Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.
Mascotas.
VIII. Manada.
Tan solo habían pasado cinco meses de la boda de Inuyasha y Kagome, pero muchas cosas habían cambiado, algunas de manera planeada, como los nuevos viajes de Inuyasha que aunque no eran tan frecuentes como antes, si eran un poco más largos. Sin embargo, había otros cambios completamente inesperados, claro ejemplo, el bebé, su bebé. Habían acordado esperar, pero al parecer, el universo tuvo otros planes, Kagome había quedado embarazada, aunque tenía su parche. No sé enteraron hasta luego de la boda y fue cuando comenzaron a entender los extraños comportamientos de Pocky, ella lo supo antes.
Kagome intentaba poner en una repisa alta del closet, una caja de plástico donde guardaba artículos de manualidades, pero Pocky no la dejaba. Le jalaba de la ropa y la empujaba de nuevo a la cama.
—¿Todo bien?— preguntó Inuyasha, las había escuchado discutir por Pocky y decidió dejar de ver la televisión para ir a ver qué pasaba.
—No, no me deja acomodar— dijo frustrada.
—Quiere atención— supuso.
—Ya le dije que guardo la caja y jugamos, pero no me deja— intentó tomar de nuevo la caja, pero Pocky con el hocico le apartaba las manos—. ¿Ves?— se apartó y se sentó en la cama.
—Yo lo hago— tomó la caja y la puso en su lugar.
—Es igual a ti, exagerada, eso no es pesado— se dejó caer de espaldas en el colchón.
—Pero si lo querías poner en un lugar alto.
—Y por eso tenía un banquito— señaló.
—¡Hey!— se quedó al ser empujado por Pocky hacia la cama—. Ya voy, tranquila— se acostó junto a su esposa, abrazándola—. Creo que quiere me acueste contigo.
—Estoy aburrida— ese domingo se le estaba haciendo muy largo.
—Vayamos por un helado o por pan.
—Creo que será la segunda opción— dijo Kagome al ver que Pocky se agitaba al escuchar la palabra "pan".
Kagome se sentó en una banca del parque, había salido con Pocky para pasear y encontrarse con Inuyasha luego de su trabajo. Pocky la miró preocupada, a lo que Kagome le acarició la cabeza.
—Estoy bien, no debí comer ese burrito— en ese momento se arrepentía de haber cedido a su antojo, su estómago se lo estaba reclamando—. Esperaremos aquí, Inu no debe tardar en llegar— miró a todos lados, no había gente, buscó en su bolso alguna bolsa de plástico, pero no la encontraba—. ¡Pocky!— gritó al ver que su perra se echaba a correr, ni siquiera hizo intento de seguirla, estaba segura que si se levantaba, vomitaría.
—¡Kag!— en ese momento la chica suspiró de alivio al escuchar la voz de su esposo.
Por eso Pocky había corrido, había olido a Inuyasha y fue por él. Inuyasha al ver que Pocky corría hacia él aún con la correa, se alarmó y en cuando su perra corrió de nuevo en dirección de dónde venía, él también corrió.
—Estas pálida.
—No me siento bien.
—¿Puedes ponerte del pie?
—No, siento que voy a…— se llevó las manos a la boca.
—Ok, puedes hacerlo aquí— tomó una de las bolsas que llevaban para recoger las heces de Pocky.
Apenas Inuyasha le dio la bolsa, Kagome se inclinó y vertió el contenido de su estómago, sentía como su esposo le acariciaba la espalda y le sujetaba el cabello.
—¿Mejor?— preguntó al ver que Kagome se enderezaba y se veía más calmada—. Toma agua— le ofreció una botella.
—Creo que ya pasó.
—Te llevaré al médico.
...
En cuanto llegaron de nuevo al apartamento, Kagome se fue a acostar, Pocky la siguió, acostándose a su lado, poniendo una pata sobre el estómago de su dueña.
—Inu… acuéstate conmigo— pidió Kagome al hacerle espacio, el chico obedeció de inmediato—. Lo siento— dijo en cuanto su esposo la abrazó, poniendo una mano sobre su vientre—. Se suponía que esperaríamos más tiempo.
—No digas eso— la acercó más a él—. Estoy feliz— le besó la mejilla—. Más que feliz, tendremos un bebé.
—Increíble que me tocaría un parche caduco.
—¿Ya te dije que estoy feliz? ¡Tendremos un bebé!— se puso sobre ella, cuidando de no aplastarla.
