Todos los personajes pertenecen a Rick Riordan igual que el texto en negrita yo solo los usaré para este fic sin fines de lucro.
N/A: ¿Qué creyeron? ¿Qué me morí? Casi pero no :v aquí regrese.
Comenten y gozenlo ~
En la noche, no todo fue tan tranquilo como Jason habría deseado pero al menos había sido menor ajetreo que las noches pasadas. Percy había tenido pesadillas de nuevo pero esta vez no había despertado, solo se había aferrado al rubio buscando protección. Jason comenzaba a creer que esto se seguiría repitiendo todas las noches, no importaba lo que hiciera para tratar de evitarlo.
—Percy, es hora de despertar —susurraba a su oído mientras lo movía pero lo único que conseguía es que el niño se hiciera un ovillo de peluche y mantas en la cama. Él ya se había aseado y cambiado para ir a desayunar pero no lograba que Percy despertara.
Bueno tampoco es que lo intentara demasiado, pues ahora que había luz del sol parecía que él tenía más sueño todavía. Estaba tiernamente encarrujado entre las sábanas y abrazando su peluche, su cabello estaba revuelto y contrastaba a la perfección con las sábanas blancas de la cama, sus manitos se aferraban a Sharpy y su carita estaba recostada en parte contra la cabeza del tiburón. Era simplemente adorable.
—¿Ya están listos para desayunar? —Poseidón se paró en el umbral de la puerta de la habitación y vio la gran diatriba que tenía Jason entre sus manos. Debía sacar al pequeño bulto de la cama pero este era simplemente adorable como para hacerlo —Yo me encargo —río ligeramente, el rubio no era un mal muchacho y se veía que le tenía mucha estima a su pequeño hijo pero se dejaba convencer muy fácil por él, por momentos.
Jason dio un paso hacia atrás mientras Poseidón con un solo chasqueó de dedos se encargó de asear a Percy y ponerle ropa limpia. El pequeño aún seguía dormido y abrazando a su tiburón, al parecer estaba muy cansado esa mañana porque ni siquiera se inmutó cuando su padre lo levantó en brazos.
—Señor —comenzó a decir Jason cuando estaban saliendo por la puerta, él aún no estaba completamente seguro de cómo hablar con el dios. Jason nunca estaba seguro con esto, casi no trataba con dioses o con alguien que fuera mucho mayor que él.
—Dime —Poseidón se detuvo con Percy en sus brazos que estaba cómodamente recostado en el hombro de su padre.
—Lamento que él crea que esto es un sueño, que solo puede verlo a usted en su imaginación —siguió diciendo bastante nervioso de como se lo fuera a tomar el Dios —Pero creo que en parte tiene razón de pensar así, digo es que usted en el futuro no estuvo mucho con él —Solo había querido compartir con él su pensamiento, tratando de que el Dios entienda un poco la situación y no vaya a querer forzar al pequeño a salir de su pensamiento.
Jason espero unos segundos, arrepintiendose un poco de haber compartido su pensamiento, quizá eso molestaría al Dios. Bueno que a ellos no les gustaba que les reconocieran que eran malos padres. Poseidón soltó una de las manos que tenía a Percy y Jason se dio por muerto, estaba seguro que el Dios se enfadaria o algo, pero lejos de hacer eso, Poseidón puso su mano sobre la cabeza de Jason.
—Tienes razón pequeño hijo de Júpiter —Le sonrió amablemente, lo que supuso para Jason un gran alivio y también una sensación cálida en el pecho, una sensación que solo había logrado tener con Thalia cuando ella lo abrazaba o le decía que era su pequeño hermano —Pero te aseguro que en el futuro intentaré estar más con él para que no piense más esas cosas —El rubio asintió mientras el dios revolvía su cabello de forma cariñosa —Ahora vamos a desayunar —
Poseidón lo tomó por los hombros y lo jalo hacia el comedor, el rubio primero se tensó un poco pero después se dejó llevar más cómodamente ¿Así se sentía tener un padre o una familia? Porque solo se sentía así de relajado cuando tenía a Thalia a su lado, o a los del Argo. El nunca había entendido bien el concepto de familia, nunca había tenido una en sí. Y hasta ahora se sentía un poco intruso en la de Percy pero ya no tanto.
—Tes despierta —en otra habitación algo lejana a la de Jason, estaba su otro hermano. Perseo. Quién también se había quedado a dormir ahí en el templo de Poseidón pues Teseo estaba ahí, se suponía que él dormiría en otra habitación distinta pero no había logrado conciliar el sueño en esta, así que había ido a refugiarse con el hijo de Poseidón.
—No quiero, me duele, déjame dormir —murmuraba entre dientes envolviendose más entre las sábanas de la cama. Perseo respiró hondo, a veces Teseo lo sacaba de sus casillas, tiró de las sábanas con cuidado dejándole sin estas y ahí se detuvo.
Su amigo. Una palabra que trataba de dejar de lado porque cada vez le agradaba menos y seguía sin saber porque. Estaba hecho una bolita en la cama, abrazaba una almohada blanca y su pijama era de un suave morado, parecía un niño pequeño que no quería levantarse ¿Cómo podía él ser tan cruel para perturbar el bello sueño que parecía tener? porque estaba sonriendo mientras dormía.
—Vamos ya a desayunar —Llego diciendo Tritón y vio con el ceño fruncido a Perseo, mismo que sólo seguía con las sábanas en mano sólo mirándole. —Despierta Teseo —hablo cuando vio que su hermano aún estaba en la cama —Y tú, ve ya para el comedor —señaló a Perseo, este asintió por alguna razón se había ganado el enojo de Tritón, aunque no sabia porque, bueno que el tampoco era un dios que sea muy difícil de enojar.
—¿Qué paso? —murmuró Teseo sentándose en la cama, restregaba uno de sus ojos con la Palma de su mano. A Perseo eso le parecía tierno, pero nunca lo diría en voz alta porque a veces malinterpretaban lo que tenia con Teseo y con eso lo harían más.
—Es hora de desayunar, te espero en el comedor para acomodar tu vendaje —Perseo se retiró de ahí lo más rápido que pudo sentía como la intensidad de la mirada de Tritón aumentaba en él.
Teseo solo vio como Perseo corría de ahí y luego vio a la causa de esto, solo que este le dio una mirada y luego se marchó. Ahora despierto y con todos sus sentidos en su lugar, se sonrojó furiosamente pensando en el sueño que acababa de tener, en este Perseo bailaba con él y después lo besaba.
—Olvídalo, olvídalo, olvídalo —murmuraba como un mantra para el mismo, él... no, no, y no, él jamás podría permitir que Perseo pase de ser un amigo, no quería lastimarlo. No a él, él no se lo merecía. Se metió inmediatamente al baño para bajar todo lo sentía y después salió más calmado —Olvídate todo Teseo, es lo mejor —Se puso la ropa pero su mente no dejaba de pensar en el sueño, iba a ser un largo día.
Salió de la habitación listo para afrontar lo que se venía, vio que en su mayoría ya estaban ahí. Belerofonte estaba sentado a lado de Aquiles como la mayor parte del tiempo, Percy aún parecía más dormido que despierto pero sus amigos estaban viendo que coma y ahí estaba Perseo ¿Había dicho que tendría un largo día? Quería decir un muy muy largo día, porque apenas se sentó las manos de Perseo estaban puestas sobre su vendaje.
—Parece que estas mejor, pronto podrás dejar de cargar las vendas. Quizá mañana ya no las necesites —lo escuchaba decir y Teseo quería saltar de la emoción, no había mejor noticia en ese momento de que las manos de Perseo no le tocarían, así su mente dejaría de hacerse ideas extrañas como las de esa mañana.
Atenea por otra parte estaba sintiendo tal vez lo que sintió su padre al tenerla a ella, había sido de la peor noche de su larguísima existencia. No sabia cuán molestas y ruidosas podían ser las adolescentes hasta la noche anterior, no tenían respeto por el sueño ajeno. Se la habían pasado conversando al menos dos horas después de estar en la cama y los ronquidos de algunas. Pero lo peor fue esa mañana, todas gritando, entrando, saliendo del baño, no tubo ninguna privacidad ¿Así vivían en el campamento?
Hera había sido otra de las que "disfruto" su noche con las chicas, comenzaba a odiar cada vez más ese cuerpo. Dioses nunca se había arrepentido tanto de ser lo que era, su cabello había sido un desastre, su ropa no podía cambiarla con un chasquido y descubrió lo horrible que era el acné. Los dioses no tienen acné, a menos que quieran y ninguno quiere eso, además descubrió que su nuevo cuerpo produce ciertos olores de los que tuvo que encargarse con agua fría, porque tantas jóvenes se terminaron el agua caliente. O al menos eso quería creer y no que alguno de los dioses se esté encargando de hacerle esta nueva vida aún más difícil.
Zeus por su parte, detestaba cada vez más ese cuerpo, olores, vello por todas partes, el molesto acné y tras eso, soportar los olores ajenos de los demás campistas. También sus risas para nada silenciosas de parte de algunos, después de la broma que le habían jugado a otros muchos se habían estado ahogando de la risa, tampoco soportó los alaridos, gritos y suplicas de algunos cuando atraparon a los culpables.
Ninguno de los tres nuevos semidioses parecían felices, los tres se reunieron nuevamente en el comedor, sentarse y tener que servir tu mismo tu plato no era a lo que estaban acostumbrados, ellos estaban acostumbrados a que todos les sirvan. No había quien les dijera cuán gloriosos eran, nadie les agradecía de la nada, todo era demasiado ruidoso ahora que comenzaban a convivir más con todos ellos.
—Y entonces, le dijo que no podía hacerlo ¿Te lo puedes creer? O sea solo viajo una hora por gusto, para que cuando llegara el otro le dijera que siempre no —comentaba en voz alta una de las hijas de Hermes sino se equivocaba Atenea. Ella ya planeaba como meterle un calcetín en la boca, a ella y a su amiga. Pero claramente se tenía que tragar su enojo, porque el padre de ella no agradecería eso, el de la otra chica tampoco.
Sus voces, sus gestos, su risa, todo en ellas solo la irritaba más. Atenea habría agradecido estar cerca de sus hijos pero estos seguían pasando de ella, en especial Annabeth. En la mañana había intentado acercarse a ellos pero se limitaron a contestar de forma fría y cortante, incluso la más pequeña de la cabaña lo hizo ¿Tan mala madre había sido para ellos? Esta bien, a esa pregunta si le tenía respuesta, después de todo ella había intentado atacar a uno de sus mejores amigos, así que si, estaba calificada como una de las peores madres de la existencia.
Pero ella no se llevaba las palmas en ese aspecto, pues Zeus iba a la delantera en esa carrera, mismo que no creían que nadie más quisiera correr. Este solo podía ver como sus hijos parecían bastante felices en la mesa de Poseidón, como su hijo menor estaba bromeando con el de Hefestos y el rubio de Poseidón. Jason en todo el tiempo que llevaban ahí nunca le había sonreído como en el momento que Poseidón le dijo algo.
Hestia miraba con algo de gusto a toda su familia, estaba complacida mirando como compartían la comida. Su hoguera estaba más brillante que antes, podía sentir como la flama del hogar crecía cada vez más en los corazones de los que estaban ahí y eso le alegraba demasiado, le daba fuerzas y energía. Esperaba poder desempeñar su papel de reina del Olimpo de la mejor forma posible y de verdad lograr un cambio en toda su familia. Y por dentro aún guardaba la pequeña flama de esperanza de que los que aún no tenían su flama del hogar creciendo lo hagan.
—Hoy se te ve bastante feliz hermana —Se le acerco Démeter después de haber visitado a sus hijas e hijos, vio como habían amanecido y agradecido de poder compartir esos breves momentos con ellos. Hestia le sonrió con tanta calidez como solía hacer en sus tiempos cuando recién habían sido liberados, haciéndole saber que era aún más poderosa de lo que estaba en un principio.
—Lo estoy, verdaderamente lo estoy —Contesto la diosa del hogar, eso hacia muy feliz a Demeter y le confirmaba que todo estaría mejor con ella a cargo de todo en el Olimpo.
Ellas siguieron en su conversación de lo más animadas, en otros lados como la mesa de Dioniso este se veía preocupado aún temía que su querida Ariadna no olvidara la amargura contra Atenea, no deseaba que le hiciera nada. Por más que se lo mereciera, no creía que a los demás le agrade que ella ataque a alguien. Aunque Ariadna se veía muy calmada y feliz compartiendo con los hijos del Dios del vino.
Apolo por su parte se había acercado a la mesa de Poseidón con la excusa de revisar a Teseo, pero la verdad era que quería sostener a Percy entre sus brazos aprovechando que el niño estaba más dormido que despierto. Lo cual les parecía extraño, porque el día anterior se levantó de buen ánimo y eso que había dormido menos que este día.
—Ya debes despertar Percy —Susurraba el dios del sol, quería despertarlo mas no asustarlo por eso no gritaba, pero por más que le moviera y apretara sus suaves mejillas, el niño seguía dormido.
—¿Un poco de agua quizá? —Sugirió por lo bajo Piper, así es como los solían despertar en la escuela del monte cuando alguien se quedaba dormido. Claro que no era exactamente poca agua, pero estaban hablando de un niño, no de adolescentes en un mal internado.
—Ya lo he intentado antes —Mencionó Jason, hace un rato Poseidón había mojado su rostro pero todo lo que consiguieron es que abra los ojos el suficiente tiempo para que desayune, después los había vuelto a cerrar.
—Solo déjenlo dormir, seguro después despertara para brincar por todo el Olimpo —Anfitrite quito con delicadeza a Percy de los brazos de Apolo, el niño no se quejo por el cambio. Ella lo acomodó entre sus brazos, le recordaba a sus propios hijos, su piel era tan suave y se veía tan tierno completamente dormido.
Cuando todos terminaron de comer, era momento de entrar una vez más a la sala de los tronos para seguir con la lectura. Luke ya estaba aterrandose por adelantado, estos libros solo confirmaban cada vez más todo lo abducido que estaba por Cronos, lo idiota que podía llegar a ser si seguía con eso, aunque claro ya no iba a hacerlo.
Halcyon el hijo de Apolo veía de lejos a Luke, se veía que estaba muy pensativo últimamente, se preguntaba si ya habría dado la daga a aquella joven. Esperaba que llegue de nuevo a sus manos, ese era un objeto muy preciado para él y sabia que era importante que sea devuelta a manos de ella, que tal vez eso sea el detonante que le falta para que ella también comience a limpiar sus heridas.
Todos estaba acomodándose en sus lugares, los Stoll y Chris estaban cerca de Luke, este les agradecía no dejarle solo. Annabeth estaba sentada con sus hermanos, ellos sabían que no podrían estar demasiado tiempo sin hacer de cuenta que su madre era una una campista más, pero tampoco podían perdonarla, ella había intentado intentado dañar a todos. Porque al atacar a Percy eso es lo que habría conseguido, que todos acaben muertos y lo sabían mejor que cualquier otro semidiós. En vista de esto, ellos tenían que formar una estrategia que la hiciera entender lo malo de sus acciones.
—Bien bien, yo leeré —Apolo se acomodó en su trono mientras abría el libro, tenía un sentimiento extraño desde la mañana, no sabia que era pero no era malo. Algo bueno sucedería, o al menos esperaba que fuera bueno, quizá el capítulo sería tranquilo —Hago una llamada submarina —
Los murmullos no se hicieron esperar, los griegos hacían llamadas Iris pero ¿Submarinas? ¿Con quién podría hacer una llamada submarina? ¿Será que había llamado a su padre? Poseidón por su parte tenía el ceño fruncido, él estaba más que convencido que con el no hablaría. No porque su hijo no quisiera hablar porque el querría hablarle ¿no? Por supuesto que sí, el querria pero algo le decía que no fue a el.
Tritón por su parte ya se imaginaba a quien estaría llamando, el mismo hacia de esas llamadas submarinas, así que no estaba poniendo mucha atención. Él estaba comenzando a preocuparse por lo que le estaba pasando, había tenido un sentimiento muy extraño esta mañana, su instinto (Ese casi nulo) que le hacia proteger lo que era del mar (sus hermanos) había salido al ver a Perseo observar a Teseo, es decir no era la primera vez que lo veía hacerlo pero las veces anteriores no le importó ¿Por qué ahora si? Quizá el pequeño Percy si le estaba afectando mucho.
Nunca había visto el Campamento Mestizo en invierno y la visión de la nieve me sorprendió.
—Es verdaderamente precioso —Suspiró Valentina hija de Afrodita recordando esas épocas del año, solo lo había visto una vez cuando había tenido que ir a hacer reparar su daga después de un ataque de dracanae. No se podía quejar de nada con lo que vio en el campamento.
—A nosotros no nos agrada demasiado —Se quejo un hijo de Apolo, después de todos ellos apreciaban más el calor que el frío, no por nada su padre era el Dios del sol y no de la nieve.
—Yo no volveré a ver a la nieve como algo lindo —murmuró Piper entre dientes recordando a la diosa de la nieve, Jason que estaba a su lado la abrazó y besó sus cabellos, no quería que ella recordara malas cosas.
—Tranquila reina de la belleza, yo creo que puedes seguirla disfrutando mientras no veas a la diosa, solo esperemos que no suceda de nuevo —Le guiño un ojo Leo a su otro lado haciéndola reír por esto.
El campamento dispone de un control climático de tipo mágico que es el último grito.
