola con mimo cada vez que estaban satisfechos.

Naruto se salió de su interior, esta vez sí, flácido, por todo el ejercicio nocturno realizado.

El semen se salía del coño de Hinata, manchando de nuevo las sábanas, pero eso no les importó.

Solo se volvieron a acostar, esta vez sí, ya satisfechos completamente. Al 100%.

Se abrazaron y se acariciaron, ya cansados, respirando agitadamente. Luego de unos buenos minutos, ya regulado sus respiraciones, Naruto le pellizco suavemente la nariz para que le ella alce la mirada y le ponga atención.

Vio sus ojos tan llenos de amor por él, que no pudo evitarla besarla de nuevo.

Pero se detuvo con un par de besos. Ahora sí, ya era suficiente.

―Hinata, ¿qué te pareció el regalo? ―Ella lo miró sonrojada, para luego sonreírle y bajar su cabeza, acariciando su pecho con cariño. Sabia a que se refería.

―Pues―hizo una pausa―, me pareció increíble, maravilloso e indescriptible. Tu eres maravilloso Naruto-kun―había alzado de nuevo la mirada, viéndolo con amor. El aludido solo sonrió en respuesta, abrazándola contra su pecho, y recargando su barbilla en su corona peliazulada. Hinata se acurró con gusto en él.

―Pues me alegra escuchar eso. Es lo menos que te mereces, mi preciosa perla. ―Hinata sintió que su corazón latía rápidamente, por ese cariñoso apodo que le puso años atrás. Se apegó más a él.

Si, había sido un perfecto regalo de parte suya. Todos los detalles que tuvo. La sorpresa de una cena hecha por él, sus regalos, el tiempo que se dio para hacerlo.

Y también, lo que le hizo sentir mientras le hacia el amor. Tuvo una noche como ninguna otra.

Su Naruto cumplía con su papel de esposo, padre, amigo, compañero, y amante. A pesar del tiempo que tiene y las dificultades que se le presentan.

Era afortunada por tenerlo a él.

Con ese pensamiento calló en los brazos de morfeo, ya que sentía tan cansada, pero valió la pena. Inconscientemente, se acurrucó más al cuerpo masculino.

Naruto le beso la coronilla, y le acaricio con suavidad la espalda. Se dio cuenta que se había quedado dormida.

Vio en el reloj las 3:00 am, así que ya estaba tarde y tenía que dormir. Lo bueno es que podrían dormir hasta tarde este día.

Con un pensamiento, cerró los ojos, cayendo en un sueño profundo.

Amaba a su esposa en todos los sentidos. Y daba gracias a Dios, que un 27 de diciembre, había nacido tal mujer maravillosa.

Esta vez, había sido el regalo perfecto para ella. Pero los demás días, ella siempre era el regalo perfecto para él.

El afortunado es otro, por tenerla a ella como esposa.

Pondría todo su empeño, para seguir tratándola como se merece. Y demostrarles que Hinata Hyūga y Naruto Uzumaki eran uno para el otros.

Eran irremplazables en sí.

Fin


Bueno, ojala no se me haya salido de la tangente con las personalidades de Naruto y Hinata. Yo las sentí bien, que no están alejadas de su alter ego en la obra original.

Pero bueno, así me los imagino.

Incluso en las escenas, ya saben. Aunque algunos les guste y otros no.

Por cierto, digamos que es la primera vez que escribo lemon para un OS. Así que, no se que les pareció. Yo creo que debía haberme aventando un lemon más suave, de una pareja más joven, pero bueno ya está. A mi me gustó el resultado.

Es más, no pensaba escribir lemon, y dejarlo a su imaginación. Pero los deseos de explorar ese mundo me ganaron.

Bueno, lo importante, es que esta historia se la dedico a mi personaje favorito femenino del anime/manga de Naruto. Si señores, Hinata Hyūga, ahora Uzumaki.

Y a los fans del personaje también.

Siento que se me salió más NaruHina que Hinata, pero yo creo que esta bien. Para mi, Hinata y el NaruHina van de la mano, de cierta manera.

Por cierto, disculpen si se me pasaron faltas ortográficas.

Sin más que agregar. Espero que hayan disfrutado de la lectura.

¡Nos vemos en otra historia!