Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.
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Mascotas.
II. Convivencia.
Aquella tarde, Kagome salió de paseo con Sango, su mejor amiga, irían al cine y para cortar camino atravesaron por el parque. Al pasar por el lago, Kagome pudo ver que al otro lado estaban Inuyasha y Pocky jugando con un disco.
—¿Qué miras?— preguntó con curiosidad Sango.
—Los patos— mintió con descaro.
—Por un momento creí que al chico con el perro.
—De mirarlos, me fijaría en la perra que va con el chico.
—Desde aquí no les distingo ¿Cómo sabes que es perra?
—¿Y por qué va ser perro? No discrimines— dijo indignada.
—Es un hombre, por lo general tienen machos ¿No?
—¿Y si es la excepción?
—A este pasó seguirás soltera.
—Lo dices como si fuese algo malo.
—No lo es, pero deberías salir más.
—Lo hago— aseguró no muy convencida.
—Ir a recoger animales abandonados no cuenta.
—Estoy yendo contigo al cine.
—Me refiero a que aceptes otras invitaciones, el amor de tu vida no va a llegar por un perro.
—Vayámonos, no quiero entrar cuando las luces estén apagadas.
Kagome con discreción vio al otro lado, Inuyasha y Pocky ya no estaban.
¿Por qué haría eso? ¿Por qué se iba a ofrecer? Aún estaba a tiempo de arrepentirse, pero su conciencia no la dejaría y dando unos últimos pasos fue hasta donde estaba Inuyasha, él y Pocky comían galletas bajo la sombra de un árbol.
—Hey, hola. ¿Esta educada?— preguntó con nervios.
—Hola de nuevo, lo es, esta entrenada ¿Por qué?— le parecía extraño que ahora fuese ella quien se acercara.
—Estuve pensándolo, si no encuentras un lugar para Pocky, yo podría cuidarla.
—¿Qué?
—Ya cuando tengas oportunidad, te la devuelvo.
—¿Harías eso?— se levantó y quedó frente a la chica.
—Claro.
—Yo te pagaría su comida y más por los gastos extra, pero ¿En verdad lo harías?
—Ya dije que sí, pero antes debemos ver si se adapta a mi apartamento, es pequeño y puede sentirse algo apretada.
—A ella le agradas, podría funcionar.
—Este sábado nos vemos aquí para ir a mi casa, ¿A las diez de la mañana está bien?
—Si.
—Me tengo que ir, hasta el sábado.
—¡Kagome! Te doy mi número por cualquier cosa— dijo al ofrecerle una tarjeta.
Kagome no mentía, su departamento era pequeño, muy pequeño, inclusive el techo era bajo, no podía alzarlos brazos por completo. En seguida del recibidor estaba la sala y casi siendo parte de la sala, estaba la cocina, siguiendo el pasillo había otras dos habitaciones, seguramente el baño y el dormitorio
—Cuidado con la puerta— advirtió al ver que Inuyasha llegaba al ras del marco—. Sí que eres alto.
—Este lugar es muy bajo.
—Te dije que era pequeño— ahora se sentía incomoda, su casa no era hogar para tener un perro del tamaño de Pocky ¿En qué estaba pensando cuando se ofreció a alojarla?
—No quise... Yo...— ¿Por qué lo tenía que estropear? Él y su bocota—. Sí, yo soy alto.
—Pocky podría dormir aquí— señaló un rincón donde cabía muy bien una cama de perro—. Aunque, creo que prefiere el sillón.
—¿Qué?— volteo y vio a Pocky acomodada en el sillón—. Bájate, tomas confianza muy fácil.
—Está bien, creo que es buena señal. ¿Desayunaron?
—Algo así— un pan y media taza de café no eran precisamente un desayuno.
—Tengo arroz, verduras y pollo agridulce ¿Quieren?
—Estamos bi...— un ladrido lo interrumpió.
—Creo que ella si quiere, voy a calentar la comida.