—¡Ven acá!— lo jaló de la playera para besarlo, lo hubiese continuando besando de no ser por el ladrido de Pocky.
—¿Ahora que tienes?— se quejó Inuyasha, en respuesta Pocky se volvió a acomodar y puso con cuidado su cabeza sobre el vientre de Kagome.
—Creo que quiere cuidarme, cuidarnos— llevó una mano a su vientre.
—Nos lo intentó decir todo este tiempo, por eso se recostaba más en tus piernas y por eso no te dejaba cargar cajas. Ya lo sabias ¿verdad?— Pocky lo vio y movió su cola—. Tomaré eso como un "si".
Inuyasha se estiró, esas sillas del aeropuerto ya le estaban provocando dolor de espalda. Lo que ya quería era poder subir al avión y llegar a su hogar, no le gustaba dejar a Kagome por tanto tiempo. Tomó su celular y le escribió a su esposa que su vuelo seguía sin salir.
—¿Nervioso?— preguntó Miroku, su amigo no dejaba de mover su pierna.
—¿Tu qué crees?
—Kagome está bien, por lo que me has dicho, todo va bien.
—Lo sé, pero no solo es eso.
—Estas nervioso por ser padre, a todos nos pasa, lo harás bien, quieres a tu bebé que es lo más importante, yo también sentí nervios con las gemelas y Komori, pero mírame, ellas ya van en su primer año del jardín de niños y Komori en la guardería.
—Quisiera ya estar allá.
—Es duro estar lejos de ellos, pero cuando la veas la felicidad que sentirás, te hará olvidar este viaje.
El celular de Inuyasha vibró, Kagome le mandó una foto de ella y Pocky acostadas en la cama, con el texto "Aquí te esperamos, te extrañamos, ojalá tu vuele no tarde mucho".
—¿Es eso una sonrisa?— codeó Miroku a Inuyasha.
—No molestes.
—No tiene nada de malo, mis peques me mandaron la foto de un pastel de galletas que le ayudaron a hacer a su mamá— le mostró la foto, las gemelas limpiaban el tazón del relleno y Komori comía las galletas que sobraron.
El celular de Inuyasha volvió a vibrar, Kagome le había escrito "Hoy fuimos a caminar un poco y al bebé le dio hambre", en la foto, las dos estaban sentadas en una mesa al aire libre y comiendo ramen.
—¿Tu novia?— preguntó un chico de larga trenza, no había podido evitar ver la foto.
—Mi esposa— dijo Inuyasha con una sonrisa, ¡cómo le gustaba decirlo!
—No sabía estabas casado, es linda, ¿Está embarazada?
—Sí, nuestro primer bebé— respondió con orgullo.
—¡Felicidades!, ¿ya saben qué será?
—No, hasta que nazca.
—Bankotsu, ¿Ya saben cuándo saldrá nuestro vuelo?— preguntó Miroku, su compañero había ido a preguntar por la demora del vuelo.
—Esperan que sea en dos horas, el aeropuerto está saturado por la lluvia en Tokio.
—No se ustedes, pero tengo hambre— dijo Miroku—. Vamos, hay que hacer que esas dos horas se hagan más cortas— Inuyasha pareció meditarlo—. Nada va a cambiar si te quedas, el vuelo no saldrá antes.
—De acuerdo.
...
Al entrar al apartamento, a Inuyasha le extrañó no ser recibido por Pocky, no por Kagome, suponía que ella debía estar dormida, ya era media noche. Pero Pocky se levantaba al escucharlo. Dejó su maleta en la entrada, más tarde se ocuparía de ella. Prendió la luz y pudo ver que la cabeza de Pocky se asomaba desde el sofá, al acercarse se percató que Kagome dormía ahí.
—¿Los estuviste cuidando?— Pocky movió la cola e Inuyasha le acarició detrás las orejas.
—Inu... hola, creí llegarías hasta mañana— habló somnolienta.
—El clima mejoró antes.
—Me alegra que ya regresaras, ¿me ayudas a sentarme?
—¿Por qué te dormiste aquí?— preguntó al ayudarla.
—No podía dormir, no me acomodaba.
—¿Y el sofá fue mejor?— se sentó en el sofá, quedando en medio de su esposa y Pocky.
—No, supongo que ya tenía mucho sueño y aquí me venció— se recargó en el hombro de su esposo.
—Si no hubiese llegado quien te ayudaba ¿eh?
