N/A: Aquí está el capitulo después de rescribirlo porque no me gustaba como iba quedando, lamento la demora
Déjenme un review para saber si aún leen esto.
Los hamo
Apolo estaba haciendo su trabajo a la perfección como cada mañana en el Olimpo, tal como lo hacía todos los días, pero no era el único motivo por el que lo hacía estos días, nada tenía que ver que fuera el dios del sol y que era su trabajo. Lo hacía más que nada para pensar, traer paz a su cabeza, él pequeño Percy y el grande, lo traían muerto en pensamientos ¿Cuándo sería que se le ocurriría llegar al mayor? ¿Es que pensaba quedarse fuera toda la vida? Y sobre el pequeño estaban esos comportamientos extraños.
Suspiro dejando el auto del sol en su estacionamiento solar, a fuera de esto sabía que probablemente al menos sus hijos ya habían comenzado sus actividades, así que salió del auto, tal vez mirarles le calmaría. Lo que no se esperó —Aún siendo el dios de las profecías— es que estuvieran dos dioses esperándolo delante de su templo. Quiso sinceramente escapar de ellos, pero sabía que sería imposible, no quería privarlos de su hermosa presencia y además ellos lo seguirían a donde fuera hasta atraparlo.
—Hermanita –Saludo más que sonriente esta le miró con los ojos entrecerrados.
—¿Que tratas de ocultar? —.
—Uno solo trata de saludarte Arty —Abrió los brazos queriendo abrazarla, ella lo detuvo con una mano al frente, se le quedó mirando a los ojos, él desvió la mirada.
—Y yo quiero saber que ocultas Apolo —Contestó ella haciendo que le mire a los ojos.
—Ves, te dije que no estaba bien, pasa mucho en el carro solar, no quiere hablar y cuando lo tratas de confrontar este es el resultado; nada —Hermes sonaba ofendido por alguna razón ¿Es que Apolo había hecho algo contra él? Ah sí, le había ignorado el día de ayer en la noche, rechazo que se quedara en su templo, pero es que a veces los dioses también necesitaban tiempo a solas.
—Hermes te ha traído aquí, solo está molesto porque no le deje quedarse a dormir, no deberías hacerle caso.
—No necesitaba que Hermes me diga que estabas raro, ya lo he venido notando desde hace bastante —Refuto Artemisa mirándole con seriedad —Eres un dios bastante grande para resolver tus problemas, pero no por eso dejas de ser nuestro hermano, más que nada el mío, lo que nos hace preocuparnos —
—¿Tu preocupada? Cada que yo te visito lo único que haces es querer salir corriendo —Acusó Apolo sin poder evitarlo, los ojos de ella se abrieron un poco más, pero suavizó la mirada.
—Porque tu llevas la preocupación a un nuevo nivel con cada visita, pero nunca he dejado de preocuparme de ti Apolo —Rodó los ojos ya lamentando el haber dicho eso y si, lo lamento, como cada vez que le decía algo así a su hermano este salto a abrazarla. No es que a ella le molestaran las muestras de afecto de parte de Apolo, sino que tendían a ser algo exageradas.
Si había otro dios que merecía el título de dios del drama ese era Apolo. Quien sin más la abrazó y comenzó a llorar haciendo una composición poética sobre el amor de hermanos, la conexión de gemelos y más cosas a las que sinceramente Artemisa no le puso demasiada atención después del segundo verso.
—Ya, ya ¿Me vas a decir que es lo que sucede? —Apolo suspiro pasando su mano por su rostro, hizo un puchero en los labios queriendo decir que aun quería estar entre los brazos de ella.
—Bueno —Se alejó y adquiero una vez más su postura recia de dios –Me preocupa Percy, no solo el mayor, el pequeño también —
—No eres al único —Soltó Hermes que solo había estado callado mirando la escena de los dos hermanos mellizos.
—Algo está tramando ese muchacho y creo que involucra a muchos más de los que simplemente a las moiras, moros y Percy —Murmuró Artemisa, los otros dos se miraron y luego a ella —Vamos a dentro, esa es la otra razón por la que he venido —Los tres avanzaron hasta estar en el templo de Apolo.
Una vez dentro se acomodaron en sus lugares, Apolo como el anfitrión del templo hizo aparecer unas tazas de té, creyó que sería conveniente para calmar los nervios de lo que fuera a decir su melliza.
—Estuve interrogando a Zoe y a su ausencia en el captura la bandera —Comenzó a decir la diosa de la caza mirando con atención la taza humeante de té —Ella no lo vivió con nosotros como hicieron mis demás cazadoras antiguas que no están vivas para esa época, o como las nuevas que tampoco estaban ahí en la caza —
—Sabía que no la había visto en ese momento —Confirmó Hermes tomando algo de la taza de té.
—Ella dice que se le ha concedido un favor, un regalo —Continuo Artemisa —No me ha dicho quién se lo ha hecho, pero tengo mis sospechas —Miro a Apolo.
—Yo no he hecho nada —Se defendió, Artemisa negó con la cabeza.
—No se refiere a que hayas hecho algo se refiere a que la puedes ayudar a saber quién lo ha hecho, o más bien a confirmar sus sospechas —Aclaró Hermes, aun lucia ofendido por lo de Apolo.
—No sigas actuando como novia ofendida —Bromeo Apolo poniéndose de pie, dejando de lado su taza aún intacta de té —Creo que sé qué libro necesitas, no seré Atenea, pero algo debo tener —Comenzó a buscar en la estantería sintiendo que tenía un dejavu. Recordó que así mismo había ayudado a Thalia y su hijo Will, esperaba que esto no condujera a casi lo mismo que de esa ocasión. Revisó rápidamente lo de su libro —Es Hipnos y quizás sus hijos, ellos son los único que pueden capturar memorias futuras y ponerlas en mentes pasadas sin que afecte la mente del propietario de la mente —Soltó un suspiro después de decir todo de golpe.
—Eso quiere decir que ellos no trabajan solos —Aseguró Artemisa terminándose su té —Hay que hablarlo con el tío Poseidón— Apolo cerró el libro frunciendo el ceño.
—¿Cuántos más estarán involucrados y son del presente nuestro, o el de ellos? —Comenzó a cuestionarse Apolo. hermes y Artemisa negaron con la cabeza, ninguno de ellos sabía cómo contestar a eso.
—Vamos a desayunar, seguro se preguntan dónde andamos —Hermes se levantó y aun vio ofendido a Apolo, este fingió estar dolido.
Y los pensamientos de Apolo no se habían equivocado sobre lo de que sus hijos fueran los primeros despiertos. Will fue de los primeros en estar de pie, miró a Nico un momento antes de irse a asear, este tenía pesadillas de vez en cuando, lo que le preocupaba aún.
Nico no solía hablar dormido pero estaa vez lo había soltado, la palabra que Will tanto temía oír Tártaro un macabro recordatorio de donde estuvo el hijo de Hades. No es que Will lo supiera a ciencia cierta, pero los sueños no se equivocan. Al menos los de el no. Había soñado con un lugar oscuro, como estando en encerrado pero sabía que no era él quien estaba ahí, sus manos no se veían igual.
Cuando terminó de asearse se miro al espejo, su rostro no demostraba la mala noche, algo que agradecía a su padre. Se veía tan perfecto como un rayo de sol, si pasara más horas despierto quizá no se vería así y lo sabía, pero como solo habían sido unas cuantas no contaba.
Salió del baño para ver si Nico se había levantado, contaba con que no lo habría hecho. El hijo de Hades parecía tenerle mucho amor a dormir, a pesar de las pesadillas. Pero se encontró con la sorpresa de que este no estaba por ninguna parte, frunció el ceño mirando a todas partes. Frank tampoco estaba.
—Kyle ¿Viste a Nico? —Preguntó a su hermano, este estaba revisando su ropa delante del espejo, volteo ligeramente a mirarlo.
—Salió corriendo a bañarse en cuanto despertó y luego corrió apenas estuvo listo, se fue con Frank —Will se quedó extrañado, no es como que le molestara ese asunto, solo que era extraño que ellos se fueran juntos y así de rápido.
—¿No sabes la razón de eso?
—Frank salió un momento, regreso, despertó a Nico y luego pasó todo eso —Su hermano se encogió de hombros y siguió con lo suyo. Eso era extraño.
Camino afuera intentando encontrar a Nico entre toda la gente, pero no estaba simplemente no le hallaba, hasta que lo vio, estaba una vez más con los de Argos II. Ese grupo parecía tener una discusión privada, misma que terminó en cuanto le vieron acercarse.
—Buenos días a todos —Saludo de manera cordial, se notaba que todos se habían vestido al apuro. En especial Jason, traía hasta espuma en uno de los oídos —¿Y Percy? —Pregunto, notando la ausencia del pequeño, los rostros de todos cambiaron levemente.
—Esta dormido, con Poseidón —Contestó Jason —Ahora me iba para allá —Sin más se fue. Will vio como los demás se dispersaron.
—Nico —El azabache le dio una mirada indescifrable, tenía un semblante preocupado, como si la noticia que recibiera de los otros no fuera la deseada. —¿Pasa algo Nico? —
—Nada, sólo vamos a comer —Se encogió de hombros y camino metiendo sus manos a los bolsillos, pero Will sabía que mentía, vamos que su padre era el Dios de la verdad y el comportamiento de Nico era sospechoso.
Aun así guardo silencio hasta llegar a la mesa, se sentó con Nico, sus hermanos, Hazel y Frank. Una comida bastante silenciosa la de los cuatro. Estos días habían parecido animados los del Argo y era extraño verlos de nuevo en su actitud sospechosa y preocupada.
En la mesa de Poseidón el ambiente estaba igual, Belerofonte parecía resignado a no comer nada, todo se le caía esta mañana, además que se golpeó cuando bajó de la cama. No era su día y Aquiles no se lo estaba facilitando.
—Deja que te ayude Bele —Decía el rubio tratando de darle de comer algo de fruta.
—No, Aquiles come tu, yo, no tengo hambre —Solo miraba el plato, no se atrevía a mirar a los ojos del otro. Sus manos inquietas dispuestas a arruinar más su vida, jugaban con el filo de su camiseta blanca. La única que no había roto, rasgado, manchado u quemado, esta mañana.
—Se que tienes un día malo, pero vamos, debes comer —Trataba de animar el rubio, el castaño negó con la cabeza.
—Será mejor que me vaya… —Intentó ponerse de pie y ahí estaba de nuevo su torpeza, una que hasta ahora estaba controlada, pero no hoy. Su mano tropezó contra el vaso de jugo, haciendo que ruede y se derrame, volcando más vasos, copas y demás. Belerofonte salió molesto de ahí, ni siquiera podía irse en silencio.
—No está de buenas ¿No? —Susurro Perseo en dirección de Aquiles, este negó con la cabeza.
—Y otros parece que amanecieron con demasiados ánimos —Señaló a Teseo que estaba conversando animadamente con algunas hijas de Afrodita, estas reían y coqueteaban con el antiguo héroe. Perseo solo miro su comida sin responder.
—¿Y qué tal dormiste? —Perseo no entendía porque estaba cambiando de tema, o porque se sentía tan molesto de que Teseo no le haya prestado atención esta mañana.
—Perfecto —Aquiles comprendió que no quería hablar de Teseo, bueno ahora ninguno quería hablar de los hijos de Poseidón. Y eso que estaban en la mesa del Dios.
Artemisa que ya había terminado de comer y hablar con sus cazadoras se acercó a su tío Poseidón, primero queriendo saber cómo estaba su pequeño "hermanito" más de uno había expresado su preocupación por el hecho de que el niño dormía aún en los brazos de su padre.
—Tío Poseidón —Llamo la diosa de la caza mirando como él pasaba una de sus manos por el cabello del pequeño, mismo que no parecía tener un sueño tranquilo.
—Sobrina —Saludo, pero no con su sonrisa habitual, ella podía notarlo, estaba preocupado por el niño.
—¿Qué ha sucedido con Percy? —Quiso saber directamente, ella no estaba para rodeos con respecto a información que les interesaba a todos.
—No ha tenido una buena noche, es todo —Pasó nuevamente la mano por el cabello del niño y Artemisa se lo quedó mirando, pequeñas manchas aparecían y desaparecían por las mismas.
—¿Es lo que creo que es? —Murmuró ella por lo bajo no pudiendo ocultar su asombro por lo que vio.
—Yo me encargaré de Percy, lo llevaré a dentro —Intervino Jason, el dios asintió y dejo que cargara con el niño, que se mostró más tranquilo estando en sus brazos que en los de su padre, también puedo ver que ahora dormía tranquilo.
—Si, ve, pronto entrará el resto —Concedió el dios y el rubio se llevó al niño, Poseidón se levantó mirando a Artemisa —No sabemos lo que pasa, Percy despierta con pesadillas, gritando y llamando a su madre, luego se volvió a dormir, las manchas han estado yendo y viniendo —
—Eran hematomas de golpes —Poseidón apretó los labios en una fina línea, él sabía que eso eran, pero que ella lo confirmara solo hacía que doliera más.
—Tritón cree que es por la conexión que debe tener con su mundo real, se supone que cuando duerme está allá con su madre y cuando está despierto aquí, está dormido allá —Explicó Poseidón, lo mismo que le había dicho el mayor de sus hijos —Sólo que debe ser algo muy severo, tanto como para traspasar hasta aquí —
Artemisa se quedó pensativa ¿Cómo le diría esto a Apolo? De por sí ya estaba preocupado por el niño, ahora estaría peor y no es como que Percy colaborará demasiado con dejarse revisar. Poseidón parecía tener la misma preocupación, solo coloco las manos en los hombros de su sobrina tratando de calmar la tensión en ellos.
—Ya veremos que hacer, por ahora no le digas nada a nadie, no quiero preocuparles hasta que hable con Percy —Su sobrina asintió —Lo haré cuando despierte, no creo que demore demasiado —
Artemisa asintió. Poseidón esperaba que lo que dijo fuera verdad, porque si lo están mal, el niño sólo aparecía aquí cuando estaba dormido, o inconsciente allá, así que suponía que estaba despierto de momento en su tiempo. La diosa de la caza se fue con sus cazadoras, estas estaban teniendo lo que parecía una conversación acalorada.
—No deberíamos preocuparnos por un niño, es un varón —Por supuesto ahí estaba el tema, el mismo con el que las había dejado hace un momento. No todas las cazadoras terminaban de estar felices con el pequeño Percy y que se haya sentado con ellas en alguna ocasión, menos con que sus tenientes estén pendientes de este. Y peor con que su señora lo acepte como hermano.
—Primero; es solo un niño y segundo; ha hecho mucho en el futuro por todos —Replicó Thalia poniéndose de pie, las chispas volaban en su mano demostrando que no estaba para nada feliz de lo que dijeran.
—Thalia tranquilizaos, no revolvaís más los cielos —Thalia rodó los ojos con lo que decía Zoë —Su teniente, o futura teniente ya ha hablado. No se discutirá más el tema —
—Eso es solo porque tú estás de acuerdo con ella, de no estarlo, ya la habrías encargado con tu espada —Se metió Lina, con una sonrisa maliciosa en el rostro. Dejando en claro que solo quería que la pelea continúe.
—Bien, detengan esto de una vez —Artemisa tomo a Thalia por los hombros haciendo que se siente de vuelta —Se que es un muchacho, o lo será en algún momento —Las que habían dicho eso sonrieron, como si ya hubiesen ganado esta pelea —Pero no podemos juzgarlo hasta conocerlo, algunos de los presentes ya han demostrado que no son iguales a los muchachos que las trataron de mancillar, maltratar, o incluso asesinar. El no es quien les causó daño. Así que por ahora el esta demostrando que no es así y les pediré que no lo juzguen hasta el final, siento que les dará varias sorpresas —
Las que no aceptaban de todo al niño, miraron solo su plato, era verdad que no podían meter a todos en un solo saco, solo por algunos que si se comportarán como cerdos. Hasta Artemisa iba aprendiendo esa lección a medida que pasaban los días con los chicos ahí.
Bianca solo se quedó callada oyendo todo, no pensó que un niño fuera a causar tanta discusión, se puso a recordar lo poco que estuvo en el campamento y miró a la mesa de Nico, este estaba peleando con el hijo de Apolo ¿Su hermano habría sido bien recibido como lo fue ella en la caza? ¿O habrán discutido como lo han hecho aquí solo por alguien que es distinto a ellas?
Negó con la cabeza, su hermano era un mestizo, como todos, claro que fue bien recibido. Percy le había dicho que era un lugar para ellos, que los cuidarian, si era posible podía vivir todo el año ahí ¿De verdad habían cuidado de su hermano? ¿En serio cometió un error dejándole ahí? ¿Logró al menos verlo una vez más antes de morir? Quizá pudo hacer un mensaje Iris… no, algo le decía que no, que ni siquiera pudo cumplir con una llamada.
