¡Hola a todos! Sí, sé que he tardado bastante pero… es que… la inspiración me abandonó… y me ha costado escribir algo con lo que estuviese a gusto… en fin, que aquí estoy otra vez : - )
Los personajes que utilizo son propiedad de JK Rowling, La Warner y a cualquiera que haya pagado los derechos…
Muchas gracias por seguirme y espero que os siga gustando
¡Nos vemos!
Aio!
Será mejor que esperemos a que se haga de noche – Hermione paró el avance de su amigo que estaba dispuesto a entrar directamente en la oficina.
¿Qué entremos por la noche? – frunció el entrecejo; últimamente su amiga se estaba volviendo demasiado… ¿cómo decirlo? Paranoica, histérica, fatalista… cualquiera de estos adjetivos podría encajar perfectamente - ¿Cómo unos vulgares ladrones?
¿Y según tú que somos¿Ladrones eventuales con una causa noble? Un ladrón es un ladrón Ron…
¡Pero sólo vamos a coger nuestros archivos!
Realmente pertenecen a la empresa…
Mirándolo así será mejor que nos volvamos al piso y acabemos con esta tontería… total, nuestros archivos acabarán en una papelera para material reciclable o borrados… -se dio la vuelta.
Ron… - le volvió a parar – lo siento, no debería haber dicho eso, lo sé. Pero… tengo miedo. No quiero que te pase lo mismo que a Harry por el estúpido correo que encontré… no es justo… - se miró los zapatos como si fuesen lo más interesante del mundo – Yo lo analicé y yo debo ser quien cargue con las consecuencias…
Hermione – la abrazó - ¿aún no has entendido que lo que le pase a uno le pasa a todos¡Somos un equipo! Para lo bueno y para lo malo…
Parecemos un matrimonio – sonrió mientras de sus ojos comenzaban a salir lágrimas de tristeza.
Uno bastante raro ¿no crees? Somos tres… mejor dicho cuatro si contamos a mi novia ¿no? – le guiñó un ojo – Ahora será mejor que busquemos una forma de entrar – miró directamente al enorme edificio que anteriormente consideró como un segundo hogar; ahí había encontrado tanto la amistad como el amor. Quién iba a pensar que ahora mismo sería el hogar de sus pesadillas.
Sigo pensando que debemos entrar por la noche – se enjugó las lágrimas y miró directamente al décimo piso – Así no habrá peligro de que nos vea algún guardia chismoso…
¿Crees que habrán dado alguna orden de no dejarnos entrar? Eso me parece demasiado ¿no crees?
Si tú fueras a utilizar ese potente virus… ¿no tomarías todas las precauciones necesarias?
¿Incluso eliminar a los mejores informáticos que he tenido en toda mi vida?
Yo no diría tanto pero… sí – afirmó sin lugar a dudas. Ese programa era lo bastante letal como para acabar con datos y cualquier forma de localización en segundos.
Está bien, como usted quiera – en el fondo sabía que su amiga tenía razón; de hecho, casi no podía recordar alguna vez que sus sensaciones no fueran acertadas – Pero ¿cómo lo vamos a hacer? No creo que ninguno de nosotros dos sepa cómo infiltrarse en un edificio ¿o tú sí?
No, no lo sé. Pero lo que sí sé es que tenemos que hacerlo. Si tenemos en cuenta que llevamos bastante tiempo trabajando ahí y que, por lo menos yo, podría trazar un plano de nuestra planta con los ojos cerrados… ¿no crees que tenemos alguna ventaja?
Está bien, está bien… - alzó ambos brazos - ¿qué te parece si vamos a alguna cafetería que esté aquí cerca? Así podremos vigilar a la gente que entra y sale ¿no?
Y de paso pedir más comida cuando tengamos hambre ¿no? – le miró alzando las cejas.
Perdóneme por ser un humano normal y corriente que a veces debe saciar su apetito…
Estás perdonado – le sonrió haciendo que él levantase las cejas.
Será mejor que nos vayamos… - le cogió por su brazo derecho y la encaminó a Sandy´s, la cafetería con la mejor tarta de manzana de toda la ciudad – Aquí estaremos bien…
Lo que usted diga, señor glotón – ambos se sentaron en la mesa más cercana a los amplios ventanales del establecimiento - ¿crees que hacemos bien quedándonos aquí? Quiero decir que cualquiera puede vernos…
Lo sé, pero si nos vamos más atrás no podremos ver la puerta…
Odio decir esto pero tienes razón – su amigo sonrió con autosuficiencia – comencemos a trazar un plan.
Eso es lo que quería oír querida compinche… - dicho eso sacó de su bolsillo unos folios - ¿tienes un bolígrafo?
¿Te has traído folios pero nada con qué escribir?
¿Debo recordarte quién ha hecho la copia de seguridad y la lleva consigo?
Vale… aquí tienes uno – le tendió uno de color rojo – y este es para mí – se quedó con uno de color azul.