—Si, eso es lo mejor —Comentaron algunos griegos con caras soñadoras. Los romanos se quedaron viendo a los griegos, la barrera de ellos no hacia eso pero seria muy conveniente que lo haga.
Ninguna borrasca atraviesa sus límites a menos que el director en persona —el señor D— lo permita. Así pues, yo creía que haría sol y buena temperatura. Pero no: habían dejado que cayera una ligera nevada.
—Algo de frío no los matara —Desestimó el tema Dioniso con una mano, los demás dioses con hijos se lo quedaron mirando. Su esposa solo suspiró, su marido no aprendía a tratar bien a los semidioses.
Quiron se reservaba sus opiniones sobre si el frío les hacía bien o no, la verdad era que la mayoría de los semidioses gozaban de las nevadas. Cómo decían ellos, no era navidad sin nieve, así que al señor D el plan de tratarlos mal no le salía tan bien como quería.
La pista de carreras y los campos de fresas estaban llenos de hielo. Habían decorado las cabañas con lucecitas parpadeantes similares a las navideñas, salvo que parecían bolas de fuego de verdad.
—No lo parecían, lo eran —Se jactaron los de Hecate con orgullo, los romanos se los quedaron viendo. Ellos estaban tan adaptados a las cohortes que muy pocas veces usaban la magia para crear cosas como esas, para eso estaban los de Vulcano, ellos hacían artefactos.
Poseidón vía de vez en cuando a Percy, mismo que seguía totalmente dormido ¿Qué era lo que le pasaba? Todos estos días había estado tan bien y ahora estaba así. Trato una vez más, sin éxito, despertarlo, solo consiguió que se frotara los ojos y le diera una mala mirada. Una que estaba muy lejos de parecer intimidante si tomabas en cuenta que solo tenía siete años y sus mejillas hinchadas de aire haciendolo lucir adorable, no ayudaban. El dios de los mares tuvo que rendirse de despertarlo, de momento, pues Anfitrite lo miro mal y ella si daba malas miradas, lo acomodó lejos de él queriendo que lo deje tranquilo.
También brillaban luces en el bosque. Y lo más extraño de todo: se veía el resplandor de una hoguera en la ventana del desván de la Casa Grande, donde moraba el Oráculo apresado en un cuerpo momificado.
Muchos hiceron muecas con respecto a eso, no sabian porque pero en ese entonces Quirón siempre insistía en que incluso ahí debian instalar algo de fuego ¿Para qué necesitaba una momia calor? No lo sabían pero ellos obedecian lo que decia el entrenador de heroés. Lo que si agradecían era que en la actualidad ya no tenían que hacer eso.
Me pregunté si el espíritu de Delfos estaría asando malvaviscos o algo por el estilo.
—No estaba haciendo eso —Hablo Quirón, su alumno tenía ideas de lo más extrañas, aunque les saco ligeras risas a todos —Era bueno mantener una temperatura estable para que la momia no sufriera demasiados daños, se podia llegar a fragmentar por la baja temperatura —Miro a Dioniso que evito mirarlo, tambien mirar a Apolo que le veía con el ceño fruncido.Ella había sido su oráculo y merecía un grado de respeto de parte de Dioniso, ya se las pagaría si le llegaba a pasar algo a su oráculo.
—Uau —dijo Nico al bajarse del autobús—. ¿Eso es un muro de escalada?
—Así es —respondí.
Más de una no pudo evitar arrullar de lo dulce que se escuchaba el Nico del libro y Nico quería saber si ya podía abrir un hoyo en el suelo y adentrarse en él hasta que su yo del libro deje de aparecer. Hazel que estaba a su lado no es que estuviera ayudando demasiado a pasar su vergüenza, porque ella también se unió a los arrullos.
—Eres una monada —susurro ella y las mejillas de él se encendieron mientras le miraba con los ojos entrecerrados, ella soltó una risita que solo lograba irritar más a Nico.
—Tus mejillas rojizas son adorables —se atrevió a deci Will a su otro lado, Nico volteo pero no espero que el hijo de Apolo esté tan cerca. Sus rostros quedaron a solo unos centímetros, cada uno podía sentir la respiración del otro y la sangre no demoró en subir hasta sus rostros, los dos voltearon inmediatamente a indistintos lados completamente avergonzados.
Hazel que otra vez veía el rostro de su hermano pues volteó hacia ella, sonrió encantada mientras él se hundió en su cuello no queriendo ver como ella estaba feliz de su vergüenza. Ella le escucho maldecir algunas cosas en italiano contra Will pero eso solo le dio risa. Frank a su lado solo negó con la cabeza, su novia si que estaba disfrutando de esto.
—¿Cómo es que chorrea lava?
—Fue construído sobre una fuente de Magma subterránea que es la que produce la lava, los de Hefestos hace muchos años lograron conectarla con un mecanismo y con algunos controles se puede manejar —Explico Malcom viendo a sus dos acompañantes, últimamente sentía que las veía demasiado. A dónde miraba siempre estaba una de las dos, lo que le hacia sentir completamente extraño ¿Qué les sucedía a Kayla y a Lou Ellen? Debía averiguarlo.
Todos los que escucharon la explicación abrieron ligeramente la boca, más que nada los romanos porque sus pretores se veían con muchos ánimos de que eso existan en el campamento, los hijos de Vulcano ya estaban pensando en excusas para no buscar magma en las tierras del campamento, aunque la idea de construir les atraía demasiado.
—Para ponerlo un poquito más difícil... Ven. Te voy a presentar a Quirón. Zoë, ¿tú conoces...?
—Por supuesto que lo conozco —Ella miro fijamente al centauro, mismo que le devolvió la mirada. Se conocían bastante bien, los campistas griegos lo sabían, en especial por los juegos de captura la bandera. Esos enfrentamientos más que de campistas y cazadoras, era de Zoë contra Quirón, muchos lo veían así.
—Conozco a Quirón —dijo, muy tiesa—. Dile que estaremos en la cabaña ocho. Cazadoras, seguidme.
—Os mostraré el camino —se ofreció Grover.
Grover se sonrojó furiosamente al sentir las miradas divertidas de algunos, también había unas pícaras, otras de burla, otras que prometían muerte y en especial la de la diosa del amor. Ella aún se veía con ganas de ponerle un bonito vestido solo para ver como se veía con este.
—Mis cazadoras se saben el camino a su cabaña sátiro —Artemisa hablo amablemente pero con su mirada le decía que tuviera cuidado con lo que haría su yo del libro.
—Pero igual, un guía nunca esta de más hermanita —Apolo esquivo una flecha muy sonriente, Artemisa gruño ante sus palabras —También se les puede enseñar el Olimpo, soy excelente guía —Le guiñó un ojo a las cazadoras en general.
—Permiso para disparar mi señora —Hablaron al mismo tiempo las dos tenientes de Artemisa, ellas se vieron y luego solo sonrieron.
—Concedido —Acepto la diosa de la caza tensando su propio arco y flecha, el dios del sol esquivo las flechas con gracia y elegancia hasta que un cuchillo de caza rozó su nariz.
—Eran solo flechas Arty —Se quejó sonando la punta de su nariz, su hermana sonrió como si nada volviendo a poner sus armas en su lugar.
—Parecen niños —Gruño por lo bajo Zeus, sus hijos eran unos completos inmaduros, vio molesto a Poseidón que solo estaba riendo por la pelea de los gemelos. Gruñó más aún al ver que los demás dioses parecían felices con eso también. Ser un semidiós apestaba, no podía quejarse o decir algo de los dioses porque si no lo eliminarían sin contemplaciones.
—Ya conocemos el camino.
—De verdad, no es ninguna molestia. Resulta bastante fácil perderse por aquí si no tienes...
Artemisa y sus cazadoras respiraron hondo, los sátiros eran demasiado serviciales con ellas, todos los espíritus de la naturaleza lo eran pero a veces los sátiros se pasaban un poco de la raya con eso.
Tropezó aparatosamente con una canoa, pero se levantó sin parar de hablar.
—... como mi viejo padre solía decir: ¡adelante!
Zoë rodó los ojos, sabia que era imposible librarse del sátiro una vez que las había visto, siempre era así con todos los sátiros cuando llegaban al campamento. Las cazadoras intercambiaron miradas mirando a Grover y después a ellas, este solo les sonrió, seguramente hablaban de lo cansadas que estaban ya de tantas atenciones de parte de los sátiros.
Zoë puso los ojos en blanco, pero supongo que comprendió que no podría librarse de Grover.
—No es el primero que lo hace y tampoco creo que sea el último —Zoë puso los ojos en blanco como en el libro, a ella enserio le fastidiaba todo lo que fuera aunque sea mitad hombre. Gruño viendo a la ahora culpable de esto, misma que solo puso los ojos en blanco.
Esta seguía creyendo que no era su culpa el daño a Zoë, él solo había hecho lo que tenía que hacer para poder sobrevivir y salir airoso de su prueba. Las personas que salieron lastimadas en el camino no eran su responsabilidad, o ese era al menos el pensar de él/ella.
Las cazadoras cargaron con sus petates y arcos, y se encaminaron hacia las cabañas. Antes de seguirlas, Bianca se acercó a su hermano y le susurró algo al oído; lo miró esperando una respuesta, pero Nico frunció el entrecejo y se volvió.
Nico le dio una mirada a Bianca, solo ellos sabían lo que ella había preguntado. Él había estado tan molesto en ese momento, tanto que no le dirigió la palabra después de eso y ahora estaba arrepentido porque aún sabiendo lo que podía suceder, ninguno de los dos dio su brazo a torcer sobre sus decisiones. Los dos habían sido tontos en ese instante, aunque Nico logró hacer lo que ella le pidió en ese momento perdonarla pero no logró decírselo, nunca logró perdonarla en vida.
—Hey Nico —La voz de Will lo sacó de sus pensamientos tortuosos —Ella esta aún aquí, aún puedes hacer algo —El rubio tomó sus manos entre las suyas y la acaricio con suavidad. Los pensamientos de Nico le habían fastidiado al punto de hacerle apretar los puños y causarse daño con sus uñas, ahora tenía heridas en la palma, mismas que Will estaba tocando con delicadeza —Yo las curare, todo estará bien —Le sonrió mientras sacaba algunas cosas y empezaba a trabajar.
Nico solo se quedó mirando en silencio como aquel chico que parecía tan despreocupado para todo el mundo, ese que parecía un surfista que solo toma el sol estaba tan determinado a que él este bien, se estaba preocupando por él. Cómo si el fuera lo más importante que existiera.
—Gracias Will —susurro Nico cuando este termino de curar sus heridas, también le brindo una sonrisa sencilla y después no quiso ver el rostro del rubio. Mismo al que se le había acelerado el corazón, lo había llamado por su nombre y le había sonreído, el hijo de Apolo se daba por pagado ¿Quién necesitaba volar para estar en el cielo cuando tenía a un hijo de Hades sonriendole tiernamente? Nadie.
—¡Cuidaos, guapas! —les gritó Apolo a las cazadoras. A mí me guiñó un ojo—. Tú, Percy, ándate con cuidado con esas profecías. Nos veremos pronto.
Poseidón arqueo una ceja mirando a su sobrino, mismo que solo le sonrió descaradamente aunque apartó la mirada cuando recibió una molesta de parte de Hermes por alguna razón.
—¿Intentaste coquetear con mi hijo? —pregunto suspicaz el nuevo rey aún mirando al Dios del sol.
—Puede ser, después de todo es un muchacho bastante lindo y... —No pudo decir más que termino bajo una lluvia de flechas y una ola de mar, también obtuvo varias miradas ceñudas. En especial una del dios de los ladrones —Oh vamos, Hermes también lo hizo y él no recibió eso —Se quejó quitándose las flechas y tratando de secarse.
—Yo fui mucho más sutil —Susurro el aludido dándole una mirada indiferente a Apolo mismo que no comprendía que había hecho de malo para que su amigo se ponga así.
—Esta bien, no puedo coquetearle al niño —Se sacudió la ropa ya seca para seguir leyendo, miro de reojo a Hermes, no comprendía su enfado —Aunque los otros hijos del mar están disponibles —Les guiño un ojo a los hijos de su tío, solo por molestar un poco más. Y lo consiguió, recibió más miradas de muertes, de su tío, de Anfitrite aunque también recibió otras tres más que lo consternaron un poco, la de Artemisa, la de Aquiles, la de Tritón y la de Perseo ¿Es que todos los hijos de su tío ya estaban tomados y no se enteró? Además ¿De donde venía el espíritu fraternal de Tritón? Mejor siguió leyendo antes de que lo asesinaran una siendo tan divino.
—¿Qué quieres decir?
—Qué se va a involucrar en otra profecía —Tritón sonaba molesto pero ni el sabia bien con quien lo estaba, no sabía si con el pequeño Percy por afectarlo tanto, con su sus propios sentimientos fraternales, o con el estúpido de Apolo porque querer meterse con su familia. Argh sus sentimientos estaban comenzando a ser un lío de los grandes.
En lugar de responder, se subió al autobús de un salto.
—¡Nos vemos, Thalia! —gritó—. ¡Y sé buena!
—Así que hasta con tu medio hermana, lo cual no me sorprende —Poseidón suspiro con cansancio, tendría que cuidar mucho a sus hijos. Si, él estaba comenzando a ver a Thalia como una hija, después de todo ella era la hermana de Jason y estaba en peligro en el libro como su hijo. Esa era una de las mayores debilidades del Dios de los mares, los hijos de Zeus, no sabia porque pero sentía que debía cuidarlos como su hijo había cuidado de ella. No podía negar que aun le quería a ella como una nieta, pero había cambiado tanto de como él la describía, que siempre terminaban mal.
Apolo solo sonrió inocente, vamos que no se podía negar que los dos eran hermosos. Thalia tenía unos preciosos ojos azules, un cielo eléctrico en esas ventanas, una fiereza en sus expresiones, su modo de actuar. Uf, imposible no querer coquetearle, una lástima que terminara siendo cazadora. Y el hijo de Poseidón, de adolescente era una completa preciosura, sus ojos, sus labios, su rostro y su cuerpo. Mejor no pensaba en él porque si no recordaba donde estaba se pondría mal y no sería capaz de no decirle a su tío donde estaba. Así que mejor siguió leyendo.
Le lanzó una sonrisa maliciosa, como si supiera algo que ella ignoraba.
Algunas miradas fueron hacia Thalia y ella solo cerró los ojos. Por supuesto que ella lo recordaba, aún estaba presente en algunos de sus sueños. Luke estaba ahí parado frente a ella estirando su mano, ofreciéndole la vida que según se merecía, sonriendo como siempre, tratando de convencerla de dejar el campamento pero también veía a Cronos, el poder que irradiaba como la llamaba y la voz de Luke cambiaba.
Luke frunció el ceño mirándola fijamente ¿Qué había pasado? ¿Qué era eso que ella sabía y que Percy no? ¿Cómo es que lo sabia Apolo? Bueno era un dios, eso quería decir que competía a su dominio y estos estaban... Abrió los ojos mucho cuando llegó a ese punto. Si Percy había soñado con él y lo había intentado atraer a su lado, con ella seguramente hizo lo mismo era lo único que podía pensar.
Thalia y Luke toparon miradas, ella esquivó su mirada, él comenzó a negar con la cabeza no era posible. Bueno, hablaba del señor Titán más retorcido que existía claro que quería atraerla a ella y seguro lo uso a él, seguro lo convenció de que tenia que tenerla para manejar la profecía. Fruncio el ceño, ella debía estar por cumplir años, con razón la había buscado tan pronto.
Luego cerró las puertas y arrancó. Tuve que protegerme con una mano mientras el carro del sol despegaba entre una oleada de calor.
—He hizo muy bien, niños recuerden no ver mi auto cuando lo estacionó ni cuando me voy, solo lo pueden ver los dioses —Recordó el dios como si hablara con niños pequeños aunque el único pequeño estaba dormido en ese momento.
Cuando volví a mirar, el lago despedía una gran nube de vapor y un Maserati remontaba los bosques, cada vez más resplandeciente y más alto, hasta que se disolvió en un rayo de sol.
—Y ahí va un gran dios —Apolo suspiro y los dioses rodaron los ojos. Hasta los que ya no eran dioses lo hicieron, con la poca memoria que le habían dejado las moiras aún podían recordar lo egocéntrico que podía ser el dios del sol, si, eso si se los habían dejado las moiras.
Nico seguía de mal humor. Me pregunté qué le habría dicho su hermana.
—Que la disculpara por su decisión, que me hablaría cada vez que pudiera pero yo no le creía, total no lo hizo —susurro Nico mirando a Bianca que suspiraba para después apretar los labios. Ella lo recordaba mucho mejor que él, trataba aún de que lo entienda que era lo mejor para los dos, que equivocada había estado.
—¿Quién es Quirón? —me preguntó—. Esa figura no la tengo.
Nico escondió el rostro ante la mirada y sonrisa medio burlona del centauro, también de las risitas de los demás presentes.
—Es nuestro director de actividades —le dije—. Es... bueno, ahora lo verás.
—Si no cae bien a esas cazadoras —refunfuñó él—, para mí ya tiene diez puntos. Vamos.
El entrenador de héroes arqueo una ceja igual que las cazadoras, Nico alzó la barbilla el seguía detestando a las cazadoras. Excepto a Thalia y eso es porque ella lo electrocutaria si llegaba hacerlo, ya lo había hecho cuando le decía algo mal de las cazadoras.