Y ahora por eso sería odiada por la eternidad tal vez.
—Vamos —Zoë se levantó y golpeó la espalda de Bianca —Hay que entrar —Se dio cuenta que el desayuno había terminado, su debate interno, no, pero el desayuno si.
Todos comenzaron a entrar a la sala de los tronos, algunos con sonrisas, otros con semblantes preocupados y otros que parecían paranoicos, o más bien; pensando en su siguiente maldad.
Poseidón se sentó en su trono, como rey estaba justo en el centro, a su lado su esposa Anfitrite y más allá sus hijos, dos de ellos cubiertos de la vista de los demás, el más pequeño dormía en los brazos del rubio, el único que no era hijo de Poseidón sentado ahí.
Perseo estaba con Hylla, la reina de las Amazonas le había invitado a sentarse ahí al verlo un poco perdido, como debatiendo si sentarse o no entre los hijos de Poseidón, al otro lado de la Amazona estaba su hermana Reyna con Rachel. Estas dos últimas conversaban en voz baja de algo.
Los del Argo II a excepción de Jason, estaban sentados juntos, con el ceño fruncido. Nico también estaba ahí, tomando la mano de Hazel de un lado y la de Will al otro. Estos estaban actuando raro, más que antes.
Luke había intentando un acercamiento a Annabeth, creía que podría hablar con ella esta mañana, pero no fue así. Miro la daga que aún estaba en su poder, tenía que conversar pronto, antes de que su mente se hiciera un enredo, los dolores de cabeza estaban volviendo. Juraba que oyó la voz de Cronos en la noche, pero esperaba estar equivocado.
—Bien, vamos que leer —Apolo tomó el libro entre sus manos y abrió en la página que tocaba —Uh porque no lees tu tío Possy —El dios del sol sonrió con algo de malicia, bueno que se sintiera mal por el chico no significaba que no podía jugar un poco con los capítulos.
—Siento que me arrepentiré de esto —El dios de los mares hizo aparecer el libro en su regazo, le dio un vistazo y luego miró a Percy, después a los demás jóvenes presentes. Estos se sintieron incómodos porque la mirada no era buena —Todos me odian salvo el caballo —
—Y aquí vamos con las cosas malas —Thalia mordió su labio inferior, tenía el sentimiento de que no había cosas muy buenas de ella y Percy en ese capítulo.
Zoë entrecerró los ojos, llevo las manos a su cabeza y frunció el ceño, vaya que esto iba a ser complicado. Aquí defendía al niño, en el libro no se llevaban bien y su cabeza era un revuelto junto con sus sentimientos. A veces los obsequios dolían, nunca había algo gratis, todo tenía un precio. Ella esperaba que este dolor de cabeza de cuando en cuando, fuera todo lo que tendría que pagar.
—¿Por qué me odian? —Susurró Percy con voz rasposa aún bastante adormilado. Los campistas se mostraron más incómodos todavía.
—Nadie te odia Percy, sólo que algunas veces todos se equivocan y actúan de mala manera —Contestó Jason en voz baja acariciando su cabeza. Despertarse y verlo llorar de dolor, no había sido entretenido, fue angustiante, porque no despertaba y cuando lo hizo, se sintió peor que antes.
—¿No me odian? —Percy restregó sus ojos con sus manitos y miró a todos.
—Por supuesto que no —Le aseguro Teseo que estaba detrás de ellos —Eres un niño muy adorable ¿Quién podría odiarte? —Le hizo cosquillas en el cuello haciéndole reír.
—Ves, nadie te odia y nadie lo hará —Aseguró su padre acariciando su cabello —Ahora seguiré leyendo —Miro a todos, más les valía que de verdad no odiaran a su hijo.
Lo mínimo que podía haber hecho la momia era volver andando al desván por su cuenta.
—Por supuesto que debió hacer eso —Se quejó Grover comiendo una lata —Cargarla fue un horror —
Los demás que estaban ese invierno miraron a otro lado, porque justo les habían dejado todo ese trabajo a ellos cuando bien pudieron hacerlo chicos más grandes. Quirón miro a los chicos y sólo negó con la cabeza, aún recordaba cuando habían huido diciendo cualquier excusa, solo porque estaban molestos por perder contra las cazadoras una vez más, como si de verdad la culpa fuera de Percy.
Pero no. Nos tocó a Grover y a mí llevarla de vuelta. Y no creo que fuera por nuestra popularidad precisamente.
Tritón rodó los ojos, claramente no fue porque lo quisieran precisamente, los semidioses a veces eran tan molestos. No comprendía porqué hacían eso, incluso en el tiempo que él había convivido con ellos, que fue muy corto, siempre eran así. Se enojaba contra alguien más para no aceptar sus propios errores.
Thalia suspiro, ella había sido la principal causante de que todos se fueran contra Percy, o al menos así lo sentía. Es que prácticamente les aseguro la victoria con su plan y luego salía algo así, si era sincera, el plan tenía varias fallas, pero no lo quiso reconocer en ese momento.
—¡Cuidado con la cabeza! —me advirtió Grover mientras subíamos las escaleras.
Demasiado tarde… ¡Paf! Le di un trompazo al rostro momificado contra el marco de la trampilla y se levantó una nube de polvo.
—Menos mal ya estaba muerta —Hizo una mueca Pólux, lo que hizo reír a Dakota que estaba a su lado.
—Se habrían llevado un regaño de no estarlo.
—Eso si es que sobrevivía al porrazo —Devolvió Pólux a su hermano, los dos estaban riendo. Dioniso se sentía feliz de que lo hagan, al menos ellos estaban demostrando algo, a diferencia de Ariadna. Misma que solo sonreía desde la mañana, lo que no anunciaba nada bueno.
—Cielo, por favor —Pedía con gentileza cerca de su oído, ella no contestó, el suspiro, hablaría con Hestia en el almuerzo, ella podría hacer algo.
—¡Vaya, hombre! —La dejé en el suelo y miré a ver si había desperfectos—. ¿He roto algo?
—La cabeza de la momia nada más —Bufo Rachel —Pobre de ella —Se lamentó.
—Eran tan bella en vida —Recordaba Apolo pero su mirada estaba en su melliza justo enfrente de él, sabía que hablo con Poseidón, pero por alguna razón ahora ni le miraba ¿Qué habría pasado?
—No sabría decirte —repuso Grover encogiéndose de hombros.
—Seguro si se rompió algo, deberían tenerle más respeto a la pobre —Se lamentó Apolo recordando lo que alguna vez fue su oráculo.
—Entiendo —Aseguró Percy con ánimos, estaba algo sucio de estar comiendo su desayuno recién, tenía migajas de tostada alrededor de la boca y una gran sonrisa, como si no hubiera pasado nada hace rato con sus pesadillas.
—Si, nos alegra que entiendas —Jason limpiaba su rostro con una servilleta —Ahora termina de comer —le pasó un vaso con jugo.
—¡Si! —Tomo el vaso entre sus manos y se lo comenzó a beber. Más de uno sonrió al verlo feliz tomando su jugo. Poseidón solo siguió la lectura, aún tenía que hablar con su pequeño y quería descubrir la razón por la que Apolo, le hizo leer este capítulo.
Volvimos a levantarla y la colocamos en su taburete, los dos sudando y resoplando. ¿Quién habría dicho que una momia podía pesar tanto?
—A mi me sonó a que dijeron que las oráculos son pesadas —Dijo Travis divertido antes de recibir un cepillo azul contra la cabeza, justo directo en su frente —Auch —
—Dijeron que respetes a la oráculo, en especial la que te puede lanzar cepillos —Rachel sonrió triunfante viendo como sobaba su cabeza el hijo de Hermes, se levantó y tomó su cepillo de vuelta. Los demás estaban riendo de la desgracia del otro.
En vista de lo ocurrido, parecía evidente que el Oráculo no iba a hablarme.
—Mejor que no lo hiciera, seguro le soltaba algo peor que un cepillo —Susurro Connor riendo de su hermano pero aún revisando la herida de su cabeza.
—Esperemos que le haya arreglado algo antes de dañarlo más —Se burló Katie, los que la la oyeron rieron.
—Me dueles Kit kat —Travis se llevó una mano al pecho, ella sólo río con descaro.
Aun así, sentí un gran alivio cuando salimos del desván y cerramos la trampilla de un portazo.
—Cualquiera sentiría eso —Mencionó Piper por lo bajo, ella no se imaginaba cargando una momia, eso sería traumático. Pero no eran exactamente esos pensamientos los que llenaban su cabeza en este momento.
Ellos sólo pensaban los dos Percy, si es que les podían poner una clasificación, Annabeth había soñado con el tártaro. No había reconocido el lugar, pero ellos si, aún así dijo que se sintió asustada y que no se imaginaba cómo era estar sola ahí. Ellos se mordieron la lengua de decirle que Percy si que sabría y que Nico también.
Y el otro Percy, Jason les contó en las condiciones que se había levantado en la noche, rogando por su madre y que le dejen volver con ella. Solo imaginarse sus ojos llenos de lágrimas, había sido una imagen dura, peor para Jason que no lo imagino, lo vio. Y es que solo eso había removido cosas en ellos más de lo que ya hacia la lectura, recordando sus propias infancias, sus abandonos por partes de todos y el como todos tuvieron que ser fuertes para seguir en pie.
Eso no sólo llenaba su cabeza, también la de los demás, en especial Nico que él al menos estaba a una conversación, quizá más que eso, de lograr remediar algo de su vida. Pero él no lo hacía, el dolor de verla no se lo permitía, el ver que ella estaba con ese grupo, el mismo que le arrebató su vida, le hacía enfurecer y gritarle que las deje, mas sabia que no debía hacerlo, ella hizo su elección. Aún tenía mucho en que pensar.
—Menudo asco, chico —dijo Grover.
—Sigo manteniendo que eso era un asco —Grover hizo una mueca y más de uno se río, si debía ser un asco aquello de cargar un cadáver.
Intentaba tomarse las cosas a la ligera para animarme, pero no obstante me sentía muy abatido. Todo el mundo debía de estar indignado conmigo por haber perdido frente a las cazadoras.
El pequeño Percy suspiró, estaba notando que al igual que en la vida que dejaba despierto, nada le salía bien. Miro sus brazos y sobo su cabeza de forma involuntaria, el apestoso había estado muy molesto por atender una llamada de su escuela. Nadie le había dicho que la atienda, pero lo hizo, su madre y él pagaron los platos rotos de su furia.
Aunque el creía merecerlo, había golpeado a esos niños en la escuela, bueno que lo estuvieron molestando diciendo cosas de él y cantando bobas canciones, su mami le había dicho que no haga caso, pero simplemente no lo soporto demasiado. Ahora lo lamentaba, era un tonto, eso es lo que era.
—¿Quieres más durazno? —Preguntó Jason sacándole de sus pensamientos pesimistas.
—Si —Abrió la boca dejando que le den la fruta. Debía actuar normal, no alarmar a nadie, los de su sueño no tenían porque preocuparse demás. Sólo eran un sueño, producto de su imaginación, de su mente solitaria que necesitaba de amigos y familia.
Y además, estaba el asunto de la nueva profecía del Oráculo. Era como si el espíritu de Delfos hubiese querido excluirme expresamente.
—Yo creo que más bien camino para no excluir a nadie —Mencionó Demeter mirando a sus hijos, que lucían aún un poco avergonzados de lo que hicieron en ese tiempo. Casi ninguno participaba en los captura la bandera, pero aún así habían hecho a un lado a Percy.
—Todos tenían que conocer en su totalidad la profecía, tanto cazadoras como campistas y saber a lo que estaban por enfrentarse —Acepto Quirón, los demás hicieron una mueca, las consecuencias de eso no eran buenas. Pero al menos nadie podía negar que no estaban informados de eso.
No había hecho ni caso de mi pregunta y, en cambio, se había tomado la molestia de caminar un kilómetro para hablarle a Zoë. Por si fuera poco, no había dicho nada de Annabeth; ni siquiera nos había dado una pista.
—En realidad sí que tenía que ver con ella, con las dos —Thalia suspiro esto iba a ser largo.
Zeus que había mantenido perfil bajo hasta el momento, solo se dedicaba a mirar, todo estaría bien mientras su hija, o hijas, salgan en peligro. No sentía dolor alguno, solo la furia contenida de seguramente su hija en el libro, pero eso era solo cuando estaba cerca del muchacho de su hermano. Esperaba que no estuvieran juntos demasiado, aunque aquello era imposible, seguro que se iban de misión juntos, era como estarlo viendo.
—¿Qué crees que decidirá Quirón? —le pregunté a Grover.
—Ya me gustaría saberlo. —Desde la ventana del segundo piso, miró ensimismado las colinas ondulantes cubiertas de nieve—. Ojalá estuviese ahí fuera.
Annabeth miró al sátiro, sintiendo que en verdad no le estaba prestando demasiado atención a Percy en el libro, éste solo esquivo la mirada comenzando a comer con desespero las latas que había conseguido junto con parte del sofá en el que estaba sentado.
—¿Buscando a Annabeth? Tardó un segundo en asimilar mi pregunta. Y entonces se sonrojó. —Claro, sí. Eso también. Desde luego.
—Ya veo quién si estaba interesado en mi búsqueda —Mencionó Annabeth y el sátiro estaba por replicar, pero sabiamente calló. Cualquier cosa que dijera sería usada en su contra, lo sabía y además no había manera de justificar eso.
—¿Por qué? —pregunté—. ¿En qué estabas pensando? Pateó el suelo con sus pezuñas.
—En una cosa que dijo la mantícora. Eso del Gran Despertar. No puedo dejar de preguntarme... Si todos esos antiguos poderes están despertando, quizá no todos sean malos. —Te refieres a Pan.
—¿Pensabas que mi hijo podía despertar? —Hermes vio al sátiro y este asintió con convicción —El no necesitaba despertar —Le dio una sonrisa conciliadora al sátiro —Estoy seguro que aún sin estar vivo está despierto, guardando energía y protegiendo débilmente todo lo suyo, él sigue ahí en espíritu, despierto. Y seguro, esperando a que lo encuentres —
—Claro que si Hermes, apuesto que eligió a Grover por algo —Termino por decir Hestia, haciendo que el Dios sonría. Saber que su hijo moriría, o ya estaba muerto, no era fácil, pero al menos se conformaba con saber que su esencia en si, no se perdería que viviría en el sátiro que no dejó de buscarlo.
Me sentí un poco estúpido: había olvidado por completo la gran ambición de Grover.
—No fue estúpido —Negó con la cabeza Afrodita —Es hermoso, es bello como cada uno sigue sus propias convicciones, no todos van a querer y amar las mismas cosas que uno, todos tienen sus prioridades —Suspiro encantada, dejándose llevar por el aura de algunos en la sala. Prefería las auras buenas, las de preocupación no le atraían, pero las que pretendían huir de las garras del amor, esas hacían interesantes la situación.
El dios de la naturaleza había desaparecido hacía dos mil años. Se rumoreaba que había muerto, pero los sátiros no lo creían y estaban decididos a encontrarlo.
—Y uno lo hará —Dioniso le dio una leve sonrisa al sátiro. Grover hinchó un poco el pecho con orgullo, el fue ese sátiro, aunque no se atribuía todo el crédito, estar con sus amigos era lo que le llevó a seguir buscando.
Llevaban siglos buscando en vano, y Grover estaba convencido de que sería él quien lo lograse. Este año, como Quirón había puesto a todos los sátiros en alerta roja para rastrear mestizos, Grover no había podido continuar su búsqueda. Y eso debía de tenerlo loco.
—Bastante y más después se pusieron peor —Quirón sobo sus sienes recordando cuán loco se puso todo con los sátiros llenos a tope de cafeína y corriendo por todo el lugar tratando de encontrar una señal de Pan.
—Ya pedimos disculpas por eso —Susurro Grover adivinando en qué pensaba Quirón, este solo le dio una mirada, él sonrió inocente. El centauro negó con la cabeza.
—He dejado que se enfríe el rastro —dijo—. Siento una inquietud permanente, como si me estuviera perdiendo algo importante. Él está ahí fuera, en alguna parte. Lo presiento.
—Y estabas en lo correcto —Alentó Annabeth dándole a entender que no estaba molesta porque no quisiera buscarla.
Y es que de todas maneras de nada servía molestarse por ellos, como dijo Afrodita: "cada quien tenía sus prioridades", claramente la de encontrar dioses lo era, una mucho más grande que buscar a una mestiza. Era triste, pero cierto. Los mestizos morían siempre, así que muchas veces uno ya no buscaba, simplemente esperaba lo mejor, a diferencia de los dioses que ellos no morían con tanta facilidad. Quizá era cruel, pero era la vida que les tocaba.
Yo no sabía qué decir. Me habría gustado animarlo, pero no sabía cómo.