Cualquiera diría que tienes fijación con los bolígrafos…
Me gustan mucho – sonrió.
Igual que los libros… - puso sus ojos en blanco.
¿Algún problema don nunca salgo de casa sin mi portátil?
Ninguno… - volvió a alzar las manos por segunda vez en ese día. Era mejor no comenzar a discutir con ella… no recordaba haber ganado ni una sola vez – Comencemos – un extraño entró en la cafetería eligiendo la mesa más apartada del local.
No sé qué demonios estoy haciendo aquí – Harry se estiraba por enésima vez en su sillón – No hay nadie y ya me estoy aburriendo… será mejor que salga a dar una vuelta – se levantó y apagó la pantalla – después seguiré haciendo nada.
¿Se puede saber dónde iba Potter? – un hombre había aparecido de repente en su despacho.
Iba a dar una vuelta – aunque la simple presencia de ese hombre podía hacer que cualquiera se escondiese debajo de la mesa, Harry no hizo ningún aspaviento – De todas formas no tengo nada que hacer aquí – ni siquiera le dirigió una segunda mirada.
Creo recordar que sigo siendo el propietario de la empresa… es decir, su jefe directo.
Está bien – cerró los ojos y subió su rostro al techo intentando, tal vez, recuperar algo de paciencia - ¿en qué puedo servirle señor? – no sabía por qué pero esa persona no despertaba su simpatía… sabía simplemente que le debía respeto por ser su jefe pero no despertaba ese sentimiento como persona.
Muy amable por su parte – sin más se sentó en el sillón del encargado -
¿y bien¿no tiene algo que decirme?
No – suspiró y se sentó en una de las sillas que tenía reservadas para sus visitas. Desde ahí observó la imponente figura de su jefe. Era moreno, rostro alargado y unos hombros anchos que denotaban mucho ejercicio... pero, sin dudarlo un segundo, lo que más llegaba a intimidar eran sus ojos. Eran de un negro intenso, haciendo que su rostro fuese aún más enigmático… pero no se reducía sólo a eso. Al mirarle directamente a los ojos llegó hasta su mente un pequeño recuerdo… esos mismos ojos con un brillo rojizo casi irreal. Pudo ver claramente su rostro tirante a causa del enfado y ese brillo fantasmal… Se le erizó el vello de la nuca con sólo volver a revivir un segundo de ese recuerdo.
¿Dónde están sus empleados? – apoyó ambos codos encima de la mesa mirándole fijamente.
Están de vacaciones – era la única respuesta que podía darle, en realidad si su mujer no le hubiese dicho nada… no hubiese podido responderle.
Ya deberían estar de vuelta – le dirigió una escrutadora mirada - ¿tal vez sus tropas están desertando? – parecía encontrarle algo gracioso a esa pregunta…
No lo creo – respondió cortante – es sólo que necesitaban mucho descanso después de tanto trabajo.
¿Tanto trabajo? – rió estridentemente - ¿Usted llama a programar esto un trabajo agotador? – le dio la vuelta a la pantalla para que Harry pudiese visualizar su contenido – Yo no lo creo…
Es bastante material para sentirse agotado – quitó sus ojos de la pantalla y volvió a mirarle directamente – señor – escupió la palabra.
Creo que debo enseñarle a ser más respetuoso… ¿verdad? – se levantó bruscamente de su sillón – Será mejor que encuentre al resto de su equipo, si no… los tres serán despedidos… ¡y me da igual si son los reyes de la informática! – su grito resonó casi en toda la planta – No me gustan los desertores – detectó un silbido… algo parecido al siseo de una serpiente.
No señor… - respondió entre dientes.
Señor ¿qué mas? – se volvió antes de abrir la puerta - ¿acaso se ha olvidado de mi apellido?
Sí – le desafió con la mirada.
Será mejor que no lo olvide… - salió dando un portazo; la foto que había encima de su mesa de trabajo se balanceó un poco hasta estrellarse contra el suelo.
Será estúpido – lentamente se agachó para recoger la foto junto con los trozos del cristal – No parece que hayamos cambiado mucho… - frunció el entrecejo - ¿por qué no recuerdo ni mi propia boda? – el dolor intermitente de la cabeza volvió a hacer su aparición – Me da igual lo que diga… tengo que salir a tomar un poco el aire – sin preocuparse por nada más salió de su despacho.
¿Quieres adormecer a los guardias de seguridad? – le preguntó asombrada Hermione a su amigo.
Por supuesto… nos podemos encargar fácilmente de las cámaras de seguridad pero el asunto de los guardias es más complicado ¿no te parece?
Claro pero… ¿adormecerlos¿y con qué?
¿Qué tal con un discurso tuyo sobre los derechos de los trabajadores?
Muy gracioso – masculló.
Tranquila, no te enfades… lo haremos con cloroformo por supuesto.
Por supuesto… ¿cómo no había pensado en eso? – soltó un suspiro de hastío - ¿y qué sugieres¿ponernos detrás de ellos y estamparles un pañuelo mojado en cloroformo.