Bueno las cazadoras igual terminaron entendiendo que no era fácil para él acostumbrarse a la idea de que su hermana no va a estar más con él. Bianca apretó los labios mirando el suelo.
* * *
La segunda cosa que me sorprendió fue lo vacío que estaba el campamento. Yo sabía que la mayoría de los mestizos se entrenaban sólo en verano.
Los griegos se veían entre sí, no importaba que solo fuera el verano, ellos seguían siendo familia incluso si no se veían durante el resto del año. Los romanos en cambio fruncieron el ceño, ellos se veían todo el año pero aún así no se comportaban como familia ¿Por qué los griegos sí?
Ahora únicamente quedaban los que pasaban allí todo el año: los que no tenían un hogar adónde ir o los que habrían sufrido demasiados ataques de los monstruos si hubieran abandonado el campamento.
Los dioses se movieron incómodos en sus tronos, no les estaba gustando la idea de que sus hijos se arriesguen tanto. A los semidioses griegos ya les daba un poco igual, ya estaban acostumbrados a que su vida no iba a ser fácil desde el momento en que les dijeron que no eran como los demás. Tristemente lo mismo pasaba con los romanos, porque para eso vivían entrenando siempre, para eso seguían las reglas y las enseñanzas de Lupa.
Pero incluso ese tipo de campistas parecían más bien escasos.
—Solemos arriesgarnos a pasar las fiestas con nuestras familias mortales, a querer disfrutar un poco también a los amigos que a veces hacemos en los internados. Claro que lo último no es el caso de todos —decía Butch y muchos asintieron. Hestia sonrió con calidez, era agradable saber que ellos siempre querían estar en familia, buscar un hogar.
Zeus se removió en su asiento, él nunca había entendido ese término siempre le pareció algo sin importancia. Cuando te cuidan como hijo único, al que le dan todo mientras entrenas, cuando no tienes de que preocuparte más que de entrenar y vivir la vida lo más natural posible. Solo porque la profecía decía que de todos modos tu ganarías, o más bien tu hermano, eso te daba confianza suficiente como para creerte completamente invencible y engreído. Tal vez si cometieron un error su madre y las ninfas que lo cuidaron, lo que le recordaba que hace tiempo no sabía de ellas. No desde que habían cambiado de país con la fuerza de Oriente.
Charles Beckendorf, de la cabaña de Hefesto, avivaba la forja que había junto al arsenal.
—Eso es lo mejor, porque al estar ahí sientes menos frío que en otras partes del campamento —Sonrío de lado Jake recordando esos días que pasaba ahí con Charles, a veces se quedaba solo para poder seguir trabajando con él. Bueno no era como si en casa le esperaran, su madre ya se había hecho a la idea de que su hijo estaba mucho más feliz en el campamento que en casa, excepto ahora que les había caído la maldición, misma que recientemente parecía levantada.
Los hermanos Stoll, Travis y Connor, de la cabaña de Hermes, estaban forzando la cerradura del almacén.
—Eso es una deshonra —Hablo Hermes y todos se lo quedaron mirando extrañados por el regaño mientras los Stoll bajaban la cabeza, Luke negó con la cabeza —Son mis hijos, ustedes no pueden hacer eso —Sonaba bastante indignado, los hijos del Dios también veían mal a los dos chicos —¿Cómo pudieron dejar que Percy los vea? ¿Y así se llaman mis hijos? —Ahora todos rodaron los ojos, claro, eso era lo que importaba e indignaba.
—Lo sentimos, pero aseguramos que solo él puede hacer eso —Dijeron los dos Stoll al mismo tiempo y el Dios frunció el ceño igual que Luke y algunos dioses más.
Les parecía extraño que Percy fuera tan conservador, tanto como para notar a dos hijos de Hermes robando. Ellos eran casi imposibles de atrapar, solo les atrapaban con artimañas pero él simplemente los vio en el acto como si nada, Percy tenía cualidades verdaderamente extrañas. Miraron al niño que seguía dormido junto a Anfitrite, excepto por Quirón y Apolo, el uno evitaba la mirada del otro. El Dios siguió antes de que notaran esto, pero es que la pregunta que le tenía al entrenador desde hace rato había vuelto a rondar en su cabeza, tenía que sacarla de ahí.
Varios chicos de la cabaña de Ares se habían enzarzado con las ninfas del bosque en una batalla de bolas de nieve. Y nada más, prácticamente. Ni siquiera Clarisse, mi antigua rival de la cabaña de Ares, parecía andar por allí.
Ares arqueo una ceja mirando a su hija, esta no le devolvió la mirada, solo miraba de soslayo a su novio mismo que solo le sonreía apenas mientras apretaba su mano. Luke sintió una angustia en su pecho, esa sensación de que había hecho algo mal y terrible en ese momento en el libro estaba creciendo y no tenía que ver exactamente con Annabeth, esto era una cosa distinta, sabia que tenía que ver con Chris tal vez por la mirada que le dirigió en capítulos anteriores. Eran más cosas que reparar, se iban a comenzar a sentir hijo de Hefestos con tantas cosas que enmendar y reconstruir.
La Casa Grande estaba decorada con bolas de fuego rojas y amarillas que calentaban el porche sin incendiarlo. Dentro, las llamas crepitaban en la chimenea. El aire olía a chocolate caliente. El señor D, director del campamento, y Quirón se entretenían jugando una partida de cartas en el salón.
Los dos sonrieron complacidos, aquello era lo mejor de los inviernos dentro del campamento, muy lejos de que tenían que preocuparse por entrenar a los chicos o de que tenían que ver que los dioses no se estuvieran matando, siempre para esa época se respiraba tranquilidad. Lo malo es que seguramente para la época que leían no lo era tanto, el señor D se lo imaginaba porque por un momento Quirón dejo de sonreír recordando eso.
Quirón llevaba la barba más desgreñada en invierno y algo más largo su pelo ensortijado. Ahora no tenía que adoptar la pose de profesor y supongo que podía permitirse una apariencia más informal.
—Me gusta lucir así en invierno, después de todo no tengo que fingir ser un mortal más delante de los maestros, a los semidioses no les interesa tanto mi aspecto como a ellos —Se excuso el centauro ante las miradas que estaba recibiendo de los demás, muchos asintieron. Era verdad, la sociedad mortal era mucho más exigente con respecto al aspecto físico de la persona que los inmortales o semidioses, así que era válido lo que él decía.
Llevaba un suéter lanudo con un estampado de pezuñas y se había puesto una manta en el regazo que casi tapaba del todo su silla de ruedas.
Hestia le sonrió al centauro y él le devolvió el gesto, después de todo ella era quien se preocupaba por él. Puede que solo fueran hermanos por parte de Cronos, pero ella lo veía como un hermano completo igual que algunos otros dioses.
Zeus hizo una mueca pensando en aquel suéter y vio sutilmente a Hestia, alguna vez la vio tranquilamente tejiendo y cociendo, siempre le sonreía amablemente cuando llegaba a algún lugar, unas imágenes borrosas de ella dándole un regalo que él solo amontono por ahí le llegaron. Su cabeza dolió debido a esto, su pecho igual, las imágenes se fueron pero el sentimiento quedó, la tristeza. Había sido un poco malo con ella y su bondad.
Nada más vernos, sonrió.
—¡Percy! ¡Thalia! Y éste debe de ser...
—Nico di Angelo —dije—. Él y su hermana son mestizos.
—El niño más adorable del mundo —Se burlaron Connor y Travis antes de que el suelo donde estaban sus asientos se abriera dejando caer sus patas hacia abajo y que ellos se caigan. Todos rieron mientras Nico solo estaba recostado contra Hazel viéndoles sufrir.
Quirón suspiró aliviado.
—Lo habéis logrado, entonces.
—Bueno...
Su sonrisa se congeló.
Quirón negó, no esperaba que sucediera eso y peor en ese momento, Annabeth había estado tan confundida, tan ofuscada, tan furiosa con su padre, con Luke, con el mismo por estar poniendo más atención a Thalia. Quizá esa eran las razones por las que Annabeth pensó en aquella idea, después de todo sentía que una vez más su padre elegía a su madrastra, el campamento ya no la necesitaba teniendo a Thalia según de líder, perdió a su mejor amigo y confidente, para después tampoco contar con Quirón para apoyarla. Él había tenido que aceptar entrenar personalmente a Thalia desde que despertó para que se adaptara al mundo mortal, para que supiera defenderse, para que se convierta en la niña de la profecía aunque él había advertido a Zeus que tal vez no sería así, pero con el Dios de los cielos no había como discutir. Así que había accedido y se tuvo que desvincular mucho de la rubia.
—¿Qué ocurre? ¿Y dónde está Annabeth?
—¡Por favor! —dijo el señor D con fastidio—. No me digáis que se ha perdido también.
—¿También? —Pregunto Demeter viendo al entrenador de héroes, los griegos atacaron la cabeza. En esa época habían perdido a demasiados campistas con el ejército de Luke, otros habían desertado del todo. No se habían querido inmiscuir en nada de peleas, como eran hijos de dioses menores en la cabaña once, no les resultó muy difícil convivir entre mortales.
Yo había intentado hacer caso omiso del señor D, pero era difícil ignorarlo con aquel chándal atigrado de color naranja y las zapatillas de deporte moradas (¡como si él hubiese corrido alguna vez en toda su vida inmortal!).
—El si corre pero para llenar de nuevo su copa —Murmuró Hefestos mientras todos comenzaban a cubrir sus oídos con ambas manos después de aquella descripción de ropa.
—¡Que horror! —Afrodita pego un chillido estridente de terror, tal como todos lo esperaban. Piper negaba con la cabeza. Anfitrite miro mal a la diosa del amor porque logró lo que habían querido desde la mañana pero de una muy mala forma.
Percy había despertado muy asustado por el grito de la diosa, su pecho subía y bajaba de forma descontrolada, el terror se notaba en sus ojos verdemar abiertos de par en par. No reconoció donde estaba y comenzó a gritar para que Anfitrite lo suelte, esta tuvo que dejarlo para no asustarlo más.
—Percy, estoy aquí, hey soy yo —Jason se acercó despacio hasta Percy que estaba aterrado con todo, en cuanto reconoció su voz se comenzó a calmar. Los ojos de Percy seguían viajando de un lado a otro, una y otra vez, hasta que Jason estaba en todo su campo de visión —Tranquilo, nadie te hará daño, soy tu amigo —Lo cargo entre sus brazos con cuidado.
—Él, estaba... y luego ella —Percy comenzó a llorar en el hombro de Jason, él solo se dedicó a pasar una mano por su espalda.
—No pasa nada, calma, estoy contigo —Repetía una y otra vez meciendole de un lado a otro, la cabeza de Percy estaba contra su hombro, lo sintió suspirar temblorosamente y poco a poco su respiración se tranquilizó hasta hacerse suave una vez más.
Los demás solo observaban la escena, Afrodita lucia apenada por lo que había hecho, lo último que quería era despertar así al niño, no era su intención que llorara. Poseidón entendió que no había sido sido su intención, solo por eso dejó de mirarla mal, le hizo a Apolo un movimiento de mano para que siga con la lectura y traten de olvidar eso mientras Jason se sentaba a lado de Anfitrite con Percy nuevamente dormido en sus piernas.
Llevaba una corona de laurel ladeada sobre su oscuro pelo rizado. No creo que significara que había ganado la última mano a las cartas.
—No, no lo era, es algo que simplemente usa como dios —Quirón sonrió al señor D que solo rodo los ojos, nunca le dejaba ganar, no importaba incluso si hacia trampa aún así no ganaba.
—¿A qué se refiere? —preguntó Thalia—. ¿Quién más se ha perdido?
—Varios campistas —Fue todo lo que contesto el entrenador de héroes dejando de lado su sonrisa y su buen humor, habían sido tiempos difíciles, porque todos los que se perdieron eran apenas novatos, niños casi. Eran inocentes que no sabían nada de sus raíces, ni del mundo, que solo habían sido envueltos en engaños, hasta los que estaban del lado de los dioses los veía así, todos sus pequeños habían tenido que crecer a la fuerza, sin oportunidad a reclamos o a quejas, esperaba que no fuera así en el futuro.
En ese momento entró Grover, trotando y sonriendo con aire alelado. Tenía un ojo a la funerala y unas marcas rojas en la cara que parecían de una bofetada.
—Eran de bofetadas —Recordó el sátiro sonando su rostro pero aún así sonrió aún alelado recordando eso.
—Le diré a enebro que aún te gustan las cazadoras —Thalia lo veía fijamente y Grover se puso pálido mientras negaba con la cabeza y murmuraba que no le diga nada a su novia, ella sonrió satisfecha por lo menos seria un sátiro menos que molestaría.
—¡Las cazadoras ya están instaladas! —anunció.
Quirón arrugó la frente.
—Las cazadoras, ¿eh? Tenemos mucho de que hablar, por lo que veo. —Le echó una mirada a Nico—. Grover, deberías llevar a nuestro joven amigo al estudio y ponerle nuestro documental de orientación.
Bianca y algunos otros fruncieron el sueño, tenían curiosidad de saber que contenía el dichoso documental. Los que le habían visto no decían nada, bueno que en su mayoría no lo habían visto completamente, solo la primera parte para lo demás habían salido huyendo o se habían dormido.
—Mi documental, debe ser el éxito —Apolo sonrió a los semidioses, todos se sentaron completamente derechos y sonrieron forzadamente, se rehusaron a emitir un comentario —Deben amarlo —Los demás dioses le miraban y negaban con la cabeza, ellos dudaban de que de verdad les gustara aquel video tan antiguo en la época de ellos.
Nico era uno que no disimulaba su desagrado para nada pero evitó decir algo, enojar a Apolo no sería nada agradable, ni por asomo. Los dioses tenían un carácter muy volátil, en especial el Dios del sol. Bueno mejor dicho todos, uno nunca sabia como iban a reaccionar a cualquier palabra de ellos y era mejor no averiguarlo en la mayoría de los casos.
—Pero... Ah, claro. Sí, señor.
—¿Un documental de orientación? —preguntó Nico—. ¿Será apto para menores? Porque Bianca es bastante estricta...
Bianca sonrió un poco, por mucho que estuviera muy molesta con ella, él aún así recordaba lo que le había dicho. Nico por su parte solo se dedicó a mirar a a uno de sus lados no queriendo recordar ese momento, el quería a Bianca, era su hermana pero el hecho de que lo dejara, incluso después de muerta lo dejó solo, eso dolía demasiado.
—Es para todos los públicos —aclaró Grover.
—¡Genial! —exclamó el chico mientras salían del salón.
—No fue genial —murmuró Nico irando el suelo, era mejor recordar cualquier cosa que ese momento, que ese documental, que esa edad o tan siquiera su existencia. Suspiro tomando la mano de Hazel que le sonrió, ahora todo estaba mejor, era lo único que podía repetirse, tenía a Hazel, tenía amigos, tenía un lugar que tal vez lo aceptaría como en estos días, así que todo estaría bien.
—Y ahora —añadió Quirón dirigiéndose a nosotros—, tal vez deberíais tomar asiento y explicarnos la historia completa.
Annabeth estaba con la cabeza recostada en el hombro de Malcolm cerrando los ojos, no quería saber de esta historia, no quería recordar que ahora su novio era el desaparecido, no quería ver al pequeño Percy porque por momentos dolía porque era recordatorio constante de que el Percy mayor no estaba. Además que se seguía sintiendo como si transgrediera algo estando a su lado, era simplemente no se sentía normal.
* * *
Cuando Thalia y yo concluimos nuestro relato, Quirón se volvió hacia el señor D.
—Tenemos que organizar un grupo para encontrar a Annabeth.
Thalia y yo levantamos enérgicamente la mano.
—¡Ni hablar! —soltó el señor D.
—¿Qué? —Saltó Atenea viendo al Dios del vino, este la ignoro completamente. Después de todo ahora era simplemente una semidiosa, así que lo hiciera o comentara para él no tenía importancia. A lo que si le dio importancia fue a la mirada de muerte que recibió del nuevo rey de los dioses.
—Deberías preocuparte más por los campistas —Hablo Poseidón sin retirar su mirada del Dios del vino, este solo hizo una mueca. Es que como lo ponían a él a cuidar de un montón de mocosos y pretendían que los convirtiera en lo que más detestaba, su padre no había pensado bien en su castigo de eso estaba seguro pero nunca podía decirlo en voz alta porque al gran dios ahora ex dios Zeus se le daría por enfurecer más y mandarlo al mundo como un mortal más.
Empezamos a protestar, pero él alzó la mano. Tenía en su mirada ese fuego iracundo que indicaba que algo espantoso podía suceder si no cerrábamos el pico.
—En especial Percy ¿No? —Arqueo una ceja Poseidón viendo a su sobrino, este se escondió valientemente detrás de su revista de vinos, era sabido por todos que el Dios le tenía un cariño demasiado especial a los hijos del Dios del mar.
Teseo hizo una mueca, Percy era su hermano no era él como para que Dioniso le tuviera odio, suspiro no podía hacer nada, los dioses siempre eran así. Los dioses eran tan caprichosos y rencorosos, que los pecados de unos los terminaban pagando otros, como si uno no tuviera suficiente con sus propios pecados. Miro al suelo viendo de soslayo a Perseo, el no debía pagar por sus pecados, el no podía enamorarse de él, solo lo haría sufrir, comenzó a pensar que quizá lo mejor era conseguir a alguien más. Eso era, tenía que encontrar a alguien más.
