Comenzaron a salir de la sala de los tronos, algunos más alegres que otros. Poseidón llevaba a Percy en brazos, este se movía de un lado a otro, bastante feliz de que lo cargaran, murmuraba alguna canción infantil y jugaba con sus manos. Su padre lo sentó encima de una de las mesas más alejadas del comedor, el se sentó en uno de los asientos justo frente al niño.

—Percy —Interrumpió suavemente lo que estuviera cantando su hijo, este le quedó mirando con sus grandes ojos verdemar parecidos a los suyos —¿Quieres hablar de lo de anoche? —

—Nope —Contesto sin dejar de mirarle, su padre se lo quedo mirando y Percy desvió la mirada.

—¿Qué estaba pasando en tu casa Percy? —Volvió a preguntar con suavidad levantando el rostro de su hijo. Recordaba que no tenía que obligarlo a hablar, que esto también tenía que ver con el Percy mayor, pero no podía resistir verlo de nuevo llorando sin saber que es lo que sucedía.

—Nada —Su voz vaciló con esa contestación —¿Puedo comer más durazno? —

—Claro que puedes, pero no me cambies de tema —Su padre hizo aparecer un plato con duraznos. Percy tomó un pedazo en su mano y lo vio con fijeza.

—¿Cómo haces eso? —Una vez más cambiaba el tema.

—Soy un dios, puedo aparecer lo que desee —Respondió el y Percy hizo una o perfecta con su boca, por su mente infantil pareció pasar algo, porque cerró la boca y miro al durazno.

—Papá —Llamo con un tono de voz algo ausente sin mirar al dios —¿Por qué sólo estás aquí? —

—También estoy allá —Paso la mano por el cabello desordenado de su hijo, sacudió la cabeza.

—No es cierto, no estás. Somos sólo mamá y yo —Murmuró Percy bajando la mirada y comiendo con desgano el durazno.

—Es difícil que yo esté presente todo el tiempo.

—Mamá te necesita ahí. Yo no puedo... —No termino la frase, se metió otro trozo de durazno a la boca, como sintiendo que hablo de más.

—No puedes ¿qué? —Poseidón intento que terminara la frase.

—Con todo, no puedo con todo. No soy bueno —Jugaba con los trozos de duraznos que aún habían en el plato.

—Tu eres bueno Percy —El niño negó con la cabeza.

—Intento ser un niño bueno, quiero ser un niño bueno, pero no puedo papá, no soy bueno. Los buenos tienen recompensas, sus mamis son felices, pero yo... no soy bueno —Su labio temblaba y sus ojos se pusieron brillantes con las lágrimas amenazando por salir —Y por eso me odias, por eso te fuiste... Mamá no merecía que la dejes... yo tengo la culpa no mamá, vuelve con ella... por favor —

—Percy...

—Prometo ser bueno si vuelves... por favor... Ella no tiene que sufrir por mi culpa... Intentare ser bueno... por favor —Comenzó a llorar y Poseidón sólo pudo abrazar a su hijo que sólo repetía que intentaría ser bueno, que ayudara a su mamá, que era todo lo que pedía.

—Tu eres bueno Percy —Trataba de consolarlo.

—¡No! ¡Soy malo! Soy malo... —Trataba de contener los hipidos por el llanto, su pecho se contraía con fuerza.

—No, no lo eres ¿Quién te dijo que no eres bueno?

—Todos me odian... sólo mamá dice que soy bueno, pero no es cierto —Su padre limpiaba su rostro bañado en lágrimas con sus manos mientras lo sentaba en sus piernas.

—Nadie te odia, te lo aseguro.

—Ellos siempre son malos. Dicen que soy tonto, que soy inútil, que soy malo —Hipaba con cada palabra y se trataba en cada una de ellas, su cuerpo temblaba contra el pecho de su padre —¿Por qué sólo te veo en sueños? Si estuvieras ahí... —

—Lo siento Percy, lamento no estar ahí —Beso su frente —Pero voy a estarlo, te lo prometo —Percy paso la mano por sus ojos limpiando sus lágrimas de un movimiento.

—No es cierto, porque este solo es otro tonto sueño —Renegó con furia y luego comenzó a llorar con fuerza una vez más.

—No Percy —susurro abrazándole con fuerza —Sólo espera un poco, te aseguro que yo estaré, no dejaré que nadie te haga daño —Beso sus cabellos alborotados y mojados en sudor, el niño trataba de calmarse.

—El lo hizo, le pegó, fue mi culpa.

—¿Quién le pegó a quién? —Cuestiono con suavidad.

—Yo hice algo malo, le pegué a un niño.

—¿Por qué?

—Estaba molestando y... le pegué. Hice mal ¿verdad?

