Los personajes de Inuyasha pertenecen a Takahashi Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.
Mascotas.
Especial, Adiós año del perro.
IV. Dormir.
Un año luego de su reencuentro, Inuyasha, Pocky y Kagome seguían viviendo en el apartamento de la chica. Les costaba encontrar un lugar más grande, que fuese cercano al trabajo de los dos y que aceptase perros. Pero aprendieron a organizarse y hasta el momento les iba bien.
En ocasiones Inuyasha debía ausentarse por el trabajo o en otras llegaba tarde, como en la última semana, había estado llegando pasada la media noche. Esa noche, aprovechando que era viernes, Kagome se propuso esperarlo despierta, se vio una pequeña maratón de una serie en la app de Fox, pero cerca de la una de la mañana, el sueño la vencía y se fue a su cama.
Cuando Inuyasha llegó, Pocky movió su cola, pero no se levantó de su lugar. Inuyasha se acercó y le acarició la cabeza.
—¿Cuidaste bien a Kag?— Pocky movió la cola—. Buena chica, te debo un premio, sigue descansando— en el camino al dormitorio, se fue quitando la ropa, hasta quedar en su bóxer rojo—. Kag, ya llegué— le dio un beso en la frente y la chica abrió los ojos con pereza.
—Hola, ¿Quieres comer?
—No, quiero dormir— dijo al levantar la sábana y meterse bajo ella.
—¿Qué hora es?
—Las cuatro— se acurrucó junto a su novia y se quedó de inmediato dormido.
Kagome intentaba no hacer ruido al preparar el desayuno, sabía que aunque Inuyasha aparentaba dormir profundamente, no era así, si escuchaba que se le caía algo se levantaría corriendo a verla. Al escuchar que Pocky chillaba y rasgaba en la puerta de la habitación, fue a verla.
—Pocky, Inu duerme, ayer llegó tarde, está cansado— la perra pareció entender por un momento, pero pasados unos minutos, volvió hacer lo mismo—. Son casi las doce, creo que puedes entrar a despertarlo, necesita comer ¿Cierto?
Kagome los observó desde la puerta, Pocky le saltó y jaló la sábana. Inuyasha solo se giraba e intentaba seguir durmiendo.
—Pocky... Luego jugamos...— la perra lo empujaba de la espalda, como queriendo tirarlo de la cama—. No seas latosa— sintió a Pocky bajarse y luego ser jalado del pie—. Ya me desperté— se sentó y la vio mover la cola—. Como algo y te llevo a pasear. ¿Ahora ya te recuestas?— casi le da un tic en el ojo al verla acostarse en la cama.
—Fue más lista que tú.
—Malvada, tú la dejaste entrar— caminó hasta su novia, ella le veía son una sonrisa.
—Ya debías comer algo, desde que me desperté, tu estómago gruñía, pero te deje dormir, en verdad debías tener mucho sueño porque por lo general te despiertas cuando te da hambre.
—Debió ser así, porque tampoco sentí cuando te levantaste.
—No me gusta que manejes tan cansado.
—Pagué un Uber— ella ya le había hecho saber eso, le daba miedo que se quedase dormido y tuviese un accidente—. Dejé el coche en la oficina, te prometí que no manejaría cansado— le dio corto beso y ella sonrió—. Estaba pensando que en la tarde podemos ir a pasear.
—Tendré lista tu correa— le revolvió el cabello y él la rodeó de la cintura.
—Como diga mi dueña.
—Deberías ponerte un pantalón y ya venir a comer— ver a Inuyasha solo en bóxer le era mucha tentación.
—¿No te gusta lo que ves?— le sonrió divertido.
—No es eso, me encanta pero, si alguien viene de sorpresa…— suspiró cuando sintió un mordisco en el cuello.
—Nadie va a venir.
—La cama está ocupada— dijo con un jadeo.
—La podemos encerrar, está el sofá— no tenían hijos que les interrumpieran, pero tenían a Pocky, ella solía ser muy inoportuna en ocasiones.
Kagome se estiró y cerró la puerta a espaldas de Inuyasha, en cuanto se escuchó el sonido de la perilla, ella fue llevada al sofá, pero justo cuando Inuyasha le quitaba la camiseta a ella, el timbre sonó y luego se escuchó la voz de una niña, "¡Tío, abe!".
—No hagas ruido y se van— se sentía tan mal por su sobrina pero en verdad necesitaba ese momento con su novia.
El timbre sonó con más insistencia y de nuevo la voz "Tío, so io".
—Tienes que abrir— también estaba frustrada, pero debían atender.
—No es justo, me voy a cambiar, tú abre.
Kagome se acomodó la ropa y fue a la puerta, al abrirla vio a Rin con Yoko.
—Hola, perdón por tardar, estaba cocinando e Inuyasha se acaba de despertar, pasen.
—No te preocupes, venimos rápido.
—¡Tío!
—¿Cómo está mi sobrina favorita?— cargó a la niña y ella rio.
—¿Podrían cuidarla un rato? Sesshoumaru va a comprarse un nuevo traje y se desespera, solo quiere estar corriendo por todos lados, con su año y medio su hija quería explorar todo caminando.
—¿Dónde está él?— Inuyasha vio por el pasillo, estaba recargado en la pared junto a la puerta.
—Sí algo malo le pasa…
—Aquí estás, yo creí que no subirías a saludar— le interrumpió Inuyasha.