—Por lo que me habéis contado —dijo—, no hemos salido tan mal parados, después de todo. Hemos sufrido, sí, la pérdida lamentable de Annie Bell...
—¡Annabeth! —Gritaron con fastidio los semidioses, estaban molestos porque él haya olvidado el nombre de ella. El Dios se los quedo mirando, incluso sus dos hijos lo habían gritado estaba seguro, también vio la mirada reprobable de Ariadna hacia él.
Dioniso no le dio importancia, ellos no comprendían que claro que se sabai el nombre de cada uno de los campistas, pero ¿De qué servia aprenderlos, si total todos morirían pronto? ¿Cambiaría las cosas si les llegaba a llamar por su nombre? No cambiaría absolutamente nada, lo sabía, era mejor no aprender nombres, ni edades, ni nada de ellos, así dolía menos cuando no volvían de una misión. En especial de los hijos del mar, esos eran los que tenían vidas más cortas, los que sonreían más, los que hacían más amigos por su forma de tratar y por eso eran los que más estaban presentes y a los que más dolía recordar.
—Annabeth —dije con rabia. Había vivido en el campamento desde los siete años y, sin embargo, el señor D todavía pretendía aparentar que no conocía su nombre.
—Es un don —Dioniso sonrió mientras los demás suspiraba frustrados, no importaba los siglos que tuviera, él siempre sería así. Muchos dioses comprendían un poco el porque lo hacía pero aún así no dejaba de molestarles, después de todo técnicamente estaba tratando mal a sus hijos al no recordar ni siquiera sus nombres. Nadie dijo nada con respecto a eso.
—Es un fastidio que no recuerden ni tu nombre la mayor parte de las veces —Murmuró Belerofonte, bueno que a él se lo habían cambiado desde muy joven, muy pocos le llamaban por su verdadero nombre. Algo que ya lo traía sin cuidado desde hace mucho, después de todo estando muerto no te podías quejar más por estas nimiedades.
—Sí, está bien —dijo—. Pero habéis traído para reemplazarla a este crío latoso.
Hades arqueo una ceja mirando a su sobrino, Dioniso comenzaba a rogar internamente que el capítulo terminara de una buena vez, no quería que lo conviertan en un pez, o en una lata de coca cola o en algo peor como un alérgico al vino. Eso sería completamente humillante. Porque siendo el Dios del Vino, algo que él mismo creo, ¿Qué no puedas tomar vino? Eso sería un chiste y una aberración.
Así pues, no creo que tenga sentido poner en peligro a otros mestizos en una absurda operación de rescate. Hay grandes posibilidades de que esa Annie esté muerta.
Si Atenea tuviera sus poderes, Dioniso estaba seguro que no se habría librado de su ira. Pero aún así parecía que la chica tenía nuevos defensores porque una ola lo empapó.
—Cada uno de los semidioses es importante Dioniso —Reprendió el dios de los mares a un completamente mojado dios del vino que solo atinó a asentir mientras intentaba quitarse el agua del cabello. Los mestizos por alguna razón se sintieron bien de que mojaran al señor D, se sintieron vengados de alguna forma.
Quise estrangularlo.
—No es el único —Murmuró más de uno y Dioniso evitó mirar al chiquillo (Aún más chiquillo que del libro) que dormía plácidamente en el regazo del hijo de Júpiter sin enterarse de nada, mismo que le miraba con el ceño fruncido. El Dios no les presto atención, el sabia lo que hacia.
Era una injusticia que Zeus lo hubiera nombrado director del campamento para que dejase el alcohol y se desintoxicara durante cien años. Se suponía que era en castigo por su mal comportamiento en el Olimpo, pero había acabado convirtiéndose en un castigo para nosotros.
—El chico tiene mucha razón —Murmuró Anfitrite a lado de Poseidón, este asintió tenía que pensarse en algo más que hacer con el Dios del vino, por lo pronto que estuvieran ahí atrapados no podía hacer demasiado, ya una vez todo terminado buscaría a alguien más que ayude a Quirón con los semidioses. Alguien que este más dispuesto para el trabajo.
—Annabeth podría estar viva —dijo Quirón, aunque me di cuenta de que le costaba bastante mostrarse optimista.
—Es difícil hacerlo cuando sabes que la vida de los semidioses es corta y que los más probable que suceda cuando desaparecen es que ya no aparezcan más —Contesto Aquiles con un deje profundo de tristeza, Quirón le dio la razón. Recordó cuando dejó ir a Patroclo a atacar a los troyanos, el no fue semidiós pero aún así su vida fue corta, todo por su culpa, por anteponer su orgullo ante todo lo demás. Patroclo.
Él había criado a Annabeth durante todos los años que pasó en el campamento, antes de que volviera a intentar vivir con su padre y su madrastra—.
Annabeth le sonrió con cariño a Quirón, no era secreto para nadie del campamento que ella era como una hija para él. De todos los campistas, Annabeth era la que más había pasado con él, después de todo no muchos llegaban con siete años al campamento y también porque Luke se desvinculó de ella cuando llegaron ahí, se alejó más de lo que debería en los últimos años que estaba pasando ahí el actual Luke y peor con lo de Cronos.
Luke miró a Annabeth, esta no le devolvió al mirada pero si la sentía encima. El sentimiento de hacer daño estaba comenzando a aparecer, hirió a Annabeth mucho más que con solo esa caída del acantilado, algo dentro de él lo sabia pero no quería describir que tan descabellado estaba siendo el plan de su yo del libro.
Es una chica muy inteligente. Si nuestros enemigos la tienen en su poder, tratará de ganar tiempo. Tal vez simule incluso que está dispuesta a colaborar.
—Lo hice —Murmuró Annabeth mirando el suelo, pero no había sido exactamente como parte de un plan, había caído bajo el efecto que tenía en ese entonces Luke sobre ella. Había caído por el cariño que le tuvo, por no quererlo muerto, por no querer creer que estaba consumido por Cronos y entonces se había hecho completamente débil ante él.
—Es cierto —dijo Thalia—. Luke la querrá viva.
—Más que viva —Thalia respiro hondo, esta era parte de su vida que no quería recordar, la angustia y el dolor porque estaba perdiendo a sus dos personas más querida en un solo momento y tras eso era culpa de una de ellas.
Zeus podría sentir la ira rugir en el interior, todo era culpa de la Thalia del libro, también la gran tristeza que cargaba dentro más una confusión pero esta no sabia porque era. Él solo podía sentir sus emociones, su dolor físico pero no podía saber exactamente las razones del porque, lo cual era bastante problemático porque no sabía de que forma calmarse, solo podía seguir oyendo el libro para que todo se resuelva.
—En tal caso —dijo el señor D—, me temo que deberá arreglárselas con su inteligencia y escapar por sus propios medios.
Más de uno apretó los puños, estaban indignados con las cosas que hacía el dios del libro ¿Cómo podía hablar así de ella? Ni siquiera se estaba preocupando por ella, como si los campistas fueran solamente piezas reemplazables de un juego cualquiera, como si no importara en lo más mínimo si dejaba de existir o no. Apolo siguió leyendo antes de que comenzara alguna batalla por el ambiente como se estaba sintiendo y no solamente de parte de los campistas.
Me levanté airado de la mesa.
—Percy... —susurró Quirón, advirtiéndome.
Tritón hizo una mueca, por un lado estaba de acuerdo en que detuvieran a Percy pero por otro lado quería que le pongan una bonita espada en el cuello al Dios del vino. Argh Tritón se sentía cada vez más invadido por sentimientos y recuerdos, todo eso que había puesto en el último rincones su mente y su corazón, estaba volviendo con mucha fuerza. Tenía que volver a poner todo hasta atrás pero ¿Cómo? Antes había sido fácil, después de todo; Él le había quitado todo, su presencia es lo que había hecho que el pierda lo último que tenía y con eso se había ido toda gana de querer sentir algo, pero ahora estaba toda su familia y un pequeño niño que estaba comenzando a querer proteger, esto seria misión imposible.
Yo ya sabía que con el señor D no podías meterte ni en broma. Aunque fueses un chico impulsivo aquejado de Trastorno Hiperactivo por Déficit de Atención (THDA) como yo, no te dejaba pasar ni una. Pero estaba tan furioso que me daba igual.
Hera sonreía con ganas por lo bajo, podía sentir la furia del chiquillo, toda su ira e indignación por la conversación que estaba teniendo en el libro, así es como le gustaba sentirse. No importaba demasiado que casi no recordara su pasado, apenas recordaba pequeñas partes de lo que fue. Por un lado agradecía no recordar tan atrás como su infancia dentro del estómago de su padre, tampoco las enseñanzas de quienes le cuidaron a petición de su madre. Porque ella quería seguir sintiendo esto, porque nadie debía ser más que ella, ella era la reina y nadie más. Pero por ahora se controlaría.
—Parece muy contento de haber perdido a otro campista —le dije—. ¡A usted le encantaría que desapareciéramos todos!
—Quizá eso es lo que quiere —Murmuró Katie mirando de reojo al Dios del vino, aún recordaba como se despedía de los campistas cuando era momento de terminar el verano. Siempre con un discurso en el que parecía desear que se los coman las arpías antes que volver a verlos el siguiente año.
—Calma Kit-Kat, No creo que de verdad el quiera eso —Trataba de calmarla Travis pasaba sus manos por sus hombros queriendo que se relaje, ella suspiro tratando de hacerle caso. Todos sabían que tenía sus razones para estar molesta, igual que los del campamento mestizo porque ¿Quién querría que su propio director no te quiera de vuelta en tu lugar seguro? Nadie.
El señor D ahogó un bostezo.
—¿Tienes algún motivo para decir eso?
—Desde luego que sí —repliqué—. ¡Que lo enviasen aquí como castigo no significa que tenga que comportarse como un estúpido perezoso! Esta civilización también es la suya. Podría hacer un esfuerzo y ayudar un poco...
—Vaya que tiene agallas —Dijo Hermes asomándose por encima del hombro de Apolo, este lo empujó y se volteó con el libro para que no pueda ver nada. El Dios de los ladrones frunció el ceño ¿Por qué estaba molesto Apolo?
Apolo no pensaba dejar pasar por alto el que Hermes se haya enfadado porque en el libro le coqueteó a Percy, él había hecho lo mismo y no tenía derecho a enfadarse con él. Así que entonces él estaría aún más molesto hasta que reciba una disculpa, aunque no supiera exactamente el porqué del enojo del otro. Él se merecía una disculpa es todo lo que había determinado.
Durante un segundo se hizo el silencio absoluto, a excepción del crepitar del fuego. La luz se reflejaba en los ojos del señor D y le daba un aire siniestro.
Dioniso miró hacia Quirón asegurándose de que no correría más peligros, el centauro suspiro, le dio una sonrisa tranquila diciéndole que no le hizo nada a Percy. El Dios del vino suspiro aliviado, ya suficiente con ser pez y luego las bañadas, a este paso estaría empapado toda la vida si a Poseidón le placia.
Abría la boca para decir algo (seguramente para soltar una maldición que me haría saltar en pedazos) cuando Nico irrumpió en el salón seguido de Grover.
—Y Nico salva el día por primera vez a sus cortos diez años —Hablo Leo como si fuera un anunciador de televisión, se puso de pie y camino hasta el hijo de Hades —¿Qué se siente salvar a Percy por primera vez? —
—Yo te quería preguntar otra cosa a ti —Comenzó a decir Nico mirando a Leo que le ponía su mano como si fuera micrófono —¿Qué se siente morir a manos mías? —
—Regresamos al canal, el ambiente es hostil y... —Leo comenzó a correr cuando sintió el suelo bajo sus pies temblar y soltó un grito bastante agudo, quizá unas dos octavas arriba de su escala normal de voz mientras los demás reían.
—Siéntate —Dijeron al mismo tiempo Piper y Hazel, cada una jalando a uno de los chicos y sentándose en sus lugares. Los demás rieron un poco más mientras Apolo leía de nuevo.
—¡Qué pasada! —gritó señalando a Quirón—. ¡O sea, que eres un centauro!
—Matenme —Susurro Nico pasando las manos por su rostro en cuanto todas las chicas y algunos chicos comenzaron a arrullar, algunos en son de broma, lo sabia muy bien.
—No creo que ni así te salves —Frank hizo una mueca ante esto. Nico soltó un suspiro exasperado, quería que su yo del libro se callara de una vez pero sabia que no sería así. Ya se veía como noticia en el campamento: Hijo de Hades muere de la vergüenza.
—Frank —Solto Hazel con tono de reproche golpeando el hombro, el se lo sobo, no era su culpa solo estaba resaltando lo evidente después de todo el libro recién comenzaba.
Quirón logró esbozar una sonrisa nerviosa.
—Sí, señor Di Angelo, en efecto. Pero prefiero permanecer con mi forma humana, en esta silla de ruedas, al menos durante los primeros encuentros.
—¡Uau! —Nico miró al señor D—. ¿Y tú eres el tipo ese del vino? ¡Qué fuerte!
Dioniso arqueo una ceja viendo al pequeño hijo de Hades, bueno ahora no tan pequeño. Este estaba tan rojo como la luz de un semáforo, seguía susurrando que quería una muerte rápida, que su padre ya se lo llevara. Hades observaba un poco entre divertido y angustiado a su hijo, porque bien que escuchaba sus súplicas, otra que le preocupaba era la que estaba entre las cazadoras. Bianca solo miraba al suelo como desde hace rato pero tenía una pequeña sonrisa recordando al pequeño niño que había dejado en el campamento, ese era su Nico pero lamentaba dejarlo y ver como resultó esto.
El señor D apartó los ojos de mí y le dirigió a Nico una mirada de odio.
—¿El tipo del vino?
—¿Dioniso, no? ¡Uau! Tengo tu figura.
—¿Mi figura?
—En mi juego Mitomagia. ¡También tengo tu cromo holográfico! ¡Y aunque sólo posees unos quinientos puntos de ataque y todo el mundo dice que tu cromo es el más flojo, a mí me parece que tus poderes molan un montón!
—Un admirador —Los ojos de Dioniso brillaron con emoción y los demás arrullaban.
—Un golpe Will, solo uno, aquí —Nico le indicaba con su mano a Will donde estaba su nuca, este solo río mientras lo abrazaba igual que Hazel —Necesito morir —
—Pero si eras de lo más mono —Hazel pellizco su mejilla con ternura, él la vio con todo el enojo que podía. Iba a tener burlas para rato, lo sabía, todos estaban disfrutando de su vergüenza.
—Debí tomarle una foto cuando pude —Thalia chasqueó los dedos ganándose algunas miradas extrañada más una de odio de parte de Nico, ella era la que más estaba disfrutando de esto. Ella le sonrió a su querido primo y este le hizo una mueca, ella solo río más ante esto mientras Hazel regañaba a Nico por la mueca.
—Ah. —El señor D se había quedado estupefacto, perplejo de verdad, cosa que probablemente me salvó la vida—. Bueno... es gratificante saberlo.
—No a muchos les parece fascinante el poder Dioniso —Explico Perséfone, ella sabia lo que era no ser demasiado reconocida por su poder. Los tres grandes eran los que mayor reconocimiento tenían, de ahí venían sus hermanas y los otros iban cada vez en menor medida, con los dioses menores era aún peor.
—Es bueno ver que algunos reconocen la grandeza —Se ufano Dioniso y algunos rodaron los ojos, no es que los demás mestizos no reconozcan que el tenía poder es que simplemente les irritaba su actitud y su forma de dirigirse a ellos. Apolo decidió seguir leyendo antes de que alguien diga algo más o algo incorrecto.
—Percy —dijo Quirón rápidamente—, tú y Thalia ya podéis iros a las cabañas. Anunciad a todos los campistas que mañana por la noche jugaremos un partido de capturar-la-bandera.
Todos los griegos se quejaron con gruñidos e insultos por lo bajo mientras Thalia con las cazadoras sonreían algo arrogantes, hasta que ella recordó que en ese momento había estado con los campistas. Ahí gruñó por saber que perdió contra ellas, bueno ya no importaba mucho, ahora estaba con ellas y no podía dejarlas.
—¿En serio? —pregunté—. Pero si no hay suficientes...
—Es una vieja tradición —repuso Quirón—. Un partido amistoso que se celebra siempre que nos visitan las cazadoras.
—Sí —musitó Thalia—. Muy amistoso, seguro.
—Bastante —Zoë sonrió de forma demasiado amable les pareció a muchos, Thalia solo negó con la cabeza mientras cruzaba los brazos aunque ahora ella usaba los mismo trucos que ella en los captura a la bandera lo que les hacía más entretenidos.
Quirón señaló con la cabeza al señor D, que seguía escuchando con ceño las explicaciones de Nico sobre los puntos de defensa que los dioses tenían en su juego.
Ahora si que el Dios estaba interesado, los demás también lo estaban pero disimulaba un poco más, a otros no les interesaban en absoluto. Como a Tritón, Anfitrite y Perséfone, siendo dioses menores no creían ser tomados en cuanta para esos juegos, siempre tomaban más en cuenta a los Olímpicos y a los menores más reconocidos como Hades, Hestia, Hecate y esos, todos los demás quedaban de lado, siempre de lado.
—Largaos ya —ordenó Quirón.
—Entendido. Venga, Percy —dijo Thalia, y me sacó de la Casa Grande antes de que Dioniso se acordase de que quería matarme.
