Estaban comenzando a entrar en la sala de tronos una vez más, dispuesto a seguir con la lectura. Unos entraban más alegres que otros después de este receso, los del Argo II estaban mas pensativos que ualquier cosa, a ellos el receso solo les habia servido para tener más dudas acerca de Percy y de si mismos. Por otra parte el pequeño Percy estaba más que feliz comenzando a corretear por todo el lugar, se sentía lleno de energía después de lo que paso afuera. Era como si recién pudiera estar tranquilo después de tanto tiempo.

—Percy, bebé deja de correr, te vas a caer —Decia Hestia de forma maternal, el niña la miro y asintió, siguió jugando con sus carros cerca de Harley y Sophia.

—Menos mal ella lo pudo parar —Jason se recostó contra la silla, el no tenía ninguna experiencia cuidando niños por lo que todos estaba comenzando a ser un poco pesado para él.

—Hey ¿cuidar de Percy no es fácil? —Thalia se sento a su lado y le dio una botella con agua.

—No, es bastante inquieto cuando esta bien y me tensa cuando esta mal, con él no parece haber puntos medios —Tomo la botella que ella le ofrecía y bebió sin pensarlo, miraba a Percy jugar con los otros chicos menores del campamento —Yo... ¿Era así? —Miro a su hermana, esta le devolvio la mirada.

—No lo sé con exactitud, te arrebataron de mi lado muy pronto —Movio la boca apretando los labios —Te puedo contar de cuando eras bebé, lo demás... —Se encongió de hombros, el asintió, sabia la respuesta de antemano, aun asi necesitaba preguntarlo.

—¿Crees que haya sido un buen niño?

—Nah, seguro querias correr por todas partes, es lo que más te gustaba hacer —Ella río, Jason solo asintió, no compartia ese pensamiento, probablemente toda su vida se acostumbro a portarse como le decían. Porque como buen romano debía seguir las leyes, además que era el hijo del rey de los cielos, el mal comportamiento no era bueno para un líder y eso es lo que el siempre debía ser. No lo instruyeron para ser un niño, o un adolescente, no lo educaron para ser libre, solo para seguir reglas.

Piper por otra parte estaba mirando al suelo, sus manos más especificamente. Lo que había dicho Percy removio varias cosas ¿Comó un niño pequeño podía decir tantas verdades? ¿Comó es que aún con ese porte, con esa edad, pudiera pensar que los problemas de él eran pequeños en comparación con los demás? Uno siempre creía que sus problemas eran los más grandes que existían, ella mismo lo creyó hasta el momento en que le dijeron que era semidiosa y ahora, ahora sabía que habia cosas peores que ser olvidada por un padre, uno que a pesar de no estar ahí te daba todo lo que necesitabas.

Leo trataba por su parte dejar la incomodidad de lado, dejar morir aquel tema de sus problemas, preferia resolver los de los demás que los suyos propios. Pensaba que Percy no debía pensar así, que el tenía que resolver ssu problemas y no minimizarlos. A pesar de que él estaba haciendo exactamente lo mismo, estaba anteponiendo los problemas de los demás solo para no hacerse cargo de los suyos.

Nico por su parte se atrevió a ver a Bianca, si el tenía un probolema; ese era Bianca, ella era en parte responsable de lo que había sucedido con toda su vida. Sin embargo, si era sincero, sus propias acciones fueron las que lo llevaron a lo que era, quiza si en vez de huir hubiera ido con Percy, tal vez...Sacudio la cabeza, eso era imposible, aunque quiza habrían sido amigos.

Bianca sintió la mirada de su hermano, quiso devolverla, solo que no tuvo el valor de hacerlo, su tema aún era complicado. Sería más fácil si ellos volvieran a ese día, a estar en la academía, si ella se hubiera pensado más la oferta, quizá esperar que su pequeño hermano se adaptará y después buscar a las cazadoras ¿Era eso lo que debío hacer? ahora la pregunta le atormentaba.

—Bien, vamos a seguir —Dijo Apolo sin muchos ánimos, ojeo el libro e hizo una mueca. Miro a los presentes buscando a Alguien entre ellos —Creo que a alguien le va a interesar este capítulo —Miro a Bianca con fijeza.

—¿Yo? —El dios asintió, ella trago saliva ¿Qué es lo que traía el capítulo que quería que ella lo lea? Apostaba que no traía nada bueno.

—Yo lo leeré —Nico se levantó más rápido que ella y tomo el libro. Ella se detuvo a medio camino.

—¿Seguro? —Pregunto el dios con dudas mirando al chico, este suspiro asintiendo.

—Creo saber lo que sigue, es mejor que lo lea yo si tiene que ver conmigo —El dios asintió y Bianca sintió un nudo en el estómago.

Hasta dónde ella recordaba, Percy y su hermano no habían tenido mayor interacción hasta que se fue de misión ¿Acaso se vieron en algún momento antes de que se fueran? Ella no recordaba que hubiesen estado juntos.

Nico por su parte tomó el libro con calma y lo llevó hasta su asiento, lo abrió en la página que le tocaba y como temió, solo con ver el título del capítulo, ya sabia de que trataba. Ahí quedaba registrado aquello que le pidió a Percy, era seguro.

Hago una promesa arriesgada —Leyó con voz casi muerta, haciendo que a todos les de un escalofrío.

Bianca regresó a su lugar con miedo ¿Qué clase de promesa habían hecho ellos para que Nico tenga ese rostro? Era evidente que una no muy buena, o una que no se pudo llevar acabo por parte de uno de los dos. Ya temía por dentro que ella estaba involucrada.

—Mejor Prometer tacos que otras cosas —Comentó por lo bajo Leo mientras sus manos se movían inquietas dentro del bolsillo de su cinturón de herramientas. Por alguna razón lo único que sacaba de ahí eran cremalleras, tela, hilos, tijeras, frascos pequeños y cosas que sólo le daban la idea de una mochila. O un pequeño bolso. Lo que sólo le recordaba la maleta del pequeño Percy ahora un poco olvidada en el asiento del niño.

Blackjack me llevó volando a la playa, lo cual, debo reconocerlo, es siempre una pasada.

—Volar en Pegasos, es genial —Dijeron la mayoría de los griegos, de parte de los Romanos fueron contados los que sabían de ello, pues Reyna era la única con un Pegaso propio, los demás apenas podían soñar con un vuelo en ellos.

Montar en un caballo alado, pasar rozando las olas a ciento ochenta por hora con el viento alborotándote el pelo y la espuma rociándote la cara... Bueno, es una sensación que le da cien vueltas al esquí acuático.

—Debe ser de lo mejor —Hablo Percy, el era pequeño y por supuesto no había montado un Pegaso.

—Lo harás algún día —Decía Sophia revolviendo su cabello.

—¡Siii! —Era agradable para todos verlo tan animado.

—Ven aquí bebé —Apolo lo llamo con un movimiento suave de mano, Percy lo miro y le recordó graciosamente a uno de esos muñecos de gatos que tenía una de las vecinas en el primer piso de su edificio.

—¡Gato! —Chillo emocionando sujetando su carro y corriendo hacia el Dios.

—Tu eres un gato, uno muy bonito —Le hizo cosquillas mientras lo acomodaba a su lado. No creía recomendable que el niño corra por todo el lugar.

—¡No! —Percy río más cuando el Dios le hizo más cosquillas. Por supuesto Apolo creía que era una monada, su bebé paciente era lo único que le hacía sentir bien en este momento, cada que pensaba dónde estaba el mayor se ponía mal.

