Todos los personajes pertenecen a Rick Riordan igual que el texto en negrita yo solo los usaré para este fic sin fines de lucro.

N/A: ¿Qué si les debo una disculpa?

Si, una más grande que el planeta, pero me han surgido muchas cosas, esto retraso el capítulo mucho.

En especial la pérdida de mi cuenta de wattpad.

Aún duele y siempre dolerá.

Gracias por el apoyo.Tengo ahora dos cuentas: @PhantomOrphen y @quienseayoUna para los fics y el otro para los leyendo

Ahora si lean, esta hecho con amorsh y dolor :v me duelen los dedos de escribir.

Todos comenzaron a distribuirse por las mesas del comedor, Atenea, Hera y Zeus se sentaron en una misma mesa. No consideraban ser demasiado bienvenidos en las de los demás. No después de la horrenda noche que pasaron, lo mismo que el desayuno. Ser ignorado por completo, después de vivir casi una eternidad siendo amado y venerado por todos; era demasiado difícil. Y más si tenías que aguantar la propia indiferencia de tus hijos.

Poseidón había optado por sentarse en una mesa aparte con su esposa y Tritón, los demás estaban en una mesa más cercana a la del pequeño Percy y sus amigos. Aquiles y Perseo estaban esta tarde por su cuenta, los dos no entendían porque que Teseo parecía querer estar lo más lejos que pudiera del segundo, tanto que arrastro a Belerofonte con él.

—Solo estas retrasando lo inevitable —Decía el castaño mientras acomodaba el vendaje de Teseo, este que le incomodaba cada vez más y deseaba que ya se lo quitaran, pero Apolo había estado de acuerdo en que debía estar un tiempo más con él.

—Lo mejor es que este lejos —Murmuró Teseo solo bajando su camisa una vez que el otro termino con el arreglo. Belerofonte solo le dio una sonrisa comprensiva, parecía que el entendía lo que su hermano hacía.

Por otra parte Jason no podía dejar de mirar al pequeño Percy, desde que despertó parecía que algo le estaba molestando. Se veía el brazo constantemente, también cualquier mínimo ruido hacia que diera brinquitos en su lugar, por supuesto el niño trataba de que nadie lo notara pero el rubio lo había hecho, así que no pudo aguantar más con la curiosidad cuando le observo tocarse disimuladamente el brazo como esperando encontrar algo en él.

—Percy —Susurro suavemente intentando no asustarlo, pero no lo consiguió, el niño se tensó en su lugar. Por un instante sus ojos demostraron terror, luego cambiaron a calma cuando vio perfectamente a Jason. Le sonrió al rubio con alivio.

—Dime —Comento alegremente como si no le preocupara absolutamente nada, pero el hijo de Júpiter sabia que no era así y noto que el niño cubría parte de su brazo con su mano, había olvidado que la estaba mirando y sosteniendo seguramente.

—¿Pasa algo con tu brazo? —Percy pestañeo un par de veces ante su pregunta, miro de vuelta el brazo que había estado mirando detenidamente y aflojó el agarre que tenía en este, le sonrió algo apenado a Jason y negó con la cabeza. —Entonces ¿Por qué lo miras tanto? —

—Yo... no —Percy se sonrojó de la vergüenza de haber sido atrapado, comenzó a notar que los demás que estaban compartiendo la mesa con ellos le estaban mirando. Quizá Jason no era el único que había reparado en sus acciones, pero si fue el único lo suficientemente valiente para preguntar por ellas.

—Llevas haciéndolo buen rato Percy —Afirmó Frank con un tono de voz suave, el niño bajo la mirada a su plato de comida como si esperara que todos olvidaran eso con su silencio, no obstante estaba equivocado. Los semidioses eran por naturaleza curiosos.

—Percy, solo deseamos saber que pasa ¿Te sientes incómodo con nosotros? ¿Te has golpeado y no quieres que lo sepamos? —Annabeth sonó dulce tanto que hizo al niño enrojecer más. Su princesa estaba preocupado por él.

—No, yo, no eh —Comenzó a murmurar en voz muy bajita mientras levantaba la vista, también parecía buscar una excusa válida a su razón para mirar su brazo. Pero viendo el rostro de todos no encontró alguna, sentía que todos sabrían que mentía en cuanto lo dijera —Es que hace un momento, estaba herido y; ya no lo está —Trato de explicarse, ellos le vieron sin entender demasiado —Cuando estaba con mamá —Miro a todos para ver si habían comprendido lo que decía.

—Cuando estabas dormido —Señalo Piper y Annabeth asintió como aprobando la idea de su amiga.

—Yo estaba con mamá, yo no estaba dormido —Percy parecía realmente confundido, eso de estar con su madre, dormir y volver ahí lo tenía así.

—Tranquilo Percy, entendemos que tu estabas con tu madre, pero aquí nosotros te veíamos dormido —Explicó Jason poniendo suavemente su mano sobre su hombro, eso pareció calmar a Percy del todo y despejar sus dudas —Ahora vuelve a decirnos lo de tu brazo —

—Estaba lastimado cuando estaba con mamá y ahora no —Se miro el brazo como intentando que este le de una explicación de porque no tenía más hematomas.

—¿Cómo te lastimaste? —Indagó Leo moviendo sus manos alrededor de algunas piezas que tenía en ellas. Percy dejó de mirar su brazo, les dio una rápida mirada a todos antes de llenarse la boca con comida.

—Si no quieres contestar, esta bien —Trato de conciliar Jason viendo como estaba comiéndose todo con tal de no contestar, esperando que todos dejen de mirarlo. Los demás comprendieron que no tendrían más respuestas, así que se dedicaron a comer lo que tenían en sus platos.

Thalia trataba de comer con sus cazadoras lo más normal que podía, pero su vista no podía evitar desviarse hacia la mesa dónde estaba su hermano. Ella entendía que las cazadoras eran su nueva familia, pero allí en esa mesa también estaba su familia; Los que eran como sus hermanos y en especial uno en tamaño mini.

Puede que ella y Percy no se llevaran bien la mayor parte del tiempo, pero era su primo, era esa persona a la que ella le confiaría su vida. Que de hecho lo había hecho y no solo ella, las propias cazadoras lo habían hecho. Y también era a la persona a la que había culpado, una culpa que no era suya; ella misma lo había admitido: Ella habría hecho lo mismo. Pero aún así, nunca dijo que sentía el haberle echado la culpa encima de lo de Annabeth.

Aun así, Percy nunca se lo había reprochado, nunca le había dicho nada con respecto a eso; ni siquiera se lo echaba en cara cuando peleaban. Algo dentro de ella comenzaba a pesar mucho más cada vez que lo pensaba, la culpa que seguía había olvidado estaba volviendo y estaba devastandola sin que el este aquí.

—Lo lamento —Se disculpo con sus cazadoras sin más, se levanto y salió de la mesa hacia la de su hermano.

Zoë la siguió con la mirada, no es que no entendiera por lo que ella estaba pasando, ella misma lo había sentido. Ella misma había cargado con culpas de no haber dicho cosas a los que amaba, quizá era quien más estaba comprendiendo a Thalia en este momento.

Era verdad que Zoë odiaba a todo hombre sobre la faz de la tierra y tenía sus razones para hacerlo: La traicionaron, rompieron su corazón y no solo fue eso. Hércules no fue el único hombre en romperlo. Estaba el propio padre de ella, ese ser que debía protegerla y enseñarle las cosas del mundo, ese que nunca existió en verdad.

El mismo ser que sin piedad alguna la abandonó y tiró a su suerte, también la traición de sus propias hermanas. Esas con las que antes jugara y retosara sobre la yerba, con la que hiciera coronas de flores, con las que charlara al medio día. Esas que le dieron la espalda en cuanto supieron de su desliz, esas que no le tuvieron misericordia cuando le lanzaron de ahí.

Quizá por eso era tan igual a Thalia, ella también tenía hermanas a las que no pensó ver nunca más, pero a diferencia de Thalia; Jason si quería a Thalia, él no la traicionó, el solo no había sabido de ella pero estaba segura que el chico había esperado por ella largos días. Así como ella espero algo de sus hermanas sola en el bosque.

Y lo único que encontró: La caza. No se arrepentía de su decisión, las cazadoras se habían vuelto sus nuevas hermanas, su familia. Una que no la dejo de lado incluso sabiendo su error, una que la apoyo, en especial la diosa Artemisa. Aparto la mirada de Thalia, esa que estaba con la cabeza recostada en el hombro de su hermano y sosteniendo en sus piernas al pequeño hijo de Poseidón, para posarla en la de Artemisa, esta le sonrió. No se había equivocado.

Ella no era la única mirando a Thalia, otro rubio más allá hacia lo mismo, pero no tenía los mismos pensamientos que ella. Los pensamientos de él iban con la mera culpa propia, porque no había hecho lo suficiente para convertirse en lo que prometió, porque no hizo lo suficiente por cumplir sus promesas.

Seremos tú familia, lo prometo.

Sus propias palabras le estaban quemando por dentro, eran una llama que lo estaba comenzando a consumir. Una que quizá había estado extinguiéndose por la voz de Cronos, pero aquí le estaba quemando vivo, lo mismo que la daga que aún reposaba en sus piernas envuelta en una tela.

—Tengo que dársela —Se repitió en voz baja terminando de comer, tenía que lograr expiar sus culpas ahora que podía. Antes de que esta solo aumentara con otro capítulo del libro, pero sabia que eso era imposible. No podía huir más de sus acciones.

—Vamos a continuar con la lectura, si es que ya han terminado de comer —Apolo no estaba sonriendo como siempre pero lo estaba intentando, les hizo ademanes a todos para que comenzaran a entrar.

—Hey, el chico está en un mejor lugar —Susurro Hermes tratando de darle ánimos, el había visto como el ánimo de su amigo había menguado entre más pensaba en el hijo de Poseidón que ahora tuviera siete años. La salud del muchacho no era buena donde sea que estuviera, pero al menos estaba a salvo.

—Lo sé, lo sé —El dios del sol asintió dirigiéndose a su trono, el de los ladrones tomó su mano en señal de apoyo. Ninguno había querido demostrar cuán preocupado les había dejado la llamada, pero lo estaban. Desde el padre del muchacho, hasta el último mestizo.

—Ven —Teseo jalo a Belerofonte más lejos de Perseo, quería poner metros de por medio entre ellos. Tenía que haber forma de que todo se olvide, de que su plan funcione y lo primero era alejarse de Perseo.

Belerofonte solo siguió sus pasos lejos también de Aquiles, se sentaron con Tritón. Mismo que les lanzo una mirada inquisitiva, sin embargo no dijo nada, ni se quejó cuando Teseo se trepó en su espalda y recostó su cabeza contra su hombro, de alguna forma sentía que algo no andaba bien con él. No es como que el le preocupara, no, por supuesto que no. Nunca.

Orión se sentó cerca de ellos, pero de vez en cuando miraba a la diosa de la caza, esa que le parecía algo triste desde hace un rato. Sabia que estaba mal estar celoso, pero el entendía perfectamente que ese era el sentimiento que tenía, ella estaba preocupada por Percy —El mismo lo estaba— pero no por le agradaba que solo piense en él. Aunque bueno el descartaba estos sentimientos rápidamente, comprendía que era fácil que todos quieran a su hermano; era muy fácil amar a Percy.

—Bien comenzaré... —Apolo abrió mucho los ojos y luego arrugó el rostro leyendo el título del capítulo.

—Pero ¿Qué pasa? Comienza de una vez —Espetó Zeus que aún siendo un semidiós no se le quitaba del todo sus ganas de mandarle a medio mundo, incluso a un Dios que podía achicharrarlo si así lo deseaba.

—Eh, si —No obstante Apolo estaba tan distraído que no recordó quemarlo vivo —Una amiga muerta viene a visitarnos

En la sala se formó un silencio absoluto. Hades frunció el ceño de forma pensativa ¿Cómo es que un muerto iba a visitarlos? Estaba bien que sus hijos ahora estuvieran en el campamento, pero de ahí que aparezca un muerto justo ese día, algo raro había ahí. Miro el rostro de los campistas, algunos se tornaron en muecas de asco.

—¿Por qué una muerta los visita? —Pregunto por lo bajo Percy no entendiendo nada del título, además que se aferró a su tiburón, a él no le agradaban mucho esas cosas de muerto. Alguna vez se ponía a escuchar lo que contaban los niños mayores, de la escuela, eran historias aterradoras. Así que no le agradaban.

—No lo sé, pero no debes tener miedo ¿Si? Nada malo te pasará —Le aseguro Jason mientras lo abrazaba. Percy aceptó el abrazo a pesar de que estaba en medio de su rubio protector y su princesa. A él le gustaba que ella acariciara su cabello.

—Te vamos a cuidar ¿Está bien? —El pequeño asintió a la promesa que le estaba haciendo Annabeth —Su princesa— y también el rubio. Era agradable saber que tendría amigos en el futuro, lo malo es que no los tenía cuando iba a su presente. Cuanto los deseaba ahí.

—Oh, seguro es ese captura la bandera —Nico hacia una ligera mueca ante el recuerdo, pero luego un sonrojo se apoderó de su rostro y escondió su rostro entre sus manos Ese captura a la bandera estaría ahí. Ese en el que el participo, siendo aún un niño pequeño y animado, ese que aun creía en la promesa de Bianca de que llamaría. Ese crédulo niño que ahora era su vergonzoso pasado.

—¿Nico? —Hazel trató de que levantara el rostro pero no lo conseguía, no comprendía que es lo que le pasaba a su hermano. Miro a Frank y a Will, intentaba ver si alguno podía explicarle lo que pasaba, pero el uno solo negaba con la cabeza y el otro solo tenía una mueca de asco en el rostro. Apolo, no obstante siguió leyendo, tenía un presentimiento no muy agradable del capítulo.

A la mañana siguiente, después de desayunar, le conté mi sueño a Grover.

—Habría preferido que no lo haga —Murmuró Grover recordando que solo el hecho de que se lo contara, le provocó sus propias pesadillas —Pero me alegro que lo haya hecho —Había sentido también que le fue de utilidad, que Percy todavía confiaba en él para estas cuestiones, era reconfortante. Sonrió débilmente pensando en que ya no lo era, que él ni siquiera estaba ahí, pero que quería que estuviera. Extrañaba a Percy.

Nos habíamos sentado en un prado nevado y mirábamos cómo los sátiros perseguían a las ninfas.

—Una vista de lo más normal en el campamento, pero de lo más hermosa ahora que no la vemos —Murmuraron algunos. Los días en el campamento les parecían tan lejanos, los buenos momentos eran opacados por los de luchas, la sangre, el sentimiento de huir, de sobresalto. La inseguridad que crecía el día con día, lo que les recordaba que aún podían volver a eso, solo eso les hacía estremecer de miedo.

Ellas habían prometido besarlos si las atrapaban, cosa que difícilmente ocurría, porque las ninfas dejaban que los sátiros se pusieran a cien y, en el último momento, se convertían en árboles cubiertos de nieve.

—Ninfas astutas —Alababa algunas mientras soltaban risitas, pensar en cualquier cosa para todos era mejor que pensar en lo que dejaron hace unas semanas.

—Embusteras —Mascullaron entre dientes algunos campistas con los puños cerrados, más de uno había caído en el mismo juego. Después de todo las ninfas eran hermosas.

Y ellos, claro, se iban de cabeza contra los troncos y se ganaban, además, el montón de nieve que se les venía encima con la sacudida.

Algunos soltaron risas fuertes ante la imagen que les pintaban, otros solo negaban con la cabeza. Ni con los siglos los sátiros cambiaban, ellos seguirían cayendo en esos juegos, no importaba si se daban de astutos y sagaces, así terminaban siempre: Estropeados.

Poseidón era quizá el único que no estaba poniendo todo de si en la lectura, tenía otras cosas en las que pensar a más de sátiros y ninfas, como en lo que estaría pasando con su hijo. Verlo, le produjo varios sentimientos: Uno; Alegría, su hijo estaba a salvo, dos; Preocupación, no sabia donde estuvo antes y el porque se veía tan demacrado. Muy a pesar de que casi no se le notara, él lo había hecho, estaba delgado, con ojeras y sin fuerzas. Ya quería que se lo traigan.

Cuando le conté mi pesadilla, Grover empezó a retorcerse con los dedos el pelaje de la pierna.

Justo como hacia en la sala, el solo recuerdo de ella le ponía de los nervios, ahora no era el único que estaba así. Más de uno le lanzaba miradas de comprensión, ellos recordaban la lectura de esta y Percy que había contado tal como en el libro, no era para menos que él este así.

-¿El techo de la cueva se desmoronó sobre ella?