—Con que me escuchará me bastaba —Miro al suelo pensando en el Percy mayor, el no sentir la conexión con él lo hacía sentir vacío. Un hoyo era lo que había en su pecho, quería escuchar de nuevo sus llamados torpes y sus bromas, también su sarcasmo. Ya lo quería ahí.
Mi propio optimismo había quedado pisoteado en la nieve del bosque, junto con nuestras esperanzas de capturar la bandera y salir victoriosos.
—¿Cuál optimismo? —Inquirio por lo bajo Orión, que observaba con el ceño fruncido a Apolo, mismo que tenía una mirada inquisitiva sobre su melliza ¿Qué les pasaba ahora a esos dos? Porque ella no le prestaba atención y eso era raro.
Antes de que pudiera responder, Thalia subió las escaleras con gran estrépito. Ahora, oficialmente no me hablaba, pero miró a Grover y le dijo: —Dile a Percy que mueva el culo y baje ya.
Más de uno miró a la teniente de las cazadoras, está solo miro al techo haciéndose la desentendido.
—Sabes bien que no era su culpa —Hablo Annabeth mirando a Thalia, esta apretó los labios.
—Lo sé —Masculló entre dientes —No pensaba bien las cosas ¿Esta bien? —Resopló.
—¿Para qué? —pregunté. —¿Ha dicho algo? —le preguntó Thalia a Grover.
Annabeth sólo negó con la cabeza, los dos eran un par de cabezas duras. Thalia solo mordió su labio. Bien, mirando hacia atrás sabía que se comportó de manera infantil, pero es que le sacaba de quicio haber perdido contra las cazadoras.
Zeus podía sentir la ira de su hija en el libro, no era lindo porque no era el único sentimiento, los de culpa por seguir molesta también estaban y luego se repetía que el único culpable era el muchacho. Aunque claro siempre era más fácil culpar a otro y no a uno mismo, a sus descuidos, a lo que no pensó, a lo que dijo, a lo que no hizo. Además que detectaba los celos, quizá porque Percy seguía ocupando un lugar que ella quería, o que le dijeron que debía ocupar por derecho.
—Eh... Pregunta para qué.
—Dioniso ha convocado un consejo de los líderes de cada cabaña para analizar la profecía —dijo—. Lo cual, lamentablemente, incluye a Percy.
—Ya se que estaba mal, deja de verme así —Thalia escondió sus manos entre su rostro, verla decepción en los ojos de su mejor amiga no era algo que pudiera soportar.
—También miraría así a Percy, pero él no está disponible —Aclaro para que supiera no era la única que le decepcionaba.
—¿Yo qué? —Preguntó el pequeño Percy ahora tenía a sharpy entre sus manos jugando con él.
—Tu nada cariño —Anfitrite le sonrió al niño, este hizo lo mismo.
Annabeth se calló, por un momento olvidó que estaba el pequeño Percy que también respondía a ese nombre. Y que ver su rostro solo le hacía pensar en el mayor, ese al que golpearía en cuanto pudiera hacerlo, aún recordaba su imagen en el mensaje Iris y en lo mal que se veía, por mucho que no quisiera verse así. Suspiro, debía calmarse.
* * *
El consejo se celebró alrededor de la mesa de ping pong, en la sala de juegos. Dioniso hizo una seña y surgieron bolsas de nachos y galletitas saladas y unas cuantas botellas de vino tinto. Quirón tuvo que recordarle que el vino iba contra las restricciones que le habían impuesto, y que la mayoría de nosotros éramos menores.
—Son cosas mínimas —Se excuso Dioniso —Antes bebían vino desde pequeños —Rodó los ojos ante las miradas acusatorias de los padres presentes.
—Pero desde hace mucho que no Dioniso —Regaño Hestia mirando a su sobrino, el suspiro y asintió, no quería enfadarla. Lo que si deseaba es que al menos su esposa dijera algo, que le mirara, o dejará de tener esa sonrisa que no le agradaba. Pero no consiguió ni una mirada de ella.
El señor D suspiró. Chasqueó los dedos y el vino se transformó en Coca Diet. Nadie la probó tampoco.
—Es mejor la Pepsi —Mencionó uno de los romanos, los griegos hicieron una mueca.
—No tienen ni gusto para las bebidas —Se quejo una griega.
—No comiencen —Poseidón se los quedó mirando y les señaló con la cabeza a Percy, que les estaba mirando —No den malos ejemplos —También señaló a los más pequeños de la sala. Todos se callaron de momento y la lectura siguió.
El señor D y Quirón —ahora en silla de ruedas— se sentaron en un extremo de la mesa. Zoë y Bianca di Angelo, convertida en su asistente personal o algo parecido, ocuparon el otro extremo.
Bianca hizo una mueca recordando esa reunión, estuvo emocionada de ser parte de algo importante. De ser ella la que reciba atenciones, de sentirse parte de algo, no como cuando cuidaba de su hermano, en donde tenía que dejar todo de lado por ver que no le faltara nada. Dejar de juntarse con amigas porque Nico tenía problemas con algo, no conversar, ni meterse en problemas, porque Nico necesitaba supervisión para sus cosas. Suspiro tratando de no recordar más.
Thalia, Grover y yo nos situamos en el lado derecho y los demás líderes —Beckendorf, Silena Beauregard y los hermanos Stoll—, en el izquierdo.
Más de uno miró al suelo recordando a los que no estaban ahí. Drew sólo hizo una mueca de asco, la habían degradado a lo más bajo —Según ella— al quitarle sus poderes, pero todos se la pagarían, en especial Piper. Esa chica que se había metido en su vida para arruinarla, primero quitándole lo que quería, la capitanía de la cabaña y ahora con esto, no iba a resistir mucho sin decir nada. Tenía que planear cómo hacer que pagara.
Se suponía que los chicos de Ares tenían que enviar también un representante, pero todos se habían roto algún miembro durante la captura de la bandera —cortesía de las cazadoras— y ahora reposaban en la enfermería.
Los de Ares gruñeron, las cazadoras sonriendo con burla hacia ellos. Clarisse por su parte solo miro a sus hermanos y luego a Chris, quizá si ella hubiese estado en el campamento no habrían acabado así las cosas, tal vez todo estaría peor, o mejor, no sabría decirlo con exactitud, aunque no cambiaba ese viaje por nada.
Quizá el casi morir en el laberinto a manos de los monstruos, perder su cabello con tal de salvar a Chris, en ese entonces un mestizo más, fue mejor que perder contra las cazadoras. Sintió el brazo de su novio cruzar por sus hombros. Si, lo mejor había sido salvarlo del laberinto.
Zoë abrió la reunión con una nota positiva: —Esto no tiene sentido.
—Qué positivismo —Se burló Thalia haciendo reír a las cazadoras y ganándose una mirada de Zoë —Hey, solo resaltaba lo obvio —
—Siempre dicen que hay que ser positivos antes cualquier situación, pero lo de la teniente Zoë es pasarse —Bromeo Leo ganándose una flecha cerca de su cabeza y la risa de todos al ver su cara de terror. Así era mejor, todos riendo y él olvidando como le habían descrito a Percy pequeño llorando, recordándole esos días en que soñaba con su madre y aquel incendio, cuando su tía le gritaba: "Cállate Demonio". Era mejor reír y olvidar eso.
—¡Nachos! —exclamó Grover, y empezó a agarrar galletitas y pelotas de ping pong a dos manos, y a untarlas con salsa.
—Lo mejor de cada consejo de guerra —Mencionaron con voz cantarina los de Hermes haciendo sonreír a los demás.
—Claro es que las pelotas de ping pong, con salsa de queso, están para morirse —Río Valentina hija de Afrodita, los demás rieron y el sátiro se sonrojó hasta las orejas.
—Ya déjenlo, ellos comen mucho cuando están nerviosos —Defendió Perséfone mirando con una dulce sonrisa a Grover, este sólo quiso desaparecer más que antes.
La diosa de la primavera lo estaba defendiendo ahhhhh, era todo lo que cruzaba por su cabeza antes de que saltara una imagen de su novia mirándole con una ceja alzada. Y ahora se repitiera, que el tenia a Enebro, una y otra vez.
—No hay tiempo para charlas —prosiguió Zoë—. Nuestra diosa nos necesita. Las cazadoras hemos de partir de inmediato.
—Pero yo la veo ahí —Percy señaló a Artemisa haciendo reír a más de uno.
—Se refieren a la del libro Percy —Contestó con dulzura Anfitrite. El niño la miró y asintió, ahora estaba sentado entre Teseo y Belerofonte jugando con los que eran sus juguetes, Tritón había dicho que eran suyos.
Su hermano era raro, porque a veces decía que no eran sus hermanos y aún así se comportaba como uno, le daba juguetes, se preocupaba por él. Recordaba vagamente verlo en la noche tratando de calmarlo, después vio a su papá, sabía que les dio un susto, aunque no era algo seguro, sólo eran imágenes vagas de lo que pasó en la noche.
—¿Adónde? —preguntó Quirón.
—¡Al oeste! —dijo Bianca. Era asombroso lo mucho que había cambiado en unos pocos días con las cazadoras. Llevaba el pelo oscuro trenzado como Zoë y recogido de manera que ahora sí podías verle la cara. Tenía un puñado de pecas esparcidas en torno a la nariz, y sus ojos oscuros me recordaban vagamente a los de un personaje famoso, aunque no sabía cuál.
Bianca se tocó el rostro con cuidado, no se dio cuenta que de verdad había comenzado a sentirse más confiada de sí misma al estar con las cazadoras, que ya no quería evitar ser el centro de atención. Antes lo evitaba, pasar desapercibida traía menos problemas y más tiempo para estar con su hermano.
—Mis ojos es lo que vio, o los de algún italiano —Hades hizo una ligera mueca, él sabía que no tenía los mejores rasgos para que sus hijos hereden, así que esperaba que solo hayan obtenido eso de él. No su rencor hacia su familia, por muchos años le reprocho a todos el hecho de alejarlo de todo ¿Será que ellos tenían eso? ¿Por eso es que no se hablaban? Esperaba que lo solucionaran.
Daba la impresión de haber hecho mucho ejercicio y su piel, como la de todas las cazadoras, brillaba levemente como si se hubiera duchado con luz de luna—. Ya has oído la profecía: «Cinco buscarán en el oeste a la diosa encadenada.» Podemos elegir a cinco cazadoras y ponernos en marcha.
—No creo que cinco cazadoras exactamente —Murmuró Atenea recordando lo que habían leído —La oráculo dijo cinco, no especificó que solo cazadoras —
—Además de que se presentó delante de todos, tanto cazadoras como campistas —Siguió Zeus, el nunca intentaba meterse en las cosas de los semidioses. El era un rey, un dios, no podía estar pendiente de simples seres semidivinos, quizá ahí radicaba su primer problema, creer que era más importante que otros.
—Si, efectivamente llegamos a esa conclusión después —Dijo Quirón mirando a los dos ex dioses. La que estaba en medio de ellos dos, seguía mortalmente callada y sus ojos fijos en sus manos, como si nada de la lectura le llamara la atención.
—Sí —asintió Zoë—. ¡La han tomado como rehén! Hemos de dar con ella y liberarla.
—Pero no solas —Recordó Artemisa mirando a Zoë, esta asintió, sabía que en ese momento había actuado mal, pero era normal si.
—Se te olvida algo, como de costumbre —dijo Thalia—. «Campistas y cazadoras prevalecen unidos.» Se supone que tenemos que hacerlo entre todos.
—No se me olvidaba, no quería recordarlo que era distinto —Zoë suspiro sobando su cabeza, esto sí que era un dolor.
—Todo lo que tenga que ver con involucrarte con otros nunca quieres recordarlo, es fácil —Murmuró Thalia suspirando, aún recordaba bastante eso. La mayoría de las cazadoras era exactamente igual, todas querían solo estar con ellas mismas, nunca estar involucradas con otros, no se las culpaba por esto, pero si era un problema cuando tenían que cazar monstruos con ayuda de otros como en esa ocasión.
—¡No! —exclamó Zoë—. Las cazadoras no han menester vuestra ayuda.
—¿Menester? —Preguntó más de uno, las mejillas de Zoë adquirieron un color escarlata mientras que la sonrisa de Thalia crecía burlona en sus labios.
—Te lo dije, dices muchas palabras desconocidas y antiguas —Alzó una ceja, con una mirada altanera de satisfacción, más con el gruñido de Zoë. A pesar de que estos días había aceptado que le enseñé palabras más modernas, seguía molestando el hecho de que se burlara de su léxico.
—Menester significa: necesitar alguna cosa, pero es una palabra que ya casi no se escucha —Contestó Malcolm antes de que lo haga Annabeth. Más de uno asintió.
—No «necesitan», querrás decir—refunfuñó Thalia—. Lo del «menester» no se oye desde hace siglos. A ver si te pones al día.
—No tenías que sonar tan mala Thalia —Frunció el ceño Jason mirando a su hermana, aquí se llevaba bien con Zoë pero en el libro, eran como un par de animales atacandose cada vez que la otra decía algo.
—Ya lo sé —Masculló entre dientes rodando los ojos. Sentía que iba a ser regañada todo el libro.
Zoë vaciló, como si estuviera procesando la palabra correcta. —No precisamos vuestro auxilio —dijo al fin.
—Si necesitaban de ellos —Hablo Artemisa aún evitando la mirada de Apolo y la de Orión, sabía que él los estaba mirando a los dos tratando de descifrar qué estaba mal entre ellos.
—Lo sabemos mi señora, sólo que estamos acostumbradas a hacerlo sin nadie más —Repuso Zoë con seriedad, la diosa asintió sin añadir más. Ella se le quedó mirando unos segundos más ¿Qué le había pasado a ella? ¿Le habría contado lo le dijo a Apolo? ¿Qué le habría dicho su hermano? Tendrían que hablar de nuevo.
Thalia puso los ojos en blanco. —Olvídalo.
—Me temo que la profecía dice que sí necesitáis nuestra ayuda —terció Quirón—. Campistas y cazadoras deberán colaborar.
—Es algo que casi nunca sucede, pero era necesario —Explicó Quirón viendo que algunos parecían perdidos en esa discusión.
—¿Las Amazonas habrían aceptado trabajar con campistas? —Pregunto Perseo mirando a Hylla y dejando su vigilancia a Teseo.
—Si fuera para esclavizarlos si, para ayudar quizá habríamos puesto tanta resistencia como las cazadoras —Se encogió de hombros ella. Hylla sólo había estado observando a su nuevo ¿amigo? Y hermana, era un poco extraño como el miraba a Teseo todo el tiempo.
—Ah, veo que entonces no han cambiado mucho de tiempos antiguos, Teseo suele decir que pusieron bastante resistencia cuando las conoció. Aunque supongo que eso fue lo que le agrado de Hipólita —Frunció el ceño diciendo el nombre y volviendo a mirar a Teseo. Hylla sólo lo miró unos segundos, ella no solía hablar mucho con hombres ¿Era normal que nombre tanto a su amigo? Quizá sí.
—¿Seguro? —musitó el señor D, removiendo la Coca Diet y husmeándola como si fuera un gran bouquet—. «Uno se perderá. Uno perecerá.» Suena más bien desagradable, ¿no? ¿Y si fracasáis justamente por tratar de colaborar?
—Dionisio ¿Quieres que se vayan de misión o no? —Inquirió con algo de impaciencia Hefestos levantando la vista de su trabajo, el nombrado le dio una mirada de incomprensión.
—¿Qué voy a saber? No soy el del libro, pero me atrevo a pensar que solo estoy fastidiando —No le dio mayor importancia. Aunque en su interior comprendía lo que su yo del libro quería, que las muertes no se den, no quería que vayan y pierdan las vidas de más semidioses.
—Señor D —dijo Quirón, suspirando—, con el debido respeto, ¿de qué lado está usted?
Dioniso arqueó las cejas. —Perdón, mi querido centauro. Sólo trataba de ser útil.
—Yo no le encontré la utilidad a eso —Murmuró Reyna que veía con los ojos entrecerrados a Octavian, este estaba solo en una silla murmurando como si estuviera loco.
—Si lo sigues mirando tanto, va a pensar que le gustas —Comenzó a molestar Rachel a su lado, Reyna hizo una mueca de horror ante esa idea, haciendo que la pelirroja suelte una carcajada atrayendo la atención de todos —Uhm lo siento —Sonrió sin más. No explico nada, dejó que todos volvieran a lo suyo.
—No vuelvas a decir eso, ni en broma —Reyna hizo como si vomitara, Rachel río más bajo. La romana era agradable, tan recia, rígida y recta, que a Rachel le daba ganas de ver cómo sería si se comportaba como una adolescente más.
—Se supone que hemos de actuar juntos —se obstinó Thalia con tozudez—. A mí tampoco me gusta, Zoë, pero ya sabes cómo son las profecías. ¿Pretendes desafiar al Oráculo?