—Si, lo eres, ahora vamos a oír —Dijo al sentir la mirada de muerte no solo de Nico si no también de Hades que quería saber porque sus hijos tenían interés en ese capítulo, pues la promesa que anunciaban no le agradaba.

«Aquí es. —Blackjack redujo la velocidad y descendió en círculos—. Al fondo, en línea recta.»

—Gracias. —Me deslicé del lomo y me sumergí en el mar helado.

—De nada —Leo hizo una reverencia.

—El gracias no es para ti Leo —Regaño Piper, el otro hizo un puchero.

—Pero eso es lo que uno dice cuando dicen gracias, yo soy educado reina de la belleza —La chica sólo rodó los ojos.

En los dos últimos años me había acostumbrado a esta clase de acrobacias. Ahora ya era capaz de moverme a mis anchas bajo el agua, simplemente ordenando a las corrientes que se concentraran a mi alrededor y me propulsaran hacia delante. Podía respirar sin problemas en el agua y la ropa no se me mojaba si yo no quería.

—¡Genial! —Grito más que emocionado el Percy bebé (N/A: Amo decirle así , ya, sigan)

—Si, lo es —Apolo acaricio su cabello con dulzura —Tu eres todo un dulce —Lo abrazo con fuerza.

—Deja en paz al niño —Replico Artemisa.

—Estas envidiosa porque es mío —Le saco la lengua.

—Yo estoy envidioso de Percy —Murmuró Hermes y luego desvió la mirada, Apolo que apenas había oído que dijo algo le quedó mirando.

—¿Dijiste algo Herms? —El otro negó rápidamente con la cabeza.

—Ya, hay que seguir —Rodó los ojos Ares aburrido de todo esto. Quería acción, que comenzaran las luchas, ver que sus hijos gritaran y no que anduvieran pensando en cualquier cosa que parecía bajarles los ánimos de la nada.

Me lancé hacia las profundidades.

Seis, nueve, doce metros. La presión no me molestaba.

Hazel hacia una mueca a la mención del agua y el como se sumergía, le recordaba a cuando estuvo en el cieno. Esperaba que de verdad no le haya afectado tanto estar ahí, pensar en Percy y en dónde estaba le provocaba un dolor en el pecho. Miro al suelo preguntándose dónde estaría ahora, había dicho que ya no estaba en ese lugar, así ¿Dónde? ¿Arriba? ¿Abajo? ¿Estaba a salvo dónde estaba?

No sabía si también habría un límite de profundidad para mí; nunca había hecho la prueba. Sabía que los seres humanos normales no podían descender más allá de los sesenta metros sin quedar aplastados como una lata de aluminio.

—No hay un límite, pueden tocar el fondo más profundo del océano sin problemas. Sólo que si es más agotador que hacerlo cerca de la superficie —Explicó Poseidón mirando a sus hijos en la sala, estos fruncieron el ceño.

—En realidad nunca lo hemos puesto a prueba —Reconoció Teseo que estaba abrazado con una hija de Afrodita.

—Quizá deberían hacerlo —Propuso la chica que estaba con Teseo. Y el pudo sentir una mala mirada sobre su ser.

—Oh, por supuesto deberíamos hacerlo —Río chocando un poco su cabeza con la de ella —Nadar siempre es relajante —

—Imbécil —Susurro Perseo que estaba cerca de Hylla, ella se lo quedó mirando —A Teseo le gusta presumir, a veces parece imbécil —Ella asintió, pero había algo en el tono de él que era extraño. Bueno, ni Perseo sabía que le estaba pasando.

—Quizá después habría que nadar —Sugirió Poseidón tratando de sonreír viendo a su hijo que estaba muy extraño ¿Por qué estaba con una hija de Afrodita?

A aquellas profundidades, y en plena noche, no era posible ver nada, pero percibía el calor de los seres vivos y la temperatura de las corrientes. Es algo difícil de describir. No es como la visión normal, pero me permite localizar cada cosa.

—Es por su visita subacuática, sus ojos se adaptan de acuerdo a la poca luz que se recibe en el fondo marino —Decía Poseidón con calma —También puede sentir las corrientes marinas cerca, cosas de mis hijos —

—Ya deja de vanagloriarte —Rodó los ojos Demeter.

—Mis hijos heredaron genialidades ¿Qué te puedo decir? —Poseidón se pasó una mano por el cabello.

—¡Ya! —Los corto Hades, cuando vio a Demeter queriendo decir algo —Dejen de coquetear, quiero oír la historia —Los dos le vieron ofendidos.

—Hasta yo lo sentí así querido —Masculló entre dientes Anfitrite fingiendo celos.

—¿Lo siento? —Se medio disculpo Poseidón y Tritón río entre dientes, la diosa de la agricultura sólo se cruzó de brazos enfurruñada.

Al acercarme al fondo, vi a tres hipocampos —caballitos de mar— nadando en círculos alrededor de un barco volcado. Eran preciosos. En sus colas, de un brillo fosforescente, tremolaban los colores del arco iris. Los tres tenían crines blancas y galopaban por el agua igual que un caballo nervioso en medio de una tormenta. Algo los inquietaba.

—Quiero ver uno de esos —Susurro una aún emocionada Hazel.

—Percy con gusto llamaría unos cuando se lo pidas, el vendrá y se lo podrás pedir —Comentó Nico sin despegar la mirada del libro. Hazel se lo quedó mirando, tenía una mirada indescifrable mientras —El hará lo que le pidas —

—Nico ¿seguro que quieres seguir leyendo? —Pregunto Will que estaba al otro lado de Nico, estaba preocupado comenzaba a notar que las manos del hijo de Hades estaban aferradas con fuerza al libro.

—Claro que puedo, es sólo un estúpido libro Will —Rodó los ojos, pero ni Hazel, Frank, o Will le creyeron que de verdad no este bien. —Ahora shhhh, quiero saber que hará Percy —

Me aproximé y vi de qué se trataba. Había una forma oscura —algún animal— atascada bajo el barco en una red: una de esas grandes redes que usan los pesqueros de arrastre para llevárselo todo a la vez.

La familia marina gruño como odiaban los apratejos esos, los malditos mortales dañaban a muchas criaturas con esas cosas. Tanto marinas comunes normales, como a seres mitológicos, más de una vez también habían atrapado también a alguna criatura mitológica en ellas.

Y luego yo soy el dramático pensaba Zeus rodando los ojos, ya quería que el castigo terminara, esto de pasar prácticamente desapercibido por todos lo estaba enfermando, no creyó que ser mestizo fuera a ser tan malo, pero se equivocaba. Además que sus hijos ni se preocupaban si estaba bien, o no, era como si su vida fuera demasiado insignificante para ellos. Tanto como para sus hijos inmortales, como para los semidioses, era como si no estuviera ahí ¿Es que acaso lo habían olvidado? Frunció el ceño, sus energías estaban renovándose, pero no para el lado que alguien deseara, además que olvidaba algo.

Atenea lo veía con una ceja alzada, Zeus estaba mascullando cosas entre dientes con una cara amarga, tanto que le recordó a Hera. Sólo que si la veía a ella en este momento sólo encontraría a un rostro imperturbable. Quizá lo que Zeus sentía no era exactamente por él, sino por la Thalia del libro, quizá ella también estaba teniendo furia y por eso el rostro de su ahora semidiós padre. Lo que hacia a la diosa cuestionarse que tan fuerte eran las moiras para lograr que de verdad sientas lo del libro incluso sin que salga escrito.