—Ojalá fuera una cueva —Atenea se mordía el labio, ella ya estaba sintiendo muy bien donde estaba su hija, quería estar equivocada, por primera vez de su ahora mortal vida quería estar equivocada. Quería poder cometer errores de cálculos como cualquier mortal, aunque su orgullo le dijera que no podía estar equivocada, que ella nunca lo estaría. Si se pudiera matar a la voz de su orgullo, solo para no tener la razón esta vez. Atenea estaba dispuesta a intentar matarle.

-Exacto. ¿Qué narices crees que significa?Meneó la cabeza.-No lo sé. Pero después de lo que Zoë ha soñado...

Zoë arqueo una ceja mirando al sátiro, no es que aquello la sorprendiera. Los sátiros siempre han sido así, siempre siguiendo a las cazadoras, o a Artemisa en cuanto estaban cerca del campamento, o en el campamento, o en el bosque dónde hubiera un grupo de ellos, o si los encontraban en la ciudad, es decir: Dónde fuera. Incluso los faunos eran así.

Grover se limitó a sonreír, su rostro estaba completamente rojo y estaba comenzando a decidir ¿Qué planta sería mejor para renacer? ¿Un laurel? Ese sería muy digno, tal vez una Oliva. Solo esperaba que no fuera un arbusto.

-¿Cómo? ¿Zoë ha tenido un sueño parecido?

-No... no lo sé con exactitud. Hacia las tres de la mañana se presentó en la Casa Grande diciendo que quería hablar con Quirón. Parecía muerta de pánico.

-Un momento... ¿Y tú cómo lo sabes?

—Si, Sátiro ¿Cómo sabes? —Pregunto Phoebe afilando casualmente la punta de su flecha de plata. Thalia a su lado solo negaba con la cabeza divertida, no iba a negar que estaba mal que Grover espiara a las cazadoras y que ella misma debería estar enojada, pero en el libro aún no era cazadora y ver a su amigo así era muy gracioso.

—Eh... Ah... —Fue todo lo que logro balbucear para luego balar, su rostro no podía estar más rojo de lo que ya estaba.

Grover se sonrojó.-Yo había, esto... acampado cerca de la cabaña de Artemisa.

Las cazadoras, tanto las antiguas como las modernas le veían con una ceja arqueada. El se refugio detrás de Quirón, hasta que recordó algo y decidió correr por media sala. Ante la risilla de todos. Hasta que se sentó a lado de Annabeth y poniendo a Percy en sus piernas.

—¡Cabra! —El niño parecía de lo más feliz de que este ahí —Ahora superado su miedo inicial— se acomodó bien contra su regazo, hizo la cabeza hacia atrás hasta poder ver a Grover. Este solo se río de la postura e inocencia de su, ahora pequeño amigo —Eres cómodo —

—Gracias —Le hizo unas cuantas cosquillas hasta que Percy estuvo recogido riéndose a carcajadas. Así olvidaron por un momento todo lo que pasaba. Su risa infantil era hermosa, traía alivio para algunos y les contagiaba, llenaba el vacío que sentían un poco.

-¿Para qué?-Pues... para estar cerca de ellas.-Eres un vulgar acosador con pezuñas.

—¿Y recién lo nota? —Bromeo Thalia —Si a él mismo lo lleva acosando desde los doce años —Todos comenzaron a reír, porque era verdad.

—¿Qué es un acosador? —Pregunto Percy de forma inocente volteandose a ver al sátiro, este estaba tan rojo como antes.

—Alguien que te vigila todo el tiempo —Explico Annabeth haciendo cosquillas en su estómago, provocando que vuelva a reír.

—¿Grover es un acosador? —Volvió a preguntar mirando a los rubios ahora. Ellos se miraron, luego a Grover que lucia ofendido por el término y rieron.

—Se podría decir que si, pero aseguramos que era por tu bien —Comento Poseidón viendo a su pequeño hijo, los demás estaban riendo del pobre sátiro. Estiro su mano y revolvió su cabello con cariño. Le agradaba que al menos una pequeña versión de su hijo este ahí, también saber que no todo estaba perdido, que podía hacer un futuro mejor para su hijo. Uno sin padrastros malvados que le lastimen, ni monstruos que lo persigan, de preferencia.

—¿Entonces Grover es bueno? —Poseidón asintió a su pregunta, el niño volteó y abrazó al sátiro. Algunos soltaron un arrullo —Te quiero —

—Y yo a ti Percy, y yo a ti —Le devolvió el abrazo al niño. Una vez más estaba olvidado de momento todo. Hasta que Apolo volvió a leer.

-¡No es cierto!

Thalia arqueo una ceja en dirección a Grover de forma burlona, él solo se escudo en el pequeño Percy. Este le sonrió a Thalia y a ella le tocó dejar su burla, no quería que el niño piense que se burlaba de él. El autoestima de su pequeño primo era muy importante para todos.

Quirón ladeaba la cabeza, se comenzaba a preguntar porque Grover había salido huyendo. Recordaba que el atendió a las cazadoras en esa ocasión, no recordó ver al sátiro ¿Lo habría visto a él? Esperaba que no, o que por lo menos si lo vio no se lo dijera a nadie.

Bueno, el caso es que la seguí hasta la Casa Grande, me escondí tras un matorral y desde allí lo vi todo.

Quirón le dio una mirada inquisitiva al sátiro, este la esquivó jugando con el pequeño Percy. El centauro entrecerró los ojos, ya estaba presintiendo que si que lo vio y que si que le contó a Percy, ahora si eso aparecía en el libro...

Ella se enfadó muchísimo cuando Argos no la dejó pasar. Fue bastante violento.

Artemisa que había estado algo sumida en pensamientos, pero que no se había perdido de la lectura y sus detalles, arqueo una ceja mirando al libro ¿Cómo se atrevía a tratar mal a su cazadora? Aunque si pensaba bien a quien le era fiel Argos, no era de sorprender que fuera como era. Después de todo Hera podía ser muchas cosas, menos una buena persona o diosa amable. ¿Qué se podía esperar de su seguidor? Probablemente el único que la quería también. Al menos en el campamento.

Intenté imaginarme la escena. Argos era el jefe de seguridad del campamento: un tipo grandote y rubio, con ojos diseminados por todo el cuerpo.

Hera suspiro, la primera muestra de vida que daba a más de su presencia y que demostraba que tenía sentimientos. Por un breve momento, en su rostro se reflejó la nostalgia pero pronto fue reemplazado por la nada. Atenea y Zeus que eran los más cercanos a ella solo la miraron un momento y luego apartaron la mirada, recordaban su trabajo era ver que no hiciera nada y pensaban cumplirlo. Al menos Atenea. Zeus aún tenía otros asuntos en que pensar.

Raramente se dejaba ver, a menos que sucediera algo muy grave. No me habría atrevido a apostar en una pelea entre Argos y Zoë.

—Hubiésemos cobrado un buen dinero de saberlo antes —Mascullaron los Stoll maldiciendo entre dientes el negocio perdido; el dinero no ganado.

-¿Qué dijo ella? -pregunté.Grover hizo una mueca.-Bueno, cuando se enfada se pone a hablar de esa manera anticuada y no resulta fácil entenderla.

—Cuando no está enfadada también lo hace, cuando esta muy feliz y emocionada igual —Comentaron algunas cazadoras pero ninguna de ellas miraba a Zoë, misma que las veía como traicionada pero que en verdad no estaba enfadada con ellas.

—Lo dicho, debes aprender más términos modernos —Se ufano Thalia y Zoë suspiro cansada, ella no dejaba pasar momento para recalcarle lo mismo, pero estaba bien, ya iba aprendiendo de lo que Thalia tenía para enseñarle.

Pero era algo así como que Artemisa estaba en un aprieto y que necesitaba a las cazadoras.

Todas las cazadoras voltearon a ver a su señora, algunos dioses igual. En especial su mellizo, pero este ya le veía con ojos de resignación, anticipándose a que él ya sabia el aprieto en que estuviera metida, otro que le veía de esa forma era Orión. Pero ella no les devolvió la mirada, ella ya sabía la razón por lo que lo había hecho y no se arrepentía, si en el nuevo futuro le tocaba hacerlo una vez más; lo haría, sin dudarlo y sin pensarlo. Apolo siguió aunque la angustia le matara.

Luego le espetó a Argos que era un patán sin seso... Creo que es un insulto. Y él llamó...

—Lo es, pero uno verdaderamente antiguo —Murmuró Thalia y Zoë rodó los ojos, no quería imaginarse que tras eso también le tocaría aprender insultos modernos ¿A su edad? Bufo.

-¡Uf!, espera. ¿Cómo va a estar Artemisa en un aprieto?-Eh... Bueno, finalmente apareció Quirón en pijama y con la cola llena de rulos...

Apolo casi se ahoga de la risa mientras leía esas líneas, los mestizos estallaron en carcajadas. Más que nada los griegos, los romanos fueron más discretos. Mientras las orejas del centauro estaban tan rojas, que seguro un semáforo les tendría envidia.

—Apolo, sigue leyendo por favor —Hestia quiso acabar con el sufrimiento de su medio hermano, este le agradeció con la mirada.

-¿Se pone rulos en la cola?Grover se tapó la boca.-Perdón. Continúa.

—Bueno tiene que seguir hermoso, no le podemos culpar por eso —Aquiles soltó una risita por lo bajo evitando la mirada del centauro. Le era gracioso pensar que antes, cuando Quirón le estaba entrenando, se veía tan varonil, con vellos en los brazos y una barba mal aliñada, prácticamente viviendo como un ermitaño. Mientras que ahora, se estilizaba y bebía chocolate caliente. Era gracioso pensar como cambiaban los tiempos.

Aunque habían cosas que no deseaba que hubiesen cambiado, como los hechos de la guerra de troya. El haber mandado a Patroclo al frente, él debió haber ido, aún se lo repetía constantemente. Si su orgullo no le hubiese ganado, si tan solo le hubiera dicho que no. Quizá... No, debía de dejar de pensar en eso, Patroclo había hecho lo que tenía que hacer... ¿O por eso es que se había ido de los Elíseos sin verlo siquiera? Nunca se había cuestionado aquello, se habían prometido seguir juntos pero ¿Y si Patroclo se había molestado por ser él quien lo enviara a la muerte? Esperaba algún día poder volver a verle y aclarar esto, quizá en su nueva vida lo encontraría, tal vez el destino los reuniría.

-Bueno, Zoë le dijo que necesitaba su permiso para salir del campamento de inmediato.

Artemisa miró con los ojos entrecerrados a Zoë y luego a Quirón, sabia que ella podía alterarse con facilidad ante cosas así, pero también que el centauro sabía las órdenes. Puede que ella no fuera la madre de las cazadoras, pero era su patrona y su líder, por lo que al igual que a cualquier dios: Solo ella podía decir si ellas salían o no, a ella tenía que avisarle forzosamente para su salida.

Sin embargo, estaba el punto de que ella no estaba en condiciones para ello, lo cual les llevaba al siguiente punto. Uno que no le agradaba para nada: Una profecía. Con una profecía de por medio, algunas cazadoras tendrían que salir si o si, aunque ella no estuviera para aprobarlo, lo que le llevaba al título del libro.

—Estúpidas profecías —Masculló entre dientes, estaba comenzando a pensar igual que los mestizos: Las profecías son un asco. Porque estaba visto que Zoë no iba a salir bien de aquella, lo cual no le agradaba.

Apolo levantó la vista del libro, como preveyendo que ella estaba insultando a algo de sus dominios, solo se encontró con el rostro huraño de su melliza. Le encantaba ver ese rostro, pero en este momento; no, porque le decía que no era por su causa. No había hecho nada a parte de leer, así que debía ser algo más y lo único que podía ser era lo que acababa de leer. Estaba seguro que Artemisa ya había llegado a la misma conclusión que él, no por nada era su melliza, así que decidió no decirle nada y seguir leyendo. En cuanto más pronto acabará la lectura, más pronto acabaría su tortura de ver como salvaban a su Arty.

Pero Quirón se negó. Le recordó a Zoë que las cazadoras debían quedarse hasta recibir órdenes de Artemisa.

—¿Cómo vamos a recibir órdenes de Artemisa si se ha perdido? —Masculló entre dientes Zoë apretando su arco que estaba sobre su regazo. Thalia rodó los ojos y apretó su mano.

—Él solo sigue órdenes, pero te aseguro que fuimos por ella —Aseguro Thalia sonriéndole, pero ella puedo ver la profunda tristeza en su mirada. La misión iba a ir tan mal como lo esperaba. Igual le asintió a Thalia y se calmó.

Y ella respondió... -Grover tragó saliva-. Dijo: «¿Cómo vamos a recibir órdenes de Artemisa si se ha perdido?»

Las cazadoras se rieron, Thalia lo hizo más descaradamente empujando a Zoë con el hombro, esta solo negó con la cabeza y empezó a reír también.

-¿Qué significa eso de «perdido»? ¿Que no encuentra el camino?

—Que idiota —Bufo Octavian quien seguía empeñado en ver solo al libro, se concentraba en ello. No iba a dejar que los dulces ojos de un niño Percy le ganaran, él se iba a convertir en un salvaje graecus. Un graecus peligroso del que debían librarse de una vez, aprovechar que ahora era débil, indefenso, solo un niño... Se detuvo, ahí estaban de nuevo esos pensamientos. Maldita conciencia, seguía atacando con lo mismo —Haces lo mejor, haces lo mejor —Se repitió respirando hondo. Eso era lo mejor.

-No. Supongo que se refería a que ha desaparecido. Que se la han llevado. Que la han raptado.

—Que la han secuestrado para usarla de carnada y como posible sacrificio —Masculló entre dientes Zeus, estaba molesto por lo que le pudiera suceder a Artemisa en el libro. En especial las consecuencias que su rapto significaría para el Olimpo y estaba completamente seguro que diría a Apolo que no intervenga. Lo último que necesitaba es que otro dios se pierda y vaya a terminar igual que la primera, pero algo le decía que su hijo tampoco se quedaría del todo calmado.

Apolo y Artemisa, siempre habían estado juntos, no importaba lo que sucediera, que su trabajo no considera en horarios, que ambos tuvieran sus propios asuntos y caracteres, ellos siempre estaban juntos. Aunque la misma Hera intentará separarlos; no era sabido por casi nadie en el Olimpo, ni en los alrededores, pero quien inició aquel comentario. Ese mismo que hiciera a Apolo llevar acabo aquel funesto plan. Lo había comenzado Hera. Zeus a pesar de su ahora mortalidad no lo había olvidado, las moiras le habían permitido aún mantener ese fragmento de su memoria, el se entero de que ella inició todo. Y por mucho tiempo, en verdad consiguió alejarlos, pero como siempre ellos habían vuelto a estar juntos, algo que ella repudió.

-¿Raptado? -Intenté asimilar la idea-. ¿Cómo van a raptar a una diosa inmortal? ¿Es eso posible?

—Le paso a mi hija —Demeter le dirigió una mirada con intención a Hades, este la ignoró completamente mientras sonreía con arrogancia y besaba la mano de Perséfone. Demeter bufo exasperada, su hija se limitó a rodar los ojos, su madre y su esposo parecían volver a lo de siempre.

-Bueno, sí. Le pasó a Perséfone.

Demeter arqueo una ceja mirando a su hermano, este le seguía sonriendo con descaro. Lo que solo conseguía molestarla a sobre manera, quizá por eso es que Hades lo hacía. No había nada mejor que molestar a tu hermana mayor, o si.

-Ya, pero ella era algo así como la diosa de las flores...

—Primavera pequeño, primavera —Corrigió con dulzura la diosa de la primavera al pequeño hijo de Poseidón, este solo le sonrió y asintió. Aunque no es que comprendiera demasiado de lo que decían, era extraño este sueño donde los dioses de los que su mami le hablaba se volvían reales.

Y más extraño es que uno fuera su papá, otros fueran sus tíos y primos, pero más raro aún es que tenía un hermano dios, uno semigigante y otros que solo eran de los libros. Si, este era por mucho el sueño más raro, conectado y hermoso que estaba teniendo estos días. Ahora recordaba que alguna vez escuchó que cuando tu día va mal, tu mente suele crear bonitos escenarios para ti mientras dormias, así que probablemente era por eso que sus sueños estaban siendo así. No le encontraba otra explicación en su infantil mente.

Grover me miró ofendido.-De la primavera.-Vale, como quieras, pero Artemisa es muchísimo más poderosa.

Artemisa tuvo que aguantar una carcajada ante el rostro indignado de su hermana. Perséfone bufo, no porque ella no tuviera un grupo de seguidoras o trabajara todo el año como Artemisa, significaba que no fuera poderosa.

—Tranquila Sefi, el niño está hablando porque ciertamente no te conoce, apenas y conoce a unos cuantos dioses —Trataba de controlar su esposo a su lado, ella respiró hondo y miró hacia otro lado aún muy ofendida por ese agravio a su persona.