¡Exacto!
Has visto demasiadas películas…
¡Qué va! – se adelantó quedándose más cerca del rostro de su amiga - ¿cómo lo quieres hacer tú eh?
No lo sé… no había pensado en eso…
¿No lo habías pensado? Qué raro… normalmente tú analizas cualquier pequeño detalle…
Perdona… - respondió con cansancio.
Bueno, entonces se nos tiene que ocurrir otra cosa… lo que sea…
Ron… creo que alguien nos está observando – le dijo en un murmullo. Desde que ese extraño había entrado en la cafetería sentía como si alguien le estuviese clavando la mirada en su nuca – es ese tipo que está sentado en la última mesa… ¡no mires! – demasiado tarde, ambos se encontraban mirándole directamente – adiós al elemento sorpresa…
Será mejor que vaya a algún sitio a comer algo – Harry acababa de salir del edificio y estaba buscando a su alrededor buscando alguna cafetería o cualquier puesto de café - ¿Qué? – su mirada le había llevado a aquella de nombre Sandy´s – Juraría que yo… - la imagen de un cabello castaño y ondulado ocupó todo su campo de visión - ¡Es ella! – exclamó contento – Es la chica de mis sueños… - sin pensar en nada más se dirigió directamente hasta donde se encontraba ella.
¿Nos está invitando a sentarnos con él? – preguntó extrañada Hermione. Cuando ambos se le quedaron mirando el desconocido levantó su mano derecha e hizo un par de movimientos para invitarles a sentarse - ¿Será una buena idea ir?
Yo creo que sí – respondió sin dudar Ron – de todas formas aquí hay mucha gente y no creo que nos haga nada…
Tenemos que seguir con nuestro asunto…
Creo que puede esperar un momento ¿no? – sin darle tiempo a responder se levantó encaminándose a la mesa del desconocido.
Está bien… parece que no es muy buena idea discutir con él… - se levantó a regañadientes.
Buenos días – les saludó el extraño en cuanto llegaron - ¿quieren hacer el favor de acompañarme? – señaló a dos sillas que tenía en frente.
Por supuesto – otra vez Ron respondía por los dos.
No tengo otro remedio… - susurró Hermione.
No te preocupes – le consoló el desconocido – no os voy a hacer daño…
¿Señor Dumbledore? – preguntó despacio la castaña a la vez que se acercaba un poco más a él - ¿es usted?
Siempre dije que eras demasiado inteligente – sonrió su anterior jefe. Era un hombre mayor con canas y una barba blanca bastante larga – Estoy contento de que te acuerdes de mí – su sonrisa bonachona siempre recordaba a un Santa Claus con las mejillas sonrosadas.
¿Y bien¿qué hace persiguiéndonos? – Ron siempre era directo.
Quiero ayudaros… - comenzó a explicarse – sé lo que pasa; sé lo del programa en el que estáis trabajando.
¿El programa? – aún no sabía muy bien en quién podía o no podía confiar - ¿a qué se refiere?
Mi querida niña… puedes confiar en mí – le sonrió guiñándole un ojo – os ayudaré a terminarlo… incluso os ayudaré a encontrar a Harry.
¿Sabe dónde está? – Hermione casi salta de la silla al oír el nombre de su amigo.
No podemos hablar aquí – susurró Dumbledore al tiempo que dejaba algo de dinero encima de la mesa – será mejor que me acompañéis a mi apartamento – se levantó sin esperar ni siquiera una respuesta afirmativa.
¿Será prudente que vayamos? – preguntó nerviosa la castaña.
No te preocupes… yo cuidaré de ti – sonrió su amigo pelirrojo. Recordaba perfectamente cómo, unos pocos días antes, le prometió a su mejor amigo que cuidaría de ella pasase lo que pasase. Y esa era una promesa que cumpliría aún a costa de su propia vida – Vamos – los tres desaparecieron detrás de una puerta trasera.
¿Dónde está? – Harry acababa de entrar en la cafetería segundos después de que ellos se hubieran marchado - ¿Sabe a dónde ha ido una chica castaña que estaba sentada en esta mesa con un chico pelirrojo? - se dirigió a la camarera que estaba atendiendo en ese momento la barra.
Creo que se han ido por esa puerta – le señaló aquella por la que había salido.
¡Muchas gracias! – salió corriendo en la dirección que le había dado aquella camarera – Ahí está – susurró al ver una melena castaña desapareciendo por una esquina. Estuvo a punto de gritarla cuando sintió que un hombre moreno y bastante sospechoso la seguía desde la otra acera - ¿Qué está pasando? – aunque su sentido común le decía que debía correr hasta una cabina y llamar a la policía, algo en su interior le dijo que tenía que seguirla por si le pasaba algo malo. Aun sin conocerla sabía que si a ella le pasaba cualquier cosa él no podría sobrevivir… un raro sentimiento si se tiene en cuenta que no la conocía ¿verdad?
