Comenzaron a ubicarse en las mesas mientras las diosas se comenzaban a encargar de surtirlas de comida deliciosa. No le dejaban este trabajo a los dioses varones, porque sencillamente ellos serían capaces de solo llenar a los chicos de comida chatarra.

—Que te digo que no, es imposible que la tuviera, debió estar fanfarroneando —decía Nico a Frank, una vez más estaban enfrascados en una conversación de Mitomagia, tan distraído estaba el hijo de Hades que no se daba cuenta que todo lo que estaba comiendo era saludable.

—Bueno, la mitomagia ha servido para que al menos coma todo lo de su plato sin rechistar —murmuró Hazel a Will, ambos veían como los dos comían muy entretenidos hablando de cartas, puntos, energía, defensa y sabia dioses que más.

—Y entonces ¿Qué más traes en esa maleta? —seguía curioseando Leo que se fue a sentar junto con Piper a la mesa donde estaba Percy con Annabeth, Jason y todos sus hermanos.

—Que es un secreto —insistió el pequeño y se puso un cierre imaginario en la boca en señal de que no le diría absolutamente nada.

—Pero dime —pedía Leo, viendo la pequeña mochila que el niño llevaba a todas partes, ya sabían que ahí estaba el libro de cuentos de la noche pasada, ese mismo que extrañamente se quedó en blanco, también lo que despertó a Teseo y el paquete que le dio Jason a Nico.

—Ya deja de molestar al niño Leo —Regaño Piper comiendo su ensalada, el latino suspiro, ya encontraría la forma de ver de cerca esa mochila.

—Por supuesto que no —mascullaba Dioniso, estaba sentado a la mesa con su esposa e hijos, Quirón estaba también con ellos.

—Gracias mi señor —ella beso la mejilla de su esposo, hace un momento le había dicho que hablaría con Teseo pero que le preocupaba que él se molestara. Ella quería arreglar las cosas con él, hacerle saber que ya no le pasaba nada por lo que hizo.

Se levantó de su lugar y camino hasta estar cerca de la mesa donde estaban los hijos de Poseidón, no tuvo ni que acercase demasiado a ellos porque uno de ellos la vio e hizo que el la notara.

—Esta todo bien, ya regreso —murmuró Teseo cuando Perseo se lo quedo mirando cuando se puso de pie.

—Ten cuidado, aún estás herido —recomendó Perseo, la verdad el hecho que el otro fuera a hablar con Ariadna a solas, le molestaba bastante. No quería que hablara a solas con ella, no quería que este cerca de ella. Aunque Teseo fue el que dejó a Ariadna en esa isla, Perseo sabía a la perfección que él también había sufrido por esto, el remordimiento de lo cometido, aún lo perseguía y carcomia. A pesar de que fue mandato de un dios.

Un sentimiento amargo, molesto y de vacío se asentó en el interior de Perseo mientras los veía a los dos irse, los siguió con la mirada hasta que se sentaron en una banca no demasiado lejos pero lo suficiente para tener privacidad.

—Tranquilo, solo están hablando —Las palabras de Aquiles le trajeron de vuelta a la realidad, no se había dado cuenta de que había estado presionando con fuerza los cubiertos, tanto que empezaban a prácticamente formar parte de su palma.

Los soltó despacio, su mano estaba blanca de la fuerza que imprimió, se sobo las manos, podía sentir la mirada de Aquiles encima suyo pero no se la devolvió. No entendía porque ver a Teseo marchar con ella le había provocado todo esto, lo había irse muchas veces con muchas personas. Teseo era demasiado sociable, como decían sus hermanos "Solo en las pijamadas sabemos en que cama amanece".

Y era la pura verdad, Teseo andaba con todo el que le diera cabida, varias veces se les había perdido en los Elíseos, a veces se escapaba cuando algún hijo de Hades estaba tratando de llamar muertos con vinos o alguna bebida. Solo por el placer de salir y beber de esta, no porque verdaderamente le convocaran o quisiera hablar con esta persona.

Perseo suspiro y trato de calmarse, seguramente era porque estaba herido, él era muy inquieto lo que ocasionaba que sus vendajes no estuvieran fijos demasiado tiempo. No importaba como los apretaras, de alguna forma él hacía que se soltaran. Ya fuera porque se ponía a jugar con el borde de este o porque se movía demasiado. Si, seguro eso era lo que le tenía así.