El Dios del vino se quedó mirando una vez más al pequeño dormía, hasta que la mirada irritada de su tío Poseidón le hizo mirar a otro lado, después de todo el pequeño en la sala no tenía la culpa de lo que hiciera su yo del libro.
* * *
—Ya tienes a Ares en tu contra —me recordó mientras caminábamos por la nieve hacia las cabañas—. ¿Es que quieres otro enemigo inmortal?
—No se los busca, llegan solos —Murmuró Jason acomodando a Percy donde estaba dormido pero este estaba aferrado a su camiseta así que no podía alejarlo demasiado. Los hermanos de Percy que lo lograron oír se vieron entre ¿Más inmortales detrás de su hermanito? La cueva submarina comenzaba a sonar como un excelente plan.
—Mami —Susurro Percy entre sueños aferrándose más a Jason que se sonrojó, él no era su mami, los hermanos de Percy no pudieron contener las carcajadas junto con Perseo y Aquiles. Eso era demasiado tierno y gracioso.
—Si, Percy —Logro contestar el rubio acomodando bien al niño, los demás seguían riendo incluso Tritón. Lo cual llamo la atención de varios, el no solía reír como lo estaba haciendo en ese momento, una risa de diversión y completamente sincera, este al darse cuenta que lo veían dejo de hacerlo y volvió a ser el de siempre, Apolo decidió seguir leyendo antes de que esto se pusiera más extraño.
Thalia tenía razón. Durante mi primer verano en el campamento me había enredado en una trifulca con Ares, y desde entonces el dios de la guerra y todos sus hijos querían acabar conmigo. Así que no me hacía falta sacar de quicio también a Dioniso.
Ares gruño ante aquel recuerdo y peor que había sido leído por todos como el chiquillo lo había herido, más que herir su pie hirió su orgullo. El era un dios, el dios de la guerra para ser más específicos, no podías derrotar a un guerrero como él peor vino el chiquillo y lo hizo, algún día se las pagaría y lamentaria el día en que lo hizo, porque estaba seguro que su maldición se cumpliría.
Los hijos del Dios no dijeron nada ante esto, los campistas tampoco hicieron nada. Zoë pudo sentir la mirada de Thalia sobre ella por un momento, pero no dijo nada solo miro al frente y sobo su frente haciendo una ligera mueca de dolor que también le provocó un ceño fruncido. Las cazadoras que notaron eso se la quedaron mirando un momento hasta que ella las miró, a veces Zoë se comportaba extraña desde que llegó ¿Qué le estaría pasando?
—Lo siento —dije—. No he podido evitarlo. Es demasiado injusto.
—Lo es —Murmuró Reyna, ella siempre había estado de acuerdo con lo que decían los dioses como buena romana y puesto que no trataban con demasiados dioses pero la actitud que había tomado Dioniso el del libro con respecto a la perdida de una campista o varios campistas, no le agradaba, le irritaba demasiado. No era a la única pero nadie lo diría en voz demasiado alta porque no eran tan impertinentes como Percy.
Se detuvo junto al arsenal y contempló la cima de la Colina Mestiza, al otro lado del valle. Su pino seguía allí, con el Vellocino de Oro reluciendo en la rama más baja. La magia del árbol continuaba protegiendo los límites del campamento, pero ya no extraía su poder del espíritu de Thalia.
Thalia solo se dedicó a mirar sus manos, a veces todavía sentía que era parte de ese árbol, de la naturaleza misma que nunca dejó de estar en ese pino, que nunca dejó de ser el pino, que al igual que en el cuento de Pinocho ella simplemente se convirtió en una niña de carne y hueso pero por dentro aún seguía siendo de madera como ese árbol. Era una sensación demasiado extraña que no lograba comprender a veces, tampoco se lo había dicho a nadie pero estaba segura que si se lo decía a Percy el la comprendería mejor, no sabia porque pero ese era el grado de confianza que le tenía. A pesar de que se burlaran de ida y vuelta, siempre se entenderían mejor que con los demás, hasta Nico lo entendería, sentirte completamente un extraño entre los demás, a pesar de verte igual a ellos.
Porque Percy vivió en la ignorancia hasta los doce años, sintiéndose un pez fuera del agua entre los mortales. Thalia sabía de sus raíces pero luego quedó atrapada en un árbol, solo para sentirse completamente fuera de lugar en un tiempo donde ya no había nada de lo que conoció. Nico fue encerrado en un hotel con su hermana, también solo salió al mundo para descubrir que todo estaba cambiando y que su única compañía también se fue. Quizá por eso los tres se llevaban bien, a pesar de estar con más semidioses, ninguno de los tres podía sentirse completamente parte de ese grupo, solo por ser hijos de los tres grandes.
—Percy, todo es injusto —murmuró—. A veces me gustaría...
—Dejarlo todo, simplemente dejar de huir, de sentirme como la presa de la cacería —Murmuró Thalia apretando los puños, por eso había huido de todo eso, había escapado a la cacería tratando de dejar todo eso atrás. Tratando de encontrar una nueva familia con la cual estar, una donde le aceptaran como ella y no como la hija de Zeus, no una donde solo te seguirán porque tu los salvarias, porque según era tu destino. Pero ahora su otra familia había aparecido, dejar a Jason en esa misión le estaba costando demasiado, porque no solo era él quien iba, estaban Annabeth, Percy e incluso su pequeño y detestable Nico, si algo les pasaba a ellos, estaba segura que nada seria igual para ella. Estaba comenzando a dividirse entre ellos y las cazadoras.
No terminó la frase; su tono era tan triste que la compadecí. Con su pelo negro desgreñado y su ropa punk, además del viejo abrigo de algodón que se había echado sobre los hombros, parecía un cuervo enorme, completamente fuera de lugar en aquel paisaje tan blanco.
—Estaba fuera del lugar no solo en el paisaje, estaba fuera del lugar en todo —Susurro Thalia mirando al frente mientras colocaba sus manos a sus lados, pudo sentir la mirada preocupada de Jason, volteó un poco y le sonrió haciéndole saber que estaba bien. Verlo con el niño en brazos le recordó a ella misma cuando cargaba con él o con Annabeth, cuando pertenecía a la vida de otros con normalidad, ahora pertenecía a la de las cazadoras pero nunca sería lo mismo que con ellos.
—Rescataremos a Annabeth —prometí—. Aunque todavía no sepa cómo.
—Y seguro lo hará, pero habrá que ver el costo del rescate —Hylla frunció el ceño, por lo que escuchaba de la historia estaba segura que el rescate debió ser muy difícil, después de todo si no comprendía mal las historias estaban por enfrentarse a algo muy grande, no por nada Zoë parecía tan alterada y lo mismo Artemisa, al menos las del libro.
—Primero supe que habíamos perdido a Luke —dijo ella con la mirada extraviada—. Y ahora también a Annabeth...
Luke le dio una leve sonrisa, él no habría querido que esa fuera la manera en que las cosas resultaban, el Luke de este momento no quería hacer nada de lo del Luke del libro. Se arrepentía incluso de cosas que aún no había hecho por el simple hecho de que estaba lastimando a sus amigas, a esas que dieron todo con él y por él cuando nadie más estaba. Solo por eso se arrepentía, porque después de todo antes de esto en eso se había comenzado a convertir, había empezado a alejar a Annabeth antes de pensar en el plan de robar el rayo, a escuchar más a Cronos que a esa minúscula parte de su cerebro que le decia: No confíes en él, debía estar más atento cuando volvieran ¿Cómo sería las cosas cuando volvieran? Mejores, eso era seguro, pero ¿Recordarian lo vivido aquí? Al menos quería recordar que no debía ser un idiota escuchando a Cronos, esperaba poder recordarlo y lo dejarse dominar por su oído.
Annabeth se quedó mirando a Thalia, esta solo le dio una sonrisa de medio lado. No podía culparla de ser tan poco optimista, estaban hablando de que se la había llevado un monstruo, uno controlado por Luke. Ese mismo Luke que ya había atentando contra su vida mientras intentaba adueñarse de lo único que podía salvar el árbol donde ella estaba atrapada, cualquiera creería que sería capaz de matar a alguien que según quería pero que no se le notaba demasiado ese cariño.
—No pienses así.
—Bueno, al menos ahí suena más optimista que mi hermana —Murmuró Perseo tratando de que Teseo se quede quieto, eso era tema imposible pero él hacía el esfuerzo aunque por alguna razón lo comenzaba a sentir más lejos de él a cada momento ¿Por qué estaba queriendo sentarse tan lejos? Se lo preguntaría después, por ahora lo seguiría atrayendo para verificar que su vendaje esté bien.
—Tienes razón —dijo, irguiéndose—. Encontraremos la manera.
—Así se habla —Susurro Artemisa que comenzaba a notar que Thalia no estaba demasiado contenta ya, parecía cada vez más perdida en pensamientos con el pasar de los días. Bueno que su destino estaba por reescribirse así que imaginaba que no comenzaba a hacerlo exactamente desde que terminaran los libros, sospechaba que todo comenzaba desde el instante en que llegaron a la sala, en el momento en que pudo ver a su hermano y a su mejor amigo, era una lástima que tal vez en el futuro no fuera una teniente pero aquí todavía lo era y esperaba que se comportara como tal.
En la pista de baloncesto, varias cazadoras tiraban unas canastas. Una de ellas discutía con un chico de la cabaña de Ares. El chico ya tenía la mano en el pomo de su espada y ella daba la impresión de estar a punto de dejar la pelota para agarrar su arco.
Quirón suspiro, siempre era lo mismo cuando las cazadoras estaban ahí, pero se sorprendió un poco de eso pues no se enteró de aquella pelea hasta este momento. Suponía que fue algo menor que lograron resolver sin tener que llamarle.
—Yo me encargo de separarlos —dijo Thalia—. Tú pásate por las cabañas y avisa a todos del partido de capturar-la-bandera.
—Te estabas escapando del trabajo de ir de cabaña en cabaña —Murmuró Phoebe a Thalia misma que solo esquivó su mirada, la pelirroja sonrió sabia que era así. Thalia nunca hacía nada solo por hacerlo o por tratar de ser buena, siempre había una razón para ello.
—De acuerdo. Deberías ser tú la capitana.
—No, no. Tú llevas más tiempo en el campamento. Tienes que ser tú.
Las cazadoras y los campistas de esa época rodaron los ojos, se la habían pasado discutiendo todo ese día. Zoë le vio con una ceja alzada a Thalia, misma que trataba de actuar inocente, después de todo ahora era la teniente de Artemisa y si era así era por algo, Zoë lo sabía. A los hijos de Zeus no suele gustarles que los demás los manden, muy pocas veces les gusta recibir ordenes. Miro de soslayo a una que ahora se tenía que aguantar las órdenes porque si. Esta gruño cuando sintió la mirada de ella peor no dijo nada.
Zeus podía sentir como es que su hija del libro n realidad no quería mandar con nadie más, que sentía que podía con todo o que al menos eso es lo que todos esperaban de ellas. Que fuera una líder, que los protegiera, que fuera por delante. Pero así como sentía eso también sentía su desesperación por no hacerlo, por no tener que cuidar a un montón de adolescentes que no tenían nada que ver con ella porque los que realmente le importaban no estaban, era un caos por dentro, había mucho dentro de su hija. Zeus estaba sintiendo que ella en cualquier momento explotaría pero no sabía cuando.
—Podríamos ser... co-capitanes o algo así.
La idea pareció gustarle tan poco como a mí, pero asintió.
—Los dos estaban sintiendo que invadían el territorio del otro —Dedujo Hestia mirando a la hija de Zeus, esta hizo una mueca. Técnicamente había sido así, ella sentía que estaba tomando la vida de él, que él era el líder ahí pero aún así ella también debía serlo después de todo en ese momento ella era la que estaba más cerca de ser la de la profecía. Seguramente Percy estaba intentando hacerse a un lado pero no era posible hacerlo del todo, después de todo el había convivido más en el campamento de lo que había hecho ella, más personas ahí lo conocían a él y lo seguirían a él, para él era más importante el campamento que para ella.
Cuando ya se iba hacia la pista de baloncesto, le dije:
—Oye, Thalia.
—¿Qué?
—Siento lo ocurrido en Westover. Debí haberos esperado.
Annabeth arqueo una ceja mirando a Thalia, esta desvió la mirada de ella. Justo tenía que salir eso, recordando que aún le debía una disculpa a Percy. Estaba segura que Annabeth no se iba a olvidar de esto, porque en su momento no le pidió disculpas, reconoció que habría hecho lo mismo pero no le pido disculpas por culparlo, se sentía tan torpe y también herida en su orgullo por tener que hacerlo, no era fácil pedir una disculpa como tal pero debía hacerlo.
—No importa, Percy. Yo habría hecho lo mismo seguramente. —Desplazó su peso de un pie a otro, como dudando—. ¿Sabes?, el otro día me preguntaste por mi madre y te mandé a freír espárragos. Es que... la estuve buscando después de estos siete años y me enteré de que había muerto en Los Angeles. Bebía mucho y hace dos años, al parecer, mientras conducía de noche... —Parpadeó y tragó saliva.
Jason y Thalia apretaron los labios, ella ya le había contado de todo esto a él pero escucharlo una vez más removía demasiadas cosas. Para el rubio todo era muy nuevo, muy reciente y difícil de asimilar. De un día para otro había tenido madre, hermana y primos, ahora no tenía más a una madre a la cual buscar para siquiera tener una explicación de lo sucedido, su hermana no podía estar siempre con él y sus primos pues... Miro al pequeño que sostenía en brazos, miró a Nico y a Hazel, no quería perder a ninguno de ellos, tampoco a los demás amigos que había hecho, se aferró a Percy.
Thalia lo noto y le dolió un poco, su hermano debía estarse sintiendo aún mal con toda la situación que estuvieron viviendo en su tiempo pero ella no podía estar más con él, debía estar con sus cazadoras por mucho que también quisiera estar con él. Este es el lugar que había escogido sin saber que todo podía cambiar de nuevo y ahora debía aceptar los resultados.
—Lo siento.
—Sí, bueno. No... no es que estuviésemos muy unidas. Yo me largué a los diez años de casa. Y los dos mejores años de mi vida fueron los que pasé con Luke y Annabeth yendo de un sitio para otro. Pero aun así...
Zeus se quedó mirando a su hija, sabia por el libro que así fue; que vago sola por las calles hasta que se encontró con ellos. No sabia exactamente porque pasó y no recordaba lo que vivió con su madre, pero si sabía que aquellas cosas le estaban produciendo dolor y amargura, estaba sintiéndose sola y desplazada, como si siempre tuviera que correr porque no encontraba a donde pertenecer, como si no hubiese un lugar seguro para ella a pesar de estar en uno en ese momento. Nunca había entendido ese sentimiento hasta ese instante, quizá porque era en parte su situación, ya no estaba donde su hermana Hestia, ya no tenía todos sus poderes de dios, ya no era inmortal, ahora si salía de ahí tendría que enfrentar monstruos y demás, sin aliados, sin saber exactamente como desenvolverse en el mundo. Ser un mestizo perdido en el tiempo tal como su hija lo era en el momento del libro. Lo estaba comenzando a entender y no era algo que le gustase.
—Por eso tenías problemas con el autobús solar.
Me miró, recelosa.
—¿Qué quieres decir?
—No es eso —Susurro Zeus, Atenea y Hera se lo quedaron mirando, los puños de él se apretaron, frunció el ceño mirando el suelo. Los que sentía su hija le decía que no era por su madre, había algo más, un sentimiento que no logra determinar ¿Confusión? ¿Cautela? ¿Inseguridad? ¿Qué era?
—Que estabas toda rígida. Seguramente tenías presente a tu madre y no te apetecía ponerte al volante.
Jason, Piper y Leo se la quedaron mirando, ellos la habían visto en el puente cuando ascendían a ver a Eolo, algo les decía que no era exactamente por eso. Ellos le vieron ponerse mal ahí y no estaba conduciendo, había algo más. El rubio ya sabía que era eso pero al igual que Percy y las cazadoras, se había cerrado la boca, ellos porque lo dedujeron pero no sabían que Percy era al único que se lo había dicho.
Thalia trago saliva, ahí iba de nuevo la mención de esa sensación que daba en el libro pero menos mal aún no llegaban al punto donde se lo decía, esperaba que faltara bastante para eso. Aunque sabía que algunos ya sospechaban eso.
Enseguida me arrepentí de haberlo dicho. Su expresión se parecía peligrosamente a la que tenía Zeus la única vez que lo había visto enfurecerse. Como si en cualquier momento sus ojos fuesen a disparar un millón de voltios.
—Lo más probable es que tuviera todas las ganas de hacerlo —Murmuró Valentina hija de Venus mirando a la chica, se notaba que no era de las que aceptara las cosas de forma fácil y menos que intentaran leer y adivinar sus secretos, así que era fácil saber que ella en verdad quería freír al chico.
Thalia no podía negar que si quería hacer eso en ese momento, pero ahí pudo controlarse, miro las manos de su padre, estas crepitaban como si estuviera furioso ¿Por qué lo estaría? No creía que ahora fuera de esos padres preocupados, eso era muy poco probable ¿Qué pasaba con él?
—Sí —murmuró—. Debe de haber sido eso.
Y se alejó lentamente hacia la pista, donde el chico de Ares y la cazadora estaban a punto de matarse con una espada y una pelota de baloncesto.
—Y apuesto a que la cazadora habría ganado con el balón de baloncesto —Murmuró Rachel viendo a las cazadoras y a los demás campistas, estos se lanzaban mirada de muerte de vez en cuando, se notaba que aún no dejaban las rivalidades. Al parecer la guerra solo te unía en esos momentos difíciles y que después de ella todo volvía a ser como antes.
