Todos los personajes pertenecen a Rick Riordan igual que el texto en negrita yo solo los usaré para este fic sin fines de lucro.

N/A: Capítulo traído a ustedes gracias al insomnio, disfrutenlo.

pd: Agradezco mucho los reviews, también les digo que ya subí de nuevo Familia Jackson y pronto estaré actualizando está.

La noche estaba en todo su esplendor, Artemisa por primera vez en mucho tiempo fue a dormir con sus cazadoras, el carro de la luna estaba en el cielo con piloto automático. Todo era paz y tranquilidad, al menos en la mayor parte del olimpo, entre las sábanas celestes de una cama se removía un pequeño azabache.

—¡No! ¡A mamá no! —se sentó de golpe en la cama llevándose las manos a la boca, otra pesadilla le había atacado, su respiración estaba alterada, sus ojos muy abiertos y al borde de las lágrimas. Soñar con Gabe siempre terminaba en pesadilla. Trato de calmarse pero estaba en una habitación que no reconocía, lo que no hacía la tarea fácil.

Miro para todas partes tratando de calmarse y descubrir donde estaba, hace un rato recordaba estar leyendo un cuento con los que decían ser sus amigos, el rubio estaba leyendo después para él ¿Dónde estaba el rubio? Su vista lo encontró rápidamente y un suspiro de alivio salió de sus labios, ver al rubio le calmaba porque significaba que el sueño aún no terminaba.

Aunque tampoco le hubiese afectado demasiado despertar en "su" habitación, cerca de su madre.

Ahora que estaba más tranquilo se puso a ver la habitación con atención. Su boca se hizo una perfecta O mirando el techo y las paredes todo lleno de agua, una sonrisa se deslizó por sus labios viendo a los peces que en su mayoría parecían dormir mientras flotaban muy quietos.

—Que lindos —murmuró pasando las manos por su rostro y sacando las sábanas de encima suyo, tomo su peluche de tiburón se bajo de la cama y metió su mano en una de las paredes —Alucina —sonrió más jugando con el agua y despertando algunos peces —¿Lo siento? —les dijo cuando los vio salir huyendo.

Pero jugar con tanta agua hizo que empezara a tener sed y hambre, miro a la habitación de nuevo. No podía despertar al rubio, se había molestado cuando se metió en su cama la noche pasada, no quería imaginarse si lo despertaba a media noche. Sacudió la cabeza, despertarlo no era una opción.

—Bien Sharpy somos tu y yo —le susurro a su tiburón y se encaminó a la puerta, la abrió despacio para no hacer bulla y salió al corredor. Este lugar le recordaba al templo del doctor Apolo pero le parecía más amplio y olía a mar, lo que era agradable.

Comenzó a caminar por el corredor sin saber dónde ir, quería encontrar ¿Una cocina? Debía haber una ¿no? Bueno no tenía ni idea, dio unas cuantas vueltas por los pasillos, todos se parecían mucho. Miraba a todas partes, encontró lo que suponía era el comedor pero pronto, pronto no sabia dónde estaba.

—¿Jason? —comenzó a murmurar cuando ya no sabía como regresar a la habitación, ya no quería la cocina, solo deseaba volver a la habitación con el rubio —Jason —llamo en voz más alta, comenzó a escuchar pasos y eso lo asustó más. Corrió por un pasillo hasta que tropezó y lo único que alcanzó a hacer era acurrucarse —No me lastimes, no me lastimes —rogaba.

Los pasos se iban acercando cada vez más y el pulso de Percy se aceleraba, se sentía como cuando Gabe estaba enojado porque rompió sus botellas de cerveza, pero bueno él no tenía la culpa. Había tropezado por una de las latas que él había dejado en el suelo y había caído contra la caja de botellas que estaba en el piso. Ese día había tenido que correr mucho, a pesar de eso le alcanzo, tuvo que ocultar mucho.

—¿Qué haces aquí? —pregunto la voz de la persona que se había estado acercando, Percy le lanzó un golpe y trató de salir corriendo de ahí. No quería que lo lastimen, recién lo habían curado —Hey, te hice una pregunta —la persona a la que había golpeado lo levantó del suelo.

Percy tembló y se aferró a su peluche esperando el primer golpe, no se espero que lo acomodaran entre los brazos y frotaran su espalda ¿Era el rubio? No, su voz no era la del rubio, la habría reconocido.

—Tranquilo, todo está bien —susurro la persona esa, Percy abrió los ojos que había cerrado con fuerza y vio al azabache que lo sostenía en sus brazos —¿Te has perdido? —limpio su rostro con su mano, Percy se aferró a él.

—Solo buscaba tomar agua, algo de comer. Lo siento —murmuró mientras su hermano pasaba su mano por su espalda.

—No hay porque sentirlo, esta bien, solo te has perdido es normal —Tritón le sonrió —Te llevaré por el agua y a comer, después a tu habitación ¿Te parece? —

—Si, por favor —le sonrió mientras el otro lo cargaba, su miedo se había ido.

A lo lejos habían otras dos personas que les miraban, una de ellas tenía una sonrisa en los labios mientras el otro miraba incrédulo la escena, ella había cubierto su boca y detenido los pasos del rubio antes de que fuera a sacar a Percy de los brazos del otro.

—Hace tanto que no veía a Tritón tan feliz —murmuró ella soltando al rubio, estaba muy feliz por su hijo. Jason se quedo mirando a la diosa y acomodando su ropa, cuando había despertado no había visto a Percy y salió a buscarlo.

—Él... ¿No odia a los hijos semidioses de su padre? —pregunto inseguro, no sabia como ella iba a recibir esa pregunta.

—Si, puede que él actúe así —ella suspiro mientras caminaba, Jason la siguió —¿Sabes? Hace siglos mi hijo era muy feliz —veía como Tritón estaba en la cocina y ponía a Percy sobre uno de los mesones. —En algunos mitos lo cuentan, pero como es un dios menor casi nadie le presta atención —

—Pero ¿Por qué ya no lo es? —se atrevió a preguntar el rubio viendo como Tritón le hacía un sándwich Percy y se lo daba junto con un vaso de leche tibia.

—Fueron muchas cosas cariño —musitó ella mientras avanzaba —Pero ¿Qué hacen los dos aquí? —ella actuó sorprendida de verlos ahí, Tritón bajo a Percy del mesón y frunció el ceño.

—Él se perdió —respondió secamente mientras Percy corría a los brazos del rubio —Y tenía hambre y sed, así que ya lo ayudé. Buenas noches —desapareció en bruma marina.

Jason solo se quedó mirando el espacio donde estuvo el Dios ¿De verdad estaba feliz? Porque había vuelto a su actitud de siempre. La diosa les sonrió, beso la frente de ambos y desapareció también.

—Bien, creo que el paseo nocturno tuyo a terminado —susurro el rubio viendo como Percy frotaba uno de sus ojos con su puño, comenzó a caminar de vuelta a la habitación —¿Por qué no me despertaste si tenías hambre? —Aunque dudaba que pudiera hacer algo, él no era un Dios para crear una habitación de la nada.

—Porque te ibas a enojar, ayer te enojaste porque me metí a tu cama —murmuró viéndole con sus grandes ojos verdemar, Jason suspiro y sacudió su cabello. Cuando llegaron a la habitación, el rubio puso al pequeño la cama de él.

—Perdona por decirte eso ¿Si? Puedes venir a mi cada que tengas miedo —acomodó sus cabellos mientras se acostaba a su lado —Solo quería que fueras más valiente, pensé que esa era la forma de hacerlo, pero olvidé que todo para ti es nuevo, que tienes muchos motivos para tener miedo —

—Entonces ¿Puedo dormir contigo mientras esté aquí? —Percy sonrió mientras el otro asentía, se acomodó contra el pecho del rubio y a su peluche.

Las horas siguieron su rumbo y pronto se hizo un nuevo día, tan hermoso y soleado como siempre, gracias a Apolo por supuesto. Y mientras el sol se ponía en todo su esplendor, un azabache se removía entre las sábanas de una camilla, una de sus manos estaba siendo sostenida pero eso no impedía que abriera los ojos muy despacio, la habitación estaba oscura de momento pero igual tuvo que enfocar bien la vista hasta poder ver algo.

Se fijo en quien tenía su mano y una sonrisa se deslizó suavemente por su rostro, acarició con su mano libre el cabello de Perseo, le pareció lindo ver a su amigo ahí junto a él. La puerta se abrió en ese momento dejando entrar un poco de luz y casi cegando a Teseo haciendo que de un ligero gemido de incomodidad.

Apolo quien había abierto la puerta, sonrió al ver al hijo de Poseidón despierto aunque cubría su rostro con su mano y le miraba ceñudo, el dios del sol estaba por decir algo pero el otro le hizo una señal de silencio y señaló a Perseo. Entendiendo la situación Apolo le guiñó un ojo mientras le sonreía y cerró con cuidado la puerta.

Teseo se volvió a quedar en la oscuridad viendo a Perseo dormir ¿Era verdad lo que decía Percy en sus sueños? Ahí estuvieron hablando bastante, a diferencia de lo que Atenea y los ex reyes creyeran, su hermano era bastante listo. Se había percatado de muchas cosas, incluso sin estar presente en la sala. Tal vez estar tanto tiempo solo le permitía pensar.

—No, yo no puedo amarte —susurro acariciando el cabello de Perseo mientras este se acomodaba —El amor no es para mi —vio que Perseo empezaba a despertar y dejo de acariciar su cabello —Hola —saludo con la mano y una gran sonrisa en el rostro, al de ojos azules.

Perseo parpadeó despacio, no creía lo que sus ojos veían, se frotó los ojos soltando la mano de Teseo. Se había levantado en la madrugada a ver a su amigo porque este al parecer cayó de la camilla al moverse tanto (quizá por eso la cama de su habitación en los Elíseos era tan grande) y lo levantó junto con Apolo, se quedó tomando su mano porque parecía ser la única forma en que no se moviera tanto.

—¿Hola? —frunció el ceño con enojo viendo al de ojos verdemar que solo sonrió inocente —¡Casi te mueres por segunda vez! ¡¿Y lo único que dices es hola?! —Teseo solo asintió no sabiendo que más hacer, Perseo le dio un golpe en el brazo —¡¿A caso te haces una idea de lo preocupados que nos tenías?! —

—¿Eh? ¿Lo siento? —murmuró pero Perseo estaba furioso, se había levantado de la silla y lo había comenzado a maldecir en griego antiguo.

—¡No tienes ni una maldita idea! ¡¿Verdad?! ¡Erre es korakas! —Fue lo último que le gritó antes de darle un nuevo golpe en el brazo.

—¿Qué es todo ese griterío? —Apolo entro de nuevo en la habitación y Perseo salió hecho una furia de la habitación. Teseo solo sobaba su brazo golpeado.

—Se ha molestado porque he despertado —suspiro apretando las sábanas en sus manos.

—Había estado tan preocupado, pensé que se alegraría de verte despierto —se acercó a Teseo para revisar sus vendajes y sacar los cables que aún tenía conectados.

—Estoy seguro que esta contento, solo que lo demuestra de una forma muy extraña —musitó viendo la mano que antes sostenía Perseo mientras el Dios del sol tarareaba una música muy antigua sobre el amor y la vida.

—De eso no me queda ninguna duda, iré a decirle a tu padre que has despertado al fin —sonrió cuando termino de revisarle completamente. Teseo se volvió a recostar en la camilla.

—Tal vez era mejor haber muerto de nuevo —cerro los ojos suspirando y esperando que venga el resto de su familia, estaba seguro que también lo golpearian.

Claro que el Dios del sol no solamente había ido a anunciar la buena nueva, también quería ver a su pequeño bebé paciente y como seguía, sabía de ante mano que estaría de maravilla. Después de todo estaba con su padre y sus hermanos. Pero eso no evitaba que él quisiera verle con sus propios ojos.

—Buenos días sobrino —saludo Poseidón a las puertas de su templo, en la escalinata de este estaba un Perseo de brazos cruzados y enfurruñado.

—Tal vez ya te han dado la noticia que vengo a traer —mencionó viendo de reojo a Perseo que solo miraba al suelo con el ceño fruncido, el dios de los mares también lo veía.

—Si es sobre Teseo —murmuró Poseidón —Si, ya me han dicho —sonrió un poco y golpeó el hombro de Perseo que solo frunció más el ceño —Y quizá mis hijos deban tomar unas clases de como no ser tan impertinentes y despistados —el dios del sol asintió —Pero pasa, estábamos por despertar a los demás para desayunar —

—Eh —miro un momento a Perseo que se puso de pie y se metió al templo sin decir nada —Me parece bien —sonrió y avanzo, su tío lo hizo junto a él —¿Cuánto crees que este molesto? —

—No lo está —Poseidón sacudió la cabeza de forma negativa —Le da mucho gusto saber que despertó, esta más molesto consigo mismo por golpearlo sabiendo que está herido aún —suspiro mientras caminaban hacia las habitaciones y dejaban que Perseo avance hasta la sala —Se arrepiente, me lo aseguró, pero aún así no quiere disculparse por eso con Teseo —

—Cabeza dura igual que todos nosotros —supuso Apolo y luego río, todos eran así, tal vez por eso les iba tan mal en algunos aspectos, pronto estaban en la habitación de Percy y Jason, así rezaba la puerta —¿Le pusiste nombre? —

—Ayer en la noche hubo un incidente y Anfitrite creyó que lo mejor era ponérselo —se encogió de hombros, no sabia muy bien que incidente pero había aceptado lo que decía su consorte. Abrió la puerta despacio dejando ver una de las camas vacías.

Eso los asusto por un momento pero al ver que la otra tenía dos bultos se tranquilizaron. El hijo de Júpiter estaba abrazando al pequeño hijo de Poseidón, uno de sus brazos por encima de él y el otro por debajo de su cuello, el pequeño estaba aferrado a su tiburón con una mano y la otra estaba enredada en la camisa de dormir del rubio, como si temiera que este se fuera a ir en algún momento de la noche si le soltaba.

—Son muy tiernos —mencionó por lo bajo el Dios del sol mientras Poseidón se acercaba a despsertarlos.

—Vamos, hay que desayunar —murmuró Poseidón a Jason que pronto abrió los ojos, trato de enfocar la vista en quien lo despertaba.

—Ya voy —susurro queriendo sentarse pero sintió un peso en su brazo, recordó que estaba durmiendo con el pequeño, se despejó bien y sacó con cuidado su brazo de abajo de su cuello.

—Él también debe despertar —Poseidón se quedó junto a la cama mirando a su pequeño hijo dormir igual que los dos rubios, sabían que debían levantarlo pero verlo ahí aferrado a su tiburón y aún sosteniendo débilmente la camisa del rubio, no tenían corazón para moverlo o decirle algo.

—Padre —entro a la habitación Tritón haciendo algo de ruido y ganándose malas miradas de los dioses pues hizo que Percy hiciera una mueca de fastidio —Madre dice que apresures a todos a levantarse —miro extrañado a los dos sin saber porque le seguían viendo mal.

—Percy —susurro Jason moviendo el hombro del pequeño pero este a pesar de la mueca parecía aún profundamente dormido, los tres dioses dirigieron su mirada al niño —Hay que ir a desayunar —decía el rubio pero el niño seguía dormido, cuando intentó que aflojara el agarre a la camisa fue cuando abrió perezosamente sus ojos.

—Cinco minutos más, mami —susurro con voz ronca aferrándose de nuevo a la camisa del rubio y casi haciendo que este se vuelva a acostar junto a él. Tritón avanzó hasta estar cerca de la cama.

—Perceus hay que ir a desayunar ahora —habló Tritón pero en un tono que los rubios no le habían escuchado jamás, Poseidón en otro caso parecía que si lo había hecho y sonrió triste. Vio como su hijo inmortal se acercó a Percy —Debes hacerlo ahora o se va a enfriar —era un tono suave y paternal.

—Ya voy —el pequeño abrió de nuevo los ojos y se sentó bien, soltó al rubio frotando sus ojos y bostezando —¿Me tengo que bañar? —Tritón asintió y el pequeño hizo lo mismo.

—Bien, iré a decirle a mamá que ya van. Jason también bañate y cambiate —se lo dijo en el mismo tono que a Percy, el rubio solo atinó a asentir. El escuchar ese tono con él, le hizo sentir algo extraño pero no malo, un extraño cálido y bueno, como si lo hiciera sentir cómodo. Algo que muy pocas veces sentía. Tritón miró a su padre y a Apolo, los dos tenían rostros algo extrañados más que nada Apolo, solo dio media vuelta y se fue.

—Hace siglos que no le escuchaba ese tono —Poseidón parecía feliz de escucharlo hablar así, Apolo se lo quedo mirando.

—Yo nunca se lo había oído —murmuró poniendo una mano en su barbilla y frunciendo el ceño, el era un dios que lo sabia todo pero esto si que no lo sabia.

—Vamos de una vez —apresuró Poseidón saliendo de la habitación y Apolo se fue con él.

Mientras en la cabaña de los campistas los hijos de Apolo ya estaban levantados, excepto por uno, que si estaba despierto pero aún no se ponía de pie. Pero tenía sus razones para hacerlo, una razón azabache que por más que él quisiera levantarse y hacer los intentos de esto no le dejaba, cada vez que lo intentaba jalaba su pijama.