—Creí que nos debíamos una conversación, después de lo que te sucedió —comenzó a decir Ariadna, los dos se habían quedado callados durante un largo raro, a pesar de que ambos tenían bastante para decir —Pensé que no tendríamos otra oportunidad y la habríamos desperdiciado —

—Creí lo mismo —Teseo respiro hondo, o bueno lo más hondo que el vendaje y sus costillas rotas se lo permitieron —Te debo una disculpa, creo que desde hace milenios. No debí dejarte en esa isla, estabas sola, habías confiado en mi, te traicione. Yo lo lamento tanto —

—Yo creo que debo ser sincera también —ella le medio sonrió —Por mucho, demasiado, tal vez hasta el momento en que te he visto otra vez con esta lectura, te odié. Te deteste porque yo di todo por ti, te ayudé, me enamoré como una loca por ti —Teseo solo la oía, se sentía mal, verdaderamente mal por lo que había hecho —Pero ahora, creo que ya no te odio más, que por fin aleje eso de mi —

—¿Por qué? —susurro aunque tal vez no quería saber la respuesta.

—Porque de no haberme dejado en esa isla, de no haberme roto el corazón como lo hiciste, no habría conocido a mi esposo. Él cuidó de mi, me quiso a pesar de que yo no le amaba al principio, me sacó de donde me habías dejado y me dio una maravillosa vida —Teseo río de esto.

—Yo —Trato de calmarse —Ariadna, esa fue la razón por la que te dejé en esa isla —Ella le vio sin entender —Atenea me dijo en un sueño que debía irme, que tu estabas destinada a un Dios. Cómo siempre ella tuvo razón —Ariadna se quedó callada y con una mirada indescifrable —Dijo que debía irme y dejarte ahí, que debía seguir mi viaje. Ella era mi patrona... —Ella levantó la mano.

—Así que fue ella —su rostro mostró amargura y enojo, ella comenzó a comprender a Teseo.

—Yo lo lamento, de verdad, yo sabía que no debía dejarte pero era mi patrona —murmuró mordiendo su labio, ella solo negó con la cabeza.

—Te entiendo perfectamente, en esa época si no hacíamos lo que... bueno ahora yo soy eso—ella río —Si no hacíamos lo que decían los dioses, corríamos el peligro de morir calcinados —Los dos rieron, en aquellos tiempos era así. Los dioses eran demasiado caprichosos y más vengativos, cualquier pequeña ofensa las hacían lagar caro, mucho más que la falta.

—O peor, terminar siendo parte de la ropa interior del tío Hades —hizo una mueca y los dos rieron, pero el se detuvo, sus costillas dolieron.

—Oh, lo siento —él desestimó el tema con una mano y respiro despacio.

—Esta bien, estoy bien —suspiro tranquilo —Me alegra haberte dicho todo —los dos se sonrieron.

—Teseo —Perseo llamo su atención, no se le veía demasiado feliz. Ariadna lo miró y luego a Teseo, soltó una risita y se levantó.

—Buena charla Teseo —Teseo se la quedo mirando, luego asintió. Ella se acercó a Perseo —Espero que lo hagas feliz, lo merece —susurro a su oído, Perseo frunció el ceño viéndola irse ¿Por qué le dijo eso?

—¿Qué te dijo? —Teseo le hizo desviar la mirada hacia él, Perseo parpadeo un par de veces.

—No sé, no le entendí —Se encogió de hombros y se acercó a él —Creo que te volviste a desacomodar el vendaje, al final voy a terminar siendo hijo de Apolo en vez de Zeus —se quejaba mientras le levantaba la camisa a Teseo y le acomodaba el vendaje. Teseo desvió la mirada hacia arriba mientras sentía las manos de Perseo sobre su piel, se sentía demasiado bien las pequeñas corrientes que esto le ocasionaba.

—¿Ya? —Pregunto después de un rato, Perseo demoraba demasiado acomodando el vendaje.

—Ya casi —murmuró y pronto le dio unas palmaditas suaves sobre el vendaje —Ya esta —le extendió una mano para ayudarlo, Teseo la tomo. Cada vez sentía más las corrientes, sabia que las había sentido antes pero nunca les prestaba atención, no sabia porque había empezado a hacerlo.

