Algunos habían tenido problemas para conciliar el sueño, otros ni siquiera querían que les llegara, otros cayeron rendidos sin remedio alguno en cuanto tocaron sus camas, algunos más lo hicieron antes de eso. Percy había sido uno de esos, listo para enfrentarse a su realidad bastante renovado por el buen "sueño" que tuvo de estar en el Olimpo, seguro ese día ni Gabe le quitó su sonrisa con aquel apestoso olor que tenía.

—¡Mami! —Se despertó gritando aún algo atontado, en su realidad su mami le estaba haciendo cosquillas y de pronto ahora estaba aquí. Miro alrededor tenía su tiburón a un lado y un brazo le rodeaba, estaba tibio en una cama mullidita. Era su habitación en el templo.

—¿Qué paso Percy? —El rubio despertó despeinado a su lado tratando de enfocar la mirada aún sin soltarle del todo.

—¡Jason! —Envolvió al rubio en sus brazos haciéndole caer para atrás mientras se reía de él.

—Ah, uh —Fue todo lo que logro articular el hijo de Júpiter apenas sabiendo lo que pasaba. Percy seguía riendo encima suyo y saltando —Parece que alguien amaneció feliz —

—¡Siii! —El niño se levantó corriendo de la cama —Pero necesito el baño —Se apresuro a sacarse la pijama enteriza que cargaba puesta. Jason se río de verlo andar así, se sentó en la cama y salió de ella, tenía que alistarse también aunque sentía que sería un día largo.

Apolo apenas recordaba como es que se conducía, por lo que esa mañana el sol llegó en automático. El dios del sol veía extrañado a su acompañante de cama, no es como que antes no hubiese despertado así, sólo que ahora no sabia como es que esto sucedió.

Lo primero que hizo fue revisarse entero debajo de las sábanas, cargaba sur ropa puesta lo que suponía que no había hecho nada malo o indebido. Eso quería decir que sólo se acostaron a dormir, menos mal, no necesitaban dioses nuevos salidos de la nada en medio de la lectura. Aunque salidos de la nada no sería exactamente la explicación.

—uh Apolo ¿Qué hora es? —Su acompañante se sentó en la cama con rostro perezoso.

—Ya las siete —Apolo se levantó, se sentía muy descansado a diferencia de hace algunos días.

—Anoche debías estar muy cansado, te recostaste en mi hombro y no hubo fuerza alguna que te despertara —Hermes se levantó de su lado de la cama y en un segundo ya estaba cambiado de ropa, listo para otro día de lectura —¿Pasa algo Apolo? —

—Creo que necesitaba dormir —Se paso la mano por el cuello sin mirar a su amigo, amigo, le dio una punzada en el pecho ¿Por qué dolía? —Lo de Percy me ha tenido mal —

—Lo sé, te comprendo —Hermes sobaba su cuello con pereza aún a lado de la cama, de la nada una luz plateada se hizo presente en la habitación. Artemisa se había aparecido sin previo aviso.

—Apo... —Se quedó con la palabra en la boca, la cerró al ver a los dioses ahí, no uno, sino dos, Apolo aún en la cama sin camisa y Hermes aún con cara de sueño cerca de la cama donde las sábanas doradas estaban revueltas como un nido. Una sonrisa creció en los labios de la diosa mientras que Apolo se sonrojo hasta las orejas igual que Hermes —Creo que he incomodado, regreso luego —Le guiño un ojo a los dos y desapareció como llego.

Hermes y Apolo se pusieron más rojos sin explicación alguna, se sumieron en un silencio incómodo.

—Yo me voy —Hermes desapareció igual que Artemisa. Apolo se echó en la cama gritando, por primera vez no hacía nada con alguien y ahora su hermana se creería cualquier cosa.

—Tengo que hablar con Artemisa —Susurró para si mismo.

Apolo se vistió enseguida, un presentimiento se escurrió por su cuerpo como una cubeta de agua helada haciendo que tenga un escalofrío, los dioses no solían tener esas cosas. Algo iba a pasar y no había nada que los demás pudieran hacer, el más que nadie sabía estas cosas, ya lo había sentido antes como cuando sus hijos iban a pelear en las guerras o como cuando una de sus amantes estaba por fallecer, no le gustaba esto.

—Tengo que avisar al tío Poseidón —Salió del templo lo más rápido que pudo en luz dorada y llegó a donde estaba su tío, afuera del templo de este. Se asombró de verle tan serio como en ese momento mirando el cielo —Tío Possy —

—Sobrino —El dios seguía mirando el cielo.

—¿Le sucede algo a mi esfera? —El dios miro al radiante sol que comenzaba a subir como cada mañana, de a poco en poco. Y entonces noto lo que el miraba, por más que el cielo se viera claro y brillante como todos los días, daba un sentimiento raro y un extraño viento comenzaba a soplar salido de la nada ¿Quién le dijo a los dioses de los vientos que podían hacer de las suyas en este día? No lo sabía, aunque ahora recordaba lo que a veces decía el pequeño Percy "Me lo dijo el viento " —Hoy va a pasar algo —

—Es lo mismo que dijo Tritón y se lo ve nervioso, el nunca está nervioso —Suspiro dejando de mirar al cielo —Llegas temprano para la reunión —

—¿Quién pensaría que el cambio de mando sería tan difícil?

—Lo sé, me toca arreglar los desastres de todo el mundo en el Olimpo sin olvidar mis demás cosas en el mar y ahora en el cielo, van a ser largos años —Se sobo las sienes de lado y lado —Vamos a dentro, los demás están por llegar —

—Si —El dios del sol camino detrás de su tío no sin antes mirar el cielo un momento más.

—¿Estás seguro de esto? —Connor y Travis se encontraban encerrados en el baño, los demás comenzaban a salir hacia el comedor.

—Completamente, con esto seguro nos van a notar —Travis se miraba al espejo, por alguna razón su cabello era tan verde como las hojas de un árbol y no traía puesta camisa.

—Creo que hasta el planeta Marte podrían notarnos —Connor miraba su cabello ahora rosa como una flor en el espejo.

—Chicos, apresuren o no tendrán desayuno —Will les tocó la puerta, pero no insistió demasiado, tenía otras cosas de las que ocuparse como de un Nico que extrañamente se había levantado solo esta mañana.

Nico miraba la puerta de la cabaña en la que estaban con insistencia, sabia lo que haría, no sabía bien lo que diría, pero no podían seguir sin decir nada. El momento de hablar con Bianca llegaría en cuanto cruzara la salida y eso era de lo que tenía miedo ¿Y si terminaban peor que ahora? ¿Y si lo único que terminaba haciendo era odiandola más? Aún estaba molesto con ella, sólo que esta no era la Bianca fantasma con la que estaba molesto por no prestarle atención alguna.

—Vamos Nico —Will lo sacó de sus pensamientos, sus ojos azules le veían con preocupación. Se preguntaba si Will sabía que apenas había logrado dormir, claro que sabía que el rubio se metía en su cama cuando se suponía que dormían, ya no le molestaba eso sólo lo encontraba curioso ¿Por qué se preocupaba tanto por él? ¿Por qué todos lo hacían? ¿Qué tenía el de importante? No tenía nada absolutamente nada que podría importarles al menos aquí, en la misión del Argo II conocía la ubicación de las puertas, por eso se hizo importante, pero aquí no había misión ¿Por qué les importaba que comiera y su salud? —... Nico, te estoy hablando —Había olvidado que Will le miraba.

—Cállate, Solace, yo me puedo ir solo —Medio gruñó levantándose de la cama en la que estaba sentado y Will sólo seguía sonriendo con esa boba sonrisa deslumbrante que poseía.

—Si, si, lo sé, tengo que ver algo y ya te sigo —Will regreso al otro lado de la cama a buscar lo que olvidaba y los pies de Nico se estancaron en su lugar.

"¿Por qué lo estamos esperando? ¡No es nada nuestro!" Decía una voz en su interior "Nunca nadie esperaría por nosotros ¿Por qué hemos de esperar por el rubio?" Seguía diciendo la voz, aún así los pies de Nico no se movieron ni un milímetro ¿Qué le sucedía? Will sólo era la persona molesta que le hacía comer verduras, que lo hacía reír en media lectura, que también se dejó perseguir por esqueletos mientras reía, Will Solace era... sólo era Will.

—Oh ya está —Will lo trajo de nuevo a la realidad, Nico le vio de reojo —Me esperaste, gracias —El rubio se enganchó de su brazo amistoso y comenzó a arrastrarlo. El pecho de Nico se calentó por alguna razón y camino sin decir nada.

"Esperamos a Will ¿Por qué lo queremos?" Decía de nuevo su voz interior, miro el brazo de Will rodeando el suyo, era grueso y más bronceado que el suyo "Si, lo queremos" Dejo que la calidez lo invadiera y le diera fuerzas para la conversación que tenía pendiente. Sin importar lo que pasara, Nico se sentía seguro de que igual seguiría contando con algunas personas.

—Estoy segura que faltan algunos —Decía Nyssa mientras revisaban los objetos que habían estado haciendo mientras estaban ahí. Jake a su lado fruncia el ceño contando una vez más unos pequeños ventiladores, estaban seguros que hicieron una docena de ellos, lo mismo que le faltaban algunos de los globos especiales.

—También falta pintura —Agregaba Harley a la lista de cosas que faltaban —Se llevaron mi verde favorito —Hizo un puchero.

—Estoy segura que son los de Hermes, sólo ellos harían algo así —Negó con la cabeza, Leo la miro con la cabeza ladeada.

—Pero ¿Para qué querrían todo eso? —Leo miraba el espacio de cuatro ventiladores faltantes, varios globos y las botellas de pintura.

—No lo sé, sólo que esto no acabará bien —Jake sacudió la cabeza, eso nunca terminaba bien si los de Hermes eran quienes habían tomado sus cosas.

—Y por eso te digo que no puede ser —Teseo suspiro caminando a lado de su hermano, se habían escapado antes de que sus amigos, los otros héroes antiguos, pudieran ir a despertarlos y llevarlos a desayunar.

—Y ya te dije yo, que tal vez las cosas resulten mejor, sólo debes hablarlo con el —Belerofonte se sentó a una de las mesas, se encontraban prácticamente solos, los semidioses apenas iban llegando y los dioses no estarían cerca un rato pues estaban en una reunión.

—No creo que sirva, sabes como siempre salen las cosas para mi —Teseo se recostó sobre la mesa haciendo pucheros —No quiero estar solo en los Elíseos —

—Yo estaré ahí —El castaño suspiro acostándose sobre la mesa igual que él.

—Sólo iré por control de daños —Thalia iba detrás de Bianca con los brazos cruzados detrás de su cuello, la hija de Hades se sentía nerviosa y ansiosa por la conversación con Nico.

—No espero que me perdone, se que no lo hará, pero al menos quiero que acepte hablar conmigo y que tal vez en el futuro podamos llevarnos bien —Bianca jugaba con su gorra verde entre sus manos, aún la llevaba con ella a pesar de ya no usarla para cubrir su rostro.

—Espero lo mismo, ahí está él —Señalo a Nico que venía llegando del brazo de Will, le dio una leve mirada a Bianca esperando alguna reacción de como su hermano se llevaba con Will, sólo pudo ver una sonrisa tambaleante en sus labios. Quizá una de ternura, o orgullo de ver que su pequeño hermano seguía siendo él —Ve ahora —

—Démosle un segundo más —Susurro Bianca viendo como Nico gruñia a Will por algo, ella río ligeramente. Se preguntó si los demás sabían ese algo que sólo ella sabía, sospechaba que Thalia lo sabía y quizá Will, esperaba que fuera bueno con Nico.

—Te ha visto —Señaló a Nico que se dirigía hacia ellos.

—Ahí voy —Suspiro caminando hacia su hermano, los dos se acercaron a unas bancas cerca de los linderos del bosque. Thalia se alejó a una mesa cercana para poder vigilarlos, la misma dónde estaban Teseo, Belerofonte y Will.

—¿Control de daños? —Preguntó el rubio cuando la teniente llegó.

—¿tu igual? —El rubio asintió, los dos héroes antiguos seguían sumidos en murmullos sin atender lo que decían los semidioses.

—Ahí está Will —Piper señaló a una de las mesas, había pasado por el templo de Poseidón recogiendo a su novio y al pequeño Percy junto con Annabeth que parecía ansiosa como muchos esa mañana.

—¿Seguro que puedes solo? —Preguntaba Annabeth a Percy que caminaba con lentitud.

—Si, yo puedo —Era delicado con cada paso que daba, como si en la mochila llevara una bomba de tiempo, o algo muy delicado que con la menor sacudida estallaría desatando el caos.