—¿Quieres hablarlo? —murmuró el rubio sin mirar al hijo de Hades.

—No —contesto después de un largo silencio, tenía el ceño fruncido mirando el techo. Había soñado con Bianca, por primera vez fue con lo único que soñó, con ella y con su madre con su tiempo en Italia, en el hotel que estaba con ellas. No sabía si eran recuerdos o era algo que su mente inventó.

—Está bien —susurro el rubio, veía la mano de Nico de vez en cuando, no es que el italiano hiciera muchos esfuerzos cuando lo jalaba, pero Will entendía que quería un poco de compañía, sin restricciones, sin hablar, sin mirarse, solo estar a lado del otro.

Nico cerró los ojos, habían tantas cosas que le quería decir, tanto que se guardó por tantos años, quiso tanto tenerla de vuelta entre sus brazos... Pero ahora, ahora no sabia que decirle, se imaginó tantos escenarios en todos estos años pero ahora que ella estaba aquí, no sabía como actuar.

¿Todavía estaba enojado con ella? Probablemente si, porque después de todo ella lo abandonó, pero ¿De verdad estaba molesto con ella? ¿Lo estuvo alguna vez? Tal vez, tal vez está más molesto consigo mismo que con ella, quizá aún se culpa a si mismo por como acabaron las cosas.

—Hay que ir a desayunar —murmuró Frank cerca de la cama de ellos pero sin mirar a Nico, solo veía a Will.

—Iremos en un momento —le aseguro para después ver al chino canadiense irse, luego dirigió su vista hacia Nico que solo seguía con los ojos cerrados y un brazo encima de estos —Hay que irnos —

—Ya voy Solace —gruño volviendo a su actitud de siempre, saco su brazo de sus ojos y se sentó en la cama de golpe.

—Di' Angelo debes alistarte para desayunar —hablo con autoridad viendo que Nico simplemente había tomado su chaqueta de aviador y se dirigía a la salida —No puedes irte así Di' Angelo —salió corriendo detrás de él, este se dio la vuelta y le dio una sonrisa burlona —¡Ven aquí Di' Angelo! —Nico llego hasta una sombra y desapareció en ella —Tampoco puedes hacer eso Di' Angelo —

—¿Qué pasa con esos gritos? —se asomó a la habitación Lou Ellen viendo a Will que estaba rojo de la ira, este dio un golpe en el suelo se dio media vuelta y se fue a alistar para desayunar antes de salir de ahí.

—¿Por qué no te alistaste en la cabaña de los hombres? —decía Hazel cuidando la puerta del baño, su hermano se había aparecido de la nada en la cabaña de las chicas. Más de una se había llevado un buen susto.

—Porque estaba muy lleno —excusó él mientras salía de la ducha envolviendose en una toalla —¿Ya vino Frank con mi ropa? —

—En un momento ha de estar aquí —a pesar de que su hermana sonaba molesta, Nico estaba divertido con todo esto.

—Aquí esta lo que me pediste —decía Frank muy apenado mirando a las pocas chicas que estaban ahí presentes.

—Gracias Frank, mi hermano es un cabeza dura —ella tomo la ropa y toco la puerta. Nico abrió la puerta y en un rápido movimiento le quitó la ropa de las manos a Hazel.

—Oye —Frank susurro a Hazel, esta le quedo mirando —No se que paso, pero Will estaba hablando de tu hermano mientras se cambiaba de ropa, creo que le hizo algo —Hazel suspiro, imaginaba que así era.

Cuando la mayoría ya estuvo listo y en disposición de desayunar se encontraban en el comedor, ese que llevaban compartiendo desde ya varios días, estaba lleno de risas, bromas, pláticas, una que otra mala cara también pero todo en armonía.

Las cazadoras ocupaban su lugar junto con la reina de las Amazonas, Hylla prefería pasar con ellas antes que con los demás campistas. Después de todo ellas veneraban casi a la misma diosa, así que tenía más en común con ellas que con los demás campistas.

—Entonces, me estás diciendo ¿Qué no te sientes mujer por mucho que seas una? —ella se estaba burlando descaradamente de Hércules, bueno, de Lina Adara que le dio una mirada molesta.

—No soy una maldita cazadora —gruño ella/él apretando los dientes tan fuerte que parecía que se los rompería de un momento a otro por la fuerza que imprimía.

—Pues a ver querida Hermana —se metió Thalia a la conversación, resaltó más que nada la palabra Hermana, acentuando la última sílaba —Déjame decirte que por los próximos doscientos años, seguirás siendo una cazadora y por tanto, una chica —Lina Adara casi se levanta ahí mismo a golpearla, porque desgraciadamente para ella/él, ella solo estaba diciendo la verdad.

—Yo creo que debería irse haciendo a la idea, además de ir aprendiendo que por más que gruña. Nosotras no tenemos la culpa de esto, fueron sus propios errores de hombre cegado por poder, los que le llevaron a este punto —explicó Zoë con gran calma tomando de su vaso de jugo, miro a Thalia esperando no haber errado en ninguna palabra o haber usado algún vocablo antiguo impropio. Thalia le sonrió dando por aprobado que todo lo había dicho correctamente.

Lina Adara solo pudo enfrascarse más en su enojo mirando su desayuno, sabia que había sido su error todo lo que le pasaba. Malditas cazadoras pensaba mientras su vista viajaba por el comedor, a pesar de saber que era su culpa su situación, eso no evitaba que creyera también que fue el único que pagó un precio muy alto por esta.

En su rango de visión pronto encontró a los demás "culpables" de su situación, un rubio que parecía muy perdido en pensamientos con el ceño fruncido, a una diosa que ya no era diosas Al menos esa esta casi en mi situación se regocijo ante esto y por último diviso al otro que ella/él creía culpable de su situación. Puede que no fuera la misma versión que él atacó pero seguía siendo él.

—Me las pagarás —apretó los cubiertos en sus manos viendo al pequeño niño que ahora estaba sentado en las piernas de una rubia que reía.

—Y entonces me dijo que podía dormir con él mientras este aquí —Percy terminaba de contarle a Annabeth con gran emoción su aventura nocturna como le había llamado Jason.

—¡Wow! Eso sí que es una aventura —ella lo abrazó con fuerza y le hizo cosquillas después, tener al pequeño Percy a su lado le hacía sentir tranquila, calmaba algo dentro de ella que por momentos se desesperaba. Tal vez era la ansiedad por el desconocimiento de donde estaba su novio, había tenido sueños pero ninguno le aclaraba nada, todo era oscuro, era como si alguien se los robara o no dejara que le llegaran.

—Me preocupa mucho, Jason, ¿Qué tal que empieza a recordar dónde estuvo? —susurraba Piper muy preocupada mientras comía en otra mesa con su novio.

—No lo creo, Percy no dejaría que ella sufra así —él intentaba sonar seguro para ella pero la verdad no podía estarlo, después de todo apenas y conocía a Percy. En sus manos él tenía una caja, una caja que le había dado el pequeño Percy esa mañana antes de llegar ahí —Ahora tengo que hacer algo Pipes, ya regreso —beso la frente de su novia y se levantó.

Ella solo asintió mientras lo vio caminar hasta llegar al grupo de Frank, Hazel, Nico y Will que recién llegaban al comedor. Los dos últimos parecían estar teniendo una pelea pero la cortaron cuando Jason llegó ante ellos.

—¿Puedo hablar contigo? —pidió a Nico, este le vio extrañado. Bueno desde hace rato que no hablaban a solas, ahora que Will se encargaba de él más que nada. El hijo de Hades asintió, los dos se alejaron un poco de los demás —Percy me dijo que te entregara esto —le mostró la caja que tenía entre sus manos.

Nico se la quedo mirando detenidamente, al principio no la reconoció pero entre más la miraba más la recordaba. La caja de Mitomagia, esa que en su furia destruyó y quemó en una hoguera. ¿Cómo demonios estaba ahora en las manos del rubio?

—Nico, quiero que sepas que por mucho que un principio estuve contigo por pedido de tu hermana —Nico levanto la mirada de la caja —Aún así te considero un amigo, que no importara lo que pase, ni las decisiones que tomes sobre tu hermana —Evito decir Bianca mientras dejaba la caja en manos de Nico —Yo estaré de tu lado, eres alguien muy valiente Nico y no te reprimas por favor —

El hijo de Hades se quedó mirando al rubio, lo sabía, desde hace días lo sabia. No estaba solo, había personas de su lado, personas que a pesar de todo estaban con él, sintió desmoronarse pero evitó hacerlo. Miro de nuevo la caja que ahora estaba en sus manos, ahora solo faltaba la mayor prueba de todas, saber si esa persona estaría de su lado o lo abandonaría como alguna vez hizo.

—Gracias —murmuró escondiendo la caja en la parte interior de su chaqueta.

—A ti, por dejarme estar de tu lado —el rubio le sonrió y lo vio avanzar, sabia que Nico aún tenía bastantes cosas en que pensar y que a pesar de ahora contar con Will, necesitaba de más personas.

—Bien ¿Por qué no entramos de una vez a leer? —dijo Hestia con una sonrisa amable, le encantaba que cada vez más esto se sintiera como un total hogar. A pesar de que aún se sentía cierta tensión en varios de los presentes.

Comenzaron a caminar esta vez al interior de la sala de los tronos, misma que recién había terminado de ser reconstruida. Felizmente Atenea había dejado todo casi listo antes de ser degradada a semidiosa, Hefestos simplemente terminó de hacer unos arreglos.

—Si, no lo golpeen demasiado —decía Apolo que avanzaba despacio con Teseo mientras salían de su templo. Este ya estaba repuesto en energía pero sus heridas eran un caso aparte, estas podían tardar unas horas o un día más para estar curadas, puesto que no habían sido hechas con armas normales.

—Eres un idiota con letras enormes —decía Orión mientras relevaba a Apolo y ayudaba a Teseo a caminar, sus costillas aún dolían.

—Lo sé, pero así me aman —sonrió inocente mientras caminaban. Había desayunado en el templo evitando mirar a Perseo y a sus hermanos.

—Te amamos más cuando no haces idiotec... —Belerofonte casi tropieza como era ya su costumbre, pero antes de caer contra Teseo. Lo que no convenía en su estado. Aquiles logró sostenerlo de la cintura.

—Ten más cuidado castañito —se burló de su amigo aún sosteniendo su cintura.

—Gracias —Belerofonte se soltó del agarre con cuidado y le sonrió al rubio.

—Y luego dicen que yo soy el idiota —se burló Teseo de su hermano, que al igual que él no notaba la sonrisa embobada de enamorado que cargaba Aquiles, esa misma que a veces le vio a Perseo pero que hasta ahora no la reconoció. ¿Los hijos de Poseidón estaban ciegos en ese aspecto? Probablemente si, pero igual él no iba a dejar que nada pase con Perseo. No quería perder a su amigo.

—Él no es idiota, solo algo despistado a diferencia tuya —hablo otra voz que los hizo detener en seco, Teseo vio al dueño de la voz con un puchero en los labios —Espero que te hayas hecho una idea de lo mal que tenías a todos aquí —

—Si me hago a la idea, pero ustedes deberían saber que hierba mala nunca muere y menos una tan sexy como yo, Tri —le guiño un ojo mientras sus otros dos hermanos rodaban los ojos. Tritón lo vio con el ceño fruncido pero lo que hizo después fue lo que dejó a todos cuatro desconcertados.

Revolvió el cabello de Teseo, como si este fuera un niño pequeño o su hermano menor (que eso era después de todo) y una sonrisa vaciló en sus labios.

Apolo que estaba más atrás de ellos estaba tan sorprendido como los antiguos héroes pero no dijo nada, pronto el hijo inmortal de Poseidón había desaparecido. Ellos volvieron a avanzar sin pronunciar palabra alguna, pero Teseo tenía una sonrisa satisfecha en el rostro.

—Bien, por fin llegan —Poseidón estaba en la puerta de la sala de tronos, a su lado dos rubios que sostenían las pequeñas manos de un azabache y Anfitrite en su otro lado.

—Si, ya se que todos se mueren por verme —soltó Teseo recibiendo un ligero golpe en la cabeza de parte de sus hermanos —Oigan, a los heridos no se los lástima —se quejó.

—Cuando el herido eres tú, yo creo que si primito —sonrió Apolo, acaricio la cabeza del pequeño Percy antes de entrar a la sala a ocupar su lugar.

—Si querías ver si a tu padre le podía dar un infarto divino, te aseguro que existen otras mejores formas de hacerlo Pecesito —Poseidón se acerco y beso su frente, no importaba lo mucho que crecieran, sus hijos siempre serían pequeños para él. Teseo no se quejó, dejó que su padre le diera cariño.

—Por favor, no vuelvas a hacer algo así —Anfitrite lo abrazo con fuerza, era evidente que ella lo quería como si fuera un hijo suyo. Había estado muy preocupada por él en todo este tiempo.

—Lo intentaré mamá Anfi —susurro devolviendo el abrazo, ella se alejó y le sonrió —¿Y a quién tenemos aquí? —miro al pequeño azabache entre los dos rubios.

—¿Eres Teseo? —pregunto el niño, el sonrió y asintió —¿Él de la historia? —volvió a asentir —Dicen que eres idiota —los demás rieron y Teseo solo le sonrió.

—Si, me lo han dicho bastante —aceptó Teseo, agachandose con cuidado para estar a la altura de Percy —Y por eso ahora te digo, que no seas un idiota como yo —el pequeño asintió, soltó las manos de los rubios y lo abrazo.

—El viento dice que todo estará mejor —susurro a su oído, Teseo sonrió —Y que le des una oportunidad al amor —

—Gracias —beso una de sus mejillas y luego la acaricio con su mano —Lo intentaré también —le guiñó un ojo poniéndose de pie.

—Bien, vamos adentro a Leer —dijo Poseidón, ni él, ni los otros escucharon que susurro el pequeño pero se veía que era algo muy importante porque por eso pidió esperar por él ahí.

—Bien, ya estamos todos —Apolo sonreía animadamente mientras que Zeus sostenía el libro entre sus manos ¿Su hijo estaba disfrutando su agonía? Quizá si.

—Siéntate conmigo —pidió Percy a Teseo, este asintió. Annabeth que estaba con él lo siento en sus piernas, Jason estaba a uno de sus lados y Teseo se sentó del otro lado.

Perseo evitó mirar a Teseo, aún no quería disculparse por lo que hizo, ni siquiera creía que debía hacerlo ¿o si? ¿Debía pedir disculpas? El protocolo le dictaba que si, pero algo en el decía que no. No sabia que hacer, ni si Teseo estaba molesto por los golpes ¿estaba molesto? No lo parecía.

—Bien el capítulo es Bianca Di' Angelo toma una decisión delicada.—comenzó a leer Zeus, la mayoría volteó a ver a la chica.

Bianca solo respiró hondo, aquí iban más cosas sobre su vida. Miro a Nico este estaba muy concentrado en mirar algo en el interior de su chaqueta como para prestar atención a ella, en este momento tal vez lo prefería así.

Muchos ya presentian que era lo que venía en este capítulo, más que nada Hades. No es que el hecho de que su pequeña se convirtiera en cazadora le molestara, sino que ¿Por qué tomó la decisión así de pronto? Había intentado acercase a ella esta mañana pero esta simplemente le había ignorado e ido lejos ¿Qué tanto mal les hizo al borrar su rastro de sus memorias? No lo sabia, mas tenía el sentimiento de que era mucho.

Después de ver al doctor Espino convertirse en un monstruo y caer en picado por el acantilado con Annabeth montada en su lomo, cualquiera diría que ya nada podía impresionarme.

—Pues si que fue impresionante pero eso no había hecho más que comenzar —Luke ya estaba torturandose mentalmente sobre la lectura y esta recién iniciaba, tenía la daga aún con él. Miraba a Annabeth de vez en cuando pero no encontraba el momento propicio para hablar con ella, además que no parecía que ella deseara demasiado esa conversación.

Pero cuando aquella chica de doce años me dijo que era la diosa Artemisa, tuve una de esas respuestas inteligentes del tipo: «Ah... bueno.»

—Estabas impresionado, es normal. No todos los días ves a la diosa de la caza delante de tus ojos y menos que tenga la forma de una chica de más o menos tu edad —dijo una de las cazadoras, ella misma había tenido esa reacción cuando la conoció. Las demás cazadoras y algunos mestizos asintieron.

Algunos como Lina Adara, Octavian y Hera solo comenzaban a creer que ellos simplemente no querían ver lo idiota que podía ser el muchacho, aunque el rubio saco ese pensamiento de su cabeza, él estaba juzgando a alguien así como él juzgaba y era juzgado por los demás ¿Tenía derecho a hacerlo cuando él mismo comenzaba a dudar de cuán buena persona o mestizo era? ¿Cuándo comenzaba a cuestionarse si de verdad era tan listo como él creía? Porque en su tiempo le habían llegado propuestas muy tentadoras de las que Reyna no estaba enterada.