—¿Qué te dijo el niño? —Percy se lamió los labios y miraba sus manos, estaba recostado contra su padre.

—Qué era inútil y tonto, que mi mamá no debió tenerme, que también era tonta —Susurro apretando los puños —Yo soy tonto, mamá no —Poseidón le abrió las manitos con cuidado.

—No eres tonto Percy, tampoco inútil. Estoy seguro que eres lo mejor que le pasó a tu madre y a mi —Aseguro Poseidón pasando su mano por el cabello de su hijo, Percy solo se mordió el labio no queriendo llevarle la contraria, aunque creía que estaba equivocado ¿Quién querría a un hijo disléxico e hiperactivo como él? Nadie, todos preferirían niños buenos, bien portados y normales, no uno raro. —¿Y qué pasó después, Percy? —

—Llamaron a casa, pero mamá no estaba, así que contesto el apestoso —Su voz sonaba apenas, el dios solo respiró hondo, recordaba que así le decía su hijo a Gabe —Él... se enojó, porque tuvo que oír las quejas de la maestra —Suspiro y miro a su padre —Lo siento —

—¿Por qué?

—Porque sólo tienes quejas de mi —Sus ojitos rojos le veían aún brillantes, con nuevas lágrimas a los lados.

—No hay de que disculparse, se que intentas hacer lo mejor Percy —Beso su frente, lo que solo logro que el niño llore más. —No llores bebé —Lo apretó contra su pecho.

—Es que... el se enojó y... mamá salió lastimada, por defenderme... soy malo —Poseidón lo abrazó y arrullo contra su pecho. Las manos del niño se aferraban a su ropa con fuerza, mientras repetía que solo quería ser un buen niño, pero no lo era. Poseidón tuvo que cantarle una canción de cuna tan antigua para calmarlo mientras pasaba agua tibia de manantial por su cabeza, intentando calmar su dolor.

El niño quedó tranquilo después de un rato, bastante adormilado por todo, pero aún despierto.

—Cuida a mamá cuando puedas —Susurro Percy tratando de que sus ojos no se cierren.

—Lo haré —Prometio el dios cargandole hacia la sala de los tronos una vez más.

Y mientras eso se daba con ellos, los demás solo podían mirar de lejos como su ahora pequeño amigo se deshacía en lágrimas en los brazos de su padre para después quedar dormido.

—¿Creen que le haya dicho algo? —Piper revolvía su comida sin probar nada.

—Es lo más probable —Aseguro Leo —¿Dónde quedaron las cosas de Percy? —

—Adentro —Contesto Jason y detuvo de la camisa a su amigo —No vas a ir por ellas —

—Solo veré que nadie las toqué —Hizo un puchero viendo al rubio.

—No, Leo, el dijo que habían cosas delicadas ahí dentro. Obsequios para él —Volvió a sentar a Leo en su lugar.

—Con más razón hay que revisar, puede tener cosas muy peligrosas para un niño pequeño e hiperactivo —Leo intento levantarse para irse una vez más. Jason y Piper lo volvieron a senta.

—Leo por favor, lo único que lograras es que romperas algo dentro —Decía Piper acomodando en el asiento a Leo —Ahora sólo come, eso es lo que debes hacer —

—Esta bien, pero si llega a pasar algo será su culpa —Leo volvió a llenar su plato, cualquier cosa era buena para distraer su mente torturada de pensamientos que le decían que todo estaba mal. En especial la curiosidad, ella era buena distrayendo su mente.

—¿Qué haces?

—Vigilando —Reyna tomaba un pequeño aperitivo junto a Rachel.

—Deberías dejar que el elija

—Sólo veo que haga lo correcto

—Eso no le ayudará, soy más de creer que necesita amigos —Reyna vio a la pelirroja con una ceja alzada —Y tu necesitas relajarte —

—No puedo hacer eso, necesito estar alerta ver que todo siga bien. Es mi obligación ver que todos estén bien.

—Tu también necesitas relajarte de vez en cuando, tanto peso sobre tus hombros te está tensando —La pelirroja movio su cabeza hacia un lado haciendo que su alborotado cabello cayó a un lado —¿No has pensado en dejar de trabajar? Estas aquí, estamos en paz, pasear te haría bien —

—Y sigues con eso

—Seguiré hasta que lo consiga —Resolvió Rachel de forma juguetona —Y debes saber que soy bastante persistente —Reyna río, la pelirroja si que era alguien especial, incluso sin ser griega.

—Casi lo conseguí —Decía una castaña a un rubio mientras se ocultaban entre los arbustos ahora que la vigía parecía distraída.

—Entonces ¿Perdiste uno? —Comento el rubio dando miradas sobre su hombro, esperando que alguien los descubra. Eso es lo que en su interior quería, que los descubra, que alguien los detenga, que esto termine.