—¿Dije algo malo en el libro? —Susurro Percy a los rubios y a Grover, ellos tres compartieron una mueca, no sabían que decirle al pequeño. Claro que había sido una falta, siempre lo era cuando decías que un dios era más fuerte que otro, pero no podían culpar a un pequeño niño de eso.

—Digamos que no es del todo correcto suponer que un dios es más poderoso que otro, así como no debemos decir que tu eres más bonito porque tienes ojos verdemar y Jason no porque los tiene azules —Trato de explicar Annabeth con suavidad, Percy dobló ligeramente su cabeza hacia un lado tratando de comprender.

—Ah —Fue su contestación antes de voltearse a ver a las diosas —Lamento haberles comparado —Se disculpo. Ellas solo le sonrieron al niño, después de todo era común que los semidioses, los mortales y hasta los mismos dioses, se comparan entre sí, así que no era del todo su error.

¿Quién sería capaz de raptarla? ¿Y por qué?

—Solo un idiota que cree que puede retenerla y obtener lo que quiere, sin que nadie vaya a detenerlo —Orión apretaba los puños y trataba de calmarse lo más que podía. Estaba muriendo de coraje contra quien hubiese raptado a Artemisa, no le agradaba esa idea y menos el porqué de ese rapto. Claro que no era el único molesto con esto, pero el otro tenía que controlarse aún más, o de seguro incendiaba medio Olimpo con el calor solar.

Grover meneó la cabeza con pesadumbre.-No lo sé. ¿Cronos?-No puede ser tan poderoso aún. ¿O sí?

—No, pero tenía aliados —Murmuró Chris recordando perfectamente a aquellos aliados, esos mismos a los que nunca le importaron los mestizos, para ellos eran solo juguetes desechables. Eran peor que los dioses, al menos los dioses fingía estar orgullosos de sus "errores" esos que llamaban hijos, estos no. A pesar que a veces era mejor que te dijeran de frente que solo eras un juguete, en este juego llamado vida, a que te engañen y te hagan creer algo que no eres realmente.

La última vez que habíamos visto a Cronos, estaba hecho añicos.

Los Dioses vieron como algunos mestizos negaban tristemente con la cabeza, luego se miraron entre ellos. Tampoco habían confiado en que se destruyera con tan poco, así que sabían que ellos en el libro corrían aún demasiados peligros. Lo cual solo aterraba a Luke, dioses, sus errores y preocupación no iba a hacer más que aumentar con cada cosa que leyeran.

Bueno... verlo, lo que se dice verlo, no lo habíamos visto exactamente. Miles de años atrás, después de la guerra entre dioses y titanes, los dioses lo cortaron en pedacitos con su propia guadaña y diseminaron los restos por el Tártaro, que viene a ser un cubo de reciclaje sin fondo que tienen los dioses para sus enemigos.

Más de uno soltó una risita por lo bajo de la comparación que había hecho y evitaron hacer cualquier mueca ante el nombre de ese lugar, en especial por Annabeth. Esta miro disimuladamente a Grover. El no sabia mentir y si el sabia donde había estado, él podría decirle, pero este estaba distraído con el pequeño Percy jugando, no había forma de preguntarle en ese momento. Pero Atenea siempre tiene un plan y Grover pronto caería.

Hacía dos veranos, Cronos nos había atraído con engaños hasta el borde de ese abismo y poco faltó para que nos empujara al vacío.

—¿Me iba a caer? —Pregunto Percy mirando a todos en la sala.

—Si, pero no pasó nada y no se lo recuerdes a papá —Aviso Teseo que aun estaba en la espalda de Tritón, tenía el mentón en el hombro del mensajero. Percy volteo a ver a su padre, este solo frotaba el puente de su nariz.

—¿Va a estar bien? —Miro en dirección a sus hermanos, los cuatro hicieron una mueca antes de asentir, no se veían del todo seguros de aquello. Pero no iban a asustar a su pequeño hermano por esto. Volvió a ver a su papá, movio la cabeza a los lados y le sonrió cuando este le miró —Estaré bien papá —Trato de consolarlo, consiguiendolo un poco.

—Claro que lo estarás, papá te va a cuidar en el futuro ¿Te gustaría? —El niño asintió emocionado ante la pregunta, no podía negar que era lo que más quería. Si el tenía un papá, sería como los demás niños, su mami no trabajaría tanto, no habría un Gabe apestoso y quizá tendría amigos. Todo eso tendría si tuviera un papá. Así que la idea le encantaba.

—No vas a poner al niño en una cueva submarina —Susurro Anfitrite a su esposo, pero este solo le sonreía al niño, ella suspiró con cansancio, sabia que esa idea aún estaba en su cabeza. Tendría que hablar con la madre del niño en cuanto la conociera.

Finalmente, el verano pasado, vimos en el crucero infernal de Luke un gran ataúd dorado.

—Uno que le causaría pesadillas a cualquiera que lo viera —Murmuró Thalia sobando su brazo, ese era uno de los sueños más nítidos que aún tenía con respecto a Cronos, los demás eran con respecto a las batallas, la pelea que tuvo contra Luke y ver su cuerpo caer... Sacudió la cabeza, no debía recordar eso y menos a ponerse a pensar en aquellos sueños. Debía dejar eso de lado, no iba a ayudar en nada a lo que pasara en la sala o en el libro. Lo que había hecho el Luke del libro ya estaba hecho y el de aquí, aún no lo hacia, pero lo estaba planeando, solo esperaba que lo entendiera.

En su interior, según nos dijo Luke, estaban rescatando poco a poco del abismo al señor de los Titanes: cada vez que alguien se unía a su causa, se añadía un pedacito más a su cuerpo.

—Uno de los rompecabezas más sangrientos y diabólicos que hay —Hizo la comparación Malcolm y más de uno se estremeció, en especial los pocos que habían participado del lado de Cronos. Ellos presenciaron parte de eso, no eran demasiados de ellos, solo unos cuantos y se alegraban haber dejado eso en cuanto pudieron.

Cronos ya podía influir y engañar a la gente a través de los sueños, pero no lograba imaginar cómo iba a secuestrar a Artemisa si todavía era un montón maligno de detritus.

—Y gracias a esos sueños es que logro hacerlo —Se interrumpió Apolo.

—Tranquilo, estoy seguro que ella salió de esta, el muchacho y las cazadoras no van a dejar que nada le pase —Trataba de calmar Hermes a su amigo, pasaba su mano por su espalda de forma fraternal. Apolo asintió, aunque no veía como exactamente es que iban a conseguir aquello, pero estaba bien. Confiaba en que Percy y las cazadoras lo lograran. Sin embargo, no veía como es que el muchacho participaría de la misión, no creía que las cazadoras quisieran su ayuda pero imagino que se las ingeniaron.

-No lo sé -dijo Grover-. Creo que se sabría si Cronos estuviera recuperado por completo. Los dioses estarían mucho más nerviosos. Pero, aun así, es raro que tú hayas tenido una pesadilla la misma noche que Zoë. Es casi como si...

—Estuvieran relacionadas —Reyna acariciaba con cuidado su mejilla, un gesto despreocupado, sin importancia, pero la verdad el mostrarse así tenía sus razones. No había dejado de vigilar a Octavian, no se confiaba de él, no lo había hecho hace años, no comenzaría ahora, sentía que lo que fuera que planeara ya no estaba en mano de el. Pero que si que le había dejado pensativo y quieto, muy quieto.

Terminé la frase antes que él:-Estuvieran relacionadas.

—Quizá porque eran los que estaban más recientemente involucrados con las dos —Supuso Sophia hermana de Annabeth de forma pensativa, porque no había sido Thalia quien estaba teniendo los sueños o ¿Ella había tenido los propios? Aunque si los tuvo, parecía que no se los había contado a nadie, se quedó mirando a la chica. Thalia solo ignoraba la mirada de los hijos de Atenea.

No es que Thalia no haya estado preocupada por Annabeth, claro que había tenido sus propios sueños, no los mismos que Percy pero si sobre el estado de Annabeth. También donde la tentaban, algo a lo que estuvo a punto de ceder, le habían ofrecido todo lo que quería. A Luke, a Annabeth, reinar sobre todos, los dioses le obedecerian a ella: Poder. Ser la cazadora y no la presa, invertir los papeles para los que según había nacido. Sacudió la cabeza, igual se había convertido en cazadora, pero no al costo tan alto de matar a los que se apreciaba.

En medio del prado helado, un sátiro empezó a derrapar sobre sus pezuñas detrás de una ninfa pelirroja. Ella soltó una risita, abrió los brazos y ¡plop!, se convirtió en un pino cuyo duro tronco fue a besar el sátiro a toda velocidad.

Más de uno río por la escena planteada, excepto Afrodita, ella parecía encantada con aquella práctica. Siempre le había parecido fascinante la manera en que nacía el amor entre los sátiros y las ninfas, puede que ellas jugaran así, pero al final se rendían al amor muchas de ellas.

Otros solo veían aquello como una perdida de tiempo. Entre ellos Hefestos, pues el no comprendía cual era la belleza en ello ¿Perseguirse el uno al otro solo por diversión? ¡Puaj! Eso era perder valioso tiempo, uno que podía usar para construir cosas útiles, además ¿Qué manera era esa de enamorarse? Correr una y otra vez y otra, y otra, solo para terminar con el rostro herido, y tras tanto rechazo enamorarse. Era insulso ese juego.

Claro que no era el único en pensar aquello, pero ambos dioses tenían partidarios. Así eran los juegos de los dioses, algunos amaban el trabajo de Afrodita, otros odiaban los juegos de ella y otros habían logrado huir de ella. Como Tritón, que después de sus fracasos, había logrado que ella le deje en paz y esperaba que no vuelva a querer hacer "interesante" su vida amorosa.

-¡Ah, el amor! -gimió Grover con expresión soñadora.

—Es encantador ¿Verdad? —Afrodita suspiro encantada, algunas —Como las cazadoras— hicieron una mueca de asco ante esto, otros suspiraron como ella —Deben entender que los juegos del amor son lo mejor, hace interesante todo —

—Vaya que juegos que le gusta jugar —Annabeth masculló entre dientes, aún recordaba lo que le había contado su novio de la charla que tuvo con ella. Le había prometido un amor "interesante" vaya que lo había sido, hasta ahora aún lo era, solo querían que no lo fuera tanto. Como el confundirla y confundirlo tanto tiempo. Solo por que ella quisiera tener un mayor entretenimiento, pero que le iban a hacer, así eran los dioses: Caprichosos.

Yo pensaba en la pesadilla de Zoë, soñada sólo unas horas más tarde que la mía.-Tengo que hablar con ella -dije.

—No creo que ella le vaya a escuchar —Murmuró Julie hija de Mercurio, viendo como reaccionaba la Zoë de aquí y la del libro, no le sorprendería que lo manden a volar con tan solo acercarse. Era evidente que soportar a los chicos u hombres, no estaba en los planes de las cazadoras, ni de su señora.

—Más que seguro que lo golpeé o le clavé una flecha antes de que siquiera abra la boca —Aseguro Julia hija de Hermes que estaba sentada a un lado suyo. Julie asintió, ella creía lo mismo.

-Antes de que lo hagas... -Grover sacó algo del bolsillo de su abrigo. Era un tríptico, como un folleto de viajes-. ¿Recuerdas lo que dijiste, que era raro que las cazadoras se hubieran presentado sin más en Westover Hall? Creo que tal vez estaban siguiéndonos.

—¿Siguiéndoles? ¿Por qué tendrían que seguir a un montón de mestizos? —Pregunto un legado de Aquilon que viendo como eran las cazadoras no se explicaban porque estarían siguiendoles a ellos, porque entre ellos habían hombres.

—Para convencer a las mujeres de ese grupo de seguirlas, son estrategias para conseguir más adeptos. Te muestran lo mejor de su grupo en aquellos folletos, todo lo que puedes conseguir y los bonos que conlleva la divinidad parcial —Hablo una hija de Ares mirando su espada y luego a las cazadoras, se notaba que ella ya sabia de sus tretas —No importa si estas acompañada por hombres, si notan que no te sientes mínimamente a gusto con ellos, te ven como una posible hermana cazadora —

—Eso y que sepan que sigues siendo virgen —Clarisse les dio una mirada adustera a las cazadoras más nuevas del grupo, estas solo sonrieron inocentes.

—Así que... ¿Ellas estaban tras Thalia y Annabeth? —Volvió a preguntar el chico y ellas asintieron, era lo más probable. Thalia no dijo nada al respecto, se limitó a ver la punta de sus flechas, Annabeth solo le dio una mirada cansada a sus hermanos que le veían atentamente. Apolo vio que se formó un silencio entre tantas preguntas, así que decidió seguir con la lectura.

-¿Siguiéndonos? ¿Qué quieres decir?

Me dio el folleto. Era sobre las cazadoras de Artemisa. El titular de la tapa rezaba: «¡UNA SABIA DECISIÓN PARA TU FUTURO!» En el interior se veían fotografías de jóvenes doncellas en plena cacería, persiguiendo monstruos y disparando flechas. En los pies de foto se leían cosas como: «¡BENEFICIOS PARA LA SALUD: LA INMORTALIDAD, CON TODAS SUS VENTAJAS!» O bien: «¡UN FUTURO LIBRE DE PESADOS MOSCONES!»

—Me están convenciendo —Dijo Ana en forma de broma pero se ganó una mala mirada de Chris hijo de Marte. Ella sonrió y luego río de su rostro amargado, este solo la siguió mirando. —No podría librarme de ti aunque me vaya con las cazadoras, idiota —Lo empujo con el hombro y el solo medio sonrió ante eso, no quería perder a su amiga por un grupo de doncellas eternas.

-Lo encontré en la mochila de Annabeth -aclaró Grover.

—Pudo haber aceptado —A Atenea se le secó la garganta, su hija había estado planeando unirse con las cazadoras y estar lejos del chiquillo de su tío, pero estaba claro que había declinado esa idea. Pues estaba ahí sentada jugando ahora con el niño.

—¿Por qué tenias eso en el libro? —Pregunto el niño no entendiendo cual era la gravedad de irse o no con las cazadoras y el porque seguían a su yo del libro, menos porque Annabeth cargaba eso.

—Porque el grupo me llamo la atención —Respondió ella tomándolo del regazo de Grover y poniéndole en el propio, la mirada del niño estaba fija en la suya.

—Y si te ibas con ellas ¿Te iba a ver de nuevo? Porque mi hermana ya ahí dejó de visitarme ¿También me vas a dejar como mi papá? —Annabeth lo abrazó con fuerza porque el niño empezó a llorar.

—No, no te voy a dejar, siempre estaré contigo. Siempre juntos Percy —Susurro acariciando su cabello con delicadeza. Los demás no sabían que decir, ella parecía importante para él, incluso en ese momento, incluso si aún no sabían que se amaban en forma de pareja. Todos eran importantes para Percy, incluso si le odiaban y lo sabían.

Lo miré fijamente.-No te entiendo.-Bueno, a mí me parece que... quizá Annabeth estaba pensando en unirse a ellas.

—Debió hacerlo —Murmuró Atenea viendo como su hija aún consolaba al niño. Era un niño en ese momento, pero ella se empeñaba en que era mala junta para ella, aunque mucho en su interior comenzaba a decir que no, que lo único que causaría su separación sería dolor.

* * *

Me gustaría decir que me tomé bien aquella noticia.

—No lo hizo —Grover negó con la cabeza, había sentido la furia crecer en su interior al pensar que ella se pudo haber ido con las cazadoras, que lo dejara solo una vez más, sabia muy bien que Percy en esa época solo se sentía completamente a gusto con él y con Annabeth, y que ella planeara abandonarlo no le agrado.

Pero la verdad es que me entraron ganas de estrangular a las cazadoras de Artemisa: una doncella eterna tras otra.

—Pretendían quitarle a su única amiga, entendible —Razonó Poseidón viendo la mirada de furia crecer en los ojos de su sobrina y las cazadoras, pero su respuesta les pareció razonable. Así como la mueca de disgusto de Nico y Jason, sus hermanas, ellas, si se habían ido con las cazadoras, así que comprendían un poco el sentimiento. En especial Nico.

—Ojalá lo hubiera hecho, acabar con ellas antes de salir de misión —Nico sentía la ira hervir en su sangre era quien mejor comprendía el sentimiento de querer matar a cada cazadora, ver como el aire se escapaba de sus pulmones y que la vida se iba de sus ojos. Tal vez hacerlas arder en llamas.

—Hey, tranquilidad —Will apretó su mano a su lado, la oscuridad había empezado a envolverlo a ser parte de él por todo el odio que sentía. Pero trato de respirar hondo y calmarse, no convenía disolverse en ella, no podía hacerlo porque ello conllevaría a llevarse su humanidad y la de los que están a su alrededor.