Lo cual no fue nada comparado con lo de Grover. El ahogó un grito, se arrodilló en la nieve y empezó a gimotear:

Muchos arquearon una ceja viendo al sátiro, este solo atinó a sonrojarse hasta las orejas. Algunos rieron por lo bajo, en especial los griegos que sabían que esa era la forma en que actuaban la mayoría de sátiros. Porque ellos adoraban, idolatraban y amaban, a Artemisa.

—¡Gracias, señora Artemisa! Es usted tan... tan... ¡Uau!

—¿Gracias? —Artemisa le vio con una ceja arqueada y a Grover casi le da algo, se había estado comportando todo este tiempo aquí pero la verdad es que quería correr hasta ella y pasar conversando de la naturaleza con ella, es que era tan atrayente.

Orión por otra parte solo se cruzó de brazos y miró al suelo, los sátiros siempre habían sido así, la mayor parte del tiempo a él le tocaba amablemente pedirles que se alejen de ella o de las cazadoras. Pero había que ver que algunos si que se pasaban de aduladores, suspiro pensando en aquellos días en donde los dos convivieron felices.

—¡Levanta, niño cabra! —le soltó Thalia—. Tenemos otras cosas de que preocuparnos. ¡Annabeth ha desaparecido!

Atenea asentía fervientemente a esto, después de todo la angustia en ella solo crecía. Mal momento para ser semidiosa, justo cuando tu hija desaparece por un acantilado con un monstruo, no dudaba que estaba viva. De hecho estaba ahí, en la sala, mucho más grande que la Annabeth del libro. Pero el hecho estaba en que en el libro estaba en paradero desconocido y que apenas podía sentir el dolor de ella, lo que significaba que estaba algo consciente pero no lo suficiente para saber donde estaba ni luchar.

—¡So! —dijo Bianca di Angelo—. Momentito. Tiempo muerto.

—Es gracioso que ella lo diga —Thalia negó con la cabeza divertida, lo mismo que algunos otros que entendieron el porque era gracioso.

—¿Por qué? —pregunto Bianca, no entendiendo el hecho de que se divirtieran a su costa. No iba a tolerar eso aquí también, bastante tuvo con los del internado con el hecho de que la llamen rara y se la pasarán burlándose de ella, su acento y su aspecto.

—Oh —la hija de Zeus parpadeo, olvido que en realidad aún no le confirmaban ese pequeño detalle a Bianca. Habían pasado tantas cosas que casi olvidaban el tema —Tu padre olímpico, eso —Bianca frunció más el ceño.

—Padre —repitió, recordaba esta charla, ya la habían tenido pero nunca le aclararon cual era su padre o madre olímpica.

—Nuestro padre Olímpico Bianca, es el señor de los muertos, el rey del inframundo —habló Nico sin emoción alguna mirándole calculador, ella vacío su rostro de emociones y miro a aquel hombre suponía su padre, este chasqueó los dedos.

—Hija de Hades —habló Quiron captando la atención de ella, los demás se pusieron de rodillas —Señor del inframundo y de todo lo que se encuentra en el, portador de la oscuridad y la muerte, salve Bianca Di' Angelo Hija de Hades. —Ella solo se los quedo mirando y luego el símbolo que parpadeaba sobre su cabeza.

—Gracias Quiron —asintió Hades y después miro a su hija mientras los demás se volvían a acomodar —Soy Hades en mi forma griega y Plutón en mi forma romana —Bianca solo atinó a asentir, esto iba perfecto, primero no terminaba de entender todo esto de los dioses griegos y ahora le salían con que también había romanos.

—Por tanto, todos los hijos de mi señor son tus hermanos y él tiene una hija en su forma romana —explicó Perséfone haciendo que Bianca mire fijamente a la chica que estaba cerca de Nico, esa misma que desde su llegada no dejaba de analizarla con la mirada.

—Bien, seguiré leyendo —refunfuñó Zeus, estaba comenzando a sentir la desesperación de Thalia del libro, así que lo único que quería es que esto termine de una buena vez.

Todo el mundo se la quedó mirando. Ella nos fue señalando, uno a uno, como si estuviera repasando las piezas de un rompecabezas.

—Un rompecabezas que aún trato de armar y solo le ponen más piezas —Bianca suspiro, esto iba cada vez mejor, ahora habían dioses griegos y romanos, tenía a su hermano que no quería hablar con ella y otra al parecer romana que la analizaba con la mirada ¿Qué podía salir peor que esto? ¡Ah, sí! Que estaban por leer su vida desde el punto de vista de un chico ¡Qué genial, que iba su vida!

—¿Quién... quiénes sois todos vosotros?

—Pues a ver, eran unos cuantos mestizos, un sátiro y ah una diosa, cosa de todos los días —enumeró Hermes tratando de sonar bastante tranquilo, algo que no estaba para nada pues temía de la nueva aparición de su hijo en el libro.

—Y no olvides que antes han visto una mantícora que se ha llevado a una mestiza —agregó Apolo como si nada y perdiéndose la cara amarga de Atenea ante esto. Sólo por estar mirando a Hermes se la perdió.

—¿Por qué papá tiene cara de susto? —pregunto Percy por lo bajo, Annabeth le acarició el cabello.

—Por cosas futuras Percy —susurro ella y el niño se la quedo mirando. Como le encantaban los ojos de la princesa, eran hermosos, a los ojos de él.

—Me gustan las nubes de tormentas de tus ojos —señaló el niño a la rubia que se ruborizo ante esto y Jason como nunca se río de esto. Ella se lo quedo mirando, vaya que se le había pegado bastante lo griego, antes el no solía reír por cosas así.

—Lo siento —se disculpó pero aún sonreía, era extraño que estando sentado entre héroes antiguos, más que nada hijos de Poseidón. Se sintiera tan cómodo. Ella desestimó el tema con una mano.

La expresión de Artemisa se ablandó un poco.

—Quizá sería mejor, mi querida niña, saber primero quién eres tú. Veamos, ¿quiénes son tus padres?

—Una italiana y el señor del inframundo, ahora se la respuesta —masculló Bianca sintiendo la mirada de su padre encima suyo pero decidió ignorarla por ahora. Tenía muchas cosas que digerir y todas de golpe.

—Tal vez me odia —murmuró Hades, resignandose a que su hija le odie toda la eternidad solo por haberla traído al mundo. No la culpaba por eso, imaginaba que todos los mestizos odiaban a sus padres divinos simple y sencillamente por traerlos a un mundo donde solo vivirían penurias.

—No seas tan malo contigo mismo mi señor —trato de calmarlo Perséfone —Ella llegará a comprender —No dijo que a quererlo, porque no estaba segura de ello, después de todo no todos los hijos de su señor llegaban a ese punto pero al menos no le odiaban. A eso era lo máximo que llegaba a aspirar Hades o cualquier dios.

Hades suspiro y asintió, esperaba que de verdad su esposa tenga razón, que ella no le odie, que entienda, que él amo a su madre y que en ningún momento le deseo el mal. Apostaba que tampoco deseaba esto en el futuro.

Bianca miró con nerviosismo a su hermano, que seguía contemplando maravillado a Artemisa.

Nico se sonrojó y solo atinó a mirar al suelo, es que ver a una de sus figuras de mitomagia cobrar vida, había sido algo fuera de serie, alucinante. Sacudió la cabeza ¡Su yo del libro lo iba a matar de vergüenza!

Artemisa lo vio un momento con la ceja arqueada pero después solo nego con la cabeza, pensando que el pequeño del libro tendría sus razones para eso.

—Nuestros padres murieron —dijo Bianca—. Somos huérfanos. Hay un fondo que se ocupa de pagar nuestro colegio, pero... —titubeó. Supongo que vio en nuestra expresión que no la creíamos—. ¿Qué pasa? —preguntó—. Es la verdad.

—Pero no toda la verdad —señaló una hija de Marte viendo a la chica, esta la miro fijamente. Ahora Bianca sabía que esa no era toda la verdad pero esa había sido su verdad en ese momento.

—Era lo que sabía en ese momento y es lo único que sabía y tenía seguro, lo demás era confuso, lo sigue siendo —aclaró ella con voz firme, miro a su padre por un instante y luego a su hermano, puede que ellos ahora supieran más de ella que ella misma, pero no por eso dejaba de ser Bianca Di' Angelo, la hija de uno y la hermana del otro. Y de alguno u otro modo ella iba a descubrir que tanto daño había hecho y que tanto le ocultaban los dos, aunque doliera tenía que saberlo. Y hacerse cargo de ello.

Nico solo le dio una mirada de hablaremos después, que aún no era momento para hacerlo. Que los dos debían estar listos para esto. Ella lo aceptó tal como lo hizo ayer, pero de que iban a hablar iban a hacerlo.

—Tú eres una mestiza —dijo Zoë Belladona, cuyo acento era difícil de situar. Sonaba anticuado, como si estuviera leyendo un libro viejísimo—. A fe mía que uno de vuestros progenitores era un mortal. El otro era un olímpico.

—Es porque tengo muchos más años de los que aparento —frunció el ceño Zoë su acento seguía siendo anticuado pero intentaba no decir palabras que sonaran así, Thalia le estaba ayudando en eso por alguna razón.

—¿Cuántos años tienes? —se atrevió a preguntar Percy mirándole, ella suavizó el rostro después de todo era un niño quien hablaba.

—Demasiados para contarlos pero en si tengo quince años —explico Zoë, Percy frunció el ceño mirándole con curiosidad genuina mientras asentía.

Esto de que todos tenían una edad distinta a la que aparentaba era algo muy loco, pero aún así les creía. Si los dioses existían ¿Por qué no la gente que parecía de menos edad cuando en realidad tenían muchos años más?

—¿Un olímpico? ¿Un atleta, quieres decir?

—Tu padre no llegaría a atleta, apenas y se mueve de su trono para dar un mandato —comenzó a molestar Demeter viendo a su hija que parecía querer replicar.

—Si hago ejercicio, en especial cuando no estás cerca —Hades sonrió con picardía mientras Perséfone desviaba la mirada de su madre que estaba furica.

—Y que ejercicios han de hacer —se metió Afrodita con una sonrisa nada inocente haciendo que más de uno entienda los ejercicios.

—Oh, aunque eso me hace pensar que si hacen tantos ejercicios ¿Por qué no tienen más hijas? —comentó Teseo como si nada, Annabeth tenía cubierto los oídos del pequeño Percy.

—Porque existen métodos y plantas que evitan esas cosas —comento como si nada Perséfone mirándose las uñas, su madre le veía escandalizada —No querría que mi madre se este enterando y pegando el grito al cielo cada vez y cuando —

—Yo tampoco quería enterarme de las cosas que hacen —masculló entre dientes Zeus, siendo un semidiós puede que tuviera más moral y más personalidad que como dios, así que escuchar lo que hacia o no su hija en el inframundo cuando su madre no estaba ahí, no era de su agrado. Tenía pena ajena. Así que empezó a leer más alto para que se detuvieran con esa conversación.

—No —dijo Zoë—. Uno de los dioses.

—¡Qué guay! —exclamó Nico.

—Que monada —comento Hazel haciendo que Nico se ruborice y esconda su rostro entre sus manos.

—¡Es súper guay! —grito Percy con emoción pues ya podía oír. Después de todo este era un gran sueño y el opinaba como el Nico del libro.

Probablemente este libro está diseñado para matarme de la vergüenza pensaba Nico con el rostro oculto y eso que aún faltaban más escenas.

—¡Ni hablar! —terció Bianca con voz temblorosa—. ¡No lo encuentro nada guay!

—Pero si es muy guay —Percy hizo un puchero, se sintió regañado por la Bianca del libro.

—Tal vez no opines eso más adelante —murmuró Teseo acariciando su cabello y captando su atención, Percy no entendía el porqué de esto pero asintió.

Perseo desde su lugar sonrió por ver a Teseo actuar de esa forma, le parecía tierno cuando él hacía eso. Muchas veces todos olvidaban que él fue padre, la mayor parte del tiempo uno muy bueno, pero por su actitud despreocupada muchos no lo creerían así. Era bueno cuando Teseo se portaba así. ¿Qué si seguía sintiendo mal por golpearlo en vez de abrazarlo? Si, porque en verdad quería estar junto a él pero se las aguantaría por ahora.

Nico se había puesto a dar saltos.

—Una ternurita —chillaron las hijas de Afrodita/Venus, Nico estaba pensando seriamente en un viaje muy lejano en sombras.

—Ni se te ocurra —murmuró en son de regaño Will como leyendo sus pensamientos —Suficiente con el de esta mañana —Nico no dijo o hizo nada, seguiría escondido hasta que su yo del libro dejara de actuar o decir cosas que lo avergonzaran.

—¿Es verdad que Zeus tiene rayos con una potencia destructiva de seiscientos? ¿Y que gana puntos extra por...?

—Hey yo quería saber —frunció el ceño Zeus, esta parte si que le había interesado.

—Más que de seiscientos diría yo, si lo sumas con su carta de poder con el escudo égida, pero si te enfrentas contra Plutón y su yelmo de la oscuridad, las cosas se ponen más parejas —comento Frank recordando el juego, muchos se le quedaron viendo.

—Pero si usas de distractor la carta de Proserpina en el campo, pierde bastantes puntos —comento otro chico romano y muchos comenzaron a comentar más y más del juego. Nico salió de su escondite.

—Miserables novatos, si hacen una combinación de Dioniso con sus vides y Ariadna más su tirso, no hay quien lo pare —se cruzó de brazos y veía hacia abajo a los demás, se sentía superior en ese juego. Al menos de momento.

—Pero si pones de distracción a una Ninfa, o activas la carta del laberinto, también pierdes bastantes puntos —frunció el ceño Frank, Nico lo vio retadoramente.

—¿Sabes cuán rara es la carta del laberinto? Es una de las cartas trampas más extrañas que existen y no la puedes activar a menos que tengas a Dédalo o Ícaro en el campo de batalla —refutó Nico y así comenzó una fuerte batalla de diálogos sobre batallas de Mitomagia. Zeus tuvo que alzar mucho la voz para hacerse oír.

—¡Cierra el pico, Nico! —Bianca se pasó las manos por la cara—. Esto no es tu estúpido juego de Mitomagia, ¿sabes? ¡Los dioses no existen!

—Pues creo que estabas bastante errada, cariño —le sonrió amablemente Demeter, ella solo atinó a sonreír. Había sido agradable ver por un instante, un atisbo del pequeño niño que había dejado en el campamento.

Aunque a mí me dominaba la angustia por Annabeth —lo único que deseaba era salir en su busca—,

Afrodita suspiro, le encantaba la historia que había entre esos "amigos" imaginaba que ya habían captado su interés en el futuro.

Hera tenía un rostro neutral a pesar de que sentía lo del Percy del libro, comenzaba a preguntarse ¿Por qué a ella le tenía que tocar sentir lo del chico? Estas Moiras hacían las cosas según su conveniencia, ella no tenía hijos y no tenía porque llegar a entender lo que era sentirse como uno ¿De qué le serviría? De nada, según ella pero por ahora lo resistiría, no diría nada.

no podía dejar de sentir lástima por los Di Angelo. Me acordaba de lo que había significado para mí descubrir que era un semidiós.

La mayoría miró el piso recordando como fue para ellos averiguar sobre este mundo, para algunos había sido un poco más traumantes que para otros. Si que debían sentir lástima por ello. El único que aún no entendía esto era Percy pues en este momento, él no entendía los peligros que corría siendo semidiós así que para él era genial, para su yo del futuro no, pero para el pequeño sí.

—¿Por qué es una lástima? —pregunto a Jason mirándole con sus grandes ojos verdemar con toda la inocencia del mundo.

—Porque como semidioses, corremos un gran peligro, los monstruos de los cuentos se vuelven reales, las heridas y las perdidas de amigos también —murmuró él tratando de que las cosas no sonaran tan mal, pero siendo totalmente sincero. Percy se lo quedó mirando antes de asentir.

—Aún así, me agrada serlo —murmuró de nuevo Percy y esta vez fue el turno de Jason para mirarlo.

—¿Por qué?

—Porque si no lo fuera, no los habría conocido, no tengo amigos y me alegra ver que en el futuro los tendré —respondió con simpleza, todos se habían quedado en silencio escuchando su respuesta. Jason le sonrió y sacudió su cabello, el pequeño tenía razón, eso era lo único bueno de ser lo que eran.

Que se conocieron y que la mayoría de ellos se había hecho familia, que no estaban solos en el mundo como siempre creyeron. Y que probablemente si no fueran semidioses si estarían solos.

Thalia debió de sentir algo parecido, porque la furia que brillaba en sus ojos pareció atenuarse un poco.

Por primera vez Zeus comenzó a entender la pena de su hija, la pena de ser el hijo de un dios. Puede que los semidioses no fueran devorados por sus padres divinos, ni viviendo en una cueva, pero tampoco vivían en un lecho de rosas. No es bueno ser material de los tres grandes habían dicho los semidioses, tal vez comenzaba a comprender porqué, su hija se sentía desesperada por su amiga, furiosa por no haber podido hacer algo y miserable porque no era la única en esa situación. Era terrible ser hijo de los tres grandes.