Yo aborrecía aquel tipo de artilugios. Ya era bastante horrible que ahogaran a las marsopas y los delfines. Pero es que además acababan atrapando en ocasiones a criaturas mitológicas. Cuando las redes se enganchaban, siempre había algún pescador perezoso que las cortaba, dejando morir a las presas que habían quedado atrapadas.

La familia marina asintió, era triste y horrendo lo que hacían esas personas ¿Es que nunca podían pensar en los demás? En el mundo no sólo existían ellos, pero eso no parecía importarles a los mortales, porque ellos solo parecían pensar en su bienestar.

La pobre criatura, por lo visto, había estado deambulando por el fondo del estuario Long Island Sound y se había enganchado en las redes de aquel barco de pesca hundido.

—Pobrecillo —Arrullo Afrodita aunque algo la estaba inquietado sobre la criatura que mencionaban y a los demás dioses también les afectaba.

—Algo me dice que no es cualquier criatura —Murmuró Artemisa viendo al libro con fijeza, luego miro a Apolo, este hizo una mueca tenía el mismo sentimiento que ella. Ambos miraron a Percy que jugaba inocente en el trono del Dios del sol, estaba brincando y jugando con sus autos. Era evidente que el Percy niño no se enteraba de nada.

Al intentar liberarse, había desplazado el barco y se había quedado aún más atascada. Ahora los restos del casco, que se apoyaban en una gran roca, habían empezado a balancearse y amenazaban con desmoronarse sobre el animal.

—Espero que logre salvarlo —Reyna miraba al suelo, comenzaba a cuestionarse su estadía en el Olimpo, en la misma fuerza romana ¿De verdad necesitaban de ella ahora que estaban ahí? No creía estar siendo de utilidad para los suyos.

—No pienses demasiado, o te saldrá humo —Se burló Rachel a su lado con una risita —Todos somos importantes, incluso aquí —La otra la vio sorprendida de que supiera sus pensamientos, la pelirroja río aún más —Es fácil ver en lo que piensas si pones esa cara, casi prefiero que sigas mirando a Octavian que preocupándote por otras cosas —Se encogió de hombros y Reyna sólo le sonrió.

—Si, seguiría en eso, pero me temo que ha estado demasiado quieto, lo que sólo logra aburrirme —Hizo una mueca mirando a Octavian.

—Entonces cambia de objetivo, hay cierta cazadora que a veces se escabulle —Señalo de manera discreta a Lina Adara, misma que tenía una mirada ceñuda hacia Zoë.

—Ella ya tiene sus propias vigilantes. —Entrecerró los ojos mirando a Zoë y Thalia que conversaban por lo bajo mirando a Lina que había dejado ya de mirar a Zoë.

—Entre más ojos, a veces es mejor —Contesto enigmática la oráculo. Reyna apretó los labios, esta chica si que era rara.

Los hipocampos nadaban en círculos de un modo frenético, con el deseo de ayudar, aunque sin saber muy bien cómo. Uno de ellos se había puesto a mordisquear la red, pero sus dientes no estaban preparados para eso.

—Si sigue ahí podrían salir heridos también los hipocampos, lo que no convendría —Murmuró Butch, a el le gustaba también los hipocampos aunque claro solo los había visto de lejos. El único que los podía montar era Percy y bueno, Tyson. Ese si que era un cíclope con suerte.

Leo casi suelta una risa recordando como fue su rescate y la conversación con Butch, mismo que estaba muy serio en este momento. Sabia que debía estar pensando en cómo le gustaría montar un hipocampo, a Leo le hacía gracia eso de que le gusten los ponis. Era bueno tratar de pensar en cualquier cosa, como la mochila de Percy.

—No, Leo, tu no eres el gato que va a morir —Volvió a guardar las cosas que saco de su cinturón. Vaya que su cabeza estaba extraña, era como si la mochila le llamara, o quizá sólo era su curiosidad innata creciendo cada vez más por estar tan inactiva en este instante.

Aunque poseen un gran vigor, los hipocampos no tienen manos ni son muy inteligentes.

—Ni para que recordarlo, esas cosas son más de instintos que de inteligencia —Tritón bufo, esto estaba demasiado Pacífico. Lo que lastimosamente no era bueno, la paz nunca duraba demasiado en el Olimpo, con tiempo paralizado o no y eso no era bueno teniendo un montón de semidioses ahí.

Todo se sentía como una bomba de tiempo activada, cualquier cosa la haría estallar. Podía hacerlo, un comentario, una persona, un aparato, una mochila, una pequeña botella, hasta un dulce podía hacerlo y entonces todo arderia en llamas. Y Tritón sabia que no era el único que pensaba así, incluso los ahora semidioses Zeus, Hera y Atenea, podían sentir que algo saldría muy mal pronto.

«¡Ayuda, señor!», dijo uno nada más verme. Los otros se sumaron a su petición.

—Eso debió ser un dolor horrible —Luke hizo una mueca por lo bajo, el sabia lo que era tener una voz que te hablara en la cabeza. Solo que la de Percy no te provocaba también pesadillas. Lo cuál le recordaba que no la había vuelto a oír ¿Seria que al fin se había callado del todo y no volvía a más? Deseaba tener un descanso total de esta y que no hubieran residuos de ella, esperaba que lo que oyera antes fuera solo eso: un residual de sus miedos, acerca de esa voz.

Avancé nadando para echarle una mirada de cerca a la criatura atrapada. Primero pensé que era un joven hipocampo. Ya había rescatado a más de uno en el pasado. Pero entonces oí un sonido extraño, nada propio de la vida submarina:

—¡Muuuuuu!

Los dioses se tensaron en su asiento, había muy pocos monstruos que hicieran ese sonido y menos dentro del territorio de Poseidón. Y uno era especialmente el que les aterraba que fuera desde que comenzaron a leer sobre el despertar y esas cosas.

—¡Vaca! —Grito Percy —¡Muuuuu! —Apolo y Artemisa le vieron preocupados ¿Qué tan mala, o buena, suerte tenía Percy para justo toparse con ese ser?

Artemisa se lo quedo mirando aún con más intensidad, ella era una buena rastreadora y le parecía imposible, e inusual, que ella siendo ella no haya encontrado al monstruo, mientras que Percy siendo solo un chico de trece años le haya encontrado por casualidad. Y esto le llevaba a pensar que quizá el monstruo buscaba al niño, algo en el le atraía. Miro a su teniente, quizá no sólo el niño le atraía en ese entonces, después de todo los dos estaban en los dos lugares que el monstruo había estado. Estaba segura ahora que aquel monstruo estuvo también en aquel risco, sólo que nadie lo notó.

Me acerqué más y vi que era una vaca. A ver, yo había oído hablar de vacas marinas, como los manatíes y demás, pero aquélla era una vaca de verdad, sólo que con los cuartos traseros de una serpiente.

—El taurofidio —Los dioses se tensaron aún más.

—¡Vaquita! —Percy llamo su atención.

—Si, una vaquita Percy —Thalia le sonrió con ternura, los dioses la miraron ahora a ella.

—Una vaquita que puede acabar con todo lo que conocemos —Mascullo Zeus con el ceño fruncido, es verdad que como semidiós tenía una mente muy pobre acerca de toda la historia, pero sabia lo suficiente sobre lo que destruía el Olimpo y eso lo hacía —¡Tiene que matarlo! —

—Ya lo sabemos Zeus, pero ahí Percy no sabe que es un taurofidio —Defendió Hefestos mirando al ahora semidiós —Sólo podemos leer lo que hará —

—¡¿Qué es lo que les enseñaba entonces en ese campamento, que no pueden identificar a un monstruo tan letal?! —Renegó Zeus con ira.