—Estoy bien —Will escucho sus frías palabras y pretendía soltar su mano, pero la de Nico no le dejó, lo apretó más y lo miró mal por querer alejar su mano de la suya. La advertencia estaba clara intenta soltarte y te quedas sin ella el rubio solo sonrió tontamente entrelazando sus dedos con los suyos, las mejillas de ambos se sonrojaron pero ningún deshizo el agarre.

Intenté mantenerme ocupado el resto del día, aunque me sentía muy angustiado por Annabeth.

—Mejor que no hubiese intentado mantenerse ocupado —Uno de los hijos de Ares sobo su pierna mientras miraba el suelo con fijeza. Ares le vio con una ceja alzada por encima de sus gafas ¿Por qué diría eso su chiquillo?

Asistí a una clase de lanzamiento de jabalina, pero el campista de Ares que se encargaba de darla me sacó de allí enfurecido cuando me distraje y lancé la jabalina antes de que él pudiese apartarse.

Algunos comenzaron a reír por eso, el hijo de Ares por su parte gruño. No había sido divertido tener que parar en la enfermería por su culpa, menos explicar como es que se hizo esa herida, solo consiguió que los de Apolo rieran mucho.

Me disculpé por el agujero que le hice en los pantalones, pero el tipo me mandó igualmente a freír espárragos.

—No era para menos, sufrió una herida, además de lastimar su orgullo —Murmuró Justin hijo de Apolo mirando al campista de esa ocasión, este solo le vio con los ojos entrecerrados. De los que más se rieron esa vez estaba Justin, estaba recién llegado pero si que se había divertido de verle así. Con el mayor descaro del mundo le sonrió obteniendo un gruñido de su parte, era emocionante molestar a los de Ares.

También visité los establos de los pegasos, pero me encontré a Silena Beauregard, de la cabaña de Afrodita, discutiendo con una de las cazadoras y pensé que era mejor no meterse.

Más de uno hizo una triste sonrisa sobre ese nombre. Bianca les miró a todos, ella había oído de Silena cuando estuvo en el campamento, a penas había logrado verla un par de veces antes de llegar a donde estaba ahora, pero no lograba verla entre los campistas ¿Qué pasaría con ella?

Luego fui a sentarme en la tribuna de la pista de carreras de carros y me quedé allí, enfurruñado.

—Menos mal no quiso ir a otra clase, seguro terminaba lastimado o algo —Murmuró un hijo de Vulcano que con solo escuchar las dos primeras misiones y los primeros capítulos de la nueva, ya se estaba dando cuenta que su pretor no tenía nada de suerte, peor si estaba tan alterado.

En los campos de tiro al arco, Quirón estaba dirigiendo las prácticas de puntería. Yo sabía que él era la persona más indicada para hablar. Quizá pudiera darme algún consejo. Sin embargo, algo me frenaba. Tenía la sensación de que Quirón intentaría protegerme, como de costumbre, y de que no me contaría todo lo que sabía.

—Por supuesto que lo haría, lo que menos quiere él es que los héroes mueran —Hestia miro al viejo centauro que solo se limitó a asentir. Era normal con todos sus años vividos que viera a tantos héroes irse y no regresar pero si en sus manos estaba la forma de evitarlo, o al menos retrasar eso, lo haría y eso es lo que sucedía con Percy.

—Al menos hacen el esfuerzo —Poseidón seguía preo6porque estaba visto que su hijo iba y se lanzaba al peligro sin más ¿Por qué justo a él le tocaban los hijos suicidas? Aún recordaba lo que le había contado Etra, la madre de Teseo, quien estuvo angustiada desde que este salió de casa. Le dijo que era más que seguro que su revoltoso hijo se fuera por el camino que le dijo que no vaya y había tenido razón. A Orión le advirtieron también que si seguía tras Artemisa las cosas podrían no salir bien, pero ahí estuvo, con Belerofonte paso igual, con Tritón... mejor dejaba de pensar en aquellas cosas. Solo iba a conseguir que le diera la mayor jaqueca olímpica de la historia.

Miré en otra dirección. En la cima de la Colina Mestiza, el señor D y Argos le daban su pitanza al dragón bebé que vigilaba el Vellocino de Oro.

—Soy un dios, no debería estar alimentando dragones —Mascullo entre dientes Dionisio, molesto porque su yo del libro tenga que hacer aquellas tareas tan ridícula como esa. Su esposa solo acariciaba su brazo tratando de calmarlo, pero no le dijo nada. Eso solo preocupo al dios, tenía que hablar con Hestia. Que Ariadna este tan callada era significado de que algo no andaba bien, ella siempre decía palabras de consuelo para él, trataba de calmarlo y hasta alegrarlo, casi nunca se limitaba solo a acariciar sus brazos.

Y entonces se me ocurrió: en la Casa Grande no habría nadie en ese momento, pero sí había allí una cosa a la que podía recurrir para orientarme.

—Oh no —Se quejaron más de uno con las manos en la cara, a casi todos se les ocurrió la única cosa que podía el hallar ahí y que pudiera orientarle. Otros les veían incomprensibles, no tenían idea del plan loco y descabellado que podría estar armando Percy, todo con tal de como recibir información para lo que quería.

La sangre me zumbaba en los oídos cuando entré corriendo en la casa y subí las escaleras. Sólo había hecho aquello una vez en mi vida, y aún me provocaba pesadillas. Abrí la trampilla y entré en el desván.

Ahora si todos tragaron saliva, comenzaron a mirar a sus alrededores. La última vez que Percy estuvo ahí, a ellos les había envuelto la niebla verde, pero esta vez no había nada. Los griegos más antiguos, por así decirlo, solo se limitaban a oír el libro, los demás se preguntaron como sabían que no se formaría la niebla, además que no entendieron el título del capítulo.

Estaba oscuro, polvoriento y atestado de trastos, como la otra vez.

—Ese lugar es un asco —Kayla se quejó entre dientes jugando con la cuerda de su arco, la tensaba y soltaba con las puntas de sus dedos.

—Ni lo digas —Se quejo a su lado Valentina hija de Afrodita quien se estaba recogiendo el cabello en una cola de caballo —La ultima vez que me mandaron a buscar algo ahí, casi termino en la enfermería por la intoxicación —Kayla hizo una mueca, puede que Valentina esté exagerando un poco, pero aún así eso seguía siendo un asco.

Había escudos mutilados por mordiscos de tamaño monstruoso, y espadas dobladas de tal modo que parecían cabezas de demonios.

—Ahora hay más cosas —Indicó un hijo de Hebe, recordando que también le habían mandado ahí. Habían muchas cosas en ese lugar y muchas con fechas recientes. Como arcos sin flechas, collares de cuentas sin dueños, camisetas enmarcadas con placas y nombres, martillos, herramientas y más cosas. Hasta una silla de montar pegasos.

También un montón de animales disecados, entre ellos una arpía y una pitón naranja.

—También contamos con la cabeza de una dracaenae ahora —Dijo un hijo de Hecate.

—Y las patas de una empusa —Señalo otro chico de Hipnos, haciendo que más de uno brinque en su lugar. Era muy fácil olvidar que los de Hipnos estaban ahí dormidos en la sala. Casi podían pasar como adornos invisibles.

—Habría que lanzarles un hechizo o algo que nos recuerde que están ahí —Se quejó un hijo de Vulcano haciéndose más allá en su lugar, estaba sentado cerca del hijo de Hipnos que hablo. Miro a su lado y estaba uno de Somnus que se mantenía despierto de puro milagro, este le sonrió —Mejor hay que ponerlos en una esquina todos juntos —Huyó de ahí antes de que el otro también le diera un susto, como ya lo había hecho su hermano griego.

Más de uno apoyo la moción pero nadie hizo nada para ponerle en práctica, no querían moverse ahora, en especial porque moverse implicaría perder tiempo valioso de lectura.

Junto a la ventana, en un taburete de tres patas, estaba la momia apergaminada de una vieja dama, con un vestido hippie teñido. El Oráculo.

—Te sientas en el banco de un muerto —Murmuró Piper con burla a Rachel que estaba cerca de ella, esta solo río ante eso, la miro y sonrió teóricamente.

—Todos estaremos muertos algún día, así que técnicamente todos nos hemos sentado en sillas de gente muerta —Ella río más viendo la mueca de asco de la castaña pero esta pronto río también.

Me obligué a acercarme y aguardé a que saliera de su boca la ondulante niebla verde de la otra vez. Pero nada sucedió.

Los romanos esperaron lo mismo pero no sucedió nada igual que en el libro ¿Es qué acaso no sería ahí que le dé la profecía? Los griegos por su parte tenían muecas de asco en el rostro.

—Pensé que le darían la profecía —Comentó Chris Rodríguez a su novia, ella gruño entre sus brazos.

—Ese año dio la profecía de una forma muy especial según me contaron —Ella río de la mueca de asco de sus hermanos, estos le habían contado lo sucedido. Chris solo la vio interrogante ante esto ¿De qué forma especial hablaba? Bueno, ya lo sabría.

-Hola -dije-. Eh... ¿cómo van las cosas?Hice una mueca ante la estupidez de mi pregunta.

Muchos golpearon sus frentes con sus manos ante la pregunta tonta que hizo Percy, luego rieron por esto, solo el podía ir y conversar con una momia.

—Muchacho estúpido —Se quejo Ares quien se estaba aburriendo demasiado con la lectura, sentía que la acción no iba a llegar en un buen rato. Así que se encontraba desparramado en su lugar, las piernas abiertas en su trono, un cuchillo bailando en sus manos, sus codos en los brazos de su trono y su cabeza reposaba en el respaldar de su trono, su mirada fija en un punto muerto del firmamento que ofrecía la sala de los tronos.

En pocas palabras; se aburría, mientras se aburría su mente no podía evitar pensar en donde estaba su hija en el momento del libro, en que quería una pelea con el hijo de Poseidón. Bueno, una pelea con el hijo ya crecido de Poseidón, no con el renacuajo de siete años que estaban en la sala en ese momento, aunque tal vez se conformaba con alguno otro de sus hijos. Esa idea le gustó, se enderezó en su trono y comenzó a verlos a uno por uno, podía luchar con cualquiera de ellos. Pero sentía que eso solo traería más problemas, le agradaba eso.

Si estás muerto y arrumbado en el desván, las cosas no te «van» ni bien ni mal.

—Eso ya nos quedó claro Percy —Jason rodó los ojos.

—¿Qué yo qué? —El pequeño Percy le había oído desde los brazos de Annabeth y ahora tenía la mirada fija en el hijo de Júpiter, este solo le sonrió.

—Qué nos quedó claro que eres un niño muy bueno —Toco su nariz con la punta de su dedo, Percy solo le sonrió. Era lindo verlo sonreír, pero aún les preocupaban varias cosas de él y de como vivía en su casa con ese padrastro horrible.

Pero yo sabía que el espíritu del Oráculo estaba allí. Percibía una fría presencia en la habitación, como una serpiente enroscada y dormida.

—Eso solo me dará pesadillas por la noche —Se quejo una hija de Apolo, no le gustaban las serpientes y menos escuchar esas cosas que decía el libro sobre ellas. Se abrazó a si misma.

-Tengo una pregunta -proseguí un poco más alto-. Sobre Annabeth. ¿Cómo puedo salvarla?

—Awwww ya estaba preocupado por su amor —Sin querer Afrodita soltó el arrullo más alto de lo que deseaba. O quizá así lo había querido. El pequeño Percy se la quedo mirando y ladeando la cabeza.

—¿Amor? —Pregunto el niño y Annabeth se sintió muy incómoda por esto. Los demás se pusieron un poco nerviosos.

—Es porque, tu amas a tu amiga hermanito —Medio gruño Tritón mirando a Afrodita, esta solo sonrió inocente, pero Percy frunció el ceño ¿Por qué su amiga seria su amor? El había oído a las señoras, las del supermercado, las de las tiendas, sus vecinas, que le decían así a sus esposos, a sus novios y hasta a los amigos con los que se besaban en la boca.

—Claro que la amo como amiga, pero ella lo hizo sonar como algo más —Señalaba a la diosa del amor con su pequeña mano. Annabeth se la bajo con delicadeza y beso el costado de su cabeza.

—No hagas caso a su tono de voz, ella lo decía porque soy tu amiga —Le sonrió dulcemente y Percy asintió, aunque la duda seguía en su cabeza. Era gracioso pensar que el pudiera amar a una chica, iugh, el no podía amar así a nadie, las niñas le daban miedo, excepto su princesa. Su princesa era hermosa, pero igual no podía amarla así, estaba seguro que ella tenía un príncipe por ahí de su edad.

Nada. Un rayo de sol oblicuo se colaba por la sucia ventana, iluminando las motas de polvo que bailaban en el aire.

—No era el momento de la profecía, porque no era solo su misión —Murmuró Quiron que se comenzó a hacer una idea de porque la momia salió hasta el captura la bandera, fue el único momento en que todos los involucrados de la profecía estaban reunidos y en el que no se ocultarian nada de esta. Ellos necesitaron saberla toda, todos y cada uno de los que fueron a ella.

Aguardé un poco más, hasta que al final me harté. Me estaba vacilando un cadáver.

—Es gracioso porque puede que sea cierto —Se burlo por lo bajo un hijo de Venus y se río con los que estaban a su lado.

-Muy bien -dije-. Ya lo averiguaré por mi cuenta.

—Y vaya que lo averiguó —Bianca contuvo un escalofrío recordando el paseíto que se dio la momia. Lo que le asusto de esa vez, no fue la momia, fue el humo verde y la forma tétrica en la que hablo, ahora entendía porque no le aterro ver un muerto andante. Después de todo, era hija del inframundo, estaba en su ser no sentir temor de ello, ella los dominaba. Aunque recién se estaba enterando de eso.

Di media vuelta y tropecé con una mesa alargada llena de recuerdos. Parecía incluso más atiborrada que la vez anterior. Los héroes almacenaban los objetos más variopintos en aquel desván. Trofeos que ya no querían conservar en sus cabañas, trastos que les traían malos recuerdos... Yo sabía que Luke había dejado allí arriba la garra de un dragón: la que le había marcado la cara.

Luke acarició su rostro en la cicatriz de aquel recuerdo, recordaba demasiado bien aquella misión. El como sus compañeros gritaron al ser desgarrados por ladón, como por su arrogancia consiguió la manzana y simplemente salió de ahí, sin ayudarlos, porque quería demostrar que podía solo y no se encargó de ver por la seguridad de los demás. Sin duda, la garra fue un recuerdo muy amargo.

Vi la empuñadura rota de una espada con el rótulo: «Cuando se rompió, mataron a Leroy. 1999.»

—Un gran chico —Murmuró Quirón con la mirada lejana, lo malo de su deseo de adiestrar héroes, era verlos caer, recordar que alguna vez estuvieron con él y que no estarían más. La inmortalidad era algo demasiado triste, un pecado más que un regalo.

Entonces me fijé en un chal de seda rosa con una etiqueta. La recogí y traté de leerla.BUFANDA DE LA DIOSA AFRODITARecuperada en Waterland, Denver, Co., por Annabeth Chase y Percy Jackson

Annabeth sonrió con tristeza, ella era quien había dejado ese chal ahí, lo último que quería recordar era el ataque de las arañas robóticas. Un escalofrío recorrió su cuerpo, algo le decía que volvió a estar en una situación parecida, mas el recuerdo se encontraba bloqueado, no lograba saber de donde venía la sensación aquella.

—¿Estás bien? —Pregunto Percy que estaba en sus piernas, ella vio sus ojos verdemar y no evitó sonreír.

—Perfecta —Pego su nariz a la mejilla de Percy haciéndole cosquillas, su suave risita era música para sus oídos.

Contemplé aquel chal. Lo había olvidado por completo. Dos años atrás, Annabeth me lo había quitado de las manos, diciéndome algo como: «Ah, no. ¡Apártate de esa magia de amor!»

—Sigo diciendo que debió dejarlo —La diosa del amor suspiro, le habría encantado tenerlo a sus pies, pero eso no importaba ahora, el chico le estaba dando una historia muy especial. Miro a sus parejitas en la sala, unas más cercanas que otras, pero todas caerían, aunque torcieron y estiraran los hilos que les unían, a pesar de que renegaran, todos caerían. —No importa cuánto más insistas en huir, yo te atrapare —Susurro viendo a uno de los hijos de Poseidón.

Yo creía que lo habría tirado, pero estaba allí. ¿Lo había conservado todo este tiempo? ¿Y por qué lo había guardado en el desván?

—Porque nadie necesita ser expuesto a esa magia de amor —Ella hablo con resolución importandole poco la mala mirada que recibió de la diosa dueña de la bufanda.