—No sale nunca nada bueno de eso, solo empeora las cosas —Hermes suspiro, estaba seguro que si su hijo hubiese sabido bien su futuro de Hal, todo habría terminado peor de lo que salió.
Zoë hizo una mueca desdeñosa, pero era evidente que Thalia acababa de anotarse un punto.
—Thalia uno, Zoë cero, me gusta esa puntuación —Se burló Thalia antes de que la otra la golpeara y todos rieran, incluida Thalia.
—No podemos retrasarnos —advirtió Quirón—. Hoy es domingo. El próximo viernes, veintiuno de diciembre, es el solsticio de invierno.
—¡Uf, qué alegría! —masculló Dioniso entre dientes—. Otra de esas aburridísimas reuniones anuales.
Zeus arqueo una ceja mirando a Dionisio, este solo miro su revista de vino. El ex rey de los Olímpicos miro a todos, ninguno parecía tener una opinión diferente a la de él Dionisio del libro.
—Mis reuniones no son aburridas —Se cruzó de brazos, comportándose como un niño, o como un adolescente, al que le han fastidiado.
—Oh vamos, en cada una de ellas lo único que haces es hablar de ti, de los logros de Hércules, de tus hijos y un poco de nuestro trabajo —Rodó los ojos Poseidón, los demás asintieron —Tener que soportar eso todos los años, durante horas y horas, es cansado. Prefería tener que ser mortal antes que volver a oír otra de tus historias —
—Yo tenía que obligarlo a asistir —Suspiro Anfitrite.
—Yo ni prestaba atención, miraba más mis proyectos —Hefestos hizo un gesto vago con la mano antes de seguir con lo suyo.
Zeus se enfurruño en su asiento ¿Cómo era posible que considerarán sus reuniones aburridas? Puff ellos no sabían lo que era bueno.
—Artemisa debe asistir al solsticio —observó Zoë—. Ella ha sido una de las voces que más han insistido dentro del consejo en la necesidad de actuar contra los secuaces de Cronos. Si no asiste, los dioses no decidirán nada. Perderemos otro año en los preparativos para la guerra.
—Eso quiere decir que las cosas están parejas en el consejo Olímpico, si falta ella sería un voto menos, lo que dejaría todo fuera de balance —Poseidón hizo una mueca mirando el libro, con lo que costaba que todos estén del mismo lado. Si uno faltaba todo se podía ir al mismo tártaro, y le gustaría pensar que solo de forma figurada, pero sería literal en este caso.
—Con lo que a todos nos cuesta que todos estén de acuerdo en algo —Hestia dijo lo que el otro pensaba —Si fuéramos más unidos, esas cosas no pasarían —Miro a todos los dioses, incluidos los convertidos en semidioses. Ella se resignó a que tendría mucho trabajo con todos estos.
—¿Insinúas, joven doncella, que a los dioses les cuesta actuar unidos? —preguntó el señor D.
—No lo insinúa, lo está diciendo de forma muy clara —Bufo Nico, recordando todo lo que sucedió después de eso en las batallas.
—Sí, señor Dioniso. Él asintió.
—Era sólo para asegurarme. Tienes razón, claro. Continuad.
—Y ni lo niega —Sacudió la cabeza Will medio divertido debido a que el escucho a Nico.
—No puedo sino coincidir con Zoë —prosiguió Quirón—. La presencia de Artemisa en el Consejo de Invierno es crucial. Sólo tenemos una semana para encontrarla. Y lo que es más importante seguramente: también para encontrar al monstruo que ella quería cazar. Ahora tenemos que decidir quién participa en la búsqueda.
—Encontrar a una diosa y a una criatura que puede destruir al mundo, es pan comido —Sacudió la cabeza Kayla hija de Apolo, Quirón lo hacía sonar como que fuera lo más sencillo del mundo. Cuando todos sabían que no era así, ni remotamente.
—Pero lo lograron —Comentó Lou Ellen a su lado —Trajeron a la diosa, también encontraron a la criatura —
—Y salvaron a mi hermana, que para mi eso fue lo más importante —Se metió a la conversación Malcolm sonriendo a las dos chicas, estas asintieron un poquito embobadas por él.
—Tres y dos —dije. Todos se volvieron hacia mí. Incluso Thalia olvidó su firme decisión de ignorarme.
—Se supone que han de ser cinco —razoné, algo cohibido—. Tres cazadoras y dos del Campamento Mestizo. Parece lo justo.
—Lo justo —Admitió Percy pequeño aún jugando con sus juguetes. Era divertido tener algo suyo aunque sea en un sueño. Sus maestras y su padrastro, decían que estaba loco por creer que esto fuera real, decían que nunca lo sería, que era imposible que alguien quisiera a un fenómeno como él. A excepción de su madre. Que debía de dejar de pensar en que ve criaturas y que sueñe con tanta gente que lo quiere.
—Eres brillante hermanito —Alabó Teseo, que por supuesto sentía la mirada de Perseo pero no pensaba devolverla. Beso la frente de Percy y este río, era encantador y tranquilizante tenerle ahí.
Thalia y Zoë se miraron. —Bueno —dijo Thalia—. Tiene sentido.
—Es lo más razonable —Murmuró Atenea sintiéndose cansada de la nada, imaginando que aunque no saliera su hija podría sentir rezagos de lo que le pasara en el libro, incluso si no aparecía.
Zoë soltó un gruñido. —Yo preferiría llevarme a todas las cazadoras. Hemos de contar con una fuerza numerosa.
—El número de personas puede que ayude en la batalla, pero no la ganarás solo teniendo muchas personas en ella —Dijo Ares desparramado en su trono con las piernas abiertas, estaba aburrido, quería más acción en el libro.
—Y más que nada si lo que quieres es pasar desapercibido y moverte rápido. Las cazadoras son buenas, pero demasiadas si se trata de no ser notados, además de que seguirán un rastro, podrían perderlo con tantas personas yendo tras él —Razonó Orión sin mirar a nadie, como si hablara más consigo mismo que con los demás, a pesar de que todos le oían.
—El tiene razón —Concordó Artemisa y cometió el error de ver la mirada analítica de Apolo cuando regresaba a mirar a sus cazadoras. Ahora sabía que él se había dado cuenta de que algo pasaba, algo malo y no con respecto a ella.
—Vais a seguir las huellas de la diosa —le recordó Quirón—. Tenéis que moveros deprisa. Es indudable que Artemisa detectó el rastro de ese extraño monstruo a medida que se iba desplazando hacia el oeste. Vosotras deberéis hacer lo mismo. La profecía lo dice bien claro: «El azote del Olimpo muestra la senda.» ¿Que os diría vuestra señora? «Demasiadas cazadoras borran el rastro.» Un grupo reducido es lo ideal.
—Buen razonamiento Quirón —Apolo seguía con la mirada en Artemisa, ya había visto algo en esa breve mirada que le dio y también notó que cuando miro a Orión su vista pasó por el pequeño Percy, algo pasaba con él. Recordó que estaba dormido hasta que entraron ¿Por qué? ¿No durmió bien? ¿Por qué no habría dormido bien? Desvió su mirada hacia ahí, el niño jugaba como si nada y reía con sus hermanos, no le sucedía nada. Tendría que preguntar más.
Zoë tomó una pala de ping pong y la estudió como si estuviera decidiendo a quién arrear primero.
—Lo notamos —Dijeron al unísono los que estuvieron ese día. Zoë no pudo evitar rodar los ojos ante eso, vamos que en realidad no pensaba hacer eso, estaba molesta si, pero no para golpear a alguien.
—Ese monstruo, el azote del Olimpo... Llevo muchos años cazando junto a la señora Artemisa y, sin embargo, no sé de qué bestia podría tratarse.
—Algo antiguo, incluso más antiguo que algunos dioses. Hay muchas criaturas que podrían ser llamadas así, pero sólo una encajaría con la descripción que dan —Hablo Poseidón deteniendo la lectura y miró a los de la sala. Sólo los dioses mayores sabían con exactitud de qué monstruo hablaban, los otros dioses tenían ideas vagas de aquello.
Todo el mundo miró a Dioniso, imagino que porque era el único dios que había allí presente y porque se supone que los dioses saben de estas cosas. El estaba hojeando una revista de vinos, pero levantó la vista cuando todos enmudecieron.
Dionisio en la sala hizo lo mismo: —A mi que ni me miren. Yo soy un dios Joven ¿Recordáis? No estoy al corriente de todo los monstruos y esos titanes.
—El tiene razón, como ya dije; Solo los más antiguos sabemos de este, los más jóvenes, (si es que se les puede llamar así), puede que hayan oído historias, pero no más allá de eso —Volvió a decir Poseidón después retomo la lectura.
—A mí no me miréis. Yo soy un dios joven, ¿recordáis? No estoy al corriente de todos los monstruos antiguos y de esos titanes mohosos. Además, son nefastos como tema de conversación en un cóctel.
Dionisio asintió a las palabras de su yo del libro, estaba muy de acuerdo con su yo de ahí. Los demás dioses solo negaron con la cabeza ¿No podía haber buscado una comparación mejor que esa? Parecía que no, siempre tenía que involucrar alcohol en ellas.
—Quirón —dije—, ¿tienes alguna idea? Él frunció los labios.
—Tengo muchas ideas, pero ninguna agradable. Y ninguna acaba de tener sentido tampoco. Tifón, por ejemplo, podría encajar en esa descripción. Fue un verdadero azote del Olimpo.
—Encaja si, pero el fue un azote en general para todos, no solo para el Olimpo —Medito Demeter frunciendo los labios, recordando esa batalla con Tifón y lo devastadora que fue, no solo para ellos.
O el monstruo marino Ceto. Pero si uno de ellos hubiese despertado, lo sabríamos. Son monstruos del océano del tamaño de un rascacielos. Tu padre Poseidón ya habría dado la alarma. Me temo que ese monstruo sea más escurridizo. Tal vez más poderoso también.
—No tiene que ser tan grande y poderoso para poder destruir todo por lo que hemos trabajado —Respiro hondo Hestia, por supuesto que ella ya sabia de que monstruo hablaban y no le agradaba —A veces hasta la criatura que se vea menos feroz, puede causar un mayor daño del esperado —Más de uno de los semidioses frunció el ceño queriendo saber de qué criatura hablaban.
—Ése es uno de los peligros que corréis —dijo Connor Stoll. (Me encantó lo de «corréis», en vez de «corremos»)—. Da la impresión de que al menos dos de esos cinco morirán.
—¿Perdón? —Connor se sonrojó, no había notado que en ese entonces ya se estaba haciendo para atrás en esa batalla. En realidad no es como que deseara ir después de todo, solo le daba pena que ahora todos lo notaran.
—«Uno se perderá en la tierra sin lluvia» —añadió Beckendorf—. En vuestro lugar, yo me mantendría alejado del desierto. Hubo un murmullo de aprobación.
—Pero en el campamento tampoco llueve, también tendrían que alejarse de ahí entonces —Leo ladeo la cabeza sosteniendo unas piezas en sus manos. Su mente decía que estuvo trabajando algo importante, pero que lo ha olvidado ¿Qué habría olvidado? ¿Estaba buscando algo? ¿Qué era?
—Y esto otro —terció Silena—: «A la maldición del titán uno resistirá.» ¿Qué podría significar?
Reparé en que Quirón y Zoë se miraban nerviosos. Fuese lo que fuese lo que pensaran, no lo contaron.
—Porque era algo devastador —Dijeron los dos por lo bajo cambiando miradas.
—«Uno perecerá por mano paterna» —dijo Grover sin parar de engullir nachos y pelotas de ping pong—. ¿Cómo va a ser eso posible? ¿Qué padre sería capaz de tal cosa? Se hizo un espeso silencio.
El silencio reinó unos minutos en la sala, algunos se miraron entre sí, otros a sus padres divinos. Incluso los dioses se miraron, ellos definitivamente eran el más claro ejemplo de familia disfuncional, si que sabían que clase de padres harían eso. Poseidón retomó la lectura cuando sintió que nadie diría algo encontra o a favor de alguien y porque Percy se movía inquieto con sus hermanos.
Miré a Thalia y me pregunté si estaría pensando lo mismo que yo. Años atrás, a Quirón le habían hecho una profecía sobre el próximo descendiente de los Tres Grandes —Zeus, Poseidón y Hades— que cumpliera los dieciséis años.
Thalia sostuvo el aliento mientras leían, claro que recordaba eso y no es que su padre la matara, pero tampoco había hecho demasiado para ayudarla. Recordaba haber pasado por esas estatuas y rogando una señal, algo que la ayudara, oír su voz, saber que no estaba sola. Pero no obtuvo nada en ese momento. Y fue desolador a tan corta edad saber que no contaba con nadie.
Según la profecía, ese joven tomaría una decisión que salvaría o destruiría a los dioses para siempre. Por tal motivo, tras la Segunda Guerra Mundial los Tres Grandes habían jurado no tener más hijos. Pero, aun así, Thalia y yo habíamos nacido y ahora nos acercábamos a los dieciséis.
Thalia recordó tristemente la discusión que tuvieron las veces que estuvieron Percy y ella en el Olimpo, siempre decidiendo si debían vivir o no, como si solo fueran un par de muñecos desechables. Al menos ella notó que Poseidón no iba a entregar a su hijo tan fácil, por otra parte dolía saber que su padre si lo haría. Comprendiendo así que estaba aún más sola tras despertar de ser un árbol.
Recordé una conversación mantenida con Annabeth el año anterior. Yo le había preguntado por qué los dioses no me mataban si representaba un peligro en potencia. «A algunos dioses les gustaría matarte —me había contestado—. Pero temen ofender a Poseidón.»
—¿Por qué? —Percy había prestado atención a la lectura, miro a los dioses esperando una respuesta ¿También lo odiaban aquí? Pensaba que lo querían.
—Nadie te hará nada Percy —Jason lo tomó en sus brazos.
—Pensé que me querían —Susurro abrazando al rubio y a su tiburón de peluche.
—Claro que te quieren Percy, ellos nunca te harían nada —Aseguro su padre estirando su mano para acariciar sus negros cabellos —Nadie aquí te odia —
Pero era tarde, el niño ya no creía eso, comenzó a sollozar contra el pecho de su rubio protector, se comenzaba a creer las palabras del apestoso. Nadie lo quería a excepción de su madre y quizá su padre, este era solo un sueño, y aquí tampoco lo querían, no quieres matar a alguien si es que lo quieres.
Poseidón tuvo que levantarse y cargar a su hijo tratando de calmar su llanto. Sólo después de que Percy se calmó y se quedó quieto en su regazo la lectura pudo seguir.
¿Podía uno de los olímpicos volverse contra su hijo mestizo? ¿No sería la solución más fácil para ellos permitir que muriera? Si había dos mestizos con motivos para preocuparse por ello, éramos Thalia y yo.
Zeus tragó saliva, su hija si que se había preocupado por ello y él murió un poco por la culpa propia que sintió ¿En el futuro sería capaz de hacerle daño? Aunque tendría razones, siempre tenía que poner al Olimpo por encima de todo, él no podía ser como Poseidón. El dios de los mares era capaz de todo por sus hijos, sabía incluso que por eso es que Tritón seguía con vida, él había dado de su energía a su hijo, de no hacerlo este habría muerto.
Se comenzó a cuestionar si él haría lo mismo, si él sería tan cruel como lo fue Cronos. Se estremeció de frío con solo pensar en ese nombre. Nunca creyó ser tan mal padre como lo fue el suyo, pero estaba comenzando a creer que fue incluso peor que él y eso era demasiado.
Me pregunté si, a fin de cuentas, no tendría que haberle enviado a Poseidón aquella corbata con estampado de caracolas por el día del Padre.
—Seguro la presumió por todo lo alto, como si fuera un trofeo —Hablo Tritón más que nada recordando los regalos que alguna vez su padre recibió de sus otros hijos. Teseo se sonrojó igual que Orión y Belerofonte, ellos le habían hecho regalos a Poseidón, por supuesto no eran corbatas —Sea lo que fuera eso— pero por supuesto los habían hechos ¿También los bandereo así como decía Tritón.
—Es que son trofeos —Poseidón beso los cabellos de Percy que lucía más dormido que despierto —¿Cómo no voy a presumirlos? También lo hago con los tuyos —Fue turno de Tritón para sonrojarse.
—Aún recuerdo los pergaminos con dibujos de Teseo, eran preciosos —Arrullo Afrodita y Teseo deseo estar de vuelta en lo Elíseos —Y no es el único ¿Recuerdan las figuras de barro deformadas de Perseo? —
—Oh por los dioses —Murmuró el antiguo héroe con los colores subiendo a su rostro.