—Es un monstruo que no se veía hace siglos, posiblemente desde la última titanomaquia. Porque es algo que han despertado los titanes, por tanto fue olvidado incluso por los mismos dioses —Aclaro Thalia viendo con odio a su padre —Desde el principio se viene diciendo que nadie sabe exactamente de que monstruo hablan, ni siquiera mi señora que era quien lo cazaba sabia de que monstruo se trataba —

—La única información que se tenía era que le llamaban el azote del Olimpo, lo cual no era demasiado, ahora si usted el que actualmente no consta como dios quiere ir y darnos clases sobre monstruos a todos los presentes, con gusto se las recibiremos —Contestó mordaz Nico sosteniendo con furia el libro.

—Es decir que si ni nosotros sabíamos de que se trataba, no puedes exigir que ellos lo sepan —Poseidón miro a Zeus quien estaba molesto por la forma en que Thalia y Nico le habían contestado, si sólo tuviera su rayo —Ahora agradece que no te pulverizó por tu ofensa —Le hizo una seña a Nico para que siga.

Zeus chirrio los dientes, quizá de verdad estaba sintiendo la incomodidad de Thalia del libro acerca de lo que pasaba. Sabia que probablemente su hija estaba por salir de misión y pensando en todo lo que estaba sucediendo, lo que estaba irritando al ex Dios.

Por delante era una ternera: un bebé con el pelaje negro, con unos grandes ojos tristes y el hocico blanco; y por detrás tenía una cola negra y marrón con aletas en el lomo y el vientre, igual que una anguila gigante. —Uau, pequeña —dije—. ¿De dónde sales?

—Percy es muy dulce —Atribuyó Hestia mirando a Poseidón, este le vio con una ceja alzada.

Puede ser que ella tenga razón, pero el no veía razonable que este haciéndole mimos a un monstruo.

—Vaquita —Volvió a decir Percy niño, se bajó del trono y corrió hasta Nico —¿Hay un dibujo de la vaquita? —

—Ahm —Nico frunció el ceño y miro las páginas del libro —Si —Le mostró el libro.

—¿Me puedo sentar contigo? —Nico miro a sus acompañantes ¿Qué hacía? El no sabia como tratar con niños, el mismo se consideraba un niño por momentos ¿Y si lo hacía llorar? Todos lo iban a querer matar si hacía eso, estaba tentado a decir no.

—Claro que si —Contestó entre dientes, el niño lo había visto con esos enormes ojos verdemar tristes y suplicantes, con lagrimillas a los costados y un puchero en los labios. Por los calzones de Hades, era todo un manipulador sin darse cuenta.

—¡Siiii! —Percy celebró y se sentó entre el y Hazel, se acomodó pronto para que Nico pudiera seguir. El hijo de Hades miró a todo el mundo como pidiendo auxilio, su paciencia no era mucha y no sabría que hacer si Percy se ponía en modo bolita hiperactiva, pero sólo vio sonrisas. Eran molestos, todos querían ver como el perdía la paciencia tal vez.

O quizá querían ver el lado tierno de Nico, ese que no veían hace años.

La criatura me miró tristemente. —¡Muuuuuu!

No podía captar sus pensamientos. Sólo hablo la lengua de los caballos.

«No sabemos qué es, señor —me informó un hipocampo—. Están apareciendo cosas muy extrañas.» —Ya —murmuré—. Eso he oído.

Los dioses sólo hicieron una mueca ante esto. Hera pensaba en lo estúpido que era el pequeño hijo de Poseidón para poder sentir pena de una cosa como aquella, de una vaca lo entendía, pero aquello sólo era una vaca, era un monstruo cruzado con una anguila eléctrica asquerosa. Para la ex reina esa cosa debía morir desde ese momento, aunque estaba segura de que al final eso sucedería.

Ella podía sentir que el muchacho estaba en serio preocupado por el animal, lo que solo le hacía preguntarse ¿Cómo alguien podía preocuparse por un ser así? ¡Era un monstruo! ¡Ellos mataban monstruos! No se hacían sus amigos. Pero no obstante no dijo nada, solo puso un rostro neutral como hasta este momento.

Destapé a Contracorriente y la espada creció hasta alcanzar toda su envergadura. Su hoja de bronce relumbró en la oscuridad.

—No creo que eso sea lo mejor —Hizo una mueca Hylla escuchando eso, puede que ella no supiera mucho de animales, pero si había tratado con unos cuantos y no es que les agrade ver espadas. Perseo a su lado asentía, aunque su vista seguía en Teseo que estaba riendo por lo bajo con la hija del amor.

La vaca-serpiente se asustó y empezó a forcejear otra vez con ojos desorbitados.

—¡Oye! —traté de tranquilizarla—. ¡Que no voy a hacerte daño! ¡Déjame cortar la red!

—Tu hermanito debería saber que no le entiende y que es un monstruo, es natural que tenga miedo —Decía Aquiles quien estaba muy a gusto abrazando por los hombros a Belerofonte, este asentía tratando de parecer tranquilo como de costumbre, pero no lo estaba, a toda costa tenía que alejar a Aquiles de el y no sabia como hacerlo. Si seguía tan cerca y todo el tiempo se iba a dar cuenta, al menos en el inframundo podía huir al castillo, aquí, no había esa posibilidad.

Pero ella se revolvió enloquecida y se enredó todavía más. El barco comenzó a ladearse, removiendo una nube de lodo y amenazando con venirse abajo sobre el pobre animal. Los hipocampos relinchaban de pánico y se agitaban nerviosamente, lo cual tampoco ayudaba mucho.

—Es peligroso para todos —Susurro Annabeth mirando a Percy que estaba jugando con Hazel a algún juego de manos.

—Ahora yo —Hazel tenía sus manos extendidas con la palma hacia abajo sobre las manos de Percy que estaban con la palma arriba. Ella trato de darles una palmada, pero el fue más rápido y las quitó.

—Me toca —Percy ahora era quien tenía sus manos por encima de las de Hazel intentando darle una pequeña palmada. Ella veía con ternura al niño que algún día se convertiría en el adolescente amigos de todos, era imposible que alguien quisiera hacerle daño si lo veían así ¿Quién querría lastimar a un pequeño? ¿Por qué algunos eran tan crueles? No lo sabia. Y le molestaba que siguiera existiendo gente así.

—¡Vale, vale! —dije, guardando la espada y hablando con toda la calma de que fui capaz para que los hipocampos y la vaca-serpiente se aplacasen. No sabía si era posible provocar una estampida submarina, pero prefería no averiguarlo

—Si es posible —Anfitrite miro a Tritón que solo miraba hacia un lado, sus mejillas estaban rojas —Recuerdo esa vez...—

—No es necesario madre, hay que seguir con esta lectura —Atajó el mensajero de los mares, los demás se veían interesados.

—Oh cariño, pero todo Dios en sus primeros días puede cometer errores —Agrego ella dulcemente, Tritón sólo se sonrojó más.

—Por favor —Suplico en voz baja sintiendo que todos le veían. Parecía que no sólo los del libro iban a sentir vergüenza.

—Esta bien —Ella río con suavidad y Nico frunció el ceño, ahora el quería saber, pero mejor leyó, querían ya llegar a esa promesa.

—. Tranquilo. Ya no hay espada, ¿lo veis? Nada de espada. Calma y serenidad. Hierba verde. Mamá vaca. Vegetarianos.

—Awwwww —Arrullaron algunos, era dulce saber como se preocupaba por tratar de calmar al taurofidio. En especial, Thalia, Nico y Zoë, los que recordaban a Bessy.