Una pelea estalló entre las mesas, los hijos de Ares no podían contenerse más, estaban tan cansados como su padre de la poca acción del capítulo, habían sacado sus espadas de la nada y comenzado a luchar, los demás no habían podido esperar demasiado para unirse a la lucha, algunos aún estaban comiendo mientras luchaban.

De lo que no se daban cuenta es que un par de ojos verdemar les observaban muy asustados pues se acercaron demasiado a la mesa y uno de ellos fue arrojado muy cerca de él, los que estaban cerca dieron un respingo igual que el pequeño azabache.

—Tranquilo, solo están entrenando —susurro Annabeth abrazándole, pero él no se calmaba había comenzado a temblar —Shhhh todo esta bien —ella lo acomodó en su regazo.

—Estoy bien, estoy bien, perfecto —murmuró sin despegar la vista de los que aún peleaban. En especial de uno de ellos que por alguna razón se comenzó a alejar del grupo, ladeó la cabeza.

—Ya Ares los hará aparecer en otro lugar —Dijo Poseidón acercándose a Percy, este despego su vista de la pelea y la dirigió a él, este le sonrió y acarició su cabello.

Pronto la pelea había terminado porque fueron trasladados de ahí, pero al que Percy estaba vigilando no fue con ellos, el rubio se escondió entre los arbustos. Haber hecho algunos comentarios cerca de los hijos de Ares y Marte, había hecho que todos comenzaran a pelear, eran muy volátiles, fue demasiado sencillo.

—Bien hecho —dijo una voz a su lado, una chica castaña que estaba sacándose de la boca aún el rastro de la mordaza que llevara en la boca.

—¿Sabes lo peligroso es que nos vean juntos? —inquirió el rubio vigilando que nadie los vea. Ella/él le había hecho señas cuando salían de la sala de los tronos para que hablaran.

—Soy un dios, claro que lo sé idiota —gruño la chica sentándose bien y desechando a un lado con asco la chaqueta plateada que cargaba encima —Pero había que hacerlo, quiero oír tu plan —el rubio vio una vez más por encima del arbusto antes de centrar su atención en la "chica"

—Bien —saco de su túnica lo que había cargado durante días —Esto era uno de los aparatos del idiota hijo de Hefestos, logre controlarlo —saco de su túnica un control remoto —Lo único que hay que hacer es que el pequeño idiota se quede solo —

—Bien —ella/ él comenzó a revisar el aparato, parecía una hormiga por abajo pero encima había sido puesto algo parecido a un gran malvavisco que estaba de color azul.

—Lo podemos conducir por el bosque pero de ahí es tu parte, tu debes controlarlo. Imagino que conoces el bosque mejor que yo —entrego el control en las manos de ella/él, este le quedo mirando bastante extrañado —Tienes que apretar este botón para encenderlo, la palanca es para moverlo hacia donde quieres, tiene uno para poner una canción suave y atrayente —explicaba señalando cada cosa, ella/él prestaba atención.

—Bien, ahora es mi trabajo —guardo el aparato con el control en la chaqueta plateada, Octavian lo vio marchar pero no estaba tan ansioso como en el anterior plan, algo, una pequeña parte de él, no quería que funcione.

Esperaba secretamente equivocarse, pensar que no dejarían solo al niño en ningún momento. Por los dioses estaban planeando atacar a un niño ¡Un niño! La voz esa que llaman conciencia, esa misma que Octavian había logrado mandar a callar hace ya muchos años atrás, estaba volviendo y con gran fuerza ¿De verdad su abuela querría que se convierta en alguien que ataca a un pequeño infante? ¿Enserio quería eso?

—Todo está bien, es por el bien de la legión —se comenzó a repetir una y otra vez en un intento vano de autoconocimiento, de que lo que hacia era lo correcto, mientras caminaba de regreso con el resto de los romanos —Lo haces para no ser parte de los salvajes graecus —pero viendo como estaban todos, sus palabras estaban quedando sin fundamentos.