—¿Por qué? —Le pregunto el pequeño Percy mirándole fijamente, ella le hizo cosquillas con sus manos que estaban aferradas a su pequeña cintura. El niño se revolvió en sus brazos riéndose fuerte.

—Porque ya es suficiente con todo el amor que se tiene, como para caer rendido a los pies por magia, no es bueno que obligues a alguien a amarte —Respondió con suavidad acomodando sus cabellos. Sin saberlo, sus palabras le dolieron a otro hijo de Poseidón, uno que solo cerró los ojos y se acomodó contra la espalda de uno de sus hermanos.

Lo último que deseaba era obligar a su amado que lo ame, por eso quería alejarlo, darle la oportunidad con alguien más, que sea feliz, que entienda que seguramente todo eso que sentía no era verdad. Nunca nadie lo iba a amar de verdad, solamente se apegarian y luego se irían, el sentía que ese era su destino. Amar y no ser amado con la misma intensidad. Lo malo es que los demás hermanos de él, opinaban exactamente lo mismo. En especial a quien estaba pegado en ese momento, a pesar de que fuera un dios, sentía que el amor no era para él y esperaba que cierta diosa siga respetando eso.

Me volví hacia la momia. No se había movido, pero las sombras le dibujaban una sonrisa espantosa.

—Ya estaba planeando su paseo —Un escalofrío recorrió la espalda de los semidioses griegos que ya se esperaban todo eso. Los romanos solo se les quedaron viendo sin comprender nada.

Dejé caer el pañuelo y procuré no salir corriendo.

—Yo habría salido corriendo —Aseguro Leo con convicción mientras apretaba los pernos de lo que parecía una mariposa y la echaba a volar. Algo le decía que la cámara de esta le sería útil muy pronto.

* * *

Aquella noche, después de cenar, estaba resuelto a derrotar a las cazadoras en la captura de la bandera.

—Suerte con eso —Se burlaron las cazadoras.

Pronto todo comenzó a llenarse de un humo de color verde por todas partes. Más de uno se levantó algo aterrado, en especial los griegos. Sabían, o al menos de daban la idea, de que para los captura la bandera se meterían en la historia, pero este era un juego que no querían ver, los griegos recordaban las historias que se contaban de ese captura la bandera y no era agradable ir a verle directamente.

—¡Annabeth! ¡Annabeth! ¡¿Qué es esto?! —Pregunto una vocecita, misma que la rubia no creyó oír en el captura a la bandera. El pequeño Percy estaba frente a ella, tenía puesta una armadura griega, pero le quedaba muy grande, sus ojos apenas se veían a través del casco, daba saltitos delante de ella tratando de llamar su atención.

—¿Por qué traemos armaduras? —Pregunto Clarisse mirando la suya con el ceño fruncido, no es que le molestara pero sentía que todo tenía un porque y no uno agradable.

—Ni idea —Hablo Chris a su lado mirando la suya. Los demás hacían lo mismo y Leo entre ellos miraba con fascinación que su mariposa estaba ahí.

—No creo que sea solo por moda —Murmuró Zeus, la armadura le pesaba mucho, nunca había cargado una sin sus poderes de dios. Siendo dios una armadura no te pesaba, al menos no lo sentía.

Atenea tampoco creía que la armadura fuera por adorno, pero estaba cómoda con esta, la miro bien por todos lados, se le hacía familiar por alguna razón. Pero nunca había usado una armadura así, esta tenía pequeños detalles de tridentes en las protecciones de los brazos. Miro la de Zeus y la de Hera, las suyas no la tenían. Entonces se fijo en los hijos de Poseidón, en las de ellos había parecidas a la de ella ¿Por qué tenía una armadura de un hijo de Poseidón? Quería preguntar pero prefirió callar.

—Teseo —Perseo hizo que Teseo diera un brinco, había estado distraído mirando su armadura que no notó cuando se le acercó. —Tienes suelta una correa —Quiso acercarse pero el otro se hizo a un lado.

—Yo la arregló —Belerofonte se apresuró a atar la correa suelta de Teseo, este solo esquivo la mirada extrañada de Perseo.

—Gracias —Le sonrió a su hermano —Hey Per ¿Por qué no ayudas a Hylla creo que tiene problemas con su peto? —Sugirió a Perseo, este vio a la reina amazona y asintió. Ella aceptó que le ayude pero miraba con el ceño fruncido a Perseo.

—¿Seguro, qué es lo mejor? —Pregunto Belerofonte a su oído y Teseo asintió, era lo mejor. El castaño no podía decir más, el mismo huía en este momento de cierto rubio hijo de Tetis.

—¿Y por qué no tengo un arma? Como ellos —Señalo hacia al frente el pequeño Percy y ahí notaron que la niebla se había esparcido, ya no estaban en la sala de los tronos. Estaban en el campamento mestizo, se veía a los chicos alistarse para un captura a la bandera y a las cazadoras en un rincón.

—Porque siento que es más para protegerte que para atacar —Annabeth lo aseguro a su lado, lo último que necesitaban era que se lastime ahí.

Iba a ser un partido muy reducido: sólo trece cazadoras, incluyendo a Bianca di Angelo, y más o menos el mismo número de campistas.

Todos escucharon la voz que leyó, la reconocieron como la de Percy y miraron al pequeño Percy, este no la reconocía de nada, así que solo se escondió detrás de Annabeth para no sentir las miradas de los demás.

—Esto es demasiado extraño —Murmuró Apolo mirando a todos lados, por un lado a los campistas y por el otro a las cazadoras, ninguno se veía del todo feliz. Y él tenía el presentimiento de que nada saldría bien.

Zoë Belladona parecía muy contrariada. No paraba de mirar a Quirón con rencor, como si no pudiera creer que la hubiera obligado a quedarse y participar en aquel juego.

—Es entendible —Susurro Artemisa, comprendía que lo último que deseaba su teniente era tener que obedecer las palabras de un hombre, ya fuera un centauro, o no, también porque no le estaba dejando ayudarla. De momento.

A las demás cazadoras tampoco se las veía muy contentas. Ya no se reían ni bromeaban como la noche anterior. Ahora se apiñaban en el pabellón y susurraban entre ellas mientras se ajustaban las armaduras.

Las cazadoras que aún estaban entre los campistas solo se las quedaban mirando, algunas estiraron las manos y desearon tocar a sus hermanas. Pero apenas sucedió la imagen se deshizo, al menos cuando tocaban su piel.

—Pude sentir su armadura —Murmuró una de las cazadoras sacando su mano inmediatamente del peto de la cazadora que tocaba.

Los murmullos no se hicieron esperar ¿Podían sentir las cosas? ¿Por eso tenían las armaduras puestas? ¡Era imposible!

—¿Qué sucede Annabeth? ¿Jason? ¿Grover? —Todos habían comenzado a hablar entre sí dejándole un poco de lado —¿Papá? —Se acerco a él y jalo de su túnica, este volteó enseguida a verlo. Muchas de las pesadillas de Percy comenzaban así, la gente dejaba de ponerle atención y entonces se convertían en monstruos aterradores cuando se volteaban.

—Ven Percy —Poseidón lo levantó en brazos, a él se la hacia ligero incluso con el peso extra de la armadura —No hay de que asustarse, solo nos hemos alterado porque podemos sentir sus armaduras —Paso sus manos por el rostro del pequeño y limpio las lágrimas que habían amenazado con salir. Se sintió a salvo en los brazos de su padre.

Daba la impresión de que algunas habían estado llorando. Supongo que Zoë les habría contado su pesadilla.

—Es natural, nos contamos todo —Susurro una de las cazadoras, la alarma de que podían tocar los objetos aún estaba en todos. Porque si podían sentir sus armaduras, significaba que sus armas también y lo mismo que sus proyectiles. No era una buena noticia.

Nosotros teníamos en nuestro equipo a Beckendorf y a otros dos chicos de Hefesto,

Hefestos miro a su hijo de arriba abajo, un muchacho grande de piel morena, manos cayosas pero ojos oscuros llenos de fascinación por todo lo que construía, aunque de momento estaban clavados en una hija de Afrodita, con el ceño fruncido ¿Ella le molestaba?

Afrodita por su parte sonreía viendo a sus niñas, se veían emocionadas con las armaduras. Incluso Drew Tanaka lo estaba. Era extraño, si, pero incluso con las armaduras sus hijas se veían encantadoras.

—Las hijas del amor luchando, no me la creo del todo —Se burlo la propia Piper, había visto a sus hermanas en los capturas la bandera y si no fuera porque les obligaba a trabajar, ni se moverían de a lado del arroyo. Así que no entendía porque estaban tan ansiosas en ese instante.

—Esto se irá a la posteridad —Leo activo los controles de su mariposa cámara y apuntó. Pronto cayó de ella una foto, eran Polaroid, la sacudió y apareció la imagen de las hijas de Afrodita arreglandose para participar y con ánimos.

a unos cuantos integrantes de la cabaña de Ares (seguía extrañándome que Clarisse no apareciera),

—Estaba en misión especial, ya lo sabes —Gruño la chica ante la mirada insistente de su padre, este le gruñó de vuelta molesto por no saber de esa misión especial. Pero a ella no le interesaba él y su curiosidad.

a los hermanos Stoll y a Nico, de la cabaña de Hermes, y a varios chicos y chicas de Afrodita.

—¡Ese es Nico! —Hazel chillo emocionada. Frank comenzó a creer que se había juntado demasiado con Valentina y Lacy de la cabaña de Afrodita.

—Si, se ve... eh... adorable —Murmuró el asiático, ella tenía los ojitos brillando de emoción. Era agradable ver que se sentía tan a gusto ahí, ella salió corriendo hacia Leo. Su armadura no era impedimento alguno, el cargarla siempre en los juegos de guerra y en cuando tenían turno en la puerta, la habían hecho ágil.

—¡Leo! ¡Leo! —Se acerco al latino brincando como niña pequeña y moviendo su brazo —Tienes que tomarle una foto a eso —Señalo a Nico. Que en este momento era un niño de diez años, al que todo le quedaba grande por mucho.

—¡Por supuesto! —Los ojos del latino brillaron con malicia, comando a su pequeña mariposa hacia Nico y tomó, no una, sino, varias fotos, de distintos ángulos de él. Seria un gran negocio.

Era curioso que la cabaña de Afrodita se prestase a jugar.

—Mucho —Murmuró una hija de Atenea, ella recordaba bien los captura la bandera actuales y ellos no participaban. Era un acontecimiento que lo hiciera y que de verdad hicieran algo.

Ellas habitualmente se mantenían al margen, charlando y contemplando su reflejo en el río. Pero en cuanto se enteraron de que íbamos a enfrentarnos con las cazadoras, se apuntaron con unas ganas enormes.

—Siempre que llegan se burlan, claramente no vamos a dejar que se queden tan tranquilas —Una hija de Demeter arrugaba entre sus manos un pañuelo, ella comprendía el porque las hijas de Afrodita se habían apuntado a eso. Lo llegó a comprender con las historias que contaban en el campamento, también solían molestarles a ellas porque eran pacifistas, eso era molesto.

-Ya les enseñaré yo si «el amor no vale la pena» -refunfuñaba Silena Beauregard mientras se colocaba su armadura-. ¡Las voy a pulverizar!

—¡Así se habla! —Piper apoyaba a Silena, le agradaba la chica aunque no todo lo que se contara de ella fuera bueno.

Y finalmente, estábamos Thalia y yo.

Poseidón y Zeus intercambiaron una mirada, las miradas de sus hijos les decían que se parecían mucho. Lo que les daba a deducir que este captura la bandera no terminaría bonito, ni por asomo. El nuevo rey acomodó al pequeño Percy en sus brazos, este se aferraba a su cuello mientras veía a su yo mayor.

—Crecere mucho —Murmuró con ojos brillantes mirándole junto a Thalia. Era asombroso lo que te podían llegar a mostrar los sueños, a veces te mostraban como según te verías de mayor y eso es lo que era para el pequeño Percy aquel lugar. Un sueño. Uno de los más raro.

-Yo me encargo del ataque -propuso ella-. Tú ocúpate de la defensa.

—Así es como debe de ser —Zeus opinaba como su hija y asentía a su propuesta.

—No creo que Percy quiera eso, después de lo que sucedió —Murmuró Annabeth sentada mirando y analizando todo, estaba barajando las posibilidades de lo que pudo pasar en ese juego si hubiese estado.

—¿Después de que lo usaras? —Jason se sentó a su lado —Si, dudo que le guste estar en la defensa —Hizo una mueca, ella hizo lo mismo.

—Thalia en el ataque no me convence, es casi tan impulsiva como Percy, creo que los habría mandado a los dos a la defensiva, uno de señuelo y el otro de protección a la bandera —Murmuraba la rubia viendo al Pequeño Percy en brazos de su padre. Este no despegaba los ojos de su yo mayor, mientras su padre parecía tener una pelea visual con el padre de Thalia. Miro a Percy y Thalia, esos se parecían mucho —Va a haber problemas —Hizo una mueca.

-Eh... -Titubeé, porque había estado a punto de decir exactamente lo mismo, sólo que al revés-. ¿No te parece que con tu escudo estarías mejor defendiendo?

—En eso tiene razón —Murmuró Sophie hija de Atenea ladeando la cabeza y mirando a los chicos. Los romanos ya podían presentir que algo pasaría entre esos dos, sus miradas eran furtivas.

Thalia ya tenía la Égida en el brazo, y hasta nuestros propios compañeros mantenían las distancias y procuraban no encogerse de miedo ante la cabeza de la Medusa.

—Esta haciendo un buen trabajo —Luke aún tenía celos recordando como el muchacho se había burlado de él por asustarse en el sueño. Y no le agradaba que el chico teniendo su edad tuviera mejor dominio de sus emociones que él. Debía olvidar eso, pero no podía, recordaba como Thalia lo trataba y todo se iba al traste, aunque también había mencionado un rayo ¿Era aquí que le lanzaba un rayo? Si era así, ya entendía porque la protección.

-Bueno, justamente estaba pensando que el escudo servirá para reforzar el ataque -respondió ella-. Además, tú tienes más práctica en la defensa.

—Siento que ella quiere mantenerlo lejos —Piper entrecerraba los ojos viéndole —Aún estará enojada por la pérdida de Annabeth, pero me parece cruel que siga pensando que es culpa de Percy —

—A mi también me parece cruel aquello —Aseguro Leo aunque no estaba prestándole atención del todo, estaba asegurando las fotos que tomo de Nico en un cuaderno.

—¡Es adorable! —Seguía chillando Hazel mientras balanceaba las fotos que había conseguido.

—¿Las copias se las venderas a Will? —Pregunto Frank a su lado, ella sonrió ampliamente y asintió. El suspiro, su novia sí que disfrutaba eso. Y no podía ver que ella misma era una pequeña bola adorable en este mismo momento, una a la que solo Frank podía abrazar. No quería que nadie más la abrace de momento

No sabía si me tomaba el pelo o no.

—Puede que en parte y en parte —Tritón suspiro sentándose en uno de los troncos que por ahora hacían de asientos y tronos. Veía como se miraban Percy y Thalia, le recordaba a las miradas de su padre y tío, justo antes de que se desatara un caos por una cosa mínima.

Yo más bien había tenido experiencias desagradables jugando de defensa.

—Mucho muy desagradables —Aseguro Aquiles mientras se adueñaba de Belerofonte, este solo se lo quedo mirando mientras el rubio lo hacía sentarse junto a él en uno de los troncos —Has estado mucho con Teseo —Se quejo como niño pequeño, el otro solo aparto la mirada —Se que ya te he cansado con el tema de aceptar la petición, pero en serio quiero que la aceptes —Acomodó los cabellos del castaño tras su oreja.

—La decisión ya está tomada —Contestó sin mirarle, vio hacia arriba a la inmensa oscuridad —Estoy seguro que todos serán felices, además no me recordarán —

—Pero te quedarás solo ahí abajo Bele ¿Eso quieres? —Volvió a atacar el rubio, el castaño no contesto.

En mi primer año, Annabeth me había utilizado como cebo para despistar al equipo contrario y poco había faltado para que me despedazaran a lanzazos y me devorara un perro del infierno.

—Que no lo recuerde mucho —Orión se apresuró a quitar al pequeño Percy de los brazos de su padre, lo estaba apretando un poco demasiado —Ya estas a salvo —

—Gracias —Se abrazo a él —¡Hermana! —Se colgó del hombro del rubio estirando sus pequeños brazos hacia adelante para alcanzar a Artemisa, esta estaba de pie detrás de ellos.