Los dioses solo les veían reacios, incluso los que habían dejado de serlo. Claro habían sus excepciones, como Hestia, Perséfone y Afrodita, porque para ellas era más importante que el demostrara ser bueno de corazón, aunque sea con un monstruo.

Dudaba que la vaca entendiera mis palabras, pero sí parecía responder al tono de mi voz. Los hipocampos aún estaban inquietos, pero habían dejado de arremolinarse alrededor.

«¡Ayuda, señor!», me suplicaban. —Ya —dije—. Eso ya lo he entendido. Ahora estoy pensando.

—Es lindo aunque sea con un monstruo, se ve que ayudara a cualquiera sin importar lo que pase después, sólo porque los ve en problemas —Murmuraba Orión, pero su ceño se fue frunciendo.

—Se convertirá en algo peligroso si lo sigue haciendo sin restricciones —Acordó Tritón que lo oyó, el semigigante asintió pensativo —Puede que ayude a alguien que después le haga daño —Esa posibilidad no les agradaba, esperaban que no suceda.

¿Cómo podía liberar a la vaca-serpiente si ella se volvía loca de pánico en cuanto veía el filo de mi espada? Daba la impresión de haber visto espadas otras veces y de saber lo peligrosas que eran.

—De la titanomaquia pasada quizá, la que lo mato —Dijo Poseidón serio, los dioses y ex dioses, más viejos, asintieron recordando eso.

—Muy bien —dije a los hipocampos—. Necesito que me ayudéis a empujar. Pero exactamente como yo os diga.

Ares estaba aburrido, escuchar al chico ser bueno, aburrido ¿Dónde estaba la acción? El chiquillo debió dejar que la cosa esa muera ahí mismo. Se desparramo en su asiento tratando de mirar a Afrodita, pero esta no hacía caso estaba más interesada en ver al pequeño Percy que seguía jugando con la hija de Plutón. Sonó la lengua y pensó en dormir.

Empezamos a mover el barco. No era fácil, pero con una fuerza de tres caballos logramos desplazar el casco de modo que no pudiera írsele encima al bebé de vaca-serpiente.

Lina Adara sólo podía pensar que el chico era un idiota ¿Cómo podía ir y ayudar a un monstruo? Tsch era un inútil el muchacho, lo que debía hacer era dejar que se pudra ahí, porque ayudar al taurofidio no le traía ningún beneficio, más bien hacia que use sus poderes y habilidades por gusto. No comprendía al chico, entregaba su vida por un montón de personas que no hacían más que atacarlo, lo mismo que ese monstruo. Pero ya verían que no servía de nada, el desaparecería al muchacho pronto, a pesar de que ahora tenía que tener cuidado, muchos ojos le miraban todo el tiempo.

Luego me puse a trabajar en las redes; las desenredé tramo a tramo, desenmarañé anzuelos y pesos de plomo y arranqué los nudos que trababan las pezuñas del animal. Me llevó un buen rato. Vamos, fue peor que cuando tuve que desenredar los cables del mando de mi consola.

—Eso si que debió ser complicado —Jake hizo una mueca, el sabia de eso de tener que desenredar cables complicados. Quizá todos los de Hefestos, eran los que más sabían de eso.

Y durante todo el tiempo, mientras la vaca marina mugía y gemía, yo iba habiéndole y asegurándole que todo saldría bien. —Ya casi está, Bessie —le dije. No me preguntéis por qué empecé a llamarla así. Me pareció un nombre adecuado para una vaca—. Buena vaquita. Vaquita linda.

—¿Le puso nombre? preguntaron algunos bastante incrédulos.

—Si —Contesto Annabeth —Y le recuerda cada que ve a una vaca —Más de uno le vio con una ceja alzada. Ella sonrió con tristeza, era gracioso como el recordaba esas cosas cuando hablaban, era tierno oírlo mencionar cosas así, como que extrañaba a Bessie y que deseaba poder verlo, que le enviaba saludos cada que ella iba al Olimpo. Y por supuesto le tocaba hacerlo porque el ponía esos ojos de cachorro cuando se enteraba que no lo hizo ¿Cómo se enteraba? No lo sabia, quizá había peces chismosos en el acuario de Bessie.

Finalmente, conseguí desprender la red y la vaca-serpiente se deslizó bajo el casco y dio un salto de alegría en el agua.

Los hipocampos relincharon de contento. «¡Gracias, señor!»

—Acaba de soltar a quien puede destruir del Olimpo y ellos agradecen ¿Es en serio? —Mascullaba entre dientes Octavian no creyéndose lo que hacia Percy en el libro —Es un inepto —Si, estas cosas le hacían pensar que debían llevar acabo el plan, deshacerse de él.

Empero se recordaba que ahora solo era un niño de siete años, que no había hecho nada malo, que de por si ya sufrió demasiado como para que venga alguien y arruine su poca felicidad. Aceptaba los puños haciéndose daño en la palma, quería, debía, deseaba, no, tenía que acabar con aquella voz y hacer lo que tenían planeado. Eso era, estaba decidido, ayudaría a la cazadora.

—¡Muuuuu! —La vaca-serpiente me rozó con el hocico y me miró con sus grandes ojos marrones.

—Bueno —dije—, ya está. Vaca linda. Y no te metas en líos.

—¡Vaca linda! —Percy chillo poniendo atención otra vez a la lectura.

—Si, has liberado a la vaca linda —Contesto Nico despeinando a Percy, este sonrió más si eso fuera posible —Oye, este podría ser tu familia, su sonrisa deslumbra como la tuya —Le mencionó a Will, este se sonrojó hasta las orejas.

—¿En serio piensas que tengo una sonrisa deslumbrante? —Murmuró el rubio muy atontado y entonces Nico fue quien se puso rojo, apretó el libro más cerca de su rostro. El ni se había dado cuenta de lo que decía.

—Ya, déjame leer —Masculló según de mal humor comenzando a leer de nuevo.

Lo cual me recordó... ¿Cuánto tiempo llevaba bajo el agua? Una hora por lo menos. Tenía que volver a la cabaña antes de que Argos y las arpías descubrieran que había violado el toque de queda.

—Seria una regla mínima de las que ya ha roto —Se rieron algunos. Percy sólo se los quedo mirando un momento antes de seguir jugando con Hazel.

Decir que Percy niño era tranquilo, sería mentir, en este momento todos podían ver su hiperactividad en todo su esplendor, desde que se sentó cerca de Nico y Hazel no se había quedado quieto. Al menos estaba intentando no ser muy ruidoso, a pesar de que su risita casi no la podía contener y estaba irritando un poco a Nico.

Salí disparado hacia la superficie. En cuanto emergí, Blackjack bajó zumbando, dejó que me agarrase de su cuello y me alzó por los aires para llevarme otra vez a tierra.

«¿Ha habido éxito, jefe?»

—Sí. Hemos rescatado a un bebé... de no sé qué. Pero ha costado mucho. Y por poco me arrasa una estampida.

—Al menos alguien lo fue a rescatar —Hizo una mueca Belerofonte. No recomendaba hacer esos trabajos sin estar seguro de que alguien lo fuera a ver uno al lago, o mar, en el que estuviera haciendo el rescate. El muy pocas veces había hecho algo así, como desenredar a hipocampos bebés de redes de pesca que habían dejado los pescadores en el lago tirada, pero lo había hecho y era difícil salir sin que nadie te vea.

«Las buenas acciones siempre entrañan peligro, jefe. Pero bien que me salvó a mí el pellejo, ¿no es cierto?»

—El tiene un punto —Señalo Demeter.