* * *
Las cabañas formaban la colección de edificios más estrafalaria que hayas visto en tu vida. La de Zeus y la de Hera, que eran las cabañas uno y dos, ambas con columnas blancas, se levantaban en el centro, flanqueadas por cinco cabañas de dioses a la izquierda y otras cinco de diosas a la derecha, de manera que entre todas dibujaban una U en torno a un prado verde con una barbacoa.
Cada vez que describían el campamento, los griegos sentían una calidez en el pecho, extrañaba su hogar. Menos mal que estaban todos sus hermanos ahí o no sabrían como resistir demasiado a todo esto, lo único bueno de no estar en ese momento en el campamento era que no había guerra. A mucho pequeñas peleas y bromas, tanto entre griegos como romanos pero no era más.
Aún así, cada uno ya extrañaba estar en el lugar que pertenecía, con lo que conocían, aunque no deseaban volver a las peleas o a tener que sobrevivir, a mirar sobre su hombro esperando que algo ataque. Aquí estaban en un receso que exasperaba por momentos pero que encontraban más gratificante que las luchas y pelear contra la madre tierra.
Las recorrí una a una, avisando a todo el mundo del partido del día siguiente. Encontré a un chico de Ares durmiendo la siesta y me dijo a gritos que me largara. Cuando le pregunté dónde andaba Clarisse, me respondió:
—Una operación de búsqueda de Quirón. ¡Alto secreto!
—¿Operación de búsqueda? —Pregunto Ares mirando al centauro, queriendo saber donde estaba metida su hija en el momento del libro. Esta no lo estaba mirando a él, ni al centauro, los dos hicieron caso omiso a su pregunta.
Por otra parte Luke miraba a Chris que sostenía la mano de Clarisse y susurraba palabras a su oído a lo que ella solo le respondía con miradas para luego negar con la cabeza. Chris terminó besando un costado de su cabeza aún sosteniendo su mano, ella solo le dio una sonrisa ladeada. ¿Qué era esa operación? ¿Tenía que ver con Chris? ¿Cómo es que tenía que ver con él? Y no era el único queriendo saber eso, se notaba que Ares también quería, pero Apolo leyó más alto para evitar más preguntas.
—Pero ¿está bien?
—¿Debo ponerme celoso? —Bromeo Chris a lado de su novia, esta lo golpeó con fuerza en el hombro pero sonreía. No era novedad ya para ellos que Percy esté preguntando si estaban bien, o verificando quién faltaba. Puede que el no se hablara con todos, que no le cayera bien a todos tampoco, pero si se enteraba que algo les pasaba estaban seguros que correría en su ayuda, solo por el simple hecho de ser mestizos o de ser mortales.
—No he tenido noticias desde hace un mes. Desaparecida en combate. Como te va a pasar a ti si no sales zumbando.
Más de uno hizo una mueca ante la respuesta del hermano de Clarisse, Mark simplemente sonrió socarronamente ante el recuerdo, verlo huir después de eso había sido satisfactorio, porque ahora no podía hacer eso, más bien ahora no lo haría. No es que vaya a admitir que le agradaba Percy, después de todo el había hecho mucho por todos, era imposible que no le quisieran, más imposible que lo quieran sacar corriendo cuando lo volvieran a ver pero no era algo que fueran a admitir en voz alta.
Decidí dejar que siguiera durmiendo.
Finalmente llegué a la cabaña tres, la de Poseidón: un edificio bajo y gris construido con rocas de mar llenas de caparazones y corales incrustados. Como siempre, en su interior no había nada, salvo mi camastro. Bueno, también había un cuerno de minotauro colgado en la pared junto a la almohada.
—Un recuerdo que le salió bastante caro —murmuró Grover recordando todavía aquella historia y lamentando no haber sido e ayuda en ella pero se alegraba de que el sobreviviera a eso, esperaba volver a verle que sobreviva a lo que estaba sometido ahora con Gaia también. Quería de nuevo a su amigo, a su casi hermano.
Saqué de mi mochila la gorra de béisbol de Annabeth y la dejé en la mesilla. Se la devolvería cuando la encontrase. Y la encontraría.
—Lo hizo —Murmuró la rubia acariciando muy despacio el coral rojo que colgaba de su collar, eso le estaba produciendo la calma que necesitaba en este momento, la angustia de no saber de su novio y ver su versión pequeña, estaba creciendo ¿Dónde estaría para que nadie le quiera decir? ¿Tan horrible era su ubicación? Esperaba que no fuera así.
Me quité el reloj de pulsera y activé el escudo. Chirriando ruidosamente, se desplegó en espiral. Las espinas del doctor Espino habían abollado la superficie de bronce en una docena de puntos.
—Quedo destruido —Hefestos y sus hijos hicieron una mueca ante esto, el escudo había sido un excelente trabajo si es que no estaban mal y saber que fue destrozado les dolía. Tan bello trabajo destruido por un monstruo, esperaban que alguien pudiera repararlo, lo más probable es que fuera el mismo que lo construyo, lo que a Hefestos le llevó a pensar en el título del capítulo. Ya sabia a que se refería.
Una de las hendiduras impedía que el escudo se abriera del todo, de manera que parecía una pizza sin un par de porciones.
—Pizza —Murmuraron más de uno, después de todo ya llevaban un rato largo escuchando el capítulo y con tanta interrupción no era para menos que ya tuvieran algo de hambre pero se resistieron a pedir comida para que puedan terminar.
Las bellas imágenes que mi hermano había grabado estaban deformadas. Sobre el dibujo en que aparecíamos Annabeth y yo luchando con la Hidra, daba la impresión de que un meteorito hubiese abierto un cráter en mi cabeza.
Los de Hefestos/Vulcano seguían haciendo muecas, bastante dolidos por el escudo. Los que le llegaron a ver que no fueron muchos, lo recordaban como un trabajo excelso. Una lástima que no durara para siempre, que se destruyera porque igual todo iba a terminar dañado y lo sabían, no importaba que tanto cuidaran el objeto, acabaría dañado.
Colgué el escudo de su gancho, junto al cuerno de minotauro, pero ahora me resultaba doloroso mirarlo. Quizá Beckendorf, de la cabaña de Hefesto, fuese capaz de arreglármelo. Era el mejor herrero del campamento. Se lo pediría durante la cena.
Más de uno de los hijos de Hefestos hicieron una mueca, algunos recordaban como termino todo y que no pudo pedir que se lo arreglen. Aunque dudaban que Beckendorf pudiera hacer algo por el escudo, después de todo solo el propio artesano de este sabría como repararlo, por mucho que alguno de ellos quisiera hacerlo no quedaría igual. Lo sabían muy bien.
Estaba contemplando aún el escudo cuando oí un ruido extraño, una especie de gorgoteo, y me di cuenta entonces de que había algo nuevo al fondo de la cabaña: una alberca de roca de mar con un surtidor esculpido en el centro que parecía una cabeza de pez.
Más de uno frunció el ceño, no todos recibían cosas como esa. Después de todo el padre de Percy era el que más obsequios había dado o el que más había visto a sus hijos, si, los mestizos sabían muy bien que al Dios de los mares le importaba muy poco la ley de no ver a sus hijos. Algunos querían que a sus padres también les importara tan poco esa ley, otros preferían que no. Como los de Apolo porque no querían escucharlo decir Haikus todo el día, él de aquí aun no los aprendía así que aún estaban a salvo.
De su boca salía un chorro de agua salada, y debía de estar caliente porque, en aquel frío aire invernal, despedía vapor como una sauna. Servía para caldear toda la cabaña y la inundaba de aroma a mar.
Los hijos de Poseidón suspiraron sin poder evitarlo, el olor a mar era algo que les encantaba a todos y cada uno de ellos. Se ganaron algunas miradas y sonrisas, no era novedad que la sola mención del mar o su aroma los hacía sentir bien. En especial no lo era para los que los conocían muy bien, como cierto rubio, una rubia, un azabache y una pelirroja, sus padre también los conocía perfectamente y era otro que amaba el mar.
Me acerqué. No había ninguna nota, claro, pero sabía que sólo podía ser un regalo de Poseidón.
Contemplé el agua y dije:
—Gracias, padre.
—De nada —dijo Poseidón, estaba seguro que su yo del libro le había escuchado también aunque no pudiera decírselo directamente, miro a su ahora muy pequeño hijo dormir con el rubio. Seria un buen hijo del mar, miro también al rubio que lo sostenía y al hermano de este que estaba más allá, siempre cuidaría de ellos pro más que no fueran sus hijos. Le agradaba que pertenezcan a su familia, aunque esperaba que el padre de ellos mejorara y se diera cuenta de sus errores.
La superficie se rizó de ondas. Al fondo de la alberca distinguí el brillo de una docena de dracmas de oro. Entonces comprendí el sentido de aquella fuente. Era un recordatorio para que siguiese en contacto con mi familia.
Tritón frunció el ceño, estaba comenzando a sentir que ese no era el único motivo de la fuente en la habitación de Percy. El solía tener visiones del futuro, misma que no dudaba en decirle a su padre lo que le hacia pensar que el tenía que ver bastante con esa fuente. Después de todo el sabia lo que sucedía con esa cabaña, era de las cosas que él se encargaba.
Abrí la ventana más cercana y el sol invernal formó un arco iris con el vapor. Saqué una moneda del agua caliente.
—Iris, diosa del arco multicolor —dije—, acepta mi ofrenda.
Frank y Hazel se dieron una mirada antes de soltar una risita, los demás sabían que había algo que solo ellos sabían con respecto a los mensajes iris, algo de lo que Reyna también sabía pero que a ella no le causaba gracia como a ellos y solo les hacía verlos con el ceño fruncido.
Lancé la moneda a través del vapor y desapareció. Entonces advertí que no había decidido con quién hablar primero.
—No es como que alguien le interese hablar con él —Masculló entre dientes Octavian, apretaba los puños a sus lados con el ceño fruncido. Él era el mejor, un gran legado de Apolo, no había nadie mejor que él solo que nadie lo había reconocido, todos se creían más que él porque simplemente no era el hijo de un dios. Sus mismos padres le habían dicho que no lograría demasiado porque sencillamente solo una parte de él tenía descendencia divina, a diferencia de los demás que eran hijos de ellos directamente, solo su abuela le había dicho que llegaría alto, solo ella. Así que no podía rendirse, tenía que callar a esa gente, él iba a ser grande y demostrar que el valía más, eso es lo que haría.
¿Con mi madre? Eso sería propio de un «buen hijo». Pero ella no estaría preocupada por mí. Ya se había acostumbrado a que desapareciera durante días e incluso durante semanas.
—Aún así una llamada nunca esta demás, pero es hermoso que piense en ella —Susurro Afrodita mirando a todos los presentes, siempre se había oído muy trillado que decían que el amor estaba en el aire. Pero la diosa del amor literalmente podía ver el amor en el aire, le encantaba verlo, aunque algunos aún se hacían los difíciles, lo enredaban, lo tensaban y hasta intentaban cortarlo, alejarse y eliminarlo, lo malo es que una vez que el amor era correspondido de ambas partes, no podía hacerse eso. Lo único que le disgustaba era aquellos que aún no sentían amor, solo había rencores, odio, venganza, ira, todo lo malo, eso opacaba los amores y era triste.
¿Con mi padre? Había pasado mucho, casi dos años, desde la última vez que hablé con él. Pero ¿era posible enviarle un mensaje Iris a un dios? Nunca lo había probado. ¿Les irritaría, les sacaría de quicio como una llamada de venta telefónica?
—Se puede hacer y no creo que saque de quicio a su padre, le encanta que lo llamen, lo malo es que siempre está ocupado y más con lo que sucede en el libro —Hablo Anfitrite mirando a los semidioses —No solo a él, a todos les gustan las llamadas, lo malo es que como dioses siempre se esta ocupado pero creo que cualquier dios de verdad apreciaría una llamada de sus hijos o descendientes —Termino por decir y más de un dios asintió, los semidioses sonrieron, entonces tenían la posibilidad de que la comunicación mejoraría con sus padres divinos.
Titubeé y me decidí por fin.
—Muéstrame a Tyson —dije—. En las fraguas de los cíclopes.
—Por eso una llamada submarina —Se encogió de hombros Orión, los demás recién iban entendiendo el porqué de la llamada. Hefestos por su parte hizo un amago de sonrisa, le encantaban las fraguas de los cíclopes, su trabajo siempre era excepcional.
Los que aún no captaban donde estaba Tyson fruncieron el ceño, tratando de recordar a donde había dicho que iría, recordaban algo como un campamento o internado para cíclopes pero no donde estaba ubicado ¿Dónde quedaban las fraguas de Hefestos y Poseidón?
La niebla tembló un instante y enseguida apareció la imagen de mi hermanastro.
—Debe estar mucho más grande que la última vez que se vieron —Murmuró Belerofonte mismo que estaba acomodado entre los brazos de Aquiles, ya era costumbre verlos así en los Elíseos. Por su parte el rubio siempre buscaba la oportunidad de estar así con el castaño, lo malo es que muy pocas veces la encontraba pero aquí, quizá se estaba aprovechando un poco de esto.
Estaba rodeado de fuego por todas partes, lo cual habría resultado alarmante si no hubiese sido un cíclope.
Leo frunció el ceño mirando sus manos, si era un lugar envuelto en llamas entonces quizá el también podría trabajar ahí, lejos de todos para no llegar a lastimarlos, para no estorbar La séptima rueda le había dicho que era aquella diosa, una pieza que sobraba. Quizá si iba a la fragua dejaría de ser eso, encontraría un lugar donde podría quemar sin hacer daño.
—Deja de estar pensando en tonterías Leo —regaño Piper a su lado y desde atrás Nissa le dio un leve golpe con una llave de tuercas en la cabeza a su hermano.
—Apaga las llamas de tus manos y cálmate —Ella le veía con el ceño fruncido, Leo se sobo la cabeza ya con las manos apagadas, estas se habían encendido mientras pensaba en eso. A veces las culpas atacaban y hacia que todo se saliera de su control, solo debía respirar y calmarse nadie se tenía que enterar de lo que le pasaba, él tenía que ser el mismo de siempre.
—Solo pensaba en como tanta sensualidad cabía en este hermoso contenedor —Le sonrió a su mejor amiga y a su hermana, ellas rodaron los ojos pero no se terminaban de creer lo que decía, el solo seguía con su sonrisa, esa que a todos les parecía muy normal ver. Él notó que dejaron de mirarlo, asintió así estaba mejor, nadie preocupado por él.
Inclinado sobre el yunque, golpeaba con un martillo la hoja incandescente de una espada. Las chispas y las llamas se arremolinaban a su alrededor. Detrás de él, había una ventana con marco de mármol por la que solamente se veía agua azul oscuro: el fondo del océano.
—Oh, por eso submarina —Un hijo de Mercurio recién parecía captar el porque del título, los demás no le dijeron nada. Porque algunos recién captaban igual que él y los otros, en especial los griegos, porque sabían que los demás no conocían las ubicaciones de cosas como aquellas, no era algo que te enseñaran en las clases del campamento Júpiter.
—¡Tyson! —grité.
Al principio no me oyó a causa del estrépito del martillo y el fragor de las llamas.
—¡¡¡Tyson!!!
Se dio media vuelta y su único ojo se abrió de par en par mientras contraía el rostro en una sonrisa torcida.
—Awww —Más de una arrullo ante esto, sabían cuánto amor le profesaba el pequeño cíclope a su hermano y cuanto este había aprendido a quererlo a él, era hermoso ver que se trataban bien a pesar de que algunos no creyeran que debía ser así.
Tritón no miro a ninguno del resto de hijos de Poseidón, a pesar de que estos tenían su mirada fija en él. Es que había sonreído ante la mención del cíclope. No era muy normal verle sonreír así que cada vez que lo hacia esto sucedía, él seguía sintiendo que era por la presencia de Percy pequeño, es que le traía tantos recuerdos. Suspiro, solo era eso, él no podía ser feliz nunca lo sería de nuevo.
—¡Percy!
Dejó caer la hoja de la espada y corrió hacia mí, tratando de abrazarme. La visión se emborronó y me eché hacia atrás instintivamente.
—Ese cíclope es una ternura —Murmuró Ariadna complacida con la lectura, su esposo a un lado seguía vigilandole, no podía descuidar y ya la había pillado que de vez en cuando veía a Atenea, estaba tramando algo su esposa. Tenía que detenerla.
—Tyson, es un mensaje Iris. No estoy ahí de verdad.
—Ah. —Se situó otra vez en mi campo visual, un poco avergonzado—. Sí, ya lo sabía.
—Sigue siendo solo un niño —Susurro Dakota que notaba las miradas de Dioniso hacia su esposa ¿Qué pasaba entre ellos? ¿Y por qué Ariadna miraba a Atenea? ¿Tenía algo en contra de la ex diosa de la sabiduría? Él no lograba recordar los mitos demasiado bien, en especial uno que involucre a ambas. Quizá podría ayudar a su padre y a la esposa de este si lograba saber que pasaba, a él le gustaba ayudar, además que ella los había tratado bien desde que llegaron, no quería que algo le suceda solo por alguna rencilla pasada.
—¿Cómo estás? ¿Qué tal va el trabajo?
Su ojo se iluminó.