—Eso sí recuerdo, me gusta mostrar los obsequios que me mandan mis hijos, sus ofrendas —Dijo Zeus, más de uno le sonrió. Al menos eso era lo bueno, cada uno apreciaba lo que sus hijos les daban, gustaban de ser recordados.
Hestia sonreía complacida, esas pequeñas partes eran las que le agradaban de su familia, podía ser disfuncional, muy conflictiva y todo lo que quisieran, pero en el fondo se querían. Debía sacar ese fondo más al exterior.
—Habrá muertes —sentenció Quirón—. Eso lo sabemos. —¡Fantástico! —exclamó Dioniso de repente. Todos lo miramos. Él levantó la vista de las páginas de la Revista de Catadores con aire inocente—. Es que hay un nuevo lanzamiento de pinot noir. No me hagáis caso.
Los dioses rodaron los ojos, el dios del vino no les hizo caso, solo miro a su esposa, esta se dignó a mirarlo le dio una sonrisa. El creyó que por fin se le había pasado lo que tuviera, tomo su mano entre la suya y ella la apretó. Ariadna beso su mejilla y Dionisio tuvo el presentimiento de que algo estaba por salir peor en algún punto.
—Percy tiene razón —prosiguió Silena Beauregard—. Deberían ir dos campistas. —Ya veo —dijo Zoë con sarcasmo—. Y supongo que tú vas a ofrecerte voluntaria.
Afrodita le dedicó una mirada a la teniente, esta se la devolvió: —Qué mis hijas hablen no es motivo para que las ataquen, que ellas sí crean en el amor, no justifica su comportamiento.
—Calma Afrodita, que sólo están hablando, Zoë en el libro está preocupada por Artemisa, lo que le hace querer saltar contra todos porque no la dejan ir sola. Además sabes cómo son las cazadoras, no suelen llevarse con tus hijas desde aquella vez en que maldeciste a una de las suyas —Recordó Poseidón amablemente, la diosa del amor se lo quedó mirando, pero no dijo nada.
Ella sabía que Poseidón tenía la razón, más o menos desde esa época las cazadoras comenzaban a tener malos tratos con sus hijos. Muy pocas de sus hijas terminaban con ellas, no las culpa por ello, después de todo no todas sus parejas resultaban. Aún así le molestaba que atacaran a su hija en el libro, ella no había hecho nada.
Silena se sonrojó. —Yo con las cazadoras no voy a ninguna parte. ¡A mí no me mires!
Afrodita hizo una mueca, que se llevarán a una hija suya sería una receta para el desastre. Quizá un desastre mayor de como resultó en verdad la misión, porque si no comprendía mal, de por sí terminaría mal.
—¿Una hija de Afrodita que no desea que la miren? —se mofó Zoë—. ¿Qué diría vuestra madre?
Afrodita respiró hondo, lo mismo que sus hijos y las cazadoras. No querían comenzar una discusión en media sala, pero de verdad que ellos no podían estar muy cerca. No sólo era discusión de las diosas según entendían los dioses. Ellos veían como Artemisa y Afrodita siempre tenían sus altercados, ahora veían que lo pasaban también a sus hijos y seguidores.
Silena hizo ademán de levantarse, pero los hermanos Stoll la hicieron sentarse de nuevo.
—Basta ya —dijo Beckendorf, que era muy corpulento y tenía una voz resonante. No hablaba mucho, pero la gente tendía a escucharlo cuando lo hacía—. Empecemos por las cazadoras. ¿Quiénes seréis las tres?
Los hijos de Hefestos sonrieron con cariño, comprendiendo que más que nada deseaba en realidad proteger a Silena, porque la amaba. Algo dentro dolió recordando el fin de los dos. Los dioses no entendían mucho de lo que veían, esperaban entender pronto todo eso.
Zoë se puso en pie. —Yo iré, por supuesto, y me llevaré a Phoebe. Es nuestra mejor rastreadora.
Zoë le lanzó una mirada feroz a los Stoll sabiendo lo que sucedería después, estos evitaron mirarla tanto como evitaron mirar a Phoebe.
—¿Es esa chica grandota, la que disfruta dando porrazos en la cabeza? —preguntó Travis Stoll con cautela.
—Y me deben unos cuantos —Masculló entre dientes la cazadora.
Lina que estaba atrás rodó los ojos, las cazadoras eran unas puristas poco pensantes, era todo lo que creía. Sólo pensaban en ellas y que todo lo que hacían estaba bien, solo eran niñas, unas que no sabían nada de la vida. Estaba convencido/a de que igual no pasaría mucho tiempo con ellas, después de todo destruyendo al niño aquí, estaría muerto allá en el futuro siendo niño, por lo que nada de esto tendría que ocurrir y él volvería a ser un dios. Ese era su pensar.
Zoë asintió.
—¿La que me clavó dos flechas en el casco? —añadió Connor. —Sí —replicó Zoë—. ¿Por qué?
—Desde ahí debimos sospechar que no trataban nada bueno —Zoë los vio con los ojos entrecerrados, por eso no le agradaban los muchachos.
Los Stoll solo sonrieron a modo de disculpa, las cazadoras bufaron. Los que no estaban en ese momento del campamento, no entendían el porqué de esto.
—No, por nada —dijo Travis—. Es que tenemos una camiseta del almacén para ella. —Sacó una camiseta plateada donde se leía: «Artemisa, diosa de la luna-Tour de Caza de otoño 2002», y a continuación una larga lista de parques naturales—. Es un artículo de coleccionista. Le gustó mucho cuando la vio. ¿Quieres dársela tú?
—Uh, eso no suena bien —Ana hija de Venus vio con los ojos entrecerrados a los hijos de Hermes, tratando de comprender qué es lo que tramaban. Chris a su lado pasó su mano por su frente —¡Ey! —
—Te vas a arrugar como una pasa si sigues poniendo esa cara —Se burló él, pues lo cargaba así desde hace rato cuando comenzó la pelea de Zoë y Silena en el libro.
—Eso no va a pasar —Rodó los ojos y el río por lo bajo, la abrazo por los hombros.
—Claro que sí y te diré te lo dije cuando suceda —Ella bufó ante sus palabras, el río de nuevo.
Yo sabía que los Stoll tramaban algo. Siempre están igual. Pero me figuro que Zoë no los conocía tanto, porque dio un suspiro y se guardó la camiseta.
—Eso debió decirlo en voz alta —Mencionó Zoë sin despegar la vista de los Stoll que seguían sonriendo.
—De qué serviría si no le ibas a creer —Thalia le quedó mirando —Ahí no te llevabas bien, era un muchacho y yo no podía apoyarlo porque no los conocía tanto —Zoë tuvo que darle la razón de mala gana.
—Como iba diciendo, me llevaré a Phoebe conmigo. Y me gustaría que Bianca viniese también.
Hades se agarró de los brazos de su trono, sabía que su hija iría pero que se lo confirmen solo hacia que se sienta peor que antes. No le gustaba como iba a terminar todo y peor pensando en que Nico se quedaría solo.
—Tranquilo, podemos hacer algo ahora —Aseguró Perséfone susurrando a su oído y sobando sus brazos haciendo que suelte un poco el agarre —Todo estará bien —Hades asintió, quizá ahora no perdería a su hija.
Bianca se quedó patidifusa. —¿Yo? Pero... si soy nueva. No serviría para nada.—No sirvo para nada —Susurro para si misma, apenas estaban por salir en la camioneta en su tiempo y en vista de según cómo saldría todo, seguiría sin servir de nada. Ella se sentía inútil. —Lo harás muy bien —insistió Zoë—. No hay senda más provechosa para probarse una a sí misma.
—No debieron llevarla —Susurraron con un aire sombrío Hades y Nico mirando a las cazadoras.
—Mi señor por favor —Trataba de calmar la diosa a su esposo.
—¡Por favor nada! ¡Era una niña! ¡Todo era nuevo para ella! ¡Ni siquiera sabía que era mi hija o algo! ¡No debió llevarla! —Hades estalló haciendo que la tierra se sacuda con violencia y las sombras comiencen a escapar de su ropa, más de uno grito del horror viendo como tomaba su forma de tres metros.
Percy comenzó a llorar en los brazos de Poseidón asustado de la bulla y sintiendo pánico como todos los presentes. Su padre lo puso en los brazos de Jason que estaba a resguardo de Anfitrite, Tritón y todos los hermanos de Percy.
—¡Hades! —Poseidón también creció tres metros y algo más, tomó los hombros del dios, el agua comenzó a recorrer el cuerpo del otro —Esto no va a solucionar nada, hacer un berrinche Olímpico no va a evitar que la lleven, pero leer los libros si —Aseguró manteniendo el agarre y mirando a su hermano a los ojos.
—Ella… ella va a… es mi hija Poseidón —Susurró aún con enojo mirando al otro a los ojos.
—Lo sé y por eso te pido que te calmes, que vuelvas a tu asiento, para que leamos. Evitaremos todo Hades, ahora que tenemos permitido hacerlo —Hades bajo la guardia y volvieron a su tamaño humano.
Nico que estaba con los otros protegiendo a los campistas comenzó que pensar con algo de celos ¿Si el hubiese sido quien estuvo ahí su padre habría actuado igual? Sacudió la cabeza, probablemente no, fue la respuesta de su mente y eso lo hirió un poco. Si el reacciono así, es porque era Bianca, el no importaba. Se sentó de nuevo cuando los dioses arreglaron el lugar y recogió las piernas contra su pecho.
—¿Estas bien sombritas? —Nico gruño ante el apodo, pero no levantó la cabeza para ver a Will, no quería saber de nada.
Bianca cerró la boca. Yo la compadecí. Me acordaba de mi primera búsqueda cuando tenía doce años. Había tenido todo el tiempo la sensación de no estar preparado.
—Es que no lo estaba —Murmuró Belerofonte viendo a Percy, estaba aún medio llorando ahora en el regazo de su padre. Poseidón solo acariciaba su cabello mientras veía el libro, de vez en cuando daba besos en su frente.
Me sentía honrado, pero también algo resentido y muerto de miedo. Imaginé que esos mismos sentimientos eran los que le rondaban ahora a Bianca.
—Bastante parecidos —Murmuró para si Bianca, se abrazó a si misma. Ver la reacción de su padre le hizo sentir extraña, cuánto habría deseado que hiciera algo así en su tiempo, al menos un mensaje, una señal, pero no hubo nada. Solo sueños que no llego a comprender ¿Esa era su señal? ¿O era otra cosa?
—¿Y del campamento? —preguntó Quirón. Nuestras miradas se encontraron, pero yo no sabía qué estaba pensando.
Quirón sabía de alguna forma que Percy acabaría involucrado en la misión, aunque el no lo quisiera ahí, lo mismo que Thalia. La verdad a ninguno de los dos los veía listos para emprender cualquier misión.
—¡Yo! —Grover se puso en pie tan bruscamente que chocó con la mesa. Se sacudió del regazo las migas de las galletas y los restos de las pelotas de ping pong—. ¡Estoy dispuesto a todo con tal de ayudar a Annabeth!
La rubia lo vio con la ceja alzada en son de ¿Seguro que es por eso? El sátiro desvió la mirada, no estaba seguro ahora de porque tenía tanto interés, quizá era un poco de todo, estar con las cazadoras, demostrar que era valiente, ver a Artemisa, buscar a Pan y un poco de salvar a Annabeth.
Zoë arrugó la nariz. —Creo que no, sátiro. Tú ni siquiera eres un mestizo.
—Pero es un campista —terció Thalia—. Posee el instinto de un sátiro y también la magia de los bosques. ¿Ya sabes tocar una canción de rastreo, Grover? —¡Por supuesto!
—¿Pueden hacer eso? —Preguntó un legado de Aquilon mirando al sátiro.
—Si, eso y mucho más, en serio hay que hablar con los faunos —Se quejó Grover ¿Cómo era posible que no supieran que ellos podían hacer eso? Era obvio que los Faunos no hacían un buen trabajo.
Zoë vaciló. Yo no sabía qué era una canción de rastreo, pero, por lo visto, ella lo consideraba algo útil.
—Lo son amigo, lo son —Grover miro lastimeramente la lata que sostenía en su mano. Había tocado todas las canciones de rastreo que sabía buscando a Percy y ninguna le había resultado, y justo cuando lo encuentra, lo vuelve a perder ¿Por qué Tique los quería tan poco? El no merecía eso, su amigo debía ser feliz.
—Muy bien —dijo Zoë—. ¿Y el segundo campista?
—Iré yo. —Thalia se levantó y miró alrededor, como desafiando cualquier objeción por anticipado.
Zeus sintió una punzada en su interior, ella de verdad estaba desafiando a todos que que dijeran lo contrario, quería demostrar que era mejor, pero la culpa y la preocupación por la aprobación, la estaba carcomiendo por dentro. Que su hija quiera llamar la atención, quiera un lugar, quiera aceptada, se estaba transformando en un dolor punzante en su interior.
Hera por su parte a pesar de estar recibiendo los malos sentimientos de Percy, en especial preocupación, bastantes celos y más, estaba tranquila. Ella podía manejarlo y lo hacía, estaba acostumbrada a estos sentimientos después de tantos años de aguantar a Zeus y sus conquistas. Así que su mente seguía fría y calculadora, planeando su siguiente movimiento.
En fin, sé que mis dotes matemáticas no son óptimas, pero caí en la cuenta de que habíamos llegado a cinco y yo no estaba en el grupo.
—Eh, eh, alto ahí —dije—. Yo también quiero ir.
—¿Por qué Percy? ¿Por qué? —Se lamento Poseidón acariciando el cabello de su adormilado hijo.
—Porque hay que salvar a la princesa —Respondió dando un bostezo y frotando sus ojos, llorar lo cansaba, observó a su padre con expresión cansada.
—Duerme —Beso su cabello y lo acomodo en sus piernas para que duerma, el niño cerró los ojos quedando dormido al instante. Poseidón siguió leyendo.
Thalia permaneció en silencio. Quirón seguía estudiándome con ojos tristes.
—¡Oh! —exclamó Grover, advirtiendo de pronto el problema—. ¡Claro! Se me había olvidado. Percy tiene que ir. Yo no pretendía... Me quedaré aquí. Percy irá en mi lugar.
—No, también tenía que ir el sátiro —Frunció el ceño Julie hija de Mercurio sintiendo que el tenia que estar ahí —Me parece que era imperativo que este, porque como dijeron debían estar todos los presentes cuando estaba la momia oráculo, eso quiere decir que eran los que estaban más cerca del río, ahí no solo habían mestizos y cazadoras, también los sátiros —Razonó ella y más de una se le quedó mirando —¿Qué? ¿Dije algo mal? —
—No, pero nos sorprende que usaras tu cabeza para algo más que para jugar bromas —Hablo Mary hija de Fortuna mirándole con los ojos muy abiertos, Julie se sonrojó y luego le pego.
—Se pensar para mucho más que para hacer bromas —Se defendió virando el rostro, la otra río igual que los demás.
—No puede —refunfuñó Zoë—. Es un chico. No voy a permitir que mis cazadoras viajen con un chico.
—Viajo con ustedes en el bus —Recordó con amabilidad Frank, Zoë abrió la boca para decir algo pero la cerró de nuevo y sólo sonrió, esperando que el nuevo rey siga leyendo.
—Has viajado hasta aquí conmigo —le recordé.
—¡Oh no, hemos perdido a Frank! —Hazel puso cara de circunstancias y los demás reían del rostro sonrojado de Frank y sus ojos abiertos como si fuera un venado al que lo acababan de deslumbrar un par de faroles de auto.
Hasta Nico que estaba aún recogido en si mismo comenzó a reír despacio levantado un poco la vista de sus rodillas.
—Era tan joven, pero bueh tendré que conseguirle nuevo novio a Hazel —Bromeó el hijo de Hades y Hazel lo empujó ligeramente causando más risas de los presentes pues ahora estaba roja.
—No pues, gracias por recordarme que mi niña sale con ese engendro de la guerra —Hades fingió molestia ante el recuerdo. Sabía que este era un intento de los demás por tranquilizar la situación que el provocará antes.
—¡Papá! —Reclamó Hazel aún más roja, quizá de vergüenza, quizá de enojo, no era posible saberlo.
—Déjalos Hades, total no es como a su edad tú no hubieses estado con algún engendro —Soltó Demeter y el otro le vio con horror —Se enamoraba de cada esqueleto que padre se tragaba —
—¡No me enamoraba! —Reclamo Hades viendo a su hermana mientras los otros reían, los hijos de él hacían una mueca de asco —Simplemente me parecían fascinantes el tiempo de duración que tenían —
—¿Para saber cuánto iba a durar su romance? —Cuestiono Perséfone sonriendo cuando se ganó una mirada molesta de su esposo.