—Pocky, ella nos cuida muy bien— dijo con una sonrisa.
—Es lo que veo y por eso, se ha ganado un premio— de su pantalón sacó una bolsa de galletas para perro, le dio un par a Pocky, quien las comió gustosa—. Buena chica.
—Mi turno…
—Kag, son de perro— al verla trago saliva, conocía muy bien esa mirada.
—Quiero que mi esposo, me lleve a la cama, ahora— sentir su aroma luego de tantos días le estaba volviendo loca, mala idea recargarse en él.
—Kag, ¿no deberías dormir?
—Te fuiste muchos días, te necesito— dijo con suplica.
—¡Maldición!— se levantó y le ofreció una mano a Kagome, ¿a quién quería engañar? Él también la necesitaba.
Miroku tenía razón, el cansancio por las seis horas de espera en el aeropuerto, las cuatro horas del vuelo y las dos horas en el tráfico, ya no las recordaba.
Kagome intentaba recoger una playerita blanca que iba a acomodar en la cajonera de su bebé, pero no podía agacharse mucho, el tamaño de su vientre ya no la dejaba, estaba por hincarse y así poder recogerla, pero Pocky se la pasó con el hocico.
—Gracias, no sé qué haría sin tu ayuda.
—La comida estará lista en veinte minutos— dijo Inuyasha al entrar al dormitorio—. ¿Qué hacen?
—Acomodando, ¿Crees que necesitemos más ropa interior?
—Kag, yo veo suficiente— el cajón estaba ya lleno.
—¿Seguro?, ¿y qué hay de la ropa térmica o de los pañales de tela?
—Nacerá en verano y de los pañales… creo que, de esos, si podemos comprar más— no estaba seguro de cuántos podía ensuciar un bebé en un día.
—Pero en verano llueve.
—Tranquila, todo irá bien— abrazó a su esposa desde la espalda—. Sí le llega a faltar ropa para cuando llueva, papá ira y le va a comprar ¿verdad cachorro?— acarició con ternura el lugar donde crecía su bebé.
—¡Inu!— se giró para abrazarlo y besarlo, Inuyasha actuando como papá la calentaba de una manera que no creyó posible.
—Por mucho que me guste esto— se separó de ella—. Tienes que comer.
—¿Luego podemos seguir?— pidió haciendo un puchero.
—¡Claro que sí!
Kagome seguía sentada en la cama, leía tranquilamente un libro, hasta que el flash de una cámara la alertó, Inuyasha le sonría desde la puerta. Su nuevo pasatiempo era tomarle fotos.
—¡Hey!, no estoy peinada y sigo en pijama.
—Te ves hermosa— se subió a la cama, acostándose en el regazo de su esposa.
—Solo lo dices para que no me enfade.
—Claro que no— puso una mano sobre el vientre de su esposa, le alzó la playera del pijama y besó con ternura el lugar donde crecía el bebé de ambos, aquella acción ya era de lo más normal—. ¡Se movió!— no era la primera vez que lo sentía, pero no importaba cuántas veces lo sintiera, siempre, se emocionaba.
—Lo hace más cuando te escucha.
—¡Reconoce a papá!— dijo con orgullo—. Pocky, ¿también quieres sentirlo?— preguntó a su perra cuando se acercó—. Pon tu pata aquí— le indicó el lugar donde el bebé se estaba haciendo notar—. Kag, es maravilloso, gracias— se levantó para besarla.
—¿Por qué me agradeces?— preguntó con un sollozo.
—Por todo, ¿por qué lloras?— se alarmó.
—Eres un maravilloso esposo y nuestro bebé tendrá un padre grandioso.
—Más que eso, también te tiene a ti y no quisiera que fuese de otra manera— juntó sus frentes.
La llamada de Kouga había sido una sorpresa total, estaba de regreso en Japón y quería ver a su amiga. Kagome planeaba verlo en compañía de Inuyasha, pero para su sorpresa, Inuyasha no se opuso a que se vieran sin él, claro que no estaba convencido y se notaba que le estaba costando mucho esfuerzo aceptar algo así, al final aceptó diciendo "véanse en el parque para que puedas llevar a Pocky y luego del trabajo voy por ustedes".
—Me alegra que no tengas un esposo celoso— dijo Kouga y Kagome rió—. Cuando me dijiste que te casaste y que esperabas un bebé me sentí mal, no en un mal sentido, me di cuenta del largo tiempo que no nos habíamos contactado.