—Hola Percy —Le saludo y se paso al frente de Orión, para que el niño deje esa posición incómoda. Se quedó viendo a Orión, este le sonreía mucho —Hola Orión —

—Hola Artemisa —El rubio bajo a Percy para que pudiera abrazarla, este lo hizo con fuerza, ella acarició sus negros cabellos con cuidado —¿Nos sentamos a ver los juegos? —La invito y ella asintió llevando a Percy de la mano.

—No, Apolo no —Hermes arrastro a un celoso dios del sol, lo sento junto a él. Apolo quería ir y meterse en medio de esos dos, como buen hermano sobreprotector.

—Déjame, yo solo me sentare en medio —Trataba de soltarse del agarre del otro, Hermes solo negaba con la cabeza.

-Vale, es cierto -mentí.-Genial.

Annabeth negó con la cabeza, desde ahí veía todas las falencias de ese plan, primero porque en realidad ninguno estaba de acuerdo con la decisión del otro y no sabia lo que el otro podía hacer. Ambos eran inestables.

Thalia se puso a ayudar a las chicas de Afrodita, pues algunas tenían problemas para ponerse la armadura sin estropearse las uñas. Nico di Angelo se me acercó esbozando una ancha sonrisa.

—¡Código Tres! —Grito Harley y todos cubriendo sus oidos con rapidez. Afrodita no demoro mucho en chillar, lo mismo que algunas otras chicas.

—¿Ya terminaste, cariño? —Preguntó Hestia con amabilidad, la diosa asintió con una sonrisa —Gracias, ya pueden destaparse los oídos —Todos lo hicieron.

-¡Esto es una pasada, Percy! -El casco de bronce, con un penacho de plumas azules en lo alto, casi le tapaba los ojos, y su peto debía de ser unas seis tallas grande. Me pregunté si yo también habría tenido un aspecto tan ridículo cuando llegué al campamento. Seguramente sí.

—No es ridículo, es completamente encantador y adorable, tanto como tú —Afrodita toco la punta de la nariz del pequeño Percy que estaba en las piernas de Orión. Artemisa le gruñó a ella cuando hizo el gesto de querer llevarse al niño —Oh, querida —Soltó una risita alejándose, pero les dio una mirada que no entendieron.

Leo por su parte le tomo una foto a esos tres, Percy intentaba ver a través del casco que le quedaba grande mientras Orión sonreía, Artemisa igual, ella acomodaba a un lado las correas del peto del pequeño. Se veían como una tierna familia, aunque más era como si Orión estuviera con dos hijos suyos, porque Artemisa se veía como una niña.

Nico alzó su espada con esfuerzo.-¿Podemos matar a los del otro equipo?

—El hijo de mi señor ya quiere darle trabajo a su padre —Perséfone no pudo evitar arrullar al ver al pequeño de su señor así. Hades le vio con una ceja alzada ¿Era en serio? ¡Su hijo de veía ridículo! ¡Debían hacer armaduras más pequeñas! Eso más que protección era un lastre, negó con la cabeza tenía que decirle algo a Quirón sobre esto.

Entonces se detuvo ¿Por qué era que tenia que intervenir en las cosas del campamento? A el no lo querían en el consejo y a sus hijos no los querían en el campamento ¿Por qué se tendría que preocupar por alguna mejora? Y se lo volvió a pensar, Poseidón ya le había dado un trono, no uno de invitados, su hijo decía que tenía cabaña también. Quizá si que debía hablar con Quirón, su hijo podía tener mejores cosas que una armadura que le quedara grande y no le proteja.

-Eh... no.-Pero las cazadoras son inmortales, ¿verdad?

—Si, pero aún así no es para que den a matar —Atenea frunció el ceño no le gustaba como pensaba el pequeño. Ellos debían entrenar, para defenderse, no para ir asesinando a otros, solo a monstruos. Miro de nuevo su armadura, seguía sin entender el porqué de esta, ella no era hija del mar, no debía tener una armadura de los hijos del mar.

-Sólo si no caen en combate. Además...-Sería genial que resucitáramos en cuanto nos mataran y pudiéramos seguir peleando...

Octavian arqueo una ceja, recordaba que el tuvo la misma idea y frunció el ceño, ahora no sonaba como una buena idea. Venia de la boca de un niño de diez años, el no pensaba como un niño de diez años, claro que no.

Los de la legión le dieron una vaga mirada antes de volver a mirar a los chicos del captura la bandera.

-Nico, esto va en serio. Son espadas reales. Y pueden hacer mucho daño.

—Le esta quitando lo divertido —Se quejo Teseo mirando a su hermano con los brazos cruzados y un puchero. Su hermano estaba contando como su madre, Etra, era la mejor mamá que el conoció, pero se ponía a regañarlo igual. "Eso es peligroso" "Teseo no corras con la espada" "Teseo no te vayas por el camino lleno de monstruos" "Teseo dedicate a leer y deja de perseguir a los pobres monstruos en el bosque" pero no importaba el amaba a esa mujer, la única mujer que amaba y que amo. La única persona que de verdad podía amarlo sin que él la lastimara, solo ella.

Me miró, un poco defraudado, y me di cuenta de que acababa de hablar como mi madre. Grrr. Mala señal.

—Es una buena señal, demuestra que se preocupaba y que esta madurando —Señalo Demeter sentada en un tronco mirando como sus hijas estaban sentadas en la escena, pero no se veía que fueran a participar. Seguramente porque era invierno, a ellas no les gustaba el frío, preferían el calor.

Le di unas palmaditas.-Ya verás, será fantástico. Tú limítate a seguir al equipo. Y mantente alejado de Zoë. Nos lo pasaremos bomba.

—Si, claro que se la pasarán bomba —Murmuró una hija de Juventas mirando como las cazadoras hacían su plan y que las aquí presentes, sonreían maliciosas.

Los cascos de Quirón resonaron en el suelo del pabellón.-¡Héroes! -llamó-. Ya conocéis las reglas. El arroyo es la línea divisoria. El equipo azul, del Campamento Mestizo, ocupará el bosque del oeste.

—Si —Soltaron los griegos en un estado casi deprimente mirando a los que jugarían, no era como si los que jugaban en el captura la bandera estuvieran muy emocionados tampoco.

Los romanos se vieron entre sí no entendiendo porque los ánimos estaban por el suelo.

El equipo rojo, de las cazadoras de Artemisa, el bosque del este.

—¡Si! —Ellas a pesar de ser menos se hicieron oír más que los otros. Los romanos se les quedaron mirando ¿Tan fuertes eran las cazadoras como oponentes? Eso sería interesante de ver.

Yo ejerceré de arbitro y médico de campaña. Nada de mutilaciones, por favor. Están permitidos todos los artilugios mágicos. ¡A vuestros puestos!

—Artilugios Mágicos —Murmuró Lina Adara mirando a todos los que estaban por jugar, ninguno le pareció que tuviera algo demasiado interesante. Además intento robar unas armas pero no pudo, podían tocar las cosas pero no se quedaban en sus manos mucho tiempo. Busco con la mirada a su objetivo, pero este estaba resguardado entre el semigigante y la diosa, no podía actuar ahora. Se tuvo que calmar, tenía que esperar el momento adecuado.

-Estupendo -me susurró Nico-. ¿Qué tipo de artilugios mágicos? ¿Yo tengo alguno?

—Aún no debe tener ninguno —Murmuró Hades mirando a sus hijos, su hija se veía bastante a gusto con las cazadoras, su pequeño por otra parte se notaba que quería llamar la atención de cierto semidiós. Su pequeño era tan inocente a esa edad, tan tierno, Hades no habría querido que se acabe nunca esa fase. Aún podía recordarlo antes, como corría a sus brazos cuando llegaba a visitarlos, como se abrazaba a sus piernas sonriendo. Habían sido buenos días.

Estaba a punto de confesarle que no, cuando Thalia gritó:-¡Equipo azul! ¡Seguidme!

—Y allá vamos —Casi todos se pusieron de pie siguiendo a las cazadoras y a los que jugarían, como si ellos también fueran a jugar.

Percy iba de la mano de Artemisa muy contento de estar con su hermana y Orión acariciaba de forma gentil su cabello. Era bonita esta parte del sueño, a pesar de que toda la protección le pesaba un montón, era extraño poder sentir dolor en un sueño, pero Percy ya estaba acostumbrándose a las rarezas. Su mente siempre le hacía estas pasadas, pero al menos esta le agradaba.

Todos estallaron en vítores y la siguieron. Tuve que apresurarme para darles alcance y tropecé con el escudo de otro chico. En resumen: no parecía demasiado un co-capitán. Más bien un idiota.

—Un gran idiota —Masculló Lina Adara entre dientes y por un momento le pareció que Percy le vio de forma furiosa. Eso le aterro un poco, se suponía que solo era un recuerdo, que el no le podía ver ni nada ¿Entonces? Miro de nuevo al chico pero este siguió su camino.

Annabeth se quedó mirando a Percy mientras avanzaban, en sus ojos estaba pintada toda la preocupación por todo lo que pasaba pero también todo el enojo contenido. Y algo de culpa, si es que no se equivocaba, miro a Thalia que iba adelante, tenía las manos en puño, estaban haciendo un gran esfuerzo por verse como una gran líder, pero ella podía notar que eso no era lo que quería, que este lugar no era el suyo.

* * *

Situamos nuestra bandera en lo alto del Puño de Zeus: un grupo de rocas en mitad de los bosques del oeste que, visto desde cierto ángulo, parece un gigantesco puño surgido de las entrañas de la tierra.

—Me gusta el nombre —Zeus cerro su puño y miro el lugar de la bandera, pero una sensación extraña recorría su ser, una mezcla extraña de emociones. Como si a cada segundo de su vida tuviera que estar demostrando algo, algo que no quería ser, se sintió inseguro. Bajo la mano y miro a Thalia, esta estaba mirando que la bandera fuera bien colocada. Era ella, eran sus emociones ¿Por qué ella se sentía así? Ahora estaba en el lugar al que pertenecía, ocupando el lugar que se merecía, teniendo lo que ella debía tener siendo la hija del rey de los dioses.

Miro más allá, estaba el chiquillo de su hermano, el niño había estado antes que ella en el campamento. Los campistas le conocían más, el no estuvo encerrado en un árbol, él pertenecía también a este lugar y al igual que el y su padre, no les gustaba que los manden. Siempre tenía esos inconvenientes con Poseidón, cada uno había sido entrenado para ser líder, pero él había renunciado a eso con tal de no más disturbios. Ahora lo veía, el chico estaba intentando hacer lo mismo, haciéndose a un lado para que su hija lidere, no era fácil aquello, aún así lo estaba haciendo, solo que su hija no sabía nada de liderar. Solo se estaba sintiendo que no cumplía las espectativas de nadie, ni las de ella misma. Siguió mirándole.

Si lo miras por el otro lado, parece un montón de excrementos de ciervo, pero Quirón no nos habría permitido que lo llamásemos Montón de Mierda, sobre todo después de haber sido bautizado ya con el nombre de Zeus, que no tiene demasiado sentido del humor.

—No tiene ningún sentido del humor —Se burlaron Hades y Poseidón, pero Zeus no contestó, el seguía mirando a su hija. Tratando de comprender todo lo que sentía, lo cual era más complicado de lo que alguna vez pensara. Los mayores se miraron ¿Qué le pasaba?

En todo caso, era un buen lugar para situar la bandera. La roca más alta tenía seis metros y era bastante difícil de escalar, de manera que la bandera quedaba bien visible, tal como establecía el reglamento, sin que importara demasiado que los centinelas no pudieran permanecer a menos de diez metros de ella.

—Eso no será impedimento para mis cazadoras —Hablo Artemisa con convicción, sabia que pronto estaría en peligro, pero por ahora disfrutaría del captura la bandera y de como barrian el suelo con los del campamento. Aunque le dolía un poco por Percy. —¿Te gustan las cazadoras? —Le pregunto al niño.

—¡Si! —Ella lo subió a sus brazos, el la rodeó con sus piernas por la cintura y pasó sus manos por su cuello.

—¿Te gustan como hermanas? Podrías tener muchas de ellas —Le aseguraba al niño y Orión se la quedo mirando.

—Me gustaría, pero no quiero dejar a mamá sola —Susurro él acomodándose en los brazos de ella —¿Volverás a dejar de venir solo porque no puedo ir contigo? —La miraba fijamente.

—No creo que sea por eso —Con brazo sostenía al niño y el otro lo pasó con delicadeza por su mejilla —Pero promete que siempre serás bueno, que siempre estarás con tu madre y te aseguro que algún día nos volveremos a ver. Aunque ya no me reconocerás —

—Te lo vuelvo a prometer —El la abrazo y ella trago saliva devolviendo el abrazo con fuerza. Sabia lo que significaba eso, que su yo del futuro le propuso lo mismo, pero el niño había desistido por su madre, solo por ella no se había puesto a salvo. Pero quizá ahora los dos lo estarían.

Puse a Nico de guardia con Beckendorf y los hermanos Stoll, pensando que así quedaría a salvo y al margen de la trifulca.

—Bueno cuando menos alguien se asegura de que no le pase nada —Murmuró Hazel bastante molesta, no le agradaba que su —En ese momento— hermanito, este solo. Ella opinaba que Bianca debió cuidarle más, pero era solo su opinión. Como le había dicho a Nico, si él la perdonaba ella lo aceptaría, era su decisión. Aunque muy en el fondo, quizá no aprobaría eso, su hermano había sufrido por esa separación.

—Hey, tranquila —Frank beso sus cabello tratando de calmarla, puso sus manos en sus hombros y ella se relajó. El enojo no le llevaría a nada.

-Vamos a enviar un señuelo hacia la izquierda -dijo Thalia a todo el equipo-. Silena, tú lo encabezarás.-¡Entendido!

—Se ve como una buena guerrera a pesar de ser hija del amor —Hylla observaba con ojo crítico a la chica, Perseo estaba a su lado haciendo lo mismo.

—Teseo suele decir que las hijas del amor lucharian si de verdad lo quisieran, que no son inútiles para eso —Comento sonriendo —Que incluso en el pasado había algunas de ellas entre las Amazonas —Hylla se lo quedo mirando y asintió. Era extraño tenerle de acompañante, estaba acostumbrada a que los hombres solo le sirvan de esclavos, no de compañía, pero podía acostumbrarse. Y tal vez lo llevaría con las Amazonas, tener genes de un hijo de Zeus no estaría mal.

—Tuvieron que ser grandes guerreras —Devolvió ella y Perseo asintió, el siguió contándole lo que Teseo le contó. Ella escuchó atenta mientras veían dar inicio a todo.

-Llévate a Laurel y Jason.

—Tiene mi nombre —Jason recogió las piernas contra su pecho mirando a su hermana, aún estaba sentado en el tronco junto a Annabeth.

—Ahora comprendo porque tenía afecto por él en especial —Mencionó Annabeth y Jason sonrió.

Son buenos corredores. Describe un arco bien amplio en torno a las cazadoras. Atrae a todas las que puedas. Yo daré un rodeo por la derecha con el grupo de asalto y las pillaré por sorpresa.

—No es un mal plan —Murmuró Sophie hija de Atenea mirando a los chicos —Sin embargo, no creo que resulte —Miro a las cazadoras que también preparaban su estrategia, apostaba lo que sea que seria mejor que la de los otros.

Todos asintieron. Parecía un buen plan, y Thalia lo había explicado con tanta confianza que era fácil creer que funcionaría.

—Buen plan y todo, pero solo esta haciéndole con su opinión, no tomo en cuenta al resto del equipo —Piper observaba a todos y cada uno de ellos, no todos parecían felices con la distribución. Estaba segura que Annabeth habría hecho un mejor trabajo con ellos.

Ella me miró.-¿Algo que añadir, Percy?

—Y recién se acordó que existía él —Rachel soltó una risita viendo la cara de los que jugaron ese captura la bandera, Thalia mandó a todos y se olvidó que no lideraba sola, que Percy era el co-capitán de eso. Bueno, era complicado eso de distribuir el poder, así que los entendía. A ella le pasaba con las demás cabañas, cada una tenía su líder y era difícil que todas se pusieran de acuerdo en algo, siempre saltaban las discusiones.

-Eh, sí. Ojo avizor en la defensa. Tenemos cuatro centinelas y dos exploradores. No es mucho para un bosque tan grande. Yo iré cambiando de posición. Gritad si necesitáis ayuda.

Annabeth sonreía porque aunque a Percy pudiera molestarle esto en ese momento, había hecho eso ya en varios captura la bandera. Pero, claro está que ahí mandaba Annabeth y como lo hacía ella, el obedecía. Ella siempre tenía la razón y él no se lo refutaba. Algo dentro de ella dolió, como si se arrepintiera de no haber dejado que alguien más tenga la razón ¿Pero en qué? Su cabeza no lograba saber que era, solo sabía que dolía ese sentimiento y que Percy estaba involucrado.