—Viéndolo así, mi hija tenía las de ganar, ella al menos tenía carne encima de los huesos y estaba viva —Demeter sonrió cuando su hija soltó un ¡Mamá! Era divertido molestar a los dos en este momento —¿Qué? Es verdad, fuiste y eres la mejor cosa que pudo conseguir, bonita, con pulso, con carne en los huesos, el mejor partido —Perséfone moría de la vergüenza.
Poseidón decidió salvar y continuó la lectura.
—Eso fue una situación de emergencia, por un corto trayecto y siguiendo instrucciones de la diosa. Pero no voy a cruzar el país desafiando multitud de peligros en compañía de un chico.
—Ni que tuviera la peste, es prácticamente un niño —Soltó por lo bajo Aquiles mirando el suelo, recordó que se suponía su hijo fue a la guerra de troya también. Lo que sucedió con este era incierto, porque se suponía que ayudó en la guerra, la mayoría de los de ahí llegaron con él, pero lo que se contaba de su hijo nunca fue bueno. Su madre lo había envenenado. El rubio comenzaba a pensar en él hubiera, quizá si su hijo hubiese estado con él podría conocerlo. La idea de que Patroclo hubiese cuidado de su hijo como Belerofonte hacía en algunos momentos con Percy, le hizo sentir un calor en el pecho.
—¿Y Grover? —pregunté.
Ella meneó la cabeza. —El no cuenta. Es un sátiro. No es un chico, técnicamente. —¡Eh, eh! —protestó Grover.
—Eres un ser de la naturaleza, no cuentas como un mestizo, o como un chico. —Hablo Artemisa viendo como Apolo seguía con la mirada en Percy que dormía en el regazo de su padre, en cuanto él se enterara seguro estaría peor que antes.
—Si, ya lo sé señora —Grover parecía en una nube unos segundos y al otro caía al suelo, repitiendo que él tenía a Enebro.
—Tengo que ir —insistí—. He de participar en esta búsqueda.
—¿Por qué? —replicó Zoë—. ¿Por vuestra estimada Annabeth? Noté que me ruborizaba. No soportaba que todos me estuvieran mirando.
—El tuvo sueños de dónde yo estaba, era su misión, terminaría en ella tanto como si lo querían en ella, o no —Annabeth hablo y se llevó la mano a la cabeza, aún tenía las imágenes de ese lugar, lo malo es que todo era confuso ¿Qué era ese lugar y por qué le daba tanto miedo? Había intentado no pensar en ello, en mandarlo hasta atrás en su mente, pero regresaba aún. Se estremeció, sin embargo pronto sintió alguien frotar su espalda.
—¿Estas bien? —Annabeth apretó los labios y asintió a la pregunta de Piper, deseo que fuera Percy quien esté ahí a su lado ¿Dónde estaba su sesos de alga? Volvió a fingir que nada le pasaba.
—¡No! O sea... en parte sí. Sencillamente, siento que debo ir.
—Su sentimiento era el correcto —Anfitrite no lo pregunto, lo afirmo, viendo en cuantos problemas se metería el hijo de su esposo. Acarició con cuidado el cabello del niño que dormía con placidez en el regazo de su esposo.
Nadie se alzó en mi defensa. El señor D, aún con su revista, parecía aburrirse. Silena, los hermanos Stoll y Beckendorf no levantaban la vista de la mesa. Bianca me dirigió una mirada compasiva.
—Era preferible que no fuera si ya iba Thalia —Dijo el centauro viendo las miradas de algunos —Después de lo del captura la bandera —
La teniente de las cazadoras nuevas solo jugaba distraída con su flecha, no queriendo ver a nadie. Bianca se sonrojó, pensaba que Percy no se había dado cuenta de que lo veía.
—No —se empecinó Zoë—. Insisto. Me llevaré a un sátiro si es necesario, pero no a un héroe varón.
—Pues estimo que el héroe varón fue de ayuda —Se mofo Ares jugando con un cuchillo de caza en su mano. Ni Zoë, ni Thalia dijeron nada, no querían darle la razón a él, aunque la tuviera. Sin Percy ahí era probable que todos murieran, porque los zombies habrían ido tras todos, o que el León se los comiera.
Quirón soltó un suspiro. —La búsqueda se emprende por Artemisa. Las cazadoras tienen derecho a aprobar o vetar a sus acompañantes.
—Si el fue vetado ¿Cómo es que fue a la misión? Porque es seguro que fue —Hablo Dakota mirando al centauro, este solo nego con la cabeza y señaló al libro como respuesta.
Los oídos me zumbaban cuando volví a sentarme. Sabía que Grover y algunos más me observaban compadecidos, pero yo no podía mirarlos a los ojos. Permanecí allí sentado hasta que Quirón dio por terminado el consejo.
Hera medio gruño haciendo que se notara su existencia, podía sentir la vergüenza del muchacho al verse excluido de la misión, también el enojo por lo mismo, casi no podía controlarse a sí misma en este momento. Pero lo hacía y no dejó notar nada más a parte del gruñido.
—Que así sea —concluyó—. Thalia y Grover irán con Zoë, Bianca y Febe. Saldréis al amanecer. Y que los dioses —miró a Dioniso—, incluidos los presentes, espero, os acompañen.
—Lo dudo —Murmuró Atenea, sabiendo que por lo general Dioniso lo último que quería es supervisar a un montón de semidioses, siempre había sido así, los héroes no eran de su agrado. Aunque si veía a uno que era muy probable que se meta en la misión, a pesar de que estaba seguro de que le dijeron que se mantuviera al margen. Apolo.
* * *
No me presenté a cenar aquella noche, lo cual fue un error, porque Quirón y Grover vinieron luego a buscarme.
—¡Lo siento, Percy! —dijo Grover, sentándose en la cama a mi lado—. No sabía que ellas... que tú... ¡De verdad!
—En serio lo lamentaba —Murmuró Grover suspirando.
—Pobrecillo perderse la cena con tal de no ver más miradas compasivas —Hestia suspiro y miro al niño que parecía ya despertar en los brazos de Poseidón y quedarse mirando a su padre con los ojitos entrecerrados.
Comenzó a gimotear y pensé que si no lo animaba un poco, o bien se pondría a sollozar a gritos o bien empezaría a mordisquear mi colchón. Tiene tendencia a comerse los objetos domésticos cuando está disgustado.
—Ya lo notamos —Dijeron más de uno viendo que ya faltaba un trozo a la sillón donde estaba sentado, el sátiro de sonrojó hasta las orejas.
—No importa —mentí—. De verdad. Está todo bien.
—Lo sentí, pero me lo guardé, no nos servía a ninguno de los dos decir la verdad —Grover se sentía incómodo recordando todo eso.
Le temblaba el labio.
—Ni siquiera pensaba... Estaba tan concentrado en la idea de ayudar a Artemisa. Pero prometo que buscaré a Annabeth por todas partes. Si me es posible encontrarla, la encontraré.
Afrodita sonrió con simpatía al sátiro, no había mentido diciendo que le agradaba como todos tenían sus prioridades, pero más le fascinaba como Percy insistía en buscar a Annabeth. Era encantador como se preocupaba por ella.
Asentí y procuré no prestar atención al cráter que sentía abrirse en mi pecho.
—Awwwww es tan lindo —Chilló un poco Afrodita y luego miro a Percy que tenia su mirada en ella y arrullo más —Tu eres muy lindo —
—¿yo? —Percy se sonrojó mucho y negó con la cabeza —No soy lindo —Volvió a sacudir su cabeza haciendo a todos sonreír.
—Eres lindo, muy lindo. Casi tanto como yo —Teseo le guiñó un ojo haciendo que el niño ría.
—Teseo es muy lindo —Hylla escucho a Perseo susurrar eso y sólo se quedo confundida.
—Grover —dijo Quirón—, ¿me dejas hablar un momento con Percy? —Claro —repuso.
Quirón aguardó. —Ah —dijo Grover—. Solos, quieres decir. Por supuesto, Quirón. —Me miró desconsolado—. ¿Lo ves? Nadie necesita a una cabra.
Más de uno río ante esto, el sátiro solo se sonrojó y Quirón negó con la cabeza sonriendo.
Salió trotando al tiempo que se limpiaba la nariz con la manga.
Quirón suspiró y flexionó sus patas de caballo.
—Percy, yo no pretendo comprender las profecías. —Ya. Quizá porque no tienen ningún sentido.
—Claro que lo tienen, sólo que hay que analizarlas para saber lo que quieren decir —Apolo sonó un poco indignado de que digan que sus profecias no tenían sentido.
—¿Lo siento? —Se disculpó Percy mirando al Dios, el niño sentía que todo lo que hacia o decía en este sueño ahora estaba mal.
—Oh no, no has hecho nada malo —Se apresuro a decir Apolo arrepintiendose de hacer sentir mal al niño —No tienes porque disculparte —Percy no dijo nada, pero se notaba que aún estaba mal por lo de su yo del libro. El dios del sol quería golpearse la divina cara, hacer sentir mal al niño era lo último que deseaba.
El observó la fuente que gorgoteaba en el rincón.
—Thalia no habría sido la persona que yo hubiese elegido en primer lugar. Es demasiado impetuosa, actúa sin pensar. Se muestra demasiado segura de sí misma.
Thalia saltó al oír su nombre y se sonrojó viendo como más de uno asentía a lo que decía el centauro. Se movió incómoda entre las cazadoras, bueno, que solo era una adolescente tratando de adaptarse a todo, no podían culparla por ser así. Su mente se había quedado en los doce años, donde todo lo hacía por su cuenta y las únicas vidas que dependían de ella, eran Luke y Annabeth. Y ahora le habían dicho que todo ese campamento requería de ella, ni siquiera podía con su vida y le dijeron que tenía que ver por la de un montón de adolescentes que ni conocía, tratar de adaptarse a un mundo nuevo para ella y eso sin incluir la pesada profecía que se cernía sobre su cabeza.
Fue demasiado, así que solo intentaba hacer lo mejor podía queriendo demostrar que valía para lo que la requerían. Que ella era una digna hija de Zeus y quizá así conseguir que le miraran, que el dijera que estaba bien que ella naciera. Por eso actuaba así.
—¿Me habrías elegido a mí? —Sinceramente, no. Tú y Thalia sois muy parecidos. —Muchas gracias.
—Muchas gracias también de mi parte —Thalia hizo una mueca, el centauro solo sonrió y negó con la cabeza. Ninguno de los dos admitiría jamás que se parecían, aunque se llevaran bien ahora, ninguno diría eso.
El sonrió. —La diferencia estriba en que tú estás menos seguro de ti mismo. Lo cual puede ser bueno o malo. Pero de una cosa estoy seguro: los dos juntos seríais una combinación peligrosa.
—Bastante ya demostraron eso en el arroyo —Dijo una chica de Mercurio recordando la pelea que tuvieron en el captura la bandera.
—No me quiero imaginar como serían los dos de misión —Susurro un hijo de Marte, imaginando que todo estallaría por los aires.
—Sabríamos controlarlo. —¿Como esta noche en el arroyo? No respondí. Me había pillado.
Más de uno río, era muy evidente que ninguno de los dos sabría controlarlo, aunque no iban a estar solos exactamente, sin embargo, dudaban de que alguien los pudiera detener si se ponían en el mismo plan que en el arrollo.
—Quizá lo mejor sea que vuelvas con tu madre para pasar las vacaciones —añadió—. Si te necesitamos, te llamaremos. —Ya —dije—. Quizá sí.
—Me da la impresión de que no hizo eso —Tritón miro a su padre, el ya tenía cara de resignación de que su hijo no se iría a casa —El estará bien papá —Su padre lo miro y luego a Percy.
—Tu no irás de misión ¿verdad? Siempre estarás seguro ¿verdad? —Le hizo cosquillas al niño haciéndole reír —Papá te va tener a salvo —Beso su frente, el niño solo le quedo mirando sin entender demasiado, pero asintió y lo abrazó.
—Ser consentido va a ser uno de los problemas de Percy —Murmuro Hestia negando con la cabeza.
Saqué del bolsillo a Contracorriente y lo dejé en la mesilla. Por lo visto, no tendría que usarlo para nada, salvo para escribir felicitaciones de Navidad. Al ver el bolígrafo, Quirón hizo una mueca.
—No me extraña que Zoë no quiera tenerte cerca. Al menos mientras lleves esa arma encima.
—Porque tiene su historia —Murmuró Lina mirando de reojo a Zoë que le daba una mala mirada de momentos. Los dos sabían bien esa historia y lo mal que terminaba para uno de los dos.
No comprendí a qué se refería. Entonces recordé algo que me había dicho mucho tiempo atrás, cuando me entregó aquella espada mágica: «Tiene una larga y trágica historia que no hace falta contar.»
—Quizá si debía saberla —Dijo un chico de la tercera cohorte y más de uno se preguntaba cual sería esa historia.
Iba a preguntarle por aquella historia, cuando él sacó un dracma de oro de su alforja y me lo lanzó.
—Llama a tu madre —dijo—. Avísala de que irás a casa por la mañana. Ah, y por si te interesa... Estuve a punto de ofrecerme yo mismo como voluntario. Habría ido de no ser por el último verso: «Uno perecerá por mano paterna.»
Zoë apretó los labios, ella había aceptado su destino con esa parte de la profecía, estaba consciente de que sería ella, sabia que los demás no tendrían que ver con ese verso. Lo que le preocupaba más en ese momento en el libro era eso de que uno sobreviviria a la maldición del titán, y si seria ella para después morir a manos de su padre, tristemente fue otro quien sobrevivió y más triste, es que sus temores fueron reales.
No hacía falta que me lo aclarase. Sabía que su padre era Cronos, el malvado señor de los titanes. Aquel verso habría encajado perfectamente si Quirón hubiera participado en la búsqueda. A Cronos no le importaba nadie, ni siquiera sus propios hijos.
—Y hay otros que siguen su ejemplo —Soltó sin poder detenerse Ares, aburrido de todo mirando a su padre ahora hecho semidios. Este no dijo nada, sabía que su hijo solo estaba provocándole, además de decirle una gran verdad, el se preocupaba muy poco por sus hijos, no les demostraba importancia.
—Quirón, tú sabes en qué consiste esta maldición del titán, ¿verdad?
Su rostro se ensombreció.—Tenia el sentimiento de cual era, pero decirlo solo iba a empeorar todo —Quirón miro a los dioses, Poseidón sólo seguía mirando el libro y Percy estaba jugando sin mirar a nadie.
Hizo una garra con tres dedos sobre su corazón y la desplazó hacia fuera, como si apartara algo de sí: un gesto antiguo para ahuyentar los males.
—Va a necesitar más que eso para protegerse —Hizo una mueca Michael hijo de Venus, miro a un lado. Lejos estaba Octavian con los ojos entrecerrados clavados en el suelo, el ceño fruncido en concentración ¿Qué era lo que le tenia tan concentrado? Esperaba que fuera algo bueno. Después de todo, Octavian era como su padrino en el Campamento Júpiter, así que esperaba que demostrara que podía llegar a ser bueno y no querer la guerra, en serio ya no deseaba seguir sus pasos por más que fuera su padrino.
—Esperemos que la profecía no signifique lo que pienso. Bien, Percy, buenas noches. Ya llegará tu hora. De eso estoy convencido. No hace falta precipitarse.
—Lástima que si significa eso —Se lamentaron por lo bajo los que estaban en esa misión.
Había dicho «tu hora», igual que hace la gente cuando se refiere a «tu muerte». No sabía si lo había dicho en ese sentido, pero viendo su expresión preferí no preguntar.
—No lo dije en ese sentido —Se apresuro a decir el entrenador de héroes sintiendo la mirada de todos encima suyo.
* * *
Permanecí junto a la fuente de agua salada, manoseando la moneda que Quirón me había dado y tratando de imaginar qué iba a decirle a mamá. La verdad era que no me apetecía oír a otro adulto explicándome que no hacer nada era lo mejor que podía hacer. Pero, por otra parte, pensé que mi madre se merecía que la pusiera al corriente de todo.
—Su madre sabrá lo que es mejor hacer —Justifico Demeter —Y no creo que ella lo vaya a detener —Miro a Poseidón y este suspiro.
—Por lo poco que hablan de ella y si conoce a su hijo lo suficiente, sabrá que el no querra quedarse quieto, así que lo mejor sería resignarse y dejar que el vaya de misión —Poseidón miro a su hermana con resignación —Pero tu no vas a hacer eso, no, claro que no. —Le hizo cosquillas a Percy que estaba ahora molestando a Jason y a Teseo desde su lugar. Siguió leyendo.
Finalmente, respiré hondo y arrojé la moneda.
—Oh, diosa, acepta mi ofrenda. La niebla tembló. Con la luz del baño bastaba para formar un tenue arco iris.
—Muéstrame a Sally Jackson —pedí—. En el Upper East Side, Manhattan. Entonces en la niebla se dibujó una escena inesperada. Mi madre estaba sentada a la mesa de la cocina con... con un tipo.