—Ya sé que cuesta creerlo —le dijo—, pero los dioses siguen existiendo. Créeme, Bianca. Son inmortales. Y cuando tienen hijos con humanos, chicos como nosotros, bueno... la cosa se complica. Nuestras vidas peligran.

—¿La de todos? —murmuró Percy viendo a los que estaban a su alrededor.

—Si, pero hey. Tú no te preocupes, todos estarán a salvo —ánimo Teseo viendo a Annabeth para que le permita cargar a Percy, ella dejó que lo tome de su regazo y lo ponga en el suyo —Todos tendrán un futuro mejor, te lo aseguro —le sonrío acariciando su cabello muy despacio y con gran tristeza.

—Para eso es toda la lectura, para que todos estemos a salvo —le aseguro Orión y Percy asintió, no había entendido demasiado pero si lo esencial. Todos los ahí presentes estarían bien, eso le agradaba, esperaba que el sueño no termine pronto. Aún no quería volver a una realidad con el apestoso a pesar de extrañar a su madre con locura.

—¿Como la de la chica que se ha caído? —dijo Bianca.

—Si como la de ella —murmuró Atenea aún mirando de vez en cuando a su hija, asegurándose que estaba bien y a salvo, no importaba que estuviera rodeada de hijos de Poseidón, importaba que estaba a salvo y viva, pero más que nada parecía feliz.

Una vaga imagen pasó por su mente haciendo que su pecho duela, hace siglos que no pensaba en ello. Miro a Tritón, el recuerdo tenía que ver con él, lo sabia pero como su mente y conocimiento era tan pobre, la imagen se le escapó, solo dejando la sensación de tristeza y amargura. ¿Qué hizo ella?

Thalia se dio la vuelta. Incluso Artemisa parecía afligida.

—Cualquiera lo estaría —murmuró Ana hija de Venus mientras Chris pasaba la mano por su espalda, él mismo tenía recuerdos terribles sobre perdidas pero más que nada ella. Él a pesar de siempre querer batallas, no sabría que hacer si algo le pasaba a su amiga, era la única que tenía.

—Lo sabemos —le aseguro el y ella asintió con una leve sonrisa, a veces parecía que solo se tenían los dos a pesar de estar en distintas cohortes.

—No desesperéis —dijo la diosa—. Era una chica muy valiente. Si es posible encontrarla, yo la encontraré.

—Entonces ¿Por qué no dejo que fueran por ella en ese instante? —murmuró por lo bajo Leo que estaba demasiado metido en la historia, Piper solo negó con la cabeza.

—Porque el esta lastimado Leo, además que está con la cabeza hecha un lío, habría sido demasiado peligroso —intento explicar la Cherokee tratando de que su amigo se calmara para seguir oyendo la lectura.

—Entonces ¿por qué no nos dejas ir a buscarla? —pregunté.

—Bien Leo ya vas evolucionando, ya piensas como el Percy de catorce años —felicitaba Piper y Leo sonrió a más no poder.

—Voy en camino ha ser un gran héroes —se ufano y Piper solo río, pero la verdad le preocupaba que enserio se parezca a Percy, porque algunos de los pensamientos de él eran bastante deprimentes y suicidas aún vagaba la pregunta en su cabeza ¿Los de Leo serán iguales? Aunque no lo culparia después de todo, la vida no lo había tratado ni remotamente bien.

—Porque ha desaparecido. ¿Acaso no lo percibes, hijo de Poseidón? Hay un fenómeno mágico en juego. No sé exactamente cómo o por qué, pero tu amiga se ha desvanecido.

Atenea asintió, su hija seguía viva pero simplemente la han llevado de alguna forma a otro lugar muy distante de donde están. Frunció el ceño, tal vez Cronos tenía que ver en eso, después de todo el hijo de Hermes había creado un portal y huido del campamento mestizo, pudo hacer lo mismo con su hija, lo que significaba que ya tenía bastante poder. Tanto como para hacerlo a distancia pues no estaba en ese momento de la batalla.

Yo seguía deseando saltar por el acantilado para buscarla, pero intuía que Artemisa tenía razón.

—Siempre tengo razón —añadió Artemisa, Percy la miró, le sonrió y asintió.—Como cuando le digo a Apolo que si sigue mirando a mis cazadoras va a terminar mal —el dios sonrió inocente pues las había estado mirando justo en ese momento junto con Hermes.

—Pero es que Arty, tanta belleza desperdiciada. Pudieron ser hermosas cantantes, bailarinas, artistas —decía el Dios mientras las cazadoras rodaban los ojos, si, claro, él estaba pensando en eso.

—Unas modelos exóticas —les guiño un ojo Hermes recibiendo un gruñido de las cazadoras.

—Que siga la lectura y Percy, no aprendas esas cosas. No seas como ellos —les lanzo flechas a los dos dioses que seguían molestando a las cazadoras.

—Entendido —asintió Percy mientras Annabeth le revolvía el cabello y Teseo le hacía cosquillas.

—Pero eso si, cuando tengas una novia hermosa, debes cuidarla mucho —decía Teseo mientras Annabeth se sintió incómoda, él lo notó —Percy ¿Cómo quisieras que fuera tu novia cuando crezcas? —

—Cómo la princesa —señaló a Annabeth sin contemplaciones y ella se sonrojó hasta las orejas mientras los demás sonreían burlones.

—Qué gustos que tienes —le sonrío Teseo ¿Qué si a él le agradaba Annabeth? Si, pero no demasiado, aún así había aceptado que era la elección de Percy, no la suya así que solo la aceptaría.

Otro que no estaba muy feliz por eso era Tritón, que si, por mucho que no quisiera estaba comenzando a preocuparse por Percy, por sus hermanos y las relaciones de estos, tampoco le agradaba demasiado la hija de Atenea, más que nada por quien es su madre. Aún no olvidaba lo que sucedió por su culpa, nunca lo olvidaría, pero él nunca iría contra la chica, si a Percy le hacia feliz ella, él no podía hacer nada. Solo vigilar que él fuera feliz.

Annabeth había desaparecido. Si hubiese estado allá abajo, en el mar, yo habría sido capaz de percibir su presencia.

—¿Puedo hacer eso? —pregunto un muy asombrado Percy.

—Oh si, eso y mucho más —aseguro Annabeth, el abrigo mucho la boca.

—Uau —en realidad no se creía capaz de hacer algo así, él no era nada especial. Todos se habían encargado de recalcarselo siempre, menos su madre, ella era la única que creía en él.

—Tal vez después podamos ver a las bonitas señoras del agua, para que veas que eres capaz de eso —Annabeth acomodo los cabellos de Percy y el se la quedo mirando ¿Cómo sabia ella sobre las señoras del agua? Esperen...

—¿Si hay señoras en el agua? —la rubia asintió —Entonces no estoy loco —sonrió mientras los demás fruncieron el ceño.

—¿Por qué lo estarías? —pregunto Jason, bueno ellos decían que estaba loco pero se lo decían a un Percy más grande y nunca con malicia.

—Porque eso dicen todos, porque veo señoras en el agua que me saludan —murmuró el pequeño abrazando su tiburón —Además de que veo cosas que los demás no —

—No estas loco Percy —le aseguro su padre poniéndose de pie y frente a él —Solo que perteneces a un mundo distinto al de ellos —

—Pero, yo no quiero ser único, yo, yo quiero encajar. Quiero tener amigos, ser normal para que mamá no se preocupe por mi —murmuró apretando más su tiburón, su padre lo tomó en brazos y se lo llevó a sentar con él.

—Tú eres normal y encajas perfectamente en tu familia, te aseguro que tu madre no se preocupara en futuro por ti y tendrás muchos amigos —su padre trataba de consolarlo y animarlo. Teseo se mordía el labio mientras los veía. Poseidón acariciaba el cabello de su hijo muy lentamente, este trataba de respirar despacio.

Él quería ser normal para que a su madre dejen de estarle diciendo que era un mal niño, que nunca se sabría comportar al paso que iba pero más que nada quería amigos, gente que lo quiera por lo que es y que no lo tilden de loco. Pero estaba visto que no lo conseguiría al menos en mucho tiempo.

—¿Y el doctor Espino? —intervino Nico, levantando la mano—. Ha sido impresionante cómo lo habéis acribillado. ¿Está muerto?

—Esa inocencia es la que deberían conservar todos —susurro Hestia viendo tristemente a los semidioses, más de uno se había sentido identificado con lo que dijo el pequeño niño. Ellos tampoco encajaban con las demás personas, por eso vivian el año entero en el campamento y el resto hacia lo posible por pertenecer ahí apesar de saber que ese no era su lugar.

—Era una mantícora —dijo Artemisa—. Espero que haya quedado destruida por el momento.

—No fue mucho el momento —hizo una mueca Thalia, ella prefería no pensar en lo que dijo su ahora muy pequeño primo. Ella misma había pasado por esa tortura, la pasó antes de ser semidiosa y comprendía porque Nico tampoco quería estar con los mortales, ellos no eran de ese tiempo y todos les trataban como extraños totales. Puede que ella no fuera de tiempos tan antiguos como Nico pero igual habían años de diferencia por ende de creencias y gustos.

Aunque no es como que tampoco encajara demasiado en su tiempo, después de todo ella dejo todo de lado mientras cuidaba de Jason. Él se había vuelto su razón de vivir y el único motivo por el que soportaba a su madre. Tal vez por eso no entendía del todo a Bianca y su decisión apresurada de hacerse cazadora, pero comprendía que al igual que ella huía.

Pero los monstruos nunca mueren del todo. Se vuelven a formar una y otra vez, y hay que cazarlos siempre que reaparecen.

—Y lastimosamente algunos quieren repetir la historia y seguir atacando a los hijos del mismo dios —Teseo se estremeció en su lugar haciendo que le duelan sus costillas y se queje ligeramente.

Perseo se levantó de su lugar y se sentó entre él y Annabeth, está simplemente se deslizó hacia un lado igual que Jason. El hijo de Zeus pasó su mano por los vendajes del pecho de Teseo y los ajusto, asegurándose de que no se vayan a caer, con tanto movimiento que había hecho se estaban moviendo de lugar.

—Cuídate un poco más —le gruñó por lo bajo a Teseo, este solo le sonrió, no dijeron más. Perseo se quedó a lado de su amigo y lo acomodó bien en el asiento para que no le duelan las heridas.

—O ellos nos cazan a nosotros —observó Thalia.

—No quiero ser la presa —murmuró el pequeño entre los brazos de su padre abrazando a su tiburón. Entre los brazos de él, se sentía a salvo, casi como con su madre.

—No lo serás —le aseguro Poseidón acariciando su mejilla, si de él dependía ningún monstruo lo atacaría y si lo llegaba a hacer, su hijo sabría defenderse.

Bianca di Angelo se estremeció.

—Lo cual explica... ¿Te acuerdas, Nico, de los tipos que intentaron atacarnos el verano pasado en un callejón de Washington?

Nico y Bianca intercambiaron una mirada, los dos se estremecieron. Ambos los recordaban a la perfección. Hades se llevó una mano a la frente, oh si, estaba a punto de morir de un infarto divino, sus hijos habían sido atacados ¿En qué había pensado en dejarlos pasear por ahí solos? Era un padre horrible, Perséfone solo acariciaba su brazo tratando de calmarlo, bajo la atenta mirada de su madre.

—Y aquel conductor de autobús —recordó Nico—. El de los cuernos de carnero. Te lo dije. Era real.

Los mestizos se estremecieron, en especial Jason recordaba muy bien a un gran tipo con cuernos de carnero, no lo quería ver de nuevo en lo que le quedaba de existencia si era posible. Pronto sintió que alguien pasaba su brazo por los suyos, miró a un lado, Orión estaba a su lado y era quien trataba de calmarlo, se lo agradecía mucho, no muchas personas se detenían a pensar en si después de matar a un monstruo los semidioses quedaban con traumas. Ahora los dioses se estaban replanteando eso.

—Por eso os ha estado vigilando Grover —les expliqué—. Para manteneros a salvo si resultabais ser mestizos.

—Lo que lastimosamente resultamos ser —Nico apretó con fuerza la caja que tenía en su chaqueta, odio saber que era un mestizo cuando le dijeron de la muerte de su hermana, odio que ella lo dejara, odio dejarse engañar por Minos pero tal vez lo que más odio es que dejaran que fuera el propio Percy quien le de la mala noticia. Era como si querían que él se desilusionara de Percy desde ese momento, como si el destino y lo que le rodeará simplemente conspirara en su contra.

—¿Grover? —Bianca se quedó mirándolo—. ¿Tú eres un semidiós?

—Un sátiro en realidad —aclaró Grover pero mirando a Percy que le veía con curiosidad aún —Soy mitad cabra mitad humano —le explico al niño, él solo lo siguió evaluando con la mirada.

—Un sátiro, en realidad. Se quitó los zapatos y le mostró sus pezuñas de cabra. Creí que Bianca se desmayaría allí mismo.

—Casi lo hice —ella se sonrojó mientras los demás reían por lo bajo, Grover también se sonrojó, había sido muy imprudente con ella. Pero que le iba a hacer, él no era adivino para saber que las patas de cabra impresionaban tanto, aunque debió imaginarlo después de todo no era la primera vez que encontraba mestizos.

—Grover, ponte los zapatos —dijo Thalia—. Estás asustándola.

—¡Eh, que tengo las pezuñas limpias!

—Igual la asustaste Grover —regaño Annabeth desde su lugar mirando al sátiro que solo sonrió apenado.

—Disculpas por eso Bianca —miro a la chica pero esta solo desestimó el tema con una mano, eso ya no importaba.

—Bianca —tercié—, hemos venido a ayudaros. Tenéis que aprender a sobrevivir. El doctor Espino no va a ser el último monstruo con que os tropecéis. Tenéis que venir al campamento.

—¿Por qué no puede ser el último? —preguntaba Hades mirando al techo —Tal vez ningún monstruo mejor, una bonita habitación aislada —

—Nada de habitaciones aisladas, son niños Hades —regañaron al mismo tiempo Hestia, Perséfone y Demeter viéndole con el ceño fruncido, él se encogió en su lugar. Bonito momento para que le presten atención y más que nada para que se junten las tres, suficiente tenía cuando Perséfone y su madre congeniaban como para que ahora se les una Hestia. Mejor se quedó callado, si no ahora si iba a ser el señor de los muertos con todas sus letras y de forma muy literal.

—¿Qué campamento?

—El Campamento Mestizo. El lugar donde los mestizos aprenden a sobrevivir. Podéis venir con nosotros y quedaros todo el año, si queréis.

—O el campamento Júpiter —dijo Reyna.

—O las Amazonas también son una opción si eres mujer, también si eres hombre —sonrío de forma siniestra cuando dijo lo ultimo, lo que les hacía pensar a los chicos que no querían ver a las Amazonas aparte de en esa batalla.

—O en cazadora, pero es notorio que ya habéis elegido vuestro camino —dijo Zoë mirando a la chica, ella le sonrió y asintió. Thalia solo respiro hondo ante esto y sintió la mirada de alguien.

Luke le había visto por un momento y luego al suelo, aunque quería descubrir los motivos para que ella se fuera con las cazadoras, sabía que él tenía bastante que ver con eso pero creía que había algo más pero ¿Qué?

—¡Qué bien! ¡Vamos! —exclamó Nico.

—Pero que dulzura de niño —Afrodita sonrió a Nico que solo pasaba las manos por su rostro con frustración.

—Maldito Libro, estúpido Percy —mascullaba entre dientes y parecía imaginar a su amado primo de dieciséis años entre sus manos muriendo asfixiado, porque skata tenía que aparecer él en sus libros y peor su yo de diez.

—Tranquilo Nico —Will le sonreía y frotaba sus brazos tratando de calmarlo, él solo le gruñía pero no se alejaba del rubio.

—Espera. —Bianca meneó la cabeza—. Yo no...

—Hay otra opción —intervino Zoë.

—No, no la hay —dijo Thalia.

Zoë arqueo una ceja mirando a Thalia, esta le había dicho que se llevaban mal en su tiempo al principio, bueno había dicho que muy mal pero pensaba que exageraba. Estaba visto que no era así.

—No quería admitir algunas verdades en ese entonces —se encogió de hombros mirando al frente, en ese momento no quería creer que había perdido totalmente a Luke, que su hermano y su madre estaban según muertos, qué había perdido a Annabeth por su descuido y que tras eso viviría para siempre asediada de monstruos, cortesía de su padre al ser su hija. Pero al final lo acepto, acepto que los hombres eran malos, en su mayoría, que si había otra opción de no ser la presa sino quien vaya tras ellos y que Annabeth ya estaba en mejores manos, que no la necesitaba como antes. Ella aprendió mucho en ese viaje.

Las dos se miraron furibundas. Yo no sabía de qué hablaban, pero estaba claro que entre ellas había alguna cuenta pendiente. Por algún motivo, se odiaban de verdad.

Luke asentía, al menos lo que él sabía, ellas se habían odiado desde el momento en que Zoë Belladona puso sus ojos en ella en aquel callejón mientras huían de un perro del infierno. A Thalia nunca le había gustado que le den órdenes y eso habían intentado hacer Zoë para cazar al perro del infierno, pero la odio más cuando le dijo que ella tendría un mejor futuro con las cazadoras, que él no servía para nada y que lo mejor era dejarle, que hasta Annabeth podía ir con ellas pero él no. Tal vez Zoë tenía razón sobre eso.