—Esta bien —Ella río, se había preocupado de más quizá. En un momento los jóvenes se habían adelantado y Percy se quedó unos pasos atrás, siendo que sus piernas eran más cortas y que su caminar hoy era lento.

Ya estaban cerca de las mesas cuando Percy vio algo moverse entre los arbustos, era un malvavisco azul ¡Era hermoso! Y se movía por el suelo ¡Un insecto malvavisco! Seguro una especie sólo del Olimpo, sus manitos picaban de emoción mientras apretaba las mangas de su mochila. Miro a las mesas y luego al malvavisco, hizo eso varias veces.

—No, no, no, concéntrate —Se dijo así mismos, pero era un malvavisco raro, un insecto raro y, y, y, y azul ¡Era azul! ¡A él le gustaba el azul! Lo decidió, tenía que ir tras el malvavisco azul si, o si. Como no podía correr con la maleta por los delicados frascos que parecía llevar, la dejo en el arbusto y salió corriendo tras el extraño insecto que vio.

—Ya te tengo —Una castaña se relamia los labios mientras intentaba no perder de vista su objetivo, si perdía la señal seria su perdición.

—Maldición —Un rubio detrás de un árbol vio como el niño empezó a alejarse de ahí sin que los demás aún lo notaran. Pero ¿Qué podía hacer él? Se suponía que así iba el plan, tenían que deshacerse de él, sólo que él era un niño ¡Un niño! Se llevó las manos a la cabeza con desesperación rogando internamente que alguien se de cuenta que miren como el niño comenzaba a entrar al bosque.

—¿Esa no es la maleta de Percy? —Señalo Harley cerca de un árbol.

—Si, es —Leo la levantó, por fin la tenía entre sus manos —¿Dónde esta Percy? —

—Chicos ¿Han visto a Percy? Nos seguía a la mesa, pero no llegó —Llego diciendo Jason —¿Esa no es la maleta de Percy? —Leo abrazo la mochila.

—Si

—Leo damela, el dijo que había algo que no debía sacudirse ahí dentro

—Te dije que era peligrosa, hay que revisarla

—Es sólo una sorpresa dijo Percy, no creo que sea malo Leo —Jason intento quitarle la maleta, Leo no la soltaba. Comenzaron a forcejear por ella haciendo que se escuche el sonido de frascos chocar entre sí.

—¡Katie y Miranda! —El grito de los Stoll hizo que Jason suelte su lado de la mochila, Leo también la soltó, esta cayo al suelo —¡Venimos a confesar...! —Una música estridente comenzó a resonar.

Provenía de varios árboles, pronto los Stoll que habían estado llevando gabardinas se las quitaron dejando ver que tenían escrito algo que se veía como "Amamos las plantas" y un dibujo bastante mal hecho de una flor. Eso se veía desde cualquier lugar del mundo por el color intenso también de sus cabellos y los globos que era lo único que ahora cubría sus cuerpos, sólo esa parte, globos de corazones, luego salieron más globos estallando y un viento desde los árboles.

La mochila se estrelló contra el suelo en el momento que los Stoll llamaban la atención de todos, un humo comenzó a salir de ella y en cuanto el viento comenzó a soplar se llenó de este esparciendole por todas partes.

—¿Qué es eso? —Preguntó Jason llevándose las manos a la cara, el humo comenzaba a asfixiar a todos los presentes.

El caos se armó en un instante. Percy que estaba cerca aún se regresó al oír los gritos que venían del comedor, corrió lo más rápido que pudo hacia ahí topandose con todo envuelto en un humo de color verde brillante y también comenzó a asfixiarse un poco antes de se cubriera con ambas manos.

—Ay no —Sus ojos ardían, tenía que encontrar su mochila, debía hacerlo. Su cabeza comenzó a dar vueltas y luego su mente se quedó en blanco mientras el humo se iba disipando.

—Te dije que podías arreglarlo después —Se quejaba Orión mientras seguía a Aquiles y Perseo —Ahora es tarde —

—No podía dejar ese nudo para después —Aquiles acomodaba su cabello, esta mañana había estado muy enredado. Perseo a un lado de ellos los seguía como un muerto viviente, el asunto de que tal vez haya molestado a Teseo y por esto el no lo quisiera cerca le atormento en la noche sin dejarle conciliar el sueño.

—Perdimos el tiempo —Se quejaba Zoë caminando con las demás cazadoras hacia el comedor —Les dije que era mejor no cargar aún con las cosas —Seguía renegando.

—... Si, ya lo solucionamos, entonces Apolo se va a encargar de conversar con los dioses del viento cuando terminemos la lectura —Decía Poseidón que iba caminando con el resto de dioses hacia el comedor.

—No puede ser que demores tanto con ese cabello —Zeus estaba de brazos cruzados caminando con Atenea y Hera. A la diosa del matrimonio por fin se le había dado por hablar y lo primero que salió de sus labios fue una petición hacia Atenea.

—Es un cabello mortal, no es como el mío que estaba listo en un chasquido —Renegó entre dientes la ex reina del Olimpo pasando sus manos por su trenza.

—Lo sé, pero ya debías estar adaptada —Rodó los ojos Zeus —Ahora se retrasará esto —

—Da igual —Bufo Hera. Atenea los seguía en silencio, algo no iba bien y lo sabía, poco a poco se quedó atrás de los dos ¿Qué estaba mal? Por el rabillo del ojo vio algo pasar por el bosque.

—¿Tritón? —Decidió seguir la sombra que le pareció ver por el bosque, igual no es como su padre y Hera lo notaran, estaban discutiendo como lo que ahora parecían, un par de adolescentes. Se internó en el bosque queriendo saber si era a Tritón a quien terminó viendo, o era que su pobre vista humana ya la engañaba.

—Malvavisco —Susurro Percy somnoliento mirando con más claridad, el humo se había disipado y sus ojos ahora captaban al malvavisco azul que comenzó a moverse al bosque, no recordaba que iba a hacer ¿Perseguir al malvavisco? Si, probablemente era eso, así que lo siguió.

Un niño rubio de ojos azules con una gran camisa morada que estaba tras unos arbustos también divisó al malvavisco azul. No recordaba dónde estaba ¿Qué era de sus padres? ¿Era un parque? ¿Había ido con su abuela? ¿Por qué traía una camisa tan grande? Luego vio a un niño azabache correr tras el malvavisco azul, quizá si lo ayudaba el niño lo ayudaría a él, así que salió detrás suyo a perseguir el malvavisco azul. Ambos se perdieron entre la espesura del bosque.

—Ok ¿Alguien tiene una explicación para esto? —Poseidón detuvo el andar de todos en los linderos del comedor. Mismo que más que comedor tenía pinta de ser guardería en estos momentos.

Ellos no sabían que había pasado, sólo que ahora en lugar de tener a un montón de adolescentes hormonados e inquietos, en su lugar habían muchos niños pequeños y algunos pre adolescentes mirándose extrañados los unos a los otros, algunos comenzando a llorar y a gritar.

—¿Qué es esto? —Perseo parpadeo lentamente mirando al montón de niños asustados que se movían por el lugar en ropas que les quedaban muy grandes. Como si de la nada se hubieran encogido.

—No lo sé —Contestó Tritón llegando a su lado traía en sus manos varias prendas pequeñas —Pero esto apareció en el templo cuando salía de él, es mucha y ya veo para que la vamos a necesitar —

—Ese de ahí ¿No es Teseo? —Señalo a uno de los niños que se pasaba las manos por la carita no pasaba de los cuatro años.

—¿No es Percy? Tienen el mismo color de pelo y ojos —Perseo entrecerro los ojos mirando al niño en lo que Tritón dejaba la ropa en una de las mesas del comedor.

—Yo creo que no —Opinó Aquiles aunque su atención fue hacia un pequeño que estaba envuelto en una gran camiseta amarillo claro, su cabello castaño rizado y sus ojos verdemar, le hicieron reconocer al instante que era Belerofonte. Aunque por un instante juro ver al niño que recordaba fue Patroclo. Quizá aún lo amaba demasiado y lo veía en Belerofonte.

—No creo que sea... —Las palabras murieron en la boca de Perseo cuando vio lo que el niño hacía.

—No traigo nada abajo de esto —Chilló el pequeño de ojos verdemar levantando la gran camisa que traía puesta.

—Si, es Teseo —Insistió Tritón que tenía el ceño fruncido mirando alrededor, su vista se fijo en un punto. Zeus y Hera estaban de pie en un extremo del comedor, sólo ellos dos —¿Dónde esta Atenea? —

—¡Nada! —Chillo de nuevo el niño y luego en un parpadeo Perseo lo único que veía era una mancha bronceada correr libre por el comedor. El niño se había quitado la gran camisa y como dijo debajo no llevaba nada, seguro porque todo le quedaba grande los boxers habrían caído junto con sus pantalones.

—Es Teseo y es problema tuyo —Tritón sonrío malvado antes de desaparecer de ahí a quien sabe donde.

—¡Luke! ¡Luke! ¡¿Dónde estás?! —Una chica de cabellos negros de unos doce años corría entre los niños mientras llevaba de la mano a una pequeña rubia de unos seis años.

—¡Luke! ¡Luke! —La pequeña le acompañaba en los gritos, tratando de no tropezar con la camiseta naranja y tampoco de perder la parte de abajo. Vio a un niño correr desnudo por ahí y a un chico perseguirlo, ella no haría eso.

—¡Thalia! ¡Annabeth! —Un rubio trataba de pasar entre los niños asustados y algunos pre adolescentes con mala cara buscando a quien había perdido. —Ahí están —Luke abrazo a Thalia y Annabeth cuando las encontró.

—¿Dónde estamos? ¿Cómo llegamos aquí? —La pequeña Annabeth comenzó a bombardear de preguntas a los mayores.

—No lo sé —Fue lo único que Thalia y Luke pudieron contestar con sinceridad.

—¡Mami! —Un pequeño de cabellos castaños rizados gritaba a todo pulmón y trataba de no perder los pantalones en el proceso —Mami ¿Dónde estás? —Frotaba sus ojos mientras lloraba.

Un niño rubio de unos cinco años observaba todo asustado, cerca de sus pies había una mochila ¿Qué era eso? ¿Dónde estaba? ¿Y los de la legión? ¿Le estaban haciendo una broma de nuevo? La última que le habían hecho dijeron que era de bienvenida que se la hacían a todo el mundo cuando cumplía un año de servicio, pero el resto era grande y el era pequeño, ser abandonado en el parque de Marte no fue divertido para nada, no quería otra broma así.

A su lado vio a un niño llorar, tendría más o menos su edad, al igual que él la ropa le quedaba grande. No conocía al niño de nada ¿Era un nuevo niño en el campamento? Si era así tenían que ser amigos, porque serían los únicos niños en el campamento. Así que se acercó dispuesto a conocer al niño.

—Hola —Su voz salió suave haciendo que el niño lo vea —¿Estas bien? —

—No sé... dónde estoy... no sé dónde está mami —El rubio se desilusionó, seguro era un niño de la ciudad que se soltó y camino a este raro parque solo, no se quedaría mucho. Ningún niño se quedaba mucho en la legión porque ese no era su lugar.

—Yo te ayudo a encontrarla —Se ofreció sin más —Mi nombre es Jason —

—Soy Leo —Paso sus manos por su cara y miro al niño de ojos azules —¿En serio me vas a ayudar? —

—Ese es el deber de todo líder, ayudar a los demás —Asintió y le dio la mano, el niño se la apretó y luego le abrazo. Jason se sintió extraño, no recibía abrazos a menudo, sólo una vez los recibió fue cuando llegó y la Pretora actual dijo que era un niño adorable. Luego de eso fue parte de la legión y no hubo más abrazos, sólo entrenamiento y malas caras de algunos.

—Gracias —Leo lo soltó y se remango los pantalones una vez más —No se porque cargo una ropa tan grande —

—Yo también estoy igual —Los dos rieron infantil e inocentes como eran agarrándose los pantalones para que no se les caigan como los zapatos que ahora ninguno llevaba.

—Bianca ¿Dónde está mami? —Preguntaba un niño azabache tomando la mano de una niña sólo unos años más grande que él.

—No lo sé Nico, hay que buscarla a ella y a papá. No recuerdo cómo llegamos aquí —Se sobo un poco la cabeza mientras sujetaba con una mano su pantalón y con la otra la mano de su hermanito —Ellos deben andar por aquí —

—¡Hylla! ¡Hylla! —Una niña gritaba a viva voz mientras caminaba entre los niños que al igual llamaban a alguien —¡¿Dónde estas?! —

—Reyna —Una chica mayor de unos trece años abrazo a la pequeña de unos cinco años —Pensé que te había perdido —

—Yo igual —Se abrazo a ella con fuerza —¿Estaremos muy lejos de casa? —Hylla miro alrededor.