En el comedor solo quedaban unos cuantos mestizos, estaban conversando riendo, jugando, estaban conviviendo, incluso Reyna que siempre parecía tan seria estaba riendo junto con su hermana y la oráculo de los griegos. Él se sentó en una de las mesas del comedor donde se sentaban algunos de su cohorte.

—Si, me lo enseñó Adam un hijo de Atenea, son muy inteligentes —admitía la chica que hablaba, la reconocía como un legado de Aquilon —También me habló sobre estrategias, unas excelentes para los juegos de guerra —

—¿Has visto a Julia? Mi hermana griega hija de Hermes, me han enseñado unas bromas que no dudaré en aplicar —sonreía con suficiencia y algo de maldad la hija de Mercurio.

Y no eran las únicas que parecían estar aprendiendo cosas de los griegos, también más allá se estaba librando un combate entre romanos y griegos, los de Marte y Ares se estaban enseñando técnicas, Frank Zhang parecía que estaba encajando cada vez mejor con ellos.

—Hey Octavian —escucho la voz de una chica llamarle, levantó sus ojos azules los cuales se toparon unos verdes césped, muchas pecas y una gran maraña de rizos rojos —¿Te molesta si me siento? —Él por primera vez no dijo nada, solo la vio sentarse.—Creo que ya nos hemos visto y hasta te golpee —

—Con tu cepillo, si —reconoció y ella río ligeramente.

—Lo siento, pero es que pareces tener el don de poner a todos de los nervios —ella sonaba divertida —Bueno a lo que vine, creo que te debo una disculpa por el golpe —sus ojos se fijaron en los de ella —Pero también te diré que si sigues comportándote mal, no dudaré en darte otro —saco del cinto su cepillo de color azul y lo amenazo con él.

—Me doy por advertido —la respuesta salió sola de su boca ¡No! ¡No podía ser! ¡Se estaba hablando con una griega! ¡¡Sin querer matarla!!

—Bien, si te portas bien, tal vez podamos intercambiar profecías algún día —le guiño un ojo de manera cómplice, se levanto y se fue tal como llego, de imprevisto. Él la vio marchar ¿Qué había pasado? ¿Por qué no contesto con un tono mordaz? ¡Él no debía llevarse bien con los griegos!

—Oye, Augur —Llamo otra voz desconocida para él, giro su cabeza hacia el otro lado, se topó con lo que sería la copia casi exacta de su antepasado Apolo —Ten —le lanzó una manzana a las manos, Octavian la paro enseguida pensando que le iba a lastimar o algo pero no, había sido lanzada con cuidado no con intención de lastimarle.

—Papá dijo que no te había visto comer y esta preocupado por ti —otro chico, uno de tres morena y trenzas en su oscuro cabello.

—Puede que no seas hijo de Apolo y que seas verdaderamente irritante, pero sigues siendo parte de la familia, así que intenta cuidarte un poco —dijo la copia de su antepasado, luego los dos se dieron la vuelta y se fueron de ahí. ¿Apolo se estaba preocupando por él?

Miro alrededor y en una esquina lo vio, estaba conversando con su gemela Artemisa y el Dios de los ladrones, pero lo noto. Debes en cuando Apolo y los demás dioses daban un vistazo a su alrededor para después volver a lo suyo. Se aseguraban que todo estuviera bien bajo control.

Octavian estudio la manzana con detenimiento, el rubio había dicho familia. Que ellos eran familia, que no importaba como fueran, eran familia. Él la única familia que recordaba era a su abuela, sus padres eran un borrón, su madre vivía en el hospital apenas se enteraba de él, su padre un gran hombre de negocios. Siempre de viaje. Siempre le dieron todo.

—Familia —murmuró mordiendo la manzana.

Pero no era el único que pensaba en eso, en la mesa donde antes estuvieran todos los hijos de Hermes ahora solo quedaban dos. Chris Rodríguez y Luke Castellan, ya habían terminado de comer y solo miraban sus platos vacíos con detenimiento.

—Hice las cosas muy mal ¿No es cierto? —comenzó a decir el rubio.

—Demasiadas cosas mal —contesto Chris —Pero aún hay salvación, supongo —miro a Luke —Tienes que entender que los dioses hacen lo posible por cuidarnos, aunque solo los veamos una o dos veces en la vida —

—Creo que ya lo voy comprendiendo —sonrío amargamente sin ver a Chris, su vista viajo a la daga que aún no entregaba —Cometí tantos errores —acarició el empaque de esta.