—Ya hemos abrumado bastante a estos críos —zanjó Artemisa—. Zoë, descansaremos aquí unas horas. Levantad las tiendas. Curad a los heridos. Recoged en la escuela las pertenencias de nuestros invitados.

El tema en el libro estaba zanjado pero más de uno quería saber que es lo que había sucedido entre esas dos para que se llevaran así en el libro, bueno como se llevaban ahora imaginaban que lo leerían así que eso no importaba demasiado. Pero se veía que Thalia, Luke y Annabeth, los únicos conocedores de ese tema, no dirían nada.

—Sí, mi señora.

—Y tú, Bianca, acompáñame. Quiero hablar contigo.

Apolo frunció el ceño, entendía que su hermana quisiera que la chica fuera cazadora pero no solía invitarlas a su tienda de campaña. Artemisa también observaba el libro con interés ¿Por qué su yo del libro parecía tener prisa con convertir a la chica en cazadora? Porque notaba que eso quería, no entendía porque pero lo quería.

—¿Y yo? —preguntó Nico.

Artemisa lo examinó un instante.

—Tú podrías enseñarle a Grover cómo se juega a ese juego de cromos que tanto te gusta. Grover se prestará con gusto a entretenerte un rato... como un favor especial hacia mí.

La mirada de Nico se ensombreció, en ese momento no había entendido porque quería hablar con su hermana a solas, porque solo se interesaba en ella y a él lo dejaba de lado. Ella también lo había hecho a un lado como a la mala yerba, todos lo habían dejado de lado.

—Nico cálmate —susurro Will apretando su mano, haciéndole caer en cuenta que no estaba solo, que el rubio no lo estaba dejando de lado, a su otro lado estaba Hazel. Desde el momento que se conocieron, ella tampoco lo dejó de lado, más allá sintió que Jason lo vigilaba y Reyna, los del Argo II lo hacían.

No se había dado cuenta pero había hecho que el piso temblará y una grieta casi se abría en este, se tranquilizó y esta se cerró. Hades le veía con preocupación igual que Bianca y Perséfone, pero ninguno de ellos podía hacer nada, porque Nico simplemente a ellos no los sentía de su lado.

Grover estuvo a punto de trastabillar.

—¡Por supuesto! ¡Vamos, Nico!

—Le has alegrado el día entero —decía Hefestos con una sonrisa de lado o al menos eso parecía, miraba a su hijo que una vez más parecía ansioso pero esta vez no era personal, estaba realmente preocupado por el pequeño de Hades, no dejaba de verlo mientras trabajaba. Parecía que estaban haciendo el intento de llevarse bien, no muchos lo hacían y eso le demostraba a Hefestos que su hijo más que un herrero, era una gran persona. Llegaría muy lejos si seguía así, aunque aún le preocupaba los destellos de tristeza que a veces dejaba ver su hijo, él más que nadie sabía que no era bueno guardarse las cosas, porque eran como una bomba que explotaba sin previo aviso.

Los dos se alejaron hacia el bosque, hablando de energía vital, nivel de armadura y cosas así, típicas de chiflados informáticos.

—No es de chiflados informáticos —masculló más de uno, incluido Octavian después de todo el también jugaba ese juego.

Artemisa echó a caminar por el borde del acantilado con Bianca, que parecía muy confusa.

Bianca hizo una mueca, aunque estaba confusa en demasiados aspectos pero estaba tratando de asimilar todo.

Las cazadoras empezaron a vaciar sus petates y montar el campamento.

Zoë le lanzó una nueva mirada furibunda a Thalia y se fue a supervisarlo todo.

—Vaya que nos llevábamos verdaderamente mal —susurro ella y Thalia asintió.

—Después te explicaré el porqué pero te aseguro que eso quedo atrás o adelante, es confuso —frunció el ceño, Zoë río ante eso la otra la siguió. Siempre era confuso por este viaje al pasado.

En cuanto se hubo alejado, Thalia pateó el suelo con rabia.

—¡Qué caraduras, estas cazadoras! Se creen que son tan... ¡Aggg!

Las cazadoras arquearon una ceja mirando a su teniente, ella se sonrojó furiosamente. Su yo del libro la estaba avergonzando mucho, ahora entendía porque Nico ocultaba su rostro.

—Estoy contigo —asentí—. No me fío...

—¿Así que estás conmigo? —se volvió hecha un basilisco—.

Annabeth frunció el ceño tratando de comprender porque Thalia miraría así a Percy, se llevaban mal si pero ella nunca lo había mirado así. Thalia miró al suelo y suspiró sabiendo lo que venía.

¿Y en qué estabas pensando en el gimnasio? ¿Creías que ibas a poder tú solo con Espino? ¡Sabías muy bien que era un monstruo!

—Él estaba haciendo lo que creía mejor para los mestizos Thalia —regañó Annabeth mirando a la hija de Zeus que solo miraba su lanza como si fuera lo más interesante del mundo.

—Y no le va a gustar lo que viene después —murmuró para si misma, todos las miradas estaban sobre ellas.

Hera podía sentir la mezcla de emociones que tenía el chico, Zeus en cambio sentía solo dos cosas Ira y Frustración, pero no eran exactamente contra el chico, si no con ella pero aún así fue con él con quien se desquitó.

—Yo...

—Si hubiéramos permanecido juntos habríamos acabado con él sin que intervinieran las cazadoras. Y Annabeth tal vez seguiría aquí. ¿No lo has pensado?

—No habría servido de nada Thalia, si él se hubiera regresado por nosotros, Espino simplemente habría podido trabajar más rápido llevándose a Bianca y Nico, si no fuera por la intromisión de él, ni siquiera habríamos visto la sombra de Espino —replicó Annabeth y Thalia apretó la lanza en sus manos.

—¡Lo sé! ¡Lo sabía! ¡Pero es que no pude salvarte! ¡Pensé que morirías! —grito ella poniéndose de pie.

—Esa no es razón para decirle eso a Percy, él creyó al igual que tu que eso era lo mejor, también fue lo que yo creí mejor. Porque tampoco quería que nada les pasara —contesto la rubia y Thalia zapateo el suelo soltando chispas.

—Te acababa de recuperar y te perdí por las mismas, no pensé en ese momento. Solo me deje llevar por la ira —respondió Thalia sintiendo las lágrimas bajar por sus mejillas —No debí dejar que hicieras ese plan —

—Fue mi decisión Thalia —Annabeth se puso de pie y camino hasta ella —Ya no era la niña del callejón, ya no soy aquella niña, sabia las consecuencias —abrazo a su amiga, nunca habían hablado concretamente de ese tema.

—Lo sé, me dolía ya no poder defenderte, ver que habías crecido sin mi, lo lamento —susurro contra el cuello de la otra —Todo lo que quería se había ido —Annabeth limpio su rostro con sus manos.

—No todo, aún me tienes a mi y hasta conseguiste una familia muy muy grande —murmuró Annabeth, Thalia asintió.

—Pero no una contigo —susurro limpiando su rostro.

—Sigues siendo mi familia Thalia, de hecho tienes más, porque esta Jason y Percy, también Nico aunque lo niegue la mayor parte del tiempo —ambas rieron cuando lo oyeron gruñir. Se volvieron a abrazar, ella había descargado parte de la ira que había pesado en su pecho en el momento del secuestro de Annabeth —Y le debes una disculpa al sesos de alga —

—¿Y admitir que me equivoqué? Lo pensaré —hizo una mueca y la otra rodó los ojos. La rubia volvía a su lugar junto a Jason y Perseo, Thalia recibió abrazos de parte de las cazadoras.

Luke solo podía pensar en lo que ellas dijeron, él a pesar de estar en el mismo lugar que Annabeth y si haberla visto crecer, en realidad se desligó bastante de ella cuando llegaron al campamento. Su odio hacia su padre había terminado de destruir la pequeña familia que habían sido. Se sintió aún peor que antes.

Apreté los dientes. Se me ocurrieron varias cosas que decirle, y quizá se las habría dicho si no hubiese bajado entonces la vista y reparado en una cosa azul tirada en la nieve. La gorra de béisbol de los Yankees. La gorra de Annabeth.

Ares comenzaba a aburrirse de todo esto, no había nada de acción. Creyó que habría algo de pelea en la sala con la furia que estaba desatando su medio hermana pero no, todo había terminado en abrazos y lágrimas, tonterías. Afrodita por su parte estaba encantada con todo esto, se estaba todavía enjugando una lágrima vaga. El Dios de la guerra por otro lado pesaba que su madrastra estaba muy quieta ¿Tramaba algo? Eso sería más interesante que ver a dos chicas llorar y abrazarse.

Thalia no dijo nada. Se secó una lágrima y se alejó sin más, dejándome solo con la gorra mojada y pisoteada.

Ahora tanto Thalia como Annabeth respiraban más tranquilas pero no querían saber o tal vez si, de igual forma lo sabrían, cuanto le habían afectado estas palabras a Percy. Menos mal el pequeño Percy parecía no haber prestado atención a todo esto estaba entretenido jugando con una figura de agua que su padre hacía mover de un lado a otro como serpiente marina.

* * *

Las cazadoras montaron el campamento en unos minutos. Siete grandes tiendas, todas de seda plateada, dispuestas en una medialuna alrededor de la hoguera.

—¿Cómo pueden hacer eso? —curioseo Rachel, lo de hace un momento parecía haber puesto a todos bastante de los nervios y emotivos, así que ella trataba de distraer su mente de todo esto.

—Práctica e implementos especiales de las cazadoras —sonrío una de ellas.

—Y ella es mi bonita oráculo, a las que tus cazadoras están prohibidas de tocar, es mía —Apolo se levanto y abrazo posesivamente a Rachel que se puso tan roja como su cabello.

—Pero sigue siendo una doncella —Artemisa sonrió solo con el afán de molestar a su hermano —Si te cansas de trabajar para mi odioso hermano, hay muchas cosas que en la caza te podemos enseñar —Apolo gruño.

—No puedes ser cazadora, es mía. Además ella ya tiene un trabajo importantísimo —aseguro el Dios y Rachel arqueo una ceja mirándole.

—Señor Apolo con todo respeto, a veces pienso que solo soy su secretaria —murmuró ella tratando de calmarse y alejarse del Dios. Vamos que ella sería muy doncella y todo, pero seguía teniendo ojos y el Dios estaba como quería.

—¡Y por eso! ¡Es importante! Sin profecías no hay misiones, sin misiones sus vidas pierden un destino muy importante, además que no tendrían ningún conocimiento de los males que se avecinan —explico el dios mientras volvía a su lugar, RED solo lo vio irse.

—Bastante avisan —murmuró ella —Bastante enredado y confuso —los mestizos que la alcanzaron a oír asintieron, más que enredado complicado pero sabían que el dios tenía razón sobre la importancia de las profecías.

Una de las chicas sopló un silbato plateado. De inmediato, del bosque surgieron unos lobos blancos que empezaron a rondar en círculo alrededor del campamento, como un equipo de perros guardianes.

—Más que perros guardianes son nuestros aliados y amigos —dijo otra cazadora, Reyna sonrió levemente ante esto, le recordaron bastante a sus perros, se preguntó si podría llamarlos ahí. No lo había intentado pero tal vez lo haría, ellos siempre eran buena compañía.

Las cazadoras se movían entre ellos y les daban golosinas sin ningún miedo, pero yo decidí no alejarme de las tiendas.

—No creo que le hubiesen hecho algún daño —murmuró Orión, los lobos protegían y los creía incapaces de atacar a alguno de ellos fuera hombre o mujer, a menos que las cazadoras se lo ordenaran, tampoco creía que Artemisa diera esa orden. Después de todo se veía que le tenía estima a Percy, mucha.

Había halcones observándonos desde los árboles con los ojos centelleantes por el resplandor de la hoguera, y yo tenía la sensación de que también ellos estaban de guardia.

—Lo están, ellos vigilan desde arriba cualquier amenaza, no hay mejores vigías que ellos —comento Ares jugando con un cuchillo de caza mirando disimuladamente por sus gafas a su madre que parecía muy molesta con el castigo pero que aún así se rehusaba a hacer algo ¿Por qué?

Incluso el tiempo parecía doblegarse a la voluntad de la diosa. El aire seguía frío, pero el viento se había calmado y ya no nevaba, con lo que resultaba casi agradable permanecer junto al fuego.

—Me llevo muy bien con las ninfas de los bosques, así que ellas nos hacen esos favores cuando estamos cerca de sus dominios —explico Artemisa mirando a Orión que parecía cuidar de Jason, él siempre era amable y parecía que ni con el pasar del tiempo en los Elíseos, eso seguía ahí. Era su esencia y en parte lo que había hecho que Artemisa se enamore de él. Desvió la mirada debía olvidar esas cosas.

Zeus que noto las miradas de su hija al engendro del mar, solo frunció el ceño. Le molestaba el hecho de que tal vez ella vaya a romper su voto por él, por un engendro marino ni más ni menos, ni siquiera era un mestizo ¡Era el hijo de monstruo! ¡Una aberración! Sacudió la cabeza mejor olvidaba el asunto o se amargaria incluso más de lo que ya estaba con los sentimientos de su hija del libro.

Casi... salvo por el dolor del hombro y la culpa que me abrumaba.

Annabeth y Thalia suspiraron, ya se imaginaban que así se sentiría. Y Thalia solo podía sentirse peor, ella le había lanzado la culpa de todo, ella era la culpable de ese sentimiento.

—Siempre es mi culpa —susurro Percy aún viendo la serpiente marina que su padre había hecho para él, la deshacía con su mano y esta se volvía a hacer de la nada, se enredaba en su muñeca dejando fresco el lugar por donde pasaba.

Poseidón se lo había quedado mirando sin que lo note, había oído lo que dijo, quería decirle que no tenía la culpa de nada pero mejor calló al ver que había decidido dejar el tema y jugar con la serpiente dejando que esta bese su mejilla. Era mejor que este tranquilo por el momento.

No podía creer que Annabeth hubiese desaparecido. Y por muy enfadado que estuviera con Thalia, tenía la sensación de que era cierto lo que me había dicho. Había sido por mi culpa.

—Esta bien, está bien, me disculpare con el sesos de alga cuando este aquí —alzo las manos en son de defensa al ver que más de uno le veía con reproche, hasta sus cazadoras la miraban.

—¿Quién es sesos de alga? —ladeó la cabeza Percy dejando un momento de lado la serpiente Marina.

—Es un apodo cariño que te suelo decir yo y que los demás no deberían decirte —miro a Thalia cuando lo aclaro, ella solo se encogió de hombros.

—Mientras el de dieciséis no este aquí, lo llamaré como quiera —Annabeth rodó los ojos ante su respuesta. Percy solo se las quedo mirando sin entender nada una vez más y eso comenzaba a frustrarle.

¿Qué era lo que iba a contarme Annabeth en el gimnasio? «Algo muy grave», había dicho.

—¿Qué era eso? —pregunto Butch viendo a Annabeth, que seria eso a más de que se mudaria posiblemente a San Francisco en el libro.

—Me imagino que lo sabrán en su momento —ella trato de sonreír, pero la verdad es que lo que le iba a decir de verdad era muy difícil, él en ese momento había sido su mejor amigo, con el que podía contar para todo pero la idea de irse lejos, a un lugar lleno de más monstruos que los conocía, la había asustado y tal vez por eso el enojo de Thalia hacía las cazadoras había aumentado. Pero ahora estaba feliz de no haber aceptado eso.

Quizá nunca llegaría a saberlo. Recordé cómo habíamos bailado juntos media canción y me sentí aún más apesadumbrado.

—Es tan triste —sollozo Afrodita, lo del libro y lo de la sala, la tenía tan emocionada, sus sentimientos y su poder estaba a todo lo que daba. Era tan hermoso y tan trágico, que sabía que su yo pronto tendría que estar por ahí, tal vez no de forma visible pero estaba, de eso no le cabía duda. Después de todo, ellos le estaban dando una historia casi como la de Paris y Helena, amaba a esos dos.

Miré a Thalia, que se paseaba inquieta entre los lobos, en apariencia sin ningún temor. De pronto se detuvo y se volvió hacia Westover Hall, que ahora, sumido en una completa oscuridad, asomaba sobre la ladera que quedaba más allá del bosque. Me pregunté qué estaría pensando.

—Qué tal vez habría hecho lo mismo que él pero que no sabia como admitirlo y que no quería disculparme por mi arrebato, que se suponía era la mayor y lo único que había hecho era perderla a ella y dejar que un niño cargue con toda la culpa —murmuró ella mordiendo su labio inferior viendo hacia el pequeño Percy imaginando cuanto no se habría culpado el grande en el libro y que tal vez no quería saberlo.

Siete años atrás, su padre la había convertido en un pino para impedir que muriese mientras hacía frente a un ejército de monstruos en lo alto de la Colina Mestiza. Ella se había sacrificado para que sus amigos Luke y Annabeth pudieran escapar. Ahora sólo habían pasado unos meses desde que había recuperado su forma humana, y de vez en cuando se quedaba tan inmóvil que habrías jurado que seguía siendo un árbol.