—Espero que si —La tomo de la mano. Las ropas que traían le quedaban grandes y no se explicaba porque iba toda de negro, menos el cinturón pesado de color dorado.

—Ven aquí Teseo, ven no puedes estar desnudo por el Olimpo —Perseo corría detrás de un pequeño Teseo que se escabulló con facilidad entre la gente debido a que todos estaban gritando y llorando.

—No sé quién eres, deja de seguirme, le diré al abuelo que te arreste —Chillaba el niño hasta que tropezó saliendo de abajo de una mesa y cayó de cara al suelo.

—Te dije que no corrieras —Perseo estaba cansado de seguirlo, ya había sudado —Mira como estas ahora —El niño se sentó en el suelo y lo miro con los ojos verdemar comenzando a inundarse en lágrimas —No, no, no Teseo, los niños grandes no lloran —

—¡Buah! —El llanto estalló, los de su alrededor se cubrieron los oídos para no quedar sordos.

—Hay que cambiarlos de ropa y juntarlos a todos —Poseidón y los dioses se movían lo más rápido que podían sin asustar más a los niños que lloraban ya.

—Ven aquí —Hefestos levantó en brazos a un niño de unos dos años que le sonrío —Creo que es Harley —

—Creo que todos ellos son tus hijos —Opino Afrodita mirando a la niña de uno ocho años que se limpiaba el rostro mirándoles.

—¿Usted es mi papá? —Pregunto la niña, Hefestos se la quedo mirando ¿Cuánto se asustaria? Seguro que la pequeña Nyssa no podía creer que su padre fuera tan feo como era él.

—No, él es mi papá —Un pequeño de más o menos la misma edad que ella comenzó a rebatirle esa afirmación.

—Mamá dijo que papá podía tener más hijos —Aclaro ella, el niño la miro y luego a Hefestos.

—Si el es tu papá y también mío ¡Entonces tengo una hermana! —La abrazo haciendo que los dos cayeran al suelo. Los dos dioses se rieron por esto, el pequeño Harley también reía no entendía nada de lo que pasaba.

—Creo que esto fue el causante de todo esto —Orión levantaba en una mano la mochila que Percy llevara consigo todos estos días —Hay un olor raro viniendo de esta —Artemisa con las cazadoras estaban cerca de él mirando la mochila, la diosa frunció el ceño.

—Huele a Hebe y Hecate —Susurró la diosa tomando la mochila con la punta de los dedos, abrió el cierre metiendo su mano en el bolsillo más grande y sintió el interior mojado —Hay vidrios rotos y un liquido —Saco la mano y olfateo un poco, luego la alejó cerrando la mochila —Hay que examinar esto, nadie puede tocarla —Salió de ahí dejándoles turbados.

—Señor, ha visto a la mamá de este niño —Jason jalaba de la camiseta de Zeus que sólo lo veía con los ojos muy abiertos.

—¡Se parece a la tía Callida! —Chilló Leo con terror aferrándose a Jason, este le dio una mirada a la chica que acompañaba al "señor"

—¿Conoces a mi amigo? —Pregunto inocente, ninguno de los ex dioses sabia que decir. Delante de sus ojos estaban los que alguna vez fueron el hijo adolescente de uno de ellos y el amigo de este.

—Niños, vengan conmigo por favor —La voz de una mujer les hizo distraer.

—Ella seguro sabe dónde está mami. Vamos Jason —El latino arrastró al rubio de la mano, mientras más lejos estuviera de la que le recordaba a su tía Callida mejor y si podía salvar a su amigo de conocerla, aún mejor.

—Ah si —Al rubio el "señor" se le hizo conocido por alguna razón.

—Tío Possy no encuentro a Percy —Apolo estaba angustiado habían estado revisando a los niños un buen rato, cambiandoles la ropa y tranquilizadoles, no había encontrado más niños de ojos verdemar entre todos los pequeños de ahí.

—Debe andar por aquí

—Tus dos hijos están con Aquiles y Perseo —Señalo al rubio que cargaba a un castaño que lloraba quedito pidiendo a su mami, y a un azabache que parecía pelear con un pulpo intentando ponerle ropa al pequeño azabache que era Teseo.

—Hay que encontrarlo —Comenzó a pasar entre los niños.

—Hallamos esto cerca de un arbusto —Phoebe le mostró a Poseidón y Apolo unas prendas —No había camisas cerca, lo que me hace creer que pertenece a un niño que anda por ahí solo —

—¿Esa no era la ropa que cargaba ese descendiente tuyo, Apolo? —Señaló Anfitrite mirando la toga con correas doradas además de relleno de peluche. Apolo chilló era verdad.

—Octavian, lo había olvidado, conté a Hal pero no a Octavian, soy un dios horrible —Comenzó a desesperarse mirando a todas partes.

—¿Dónde encontraste esto?

—Por allá, siganme —Phoebe los guio cerca de unos arbustos, un sátiro estaba olfateando el lugar —Hey ¿Qué haces? —Grover alzo la mirada y se topó con la cazadora.

—He estado buscando a Percy, con tantos olores se me ha hecho difícil, pero su rastro me llevó a aquí —Señalo el lugar. El agradecía ser un sátiro y que la cosa que sucediera ahí no le afectara.

—Quizá están juntos —Espéculo Phoebe.

—Esto no me gusta —Dijeron Poseidón y Apolo mirando el bosque que estaba cerca de ahí.

Percy seguía corriendo tras el malvavisco, no sabia en que momento un niño rubio se había unido en su cacería pero no importaba, los dos estaban riendo mientras el malvavisco se iba entre sus pies descalzos. Percy se había quitado los zapatos porque comenzaban a molestarle, le estaban quedando grandes, lo que era raro recordaba que su mamá decía que los zapatos le quedaban pequeños cuanto más crecía. No importaba.

Vuelve el viento soplo contra su rostro haciendo que se detenga, su amigo rubio también lo hizo y se lo quedo mirando.

—¡Lo tengo! —Chillo el rubio atrapando entre sus manos al malvavisco azul —¡Mira! ¡Lo tengo! —Percy sacudió la cabeza y río.

—¡Si! ¡Tenemos al insecto! —Los dos estaban emocionados, la cacería había sido fructífera. Sólo que ahora que se detenían, miraban a todas partes, una espesa selva los rodeaba ¿Dónde estaban?

—Ay no, la abuela me va a regañar —El rubio miro al cielo, apenas y se veían unos cuantos destellos azules entre los grandes árboles.

—¿Dónde estamos?

—No lo sé —El rubio negó con la cabeza. La emoción por atrapar la presa se había ido y estaba siendo reemplazada por el inminente miedo de estar completamente perdidos en medio de un bosque.

—Hay que salir de aquí —Percy se dio la vuelta entera mirando de un lugar a otro igual que Octavian, ninguno recordaba por donde habían llegado.

—Estamos perdidos —Soltó al insecto que se quedó inmóvil en el piso, seguramente ya sin batería.

—Hay que salir de aquí

—Quizá por aquí —Octavian dio un paso hacia uno de los lados y pronto grito a todo pulmón cuando fue succionado por el suelo, el otro niño también gritó. El sabia que no podía dejar a alguien sólo ¿Y si algo le pasaba? No, no podía dejarle solo, a él no le gustaría que le dejen solo.

—Hey ¿estás bien? —Se acercó a dónde había estado el rubio antes y pronto también cayó al suelo siendo succionado por este.

—Tritón ¿eres tú? —Atenea seguía caminando por el bosque sentía la necesidad imperiosa de buscar a Tritón, le estaba torturando algo por dentro el no poder acercarse a él ¿Por qué? ¿Por qué se alejaba? Entre más se acercaba a él más se iba de sus manos, su interior decía que no quería estar sola.

Se sintió perdida y angustiada a cada paso que daba ¿Tritón la odiaba y por eso se iba? Quería recordar su pasado saber el porque de su odio, sentía que en algún punto el la había querido como un padre quiere a una hija, sólo que ya no lo hacía más.

—¿Por qué ya no me quieres Tritón? Dime, dime porque sigues corriendo y huyendo de mi —Las ramas a sus costados comenzaban a lastimarla. Era como si algo la estuviera dominando, algo le aprisionaba el corazón como si fuera un limón al que deseaban sacarle todo su jugo.

Y en cada paso se sentía peor, su sufrimiento solo crecía cada que el se alejaba, con cada paso sentía cuchillas enterrarse en su cuerpo. La locura la arrastraba, ahora deseaba morir, poder descansar del dolor de no tener lo que más anhelaba. Ella no tenía familia, su padre real se había comido a su madre, su padre real no la quería más que para hacer planes, si no fuera útil...

Detuvo sus pasos al borde de un pequeño escalón, más allá lo podía ver con facilidad, el estaba ahí se había detenido y le estaba mirando con fijeza sonriendo. Esa sonrisa paternal que le hacía saber que no importaba lo que hiciera, aún si fuera una inútil descerebrada el la seguiría amando, que el le había perdonado el error que cometiera.

—Tritón —Sólo un paso más y estarían juntos, el sufrimiento terminaría cuando estuviera entre sus brazos, su papá Tritón la quería. Se adelantó y cayó.

—Atenea —Un grito le hizo mirar arriba mientras caía, ahí estaba Tritón el real seguramente y no la ilusión que seguramente estuviera siguiendo desde hace rato. Pero ahora era inútil la caída seguro mataría este cuerpo mortal.

Un cuerpo la envolvió junto con una luz y un profundo olor a mar penetró su nariz, un olor salobre concentrado que le hacía recordar a las aguas profundas. Una risa llegó a su memoria, hubo un olor parecido antes, antes de que fuera la diosa de la sabiduría, antes de ser si quiera Atenea.

—Palas —susurro esperando que el impacto la terminara. Sintió que llegó al suelo, sólo que no fue su cuerpo el que sufrió el choque, lo sentía intacto aún sobre una suave superficie con olor a mar que la envolvía.

—¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? —Esa voz la trajo de regreso, abrió los ojos enseguida sintiendo que el se movía. Tritón la había salvado, el era quien absorbió el impacto del golpe, el icor dorado saliendo de algunas partes de su cuerpo lo demostraba.

—Papá —Susurró estirando su mano un segundo antes de dejarse caer.

—Tranquila, estarás bien, estás cansada y estresada es todo —El estaba herido pero aún así la levanto entre sus brazos. El miro hacia arriba con furia como prometiendo que alguien pagaría por esto. El se la llevo de ahí.

La mañana de Perseo había comenzado de lo mejor, primero siendo sorprendido con el hecho de que Teseo se había ido a desayunar sin él, así como había estado huyendo desde hace rato de él. Luego con ser arrastro por Aquiles para que le ayude con su cabello, sentía que el rubio había estado tan ocupado en su acoso... ejem cuidados a Belerofonte y queriendo que acepte el trato que había descuidado un poco su aspecto desde que llegó. Y ahora pago las consecuencias.

Y ahora estaba este asunto de que habían convertido a todos los semidioses en niños. Incluido su mejor amigo en el paquete, mismo paquete que lo estaba haciendo desesperar, el tuvo hijos si pero ninguno tan inquieto como lo estaba siendo Teseo.

—Te dije que no, Teseo, tienes que tener la ropa puesta.

—¡No quiero! ¡No quiero tu ropa rara! —El gritaba y pataleaba mientras Perseo intentaba ponerla la camisa por millonésima vez desde que lo había atrapado. Luego se detuvo. Perseo pensó que por fin había entendido.

—Bien ahora... —La pancita de Teseo hizo ruidos muy fuertes.

—Tengo hambre —y el llanto comenzó una vez más. Perseo se sobo las sienes su cabeza estaba adolorida y empeoró con la risa de Aquiles.

—Vamos a comer Belerofonte, no aprendas esas cosas de Teseo —Abrazo al pequeño castaño con fuerza y beso su frente, el niño sólo los miraba curioso.

—Claro ríete de mi —Perseo le termino de poner la camisa a Teseo entre todos sus berridos —Ya, ahora vestido vamos a comer —

—¿Estás seguro que estos son los dioses? —Preguntaba Annabeth sentada comiendo junto con Thalia y Luke.

—Si, ese de ahí es Hermes ¿no lo recuerdas? —Decía Thalia. No sabían como es que habían llegado al Olimpo, pero se lo creían esto era mejor que estar corriendo por las calles de los mortales con los monstruos siguiéndoles. Annabeth frunció el ceño, les habían dado una breve y sencilla explicación de donde estaban.