—¿Un tipo? —Los celos en la voz de Poseidón al interrumpirse eran demasiado notorios.
—¿Mami conversa con alguien? —Percy miro con atención el libro —Lee papá —
—Claro que si Percy —Le dio una mala mirada a Apolo, que sonreía inocente, mientras seguía leyendo.
Y se desgañitaban de risa. Había un montón de libros de texto entre los dos. El hombre tendría, no sé, treinta y pico. Llevaba el pelo entrecano bastante largo y vestía chaqueta marrón y camiseta negra. Tenía pinta de actor: la clase de tipo que interpreta a un agente secreto en la tele.
—Suena como un buen tipo —Anfitrite soltó una risita viendo como Poseidón luchaba por no gruñir con su hijo tan cerca y que el pequeño estaba tan atento a la lectura.
Me quedé demasiado estupefacto para articular palabra. Por suerte, ellos estaban muy ocupados riéndose para reparar en el mensaje Iris.
Más de una arrullo y chillo emocionado de que ella este así con alguien, las cazadoras hicieron una mueca, otros solo negaron con la cabeza.
—Eres la monda, Sally —dijo el tipo—. ¿Quieres más vino? —Uy, no debería. Sírvete tú si quieres.
—Mamá suena feliz —Percy miraba el libro con una sonrisa. Le gustaba saber que estaba feliz. Poseidón por su parte sólo hacia una mueca, claro que quería que ella fuera feliz, pero escuchar que estaba con otro tipo, uh, mejor siguió leyendo.
—Antes será mejor que vaya al cuarto de baño. ¿Puedo?
—Al fondo del pasillo —le indicó ella, conteniendo la risa.
—Hasta aquí siento el amor —Afrodita río con la cara amarga de Poseidón.
—Ella rie, me gusta cuando ríe —Percy sonreía, su padre solo se tragó su amargura y siguió leyendo, su niño era feliz por ella, no podía negarle que lo sea.
El actorcillo sonrió, se levantó y salió de la cocina.
—¡Mamá! —dije. Ella dio un respingo tan brusco que poco le faltó para derribar los libros. Finalmente, me vio.
—Los celos de Percy también se sienten hasta aquí —Annabeth se río un poco negando con la cabeza, era normal, era su madre y solo quería que nada malo le pase.
—¡Percy, cariño! ¿Va todo bien?
—¿Qué estás haciendo? —le pregunté. Ella pestañeó. —Los deberes —contestó. Y entonces pareció comprender mi expresión—. Ah, cariño... Es Paul, digo... el señor Blofis. Está en mi taller de escritura.
—¿Besugofish? —Pregunto Percy ladeando la cabeza mirando el libro, los demás rieron de eso. Su padre solo acarició su cabello.
—¿El señor Besugoflish? —Blofis. Volverá en un minuto. Cuéntame qué pasa.
—Una lastima, me gusta el besugo —Lamento el dios de los mares, Annabeth y Nico rieron por lo bajo, Percy les contó sobre eso tiempo después, su padre había conocido a Paul y había dicho algo parecido, estaba visto que seguiría siendo lo mismo.
Siempre que ocurría algo, ella lo adivinaba en el acto. Le conté lo de Annabeth. También lo demás, claro, pero sobre todo le hablé de Annabeth. Mi madre contuvo las lágrimas, y lo hizo por mí. —Oh, Percy…
—Ella es una excelente madre —Concordaron la mayoría de los presentes, excepto quizá Hera semidiosa que solo pensaba que ella era mejor, ya verían todos, pero no ahora.
—Ya. Y todos me dicen que no puedo hacer nada. Así que voy a volver a casa.
Ella empezó a juguetear con el lápiz.
—Percy, por muchas ganas que tenga de verte —dijo con un suspiro, como arrepintiéndose ya de lo que me estaba diciendo—, por mucho que desee que permanezcas a salvo, quiero que comprendas una cosa: has de hacer lo que tú creas que debes hacer.
—Excelente madre que lo manda de misión —Mascullo entre dientes Hera, ganándose una mirada de Zeus y Atenea.
—No es que lo este mandando de misión, ella quiere que simplemente sabe que cualquier cosa que elija, ella lo seguirá apoyando y que sabe lo importante que es la chica para él, esta dejándole en libertad. Como la buena madre que es —Atenea hablo en voz baja y luego apretó los labios mirando al frente, sentía que ya había hablado así antes, solo que lo había olvidado y que por eso no podía aplicarlo con sus propios hijos.
Zeus y Hera solo la miraron, no dijeron nada, pero Zeus si que pensaba que ella tenía razón una vez más, ellos no podían decidir por los hijos por mucho que doliera, ellos solo podían aconsejar y aceptar las decisiones que ellos tomen. Algo a lo que mayormente ellos no le daban importancia, muchac veces ni les dejaban hablar, como en esas aburridísimas reuniones donde solo hablaba Zeus el noventa y cinco por ciento del tiempo. Se sintió un poco avergonzado.
Me la quedé mirando. —¿Qué quieres decir?
—Bueno... ¿de verdad crees, en el fondo de tu corazón, que tienes que ayudar a salvarla? ¿Crees que eso es lo que debes hacer? Porque si una cosa sé de ti, Percy, es que tu corazón no se equivoca. Escúchalo. —¿Me estás diciendo... que vaya?
—Mamá quiere que sea el caballero de la princesa —Percy estaba emocionado de que su madre confiara en el así y Annabeth no podía estar más roja de la vergüenza, todos por lo bajo la miraban murmurando princesa. —¡Iré a su rescate! —
—Claro que si, mientras papá muere de un infarto —Orión se levantó a sacar de ahí a Percy, su padre parecía que ya mismo le daba algo por como apretaba el libro.
—Pero ¡La salvare! —Grito con emoción, los demás rieron de la vergüenza de Annabeth que solo podía sonreír.
—Si, lo harás —Poseidón trataba de calmarse para seguir leyendo.
Ella frunció los labios.
—Lo que digo es que... bien, que ya eres mayor para que te diga lo que tienes que hacer. Lo que digo es que te apoyaré incluso si decides hacer algo que entrañe peligro. Oh, no puedo creer que esté diciéndote esto...
—Mamá…
—Para las madres siempre será difícil eso, no importa cuánto crezcan, un padre y una madre, no dejarán de preocuparse —Dijo Perseo recordando a su propia madre y lo preocupada que estaba cuando salió a su misión, una que solo tuvo por su propio orgullo y ansia de demostrar poder.
Se oyó la cisterna del lavabo. —No tengo mucho tiempo —se apresuró a decir—. Percy, decidas lo que decidas, te quiero. Y sé que harás lo mejor para Annabeth.
—¿Cómo puedes estar tan segura? —Porque ella haría lo mismo por ti.
—Ella tiene razón —Annabeth lamió sus labios —Haría lo que fuera por Percy —Aunque claro ella sabía que en ese entonces nunca habría admitido eso.
Dicho lo cual, se despidió de mí con la mano mientras la niebla se disolvía, dejándome con una última imagen de su nuevo amigo, el señor Besugoflis, que regresaba sonriente.
—Ese señor suena bien, hace reír a mamá —Los hermanos de Percy solo revolvieron su cabello mientras lo dejaban jugar con Jason.
* * *
No recuerdo cuándo me dormí, pero sí recuerdo el sueño.
—Odiamos esos sueños —Se quejo más de uno, los de Percy le daban mas terror. Atenea cambió una mirada con Zeus, este apretó la mano de ella, tenían ya el sentimiento de que iría el sueño, no sería un bonito paseo eso podían apostarlo.
Me encontraba otra vez en la cueva. El techo se cernía muy bajo sobre mi cabeza. Annabeth permanecía arrodillada bajo el peso de una masa oscura que parecía un enorme montón de rocas.
Atenea sintió que su espalda se rompía, que el aire apenas y le llegaba a sus pulmones, sus piernas temblaban. Estaba segura que de no estar sentada habría caído al suelo sin más. El dolor era inmenso, sus músculos protestaban desde su lugar, era horrible y eso que no lo estaba cargando directamente.
Estaba demasiado cansada para pedir socorro. Le temblaban las piernas. En cualquier momento se le agotarían las fuerzas y el techo de la caverna se desplomaría sobre ella.
Atenea se atrevió levantar la mirada con mucho esfuerzo viendo a su hija ¿Cómo es que ella había resistido eso? De verdad era muy poderosa para hacerlo, de no se así estaba segura que habría muerto pronto.
—¿Cómo sigue nuestra invitada mortal? —retumbaba una voz masculina.
Más de uno contuvo un escalofrío pensando en de quién sería esa voz, no querían imaginar como se oiría en la voz del titán, solo la estaban oyendo de Poseidón, sería peor de oirla de su dueño ¿Cómo es que Percy no renunciaba a dormir? El simplemente seguía haciéndolo como si las pesadillas no le aterraran, es más ellos ni sabían que sus sueños eran así hasta estos libros. Algunos solo tenían ideas sobre lo poco que contaba, pero leerlos tan descriptivos no era lo mismo.
No era Cronos. La voz de Cronos era chirriante y metálica como un cuchillo arañando una pared de piedra. Yo la había oído muchas veces en sueños mofándose de mí. No: esta voz era más grave, como el sonido de un bajo. Y tan potente que hacía vibrar el suelo.
—Hasta sabe diferenciarlas —Se estremeció Apolo ¿Cuanto tiene que escuchar uno una voz para diferenciarle de otras? No lo sabia, pero sospechaba que no serían pocas veces.
Luke no pudo evitar hacer una mueca y llevarse las manos a la cabeza, el también reconocía la voz de Cronos y ahora el recuerdo de esta lo estaba molestando, era como si aún lo tuviera ahí, como si pudiera oírle en cualquier momento. El terror recorrió su cuerpo como la electricidad y solo pudo abrazarse a sí mismo intentando que todo pare.
Luke surgía de las tinieblas. Se acercaba corriendo a Annabeth y se arrodillaba a su lado.
—Soy un idiota —Restrego su rostro con sus manos en son de frustración, no comprendía que le pasaba en el libro ¿Es que se volvía más estupido a cada página? O quizá… Esa idea le aterro aún más, aunque era la mas probable: Cronos lo controlaba cada vez más y más.
Luego se volvía hacia la voz. —Se le están acabando las fuerzas. Hemos de darnos prisa.
El muy hipócrita. Como si le importase lo que fuera a pasarle.
—Si me importa —La voz de Luke sonó rota y bastante alta, todos se le quedaron mirando.
—Pues no lo demostrabas demasiado ¡La pusiste ahí con engaños! ¡Casi muere por tu culpa! —Thalia saltó, sus manos emanaban electricidad y sus puños estaban blancos de tanto que los apretaba.
—¡Estoy seguro que aún me importaba! ¡Y que yo no quería ponerla ahí! —Brinco Luke de su asiento enfrentándose a la chica —¡Es como mi hermana! —
—Pues se ve que no la querías demasiado —Siseó Thalia con furia y Luke apretó la daga que tenía en sus manos en este momento.
—No era yo en ese momento, lo sabes Thalia.
—Solo se que nos dejaste por ti mismo y el poder —Ella lo miro con frialdad, la electricidad crepitaba por todo el cuerpo de ella.
—No quería eso ¡Buscaba algo mejor! —Azoto su pie contra el suelo, el aire se levantó.
—¡Basta! —Annabeth estaba en el medio de los dos —Se fueron a sentar los dos, están comportándose peor que niños de cinco años —
—El casi acaba contigo en más de una ocasión ¿Cómo puedes defenderlo? —Acuso Thalia con fiereza, como sacando algo que tenía dentro desde hace mucho.
—Porque todos cometemos errores y el estaba bajo la influencia de alguien más, tu misma deberías saber eso —Devolvio ella y Thalia solo trago saliva calmandose ¿Ella lo sabía? ¿Ella sabia que también estuvo a punto de caer? —Ahora sentarse los dos, asustan a los más pequeños —Señalo a los campistas menores, a excepción de Harley que parecía mas que encantado viendo la pelea.
De mala gana, los dos obedecieron, aunque Luke ahora quería saber como es que Thalia sabia de eso, no podía preguntar ahora.
La voz emitía una breve risotada. Era alguien que se ocultaba en las sombras, en el límite de mi campo visual. Una mano rechoncha empujaba a una chica hacia la luz. Era Artemisa, con las manos y los pies atados con cadenas de bronce celestial.
Apolo fijo su vista en su hermana y ahí se quedó, ella le preocupaba demasiado en el libro. Artemisa solo le dio una sonrisa ligera, de estaré bien, una en la que el Dios del sol ya no creía demasiado.
Yo sofocaba un grito. Tenía su vestido plateado hecho jirones, y la cara y los brazos llenos de cortes. Sangraba icor, la sangre dorada de los dioses.
Apolo vio a Artemisa con horror, se la podía imaginar así, también sofocó un grito contra sus manos.
Zeus compró sus sospechas de que sentiría todo lo de sus hijas, no solo Thalia, también Artemisa. Lo que solo le ponía tenso, sospechaba que el dolor que sentía no era lo peor que sucedería, sentía los Cortes a pesar de no estar ahí, como su icor salía de sus piernas y brazos, quemaba, dolía, ardía, pero podía resistir en silencio.
—Ya has oído al chico —decía la voz de las tinieblas—. ¡Decídete!
—No… —Zeus veía a su hija, luego miraba a Atenea que enterraba las uñas en el asiento aferrándose a este, tratando de no demostrar lo que pasaba. Quizá si debía, el tenia que ser quien esté ahí, el merecía el castigo no sus hijos.
Los ojos de Artemisa destellaban de cólera. Yo no entendía por qué no hacía estallar las cadenas o desaparecía sin más. Pero por lo visto no podía. Quizá se lo impedían las cadenas, o un efecto mágico de aquel lugar siniestro.
—Cadenas para dioses, no podemos destruirlas, romperlas, o desaparecer de ellas, ya quedo demostrado con algunos aquí —Señalo Hefestos a los que habían sido encadenados —Solo otro puede quitarlas —Vio a los mestizos, eran ellos mayormente los que podían hacer eso. Los semidioses solo asintieron, ya habían visto esas cadenas en la sala.
Hera sonrió por lo bajo, miró de reojo a alguien más que sonreía, una asiática con ganas de venganza.
La diosa miraba a Annabeth y su ira se transformaba al instante en angustia e indignación. —¿Cómo te atreves a torturar así a una doncella? —preguntaba con un sollozo.
Zeus se llevó la mano a su brazo, era demasiado pesado todo este sentimiento, lo estaban abrumando, lo confundía. Eran los sentimientos de ella y los de el, una mezcla fatal.
—Morirá muy pronto —decía Luke—. Pero tú puedes salvarla.
Luke frunció los labios cuando sintió la mirada de la diosa sobre él, ambos sabían lo que estaba haciendo: Chantage, era más que obvio que ella haría lo que fuera por una doncella.
Lo que Hermes se preguntaba en este momento era como es que su hijo sostuvo el cielo, habían ciertos requisitos para hacerlo y su hijo no cumplía con ellos ¿Entonces cómo? Esa era la pregunta que tenia desde hace rato.
Annabeth soltaba un débil gemido de protesta. Yo sentía como si estuvieran retorciéndome el corazón y haciéndole un nudo. Quería correr a ayudarla, pero no podía moverme.
—Desátame las manos —pedía Artemisa.
—Estoy segura que no era el único que tenía un nudo —Artemisa hizo una mueca, claro que ella no dejaría que le pasara nada a Annabeth, era una chica y ella siempre velaba por la seguridad de ellas.
—Al que le va a dar algo es a mi ahora —Se lamento Apolo mirando a su melliza —No voy a dejar que hagas eso —
—Tal vez ni siquiera lleguemos a ese punto Apolo —Tranquilizo ella a este, el no se lo creyó demasiado. Si por Apolo fuera metería a su melliza en una caja que llevaría siempre con él, asegurándose que estaba a salvo. Y si por Artemisa fuera, rompería esa caja para hacer lo mismo que en el libro.
Luke sacaba su espada, Backbiter, y cortaba los grilletes de la diosa de un solo golpe.
Hermes solo suspiro mirando a su hijo y luego a su amigo, sabia que Apolo no lo decía, pero estaba seguro que estaba odiando a su hijo en este momento, aunque no lo creía capaz de atacarlo.
Artemisa corría hacia Annabeth y tomaba sobre sí la carga de sus hombros. Mientras Annabeth se desplomaba como un fardo y se quedaba tiritando en el suelo, la diosa se tambaleaba, tratando de sostener el peso de aquellas negras rocas.
Atenea sintió como se desvanecía, ya no tenía fuerzas. Zeus quería hacer lo mismo, porque ahora era el quien tenia ese peso sobre sus hombros, sus piernas temblaron. Sabia que Artemisa lo resistiría mejor, pero no por eso era más ligero, solo estaba seguro de que ella estaría más consciente que la chica.