Thalia se quedó mirando a la nada recordando esos días, había sido todo tan extraño, para ella solo había sido dormir mientras que los demás le habían dado por muerta, el mundo había seguido sin ella y volverse a adaptar a el había sido imposible por mucho que tuviera ayuda de Annabeth y Quiron. Cuando despertó ya no había encontrado un lugar al que pertenecer, el campamento nunca le había ofrecido eso hasta después. Enseguida a su despertar la habían adiestrado para ser la líder, solo por ser hija de Zeus, a ser la que iba por la profecía por ser la mayor, a ser cualquier cosa menos ella. Miro a las cazadoras, ellas le hicieron sentir bienvenida y que no todo estaba sobre sus hombros. Ella las quería mucho.

Al cabo de un rato, Grover y Nico regresaron de su paseo. Una de las cazadoras me trajo mi mochila y Grover me ayudó a curarme el hombro.

—¡Lo tienes verde! —comentó Nico, entusiasmado.

—La inocencia de un niño —comentó una hija de Afrodita mirando a Nico que solo escondió su rostro contra el cuello de Hazel y Will apretaba su mano mientras veía con los ojos entrecerrados a la chica hasta que esta desvió la mirada.

—No te muevas —me ordenó Grover—. Toma, come un poco de ambrosía mientras te limpio la herida.

—Bien hecho Grover —felicito Quiron y este le sonrió, era lo menos que pudo hacer por quien arriesgó su vida por dos semidioses, Percy había sido muy valiente.

Empezó a curarme y yo hice una mueca de dolor, aunque la ambrosía ayudaba un montón.

—Ya me imagino que si —Aquiles observaba a Percy que estaba atento a la lectura pero que movía su pierna o su mano de vez en cuando acomodándose y luego veía a Belerofonte que hacía lo mismo —Tal vez debamos entrenar, no hemos desgastado energías —el castaño sonrió y asintió, era verdad hace días que no practicaban con la espada. El rubio sonrió, le había sacado una sonrisa al castaño.

Sabía a brownie casero; se te deshacía en la boca y te infundía una cálida sensación por todo el cuerpo.

—A mi me sabe a los cup cakes del café del campamento Júpiter —suspiro una legado de Aquilon y los demás comenzaron a recordar también a que les sabia eso, haciendo que les de algo de hambre.

—Cuando termine el capítulo comeremos niños —les sonrío cálidamente Hestia y más de uno asintió, hasta los dioses.

Entre eso y el bálsamo mágico que usaba Grover, me sentí mucho mejor en un par de minutos.

—Lo cual alegra mucho a tu padre —Poseidón revolvió el cabello de su hijo con cariño y este río.

—Y a nosotros nos alegra verlo así y no preocupado —murmuró Teseo mientras Perseo le volvía a acomodar las vendas porque simplemente Teseo era muy inquieto y se aflojaban por momentos.

—Y yo quisiera que te quedes quieto —Perseo lo acomodó contra él y lo abrazó con cuidado por la cintura —Ya, creo que así —de esta forma se aseguraba que este quieto, mientras Teseo se sintió incómodo, con lo que ahora sabia ¿Cómo no hacerlo? Perseo no se daba cuenta pero él si, las señales eran muchas. Respiro despacio y trato de no ruborizarse por la cercanía del otro. Aunque no hacía un buen intento, sus mejillas tenían un leve sonrojo.

Nico se puso a hurgar en su propia mochila, que por lo visto las cazadoras habían llenado con todas sus cosas (aunque yo no tenía ni idea de cómo se habrían colado sin ser vistas en Westover Hall).

Las cazadoras tenían sonrisas maliciosas mirando a los campistas que prefirieron no saber como es que lo hicieron y si tal vez hicieron más que llevarse esas cosas.

Sacó un montón de figuritas y las dejó sobre la nieve. Eran réplicas en miniatura de los dioses y los héroes griegos, entre ellos Zeus con un rayo en la mano, Ares con su lanza, y Apolo con el carro del sol.

—Interesante —murmuraron los dioses, hace mucho que no les hacían figurillas a escala tan pequeñas, por lo general eran grandes estatuas, no pequeñas imágenes.

Nico se resguardó aún más la caja que le había dado Jason, en este momento eso le hacía sentir tranquilo. Había recuperado parte de lo que el fue, ya fuera bueno o malo, lo tenía de vuelta en sus manos.

—Buena colección —le dije.

Nico sonrió de oreja a oreja.

Percy hizo un puchero pensando que el no tenía colección de nada, eso le puso algo triste. Su mami no tenía mucho dinero para comprarle cosas como los demás niños y cuando le compraba algo Gabe se lo rompía. Se acurruco contra el pecho de su padre queriendo olvidar este hecho. Este solo lo acaricio sin entender porque el apego repentino.

—Casi los tengo todos, además de sus cromos holográficos. Sólo me faltan unos cuantos muy raros.

—Solo le falta una figurilla de los dioses —Bianca sonrió con tristeza, se preguntaba si su hermano la habría conseguido en todos estos años, quizá ya ni jugaba eso. A pesar de que solo se la vivía peleando con él por ese juego, sabia muy bien que cartas tenía y que figuras también, le agradaba decir que conocía esos detalles de él. Mismos que ahora desconocía.

—¿Llevas mucho tiempo jugando a este juego?

—Sólo este año. Antes... —frunció el ceño.

—¿Qué? —le pregunté.

—Eso antes ¿Qué? —se preguntaba Atenea, eso le distraía de la incomodidad que creía en su pecho, un dolor que se hacía más agudo. No comprendía porque ellos no parecían saber nada de su pasado ¿Dónde los había encerrado o puesto su tío para que vivieran tanto y sin recuerdos? Ella tenía el sentimiento que ya lo había deducido antes, pero ahora desconocía la respuesta ¿Cuál era la respuesta? Maldito cerebro con tan poca capacidad de almacenamiento.

—Lo he olvidado. Es extraño. —parecía incómodo, pero no le duró mucho—. Oye, ¿me enseñas esa espada que has usado antes?

Más de uno arrullo, se escuchaba tan mono haciendo tantas preguntas a la vez. Nico solo quería que el Mal nacido capítulo termine de una buena vez.

Saqué a Contracorriente y le expliqué cómo pasaba de ser un bolígrafo a una espada cuando le quitabas el capuchón.

—¡Qué pasada! ¿Nunca se le acaba la tinta?

—En realidad no —comento Quiron frunciendo el ceño, el lo había usado por años y nunca se había terminado o fallado. Annabeth frunció el ceño, sentía que ella sabía algo de eso.

—Bueno, en realidad no lo utilizo para escribir.

—Pero es una pluma ¿Sirve para eso, no? —indagó Piper viendo a Quiron.

—Si, pero olvidé decirle como hacer para que funcione como pluma y no espada –explico el centauro.

—Pones el capuchón en la parte de atrás para usarla como bolígrafo —contesto Annabeth frunciendo más el ceño ¿Cómo sabia ella eso? Quiron asintió a sus palabras. Ni ella mismo lo sabía pero nadie dijo nada más.

—¿De verdad eres hijo de Poseidón?

—Pues sí.

—Entonces sabrás hacer surf muy bien.

—¿Qué es surf? —preguntaron los hijos de Poseidón menos Percy que solo seguía acurrucado contra su padre, tal vez planeando dormir de nuevo, lo habían despertado muy temprano si contaban con que había tenido una aventura nocturna.

—Es un deporte acuático que se realiza en el agua sobre unas tablas —explico a breves rasgos Piper, ellos solo se quedaron aún más intrigados.

—Tal vez después se puedan enterar, dejen que continúen —masculló Tritón viendo a los otros, Teseo tenía un puchero, él quería saber ahora pero el apretón de Perseo lo distrajo de seguir preguntando.

Miré a Grover, que hacía esfuerzos por contener la risa.

—¡Jo, Nico! —le dije—. Nunca lo he probado.

—Los dos son una ternura —Afrodita suspiro encantada, estaba tan llena de energía, tanto amor en el libro y en el aire, era reconfortante. Muy a pesar de que uno de sus proyectos se negara a aceptar el amor.

Él siguió haciendo preguntas. ¿Me peleaba mucho con Thalia, dado que era hija de Zeus? (Ésa no la respondí.)

—Me peleaba con él, si pero no por ser hija de Zeus —ella hizo una mueca, no creía que sus no-genes tuvieran que ver con sus peleas con Percy.

—Ahora lo se cara de pino —Nico había salido de su escondite y rodó los ojos —Se pelean porque los dos son unos cabezas duras —

—Habló el señor yo admito todos mis errores sin rechistar ¿no? —rodo los ojos ella.

—Al menos yo no me ando peleando con él simplemente por quien se come la última rebanada de pastel —atacó Nico, las manos de Thalia echaban chispas.

—Claro, porque has de pelear, si Sally te la termino dando a ti —ella volteó el rostro indignada, Nico sonrió arrogante.

—Eso es porque ustedes se estaban peleando por gusto, me la gané —Ella le saco la lengua muy maduramente, el solo seguía sonriendo.

—Se parecen demasiado a sus padres —murmuraron las diosas, porque así solían empezar las "grandes" peleas de los tres grandes, por bobadas. Como quien era el consentido de mamá Rea, que desastres eran peores, que si uno había comido más galletas de Hestia que el otro. No, que va, no eran igual a sus padres, al menos ellos parecían más maduros porque admitían que eran peleas tontas y terminaban pronto, sus padres solo las hacían más grandes.

Los tres grandes, dos dioses y el otro semidiós, se hicieron los desentendidos de las miradas de las diosas. Zeus leyó más para terminarlo con esto.

Si la madre de Annabeth era Atenea, la diosa de la sabiduría, ¿cómo no se le había ocurrido nada mejor que tirarse por el acantilado?

La rubia solo suspiro, Nico era un niño ahí y no entendía que eso había sido por salvarles, si no se hubiese lanzado contra Espino, no les habría dado tiempo de escapar de ahí, ni a las cazadoras de darle a Espino. Después de todo, el hecho de que ella colgara de su espalda había hecho que le prestara menos atención a estas y dándoles una mejor oportunidad para dar donde querían.

(Tuve que contenerme para no estrangularlo.) ¿Annabeth era mi novia? (A esas alturas ya estaba a punto de meterlo en un saco y arrojárselo a los lobos.)

—Eras una bolita de ternura —susurro Will ganándose una mirada de muerte de parte de Nico que él solo devolvió con una deslumbrante sonrisa.

—En ese momento, no lo era pero después —murmuró Malcom y después río, aún recordaba cuando esos se la pasaban discutiendo y después su hermana no paraba de hablar de Percy, no importaba lo que estuviera haciendo hablaba de él, ya sea insultandolo o recordando sus aventuras. Al igual que todos, esperaba que pronto él esté ahí con ellos, extrañaba a Percy y verlo discutir con Annabeth.

Supuse que iba a preguntarme cuántos puntos extra tenía, como si yo fuera un personaje de su juego, pero entonces se nos acercó Zoë Belladona.

—No iba a llegar hasta ese punto, sesos de alga —masculló Nico frunciendo el ceño pero si quería mostrarle su colección, tal vez enseñarle también a jugarlo, apretó la mano de Will. Quería a Percy para poder golpearlo por idiota.

—Percy Jackson.

Zoë tenía ojos de un tono castaño oscuro y una nariz algo respingona.

Ella involuntariamente se llevó la mano al rostro y toco su nariz ¿Enserio era así?

Con su diadema de plata y su expresión altanera, parecía un miembro de la realeza y yo casi hube de reprimir el impulso de ponerme firmes y decir: «Sí, mi señora.»

Ella río ante el pensamiento de Percy, estaba visto que Thalia no se equivocaba en decir que a veces pensaba solo en tonterías, pero vaya que no estaba tan errado. Miro a Lina Adara, antes de conocerle, si le trataban de esa forma, a ella y a sus hermanas a pesar de su edad porque valoraban lo que hacían. Hasta que lo conoció, aún maldecía ese día pero ahora tenía la oportunidad de mostrarle que fue un cerdo y que su actitud debía cambiar bastante.

Ella me observó con desagrado, como si fuese una bolsa de ropa sucia que le habían mandado recoger.

—Así que seguirán viéndome así —susurro Percy aún contra el pecho de su padre, quería a su mamá, la extrañaba. Poseidón solo acarició su espalda, estaba preocupado por las cosas que oía, la gente había sido cruel con su hijo. Percy cerró los ojos pensando en su mamá.

—Acompañadme —me dijo—. La señora Artemisa desea hablar con vos.

—Y ahora pide una audiencia con él, esto solo se torna más extraño y no me gusta —decía Apolo por lo bajo mirando a su hermana, ella tampoco parecía entender demasiado a su yo del libro pero sabia que sus motivos tenía.

* * *

Me guió hasta la última tienda, que no parecía diferente de las otras, y me hizo pasar. Bianca estaba sentada junto a la chica del pelo rojizo. A mí aún me costaba pensar en ella como en la diosa Artemisa.

Clarisse le daba la razón, algunos dioses no se veían verdaderamente como lo que eran, o al menos como los idializaban, pero aún así seguían siendo poderosos y todos lo sabían a la perfección. Nadie quería meterse con un dios y enfadarlo, al menos no de forma consciente, a menos que fueran Percy Jackson y dejaran que su pensamiento corra tan libre como el océano.

El interior de la tienda era cálido y confortable. El suelo estaba cubierto de alfombras de seda y almohadones. En el centro, un brasero dorado parecía arder solo, sin combustible ni humo.

—Son cosas especiales que hizo Hecate para mi y mis cazadoras, así que no habrá mucho de esos a más de los míos —explico Artemisa, a Percy el nombre que dijo le sonó conocido pero no se movió de donde estaba, estaba quedándose dormido.

Detrás de la diosa, en un soporte de roble, reposaba su enorme arco de plata, que estaba trabajado de tal manera que recordaba los cuernos de una gacela.

—Tiene buen ojo —murmuró Phoebe y Thalia negó con la cabeza, hace mucho tiempo las cazadoras habían estado hablando sobre cierto tema. A la Artemisa de su tiempo la idea no le desagradaba pero no la permitía porque ella no podía obligar a nadie a unirse a la caza, por más que ella quisiera mucho al muchacho. Pero la de aquí del pasado no sabían y muchas de las cazadoras le habían dicho a Thalia para decirle pero ella insistía en que diría lo mismo. Pero no por eso dejaban de insistir.

De las paredes colgaban pieles de animales como el oso negro, el tigre y otros que no supe identificar.

—Son animales tan antiguos como el mismo mundo —se jactó Artemisa acariciando su arco como si fuera un venado manso, su hermano advirtió que ella parecía ya haber descubierto que es lo que quería hacer su yo del libro, eso seguía sin gustarle porque ella no solía estar tan extraña.

Pensé que un activista de los derechos de los animales habría sufrido un ataque al ver todo aquello.

Artemisa y Dioniso fruncieron el ceño mientras negaban con la cabeza, ellos no tendrían porque hacer eso, eran los dioses quienes habían cazado eso, así que a diferencia de los humanos ellos no destruían la naturaleza. Al menos los que eran apegados a ella.

Pero como Artemisa era la diosa de la caza, quizá tenía el poder de reemplazar a cada animal que abatía.

—Si, puedo hacer eso y mucho más, también me puedo encargar de infractores de la naturaleza —vio a los semidioses significativamente como advirtiéndoles que más vale que se comporten o la pagarían caro, en especial los varones. Estos tragaron saliva, juraron internamente comportarse, no querían ser animales o plantas o en lo que los fuera a convertir.

Me pareció que había otra piel tendida a su lado y, de repente, advertí que era un animal vivo: un ciervo de pelaje reluciente y cuernos plateados, que apoyaba la cabeza confiadamente en su regazo.

—Siéntate con nosotras, Percy Jackson —dijo la diosa.

Apolo trató de no actuar muy sorprendido, después de todo se veía que el pequeño Percy la conocía, podía ser que el mayor no la recordara pero ella a él si, así que no era de sorprender que tuviera familiaridad con él pero igual no dejaba de molestarle algo de todo ese encuentro ¿Celos de hermano? No ¿Qué su hermana del libro y la de aquí parecían esconder un secreto? Si, eso era lo más probable.

Me senté en el suelo frente a ella. La diosa me estudió con atención, cosa que a mí me incomodaba. Tenía una mirada viejísima para ser una chica tan joven.

Apolo respiró hondo, seguramente ella había estado evaluando que tanto daño habían hecho los atacantes de Percy y que tanto quedaba del niño que alguna vez cuidó.

—¿Te sorprende mi edad? —me preguntó.

—Eh... un poco.

—Puedo aparecer como una mujer adulta, o como un fuego llameante, o como desee.

—Eso es super guay —murmuró Travis y Connor asintió, los dos se imaginaban las travesuras que podrían hacer si pudieran hacer eso. Las hijas de Demeter como leyendo sus pensamientos solo rodaron los ojos.

Leo por su parte sonreía travieso mirando a Piper que solo negó con la cabeza, el tenía la mirada de yo puedo hacer eso último, menos mal Zeus siguió leyendo evitando que haga algún movimiento.