Inuyasha miró con desaprobación a su perra, quien le ignoró y volvió a acurrucarse en el sillón, no entendía porque se comportaba de esa manera, siempre era educada.
—¿Lo hiciste o lo compraste?— preguntó al acercarse a la pequeña cocina y mirar la comida, todo tenía tan buena pinta que su estómago gruñó.
—Lo hice, no es difícil, ¿Tu no cocinas?— aquello le parecía raro, un chico que vive solo debería saber hacer comida básica.
—No se me da, termino quemando todo.
—¿Qué comes?
—Congelados, enlatados o sopas instantáneas.
—Espero alimentes mejor a Pocky, porque bien recuerdo que se emocionó con las papitas y el hotdog.
—No te preocupes, tiene buenas croquetas, le traje unas, las traigo en mi mochila.
Minutos después, Kagome e Inuyasha estaban sentados en la mesita de la sala, a la par; ya con la mida en sus platos. Pocky al ver la comida quiso comer la del plato de su dueño.
—No chica— la jaló y la llevó a su plato—. Aquí tienes tu comida.
—Dale esto, también quiere probar— Kagome dio a Inuyasha algo de pollo y él las puso en su plato.
—Esto debe saber muy bueno para ponerla tan ansiosa, creo que yo ya estoy igual— comentó Inuyasha a lo que la chica se sonrojó.
Al darse cuenta de sus palabras, Inuyasha comenzó a comer, nunca antes le había hecho un cumplido así a una chica que no fuese su madre. Comía con gran gusto su arroz y verduras, hace tanto tiempo que no comía algo casero. Cuando se dispuso a comer su pollo, Pocky saltó sobre él.
—Compórtate, ya se te dio, ten otra bolita pero quieta— se la dio y su perra pareció calmarse—. Buena chica— volvió a su comida y fue atacado de nuevo, esta vez no tuvo tiempo de reaccionar al cien.
Kagome primero reía por la relación entre Inuyasha y Pocky, se notaba que era algo que les pasaba seguido. Solo desvió su mirada por su segundo y se vio atrapada bajo el cuerpo de Inuyasha, podía notar a Pocky querer pasar sobre ellos, pero al final desistió.
—Yo... Lo siento... ¿Te lastimó? ¿Te lastimé? — preguntaba con nerviosismo Inuyasha, quería regañar seriamente a su perra, ¿Acaso no entendía que Kagome era su esperanza para no regalarla a un extraño?
—No, todo bien.
—En verdad esta educada, creo que el estar aquí la emocionó, te juro que no suele comportarse así.
—No te preocupes, te creo, pero... ¿Podrías moverte?
—Lo siento— se apartó de inmediato, ¿Cómo pudo quedar tan cerca de ella? En un principio intento cubrirla del peso de Pocky.
—Se comió tu pollo— dijo Kagome al notar que ya no había alimento en el plato se Inuyasha—. Toma— le dio la mitad de su porción.
—Ya debes estar arrepintiéndote de ofrecerte a cuidarla.
—Para nada, mírala, ya está tranquila.
Era verdad, Pocky ya dormía en el sillón e Inuyasha no pudo evitar mirarla con un tic en el ojo. ¡¿Qué rayos le pasaba?!
Al siguiente fin de semana. Apenas Kagome abrió la puerta, Pocky corrió como si fuese su casa, directo al sillón. A Inuyasha le sorprendía esa confianza que había tomado Pocky, ya ni en casa de Miroku o sus padres era de esa manera, siempre esperaba a que le diesen la orden de entrar.
—Parece que le agrada tu casa.
—Le agrada mi sillón, termina de pasar, estoy terminando unas galletas.
Inuyasha terminó de entrar y el olor de la masa le llegó a la nariz, ¿Más tarde podría comer alguna? Esperaba que sí.
—Inuyasha, hace tiempo vi a Pocky fuera de una panadería ¿Dónde estabas? — finalmente lo preguntó, era algo que no le dejaba tranquila.