—Si, sólo quisiera que Percy no haga tantas buenas acciones —Poseidón sobaba sus sienes, era definitivo ni estando dentro del campamento su hijo dejaba de estar en peligro.

—¡Papá! —Llamo el niño preocupado viendo a su padre encogido, este levanto la vista y sonrió.

—Ven aquí —Le hizo de la mano, pero el niño negó con la cabeza, estaba a gusto jugando con Hazel, Frank y Nico. —Bueno, pero no hagas ruido —Percy asintió mientras volvía a su juego con los otros. Nico en cambio rogaba que ya se fuera.

No pude evitar pensar en mi sueño: en la imagen de Annabeth desmoronada y exánime en brazos de Luke. Me dedicaba a rescatar monstruos bebé, pero no era capaz de salvar a mi amiga.

—Ya lo harás, es seguro —Afrodita sonreía encantada mirando al niño dar saltitos cerca de los otros chicos mientras estos intentaban que no hiciera mucha bulla. Era tan tierno verlo así, hoy definitivamente estaba más activo que antes. Ella por supuesto confiaba en que esto durara, aunque sabia que no sería así.

Cuando Blackjack se aproximaba al fin a mi cabaña, miré por casualidad al pabellón del comedor. Vi una figura, la de un chico, agazapada tras una columna griega, como ocultándose.

Nico por un momento apretó los labios, debía ser él estaba seguro. Will se lo quedó mirando y luego le hecho un ojo al libro, miro su nombre y lo miro de nuevo, ya sospechaban que el aparecería, pero jamás que verían sus tan extravagantes —Si claro — dotes de espía. El hijo de Hades comenzaba a sonrojarse, se preguntaba si podía saltarse eso, pero imagino que no, así que siguió.

Era Nico, y ni siquiera había amanecido. No era ni de lejos la hora del desayuno. ¿Qué andaba haciendo por allí?

—Los niños ya debían estar en la cama —Molesto Thalia haciendo que Nico gruña.

—Cállate cara de pino.

—Tu no me callas aliento de muerto.

—Lo vas a hacer cabeza de piña, o te prometo que los esqueletos te van a perseguir toda la noche.

—No me importa chico zombie, tu eres un niño y debía estar dormido. Además que eras una ternurita, Eres una ternurita.

—¡Retractate! —Nico soltó el libro —¡Fuiste muy lejos árbol de navidad! —

—¡No me hables así Día de muertos! —Salto ella de su asiento.

—¡Se callan los dos! —Percy saltó más enojado que ellos. Los dos voltearon a verlo, para ser un niño en este momento daba bastante miedo y ternura, tenía los bracitos cruzados, el ceño fruncido y una mirada que prometía que se las pagarían —Quiero que sigan leyendo, dejen sus peleas, se supone que son familia —

—Tienes razón, lo lamentamos —Dijeron los dos volviendo a sentarse, no querían enojarlo, además tampoco querían que llorara si no se detenían, se veía que estaba por hacerlo si se ponían a pelear delante de él. Era mejor seguir por la paz.

Zeus y Hades se miraron de soslayo, sus peleas también comenzaban así cada que se veían, por la más mínima cosa ya estaban uno encima del otro. Suponían que si Percy tuviera la misma edad, que no fuera tan pequeño como estaba ahora, seguro se unía a la pelea en vez de pararla, como hacia Poseidón ¿o no?

Vacilé. Lo último que deseaba era escucharle hablar de su juego de Mitomagia. Pero no. Algo ocurría. Se veía en su modo de agazaparse.

—Blackjack —dije—, déjame allá abajo, ¿quieres? Detrás de esa columna.

—Par de chismosos —Molesto Hazel por lo bajo.

—No era chisme, estaba haciendo un trabajo importante —Contesto Nico aún de mala gana solo mirando el libro.

—¿Seguro de seguir? —Pregunto esta vez Frank, le preocupaba como cada que volvía a la lectura parecía tensarse.

—Si, ahora déjenme seguir —Contesto Nico pasando la página.

* * *

A punto estuve de fastidiarla.

—Ya es la costumbre —Murmuró por lo bajo Octavian, nadie iba a apreciar su aguda observación.

Subía por las escaleras que Nico tenía a su espalda. Él no me había visto y seguía detrás de la columna, asomando la cabeza y pendiente de lo que sucedía en la zona del comedor.

Zoë y Bianca se tensaron, ellas estuvieron ahí a esas horas. Las dos miraron un momento a Nico, este sólo veía el libro con fijeza ignorando sus miradas.

Lo tenía a poco más de un metro y ya iba a preguntarle «Pero ¿qué haces, chaval?», cuando se me ocurrió que estaba haciendo lo mismo que Grover: espiar a las cazadoras.

—Acosadores —Acusó Thalia y los dos se sonrojaron con fuerza, al menos Nico se podía esconder detrás del libro.

Se oían voces. Dos chicas hablando en una de las mesas. ¿A aquellas horas?

Artemisa le dio una mirada a su teniente con una ceja alzada, Zoë la ignoró, Bianca sólo veía al frente. Phoebe chirrio los dientes mirando a los Stoll, estos sonrieron inocentes.

Saqué del bolsillo la gorra de Annabeth y me la puse.

—Otro acosador —Se río por lo bajo Thalia. Annabeth por su parte solo miro sus manos inocente de cualquier cosa, sin querer decir que de esa forma es como oía las conversaciones de los sátiros cuando tenía doce años, claro que no lo admitiría nunca.

Al principio no noté nada, pero al alzar las manos no me las vi. Me había vuelto invisible.

—Así es como funciona sesos de alga —Dijo Annabeth por lo bajo rodando los ojos, pero sonreía. Piper la vio y sólo sacudió la cabeza.

Me deslicé a hurtadillas junto a Nico y avancé. No veía bien a las chicas en la oscuridad, pero reconocí sus voces: eran Zoë y Bianca. Parecían discutir.

—Eso no se cura —decía Zoë—. O no tan deprisa, al menos.

—Que mala suerte tienen algunos —Travis negaba con la cabeza.

—Una pena que las cazadoras se enfermen —Le siguió Connor.

Phoebe les lanzó unas flechas. Los demás no entendía el porqué de esto y porque los Stoll se reían.

—Pero ¿cómo ha sucedido? —preguntó Bianca.

—¡Una estúpida travesura! —rezongó Zoë—. Esos hermanos Stoll, de la cabaña de Hermes. La sangre de centauro es como un ácido. Todo el mundo lo sabe. Pues resulta que habían rociado con ella esa camiseta del Tour de Artemisa.

Phoebe los seguía mirando mal, Lina Adara frunció el ceño, hizo una mueca de asco ante esto, tenía las ganas de lanzarles también una flecha a cada uno. El/ella había sufrido con eso, sabia lo difícil que era así que comprendía el enojo de la cazadora.

—¡Uy, qué espantoso!

—Sobrevivirá —dijo Zoë—. Pero tendrá que permanecer postrada durante semanas con una horrible urticaria. Es imposible que venga. Todo queda en mis manos... y en las tuyas.

—Pero ¿No Irán con los demás del campamento? —Pregunto una hija de Mercurio. Zoë hizo una mueca ante eso.

—Deberían avisar a los demás —Señaló un hijo de Aquilon mirando a las cazadoras.

—Algunas cazadoras pensaban en ese entonces que no necesitaban de nadie más —Thalia miro de reojo a Zoë quien sólo desvió la mirada.

—Lo que no me parece apropiado por más que sean mis cazadoras —Artemisa miro a su teniente y a Bianca que seguía encontrando muy interesante el frente. Nico siguió queriendo terminar esto de una vez.