—No te preocupes, el tiempo luego se va volando.
—Me alegro mucho por ti.
—Y yo por ti, también te casaste y tienes un bebé.
—Sí, todo fue rápido— en menos de un año su vida había cambiado—. Ayame y Fenrir son mi adoración.
—¿Fenrir?, ¿Cómo el de la mitología?
—Sí, Ayame tiene ascendencia nórdica y ya que a ambos nos gustan los lobos, es perfecto.
—¿Por qué no vinieron contigo?
—Vengo rápido, si todo va bien, podría volver ya con ellos, ¿Estás bien?— preguntó al verla tomar aire y acariciar su vientre.
—Sí, está inquieto, ¿quieres sentirlo?
—Me encantaría— acercó su mano, pero esta no llegó a tocar el vientre de su amiga, Pocky le había gruñido.
—No seas grosera, es mi amigo— regañó Kagome a Pocky—. Yo le di permiso.
—Está bien, solo te cuida.
—Exagera, solo deja que Inuyasha se acerque a tocar, los demás lo pueden hacer, pero debe ver a Inu cerca— lo mismo pasó con sus amigos y padres.
—Eres su dueña, te ve como líder de su manada y a tu esposo obviamente también, así que cuidará al bebé con su vida. Yo soy un extraño, no a apartado su mirada de mí.
—Pocky, se más amable.
—Es una buena chica, muy leal.
—Lo es, tenemos suerte de tenerla, Inu ya debe estar cerca— dijo Kagome al ver que Pocky movía sus orejas y miraba en cierta dirección.
—Hora de conocer al esposo de mi mejor amiga.
Luego de poner la ropa en la lavadora, Inuyasha vió que Pocky estaba sentada afuera de la puerta del baño, no le dio importancia y fue a sacar la basura, al volver, Pocky seguía en la misma posición.
—Pocky, ¿Qué haces?— ella le vio un segundo antes de volver su mirada a la puerta—. ¿Todo bien?
—¿Qué hacen aquí?— preguntó Kagome al salir del baño, Inuyasha estaba sentado junto a Pocky en el suelo.
—Supongo que esperándote.
—Lo hace cada vez que vengo al baño, cosa que es muy seguido, siento que así como bebo agua tengo que venir y… ¿por qué sonríes?— a ella no le parecía gracioso.
—Porque sé que cuando no estoy, hay alguien que les cuida— se levantó y besó la frente de su esposa.
—Y lo hace muy bien.
—¿Qué tal si vemos alguna película?
—Haz palomitas, con caramelo, no, mejor con mantequilla y me traes un limón. ¡Espera! ¿Aún hay pastel?— el día anterior compraron un par de rebanas cuando a Kagome se le antojaron, ella se comió la suya, pero Inuyasha no.
—Sí, yo tengo mi rebana, alguien ya se comió la suya.
—¿Y no nos vas a invitar?— preguntó haciendo un puchero.
—Te puedo dar a probar un poco.
—Eso es cruel, sabes que al bebé le gustan las cosas dulces.
—¿Al bebé?— su esposa asintió—. Te cambio mi rebanada por poder elegir la película.
—¡Trato!, espera, ¿qué película?— si elegía la de la adolescente con su relación tóxica con el hermano de su mejor amigo, solo para molestarla, su esposo se iba a arrepentir.
—Ve a sentarte— dijo divertido.
—¡¿Qué película?!— insistió.
—¿No querías ver la del superhéroe con el rayo en el pecho?
Kagome sonrió y fue a sentarse en el sofá. Inuyasha suspiró, el embrazo de su esposa estaba siendo calmado en todos los aspectos, el bebé hasta ahora era tranquilo, ella no tenía crisis emocionales como Sango y sus antojos eran moderados, ya recordaba cómo Rin hizo sufrir a Sesshoumaru.
...
Mientras se secaba el cabello, Inuyasha veía con ternura a Kagome sentada en la cama, tarareaba una canción y acariciaba su vientre, Pocky se mantenía acostada junto a su dueña y de vez en cuando, golpeaba delicadamente con el hocico el vientre de Kagome.
—Hace mucho eso.
—Lo sé, ahora mismo está pateando y es justo cuando lo hace, ¿así saludas al bebé?— preguntó a Pocky.
—Ya debimos comenzar a buscar un lugar más grande— dijo Inuyasha al sentarse en la cama—. Que sea cerca de tu trabajo, con escuelas cercanas y que tenga un parque, y claro, que acepten mascotas.