Ahora tenían ropa de su talla y estaban sentados a la mesa. Hestia, la diosa, que aún no se lo terminaban de creer que fuera ella, les había aparecido comedia muy deliciosa sobre sus platos.

—Nos pusieron camisas naranjas, entonces deben dejarnos en el campamento cuando esto... lo que sea termine —Luke se notaba molesto por alguna razón, quizá porque los dioses estaban demostrando mucha más misericordia de la que les habían mostrado en años y eso le hacía pensar que era una trampa.

—Bien, entonces estaremos a salvo ¡Llegamos a salvo Annabeth! —Chocó los cinco con la pequeña rubia.

—Estamos en lugar seguro por fin —Annabeth sonrió mucho viendo a los demás —Pero ¿Qué significan las camisetas moradas? —

—Vamos a comer ahí, dijeron que pronto vendrían nuestras familias por nosotros —Decía Leo que ahora tenía ropa de su talla, una camiseta naranja y pantalones azules, aún llevaba el cinturón de herramientas muy útil que encontró con la otra ropa.

—Si, eso es bueno —Jason se sentía un poco triste porque su amigo se iría cuando su mami aparezca. El no tenía nadie que lo recoja, seguro sería enviado de nuevo a la legión con los demás preadolescentes, o con los lobos y ahí esperaría por los demás.

—¡Leo! —Una niña castaña con trencitas lo llamaba con apuro, la había conocido mientras les daban la ropa, se llamaba Piper y era bonita.

—Vamos con Piper —Leo guiaba, Jason miro a las mesas, estaban camisas naranjas y moradas, el sabia que las moradas eran de la legión ¿Y las naranjas?

—Tu —Uno de los niños grandes señaló a Jason —Tienes que venir con nosotros —Señalo una mesa que estaba llena de niños con camisetas moradas.

—No, el viene conmigo ¡Es mi amigo! —Leo le agarro del brazo y lo arrastro. El chico frunció el ceño mirando al rubio.

—No nos involucramos con mortales —Sujeto el brazo de Jason y lo hizo soltar de Leo casi haciendo que caigan sus bandejas de comida.

—¡Los de camisa naranja no somos mortales! —Saltó un chico de camiseta naranja —¡Somos semidioses griegos! —Los de morado se sorprendieron.

—¡Y nosotros somos romanos! ¡Da igual! ¡El es de los míos y va a comer con los míos! —El chico arrastró a Jason lejos de Leo.

Leo se quedó triste de ver como se llevaban a su amigo lejos suyo, era el primer amigo que hacía y que no decía nada porque a veces dijera cosas raras como que era invulnerable al fuego. Jason lo había alabado por eso y dijo que seguro sería un gran héroe.

—Yo quería comer con Leo —Se quejo por lo bajo Jason sentándose a la mesa.

—Les voy a decir una cosa y que les quede claro, cuando son de la legión tienen que ser fieles a la legión ¿entendido? —El señalaba a los demás niños y repetía lo que había aprendido en el último año que había estado en la legión.

—Si —Los más pequeños al igual que Jason no comprendían porque decía esto, solo querían volver con sus mamis.

Hazel no sabia como sentirse, en un momento recordaba estar saliendo con su mami a la escuela y al otro momento estaba aquí en lo que decían era el Olimpo. Había escuchado historias de dioses de parte de su madre y el como se jactaba que ella había logrado con sus poderes hacer un trato con el mismo Plutón, que la bendijo con ella. Ella no lo veía como una bendición si su madre ni le prestaba atención por estar tan ocupada gastando lo que salía de la tierra cuando ella lloraba.

—¿Quieres galletas? —Un niño con rasgos asiáticos le ponía una galleta enfrente, Frank había dicho que se llamaba. Estaba a su lado cuando llegó ahí.

—Si, gracias Frank —Ella la tomo de sus manos y sonrío, estos niños le parecían más agradables que los de su escuela. Ahí por alguna razón los separaban por el color de la piel, aquí les habían dejado sentar a todos juntos, era lindo.

—Esto sabe delicioso —Bianca se mandaba un trozo más de pastel de manzana.

—Yo quiero, yo quiero —Nico estiraba sus manos hacia adelante, pronto tenía lo que deseaba un trozo de pastel de manzanas también.

—Sabe bien ¿verdad? Yo ya me comí tres pedazos —Decía un rubio de más o menos la misma edad que Nico a su lado. Will dijo que se llamaba.

—Si, sabe rico —Los dos rieron mientras seguían comiendo todo lo que sus manos alcanzaban.

—Sólo iré por más puré, tengo demasiada hambre —Thalia se levantó riéndose de entre sus amigos con el plato en mano. Los dioses habían dicho que podían servirse cuanto quisieran, sólo tenían que poner el plato encima de la mesa central y pensar en lo que deseaban comer.

Ella camino tranquila entre las mesas de los chicos que estaban con camiseta naranja, se sentía como si de verdad perteneciera a ese lugar a pesar de que las cazadoras la miraban con insistencia por alguna razón. Esas chicas estaban locas si pensaban que dejaría a Luke por ir con ellas.

—¡Dije que quiero comer con mi amigo!

—¡Si eres hijo de Júpiter tu deber es con la legión!

—¡¿Quién te nombro el líder?! —Thalia volteo y vio aún pequeño niño rubio de unos cinco años que peleaba con un niño más grande de unos catorce años.

—¡Soy el mayor! —Ella seguía mirando al pequeño, imaginaba que así se vería Jason si siguiera vivo, el mismo cabello, los ojos, entonces lo vio, o lo reconoció tenía una cicatriz exactamente en el mismo lugar que su pequeño hermano. Sobre el labio vibraba una raya blanca algo abultada por la seriedad que había tenido la herida, con el paso de los años ella estaba segura que sólo sería una raya Blanca menos abultada.

—¿Jason? —Ella lo llamó con esperanzas, quizá su madre le mintiera y el no estaba muerto. El niño rubio volteó ante el nombre y se la quedo mirando, el cabello negro desordenado las mechas azules las pecas en el rostro y los ojos azules desafiantes, estaban en sus recuerdos. Un recuerdo vago que pensaba que sólo era una ilusión.

—¿Thals? —Susurró sintiendo su corazón latir con fuerza en su pequeño pecho, latía tan rápido como el de un ratón quizá y ahora sólo era un zumbido que subía hasta sus oídos.

—¡Jason! —Ella corrió hasta el quitando de enfrente de este con un empujón al otro chico —Eres tú, eres tú, eres tú, Jason —Comenzó a llorar estrechandole entre sus brazos con fuerza como si fuera a desaparecer de un momento a otro.

—Eres Thals, Thals, sabia que no imaginaba haber tenido una hermana. Ellos dijeron que nunca vendrías por mi, pero si viniste, viniste por mi, viniste por mi —El se aferraba con fuerza a la camisa naranja de ella. No sabia como llego ahí, solo sabía que no la soltaria por nada del mundo, si lo hacía se iría y entonces estaría solo de nuevo, no quería eso.

—Me alegra tanto que estés vivo —El chico sólo los miraba con el ceño fruncido.

—Es imposible que sea tu hermano, el es romano ¡Es de los nuestros! —Se quejaba el chico y los otros más grandes de su grupo se pusieron de pie también, lo mismo del lado griego.

—¡Pues dile eso a Zeus que nos engendró! —Ella lo abrazo más, no le iban a quitar a su hermano ahora que lo había encontrado en este lugar extraño.

—¡El es hijo de Júpiter! ¡No de Zeus! —Grito una de unos doce años.

—¡Pero tenemos la misma madre! —Todos los romanos se quedaron en silencio, Thalia aprovechó su aturdimiento ante tal afirmación y salió de ahí con Jason en sus brazos. Mismo que seguía agarrado a ella como un koala, tenía una hermana, su hermana era griega, pero lo quería y estaba con él ahora. La amaba —Nadie te llevara de mi lado, nadie —Ella aún lloraba mientras besaba un costado de su cabeza, apenas podía cargarlo porque ella sólo tenía doce, pero aún así no lo soltaria jamás.

—Thalia ¿Qué ha pasado? ¿Quién es ese niño? —Luke estaba de pie junto con Annabeth aún cerca de la mesa, ella los miro y luego a Jason, lo bajo con cuidado.

—Es mi hermano, es Jason —Ellos miraron al niño desorientados, ella nunca les había mencionado eso. Annabeth frunció el ceño viendo la camiseta que cargaba el niño.

—Es romano —Señalo ella.

—Sigue siendo mi hermano, yo lo creía muerto y por eso no se los había dicho —Se agacho a abrazar de nuevo al rubio —Ella dijo que estabas muerto, te busqué por todo el parque —

—Fui con los lobos ¿dónde está mamá? —Ella le tomó las mejillas sin creerse que ahí estaba su dulce hermanito.

—No lo sé, lo que si sé es que te quedas conmigo y se acabó —Jason miro hacia atrás a los del Campamento Júpiter, se suponía que era romano, que su lealtad estaba con roma. Luego miro a Thalia, la única verdadera familia, la que recordaba que le cantaba y cuidaba, ella le quería como simplemente Jason, no como el hijo de Júpiter.

—Si —Contesto más que feliz por tenerla entre sus brazos, ella lo abrazo y lo cargo hasta sentarse de nuevo con Annabeth y Luke.

—Soy Annabeth Chase por cierto

—Jason Grace —Sonrió mucho, tenía a su hermana y a una posible amiga.

—Mucho gusto —Ella lo abrazo, porque si hermano de Thalia seria como su hermano.

—Thalia —Luke le llamo del otro lado, esta lo miro —Es romano Thalia, los de su grupo querrán reclamarlo —

—Si ¿y? El se queda conmigo ¿o no me has oído? —Luke se quedó quieto ante la mirada fulminante que le dio, el suspiro.

—Esta bien, tendremos que luchar si se llegan a meter aquí —Ella lo abrazo sonriendo, le importaba su opinión después de todo Luke era su mejor amigo.

—Gracias —Ella lo abrazo y luego siguió abrazando a Jason mientras le daba de comer. Era feliz de tener a su hermanito de regreso.

Y delante los dioses con las cazadoras comenzaban a tranquilizar al grupo que comenzaba a pelear entre griegos y romanos, por eso sólo los habían separado sin decirles el porque de las camisetas, algunos ya sabían el porque de las suyas pero no el de los demás.

—¿Dónde está Poseidón? —Preguntaba Hades, esto de ser prácticamente la niñera de los "niños del Olimpo " no le estaba gustando aunque ahora que estaba ahí y sus niños eran niños podía verlos más de cerca.

—Ve a buscar a tus hijos, yo miro a los demás —Perséfone le miro con un aire neutral, Hades le agradeció con la mirada antes de besarla y desaparecer de ahí.

Comenzó a buscarlos entre las camisetas naranjas ¿cuán difícil podía ser hallar a sus hijos?... Mucho, habían un montón de niños azabaches por todos lados, junto con rubios, pelirrojos y más cosas. El seguía pasando entre las mesas hasta que lo oyó.

—¡Papá! ¡Papi! —Esa voz y ese acento italiano muy marcado lo reconocía muy bien, giro y ahí estaba su pequeño Nico sonriendo como cada vez que los visitaba, alzaba su manito parado en el asiento para que el lo pudiera ver. El dios casi se pone a llorar de la nostalgia, su pequeño Nico, su niño alegre y feliz.

—Nicolo, mio bambino —Paso por un lado de la mesa y corrió a verlo, a su lado estaba Bianca mirándole con una sonrisa. Sus niños, sus dos niños estaban felices y sanos. Los acogió entre sus brazos depositando un beso en la mejilla de cada uno.

—Hace cosquillas —Se quejo Nico alejándose de su papá —¡Dicen que eres un dios! —Hades se dio cuenta de los demás niños en la mesa que le miraban curiosos —¡Eso es guay! —

—Claro que si —Se paro bien y adoptó una figura más serena, despeino a Nico que río.

—¡Hice un amigo! ¡El es Will! —Señalo al rubio a su lado.

—¿De verdad es un dios? —Sus ojos azules centelleaban de curiosidad, el se limitó a asentir —¡Es Genial! —Hades medio le sonrió —Mi papá también es un dios, no se que dios, pero se que lo es, porque mamá habla mucho de él y como es el que falta supongo que es un dios hombre, aunque puede ser mujer, dijeron que había esa posibilidad —Hades apenas podía seguir el ritmo de sus palabras, ya estaba mareandose.

—Si, si, tu padre seguro es Apolo eres ¿Will Solace?