-¡Y no abandonéis vuestros puestos!-Salvo que veáis una ocasión de oro -añadí.

—Sesos de alga —Murmuró Annabeth negando con la cabeza pero sonreía, él siempre seria así, en especial si iba contra Thalia.

Thalia frunció el entrecejo.-No abandonéis vuestros puestos, ¿vale?

Zeus y Poseidón se miraron entre sí, se parecían demasiado a ellos.

-Exacto. Salvo...

-¡Percy! -Me puso la mano en el brazo y recibí una buena descarga. En invierno cualquiera puede transmitir electricidad estática, pero si lo hace Thalia duele un rato, lo aseguro. Imagino que tendrá que ver con el hecho de que su padre sea el dios del rayo. He oído que ha llegado a freírle las cejas a más de uno-. Perdón -se disculpó enseguida, aunque no parecía muy arrepentida-.

—Lo anotare como otra disculpa que le debe —Annabeth hizo una mueca, apostaba que en realidad si quería hacer algún tipo de daño, solo para que cerrara la boca y dejara de dar ese tipo de ideas.

—Creo que esos se deben ya muchas disculpas —Murmuró Jason a su lado viendo como su amigo se frotaba el brazo. Era verdad que ellos producían electricidad sin querer, pero el noto que lo de su hermana fue con intención, se comenzó a preguntar que pasaba por la cabeza de su hermana en ese momento.

Bueno, ¿todo el mundo lo ha entendido?

Todos asintieron. Nos fuimos dispersando en pequeños grupos. Sonó la caracola y empezó el juego.

—Bien, por fin algo de acción —Los ojos de Ares se encendieron en llamas —Literalmente— viendo como comenzaban todos a correr de un lugar a otro. Todos se pusieron de pie, estaban en medio de toda la revuelta comenzando a preguntarse que pasaba si algo los llegaba a herir. No querían descubrirlo.

El grupo de Silena desapareció por la izquierda. El de Thalia le dio unos segundos de ventaja y se lanzó hacia la derecha.

—Que comience la acción —Ana hija de Venus sonaba verdaderamente emocionada con todo, le agradaba ver que sus hermanos griegos participaran. Chris hijo de Marte a su lado solo rodaba los ojos y mantenía una mano en el hombro de ella, por si tenía que frenar el entusiasmo de su amiga y ponerla a salvo.

Yo aguardé a que ocurriese algo. Trepé hasta lo alto del Puño de Zeus para disponer de una buena vista del bosque. Recordaba cómo habían surgido las cazadoras sin más la otra ocasión, mientras luchábamos con la mantícora, y me esperaba un ataque relámpago parecido: una carga por sorpresa pensada para arrollarnos. Pero no pasaba nada.

—No es mala idea pero no creo que ataquen otra vez así —murmuró Julie hija de Mercurio viendo a las cazadoras distribuirse.

Divisé un instante a Silena y sus dos exploradores. Cruzaron corriendo un claro, seguidos por cinco cazadoras, y se internaron en el bosque con el fin de alejarlas lo máximo posible de Thalia.

—¡Esa es mi niña! —Afrodita daba saltos en su lugar emocionada, Ares solo rodó los ojos pero no podía negar que era emocionante ver a las hijas de su amante entregarse a la batalla —No pienses cosas pervertidas de mis niñas —Ella lo golpeó con su brazo, mismo que tenía puesto un protector, así que si le había dolido al Dios de la guerra aquel golpe. Pero actuó como si nada.

El plan parecía funcionar. Luego vi a otro pelotón de cazadoras que se dirigían hacia el este con sus arcos en ristre. Debían de haber localizado a Thalia.

—No lo creo, he contado muy pocas de ellas —Murmuraba Annabeth mirando a las cazadoras, eran trece contando a Bianca, solo cinco habían ido al oeste, vio unas tres cruzar al este. Apostaba lo que fuera que dejarían una junta a la bandera y las demás como vigías dispuestas a disparar a todo. —Es una trampa —Golpeó el suelo con su pie. Estaba segura que a mucho habría una vigía con el señuelo y las que quedaran irían por la bandera.

-¿Qué ocurre? -me preguntó Nico mientras intentaba encaramarse a mi lado.

—Se lo ve lindo —Arrullaron más de una viendo como hacía todo su esfuerzo por estar cerca de Percy, lo que no notaban es que los campistas. Los que estaban en el recuerdo, pero no jugaban. Había un rubio que miraba ansioso a los chicos que jugaban, estaba sentado a lado de Quirón cerca de la enfermería viendo el juego.

Mi mente funcionaba a cien por hora. Thalia no lograría abrirse paso, pero las cazadoras estaban divididas.

—No —Dijeron los hijos de Atenea, aunque no veían muchas posibilidades con el quedándose en su lugar tampoco. Había una emboscada, ellos ya lo tenían previsto.

Y con tantas de ellas destinadas a cubrir los flancos, habrían dejado el centro desguarnecido y muy expuesto.

—Eso es lo que ellas quieren que piense —Murmuró una hija de Ceres mirando a todas partes. Si escuchaban bien podían oír los silbidos de las flechas y los gritos de los otros grupos.

Si me movía deprisa...

—Aunque fuera hijo de Mercurio, no creo que lo consiga —Mencionó un hijo de Marte mirando a los chicos y midiendo la distancia más o menos de donde estaban al objetivo.

Miré a Beckendorf.-¿Podéis sostener la posición vosotros solos?Beckendorf soltó un bufido.-Pues claro.

—Se van a arrepentir —Susurro Dakota, ellos habían sido derrotados las suficientes veces como para saber cuando las cosas iban a salir mal. Brindo a la lejanía por sus hermanos griegos, estos observaban el espectáculo junto a la enfermería con los demás del recuerdo.

-Entonces voy a buscarla.Los hermanos Stoll y Nico me lanzaron vítores mientras yo salía disparado hacia la línea divisoria.

—Esto tiene una mala pinta —Murmuró una hija de Afrodita comenzando a caminar con los demas y viendo como Percy corría, algunos miraban hacia atrás. Comenzaron a ver pequeños destellos entre el bosque.

—Las cazadoras están haciendo sus movimientos —Suspiro Annabeth, luego miro a Percy que seguía corriendo —Ay, sesos de alga —Comenzaba a entender porque no querían hablar de este juego, aunque solían añadir que era terrorífico, aún no entendía esa parte.

Corría a toda velocidad y me sentía fenomenal. Salté el arroyo y entré en territorio enemigo.

—Acá no esta tan fenomenal —Una hija de Somnus que apenas estaba despierta señaló a un lado y luego una flecha silbó cerca de su oído. —Esto tampoco es fenomenal —Se froto la oreja.

—Bien, no se alejen legionarios, está visto que podemos sentir uno que otro ataque —Todos comenzaron a concentrarse en su solo lado. Ellos tenían un mejor panorama de todo el campo.

Por un lado Silena y sus corredores luchaban contra las cazadoras que lograron atraer. Atrás en el puño de Zeus, veían como los chicos estaban tratando de ver donde estaban las cazadoras que les atacaban y más allá Thalia que trataba de escapar de unas cazadoras más. Algunas flechas que iban a parar a árboles les estaban dando a ellos, por lo que tenían que protegerse.

—Ten cuidado Percy —Orión tenía al niño en brazos y procuraba que nada lo rozará. Percy por su parte solo le reía, que sueño tan guay tenía, con flechas y todo.

Ya veía su bandera plateada un poco más adelante, con una sola cazadora de guardia que ni siquiera miraba en mi dirección.

—Porque no están a sim... —Teseo sintió que alguien tiró de su hombro.

—Ten más cuidado —Gruño Tritón que había tenido que quitarlo antes de que una flecha le diera en el hombro. El antiguo héroe hizo un puchero y se apegó a él en una abrazo.

—Si, me quieres —Aseguro y el otro solo gruñó más y lo volvio a mover de lugar evitando otra flecha. Pero habían un par de ojos azules que no se apartaban del pequeño héroe y que agradecían que le hayan quitado del camino de los proyectiles.

Oí ruido de lucha a derecha e izquierda, en el espesor del bosque. ¡Estaba hecho!

—Lo terrible es que podemos sentir la lucha —Se quejo una hija de Hecate agachandose para evitar que una flecha le de.

—Por eso las protecciones —Se quejo una hija de Apolo evitando otra flecha, la lucha estaba reñida en los tres flancos.

La cazadora se volvió en el último momento. Era Bianca di Angelo. Abrió los ojos de par en par justo cuando ya me abalanzaba sobre ella y la derribaba sobre la nieve.

—Tu muchacho no debería hacer eso contra mi hija —Gruño Hades, pero Poseidón estaba demasiado ocupado mirando a su hijo como para replicar, el Dios del inframundo bufo, ya se las pagaría ese por derribar a su hija.

El dios de los mares estaba con la cabeza hacia a un lado, sentía que su muchacho podía verlo por alguna razón ¿Seria que el del recuerdo y el del sueño estuvieran conectados? Era una posibilidad. Y el Dios del sol estaba opinando lo mismo.

-¡Lo siento! -grité. Arranqué del árbol la bandera de seda plateada y eché a correr otra vez.

—Dale crédito, ha pedido disculpas —Decía Perséfone a su señor, este se enfurruño con los brazos cruzados y usando su casco para desaparecer, ella negó con la cabeza.

—No debe disculparse con el enemigo —Se quejó Ares viendo mal al muchacho y por un segundo le dio la impresión de que este le miro de vuelta. Debía estarle afectando no luchar, eso era.

Me había alejado diez metros cuando Bianca acertó a pedir socorro. Creía que estaba salvado.

—Los centinelas —Orión apunto arriba a una chica oculta, Artemisa le dio una mala mirada —No es mi culpa, es demasiado notoria —Se encogió de hombros. El era por mucho uno de los mejores cazadores y se notaba que ninguna de las cazadoras le podía superar. A Artemisa no le gustaba eso.

¡Flip! Una cuerda plateada se coló entre mis tobillos y fue a enrollarse en el árbol de al lado. ¡Una trampa disparada con arco! Antes de que pudiera pensar siquiera en detenerme, caí de bruces sobre la nieve.

—Son las mejores —Aseguro una de las cazadoras que estaban presentes ahí y las otras sonreían igual que ella. Los demás comenzaron a soltar maldiciones por lo bajo ya sabiendo el resultado de estos juegos.

-¡Percy! -chilló Thalia desde la izquierda-. ¿Qué demonios estás haciendo?

Zeus apretaba su brazo, seguramente Thalia estaba cansada y lastimada, pero aún así se sentía con energías, también con una furia creciendo en su interior.

Hera respiro hondo, hasta ahora le gustaba sentir lo que el muchacho sentía, celos, envidia y una completa repulsión por la hija bastarda de su esposo. Puede que lo último no fuera completamente de Percy, pero la hacia sentir poderosa. Quería ver como terminaba eso, ver como se destruían entre sí como lo hacían sus padres cada vez que peleaban. No le interesaba que saliera lastimada.

No llegó a alcanzarme, porque justo entonces estalló una flecha a sus pies y una nube de humo amarillo se enroscó alrededor de su equipo. Todos empezaron a toser y sufrir arcadas. A mí me llegaba el olor del gas: una peste espantosa a sulfuro.

-¡No es justo! -jadeó Thalia-. ¡Las flechas pestilentes son antideportivas!

—Deberían serlo —Se comenzaron a quejar los campistas, mientas que Reyna veía con interés estas, igual que Frank, podía añadir de esas a su repertorio.

—No lo son, así como los de Hermes y Hecate usan bombas de olor, las cazadoras pueden usar esas —Se justifico Orión que elevaba a Percy sobre sus hombros evitando que la peste le llegue —¿Estás bien? —El niño asintió, desde ahí veía todo, era grandioso.

Me incorporé y eché a correr otra vez. Unos metros más hasta el arroyo y me alzaría con la victoria. Varias flechas me silbaron en los oídos. Una cazadora surgió como por ensalmo y me lanzó un tajo con su cuchillo, pero yo lo esquivé y seguí corriendo.

—Solo hacen tiempo, solo retenerlo un poco más —Murmuró Hylla mirando más allá, como venían corriendo también las cazadoras que estaban en el puño de Zeus. Esto estaba bastante parejo.

Oí gritos desde nuestro lado, más allá del arroyo. Beckendorf y Nico venían hacia mí disparados. Primero creí que habían salido a darme la bienvenida, pero luego comprendí que perseguían a alguien: a Zoë Belladona, que volaba hacia mí con una agilidad de chimpancé, esquivando a todos los campistas que le salían al paso. Y sujetaba nuestra bandera.

—Estuvieron cerca al menos —Aquiles estaba apoyado en Belerofonte, le había estado ayudando a cubrirse de las flechas que habían salido perdidas. El castaño solo se dejaba abrazar con resignación, el rubio no se le despegaria tan fácil.

-¡No! -grité, y aceleré todavía más.

—No va a llegar —Suspiraron los campistas ya resignados a que las cazadoras podían dar saltos agudos y ágiles, también su velocidad era superior.

Estaba sólo a medio metro del agua cuando ella cruzó de un salto al lado que le correspondía y se me echó encima por si acaso.

—Eso fue un poco exagerado —Soltó Orión mirando a Artemisa, ella se encogió de hombros con una sonrisa arrogante en los labios.

—Ganamos —Sonrió más y Orión se agachó besando la punta de su nariz.

—Felicidades, ahí está tu premio —Bajo a Percy de sus hombros con cuidado.

Ella estaba tan roja como su cabello, hasta que sintió que Percy tiraba de ella, el pequeño le dio un beso en la mejilla.

—Felicidades, tu premio —Repitió el niño.

Si solo supieran que Hermes apenas podía retener a cierto dios que quería ir ahí y freír a un hijo de Poseidón mientras se raptaba a sus dos acompañantes. El dios de los ladrones era quien merecía el premio en ese momento.

Las cazadoras estallaron en vítores mientras todos acudían al arroyo.

Las que veían el recuerdo también estallaron en vítores, los demás estaban enfurruñados. La diosa de la caza por otra parte seguía roja mientras de su mano estaba Percy, el niño solo sabía que alguien había ganado, que su hermana estaba feliz por eso, así que el también. Aunque si se fijaba en su yo de ese sueño, el no estaba muy feliz en el suelo.

Quirón surgió de la espesura con aire ceñudo. Llevaba sobre su lomo a los hermanos Stoll, que parecían haber recibido varios golpes muy fuertes en la cabeza. Connor Stoll tenía dos flechas en el casco que sobresalían como un par de antenas.

—Pobre mis hijos —Se lamento Hermes aún reteniendo a Apolo entre sus brazos, este mascullaba cosas de matar hijos rubios de Poseidón que se acercaban mucho a sus "Hermanitos" —Ya hemos hablado de esto —Renegaba el Dios de los ladrones suspirando —¡Apolo! —Llamo su atención —No puedes controlar su vida, además ya hemos hablado —

—Si, si, cosas de ella me sigue queriendo, si —Se enfurruño —Pero me las va a pagar —Miraba mal a Orión que solo le sonreía a Artemisa.

-¡Las cazadoras ganan! -anunció Quirón sin ninguna alegría. Y añadió entre dientes-: Por quincuagésima sexta vez seguida.

—Siempre ganan —Se quejaron los griegos pateando el suelo con sus pies, odiaban que ellas les ganen.

—Bien, si ya ganaron —Comenzó a decir Luke en voz baja, mirando todo el lugar, Chris que estaba cerca comenzó a hacer lo mismo.

—¿No debería empezar a aparecer la niebla para aparecer en la sala? —Contesto Chris y el rubio asintió. Era extraño.

-¡Perseus Jackson! -chilló Thalia, acercándose.

—Esta furiosa —Murmuró Leo mirando a Thalia y haciendo una mueca, se acordaba de ver esa expresión cuando intentaba hablar con Jason y el se entrometia.

Zeus mejor que nadie sabía que su hija estaba más que furiosa, tenía el orgullo herido, algo muy difícil de superar. El sentía como la furia subía a cada momento que se acercaba al chico de su hermano, eso no iba a salir bien.

Olía a huevos podridos y estaba tan furiosa que saltaban chispas de su armadura. Todo el mundo se encogía y retrocedía ante la visión de la Egida. Yo tuve que emplear toda mi fuerza de voluntad para no arrugarme.

—Que no hagan algo estúpido —Annabeth se frotaba el rostro con ambas manos, se sentía culpable de no estar ahí. Solo ella era capaz de detener a esos dos cuando se ponían así y lo sabia bien.

-En nombre de todos los dioses, ¿en qué estabas pensando? -bramó.

Apreté los puños. Ya había tenido bastante mal rollo aquel día. No necesitaba más.