Pero esta apariencia es la que prefiero. Viene a ser la edad de mis cazadoras y de todas las jóvenes doncellas que continúan bajo mi protección hasta que se echan a perder.

—¿Cómo? —pregunto más de uno sin entender, incluso las chicas ¿Ellas se echaban a perder? ¡Ni que fueran producto de almacén!

—¿Cómo...?

—Hasta que crecen. Hasta que enloquecen por los chicos, y se vuelven tontas e inseguras y se olvidan de sí mismas.

Piper apretó los labios, se sintió demasiado identificada con esas líneas pero aún así no sentía que se haya echado a perder como decía ella. Después de todo ella tenía a Jason ¿no?

Algunos solo abrieron la boca ligeramente como reconociendo y aceptando esa respuesta, otras fruncieron el ceño ante esto, eso no era echarse a perder, era solo querer ser normales. Todos los adolescentes pasaban por eso, era correcto que quisieran vivir eso pero bueno las cazadoras tenían su propia forma de pensar.

—Ah.

Zoë se había sentado a su derecha y me miraba de un modo furibundo, como si yo fuese el culpable de todos los males que Artemisa había descrito.

—Tal vez no, pero al ser un chico es natural que llegue a hacer eso —dijo Zoë, más de uno quería replicarle aquello pero ninguno se atrevió.

—Algunas chicas también llegan a hacer eso —dijo Orión —Así que no esta bien meter a todos en el mismo termino —ella se lo quedo mirando y rodó los ojos, siempre habían discutido así, era como tener un hermano molesto. El rubio sonrió, le gustaba cuando ella no podía refutar nada a su lógica.

Como si la mera noción de ser un chico la hubiera inventado yo.

—Ella no debió mirarlo así, él no tenía la culpa de lo que habían hecho otros —mascullo con enojo Belerofonte mirando hacia Lina Adara que le gruñó, Aquiles solo froto sus brazos calmandole.

—Lo sabemos Bele y me parece que tu hermano le hará entender eso —le sonrío al castaño y este hizo lo mismo, dejo su brazo alrededor de los hombros de él como si nada.

—Has de perdonar a mis cazadoras si no se muestran muy amigables contigo —dijo Artemisa—. Es rarísimo que entren chicos en este campamento.

—Demasiado extraño —admitieron los dioses.

—Pero viendo el comportamiento del pequeño Percy es entendible el porqué —termino de decir Apolo.

—Aunque es probable que nunca lo presentara como protegido ante la caza —añadió Hermes viendo a las cazadoras.

—Nunca lo llevo con nosotras por respeto a todas, pero alguna vez la seguimos porque nos preocupaba que pasara tanto tiempo en tierra y no en su deber —explico Phoebe viendo a su señora —Por lo general cuando era de cuidar niñas pequeñas, las llevaba, aún lo hace y nos extraño que si estuviera cuidando de otra más no la llevara, así que ahí la descubrimos y no fue para mal porque el no demostró ser malo pero eso sí Zoë no se acercó nunca a él —

Artemisa asintió, eso explicaba bien las cosas, miro al niño que ahora dormía contra el pecho de su tío y babeando un poco. Se notaba por mucho que él no se convertiría en esos hombres cerdos.

Normalmente les está prohibido el menor contacto con las cazadoras. El último que pisó el campamento... —miró a Zoë—. ¿Cuál fue?

—Ese chico de Colorado. Lo transformasteis en un jackalope, mi señora.

Más de uno de los mestizos hombres trago saliva, excepto Teseo, el disfrutaba de molestar a las cazadoras en los Elíseos, no importaba que le lanzaran flechas era divertido y le parecía que ellas también se divertían.

Perseo que también recordaba eso solo negó con la cabeza, menos mal que no podían convertirlo en algo o solo se la pasaría en forma de animal ahí en los Elíseos.

—Ah, sí —asintió Artemisa, satisfecha—. Me gusta hacer jackalopes, ya sabes, ese animal de la mitología americana, mezcla de liebre y antílope.

—Oh si, me encantan esos animales —Artemisa lo hacia sonar como la cosa más fácil y divertida del mundo, como si no estuviera mal convertir a unos cuantos jóvenes en animales y cazarlos por mera diversión.

—Eso está bien, antes les gustaba convertirlos en venados, pero por lo visto quería que fueran más escurridizas sus víctimas —agregó Orión también como si nada, los dos se ganaron miradas extrañadas de parte de los demás como si estuvieran locos.

Jason comenzaba a creer que así era pero no por eso se alejó del semigigante, le parecía cómodo estar junto a él, el calor que su cuerpo producía le hacía sentir tibio ¿Así era tener más hermanos mayores? Es decir más hermanos que te cuiden y protejan, no de la otra clase que tenía que eran dioses y solo se la pasaban ignorandote y mandandote a misiones. Más hermanos como Thalia. El sueño tal vez comenzaba a afectarle, la aventura nocturna de Percy también le pasaba factura.

En todo caso, te he llamado para que me hables un poco más de la mantícora. Bianca me ha contado algunas de las cosas inquietantes que el monstruo dijo. Pero quizá ella no las haya entendido bien. Quiero oírlas de tus labios.

—Si claro, obtener mejor información de un muchacho que de la chica, mejor que diga que quería ver a su nuevo hermano a solas —masculló Apolo medio molesto y ocasionando la risa de parte de Hermes.

—Oh, vamos, también adoras al muchacho —lo golpeó ligeramente en el hombro haciendo que Apolo quite la mala cara.

—Eso es lo peor, no se si son celos contra Arty o contra el chico —hizo un puchero, estimaba a los dos y tal vez le molestaba el hecho de que ella fuera más cercana a él que, bueno, él ¿Estaba incluido en ese paquete de hermanos que tenían esos dos? Más les valía que si. Hermes solo negó con la cabeza, su amigo era un caso, uno bastante apuesto pero igual todo un caso.

Se lo conté todo, de principio a fin. Cuando terminé, Artemisa puso una mano en su arco, pensativa.

—Ya me temía que tendría que usarlo.

Zeus se puso alerta, odiaba ya no saberlo todo como antes, que su mente solo fuera del tamaño de una moneda tal vez, pero su instinto. Ese paternal al que hace siglos no le prestaba atención. Le decía que el hecho de que use ese arco en especial era muy mala señal.

Y no era el único con ese presentimiento, Apolo y los demás dioses también lo sentían así. Ella solo usaba ese arco para cacerías sumamente peligrosas, la mayoría de ellas terminaba con una Artemisa visitando a Apolo por un tiempo más del necesario. Así que veían con preocupación a Artemisa, ella solo acariciaba su arco con tranquilidad parecía ya saber lo que pasaría.

Zoë se echó hacia delante.

—¿Lo decís por el rastro, mi señora?

—¿Qué rastro? —pregunto Chris Rodríguez y los demás parecían preguntarse lo mismo que ellos.

Artemisa solo miró a los chicos y luego a Percy que dormía entre los brazos de su padre: —La cacería de un monstruo eso es seguro.

Lo dijo con tanta seguridad que aterrorizó a más de uno e hizo que los preocuparse aún más. Apolo comenzaba a temer por ese monstruo, que ese fuera ese monstruo.

—Sí.

—¿Qué rastro? —pregunté.

—El que seguramente los llevo hasta ellos —murmuró por lo bajo Frank sospechando que las cazadoras no habían estado ahí solo por pura casualidad, seguramente les habían estado siguiendo los pasos para descubrir el paradero no solo de una nueva cazadora, si no también de un monstruo en específico. Tal vez alguno de ellos atraía al monstruo.

—Están apareciendo criaturas que yo no había cazado en milenios —murmuró Artemisa—. Presas tan antiguas que casi las había olvidado.

—Eso no suena para nada bien —murmuró Zeus deteniendo la lectura, los demás dioses estaban igual porque había monstruos con los que habían tenido que lidiar demasiado y por mucho tiempo para destruirlos, en especial aquellos que habitaban el mar.

Poseidón solo abrazó a Percy mientras Anfitrite se aferraba a Tritón, los dos ya suponían de muchas criaturas que habían vuelto, lo que les hizo comenzar a pensar en especial una. Una en la que no querían volver a pensar en lo que tenían de existencia y que esperaban que no haya renacido con estos monstruos.

Me miró fijamente. Vinimos aquí ayer noche porque detectamos la presencia de la mantícora. Pero ése no era el monstruo que ando buscando.

—Estaban buscando tal vez uno más peligroso que la Mantícora —murmuró Hylla y las cazadoras a su alrededor asintieron. Vaya que había sido más peligroso, pero solo por su mera existencia más no por los ataques que pudiera proporcionar.

Vuelve a repetirme lo que dijo el doctor Espino exactamente.

—Eh... «Me horrorizan los bailes de colegio.»

Más de uno golpeó su frente, la lectura había estado bastante tensa pero solo esa frase hizo que a todos la tensión se le vaya ¿Por qué Artemisa querría saber que le horrorizaban los bailes? Pero bueno era Percy.

—No, no. Después de eso.

—Dijo que alguien llamado el General me lo iba a explicar todo.

—Alguien muy poco agradable de hecho —murmuró Zoë de mal humor ante la nueva mención de ese nombre, comenzó a afilar las puntas de su flecha. Al menos ahora tenía una vida más tranquila que cuando estaba con ellos, sin escuchar sus gritos contra todas ellas. Era mejor no recordar esa vida, esa que aunque con cosas malas, tuvo que dejar por culpa de ese.

Zoë palideció. Se volvió hacia Artemisa y empezó a decirle algo, pero la diosa alzó una mano.

—Continúa, Percy.

—Bueno, entonces se refirió al Gran Despertador...

—Despertar —me corrigió Bianca.

—Siempre hacia eso conmigo —Nico suspiro, su hermana después de todo siempre había pensado en él. No entendía que la orilló a dejarle ¿Era muy cansado cuidarle? ¿Tan mal se portaba para eso? No era su culpa haber sido así, era solo un niño asustado con todo ese mundo.

—Eso. Y dijo: «Pronto tendremos al monstruo más importante de todos. El que provocará la caída del Olimpo.»

Los tres nuevos semidioses no recordaban todo lo de monstruos que quisieran y la cara de los dioses ante la mención de eso palidecieron. Estaba seguros de que era ese monstruo, aunque aún no querían admitirlo.

Apolo miraba preocupado a Artemisa y lo que pasaría en el futuro, ella le dio una mirada tranquila, como diciéndole que todo estaría bien. Algo le decía que de ella no dependía encontrar ese monstruo, que ella iba más por salvar a la chica que por ese monstruo. Y eso tal vez era lo que más aterraba a Apolo además que estaba seguro que su padre no le dejaría intervenir, al menos no él del libro.

La diosa permanecía tan inmóvil como una estatua.

—Quizá mentía —sugerí.

Artemisa meneó la cabeza.

La de la sala hacia lo mismo, aunque presentía que el chico del libro lo decía para tranquilizarla, quizá quedaban rezagos de ese cariño que le tenía como hermana cuando pequeño, e intentaba protegerla como lo hacía Apolo en muchas ocasiones.

—No, no mentía. He sido demasiado lenta en percibir los signos. Tengo que cazar a ese monstruo.

—O tal vez alguien no te dejo verlos antes —Ares miro significativamente a su padre que solo frunció el ceño. No podía ir contra esa lógica, seguramente ella había visto las señales pero él las desestimaba y le prohibía seguir con el tema, junto con alguna amenaza.

Haciendo un esfuerzo para no parecer asustada, Zoë asintió.

Zoë pensó que no era para menos que lo esté, conociendo muy bien a su señora y a quien se iba a enfrentar no era para menos que su yo del libro lo este.

—Saldremos de inmediato, mi señora.

—No, Zoë. Esto he de hacerlo sola.

—Pero Artem...

—No iba a arriesgarte ni a ti ni a las cazadoras —dijo Artemisa viendo a Zoë, ella asintió mansamente.

—Es una tarea demasiado peligrosa incluso para las cazadoras. Tú ya sabes dónde debo empezar la búsqueda, y no puedes acompañarme allí.

—Yo no quiero que empiece ninguna búsqueda —Apolo ya estaba más que aterrado pensando que ella se iba a meter a la boca del lobo, apretó la mano que le ofreció Hermes.

—Seguro estará bien —trataba de calmar él pero no sonaba seguro de ello, con su hijo del libro y los aliados que este tenía no podía estarlo, todo el asunto ya le tenía de los nervios también.

—Como... como deseéis, mi señora.

—Hallaré a esa criatura —prometió Artemisa—. Y la traeré de vuelta al Olimpo para el solsticio de invierno. Será la prueba que necesito para convencer a la Asamblea de Dioses del peligro que corremos.

—Eso significa que el cabeza de aire mayor aún no quiere oír razones, incluso siendo testigo de todo lo que sucedía —Hablo Demeter mirando a Zeus que solo atinó a seguir leyendo, se comenzaba a creer eso de que era un cabezota muy seriamente.

—¿Y usted, señora, sabe de qué monstruo se trata? —pregunté.

Artemisa agarró su arco con fuerza.

—Recemos para que esté equivocada.

—Lo malo es que sobre monstruos casi nunca lo esta —musitó por lo bajo Atenea frunciendo el ceño, aún quería saber que monstruos era, que eran esos recuerdos sobre Tritón, donde estaba su hija. Ser semidiós y tener una mente tan pobre era un asco, porque se estaba mareando con todas las ideas que tenía, además de todo lo que sentía. Esto era una tortura ¿Cómo lidiaban con todo esto los demás semidioses?

—¿Una diosa puede rezar? —inquirí, porque era una idea que nunca se me había ocurrido.

—De poder se puede, ahora que a quien le recemos y nos escuche es una cosa muy distinta —comento Hermes como si nada pero su mano estaba sosteniendo la de Apolo que había sonreído ante la pregunta de Percy igual que muchos.

La sombra de una sonrisa aleteó por sus labios.

—Ha hecho que Artemisa sonría, vaya que logra imposibles —murmuró Tritón mirando a otro que lograba que la diosa también sonría pero que se hacia el desentendido de su mirada y la divertida de Afrodita.

—Parece que es algo que solo los hijos de Poseidón logran —Apolo sonrió un poco más porque Artemisa en la sala si que estaba sonriendo por la pregunta que hizo el Percy del libro.

—Antes de irme, Percy Jackson, tengo una tarea para ti.

—¿Incluye acabar convertido en un jackalope de ésos?

Las risas no se hicieron esperar, incluyendo a las cazadoras. Artemisa solo negó con la cabeza divertida.

—Lamentablemente, no.

—Muy lamentable, habría sido un hermoso Jackalope —Thalia lo dijo con mucha pena haciendo reír a los demás.

—Si fue una hermosa cobaya acuática, imagínate de Jackalope —continuó Leo —Un Jackalope marino, vaya espécimen —se llevo una mano a la barbilla y pareció que se le ocurrió algo porque comenzó a escribir en su libreta muy rápido.

Quiero que escoltes a las cazadoras hasta el Campamento Mestizo. Allí permanecerán a salvo hasta mi regreso.

—¿Qué? —soltó Zoë—. ¡Pero Artemisa! Nosotras aborrecemos ese lugar. La última vez...

Quiron se estremeció recordando esa última vez que mencionaban en el libro. Las cazadoras sonrieron inocentes ante esto, para ellas, ellos se lo habían buscado.

—Ya lo sé —respondió la diosa—. Pero estoy segura de que Dioniso no nos guardará rencor por un pequeño, eh... malentendido.

—¿Malentendido? —El centauro arqueó una ceja mirándole y ella solo sonrió, ella podía imaginar claramente cómo había terminado aquella visita.

—Quemaron nuestras cabañas —se quejó uno de Hermes y otros más asintieron incluso Luke.

—Muchos salieron heridos —frunció el ceño Luke —otros quedaron con traumas hacia el fuego —

—Algunos ni siquiera querían volver al lago después de lo que hicieron con ellos —continuó Travis —Otros casi quedaron desnudos y sin nariz gracias a las cazadoras —

—Los hijos de Apolo no pudieron cantar en meses y ni que decir sobre lanzar una flecha, pensaban que se volverían a convertir en cobras venenosas —agregó Connor y muchos se estremecieron.

—Ellos tienen la culpa por meterse con nosotras, más de uno se quiso pasar de listo con nosotras, así que solo hicimos justicia por nuestra mano —comentó Phoebe como si nada, los campistas de esa vez solo le dieron una mirada amarga.

—Estoy seguro que aún estoy molesto —masculló Dioniso pensando en todo el trabajo que habría tenido que hacer por la pelea entre ellos, como si no tuviera suficiente con cuidar de todos ellos, ellas simplemente le agregaban más trabajo a eso. Ariadna trataba de calmarlo, Artemisa solo sonreía inocente.

Tenéis derecho a usar la cabaña número ocho siempre que la necesitéis. Además, tengo entendido que han reconstruido las cabañas que vosotras incendiasteis.

—Con mucho esfuerzo se hizo —murmuraron los campistas, aún molestos con esa visita. Siempre que ellas iban, eso terminaba mal y no exactamente para ellas.

Zoë masculló algo sobre estúpidos campistas...