—¡Siii! ¡Entonces conoce a mi papá! Me puede decir dónde está, porque dijeron que no estaba con los otros dioses ¿usted es el señor de la muerte? ¿Usted se llevó a mi hámster cuando murió? ¿Las almas de los hámsters tienen juicios? He oído que hacen juicios para las almas, ya se leer y he leído libros sobre usted y algunos dioses.

—¡¿En serio?! ¡Yo quiero saber! Bianca me ha contado muchas cosas de los dioses que le contó mamá también historias que se cuentan en Italia y que vivió el abuelo, mi abuelo de parte de mamá, había fantasma en la mansión según cuenta mamá, pero Bianca dice que los fantasma no me harán nada que sólo son muy tristes, que debo cuidarme de las, de las... Manias o algo así...

Y Nico y Will seguían hablando y hablando y hablando, Hades estaba por tener una jaqueca divina de oírlos. Le gustaba que estén animados pero tanta dulzura le estaba revolviendo el cerebro. Fue peor cuando Bianca se les unió, lentamente se alejó de ahí buscando a su otra pequeña, la había visto tan pocas veces cuando era pequeña que sabía que no lo reconocería.

—Si y es divertido cuando ella está en casa —Decía Frank contándole a Hazel sobre su familia, ella quería saber más porque Frank la trataba como su amiga, ella nunca había tenido amigos los niños sólo se alejaban de ella algunos le empujaban para que tropezara y cayera. Los niños podían ser crueles a veces.

—¿Hazel? —Un hombre tocó el hombro de la niña haciendo que salte —Lo lamento, no quise asustarte —Paso su mano por sus rizados cabellos, ella se lo quedo mirando. Nunca lo había visto y aún así se le hacía familiar tenía un aire que había visto antes estaba segura, un aura que se le hacía conocida por alguna razón, sabia quien era.

—Plutón

—Hades en realidad —Le sonrío a la niña, los demás niños en la mesa temblaron mirándole excepto Frank que lo miraba con respeto. Su abuela decía eso, que el no debía temer a la muerte que no era mala, debía respetarla.

—¿Eres mi papá? —El la miro con tristeza.

—Si mi niña y lamento la desgracia que reposa en ti —Ella le miro con los ojos muy abiertos —Pero me alegro de verte, eso nunca lo dudes Hazel —Beso su frente antes de que la niña pudiera reaccionar y desapareció entre sombras.

—Tu padre es guay —Dijo Frank sacándola de su shock, ella parpadeo ¿Que era ser guay? Temia preguntar a Frank pero asintió esperaba que fuera algo bueno, aunque temia que no porque los demás niños parecían asustados por la aparición de este dios.

Sus pies habían resbalado por un agujero que no era demasiado grande, Percy juraba que iba a llegar al centro de la tierra. No tenía ni idea de cuánto tiempo cayó por el negro túnel lleno de ramas, hojas y tierra por el que resbaló detrás del rubio, pero al fin llegó abajo solo para estrellarse contra un frío suelo lleno de pequeñas rocas que se incrustaron dolorosamente en sus pequeñas rodillas.

—¿Estás bien? —El rubio apareció a uno de sus lados y le ayudó a levantarse, no veían bien en tanta oscuridad. Estaban en alguna cueva oscura a la que apenas le llegaba algo de luz por los agujeros que se hacían encima de esta gracias a la maleza.

—Me lastime las rodillas —Medio sollozo no queriendo asustar al rubio, tampoco le dijo que le estaba doliendo su pancita. Quizá tenía hambre no recordaba haber comido.

Tienes que salir de aquí un viento extraño soplo hablándole, miro al rubio y parpadeo ¿El rubio crecía? Juraba que cuando lo vio este era más pequeño, no importaba. Comenzó a caminar por donde el viento parecía indicarle.

—Creo que hay una salida por aquí —Hablo con dificultad, bajo sus pies el suelo crujía el rubio temblaba mientras tomaba su mano y caminaban. Estaban descalzos y sus pies comenzaban a tener cortadas.

—Creo que oí algo —El rubio tiro de la mano del azabache, este también se detuvo en ese momento. Un siseo se oía débilmente por el lugar —Creo que viene de allá —, señaló hacia un lugar de la oscura y húmeda cueva.

—Creo que también viene de allá —El señaló hacia el otro lado donde también se oía el siseo, luego oyeron las hojas crujir y el sonido de arrastre, había algo en ese lugar —Hay que irnos —Caminaron más rápido, el siseo pronto fue acompañado por el sonido de cascabeles. No creían que un bebé anduviera jugando por ahí.

—¡Serpiente! —El rubio saltó cuando la sintió cerca de él y tropezó con el niño más grande debido a esto.

—¡Cuidado! —Percy iba a reclamarle, pero en cuanto se volteó miro que el asunto era serio, una más se había levantado saltando hacia ellos, el movio la mano manoteando al animal hacia un lado —¡Hay que irnos ya! —Los ruidos aumentaban, el recordó el bolígrafo espada.

Úsalo decía el viento, el la sacó y lo destapó. Comenzó moverla con torpeza de un lado a otro cuando las serpientes saltaban tratando de hacerse de sus presas, el rubio trataba de ayudar con una rama que logró tomar del suelo y barría a las serpientes como el otro.

—Vamos —El azabache lo jalo hacia la luz, estaban cerca de la salida hacia un claro del bosque. El rubio perdió su rama mientras corría a la salida, pero tropezó casi llegando.

—¡Ayuda! —Extendió su mano a Percy este se regresó, sólo que no miro mucho más allá como una serpiente saltó encima de ellos y se encajó en su hombro, hasta que el dolor lo invadió —¡No! ¡Oye no! —El rubio saco a la serpiente tomando la espada del otro —¡Ayuda! ¡Auxilio! —Lo arrastró hasta estar completamente afuera —¡Ayuda! ¡Por favor! Dime que estarás bien, niño, por favor, por favor amigo —Estaba llorando asustado viendo como el azabache comenzaba a respirar con dificultad. —¡Ayuda! —

—¡Octavian! —Escucho un grito desde el cielo, lo último que espero es ver una carroza tan dorada que volaba por encima de la zona con unos caballos voladores blancos —¡Percy! —Bajaba en picada gritando esos dos nombres.

—¡Ayuda! ¡Una serpiente le mordió! ¡Ayuda a mi amigo! —Suplicaba el rubio con el rostro sucio bañado en lágrimas mientras una bruma verdemar aparecía en el lugar.

—Percy —El rubio que venía en la carroza se acercó rápidamente a atender al azabache —Esto esta mal —De la bruma marina salió un hombre de cabellos negros que agarró entre sus brazos al rubio —Lo llevaré al templo —

—Vamos —El otro hombre cargo en brazos al rubio que lloraba desconsoladamente por lo que le pasó a su amigo.

—¡Tritón! —Anfitrite dio el grito al cielo cuando vio a su hijo llegar con cortadas algo severas e icor corriendo por su frente mientras cargaba a Atenea entre sus brazos —¿Qué fue lo que pasó? —

—Nada, no pasó nada —Sentó a Atenea en una de las bancas —¿Encontraron a Percy? —

—Tu padre acaba de llegar con Octavian y Apolo se llevó a Percy a su templo —Ella hablo tratando de limpiar sus heridas con sus manos.

—Voy a verlo ¿Puedes encargarte de ella? Aún está un poco en shock —Su madre asintió y el desapareció hacia el templo de Apolo.

—Déjame ver esos raspones cariño —Ella convoco un botiquín y agua, comenzó a limpiar sus cortadas con la mayor delicadeza posible. Atenea la miro con cautela mientras quitaba la tierra de su rostro, cuerpo y ropas despacio sin prisa alguna teniendo cuidado de no hacerle doler.

—¿Por qué me ayudas? —Deseo saber mirando a la diosa, hasta donde recordaba ella siempre trataba mal a los dioses marinos ¿Por qué ella parecía tan dulce? ¿No la odiaba?

—Porque lo necesitas —Le acomodó el cabello hacia atrás quitando las hojas de pasto que se habían quedado enredadas en este, igual que algunas ramitas secas y tierra.

—¿No me odias? —Anfitrite se la quedo mirando y sonrío con tranquilidad, saco algo para desinfectar las heridas y comenzó a pasarla sobre las heridas con un suave algodón.

—¿Por qué habría de hacerlo? —Soplaba sus heridas para mitigar el dolor, como una niña que cuida de que su pequeña hija no sufriera.

—Hice algo malo a tu familia, a Tritón y él... el... —Se quedó callada, no sabía porque estaban siendo buenas con él ¿Qué querían de ella?

—¿Él te salvo? —Ella asintió, Anfitrite seguía en su labor —No me sorprende, el te sigue cuidando aunque tu lo sigas despreciando como a todo lo del mar. Sigues siendo una niña —Ella termino por ponerle vendas en cada herida sumidas en un silencio cómodo.

—¡No quiero! —Teseo se rehusaba a comer más vegetales, se estaba comportando de verdad como lo que era: Un niño pequeño, egoísta, caprichoso y malcriado, lo que estaba colmando la paciencia de Perseo.

—Sólo una más Teseo

—No —Giro el rostro y Perseo casi perdía el control.

—Vamos, ya es la última —El niño lo miro fijamente y apretó los labios con fuerza —Aquiles, ayuda —Miro a su amigo que terminaba de dar de comer a Belerofonte quien ahora se balanceaba sobre el asiento.

—¿Qué le sucede? El pequeño príncipe no se porta bien ¿eh? ¿Por qué? —Pregunto el rubio.

—Porque así llamarán a mamá ¡Quiero a mamá! —Los dos jóvenes se miraron entre sí.

—¿Te portas mal porque quieres que venga tu mamá? —Teseo asintió con seriedad.

—Mamá siempre me deja en esa habitación llena de libros y no viene hasta que la esclava la llama —Ladeo la cabeza mirando a Perseo, el apretó los labios ahora.

—Teseo, tu mami no va a venir

—Siempre viene, tiene que —Parpadeo mirando al azabache mayor, Perseo suspiro tomando las pequeñas manos de Teseo entre las suyas.

—Tu mami está muy lejos y ella no puede venir Teseo, pero te prometo que vendrá tu papá Poseidón y hasta entonces yo te cuidaré ¿de acuerdo? —El niño se lo quedo mirando con sus grandes ojos verdemar que pronto se llenaron de lágrimas.

—Mentiroso, papá no vendrá, papá no me quiere —Se soltó del agarre e intento bajarse de la mesa, Perseo lo agarró de la cintura mientras Teseo seguía balbuceando algo de que su papá no venia porque era un mal niño, que no le mintiera así que su abuelo se lo había dicho, que el sólo vería a su padre cuando fuera bueno y matara monstruos, que el no merecía un padre hasta ese día.

Perseo apenas lograba entender lo que decía Teseo entre sus balbuceos y su llanto, sólo comprendía una cosa: Teseo había pasado muy solo en su infancia, recordaba que el decía que cuando era niño leía mucho, pero no imaginaba que era porque lo obligaban a estar encerrado entre libros. Quizá por eso Teseo se sentía tan feliz cuando comenzó a vagar de un reino a otro sin que nada lo detuviera.

—Bueno, ahora quizá esté mejor —Aquiles sonreía, el creía que todo estaba mejor, su pequeño Belerofonte se portaba muy bien. Era un niño bastante tranquilo y eso era bueno, volteo a verlo, sólo le despego la vista un minuto y ahora sólo estaba el puesto —¿Belerofonte? ¿Belerofonte? —Se levantó a buscarlo entre las demás mesas, pronto lo vio tropezar causando un gran desastre, el hizo una mueca y corrió ahí —Belerofonte —

—¡No me llamo así! ¡Déjame ir! Quiero ir con mamá —Le mordió la mano al rubio y este lo soltó gritando, el niño volvió a correr entre las mesas metiéndose por la de los romanos causando más desastres.

—Belerofonte —Aquiles se golpeó en la frente con su mano, había olvidado que Belerofonte no fue llamado así hasta que fue grande y tampoco era un nombre que le fascinará mucho. Puso su cerebro a trabajar queriendo recordar cómo era su nombre real, pero por más que lo intentara no lo lograba —Espera ven aquí —Siguió corriendo detrás del niño.

—¡No! —Cuidar de los pequeños del mar no era tan sencillo como Aquiles pensaba. Eran astutos, rápidos y listos, después de todo Belerofonte o como se llamará, lo había estado usando para conseguir ropa de su talla, calzado y comida, luego de obtener todo lo que necesitaba es cuando había huido.

El niño creía haber perdido al rubio de cabello largo cuando estaba cerca de los linderos del bosque y de la nada un brazo lo detuvo de nuevo, alguien le sujetaba con fuerza y lo elevó en el aire, el grito con fuerza.