Todos se hicieron para atrás, podían sentir la electricidad en el aire y les estaba causando daño, además que la égida si que era horrible. Perseo la veía a detalle, tan fea como la original, era lo único que podía opinar.

-¡He capturado la bandera, Thalia! -La agité ante su rostro-. He visto una ocasión y la he aprovechado.

Poseidón miró a su hijo y luego a Zeus que miraba a su hija.

—Va a estallar una pelea —Suspiro Demeter viendo a sus hermanos, estos se encogieron de hombros, no tenían la culpa.

Pero Zeus sentía la furia y por inercia se situó a lado de su hija, los dos estaban emanando chispas. Ella estaba harta de todo, perdió a su amigo, su amiga había caído también, sentía que no era su lugar y venía un mocoso a meterse en sus planes. En la única cosa que lograba controlar hasta ese momento, porque ni sus poderes podía controlarlos.

Hera había hecho lo mismo, la ira le estaba dominando, estaba de brazos cruzados cerca de Percy mirando fijamente a Zeus.

Los demás les observaban curiosos. Poseidón miró a sus hijos, también a Anfitrite, les dio una orden tácita. Estos se pusieron delante de todos, los demás tuvieron que retroceder.

-¡Yo había llegado a su base! -me gritó a todo pulmón-. Pero su bandera había desaparecido. Si no te hubieses metido, habríamos ganado.

—¿En serio se están peleando en pleno arroyo? —Pregunto incrédula una hija de Némesis y los demás se escogieron de hombros. No comprendían porque esto era importante de ver, ni siquiera había una profecía ahí o algo más. Hasta ahora eso era lo único que les mostraban como recuerdos, así que no comprendían porque debían ver la pelea de ellos, si el juego ya estaba terminado.

-¡Tenías a demasiadas cazadoras encima!-Ah, ¿así que es culpa mía?

Annabeth cerró los ojos, no era culpa de ninguno. O más bien era de ambos, porque ninguno se había puesto de acuerdo en nada. Ni siquiera se habían disculpado correctamente por lo que habían hecho.

-Yo no he dicho eso.

—El tiene un punto —Murmuraron algunos romanos. Percy no había dicho que fuera su culpa, solo había señalado que posiblemente no se libraría de las cazadoras a tiempo.

-¡Argggg! -Me dio un empujón y recibí una descarga tan intensa que me lanzó tres metros más allá, directo al centro del arroyo.

—Y ahí van —Annabeth suspiro, regañaría a esos dos por esto.

Luke por su parte se encogió en su lugar e hizo una mueca, comprendía su dolor, ya había sentido un rayo. Aunque ahora que lo veía, Percy lo había resistido mejor que él, quizá por ser hijo de los tres grandes. Lo maldijo un poco por eso.

Varios campistas ahogaron un grito y un par de cazadoras contuvieron la risa.

Orión vio con una ceja alzada a Artemisa, esta se encogió de hombros. Ella quería al muchacho pero no podía obligar a sus cazadoras a quererlo.

-¡Perdona! -se disculpó Thalia, palideciendo-. No pretendía...

Zeus también había arremetido con fuerza contra Hera tumbandola contra el arroyo. Todos se habían quedado estáticos ante eso, Poseidón y sus hijos mientras estaban creando un campo de fuerza, eso les protegió de la electricidad, de algún modo la repelió.

Sentí la cólera rugiendo en mi interior, y de repente surgió una ola del arroyo y fue a estrellarse en la cara de Thalia, que quedó empapada de pies a cabeza.

Una vez más fueron protegidos, pero de alguna forma Hera había hecho lo mismo que Percy y Zeus estaba completamente empapado. Ella parpadeo mirándole, aún estaba furiosa pero había sido extraño, su estómago dolía aun.

—Hera —Mascullo entre dientes Zeus, miró sus manos, como si no entendiera que era lo que había pasado, podía sentir las puntas de sus dedos calientes y la ira aún dominarle.

-Ya -refunfuñé mientras me ponía en pie-. Yo tampoco quería...

—No, de verdad no quería —Aseguro Poseidón mirando el arroyo —Solo se dejó llevar por sus emociones, eso puede ser contraproducente en batalla —Miro a su muchacho de arriba abajo mientras se ponía de pie.

Thalia jadeaba de rabia.-¡Ya basta! -terció Quirón.

—No podemos detener a sus padres cuando se ponen en esas, no creo que pueda detener el a sus hijos —Hestia miraba a sus hermanos, como ya hablaremos de esto. Ellos solo le vieron inocentes, no era culpa de ellos que justo sacaran esos lados de ellos, era culpa de la no-genética divina.

Pero ella blandió su lanza.-¿Quieres un poco, sesos de alga?

—¡No tengo sesos de alga! —Grito el pequeño Percy que estaba en los brazos de Orión, también molesto por todo. Aunque no se veía muy feroz con el casco cayendo sobre sus ojos.

—Claro que no —Aseguraron sus hermanos y evitaron mirar a la causante de ese apodo. Annabeth solo se sonrojó, ella lo decía con cariño, no era su intención —Ahora— decírselo como un insulto, u ofensa.

Que Annabeth me llamase a veces así estaba bien, o al menos ya me había acostumbrado, pero oírselo decir a Thalia no me sentó nada bien.

El pequeño se asomó por encima del hombro buscando a la rubia —¡Princesa! —La rubia se sonrojó más mirándole —De ti si quiero apodos —Se río y se volvió a esconder.

Los demás comenzaron a molestar.

—Asalta cunas —Susurro Piper a su lado, ella se atoro con su propia saliva y su rostro no dejaba de estar rojo.

—¡Pipes! —Regaño a su amiga, esta río más igual que los demás.

Los hermanos de Percy en cambio reían de su carita roja y arrullaban, solo les importaba su felicidad. Y parecía que no importaba lo que hiciera ella, el corazón de él siempre le pertenecería, incluso en ese momento.

-¡Venga, tráela para aquí, cara de pino!

—Así que de ahí surgió el apodo —Annabeth suspiro, tendría una charla larga con esos dos.

Alcé mi espada, pero antes de que pudiera defenderme, Thalia dio un grito y al instante cayó un rayo del cielo que chisporroteó en su lanza, como si fuese un pararrayos, y me golpeó directamente en el pecho.

Zeus una vez más había ido contra Hera, la vieron caer hacia atrás junto con Percy, lo que asustó a más de uno. Lo último que se imaginaban era que los hijos del Dios fueran como para rayos, algunos otros vieron a Jason y a Perseo que solo negaban con la cabeza. Lina Adara por su parte vio sus manos, aún era hija de Zeus ¿no? Tenía que ver si tenía al menos un poder de su padre divino. Seria después también.

Me desmoroné con estrépito. Noté olor a quemado y tuve la sensación de que era mi ropa.

-¡Thalia! -rugió Quirón-. ¡Ya basta!

—No lo va a conseguir —Negaron Demeter y Hestia mirando a sus hermanos, uno estaba desconcertado sin saber que había hecho, el otro se mostró algo avergonzado.

Me levanté y ordené al arroyo entero que se alzase. Cientos de litros de agua se arremolinaron para formar un enorme embudo helado.

—Oh no —murmuraron más de uno mirando la gran ola que se formó.

Rachel por su parte volteó la cabeza, algo le dijo que lo hiciera. Sus manos cubrieron su boca, a lo lejos logró divisarla mucho antes que nadie.

-¡Percy! -suplicó Quirón.Estaba a punto de arrojárselo encima a Thalia cuando vi algo en el bosque.

Todos voltearon y lograron ver lo que Rachel ya había divisado hace unos segundos, algunos estaban aterrados, otros solo algo asqueados. Apolo por su parte olvido sus asesinatos, observaba con gran pena lo que venía por el campo.

Mi cólera y mi concentración se disolvieron al instante, y el agua cayó chorreando en el lecho del arroyo. Thalia se quedó tan pasmada que se volvió para ver qué estaba mirando.

—Un juego aterrador —Chillo una hija de Venus apegándose a su amiga. Podían ver que los que estaban en el recuerdo y habían estado a lado de Quirón observaban aterrados la escena, aunque ellos no la apreciaban tanto como los del juego y sus ahora intrusos espectadores.

Alguien... algo se aproximaba. Una turbia niebla verdosa impedía ver de qué se trataba, pero cuando se acercó un poco más, todos los presentes -campistas y cazadoras por igual- ahogamos un grito.

Lo mismo que los que observaban desde adentro y afuera, algunos ni querían que la niebla les toque.

—Es una verdadera lástima —Apolo se acercó un poco a la momia igual que Rachel.

—Pero descansará —Aseguro la pelirroja dando una caricia en el aire cerca de la mejilla de la momia.

—Pero ¿Por qué está aquí? —Pregunto Reyna —La otra vez solo dio profecías en su lugar ¿Por qué ahora "camino"? —

—Porque los de la profecía no iban a ir todos al ático y el que la escuchara probablemente no diría todo, seguro era necesario que la supieran entera, todos los involucrados —Apolo suspiro viendo a su antigua oráculo.

-No es posible -murmuró Quirón. Nunca lo había visto tan impresionado-. Jamás había salido del desván. Jamás.

—Pues con Percy ahí, no debió impresionarse tanto —Aseguro un hijo de Iris que había oído que muchas cosas no pasaban hasta que llegó Percy.

Tal vez no. Sin embargo, la momia apergaminada que encarnaba al Oráculo avanzó arrastrando los pies hasta situarse en el centro del grupo. La niebla culebreaba en torno a sus pies, confiriéndole a la nieve un repulsivo tono verdoso.

—No es tan repulsivo —Belerofonte miraba la nieve, no le parecía tan malo. Aquiles a su lado no le dejó tocar la nieve verde.

—Mejor no hacerlo, no vaya a ser que afecte en algo —Sugirió el rubio abrazando bien al castaño, este solo asintió se sentía cómodo entre sus brazos. No debía, pero lo hacía.

Nadie se atrevió a mover ni una ceja. Entonces su voz siseó en el interior de mi cabeza. Los demás podían oírla también, por lo visto, porque muchos se taparon los oídos.

Más de uno cubrió sus oídos también. Hades vio a lo lejos su hijo estaba sentado con el tal Beckendorf, este lo cubría de la niebla y ayudaba a cubrir sus oídos, el dios sonrió, estaba tratando de proteger a su niño. Puede que la nueva generación de semidioses no se pareciera a otras anteriores.

«Soy el espíritu de Delfos -dijo la voz-. Portavoz de las profecías de Apolo Febo, que mató a la poderosa Pitón.»

—No doy autógrafos, al menos no gratis —Se alabó Apolo y los demás negaron con la cabeza.

El Oráculo me observó con sus ojos muertos. Luego se volvió hacia Zoë Belladona.«Acércate, tú que buscas, y pregunta.»

—Esto me dará pesadillas —Susurro Jason pasando sus manos por sus brazos, hasta que sintió unos pequeños brazos rodearle —Hey ¿Tienes miedo? —Percy pequeño se le había acercado, lo levantó en brazos y lo abrazó con fuerza —No mires, todo estará bien —Cubrió su oído pegando su cabeza a su hombro, el niño se había quitado el casco y solo se sentía completamente a salvo en los brazos de Jason.

Zoë tragó saliva.-¿Qué debo hacer para ayudar a mi diosa?

—Deberías quedarte ahí —Decía Artemisa mientras Orión le abrazaba, había dejado ir al pequeño porque lo sentía alterado mientras más lo retenía.

—Sabes que solo quiere que estés bien, eres muy importante para ella, para todos, para mi —Lo último lo susurró en su oído, a ella le dio un sentimiento cálido en el pecho, algo que solo el provocaba.

—Lo sé —Ella los movió un poco esquivando una flecha de Apolo. Mismo que se escapó de Hermes pero este ya lo abrazaba de nuevo.

La boca del Oráculo se abrió y dejó escapar un hilo de niebla verde. Vi la vaga imagen de una montaña, y a una chica en su áspera cima. Era Artemisa, pero cargada de cadenas y sujeta a las rocas con grilletes.

Los dioses abrieron sus bocas con horror viendo la imagen. Orión solo abrazó más a Artemisa, pronto Apolo también lo hacía, sin pelearse con el otro. Ella solo cerró los ojos.

Permanecía de rodillas con las manos alzadas, como defendiéndose de un atacante, y parecía sufrir un gran dolor.

—No un atacante, un peso, uno muy grande —Poseidón miro a su hijo que ahora estaba en con el hijo de Júpiter ajeno a todo —Espero que no vaya a cargarlo —

—Tranquilo, cariño, seguro que no —Anfitrite trataba de calmarlo como siempre hacia, pero ni ella estaba así con esa imagen que les mostraban.

El Oráculo habló:

Cinco buscarán en el oeste a la diosa encadenada, uno se perderá en la tierra sin lluvia, el azote del Olimpo muestra la senda, campistas y cazadoras prevalecen unidos, a la maldición del titán uno resistirá, y uno perecerá por mano paterna.

—El azote del Olimpo —Murmuraron los dioses confirmando algo que venían pensando y no querían que suceda. Miraron a sus hijos ¿Cómo es que sobrevivieron a tanto? ¡¿Cómo es que los dejaron expuestos a tanto peligro?! Debían hacer algo urgente. Puede que ellos quisieran que fueran héroes, pero sobre todo eran padres, sus padres, les dolían sus perdidas y en especial porque se podían evitar.

En medio de un silencio sepulcral, la niebla verde se replegó, retorciéndose como una serpiente, y desapareció por la boca de la momia.

Así mismo la niebla se llevó toda la escena, el recuerdo se daba por terminado, las armaduras se desvanecieron, los asientos volvieron, igual los tronos y cada uno estaba en su lugar.

—Vaya visita que recibieron —Murmuró Apolo tomando el libro de su trono, Hermes aún le vigilaba.

—Una muy fea —Se quejo Zeus, aún se sentía adolorido y aporreado, al menos no estaba mojado, aunque sentía mucho frío como si lo estuviera. Maldito castigo.

—Tu y yo hablaremos, después —Le advirtió Annabeth a Thalia, esta pateo el suelo renegando.

—Eso fue hace años, Annabeth —Se quejó entre dientes, la otra le dio una mirada furtiva —Los dos acordamos no decirte —Si iba a caer, no seria sola.

—También hablaré con él —Aseguro ella yendo a su lugar y la otra renegó más mientras se cruzaba los brazos.

Zoë se miró las manos, recordó con pena la escena. Artemisa se la quedo mirando, hubo algo que no entendía y veía a la chica con los ojos entrecerrados, le debía algunas respuestas.

Teseo por alguna razón estaba entre los brazos de Perseo, mismo que se le pego demasiado, muy feliz de que aparecieran juntos. El quería mucho a Teseo.

—Bien, pero sigue Apolo, acabemos con esto —Exigió Dionisio mirando a su esposa que solo miraba sus manos perdida en pensamientos —¿Te encuentras bien? —Ella le sonrió y lo besó. Eso no lo calmaba pero como le gustaba.

El Oráculo se sentó en una roca y se quedó tan inmóvil como en el desván. Como si fuera a quedarse junto al arroyo cien años.

—Bien, eso da por terminado el capítulo —Apolo puso el marcador en la hoja y los demás lo vieron ¿En serio ya había terminado? —¿Qué? Solo faltaba ese párrafo —Abrió y les mostro el libro.

—¿Ya terminó? —Pregunto el pequeño Percy despegándose recién del hombro del rubio.

—Si, Ya terminó —Jason le pasó las manos por las mejillas, algunas lágrimas se le habían escapado. Se había asustado con la momia —¿Quieres comer? —

—Si —El mismo paso sus manos con sus pequeños puños restregandoles —¿Me lees después? —

—Claro que él te va a leer —Aseguro Grover peinando su cabello —Así podrás dormir —

—Y hasta te cantara —Se metió Leo y el niño sonrió con emoción, Jason por su parte entró en shock.

—¿Por qué ten...? —No termino de preguntar que sintió un golpe en su costilla, cortesía de su novia.

—Te encantara como canta —Aseguro ella.

—¡Si! —El niño celebraba mientras el rubio sobaba su costado y miraba mal a sus "amigos" estaba reconsiderando el término con ellos.

—Vamos todos a comer —Hestia los apresuró, muchos ya habían salido excepto ellos.

Todos comenzaron a salir hacia el comedor, algunos aún tenían escalofríos de la momia y su singular paseo. Apolo por su parte de adueñó de Artemisa y miraba mal a Orión, ella tocaba suavemente la punta de su nariz y a veces su mejilla.

N/A: dudas, sugerencias, teorías, quejas, preguntas y más en reviews.

La administración Kleopever intentando volver a lo suyo y gracias por leer.

Att: la administración Kleopever que los hama

22442 - 4168 = 18,274

Pd: Amenme uwur