El hombre de las tinieblas se echaba a reír entre dientes. —Eres tan previsible como fácil de vencer, Artemisa.
—No es fácil de vencer —Saltaron las cazadoras con un gruñido, no les agradaba que hablaran mal de su señora. Lina tuvo que cubrir su boca para no saltar como las demás, estar con ellas le hacía comportarse extraño.
—Me tomaste por sorpresa —decía ella, tensándose bajo su carga—. No volverá a suceder.
—Por supuesto que no pasara de nuevo si ya la tiene —Murmuró de mal Humor Lina Adara, no se podía creer que casi gruñera en defensa de esa diosa.
—Desde luego que no —replicaba él—. ¡Te hemos retirado de circulación para siempre! Sabía que no podrías resistir la tentación de ayudar a una joven doncella. Es tu especialidad, al fin y al cabo, querida.
—Para siempre, si, claro —Se burlo Orión, si el estaba ahí en el futuro, o sea si esto llegaba a pasar de todas maneras, se iba a asegurar de darle un buen golpe a ese titán.
Apolo se lo quedó mirando, el apoyaba esa idea, si había algo en lo que podían llegar a concordar los dos, siempre sería en lo concerniente a caza y Artemisa. Y en que no dejarían que nada malo le pase a ella. Los demás solo les miraron sin decir nada, no creían que necesitaran más apoyo, o que los contradigan. Artemisa por su parte rodo los ojos, ya adivinaba que pensaban los dos. Ella no necesitaba que la cuidaran.
Artemisa profería un quejido.
—Tú no conoces la compasión, maldito puerco. —En eso —respondía el hombre— estamos de acuerdo. Luke, ya puedes matar a la chica.
—¡No! —Profirieron los que estaban muy metidos en la historia haciendo que Poseidón los quede mirando. Por eso es que todos huían a leer.
—¡No! —gritaba Artemisa.
Luke titubeaba. —Aún puede sernos útil, señor. Como cebo. —¡Bah! ¿Lo crees de veras? —Sí, General. Vendrán a buscarla. Estoy seguro.
—Más que seguridad, creo que debía ser su esperanza —Hablo por lo bajo Annabeth sin mirar al rubio, Luke más que nadie sabía que muy pocas personas irían exactamente por ella, que irían por Artemisa si, pero no por ella.
Luke mordió su labio, el sabia que no estaba seguro, que su yo del futuros bien tenía la esperanza de que Percy fuera por ella, porque prácticamente la había dejado a su cuidado. Seguramente la parte aún racional de él —Porque en definitiva, ahí ya estaba loco— era la que le decía que el muchacho iría por ella, que a diferencia suya el chico no la dejaría. Annabeth no necesitaba que más gente la abandonara, tenía que estar con alguien que de verdad estaría para ella, como el no lo hizo.
El hombre de las tinieblas hacía una pausa.
—En ese caso, las dracaenae pueden encargarse de vigilarla. Suponiendo que no muera de sus heridas, puedes mantenerla viva hasta el solsticio de invierno. Después, si nuestro sacrificio sale como hemos previsto, su vida será insignificante. Las vidas de todos los mortales serán insignificantes.
—Insignificante —Susurro Zeus, su voz apenas salía, el dolor sobre si era demasiado, los sentimientos revolvian su interior tanto como el dolor exterior, sus piernas temblaban. Ahora compendia porque el agarre de Atenea al sofá.
Esta solo respiraba tratando de buscar tranquilidad, deseando que el chico dejara de soñar con eso, que su hija ya no pasara por este infierno de maldición. Y quizá de repensar todo en lo que antes creía. Porque al igual que el titan, ellos también veían la vida de los semidioses como insignificantes.
Luke recogía el cuerpo desfallecido de Annabeth y se lo llevaba en brazos. —Nunca encontraréis al monstruo que estáis buscando —decía Artemisa—. Vuestro plan fracasará.
—El monstruo del que hablan ¿De verdad es tan destructivo como dicen? —Pregunto un legado de Aquilon.
—Lo es —Aseguraron los dioses mayores.
—Acabaria con todo lo que conocemos —Siguió diciendo Afrodita —Solo una vez casi han logrado usarlo, y fue… nos salvamos por muy poco —Miro a Zeus que hacia todo lo posible por verse tranquilo. El había sido quien mandara al águila para que se comiera las entrañas de ese monstruo antes de que fueran usadas, no sabían de que forma podrían dañarlos con ello, pero tampoco querían descubrirlo.
—No tienes ni la menor idea, mi joven diosa —respondía el hombre—. Ahora mismo, tus queridas cazadoras salen en tu busca. Ellas vienen sin saberlo a hacerme el juego. Y ahora, si nos disculpas, tenemos un largo viaje por delante. Hemos de prepararles un buen recibimiento a tus cazadoras y asegurarnos de que su búsqueda es... un auténtico reto.
Más de uno le gruño a lo dicho, como odiaban que ellos les pudieran las cosa stan difíciles, como si no tuvieran suficiente con los monstruos que ya existían, venian ellos y les traían más problemas.
Su carcajada resonaba en la oscuridad, haciendo temblar el suelo como si el techo entero de la caverna fuera a venirse abajo.
—No se vendría abajo, eso es seguro —Dijo Will por lo bajo, su brazo cruzaba por los hombros de Nico, que una vez que había levantado la cabeza, el rubio no había dejado que vuelva a su posición inicial. Incluso puso una de sus piernas sobre las del hijo de Hades atvidamente, el otro solo le miraba con odio, aunque no quitó la pierna de ahí. Así que estaban en una posición de lo más extraña.
—¿Cuándo piensas sentarte bien? —Cuestiono con molestia Nico, el hijo de Apolo lo miro y luego su pierna, su solución fue tan impactante que los dos quedaron sonrojados y en shock como para salir de esa postura.
—¿Por qué Will está sentado en las piernas de tu hermano? —Pregunto por lo bajo Leo, haciendo que Hazel deje de mirar la escena.
—No lo sé y no me atrevo a preguntarlo en este momento —Ella miro de nuevo a su hermano estaba con el hijo de Apolo prácticamente besándose.
—Quiero agarrar al chiquillo y mandarlo a los campos de castigos —Hades era retenido por su esposa y su hermana.
—No harás nada, solo están sentados —Decía Demeter. Hades la miro escandalizado y habría dicho algo pero su esposa lo callo de la mejor forma que conocía, besando sus labios.
—No pasa nada mi señor, tu hijo estará bien —Aseguro ella, el no se lo creía demasiado, pero el beso lo dejo lo suficientemente aturdido para pasar por alto la escena.
Desperté con un sobresalto, seguro de haber oído unos golpes.
Miré alrededor. Fuera aún estaba oscuro. La fuente de agua salada continuaba gorgoteando. No se oía nada más, salvo el chillido de una lechuza en el bosque y el murmullo apagado de las olas en la playa. A la luz de la luna, vi sobre la mesita de noche la gorra de los Yankees de Annabeth. La miré un instante. Y entonces volvió a sonar: ¡Pom! ¡Pom!
—¿Quién toca a esa hora? —Pregunto más de uno al mismo tiempo.
—Si me dejarán leer en paz ya lo sabríamos —Contesto Poseidón mirando a todos y entonces siguió.
Alguien (o algo) aporreaba la puerta.
—Esperemos que no sea un monstruo de esos de chistes prácticos, o para entrenamiento —Murmuro por lo bajo una hija de Vulcano, bastante contrariada de que los invoquen para eso. Aunque habían dicho que ya no lo hacían.
Eché mano de Contracorriente y salté de la cama.
—¿Sí? —dije. ¡Pom! ¡Pom!
Me acerqué sigilosamente a la puerta, destapé el bolígrafo, abrí de golpe y... me encontré cara a cara con un pegaso negro.
—Oh no —Se lamento Tritón y su padre lo miro, este solo desvio la mirada a su madre.
—¿Qué pasa? —Miro inquisitivamente a su hijo.
—Que ya sabemos para que esta ahí el Pegaso —Hablo Belerofonte dejando a Percy atacar a Teseo y derribarlo.
—Necesita ayuda con alguna criatura marina —Añadio Orión sin mirar a su padre —No es que nos moleste, pero es un poco cansado que lo hagan siempre en la noche cuando estas durmiendo —
—Bien, son mis hijos, es normal que recurran a ustedes —Decía el dios con simplicidad, más de uno soltó un quejido inconforme.
—No lo es, han sido dichos que deben hacerlo desde la antigüedad —Teseo estaba tendido en el suelo con Percy saltando sobre su estómago fingiendo que el había ganado una lucha.
—Pero ¿Quién les daría esas instrucciones? —Poseidón miro al único de sus hijos que no le veía —Tritón —El hizo oídos sordos.
—Es un trabajo molesto, soy mensajero, no resolvedor de problemas acuáticos —Masculló entre dientes sin mirar a su padre, este solo nego con la cabeza.
—Igual ellos sabrán que pueden recurrir a ti también, de eso me encargo yo —Aseguro Anfitrite, su hijo solo frunció el ceño y los demás reían por lo bajo.
Atenea por su parte sonreía, era extraño lo familiar que se veía aquello, como si no fuera la primera vez que los viera actuar así. Un vago recuerdo de Tritón poniendo esa cara ante una visita llegó a ella, una ninfa muy parecida a ella reía, pero así como lo recordó se fue, igual que todo lo demás, el sentimiento quedó ¿Por qué no se quedaban las imágenes? ¿Tan profundo había mandado aquellos recuerdos?
«¡Cuidado, jefe!» Su voz resonó en mi mente mientras sus cascos retrocedían ante el brillo de mi espada. «¡No quiero convertirme en un pincho de carne!»
—Bueno que lo ha asustado —Decía Sophia hija de Atenea, aunque no le culpa cualquiera habría salido con arma en mano si tocaban así.
Extendió alarmado sus alas negras y la ráfaga de aire me echó hacia atrás. —¡Blackjack! —exclamé con alivio, aunque algo enfadado—. ¡Estamos en plena noche!
Blackjack resopló. «De eso nada, jefe. Son las cinco. ¿Para qué sigue durmiendo todavía?»
Más de uno río ante el descaro del caballo.
—Bueno ¿Lo descarado es de familia? —Soltó Jason sin poder contenerse.
—Si —Fue la contestación de los hijos de Poseidón, incluido Percy. Eso hizo reír al rubio antes de sentir el peso de Percy sobre él.
—¿Cuántas veces he de decírtelo? No me llames jefe.
—Nunca dejaran de hacer eso —Renegaron los hijos de Poseidón, en especial Tritón que tenía más años intentando que no le digan así.
«Como quiera, jefe. Usted manda. Usted es la autoridad suprema.»
Y ahí estaba la evidencia, lo que solo hizo reír más a todos los presentes por la mueca de los hijos de Poseidón y el suspiro cansado de los mayores.
Me restregué los ojos y procuré que el pegaso no me leyera el pensamiento. Ese es el problema de ser hijo de Poseidón: como él creó a los caballos con la espuma del mar, yo entiendo a casi todas las criaturas ecuestres, pero ellas también me entienden a mí. Y a veces, como en el caso de Blackjack, tienen tendencia a adoptarme.
Más risitas se oyeron, Belerofonte rodo los ojos Pegazo podía llegar a ser así a veces, hasta lo sobreprotegia, algo que de verdad detesteaba. Pero el lo adoro demasiado hasta ese accidente, debió hacerle caso a Pegazo.
Blackjack había estado cautivo en el barco de Luke hasta el verano pasado, cuando organizamos un pequeño motín que le permitió escapar. Yo tuve poco que ver en el asunto, la verdad, pero él me atribuyó todo el mérito de su liberación.
—Bueno que si no fuera porque Luke lo quiso usar en ese momento después de lo que le dijo Percy, no lo habrían sacado de donde estaba. Así que quizá si tenía bastante que ver —Señalo Butch hijo de Iris y más de uno estaba de acuerdo.
—Blackjack —dije—, se supone que has de permanecer en el establo. «Ya, los establos. ¿Usted ha visto a Quirón en los establos?» —Eh... pues no.
Quirón quiso reír de eso, ese pegaso si que era para compararse con él. Pero no lo culpaba, ninguno debía estar encerrado ahí, era un lugar muy pequeño para pegasos y centauros.
«Ahí tiene. Escuche, tenemos a otro amiguito del mar que necesita su ayuda.» —¿Otra vez? «Sí. Les he dicho a los hipocampos que vendría a buscarlo.»
—Si, ahora con otro hijo del mar puede que eso disminuya —Comento Poseidón, Tritón maldecia su suerte por lo bajo, como según los dioses no dormían, ya se veía trabajando de sol a sol sacando a animales de apuros.
Empecé a refunfuñar.
Igual que Tritón en la sala con los brazos cruzados.
Cada vez que me encontraba cerca de la playa, los hipocampos querían que los ayudara a resolver sus problemas. Y los tenían a montones. Una ballena varada, una marsopa atrapada en unas redes, una sirena con un padrastro en el dedo... Cualquier cosa. Y enseguida me llamaban para que bajara al fondo a echar una mano.
—Y ahí se van los descansos de uno —Comento Teseo mirando de reojo a Perseo, este estaba sonriendo a Hylla. Estaba seguro que harían una linda pareja, aunque le doliera mucho, esto era según él lo correcto. Afrodita debía ver que era lo correcto, después de todo el nunca podría estar con Perseo, no resistiría que lo abandonara, o tener que destrozar su corazón. Su destino feliz, no estaba ligado para nada con el amor, lo sabia.
—Está bien —contesté—, ya voy.«Es usted el mejor, jefe.» —¡Y no me llames jefe!
—Nunca dejaran de hacerlo —Negaron con la cabeza los demás hijos de Poseidón. Porque Percy estaba muy ocupado molestando a Jason.
Blackjack soltó un suave relincho. Tal vez era una risa.
—Lo más probable es que eso sea —Reyna sonrió esto le recordó a Skyppi se preguntó si estira bien, aunque suponía que si con esto del tiempo detenido. Esperaba que le dejaban conocerlo en el nuevo futuro también.
Eché un vistazo a mi cama, aún calentita. El escudo de bronce seguía colgado de la pared, abollado e inservible. Y en la mesilla reposaba la gorra de los Yankees de Annabeth. Obedeciendo a un impulso, me la metí en el bolsillo. Supongo que presentía que no iba a regresar en mucho tiempo.
—Y ahí va mi hijo al rescate, no vuelvo a leer —Se quejo Poseidón haciendo que el libro regrese con Apolo.
—Pero si es tan divertido leer —Resongo Apolo mirando a todos, estos solo hicieron una mueca.
Zeus y Atenea se alegraban de que terminara de una vez, llevar encima el peso del cielo no era fácil, así que estar libre de ellos un rato era suficiente motivo para estar de acuerdo si retrasaba un poco el siguiente capítulo. Estaba ansiosos de que alguien lo dijera.
—Bien, señor yo debo hablar con usted —Poseidón se puso de pie y recogió a Percy que estaba molestando a Belerofonte, Teseo y Jason. El niño lo miró y asintió, su padre lo llevó en brazos.
—Bien, creo que tendremos un pequeño descanso —Dijo Hestia y más de uno asintió.
Nico botó de sus piernas a Will y este solo sonreía, siguió al hijo de Hades cuando este abandonó la sala con los demás. Annabeth se dejó caer acostada en el sofá, no pudiendo fingir más, su cabeza la torturaba repitiendo una y otra vez que algo estaba terriblemente mal con Percy.
—Annabeth —Piper intentó levantarla, le fue imposible, la rubia solo se recogió más en el asiento.
—El está mal Piper, el está solo —Hablo con un suspiro y luego se callo, miro a Piper con súplica —No me digas dónde estaba, solo dime que ya no esta ahí, que el lugar donde esta ahora esta mejor. Asegurame que Percy estará bien —
—Lo estará, no está en peligro, está a salvo —La abrazo con fuerza, pronto le fue arrebatada. Thalia la abrazo con fuerza.
—Es el sesos de alga, el estará bien, sabes que la mala yerba nunca muere y el es de la peor —Aseguro y eso hizo medio reír a Annabeth —Pronto vendrá por ti, porque es un idiota que te ama y seria incapaz de hacerte sufrir —
—Es un idiota, si —Aseguro refugiándose entre los brazos de Thalia y de Piper. Como necesitaba de ellas en ese momento, no importaba si se peleaban, lo que fuera, Thalia siempre vería por ella.
Luke solo podía ver desde la puerta la escena, no creía poder participar nunca más en algo como eso, una mano lo jalo fuera de la sala, era Chris.
—Vamos, dales tiempo, aún tienen cosa que pensar todos tres —El rubio asintió a las palabras de su hermano mientras salían.