—¡Me encanta el trabajo! ¡Mira! —Recogió la hoja al rojo vivo con las manos desnudas—. ¡La he hecho yo!
—Siempre hacen trabajos magníficos —Reconoció Hefestos y sus hijos se le quedaron mirando —Son unos magníficos artesanos —Los griegos que conocían a Tyson y sus trabajo asintieron muy de acuerdo con eso, los demás se quedaron mirando. Jason, Leo y Piper no estaban demasiado a gusto hablando acerca del trabajo de ellos, recordando cuando se toparon con esa cíclope, preferían olvidarla pero parecía imposible.
—Es una pasada.
—He puesto mi nombre. Aquí.
—Impresionante. Escucha, ¿hablas mucho con papá?
Su sonrisa se desvaneció.
Poseidón se alarmó ¿Por qué dejaría de sonreír? A él le gustaba hablar con los cíclopes cada vez que podía, estaba enterado de la malloria de cosas que se hacían en las fraguas y quien las hacía, hasta el comedor de ellos estaba lo más cerca posible de su castillo para poder visitarlos sin inconvenientes, así que ¿Por qué parecía que no podía hablar con el pequeño cíclope? Si, por un momento estaba olvidando la situación que debía estar teniendo en ese momento su yo del libro.
—No mucho. Está muy ocupado. Le preocupa la guerra.
—¿Qué quieres decir?
—Si, si, si ¿Qué quiere decir? —Poseidón se quedó mirando a Apolo para que se apresure a leer, él necesitaba saber de la situación de su reino en ese momento. El resto de su familia marina estaba igual que él, casi al borde de sus asientos solo para poder escuchar bien.
Tyson suspiró y sacó la hoja de la espada por la ventana, provocando una nube de burbujas. Cuando la metió dentro otra vez, el metal ya se había enfriado.
—Algunos antiguos espíritus del mar están dando problemas. Egeón. Océano. Esos tipos.
—Por nosotros/mi —susurraron los dioses, Poseidón solo se llevó las manos al rostro pasándolas, comenzó a compadecer a su yo del libro cada vez más. El dios recibió algunas miradas de pena, porque sabían que en esas peleas lo más seguro es que lo estén dejando solo. Zeus siempre decía que esas cosas era del reino de Poseidón y que por ende no le concernían al Olimpo, buscaba cosas para mantener a los demás dioses lejos de ahí, tampoco es como que el Dios de los mares fuera corriendo a donde ellos, había librado sus batallas solo, tal como hacía Hades, ya estaban acostumbrados.
Pero les quedó claro que la batalla no debía estar siendo fácil, estaban hablando de que se enfrentaba a ejércitos de titanes y los hijos de estos. Algunos fruncieron el ceño oyendo esto, en especial los de Atenea con la propia ex diosa, bueno que los jóvenes sabían que eso solo había sido una distracción para sacar a Poseidón del juego, la única que no lo sabía era Atenea, pero lo estaba deduciendo, los titanes no atacaban por atacar. No al menos si era un plan de Cronos y ella lo sabía, al menos eso recordaba.
Sabía de qué hablaba, más o menos. Se refería a los inmortales que regían los mares en la época de los titanes, antes de que los olímpicos se impusieran. El hecho de que ahora reaparecieran, precisamente cuando Cronos, el señor de los titanes, y sus aliados iban recobrando fuerzas, era muy mala señal.
—Más que mala —murmuró el propio Ares con el ceño fruncido, estaba furioso queriendo saber donde estaba su hija en ese momento, pero evitaba hacer algún movimiento porque cualquier cosas que hiciera sabia que sería desastrosa. Cuando atacaba no solía medir su ira, así que era probable que lastimara a alguien, algo que su tío Poseidón no agradecería para nada, así que se aguantaba hasta poder calmarse y preguntar a Quiron. Porque estaba seguro que su hija no le diría nada de aquello.
—¿Puedo hacer alguna cosa? —le pregunté.
Tyson meneó la cabeza tristemente.
—Es muy noble de su parte querer ayudar, aunque no sabe con exactitud que es lo que sucede —Dijo Apolo suspirando, cada cosa peligrosa que hacia el chico le ponía de los nervios. No es que no le agradara ver su actitud y entusiasmo, más que nada porque quería salvar a la hija de Atenea, pero también quería que se quedara en lugar seguro y a salvo, se preocupaba como si fuera parte de él, un hijo más.
Hermes se quedó mirando a Apolo, este aún ignoraba sus miradas y sus intentos de acercase ¿Por qué estaba molesto? ¡No había hecho nad... ¿O si? Se puso a pensar y le dio una mirada incrédula a su amigo ¿Estaba molesto por eso? ¡Él era quién debía seguir molesto! Bueno aunque no estaba molesto, o al menos no sabia porque había estado molesto en un principio, que su amigo le coquetee al chico de Poseidón no tenía porque afectarle pero lo había hecho. Todo comenzaba a ser un lío y Apolo enojado no ayudaba.
—Estamos armando a las sirenas. Necesitan mil espadas más para mañana. —Miró la hoja que tenía en las manos y volvió a suspirar
—A las sirenas —Murmuró un legado de Aquilon, los romanos se venían entre sí, estaba visto que la lucha en verdad comenzó mucho antes para los griegos que para ellos. Los dioses nunca les dijeron que es lo que había pasado antes de la aparición del trono en el monte Tamalpais, habían tenido misiones si pero ninguna demasiado importante desde su perspectiva, de eso podía dar fe Jason. Solo había ido a ayudar con un leopardo, nada que ver con peleas de titanes y otras bestias, ahora se preguntaban porque no se los habían dicho.
—. Los antiguos espíritus protegen al barco malo.
—¿El Princesa Andrómeda? —dije—. ¿El barco de Luke?
—No de nuevo —Luke paso las manos por su rostro con frustración, ahí estaban de nuevo sus malas acciones haciendo aparición, esperaba que esto fuera rápido.
Perseo medio frunció el ceño ante el nombre de ese barco pero lo dejo de hacer cuando noto la mueca de Teseo ¿Le estaba doliendo la herida? Estaba casi curada ¿Por qué le dolería? Aún así se acercó a él y comenzó a revisarla bajo su mirada extrañada, pero no notó nada de malo el vendaje estaba perfecto entonces ¿Por qué la mueca? Bueno no importaba, lo atrajo a él por los hombros y acomodo su cabeza en su hombro escuchando el libro.
—Sí. Ellos lo vuelven más difícil de localizar. Lo protegen de las tormentas de papá. De no ser por ellos, ya lo habría aplastado.
—Eso estaría bien.
—Hasta aquí se sienten los celos —Murmuró Sofía cerca de Annabeth misma que le vio entre horrorizada y avergonzada, ella era su pequeña hermanita.
—Claro que eran celos, todos lo notaban menos ellos dos. Los dos estaban ciegos —Apoyo Malcom recibiendo un golpe en el hombro de parte de Annabeth.
—Es más fácil ver todo de afuera, porque de cerca todos somos ciegos —Malcom frunció el ceño tratando de entender las palabras de su hermana mientras esta chocaba los puños con Sofía ¿Qué era lo que Annabeth le había intentado decir?
Tyson pareció animarse, como si se le hubiera ocurrido otra cosa.
—¿Y Annabeth? —preguntó—. ¿Está ahí?
—Bueno... —Sentí que el alma se me caía a los pies.
Annabeth también se sintió mal por Tyson, también por el de su tiempo. Estuvo buscando tanto a su hermano solo para que ahora tampoco estuviera aquí ¿Será que lo traerían aquí? Quizá las moiras se apiadaban un poco y le traían por lo menos a Tyson, quizá él si sabría decirle dónde ataca Percy ¿Él lo sabía?
Tyson creía que Annabeth era la cosa más guay de este mundo desde la invención de la mantequilla de cacahuete (que lo volvía loco), y a mí me faltaba valor para decirle que había desaparecido.
—Es tan tierno —Arrullo Perséfone que estaba recostada contra su esposo, de vez en cuando miraba a los hijos de el. En especial a Bianca, es que era tanto su parecido con María. Para Perséfone no era sorpresa que Hades la quisiera tal vez más que a Nico y a Hazel, ella había sido su primera hija con María. Una mujer que literalmente se podría decir que amo a la muerte, ella pudo ver lo mismo que veía Perséfone pero que los demás no: Al verdadero señor del inframundo, ese que si era capaz de sentir amor, algo que decían que no era posible. Por eso quizá le dolía aún más que ella pareciera rechazarlo y odiarlo, Perséfone lo sabía. Y probablemente también era la razón por la que a Perséfone le iba a costar más aceptarla.
Se pondría a llorar de tal modo que acabaría apagando la fragua—. No está aquí ahora mismo.
—Menos mal no le dijo —Murmuró Harley mientras comenzaba a apretar los tornillos de su nuevo artefacto de localización, aún no recuperaban lo perdido y no sabían cuando lo usarían, así que por lo menos querían estar seguros de saber dónde estaría el invento una vez que se ponga de nuevo en marcha.
—¡Dile hola de mi parte! —Sonrió de oreja a oreja—. ¡Hola, Annabeth!
—Hola, Tyson —Murmuró Annabeth respondiendo al Tyson del libro, no porque estuviera absorta en lo que leían. Más bien estaba absorta en sentimientos, la sensación de tristeza profunda que intentaba mandar al fondo pero volvía cada vez más fuerte. No sabría cuánto más resistiría.
—Está bien —dije, tragándome el nudo que se me había hecho en la garganta—. Así lo haré.
Más de uno miro con pesar el libro, pensando en lo difícil que debió ser para Percy no poder hablar de eso con nadie solamente para no preocupar al pequeño cíclope. Lo que le hacia pensar a Will ¿Qué más se seguía escondiendo? Percy estaba resultando una caja muy extraña de sorpresas pero también había otra más fascinante a su lado, una a la que también quería entender para poder ayudarle.
—Y no te preocupes por el barco malo. Se está alejando.
—¿Qué quieres decir?
—¡El canal de Panamá! Eso está muy lejos.
—No me gusta por donde esta yendo ese barco —Murmuró Artemisa frunciendo el ceño y viendo al hijo de Hermes, este removió incómodo en su lugar, luego miro a Zoë que solo estaba quieta en su lugar. —No me gusta —se recostó con cansancio sobre la manga de su trono.
Una par de ojos verdemar le observaron con preocupación, igual que un par de ojos azules. Ambos se temían a donde es que iba el dichoso crucero, a un lugar que no deseaban que fuera, seguramente reuniendo fuerzas para destruirlos. Algo que no convenía y que le estaba asustando a Apolo, su hermana estaba en un gran peligro, mejor leyó antes de empezar a hacerse historias.
Arrugué el entrecejo. ¿Por qué habría llevado Luke su crucero infestado de demonios hasta allá abajo? La última vez que lo vimos iba bordeando la costa Este mientras reclutaba mestizos y entrenaba a su monstruoso ejército.
—Porque quiere llegar con prontitud a otra parte del país —dijo Reyna tratando de deducir a donde es que querían llegar, ella sabia que si su memoria no estaba mal con respecto a geografía, la forma más fácil de llegar a San Francisco, California, donde estaba el monte Tamalpais era a través del canal de Panamá o por avión. Por supuesto la primera estaba descartada porque serían más vulnerables que en el mar, debido que a que arriba no se puede maniobrar bien, no al menos sin tener experiencia. Lo cual era poco probable si estaba hablando de semidioses que apenas y pasaban de su mayoría de edad.
—Bien —respondí, aunque no me había tranquilizado—. Es una buena noticia, imagino.
—Ni tanto —Murmuró más de uno mirando a los lados, aún recordaban todo lo que le hizo Luke al campamento desde que todo empezó, así que cualquier movimiento era malo para ellos. Los romanos por otra parte solo podían observar, ellos no se sentían en la capacidad de emitir un juicio sobre el tema.
En el interior de la fragua resonó el bramido de una voz ronca que no logré identificar. Tyson dio un paso atrás.
—He de volver al trabajo. Si no, el jefe se pondrá furioso. ¡Buena suerte, hermano!
—Bueno. Dile a papá...
Antes de que pudiera terminar, la visión tembló y empezó a desvanecerse. Me encontré otra vez en mi cabaña, ahora más solo que nunca.
—Pobre —Susurro Teseo, estaba olvidando olímpicamente que era lo que intentaba hacer desde el principio de la mañana y jugaba con la mano de Perseo. Bueno que no era novedad que no pudiera permanecer quieto mucho tiempo, en especial si era estaba sentado, a Teseo le gustaba moverse, además que a veces olvidaba las cosas con suma facilidad —Perseo ¿Por qué tu mano es más grande que la mía? —
—No lo sé, Tes —Perseo se lo quedo mirando una vez más, estaba seguro que ya había olvidado, al menos de momento, lo que fuera que le molestara y la razón por la que casi toda la mañana había estado tratando de mantenerse alejado de él. Esperaba que no lo recordara.
Teseo entrelazo sus dedos con los de él, un cosquilleo le recorrió por todo el cuerpo, el color subió a su rostro como si fuera el agua de una fuente que está encendida y apunto de comenzar a funcionar. Eso bastó para recordarle el porque se había sentado lejos de Perseo, el porque no lo quería cerca pero estando como estaba no podía simplemente soltarlo, eso haría que el otro haga preguntas pero ¿Cuánto resistiría sosteniendo su mano y estando junto a él, sin que la vergüenza no lo mate? O peor aún ¿Sin que sus sentimientos crezcan? No creía que pasara demasiado.
* * *
Durante la cena me sentí abatido. Es decir, la comida era excelente, como siempre. Un menú a base de barbacoa, pizza y soda a discreción nunca falla.
—Comida —Gruñeron más de uno sobando sus estómagos, ya llevan mucho rato leyendo y más con las interrupciones cada cuantas líneas, así que el hambre solo iba en aumento.
—Cuando termine el capítulo comeremos, creo que ya no debe faltar mucho —Hestia miro con amabilidad a Apolo quien se puso a revisar cuanto faltaba para terminar.
—Ya faltan unas siete páginas, si no hay más interrupciones terminaremos justo para el almuerzo —Dijo Apolo mirando a los mestizos, estos asintieron esperaban poder resistir, el Dios del sol continuó para que ya pudieran comer y ver porque Percy seguía durmiendo. Quizá estaba bajo de vitaminas, lo que sería raro porque había estado comiendo bien estos días, pero otra revisión no estaría mal y poder ver su dulce rostro de cerca.
Las antorchas y los braseros mantenían caldeado el pabellón, situado a la intemperie. Pero teníamos que sentarnos con nuestros compañeros de cabaña, lo cual significaba que yo estaba solo en la mesa de Poseidón y Thalia estaba sola en la de Zeus, pero no podíamos sentarnos juntos.
Hades hizo una mueca ante esto, su hija estaba con las cazadoras y si el reconocía a su hijo estaría en la mesa de Hermes para todo lo que le quedaba de vida, no era un sitio demasiado agradable pero al menos no estaría solo. Miro a Poseidón que observaba con suma tristeza a su ahora pequeño hijo, sabia que debía estar sintiendo mucha pena por él y por la hija de Zeus. Comer solo no era agradable para un dios, ni siquiera a Hades le gustaba comer solo ahora tenía la compañía de Perséfone y Demeter la mitad del año, la otra mitad se daba sus escapadas, así que se imaginaba que mucho menos les era agradable a dos jóvenes. Y Poseidón lo estaba temiendo igual que él.
Normas del campamento.
—Otra que habría que cambiar —Poseidón seguía mirando a su pequeño y a Thalia que estaba con las cazadoras, bueno la chica ahora estaba con Artemisa y las seguidoras de ella, pero ¿Y Jason? Se veía que por alguna razón el rubio estuvo en el campamento y ahora cuando comía aquí se sentaba con sus amigos ¿Con quién se sentaba en el campamento griego? ¿Solo? Eso no debía ser nada agradable, ni para él, ni para su hijo, miro al pequeño de Hades. Si no recordaba mal ya tenía cabaña propia y seguramente mesa propia ¿Se sentaría también solo en el campamento? No quería eso, eso era algo más que debía cambiar.
Al menos, las cabañas de Hefesto, Ares y Hermes contaban con unos cuantos campistas. Nico se había sentado con los hermanos Stoll, porque los nuevos tenían que quedarse en la cabaña de Hermes mientras no se supiera quiénes eran sus progenitores olímpicos. Los Stoll intentaban convencer a Nico de que el póquer era más divertido que la Mitomagia, y recé por que no tuviese ningún dinero que perder.
—No somos tan malos —Se defendió Travis con una mano en el pecho, altamente ofendido por lo que pensaba Percy de ellos.
—Nunca podríamos haber dejado sin dinero a Nico —Continuó Connor tan ofendido como su hermano. Nico rodó los ojos ante sus actuaciones.
—Eso es porque no me deje envolver en sus trampas —Los Stoll le vieron indignados mientras los demás reían de su expresión —Bianca ya me había dicho que no aceptara jugar con cartas normales de los mayores —susurro mirando sus manos, nadie lo oyó para su suerte pero aún así Will lo seguía abrazando por los hombros como desde hacía un rato, lo cuál comenzaba a hacerle sentir muy cómodo aún recordando cosas como aquella.
La única mesa donde parecían pasárselo bien era la de Artemisa. Las cazadoras bebían y comían y no paraban de reírse como una familia feliz.
—Es lo que somos —Zoë miro a las cazadoras, estas sonrieron más que felices, Thalia incluida aunque podía notar que de vez en cuando volvía a mirar hacia donde estaba Jason, pero Zoë no le dijo nada respecto a eso.