—Calma Hiponoó —Susurró una voz suave y tranquila, el se quedó quieto, miro hacia arriba vio a un chico de cabellos rubios como el anterior sólo que corto, sus ojos se parecían a los suyos verdes como el mar y no como el césped que poseía el chico anterior.

—Orión —Aquiles estaba cansado, este cuerpo nuevo podía verse como el anterior, pero no era como ese se cansaba con más facilidad —Lo encontraste —

—¿Por qué has escapado Hiponoó? —Cuestionó el rubio más grande que él pequeño hubiese visto en su vida, miro al suelo estaba lejos y luego a la cabeza del rubio.

—Eres grandote —Habló anonadado olvidando que estaba en los brazos del "grandote " y la razón de su huida. Orión río por esto acomodandolo en los brazos, los ojos verdemar redondos y grandes le veían sin perder detalles.

—¿Hiponoó?

—Su nombre —Contestó Orión a Aquiles, este asintió mirando al niño —Y ahora ¿Por qué has escapado? —

—Eres fuerte —El niño apretaba sus brazos con sus pequeñas manos.

—Hiponoó —Dijo Orión con reproche haciendo que el niño lo vea de nuevo a los ojos. —¿Por qué huías de Aquiles? —

—¿El rubio princesa? —Ladeo la cabeza y Aquiles se sonrojo.

—Si ¿Por qué huías del rubio princesa? —Orión trataba de aguantar la risa.

—Porque me confunde con Belerofonte, yo no soy ese, soy Hiponoó —Los nombres los pronuncio despacito tratando de que su lengua no se enrede en el proceso.

—Ah, eso está muy mal —Le dio según una mirada severa a Aquiles.

—Lamento haberte llamado por otro nombre —Aquiles entro en el campo de visión del niño —No volverá a pasar —

—Además busco a mamá, debe estar por aquí —Se movió en los brazos del rubio grandote como le llamo.

—Tu mami está muy lejos Hiponoó, ella vendrá más tarde —Aquiles recibió al niño en sus brazos —Hasta entonces yo te voy a cuidar —

—No quiero, quiero a mami

—Te prometo que nos vamos a divertir

—No, porque te vas a enojar y vas a gritar como todos, sólo mami me soporta —El niño se movía entre los brazos de Aquiles queriendo que lo suelten, los rubios se miraron recordaban que Belerofonte decía que mucha gente no lo quería por sus torpezas.

—Vas a estar bien, yo no me enojare, no lo estoy ¿o si? —El niño se lo quedo mirando fijo y con los ojos entrecerrados.

—De acuerdo, pero si te enojas buscaré a mamá —Declaró por último y Aquiles suspiro asintiendo.

—Llévalo con los demás yo seguiré con las cazadoras

—¿Ya saben lo que paso?

—Phoebe, Zoë y Artemisa están revisando aún el contenido de la mochila en el templo de Apolo, el ha llegado y se ha encerrado en el consultorio apenas cruzo palabras con ella cuando se metió al lugar.

—Esperemos que descubran algo pronto

—Por favor, por favor —Apolo trabajaba a todo lo que daba mientras Tritón, Artemisa y las cazadoras trataban de averiguar que es lo que había sucedido en el comedor y cuanto iba a durar. Percy estaba en una camilla del lugar, el dios ya le había dado el antídoto para el veneno de la serpiente que le había mordido por lo que no se explicaba porque aún se veía tan mal.

A Octavian le habían curado, dado ropa de su talla y lo enviaron a comer con los demás chicos del campamento, no sin antes prometerle que su nuevo amigo estaría bien. Apolo no quería quedar como un mentiroso, pero no sabia lo que le pasaba a su pequeño paciente porque se retorcía de dolor apretando su pancita y no importaba el cántico que recitara el niño seguía teniendo dolor.

—Vas a estar bien, vas a estar bien —El dios casi rogaba a cualquier divinidad que parara con su dolor, sintió una mano sobre su hombro y miro a Tritón, este le mostró algo que traía en una mano, el dios abrió mucho los ojos —¿Tu crees? —El otro asintió, el dios suspiro y miro al niño que seguía moviéndose en la camilla.

—Ve con Artemisa, yo me encargo —Apolo asintió y se dirigió a donde estaba su melliza con las cazadoras revisando las fórmulas que encontraron en la mochila junto con una nota. Tritón tomó entre sus brazos al niño y se sentó en uno de los grandes sillones. —Vas a estar bien, hermanito —el niño se acurruco contra él aún con una ligera mueca de dolor.

—Venían con esto —Phoebe le mostró una nota que decía "Para que tengan un momento de niñez, sólo no olviden que deben estar concientes de lo que el humo hará o no recordaran nada cuando este se vaya"

—Probablemente una de las pociones de Hebe y amplificada con el poder Hecate, sabes como le gusta volver a la infancia a los animales que creen merecerlos y entonces los devuelve a su lugar —Decía Artemisa mientras Zoë tomaba con pinzas uno de los frascos que aún contenía líquido en su base.

—Entre menos humo respiren de esto tiene menos efecto, lo que explica porque hay niños de diferentes edades —Decía la teniente mirando el líquido en el envase —En cuanto toca algo que no es el frasco se hace humo verde —Phoebe lo demostró tomando una gota con un gotero, en cuanto esté toco la fórmula apareció humo verde que en un instante desapareció.

—Así que eso fue lo que sucedió, entonces los que estaban cerca del epicentro fueron los más afectados y con menores edades de las que tenían —Apolo frunció el ceño mirando la mochila, los frascos rotos y la nota —Seguramente era para que Percy tuviera con quien jugar, siendo que el era pequeño —Le dio una ligera a Tritón que aún sostenía a Percy —Así que el efecto no debe durar demasiado —

—Eso revisamos ahora —Artemisa suspiro, las cazadoras no habían sido afectadas por no estar ahí pero había perdido a Bianca y a Thalia —Una cosa más —

—Quito su bendición, lo note, Thalia y Bianca no son cazadoras porque no han hecho el juramento cuando eran niñas, sus cuerpos y mente no los recuerdan —Habló Zoë, Apolo les dio una mirada a las dos.

—¿Temen que no vuelva la bendición cuando regresen a la normalidad?

—Es probable que así sea, porque regresarían a su edad actual aquí, pero técnicamente no existen en este tiempo —Artemisa apretó los labios —Así que no sabemos si es que la bendición volverá o no —

—Es complicado, ya veo —Apolo reviso con cuidado la mochila y la nota —Déjenme revisar algunas cosas —Comenzó a investigar con ellas todo lo que podía sobre la poción.

—Hermes —Luke llamó a su padre con algo de molestia, el dios volteo a verlo enseguida.

—Luke —No tenía la cicatriz en el rostro, pero sabía que era Luke, tenía esa mirada airada contra él.

—¿Por qué han decidido aparecer ahora? Pensé que sólo mandarías al sátiro, dijiste que no podías hacer más por mí —Hermes apretó los labios, el no era quien había dicho tales cosas ¿Cómo se lo explicaba?

—Bien, el sátiro los ha traído aquí —Señaló a Grover que estaba cansado recostado sobre el pasto, el había guiado a los dioses hasta un punto en el bosque que sentía el olor de Percy, pero no pudo meterse a la cueva porque era muy grande para el hoyo, los dioses tuvieron que llegar por el otro lado así fue como hallaron a Percy.

—¿Y por qué estás aquí? —El seguía molesto, odiaba no entender las cosas.

—Estamos queriendo cambiar las cosas Luke, queriendo que todo lo malo no llegue a pasar —Trato de razonar con él, Luke le vio con desconfianza.

—¿Curaras a mi madre? ¡Porque fueron ustedes los que la enfermaron! —Hermes no sabía a que se refería, pero debía calmarlo o alborotaria a los demás.

—Si, Luke veremos que tu madre esté sana —El muchacho seguía viéndole con desconfianza y odio —Se que es difícil de creer, pero te prometo que los dioses vamos a cambiar —Lo tomo por los hombros y Luke se soltó bruscamente.

—Los dioses no cambian, todos son unos mentirosos, sólo nos usan como sus... —Luke se encogió de dolor llevando sus manos a la cabeza gritando, Hermes se apresuro a ayudarlo. El dolor pasó rápido, el dios sentó al muchacho en una de las bancas, el rubio podía ver la preocupación autentica en los ojos de su padre, no dijo nada mientras el lo atendía.

—Se que los dioses tenemos el mal de cometer los mismos errores una y otra vez, pero estamos tratando de no hacerlo Luke, los dioses podemos cambiar sólo ten algo de fe en eso —Le dio un poco de agua, reviso su cabeza, paso un paño húmedo por ella y Luke no le dijo nada, sólo se fue una vez que logró ponerse en pie dejándole al otro un sabor agridulce en la boca no sabiendo a que se refería con que enfermaron a su madre, se preguntó si algún libro le daría respuesta —Luke —

—Te dije que era grandote —Decía Hiponoó a Teseo viendo a Orión hacia arriba.

—¡Es un gigante! ¡Como el de las historias! —Saltaba el pequeño Teseo —¡Cargame! ¡Cargame! ¡Cargame! —Brincaba de un lado a otro.

Orión miro a Aquiles y Perseo que estaban tumbados en el suelo, los niños habían terminado de comer hace un buen rato y al parecer desde entonces no habían parado. Miro hacia el comedor, las mesas habían desaparecido de momento, había cojines, juguetes de madera y más cosas regadas por el suelo que estaba cubierto por una gran alfombra de color verde claro, había ahora niños corriendo de un lado a otro y dioses vigilando a todos.

—Ahora con el cerco estarán a salvo de ir por ahí —Decía Anfitrite mirando como Hefestos terminaba de poner una gran placa de un material resistente que casi no se veía en una parte del lindero del bosque.

—La pregunta es ¿Por qué Percy salió corriendo hacia el bosque? —Orión miro más allá de las paredes que ahora separaban el lugar, Anfitrite negó con la cabeza.

—Octavian dijo algo de un insecto malvavisco, pero no sabemos nada más, al menos hasta que todos vuelvan a la normalidad —Hizo una mueca viendo todo el desorden que provocaban los niños que correteaban de un lado a otro —Tener un montón de niños hiperactivos no es fácil —

—Me lo creo —Orión miro a los dos que tiraban de sus brazos de un lado al otro e intentaban trepar por su cuerpo para que los cargue.

—Al menos se han calmado con eso de griegos y romanos —Señalo a los niños que ahora jugaban sin distinción de camisetas a diferencia de los adolescentes y pre adolescentes.

—¡Jason! ¡No me atrapas! —Leo reía mientras el rubio lo seguía corriendo.

—¡Ven aquí Leo! ¡Ven aquí! —Por estar corriendo casi cayó al suelo si no fuera porque alguien lo sostuvo de la cintura —Gracias —Miro a su salvador —Señor —Le sonrío infantilmente.

—Ten más cuidado mientras corres —Zeus acomodó su ropa limpiando un poco del polvo que ya cargaba por andar jugando con sus amigos.

—Si, señor —Contesto como buen niño que era.

—Jason

—Mi hermana —Señaló a la azabache que venía acercándose, ella lo tomó del brazo y lo puso detrás suyo. Ella si lo reconocería en cualquier parte, puede que no luciera como ella lo conoció pero esa aura era inconfundible —El señor me ayudó —

—Si, lo vi —Ella miro a Zeus con resentimiento el sólo la miro con tristeza.

—Thalia —Susurro ella retrocedió un paso.

—Te llame, grite tu nombre cada maldito día en ese infierno... te suplique que me lo devuelvas ¡Y no lo hiciste! ¡No me lo quitarás de nuevo! —Alzo a Jason en sus brazos y se alejó de él. Zeus sólo se quedó ahí mirando como ella lo veía con odio y miedo, un resentimiento que seguramente llevaba desde niña en su interior por al parecer quitarle lo que más amaba.

Hefestos por otra parte estaba sentado en medio de la alfombra de color verde con una Corona de flores sobre la cabeza mientras insectos mecánicos revoloteaban entre el y sus hijos. Leo llegó chillando de alegría cuando los encontró y ahora estaba jugando con sus hermanos a su alrededor.

—No te la vayas a quitar —Decía Nyssa a su padre mientras hacia más coronas de flores con alambres y lucecitas para ponerle a sus demás hermanos.

—Nunca lo haría —El dios sonreía viendo a sus pequeños tan felices de ser sus hijos, ninguno sentía vergüenza de que su padre fuera tan feo, sus madres les habían contado cosas buenas de él. Si que debieron amarlo a él, o a su trabajo.