—Escúchame, no la descuides ni un segundo, aquí hay suficiente comida y jugo, pañales y ropa limpia— dijo al pasarle la maleta.
—Sessho, vámonos, ella va estar bien— le había costado convencer a su esposo de dejar a Yoko con Inuyasha y Kagome, no quería se arrepintiera.
—No nos tardamos— fue lo último que dijo Sesshoumaru al partir con Rin.
—Iré a servir la comida, deberías llevarla a jugar con Pocky— al escuchar ese nombre la niña se inquietó, le gustaba jugar con ella, el perro en su casa, no era tan juguetón.
—Ya te llevo.
El día anterior no pudieron ir al parque, Rin y Sesshoumaru llegaron más tarde de lo esperado. Pero ese día, estuvieron libres, Inuyasha ya estaba listo con Pocky, esperaba a Kagome que tardaba más de lo usual, llevaba largo rato en la recámara. Ya habían pasado quince minutos, ¿Qué tanto podía estar haciendo?
—Se tarda mucho— se tiró en el piso y Pocky se puso a su lado—. Ve por ella— ordenó a su perra, pero solo se giró panza arriba—. Ni tú tienes ganas.
—¿Qué tienen?— Kagome les encontró acostados y con los ojos cerrados.
—Nos aburrimos ¿Qué tanto hacías?
—No encuentro mi casco ¿Lo han visto?
—Sí, lo siento, cuando aspiraba, lo puse sobre el librero— Kagome lo fue a tomar e Inuyasha le puso la correa a Pocky—. Vamos antes que cierren los hotdogs.
—Acabas de comer, pero eso ya no me sorprende— ya se había acostumbrado a ese apetito insaciable de su novio.
—No es para mí, es el premio para Pocky por cuidarte bien— Kagome suspiró, y le sonrió.
Aquella tarde, Miroku les pidió a Kagome e Inuyasha ir a su casa y cuidar un par de horas al pequeño Komori. Las gemelas habían cogido un fuerte resfriado en la guardería, la medicina que les habían dado no parecía funcionar, la fiebre iba y venía, por lo que sus padres las llevarían de nuevo al médico. Pero no querían exponer mucho al pequeño, apenas tenía un mes de nacido.
—Gracias por cuidarla, quisiera llevarla, pero no quiero que enferme— Sango veía a su bebé dormir en los brazos de su padre.
—No te preocupes, estará bien— dijo Kagome.
—Saliendo de consulta regresamos.
—Cualquier cosa, no importa lo mínima que sea, me llamas— dijo Miroku con tono serio.
—Puedo hacerlo, he cuidado muy bien de Pocky y en un par de ocasiones de Yoko.
—Miroku, Komori estará bien, debemos llevar a las niñas.
…
Eran las ocho de la noche y todo iba bien con Komori, era un niño muy tranquilo, se despertaba para comer y se dormía. Ahora Kagome debía estar durmiéndolo y él calentaba en el microondas la pasta que sus amigos les dejaron. A su lado, estaba Pocky y Kirara (la gatita de Sango), seguramente ya tenían hambre. Les iba a dar su alimento cuando recibió una llamada de Miroku, luego de eso, fue a ver a Kagome.
—Kag, Miroku llamó dice que…— estaba dormida en la cama de las gemelas y junto a ella, estaba Komori, ya dormido—. Se ve muy linda así ¿Verdad?— Pocky le puso una pata en la pierna cuando se sentó en la cama.
Ver a Kagome junto a Komori le daba un cosquilleo en el estómago, el mismo que sentía cuando la veía jugar con Yoko. No podía creer que ya hubiesen pasado dos años desde que tocó la puerta de su casa, usando esas orejas de perro.
—Vamos a que tú y Kirara coman.
—Inu, ¿Ya llegaron?
—No, se van a quedar hoy.
—¿Es malo?— se levantó preocupada.
—Miroku dijo que no, solo deben tenerlas en observación hoy.
—¿Qué pasa?— le notaba extraño.
—Yo… Es que… Tengo hambre, le doy de comer a ellas y cenamos algo.
—Veamos que tienen para comer— tomó al bebé, en lo que cocinaba lo dejaría en su moisés.
—Kagome.
—Dime… ¿No estarás enfermo también? Estas rojo, tal vez ya te dio fiebre y…
—No estoy enfermo— no sabía ni porque la llamó, tal vez sí.
—¿Entonces? Actúas muy extraño, si hay algo mal dime.
—Nada está mal.
—¿Te preocupan las gemelas?— esas niñas querían mucho a Inuyasha, y él a ellas.
—No, bueno si, pero no es eso, Miroku y Sango están con ellas.
—¿Qué es?— le tomó de la mano, cuidando de tener bien sujeto al pequeño.
—Quiero…— bajó su mirada, de nuevo ese cosquilleo y fue lo confirmó, él quería "eso"—. Quiero que seas la madre de mis hijos, quiero que seas mi esposa.
Kagome se sorprendió, no se esperaba aquello, quería hablar, responderle que "¡Sí!", pero esa simple palabra no salía, entonces le jaló de la playera y lo besó.
11/01/2019
Hola aquí de nuevo, hace tiempo que quería poner algo, pero las cosas se complicaron y no pude. Pero ya heme aquí, y pues despido al año del perro. Aún falta agregar más vivencias aquí, espero poder hacerlo antes del año nuevo chino. Muchísimas gracias por sus mensajes y deseo que nos sigamos leyendo.