Los campistas se reservaron sus propios murmullos, solo porque no querían desatar una nueva guerra ahí. Las cazadoras actuaban como si nada, Thalia solo rodaba los ojos, ambos lados se comportaban como niños pequeños, lo que le recordó su "niño" pequeño.

Miro a Jason y este parecía tener mala noche o algo porque estaba durmiendose ahí sentado, se estaba acomodando contra Orión. Eso la hizo sonreír, su hermano se veía tan tierno resistiendo el sueño, le recordaba cuando tenía tres años y hacía lo mismo para poder ver televisión con ella hasta tarde, nunca lo lograba.

—Y ya sólo queda una decisión que tomar. —Artemisa se volvió hacia Bianca—. ¿Te has decidido ya, niña?

Bianca vaciló.

—Aún me lo estoy pensando.

—Debería habérselo pensado más —Nico apretó los puños, estaba a punto de oír como su hermana se hacía cazadora y le dejaba de lado.

—Todo estará bien, Nico —susurraba Hazel sosteniendo su otra mano, él solo asintió suspirando. Todo estaría bien porque los tenía a ellos.

—Un momento —dije—. ¿Pensarse qué?

—Me han propuesto... que me una a las cazadoras.

—Pero generalmente les das más tiempo —decía Apolo, estaba visto que Artemisa tenía prisa por nombrarla cazadora.

—Y creo saber porque —Miró a Zoë que solo miraba sus dagas, había un tema que por un tiempo ellas venían hablando, imaginaba que era por ese tema.

—¿Cómo? ¡Pero no puedes hacerlo! Tienes que ir al Campamento Mestizo y ponerte en manos de Quirón. Es el único modo de que aprendas a sobrevivir por tus propios medios.

Artemisa y las cazadoras negaron con la cabeza, para ellas no era la única opción.

—¡No es el único modo para una chica! —dijo Zoë.

No podía creer lo que estaba oyendo.

—¡Bianca, el campamento es un sitio guay! Tiene un establo de pegasos y un ruedo para combatir a espada... Quiero decir, ¿qué sacas uniéndote a las cazadoras?

—Demasiado, una familia, la inmortalidad, el hecho de vivir libre —comenzó a decir Phoebe atrayendo la atención de más de una y haciendo que los chicos frunzan el ceño ante esto.

—Para empezar —repuso Zoë—, la inmortalidad.

La miré boquiabierto; luego me volví hacia Artemisa.

—¿Está de broma, no?

—Zoë raramente bromea y es especial con eso — aclaro la diosa mirando a las chicas que aún parecían interesadas en lo de las cazadoras.

—Zoë raramente bromea —dijo Artemisa—. Mis cazadoras me siguen en mis aventuras. Son mis servidoras, mis camaradas, mis compañeras de armas. Una vez que me han jurado lealtad, se vuelven inmortales, sí. Salvo que caigan en el campo de batalla, cosa muy improbable, o que falten a su juramento.

—Lo cual es muy malo porque podrías pasar de la cazar a ser cazada —murmuraron algunos campistas sabiendo bien algunas historias de la diosa, las chicas que antes vieran a las cazadoras como posibilidad comenzaron a vacilar, otras no.

—¿Y qué han de jurar? —pregunté.

—Que renuncian para siempre al amor romántico —dijo Artemisa—. Que no crecerán ni contraerán matrimonio. Que seguirán siendo doncellas eternamente.

—¿Tu juraste ser un doncel para siempre? —pregunto Teseo burlonamente a su rubio hermano, siempre hacia esa pregunta en los Elíseos.

—No, pero juro que te golpeare si sigues fastidiando —le sonrió mientras acomodaba a Jason con ayuda de Annabeth, el chico había caído sucumbido al sueño.

—¿Quieres golpear a un convaleciente? ¿Y así te llamas buena persona? —Teseo se llevó una mano al pecho como dolido, Perseo rodó los ojos ni estando herido dejaba de molestar.

—Si se trata de golpearte a ti, si aún lo sigo siendo —Orión le sonrió más y Teseo hizo un movimiento un tanto brusco haciendo que Perseo le sostenga mejor de la cintura y evitando que caiga del asiento a más de que se lastime más.

—Los convalecientes no molestan a los demás Teseo —regaño Perseo, el otro solo asintió desviando la mirada y el rostro ¿Qué le pasaba a Teseo? Porque ahora se quedó muy quieto.

Su boca estaba muy cerca pensaba Teseo mirando el suelo con atención, esperando que su rostro no esté tan rojo como creía. Esto de saber como se sentía, solo le hacía las cosas difíciles porque él no quería esto, no quería ilusionarse y que después se lo quiten, siempre se lo quitaban.

—¿Cómo usted, señora?

La diosa asintió.

Traté de imaginarme aquello. Ser inmortal. Vagabundear por ahí con tus amigas del colé para siempre. No me cabía en la cabeza.

Thalia y las cazadoras rodaron los ojos, no eran amigas del cole como el pensaba, eran mucho más que eso. Eran familia y no vagaban. Pero que podían hacer, eran solo los pensamientos de un chico inmaduro e inocente.

—O sea que usted recorre el país reclutando mestizas...

—No sólo mestizas —me interrumpió Zoë—. La señora Artemisa no discrimina a nadie por su nacimiento. Todas aquellas que honren a la diosa pueden unirse a nosotras. Mestizas, ninfas, mortales...

Todas las cazadoras comenzaron a asentir, no todos ellas eran mestizas, algunas habían sido ninfas que casi sucumbieron a las manos de un sátiro o un mortal, otras mortales, otras cuantas nayades que decidieron dejar su morada porque algo hombre había decidido hacer de sus aguas algo asqueroso.

—¿Y tú qué eres?

Un relámpago de cólera cruzó su mirada.

—Algo que no soy más por culpa de un hombre —soltó con asco Zoë mirando a Lina Adara que solo bufo, aún no se arrepentía de haberle usado, el pensaba que ella tenía la culpa, él nunca le dijo que estaría con ella para siempre ni mucho menos, ella sola se había dado esperanzas. Para él ella había sido muy tonta y ya.

—Eso no es de vuestra incumbencia. La cuestión es que Bianca puede unirse a nosotras si lo desea. La decisión está en sus manos.

—Y la tomo sin consultar a nadie y tal vez sin pensarlo bien —murmuró Hades sintiendo una gran pena por sus hijos, uno se quedaba herido por ello y la otra sabia que no sobreviviría ante su decisión, los dos estarían mal. Estaban mal.

—¡Es una locura, Bianca! —le dije—. ¿Y qué pasa con tu hermano? Nico no puede convertirse en cazadora.

Nico le agradecía en este momento esas palabras a Percy, al menos él intento que entrara en razón. Él recién sabia esto, aún recordaba cuando Bianca le dio la noticia Me iré con ellas Nico, pero prometo visitarte eso le había molestado bastante pero creyó en esa promesa, misma que no tardó en romper.

—Desde luego que no —dijo Artemisa—. El irá al campamento. Por desgracia, es lo máximo a lo que puede aspirar un chico.

—¡Eh! —protesté.

—¡Eh! —también protestaron los de la sala y las chicas rieron, el centauro solo negó con la cabeza divertido.

—Podrás verlo de vez en cuando —le aseguró Artemisa a Bianca—. Pero ya no tendrás ninguna responsabilidad sobre él.

Y aquí estaba oyendo lo que Nico no quería oír, eso era lo que había convencido del todo a su hermana de dejarlo de lado.

—Deje de ser su responsabilidad —murmuró apretando la caja que guardaba en la chaqueta. Bianca solo miraba el suelo, tal vez de verdad había apresurado la decisión pero había sido tentador tener su vida de vuelta, volver a ser a la que protegían y no la protectora solamente.

Los instructores del campamento se harán cargo de su educación. Y tú tendrás una nueva familia. Nosotras.

—Una nueva familia —repitió Bianca con aire de ensoñación—. Sin ninguna responsabilidad.

—Ya tenías una familia —dijo Nico mirándola, ella levantó la mirada viendo la destruida de su hermano —Yo era tu familia —

—Nico, lo sigues siendo... —trato de decir ella pero Nico la detuvo.

—No, tu familia son las cazadoras —La ira refulgia en su mirada mientras con ambas manos apretaba la caja que tenía en la chaqueta —Pero yo también encontré una nueva —Hazel y Will apretaron sus manos a sus lados, Bianca aguantó su desprecio, sabia que lo merecía.

Zeus se apresuró a leer antes de que todo se pusiera peor, suficiente tenía con la desesperación de Thalia en el libro como para sumarle la de la sala.

—Bianca, no puedes hacerlo —insistí—. Es una locura.

Nico aguantó las lágrimas de odio, ahora estaba escuchando que Percy al menos si se acordó de él, algo que la misma Bianca que era su hermana de sangre no hizo. Will lo abrazó igual que Hazel, de algún modo agradecía a Percy por darle a ellos, porque de alguna forma todo lo que sintió por él, lo llevó a este momento donde tenía gente que lo quería.

Ella miró a Zoë.

—¿Vale la pena?

Zoë asintió.

—Sí.

Bianca solo miraba al frente, pensando que tal vez no valía tanto la pena, había perdido la primera familia que tuvo, a quién de verdad era su familia, solo por algo que creyó mejor. Pero no se podía echar para atrás con la decisión, solo buscar el perdón de esa persona.

—¿Qué tengo que hacer?

—Repite —le dijo Zoë—: Prometo seguir a la diosa Artemisa.

Zeus se detuvo un momento ¿No iba a hacerse cazadora solo por leer esto verdad? Esperaba que no, aunque Artemisa sonreía traviesa, lo que no ayudaba a que el siguiera con la lectura.

—Pro... prometo seguir a la diosa Artemisa.

—Doy la espalda a la compañía de los hombres, acepto ser doncella para siempre y me uno a la Cacería.

Bianca repitió estas palabras.

—¿Ya está?

Zoë asintió.

—Si la señora Artemisa acepta tu compromiso, ya es vinculante.

—Lo acepto —dijo Artemisa.

Algunos dioses no entendían porque la prisa de ella pero la de la sala parecía comprenderlo a la perfección.

Las llamas del brasero se avivaron, arrojando por toda la estancia un resplandor plateado. Bianca no parecía distinta, pero ella respiró hondo, abrió los ojos y murmuró:

—Me siento... más fuerte.

—Es natural, has obtenido la bendición de un dios —murmuró Thalia que aún no aprobaba lo que ella había hecho. Si ella hubiera estado en su lugar no lo habría hecho si Jason estaba ahí pero aún así puso su mano sobre el hombro de Bianca tratando de reconfortarla —Solo tienen que hablar —le sonrió un poco y Bianca asintió.

—Bienvenida, hermana —dijo Zoë.

—Recuerda tu promesa —añadió Artemisa—. Ahora es tu vida.

—Lo único que le importaba —masculló Nico quería irse de ahí, huir de la sala pero a la vez quería mostrarle que él era fuerte, que él había salido adelante sin ella, que no la necesito para seguir de pie. Que al igual que ella, ya le había olvidado aunque no fuera cierto.

Yo no podía intervenir. Me sentía como un intruso. Y como un fracasado integral. No podía creer que hubiese llegado hasta allí y sufrido tanto para perder a Bianca a manos de un club femenino eterno.

—Al menos hizo lo posible porque no fuera así —murmuró Rachel mirando a Nico. Este solo se dejaba abrazar por Hazel y Will, las personas a las que si le importaba.

—No te desesperes, Percy Jackson —me dijo Artemisa—. Aún tienes que mostrarles a los Di Angelo el campamento. Y si Nico así lo decide, puede quedarse a vivir allí.

—Tal vez le de otra oportunidad al campamento cuando volvamos —murmuró Nico, él también se había apresurado tanto como Bianca con su decisión, Hazel y Will le sonrieron, estaban algo felices de oírle decir eso, querían que él se establezca en algún lado y deje de ser errante.

—Estupendo —dije, intentando no sonar arisco—. ¿Cómo se supone que vamos a llegar al campamento?

Artemisa cerró los ojos.

—Se acerca el amanecer.

—Y el Dios más guay hará aparición —Apolo comenzó a aplaudir tratando de animar a los demás, todos estaban tenso por lo que pasaba con los Di' Angelo y lo logró pero solo un poco.

—Mentira porque no estaré ahí —hizo un mohín Hermes y Apolo lo miro mal.

—El dios más guay soy yo —replico y comenzaron a enfrascarse en una discusión de cual era el más guay de los dos, eso divirtió a más de uno. En especial cuando los dos gritaron muy agudo debido a las flechas que lanzó Artemisa.

—Dejen terminar de leer el capítulo —se quejo Zeus que ya quería terminar con toda la mezcla de emociones que sentía. Los dos dioses hicieron un puchero mientras se tomaban de la mano y guardaban silencio, al menos habían logrado que todos se animen.

Zoë, desmonta el campamento. Tenéis que llegar cuanto antes a Long Island sin sufrir daños. Pediré a mi hermano que os lleve.

—¿Y subir a las cazadoras con el Dios del sol asegura que llegaran sin sufrir daño? —pregunto Dakota, muchos comenzaron a pensar en lo mismo. Apolo solo miro a las cazadoras, por mucho que ellas le odiaran por ser lo que era, ellos no se pelearian en medio vuelo del carro del sol ¿No? Ok tal vez si.

A Zoë no pareció entusiasmarle la idea, pero asintió y le dijo a Bianca que la siguiera.

—Nunca le entusiasma la idea, no se porque —Negó con la cabeza Apolo, Zoë gruño, si claro como si no supiera.

Cuando salían, ésta se detuvo un instante a mi lado.

—Lo siento, Percy, pero deseo hacerlo. Lo deseo de verdad.

Bianca solo seguía ahí sentada sin mirar a Nico, estaba comenzando a lidiar con las consecuencias de su decisión y lo seguiría haciendo, igual que Nico había lidiado con eso. Pero el detalle estaba en que él ya llevaba años con eso, ella apenas se había estado adaptando a esta. Y tampoco es que fuera a tener mucho tiempo para esto en su tiempo.

Salieron las dos y me quedé solo con aquella diosa de doce años.

—Entonces —le dije con aire sombrío—, ¿su hermano se encargará de llevarnos, señora?

—Por supuesto que si —aseguro un sonriente Dios del sol.

—¿Llevar a un hijo de Poseidón por los cielos? No creo que sea la mejor opción y menos si también van los míos —decía Hades viendo con una ceja arqueada a su sobrino. Bueno puede que ellos no pensaran bien aquellos detalles.

—Y más si le sumas el amor que le tiene el gran ex rey a los pequeños —agregó Demeter viendo a Zeus que solo miro al libro y siguió leyendo, por no los atacaría, su hija iba con ellos. Tal vez.

Sus ojos plateados destellaron.

—Así es. ¿Sabes?, Bianca di Angelo no es la única que tiene un hermano irritante. Ya va siendo hora de que conozcas a mi muy irresponsable gemelo. Apolo.

—¡Eh! ¡Soy bastante responsable! —se quejo el Dios del sol, su hermana le vio exceptica a su gemelo.

—¿Por qué creen que tarda más en amanecer cuando hace frío? —Apolo vio molesto a Artemisa por su pregunta —Es simplemente porque al señor del sol le da pereza salir en su carro —acusó.

—El frío de las mañanas que envían los dioses del viento no me hacen ningún bien —justificó el dios mientras sus hijos solo negaban con la cabeza sentían pena ajena.

—Bien niños, terminen su discusión en otro momento. Es hora de ir a comer —pidió Hestia y todos asintieron en especial los gemelos, aunque aún se miraban fijamente.

—Creo que es hora de que despiertes —Poseidón comenzó a hacerle cosquillas a Percy que se removió entre sus brazos abriendo los ojos y riendo —Hay que comer —peinó sus cabellos viendo su rostro, el niño le sonrió.

—Y tu comerás dieta —decía Perseo para molestar a Teseo, este le dio una mirada asustada.

—¿Cuál dieta? Suficiente la de la mañana, yo pienso comer todo lo que me pongan enfrente —veía horrorizado a Perseo que solo río.

—Igual debes cuidar lo que comes —decía Orión mientras despertaba a Jason con ayuda de Annabeth.

—Hay que ir a comer Jason —el se frotó los ojos mientras asentía.

—El chispitas si que tiene suerte, mira que ya te consiguió un montón de cuñados —comenzó a molestar Leo a Piper esta solo río.

—Siempre quise una familia grande Leo —ella se levantó y le tendió la mano —Y contigo comencé a tenerla —el tomo su mano y le sonrió, él también quería una familia grande y era verdad, desde que se conocieron su familia no había hecho más que crecer.

Luke miraba a todos, todos se habían convertido en una gran familia, una que al parecer su yo del libro no supo ver y quiere destruir. Comenzaba a agradecer este viaje por muchas razones. Se levantó de su lugar mirando a todos salir entre risas y sonrisas, esperaba poder ser parte total de ellos en algún momento.

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23 107 - 3 571 =19 536.

19 536 palabras escritas por mi, para ustedes y en menos de dos semana.

:3 Los amo demasiado y el capítulo se extendió bastante, espero que les haya agradado.