—Si, se daño después de eso —Saco un Mashmelow de color azul del bolsillo de la chaqueta —Ya no se mueve, pero aún esta el otro —Saco de su bolsillo el otro que tenían —Este debe ser el efectivo, debes crear una distracción —

—Se la pasa con su padre divino, no creo que se puede ahora —Masculló de "mal humor" miro de nuevo por encima de su hombro vigilando si alguien los veía.

—Si, ese maldito mocoso queriendo atención —Escondió de nuevo el aparato en su bolsillo, frunció el ceño —Se piensa que llorando puede conseguir todo, solo es un niño de mami llorón —Bufo poniendo mala cara.

Octavian se mordió el labio, el mismo querría atención de sus padres y era más grande que el Percy ahí presente. Todos en algún momento querían eso, que tu padre, o madre, simplemente te prestara atención. Pero eso no pasaba, sus padres nunca tenían tiempo, porque no era especial, nunca sintió que encajara en algún lugar y en el campamento Júpiter tampoco, a pesar de todas las cartas con las que entro.

—Si, sólo eso. Debo irme —Se levanto del pasto y miro por encima de los arbustos —Encontraremos la forma —Se fue de ahí. Su interior entraba en debate una vez más, su razón estaba comenzando a ganar terreno a su sed de poder.

Se recordaba que ese mocoso le quitó todo lo que quería, simplemente llego y tomo todo, se hizo amigo de todos, se hizo Pretor, el héroe, alguien a quién todos amaban. Escaló todo lo que el deseaba, tenía la vida que el quería. Sólo porque el si era un semidiós, porque él si era el producto de un mortal con un dios, no como él. El no era especial.

Maldijo una y mil veces a Percy, diciéndose que era lo correcto, que el debía desaparecer y entonces... Entonces ¿qué? Pregunto una voz en su mente ¿Todos amarán? ¿Todos te notarán? ¿Serás especial solo porque un pequeño niño caiga?

Se sentó en una de las mesas y miro a la nada, hasta que sintió una mano sobre su hombro. Un niño, sabia quien era, era Hal. Un hijo de Apolo, otro que si que era especial, no como él.

—Hola —Halcyon se sentó a su lado —Así que tu eres Octavian, muchos hablan de ti —El rubio lo miró.

—Claro que hablan de mi —Miro a todas partes, podía notar las miradas y los murmullos.

—Si, no cosas buenas. No he escuchado ni una buena en lo que llevo aquí —Movió su mano —Hasta mis hermanos se preocupan por eso y por lo que podamos estar hablando —Señalo a la mesa de los hijos de Apolo, que les veían. No miradas malas, eran curiosas más bien —Ellos confían en que tal vez, quizá, no seas tan malo —

—No les creas —Mascullo entre dientes —No confíes en mi —Se levanto y salió de ahí, no deseaba hablar con un niño de diez años, suficiente tenía con ver al pequeño de siete años.

—¡Leer! —Gritaba Percy en los brazos de su padre.

—Si, en un momento —Decía Poseidón tratando de calmarlo, de un momento a otro se había activado demasiado —¿Seguro no comiste dulces? —Percy negó con la cabeza —¿Y qué es ese chocolate en tu cara? —

—¡Son bigotes! —Refutó él, Poseidón río por su ocurrencia.

—Oh ¿bigotes? —Paso una servilleta de tela por su rostro —Que se limpia —

—Si, porque son bigotes efi... eficientes —Hablo Percy y Poseidón solo podía reír, besar sus mejillas y celebrar este momento feliz. Ver su sonrisa le alegraba.

—¿Qué bigote? —Apolo apareció a su lado y acarició el cabello de Percy, le alegraba verle sonreír, era mejor que verlo casi llorar y pasarla mal.

—Este —Percy señaló con orgullo la servilleta y lo que le quedaba de chocolate en la boca.

—Ah, es un gran bigote ¿Puedo robarme al niño de bigote?

—Adelante —Poseidón dejó que Apolo se lleve a Percy. Este lo cargo hasta estar en una mesa más allá.

—Bien, a ver que tal esta mi niño de bigote —Apolo le hizo cosquillas, pero intentaba revisarlo. Ahora estaba bien de ánimos, pero el como estaba en la mañana le preocupaba mucho. Veía sus mejillas aún un poco marcadas por las lágrimas, sus ojitos aún un poco hinchados —¿Qué paso en la mañana? —

—Nada —Percy río por las cosquillas de Apolo.