Zoë ocupaba la cabecera, con aires de mamá clueca. Ella no se reía tanto como las demás, pero sonreía de vez en cuando.
—No su gallina clueca, pero si su hermana mayor, la que les cuida y protege —Zoë seguía mirando a las cazadoras, esta asintieron de acuerdo con eso.
Su diadema plateada de lugarteniente relucía entre sus trenzas oscuras. Me parecía mucho más guapa cuando sonreía.
Zoë se sonrojó sin proponérselo y algunas de las cazadoras soltaron risitas ante esto, Thalia la codeo en son de molestarla a lo que ella solo sonrió desviando la mirada.
Pero una de las cazadoras no estaba feliz de que dijeran todo eso de las cazadoras, para ella eran todo lo contrario a lo que decía el dichoso libro, solo eran unas chiquillas molestas que solo sabían torturar a las personas pero que igual se la pagarían, pero más que nada lo haría ese pequeño y molesto hijo de Poseidón, el/ella se encargaría de que el no existiera. Ya lo verían. Acaricio un bulto en su chaqueta vigilando que nadie le vea.
Bianca daba la impresión de divertirse muchísimo. Se había empeñado en aprender a echar un pulso con una de las cazadoras, la que se había peleado en la pista de baloncesto con un chico de Ares. La otra la derrotaba una y otra vez, pero a ella no parecía importarle.
Bianca sonrió apenas viendo a la chica con la que había estado haciendo las pulsaciones, eso había sido divertido enserio. Ninguna de las cazadoras la había visto como un bicho raro, para todas había sido una hermana más, Bianca no trató de encajar simplemente encajo como si nada, como si ese siempre hubiese sido su lugar. Aunque si extrañaba a Nico. Era su hermano después de todo pero ya no quería cuidarlo como si fuera su madre, ella nunca sería su madre, nunca podría ocupar su lugar por mucho que quisiera y no quería cambiar todo lo que era solo para ser la madre que su hermano necesitaba. No quiso hacer eso y ahora pagaba con ver como su hermano creció sin ella, como su hermano parecía odiarla y quererla en la misma medida. Debía repensar las cosas.
Cuando terminamos de comer, Quirón hizo el brindis habitual dedicado a los dioses y dio la bienvenida formal a las cazadoras de Artemisa. Los aplausos que sonaron no parecían muy entusiastas.
—Nunca lo serian —Murmuró Julia hija de Hermes mirando a las cazadoras y a los demás campistas, ellos se venían con cautela. Los mestizos enserio preferían que las cazadoras no les visitaran, todas las visitas de ellas terminaban en desastre, por mucho que ahora estuviera Thalia igual terminaban mal. En especial los campistas hombres.
Luego anunció el partido de capturar-la-bandera que se celebraría en su honor al día siguiente por la noche, lo cual tuvo una acogida mucho más calurosa.
—Siempre son emocionantes aunque perdamos —Murmuró Chris aún aferrado a Clarisse ninguno de los dos quería soltar la mano del otro, solo ella recordaba bien esos dias de invierno y lo que paso con ellos pero el nunca olvidaría lo que pasó después. Ella era su heroína y eso nadie se lo quitaría.
Después desfilamos hacia las cabañas. En invierno se apagaban las luces muy temprano. Yo estaba exhausto y me quedé dormido enseguida.
—Dormir ayuda —Dijo un hijo de Hipnos haciendo saltar a los de a su alrededor, siempre lograban eso pues hablaban de la nada.
—Habria que ponerles algo para que recordemos que están ahí —Dijo Lacy hija de Afrodita quien había dado un saltito en su lugar porque él había estado a su lado. Los demás asintieron, tal vez un cartel luminoso, o algo que hiciera ruido para saber que seguían respirando y ahí.
Ésa fue la parte buena. La mala fue que tuve una pesadilla. E incluso para lo que yo estaba acostumbrado, era una pesadilla de campeonato.
—Más pesadillas —Poseidón comenzó a sobar el puente de su nariz, los demás se quejaron por lo bajo detestaba los sueños de Percy, más que nada si el decía que era uno de campeonato porque se podían imaginar lo peor y aún así no se acercarían a lo que soñó, lo sabían. Apolo no estaba mejor con leerlo que ellos y Atenea comenzó a sentir que se ahogaba por algunarazon, mientras que Hera comenzaba a sentir la incomodidad, el miedo y la ira a crecer sin siquiera empezar a leer.
* * *
Annabeth estaba en una oscura ladera cubierta de niebla. Parecía casi el inframundo, porque yo sentía claustrofobia en el acto.
—No puede... —Annabeth cubrió su boca con ambas manos, Percy le había dicho algo de esto pero comenzar a oírlo exactamente como pasó no era lo mismo, sabía que momento era sin siquiera empezar bien.
Atenea comenzó a temblar y su respiración estaba alterandose de a poco, Hera no estaba mucho mejor, miraba para todos lados como si la oscuridad estuviera ahí en ese momento y viniera a por ella. Sentir que todo se te cerraba, que morirías, que el aire escaseaba y a pesar de tener a donde correr no poder hacerlo, todo eso estaba provocando un shock en la antigua reina del Olimpo.
No veía el cielo sobre mi cabeza: sólo una pesada oscuridad, como si estuviese en el interior de una cueva.
—No, no puede ser eso —Atenea por fin logro atar los puntos, del general, porque Zoë y Artemisa parecían estar alertas, el jefe de Espino y el gran despertar. Todas las piezas estaban encajando en su cabeza, pero nada la estaba preparando para lo que estaba sintiendo como madre y con el peso del dolor de su hija.
Annabeth subía trabajosamente la colina. Había antiguas columnas griegas de mármol esparcidas aquí y allá, como si un enorme edificio hubiese saltado por los aires.
—Era un edificio griego que saltó por los aires pero no recientemente —Murmuró Zoë mirando el suelo, ya sabía de que estaban hablando y del peligro estaba corriendo la chica.
—Espino —gritaba Annabeth—. ¿Dónde estás? ¿Para qué me has traído aquí? Cruzaba un muro en ruinas y llegaba a la cima. Jadeaba.
Atenea se llevó las manos al pecho tratando de mitigar su dolor y la fatiga que sentía, a su lado Hera trataba de respirar lo más calmada que se podía. El sueño le estaba afectando al muchacho también.
Quiron y algunos más les veían de reojo, el centauro sabía por lo que estaban pasando, los dioses ya le habían informado, pero a los demás no, aunque los de Atenea empezaban a tener sus sospechas por las expresiones que ponían en sus rostros. No eran los únicos que lo sospechaban.
Y allí estaba Luke. Sufriendo tremendos dolores. Se había desplomado en el suelo de roca y trataba de incorporarse.
Luke se removió en su asiento, no sabía que hacia su yo del libro ahí pero estaba seguro que no le gustaría y las miradas de sus hermanos no ayudaba a aliviar su angustia. Por favor que este equivocado y no esté haciendo nada malo ahí, que lo estén lastimando e hiriendo estaba bien, pero que no vaya a hacer algo contra Annabeth... Se despeino el cabello con frustración, ya estaba visto que su yo del libro no pensaba, así que sabia que terminaría haciendo algo malo. No quería ser él en este momento, tal vez en ningún otro tampoco.
La negrura a su alrededor parecía más espesa, como un remolino de niebla girando ávidamente. Tenía la ropa hecha jirones y la cara llena de rasguños y empapada de sudor.
Chris se alejó de Clarisse un momento, ella solo asintió mientras lo hacía y se pegó a sus hermanos. Chris llegó cerca de Luke y lo abrazó por los hombros como sabiendo lo que venía, a pesar de que Luke no fuera a recibir el dolor del Luke del libro, él sabía que tampoco seria lindo oírlo.
—¡Annabeth! —gritaba—. ¡Ayúdame! ¡Por favor! Ella corría a socorrerlo.
—No lo hagas —Susurro Luke, ya temía que fuera una trampa de él, aunque no sabia para que quería atraer a Annabeth. Ya sospechaba que no sería exactamente para una redención.
—Tranquilo —Chris a su lado solo lo abrazaba, Luke estaba comenzando a alterarse cada vez más, su respiración estaba entrecortada porque estaba temiendo demasiado por Annabeth.
Atenea estaba sufriendo en partida doble, con la Annabeth del libro y siendo madre preocupada, lo que le traía otras partes de su vida pasada a su mente, el destello de alguien cuidandola protegiéndola, viendo que todo sea seguro para ella pero a la vez enseñándole a defenderse. Pero que pronto se borro, ese quien la cuidó, fue la que le enseño como se debía portar un padre o una madre, como debía cuidar a sus hijos y también cuando dejarlos ir, porque ellos tenían vidas propias. Algo que no había estado haciendo muy bien hasta ahora.
Yo quería gritar: «¡Es un traidor! ¡No te fíes de él!» Pero mi voz no sonaba en el sueño.
—Ya de por si que este consciente de que es un sueño es bastante —Murmuró Apolo aún bastante extrañado de lo que podía hacer el hijo de Poseidón en sus sueños y como es que parecía deliberadamente meterse en los de otros, o viajar hasta estar de forma astral en otros lugares. Era muy interesante. Pero no era lo único interesante, puesto que Luke estaba cargando con "eso" que sabía muy bien que era pero que el libro aún no le corroborada y pudiera seguir con vida y hablando.
Annabeth tenía lágrimas en los ojos. Extendía la mano, como si quisiera acariciarle la cara, pero en el último segundo vacilaba.
Los hermanos de Annabeth evitaron mirarla, sabían que ella estaba bastante confusa con Luke en ese momento del libro que el instinto de ella, al igual que los que eran amigos y hermanos de Luke, decían claramente: No confíes en Luke, pero otra parte les decía que era su amigo, su hermano, que él no podía estar haciendo eso, que tal vez quería cambiar y eso era lo que les hacía dudar a veces al momento de atacar a Luke u a otro semidiós que estuviera de su lado. Por eso no le podían reprochar demasiado a Annabeth.
—¿Qué ha pasado? —le preguntaba a Luke.
—Me han dejado aquí —gemía él—. Por favor. Me está matando.
—Por favor, no lo hagas. No le creas —Murmuraba un legado de Aquilon muy metida en la historia junto con algunos más que estaban igual que ella.
Yo no acababa de ver qué le ocurría. Parecía forcejear con una maldición invisible, como si la niebla estuviera estrangulándolo.
—¿Por qué habría de confiar en ti? —le preguntaba Annabeth con voz dolida.
—Eso, no confíes en él —Dijo otro legado de Vulcano pero mucho más alto que la de Aquilon y varios se veían igual de angustiados que ellos.
Los del Argo II veían con disimulo a Annabeth como si aquella maldición fuera a aparecer en plena sala oscureciendo todo a su paso. La rubia les dio miradas extrañadas a todos ellos como diciendo que pro favor evitarán emocionarse tanto con el capítulo.
—No tienes motivos para hacerlo —respondía Luke—. Me he portado horriblemente contigo. Pero si no me ayudas, moriré.
«Déjalo morir», quería chillar yo.
—No me sorprende que piense así —Murmuró Julie hija de Mercurio, después de todo ella opinara igual, Luke había estado causando muchos daños en los libros, así que so querían su muerte no era de sorprenderse. Después de todo, él los había traicionado y abandonado para ser el villano de la historia.
—Me sorprende que piense eso —Murmuró Jason, por lo poco que conocía a Percy deducía que no sería capaz de matar, o si quiera pensar en hacerlo, hasta con Octavian que siendo lo más fastidioso que existía estaba seguro que no querría hacerlo ¿Pero por qué en ese momento del libro quería? ¿Celos? ¿Venganza? ¿O simplemente era por que le sería más fácil olvidar a Luke si este moría? No lo sabia pero lo que si sabia es que Percy no fue quien lo mató, aunque nunca le contaban del todo la historia, nadie la sabia con exactitud. Los involucrados nunca hablaban mucho de eso.
Luke había tratado de matarnos a sangre fría demasiadas veces. No se merecía nada, ni la menor ayuda de Annabeth.
—No la merecía, no debe estar ahí ,no debe acercase —Luke se aferraba a Chris sin poder contenerse, todo dentro de él estaba doliendo. El presentimiento de que algo altamente estúpido estaba por hacer en el libro, crecía con los segundos matandole por dentro. Chris solo lo contenía sonando su brazo y evitando que haga alguna locura.
Entonces la oscuridad que se cernía sobre él empezaba a desmoronarse, como el techo de una cueva durante un terremoto.
Los dioses que recién comenzaban a terminar de atar los puntos de que era la maldición que colgaba sobre la cabeza de Luke, o más específicamente sus hombros, abrieron los ojos con horror y vieron al hijo de Hermes junto con la de Atenea. Y luego a la propia Atenea que solo podía tener el horror pintado en el rostro con un terrible presentimiento en el pecho, a más de todo lo que ya sentía de su hija del libro.
Caían trozos enormes de roca. Annabeth se adelantaba justo cuando se abría una grieta y se venía abajo el techo entero. Y lograba sostenerlo, no sé cómo. Impedía con sus propias fuerzas que todas aquellas toneladas de roca se derrumbaran sobre ambos. Era increíble. Ella no habría sido capaz de hacer algo así.
Atenea ahogó un grito sintiendo como era aplastada por una gran pared de rocas, sus manos cubrían su boca, las lágrimas comenzaban a fluir por sus mejillas. El dolor era insoportable, el cansancio inexplicable pero no solo era físico, era algo emocional también. El sentimiento de dolor ante la traición comenzaba a crecer.
Luke rodaba, libre de todo aquel peso.
—Gracias —lograba decir, jadeando.
—Ayúdame a sostenerlo —gemía Annabeth.
—No lo hará —Zeus abrazo por los hombros a Atenea también entendiendo por lo que estaba pasando. Ella lo aceptó y se aferró a él pero no se estaba sintiendo segura. Nunca se había sentido segura en los brazos de Zeus, nunca lo había sentido como un padre a pesar de serlo, era más como un hermano aunque no fuera así pero esos brazos era todo lo que tenía en este momento.
El recobraba el aliento. Tenía la cara cubierta de mugre y sudor. Se levantaba, tambaleante.
—Sabía que podía contar contigo —decía, y echaba a caminar mientras la bóveda temblorosa amenazaba con aplastar a Annabeth.
—No —Soltó Luke en un jadeo para luego mirar a Annabeth misma que solo miraba sus manos, recordar la traición de él, su engaño de ese momento y lo tonta que fue en creerle dolia. El rubio solo trago saliva, era una persona horrible, eso era lo único que podía pensar de si mismo ahora.
—¡¡¡Ayúdame!!!
—No te preocupes —decía Luke—. Tu ayuda está en camino. Todo entra dentro del plan. Entretanto, procura no morirte.
—Claro es al hijo de Poseidón al que le toca ir por ella —Murmuró con fastidio una de las cazadoras que recordaba esa historia y de como al final Zoë murió en ese viaje, recordar que tuvieron que ir ellos a reparar las atrocidades de él hacia que su sangre hirviera.
El techo de oscuridad empezaba a desmoronarse otra vez, oprimiéndola contra el suelo.
Hera miraba de soslayo como Atenea y Zeus se abrazaban, ella sentía opresión en el pecho pero la estaba ignorando. Ella era demasiado importante como para dejarse llevar por los sentimientos del chico del libro, ella podía resistir pero ¿Cuánto?
* * *
Me erguí de golpe en la cama, con las uñas clavadas en las sábanas. No se oía nada, salvo el gorgoteo de la fuente de agua salada. Era un poco más tarde de medianoche, según el reloj de mi mesilla.
—Otra vez despierto por una pesadilla —Negó con la cabeza Will ese asunto de los sueños le tenía preocupado, no solo del Percy del libro también del de la sala.
Sólo había sido un sueño, sí, pero yo tenía dos cosas muy claras: que Annabeth corría un espantoso peligro y que Luke era el culpable.
—Y vaya peligro —Apolo le dio una mirada a su hermana, ambos ya sabían que ella no se detendría hasta salvar a la chica, lo que le molestaba al otro es que no podría detenerla de hacerlo —Bien acabo el capítulo —
—Eso es bueno, estuvo muy cargado de emociones —Teseo se estiró en su lugar soltando la mano de Perseo y por fin pudiendo alejarse de él sin que hiciera preguntas. Aunque si se lo quedo mirando.
—Hay que ir a comer —Tritón estaba de brazos cruzados mientras hablaba mirando a Percy que seguía dormido y muy quieto en los brazos de Jason.
—Si, hay que ir y despertar a Percy —Jason comenzó a golpear suavemente las mejilla del niño pero este no hacia nada más que removerse y seguir durmiendo, y babeando la camisa del rubio
—Tienen un mensaje Iris —Se escucho desde la parte de afuera de la sala de los tronos.
N/A: Total de palabras: 24101 - 4448 del capítulo en si y -26 de la introducción de Todos ... total, 24101 - 4472 = 19 629
19 629 palabras, por eso demore tanto en hacerlo. Digan gracias ~
Así que ¡Feliz navidad! ¡Feliz Hannukkah! ¡Feliz quanza! ¡Feliz saturnalia! ¡Feliz año nuevo! Y ¡Feliz... lo que sea
Att: La administración Kleopever que se irá a morir hasta el próximo año ~
Pd: Denme Love.
Pd2: Los hamo con mi hígado por leer y comentar 3