—Pero la profecía... Si Phoebe no puede venir, sólo seremos cuatro. Tenemos que elegir a otra persona.

—Ella tiene un punto —Señaló Perséfone viendo a la hija de su señor que sólo miraba al frente, se notaba preocupada por lo que pasaba en el capítulo desde el principio.

—No hay tiempo. Hemos de salir con las primeras luces del alba. Es decir, inmediatamente. Además, la profecía decía que perderíamos a uno.

—Eso podía tardar un poco —Mencionó Quiron mirando a la cazadora.

—No deseaba que nos pusieran otro campista, sería muy peligroso —Contesto Zoë y más de uno se la quedo mirando, era como si ella estuvo ahí. Pero esta era la Zoë del pasado, no era posible —Eso debe pensar mi yo del libro —Se libro de las miradas.

Excepto de las del centauro que frunció el ceño.

—En la tierra sin lluvia —recordó Bianca—. Eso no puede ser aquí.

—Pero, en su campamento no llueve —Señalo Ana hija de Venus.

—A menos que queramos, así que en cierta forma si lo hace —Contesto Malcolm sonriendo y se escuchó un gruñido entre los romanos.

—Tienes razón —Ana le devolvió la sonrisa mientras le daba un golpe a alguien detrás de ella. Y se oyó sonidos de molestia en el lado griego.

—Tal vez sí —dijo Zoë, aunque ni siquiera ella parecía convencida—. El campamento tiene una frontera mágica y nada, ni las nubes ni las tormentas, puede cruzarla sin permiso. O sea que podría ser una tierra sin lluvia.

—Pero...

—Eso no convence a nadie —Chris hijo de Marte se sobaba un costado mirando con el ceño fruncido a su amiga.

—Ahora lo sabemos —Contestó ella con una sonrisa superior. Lo que sólo le molesto más a él.

—Bianca, escúchame. —Zoë hablaba ahora con la voz agarrotada—. No... no puedo explicarlo, pero presiento que no debemos elegir a ninguna persona más. Sería demasiado peligroso. Podría acabar incluso peor que Phoebe. No quiero que Quirón escoja a un campista como quinto miembro del grupo. Y tampoco quiero arriesgar a otra cazadora.

Quiron se la quedo mirando, Zoë simplemente le ignoro. Recordase o no recordase estos sucesos, sabía que ella pensaría de la misma forma en la que hacia la del libro, porque ese ya era su pensar desde que todo inició. Ella quería salvar a Artemisa sin los campistas, porque lo sentía como su deber.

Bianca se quedó en silencio unos instantes. Luego levantó la vista.

—Deberías contarle a Thalia el resto de tu sueño. —No. No serviría de nada.

—Pero si tus sospechas sobre el General son ciertas...

—Tengo tu palabra de que no hablarás de ello —dijo Zoë. Sonaba angustiada de verdad—. Pronto lo averiguaremos. Y ahora, vamos. Acaba de romper el alba.

—Debieron decirlo —Decía Thalia mirando a Zoë —Quizá estaríamos más preparados para lo que iba a venir —

—No habría servido de nada, era algo que iba a pasar de todas formas, además yo era la única involucrada con ese destino —Contestó Zoë dándole una pequeña sonrisa. Thalia bufo seguía siendo una testaruda.

Nico reaccionó rápido y corrió a esconderse. Yo tardé unos segundos en seguirlo, por lo que, cuando Zoë bajó apresuradamente las escaleras, casi se tropieza conmigo. Se quedó inmóvil y deslizó la mano hacia su arco, pero Bianca le dijo en ese momento:

—Ya están encendidas las luces de la Casa Grande. ¡Deprisa! Y Zoë la siguió corriendo.

—No me equivoqué —Zoë sonrió par si misma acariciando su arco con lentitud. Era bueno saber que sus instintos no estaban tan malos como pensaba.

* * *

Imaginaba perfectamente lo que estaba pensando Nico. Vi que respiraba hondo y que se disponía a correr tras ellas. Entonces me quité la gorra de invisibilidad.

Nico se detuvo, tomó una honda respiración antes de poder seguir, sus manos comenzaban a sudar, podía sentir la mirada de Bianca encima suyo, queriendo indagar que pudo haber sido lo que le hizo prometer a Percy. La única promesa que quizá no cumplió.

—Espera —le dije. Casi se resbaló en los escalones mientras se giraba. —Pero... ¿de dónde sales?

—Escuchar a un Nico asustado si es una novedad —Se burló por lo bajo Hazel.

—No me asusté, sólo me sorprendí —Nico hizo un sonidito con la lengua antes de volver a su libro. Sintió una manito aferrarse a su brazo, prefirió no mirarle.

—He estado aquí todo el rato. Invisible.

Él movió los labios, como deletreando la palabra. —Uau. Increíble.

—Awwww —Will no pudo evitar arrullar, aunque recibió un codazo de parte del hijo de Hades.

—Eres una monada —Hazel le pellizco la mejilla, el sólo la quedo mirando, ella río. Percy sólo seguía sujetando su brazo y mirándole con sus grandes ojos verdemar.

¿Cómo podía enojarse con ellos en serio? Ni siquiera intentando lo lograba. Volvió al libro.

—¿Cómo has sabido que Zoë y tu hermana estaban aquí?

Se sonrojó.

—Las oí pasar junto a la cabaña de Hermes. Yo... bueno, es que no duermo muy bien en el campamento. Escuché ruido de pasos y luego las oí susurrar. Y las seguí.

—Acosador —Canturreo Thalia y Nico sólo la miro mal y le saco la lengua.

—Ya llegaremos a una parte en dónde mueras de vergüenza y me reire, lo prometo —Soltó el y Thalia palidecio.

—¿Hay una parte de esas? —Pregunto por lo bajo Phoebe, su teniente se sonrojó hasta las orejas.

—Mataré al sesos de alga —Mascullo entre dientes, había olvidado por un momento ese asunto que converso con Percy, ahrg como le y se, odiaba en este momento.

—Y ahora quieres seguirlas en la búsqueda que van a emprender.

—No —Susurro Bianca de que su hermanito vaya tras ellos ¿Hizo eso? ¿Los estaba siguiendo ahora que estaban en la camioneta? Esperaba que no.

—¿Cómo lo has adivinado?

—Porque si fuese mi hermana seguramente haría lo mismo. Pero no puedes hacerlo.

—Se parecen, los dos son cabezotas —Jason asintió solemnemente.

—¡No me parezco a él! —Nico se dio cuenta muy tarde de que había gritado.

—No te preocupes, no te pareces a mi, tu eres listo —Tranquilizo Percy dándole palmadas en el brazo. Nico se hundió.

—También eres listo, pero yo lo soy más —Murmuró entre dientes, no quería que el niño se sienta mal. Percy solo se lo quedo mirando aún agarrado a su brazo.

Me miró desafiante.

—¿Porque soy demasiado joven?

—Porque ellas no te lo permitirán. Te pillarán a la primera y te enviarán de vuelta al campamento. Y sí, también porque eres demasiado joven. ¿Te acuerdas de la mantícora? Habrá un montón de criaturas parecidas por el camino. Más peligrosas incluso. Y algunos héroes morirán.

—Es lindo ver como intenta protegerlo —Hermes trato de sonreír, se sentía incómodo después de soltar aquello y peor que Apolo casi le haya escuchado ¿Él celoso de un niño? Por favor, pero no podía negar que si se sentía mal de que no recibiera atención de parte de su... Apolo. Aunque claro, el tendría que estar pensando en otras cosas, no en eso, así que trataba de calmarse.