—No queremos que nada malo te pase —Recitaba Apolo con su encanto, le encantaba ver sonreír a su paciente bebé —Tampoco que alguien te lastime —

—Papá dijo que el vería eso, que por ahora siga siendo bueno ¡Y fuerte! Para mamá —Hizo músculos con sus brazos haciendo reír al dios del sol —Yo la cuido, hasta que papá pueda hacerlo —

—Eres un gran niño, serás un gran hombre —Apareció Artemisa y besó el cabello del niño —Me alegro que hablaras con tu papá —

—Me gusto hablarlo —Le sonrío a la diosa de la caza.

—Lo notamos —Apolo lo abrazo de forma posesiva, como si fuera a desaparecer, o se lo fuera a llevar su hermana.

—Ni que fuera Hermes para robarmelo —Artemisa rodó los ojos.

—Veo que hablan de mi —Hermes de la nada ya tenía a Percy entre sus brazos —Lo mejor que he robado y se ríe —Le hizo cosquillas al niño.

—Es mi paciente bebé —Renegó Apolo y el otro lo escondió más en sus brazos.

—Ahora es mío

—Van a marear al niño —Hestia lo tomo de los brazos de Hermes —Dejen de jugar y vamos entrando, este receso se alargó —Suspiro mirando a los demás dioses.

—Ha sido una mañana muy movida —Poseidón llego a su lado mirando a los semidioses, sus hijos parecían en una disputa, o huyendo de sus amigos. Teseo coqueteaba y Perseo por alguna razón le miraba mucho, Belerofonte solo se mantuvo sentado lejos en un árbol. Aquiles le estaba buscando desde hace rato, pero no le encontraba.

—¿Dónde está Orión? —Pregunto Artemisa mirando a todos lados.

—No sé, estamos muy llenos, hasta un semigigante que sabe camuflarse se me pierde aquí —Poseidón miró a todas partes, Percy ya estaba corriendo de nuevo después de que Hestia lo bajara.

—¡Orión! —Se arrojo a unos arbustos y pronto se escuchó un quejido de dolor.

—Bueno, Percy ya encontró a quien buscabas ¿Para qué? Es la pregunta que ahora tengo —Mencionó Apolo mirando a Artemisa, esta sólo rodo los ojos.

—Hola, creo que alguien me despertó —Orión traía a Percy en los brazos.

—Mi hermana te buscaba —Orión miro a Artemisa, esta sólo lo miro con seriedad.

—Quiero hacer un entrenamiento con las cazadoras, quería que me ayudes con algunas cosas —Respondió ella con la barbilla en alto —Se lo pediría a alguien más, pero estoy segura que si se lo pido a alguien más coquetería con ellas —Miro mal a Apolo, este sonrió inocente.

—Oh vamos, ella se llamaba Linda, no cuenta como coqueteo —Se justificaba, Artemisa levantó una ceja mirándole.

—Le llamabas Cariño, bonita, mi cielo y muchas cursilerías mientras ponían los blancos, lo cual resultó beneficioso. Terminaste siendo el mejor blanco móvil —Artemisa hablo con desgano —Así que ¿Me ayudarás? —

—Claro —Acepto el rubio.

—Bien, ya que este señor está despierto —Llego Jason —Vamos, tenemos que hablar —

—Vaya, muchos quieren hablar —Percy tomo la mano de Jason.

—Nos asustaste mucho —Decía el rubio mientras lo llevaba de la mano.

—¿Ustedes saben de Gabe? —Murmuró muy bajito llegando a la mesa.

—Si, sabemos algunas cosas. Como sus secretos de machotes —Comenzó Annabeth aocmodandole en el asiento. Percy asintió despacio —Nos preocupa tu situación y el que no nos digas nada —

—No cambia nada que se los diga, son un sueño, no pueden hacer nada —Susurro sin mirarlos —Quizá ustedes conozcan a mi yo futuro, pero ya no se puede hacer nada ahí. —

—Quizá no, pero quisiéramos que hables con nosotros, digo, siempre pareces dispuesto a escucharnos, a cargar con parte de nuestro peso y sentimos que te guardas muchas cosas —Explico Annabeth acariciando su cabello con delicadeza.

—Pero es que... ¿Para que decirles? Todos tienen cosas más importantes que hacer, yo no importo, me basta con que alguien me acepte —Trataba de explicar Percy en sus palabras, no entendía mucho a su yo adolescente, pero si seguía siendo él, debía pensar parecido —Todos tienen sus problemas grandes, los míos son pequeños —Los demás se miraron, no querían admitirlo, pero ellos mismos tendían a pensar eso.

—Entendemos Percy —Jason acarició el cabello del niño ¿Cómo pedían que cuente sus cosas, cuando ellos mismos no lo hacían? Todos tenían sus demonios y nadie los compartía, porque como el decía, siempre había un problema más grande y por supuesto más importante que ellos mismos.

—Vamos a dentro —Hestia los llamo a todos al interior —Hay que seguir leyendo.—