—Mira, mira —Leo encendió una llama entre sus manos de la nada, Hefestos se lo quedo mirando. El Leo adolescente no parecía tan feliz de poder hacer esto, sus ojos se cargaban de tristeza aunque su boca mostraba una sonrisa ¿por qué? ¿Qué tanto daño sucedió esta vez con su fuego?

—Es hermoso —El dios le sonrió, el niño chilló de felicidad comenzando a saltar una vez más pero sin encenderse en llamas.

Afrodita miraba a sus hijos correr detrás de otros mientras reían por cualquier cosa, sólo una se la quedo mirando fijamente. Ella le devolvió la mirada a la pequeña de ojos multicolores que la veía con asombro desde hace rato que se presentó como la madre de ellos.

—Eres bonita —Pronuncio y la diosa sonrío —¿Veras a papá? El te quiere —

—Posiblemente lo haga —Contesto la diosa y la niña río corriendo detrás de Drew que era a quien le tocaba atraparlos.

—¡Ya te atrape!

—¡No es cierto ven aquí Drew! —Reía la castaña mientras seguía a la asiática de un lado a otro hasta que la alcance —Ahora yo te atrape, las traes —

—¡No! —Drew rio corriendo detrás de Piper una vez más —Tu las traeras —No se había sentido tan contenta desde hace tanto, aquí no tenía que demostrar que era la mejor aquí sólo era Drew, no tenía que ser la más bonita para que le presten atención todos tenían atención de sobra. Era emocionante esto de tener amigos y hermanos.

—Ya está —El rubio pasaba su mano por su nariz viendo su excelente trabajo en vendas —Ahora ten cuidado, no sea que se salgan de nuevo —

—Gracias, Will —Octavian se puso de pie de nuevo y sonrió.

—¡Ya vamos a jugar! —Una niña pelirroja los apresuraba mientras arrastraba a otra de camiseta morada —¡Yo seré la pirata ahora! —

—¡Yo quiero ser la segunda al mando! —Decía la latina de camiseta morada.

—¡Yo también seré pirata!

—Si, vamos Octi —La pelirroja los arrastro a los dos más que feliz hacia dónde estaban más niños.

—¿Entonces? ¿Él está bien? —Preguntaba Poseidón por millonésima vez a Apolo que recién salía de la habitación.

—Si, lo he revisado ahora parece que ya ha parado de hacer efecto la fórmula —Suspiro y miro a su tío —Hemos analizado todo y al parecer todos volverán a la normalidad para mañana, bueno casi todos —

—¿Casi todos? —Poseidón alzó una ceja mirándole.

—Percy no debía estar cerca del humo, tu sabes que es como que su cuerpo estuvieran en dos partes —Río nervioso viendo como Poseidón seguía serio —Y, bueno como lo respiro en su condición... tendrá un efecto distinto en él —

—¿Distinto? —El dios del sol asintió —¿Qué tan distinto? —

—Puede que bastante

—¿Cuánto?

—Mucho

—¿Qué quiere decir eso?

—Que el efecto puede que le dure unos cuantos días porque se le pasará gradualmente... —El sonrío y a Poseidón parecía que le daría algo —Hasta entonces el estará como esta, iría creciendo mientras pasa el efecto —Tritón salió de la habitación llevando algo en los brazos.

—¿Ese es? —El dios del mar señaló lo que su hijo llevaba en brazos.

—Si, es Percy —Destapó un poco las cobijas azules que traía y dejo ver a un regordete bebé con las mejillas rosaditas, la piel tostada, unos grandes ojos verdemar que tenía sus manos enguantadas metidas en su boca babeando los guantes que llevaba puestos. Tritón le había puesto un monito de color celeste, un gorrito con orejitas de oso y tenían bordado su nombre en verdemar Percy.

—Un bebé —El dios miraba al pequeño sin terminar de creerlo, su hijo ahora era un bebé. Ellos esperaban por un adolescente, les habían traído un niño y ahora, ahora tenían que cuidar de un bebé —Es precioso, hola Perseus —Se acerco a él tratando de verle el lado bueno a esto, su hijo era adorable.

Sólo que al bebé no pareció gustarle su rostro porque pronto estaba con la carita arrugada haciendo pucheros a punto llorar dejando sus manos de lado. El llanto estalló cuando Poseidón quiso tomarlo entre brazos para calmarlo.

—No llores, hey, no —Arrullaba ahora al bulto pequeño que era su hijo, este movía sus piernitas y bracitos entre berridos para que el lo soltara.

—Damelo —Tritón se lo quitó de los brazos y eso bastó para que el llanto cesara —Ya, ya, papá no quiso asustarte, shhhh —Apolo hizo mala cara.

—No deja que nadie más lo cargue —El dios del sol hizo un puchero, el también había sido rechazado por su pequeño paciente.

—Quizá porque todos son unos desconocidos a sus ojos —Tritón le hacía mimitos mientras lo mecia en sus brazos.

—Soy su papá, no puedo ser un desconocido

—Ese viejo feo te asusto ¿verdad que si? —le hizo cosquillas al niño haciendo que de un chillido de felicidad y ria —El bebé dice que si lo asustaste —

—Yo debo haberlo conocido a esa edad Tritón, no puedo ser un desconocido y menos un viejo feo.

—Mira como se quejan estos viejos Percy ¿Tu quieres ir con ellos? ¿Ah? —Lo alzó para que mirara a los otros dos entre sus manos, el bebé sólo balbuceo metiendo sus manos enguantadas una vez más en su boca mientras miraba a Poseidón y Apolo, río de nuevo viéndoles —Creo que eso es un no —

—Dijo que si, estoy seguro —Apolo se acercó al niño que Tritón acomodó otra vez entre sus brazos, no pasaba de los seis meses de nacido si no habían hecho mal los cálculos —¿Verdad que si? Que el viejo que no te entiende es la pasa arrugada que te carga ¿verdad? Ven conmigo —El bebé lo miraba con sus grandes ojos mientras seguía babeando su mano.

Apolo intentó tomarlo entre sus manos, pero volvió a pasar lo mismo que con Poseidón el niño comenzó a llorar en cuanto lo alejaron de los brazos de Tritón.

—Dijo que eres un viejo feo, es un viejo feo ¿verdad que si? ¿Verdad que si? Siii —Tritón levantó al niño entre sus manos por encima de su cabeza este chilló de felicidad viéndole de nuevo —Si, el niño dijo que eras un viejo feo —

Poseidón y Apolo no estaban complacidos con esa afirmación pero ni por asomo.

—Ya no puedo más —Orión llego con Teseo trepado en sus hombros y Belerofonte en sus brazos que le jalaba la ropa.

—¡Un bebé! —Teseo señaló al niño entre los brazos de Tritón, este le sonrío.

—¡Bebé! —Belerofonte también chilló y se movía para que Orión lo baje.

—Te los obsequio Tritón —Orión bajo a los dos niños y se sentó en una silla.

—¡Déjame verlo! ¡Déjame verlo! —Los dos comenzaron a tirar de la ropa de Tritón para que les deje ver al bebé. Percy balbuceaba con la mano metida en su boca mientras los miraba.

—Si, si, es un bebé —Tritón se sentó con Percy en las piernas. Entonces Apolo por fin notó que Tritón tenía heridas mal curadas por todo el cuerpo, se había limpiado y desinfectado, pero las heridas no estaban del todo bien.

—¿Qué te ha pasado en la cabeza Tritón? —Pregunto Poseidón antes que Apolo.

—Nada, no paso nada —El sostenía a Percy sentado mientras los niños le hacían caras haciéndole reír.

—Es una herida algo seria —Apolo se acercó a él y reviso su frente —¿Con qué te golpeaste? Debo curarla —Hizo aparecer algunos antiséptico.

—Están bien, Apolo —Recogió a Percy entre sus brazos y se puso de pie —Voy a buscarle un biberón a Percy —

—Damelo y deja que Apolo te cure

—Esta bien —Suspiro sabia que no dejaron de insistir hasta que lo hiciera —Sólo rasurate primero, tu barba lo asusta —

—¿Mi barba?

—¡Es un anciano! —Señaló Teseo y Poseidón se lo quedo mirando.

—Cuando los vas a ver te sueles poner presentable, no como el señor pescador que sueles ser —Indicó Tritón, el dios cayó en cuenta sobre eso —Por eso no te reconoce —

—Oh —El dios se río de si mismo, ahora también comprendía porque a Tritón le veía conocido, después de todo ellos se parecían mucho cuando estaba rasurado, dio un chasquido y la barba desapareció.

—Ahora si —Tritón se lo entrego, Percy se lo quedo mirando y luego río.

—Hola lindo —Poseidón arrullo teniéndolo entre sus brazos lo que no espero es tener la atención de los otros dos niños también.

—Son todos tuyos —Dijo Tritón desapareciendo con Apolo, Orión huyo de ahí.

—¿Eres papá? Te pareces a mi ¿De verdad eres mi papá? El grandote dijo que veníamos a verte

—¿De verdad eres papá? ¿Tengo más hermanos? Me agrada tener hermanos

Y Poseidón ya veía porque Orión estaba tan cansado antes cuidar de unos niños hiperactivos y muy preguntones no era un trabajo sencillo. Respiro hondo comenzando a contestar sus preguntas mientras salía a buscar un biberón con Hestia.

—No Teseo no te puedes tirar de un risco, papá es un dios pero no puede salvarte si saltas por voluntad propia

—¿Por qué no? —Se cruzo molesto de brazos y haciendo pucheros.

—Porque papá cree que tomas las mejores decisiones ¿no quieres que papá piense lo contrario verdad?

—No, pero quiero saltar de un risco —Salto hacia adelante y se encontró con una señorita muy amable de cabello rojo, que le había dado comida antes.

—Puedes hacerte daño si haces eso —Hestia le sonrío dulcemente y el niño sólo frunció más el ceño —¿Un bebé? —

—Es Percy, larga historia ¿Puedes preparar un biberón?

—Por supuesto —Ella lo hizo enseguida y Poseidón se lo dio al bebé —Esto será difícil —Miro a los demás niños del Olimpo.

—Ahora somos la guardería del Olimpo, dioses rebajados a ser niñeros —Se quejaba Dionisio que tenía un montón de niños siguiéndole.

—¡Papá puedo tomar más jugo! ¡Di que sí! —Decía un azabache que llevaba de la mano un rubio.

—No, Dakota, ya tomaste mucha azúcar ahora vamos a buscar frutas —Dionisio lo miro con cansancio ¿Cuántas veces ya había contestado esa pregunta? Quizá un billón de veces.

—¿Mami vendrá con Castor? Quiero a Castor —Decía el rubio a lado de Dakota.

—Si, seguro Polux ahora al campo de fresas —El siguió su camino con todos los niños que lo seguían tanto como si eran de él como si no.

—Ariadna no estaba con él —Murmuró Hestia, Poseidón la miro poniendo ceño.

—Tritón estaba herido

—¿Crees que pasara algo?

—Espero que no —Miro hacia dónde Atenea parecía estar contestando muchas preguntas a un montón de niños curiosos, ella también tenía algunas vendas y curitas.

—¡Annabeth! —Jason le gritaba a su nueva amiga antes de lanzarle la pelota con la que jugaban.

—¡Ya! —Ella la atrapó en el aire y la mandó de regreso con su mano.

—Ellos parecen felices —Comentaba Thalia viendo a su hermano jugar con Annabeth y Piper, miro a Luke que estaba a su lado —¿Pasa algo? —El rubio la miro.

—Algo me pasó, me dolió la cabeza y me zumbaron los oídos hace un rato —Comentó mirándola —Quizá sólo sea por tanto niño —Desestimó el tema no queriendo preocuparla.

—Si, ellos hacen mucho ruido. Aún así, amo que mi hermano esté conmigo —miro a Jason que reía ahora en el suelo atacado por las dos niñas.

—¿Viste a tu padre? —Thalia pasó una mano por su propio brazo.

—No se veía como siempre, pero lo reconocí, no quiero que este cerca de Jason y se lo lleve de nuevo.

—Hermes dijo que los dioses están cambiando

—Espero que sea para bien

—Espero lo mismo —Miro al frente donde los niños jugaban, el sólo deseaba que Hermes no le mienta y que de verdad puedan hacer algo por su madre.

—Rayos —Una castaña se mordía el dedo pulgar mirando de entre los arbustos como Poseidón sostenía un bebé en brazos dándole de comer —Casi lo logro —Sono la lengua y salió hacia donde estaban las demás cazadoras tratando de pasar desapercibida.