—Sobre eso— mordió su labio, nerviosa—. La abuela, madre de mi mamá, le dejó un apartamento en Bunkyō que ha estado desocupado por mucho tiempo y…
—No, harías dos horas al trabajo.
—Déjame terminar, está cerca de la universidad a la que irá Souta y planean mudarse, nos ofrecen la casa del templo.
—¿Nos la venden?
—No, podemos vivir ahí solo tendríamos que pagar los servicios básicos.
—Kag, no podría, se supone que yo debería proveerles un buen lugar para vivir.
—¿Qué sandeces dices?— preguntó incrédula—. No es toda tu responsabilidad, somos un matrimonio, ambos debemos ocuparnos de eso, somos un equipo ¿recuerdas? Lo del templo podría ser temporal, sin renta y así ahorraremos. Mi trabajo queda a media hora y el tuyo a máximo una, tiene un buen espacio para poder tener a Pocky.
—Sí, pero…
¿Cómo le explicaba que eso le hacía sentir inútil?, en su nuevo puesto ganaba más que antes y aun así no les alcanzan con su suelo y el de Kagome para un apartamento que les convenciese a ambos y que aceptasen a Pocky.
—Tienes razón, es una tonta idea, ni siquiera debí decírtela— ella realmente creyó que, aunque al principio se negaría, aceptaría con la condición de pagar alguna renta simbólica—. Creí que sería una buena opción temporal.
—Oye, yo…
—Olvida que lo dije.
—Kag.
—¡Que lo olvides!— en cuanto alzó la voz su vientre punzó y Pocky chilló nerviosa.
—¿Están bien?— Inuyasha se acomodó más cerca de su esposa, en cuanto la vio hacer una expresión de dolor—. Respira, sigue mi ritmo— la abrazó poniéndola contra su pecho, dándole masajes en la espalda—. Eso es, ¿mejor?, ¿Quiénes ir al médico?
—Estamos bien, creo que no le gusta que discutamos— había sentido como su bebé se movía agitado, pero en cuanto Inuyasha la abrazó comenzó a calmarse—. Pocky, tranquila, todo bien— la perra pareció comprender y también se calmó—. Lo siento— dijo a Inuyasha.
—No, yo lo siento, no quiero que nada les falte y la idea de posponer un bebé era para ahorrar y estar preparados para cualquier cosa que se llegase a necesitar, pero aquí está— vio con amor el vientre de ella—. Aceptaremos.
—No es necesario, ellos entenderán, no querían que Souta estuviese viviendo solo los primeros para que no se dejase llevar por en palabras de mi papá "ambiente de universidad".
—Te equivocaste en algunas cosas, tu trabajo queda a quince minutos, el camión pasa justo en la esquina y hay esa linda guardería cerca, no estarías muy lejos del bebé. Solo tengo un par de dudas, ¿Quién va a atender el templo y dónde vivirá tu abuelo?
—Nos turnaríamos con mis padres para atenderlo. Además, no es difícil, solo es cuidarlo, mantenerlo limpio, la gente que va es poca, hacen sus oraciones y se van. El abuelo sigue en su viaje con su grupo de la tercera edad.
—Eventualmente volverá.
—Ha decidido vivir en una casa de reposo.
—Sí es porque nosotros viviremos en…
—¡No!, eso no tiene que ver, tomó esa decisión hace tiempo. Quiere viajar y disfrutar sus años dorados.
—¿Está enfermo o algo?— preguntó con preocupación, apreciaba al abuelo de Kagome.
—Tiene mucha energía todavía, es algo que decidió hace tiempo y realmente lo disfruta, ¿sabes que se emociona cuando los organizadores suben fotos de los viajes y reciben miles de corazones?, incluso un programa de TV extranjero les hará un reportaje— su abuelo realmente estaba amando esa atención.
—Entonces, si es así, esperaremos a que este bebé nazca para comenzar la mudanza.
—No te vas a arrepentir.
Inuyasha sabía que, aunque Kagome no se lo dijese, a ella le emocionaba la idea de que el bebé creciera en el lugar donde ella lo hizo. Él no sabía de eso, de niño vivió muchas mudanzas, hasta que entró a la preparatoria fue que sus padres dejaron de mudarse y a los pocos años él se mudó. En cambio, Kagome vivió en el templo desde que nació hasta que entró en la universidad.
19/01/2022