—¿Una panadería? No lo recuerdo— fingió inocencia—. Y dime, ¿A qué te dedicas? — preguntó para alejar la atención de ese momento.
—Tengo un empleo a medio tiempo y al mismo tiempo término mis prácticas.
—¿En qué?
—Educadora en preescolar.
—¿Estás en un jardín de niños? — para ser honesto, creyó que Kagome le diría sobre el refugio de animales.
—Sí, las galletas son para los niños... Tu tarjeta es de una constructora y dice que eres ingeniero, ¿Qué es lo que haces allí? ¿Ingeniero en qué?
—Superviso la obra.
—¿El jefe?
—No exactamente, yo soy el quinto al mando, soy quien tiene contacto con los obreros.
—¿Eres como su representante? — preguntó al meter la primer bandeja de galletas al horno.
—Algo así.
—Y eres arquitecto.
—No, ingeniero civil.
—Vaya, entonces trabajas bajo el sol y realizas las labores pesadas.
—Es una manera de verlo, ¿Qué? — le extrañó que Kagome se le quedase observando.
—No se nota.
—No te miento.
—No dije eso.
—Lo insinuaste.
—Creí que eras de oficina, no estás tan quemado por el sol y tus manos no son callosas— explicó e Inuyasha se miró las manos.
—Debe ser por los guantes y visto de manga larga.
—¿Quieres la masa pegada? — preguntó al mostrarle el tazón.
—No soy un niño como para querer comer eso— claro que quería, pero su orgullo no le dejaba aceptarlo.
—Que mal que creas eso, más para mí— tomó la cuchara y le llevó a su boca—. ¿Tu nuevo puesto de qué es?
—En un nuevo edificio, la construcción es un proyecto de tres años.
—¿En cuántos días más te vas?
—Cinco... Creo que Pocky, debería pasar la noche aquí, para saber cómo reacciona.
—Lo mismo pensaba.
Inuyasha fue a la sala, si todo salía bien, aquel pequeño apartamento sería el hogar de Pocky durante algún tiempo. El sonido de un coche derrapando se escuchó en la calle, y por reflejo Inuyasha miró hacía la ventana, fue cuando se percató del pequeño librero, en una de las repisas había varias fotos, se acercó a mirarlas por curiosidad y de inmediato una llamó toda su atención.
—¿Tu novio? — preguntó al mirar la foto de un chico moreno de ojos azules, que estaba junto a un lobo.
—No, un buen amigo. ¿Qué pasa?— no sabía si era su imaginación, pero le pareció que Inuyasha no le creyó.
—Es extraño que tengas su foto a plena vista.
—De hecho, no debería estar allí, seguramente fue Sango quien la movió.
—¿Quién?
—Mi mejor amiga, tiene la maña de cambiar de lugar las cosas.
—¿Por qué esta con un lobo?
—Kouga es sorprendente, es veterinario de fauna silvestre, esa la mandó hace dos meses, está apoyando en una reserva de lobos en México, ayuda a rescatarlos, es un chico de buen corazón. El año pasado cuidaba pandas en china, las fotos con esos panditas le hacían ver muy tierno.
—¿Cómo es que dos personas tan diferentes se conocieron?
—No somos tan diferentes, nos conocimos en un voluntariado en preparatoria, me anoté en un refugió de esos donde rescatan animales y les buscan un buen hogar, Kouga fue mi supervisor, ambos amamos a los animales.
—Así que un refugio.
—Aún ahora, algunas tardes soy voluntaria.
—Rescatas animales y aun así, no tienes mascotas.
—Larga historia, veré como van las galletas.
Inuyasha observó la foto y la dejó en su lugar, era tonto, pero se sentía molesto de alguna manera. Lo mejor era irse, debía calmarse, Pocky estaría bien, ya mañana iría por ella.
14/07/2017
Solo queda otro más y termina.