Hundió los hombros y desplazó su peso a la otra pierna.

—Quizá tengas razón. Pero... tú podrías ir en mi lugar. —¿Cómo? —Puedes volverte invisible. ¡Tú sí puedes ir!

—Y se va a ir —Poseidón miro al techo de la sala, quizá pidiendo más calma para su ser. El sabia que se iría, solo que no pensó que sería por orden del pequeño hijo de Hades. Una cueva submarina, con libros de autoayuda, unos cuantos arreglos para que sus amigos tampoco sean suicidas, miro a Hades.

El gran señor del inframundo parecía que recién tuvo un silencioso ataque al corazón escuchando como su pequeño hijo de diez años se quería ir detrás de su hermana, luego del primero que tuvo al saber que Bianca ya estaba embarcada en ese viaje. Perséfone de vez en cuando pasaba sólo su mano por debajo de su nariz como comprobando que aún respiraba.

—Si un dios muere ¿A dónde va? —Pregunto Kayla a sus hermanos señalando al dios del inframundo. Pero ninguno tenía la respuesta exacta a su pregunta.

—A las cazadoras no les gustan los chicos —le recordé—. Si llegasen a descubrirlo...

—No dejes que lo descubran. Vuélvete invisible y síguelas. ¡Y no pierdas de vista a mi hermana! Has de hacerlo. Por favor.

—Me encantan las soluciones de Nico, no puede ir él pues manda al otro —Murmuró Leo por lo bajo —Esos planes locos quizá vienen de familia —Se estremeció, el mismo tenía sus planes locos, como robar esa mochila, algo dentro suyo no estaría tranquilo si no veía su interior.

—Nico...

—De todos modos, ya lo estabas pensando, ¿no?

Iba a negarlo, pero él me miró a los ojos y no me vi capaz de mentirle.

—De acuerdo —repuse—. He de encontrar a Annabeth. He de ayudarlas, aunque ellas no quieran.

—Y mientras nuestro padre mata a medio mundo con su preocupación —Tritón vio a su padre, si todo no estuviera detenido estaba seguro que ya habría inundado algunas ciudades, por no decir países y continentes enteros.

—Yo no me chivaré. Pero tienes que prometerme que mantendrás a salvo a mi hermana.

—No, él... —Bianca soltó el aire, Nico aguantaba las ganas de echarse a llorar sosteniendo con fuerza el libro, podía sentir las suaves y pequeñas manos de Percy sobar su brazo.

—Eso es mucho prometer, en un viaje como éste. Además, ella ya tiene a Zoë, a Grover y Thalia...

—Promételo —insistió. —Haré todo lo que pueda. Eso sí te lo prometo.

—Yo puedo leer Nico —Propuso Hazel.

Nico no contesto, abrió los brazos y dejó que Percy se sentara en sus piernas escondió un poco su rostro en el cuello del niño y siguió leyendo.

—¡Entonces muévete! ¡Y buena suerte!

—Estoy seguro que hizo todo lo posible, el no... tu no —Susurro con suavidad al oído de Percy.

—Todo estará bien, está vez lo lograremos, dice el viento —Percy puso sus manos en su rostro y besó su mejilla. Nico respiro hondo, pasó sus manos por su rostro secando algunas lágrimas traviesas, siguió leyendo con Percy encima suyo.

Era una locura. Ni siquiera había hecho el equipaje. No tenía nada, salvo la gorra, la espada y lo puesto. Y se suponía que tenía que volver a casa esa mañana.

—Dile a Quirón... —Ya me inventaré algo —dijo con un rictus travieso—. Eso se me da bastante bien. ¡No te entretengas!

—Las mentiras no son buenas —Murmuró por lo bajo Hades, más recuperado, al menos Nico no había ido a esa misión. Por ahora sus nervios iban a estar a salvo.

Me puse la gorra de Annabeth y eché a correr. El sol empezaba a salir y me volví invisible. Alcancé la cima de la Colina Mestiza justo a tiempo de divisar la furgoneta del campamento, que se perdía carretera abajo. Era Argos seguramente, que llevaba al grupo a la ciudad. Después tendrían que seguir por su cuenta.

Zoë sonrió sabiendo que no era Argos, era una cazadora por favor, no iba a dejar que un hombre la lleve a su misión. Y menos uno que tuviera tantos ojos, le daban algo de repelús, pues no sabías que miraba exactamente.

Sentí una punzada de angustia. Estúpido de mí... ¿cómo se suponía que iba a seguirlos? ¿A pie?

—No lo creo —Comentó Dionisio por lo bajo.

—Seguro encuentra la forma —Decía Ariadna a su lado mirando su vestido sin interés ¿Qué estaba tramando? Nada bueno era seguro.

Entonces oí un poderoso batir de alas. Blackjack se posó a mi lado y empezó, como quien no quiere la cosa, a mordisquear unos tallos de hierba que asomaban entre el hielo.

«Si tuviera que apostar, jefe, diría que necesita un caballo para darse a la fuga. ¿Qué dice? ¿Le interesa?»

—Que el caballo está tan loco como el hijo de Poseidón —Reconoció Hefestos levantando la vista de su trabajo.

—Al menos Irán en busca de acción —Se quejó Ares aún desparramado en su asiento.

Se me hizo un nudo en la garganta de pura gratitud. Aun así logré responder:

—Sí. Volando.

—Ya está se terminó el capítulo —Nico puso una marca en el libro y lo cerró. Apolo atrajo el libro hacia él.

—Nico ¿Quieres hablar? —Propuso Will.

—No, sólo me quedaré con Percy un rato más —Se aferro al niño que no se quejo para nada.

—Quizá debamos tomar el almuerzo ahora, ya es un poco tarde —Propuso Hestia en vista de que todos quedaron un poco tensos con la promesa aquella, en especial los hijos de Hades.

—¿Estás bien cazadora? —Pregunto Zoë a Bianca que ya se había encogido en su lugar.

—Quizá sea bueno que tomemos aire —Thalia la tomo de la mano, en realidad ella no quería ir a ningún lado, pero aún así la siguió.

Nico sólo abrazaba a Percy escondiendo su rostro en su hombro, el pequeño acariciaba las manos de Nico que estaban en su cintura. Hazel y Will acariciaban la espalda del otro, sabían que estaba llorando aunque no levantara el rostro, a veces era mejor dejar salir todo eso.

—Les traeré de comer —Frank lo sintió como un asunto íntimo, así que los dejo solos.

—Hay que comer —Travis y Connor arrastraban a Luke, el cual estaba aún absorto en sus pensamientos.

—¿Qué es lo que quieren?

—Oh como osas pensar que nosotros queremos algo —Travis lucio ofendido ante la pregunta de Luke.

—Sólo vamos a hablar —Connor le dio una sonrisa que no le agradó.

—Esos dos traman algo —Susurro Chris y Clarisse asintió.

—Y más vale que no sea una de sus bromas —Gruño la chica y luego miro a Percy que estaba con Nico, al menos el niño se encontraba mejor. No lo iba a decir en voz alta pero le alegraba que el pequeño Prissy se sienta a gusto en el lugar.

—Vamos —Perseo tomo el brazo de Teseo hacia el exterior.

—Hey, iba a comer con ella —Se quejo con un puchero.

—Perseo piensa que es mejor que comas con nosotros —Hylla le sonrío de una manera extraña, tanto que el hijo de Poseidón comenzaba a cuestionarse si hizo bien eligiendola a ella.

N/A: Y ¡Feliz Cumpleaños Percy Jackson!

No se si mañana pueda publicar algo así que lo digo de una vez.

Los amo bye

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