—Bien, las cosas volverán a ser normales mañana —Decía Zoë mirando a todas las cazadoras —Por hoy no habrá lectura, los dioses decidieron postergarla hasta mañana debido a que los jóvenes también tienen que oírla —Las cazadoras asintieron —Por ahora seguiremos ayudando, recuerden que los niños aún no tienen la culpa de nada —

—Si, señora —Hicieron un saludo, Lina Adara medio gruñó.

—Vamos en un rato sera el almuerzo —Todas se comenzaron a dispersar, Zoë miro a Lina Adara como si ella ya supiera lo que hizo pero no le dijo nada, sólo dejándole una sensación de miedo en el cuerpo.

—Dime ¿Cómo es que terminamos otra vez de sus cuidadores? —Decía Perseo sosteniendo la mano de Teseo que se estaba hacia un lado queriendo que vayan hacia otra parte.

—Poseidón fue a cambiar a Percy y pidió que los miremos, aunque creo que sólo era una excusa para huir de ellos —Aquiles sostenía a Belerofonte por la cintura, este trataba de soltarse queriendo correr hacia un árbol para treparse.

—Teseo, por favor —Pidió Perseo sintiendo que perdería el brazo.

—Quiero jugar, quiero ir allá —Señaló a dónde estaban los demás niños.

—Vamos a que comas, pronto los demás también vendrán a comer

—¡Quiero jugar! —Tiro de nuevo de la mano de Perseo que optó por recogerlo en sus brazos.

—No, es hora de comer

—¡No, no, no, no, no! —Teseo pataleaba entre sus brazos llorando.

—¿Vamos a comer? —Pregunto el castaño mirando al rubio.

—Si

—¿Qué vamos a comer?

—Comida saludable

—¿Tendré miel al final?

—Si, si te portas bien te daré miel al final —Convencía Aquiles sonriendo, Belerofonte se lo quedo mirando y asintió.

—¿También tendré miel? Quiero algo dulce —Teseo se balanceaba de adelante hacia atrás.

—Si, pero debes comer todo

—¡Bueno! —Jalo a Perseo hacia la mesa y este sólo lo siguió cansado.

Se sentaron con ellos en una mesa, Teseo y Belerofonte comieron sin dar mucho problema aunque si que se movían de un lado a otro, Aquiles y Perseo no podían evitar morirse de ternura cuando hacían caritas a pesar de estar cansados con tanto ajetreo.

—Si, debes comer toda la ensalada y tu también —Thalia veía que los niños comieran y Luke sólo la veía embobado.

—¡Termine! —Gritaba una niña castaña en la mesa de Ares —¡Gané! —

—Bien hecho Clarisse —Alentaba un castaño en otra mesa, ella sonreía triunfante.

—Son niños, las peleas por si son griegos o romanos se les pasaron pronto, ojalá fuera así con los adultos también —Demeter suspiraba mientras veía como Perséfone arreglaba el cabello de Bianca y Hazel en lo que comían.

—Y por eso la primavera es importante —La diosa había omitido decir que era la esposa de Hades, sólo quiso acercarse a las pequeñas amantes de las flores dándoles algunas que no se marchitaran en cuanto las tocaran como sucedía a veces.

—Mamá dice siempre algo de las flores y las abejas, yo no entiendo —Bianca negaba con la cabeza y Perséfone sonrió.

—Eso es un tema para cuando crezcas

—Mamá le dice exactamente lo mismo —Nico metió su mano entre las galletas sacando uno puesto que ya había terminado de comer.

—Algún día crecere y tendrá que decirme —Asintió solemne Bianca.

—Son lindos a esta edad —Afrodita suspiraba encantada viendo como todos sus hijos se llevaban bien, era cierto que a veces peleaban, sin embargo al rato ya estaban jugando de nuevo. A veces era tan sencillo ser un niño, porque perdonaban con una facilidad arrasadora.

Hera estaba sentada en un lugar alejada con Zeus, los únicos que parecían no encajar en ese lugar lleno de niños que desbordaban dulzura y alegría. Ella aún pensaba y re pensaba sobre lo que había sucedido ¿Quién era esa tía Callida? ¿Por qué el niño le había llamado así?

—Por lo menos hoy no sufriremos los dolores de la lectura —Reconocía Zeus —Pero hay otros peores —Veía a Thalia ir de la mano con Jason hacia donde había más niños de la edad del pequeño.

—Tienes razón —Medio gruño Hera mirando su plato, sólo le daría la razón en todo quizá así conseguiría que la liberen dejándola sola más tiempo. El ex dios no le dijo nada solo seguía mirando a Jason y Thalia que jugaban con Annabeth y otros niños más, se veían tan tiernos mientras reían, en muy pocas ocasiones Zeus tuvo la oportunidad de ver a sus hijos hacer eso, por lo general sólo los veía al nacer y luego cuando eran grandes, siempre se saltaba esta etapa vaya que se perdía de mucho.

—Y entonces el gran monstruo abrió sus fauces —Atenea estaba dedicándose ahora a leerles historias a los niños, mismos que estaban atentos a cada palabra que decía y hacían caras y gestos que le hacían sentir un calor interior muy extraño.

—Es un precioso bebé —Anfitrite cargaba entre sus brazos a Percy que ahora dormía luego de su segundo biberón. —Me recuerda tanto a Tritón —Acariciaba con delicadeza su pecho.

—Pues menos mal ya se durmió, porque tiene unos pulmones que casi dejan sordos a todos —Poseidón sonreía mirando al bebé Percy dormir, sus largas pestañas negras espesas en sus ojitos delicadamente cerrados, sus regordetas mejillas tan suavecitas como el algodón rosaditas y sus labios carnosos rojizos. Era una de las cosas que más amaba ver el dios, el adoraba casa etapa de sus hijos.

—Déjame llevarlo adentro —Tritón llego a lado de su madre, tenía una gaza en una esquina de la frente.

—Oh por nosotros, te dije que esa herida estaba mal —Anfitrite le miro angustiada.

—Estará bien para mañana mamá, no te preocupes —Tomó con delicadeza al infante entre sus brazos —Hola bebé, shhh shhh, sigue durmiendo —Lo mecia con delicadeza.

—Siempre has sido bueno con los niños —Comentó Poseidón y Tritón sólo lo miro sin decir nada —Aún así, has dejado que eso pase —Señaló a Aquiles, Perseo y a Orión que corrían detrás de un Teseo desnudo que no dejaba de jalar a Belerofonte por una colina.

—Esta en la etapa de ¿cero ropa?

—Creo que se quedó siempre en esa etapa —Se burló Tritón del comentario de su madre, esta negó con la cabeza. —Iré a acostarlo —Desapareció con el bebé en brazos.

—A alguien se le ha derretido el corazón ¿o no? —Poseidón río y Anfitrite le siguió, era tan extraño ver a Tritón siendo amable, sonriendo y riendo en estos tiempos que sólo podían pensar en que Percy si que los estaba cambiando y no se referían exactamente al de la lectura.

De la nada una pelota golpeo la cabeza de Poseidón que apenas se quejo, pero si que sea asustaron los que jugaban con la pelota. El se volteó a ver a los pequeños culpables de esto, Jason y Annabeth estaban quietos en su lugar mirando con los ojos muy abiertos al hombre delante de ellos.

—¿Esto es suyo? —Les mostró el balón que recogió del suelo.

—Si —Contestaron los dos.

—Jason, Annie —Thalia llegó corriendo hasta ellos y entonces vio al dios, enseguida los puso detrás de ella —Lamento lo que hayan hecho —

—Thalia —Afirmo más que preguntar y le paso la pelota, ella la atrapo entre sus manos —Diles que tengan más cuidado —

—Si, señor

—Poseidón

—¿Es el dios de los mares? —Cuestionó Annabeth asomando la cabeza detrás de Thalia.

—Ese mismo.

—Usted y mi mamá no se llevan ¿Por qué se ve tan grande? Mi mamá se ve como una adolescente

—Porque los dioses podemos tomar la forma que deseamos —El miro atento a los dos rubios que ahora asomaban la cabeza, la rubia asintió mientras que el otro le veía con curiosidad —¿Qué tal la están pasando? —

—Muy bien —Jason sonrió mucho —Encontré a mi hermana —Por alguna razón el dios no le daba miedo, como si ya lo conociera.

—Si, ahora dejaremos de molestarle

—No me molestan, de hecho pueden jugar con mis hijos también —Y como si los hubiera invocado aparecieron Teseo y Belerofonte, los dos con ropa por suerte, detrás de ellos Perseo, Aquiles y Orión sudados y cansados —Teseo e Hiponoó —

—¡Jugar! —Chilló Teseo, le gustaba hacer eso. Thalia miro a los más grandes que también la contemplaban.

—¿Sin experiencia en niños? —Se mofó ella viendo que no podían con esos dos. Perseo bufo su orgullo estaba siendo herido por su pequeña hermana de ahora sólo doce años.

—Tuve hijos, se como tratar con Teseo

—No le creas, él miente con todos los dientes —Teseo abrió mucho los brazos, Perseo lo vio mal.

—Lo imaginaba —Ella se río. Aquiles y Orión no dijeron nada porque ellos no tenían experiencia con niños, era verdad que Aquiles tuvo un hijo, sólo que el nunca lo cuidó.

—Yo sé como hacerlo

—¿Ah si? Porque tú niño acaba de salir corriendo quitándose la camisa por allá

—Demonios ¡Teseo ponte la camisa!

—¡No quiero viejo zoquete!

—¡No soy un zoquete!

—No negaste lo de viejo —se burló el niño riendo a todo pulmón.

—Teseo —Perseo quería ahorcarlo, era más molestoso que el Teseo normal.

—¡Hey! ¡Tes! —Teseo miro a la chica que se parecía mucho a Perseo —Mira lo que tengo —Los ojos del niño brillaron.

—Dame, dame, dame, dame —Se acerco corriendo a donde estaba Thalia.

—Ah, ah, nada, sin ropa y sin zapatos no hay servicio —Ella alzo por encima de su cabeza el caballo de madera que sostenía en su mano, el niño brincaba para atraparlo pero no podía, así que se puso de nuevo la camisa —Me lo llevaré si te quitas de nuevo la camisa —

—Esta bien, está bien, esta bien —El estiraba sus manos hacia el juguete, ella sonrió dándole lo que quería.

—Yo también quiero —Pedia Belerofonte y ella sonrió sacando otro de su bolsillo, los dos estaban ahora jugando en el suelo con Annabeth y Jason a la carrera de caballos.

—Y así, es como se hace —Sonrío triunfante viendo a los mayores, los niños jugaban en el suelo sin molestar.

—Una niña de doce les acaba de ganar —Se burló Anfitrite, los antiguos héroes se sintieron derrotados habían fracasado vilmente y de la peor manera, por niños.

La tarde se les fue en juegos, risas, una que otra pelea y llantos, pero al menos para la hora de la cena todo estaba en paz y tranquilidad no había nada más allá de rodillas raspadas, los corazones latiendo a mil mientras les leían cuentos. Quizá por eso esta era la mejor etapa que podían ver de sus hijos, una en la que no conocían la crueldad del ser humano, o apenas comenzaban a verla, lo que les permitía seguir siendo felices mostrando sonrisas sinceras y haciendo amigos con tanta facilidad como caminar o respirar.

—Bien, hora de ir a la cama —Decía Hestia luego de la cena, la hora de bañarlos había sido casi un caos pero al menos ya había pasado.

—No —Fue la queja general, les habían dicho que cuando se durmieran llegarían por ellos, sólo que no se querían ir porque ahí estaban sus amigos con los que llevaban compartiendo gran parte del día.

—Vamos, deben descansar —Decía la diosa —Mañana tendrán otro día más para disfrutar —Sonaba tan convincente.

—Señor Poseidón —Thalia se acercó a dónde estaba el dios junto con sus hijos y los otros héroes.

—Dime Thalia

—Primero ¿Por qué nos dan ropa tan grande?

—Tenemos nuestras razones —Ella lo vio escéptica pero prosiguió.

—Y segundo ¿Por qué no puedo dormir con mi hermano?

—También hay una razón para eso

—No me quiero alejar de él

—Te aseguro que nadie lo hará de ahora en más —Le sonrío dulcemente y acaricio su mejilla, ella se lo quedo mirando —Lo seguirás teniendo a tu lado cuando despiertes mañana —

—Le creeré, pero sólo está vez —Advirtió ella yendo con Annabeth a cambiarse para dormir, Luke llevo de la mano a Jason prometió cuidarlo en la zona de los varones.

—Vamos a la cama también —Decidió Poseidón tomando en brazos a bebé Percy que respiraba suavemente el ya se había adelantado a dormirse, llevaba un traje que le quedaba grande pero esperaban que en la mañana le ajustara mejor.