—No eras tu del todo, era Cronos. Dejaste que te engañara —Luke soltó un risa irónica ante esto.

—El hijo del Dios del engaño, resulto engañado —negó con la cabeza —Fui un idiota, lo sigo siendo —Miro a Chris y sonrió de lado —Pero creo que comenzaré a dejar de serlo un poco ¿no? —

—Lo idiota nunca se va del todo —Chris golpeó su espalda —Te acompañará hasta el más allá, pero al menos se un buen idiota —

—Esta bien que yo me diga idiota pero tú no —masculló un poco molesto el otro se levantó y río con ganas.

—Idiota —salió corriendo siendo perseguido por el rubio a toda carrera.

—¿Puedo ir a las fuentes? —pregunto en tono muy bajo Percy a Annabeth que estaba más cerca.

—Claro, ve a jugar con Harley y Sophia —Ella le dio permiso para levantarse, el salió corriendo hacia donde estaban los otros.

—Otra vez se llevó la mochila —se quejó Leo, se le estaba creando una ligera obsesión con esta.

—Te ha dicho que después nos dirá el secreto Leo —rodó los ojos Piper a lado de esta estaba Jason con el brazo apoyado en sus hombros.

—Diría que Leo obsesionado con la maleta de un niño de siete es de lo más raro que me ha pasado en estos días pero eso seria mentir —decía el rubio y todos se le quedaron mirando —Es que nunca había visto al hermano de Percy actuar así —

—El hermano de Percy no es tan malo, Percy lo conoció mejor después de la guerra —decía Annabeth con la mirada fija en Percy y Harley que saltaban sobre los chorros de agua pero estos parecían tener preferencia por Percy —Lo que si, es que guarda sus distancias lo más que puede —

—¿Tú sabes porque? —pregunto Hazel, Frank se había ido a entrenar y Nico estaba refunfuñando con Thalia como para que le interese si estaba con él o no.

—Me hago una idea pero la verdad serian muchos factores lo que le llevarían a lo que es ahora y en el futuro —explico ella y Jason frunció el ceño, algo parecido había dicho la madre de él.

—¡Miren! —Percy hizo que todos voltearan a mirarlo, los chorros de agua de verdad comenzaban a perseguirlo, hacían los movimientos que el hacia —¡Es fantástico! —río con ganas.

Todos sonrieron y aplaudieron, era reconfortante verlo jugar en el agua, no querían recordar en el estado deplorable que había llegado. Lo malo es que les recordaba dolorosamente que el Percy más grande no estaba ahí, que no sabían cuando llegaría y peor, en que estado se encontraría.

—Vamos ya a seguir con la lectura —Pidió Hestia con una amable sonrisa en el rostro e invitando a todos a entrar en la sala de los tronos.

—Vamos adentro y ya deja de mirarla tanto si no le vas a hablar —decía Aquiles a Orión que desde que habían terminado de comer solo había estado mirando a Artemisa.

—Quisiera hablar con ella —murmuró despegando la vista de ella y viendo al rubio —También quisiera saber de que tanto hablaba con esos dos —

—Probablemente de Percy —decía Belerofonte caminando a lado de ellos —Ustedes saben que Apolo me oyó hablando de él —

—Es cierto —reconoció Aquiles —Pero creo que esta dejando de hacerlo, se mueve más libre, ha hablado mucho más —

—Esperemos que así sea —comento Orión viendo a su pequeño hermano que caminaba con los amigos que tendría en el futuro. Todos estaban muy felices con el pequeño Percy ahí.

Una castaña sonreía mientras caminaba con las de su grupo, no es que fuera feliz entre ellas pero lo que llevaba en la chaqueta tenía lo que le garantizaba una venganza.

—Te lo digo tío P, es sospechoso que este demasiado quieta —advertía Ares a Poseidón antes de entrar a la sala, este frunció el ceño.

—Tendremos cuidado, aunque por ahora esperemos que estés equivocado —Ares gruño pero quería creer en lo que decía su tío, que las cosas eran solo producto de su mente que ve guerras en todas partes —Ahora vamos a leer —